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Según el Hombre Piensa…

En el inicio de este trabajo, quiero ser claro y ciento por ciento honesto con mis oyentes. Soy una persona espiritual porque procuro de todas las formas que puedo, andar en el espíritu y no en la carne. Pero déjame decirte que tengo la certeza total de que no todo lo que nos pasa tiene origen espiritual. Hay causas que son bien naturales.

Y alguien, para tener una visión bien completa, de su vida y de su destino, tiene que saber darle, tanto a lo espiritual como a lo natural, la importancia que ambos estamentos se merecen. Hay gente que evade estar con otra gente porque suponen que estos ven demonios por todas partes. Y no es así, sólo los ven en donde los demonios se encuentran. Y no es culpa de los demonios si se instalan donde no corresponde o no le conviene a algún sector de poder.

Por algo tenemos dos ojos. Con uno podemos ver todo lo que nos ocurre en el ámbito espiritual, pero con el otro también estamos facultados para ver todo lo que tiene que ver con nuestro funcionamiento operativo como persona residente en un plano natural.

En primer lugar, decir que todo es del diablo, es equivocado, pero procurar solamente con estudios bíblicos cambiarle la mente a una persona, también es equivocado, porque no se puede excluir lo espiritual, ya que nosotros somos tanto naturales como espirituales.

Es interesante, entonces, que en la carta de Pablo a los Efesios, una carta que habla de guerra, de lugares altos, de revelación; que habla de Jesucristo reinando, te dice que nosotros hemos sido puestos a su derecha, dice acá, en el capítulo 1 y verso 10, que la iglesia está en una posición especial y que Jesucristo ha reunido cielos y tierra en Él.

En esta carta nosotros vemos cielos y tierra juntos, y eso es tremendo. En esta carta se nos habla de la reforma apostólica, se nos habla de los ministerios. De apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Nos habla de que Jesucristo destruyó la cautividad que atrapaba a los hombres a través de su resurrección.

O sea: nos habla del misterio revelado en el capítulo 3, nos habla del poder que actúa en nosotros, nos habla de la multiforme sabiduría de Dios, que ha sido dada a conocer por medio de la iglesia a los principados. ¿Qué te estoy queriendo decir? Que es una carta de una revelación asombrosa.

Pero, me causa bastante curiosidad que en una carta de contenido tan elevado, también se hable de cosas bien básicas. Y para introducirlo donde quiero que examine, lo voy a acompañar al capítulo 4 de esta carta a los Efesios, en el versículo 17.

(Efesios 4: 17) = Esto, pues, digo y requiero en el Señor; que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, (18) teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; (19) los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.

(20) Más vosotros no habéis aprendido así a Cristo, (21) si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.

(22) en cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, (23) y renovaos en el espíritu de vuestra mente, (24) y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

Alguna vez ha sido dicho desde aquí que somos pregoneros de la verdad. Hemos hablado de esa verdad y también de las causas por las cuales Satanás tiene a la gente cautiva. Él es mentiroso y tiene a mucha gente atrapada en esas líneas de mentiras.

Lo cierto es que podemos hablar de iniquidad, podemos hablar de maldiciones generacionales, pero esa es nada más que una parte de la verdad, una cara de la moneda. Fíjate; una persona tiene una alta posibilidad de repetir lo que vivió de niño con sus padres.

¿Y eso qué quiere decir? Quiere decir que si ese niño creció en un hogar en el que había violencia doméstica, es muy probable que, cuando ese niño se case, también llegue a ser un hombre violento que lastime a su familia. Está comprobado que por lo menos el setenta por ciento de los reclusos que hay en las cárceles por el motivo que sea, han tenido padres o madres en presidio.

Entonces, encontramos que hay un ciclo que se repite, de padres a hijos, que es más o menos como la inclinación, como la tendencia de repetir un poco la memoria genética que se tiene, los lazos genéticos que se han heredado de los padres.

Sin embargo, y gracias a entender cómo opera el mundo espiritual, podemos saber que el encargado, el guardián, el cuidador, el carcelero, el que anota en un libro lo que tú debes hacer y esa inclinación, es un espíritu heredado, un espíritu familiar que se encarga que esto se dé de esta forma.

