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Protección Contra el Engaño

Por: Derek Prince

En un trabajo que se ha presentado como “Edición de circulación restringida”, Derek Prince, un reconocido maestro de la palabra encara la problemática de mayor relieve hoy por hoy en las congregaciones cristianas evangélicas: el Engaño.

De ninguna manera alteraremos la esencia de lo escrito por Prince. Lo único que adosaremos serán comentarios similares a los que cualquiera de ustedes podría elaborar con experiencias personales que, obviamente, corroboran lo que aquí está escrito.

CAPÍTULO 1

HONREMOS AL ESPÍRITU SANTO DE DIOS

Esta exposición está compuesta por tres partes. En la primera, intento analizar un problema que se ha manifestado en varios sectores de la iglesia en muchas partes del mundo. En la segunda, procuro analizar profundamente la forma cómo surgió el problema. En la tercera, abordo algunas formas que nos protegen de una nueva manifestación del problema.

La verdad no es determinada por las señales y maravillas

En años recientes, ha habido una explosión de señales y maravillas en el mundo entero. Algunas han sido bíblicas y muy útiles; otras extrañas y no bíblicas. Las señales y maravillas no son novedad. Las encontramos registradas en diversos pasajes de la Biblia y en diferentes períodos de la historia de la iglesia.

Con todo, la actual explosión sobrepasa largamente las fronteras de cualquier iglesia o denominación particular y atrajo la atención generalizada de los medios de comunicación, tanto religiosos como seculares.

Quiero dejar bien claro que no poseo prejuicios personales o temores en relación a las manifestaciones poco comunes. La verdad es que en mi vida he experimentado un gran número de señales. No me asustan. No las enfrento en forma negativa.

Como ya mencioné en el librito “Tumulto en la Iglesia”, mi encuentro personal con Jesús en la 2ª Guerra Mundial comenzó de una manera nada convencional. En medio de la noche, en un cuartel del ejército británico, pasé más de una hora tirado en el suelo, con el cuerpo agitado por sollozos convulsivos y después inundado por un río de risa que fue aumentando en volumen cada vez más.

A la mañana siguiente, yo era una persona completamente diferente, transformado, no por un acto de mi voluntad, sino por rendirme al poder sobrenatural que me había inundado. Fui a buscar en la Biblia diversos pasajes que hablan de la risa.

Para mi sorpresa, descubrí que para el pueblo de Dios la risa no es, fundamentalmente, como imaginamos, una reacción a algo cómico, sino una expresión de triunfo sobre nuestros enemigos.

En el Salmo 2:4, David retrata al propio Dios como alguien que se ríe. “El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos”. Aquí la carcajada de Dios no es una reacción a alguna comedia representada en la tierra. Es más bien su respuesta a los ridículos … humanos que tienen la osadía de oponerse a sus propósitos. Es su expresión de triunfo sobre todas las fuerzas del mal.

Observa que aquí, Prince rescata a la risa como algo que proviene de Dios en ciertas y determinadas características. Eso no se contrapone con lo que enseña Watchman Nee, ya que también hay una clase de risa incentivada, buscada y presionada que termina brotando del alma y no del espíritu.

A veces, Dios nos llena de su risa de tal manera que pasemos a compartir su triunfo sobre sus enemigos y nuestros.

Más tarde, pastoreé una congregación en Londres que se reunía en el último piso de un edificio de cinco pisos. Cierta noche, un cojo fue milagrosamente sanado y largó las muletas. Todos irrumpimos en alabanza espontánea. En ese momento, el edificio comenzó a temblar y a sacudirse con el poder de Dios. La alabanza y las sacudidas continuaron durante cerca de treinta minutos.

Percibí que algo similar había sido registrado en Hechos 4:31 en relación a la iglesia primitiva: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la Palabra de Dios”. En esta ocasión, nuestra congregación estaba dirigiendo una serie de cultos evangelísticos semanales en las calles de Londres y ciertamente necesitábamos de una osadía mayor que la normal.

Sin embargo, en relación a cualquier tipo de manifestación, hay dos preguntas que siempre hago: ¿Es una manifestación del Espíritu Santo de Dios o de alguna otra fuente? Segunda pregunta (relacionada con la primera): ¿La manifestación está en armonía con la Escritura?

Fíjate que Derek en ningún momento va a tratar el tema del poder del alma que tan bien encara Watchman Nee, pero tiene muy en claro que no existe un solo poder capaz de conmover las estructuras naturales con algo sobrenatural.

En 2 Timoteo 3:16 Pablo dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. En otras palabras, el Espíritu Santo es el autor de toda la Escritura y él nunca dice o hace ninguna cosa que se contradiga a sí mismo. Cualquier manifestación genuina del Espíritu Santo siempre estará en armonía, de alguna forma, con la Escritura.

Me gustaría comenzar con algunas advertencias dadas por Jesús, especialmente relacionadas con los tiempos del fin en los cuales creo que estamos viviendo. Son alertas contra el engaño. Se encuentran en Mateo 24:4, 5, 11 y 24. Cuatro veces en 21 versículos, Jesús nos advierte específicamente contra el engaño en este período del final de los tiempos.

Es la primera cosa que Jesús dice sobre los acontecimientos ligados a su venida, en Mateo 24:4: “Mirad que nadie os engañe”. Versículo 5: “Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”. Versículo 11: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos”. Y finalmente en el versículo 24: “Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”.

Todo aquel que desprecia esos avisos o los trata livianamente lo hace con el riesgo de su propia alma. El mayor peligro en este final de los tiempos no es la enfermedad, la pobreza o la persecución. ¡Es el engaño! Si alguien dice: “Esto nunca me sucedería a mí” es señal de que ya le sucedió, porque él está diciendo que nunca podría suceder lo que Jesús dijo que sucedería. Es indicación suficiente de que tal persona está engañada.

Esto es excelente para tenerlo muy en cuenta a la hora de evaluar a ciertos ministros y ministerios. Sobre todo a esos personajes que se presentan ante la gente como súper hombres más allá del bien y del mal.

Ahora quiero decir algo importante sobre las señales y maravillas. Ellas no determinan la verdad y es esencial comprender esto. ¡Las señales y maravillas no determinan la verdad! La verdad ya está determinada y establecida y es la Palabra de Dios.

A esto lo vengo diciendo, predicando, enseñando y proclamando desde que Dios me puso en esta brecha. Es una tranquilidad que otro siervo del Señor haya recibido lo mismo. Supongo que a él le debe haber traído inconvenientes adentro de la estructura. A Babilonia le conviene que esto no se sepa.

En Juan 17:17, Jesús ora al Padre y dice: “Tu palabra es verdad”. Y en el Salmo 119:89, el salmista declara: “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos”. Nada que sucede en la tierra puede mudar una sola letra o tilde de la Palabra de Dios. Ella permanece para siempre en los cielos.

La Biblia habla de señales y maravillas. Revela algunas cosas sobre ellas que son buenas y otras que son muy alarmantes. 2ª Tes. 2:9:12: …inicuo (este es el título del Anticristo) cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.

Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”. Así, Pablo dice aquí que existen señales y maravillas mentirosas.

Hay señales verdaderas y señales falsas. Las señales verdaderas testifican de la verdad. Las señales falsas testifican de la mentira. Satanás es plenamente capaz de producir señales y maravillas sobrenaturales.

Lamentablemente, muchos del movimiento carismático piensan que si algo es sobrenatural, entonces proviene de Dios. No hay base bíblica para tal afirmación. Satanás es perfectamente capaz de producir señales y maravillas poderosas que prueban sus mentiras y la razón de por qué tales personas son engañadas se debe al hecho de que no recibieron el amor de la verdad. A tales personas, Dios enviará un poder engañoso.

Esta es una de las declaraciones más aterradoras de la Biblia. Si Dios le envía un poder engañoso, entonces usted será engañado. Pienso que este es uno de los juicios de Dios más fuertes registrados en la Biblia. Ellas serán condenadas porque no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.

Sé perfectamente que tú, si has sido adiestrado por las estructuras clásicas de la iglesia tradicional, te has espantado al leer este concepto. Jamás nadie te había dicho que fuera Dios quien te enviaba un espíritu engañoso. Sólo un problema: en la Biblia siempre estuvo escrito eso y no otra cosa…

Por lo tanto, señales y maravillas no son garantía de que alguna cosa sea la verdad. Sólo hay una forma segura de conocer la verdad. Está en la Palabra de Dios. Jesús dice en Juan 8:32: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. No hay otra forma de tener la certeza que podremos escapar del engaño en estos días, a no ser conocer y aplicar la verdad de la Palabra de Dios, la Escritura.

En 1994, estuve por primera vez en contacto directo con uno de los grupos donde ocurrían ciertas manifestaciones extrañas. Un grupo de líderes asistieron a algunos de sus cultos y volvieron todos entusiasmados.

Decían: “Ahora, usted no necesita comprobar. No necesita examinar. Basta abrirse y recibir”. Fue la primera vez que comencé realmente a desconfiar de algunas de esas cosas, porque tales afirmaciones están directamente opuestas a la Escritura.

En 1ª Tesalonicenses 5:21, Pablo dice: “Examinadlo todo; retened lo bueno”. Si no examinamos las cosas, estaremos desobedeciendo las Escrituras, y aquel que nos dice que no debemos examinar las cosas no está alineado con la Escritura.

Muchos me toman por débil, inseguro y hasta por soberbio cuando me oyen o me leen decir que aconsejo fijarse en la Biblia si lo que estoy enseñando es así. Están tan acostumbrados al absolutismo que olvidan que lo que estoy aconsejándoles no es una idea personal bien intencionada, sino de respeto a un mandato que todos recibimos por igual.

 No podemos confiar en nuestros corazones para tener la certeza de la verdad. Proverbios 28:26 dice: “El que confía en su propio corazón es necio” Así, no sea insensato. No confíe en aquello que su corazón le dice, porque no es de fiar. De nuevo, en Jeremías 17:9, el profeta dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”.

La palabra engañoso en hebreo es muy interesante. En 1946, frecuenté la Universidad Hebrea de Jerusalén para estudiar la naturaleza –o la ley– de la lengua hebrea. Oí a un profesor experto en este campo discurrir sobre Jeremías 17:9.

Él presentó razones dentro de la lengua hebrea que mostraban que esta forma de la palabra engañoso es activa, no pasiva. No significa que nuestro corazón sea engañado. Significa que nuestro corazón nos engaña, por lo tanto, no podemos confiar en él.

¿Nunca escuchaste a alguien que, en medio de una predicación tendiente, por ejemplo, a incentivar salidas al campo misionero por parte de jóvenes activos y soñadores, te dice que hagas “lo que tu corazón te mande”? Están aconsejando hacer exactamente lo que Dios mismo sugiere que no hagas…

El profesor presentó un cuadro muy vivo de lo que significa descubrir la verdad sobre nuestro corazón. Dijo que es como descascarar una cebolla. Podemos tirar capa tras capa, sin saber nunca cuando llegamos a la última capa – y durante todo ese tiempo nuestros ojos lagrimean.

Durante 50 años, esa imagen ha permanecido nítida en mi mente – una alerta intensa y bíblica contra la posibilidad de creer que mi propio corazón me revele la verdad. La única fuente de verdad es la Escritura.

La mezcla produce confusión y división

Me gustaría ahora resumir rápidamente todo este fenómeno (de señales y maravillas), movimiento, o sea como se quiera llamarlo, basado en parte en la observación personal y en parte en lo que creo son relatos fidedignos. Mi resumen es muy simple: es una mezcla de espíritus, tanto del Espíritu Santo como de espíritus inmundos. Todo está mezclado.

En Levítico 19:19 Dios nos alerta contra tres cosas: mezclar especies de animales, sembrar con mezcla de semillas y vestir ropa con mezcla de hilos. Podemos decir que sembrar con mezcla de semillas representa el mensaje que anunciamos, cuando es en parte verdad y en parte error.

Vestir vestidura con mezcla de hilos se asemeja al estilo de vida que es parcialmente bíblico y parcialmente mundano. Y cruzar ganado con ganado de un género incompatible sería equivalente a que un ministerio o grupo cristiano anduviera de la mano con un grupo o ministerio no cristiano.

Aquí está la clave de muchos contratiempos sociales, ves? No hablamos de yugo desigual, no hablamos de discriminaciones clasistas o religiosas. Hablamos de la Palabra de Dios expresada, declarada, manifestada y puesta por obra para evitar sufrimientos innecesarios.

Hay una cosa interesante sobre tal cruzamiento: su producto es siempre estéril. Por ejemplo, podemos cruzar una yegua y un burro y producir una mula. Pero ésta es siempre estéril; no puede reproducirse. Pienso que esa es una razón de que hayan tantas operaciones “estériles” en la cristiandad – están siendo generadas por personas equivocadas.

¡Perfecto el ejemplo! ¡Más claro le resultaría imposible a cualquiera! Tú, si lo deseas, sigue intentando esos cruces raros. Piensa que no intentarlos es sumarte a la castración discriminatoria. Pero luego no vengas a clamar por ayuda ni a quejarte de tu mala suerte. Se suele cosechar de la misma especie que se siembra.

He observado esto cuidadosamente y he tenido experiencias dolorosas con esta situación de mezcla de espíritus. Creo que la Escritura nos advierte contra esto. Por ejemplo, hay un personaje en la Biblia, el rey Saúl, que poseía una mezcla de espíritus.

Cierta vez, él profetizó por el Espíritu Santo; en otra ocasión, profetizó bajo la influencia de un demonio. Su carrera es una verdadera advertencia. Fue un rey que gobernó durante cuarenta años y fue un comandante militar exitoso.

Pero la mezcla fue su error y su vida terminó en tragedia. La última noche de su vida fue a consultar una bruja y al día siguiente se suicidó en el campo de batalla. Es un ejemplo que ciertamente nos lleva a no querer cultivar ningún tipo de mezcla espiritual en nuestra vida.

Es tragicómico observar como, mucha gente que dice estar en la avanzada del cristianismo moderno, no entiende que si deja alguna pequeña puerta abierta puede ser utilizado por el diablo como canal de su reino. No te olvides que “el que piensa estar firme, mire que no caiga…”

He observado que la mezcla produce dos cosas: primero, confusión; después, división. Por ejemplo, tenemos un mensaje mixto, parte del cual es verdad y parte falsedad. Las personas pueden reaccionar de dos maneras.

Hay los que ven el bien y se concentran en él, y por tanto, aceptan el mal que viene adjunto. Otros se concentran en el mal y, por causa de eso, rechazan el bien. En cualquiera de los casos, no cumplen los propósitos de Dios.

Esta es la causa principal del alejamiento de mucha gente de las iglesias. Pero no se trata de gente que ha sido despertada y sacada de allí por el Señor, sino de personas que, por haber descubierto lo que aquí se menciona, se han enojado u ofendido. Aún no han podido despertar a la verdad; apenas han encontrado una mentira que los lastimó.

Hace mucho tiempo, cuando era pastor, descubrí que las personas con las cuales era más difícil tratar era con las que tenían mezcla. Déjeme darle un pequeño ejemplo imaginario. En nuestra congregación hay una hermana llamada María. Un domingo, ella entrega un maravilloso mensaje profético y todos son edificados, entusiasmados.

Pero dos domingos después, ella se levanta y da una revelación que recibió en un sueño. Cuanto más ella comparte, más confusa se torna la revelación. Por fin, como pastor, tengo que decirle: “Hermana María, le agradezco, pero sinceramente creo que eso no viene del Señor”, y ella se sienta. Pero la historia no termina aquí.

Después del culto, la hermana Silvia viene a verme y me dice: “Hermano Prince, ¿cómo puede usted hablar así a la hermana María? ¿No se acuerda de la linda profecía que ella entregó hace dos domingos atrás?”. Y cuando la hermana Silvia se fue, el hermano Manuel se aproxima y dice: “Si este es el tipo de revelaciones que ella tiene, no voy a escuchar más ninguna de sus profecías”.

¿Ve lo que sucede? Confusión y, como fruto de la confusión, división. Creo que es exactamente esto lo que está sucediendo en la iglesia: confusión resultando en división. ¡No hay duda de que hay una tremenda división! Creo que la confusión siempre produce división.

No hay mucho para agregarle a esto. Sólo que la palabra Confusión, es la palabra Babel. Y de allí derivará el nombre de Babilonia, que rotula la antigua ciudad histórica, pero también a la iglesia falsa e impostora de los últimos tiempos.

La Biblia no nos permite tolerar la incursión del mal en la iglesia. No podemos ser pasivos; no podemos ser neutros. Proverbios 8:13 dice: “El temor de Jehová es aborrecer el mal”. Es pecado contemporizar con el mal. Es pecado tener una posición neutra en relación al mal.

