Nueva Ley, Nuevo Sacerdocio

No es mi intención, en ninguno de los vericuetos por los que este estudio puede llevarnos, hablar o referirme a lo que Dios hizo ayer. No me gusta el ayer salvo para, llegadas las circunstancias, tomar impulso desde él con la finalidad de ir más lejos hacia delante. Esto es: usar el ayer como simple trampolín para saltar más lejos al futuro. Vivir de recuerdos no edifica ni bendice.

Tampoco quisiera caer en el facilismo de especular, – De acuerdo con los diversos giros históricos -, sobre las cosas que Dios pudiera hacer mañana. Creo en la profecía, creo en el ministerio profético, pero tengo mis altas reservas a esa especie de adivinación del porvenir religioso en el que muchos sinceros hermanos puedan haber caído.

Partiendo desde la base de que Dios es Soberano y Creador, de lo que sí quiero hablar es de lo que Dios está haciendo hoy, en este tiempo presente, y de lo que Él desea que nosotros seamos, también, en el día de Hoy.

Este no es de ninguna manera, un tema reservado para pastores y líderes. No existe tal diferenciación. La época de discriminaciones clericales ha dejado paso al respeto fiel a la Palabra de Dios escrita en la Biblia, donde jamás hubo nada parecido a una separación entre laicos y ministros, como no fuera para decir que Dios la aborrecía por causa de los nicolaitas.

Esto que estamos leyendo y estudiando, es para todo aquel que desee recibir una palabra fresca, una palabra renovada, una palabra activa, potente, efectiva y ciento por ciento actual. Es en este nivel, (O por lo menos subiendo en él), donde cada uno de nosotros tiene que vivir.

(Salmo 90: 1)= Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación.

(2) Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios. (Piensa un poco por favor: antes que el mundo se formara, tú, el hombre, ya eras. ¿Puedes entenderlo? No me digas que sí como tantas veces has dicho “amén” en tu iglesia sin entender una pepa. Trata de entender y, si no puedes, pídele al Espíritu Santo que te lo muestre y te guía a toda verdad).

(3) vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: convertíos, hijos de los hombres.

(4) Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer. Que pasó, y como una de las vigilias de la noche. (Te cuento que una vigilia, es el equivalente a dos horas, más o menos, de las nuestras)

(5) Los arrebatas como con torrentes de aguas; son como sueño, como la hierba que crece en la mañana.

 (6) En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca.

 (7) Porque con tu furor somos consumidos, y con tu ira somos turbados.

 (8) Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu rostro.

 (9) Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira, acabamos nuestros años como un pensamiento.

(10) Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos.

 (11) ¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu indignación según que debes ser temido?

 (12) Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.

 Lo primero que deberíamos ver es que tenemos que aprender a contar nuestros días. Aquí se ven dos cosas: primero, la eternidad de Dios. Génesis 21:33 dice que Dios es aquel que es eterno. Dios no necesita tiempo para ser expresado. Él es expresado desde antes que exista la materia.

Él sencillamente ES. Dios es absoluto. Dios no tiene contraparte. Dios está donde está por sí solo. Contrariamente a lo que someramente acostumbramos a decir y a enseñar, Dios no tiene enemigos.

Porque Satanás no es enemigo de Dios. Dios no tiene problemas con Satanás. Dios creó a Satanás. Por lo tanto, Satanás está sujeto a Dios. Solía decir un amigo mío que Satanás es más obediente de Dios que muchos cristianos. Dios es absoluto.

Para Dios no existe la noche, no existe la muerte y no existe el mal. ¡Hermano! ¿Usted está seguro de lo que está diciendo? ¡Suena a herejía o blasfemia! Que suene como tú digas, pero para Dios, el mal siempre termina obrando para bien. Y si no lo crees, piensa en la cruz y con eso te será suficiente.

El mayor problema que la raza humana creada afronta con todo esto, es que nosotros no estamos en la misma dimensión que Dios. Por esa razón es que todavía le tenemos tanto miedo a las enfermedades y a la mismísima muerte.

Estas cosas sencillamente actúan como tremendos frenos y nos limitan de sobremanera. Y también nos sacan la vida, esto es: la posibilidad de una vida abundante aquí y ahora. Cuando tú entras en el mundo, en la dimensión espiritual de la cual te estoy hablando, hasta el mal puede obrar para bien. Pero eso es, indefectiblemente, más allá del velo. De este lado del velo, quédate tranquilo que el mal te puede matar.

En segundo lugar, tenemos que considerar que la vida del hombre no comienza con su nacimiento, con su salida por al canal uterino de su mamá. La vida del hombre comienza desde antes de la fundación del mundo. ¿Cómo? ¿Qué no lo entiendes? No importa, sólo créelo y te bastará.

Somos un reino sacerdotal, eso está claro. Más profundo aún si lo deseas: somos un reino de reyes y sacerdotes. ¿Vivimos como tales? Somos sacerdotes con la función de reyes. Pero todo en unidad en un solo hombre.