Pero, cuando una persona ha orado y ha pedido perdón y ha roto ese poder, la gran pregunta es: ¿Por qué eso te puede repetir si se supone que ya se salió de eso? Entonces, llegamos a una conclusión: no basta que alguien ore por ti, o que tú reprendas eso o renuncies a eso, ya que al pasar los días, ves que, aunque eso fue quebrado, tienes tendencia manifiesta a cometer lo que antes cometías y que hoy retorna otra vez.

¿Cuál es la causa, entonces? Más adelante, en este pasaje, en el verso 27 que es un verso muy pequeño pero muy poderoso, dice: ni deis lugar al diablo. Porque resulta que el diablo solamente puede trabajar en una vida, cuando en esa vida hay lugar para él.

Voy a tratar de graficarlo. El diablo se sostiene dentro de ti, si es que él tiene de dónde agarrarse. Si no tiene de dónde agarrarse, sería como si intentara agarrarse de una pared de hielo. Él no va a poder y va a caer. Pero, si puede sostenerse dentro de ti, es porque hay algo que le permite sujetarse.

Entonces, gran parte de lo que hoy día se llama ministración profética, es descubrir qué es lo que tú tienes en tu vida, que le da lugar a que el diablo pueda sostenerse y permanecer en ti. Qué es lo que hay en tu familia, que le da lugar a que él pueda sostenerse, y a pesar de que eres un intercesor o un adorador, tu familia cae igualmente en desgracia, en situaciones desastrosas.

Esa es una parte de la verdad. Estoy diciendo que hay un responsable directo que aparece primero acá, que es el diablo. Y que lo hace porque tiene un lugar, un asidero. Y eso se llama derecho, legalmente. No quise usar esa palabra porque preferí usar la misma que Pablo usó aquí. Lugar. No deis lugar al diablo.

Veámoslo así: toma a una persona que de niño ha sufrido un tremendo abuso: trabajo, explotación, abuso físico, lo que sea. Ese mismo niño, cuando llega a adulto, tiende a ser una persona torpe, una persona que no confía en nadie. Ahora veamos: ¿Qué derecho tiene Satanás de provocarle, por ejemplo, pesadillas, temores, una persona que no se anima a dar pasos, no puede hacer negocios, etc.?

¿Qué derecho tiene el infierno para tenerlo sujeto a todo eso? En primer término, que esa persona todavía no haya podido resolver esa situación y guarde, por ejemplo, odio a todas esas personas que lo hicieron sufrir tanto cuando era niño. Pasa al frente cada vez que invitan a ser ministrados, se quebranta, llora, cae al suelo, tiembla, ríe, todo. Pero pasan los días y, en su ser íntimo, las cosas siguen igual.

Ante cualquier señal de las mencionadas, reacciona con el mismo patrón de comportamiento que ha sido permanente en su vida, y que tiene una causa. El diablo tiene un lugar adentro. Entonces alguien le dice que tiene que quebrar eso. ¿Y cómo se quiebra? Se le dice que tiene que perdonar a esas personas y todo va a estar resuelto.

Lo hace; perdona a todas esas personas con absoluta sinceridad, entonces el diablo ya no tiene de dónde agarrarse y fracasa en todos sus intentos de esclavizarlo nuevamente. ¡Fabuloso! Pero, pasan un par de semanas, alguien se le acerca, y esa persona vuelve a reaccionar tal cual lo hacía antes.

Entonces esa persona comienza a condenarse. Se dice que quizás no ha orado bien, o que ha orado por él un hermano que, seguramente, no tiene tanta unción como tiene el pastor que no quiso orar por él por falta de tiempo. Y todos los disparates que se te ocurran similares a estos, que el diablo le pone en la cabeza para confundirlo.

Cuando eso pasa en una persona así, es como cuando alguien descubre una medicina, se entusiasma, va toma la medicina y, a los pocos días, ve otra vez el síntoma. Entonces uno pierde la motivación y se siente frustrado. Claro está que, para entender esto, necesitamos levantar un poco nuestra vista, entender que debemos ver la situación desde un ángulo más alto y no a flor de tierra.