En Juan 10:10 Jesús habló del ladrón, el diablo, que viene para hurtar, matar y destruir. Necesitamos siempre recordar: sea en la vida individual, sea en una congregación, el diablo siempre viene con tres objetivos: hurtar, matar y destruir.

A propósito de esta definición, que es la clásica y más conocida dentro de lo que son las enseñanzas cristianas, recuerdo una muy singular, con excelente fundamento bíblico que mostraba claramente que quien venía a estas tres acciones delictivas, era el asalariado.

La gente se ha confundido porque no ha terminado de entender una diferencia que no siempre se hace. Cuando se dice Satanás, se está hablando de Lucifer, el ex Luzbel, el Adversario en persona. Cuando se dice Diablo, se habla de cualquiera que posea actuando en su interior al espíritu de Satanás. ¿Un ejemplo? Judas Iscariote. La Biblia dice que él ERA DIABLO, no que él “era EL diablo”.

Recuerdo de haber hablado muchas veces con personas necesitadas de liberación de un espíritu malo: “Recuerde que el diablo tiene tres razones para manifestarse en su vida: hurtar, matar y destruir.

Es necesario enfrentarlo y no permanecer neutros – tiene que expulsarlo.” Lo que es verdad en relación a un individuo también lo es para una congregación. Es verdad para el cuerpo de Cristo en todo el mundo.

Algunas de estas manifestaciones poco comunes ya han sido comparadas con manifestaciones extrañas que acompañaron el ministerio de John Wesley, George Whitefield, Jonathan Edwards y Charles Finney.

Sin duda, hubo manifestaciones extrañas en el ministerio de esos cuatro hombres y yo mismo estudié algunas, pero pienso que las diferencias son mayores que las semejanzas entre ellas y la situación actual. Veamos tres de esas diferencias:

Primero, todos esos hombres se basaban en una fuerte predicación de la Palabra de Dios. Difícilmente hacían alguna cosa antes de predicar la Palabra de Dios o divorciado de la predicación de la Palabra de Dios.

El propio Finney comentó cierta vez sobre su ministerio: “En general, yo hablaba por una hora o dos”. No sé cuántos cristianos contemporáneos en Occidente escucharían un sermón de dos horas, pero Finney presentaba la Palabra de Dios en su pureza y poder.

Cuando comencé el ministerio de enseñanza bíblica radial, los “expertos” en radio me llamaban loco porque iba a hacer un programa de una hora de duración, sin música ni otra cosa que hablar de la Palabra de Dios.

Recuerdo que me preconizaron que no iban a escucharme ni los perros. Puede ser en definitiva que los perrillos no me hayan escuchado, pero en seres humanos creyentes, se batieron todos los record de audiencia.

Jamás pudieron entenderme cuando yo les aseguraba que no había mérito alguno de mi parte en ese impacto radial. Creían que era una suerte de falsa modestia mía. Jamás lograron entender esto que Prince reitera aquí: cuando se habla de la genuina y pura Palabra del Señor, nadie se aburre, nadie se duerme, nadie se dispersa.

Segunda diferencia: Todos esos hombres hacían una fuerte apelación al arrepentimiento. Esa era su exigencia fundamental en relación a las personas a quienes ministraban. Tal vez hay quien llame “refrigerio” lo que vemos hoy, pero en Hechos 3:19, Pedro dice que el refrigerio debe ser precedido por el arrepentimiento. Cualquier refrigerio que deje de lado el arrepentimiento no es bíblico.

La tercera diferencia es que en el ministerio de esos hombres no hay, por lo que sepamos, ningún relato de que algunos de ellos hayan impuesto las manos. No estoy diciendo que no sea bíblico imponer las manos sobre las personas, pero hay una diferencia. Hay una situación en que las personas reciben directamente para sí por medio de la palabra predicada y otra situación en que se les imponen las manos.

Déjeme dar un ejemplo. Es como la lluvia. Si estuviéramos al aire libre y la lluvia cayendo sobre nosotros, la recibiríamos directamente viniendo del cielo. Pero, por otro lado, si ella fuere almacenada en una cisterna, entonces no la estamos recibiendo directamente del cielo. Tenemos que tener en cuenta la cisterna y los caños a través de los cuales el agua de la lluvia llega hasta nosotros.

Otro ejemplo didáctico de primerísimo nivel. En el mejor de los casos, hoy existen muchas cisternas sucias, bloqueadas o tapadas. En el peor de los casos, alguien se ha tomado el trabajo de introducir en ellas líquidos contaminantes que determinan que el agua de la lluvia pierda su pureza.

Esto es algo muy real para mí, porque mi primera mujer, Lidia, y yo vivimos en Kenia durante cinco años en una casa en que el agua potable provenía de la lluvia captada en el techo de la casa y canalizada hacia estanques de concreto.

Aunque el agua venía de los cielos, aprendimos rápidamente por experiencia que si permanecía durante mucho tiempo en el estanque, criaba bichos y, consecuentemente, teníamos que hervirla para beber.

No había nada errado cuando la lluvia caía del cielo, pero algo sucedía en la canalización que la traía hasta nosotros y, entonces, ya no era pura. Pienso que lo mismo es verdad en relación con la imposición de las manos. Es un canal que no siempre está puro.

Recientemente, algunos ministros dejaron de imponer las manos solamente y comenzaron a hacer otros gestos – como señalar o apuntar. Con todo, eso no altera el hecho de que algo está siendo transmitido a través de las manos. En caso contrario, no habría razón para utilizar las manos. La cuestión de fondo permanece: ¿Esas manos son canales puros a través de las cuales fluye sólo el Espíritu Santo?

Por ejemplo, hace poco tiempo Rut y yo asistimos a un culto en que hablaban pastores profundamente involucrados en el actual movimiento. Estábamos sentados dos filas atrás de una mujer que pasaba por una terrible experiencia. Era como si continuamente intentase hacer arcadas o vomitar y esto se fuese prolongando por demasiado tiempo. Por fin, yo dije a Rut: “Pienso que deberíamos intentar ayudarla”.

Así, aunque era un culto en el cual no teníamos ninguna responsabilidad, nos aproximamos silenciosamente para hablar con ella. Rápidamente descubrimos que ella estaba hablando en una lengua, pero se nos hizo evidente que era una lengua falsa, que no provenía del Espíritu Santo. La instamos a confesar que Jesús es el Señor y ella no mostró voluntad o capacidad de hacerlo. Por eso, concluí que se trataba de un espíritu de error.

Más tarde, las personas que la acompañaban se aproximaron a nosotros para preguntarnos qué podían hacer. “¿Cómo le sucedió esto?”. Respondieron: “Bien, ella fue a una iglesia que está involucrada en este movimiento y alguien le impuso las manos y desde entonces ha estado así. Pero ella está convencida de que es de Dios. No podemos ayudarla”. Este es sólo un ejemplo de “lluvia” que vino a través de un “estanque de agua” que no era puro.

Siempre se hace alusión al texto donde se le recomienda a Timoteo no imponer sus manos con ligereza. Si bien esto se refiere a la ordenación de personas por ese método, bien vale tenerlo en cuenta para la inversa: si la imposición de manos es una forma de traspasar algo de Dios, no es desatinado suponer que también puede ser usada por el enemigo.

También, en el actual movimiento, se da mucho énfasis al amor. Concuerdo que no hay nada mayor que el amor. Pero el problema es que las personas no siempre perciben la naturaleza del amor tal como es descrito en el Nuevo Testamento. Primero, el amor en nosotros se expresa por la obediencia al Señor. Cualquier tipo de amor que no resulte en obediencia es un amor no-bíblico.

En Juan 14:15 Jesús dice a sus discípulos: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. En otras palabras, ¿Cuál es la evidencia de que usted lo ama? La evidencia es que usted guarda sus mandamientos.

Después, en el versículo 21a, Jesús dice: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama”. Y en 1ª Juan 5:3, el apóstol dice: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos”. Por lo tanto, cualquier tipo de amor que no resulte en obediencia a la voluntad de Dios revelada en su Palabra no es un amor bíblico. Es una falsificación, un sustituto de la realidad.

Además de eso, necesitamos considerar la forma como Dios expresa su amor por nosotros. Es verdad que Dios es nuestro Padre y que nos ama, pero como Padre está preparado para disciplinarnos.

Lo hemos dicho: en nuestras congregaciones hay tanta gente con carencias afectivas que cuando se habla de amor, lo primero que entienden es que se trata de ese amor que une a padres, hijos, hermanos, novios, esposos, etc. Eso es Phileo y aquí se habla de Ágape.

¿No es la misma cosa? No, no es la misma cosa. El amor Ágape es un amor que se traduce como “Carácter de sentirse miembro del Reino de Dios”. Esto es certeza. Esta es la única clase de “amor” que puede cubrir multitud de pecados o echar fuera al temor. El otro, el romántico, es bueno y nadie lo discute, pero no es de lo que se está hablando…

En los mensajes a las siete iglesias retratadas en Apocalipsis, yo diría que Laodicea es probablemente la que más de cerca corresponde a la iglesia contemporánea de Occidente. A esa iglesia, el Señor dice: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”. (Apocalipsis 3:19).

Así el amor de Dios no es desordenado. No es sentimental. Es práctico. Si nos apartamos de sus caminos y somos desobedientes, su amor se manifestará en reprensión y castigo y nos ordenará que nos arrepintamos. Una vez más, tenemos el problema de intentar obtener lo que Dios promete, dejando de lado la condición básica del arrepentimiento – y eso es engaño.

Recientemente, leí el siguiente comentario de un maestro británico de la Biblia: “Algunos cristianos toman el texto: “Dios es amor” y lo invierten, diciendo: “El amor es Dios”. En otras palabras, nada puede ser errado si estuviere enraizado en el amor. Con todo, cualquier amor que se interponga entre nosotros y Dios es un amor ilegítimo …” De manera semejante, cualquier amor que nos desvíe de la obediencia a la Palabra de Dios es ilegítimo.

 

La identidad del Espíritu Santo

En todo lo que hemos hablado sobre este fenómeno mundial, creo que existe una cuestión central subyacente, generalmente ignorada. De hecho, muy rara vez llegamos a enfrentar seriamente esta cuestión:

¿Cuál es la identidad del Espíritu Santo? ¿Cómo podemos reconocer al Espíritu Santo? ¿Cómo podemos saber las características del Espíritu Santo? ¿Y cómo distinguimos el Espíritu Santo de otros espíritus?

Recientemente leí una declaración de una defensora de la Nueva Era que decía lo siguiente respecto de aquel movimiento: “Cuando el espíritu santo vino, llegó la Nueva Era”. Tengo la seguridad de que la mayoría de mis lectores comprenden que cuando ella habla del espíritu santo, no está hablando del mismo Espíritu Santo que la Biblia habla. Esta es una de las diversas indicaciones de que existe un espíritu santo falsificado.

Hay un grado de cierta responsabilidad por nuestra parte, en algunas de nuestras organizaciones, para que esta clase de engaño progrese: el haber olvidado, dejado de lado y hasta descreído de la existencia de ese Espíritu Santo. Obviamente, eso trajo la contrapartida que también es perniciosa: el sobre énfasis.

No es novedad que Satanás produzca una falsificación religiosa. Desde el tiempo de Jesús, la historia registra una serie de mesías falsos que surgieron en el pueblo judío. Todos ellos tuvieron seguidores. Algunos, como Sap-betai Zvi, ejercieron una larga y duradera influencia. El último de ellos murió en 1994.

Otra falsificación religiosa tiene que ver con la llamada “bienaventurada virgen María”. Con todas las reivindicaciones que han sido hechas en su favor y con todos los títulos que se le han atribuido, dejó de parecerse a una humilde doncella judía que llegó a ser la madre de Jesús y más tarde de sus hermanos y hermanas. Con todo, a lo largo de los siglos esta falsificación reivindicó la devoción de millones de cristianos sinceros.

Esto es decididamente cierto y veraz. Es muy difícil que existan problemas con personas del catolicismo romano, a menos que se hable o se ponga en duda la deidad de María. Una deidad que jamás fue respaldada por ninguna escritura, pero que ha sido aceptada y creída de tal modo que resulta imposible modificar esos pensamientos arraigados.

Precisamos, por tanto, estar prevenidos para no recibir un “espíritu santo” falsificado. Me gustaría sugerir tres formas de identificar el Espíritu Santo.

La primera la menciono en el librito “Tumulto en la Iglesia”, que escribí en 1994. Citaré sólo algunos párrafos: “Otro peligro que amenaza a los que ministran en el campo sobrenatural es la tentación de utilizar los dones espirituales para manipular, explorar o dominar a las personas.

En una época de mi ministerio me vi obligado a expulsar espíritus de brujería de personas que frecuentaban la iglesia. Finalmente, le pedí al Señor que me mostrara la verdadera naturaleza de la hechicería. Creo que el Señor me dio la siguiente definición: Hechicería es el intento de controlar a las personas y llevarlas a hacer lo que usted quiera, utilizando cualquier espíritu que no sea el Espíritu Santo.

Después de haber digerido eso, el Señor agregó: Y si alguien tiene un espíritu que puede ser usado, no es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es Dios y nadie usa a Dios. Esto es muy importante. El Espíritu Santo es Dios y nadie manipula a Dios.”

Tremendo. Tremendo y real. Dime; haz memoria un momento: ¿En cuantas ocasiones has asistido a reuniones en las que hombres, (Quizás sinceros y bien intencionados, pero obviamente engañados), pretendían conseguir con sus esfuerzos, gritos y gestos que Dios hiciera algo que ellos habían anunciado?

Después, prosigo en el librito, diciendo: “Hoy, tiemblo interiormente cuando veo u oigo hablar de alguien que aduce tener dones espirituales y los usa libremente conforme le agrada. Ciertamente no es por acaso que algunos de los que hicieron tales reivindicaciones terminaron en graves errores doctrinales.”

Es importante ver que hay una diferencia entre el Espíritu Santo como Persona, y los dones del Espíritu Santo.

En Romanos 11:29, Pablo dice que los dones… de Dios son irrevocables. En otras palabras, después que Dios nos concede un don, él no lo retira. Somos libres para usarlo o no y para darle un mal uso. Pero incluso aunque lo utilicemos mal, Dios no lo retira de nosotros. En caso contrario, no sería un regalo genuino; sería sólo un préstamo condicional.

Esto es vital tenerlo presente. Derek Prince habrá de clarificarlo mucho mejor más adelante, pero es necesario que tú te lo grabes ahora, ya mismo. De otro modo, cuando ves algo de corte sobrenatural que produce la mano de alguien, jamás te atreverías a suponer que ese alguien puede ser falso.

Te dices a ti mismo: ¿Cómo va a ser falso si Dios lo usa de ese modo? Recuerda: una cosa es que Dios te use, y otra es que Dios te apruebe. A la hora de usar, recuerda que Dios usó sin problemas a Balaam, Salomón, Saúl, Sansón y hasta a Judas Iscariote.

Es un hecho de que existen personas que usan mal los dones del Espíritu Santo. Pablo nos da un ejemplo claro en 1ª Corintios 13:1: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe”.

Obviamente, no es el Espíritu Santo el que se torna “un címbalo que retiñe”. Sino es el don de hablar en lenguas –cuando es mal utilizado – que puede convertirse en un ruido hueco, disonante. Lamentablemente, eso sucede con frecuencia en los ambientes pentecostales y carismáticos.

Creo que es posible usar mal otros dones espirituales – como una palabra de ciencia (conocimiento) o un don de sanidad. Eso puede suceder cuando alguien utiliza un don espiritual para obtener un resultado o promover un movimiento que no está de acuerdo con la voluntad de Dios. Un ejemplo obvio de mal uso es cuando es para lucro personal.

En tal situación, nuestra salvaguarda es ser capaces de reconocer el Espíritu Santo como persona y diferenciarlo de sus dones. Este es, entonces, el primero y más importante hecho sobre el Espíritu Santo: ÉL ES DIOS. Y necesitamos relacionarnos con él y tratarlo siempre como Dios.

El segundo hecho sobre el Espíritu Santo es que él es siervo de Dios Padre y de Dios Hijo. Esta es una revelación maravillosa, porque atribuye un elevado valor al servicio. Hoy, muchos desprecian la idea de ser siervo.

Consideran humillante y poco digno ser siervo. Pero pienso que es maravilloso el hecho de que el servicio no haya comenzado en la tierra. Comenzó en la eternidad y tuvo su inicio en Dios. Dios Espíritu Santo es el Siervo del Padre y del Hijo. Eso no lo menoscaba ni lo hace menos Dios. Pero es un hecho que tenemos que reconocer sobre él, que rige sus actividades y las cosas que él realiza.

En Juan 16:13-14 Jesús nos da una idea del ministerio y actividad del Espíritu Santo: “Cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”.