Eso es poderosísimo y nunca existente en la Biblia. Solamente unos escasos hombres lograron traer esta tipología. La gran mayoría fracasó en el intento. Como Uzías, como Saúl. Cuando intentaron unir realeza con sacerdocio, Dios les quitó el reino y el sacerdocio. Y murieron.

Ahora bien; en este tiempo presente, Dios no reconoce ni puede reconocer los liderazgos que no tengan estas condiciones divinas operando dentro de sí. Gobierno y sacerdocio. Linaje escogido. Pueblo elegido por Dios. Orden de Melquisedec.

No se trata de esa cosa romántica y carismática que anda por allí diciendo Solamente que Cristo te ama. Esto es verdad, por supuesto, pero es una verdad solamente parcial. Y una verdad parcial tiene un a parte que se deja, – Ya sea por ignorancia o voluntariamente -, de decir.

Y toda verdad que no se dice conociéndola, equivale a una mentira disimulada, pero mentira al fin. Y no es fundamentalismo, es Biblia. Real sacerdocio, cuerpo de Cristo, orden de Melquisedec, orden de eternidad.

Cuando hay una reforma, hay un cambio. Y cuando hay un cambio, este cambio incluye iglesia y sacerdocio. Nadie puede realizar un cambio en nada si no comienza por sus bases. Y las bases de la iglesia no están en los bancos ni en la gente, sino en quienes reciben revelación, palabra y dirección. De otro modo, es “gatopardismo”, es decir: cambiar algo para que en realidad nada cambie…

Cambio de Ordenamiento

(Eclesiastés 3: 10)= Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.

 (11) Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto (¿Ha puesto qué?) Eternidad. (¿Eternidad donde?) En el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios. (¿Qué ha hecho cuándo?) Desde el principio hasta el fin.

 Hay algo que, si lo examinas con cierto detenimiento, se destaca con toda claridad: el hombre es eterno. ¿No lo parece, verdad? Lo que sucede es que el hombre anda en una posición espiritual en la que todavía no alcanza a entender la grandeza de su vida.

Lo que pasó en la caída del hombre fue que el hombre quedó espiritualmente ciego como para poder ver la eternidad. Quedó cautivo de algo tenebroso llamado muerte. Pero cuando se habla de muerte, no pienses en un sepulcro y tus días terminándose.

La muerte, para que puedas entenderlo, es como el manto con el cual cubren a los muertos, eso que se llama mortaja. ES, – En este preciso y específico caso -, un gran manto que cayó en la tierra y todo el mundo que tú ves y conoces, vive ahora bajo ese manto. ¿Lo estás entendiendo?

 Eso es exactamente lo que no te permite a ti vivir en un tiempo conectado con la eternidad. Eso es, asimismo, lo que también te limita, te enferma, te preocupa, te hace sentir incapaz e imposibilitado. Y todo por ese “pequeño algo” llamado muerte.

Muerte, – Y voy a reiterar el concepto anterior para ver si definitivamente lo puedes discernir -, no es simplemente que tus órganos vitales cesen de funcionar. Muerte es el ámbito supremo para el hombre que aún no ha penetrado el velo. ¿Verdad que ahora sí lo entiendes?

 Pero mucha atención con esto: no estoy hablando del cielo, estoy hablando de vivir en eternidad pero aquí en la tierra. ¿Cómo dice, hermano? No te asustes, no es Nueva Era. Cristo lo hizo. La muerte no tenía dominio sobre Él, ¿No es cierto?

Cristo vivió como hombre en semejanza a nosotros. Soltó su gloria, no se trajo ningún truco; sólo el Espíritu Santo, igual que tú y que yo. Y lo hizo. Escucha: si llegaba a utilizar cualquier clase de truco divino, no era legal. Lo hizo como hombre. ¡¡Tenía que ser así!!

 Cuando el hombre se sacude la modorra espiritual y comienza a ver con la claridad de Dios a la eternidad, no hay muerte que lo contenga. Eso fue exactamente lo que le ocurrió a Enoc. Cuando alguien comienza a decodificar los principios de la inmortalidad, no hay muerte que lo atormente. La vida se vive conforme al entendimiento que se posee. ¿Cómo estás viviendo tú?

(Romanos 5: 10)= Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

 (11) Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.

 (12) Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, (Y pensar que nosotros decimos que Lucifer pecó primero), y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Aquí se te está diciendo que la muerte pasó a todos los hombres. Y eso es como una especie de manto de limitación que el hombre tiene, si es que no puede sacar los ojos de lo natural. Pasa a ser una mentalidad que no tiene poder de rompimiento.