El asunto es ese; la persona que sufrió algún tipo de abuso, de maltrato que provocó que tenga alguna actitud de rechazo, de aversión a la gente, del temor al contacto, o lo que sea, cuando se la entrevista se le dice que tiene que tiene que perdonar, a lo que ella responde que no, que ya perdonó.

Entonces los consejeros suelen salir conque a lo mejor no perdonó bien, cayendo en la otra disyuntiva de la cual es difícil salir: ¿Qué cosa es perdonar bien? Y ahí andan, una y otra vez, por años, y hasta echando fuera demonios vecinos por las dudas.

Claro está que, en la práctica, eso no es tan complicado, porque Dios no es un Dios complicado. Ocurre que hay una ventaja que tiene Satanás, y es que él sabe esconder muy bien la llave. A él le gusta jugar al gato y al ratón, así que esconde la llave, y convierte a esto en la parte más difícil de una ministración, ¿Sabes cuál es?

Descubrir qué derecho tiene el diablo, descubrir qué lugar fue el que él usó para poder entrar. Eso es lo más difícil de una ministración. Porque una vez que has encontrado eso, lo otro es pan comido. El diablo no puede salir con muchedumbres. Cada persona es importante y sumamente individual, tanto para Dios como para el diablo. Así que eso de liberaciones masivas, no digo que no puedan producirse porque el poder de Dios todo lo puede, pero no es lo mejor.

Porque cada persona, por ser distinta, tiene un disparador diferente. A lo mejor en esta persona el temor entró porque vio una película de vampiros cuando tenía cinco años. Y en otra persona el temor entró cuando vio un accidente donde murió alguien. Y en otra persona el temor entró porque murió su mamá cuando era niño.

¡Cada uno tiene una historia diferente! Entonces yo, en la autoridad de mi Señor, cuando reprendo al temor, puedo sacudirlos a todos ellos, pero no resuelvo la causa de la entrada en cada uno, en particular, porque no la conozco. Si encontramos esa puerta de entrada y logramos romperla, cuando ese espíritu salga, estaremos totalmente seguros que esa persona ha quedado realmente libre.

Ahora bien; te decía que esa es una parte, nada más, de la moneda. Pablo habla de eso en Efesios 6. Habla de los principados, las potestades, gobernadores y huestes. Pero en el capítulo 4, y el cuatro es un número de hombre; en el capítulo 4, Pablo habla de los hábitos que las personas adquieren con el tiempo.

Volvamos otra vez, de manera ficticia, a esa persona que sufrió el abuso, y que cuando alguien intenta acercarse a él o a ella, retrocede. Esa persona ya fue ministrada. Salió el asidero del diablo, pero alguien se acerca y ella o el retroceden de nuevo. ¿Qué pasó?

Que esa reacción que ha tenido después de la ministración, ya no es porque el diablo está agarrado dentro de esa persona, sino que la reacción se debe a un disparador inconsciente, que sigue manifestándose allí, al igual que lo ha venido haciendo por años y años.

Lo que quiero decirte es que esa persona, acaba de reaccionar así, simplemente por hábito, por costumbre; no por presencias espirituales malignas. Está claro que Dios resuelve más que sencillamente la presencia espiritual que la cautivaba, pero lo que Él no hace ni hará, es resolver tu hábito.

Por eso vemos que hay gente que sigue amargada por costumbre. Así como hay gente que está enferma físicamente, por costumbre. Hay gente que cae en pornografía, por costumbre. Hay gente que es mentirosa, por costumbre. No es cuestión de echarle la culpa al diablo de todo, tanto de lo que le dejan hacer como de lo que la gente hace por su cuenta.

(Efesios 4: 28) = (Este verso es el siguiente al que leímos hoy que decía que no demos lugar al diablo) El que hurtaba, no hurte más, (Ojo: no está diciendo que eches fuera un espíritu de hurto) sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.

(29) Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.

(30) Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados  para el día de la redención.

(31) Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.

Fíjate que está comenzando a hablarnos en tono humano. Nos está diciendo: mira, hijo, ciertamente había un problema espiritual porque habías dado lugar al diablo, pero ¡Eso ya fue vencido! Ahora, tú tienes que cambiar tu manera de vivir, para que de esa forma, verdaderamente, la obra de Dios esté completa en ti.

