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Definiendo Dos Dimensiones

 

(Job 12: 22) = Él descubre las profundidades de las tinieblas, y saca a luz la sombra de muerte.

Que te quede claro porque hay veces que desde un solo versículo no se alcanza a entender el contexto. Job se está refiriendo a Dios, aquí. Y es de él que dice que descubre las profundidades de las tinieblas y saca a luz la sombra de muerte, aunque en otras versiones dice que saca a la luz la densa oscuridad.

Si invitáramos a sentarse ante este micrófono a una persona que haya sido satanista, ocultista, que ha practicado el tarot, el espiritismo, la alta magia, la masonería, el yoga o la Nueva Era, y cualquiera de estas personas podrían hablarnos con probado y preciso conocimiento respecto a lo que es la oscuridad.

La gente que ha salido del entorno de la brujería, o gente que ha practicado brujería puede grabar algo como esto y contarte con lujos y señales todas las cosas que hacían. Cómo ellos podían estar en un lugar y de pronto aparecer en otro lugar, como utilizan los ríos para transportarse, visitar a personas en su intimidad, incluso, a través de las técnicas de los viajes astrales.

Ellos podrían hablarles a ustedes de muchísimas cosas. Por ejemplo, de las características de la estrella de cinco puntas, o la otra de seis puntas. Un cabalista te podría explicar centenares de cosas que seguramente ignoras o te parecen fantasía novelesca.

Y ciertamente, lo que ellos te van a decir forma parte de la terminología de sabiduría. Hay una sabiduría, que dice Santiago que es terrenal, animal y es diabólica. Y es sabiduría, porque no es algo que la gente común sepa. La sabiduría se caracteriza por ser algo que pocas personas saben.

No todas las personas entienden esto. Entonces, cuando una persona ha estado en alta magia, o ha sido practicante del Rosacrucismo y un día Dios entra en su vida, esa persona puede hablar de lo que antes vivía y de esa oscuridad porque fue parte de ella.

Habla de la sabiduría de las tinieblas porque él habitaba en ese lugar. Pero de pronto tú encuentras a una persona que nunca practicó eso; una persona que nunca fue espiritista, ni fue Masón, ni practicó esas artes mágicas, ni estuvo en la Nueva Era, ni fue hechicero, y puede hablarle de las mismas cosas.

En la mente del hombre natural tiene más autoridad aquella persona que, habiendo estado allí, ha podido salir. Pero en la mente del Espíritu y de Dios, no es verdad. El que más autoridad tiene, es aquel que nunca resbaló y cayó allí.

Ahora bien; ¿Cómo puedes tú entender de qué manera operan las tinieblas? Aquí te dice que Dios es el que descubre las profundidades, o sea los misterios, de las tinieblas. Tú puedes saber cómo operan las tinieblas, sin necesidad de meterte en ellas.

En una época, pocos meses antes de encontrar a Cristo, un compañero de trabajo me invitó a una reunión de espiritistas. No tengo dudas que mi Señor me protegió y guardó, porque se me cruzaron una serie de inconvenientes continuados que no me permitieron asistir. Hoy no me alcanza el tiempo para darle gracias por eso.

Hoy conozco lo suficiente de la palabra y de la contraposición que el espiritismo tiene con ella como para no necesitar concurrir a una reunión ni hacerle una entrevista a un médium para saber cómo opera Satanás a través de estas prácticas.

Sin embargo, conozco a mucha gente muy bien intencionada que, a favor de su intención sana de ayudar, se ha metido en tremendos problemas porque ha terminado cayendo en alguna fea trampa del diablo a partir de haber abierto una sencilla puerta espiritual de innecesaria curiosidad.

Hoy yo sé que es Dios quien revela los misterios de las tinieblas. Es Dios. Ahora bien; ¿Y qué son las tinieblas? En esencia, podría decirte que las tinieblas son un reino. Tienen una estructura, tienen un sistema de gobierno, tienen una forma de extender su autoridad, incluso, hasta sobre un territorio.

Tienen cosas que unen su estructura con la vida de los hombres. Tienen entradas, tienen salidas, tienen límites, tienen maneras de permanecer en un lugar y hay formas de echarlas, de expulsarlas de un lugar. Tienen requisitos para que una persona pueda ser parte de eso, o no serlo.

Son un reino. ¿Y cómo sabemos que es un reino? Simple: porque la luz lo es. Dice la palabra que hemos sido llevados de las tinieblas al reino de la luz. Por consecuencia, de donde hemos salido es del reino de las tinieblas. Simple deducción.

Estos son dos reinos que antes, en el libro del Génesis capítulo uno y versículo dos, estaban unidos. Sin embargo, tú ya sabes que la palabra dice que Vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas. Eso está en el versículo cuatro del capítulo uno.

Ahora; si la luz era buena, ¿Qué son las tinieblas? En principio, sencillo: no son buenas. Porque nadie tiene necesidad de separar lo bueno de lo bueno. Entonces, si la luz es buena, las tinieblas son malas. Ahora; ¿Por qué las tinieblas son malas?

En esencia, porque el diablo fue echado ahí. El diablo hizo su habitación en las tinieblas. Esto ha provocado que el diablo haga de las tinieblas su dominio. Tiene un territorio. Es un territorio en el cual él es honrado, en el cual él tiene autoridad.

Entonces, cuando Dios separa la luz de las tinieblas, en Génesis 1:4, él determina que todo el imperio del diablo se mueva única y exclusivamente, en las tinieblas. Él le da de habitación al diablo y a toda su corte, las tinieblas.

En pocas palabras: donde hay tinieblas, él tiene libertad de moverse, porque es su territorio. Donde hay luz, él no puede moverse. Este es un principio básico: el diablo sólo puede moverse donde hay tinieblas. Por eso cuando a alguien le roban, debemos preguntarnos: ¿Se puede robar estando en luz? No. ¿Puede Dios robar? No. Entonces, ¿Por qué Dios permitió que le robaran?

¿Quién le robó? El diablo. Y si el diablo pudo robarle y él sólo se mueve en las tinieblas, ¿Qué fue lo que le dio derecho al diablo de hacerlo? Respuesta fácil: Ciertas áreas de tinieblas que estaban en esta persona. ¡Es que no1 ¡A mí me robaron por confiado, por ingenuo! No, no, espera.

No es posible que el diablo se mueva donde hay luz. Tengo que decirte que hoy día hay demasiado relativismo en la iglesia respecto a esto. ¿Qué quiero decir con relativismo? Quiero decir que la gente hace de la excepción a la regla, la ley.

Y eso no es verdad. Dios separó la luz de las tinieblas, y dio a las tinieblas para que fueran gobernadas por el diablo. Entonces, cuando yo no sé cómo enfrentar algo, mi único punto es si esto corresponde al reino de la luz o de las tinieblas.

