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Tomando Autoridad en lo Natural

Cuando vemos la historia de David, vemos algunas connotaciones que, a simple vista, parecen insignificantes pero que luego toman importancia en la medida que los hechos lo dejan en evidencia. Lo primero, es que él tuvo que efectuar un duro entrenamiento para ser quien fue. Lo segundo, que vivió en cuatro ciudades, cuestión que también aporta lo suyo.

Porque cuando uno no entiende en qué ciudad está viviendo, uno no se da cuenta qué es lo que debe aprender para poder pasar a la otra ciudad. David vivió en cuatro ciudades. La primera ciudad, es Belén; la segunda es Adulam; la tercera es Hebrón y la cuarta ciudad es Sion, o Jerusalén.

Lo que pasa con David, es que él en cada ciudad en la que vive, debe aprender algo. En algunas ciudades, se queda más de quince años. En otras, como Adulam, mucho menos. Pero en cada ciudad, Dios lo entrena y lo prepara para que un día él pueda gobernar.

(Efesios 1: 3) = Bendigo sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, (4) según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, (5) en amor, habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, (6) para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, (7) en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, (8) que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, (9) dándonos a conocer el misterio de su voluntad según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, (10) de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.

Escúchame; en Efesios, nosotros descubrimos que Jesús quiere que reinemos. Pablo, en una de sus cartas a los Corintios, dice que vamos a juzgar a los ángeles. En la que envía a los Gálatas, dice que somos herederos de todo, pero que debemos madurar, crecer.

Porque en tanto que somos niños, somos iguales a un esclavo. Una cosa es cierta: has sido llamado para reinar. Sin embargo, la cosa es que para reinar, tú tienes que pasar por un proceso. Y aunque ha sido mucha gente, todos los que han nacido de Dios, llamados para reinar, no todos van a reinar.

¿Por qué? Porque no todos llegaron a tener cierta estatura. Y presta atención, porque con este trabajo, la idea central es hablarle a tu espíritu, pero va acompañado necesariamente de la condición de que también le hablaremos a tu mente.

Es importante que tu espíritu se apropie de esto, pero es tan o más importante que tu mente también lo agarre. Dios te ha llamado para reinar. Pero para poder lograrlo, tienes que entrenarte, empezando por saber qué tienes que aprender de la ciudad en la que vives.

(Mateo 11: 29) = Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.

El primer verso con el que quiero empezar, y quiero que lo tengas muy en cuenta, es un verso que te empuje a ser humilde. Tanto a lo que el Señor te va a hablar, como a lo que vas a escuchar a tu alrededor.

Es mucha la gente que cree que porque lleva más de veinte años en una iglesia, ya está en condiciones de dar clase de lo que sea en ella. Y es posible que así sea, nomás. Pero se me ocurre pedirte una cosa esencial para que lo hagas: que tengas el carácter de Cristo, y sé humilde.

Dice que la humildad de corazón nos trae, ¿Qué cosa? Descanso. Es interesante tratar de imaginar a ustedes, que van a reinar un día, limpiando la cocina, sacando la basura, reparando su auto viejo, y al mismo tiempo entender que la Biblia dice que vamos a reinar.

¡No es incompatible! Porque cuando tú miras tus manos sucias por el trabajo, tu cabello sin peinar y todo desalineado por las obligaciones, y luego lees en la Biblia que Él te dice: “Mira, yo te he escogido para que te sientes a la diestra de mi trono”, no parece ser demasiado compatible, ¿Verdad?

La imagen del que veo con la imagen del que, se supone, deberíamos tener hace largo rato. Ahora bien; el primer lugar en donde David vive, se llama Belén. Y ese nombre, Belén, significa “pequeña casa del pan”. Belén es una ciudad muy pequeña, y en la época de David, era mucho más pequeña.

Una ciudad, si quieres, insignificante. Belén es un lugar donde Dios va a desarrollar su fidelidad en las cosas naturales. Tristemente, nosotros, como hijos de Dios, probablemente hemos sido los mayores obstáculos para que el evangelio crezca. Todos estamos de acuerdo en que es difícil llevar el evangelio, porque hay oposición. Pero muchas veces la oposición más grande no viene del lado de las tinieblas, sino del lado de nuestra propia vida.