Si nosotros solamente vemos la parte espiritual, estamos siendo ciegos, estamos siendo miopes, y no vemos todo lo que Dios ve. Se nos dice siempre que si solametne vemos la parte natural, somos cristianos carnales, pero si solamente vemos la parte espiritual, también nos está faltando algo.

Hay mucha gente, por ejemplo, que ha sido atada a un espíritu de pobreza. Y no importa cuánto quiera progresar, no va a poder. ¿Por qué? Porque ha hecho un pacto con la pobreza. Por eso, creo que ya es tiempo en que muchos cristianos lleguen, de una vez por todas, a la mayoría de edad. Ya no son niños fluctuantes, y deben vivir vidas que sean un testimonio para la gloria de Dios en ambientes donde aún no lo conocen.

Fíjate que ya no le asombra a nadie cuando una persona comienza a orar y a revelar misterios en esa oración, tampoco cuando alguien ora y un enfermo se sana. Tampoco impresiona a nadie, -y mucho menos a Dios- cuando tú oras y un demonio sale corriendo, porque Él sabe, y todos deberíamos saberlo también, que a todo eso lo hace Él, no los hombres que Él utiliza.

Pero si puede impresionar una persona que llega al Señor sin trabajo, con una familia destruida, con hijos en la droga y un matrimonio al borde del divorcio, y al cabo de unos meses el hombre encuentra un buen trabajo, los hijos cortan con sus adicciones y el matrimonio se restaura totalmente. ¡Eso es impresionante!

Eso es digno de elogio, porque es una gran parte de los hijos de Dios que no pueden llegar a esa condición. Porque se quedan en la esfera de la fe, y no de una fe efectiva, sino de una fe de palabra; una fe que es de la boca para afuera. Ahora vamos a volver a leer el verso 17, y ahora sí vamos a poder entender por qué razón es que el hábito no se rompe.

Cómo cualquiera de nosotros puede romper con un hábito fuerte. Porque no sé si puedes entender que son los hábitos los que realmente gobiernan nuestra vida. Hay una enorme cantidad de gente que todos los días se levanta casi de madrugada, ¿Y sabes qué? No lo hace porque tenga mucho qué hacer o porque tenga que ir a trabajar, lo hace porque todos los días se levanta a esa hora.

Así como hay gente que le resulta imposible dormirse antes de las doce de la noche. Y no porque esté haciendo algo interesante o esté muy descansado, simplemente es porque nunca se va a dormir antes de las doce de la noche. Claro está que resulta muy penoso que un hijo de Dios se deje gobernar por un hábito. Eso está bien para los animales o para aquellos que andan en tinieblas, pero no para los hijos de Dios. Porque, técnicamente, tenemos la capacidad y la autoridad para quebrar un hábito y poner otro si es que el anterior no nos sirve. Ahora mira lo que dice aquí.

(Efesios 4: 17) = Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,

Mira; por empezar, esta carta no está escrita a paganos, está escrita a los hijos de Dios. Y acá Pablo dice: ¡por favor, les pido que no hagan eso! Eso quiere decir que ellos hacían eso. O sea: que había cristianos que caminaban como gentiles. ¿Quiénes eran los gentiles?

Es un término muy delicado para decir los no judíos. ¿Y quiénes eran los no judíos en aquella época? Los paganos. Y acá dice que no anden como ellos. Ahora bien; ¿Qué es un pagano, para Dios? Lo que dice a continuación: el que anda en la vanidad de su mente. ¿Y qué significa eso, cómo se traduce? El que anda pensando que lo que sabe y lo que piensa, es lo único que existe. Para Dios, esa persona es un pagano. No son solamente los que andan caminando detrás de santos o vírgenes de yeso o madera.

Los paganos para Dios no son ellos, solamente. Son todos, por igual, los que presumen que lo que entienden, es la única verdad. Bajo esa óptica, los cristianos también pueden llegar a vivir como los paganos. Eso es lo que está diciendo. Les dice: ¡Hermanos! ¡Les pido, les requiero, les exijo que no vivan como ellos! ¿Y cómo viven ellos? Léelo conmigo.