Si corresponde al reino de las tinieblas, yo puedo saber inmediatamente que eso está bajo el gobierno del diablo. Y no lo digo yo, mira cómo lo resuelve el apóstol Juan, y lo deja escrito en una de sus preciadas cartas, la Primera.

(1 Juan 2: 9) = El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.

Resulta que todo el género humano, nació en este reino de tinieblas; todos. Incluyéndote a ti, incluyéndome a mí, todos, nacimos en el marco de este reino caído. ¿Por qué? Porque Adán cayó en este reino de tinieblas.

Por lo tanto, todos los que somos de Adán, nacemos de ahí. A no ser que tú seas un Alíen u otra raza de extraterrestres desconocida, tú naciste en este reino de tinieblas. Hay una definición de salvación a partir de esto: haber sido trasladados de ese lugar de tinieblas, a un lugar de luz.

Claro está que el punto central de este trabajo, aquí, es saber y conocer cómo operan las tinieblas en los hijos de luz. Te lo digo en palabras menos rebuscadas, alejadas del idioma de púlpito y cercana al idioma que cada uno de nosotros habla todos los días: ¿Por qué es que gente buena, llega a hacer cosas estúpidas?

¿Por qué gente muy preparada y capacitada en muchas cosas, llega a meter la pata de manera soberana en cuestiones que se caen de maduras? ¿Cómo se explica que una persona que entiende quién es Dios, que ama al Señor, se enrede con cosas de injusticia?

A partir de este tipo de situaciones, algunos hombres, verdaderos reyes de la excusa, han salido a justificarlas con centenares de argumentos. ¿El preferido de la iglesia? ¡¡¡Es la iniquidad!!! Todo lo malo que esa persona está haciendo es por causa y culpa de la iniquidad que trae en sus genes.

Tampoco es porque necesariamente ande vagando por las oscuridades ambientes en las regiones de cautividad, peleando a brazo partido con chacales que se lo quieren comer vivo. Si bien todo eso es cierto y se sostiene con claros argumentos bíblicos, ¿Tú crees que si eso fuera tan central, tan básico e importante, no hubiera sido explicado con mayor detalle por Jesús o los apóstoles? ¿Y en qué consiste toda esta dinámica de la luz y las tinieblas? Básicamente, en saber y conocer cómo opera un reino.

(Colosenses 1: 13) = El cual (Jesús) nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.

Escucha esto: donde leemos potestad, estamos leyendo dominio. Y donde existe un dominio, inevitablemente existe un reino. Pero fíjate que luego añade que nos trasladó al reino del Hijo. ¿Sabes por qué? Porque de ninguna manera puedes pelear contra las tinieblas, siendo parte de ellas.  Debes ser trasladado al reino de la luz.

No puedes gobernar las tinieblas estando dentro de ellas, no hay manera. ¿Por qué? Simple: porque eres parte, y entonces resulta ser que hay una autoridad sobre ti. Acá dice: Porque Él nos ha librado. Verbo. Pasado. Nos ha librado del dominio de las tinieblas.

Eso significa una sola cosa: que las tinieblas ya no deben dominarte. Esta es una verdad contundente. Si te dominan, entonces, es porque todavía no has salido del reino de las tinieblas y no has sido trasladado al de la luz.

¡Pero no, hermano! ¡Yo ya hice la oración! ¡Cinco veces la hice, por las dudas! ¡Además me bauticé, vengo todos los domingos, diezmo puntualmente y ofrendo generosamente! He visto demasiada gente en esas condiciones, tanto las últimas, eclesiásticas, muy estimadas, y también de las otras, escondidas, disimuladas.

¿Usted me está diciendo que tiene que haber síntomas claros de haber sido trasladados de un reino al otro? ¡Claro que sí! Y te puedo compartir algunos, porque en el fondo, hoy en día es muy relativo poder decir quiénes son salvos y quiénes no.

Ejemplo simple: Recibo en mi Web alrededor de cinco mil visitas diarias. ¿Puedo asegurar con total certeza que me visitan cinco mil santos? Bueno; ¿Podría decir que me visitan cinco mil cristianos? ¡Creo que sí, aparentemente son todos creyentes!

¿Y entonces por qué recibí ese correo lleno de insultos y maldiciones? ¿Tal vez hay un programa nuevo donde las cosas se escriben solas y sin nadie que toque las teclas? De acuerdo; entonces entran en su página cuatro mil novecientos noventa y nueve hermanos y ese que es falso o satanista.

No te confundas, porque en el fondo, ninguno de nosotros, -salvo impacto de discernimiento otorgado por el Espíritu Santo para algún fin preciso y específico-, sabe con certeza quiénes son y quiénes no son. Nadie es algo por ir a un determinado lugar o ingresar en ciertos sitios de internet.

Lamentablemente, en mi paso por la iglesia tradicional, vi muchos casos de gente que durante muchos años dieron el target de cristianos admirables y de pronto se desbarrancaron feo y se fueron a parar al fondo de un foso cubierto de cucarachas malolientes.

Y todos nos quedábamos preguntándonos cómo podía suceder eso, si ese hermano cantaba de maravilla en el grupo de alabanza y hasta predicaba algún domingo por elección personal del pastor. ¡Si hasta nos imaginábamos llegando a los pies del trono de la gracia en un enorme contingente de creyentes y esa persona estaba con nosotros! ¿Qué le pasó?

¿Cómo puede ser que de ser un importante líder con muchos seguidores hoy ande vendiendo velitas en la puerta de una iglesia católica para subsistir? Y no por el trabajo de vendedor de velas, entiende. No lo sé, pero puedo confesarte que a esta altura de mi vida yo no me atrevo, si estoy con cien cristianos, dar por cierto que los cien son hijos, que los cien son santos o que los cien son salvos.

Prefiero quedarme con aquello de: conoce el Señor a los que son suyos. ¿Por qué? Porque en el fondo, de lo que se trata no es de lo que confesamos, sino en qué reino estamos. Y para saber en qué reino estás, primeramente debo conocerte. Y créeme que no superficialmente, todo lo contrario.

Pero como en la mayoría de los casos no tenemos ni tiempo ni estamos llamados a conocer a todos, en el fondo nos movemos presuponiendo que todos somos todo lo que decimos que somos. Pero en el fondo, verdaderamente, no sabemos.

Sólo el que está en la máxima cercanía de alguien puede dar fe si esa persona ha cambiado o sólo presenta una máscara dominguera. Cada vez que pecamos, algo de nosotros se une al reino de las tinieblas. Y créeme que no es una tontería todo esto. Muy por el contrario, es algo muy importante.

No sé si tú recuerdas ese pasaje donde se cuenta cómo los judíos, después de haber salido de Egipto, añoraban los pepinos y las cebollas que comían. Leíamos eso y nos indignábamos por su estupidez y su incredulidad, ¿Recuerdas?

Yo me pregunto y te pregunto: ¿No sucede lo mismo con esa persona que, habiendo conocido al Señor y habiendo sido trasladado del reino de las tinieblas al de la luz, mañana se le da por mentir? ¿No es la misma situación aunque en distinto entorno?