(1 Timoteo 3: 5) = (Pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿Cómo cuidará de la iglesia de Dios?) (6) no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo.

(7) También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.

Hoy día, en las congregaciones, hay mucho “gloria a Dios”, mucho “aleluya”, muchas lenguas, muchos dones, se ven ángeles, hasta se ve el trono de Dios, pero no vemos nuestros defectos. Y esa, déjame decirte que es una incoherencia más que rara.

Porque por un lado tenemos una vida aguda, que nos permite discernir los malos espíritus infiltrados. Pero al mismo tiempo, no podemos llegar a ver cómo, a veces, nuestras propias vidas son de tropiezo para la extensión del evangelio o la proclamación de un ministerio.

En este pasaje de la Biblia, Pablo le dice a Timoteo que sepa bien, cuando va a elegir a alguien para el ministerio, y después le da algunos elementos. Miren, si ustedes ven, no dice que sea espiritual, no dice que tenga un dominio de la doctrina.

Si tú lees todo el capítulo 3, no dice que sea una persona súper sensible al Espíritu Santo, no dice que vea ángeles, que entienda de escatología, que cante bien. Los requisitos que él pone, son requisitos naturales. Y lo natural, es natural.

O sea: cuando dice la Biblia que seas buen padre, no necesitas ser espiritual para entender eso. El mundo entiende lo que es ser buen padre. Un profesor del colegio que nada de huelga en huelga, entiende lo que es ser un buen padre.

Hay una idea de lo que es ser un buen padre. Aquí dice, que el que no sabe gobernar su propia casa, tampoco puede cuidar de la iglesia de Dios. Y no hay mística en esto. ¿El Señor te ha mostrado que vas a ser profeta? ¡Amén! Pero en tanto no gobiernes bien a tu casa y a tus hijos, no puedes serlo.

Es muy duro esto, muy duro. Eliminamos muchísimos prestigiosos ministerios. Si tú, un día, quieres llegar a Sion y gobernar, es necesario que aprendas a ser fiel en las cosas naturales. Si tú te das cuenta, en este pasaje, habla de requisitos del obispo, requisitos del diácono.

Y el verso 7, dice: Es necesario, (Y cuando pablo dice que es necesario, es porque es necesario), que tenga buen testimonio de los de afuera. Ahora bien; ¿Cómo haces compatible esto con lo que Jesús dice, por ejemplo, que los de afuera no nos van a  amar? Que el mundo no nos va a amar.

Escucha: una cosa es que el mundo no nos ame porque nos ve distintos, pero otra cosa es que el mundo nos juzgue porque somos incompetentes. ¿Qué pasa si tu casa es la más sucia de la zona, si tu cerca está siempre despintada, si tu jardín parece una selva del Amazonas?

Y todas las demás casas están muy limpias y ordenadas, y si la tuya sobresale no es precisamente por ser la mejor. Pregunto: ¿Tú crees que lo que mirarán los demás será la calidad de tu fe? ¿Tú crees que ellos mirarán tu casa y dirán: aquí vive un varón profeta de Dios?

No. Dicen: ¿Quién será el desordenado que vive acá? Y si te llega a visitar alguien con formación superior de guerra espiritual, hasta podrá deslizarte que tienes algún visitante indeseable, porque sabemos que la mugre y el desorden son nidos de demonios.

Hay cosas que son básicas y carentes de necesidades filosóficas. Es más: hay un momento en que todo creyente tiene que entender sí o sí, que hay cosas que debemos hacer aunque Dios no nos diga que debemos hacerlas. ¡Y son muchas!

(Santiago 1: 23) = Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.

(24) Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.

(25) Más el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace.

No es difícil oír. Lo difícil es hacer lo que oímos. Mucha gente oye, pero muy poca gente hace lo que oye. Porque tú, ahora, estés sentado allí escuchándome, o leyéndome, eso no significa que esta palabra te va a transformar sólo con oírla o leerla. ¿La consideras de verdad palabra genuina que viene de Dios? ¡Amén! Pero ahora sal ya mismo a ponerla por obra.