(18) Teniendo el entendimiento entenebrecido, (Esto quiere decir que hay oscuridad en su mente. ¿Quiénes son los paganos, entonces? Aquellos que tienen oscuridad en su mente y no ven la verdad) ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón.

Ahora bien; parece que tenemos en este pequeño pasaje, la explicación de cómo la mente se une al corazón, para provocar que el hombre se muestre en una actitud de vida terriblemente vergonzosa. El corazón y la mente están ligados. Entonces, a la luz de eso, tú puedes tener cristianos cuya mente ha sido ganada para el Señor. Conocen la Biblia, conocen los cánticos, conocen versículos de memoria, conocen doctrina, pero sus corazones no arden por Él.

Por el otro lado puede haber cristianos cuyos corazones pueden ser muy apasionados y andar totalmente rendidos a Dios, pero sus mentes son terribles laboratorios del diablo. Ignoran la Palabra, ignoran lo que Dios quiere. Por tal razón y conforme a cómo está escrito, lo que en el corazón y la mente hay provocan que vivan, tanto el uno como el otro, estilos de vida que no son los que Dios quiere.

Dios quiere tanto a la mente como al corazón, capturados por un espíritu nuevo, que le permita a la persona ser transformada. Por esto vas a ver que hay personas que no pueden cambiar su hábito, porque su corazón está herido, o porque su mente no se convence que puede cambiar.

“Es que yo siempre he sido así” – “¡Es que nunca he podido cambiar eso!” – “Es que mi padre era así, igual que yo”. O, en todo caso, y en el peor de los casos, te confiesan que no les da deseos de cambiar eso, que así se sienten bien.

Partamos del hecho de que Dios, el bien que te ganó, ganó tu mente y ganó tu corazón. Usando el idioma clásico del evangelismo, podemos decir que Jesucristo no vino solamente a ganar almas, vino también a ganar cuerpos, mentes y espíritus. Completos.

(Verso 22) = En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, (Dice: despojaos del viejo hombre. Escucha: ¿No era que estaba crucificado el viejo hombre? ¿Por qué, entonces, nos dice aquí que nos despojemos de él? Interesante para otro estudio, ¿No te parece?)

Dejemos al viejo hombre un lado, por un momento, y tomemos la primera parte del verso, donde dice: apártense de su manera antigua de vivir. Lo digo de otra manera y en los términos que estamos hablando: hermanos, ya no sean cautivos de sus propios hábitos, porque algunos de ellos son directamente nocivos.

Quiero consignar que alguna vez hemos hablado de estas cosas con hermanos que también eran psicólogos, y ellos sostienen con las bases de sus estudios, que un hábito no se puede eliminar, sino que se debe reemplazar. Si renuncias a un hábito de años y años, parece que deberás reemplazarlo por otra cosa que te permita hacer algo al respecto.

Obviamente, esa es la razón del fracaso de muchos cristianos que, después de haber orado, intercedido, quebrantado todo lo que espiritualmente podía ser un problema, todavía no han reemplazado sus hábitos antiguos por hábitos nuevos, de manera que tarde o temprano volverán a cometer los mismos errores que venían cometiendo y de los cuales intentaban huir.

Yo creo que esto es importante, porque después de tantos años en el Señor como muchos de nosotros mostramos, ya no queremos discursos ni teorías pintorescas, sino que necesitamos soluciones reales. Nadie quiere poner un pequeño parche en un lugar de su vida, quiere una vida diferente en lo que no le parece agradable a Dios.

Por eso es que, en el verso 23, dice: Renovaos en el espíritu de vuestra mente. Y debes saber que la palabra renovar es tremendamente poderosa, porque nos habla de que nuestra mente, (Y recuerda que tal el hombre piensa, el hombre es), tiene que ser transformada.

Porque, añade, si nuestra mente no es transformada, toda la obra de Cristo no llega a ser suficiente para hacerte un hombre nuevo. ¡Él lo hizo, sobradamente!, ¡Pero tú no te decides a tomar eso que Él hizo y hacerlo tuyo creyéndolo como válido! Los que conocen el mundo misionero sostienen que con los aborígenes se cometió ese error, porque se habló mucho del corazón, pero no se les dijo nada de la mente.

Y, entiende, a Dios le interesa de igual modo que tu corazón sea transformado, como que tu mente sea transformada. Y la educación cristiana cometió otro error. Todo es la mente, la mente y la mente, pero el corazón de los niños no fue capturado por Dios, de manera que cuando ellos salen, creen que conocen a Dios, pero lo conocen a este nivel. Necesitan conocerlo, también, treinta centímetros más abajo.

¿Y por qué digo que la educación cristiana ha fallado? Por tener una visión incompleta de la realidad. La realidad es tanto espiritual como natural. Se le puede enseñar a un niño a que escuche a su maestro, del mismo modo que se le puede enseñar a que escuche la voz del Espíritu. Todo pasa por lo que cree o no cree su maestro.

No me pueden decir que esa persona es un hijo de Dios educado, si no obedece a su maestro. Algo no está funcionando, eso no es correcto. Esto se trata con mucho amor y con disciplina. Un niño puede recibir una mala nota por haber olvidado de estudiar un punto de una lección, pero no puede ser sancionado por malcriado. Lo primero es un asunto de responsabilidad, lo segundo, de límites invisibles.

Curiosamente, los especialistas en la materia suelen hablar muy bien de la rebeldía juvenil. Lo ven como algo positivo para los jóvenes. Sin embargo, Dios tiene otra óptica del asunto. Él puede admitir la incapacidad de uno de sus hijos. Dios tolera que no podamos hacer algo. Pero jamás tolerará nuestra rebeldía. Satanás fue el primer rebelde.

Dios nos ve como seres multi-dimensionales. Donde hay una parte de responsabilidad, el diablo viene a engañarte. Podemos entender, entonces, que el diablo viene a alguien y lo perturba hasta forzarlo a hacer o decir algo que no quería hacer o decir. Cierto es, el diablo lo tentó, pero aquí rige lo que alguien dijo alguna vez: Acepto que el diablo te engañó, pero del diablo se encargará Dios, de ti me encargo yo.

Por eso es importante lo que Pablo nos está diciendo aquí. Porque no dice que la culpa de todo la tiene el diablo; dice que nosotros le damos lugar al diablo, y luego añade que renovemos nuestra mente, porque no todo lo que nos pasa es por su culpa. Hay cosas en las vidas que no cambian porque las mentes no quieren cambiar.

Entonces, la gran pregunta, es: ¿Y cómo cambio mi mente? Con la Palabra. El problema es que estamos viviendo en una generación que no lee la Palabra. Y eso provoca que esas mentes no tengan de dónde agarrarse para cambiar algo malo en bueno. Debes encontrar y entender qué es lo bueno.

Y eso no viene por revelación del Espíritu Santo, ¡Ya está escrito! Está todo escrito respecto a lo que tú debes saber para cambiar los hábitos perniciosos que tiene tu vida. Y no se trata de memorizar cuatro versículos. ¿Tú crees que con cuatro versitos sueltos podrás cambiar toda una estructura de vida que viene de tus padres, de tus abuelos y hasta de tus bisabuelos?

Es lo único que tenemos, por eso dice en Romanos  que el sacrificio que Dios quiere, es que nuestro entendimiento sea transformado, para que puedas acercarte a Él con hábitos nuevos. ¿Hay un espíritu de mentira sobrevolando tu familia desde la época de tus bisabuelos? ¡Échalos fuera en el nombre de Jesús! Pero luego cierra tu boca y no mientras más.

Si le pides a Dios que te mande un ángel para que te tape la boca para impedir que mientas, lo que vas a hacer es morderle el dedo al ángel. ¡No funciona así! Lo que debes hacer es tomar la decisión de no volver a mentir. Tienes una voluntad, no eres un animal. ¡Sométela! ¿Cómo puede ser que si el Espíritu Santo de Dios que es el rey del universo vive en mí, yo no pueda romper con un simple hábito?

Por eso es que encontramos una tremenda contradicción en una persona que no puede superar esto, que ya no es espiritual; es un asunto de conducta. Y lo dramático es que para lo espiritual podemos darte ayuda, pero en lo que tiene que ver con tu conducta y tus viejos hábitos, ya no podemos hacerlo.