Ahora bien; ¿Por qué causas o razones nos limitamos en lo práctico? Nos limitamos culturalmente, por barreras de idioma, por factores económicos, por baja o alta auto estima, por falta o exceso de conocimiento, por enfermedades. Nos limitamos y nos limitamos y, un día, simplemente dejamos de ser…

Vamos a ver si podemos aclararte de manera diáfana todo esto. La palabra ETERNIDAD, aquí, es la palabra AUULAN, y significa: “Vida perpetua”, “tiempo indefinido”. Es decir: vivir más allá de la restricción del tiempo. Jesucristo, Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, es relativo y compatible a todos los tiempos, pero leal a la eternidad.

¿Y que cosa es la eternidad? Porque decirlo es sencillo, predicarlo también y enseñarlo menos, pero salimos adelante. Sin embargo, ¿Alguien puede definir con cierta precisión lo que significa que Cristo sea leal a la eternidad?

Eternidad, en principio, tiene que ver con tiempo. Así que será esto último lo que tendremos que evaluar para poder llegar a lo primero. El tiempo puede ser descrito como “la medida del movimiento”, su medición se efectúa en principio por los movimientos de los cuerpos celestes, ¿Me estás siguiendo?

Las divisiones de tiempo constituyen el marco en el que se insertan los acontecimientos y circunstancias de la Biblia, que es un libro eminentemente espiritual, pero con alto contenido histórico, cuya acción se desarrolla en un marco claramente cronológico, firmemente relacionado con el tiempo y el espacio.

El año hebreo se componía de doce meses lunares; consiguientemente, con la duración actual del mes lunar, debía contar probablemente 354 días, 8 horas, 48 minutos y 34 segundos. Las fiestas anuales estaban en relación estrecha con los trabajos agrícolas y con las estaciones.

Un año basado estrictamente en el sistema lunar habría causado un retraso constante de estas fiestas al no sincronizar de manera exacta un número de meses lunares con el año. Al hacerse necesario coordinar el año lunar con el solar de 365 días se estableció un mes intercalar, que se añadía cada dos o tres años después del duodécimo mes, se le daba el nombre de “Ve’adar” y constaba de 29 días.

En la Biblia no se menciona esta costumbre. Así, el ciclo lunar posterior a las perturbaciones cósmicas de Josué y Ezequías constaba de diecinueve años; los años tercero, sexto, octavo, undécimo, decimocuarto, decimoséptimo y decimonoveno tenían un mes intercalar.

El año religioso comenzaba con el mes de Abib, llamado también Nisán. Comenzaba con la luna nueva, inmediatamente antes o después del equinoccio de primavera, cuando el sol se hallaba en la constelación de Aries.

 Pero desde la época más remota, los hebreos observaban también el año civil, basado en los trabajos agrícolas, y que comenzaba en otoño. Esta nación de agricultores estaba evidentemente interesada en hacer coincidir el inicio del año civil con la labranza y la siembra, y su fin con la siega.

Indicaban frecuentemente las fechas por los trabajos agrícolas entonces en curso, en lugar de por el número del mes. Un cierto tiempo después del retorno del cautiverio de Babilonia, empezaron a celebrar el Año Nuevo en la luna nueva del mes séptimo, Tissi. Esta costumbre no proviene de los acontecimientos registrados en Esdras 3 y Nehemías 2, aunque hayan contribuido a su establecimiento.

Hablemos ahora de lo que nos interesa, el tiempo y la eternidad. Anterior y rebasando de una manera infinita el tiempo humano y sus divisiones, la eternidad bíblica es presentada como un atributo propio de Dios. Jehová es Rey eternamente y para siempre, dice el Salmo 10:16.

Es por esta razón que para Él mil años son como un día, y un día como mil años. De la misma manera, Dios domina el tiempo con su omnisciencia. El pasado, presente y futuro no existen realmente para el Eterno; conoce todo antes de que llegue a ser. ¿No lo entiendes? Obvio. Sólo créelo y bastará.

Al hablar de Israel emplea constantemente “el pasado profético”, esto es, considera ya cumplidos los acontecimientos que para los hombres se hallan todavía escondidos en el, para ellos, impenetrable mundo del futuro. Los tiempos verbales hebreos se prestan admirablemente a la expresión de estas nociones.

El Dios eterno, el “Rey de los siglos”, al crear al hombre a Su imagen “ha puesto eternidad en el corazón de ellos”. Por la encarnación, Él se humilló hasta nosotros en el tiempo, para llevarnos a participar con él por toda la eternidad. La oración del creyente es que el Señor lo conduzca en el camino eterno. El señor acogerá a los Suyos en su gracia en Su reino eterno.

REQUISITOS PARA LA HERENCIA

Ahora bien; vamos a la realidad: cuando todo está enfocado al tiempo cronológico, se forman especies de huertas, de campamentos, de áreas privadísimas y particularísimas. Entonces, cuando cambia el tiempo, tú no puedes cambiar nada porque mantienes lealtad al tiempo en el cual has vivido. El orden de Melquisedec, al cual está sujeto Cristo, es relativo a los tiempos, pero leal a la eternidad. Creería que ahora lo has entendido.