¿Y cómo podemos hacer bien eso? Aquí dice que no debemos olvidar lo que escuchamos, que debemos poner atención. Cuando alguien comienza una tarea para el Señor de manera anónima y pequeña, y con el correr del tiempo eso crece y se convierte en algo internacional de gran impacto, está ahí de caer en la tentación de envanecerse y creer que eso ha sido así por causa de sus méritos.

Mira; cuando perdemos de vista nuestra fidelidad con las cosas sencillas, empezamos a desequilibrarnos y a tornar la fe en algo místico. Empezamos a hacer una división gnóstica. El gnosticismo te divide, te dice: esto es de Dios, esto no es de Dios.

Tu vida no puede tener una división gnóstica, todo lo que haces tiene que ser de y para Dios. No puedes decir, como he oído en muchas ocasiones, a hermanos que tenían comercios, que el domingo están en la iglesia y todo está bien, pero que el lunes en el negocio, es otra cosa y allí la iglesia no tiene nada que ver. Muy cierto es que la iglesia no tiene nada que ver, ¡Pero Dios sí tiene que ver!

Bajo esta óptica, el carácter es importante. La cosa que Dios más va a tratar en tu propia Belén, es tu carácter. Cuando tú ves a David, ves que David fue ungido. Un día, en Belén, porque él creció allí, Samuel lo ungió para ser rey, ¿Recuerdas?

¿Y sabes lo que hace su padre, luego? Lo manda a seguir cuidando las ovejas. No lo trata como un rey, lo trata como a uno más de sus hijos. Porque si tus hijos no saben hoy gobernar su propia habitación, mucho menos mañana podrían gobernar algo más grande.

Hay una cosa que es cierta y la historia no la modifica. David en ese día fue ungido, pero ese aceite sobre su cabeza, no cambió nada. Él tuvo que volver a hacer lo que tenía qué hacer. Él no cambió. Fue sencillo, fue humilde. Siguió haciendo mandados, de cadete, aun después de haber sido ungido.

Cuando decimos que el carácter es importante, quiero introducirte a este concepto. Tienes que tener la capacidad de reinar sobre tu yo. Antes de poder reinar sobre la iglesia, o sobre la obra ministerial que Dios tenga para ti, debes aprender a reinar sobre tu yo.

(Proverbios 16: 32) = Mejor es el que tarda en airarse, que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el  que toma una ciudad.

Es mejor el que tarda en enojarse por cualquier cosa que el más fuerte que se presente, y también el que es capaz de gobernar su propio espíritu, a aquel que es capaz de tomar una ciudad entera. Y tú vas a ver que esa es una crisis.

Hay muchas cosas que uno de pronto no quiere hacer por causa de algo que le ha sucedido en otro momento. Tienes que gobernar tu carácter, tu yo. Belén es el lugar en donde tú aprendes a gobernar sobre ti mismo. Y te digo algo: el gran problema de muchos buenos profetas de Dios, es que su carácter los vence.

¡Es una ironía! ¿Verdad? Tienen poder sobre las tinieblas, tienen poder sobre el enemigo, pero no tienen  poder sobre su propio carácter. Y te vas a dar cuenta. Gente que no se reconcilia jamás con quien anda distanciado. Gente que dice que no puede perdonar.

¡Ni sueñes con gobernar! No puedes gobernar sobre tu egoísmo, mucho menos vas a poder gobernar sobre una ciudad. Otros dicen que no pueden olvidar algo que le han hecho. O que han sufrido mucho. ¿Tú crees que con ese paradigma vas a poder gobernar sobre Sion?

El primer punto que tú tienes que entender de lo que es ser fiel en lo natural, es poder gobernar sobre tu propia voluntad. ¿Cómo vas a poder obedecer al Espíritu de Dios al que no ves, si no puedes obedecerte a ti mismo en lo natural? Ve a Gálatas 5:16-17 y que esta palabra te desafíe.

(Gálatas 5: 16) = Digo, pues: andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.

(17) Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. (¿Estamos? Aquí Pablo te dice que tú eres quien elige a quien quieres satisfacer)

(1 Corintios 9: 26) =Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, (Y ahora escucha bien esto) (27) sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.