Vemos, entonces, que el Espíritu no habla por sí mismo; él no tiene su propio mensaje. ¿No es extraordinario? Sólo habla lo que oye del Padre y del Hijo. En segundo lugar, su meta no es glorificarse a sí mismo ni atraer la atención hacia su persona, sino glorificar y llamar la atención hacia Jesús. Esta es la segunda forma importante de identificar al Espíritu Santo.

He sido espectador y hasta participante de reuniones donde la figura central era el Espíritu Santo, toda oración que se efectuaba estaba dirigida a Él y toda la gloria, toda la honra y toda la alabanza estaba destinada a Él. – ¡Es que él es Dios!, decían. Sí, pero nuestro Dios es un Dios de orden.

Me gustaría que prestase mucha atención, porque lo que voy a decir es algo revolucionario. Cualquier espíritu que se concentre en el Espíritu Santo y lo glorifica no es el Espíritu Santo. Eso es contrario a toda su naturaleza y propósito. Así que percibamos eso, nuestros ojos se abrirán a muchas cosas que pasan en la iglesia y que, de otra forma, son difíciles de entender.

Por ejemplo, tenemos un maravilloso corito que cantamos sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu. El primer verso dice del Padre: “Glorifica tu nombre en toda la tierra” El segundo verso dice de Jesús, el Hijo: “Glorifica tu nombre en toda la tierra”. El tercer verso dice del Espíritu: “Glorifica tu nombre en toda la tierra”.

Me gusta cantar los dos primeros versos, pero me rehúso a entonar el tercero, porque para mí no es bíblico. El Espíritu Santo nunca glorifica su propio nombre. Su meta es glorificar a aquel que lo envió.

No tomes con ligereza esta enseñanza. Dentro de nuestra sociedad es bastante frecuente la falsedad, la adulación interesada y todos sus pormenores. Pero esto es la Iglesia del Señor. Y aquí hay una gloria, la de Dios, que debe ser cuidadosamente guardada. Es mucho mejor así. Dios siempre protege su gloria.

 

Déjeme agregar una cosa más que tal vez lo sorprenda. No encuentro en ningún lugar de la Escritura un ejemplo de una oración dirigida al Espíritu Santo. Hasta donde entiendo, nadie en la Escritura oró jamás al Espíritu Santo. Sería bueno que lo compruebe por usted mismo, pero he buscado cuidadosamente y no he encontrado ningún ejemplo.

Usted podría preguntar: “¿Por qué?”. Mi respuesta es: se trata de una cuestión de “protocolo” celestial. Hoy en día, hay tan poco respeto por el protocolo en la tierra que hay veces que no percibimos que hay un protocolo en el cielo.

Es un protocolo que tiene que ver con una relación de señor–siervo. En tal relación, cuando tratamos con un siervo, no hablamos con el siervo, sino con el señor. Pedimos al señor que diga a su siervo lo que debe hacer. Es equivocado abordar directamente al siervo cuando su señor está disponible para recibirnos.

Creo que este es el protocolo del cielo. Cuando reconocemos la relación entre el Espíritu Santo, Dios Padre y Dios Hijo, comprendemos que nunca se da órdenes al Espíritu Santo. Cuando queremos que el Espíritu Santo haga alguna cosa, dirigimos nuestra petición al Padre o a su Hijo.

Cuando estudiaba este asunto, descubrí un pasaje en Ezequiel 37 que, en un principio, pensé que era una excepción. Forma parte de la bien conocida visión de Ezequiel del valle lleno de huesos secos, que no tenían vida alguna.

Antes de nada, él profetizó y los huesos se juntaron, pero continuaban como cadáveres sin vida. Después, en los versículos 9 y 10: “Y me dijo: Profetiza al Espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al Espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo”.

Entonces pensé que “el espíritu” aquí es realmente una figura del viento –o del Espíritu Santo– por lo tanto Ezequiel estaría orando al viento. Pero él no estaba orando. Estaba profetizando. Y no provenía de él.

Simplemente transmitió al viento la orden que recibiera del propio Dios. Así, hasta donde logro descubrir, no hay un único ejemplo en parte alguna de la Escritura de oración hecha al Espíritu Santo.

No estoy intentando hacer de esto un caballo de batalla. Por otro lado, pienso que es un hecho muy importante para ayudarnos en la intención de discernir la naturaleza y ministerio del Espíritu Santo.

Usted podría decir: “Entonces, ¿Dios no oye nuestra oración cuando oramos al Espíritu Santo?”. Pienso que oye. Pero no estamos orando de acuerdo con el protocolo del Cielo. Si queremos realmente agradar al Señor y mostrarle respeto, tenemos que respetar su protocolo.

El tercer hecho importante sobre el Espíritu Santo es lo que indica su nombre: Él es Santo. Este es su título fundamental: Espíritu Santo. En Hebreos, es el Espíritu de Santidad. Él tiene otros muchos títulos: por ejemplo, Espíritu de Gracia, Espíritu de Verdad, Espíritu de Poder, etc. Pero son todos secundarios. Su nombre y título principal es Espíritu Santo. Todo lo que es impuro no procede del Espíritu Santo.

La Escritura también habla de la belleza de la santidad. Hay una belleza en la santidad cuando ésta procede del Espíritu Santo. No es necesariamente externa. Puede ser una belleza interior. Por ejemplo, en 1ª Pedro 3:4, Pedro habla del hombre interior del corazón, y del ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Esa no es una belleza externa. Es una belleza interior que proviene del Espíritu Santo.

Con todo, me gustaría decir, con todo el énfasis posible: Todo lo que es impuro o feo no procede del Espíritu Santo.

 

Voy a presentar una lista de 12 adjetivos que pienso no pueden ser aplicados al Espíritu Santo y que no tienen nada que ver con aquello que es producto del Espíritu Santo. Al leer la lista, le sugiero que confirme mentalmente y vea si concuerda conmigo. A continuación, entonces, la lista de las palabras que nunca podrían aplicarse al Espíritu Santo:

Auto-exaltado auto-afirmado

vulgar rudo

fingido indecente

insensible obtuso

necio irreverente

degradado degradante

Si Dios lo confirma y me da vida, tengo el deseo de escribir un libro para el cual ya tengo el título: “La Santidad no es Opcional”. Sólo Dios sabe si conseguiré algún día escribirlo, pero me gustaría decir que el título declara la verdad exacta.

En la vida cristiana, la santidad no es opcional. Muchos cristianos parecen pensar que la santidad es como un accesorio de lujo de un automóvil, como un tapizado de cuero en vez del original de plástico.

Pero no es verdad. La santidad es una parte esencial de la salvación. En Hebreos 12:14, el autor dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. ¿Qué salvación tenemos que no nos lleve a ver al Señor? Pero sin santidad, nadie verá al Señor.

En nuestro cristianismo occidental contemporáneo, tenemos un cuadro muy incompleto de la salvación: “Si soy salvo y nazco de nuevo y después si quiero proseguir hacia la santidad, es posible – pero es una opción”. Quiero decirle que nuestra salvación tiene que ver con ser santos. Y la santidad proviene solamente del Espíritu Santo.

Hay muchas características de supuestos movimientos del Espíritu Santo que yo podría señalar como ejemplos de cosas que no son santas. Pero voy a indicar solamente una: el comportamiento animal en seres humanos atribuido al Espíritu Santo. Hay muchos ejemplos de esto, algunos de los cuales comprobé personalmente y otros me fueron relatados.

Primero, no conozco ningún pasaje de la Escritura en que el Espíritu lleve a un ser humano a comportarse como un animal. Tenemos el ejemplo de Balaam, pero ese es un fuerte contraste. Dios llevó a la asna de Balaam a hablar como un hombre – ¡pero nunca llevó a Balaam a rebuznar como un burro!

Hubo un hombre a quien Dios llevó a comportarse como un animal: Nabucodonosor. “Y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves” (Daniel 4:33). Pero este fue el juicio de Dios, ¡no su bendición!

Apocalipsis 4:6–8 retrata a cuatro seres vivientes que rodeaban el trono de Dios. Tres se encuentran allí como representantes del reino ‘animal’: un león, un becerro y un águila. Pero ninguno de ellos hace ruidos que expresen su naturaleza ‘animal’. Todos ellos igualmente proclaman la santidad de Dios en un hablar puro y maravilloso.

Es importante comprender que hay un orden en la creación de Dios. El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios para ejercer autoridad sobre el reino animal (Génesis 1:26). De hecho, el hombre es la clase más elevada de la creación descrita en los versículos iniciales de Génesis.

Esto tiene que ver con la forma como el Espíritu Santo nos bendice. Él exalta a aquellos a quienes bendice. A veces, lleva a un animal a actuar como un ser humano. Pero nunca degrada a un ser humano, llevándolo a actuar como un animal.

Tengo alguna experiencia en esta área porque en África encontré muchas veces espíritus animales. Recuerdo especialmente un culto de liberación realizado en Zambia con la presencia de cerca de 7.000 africanos.

Cuando terminé de enseñar y comencé a ordenar a los espíritus malos que se manifestasen y saliesen de las personas, se reveló todo género de espíritus animales. Cuando digo “espíritus animales” me estoy refiriendo a espíritus malos, demoníacos, que entran en los seres humanos y los llevan a comportarse como animales.

La primera cosa que sucedió fue que un hombre con un “espíritu de león” intentó atacarme. Pero alguien lo hizo tropezar y él no me alcanzó.

Es necesario comprender que la razón de por qué estos africanos en esta parte de África poseen tantos espíritus animales se debe al hecho de que muchos de ellos son cazadores de animales.

Ellos tienen esta superstición de que para ser exitosos en la caza de un determinado animal, deben tener en sí el espíritu de aquel animal. Así, un hombre tiende a adquirir el espíritu del animal que procura cazar. Por ejemplo, el hombre que va a cazar un león, adquiere un espíritu de león.

Hay muchos otros. Lidiamos con espíritus de jabalís salvajes que llevaban a las personas a osar en la tierra con la nariz como un jabalí en busca de alimentos. Hay también muchos espíritus de serpientes. Se manifiestan generalmente en las mujeres, y cuando esto sucede, las mujeres se arrastran de barriga en el piso como las serpientes. Todo esto lo vi personalmente.

Hay otro espíritu cuya acción no vi personalmente, pero oí el relato de un matrimonio de misioneros que organizó una reunión. Más tarde, conocí a la señora involucrada. Era una cristiana muy amorosa –una profesora– pero el marido era cazador de elefantes.

Cuando se dirigió al matrimonio de misioneros para ser liberados, ellos ordenaron al espíritu de elefante que saliese. Inmediatamente, ella se puso sobre sus cuatro extremidades y gateó a través de la puerta abierta, recostó la cabeza en un pequeño árbol y comenzó a intentar derribarlo. ¿No es extraordinario?

Tal vez algunos de nosotros bien intencionados cristianos occidentales dirían: “Nuestra hermana está derribando árboles para Jesús”, pero la explicación no era esa. El espíritu de elefante en ella es la que la llevaba a hacer lo que normalmente hacen los elefantes, que es derribar los árboles con la cabeza. Así que ella fue libertada de ese espíritu, y dejó de sentirse impulsada a derribar árboles con la cabeza.

En Occidente, tenemos a veces la tendencia a hablar de las personas de África de forma un tanto despectiva y considerarnos nosotros más civilizados que ellas. Con todo, pienso que en este campo de los espíritus malos, somos nosotros, en Occidente, los incultos y los africanos los civilizados.

Durante generaciones vivieron con tales espíritus, y mientras el Evangelio no surgió con el poder del nombre de Jesús y la Palabra de Dios, no tenían posibilidad de enfrentarlos. ¡Gracias a Dios que muchos de ellos saben ahora cómo enfrentarlos!

Otro ejemplo, del cual tengo innumerables informaciones, son las personas que se comportan como perros. Soy un apasionado por los perros, pero pienso que ellos deben quedar en su debido lugar. No creo que el Espíritu Santo jamás lleve a alguien a ladrar o a saltar como un perro.

En este punto Prince se refiere específicamente a algo determinado. UN algo que en su momento acaparó la atención siempre expectante de muchos cristianos ansiosos de manifestaciones nuevas y, por ende, pasibles a recibir engaño.

Siempre que ocurren tales manifestaciones de espíritus animales, hay ciertos pasos que necesitamos seguir. No podemos tolerar o alentar tales manifestaciones, ni podemos esconder la cabeza en la arena y fingir que nada sucedió. En Mateo 12:33, Jesús nos instruyó: “O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol”.

Siempre que hay un fruto malo, proviene de un árbol malo. No basta librarnos del fruto malo. Tenemos también que derribar el árbol malo que lo produjo. Si no lo hacemos, el árbol malo continuará produciendo fruto malo.

No hay duda de que el árbol que produce un comportamiento animal de este tipo es alguna forma de práctica oculta o pagana. Por ejemplo, hay frecuentes manifestaciones de comportamiento animal en algunas partes de África o de la India.

Para cortar el árbol es necesario que los líderes responsables identifiquen el problema, lo confiesen como pecado y se arrepientan de él. En ningún lugar de la Biblia hay base para suponer que Dios perdone los pecados que no estuviéremos dispuestos a confesar.

Alguien dice: “La confesión debe ser tan amplia como la transgresión”. Si los líderes han tolerado estas cosas en presencia de su rebaño, entonces en presencia del rebaño deben confesarlas como pecado y acabar con ellas. En caso contrario, si el árbol malo no es cortado, continuará produciendo malos frutos.

Para terminar, me gustaría presentar una pequeña “parábola” de mi autoría, que habla de mi relación con mi mujer. En esta parábola, mi mujer representa al Espíritu Santo y yo represento a Dios. Por favor, comprenda que esto no pasa de ser una simple parábola y que tengo plena conciencia de que el Espíritu Santo no es la esposa de Dios. Con esas precauciones, voy a contar la parábola.

Un amigo me viene a ver y dice: “Ayer en la noche, vi a su mujer en el púlpito, y ella se veía tan hermosa, tan rejuvenecida, tan llena del Espíritu Santo”. Yo respondo: “Gracias. Ella es así”. Después, un poco más tarde, el mismo se aproxima y dice: “Sabe, ayer vi a su esposa en un bar bebiendo con un hombre”.

Yo respondo: “¡Esa no es mi mujer! Mi mujer es una mujer pura y santa. Ella no entra en bares y no bebe con extraños. Ayer, mi mujer estuvo conmigo todo el tiempo. ¡No hable esas cosas de ella!”.

Poco después, él se acerca y dice: “¿Sabe? Ayer vi a su esposa en la playa tomando un baño de sol en topless”. Ahí me pongo muy enojado y le respondo: “Ayer, mi esposa no estuvo ni cerca de la playa y ella nunca se expondría de esa forma.

Si quiere seguir siendo mi amigo, precisa reconocer que esa mujer liviana e inmoral que vio no es mi mujer, porque eso es un insulto tanto para ella como para mí. Si quiere seguir siendo mi amigo, va a tener que cambiar la forma como habla de mi mujer”.

La aplicación, lógicamente, es esta: Si queremos continuar siendo amigos de Dios, no podemos atrevernos a identificar a su Espíritu Santo con algo que sea liviano, inmoral, feo o impuro, porque eso irrita a Dios fuertemente.

Llegamos a la última Escritura, que se encuentra en Mateo 12:31–32, donde Jesús dice: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”.

Esta es una alerta muy solemne y amedrentadora. Fuimos advertidos por el propio Jesús para ser extremadamente cautelosos en cuanto a la forma como hablamos del Espíritu Santo, en cuanto al modo como lo representamos.

Jesús usa la palabra blasfemia y decidí buscarla en el léxico griego. El significado principal de blasfemar es este: “Hablar livianamente o equivocadamente de cosas sagradas”. Así, cuando hablamos livianamente o erradamente sobre el Espíritu Santo o distorsionamos su carácter, por definición estamos próximos a la blasfemia.

Si usted ya hizo o estuvo cerca de hacer así, o estuvo asociado a personas que hacían de esa forma, me gustaría darle un consejo sincero: Usted necesita arrepentirse. Necesita resolver de una vez por todas esa cuestión con Dios y nunca hacerse culpable de desvirtuar al Espíritu Santo de Dios. Porque el Espíritu Santo es santo y él es Dios.

 

CAPÍTULO 2

TERRENAL, ANIMAL, DIABÓLICO

“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1ª Tes. 5:23-24).

En el primer capítulo, intenté analizar lo que considero es un problema. En esta segunda parte, quiero verificar, en términos escriturales, cómo surge este problema. Esto es muy importante, porque el problema continúa manifestándose.

Voy a dar cinco ejemplos de cómo el mismo problema ha surgido en los últimos cincuenta años dentro del movimiento carismático. Pienso que si conseguimos analizar el problema, el paso siguiente es evitarlo. Así, espero que todo cuanto tengo que decir sea totalmente práctico.