Por eso es que necesariamente tiene que haber una reforma en la iglesia. Porque hay mucha gente leal al tiempo. Está de más decirte que tú tienes que ser leal, ¿Verdad? Pero leal al propósito eterno, no a los tiempos cronológicos.

 Esto significa literalmente que tienes que ser leal a Dios, que es quien no deja de moverse. No leal a una organización. Y mucho menos leal a un hombre como tú, de carne y hueso, si es que este hombre tampoco tiene lealtad con la eternidad.

Ahora bien; si llegaras a encontrara a un hombre que, a todas luces, tú disciernes que sí está siendo leal a la eternidad y no está acumulando poderes o riquezas en este tiempo, entonces no te hará nada mal adherírtele y procurar no apartarte de él. Por que son muy pocos, pero muy pocos…

(Esdras 2: 59)= Estos fueron los que subieron de Tel-Mela, Tel-Harsa, Querus, Addan e Imer que no pudieron demostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel.

 Hubo un grupo de personas que regresó con Zorobabel que no tenía genealogía, no tenía historia, no tenía “pedigree” ni abolengo. Y ya te he dicho que eso era de vital importancia en esa época. Constituía poco menos que un salvoconducto para moverte con cierta libertad y éxito.

Cuando alguien se iba a casar con una mujer, en ese tiempo, le preguntaban: ¿Y tú quien eres? Esto no significaba, – Como hoy podríamos suponer -, adonde trabajaba o cuanto dinero tenía. Significaba algo así como: “Dime quienes son tus padres, de que familia vienes; porque si llegas a venir de los hijos de Cam estás maldito y no vas a poderte casar con mi hija”…

 El linaje, entonces, tal lo has visto, era sumamente importante para la herencia. Para entrar, para tener privilegios, para poder ministrar. Y estos que estamos viendo, eran gente que no tenían como demostrar que eran de Israel. Todo el mundo sabía que eran de Israel, pero eso no bastaba, tenían que demostrarlo.

(60) Los hijos de Delaia, los hijos de Tobías, los hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos.

 (61) Y de los hijos de los sacerdotes: los hijos de Abaía, los hijos de Cos, los hijos de Barzilai, el cual tomó mujer de las hijas de Barzilai galaadita, y fue llamado por el nombre de ellas.

 (62) Estos buscaron sus registros de genealogías, y no fue hallado; y fueron excluidos del sacerdocio, y el gobernador les dijo que no comiesen de las cosas más santas hasta que hubiese sacerdote para consultar con Urim y Tumim.

Cestos dos términos aparecen frecuentemente, tanto en este orden como invertido. Urim aparece, por su parte, dos veces aislado. Significan todo un misterio para el lector no muy informado de la Biblia que no acierta qué destino atribuirles.

Estos misteriosos términos designan uno o varios objetos de naturaleza desconocida incluidos en el efod del sumo sacerdote, y situados en el pectoral, una pieza de tejido doblada que formaba un cuadrado de veinticuatro centímetros de lado, y que se llevaba encima del pecho.

En el exterior, el pectoral del juicio llevaba los nombres de las doce tribus, grabados sobre doce piedras preciosas diferentes, dispuestas en cuatro hileras de tres piedras cada una. En el interior del pectoral se colocaba el Urim y el Tumim, de los que se servía el sumo sacerdote para descubrir la voluntad divina en los casos dudosos que concernieran a la suerte de la nación.

Nunca eran empleados para consultar acerca de individuos. A condición de estar revestido del efod, el sumo sacerdote podía servirse del Urim y del Tumim en otros lugares que aquel donde se hallaba el arca.

La respuesta era por lo general muy simple, aunque no siempre este era el caso. La interdicción impedía obtener una respuesta. Con posterioridad a David, los textos sagrados dejan de mencionar el empleo del Urim y  el Tumim.

Al retorno del exilio no los poseía ningún sacerdote. Josefo pretende que su uso no había cesado más que doscientos años antes de su época, pero los rabinos afirman que en el Templo de Zorobabel no hubo ni Urim ni Tumim.

Su utilización era una prerrogativa singular, única y exclusiva del sumo sacerdote, lo que evidentemente y a todas luces está significando y demostrando que se le adjudicaba gran importancia, cosa que también se compartía grandemente con la tribu de Leví.

Algunos comentaristas buscadores de dudosas “perlas” bíblicas, han buscado una analogía entre la insignia que llevaba el sumo sacerdote egipcio, cuando aplicaba justicia, y el Urim y Tumim del sumo sacerdote israelita. Pero esta insignia egipcia no tiene relación con el Urim y el Tumim que servían para determinar la voluntad de Dios.

Otros confunden el Urim, el Tumim y el pectoral, imaginando que el destello intermitente de las piedras preciosas, iluminando las piedras grabadas, habría permitido al sumo sacerdote formular la respuesta. Hay sólo dos interpretaciones probables.

La primera, es que tanto el Urim como el Tumim habrían sido objetos del pectoral, que se habrían podido echar para consultar al Señor. Esta opinión se apoya sobre dos menciones de echar algo a suertes, en relación con la búsqueda de la voluntad de Dios mediante el Urim y el Tumim.