Vamos a ver: ¿Qué significa eso de “yo golpeo mi cuerpo”? Escucha: cuando los monjes, allá lejos y hace muchísimos años, entendieron esto, creyeron que aquí estaba diciendo que ellos tenían que lastimarse, que tenían que flagelarse, golpearse a sí mismos, para así matar la carne.

Pero Pablo no estaba hablando de eso. Él no hablaba de golpear nuestro cuerpo como cuerpo, sino que hablaba de la acción de gobernar por encima de lo que nosotros mismos sentimos hacer. Por ejemplo: uno de los lazos más sencillos, es que la gente no puede dejar de comer.

Y eso provoca que engorden, que se enfermen, y todo porque no saben controlarse. Y ahí salen con el argumento tremendamente barato de seguir como están para, -aseguran- al menos morirse felices. ¡Qué estupidez! ¡Qué soberana idiotez! Mira lo que dice Proverbios 23, y agárrate de lo que puedas.

(Proverbios 23: 2) = Y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito.

En Mateo 5, 6 y 7, Jesús te enseña tres principios. Te enseña a orar, te enseña a dar y te enseña a ayunar. Haz una prueba. Cierra lo más fuerte que puedas tu mano en puño y mantenla así por espacio de diez segundos, no interesa si te duele.

Una vez pasados los diez segundos, no te hagas trampa, ábrela. Ahora pregunto: ¿Es más fácil detener o soltar? ¡Soltar! Sin embargo, todos sabemos que hay gente que le cuesta horrores soltar, Prefiere retener, aunque sea más esforzado y hasta doloroso.

Jesús te enseña tres principios. Lo básico, es saber orar. Luego viene saber dar, no negar tu ayuda. ¿Alguien quiere tu mejor abrigo? ¡Dáselo! Eso te enseña Jesús en mateo 5, 6 y 7. ¿Alguien quiere tus zapatos? ¡Dáselos! – ¡Pero me los acabo de comprar! – ¡Mejor! ¡Así le das algo nuevo!

Cuando alguien toca la ventana de tu auto y te pide una moneda, no digas: ¡Es un borracho! ¡Dale! Jesús dice que al que te pida, dale. ¿Y si se quieren abusar? Dios no lo permitirá, ¿No confías en Él? No lo olvides, es más fácil soltar, que retener.

Y lo tercero que enseña Jesús, es a ayunar. Y ayunar es una forma de renuncia. Renuncio a mi comida, por eso ayuno. Jesús nos está enseñando los pasos necesarios para poder tener acceso a los secretos de Dios. Orar, ofrendar o dar, y ayunar.

Claro, cuando tú lees este proverbio que te dice que pongas un cuchillo en tu garganta cuando tienes mucho apetito, lo que te está diciendo es que no te dejes gobernar por tu estómago. No te dice que esté mal comer, y mucho menos todas esas cosas ricas que te gustan. Lo que está mal es que ellas gobiernen tu vida.

Es una forma de gobernar sobre la carne, como puerta de acceso a andar por el Espíritu. ¿Has visto a los faquires de la India? Son impresionantes, es gente que pueden estar meses sin comer. Sin comer o comiendo simplemente algo muy básico.

¡Y no se mueren! Y aquí no estamos hablando con qué ayuda lo hacen, sólo te muestro que se puede hacer. Pero Dios no te está pidiendo eso, apenas te pide que gobiernes tu apetito. Aprende a controlar tu sueño.

Hay gente que puedes estar diciéndole la mayor revelación de la historia que, si es la hora en que le agarra el sueño, se te duerme con revelación y todo. ¡Tienes que aprender a gobernarlo! Si no aprendes a gobernar eso, no vas a poder gobernar lo espiritual.

Hoy quiere gobernar la iglesia gente que no puede gobernar su deseo de ver pornografía. Y allí, créeme, entramos a terrenos más feos. Pero así como no es fácil gobernar sobre el apetito, tampoco es fácil gobernar sobre los deseos impuros.

Claro que, si tú aspiras a reinar algún día, vas a tener que aprender a hacerlo. De hecho, ten por seguro que aquí no habrá unción que te ayude ni tampoco nadie que te imponga las manos y te transmita su capacidad de vencer; sólo es algo que tú tienes que aprender. Y va a ser todo un proceso aprenderlo. Es una lucha para reubicarnos.