He conocido a mucha gente que estando casi perfectos, de pronto entraron en añoranza con los pepinos y las cebollas y, en una simple salida nocturna indebida arrojaron a la basura años de familia y matrimonio. Y una vez más, nos llega la pregunta: ¿Por qué razón gente buena, de pronto hace cosas estúpidas?

¿Por qué gente que ama al Señor, que quiere vivir bien, se abre de esa manera a las tinieblas? Entonces, resulta que lo que les pasa a los hebreos en ese momento, no es algo que tan sólo les es propio a los hebreos, sino que mucha gente al caminar con el Señor, ansía mirar atrás, lo que está dejando, como miró la mujer de Lot.

Hemos visto en muchas escenas selváticas a pequeños animales que corren asustados y van derechito a caer dentro de las fauces de los más grandes que los están esperando para devorárselos. Y muchos piensan que las tinieblas actúan de la misma manera, pero no es así.

Ese concepto de estar caminando por una delgada línea angosta en donde el diablo te va a saltar encima en cualquier momento y te va a devorar, y que luego van a lamentarse y excusarse diciendo que no les dio tiempo y no lo vieron, es novelesco, no es cierto.

Este es el momento de denunciar con toda seriedad que eso es una mentira. Todos nosotros tenemos perfecta y anticipada visión del peligro que nos acecha más adelante por el camino en el que andamos. El dilema es si seguimos en la misma dirección o nos detenemos. Allí está la clave.

Nadie puede decir que no se dio cuenta que caminaba hacia las tinieblas. Debo aclararte que el diablo no opera como un feroz animal que te espera escondido a la vera del camino para saltarte al cuello cuando pases y devorarte allí mismo. ¡Eso no es así! ¡Sería injusto que Dios nos expusiera a esos peligros!

¿Qué clase de Padre tendríamos si él nos deja en un matorral alto, donde no vemos a un metro, y estamos rodeados de fieras dispuestas a comernos vivos? ¿O que nos dotara de una velocidad menor a la que tienen aquellos que nos persiguen para matarnos?

Lo que sí debes saber es que tu Padre, nunca te va a exponer intencionalmente al poder de las tinieblas. ¿Por qué? Simple, porque es Padre. Va en contra de su genética perder a sus hijos. No existe un padre humano que se ponga contento cuando se le mueren dos hijos porque total le quedan otros dos vivos. ¡No! ¡Sufre y llora a los que se fueron!

Lo que en la mayoría de los casos sucede, es que la persona, gradualmente, es ganada por las tinieblas. Es seducida por las tinieblas. Gradualmente. Es atrapada.

(1 Juan 1: 5) = Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. (Este es el mensaje. Dios es luz y en Él no hay tiniebla algunas).

(6) Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad.

Mira que interesante. Aquí habla de personas que dicen tener comunión con él, pero que andan en tinieblas. Esto quiere decir que ¿puede haber personas que dicen creer en él, pero que caminan en tinieblas? Sí, por eso está escrita esta carta.

(1 Juan 2: 1) = Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

Cuando una persona está en luz, para que las tinieblas puedan agarrarla, comienza previamente algo que se llama el proceso de las tinieblas. Porque es un proceso, nunca las tinieblas tomarán a alguien de golpe. Es un proceso, y todo proceso necesariamente lleva su tiempo.

Supongamos que una persona se encuentra en un lugar de plena luz, sin ninguna clase de focos de tinieblas a la vista. Pero en un momento dado, esta persona tiene una debilidad, una obsesión, algo que lo atrae y lo tienta de sobremanera.

Pero resulta ser que está en un ambiente donde esa debilidad no puede canalizarse, ¿entonces qué hace? Fabrica una mentira para poder hacerlo. En el momento en que dice esa pequeña, insignificante y casi invisible mentirilla, una mancha negra aparece en su boca.

¿Por qué? Porque expresó con sus palabras algo que no correspondía con la verdad, y aunque esté en un ambiente de luz, él está generando oscuridad. Y eso no es nada, porque si la pequeña mentira que dijo llegara a descubrirse o ser puesta en duda, de inmediato debería lanzar otra de mayor volumen para arreglar la primera.

Eso es inevitable, y cualquiera que haya andado por los caminos del mundo secular lo sabe muy bien, para poder zafarte de un problema inicial menor, deberás seguir generando mayor oscuridad a tu alrededor. ¿Por qué? Porque sólo en esa oscuridad es que puedes esconderte.

La única manera en que los demás no sepan lo que estás haciendo, es que tú lo hagas en la oscuridad. Lo que sea. Esa persona que decide mentir, que decide robar algo, que decide lo que a ti te parezca, sólo lo puede hacer en una atmósfera de oscuridad, porque si lo hace en luz, queda en evidencia lo que está haciendo.

La oscuridad es un reino dinámico, así es que, a diferencia de cualquier país medianamente organizado, no tiene límites geográficos inamovibles. Puede crecer de un día para el otro y, a la misma velocidad, puede decrecer o menguar de un día para el otro.

Dicen los que saben que lo más parecido, geográficamente, al reino de las tinieblas, es la Antártida. Cuando viene el invierno, la Antártida literalmente duplica el tamaño de su territorio, pero cuando llega el verán o que se derrite todo eso, entonces se achica.

Es un reino cuyo territorio, cada año, tiene una extensión distinta. Entonces, cuando alguien te dice que el tamaño del territorio antártico es tal o cual, deberíamos decirle que eso es depende la fecha o el año en que se lo mida. Así son las tinieblas.

Normalmente, una persona se da cuenta que está caminando en tinieblas, cuando no alcanza a ver dónde pisa. Veamos un ejemplo. Por si no lo sabes, un ejemplo es simplemente una enseñanza fácil. Veamos Mateo 14. En este capítulo, se describe cómo Pedro logra caminar sobre las aguas embravecidas del mar. Supongo que todos o casi todos conocen el pasaje, ¿Verdad?

Por ese motivo no voy a leerlo. Lo que mencioné sucede después del verso 28, más o menos. Ahora bien; más adelante, en el capítulo 16, cuando Jesús hace la pregunta respecto a quién es él, en el versículo 17, Pedro es el único que responde correctamente.

(Mateo 16: 17) = Entonces le respondió Jesús: bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Fíjate que este es el mismo Pedro que, en el capítulo 14 le creyó al Señor, salió de la embarcación y caminó sobre el agua. Dos, tres pasos, no importa cuántos logró caminar. Lo que interesa es que obedeció y caminó. En definitiva, la prueba era salir y caminar, no correr una maratón de 42 kilómetros.

Más adelante, dos capítulos después, el Señor hace una pregunta que sólo él puede responder. ¿Habrá alguna conexión entre la facilidad con la que Pedro respondió la pregunta y el haber caminado sobre las aguas?