Porque eso tiene que ver con la vida en tu casa, con la manera en que tú eliges y divides tu tiempo, de la manera que tú te organizas. En suma: eso tiene que ver con tu propia voluntad. Y es ahí donde hoy se está fallando. ¡Tiene que pasar algo que te proporcione una nueva manera de pensar!

Si Dios nos estuviera demandando algo que no podemos hacer, lógicamente que nos estaría poniendo en un serio problema. Pero no está haciendo algo así. Cuando hablo de iniquidad, estoy hablando de una puerta que se abre a mis antepasados, que le da derecho al diablo de empujarme en una dirección que no es buena para mí.

Cuando vienes a Cristo, puedes romper esa iniquidad cuando la entiendes. Pero lo que ha provocado años y años de iniquidad sobre tu familia, es lo que ha provocado que tú, cuando llegas a una bifurcación, te vayas por la derecha o por la izquierda, es decir, por donde siempre te has ido antes.

Entonces, lo que tú necesitas es que el Espíritu te ayude a entender, a través de la Palabra, que tienes derecho de elegir. Y que no todo camino que está abierto de izquierda a derecha será el que históricamente has tomado, sino que ahora tienes derecho y libertad para escoger el que te parezca hoy y ahora.

Y eso viene revelado, porque en la Palabra está escrito, y aquí te da una serie de elementos, mira lo que dice el verso 25: Por lo cual, desechando la mentira, (Ojo: dice desechando la mentira. No dice reprendiendo un espíritu de mentira. Dice que la deseches, que la saques de tu vida, que la arrojes al cesto de la basura) hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. (No dice que somos miembros de tal o cual iglesia; dice los unos de los otros, vayan donde vayan ellos, o no vayan)

(26) Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo.

Te está diciendo que no te enojes con nadie al punto de no poder dormir tranquilo. Y que no reprendas al espíritu de bronca. ¡Aquí no hay espíritu de bronca! Eres tú el que has decidido enojarte. De acuerdo, puede haber espíritus de ira, pero si te han ministrado y han orado echándolo fuera, ese espíritu ha tenido que irse.  Pero ahora eres tú el que tiene que adoptar una forma de vida que no dé lugar a que ese espíritu vuelva y encuentre la casa barrida y limpiada y se traiga a otros siete peores que él.

Tienes que tener muy en cuenta que cuando se encienden las alarmas de tu interior y sabes que dentro de cinco minutos vas a estar en condiciones de trompearte con todo el mundo, el dominio propio que debes tener si es que el Espíritu Santo mora en ti, deberá frenarte y convertirte en una persona llena de la paz de Cristo, que no es como el mundo la da. Eso es no darle lugar al diablo.

Y Pablo comienza a hablar en Efesios sobre cómo deben vivir los esposos. Te habla de cómo deben vivir las esposas. ¡Te habla de cómo tienen que vivir los hijos! ¿Y qué tiene que ver eso, la vida familiar en un libro de Guerra Espiritual en lugares celestiales?

Tiene que ver y mucho; porque los lugares celestiales pueden ser hermosos, pero si vivimos aquí abajo, eso es como tener una estampita y decir allí estoy yo, porque no es cierto. Tan importante como lo primero, capítulo uno, dos, tres, es lo segundo: capítulo cuatro, cinco, donde hablamos de cómo debemos conducirnos.

Dice: maridos, amad a vuestras esposas. Esposas, sujétense a sus maridos. Y los hijos caminen en obediencia a sus padres. No los provoquen a ira, o sea: empieza a darnos consejos. ¡Hermano! ¡Lo hace en una carta que es de revelación de guerra!

De entendimiento de los lugares celestiales. Te habla del tercer cielo, te habla de las profundidades de Satanás, y te habla de la familia. ¿Será que tenía mucho que decir, Pablo, y por eso metió de todo? No. Más bien se ve un orden de Dios en esto. Y creo que es el orden al cual Dios nos está llamando hoy. Creo que ninguno de los que escucha esto está en desconocimiento de lo que digo. Por eso está ahí.

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noviembre 14, 2018 Néstor Martínez