(1 Corintios 9: 22) = Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos.

Impresiona Pablo con algunas cosas que dice, ¿Verdad? Me hecho de todo por todos. ¿Sabes qué muestra aquí? Que tenía gobierno sobre sí mismo. O sea: si alguien le pedía no comer carne porque le molesta, no la comía y se acabó. ¿Cuántos son capaces de hacer lo mismo? No me digas nada.

Él podría haber rechazado ciertas cosas. Podría haber dicho que el espiritual todo lo juzga, o que todo le es lícito más no todo le conviene, pero no. Pablo no dice eso. Dice que se ha hecho siervo por otros siervos.

Ojo: nadie te está diciendo que tú debas hacer lo mismo, sólo sirve esto para mostrarte la capacidad de auto control o auto gobierno que tenía él, para saber provocar las respuestas que necesariamente tendría que dar.

Todo lo que es compulsivo, es demoníaco. ¿Por qué? Porque lo compulsivo ataca tu capacidad de gobernarte. ¡Es que no puedo dejar de gastar dinero! Eso es demoníaco. ¡Es que yo no puedo comer sin sal! Claro que puedes, sólo inténtalo. Usa limón, ajo u otras cosas que no perjudican tu salud.

Lo mismo para aquellos que aseguran que no pueden tomar su café si no ponen cinco cucharadas de azúcar.  ¿Cómo que no puedes? Empieza con cuatro y media, luego pasa a cuatro, luego a tres y media. Vas a comprobar que puedes controlar tu cuerpo. Eso sólo estaba instalado en tu mente.

Y aquí necesariamente tenemos que volver al punto: ¿Cómo vas a pretender gobernar las cosas de Dios si todavía hay muchas cosas tontas que gobiernan tu vida? Tú puedes tener a tu lado a un maestro que te puede estar enseñando los misterios de Dios, pero si no puedes comer con menos sal o beber con menos azúcar, todo será inútil.

Y eso es tan válido para el que aprende como para el que enseña. ¿No has conocido casos de matrimonios dedicados a la consejería matrimonial en la iglesia, cuya relación está desgastada, casi destruida y andan por la vida peleándose como perros y gatos? ¿Con qué autoridad?

Y ni hablar de los avances tecnológicos con celulares de última generación, tabletas, notebook, o la misma televisión. ¿Sabes que hay casos en que un domingo por la mañana un predicador llega a decir cualquier cosa sólo porque está muerto de sueño por causa de haberse quedado hasta las cinco de la mañana viendo una película de dudosa categoría?

¿Y será esa persona la que pretenda enseñarte a gobernar entre principados y potestades? ¡Pastor! ¿Dónde puedo aprender a tomar ciudades para Cristo? – Aguarda, hermano; será mejor que primero tomes tu dormitorio para Cristo, luego ve a las ciudades.

Ahora bien; el problema de un gobierno, es que estamos hablando de un Reino. El Reino de los Cielos se ha acercado. Estamos hablando de un Reino, y en un Reino hay una estructura de gobierno. Entonces debemos proyectarnos conforme a la promesa de Dios.

Dios nos ha entregado las naciones. ¿Y quiénes van a ir? ¿Van a ir esos que viven cantando esa cancioncita que dice: “heme aquí yo iré Señor”? ¡No! ¡Van a ir aquellos que muestren que tienen gobierno sobre sus propias vidas!

Gente que ha sabido y podido vencer en áreas naturales, también sabrá y podrá hacerlo en áreas espirituales. Te voy a dar ejemplos, y aún ejemplos del propio Jesús en un instante. En la Primera carta a Timoteo, capítulo 3, dice que debemos gobernar nuestra casa.

Y eso me habla de un tremendo punto. Me habla de que yo debo ser fiel con las cosas naturales. Muchos niños no quieren ni por asomo ser ministros, porque han crecido en hogares donde el padre era pastor. Y no era el problema el papá, sino a que gracias que él era papá y pastor, nunca hubo dinero en la casa.