Una gran cantidad de hombres de Dios  cree que sí, que el Espíritu Santo, que es el único que podía dar la guía a esa respuesta que dio Pedro, tuvo que elegir entre los discípulos a uno a través del cual hablar. ¿Y a quién iba a elegir, sino a aquel que creyó lo suficiente como para decidir caminar sobre el agua, algo que desde la óptica humana era absolutamente imposible.

¿Pero qué pasó a continuación? Pasó algo que ha venido pasando permanentemente y que hoy todavía sigue sucediendo. Pasó que a partir de esto, Pedro se llenó de orgullo. Entonces, cuando Jesús les dice que Él va a padecer y luego va a morir, Pedro lo toma con excesiva confianza, se lo lleva a un costado y le dice que mire bien lo que va a hacer, que él le aconseja que no vaya a la cruz.

Y seguramente cada uno de ustedes tiene bien en claro la respuesta que Jesús le da. No es ni cariñosa ni delicada, precisamente. Jesús es muy violento cuando las tinieblas se manifiestan contra Él. ¿Cómo se da cuenta que Pedro está hablando instigado por las tinieblas?

A pesar de eso, él iba a pasar a la historia, por ser el único discípulo que caminó sobre el agua, igual que su Maestro. Ponte por un momento a pensar lo que eso significa. Nadie más tuvo ese privilegio. Es el único que logra describir quién es Jesús.

¡Claro, hermano, pero fue con la ayuda del Espíritu! Sí, cierto, pero es el único. Considera que cuando Jesús murió, dice que dos de los discípulos iban discutiendo, camino a Emaús, respecto a lo que había acontecido en Jerusalén, y Jesús tiene que intervenir delante de ellos de una forma tan dramática, que aún tiene que darles de comer para que ellos puedan ver.

Entonces, sí era un gran mérito haber visto a Jesús antes de eso. Pedro vio a Jesús claramente. Sigamos. ¿Qué pasa en el capítulo 22 de Lucas? Allí Jesús está hablando con los discípulos.

(Lucas 22: 29) = Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, (30) para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.

(31) Dijo también el Señor: Simón, (¿Recuerdas que también lo llamó Simón cuando en el 16 le da la respuesta correcta, no es verdad?) Simón; he aquí satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;

Creo que aquí hay un punto interesante. ¿Quién gobierna las tinieblas? Satanás. ¿h, sí, eh? ¿Y qué derecho tiene Satanás de pedir a uno de nosotros? El único derecho vendrá porque ellos ya están caminando en tinieblas.

¿Y cómo sabemos que Pedro estaba caminando en tinieblas? Por su orgullo. La primera palabra fuerte que Pedro recibe después de Juan 16:17, es cuando Jesús le dice: ¡Apártate de mí, Satanás! ¿Ustedes creen que Pedro lo escuchó?

¿A quién se lo dice Jesús? ¡Se lo dice a Pedro! Entonces, ¿Crees que Pedro lo escuchó? El texto da a entender que Jesús alzó la voz. Los discípulos tienen que haber pegado un salto. ¿Y Pedro? No sé si sabría silbar, pero debe haber puesto cara de yo no fui, seguro. ¡Y hasta debe haber reprendido, también!

Pregunto: ¿Entiendes el peso de estas palabras que Jesús te diga a ti, nada menos que Satanás? ¡Pero no, hermano! ¡Usted está en un error! ¡Jesús le está diciendo eso a lo que opera en Pedro, no a Pedro! Sí, de acuerdo; pero no lo escucha solamente el diablo, también lo escucha Pedro.

Nunca las tinieblas te van a tomar, sin que Dios te haya confrontado primero. Esta fue una confrontación muy fuerte. Si Pedro tenía algo de sabiduría, mínimamente debería haber tomado en serio estas palabras. Debería haberse metido en la intimidad con Dios y haberle preguntado por qué le había dicho eso.

No hay ningún pasaje que nos diga que él se acercó a Jesús a pedirle que cancelara eso. ¡No fue algo pequeño! Sólo imagínate que ese siervo prestigioso que tú admiras se acerque en el marco de una enorme conferencia donde tú estás y te diga: ¡Apártate Satanás!

No es algo de lo cual uno se va a sentir orgulloso, ¿No es así?  Es indudable que en alguien que camine en luz, algo así tiene que generar una crisis. Porque la que es tu autoridad máxima, te acaba de juzgar como parte integrante del reino enemigo.

Satanás es adversario. Y no tiene que ser algo agradable sentir que somos enemigos de Dios. Porque él no trata muy bien a sus enemigos, créeme. Nadie quiere ser enemigo de Dios. No sabemos exactamente qué pasó desde Mateo 16 y 17 hasta Lucas 22 en el corazón de Pedro.

Tenemos algunos episodios, algunas palabras, pero es evidente que Pedro no resolvió el tema. Y digo orgullo por lo fácil, pero puede haber sido algo más fuerte. Digo orgullo por lo visible, pero haber sido otra cosa más potente, ¿Entiendes?

Y Jesús, esa noche, y es bastante impresionante, porque Él está hablando acerca de muchísimas cosas. En el capítulo 22, si ustedes miran bastante hacia arriba, en el versículo 7: Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua.

8) Y Jesús envió (¿A quién?) a Pedro y a Juan, diciendo: id, preparadnos la pascua para que la comamos.

O sea que el Señor no desechó a Pedro, siguió trabajando con él. Pero hubo un momento en el que fue confrontado. Por eso, algo que se necesita en la iglesia, y de verdad este es un patrón cultural que debe entrar en la iglesia, es que seamos gente confrontadora.

Y te voy a decir algo inexcusable: no nos gusta que nos confronten. Nos sentimos agredidos, nos sentimos ofendidos. Somos gente, y especialmente los hombres, que no nos gusta confrontar. Preferimos decir: ¡Ah, ya, déjalo así! Dios sabe…

Y gracias a eso, lo que se podría haber tratado con un pequeño corte y algo de alcohol y una pequeña gasa, suele terminar siendo una sangrienta amputación. Porque no somos gente que tiene la cultura de confrontar.

¿Por qué haces eso? ¿Por qué dices eso? ¡Eso es lo correcto! Pero no, preferimos decir: Y bueno…vamos a orar, a ver qué es lo que dice Dios de esto. Oye: Dios ya habló y ya no tiene nada que decir de eso. Tú eres el que debe moverse cuando ves a las tinieblas operando, donde sea que lo hagan.

Porque se ora cuando se no se ve ninguna manifestación de ningún reino determinado. Si no hay luz, tú oras y dices: Señor, ¿Por qué no hay luz? Y si hay tinieblas, oras y dices: Señor, ¿Por  qué hay tinieblas manifestándose aquí?

Pero no puedes ponerte a orar cuando ves a una persona con esa enorme mancha negra en su cara. No somos los integrantes de la cultura cristiana, una cultura confrontadora. Porque tenemos una falsa idea de que el amor implica tolerancia, y eso no es verdad.

El amor es la cosa más violenta que existe en esta creación. No hay nada más violento que el amor. Porque el amor es carácter. Trata de arrebatarle su bebé a una madre, y vas a ver cuán violento puede ser el amor. ¿Quieres ver la violencia del amor? ¡Mira la cruz!

No hay cosa más violenta en la creación, que el amor. Lo que sucede, es que nosotros tenemos la visión griega del amor. Esa ha sido la estructura que la iglesia ha adoptado por amor. Del afecto, el abrazo, el roe, la expresividad. Pero no el amor como confrontación.

Te digo esto porque te amo y no quiero que sufras más adelante. ¡Estás mal! La gente se siente destruida cuando sus autoridades le denuncian el pecado, cuando uno lo que debería esperar es alegría, es gratitud, porque alguien tiene la libertad para decirte lo que está viendo mal en ti.

Es bastante frecuente en casi todas las congregaciones, que cuando sucede un hecho catastrófico que involucra a cierta persona de importancia, salgan una serie de hermanos y hermanas a decir que ellos ya sabían, ya habían observado que eso podía ocurrir. Pregunta: y si lo sabían, lo habían discernido o previsto, ¿Por qué no hicieron nada al respecto?

¡Es que no quise abrir juicio contra alguien porque sí, yo estaba orando por eso! ¿Sabes qué? Es mentira que estaba orando. ¿Por qué digo que es mentira? Porque si en verdad hubiera orado por eso, hubiera escuchado la voz del Señor que le decía que fuera y hablara con esa persona advirtiéndole lo que podía ocurrirle. Eso es ministerio profético.

La palabra dice: Te he puesto por atalaya. Ve y di, denuncia. Tú sabes que en la mayoría de las legislaciones judiciales del mundo, si tú presencias un delito y te lo callas, vas derechito a la cárcel junto con el delincuente por encubrimiento.

Todos sabemos que la justicia humana se encuentra caída notablemente para la mayor parte de las cosas que suceden. Sin embargo, pese a estar caída y desprestigiada, la justicia humana considera un delito callarse ante un hecho delictivo de otra persona. ¿Cuánto más en el reino de la luz? Deberíamos decir lo que vemos, deberíamos alertar sobre lo que oímos

(Lucas 22: 31) = Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; (32) pero yo he rogado por ti; para que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.

¡Tremendo pasaje! ¿Verdad? Ahora míralo con profundidad. Verso 32: He rogado por ti. ¿Jesús rogando? ¿Jesús rogando por uno de sus hermanos? He rogado por ti. ¿Y para qué? Para que tu fe no falte. Y una vez vuelto, ¿Vuelto de dónde? ¿Dónde se iba a ir Simón que luego volvería?

Correcto. Satanás lo iba a posicionar en las tinieblas. ¡Al que caminó sobre las aguas! ¡Al que recibió la revelación y dijo: tú eres el Cristo! A ese mismo, en persona, Satanás lo toma y lo vuelve a meter al reino de las tinieblas. ¿Por qué? Porque él dio lugar a las tinieblas.

Lo que entonces quiero que notes, es algo que dije hace un momento: hay un proceso, las tinieblas no te agarran súbitamente. Tú ves venir a las tinieblas, como una nube negra que empieza a aparecer delante de ti, y tú tienes tiempo para tomar decisiones.

Y debes pedirle al Señor que haya alguien en las cercanías, cuando estás a punto de caer en las tinieblas. Que haya alguien que te confronte. ¿De qué depende que Pedro vuelva? La primera vez, era gracia pura de Dios. Por la fe, dice la palabra, nos trasladó del reino de las tinieblas a la luz.

La segunda vez, ¿De qué depende?  Depende de lo que hay en Pedro. Lo amplío. La primera vez que una persona es traída de las tinieblas a la luz, lo hace usando el sacrificio vicario de Cristo en la cruz. Él dice: Jesús, mi Hijo, murió por él una vez y para siempre. Es por su sacrificio que yo lo tomo.

Ahora bien; ¿Qué pasa cuando, habiendo hecho eso, esta buena persona decide un día volverse a las tinieblas de dónde saliera? Ahí es donde el escritor se pregunta: ¿Podrá ser Cristo crucificado otra vez? Que vuelva otra vez de las tinieblas o no, ya no depende de Dios. Depende de la fe que quede intacta en esa persona.

Tú podrás ver que David pasó por eso, Él mismo dijo que estaba perdido y no sabía qué hacer, y que las tinieblas lo habían rodeado. Sabemos que en un lapso cercano a un año, Dios lo ayudó, pero él tuvo que sacar de lo que tenía para poder salir de allí.

Por eso dice aquí algo muy fuerte: He rogado para que tu fe no falteY una vez vuelto, confirma a tus hermanos.

(Verso 33) = Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte.

(34) Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.

(35) Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿Os faltó algo? Ellos dijeron: nada.

(36) Y les dijo: pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja, y el que no tiene espada, venda su capa y compre una.

El Señor está hablando muy claramente de lo que ellos van a vivir. Y en Marcos capítulo 14, cuando se relata la escena en la que los soldados van al monte de Getsemaní a arrestar a Jesús, en un episodio que casi todos conocen, leemos lo siguiente:

(Marcos 14: 44) = Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: al que yo besare, ese es; prendedle, y llevadle con seguridad.

(45) Y cuando vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó.

(46) Entonces ellos le echaron mano, y le prendieron.

(47) Pero uno de los que estaban allí, (Sabemos que era Pedro), sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja.

¡Ese es Pedro! Claro, la manera en que reacciona Pedro, es algo fuera de lugar, porque ya Jesús había dicho lo que le iba a pasar a Él. Y cuando Él habla de que vendan su manto y compren una espada, no era para defenderlo a Él, Jesús no necesitaba que lo defiendan.

¿Quién podría creerse alguien como para defender a Jesús? Porque parece muy romántica la escena, propia de alguna película del medio-evo, con caballeros y todo eso. Pero Jesús no necesitaba eso. Unas de las cosas más importantes en nuestras vidas, es entender quién es Él.

A veces pensamos que tenemos que defender a Cristo de los compañeros de trabajo, o de la universidad, o de los vecinos de nuestra casa. Y preparamos versículos para tratar de atacarlos y demostrar que están equivocados, y ahí vienen cuando nos meten en un cerco y nos dan una paliza de argumentos que no podemos responder.

Entonces nos enojamos, nos entristecemos, nos volvemos a enojar y nos preguntamos por qué Dios no nos ayudó. ¿Y sabes por qué no lo hizo? Porque nosotros queríamos ayudar a Cristo, y Él no necesita defensores.

El punto es este: nuestra manera de entender lo que Dios requiere de nosotros, es vital para no cometer errores. Dios no necesita kamikazes, no necesita gente que se sacrifique. El Espíritu Santo va a llevarnos a niveles de sacrificio, no es algo que con nuestras fuerzas podamos desarrollar.