Comprendiendo la personalidad humana

Quiero hablar ahora sobre la personalidad humana en su totalidad y, especialmente, sobre dos de sus elementos. Si no nos comprendemos a nosotros mismos y el modo cómo estamos constituidos, enfrentaremos un gran problema.

La personalidad humana total es revelada en el versículo citado más arriba: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible”. Por tanto, por completo, significa nuestro espíritu, alma y cuerpo.

Hace muy bien Derek en conceptuar esto porque en muchos círculos autodenominados cristianos, no se tiene muy en claro por una sencilla razón: se sienten capacitados para ministrar sentidos y sentimiento (cuerpo y alma) pero son incapaces de hacerlo con el espíritu.

En Génesis 1 dice que Dios decidió crear al hombre a su imagen y semejanza (v. 26). A su imagen se refiere a su apariencia externa. Hay algo en la apariencia externa del hombre que refleja la apariencia externa de Dios.

Digámoslo de otra forma: Fue apropiado que el Hijo de Dios se manifestase en la forma de un ser humano masculino. No podía haber aparecido en forma de un buey o de un becerro, porque, en cierto sentido, el hombre representa la imagen o la apariencia externa de Dios. “Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios…” (1 Corintios 11:7).

Esto no debe entenderse como un Dios machista y representado por el sexo masculino. Se trata de comprender que la imagen de Dios tiene como connotación principal algunas características masculinas: fuerza, valentía, capacidad para la guerra.

Semejanza representa la estructura interna de la Divinidad. La estructura de la Divinidad es Trina: Padre, Hijo y Espíritu. En esta semejanza, el hombre fue creado como un ser trino – espíritu, alma y cuerpo.

Así, de manera singular, el hombre representa a Dios junto a la creación sobre la cual Dios lo puso como señor: en su apariencia exterior y en su constitución interior. No vamos a hablar de la apariencia exterior, sino de la estructura interior de la personalidad humana, que es triple: espíritu, alma y cuerpo.

Esto deja en claro una vez más que a Dios le interesa muy poco lo que se muestra. Mucho más le interesa lo que se es. Los hombres, en su afán de crecer personalmente en las diferentes organizaciones, se han preocupado demasiado en los aspectos externos, pero eso no le hace. Dios sigue pensando de la misma forma.

Volviendo al relato de la creación, podemos detectar el origen de cada uno. El espíritu vino del soplo de Dios. Cuando Dios sopló en la nariz de Adán, eso produjo espíritu en Adán. Incidentalmente, las palabras usadas para espíritu y soplo son las mismas tanto en hebreo como en griego.

El cuerpo fue barro al que se infundió vida divina. El alma surgió a través de la unión entre espíritu y cuerpo. El alma es la parte de difícil comprensión. Es el ego individual, singular – aquello en cada uno de nosotros que puede decir “yo deseo” o “yo quiero”.

Atención con esto porque evaluará la calidad y la cualidad de tu oración. Cuando oras, ¿Le pides al Señor aquello que deseas o aquello que quieres? Sería lo lógico, lo normal y lo que mayormente hacen todos, ¿No es así? Sin embargo no estás orando con el espíritu, estás orando con el alma. Y Dios te hizo con un alma, pero no se mueve por ella.

En general, es definida como constituida de voluntad, emociones e intelecto. Así, de modo muy simple, estos están representados en las tres declaraciones verbales: “Quiero”, “Siento”, “Pienso”. Esta es la naturaleza del alma.

Quien está separado de Dios por el pecado es dominado por su alma. Si nos diéramos el trabajo de analizar, veríamos que la vida y las acciones del hombre natural son controladas por estas tres cosas: “Quiero”, “Siento”, “Pienso”.

“¡Pastor! Escúcheme un momento. Yo QUIERO que usted tenga en cuenta mi opinión respecto al funcionamiento de la iglesia. Yo PIENSO que nos faltan muchas cosas, SIENTO que Dios espera mucho más de nosotros…” Este es un lindo discurso, pero es pura alma.

Consideremos ahora lo que sucedió a Adán y Eva a causa del pecado. Primero, el espíritu murió. En Génesis 2:17, Dios dice a Adán: “El día que de él comieres, ciertamente morirás”. Durante más de 900 años Adán no murió físicamente, pero murió espiritualmente en el momento que desobedeció a Dios.

Por allí todavía andan muchos cavernícolas que, apoyados en esa escritura, amenazan de muerte, pero de muerte física, de parte de Dios, claro, a todos los que estén en pecado. Y alguno no resistirá la tentación de agregarle a eso que es un gran pecado desobedecerle a él…Siempre se habló de muerte espiritual. A Dios no le interesa la física. A ti te interesa.

Al mismo tiempo, el alma de Adán se tornó rebelde. Necesitamos recordar que cada descendiente de Adán, hombre o mujer, tiene en sí mismo la naturaleza rebelde. Este es nuestro mayor problema. Por esta razón, no basta sólo que nuestros pecados nos sean perdonados, aunque eso sea maravilloso. Lo rebelde tiene que ser muerto y eso forma parte de la provisión del Evangelio.

Analicemos dos pasajes en Efesios que tratan de estas dos condiciones: la muerte del espíritu y la rebelión del alma. En Efesios 2:1-3, hablando a los creyentes vivificados en Cristo, Pablo dice: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”.

Este es un cuadro de toda la raza humana en rebelión contra Dios y, por causa de la rebelión, muerta en transgresiones y pecados. Ese es el resultado del pecado. El espíritu muere; el alma se torna rebelde, en rebelión contra su Creador.

¿Qué sucede con el cuerpo? Se torna lo que la Biblia llama corruptible. Eso significa que queda sujeto a la enfermedad, al envejecimiento, en fin, a la muerte. Pero, como ya destaqué, la muerte de Adán no ocurrió físicamente durante más de 900 años.

La muerte que Adán experimentó cuando desobedeció a Dios fue probablemente lo que la Biblia llamaría “la primera muerte”. Después, el Nuevo Testamento habla de “la segunda muerte” (Apocalipsis. 20:6, 14), que creo que es la separación de Dios, final y eterna, del espíritu y el alma rebeldes.

Esto va a servirte para evaluar la condición de aquel que por algún motivo se retira de la congregación. Si su alma toma el mando y comienza a caminar en corrupción física y moral, se ha ido del evangelio. Pero si sigue íntegro y fuerte, aunque no vaya a sentarse a tu lado cada domingo, ni te atrevas a juzgarlo como a alguien fuera del cuerpo…

De la rebelión a la salvación

Entonces, ¿Qué sucede cuando somos salvos? ¿Qué pasa con nuestro espíritu? Es vivificado. Volvemos a vivir en cuanto al espíritu, en Cristo. Leamos Efesios 2:4-6: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.”

Así, Dios nos vivificó. Pero eso no es todo. No tenemos tiempo para entrar en detalles, pero él también nos resucitó y después nos entronizó. Todo eso se encuentra en el pasado. Así, si pudiésemos aceptar esto, espiritualmente estamos sentados con Cristo en el trono. Pero el aspecto que quiero enfatizar ahora es: ¡Fuimos vivificados!

Por ese motivo es que cuando tú te conviertes, durante unos meses, le predicas el evangelio hasta las piedras. Luego, tu alma comienza a reaccionar de ese “shock” y empieza a pelearte la buena batalla. Porque más que con Satanás y sus demonios, tu gran batalla diaria es contra tu propia carne.

El alma es reconciliada con Dios a través del arrepentimiento. Es muy importante enfatizar el arrepentimiento. Un rebelde no puede ser reconciliado con Dios mientras permanezca rebelde. Así, una de las cosas implícitas en la salvación es el hecho de librarnos de nuestra rebelión.

Muchos que afirman haber nacido de nuevo y ser salvos, de hecho nunca han renunciado a su rebelión. Poseen una forma exterior de cristianismo, sin la realidad interior. “Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos. 5:1).

Cierto total. Sólo que quizás por misericordia o prudencia, Prince no agrega algo que resulta implícito. Esa gente que está en esas condiciones, supone que porque ha sido aceptado en una congregación cristiana, ya está salva. La Biblia nos dice otra cosa, y alguien deberá acercarse, por amor, y decírselos aunque lo agredan.

Estuvimos en guerra contra Dios. Ahora fuimos justificados por la fe – tenemos paz con Dios. Después, en el versículo 11, encontramos: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación”. Estuvimos en guerra contra Dios; ahora fuimos reconciliados.

Entonces ¿qué sucede con el cuerpo por medio de la salvación? Se torna un templo del Espíritu Santo. Considero esto importantísimo. Muchos creyentes no perciben que nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo y que tenemos que tratarlos con reverencia.

Una de las acepciones gramaticales de la palabra Reverencia, es: “Respeto o veneración que tiene alguien a otra persona”. Fíjate que en este caso, no hay otra persona, sino que somos nosotros mismos.

He hallado dentro de muchas congregaciones a gente muy devaluada, acomplejada y creyendo que son lo peor e lo peor. Todo bajo un dudoso barniz de humildad. Gente así es imposible que respete su propio cuerpo. Suficiente para desobedecer el mandamiento.

En 1ª Corintios 6:19-20, Pablo comienza diciendo: “¿No sabéis?”, una frase que usa por lo menos media docena de veces. Mi observación es que siempre que él dice “¿No sabéis?”, la mayoría de los cristianos no saben.

Otra vez muy cierto. A mí me quedará la duda en forma de pregunta: ¿Por qué razón esos cristianos no lo saben? El texto de Pablo habla de que nadie se los enseñó. Pero resulta ser que hoy tenemos seminarios, institutos, escuelas bíblicas. Sin embargo, la acotación es exactamente igual. Es más lo que los cristianos ignoran que lo que saben.

Por una parte, creo que hay en nosotros una excesiva tendencia a la comodidad. Lo veo ministerialmente. Por cada persona que me hace un comentario sobre algo que ha leído, hay cien que me comentan algo que han oído. Comodidad y costumbre tradicional.

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1ª Corintios 6:19–20).

Resumamos lo que sucede en la salvación: Nuestro espíritu es vivificado; nuestra alma es reconciliada con Dios; y nuestro cuerpo es transformado en templo del Espíritu Santo y también queda calificado para la primera resurrección.

En Filipenses 3:10–11, Pablo dice que nuestro cuerpo se tornó calificado para la primera resurrección, y que esta es la meta de su vida cristiana: “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos”. La palabra usada para resurrección no se refiere a la resurrección final y completa, sino a la resurrección que es sólo de los verdaderos creyentes.

¡Un momento! ¿Está diciendo este siervo que hay dos clases de resurrecciones? Correcto. Hay una que tiene que ver con todo el planeta humano. Hay otra que tiene que ver con los hijos de Dios adoptados por Jesucristo.

Entonces, ¿Cuáles son las funciones de estos tres elementos? Primero, el espíritu. El espíritu puede mantener comunión directa con Dios y adorarlo. Es la parte del hombre que se originó en Dios y puede volver a Dios en comunión y adoración.

Esto es lo que Pablo afirma en 1ª Corintios 6:17, un versículo muy importante: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”. En mi opinión, sería totalmente incorrecto decir “un alma”. Es “un espíritu”. (Además, tanto en Génesis como en Eclesiastés, dice que el que vuelve a Dios cuando morimos, es el espíritu; no el alma.)

Si observa el contexto de esta frase, verá que Pablo está hablando de un hombre que se une a una ramera y que esto es una unión física, pero él se está refiriendo a una unión espiritual. Visto de esta forma, se torna claro que es una unión muy real. Pero es sólo el espíritu que se puede unir a Dios. El alma no puede, tampoco el cuerpo. Por causa de eso, el espíritu, y sólo él es capaz de verdadera adoración.

Si esto no destroza la antigua “vaca sagrada” del emocionalismo o la expresión física a la hora de la alabanza y la adoración, no sé que te estoy diciendo. Director de alabanza: no se trata de hacer brincar, batir palmas o emocionarse y llorar; se trata de adorar en espíritu y en verdad. Y eso es solamente interno.

En Juan 4:23-24, Jesús dice: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. (Para mí, esto es una declaración impresionante. Dios Todopoderoso, que creó el universo, está buscando personas que le adoren. Y después dice): Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”

El espíritu es el elemento en nosotros capaz de adoración. El alma es capaz de alabar y de acciones de gracias; pero sólo el espíritu puede ofrecer a Dios la adoración aceptable.

¿Y el alma? ¿Qué sucede con ella? El alma es el elemento que toma las decisiones y, a través de la regeneración, ella es capaz de tomar las decisiones correctas. David dice en el Salmo 103: “Bendice, alma mía, al Señor”. Él estaba hablando con su alma.

¿Qué parte de él estaba hablando con su alma? ¡Su espíritu! Su espíritu sentía la necesidad de bendecir al Señor, pero sólo su espíritu podía hacerlo cuando su alma activase el cuerpo. Así, en esta creación actual, el espíritu se mueve sobre el cuerpo a través del alma.

Usando un ejemplo tosco, pienso que el alma es como la palanca de cambios de un automóvil. Nos sentamos al volante, ponemos a funcionar el motor, pero para que el automóvil se mueva, tenemos que usar la palanca de cambios. Esa palanca es el alma. El espíritu está presente, pero sin el alma no consigue mover el auto.

Mi propósito en todo esto es llegar al punto en que podamos distinguir entre espíritu y alma, pero esto no es fácil. De hecho, hay sólo una forma de lograrlo con eficacia y la encontramos en Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.

Note la expresión “hasta”. La Palabra de Dios es el único instrumento suficientemente sensible y afilado para penetrar, dividir alma y espíritu. No existe otra manera para comprender las diferentes funciones del alma y del espíritu y la relación entre ellos, a no ser por la Palabra de Dios.

No podemos confiar en nuestra comprensión o en nuestros sentimientos. El único discernidor confiable es la Palabra de Dios. Pero para utilizarla como discernidor, son necesarias dos condiciones.

Y por ese motivo es que una gran mayoría de cristianos aceptan con mayor facilidad un mensaje humanista, filosófico o intelectual que proviene del alma del predicador, que una palabra Rema, fuerte, ungida y liberadora que emana del Espíritu Santo de Dios.

Ellas se encuentran en Hebreos 5:13-14, donde el autor habla de la diferencia entre cristianos maduros e inmaduros. “Y todo aquel que participa de la leche, es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño (Los que sólo se alimentan de leche todavía son bebés. Después prosigue); pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.

En otras palabras, el discernimiento no es algo automático. Viene solamente por la práctica y sólo cuando recibimos todo el consejo de Dios a través de su Palabra. Si vivimos como bebés a base de leche, no tendremos la capacidad de discernir. Si crecemos a pesar de eso, continuaremos sin poder discernir, a menos que nos ejercitemos.

Me gustaría desafiarlo a preguntarse: ¿Está practicando el discernimiento? De mí mismo, puedo decirle que, en cierta medida, practico el discernimiento. Cuando entro en una determinada situación, pongo en funcionamiento mis “antenas espirituales” y pregunto:

¿Cuáles son las fuerzas espirituales que están en acción en esta situación? Cuando escucho una predicación no oigo sólo las palabras, sino que procuro discernir el espíritu que acompaña a las palabras.

Pero eso sólo viene con la práctica. Si vivimos de modo descuidado, no adquirimos la capacidad de discernir. Creo que necesitamos practicar el discernimiento en cada situación. Creo que el discernimiento debe ser una parte tan rutinaria en nuestra vida espiritual como la oración. En caso contrario, tendremos problemas.

Totalmente de acuerdo Derek; ya tenemos de esa clase de problemas. Si los cristianos en mayoría tuviéramos el discernimiento mínimo necesario, no hubieran progresado tanto dentro de nuestras organizaciones tantos verdaderos delincuentes espirituales.

Discerniendo entre alma y espíritu

 

Ahora me gustaría hablar de la diferencia entre lo espiritual y lo almático (es decir, del alma), que ilustraré en el siguiente cuadro.

Idioma Sustantivo Adjetivo

Griego pneuma pneumatikós

Español espíritu espiritual

Griego psique psiquikós

Español alma almático

Para comprender este cuadro, tenemos que ir más allá de la traducción. Voy a intentar explicar. En el cuadro, tenemos el griego y después el español. Tenemos el sustantivo y después el adjetivo. Al verlos en conjunto la relación es obvia.

La palabra griega para espíritu es ‘pneuma’, de donde obtenemos en español ‘pneumático’ – o sea algo que funciona con aire. Esto es porque ‘pneuma’ significa ‘soplo’, ‘viento’ y ‘espíritu’. Ahora, el adjetivo de ‘pneuma’ es ‘pneumatikós’. ¿Cómo se traduce al español? Sabemos que ‘pneuma’ es ‘espíritu’. Obviamente, el adjetivo español de ‘pneuma’ es espiritual. No hay otra opción.