La otra es que, según otras autoridades, el Urim y el Tumim sólo tenían un valor simbólico. Revestido del efod, portando el Urim y el Tumim, emblemas de luz y de verdad, (Como su nombre indica), el sumo sacerdote buscaba saber la voluntad de Dios, tal como el Señor se lo había ordenado.

Presentaba el problema a Dios en oración, y la respuesta le era revelada a su espíritu. El sumo sacerdote la estimaba justa, por cuanto la petición había sido presentada siguiendo los requisitos dados por el Señor.

Sus promesas garantizaban una luz y una verdad decididamente perfectas. La fe contaba con el cumplimiento de estas promesas. Más tarde, serían los profetas los que dieran a conocer al pueblo la voluntad del Señor. Sus revelaciones tomarían el lugar del Urim y el Tumim.

Claro está que esto es lo meramente informativo. Lo cierto es que todavía hoy hay mucha gente (Y estoy hablando de cristianos sinceros y fieles), que descreen de las revelaciones del Espíritu Santo y prefieren dejarse llevar solamente por lo que la Biblia avale como bueno o descalifique como malo.

Si se piensa así, cosa que respeto y no censuro en absoluto, se corre el tremendo riesgo de dejar pasar algo que Dios realmente quiere decirnos como iglesia y, por el contrario, poner en práctica algunas cosas que están mucho más emparentadas con el ocultismo que con el evangelio.

IDENTIDADES ESPECIFICAS

Está claro que la genealogía le daba identidad y entidad a la persona. ¿La tenía? Todo bien. ¿No la tenía? Fuera. No podía ser sacerdote. Pero fíjate que Melquisedec no tenía genealogía. No se sabe ni quien era su madre ni quien era su padre. No tenía ni por donde empezar con la línea genealógica.

Él podía decir: Soy Melquisedec…de Melquisedec…de Melquisedec. ¿Y quien te crees que eres? Le dirían seguramente. ¡Ah, no sé!, respondería él. Lo que sí sé es que tu padre Abraham, me dio los diezmos de todo a mí, no a otro mejor posicionado por currículum. Eso es: vivir en la tierra, pero estar conectado con la eternidad. Melquisedec. Cristo. Iglesia. Tú. Yo.

 (Hebreos 6: 20)= Donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.

Atención porque estas palabras, PARA SIEMPRE, es la palabra EION. EI, significa “relativo a” y ION tiene dos significados: “tiempo o periodo específico o la edad eterna”. Si se unen estas dos palabras hebreas, veremos que dice: Alguien relativo al tiempo, pero fijo en la eternidad.

 (Hebreos 7: 1)= Porque este Melquisedec rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente rey de justicia, y también rey de Salem, esto es, rey de Paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que no tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.

En este texto, las palabras PARA SIEMPRE, es la palabra DIAPHORO y significa: transferir, acarrear, cargar responsabilidad. Es decir: es un sacerdocio que tiene una relatividad continua, sin destrucción. Tiene que ver con ese encuentro entre Jesús y Nicodemo, en una discreta y clandestina medianoche de aquellos días.

 (Juan 3: 9)= Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?

 (10) Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel y no sabes esto?

 (11) De cierto, de cierto te digo: que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.

 (12) Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿Cómo creeréis si os dijere las celestiales?

Tú lees esto y lo primero que piensas es que cosa bruta y cuadrada que era este Nicodemo. ¿Cómo no entendía algo tan claro como lo que le estaba enseñando Jesús? Claro, con el diario del lunes, cualquiera es el rey del domingo, pero estar allí, con una doctrina de años metida en la cabeza y cambiar sólo porque un hombre raro y no demasiado confiable te dice, es otra cosa.

Lo cierto es que Jesús le dice algo que todavía en nuestro tiempo está total y absolutamente vigente y nos sirve para comprender un poco al pobre Nicodemo. A las cosas terrenales no cuesta nada creerlas y entenderlas, pero a las celestiales…¿Y que es una cosa celestial?

Habría que hacer un pequeño repaso lineal por un diccionario bíblico para entender, en primer término, que cosa es lo que bíblicamente se nos muestra como cielo, tanto como para no caer en exageraciones místicas o en escepticismos incrédulos.

La Biblia distingue claramente las distintas clases de cielos mencionados por ella misma y por la gente. Especifica en primer lugar al cielo atmosférico, el que está por encima de nuestras cabezas, dentro del que se mueven las nubes del cielo y las aves.

Luego se menciona al cielo sideral, que es el que se encuentra por encima de la atmósfera, y que es donde se encuentran los planetas y las estrellas. Es el inmenso espacio del que los sabios no hacen otra cosa que atisbar sus inmensas dimensiones, y al que hace alusión el primer versículo de la Biblia.

Porque la expresión de los cielos y la tierra, significa de hecho el universo entero. Entonces, para destacar aún más esta tremenda e imponente inmensidad, las escrituras optan por hablar utilizando una rara expresión de “los cielos de los cielos”.

Se ha pretendido, con frecuencia, que los israelitas se hacían, (en común con los pueblos de la antigüedad); una representación burda de la cosmología. Para ellos el cielo hubiera sido una bóveda fija y sólida, (Firmamento), donde las estrellas estarían clavadas como clavos, y donde ventanas abiertas de lugar en lugar darían paso a la lluvia y la nieve.

Señalaremos en primer lugar que firmamento, (En latín “firmare”: afirmar), es un error de traducción de la Vulgata. El término hebreo RAQIA significa “extensión inconsistente” y es Aristóteles y los antiguos los que se imaginaban el cielo como una esfera sólida.

El hecho de que Job dijera Las columnas del cielo tiemblan, y se espantan a su reprensión, puede bien tomarse como lenguaje figurado y poético. Igualmente con el texto que señala Se conmovieron los fundamentos de los cielos…porque se indignó Él.

Job dice en otro lugar: Él remueve la tierra de su lugar, y hace temblar sus columnas, pero al mismo tiempo declara: El extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada. Unos pocos pasajes hablan de Las ventanas de los cielos, término fácil de comprender para quien haya visto abatirse las inmensas trombas de agua en los países del sur y de los trópicos.

Esto dicho, uno se queda asombrado ante la sobriedad y la exactitud de las descripciones bíblicas, sobre todo cuando se comparan con los pueriles errores y las burdas leyendas admitidas por las más preclaras inteligencias de la antigüedad, y ello incluso en siglos relativamente cercanos a los nuestros.

Y nos queda lo que más nos interesa, el cielo espiritual. Ya en otra dimensión, en un mundo bien distinto al de las nubes y las estrellas, en un sitio geográfico indefinido y hasta controvertido, se encuentra morando Dios y sus ángeles. ¿Adonde es? ¿Adonde dice el lugar exacto?

Pablo parece darle el nombre de tercer cielo, o también paraíso. Allí se manifiesta de una manera directa la presencia del Señor y es, al mismo tiempo, lo que podríamos denominar como la habitación de los ángeles.

Lo cierto es que Cristo descendió del cielo, y allí volvió a subir, por encima de todos los cielos. En el mismo cielo, intercede a favor de los creyentes, y de allí volverá para juzgar a los vivos y a los muertos. Si juicio es separación de lo verdadero de lo falso, ya sabes que es lo que se viene.

Es también en el cielo en donde el Señor nos prepara un lugar, (Esto es lo que se enseña mayoritariamente, pero nosotros hemos descubierto que donde se nos guarda un lugar es en la cruz, no en el cielo).

De una manera particular, Juan nos da una visión de la morada de la gloria, de la belleza, de la santidad, y de la dicha en perfección. Todos los que han lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero verán a Dios cara a cara, le adorarán, y reinarán por los siglos de los siglos.

Con estos muy escasos elementos bíblicos, es casi infantil arriesgar historietas que pinten ese cielo. Lo más cercano a una realidad por causa de lo espiritual que es lo que aquí comanda todo lo que ha sido escrito en la Biblia, el cielo parece ser una jurisdicción espiritual en la que se puede tener comunión directa con el Señor.

Por lo tanto, si estamos hablando de cosas terrenales, sabemos que puede aludir a comidas, bebidas, placeres, trabajos, diversiones y todo lo que conocemos en lo material. Si hablamos de cosas celestiales, indefectiblemente hablamos de algo eminentemente espiritual, que sale a la luz por revelación y que se manifiesta conforme al sitio donde habita Dios, lo sobrenatural.

SACERDOCIOS RELATIVOS

La única manera en la que podemos hablar de cosas espirituales, es utilizando un ejemplo natural para que tú puedas compararlo. Porque lo espiritual no tiene ninguna expresión si no lo revestimos o forramos con la naturaleza. Todo espíritu necesita un cuerpo para manifestarse. Válido para el Espíritu Santo de Dios como también para los malignos.

Sin embargo, hay que aclarar que lo natural es solamente una especie de cáscara que contiene, en su interior, nada menos que a la verdad. No es la verdad, la contiene. Porque nadie que viva en lo natural prevalece, porque todo sucede indefectiblemente, primero, en el mundo espiritual.

Fíjate que el mundo secular le otorga un gran valor a ese elemento natural llamado experiencia. Pero el que vive merced a experiencias, en esto, siempre se pierde o está llegando tarde. Porque para que haya experiencia, algo le tiene que pasar antes, ¿No es así? En cambio viviendo por el Espíritu, ese paso se obvia, se evita.

 (13) Nadie subió al cielo, sino que el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.

A esta escena casi podríamos imaginarla. El inefable anciano llamado Nicodemo lo mira con cierta curiosidad y desconfianza a Jesús y le dice: “Espera… Espera un poco…” – ¿Qué te pasa Nico? ¿Acaso no me estás entendiendo?