El Reino de los Cielos no va a expandirse porque tú hagas esto o dejes de hacerlo, sino obedeciendo lo que Dios quiere de ti. Lo que Dios quiere, es una obediencia completa. Y te lo digo porque a veces pensamos que de nuestros argumentos depende defender algo.

¿Verdaderamente quieres defender a Dios? Haz una sola cosa: manifiesta la luz que hay en ti. La luz que hay en nosotros habla muy bien de quien es Dios y quiénes somos nosotros. Habla de lo que creemos, habla de lo que tenemos dentro. ¡Manifiesta la luz que hay en ti!

Sé una persona responsable, cariñosa, atenta. Sé una persona justa, sé una persona que habla la verdad. ¿Y sabes qué? La gente se va a dar cuenta que hay algo especial en ti, no necesitamos montar shows para convencerlos.

O sea que hay una enorme cantidad de herramientas que nosotros tenemos en el espíritu y en la vida de la luz, que no pasan por tu capacidad ni por la mía. Por cuanto yo sé, y no por saber más somos más útiles. En Marcos 14 se suceden varias cosas.

(Marcos 14: 27) = Entonces Jesús les dijo: todos os escandalizaréis de mí esta noche, porque escrito está: heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas.

(28) Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. (Jesús dijo eso antes, ¿No es así?)

(29) Entonces Pedro le dijo: aunque todos se escandalicen, yo no.

Este es el pasaje paralelo al que ya leímos de Lucas, ¿Verdad? Porque luego viene la parte donde Él le dice que lo negará y todo eso. Lo que yo quiero mostrarte, era lo que había en el corazón de Pedro. Uno dice orgullo, pero quizás lo que Pedro tenía era una excesiva confianza en él mismo.

Porque no parece malo, ¿Verdad? Sin embargo, sí que lo es. Porque en el fondo, tu capacidad depende de lo que Dios puede hacer en ti. Lo que sigue, es un relato conocido, que sucede mientras a Jesús lo están azotando, escupiendo, humillando y preparando para la cruz.

(Mateo 26: 69) = Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: tú también estabas con Jesús el galileo. (Fíjate que ella no hace una pregunta, afirma que así era)

(70) Más él negó delante de todos, diciendo: no sé lo que dices. (Aquí podemos imaginarnos que Pedro se asustó tanto por esa afirmación que se levantó y encaró hacia la puerta de salida)

(71) Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: también este estaba con Jesús el nazareno.

(72) Pero él negó otra vez con juramento: no conozco al hombre.

(73) Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.

(74) Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: no conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo.

Puedes notar algunas cosas muy particulares. En primer lugar, la delicadeza y precisión con la que el texto nos muestra que Pedro está en una postura de salir de algo, de alguna parte. Me atrevería a decir que nos muestra cómo, en este instante, pedro está saliendo del mismo Cristo, hacia la puerta general.

Y mientras está allí, sopesando la decisión de si sale o se queda, aparece el diablo otra vez para empujarlo. Porque la primera vez, él estaba cerca del fuego, en el patio, sentado allí, y una mujer lo ubica y le dice: tú eres del grupo.

Él se levanta, toma sus cosas, se va a la puerta y se queda allí, esperando a ver qué pasaba. Y entonces es cuando aparece otra mujer y le dice: tú eres uno de ellos. Y él, entonces, termina más afuera, y allí es donde aparecen otros hombres que también lo detectan, añadiendo que es su hablar el que lo delata.

Noten que aun sale luz de él. Él texto, aquí, no logra mostrarnos en detalle qué fue lo que dijo, pero noten ustedes que las tinieblas pueden reconocer el hablar de los hijos de luz. Ahora bien; ya en esta tercera vez que lo aprietan, él se pierde y se endemoniza. Él se hace uno con el diablo.

Entonces es cuando empieza a maldecir. ¿Notan ustedes este proceso? Primero, negó conocer a Jesús, fingiendo no saber de qué hablaban. Ahí él comete algo que se llama apostasía. Apostatar es desdecir lo que antes dijimos.

Luego, él niega conocer a Jesús con juramento. Ahí vuelve a apostatar, pero además miente y jura. Y luego volvió a desconocer a Jesús y, además, empezó a maldecir. En ese momento, Pedro, literalmente ha caído en un foso de tinieblas terrible.

El gallo, en Levítico, es considerado un animal inmundo. ¿Por qué canta? Porque reitera en su idioma de gallo, exactamente lo que hace el diablo, acusarnos. Es como si se le estuviera riendo en la cara y le estuviera diciendo, en ese canto: ¡Lo hiciste!

El canto del gallo, declara su caída. No es raro que el mismo que te  empuja, termina burlándose de ti cuando estás caído. Esa es la manera en que las tinieblas trabajan siempre. Muy bien, concluida esta parte; ¿Han podido ver que hay un proceso? ¿Has visto que las tinieblas no pueden asaltarte súbitamente, sino que van construyendo la manera de afianzar su gobierno sobre ti hasta que te termina atrapando?

Dios te va a enviar señales de advertencia previa, siempre, así seas la persona más solitaria del mundo. Tú no puedes argumentar que no te enseñaron nada de diablos ni guerras espirituales. Porque esto no pasa por la gente, esto pasa porque Dios, en su fidelidad, siempre nos va a advertir.

Ahora, claro; Dios te va a advertir que vas muy rápido y que te diriges hacia el problema, pero se espera que tenga que ser tu fe la que te permita tomar la decisión que te salvará del problema. Si tú por alguna razón no tomas esa decisión, de nada habrán servido las advertencias divinas.

El camino de retorno, no es sencillo. Ustedes pueden leer, más adelante, lo que pasó con Pedro, y ciertamente, tiene que ser restaurado. Hay algunas cosas que Pedro hace, por ejemplo. Una de ellas es no apartarse de la comunidad de hermanos con la que estaba.

Él se queda allí, en medio de ellos. Y eso es algo positivo, porque en el fono, si él se hubiera apartado, automáticamente, este estar en las tinieblas, se hubiera convertido ya en una distancia física. ¿Y eso qué quiere decir? Que aunque las tinieblas te estén empujando hacia el abismo, estar con gente que te previene, e respalda y te confronta llegado el caso, puede salvarte.

Y quiero añadirte, de paso, que cuando digo que Dios te envía advertencias respecto a la probabilidad de que te cruces de esa línea invisible que nos separa de las tinieblas, estoy significado que este estudio que hoy estás escuchando, quizás forme parte de esa advertencia para ti.

Alguien dijo que es mucho mejor y menos oneroso trabajar en una operación advertencia, que tener que armar más tarde un operativo rescate. Son dos temas diferentes. Siempre la luz va a vencer a las tinieblas. Porque no hay nadie que sea irrecuperable para Dios.

(Lucas 22: 61) = Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor que le había dicho: antes que el gallo cante, me negarás tres veces.

(62) Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.