Esto explica coherentemente por qué Jesús sopla para transmitirles a sus discípulos el Espíritu Santo. Por eso esa modalidad sigue siendo implementada por muchos actualmente. Por eso, – también – el enemigo lo ha pervertido y usado para su beneficio en muchas ocasiones.

Ahora llegamos a la palabra griega para ‘alma’, y aquí enfrentamos un problema: el término griego para alma es ‘psique’, que da origen a un gran número de palabras como psicológico, psiquiatra, o psicosomático.

Pues bien, tenemos ‘psique’ y el adjetivo es ‘psiquikós’. No hay duda en cuanto a la traducción del sustantivo – es ‘alma’. ¿Pero el adjetivo? El problema es que en inglés y en español no existe una palabra adecuada. La mejor aproximación en español es ‘almático’. A pesar de no existir esta palabra en español, necesitamos usarla para traducir correctamente la Biblia.

Hasta donde yo sé, en alemán, en holandés, en danés, en el sueco y en el noruego – en todos estos idiomas existe una palabra para ‘almático”. Pero el inglés y el español carecen de la palabra necesaria para transmitir esta distinción tan importante.

Derek Prince es la primera persona que he conocido que se ha tomado un tiempo para explicar y enseñar esto. Muchos, como yo, usábamos sin pudores la palabra “almático”, pero al igual que lo debe haber vivido él, éramos censurados por los inteligentes e intelectuales hermanitos que nos aseguraban que esa palabra no existía.

Ahora voy a analizar todos los pasajes del Nuevo Testamento donde la palabra ‘psiquikós’ o ‘almático’ es usada, e intentaré mostrar la diferencia entre espiritual y almático.

Primero, veremos tres casos donde la palabra ‘almático’ se refiere al cuerpo físico, lo que es tal vez un poco difícil de comprender. Analicé cinco traducciones y descubrí varias palabras diferentes usadas en diferentes versiones para traducir este término ‘psiquikós’.

La versión original King James usa ‘natural’ o ‘sensual’. La New King James también usa ‘natural’ o ‘sensual’, pero en las notas al margen usa ‘mundano’. La New American Standard usa ‘natural’ y en las notas al margen ‘no espiritual’ y ‘de mente mundana’.

La New International Versión esa ‘sin el espíritu’, ‘natural’, ‘no-espiritual’ y después usa la expresión ‘siguen su instinto natural’. Vemos entonces que, si no vamos más allá de la traducción, no conseguiremos captar esta diferencia vital entre lo que es espiritual y lo que es del alma.

Veamos los tres casos donde la palabra almático se refiere al cuerpo, en 1ª Corintios 15:44 (dos veces) y 46. Nunca oí a alguien discutir este asunto, pero voy a decir lo que pienso y usted puede aceptarlo o rechazarlo.

Pero es un asunto relevante, porque Pablo dice en 1ª Corintios 15:44, refiriéndose a la resurrección: “Se siembra cuerpo animal (es decir, almático), resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal (almático), y hay cuerpo espiritual”. Note que hay siempre el contraste entre lo almático y lo espiritual. Hay un cuerpo almático y un cuerpo espiritual.

Después, en el versículo 46, Pablo dice: “Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal (almático); luego lo espiritual”. Entonces, nuestro cuerpo actual es almático; nuestro cuerpo resucitado será espiritual.

Comprendo que eso significa que no necesitaremos más de la ‘palanca de cambios’. Nuestro espíritu simplemente decidirá dónde ir, qué decir, qué hacer, y ¡Eso sucederá! Será un cuerpo controlado por el espíritu.

En Ezequiel 1 tenemos la descripción de algunas criaturas que pueden ser representadas como teniendo cuerpos espirituales. Para mí eso es maravilloso, porque en la resurrección tendremos un cuerpo como el de Jesús. Simplemente iremos donde queramos.

No habrá problemas con el alma. En Ezequiel 1:12, hablando de los querubines, dice: “Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían”. Ellos tenían cuerpos espirituales: iban para donde el espíritu quería ir.

Por lo tanto, he aquí mi interpretación. Un cuerpo espiritual es un cuerpo directamente motivado y controlado por el espíritu. Es como un auto en que encendemos el motor y él va para donde queremos ir, a cualquier velocidad. No tenemos que preocuparnos de la palanca de cambios.

Esos son los tres casos donde la palabra psíquicos es usada en relación al cuerpo. Ninguna traducción inglesa (o española) que yo conozca usa la palabra ‘almático’. Consecuentemente, la diferencia queda oscurecida.

Veamos ahora otros pasajes donde se usa la palabra ‘psiquikós’. Llegamos ahora a un punto en que hay un claro conflicto entre lo almático y lo espiritual. 1ª Corintios 2:14-15: “Pero el hombre natural (aquí es el hombre almático) no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie”.

Así, el hombre almático no está en armonía con el Espíritu. Él no puede recibir las cosas del Espíritu, no puede comprenderlas. Podemos hablar a los intelectos más altamente educados y no tendrán capacidad alguna para comprender las cosas del Espíritu, porque están funcionando en la esfera del alma. Esto es importante porque muestra que, en cierto sentido, hay una oposición entre lo espiritual y lo almático.

Pasemos ahora a la epístola de Judas, versículo 19, que es un texto revelador. Hablando de las personas que provocan problemas en la iglesia, la New King James dice: “Son personas sensuales, que causan divisiones y no tienen el Espíritu” (con E mayúscula). Pero obviamente, forman parte de la iglesia, porque provocan división. Entonces, tenemos en la iglesia tanto a los que son espirituales como a los que son almáticos.

No solamente hay problemas entre el alma y el espíritu. Los hay también entre los que se adhieren a una cosa y a la otra. He visto muy pocas veces marginar o separar a alguien por demasiado almático. Si he visto, en cambio, y en muchas ocasiones, dejar a alguien de lado adentro de una iglesia por ser demasiado…espiritual.

De lo terrenal a lo almático y demoníaco

El pasaje más significativo de todos es Santiago 3:15, que analizaré más detalladamente. Hablando de un cierto tipo de sabiduría, Santiago dice: “Porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica”.

Hasta aquí, usted ya ha comprendido que ‘animal’ es ‘almático’. Entonces, hay un tipo de sabiduría que es almática. Y hay una gradación descendente en tres fases: primero, terrenal; después, almática; tercero, diabólico.

Creo que esta es la principal forma por la cual los demonios penetran en la obra de Dios, en el pueblo de Dios, en la iglesia de Dios. Es a través de este tránsito de lo terrenal a lo almático y a lo diabólico.

Por favor; presta suma atención a este punto. Hazlo porque quizás algún día serás uno de los que se rasgue las vestiduras por el estado de la iglesia. Ahora es el tiempo de cambiar su mecánica. Si se le saca lo almático, quizás todavía pueda acceder lo espiritual.

Consideremos lo que todo esto implica. ¿Qué significa ser terrenal? Para un cristiano, creo que significa que nuestra visión está completamente limitada a esta tierra. No conseguimos ver más allá de esta tierra. Todo lo que esperamos de Dios a través de la salvación son cosas que pertenecen a esta vida: prosperidad, sanidad, éxito, poder – ¿Qué más? Creo que todo eso es almático.

Es el momento para acotar algo que tiene que ver con algo que le ha hecho mucho daño a la iglesia. El hombre, en su estado almático, espera que Dios le solucione y le arregle todos sus desaguisados en estas áreas mencionadas. Ahora bien; ¿A nadie se le ha ocurrido preguntar qué cosa es la que Dios espera del hombre?

Voy a dar algunos ejemplos de personas que no eran terrenas. Encontramos una lista de ellas en Hebreos 11. De hecho, podemos resumir a los santos de Hebreos 11 como los que no eran almáticos, no eran terrenos. Veremos sólo dos ejemplos.

En Hebreos 11:9-10, hablando de Abraham, dice: “Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.

Abraham estaba en la tierra prometida, sabía que le había sido prometida, pero no la poseyó y nunca vivió en ella como si le perteneciese. Nunca compró una casa. Vivió siempre en una tienda, que es algo transitorio.

Note el contraste con Lot, que se separó de Abraham y volvió el rostro para Sodoma y se fue para allá. Cuando volvemos a oír hablar de Lot, ya no está sólo mirando hacia Sodoma. Ya está en Sodoma y vive en una casa – dejó de vivir en una tienda. Pienso que, en cierto sentido, Lot es una figura del hombre de Dios que es terrenal.

Pero Abraham tenía una visión que traspasaba el tiempo y penetraba en la eternidad. Él esperaba una ciudad que nunca vería, pero que sabía que un día sería su hogar. Pienso que es así que Dios espera que seamos como cristianos. En este mundo no estamos en casa. Cuando nos sentimos en casa en este mundo, nos tornamos almáticos.

Esta es la gran clave. No se trata de aislarnos del mundo, tal como lo pensaron, lo creyeron y lo ejecutaron muchos grupos cristianos ultra fundamentalistas. Se trata de no darle a este mundo más valor que el que tiene temporariamente para cada uno de nosotros.

Mi segundo ejemplo es Moisés, en Hebreos 11:27: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”. Me gustaría sugerir que esta es la clave para la firmeza.

Es mirar más allá del tiempo, más allá del nivel de esta vida, donde generalmente enfrentamos tiempos difíciles, muchas frustraciones, muchas decepciones. ¿Qué nos permite estar firmes? Una visión que nos transporta más allá del tiempo.

Así se abandona Babilonia, bajo este mismo principio. De otro modo, siempre estarás afuera, criticando lo de adentro y, al mismo tiempo, añorando sus entretenimientos multicolores. No has sido llamado a eso, hermano.

Hay muchos otros ejemplos. Esos dos –Abraham y Moisés– son sólo ejemplos de personas que no fueron terrenas. Tenemos después la notable afirmación de Pablo en 1ª Corintios 15:19, que haríamos bien en ponderar: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres”.

Esta es una afirmación extraordinaria. Si todo lo que nuestra fe cristiana nos ofrece son cosas de esta vida, somos dignos de lástima, somos miserables. Y tengo que decir que hay mucha enseñanza en la iglesia que sólo enfatiza lo que Dios hará por nosotros en esta vida. Tales personas generalmente se consideran prósperas y exitosas. Dios las considera dignas de lástima.

Detente un momento, por favor. Primero evalúa a quien lo dice. No puedes considerarlo ningún resentido, ¿Verdad? Luego extiende tu mirada por sobre lo que ha dicho y reflexiona: ¿Cuántos personajes considerados muy importantes por la iglesia tradicional, son apenas dignos de lástima delante del Señor?

Esta es una verdad muy básica. Los cristianos de generaciones anteriores –hasta la Primera Guerra Mundial– tenían una conciencia básica de este hecho: el mundo no es nuestro hogar. Pero desde entonces, muchos cristianos perdieron esta percepción y viven como si realmente perteneciesen aquí. Nuestros pensamientos, ambiciones y planes están concentrados en las cosas del tiempo. Somos terrenos.

Cuando nos tornamos terrenos, ¿Cuál es el próximo peldaño hacia abajo? Almático. ¿Cuál es la esencia del alma? El ego. ¿Qué significa ser almático? Es ser egocéntrico, preocuparse sólo con el número uno – yo. La persona almática dice: “¿Qué gano con esto?”.

La persona espiritual dice: “¿Cómo puedo glorificar a Dios?”. Pienso que usted concordará –y espero no estar siendo cínico– que hay una abundancia de esta actitud almática en la iglesia actual.

Después, lo almático se abre a lo diabólico. Cuando entramos en el campo de lo almático, quedamos expuestos a lo diabólico. Creo que esto es, fundamentalmente, lo que permite que los demonios se infiltren en el pueblo de Dios, en la obra de Dios. Más adelante, presentaré cinco ejemplos de lo que ha sucedido en el siglo XX.

Antes de ver estos cinco ejemplos, veamos lo que es la iglesia hoy. No sólo almática, sino además, ministradora de almas. ¿Se habrá infiltrado algo diabólico en ella? ¡¡Hermano!! ¿Cómo va a decir eso? Prince lo dijo, yo apenas lo creo. Ah, y además suelo comprobarlo en algunas partes del mundo…

Consideremos por un instante dos ejemplos de personas del Antiguo Testamento que pasaron de lo terrenal a lo almático y de ahí a lo diabólico. Eran personas muy diferentes. La primera es Aarón.

Si leemos Éxodo 32, descubriremos algo que siempre me espanta. Aquí estaba el Sumo Sacerdote ungido y oficializado, construyendo un becerro de oro. Me gustaría analizar lo que dice en Éxodo 32:1-10.

En ese momento, Moisés se hallaba en el monte. Hacía cuarenta días que no lo veían: “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido”.

La frase más significativa es esta: “el varón que nos sacó de la tierra de Egipto”. Ellos habían perdido a Dios de vista. Se estaban concentrando en líderes humanos. Creo que, casi inevitablemente, eso conduce a la idolatría.

Si este no es un principio que se da de narices con lo que mayoritariamente se ha estado practicando en la iglesia de hoy, no sé que te estoy diciendo. Ahora ya sabes que cuando Dios dice que hay pecado en su iglesia, el nombre ya lo tienes muy claro: idolatría. Y no estamos hablando de estatuas, es obvio…

Cuando perdemos nuestra visión de Dios y nos concentramos en los siervos de Dios, estamos en gran peligro. Por eso: “Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.”

“Y viendo esto Aarón (esta es una descripción espantosa – cuando Aarón vio su propio becerro), edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová (Oh, Señor. Tengo dificultad para comprender cómo Aarón pudo hacer esto. Pero si Aarón lo hizo, entonces usted y yo también podemos hacerlo. No somos mejores que él. Probablemente, la mayoría de nosotros no llega a su altura). Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse”.

Esta es la esencia de la idolatría: divertirse. Cuando nuestra adoración se torna diversión, pasamos de lo espiritual a lo almático y, en último análisis, a lo diabólico. No quiero parecer crítico, pero tengo que decir que, según mi entendimiento, la mayoría de aquello que llamamos adoración en el movimiento carismático no es de ningún modo adoración.

Si Prince estuviera viviendo con nosotros, hoy, ya se habría dado cuenta que su legítima preocupación por no parecer crítico, no tenía razón de ser. Porque él no estaba siendo crítico, estaba reflejando una realidad que nadie me puede negar en este tiempo.

Frecuentemente, es muy egocéntrico: “Dios, sáname. Dios, bendíceme. Dios, hazme sentir bien. Dios, haz esto; Dios haz aquello”. Es egocéntrico; es almático. Sólo lo espiritual puede concentrarse directamente en Dios.

Mucha música que tenemos hoy en la iglesia apela al alma, estimula el alma. Es muy similar al tipo de música usada en el mundo para estimular el alma. No soy ningún experto en música. Canto desafinado.

Pero tengo una cierta sensibilidad al impacto de la música. Viví cinco años en África, y tengo conciencia de que ciertos temas y ritmos repetitivos pueden embotar nuestra sensibilidad. Si permanecemos el tiempo suficiente bajo su influencia, en especial cuando son tocados muy fuerte, perdemos la capacidad de discernimiento. Y en África, esos ritmos son usados para invocar a los demonios.

Decididamente claro. Prince aquí está hablando de algo que quizás hemos visto en innumerables ocasiones dentro de la iglesia en distintos ámbitos, pero no en la alabanza o la adoración. Al menos nadie se ha atrevido a decirlo antes. Se llama Manipulación Emotiva.

Lo que espanta en esta escena de idolatría de Israel es la completa diferencia entre la actitud del pueblo cuando Dios habló desde el cielo y su actitud dos meses después. Hubo un cambio impresionante.

En Éxodo 20, cuando tuvieron una revelación singular de Dios como ninguna otra nación jamás recibió, su respuesta fue temor y reverencia (Vea Éxodo 20:18-21). Con todo, en menos de dos meses, abandonaron esa actitud y llegaron al punto de querer un becerro de oro para adorar, porque no veían más a Dios, sino a Moisés como la persona que los sacó de Egipto.

Pablo habla de esto en 1ª Corintios 10:5-7. Hablando sobre las experiencias de Israel cuando salieron de Egipto, dice: “Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar.”

¿Qué sucedió? Sus necesidades físicas habían sido suplidas. Tenían los estómagos llenos, los cuerpos vestidos, ¿Qué más les faltaba? Un poco de diversión. Quedo muy preocupado cuando la adoración se transforma en una diversión. La diversión dice: “Entusiásmame. Alégrame. Extasíame”. Todo esto es para beneficio del alma. El espíritu queda excluido.

Haz una comprobación sencilla y muy fácil de cumplir sin pelearte con nadie ni comprometerte con nadie si no lo deseas. En un domingo de esos donde el culto de tu iglesia parece ser glorioso y tu regresas a tu domicilio casi caminando en las nubes, observa luego que sucede con tu vida en la semana.