Muchos jóvenes no quieren saber nada con un ministerio, porque eso, para ellos, equivale a decirles que van a ser pobres y miserables toda su vida. Hay un error gravísimo. Tú, padre, no puedes de ninguna manera suponer que por servir a Dios tus hijos no tendrán qué comer. ¿A qué Dios se supone que estás sirviendo?

¡Es que la iglesia todavía es muy pequeña y no alcanza para sustentarnos! ¡¡¡Vete a trabajar a cualquier parte secular, hermano!!! ¡Es cierto que te debes al Señor, pero primeramente te debes a tu familia, porque eso es lo que dice la palabra!

Por eso es que Pablo, cuando dice que no puede gobernar la iglesia del Señor si antes no sabe gobernar su propia casa, no se equivoca nada. Y mucho menos cuando dice que si no provee para su casa en primer lugar, menos podrá proveer para la iglesia. Y hasta añade que es peor que un incrédulo.

Belén es un tiempo difícil, porque tiene que ver con ser probado en las cosas naturales de la vida. Tienes una empresa y necesitas obreros y empleados. Se presentan candidatos con excelentes currículums y muchos hermanitos de la iglesia. No me digas qué haces, porque lo que haces no siempre es lo que deseas, sólo dime qué quisieras hacer. Ahí está el punto.

No es fácil todo esto, nadie puede decirlo. Van a existir un montón de luchas que deberemos pasar, superar y derrotar. Cuando vemos a David, nos damos cuenta que él no aparece reinando de buenas a primeras; él tiene todo un respetable tiempo de entrenamiento y puesta en marcha.

(1 Samuel 16: 1) = Dijo jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto un rey.

Escucha: Saúl también fue levantado por Dios. Tómate unos segundos para pensar en Saúl. Saúl era un buen hombre al principio. Y no es el único caso; he conocido a muchos que, siendo ovejas, eran personas intachables y extraordinarios, que de pronto pasaron a ser líderes y bueno, en fin, ¿No?

Él cambió, cambió muchísimo. Cuando él se vuelve rey cambió mucho. ¿Sabes cuál era el problema de Saúl? Saúl era una persona que quería hacer su voluntad, no la voluntad de Dios. Él hacía lo que él pensaba que era bueno.

Y lo que Dios quería, era a alguien que no pensara lo que era bueno, sino que hiciera lo que era bueno. Y en el final, allí lo dice, Dios ya lo había desechado, pero Samuel todavía no. Por eso Dios lo envía a Belén, diciéndole que allí se ha provisto otro rey. Cuando es enviado ahí, van a pasar un par de cosas.

(1 Samuel 16: 6) = Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: de cierto delante de Jehová está su ungido.

(7) Y Jehová respondió a Samuel: no mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

(8) Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: tampoco a este ha escogido Jehová.

(9) Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: tampoco a este ha elegido Jehová.

(10) e hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a estos.

Fíjate que es muy interesante lo que hace Isaí. Cuando Samuel va y le dice que Jehová va a elegir a uno de sus hijos para ungirlo y hacerlo rey, lo primero que hace Isaí es ir y traer al que él estima como el mejor. Según su mente.

(11) Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.

 Fíjate que Samuel era un hombre que, como dice el texto anterior, había puesto cuchillo en su garganta. “¡No nos sentaremos a la mesa hasta no terminar la tarea! Y pidió que trajeran al menor. ¿Y qué estaba haciendo David cuando lo fueron a buscar? Apacentando las ovejas…

Él era muy joven, tendría no más de doce o trece años. Era el menor, y los menores, que eran los menos productivos, tenían una tarea: apacentar las ovejas. A los ojos de Isaí, él ni siquiera contaba, pero lo mandó a buscar sólo por causa de la insistencia de Samuel.

(12) Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: levántate y úngelo, porque este es.

(13) Y Samuel tomó el cuerno de aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá. (Hasta aquí vamos bárbaros, pero ¿Qué pasó con Saúl, mientras tanto?)

(14) El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová. (Ahí estamos. David ha sido ungido. ¿Qué pasó con David, luego?)

(1 Samuel 17: 34) = David respondió a Saúl: tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, (35) salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.

(36) Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.

En este capítulo 17, se está relatando el famoso pasaje con Goliat. ¿Ustedes saben en qué circunstancias David aparece frente a Goliat? Básicamente, porque él estaba en ciertas condiciones que son relatadas anteriormente a esto, en el verso 20.

(Verso 20) = Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate.

Escucha: él fue enviado a llevar comida a sus hermanos. Porque eran ellos los que estaban de soldados. Él no alcanzaba ni a ser soldado, porque era muy joven. Entonces, ¿Para qué se usa al menor de tus hijos? ¡Para hacer los mandados menores!

Pese a ello, David no salió vertiginosamente a cumplir con la diligencia que su padre le encargaba, sino que antes se organizó debidamente en lo que era su tarea específica: dejó a alguien cuidando sus ovejas. Allí se observa el grado de responsabilidad que este joven ya tenía.

Y cuando él llega, justo escucha la arenga y el insulto del filisteo grandote, ese; se le sube la sangre a la cabeza, y creo que lo tuvieron que agarrar, porque si no allí mismo le entraba a patadas, y lo llevan ante Saúl. “Si quieres pelear, antes tienes que hablar con el rey, él dispondrá qué hacer contigo”.

Y entonces él va delante del rey y allí está lo que antes estuvimos leyendo. Le dice, por ahí por el verso 34, “tu siervo era pastor de las ovejas de su papá”. Y mira lo que dice: “Cuando venía algún león, o un oso, y tomaba algún corderito de la manada, ¿Qué hacía yo? ¿Acaso salía corriendo? ¡No! ¡Yo salía tras ellos! ¡No los dejaba irse con la presa en la boca!

Y le hería, y le libraba de su boca. Y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. O sea: nadie va a tocar mis ovejas. ¿Sabes qué ves aquí en David? Fidelidad con la tarea asignada. ¿Quién podría imaginar que el futuro rey de Israel; el que iba a gobernar cuarenta años, pasó su infancia olvidado, en un paraje, cuidando ovejas?

¿No te parece raro? ¡Ah, no sé! ¡Pregúntale a Moisés! ¿Qué quiero decir con esto? Los años de silencio, son los que hablan más. ¿Qué hizo Jesús desde los doce hasta los treinta? Creció, y ayudó a su padre en la carpintería. Die Lucas que crecía en estatura y en gracia.

¿Sabes qué? Él era conocido por ser carpintero. Cuando él empieza su ministerio, la gente dice: ¿No es este, acaso, el hijo de José, el carpintero? ¿Cómo lo reconocen a Jesús? Como el hijo de José el carpintero. Porque cuando iban a la carpintería, Jesús estaba trabajando ahí, con su papá.

Los años de silencio, son los años que más hablan. ¿Cuántos años pasa Jesús en silencio? ¡Prácticamente treinta años! Porque aparece a los doce, un ratito, y después nada más. Era el caso de David, mucho más que eso. Pero a esos años, Dios los invierte preparando nuestra fidelidad. 1 Samuel 17: 34-37 te hace ver que él tenía la garra necesaria para defender lo que era suyo. El ser fiel y obediente, te pone frente a una oportunidad.

(1 Samuel 17: 17) = Y dijo Isaí a David su hijo: toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos.

Escucha: ¿Qué hubiera pasado si David le hubiera dicho a su papá que no quería hacer ese mandado, que no le daba la gana, o que estaba cansado? Porque es cuando él va que escucha a Goliat insultar a Israel, se enoja, habla con Saúl, se mete a la guerra y todo lo que ya sabes.

Cuando mata a Goliat, la vida de David comienza a cambiar, porque vencer a ese gigante es algo público, deja de estar en el secreto. Antes de todo esto, sólo sabían de él Dios, sus hermanos, Isaí y Samuel, nadie más.

Pero el ser fiel y el ser obediente, abre oportunidades. Porque si Isaí le hubiera dicho a su hijo que quería que fuera y matara a un gigante que estaba ofendiendo al pueblo, David hubiera salido corriendo y emocionado, como cualquiera de nosotros.

¡Pero sólo le dijo que les llevara maíz a sus hermanos! Una mañana común y corriente. Allí está el mérito de la obediencia, en lo mínimo. Por eso es que te venía diciendo que debemos ser fieles en las cosas naturales. Las oportunidades no se presentan todo el tiempo.