Si lo examinas bien, hay un rasgo que te hará ver que Pedro es recuperable. ¿Has visto cuál es? ¡Claro, este que terminamos de leer! Dice que lloró amargamente. Porque todos sabemos que alguien que ha sido pescado en falta delante del Señor, puede reaccionar de dos maneras: o niega todo con enojo, altanería y tozudez, o se quiebra, se humilla, reconoce todo y pide perdón.

Es más que obvio que, de estas dos clases de personas, la que indudablemente es recuperable es la que se arrepiente y sufre por lo malo que hizo. La forma en que nosotros respondemos ante la confrontación, nos muestra nuestro nivel de luz.

De hecho, no es la voluntad de Dios que tú seas golpeado por las tinieblas, pero en algún caso es probable que eso pueda ocurrir. Por malas decisiones, por no haber sabido cortar algo a tiempo, por ser tolerantes con algunas cosas. Pero de lo que se trata es de saber confrontar todo eso a la luz del arrepentimiento.

Pedro lloró amargamente, su respuesta no fue altiva. Ahí fue donde Pedro se derrumbó. Él pudo ver cómo Dios, a pesar de todo esto, estaba ahí, con él, en la mirada compasiva de Jesús. Termina de maldecir a Jesús. Él sale corriendo y llora amargamente.

Pedro es recuperable. Es lo que tú debes buscar cuando tienes un discípulo que, sabes, ha cruzado una línea. O es lo que tú puedes buscar en un hijo que, sabes, ha metido la pata en algo grosso. Nadie puede restaurar a una persona que no está arrepentida.

Tú no puedes decirle a alguien que por amor a Dios tú lo perdonas, si esa persona no se ha arrepentido de lo malo que ha hecho. Si no le duele lo que hizo, ya no hay nada más de qué hablar. En ese caso, las tinieblas no sólo lo habrán tocado, ¡Se lo habrán tragado entero!

Las tinieblas saben que para acercarse a un creyente genuino, deben tener permiso del Señor. Pero Dios sólo le va a dar permiso a las tinieblas para acercarse a ese creyente, cuando ese creyente por alguna razón las tolere o haga algo tendiente a introducirse en su reino.

Por eso es tan importante que los cristianos sepan resolver eso. Porque una cosa es que lo resuelvan cuando son sorprendidos en el hecho malo, y otra muy distinta cuando lo confiesan de manera voluntaria y sin que nadie se hubiera enterado antes.

Por eso también es tan importante que los hombres y mujeres creyentes tengan la cultura de confesar las cosas. No porque una confesión te haga salvo sí o sí, sino porque la confesión te libera de una atadura que te impide progresar en el Camino del Reino.

No es fácil la vida que se nos presenta a todos a diario. Hay cientos, miles de tropiezos, perturbaciones, tentaciones, ataques sutiles, ataques fuertes. Y ponerse a diario la armadura de Dios que vemos en Efesios 6, a veces no resuelve todo.

Es una vida difícil, es un mundo hostil. Entonces, esos tiempos que Dios abre para que alguien pueda confesar con antelación a que alguien descubra esa cosa mala, es valioso. Son tiempos preciosos que Dios en su misericordia prepara, para que aquellos que son sensibles, puedan llorar amargamente y resolver lo que hicieron y ser restaurados.

No te olvides que, en suma, la iglesia la constituimos un grupo de pecadores que hemos sido transformados por Dios. De ninguna manera somos un grupo que por ser inmaculados y perfectos estamos aquí.

Es más probable que, pasando los años, los creyentes genuinos puedan vivir haciendo las cosas buenas, que corrigiendo, emparchando o remendando. ¿Por qué? Porque si simplemente vivo obedeciendo a Dios, mi vida va a estar garantizada en muchas áreas-

Y lo que no puedas manejar, tiene que ser discipulado. Discipular no es obligar a alguien a leer equis cantidad de versículos bíblicos al día. Discipular a alguien es enseñarle o capacitarle para confrontar todas esas áreas de su vida que no ha podido manejar.

Pero para eso tiene que haber un nivel de luz. Es frecuente que una hermana vaya a contarle a su pastor que su marido anda haciendo cosas raras. Y al día siguiente, cuando el pastor se encuentra con el marido y le pregunta cómo anda todo, con la mejor de su sonrisa evangélica, el hombre le responde que todo anda de maravillas. ¡La mujer estuvo llorando a mares en la oficina del pastor por causa de las andadas de este pillo y él, suelto de cuerpo, asegura que todo anda de maravillas! ¿Cómo puede ser?

¿Cuánta luz tiene esta persona? Y ahí está la crisis. Y después todo el mundo se confabula para que nadie sepa lo que está sucediendo, para que todo ese asunto no se haga más grande. ¿Cómo se maneja eso? Porque así tiene color y olor a una mezcla de hipocresía y tiniebla.

Sin embargo, lo correcto es que eso se debe confrontar. ¿Y eso traerá solución? No se sabe. A veces, sí; a veces sólo se consigue de la persona culpable reacciones inapropiadas. ¿Hasta dónde se tolera esto? ¿Qué piensa Dios de todo esto?

Fíjate que a la luz de estas cosas que son habituales en nuestros ambientes, el caso de Pedro no es extraño. Es más; este Pedro lloró amargamente, ¿Se dio cuenta que había cruzado la línea que no debía cruzar! ¿Se dará cuenta de la misma forma, la gente?

Lo primero que vemos en esto, es que las tinieblas tienen un alto grado de sagacidad para atrapar a los hijos de Dios. ¡No juegan limpio! Y eso es lógico, ¿Qué esperabas? Lo otro que se puede ver, es que el Señor sabe anticiparse a las tinieblas; él pone las indicaciones en tu camino, para tú saber lo que está viniendo. Lo que sucede, es que mucha es la gente que hace caso omiso a esto.

Dios es fiel, en él no hay tinieblas. Él habla, y él advierte. Hay muy pocos sectores cristianos que conozcan respecto a estas cosas y sepan cómo pelearlas y derrotarlas. La mayoría lo ignora y paga consecuencias graves por ello. Pero me pregunto: ¿Cómo puede ser entonces que toda esta pequeña cantidad que conoce lo más importante, de pronto contenga a algunos que desean volverse a las tinieblas? ¡No se puede entender eso!

Tú formas parte de ese selecto grupo de creyentes que ya entendió hace mucho tiempo que no todo lo que dice Señor, Señor, es de Cristo, y que no todas las canciones supuestamente modernas que mencionan a Jesús lo glorifican a él.

¡No hay motivos para elegir las tinieblas! Somos parte de un muy exclusivo porcentaje de gente muy bendecida. El cielo está permanentemente hablando a quien quiera escuchar. Y créeme que es muy bueno oír esa voz y no la de las mayorías religiosas.