Si en esa semana encuentras que tu relación con el Señor ha mejorado, que caminas con un grado de certeza y seguridad que antes no tenías, el culto fue glorioso nomás, y hay que darle gloria a Dios por ello. Pero si eres el mismo de la semana anterior, lo que pasó el domingo en el templo fue una expresión más de divertimento y entretenimiento para tu alma.

Mi segundo ejemplo de la transición de lo espiritual a lo almático, y de esto a lo diabólico es aún más aterrador. Lo encontramos en Levítico 9:23-10:2. Esto ocurre en un momento glorioso. El pueblo había hecho todo lo que Dios exigía en cuanto a los sacrificios y, cuando su obediencia fue completa, Dios envió su gloria y quemó el sacrificio puesto sobre el altar.

“Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo; y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo. Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros.

Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.”

¡El mismo fuego que consumió el sacrificio quemó a los adoradores! ¿Y qué es el “fuego extraño”? Comprendo que es fuego que no fue tomado del altar que Dios ordenó. ¿Y qué es el “fuego extraño” en nuestra experiencia? Diría que es la adoración en cualquier otro espíritu que no es el Espíritu Santo. Y el castigo era la muerte.

En Números 16:1-35 leemos sobre una rebelión contra Moisés en el desierto, cuando algunos de los líderes tomaron 250 incensarios, pusieron en ellos fuego y dijeron: “Somos tan buenos como Aarón. Tenemos el mismo derecho que él de ser sacerdotes”.

Y Moisés dijo: “Muy bien. Vamos a comprobar esa pretensión”. Y les mandó reunirse, con los incensarios llenos de fuego en las manos. Entonces, el fuego del Señor irrumpió y consumió a los 250 hombres. Para mí, la lección es esta: “Usted es responsable por el espíritu con que se acerca a Dios”.

¡Eso me aterroriza, hermano! ¡Es que yo estoy haciendo exactamente lo que me han enseñado! ¡No soy responsable delante de Dios! ¡Le debo sujeción a mi cobertura! – ¿Ah, sí? Ya te enterarás si eres o no responsable y cuanto te cubre esa “cobertura”.

Dime: esto va por mi cuenta pero reforzado por esto que estamos leyendo: ¿Tú no tienes una Biblia? ¿Y no la has leído? ¿Y no has orado pidiendo entendimiento y revelación? Entonces no tienes excusa. Tú ya sabes muy bien cuanto Dios y cuanto hombre hay en lo que haces.

No quiero decir que usted será consumido por el fuego, pues muchas veces los juicios de Dios son para servir de ejemplo. Pero vemos aquí el peligro de aproximarnos a Dios con lo que es llamado “fuego extraño”: cualquier espíritu que no sea el Espíritu Santo. Esto se ha tornado muy real para mí.

Volvamos a Hebreos y veamos la aplicación de esto en el Nuevo Testamento. Hebreos 12:28-29: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”.

Note la palabra “temor”. Me pregunto a mí mismo y a usted: “¿Cuánto temor encontramos hoy en la iglesia? ¿En cuantos cultos que frecuentamos hay un sentimiento de la presencia extraordinaria de Dios?”.

El verano pasado, cuando visitamos Gran Bretaña, encontré un pastor amigo que hizo este comentario: “Conozco personas que hablan de Dios como si él fuese alguien que hubiesen encontrado en el bar”.

Tenemos esta relación de “camarada” con Jesús. Él realmente nos invita a la comunión, pero nunca, nunca debemos perder nuestro sentido de temor. Pienso que esta es la raíz de los problemas que hemos hablado.

Ese fue siempre uno de mis factores de preocupación. No soy ni protocolar ni acartonado, y mucho menos solemne, pero cuando pienso en Dios y pese a que sé que me ama lo suficiente como para tenerme la misericordia que me tiene, no puedo verlo como a ese viejo amigo con el cual en otras épocas nos emborrachábamos de parranda. ¡Es Dios! Y hay una enorme diferencia entre su santidad y la mía. Temor no es miedo, es reverencia.

Pensemos nuevamente por un instante en los movimientos espirituales contemporáneos sobre los cuales hemos hablado. Es fácil creer que en algún momento en el principio haya habido un genuino y espontáneo mover del Espíritu Santo. Parte del resultado viene del Espíritu Santo, pero es mezclado con otras cosas. Hay cosas que son de Dios, pero hay otras cosas que no.

Esto es bien cierto. Yo mismo, al igual que tantos y tantos, fui despertado por uno de esos ministerios de impacto. Sirvió para ponerme en marcha y ser medianamente útil para el Reino. Hoy ni sé en qué andan esos ministerios, pero en algún momento he visto ciertos excesos en ellos.

¿Por qué? ¿Cuál es el problema? Mi respuesta es el dominio del alma: hay un imperceptible deslizarse desde el énfasis en Dios a un énfasis en el ego, de la verdad bíblica objetiva hacia una experiencia personal subjetiva.

Con demasiada frecuencia, un sentimiento de temor y reverencia por la santidad de Dios es sustituido por una frivolidad e irreverencia no bíblica. De hecho, diría que la irreverencia se tornó en una enfermedad epidémica en el movimiento carismático contemporáneo. Si somos culpados de esto, tenemos que arrepentirnos.

Más de una vez, Dios me ha convencido de mi irreverencia. Lo he confesado como pecado y me he arrepentido. Debemos vigilar nuestras lenguas. Charles Finney comentó cierta vez: “Dios nunca usa un contador de chistes para sondear las conciencias”

. Un ministerio característico del Espíritu Santo es “convencer de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). Cuando las personas permanecen sin convicción de pecado, debemos preguntar si el Espíritu Santo está obrando en ellas.

¿Habrá una forma de protegernos?

¿Habrá Dios provisto alguna protección contra este tipo de error? ¡Sí! Pero primero tenemos que comprender que el error ataca principalmente el área del alma – aunque el espíritu pueda ser afectado más tarde. Es, por lo tanto, el alma que tiene que ser protegida.

La protección que Dios preparó para el alma tiene una base singular y completamente suficiente: el sacrificio de Jesús en la cruz. En Mateo 16:24-25 dice: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. Ved la paradoja divina: para salvar (proteger) nuestra alma, tenemos que perderla.

Antes de poder seguir a Jesús, hay dos pasos preliminares. Primero, tenemos que negarnos a nosotros mismos; tenemos que decir un “no” resuelto y final a nuestro ego exigente y egoísta. En segundo lugar, tenemos que tomar nuestra cruz. Tenemos que aceptar la sentencia de muerte que la cruz nos impone. Tomar la cruz es una decisión voluntaria que cada uno debe tomar. Dios no nos impone obligatoriamente la cruz.

Si no aplicamos personalmente la cruz a nuestra vida, dejamos una puerta abierta a la influencia demoníaca. Hay siempre el peligro de que nuestro ego no–crucificado responda a las lisonjas seductoras de demonios engañadores. El orgullo es la principal área de nuestro carácter que Satanás tiene como objetivo, y la lisonja es la principal palanca que él usa para poder entrar.

Doy fe. Este asunto es una de las mayores luchas por las que un hombre que desea servir al Señor tiene que pasar. No sirven de nada las actitudes de humildad ni ciertas poses aparentemente modestas. El orgullo va a perseguir a cada ministro durante todo su servicio.

Es muy probable que, llegado a un punto de su madurez, el clásico orgullo humano vaya desapareciendo en ese servidor. Pero sólo será un pequeño respiro en la batalla. Luego llegarán los orgullos teológicos, ministeriales o eclesiásticos y, si no se está firme en la cruz, se cae irremisiblemente.

Cada uno de nosotros tiene que aplicar la cruz personalmente a sí mismo. En Gálatas 2:20 Pablo dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo…”. Cada uno de nosotros necesita preguntarse: “En mi caso, ¿es esto verdad? ¿Fui ya crucificado con Cristo? ¿O todavía soy motivado por mi ego almático?

Hoy muchos cristianos piensan que esta solución es demasiado radical. Cuestionan si es realmente la única forma de defenderse del engaño. Tienden a considerar a Pablo un “súper–santo” a quien les es imposible imitar. Con todo, Pablo no se ve así.

Su ministerio como apóstol fue único, pero su relación personal con Cristo fue un patrón que todos debemos seguir. (Vea 1ª Timoteo 1:16). De nuevo, en 1ª Corintios 11:1, dice: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”.

La única alternativa a la cruz es colocar el ego en lugar de Cristo. Pero eso es idolatría y abre el camino para las consecuencias malignas que invariablemente siguen a la idolatría.

La pregunta que cada ministro debe formularse cuando está a punto de comenzar un trabajo o una obra nueva, es: Esto que estoy haciendo, ¿Va a glorificar a Dios o me va a traer prestigio, consolidación y éxito personal a mí?

Si una vocecilla en tu interior te sopla quedamente que ambas son la misma cosa, y que la glorificación al Señor puede estar acompañada con prestigio, consolidación y éxito personal par ti, por favor, échala a puntapiés de ti. No le creas.

La cruz es el corazón y el centro de la fe cristiana. Sin la cruz proclamada y aplicada, el cristianismo queda sin fundamento y sus reivindicaciones dejan de tener valor. De hecho, se torna una falsa religión. Como tal –como todas las falsas religiones– está inevitable-mente expuesta a la infiltración demoníaca y al engaño.

Cinco movimientos que se desviaron

Ahora, después de todo lo que he dicho, me gustaría dar cinco ejemplos de movimientos dentro del movimiento carismático que acabaron yendo todos por el mismo camino. De una forma o de otra, tuve algún tipo de relación con cada uno de ellos.

Volviendo al largo período después de la 2ª Guerra Mundial: en Canadá, hubo un derramamiento del Espíritu Santo en Saskatchewan, que fue llamado la “Lluvia tardía”. Produjo un poderosísimo impacto, y mucha gente de diversas regiones de América del Norte fue a Saskatchewan. Diría que la esencia de este movimiento fue una plena restauración de todos los dones del Espíritu Santo.

Más tarde, conocí un hombre que fue presidente de Adhonep (Asociación de Hombres de Negocios del Evangelio Completo, por sus iniciales en inglés), en Chicago, un excelente cristiano. Me contó lo que le sucedió cuando fue para allá.

Dijo que los cultos duraban nueve horas y eran tan emocionantes que ni siquiera daban deseos de ir al baño. Pero ¿qué sucedió? El líder se tornó una persona orgullosa que se auto-promovía, y cayó en la inmoralidad, desacreditando así los dones del Espíritu.

Más tarde, entre 1957 y 1962, fui misionero entre las Asambleas Pentecostales de Canadá – gente excelente, pero que prácticamente no ejercían los dones espirituales. Un día les dije: “¿Por qué nunca ejercitamos los dones espirituales?”.

La respuesta fue: “Eso fue para la ‘Lluvia Tardía’”. En otras palabras, lo que sucedió nos imposibilitaba de usar los dones; podíamos seguir el mismo camino que ellos. Una de las tácticas de Satanás es desacreditar lo que es bueno a través de su mal uso.

Cuando en Argentina apareció el ministerio de la unción, donde el pastor soplaba y la gente se caía, en mi ciudad de Rosario, una semana antes de la presentación de aquel pastor, apareció un mentalista que, en una plaza y para todos los canales de TV locales, hacía exactamente lo mismo y lograba los mismos efectos.

Después vinieron los “Hijos manifiestos”. Eran un grupo muy poderoso de hombres que se basaban en el versículo que dice que toda la creación espera la manifestación de los hijos de Dios. Tuvieron un ministerio realmente poderoso, especialmente en la expulsión de demonios.

Pero al expulsar los demonios entraban en un largo diálogo con ellos y procuraban obtener revelación de ellos. Creo que es completamente errado en cualquier circunstancia obtener revelaciones por medio de demonios.

Finalmente, adoptaron una teología exagerada que sostenía que algunos de ellos ya habían recibido cuerpos resucitados. Lo que sucedió en seguida fue que dos de ellos murieron en un accidente de avión. Dios les estaba diciendo: “¿Dónde está su cuerpo resucitado?”. Pero en un principio eran hombres excelentes.

Después, surgieron los “Niños de Dios”. Más tarde cambiaron su nombre a “La Familia”. Una mujer llamada Linda Meisner ejerció entre ellos un poderoso ministerio. Me encontré dos o tres veces con ella.

Era una mujer poderosa y muy dedicada, que sentía una enorme carga por los jóvenes de América. Pero cuando fue dominada por el orgullo, se tornó manipuladora y dominante. Muchos de los jóvenes de los “Niños de Dios” quedaron bajo su control. Les hizo cortar relaciones con los padres y la familia y eso fue desastroso. Pero pienso que en el comienzo, ella estaba bien.

Esto refuerza una teoría que no siempre se ha enseñado: que cada secta, por diabólica que sea, ha tenido indefectiblemente origen en un grupo cristiano “normal”. Y también que en cada secta, ocurren cosas sobrenaturales “positivas” momentáneamente para la gente; de otro modo nadie se adheriría a ellas.

Después, apareció William Branham. Tuve una ligera asociación con él en la fase final de su ministerio. Estuve con él en el púlpito dos o tres veces con la Adhonep. Branham tuvo, en algunos aspectos, uno de los más notables ministerios que yo he conocido. Era un hombre muy amable, humilde y amoroso. Su ministerio de la palabra de conocimiento era absolutamente legendario. Jamás alguien le oyó pronunciar una palabra de conocimiento falsa.

Estuve con él en un culto en Phoenix, Arizona. Él estaba en la plataforma y señaló a una mujer en la audiencia, y le dijo: “Usted no vino aquí por su causa, sino por su nieto”. Después, reveló el nombre y la dirección exacta de la mujer en Nueva York. En esa ocasión, se encontraba aproximadamente a 3.000 kilómetros de distancia de la ciudad de Nueva York.

Lamentablemente, después de ejercitar su don dos o tres veces, se desmayó y sus asistentes tuvieron que llevárselo. Explicó lo sucedido recurriendo a la declaración de Jesús que “de mí salió virtud”. Pero Jesús no se desmayó. No creo que esto fuese el Espíritu Santo. Pienso que era diabólico.

Más tarde, hizo amistad con Ern Baxter, quien, por un período considerable, enseñaba la Biblia en los cultos evangelísticos de Branham. Ern respetaba mucho a Branham, pero su corazón quedó despedazado con lo que sucedió. Un día, reunió un pequeño grupo y les dijo: “Quiero contarles una cosa sobre Branham, pero me gustaría que no lo divulguen”.

Como todas las personas involucradas ya fallecieron, me siento libre para revelar lo que Ern dijo sobre Branham. Él dijo: “Branham tenía dos espíritus: uno era el Espíritu de Dios, y otro no”. En cierta ocasión cuando estaban juntos, Branham señaló una lámpara en el techo y dijo: “El poder que tengo puede hacer mover esa lámpara”.

Pienso que Branham permaneció en Cristo hasta el fin, pero fue dominado por personas que quisieron explotarlo. Aunque él no se titulase a sí mismo “Elías”, permitía que sus seguidores lo tratasen así.

Murió en un accidente de tránsito cuando su auto fue alcanzado por un motonetista borracho. Sus seguidores embalsamaron su cuerpo y lo conservaron hasta el Domingo de Pascua, convencidos de que resucitaría, pero eso no sucedió.

Cuando estaba en el Espíritu, bajo la unción, era casi invencible. Cierta vez, en un culto, un endemoniado se acercó para atacarlo. Branham le ordenó que se arrodillase y permaneciese así hasta concluir su mensaje. El hombre se mantuvo arrodillado en la misma posición durante toda la predicación de Branham. Pero tengo que admitir que su fin fue … en el mejor de los casos, desalentador.

Después, tuvimos el “Movimiento del Discipulado”. En este caso, yo estuve personal e íntimamente involucrado y puedo decirle que comenzó como una intervención sobrenatural de Dios. Estuve presente cuando todo sucedió.

Junto a otros tres predicadores – Bob Mumford, Charles Simpson y Don Basham – estábamos hablando en una Conferencia. En medio del evento, descubrimos que el hombre que dirigía y organizaba la conferencia era un homosexual practicante.

Y pensamos: “¿Qué debemos hacer?”. Concordamos en reunirnos en un cuarto de hotel – que no fue el mío. Los cuatro nos arrodillamos y oramos y cuando nos levantamos sabíamos, sin ningún proceso racional, sin haber orado para eso, sin siquiera haberlo deseado – que Dios nos había juntado.

Con todo, pese a eso, al cabo de un año las cosas comenzaron a andar mal. Esta es mi impresión personal: el problema fue principalmente la ambición personal … en diferentes formas. Uno quería ser el líder de un movimiento, otro quería aparecer en el púlpito, etc, y yo era uno de ellos. Según mi experiencia, diría que no hay mayor problema en la iglesia de hoy que la ambición personal en el ministerio.