Nicodemo se lo queda mirando con una expresión en los ojos que no hay que ser demasiado achispado para darse cuenta que está altamente confundido. Entonces Jesús le añade: Te estoy diciendo que nadie subió a esa esfera alta, sino el mismo que descendió de la esfera alta y que ahora vive en esa esfera.

Ahora veamos un poco con atención el asunto tal cual se presenta. ¿Adonde estaba Cristo en ese momento en el que le habla a Nicodemo? Estaba parado en la tierra, ¿No es cierto? Pero la duda que nos queda, es: ¿Viviendo adonde?

No te me olvides, por favor, que estamos hablando de un sacerdocio relativo. Porque Cristo vino y era relativo a la cultura de su tiempo. Sin embargo, Él era antes que Abraham. Porque Cristo no nace. Él es eterno. El que sí nace de un vientre, un útero y un canal vaginal es Jesús, no te confundas, por favor.

Dice la misma Biblia que la Creación se creó EN Cristo, ¿No es cierto que lo dice? Pero Cristo no nace, a eso lo sabemos. Sin embargo, cuando Él llega, viste con los trajes de su tiempo. El no andaba con esa cosa anticuada de cuellos almidonados o corbatas de cartón. Él era un hombre práctico, pero sin embargo, también era eterno.

Por eso siempre he dicho, (Antes mucho más que ahora que las cosas han cambiado mucho para mejor) que lo del saco y la corbata es un invento occidental, no evangélico. La corbata es un implemento militar, no religioso, y Cristo jamás la usó.

 Entonces, con todos estos elementos en las manos, deducimos algo muy claro y concreto: ese que estamos mostrando, es el nuevo sacerdote del siglo veintiuno conforme al orden de Melquisedec: una gente que está viviendo en la tierra como tú y yo, pero que esa tierra no los limita.

(Hebreos 7: 11)= Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (Porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿Qué necesidad habría aun de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?

 Quiero aclarar debidamente este concepto: Nos está diciendo el escritor de Hebreos que si la perfección viniera por causa del sacerdocio levítico, (Que dicho sea de paso, era un sacerdocio externo, o mejor dicho que se ocupaba de lo externo), nunca hubiera habido necesidad de otro sacerdocio, el interno, el real, el de Melquisedec.

Esto, indiscutiblemente, sólo puede estar significando dos cosas a saber: 1) Lo que mostramos, esto es: lo externo, jamás va a perfeccionar a nadie, al contrario. 2) El otro sacerdocio, el de Melquisedec, que es al que pertenecía Jesús, sí va a perfeccionar a los santos. 

 (12) Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.

 Esto significa lo que ya ha quedado bien a la vista en lo expuesto: que es estrictamente necesario que haya un cambio de ley. Entiende esto: Primero está Melquisedec, luego está Aarón, los levitas y la ley. Y luego está nuevamente Melquisedec, aunque esta vez en Cristo. ¿Te queda claro?

Porque cristo, entiéndelo, no viene gobernado por los diez mandamientos primarios. Cristo opera bajo el gobierno, bajo el sustento, bajo el principio de la eternidad. Por esa razón los fariseos no podían entenderlo. Porque cambiado el sacerdocio, indefectiblemente también cambiará la ley. Melquisedec.

Él dijo: ¡Se terminó! ¡Yo voy a cambiar esto! Los fariseos lo miraron y le dijeron: ¡Pero es que no puedes! ¡Si ni siquiera eres levita! – Él les dijo: Como… ¿No recuerdan que los levitas, representados por Abraham, me dieron los diezmos a mí? Obvio: jamás lo entendieron. 

Es que a la ley, si debemos definirla, tendremos que hacerla de este modo: doctrinas o principios que determinan la conducta o el comportamiento de la gente. Hoy tú vives de acuerdo con lo que tú entiendes que se te permite, ¿No es verdad? Bien; cuando hay un cambio de sacerdocio, eso cambia.

 Estamos en un notorio cambio sacerdotal que demanda que nuestro estilo de vida cambie y se ponga al servicio de las convicciones y no de las tradiciones o las costumbres. No podemos de ninguna manera predicar la revelación de hoy y vivir bajo los principios cotidianos de ayer.

Esto, que es tan coherente y lleno de lógica es, sin embargo, el máximo error que la iglesia global está cometiendo en el tiempo presente. Cambio de ley. Ya no se trata de un simple cambio de sacerdote, ahora es el Reino. Recuerda que somos un Reino de reyes y sacerdotes, todos ministros competentes.

 Pese a todo, hay una proverbial equivocación que se arrastra desde hace mucho tiempo porque ningún ministerio ha salido a clarificarla debidamente, vaya uno a saber por que motivos. Y es la que tiene que ver con la interpretación de lo que realmente es doctrina.