No se trata de lo que diga el gran consejo supremo de pastores supremos, no se trata del evangelio tradicional, se trata de lo que el cielo ha estado construyendo. Creo que la mayoría de ustedes que me están escuchando o leyendo, hace cinco años tras, no tenía el vocabulario espiritual que hoy tiene.

Entonces, por natural y lógica consecuencia, no podemos ni debemos tener en nuestro seno los mismos pecados que teníamos hace cinco años. Tenemos herramientas nuevas para combatirlos y derrotarlos. Tenemos armas diferentes.

Tenemos recursos del Espíritu que hace años no sabíamos que disponíamos o que ni existían, siquiera. ¿Y qué es lo único que no ha cambiado? Nuestra fe. Y es eso lo que debe crecer. ¿Qué se necesita para no pecar? Fe.

Hay una carta que el Señor escribe y que a muchos ha impresionado tremendamente, está en el Libro de Apocalipsis, capítulo 2. Se trata de la carta a Tiatira.

(Apocalipsis 2: 18) = Y escribe al ángel en la iglesia en Tiatira: el Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: (19) yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras.

(20) Pero tengo unas pocas cosas contra ti; que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.

(21) Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.

(22) He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.

(23) Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.

(24) Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: no os impondré otra carga.

Hay algo que aquí se llama: Las profundidades de Satanás. Es evidente que dentro del reino de las tinieblas, hay algo que sostiene el trono del diablo, y a todo eso es a lo que se le llama: Las profundidades de Satanás. Es muy particular, esta es una denuncia exclusiva para la iglesia de Tiatira.

En este pasaje dice: Al que venciere, verso 26, y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, (27) y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; (28) y le daré la estrella de la mañana.

En esta iglesia, se establece la doctrina de Jezabel. Y la operación de Jezabel es parte de lo que se llama Las profundidades de Satanás. Esta es la base del catolicismo. El catolicismo está establecido en las profundidades de Satanás. No es cosa pequeña. Se podría explicar claramente cómo, cada uno de estos principios, forman parte del credo católico romano, hoy.

Pero aún a pesar de eso, la luz resplandece. Y dice, es muy particular, A vosotros y a los demás que están en Tiatira. Ellos estaban ahí. A cuantos no tienen esta doctrina. A pesar de estar allí, ellos creían distinto. Y no han conocido estas profundidades. A ellos les dice: No les impondré otra carga.

A medida que nosotros vamos creciendo en Dios, vamos a conocer más profundidades de Dios. Pero, por esa misma razón, yo debo entender cómo operan las tinieblas, porque en ningún momento las tinieblas nos ven como inalcanzables.

Nuestra actitud es tener un corazón vigilante, a lo que las tinieblas quieren hacer en nosotros y por nosotros. Estar atentos. No es difícil. Basta con que tú, constantemente, tengas una mente y un corazón que busca juzgar por qué he hecho esto.

¿Por qué acabo de hacer esto? ¿De dónde salió? ¿Qué me pasa? ¿Por qué dije esto? Y a partir de eso tú te humilles y lo resuelvas. No es asunto de ser valientes. No existe un seminario respecto a ser invencibles. No existe una escuela del espíritu para que las tinieblas nunca te toquen. No hay tal cosa.

Este es un asunto de dependencia al Espíritu Santo. Pero por el otro lado, no es ambiguo, no es difuso. Los principios para caminar en victoria, son muy simples. Obedece las señales que Dios te manda. Ten un corazón humilde. Y arrepiéntete cuando has cruzado la línea. Busca ayuda.

Cuando las tinieblas comienzan su operación en una persona, no se van a detener. Estuvimos viendo un ejemplo, el de Pedro, pero créeme que hay muchos en la palabra. Estudia a Saúl, él no empezó torcido, pero va a terminar torciéndose.

Y hay mucha gente en la palabra de la que han quedado sus historias como testimonio de que ellos podían haber vencido, pero no vencieron. ¿Por qué? No vencieron porque no supieron reconocer las señales que Dios puso y corrieron a  su fin.

No puede pasarte esto. Eres gente que ha sido rescatada por Dios del reino de las tinieblas, para proclamar las riquezas y la sabiduría del reino de la luz. Por lo tanto, lo que se puede decir aquí es lo mismo que dijo pablo: estad firmes.

Caminen en la luz del día. Hagan de la luz, su amiga dilecta. Y de la oscuridad su enemiga. Sé dócil cuando se te confronta. Es muy difícil lo que te ha tocado. Hay iglesias que han comenzado a dar el giro para acercarse a la luz de Dios.

Pero resulta ser que una gran mayoría de los miembros de esas iglesias, no aplaude esa intención. ¿Sabes cuál es su respuesta? Irse. La gente empieza a irse de esas iglesias. Es muy curioso que la iglesia se llena donde hay pastores corruptos, donde se esconde el pecado de la gente o donde las cosas se las ponen debajo de la alfombra.

Pero allá, donde se dice que van a hacer lo que Dios les diga, que van a caminar derecho o que van a confesar sus pecados, la gente empieza a ver todo eso como una doctrina rara, o piensan que el pastor tuvo un ataque de delirio místico y empiezan a apartarse, sin darle oportunidad al Espíritu de ser escuchado en lo que hoy está diciendo.

Gente segura en su propia opinión, pero no en el corazón de Dios. Yo creo firmemente que los que verdaderamente hemos abrazado el ministerio con el único ánimo de llevar a la mayoría lo que Dios está diciendo hoy, deseamos unirnos a otros que estén en la misma sintonía. Pero ¿Sabes qué? Al hombre promedio, hoy, no le seduce demasiado el caminar conforme a la luz.

Gente que, como dice en Proverbios, ha hecho de las tinieblas su morada. Entonces, ciertamente, cuando se decide poner la bandera y el estandarte de Dios al frente, empieza a temblar todo, y la gente se asusta y se va.

Entonces las cosas comienzan a ocurrir, así, simplemente. La gente pierde su trabajo, por ejemplo. ¿Por qué? Porque lo había conseguido mediante coimas o arreglos espurios. La gente empieza a tener problemas serios. ¡Y claro, porque Dios está empezando a quitar lo que no es suyo!

Por eso los cambios tardan en llegar o directamente no llegan, porque la gente tiene miedo a soltar lo que ha conseguido, porque tiene miedo a que lo que logró le sea sacado. Ni por un instante piensan que si eso es lo que tienen actuando por izquierda y en tinieblas, ¡Lo que podrían poseer si se mueven legalmente, por derecha!

Y eso muestra una sola cosa: que no conocen a Dios. Porque tú sabes que Él es Padre. Él te va a quitar lo que te estorba, para poder darte lo que de verdad necesitas. Y si Dios te quisiera quitar algo, piensa, ¿No será porque eso que te quiere quitar, en realidad, te hace daño?

Y en lugar de gritar y cuestionar lo que sucede, ¿No sería mejor dejar que Él termine su obra? Va a doler, pero es seguro que luego vas a estar mejor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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julio 2, 2016 Néstor Martínez