Es tremendo el modo en que el Señor pone claridad y luz en los ojos y la boca de algunos de sus hombres obedientes. Esto que se asegura aquí sigue siendo, por lejos, no ya el mayor problema de la iglesia, sino el factor que la aleja cada día más de su Señor y cabeza.

El fundamento de la nueva iglesia, (Que no será ni denominacional ni nominal), estará centrado precisamente en este detalle: Cristo la cabeza, sus miembros respondiendo en obediencia sin reclamar nada para sí mismos, más que la gracia de poder estar allí.

Otro problema es que no estábamos renovados en nuestras mentes. Todavía pensábamos en términos de la antigua iglesia. Quienes no simpatizaban con nosotros decían: “Ustedes son realmente una denominación”. Nuestro líder respondía: “¡No! No somos una denominación. Nunca lo seremos”. Pero la lógica de los principios espirituales es inexorable. Él y su grupo se tornaron una denominación.

Nuestro problema fundamental era que no éramos renovados en nuestras mentes. Todavía pensábamos en términos de la forma como la iglesia tradicionalmente hace las cosas. Y no creo que la iglesia haga las cosas como deben ser hechas. Creo que precisa haber una revolución en nuestro modo de pensar antes de poder entrar en plena sintonía con los propósitos de Dios.

Haciendo lo que parecería ser una paráfrasis de nuestra ventana cotidiana en nuestra Web, esta es La Palabra del Día: Regeneración de nuestras mentes. Si nuestras mentes no se generan como nuevas en Cristo, las formas en que hoy están funcionando, son adversas al propósito y la voluntad de Dios.

Déjeme hacer una lista de estos cinco ejemplos: La Lluvia Tardía, Los Hijos Manifiestos, Los Niños de Dios, William Branham, El Movimiento del Discipulado.

Finalmente, me gustaría destacar dos elementos que pienso son comunes a todos estos movimientos. Primero: Orgullo. En mi opinión, el orgullo es el más peligroso de todos los pecados. Cierta vez oí a un colega pastor afirmar: “El orgullo es el único pecado del cual el diablo nunca lo hará sentirse culpable”. Proverbios 16:18, un versículo muy corto, dice: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”.

Usted puede notar que las personas generalmente dicen: “El orgullo precede a la caída”. Pero no es eso lo que dice la Biblia. Lo que ella dice es: “El orgullo (o la soberbia) precede a la ruina”. Entonces, dé media vuelta. No continúe en ese camino, porque su fin es la destrucción. Y digo esto tanto para mí mismo como para usted.

La segunda característica que pienso es común a los cinco movimientos fue aquello que ya comenté: una mezcla de espíritus. Había verdad y había error. Había el Espíritu Santo y había otros espíritus. Y la forma como los otros espíritus entraron fue a través de una declinación progresiva: de lo terreno a lo almático y de esto a lo diabólico.

Recordemos que lo almático es esencialmente egocéntrico. En 2ª Timoteo 3:1-5, Pablo describe cómo será la condición de la humanidad al final de esta era y creo que ya estamos viviendo en ese tiempo. Él señala dieciocho pecados o defectos morales: “También debes saber esto (y es la única vez que recuerdo que Pablo haya sido tan enfático. Él dice: debes saber con toda certeza), que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos”.

La palabra griega traducida por ‘peligrosos’ es usada en un solo pasaje más, en Mateo 8:28, que describe a dos endemoniados que enfrentaron a Jesús. Y note la palabra castellana usada en ese texto: “feroces”.

Entonces, vendrán tiempos feroces, ¡Y ya llegaron! Usted puede orar cuanto quiera, pero no puede cambiar la situación. Porque Dios dice: “También debes saber esto… vendrán tiempos feroces”. Usted no puede cambiar las cosas, pero puede pedir a Dios que lo prepare para enfrentarlas.

Otra clave excepcional. Recuerdo que Santiago dice que pedimos y no recibimos nada porque pedimos mal. ¿Crees que este que estás viviendo, (Donde quiera que vivas), es un tiempo feroz para la iglesia? Entonces no pretendas cambiarlo, ora para que Dios te enseñe estrategias para enfrentarlo.

Después, Pablo da una lista de estos dieciocho defectos morales: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios …”

Note que la lista comienza y termina con las cosas que las personas aman. Amor a sí mismo, amor al dinero y a los deleites. Pero me gustaría enfatizar: la raíz de todo esto es el amor a sí mismo. Es eso lo que deja entrar el mal. Egocentrismo. Estar concentrado en el yo. ¿Qué va a hacer Dios para mí? ¿Qué voy a ganar yo con todo esto?

¿Tú sabes que en la mayoría de correos que recibo, los hermanos que buscan en mí alguna clase de ayuda o guía para sus ministerios o servicios, suelen hacer exactamente este comentario? Dicen: Hermano, ¿Qué cree usted que tendrá Dios PARA MI..?

Y después, continúa en el versículo 5: “…que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.” Así, estas personas con estas terribles dieciocho situaciones morales tienen una forma de piedad.

No son incrédulos; no son ateos. No creo que Pablo haya usado jamás la palabra piedad fuera del contexto cristiano. Entonces son, pues, cristianos profesantes. ¿Y cuál es el problema? Egoísmo. El egoísmo es aquello que abre el camino a todos los otros problemas. Egocentrismo. Eso lleva, a su vez, a la mezcla.

Sólo un punto más antes de concluir. La mezcla actúa de la siguiente forma: provoca confusión y después división. Porque parte de lo que presenta es bueno y parte malo. Parte es verdad y parte error.

Esto significa que hay dos formas como las personas reaccionan: hay los que se concentran en el error y rechazan la verdad; otros se concentran en la verdad y aceptan el error. Y de ahí surge la confusión – y de la confusión, a la división.

Creo oportuno agregar que, en el ámbito secular, (política, instituciones, organizaciones, empresas), no hay necesidad de temerle a la palabra División, ya que como su expresión lo señala, es Di-visión; esto es: dos visiones distintas de una misma cosa. En el pueblo de Dios es absolutamente otra cosa: el Espíritu Santo es uno y jamás podrá haber dos visiones de algo que el Espíritu entregó una.

Las personas quedan agresivamente comprometidas a una u otra de las alternativas. ¿Qué provoca eso? La mezcla. No podemos darnos el lujo de tolerar la mezcla. ¿Cuál es la respuesta a la mezcla? ¡La verdad! ¡La pura e incontaminada verdad de la Palabra de Dios!

Total y absolutamente real. El amor, celo, escudriñado y respeto por la palabra genuina nos evita, en incontables oportunidades, caer en la tentación de mezclar las cosas para que se vean más bonitas desde el exterior. A Dios no le interesa el exterior, le interesa tu interior.

Cierta vez en los Estados Unidos fui el único testigo de un accidente ocurrido en la calle frente a nuestra casa. Como resultado, fue citado a testificar en el tribunal. Antes de dar mi testimonio, se me pidió que hablase la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

Ese fue el patrón establecido por un tribunal secular. ¿Cuánto más no debemos nosotros, como cristianos, defender la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad?

¡Es que…hermano…cada denominación tiene su propia verdad! No, de ninguna manera. Lo que cada denominación tiene, es su propia doctrina, a la cual ellos rotulan como verdad. En realidad es apenas una opinión humana sobre algo de lo cual ya Dios opinó en la Biblia.

CAPÍTULO 3

CUATRO SALVAGUARDAS

Para iniciar este capítulo, nuestra proclamación son los tres últimos versículos del Salmo 19: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío”.

En el primer capítulo, describí lo que considero ser un gran problema, y en el segundo, intenté dar una explicación bíblica que muestra cómo surge este problema. En este capítulo final, quiero presentar cuatro salvaguardas bíblicas que nos protegen de tales problemas.

Salvaguarda N° 1

La primera salvaguarda se encuentra en 1ª Pedro 5:5b–6: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo”.

Creo que el primer requisito esencial es que nos humillemos. La Biblia dice: “Dios resiste a los soberbios”. Así, si intentamos llegar a la presencia de Dios pero somos soberbios, podemos presionar – pero él nos presionará también, y él consigue presionar con más fuerza que nosotros.

En ningún lugar en la Biblia dice que Dios nos hará humildes. Dios siempre coloca sobre nosotros la responsabilidad de humillarnos. Es una decisión que nosotros debemos tomar. Nadie puede hacerlo por nosotros.

Los demás pueden orar por nosotros y predicarnos la Palabra, pero somos nosotros quienes tenemos que tomar la decisión de humillarnos bajo la poderosa mano de Dios, para que él nos exalte cuando fuere tiempo.

Convengamos en que la mayoría de los que hemos estado más de diez veces en un templo, hemos visto a gente envuelta en llanto arrojarse de cabeza al suelo como señal de humillación. ¿Sabes que? No es suficiente.

Porque eso es un acto externo de algo que no siempre se experimenta de verdad en lo interno. Yo puedo postrarme y quedarme allí todo el culto para demostrar que estoy humillado, pero mientras estoy con la cabeza contra el piso, puedo seguir pensando que soy el mejor, el más grande, el más ungido y todo eso.

Ya dije que creo que, de todos los problemas, el orgullo es el mayor, el más generalizado y el más dañino. Vimos en el capítulo anterior que la soberbia (orgullo) precede a la ruina (o destrucción).

Si no nos apartamos del camino del orgullo, nuestro fin será la destrucción. Con todo, en el Salmo 25:8-9, encontramos un pasaje muy útil e inspirador: “Bueno y recto es Jehová; por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera”.

Es la gracia del Señor que lo lleva a estar dispuesto a enseñar a los pecadores. Pero Dios matricula a sus alumnos, no por las cualidades intelectuales, sino por su carácter. Muchos pueden frecuentar un instituto bíblico o un seminario, pero nunca estar matriculados en la escuela de Dios, porque Dios sólo matricula a los humildes. “Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera”.

Tú sabes que si a esto lo decimos tú o yo, lo más probable es que nos miren con lástima. Pero aquí lo está diciendo un reconocido hombre de Dios; alguien con la autoridad de haber pasado por esos seminarios y haber entendido que la madurez del creyente no se fabrica en las aulas de la teología.

Descubrí que la palabra manso desapareció de las traducciones modernas. ¿Cuál es la diferencia entre humilde y manso? Para mí, humilde describe nuestra actitud interior; manso describe la forma como la expresamos.

¡Tal vez hoy en día no necesitemos mucho de la palabra manso porque existen tan pocas personas a quien ella podría ser aplicada! Generalmente hay una razón porque ciertas palabras dejan de ser usadas.

Salvaguarda N° 2

La salvaguarda siguiente se encuentra en 2ª Tesalonicenses 2:9-12: “Inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos”. Tengamos en mente que Satanás es capaz de producir poder, señales y maravillas.

Watchman Nee tiene otra visión respecto a este punto, pero sin embargo coincide en su esencia con esta. Lo cierto es que cuando hay gente que lo único que piensa al entrar a un templo es en ver señales o maravillas, siempre habrá algún demonio influyendo para hacerlo posible.

He comentado muchas veces que un lugar obvio para que surgiera el Anticristo sería en el movimiento carismático, porque la mayoría de los carismáticos parece pensar que todo lo sobrenatural tiene que venir de Dios. Pero esto no es verdad. Satanás es capaz de grandes señales y prodigios sobrenaturales. Entonces, ¿Cómo nos podemos proteger?

El texto prosigue: “y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos”. Entonces, ¿Cuál es nuestra protección contra el engaño? Recibir el amor de la verdad. De nuevo, es algo que nosotros mismos tenemos que hacer. Dios nos lo ofrece, pero nosotros tenemos que recibirlo.

Ahora bien, de aquellos que no reciben el amor de la verdad, Dios dice lo siguiente: “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”.

Este es un versículo amedrentador. Dios les enviará un poder engañoso. Si Dios les envía un poder engañoso, ¡Entonces usted realmente será engañado!

Los cristianos románticos se resisten grandemente a creer esto. Colisionan violentamente con este pasaje y si pudieran sacarlo de sus Biblias, lo harían. Sostienen que no es Dios quien envía el engaño sino el diablo, y que Dios lo que sí hace es permitirlo. Me pregunto cual es la diferencia…

En 1994 –y este es un comentario personal, subjetivo– en Jerusalén, me levanté cierta noche para ir al baño y cuando regresaba a la cama, Dios habló muy claramente a mi mente que había enviado un fuerte engaño al gobierno israelita entonces en ejercicio (Electo en 1992).

Pienso que todo lo que ha sucedido desde entonces confirma eso. Es una afirmación muy significativa, porque si Dios envía un poder engañoso es inútil orar para que tales personas no sean engañadas. (Esta es una respuesta al argumento mencionado.)

En tal situación, podemos orar de dos formas. Primero, que Dios opere a través del engaño para cumplir sus propósitos. (A juzgar por los resultados, parece que un propósito fue quitar aquel gobierno). Segundo, que Dios nos proteja para no quedar nosotros mismos bajo la influencia del engaño. (Esto sería manejarnos conforme al plan y propósito de Dios y no obstaculizándolo.)

Hay dos palabras que son usadas de forma almática para manipular a las personas: una es paz, y la otra, amor. Así, las personas del Medio Oriente, y pienso que probablemente en todo el mundo, están siendo manipuladas por los ofrecimientos de paz. Implícitamente, si estamos contra la paz, somos malvados. Obviamente, quien va contra la paz es una persona mala. Así, las personas se sienten culpadas si no aceptan tal ofrecimiento.

Pero hay condiciones para la paz. En Isaías 48:22, el profeta dice: “No hay paz para los malos”. Y en Romanos 14:17 dice: “El reino de Dios… (es) justicia, paz y gozo…” No podemos tener paz sin rectitud.

Conozco muchos cristianos que andan en busca del gozo. Pero si no cumplen la condición de la rectitud, no pueden recibir el gozo. Los políticos que usan la palabra paz para manipular a las personas están engañándolas, porque la paz no viene para los malos.

Será muy inteligente tener en cuenta esto en lo sucesivo. Falta de paz hay por enormidades. La iglesia puede aspirar a ella, el mundo incrédulo, no. Pero incluso adentro de la iglesia, los que están en desobediencia y maldad, no podrán acceder a ella.

La otra palabra manipuladora es amor, usada en la iglesia. Se habla mucho del amor de Dios: sea amoroso, ¡Dios es tan amoroso, él es tan gentil! Todo eso es verdad, pero Dios es también un Dios muy severo. Llegué personalmente a la siguiente conclusión (a partir de mi experiencia personal a través de la observación de personas que me son íntimas): con Dios nunca sacamos la mejor parte.

Ya he señalado las causas de esto, del por qué para una gran mayoría de cristianos, Dios es amor y nada más. Los predicadores son mayoritariamente pastores. El ministerio pastoral es un ministerio de amor. Esa es la suma de dos más dos.

¡Nunca! Podemos pensar que escapamos del castigo y Dios puede hasta perdonarnos, pero es posible que aún tengamos que enfrentar las consecuencias. Es Dios que nos perdona, pero no nos liberta automáticamente de todas las consecuencias de aquello que hacemos.

Por eso, no levante ninguna imagen sentimental de Dios. Él no es un papá Noel, entregando bombones a los pequeños. Él es muy justo, muy recto, muy amoroso – pero, en cierto sentido, muy severo. ¡No podemos sacar la mejor parte con Dios! ¡Es mejor no intentar!

Siento que actualmente el amor está siendo usado para manipular a las personas. Las personas hablan del amor de Dios y como Dios es tan amoroso – y todo eso es verdad. Pero el amor de Dios es expresado de formas sorprendentes. Como cité anteriormente, Jesús dice a la iglesia en Laodicea: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo”. Eso es amor. Dios es nuestro Padre y él nos ama, pero también nos disciplina.

Hay dos formas erradas de responder a la disciplina de Dios. Por un momento, analicemos Hebreos 12:5-7, que es dirigida a cristianos: “Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo aquel que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”.

Hay dos formas erradas de reaccionar ante la corrección de Dios. Primero, somos alertados: “No menosprecies la disciplina del Señor”. No encoja los hombros y diga: “¿Y qué?”. He observado que muchos cristianos que han llegado a la madurez creen que Dios ya no los corrige. La verdad es que él nunca cesa de disciplinar.

Hay mucha enseñanza para aprovechar aquí, pero hay algo más que no se nos debe pasar por alto: Prince nos está diciendo una verdad a gritos que ciertos monopolios cristianos pretenden disimular u ocultar: en la iglesia hay hechicería. Al menos, ese es el nombre de la manipulación en cualquiera de sus formas.

Esto se hizo muy real para mí cuando estaba leyendo la historia de Moisés. Con ochenta años, Dios lo comisionó para libertar a Israel de Egipto y lo envió de vuelta para Egipto. Pero en el camino, el Señor salió a su encuentro y quiso matarlo. (Ex. 4:24-26). ¡Extraordinario!