(Verso 22) = Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien.

Nota la reacción primaria de David. Lo primero que priva es su responsabilidad familiar, se interesa para ver si sus hermanos están bien y, cuando lo comprueba, recién allí se dispone a pelear su guerra. ¿Por qué hizo esto? ¡Porque su padre lo había mandado a ver a sus hermanos, no a matar a un gigante!

(Verso 26) = Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque, ¿Quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?

Estando en el lugar correcto, en el momento correcto, se abre la visión de David. Y recién allí ve la oportunidad de poder vencer. Él no estaba buscando fama, ¿Entiendes? Mucha gente quiere fama, que es como querer crecimiento sin madurez.

Dios quiere que crezcas, pero que crezcas en la medida en que madures. Y lo que te hace madurar, es la fidelidad. Es la fidelidad la que trae crecimiento. Si tú oras dos veces al mes y lees tu Biblia una, no esperes crecer mucho, y mucho menos esperes gobernar. ¿Por qué? Porque no estás siendo fiel en lo natural.

Jesús pasó por eso, ya te lo dije. Él no hizo travesuras milagrosas cuando era niño. Por el contrario, fue educado conforme a la enseñanza de sus padres. No tuvo nada de especial. Por eso es que leemos lo que sigue:

(Lucas 2: 51) = Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.

(52) Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.

En gracia para con Dios ¿Y quién? ¿Sabes cuál era el niño favorito del barrio? Jesús. Porque dice que crecía en gracia para con los hombres. Lo estimaban, no era un anónimo desconocido. ¡Él estaba ungido, y a eso el mundo lo nota aunque no sea creyente!

No cuesta demasiado imaginarlo ofreciéndose para ayudar a una mujer a llevar una carga. Y ahí está el creador del universo, encarnado en un muchacho, ayudando a esa anónima mujer con su tarea. Dios te va a ascender ministerialmente, cuando tú puedas hacer cosas así.

¿Tú te crees que yo no voy al mercado, cocino algo de vez en cuando, lavo los platos mucho más seguido y fregó algún piso cuando es necesario, porque creo que soy el gran ministro ungido por el Señor para estar todo el día en un éxtasis espiritual? ¡Ni lo sueñes! ¡Ese no soy yo! Ni quiero serlo.

Es importante que alguien te enseñe a administrar tus dones y a ministrar tus operaciones espirituales. Pero tan o más importante, quizás, es que alguien también te enseñe a comportarte como un hombre o una mujer normal, especialmente dentro del seno de tu familia directa.

Tienes que ser responsable. Responsable con Dios y con tus obligaciones terrenales. 1 Pedro 2:12. Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles. Que no seas conocido como el antipático de la oficina, el religioso.

Para que los que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. En Belén tienes que aprender tres cosas.  La primera de ellas, la encuentras en Lucas 16:10.

(Lucas 16: 10) = El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.

(11) Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿Quién os confiará lo verdadero?

Debemos ser gente cariñosa. Y no te estoy hablando de adulación, que es un desmérito que generalmente abruma y fastidia a los hombres íntegros. Nadie quiere andar con alguien detrás de sus talones tratando de quedar bien contigo de cualquiera manera, eso no es Dios.

Es suficiente con que seas atento con las personas que necesitan algo de atención, nada más. Hay muchos hermanos que te llaman o te escriben para que ores por alguien o para que les ayudes a gobernar sus casas, sus hijos, sus ministerios. Pero muy pocos que te llamen simplemente para saludarte e interesarse cómo andas.

David fue así, preocupado por las cosas sencillas. Él fue fiel en lo poco, por eso fue puesto sobre mucho. Yo hoy soy un ministro escribiendo y hablando para todas las naciones, pero durante años sólo lo hice para tres o cuatro hermanos que tenían hambre y sed de Dios. Y siempre me sentí igual de gozoso por hacerlo.

Los grandes ministerios han comenzado de manera casi insignificante para lo natural y material. Porque los grandes ministerios no son para Dios lo que alguien muestra por fuera, sino por lo que traen en su interior, que es donde Dios es el único que puede llegar y ver.

(Verso 12) = Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿Quién os dará lo que es vuestro?

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septiembre 9, 2015 Néstor Martínez