Comencemos desde el principio. Te digo algo que te puede dejar patas para arriba como una cucaracha: la palabra de Dios no es doctrina. ¡Hermano! ¿Qué dice? Digo lo que dice la Biblia. 2 Timoteo 3:16 dice que la palabra de Dios ES BUENA para doctrina. Y si es buena para doctrina, entonces quiere decir que la palabra en sí, no es doctrina.

Porque una doctrina es eminentemente enseñanza, ¿No es así? Son principios que gobiernan comportamientos extraños de la palabra. Pero la palabra en sí, no es doctrina. Va mucho más allá de eso: Sencillamente es una fuente inagotable.

Por esa razón se dice, – Y es estrictamente cierto -, que quien trata de vivir la letra, se muere. Porque la letra, mi amado hermano o hermana, no es una doctrina como tantos creen, sino que la letra es apenas un pequeño espejo.

Entonces, como es un simple espejo, nos encontramos con esta disyuntiva clave: si tú, sea por la causa que fuera, no sabes mirar correctamente en ese espejo, la letra te mata. La doctrina nos instruye para conducta. Tenemos que tener una mentalidad post-levítica y pre-levítica.

 Melquisedec, – Es necesario que lo sepas de una vez por todas -, existe fuera de la función levítica, ¿Entiendes? Porque la función levítica tenía, – Y tiene todavía -, su especial y singular énfasis en las obras muertas.

Melquisedec, que es decir directamente Cristo, opera fuera del círculo de las obras muertas. De allí que todo ese sacerdocio vaya mucho más allá de lo que puedan ser las obras exteriores compuestas por ritualismos, cualquiera que estos sean y por mejor intencionados que sean.

 (Juan 8: 53)= ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo?

 (54) Respondió Jesús: si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios.

 (55) Pero vosotros no le conocéis; más yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco y guardo su palabra.

 (56) Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

 Vamos a ver bien esto. No estamos diciendo que Abraham haya tropezado con algo. Lo que estamos diciendo, sí, es que Abraham vio el día del orden de Cristo. ¿Qué hizo entonces? Sencillamente entró en esa esfera y vivió allí.

Y no solamente vivió en esa esfera por sí mismo, sino que lo hizo antes que la ley, no después. Cabe aclarar que esa palabra, VIO, es la palabra OIDA, y significa “Estar plenamente consciente de”. Quinientos treinta años antes de la ley, Abraham entendió algo que fue introducido miles de años después.

La comunión que tú tienes con Dios, indiscutiblemente nace de tu entendimiento. Quiero recordarte que Comunión,  es la palabra KOINONÍA, que proviene de KOINOS, que quiere decir “común a varias personas”

Es una relación dentro de la cual dos partes tienen alguna cosa en común, en asociación. Los creyentes tienen comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, además de también tenerla los unos con los otros.

Por esa causa deben andar en la luz, practicar la verdad y dejarse así purificar de todo pecado. El mismo Dios nos llama a esta comunión de Su Hijo, basada en la comunión con el sacrificio de Su cuerpo y de Su sangre, yendo también hasta la comunión de Sus sufrimientos.

Estando así unidos al Señor, los primitivos cristianos perseveraban en la comunión fraternal, poseyéndolo todo en común, hasta el punto de ser todos de un corazón y de un alma, e incluso una sola bolsa. Pablo puede exhortar de manera semejante a los Filipenses: Si hay alguna comunión del Espíritu, a tener un mismo amor, una misma alma y un solo y mismo pensamiento.

Así, la KOINONÍA no es solamente espiritual, sino que se extiende al dominio de lo más práctico. De hecho, el mismo término griego significa también “ofrenda”, “ayuda” (Participar) “libertad”. Aparte de esto último, la comunión no sería más que una entelequia teórica y carente de significado. El adjetivo KOINONO significa también “socio”. Los socios participan en una empresa y/o en unos bienes comunes. De allí la utilización del término KOINONOS en tantas expresiones bíblicas.

En eso consiste nuestra asociación con Jesucristo y por eso es que digo que esa comunión nace de tu entendimiento. Eso, evidentemente, excluye cualquier asociación con el enemigo, porque: ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas? ¿Y que concordia Cristo con Belial? ¿O que parte el creyente con el incrédulo?

A esto último no se lo termina de entender, de ver con claridad y, por ende, de aceptar todavía dentro del marco de la iglesia del Señor. Nuestra “bondad”, parecería ser que debe obligarnos a aceptar cualquier cosa que venga del mundo incrédulo “por misericordia y amor”, cosa que jamás ha sido ordenada por Dios a ninguno de sus hijos, no al menos de este modo.

Entonces, la comunión que tú tienes con Dios, nace desde tu entendimiento. Abraham vio el orden de Melquisedec y vivió en él. Todo lo que vino después y que debimos asimilar, no nos puede hacer olvidar que Adán tenía agua, algo que comer y una piedra, pero sin embargo tenía comunión con Dios sin necesidad de un mediador, ¿Se entiende lo que te he dicho?

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enero 1, 2015 Néstor Martínez