¿Por qué? Porque él no había circuncidado a su hijo. Había desobedecido la señal del pacto que Dios había establecido con Abraham y su descendencia. Por esto, Dios prefería ver a Moisés muerto que dar continuidad a su ministerio en desobediencia.

A veces decimos: “Satanás me está resistiendo”. Pero, muchas veces, la verdad es que no es Satanás, sino Dios quien está resistiendo. Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. (1ª Pedro 5:5b).

A esto se lo debería incluir necesariamente en todo manual para futuros líderes o ministros. Por algo Pablo asegura que aquel que piensa estar firme es el que más debe cuidarse de no caer. Porque pensar estar firme, en muchos casos, es símbolo de soberbia. (“A mí no va a sucederme nada.”)

La otra reacción errada es desmayar (desanimarse) cuando somos reprendidos por él. No diga: “No aguanto. Dios, ¿Por qué dejas que esto me suceda?”. ¡No aguanto más! No puedo continuar”. Esas son las dos reacciones erradas: menospreciar la corrección y desanimarse.

¿En cuanto al amor de la verdad? La palabra griega para amor en este pasaje es la que todos conocemos muy bien: ágape. Es una palabra muy fuerte. Es la palabra más fuerte para amor en la lengua griega.

No significa sólo leer la Biblia todas las mañanas o ir a las reuniones a escuchar la predicación. Es un compromiso apasionado por la verdad de Dios. Es eso lo que debemos cultivar si queremos escapar del engaño.

Dios enviará un poder engañoso a los que no recibieron el amor (ágape) de la verdad. Eso significa más que sólo un tiempo devocional o leer la Biblia los fines de semana. Es un compromiso apasionado con la verdad de Dios.

Pienso que puedo decir, sin vanagloriarme, que Dios me ha dado eso. Siempre que oigo alguna cosa que no siento ser la verdad, hay algo en mí que se levanta. Dios puede hacer eso con usted también, pero usted tiene que permitir que él lo haga. Esa es la segunda salvaguardia: recibir el amor de la verdad.

Ágape ha sido traducido de varias formas, pero la más amplia y completa indica que su significado es algo así como “el carácter interno de un miembro del Reino de Dios”. Ese es el amor que echa fuera todo temor, no el romántico (Phileo) que experimentan padres, madres, hijos, hijas, novios, novias, esposos.

Salvaguarda N° 3

La tercera salvaguarda es cultivar el temor del Señor. Muchos cristianos dicen que en la vida cristiana no existe más el temor, pero eso no es verdad. Cierto tipo de temores están excluidos, pero no todos.

A continuación voy a dar una lista de las Escrituras que Ruth y yo memorizamos; por lo menos doce pasajes diferentes sobre el temor del Señor. Las promesas son tan excitantes que no comprendo cómo hay personas que no quieren el temor del Señor.

Salmo 34:11-14: “Venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré. ¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela”. La implicación es que el temor del Señor llevará a Dios a darle muchos días de vida. ¿Cuál es la primera área con la cual Dios trata? La lengua. Guarda tu lengua del mal.

Salmo 19:9: “El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre”. El temor del Señor nunca cesa; dura para siempre.

Job 28:28: “He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia”. Note que la primera exigencia para la sabiduría y la inteligencia no es intelectual, sino moral. Consiste en apartarse del mal. Hay muchos necios expertos por ahí.

Proverbios 8:13: “El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco”. Note que no podemos ser neutros en relación al mal si tenemos el temor del Señor; tenemos que abominarlo. ¿Y cuál es la primera cosa que abominamos? La soberbia. La arrogancia.

Proverbios 9:10-11: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán”. ¿Quiere una vida larga? Cultive el temor del Señor. Con todo, no basta vivir muchos años; es posible vivir largamente en la miseria. Pero en el temor del Señor, Dios nos ofrece una vida larga y bendecida.

Proverbios 14:26: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos (o “él será un refugio para sus hijos”). Entonces, el temor del Señor no nos torna tímidos, sino nos da fuerte confianza. Y provee un lugar de refugio para sus hijos, y que, en estos días pienso que es muy importante.

Y el versículo siguiente dice: “El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte”. Este es un cuadro muy vívido. Satanás armó lazos de muerte. ¿Cómo evitarlos? A través del temor del Señor.

Proverbios 19:23: “El temor de Jehová es para vida, y con él vivirá lleno de reposo el hombre; no será visitado de mal”. ¿Cómo rechazar una promesa de estas? “Vivirá lleno de reposo. No será visitado de mal”. No significa necesariamente que tendremos una vida fácil.

Proverbios 22:4: “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová”. Usted verá que por lo menos el cincuenta por ciento de las veces el temor del Señor está directamente relacionado con la vida. Es una condición fundamental para una vida buena.

Y después, pienso que lo más importante de todo es el cuadro profético del Mesías en Isaías 11:1-2: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces” (Todo el Nuevo Testamento confirma que se trata de Jesús. Ahora vea:) Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”.

Es interesante ver que el Espíritu que reposa sobre Jesús es séptuplo – siete es siempre el número del Espíritu Santo. En Apocalipsis 4:5 dice que delante del trono de Dios hay siete lámparas de fuego que son los siete Espíritus de Dios.

Personalmente, entiendo que este pasaje de Isaías nos revela los siete espíritus de Dios. El primero es el espíritu del Señor; o sea, el Espíritu que habla en la primera persona como Dios. Después, surgen todos en pares: el espíritu de sabiduría y de inteligencia; el espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.

Es importante ver que el conocimiento debe estar equilibrado con el temor del Señor – porque el conocimiento envanece, pero el temor del Señor nos mantiene humildes. El hecho de reposar el espíritu de temor del Señor sobre Jesús a mí me habla muy fuerte. Aunque él fuese el Hijo de Dios, poseía el temor del Señor; el temor del Señor reposaba sobre él. Nunca lo abandonó.

Continuando sobre el temor del Señor: el temor del Señor es un contrapeso para el gozo. Es muy importante que cuando nos entusiasmamos estemos anclados por el temor del Señor. Una vez más, considero esto una tremenda debilidad del movimiento carismático. Las personas quedan tan entusiasmadas y felices, baten palmas, danzan –lo cual es maravilloso– pero sin el temor del Señor.

Salmo 2:11 dice: “Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor”. Esto puede parecer incoherente, pero es el equilibrio. Nos alegramos, pero con temor. Permanecemos en temor mientras nos alegramos.

Vemos esto en el Nuevo Testamento cuando describe el crecimiento de la iglesia en Hechos 9:31: “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo”.

Note de nuevo el equilibrio; el Espíritu Santo nos conforta, pero tenemos que andar en el temor del Señor. Podemos ser animados, podemos ser edificados, pero eso tiene que ser equilibrado por el temor del Señor.

Usted puede decir: “Pero, hermano Prince, yo fui redimido; soy un hijo de Dios. Ciertamente ya no necesito del temor de Dios”. Por el contrario, usted debe temerlo más aún por causa del precio que él pagó para redimirlo.

Es lo que dice en 1ª Pedro 1:17-19: “Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”.

Entonces, el simple hecho de haber sido redimidos es la razón de pasar el tiempo de nuestra peregrinación en temor – porque Dios invirtió mucho en nosotros. Él pagó por nosotros la sangre de Cristo. Esto no deja lugar para la liviandad, que es realmente una negación del temor del Señor.

Creo que a esto es muy poco o nada lo que se le puede acotar o agregar. Sólo un detalle que Prince no menciona pero que indudablemente conoce. Mucha de la gente que dice no tener ya más temor e ignora el temor a Dios y sus promesas, en realidad no dice la verdad, ya que generalmente le temen al líder y no desean ser regañados por él.

Salvaguarda N° 4

La cuarta y última salvaguarda es: coloque y mantenga la cruz en el centro de su vida. Veamos el ejemplo de Pablo en 1ª Corintios 2:1-5: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio (o el misterio) de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría (debemos tener en mente que en esta cultura, el arte más grande era la oratoria.

Para ser alguien, usted tenía que ser un excelente orador. En caso contrario, usted probablemente sería despreciado. Por eso, cuando Pablo dice: “No fui con excelencia de palabras” está en cierto sentido diciendo: “No estoy sujeto a esta cultura”). Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor”.

En una predicación anterior, enfaticé que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad. Cuando tenemos en nosotros mismos toda la fuerza que necesitamos, ya no necesitamos de la fuerza de Dios. Dios tiene que llevarnos a una situación en que no tengamos fuerza.

He visto esto continuamente en mi propia experiencia en el ministerio. Si Dios me va a usar de una forma significativa, él tiene que ponerme en una situación en que yo sé que por mí mismo no seré capaz: una situación en que sé que estoy totalmente dependiente de él, que soy débil. Entonces, su poder se perfecciona en mi debilidad.

Me gustaría decir algo más a este respecto: descubrí que las oportunidades para servir a Dios raras veces se ajustan a nuestras conveniencias. De modo general, si Dios le da una oportunidad de servirle, eso le traerá algún tipo de inconveniente. Esto es para comprobar la sinceridad de sus motivaciones.

Pero si queremos que el poder de Dios se manifieste en nuestra vida, en nuestro ministerio, en nuestra congregación, hemos de cultivar el temor del Señor. Hemos de cultivar un sentimiento de dependencia, un reconocimiento de nuestra total dependencia de Dios.

Esta es una enorme y gran verdad. No minimiza nada de lo demás, pero se sobredimensiona porque viene de un hombre que ha sido agasajado, adulado y encumbrado por sus allegados, pero que jamás accedió a dejarse gobernar por orgullos humanistas.

Esto es muy personal, pero antes de predicar, digo siempre a Dios: “Sé que no tengo capacidad. Estoy totalmente dependiente de ti. Si no me unges, si no me inspiras, si no me fortaleces, no lo voy a lograr”.

De vez en cuando, al levantarme para predicar, olvido de hacer esto. Entonces, mentalmente, mientras predico, digo: “Señor, por favor, recuerdo que estoy dependiendo de ti. Nada puedo hacer en mi propia fuerza”.

Después, Pablo prosigue: “Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”.

La llave que liberta el poder del Espíritu Santo es estar concentrado en la cruz. Hay un himno que dice: “Cuando contemplo la cruz terrible/ en que el Príncipe de gloria murió/ toda mi riqueza es pérdida/ y todo mi orgullo desprecio".

Cuando realmente vemos la cruz, no tenemos nada de qué gloriarnos. Es interesante que la versión original de este himno, escrito por un inglés, decía: “Cuando contemplo la cruz terrible/ en que el joven Príncipe de Gloria murió”. El autor estaba destacando que Jesús fue cortado en la mejor fase de su vida. Él murió en la cúspide de su vida.

Creo que una de nuestras mayores necesidades es concentrarnos en la cruz. He visto personas tornarse muy ambiciosas, luchando por el éxito, queriendo levantar una gran iglesia o ministerio. A veces son exitosos, pero si su mensaje no estuviere centrado en la cruz, sólo tiene madera, heno y hojarasca.

Recuerdo de un bien conocido predicador inglés de una generación pasada, Charles Spurgeon, un bautista. Enfatizaba continuamente a sus alumnos la importancia de concentrarse en la cruz. Un día, dijo más o menos lo siguiente:

“Predicar los principios de una vida cristiana sin mencionar la cruz es como un sargento de campaña dar órdenes a un pelotón de soldados sin pies. Pueden oír sus órdenes y comprenderlas, pero les falta la capacidad de llevarlas a cabo. Recuerde que es solamente a través de la cruz que obtenemos la capacidad de hacer lo que Dios ordena”.

Volvamos de nuevo a los cinco primeros versículos de 1ª Corintios capítulo 2. Siempre estuvieron entre mis versículos favoritos porque fui soberanamente traído al Señor desde una formación en filosofía griega. Cuando Pablo habla de sabiduría, está hablando de filosofía griega, por lo tanto, pienso estar particularmente apto para apreciar el impacto de lo que él dice sobre la sabiduría.

Al leer estos versículos, necesitamos comprender que Pablo está hablando de una cierta parte de su viaje misionero. En Hechos 17 estaba en Atenas, que era el centro intelectual, la ciudad universitaria, del mundo antiguo. Allí, predicó un sermón diferente de cualquier otro que fue registrado.

Fue un sermón bien intelectual. Se adaptó a su audiencia y citó incluso a un poeta griego (cosa que pienso que no hizo en ninguna otra ocasión). No sé si Pablo fue realmente guiado por el Espíritu Santo. Sea como fuere, los resultados fueron desalentadores. Sólo algunas personas creyeron.

Coincidencia. Nadie se atreve a hablar estas cosas. Hay una enorme religiosidad en la gente, cosa que las hace suponer que todo, irremisiblemente todo lo que está escrito en la Biblia, es para enaltecer a sus personajes. No conocen a Dios.

De allí, Pablo siguió hacia Corinto. Ahora, Corinto era una ciudad portuaria, algo parecido con las grandes ciudades portuarias de nuestro mundo actual – una ciudad muy impía, donde florecía todo tipo de pecado.

En algún lugar entre Atenas y Corinto Pablo tomó una decisión, que encontramos en estos versículos. “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”.

Así, Pablo tomó una decisión revolucionaria. No predicaría en Corinto un mensaje como el que predicó en Atenas. Aquí dice algo que para un judío es notable: “Me propuse no saber”. Básicamente, los judíos son personas con un inmenso saber y generalmente basan su confianza en lo que saben.

¡Qué declaración espantosa! “Me propuse no saber”. Voy a olvidar todo lo que aprendí a los pies de Gamaliel en todos mis estudios – ¡Voy a olvidar todo eso! Sólo estoy preocupado de una cosa: Jesucristo –y no sólo con Jesucristo, sino con Jesucristo crucificado– esto es el centro y el énfasis de mi mensaje”. Y creo que debe ser el centro y el énfasis de nuestro mensaje. Si quitamos la cruz del centro, estamos en peligro.

Advierto que Pablo esperaba la demostración del Espíritu Santo y poder. Compruebo hoy en nuestra iglesia contemporánea que si predicamos sobre el poder todos se entusiasman – y si hacemos una invitación a las personas que quieren recibir poder, muchos pasarán al frente.

Personalmente, creo que este énfasis puede ser extremadamente peligroso. A lo largo de muchos años, he observado que las personas que se obsesionan con el poder acaban llenas de problemas. Generalmente, terminan en el error.

El poder es algo que apela al hombre natural. Algunos psicólogos dicen que el deseo de poder es el deseo número uno en la personalidad humana. Pablo dice: “Quiero poder, pero lo quiero sobre una base diferente de aquella que el mundo entiende.

Quiero olvidar toda mi sabiduría, todo mi conocimiento, todas mis habilitaciones teológicas y quiero concentrarme sólo en una cosa: Jesucristo crucificado.” Y después agregó: “Cuando lo hago, puedo tener la certeza de que el Espíritu Santo vendrá con poder”.

Termino con otro de mis versículos favoritos, Gálatas 6:14: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.

Recapitulemos las cuatro salvaguardas que sugerí:

Número 1: Humillarnos a nosotros mismos. En 1ª Pedro 5:8 el apóstol dice que nuestro adversario el diablo anda a nuestro alrededor, buscando a quien devorar. El diablo es muy poderoso y muy activo. Cualquier teología que diga lo contrario es un engaño.

El otro día, estaba meditando sobre este versículo. Supongamos que sea anunciado que un león anda suelto en el tercer piso del hotel y que es necesario huir. No creo que usted fuese a pasear a la recepción, cantando una cancioncita alegre. Usted tomaría todo el cuidado en salir de modo de no ser detectado por la fiera. Y cerraría cuidadosamente la puerta al salir.

Este es el cuadro correcto de la forma como necesitamos conducirnos, porque nuestro adversario el diablo, realmente anda alrededor como un león rugiente y no podemos cambiar eso. ¿Sabe por qué los leones rugen? Para asustar a la presa y paralizarla. Por eso, no quede paralizado con el rugido del león. Tenga cuidado, pero no ceda al miedo.

Número 2: Recibir el amor de la verdad.

Número 3: Cultivar el temor del Señor.

Número 4: Poner y mantener la cruz en el centro.

Para terminar, citemos Gálatas 6:14 en conjunto. Imagino que todos no lo conocen de memoria, por tanto lo voy decir frase por frase: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. ¡Amén!

No tengo por qué finalizar yo todo esto. Sí quiero, como si hubiera oído atentamente este estudio de Derek Prince en un salón de conferencias de cualquier sitio del planeta, establecer el gozo por la confirmación de una palabra recibida, con una muy utilizada por el pueblo evangélico, pero no por ello desacreditada en su esencia: AMÉN.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez