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Combatiendo Plagas Siglo XXI

Alguna vez escuché decir a alguien que el tiempo pasa sin pedir permiso, y eso creo que se adapta perfectamente a lo que estamos viviendo en estos días. Pero la Biblia nos dice que debemos aprovechar bien el tiempo porque los días son malos, así es que vamos par adelante y con victoria asegurada.

(Lucas 11: 24) = Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: volveré a mi casa de donde salí.

(25) Y cuando llega, la halla barrida y adornada.

(26) Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero.

(27) Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste.

(28) Y él dijo: antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.

Supongo que en estos últimos años habrás podido observar cómo Dios ha realizado diversos cambios en tu vida, ¿No es así? Creo que todos hemos estado viendo eso. Creo que entre los creyentes genuinos, no debe haber uno que no tenga un testimonio bueno para contar respecto a lo que Dios ha hecho sobrenaturalmente en su vida.

Pudo haber sido sobre su salud, sobre su familia, sobre sus finanzas, y muchas otras áreas más. Y eso es algo que a los que amamos a Dios y procuramos servirle y ayudar a extender su Reino, nos llena de sana alegría.

Sin embargo, cuando cualquiera de nosotros ha venido al Señor, la primera carga que tenemos, habitualmente, es por nuestra familia. Nuestros padres, nuestros hijos, nuestra esposa o esposo, nuestros hermanos de sangre. Y nuestro deseo habitual es que todos ellos puedan conocer a Cristo.

Por el otro lado, cuando venimos al Señor, cada uno de nosotros llega, inexorablemente, portando en nuestros brazos una historia que ha vivido. Escuchar a esas personas, tarea que miles y miles de consejeros han hecho por años, es algo tremendo. Porque muestra con alta calidad y claridad lo que esa persona realmente ha vivido.

Ahí se juntan y amontonan cosas buenas, cosas malas, sufrimientos y alegrías. Cada uno de nosotros es un mundo de recuerdos, de experiencias. Y venimos a Dios, y Dios hace cambios. Y se generan un par de cosas particulares.

La primera, mucha gratitud por todo lo bueno que Dios hace casi de inmediato. Pero también cierta frustración, al ver que algunas cosas en nuestras vidas pueden quedar como están, sin cambiar. Muchos han tenido cambios casi violentos posteriormente a sus conversiones, y fue como si el Señor se hubiera movido demasiado rápido.

Y es como que al pasar los años, la figura se queda allí un poco quieta, y mucha gente se desanima. No ha llegado todavía a mi vida la persona por la que estoy orando, las cosas siguen más o menos así, no cambian nada.

Entonces es cuando uno empieza a buscar opciones. Prueban esto, prueban aquello, hacen una cosa, luego hacen otra opuesta, y así siguen en obediencia a algunos consejos que reciben al respecto de parte de pastores o gente especializada en consejería.

Pero resulta ser que muchas veces se pueden probar muchas cosas y no pasan. Y es ahí donde mucha gente se desanima y empieza a retroceder. Y otros que no importa que haya o no resultados. Siguen, siguen y siguen. Y pasan los años y ellos se quedan.

Ahora bien, en este pasaje que termino de leer, en Lucas 11, hay una serie de cosas. Es un texto que se ha usado muchas veces y como base de enseñanza para muchas cosas. Por eso quiero poner, fijar tu atención en un par de detalles.

Jesús está hablando, está enseñando. En el contexto del capítulo, Él habla de la oración y de algunas leyes espirituales. Ya sabemos, por otros estudios, que hay leyes espirituales que rigen todas las cosas. Se convierte en una carga cuando se desea enseñar con bendición y unción divina.

Yo creo que los hijos de Dios estamos llamados a entender las leyes espirituales. ¿Por qué? Porque al entenderlas, podemos provocar que las cosas sucedan. Recién te decía que hay frustración cuando vemos que las cosas no cambian.

Sin embargo, jamás nos preguntamos algo que es básico. ¿No será que no cambian porque existen leyes espirituales que están determinando que esas cosas no cambien? ¿Será que yo estoy ignorando la manera correcta en que esos cambios deberían producirse?

Entonces, ¿Qué sucede? El enemigo trabaja, normalmente, en áreas de ignorancia. Cuando digo esto, -aclaro- no estoy queriendo decir que una persona sea ignorante en el sentido absoluto de la palabra. El concepto de ignorancia es precisamente esto: ignorar algo.

El enemigo aprovecha que no sabemos algunas cosas para ganar ventaja sobre nosotros en el terreno de esas cosas que no conocemos. Claro que eso no es un atenuante en modo alguno para que no la moleste. De hecho, aprovecha la ignorancia de la gente para poder sacar ventaja.

En todo este pasaje Jesús habla acerca de varios principios, de varias leyes. Una de las leyes es la que está en la primera parte, donde dice, por ejemplo, que pidamos y vamos a recibir. El concepto básico, es: insiste. Pide, busca, llama y se te va a dar, vas a encontrar, vas a recibir.

O sea que la oración está explicada aquí bajo una ley; la ley de la persistencia. Dice que aún por tu insistencia Dios te va a responder. Aclaro: estoy hablando de creyentes genuinos, no de religiosos simuladores, hipócritas que suponen que Dios se va a dejar engañar por sus morisquetas, ¿Estamos?

Más adelante habla de otra ley, la ley de la unidad. Él muestra cómo, en una casa dividida, Él nunca va  a prevalecer. Muestra la importancia de estar de acuerdo, de consensuar movimientos y acciones.

Este es un tema frecuente en las familias, cuando hay algunos que son creyentes y otros que no. La casa está dividida, y esa casa presenta muchas luchas, porque ninguna casa dividida puede prevalecer.

Más adelante, y entramos al pasaje que termino de leer, Lucas 11:24, Jesús empieza a hablar acerca de la manera en que los demonios actúan, con respecto a lo que podríamos llamar como nuestros árboles genealógicos. Eso que dibujamos para conocer hijo de quien, y nieto de quien, somos.

Fíjate. En el versículo 24, dice: Regresaré a mi casa de donde salí. Y es muy interesante de la manera en que el espíritu inmundo se refiere a una persona. Aquí se describe a un espíritu que al ser expulsado de alguien por alguna razón, se plantea el por qué va a seguir así y decide volver.

Y lo dice de ese modo: volver a la casa de donde salió, a su casa. Y el verso 25, dice: Y cuando llega, la halla barrida y adornada. Obviamente que algo bueno pasó en esa persona. Probablemente se convirtió y el espíritu inmundo tuvo que salir a consecuencia de eso, la persona empezó a limpiar su vida y a arreglarla, ¿Entiendes?

Versículo 26 dice: Entonces va y toma consigo a otros siete espíritus peores que el mismo, y entrando habitan allí. Y lo postrero del hombre llega a ser peor que lo primero. Uno podría preguntarse cómo es posible, que una persona que estaba en proceso de limpiar su casa, -de hecho la limpió- pueda terminar en una situación tan lamentable.

Una situación peor que la del principio, porque siete peores han entrado aquí. Qué es lo que ha pasado. ¿A dónde estuvo la falta? ¿De qué estamos hablando? ¿Por qué Jesús me está enseñando esto justo después de la casa dividida, que habla de otro tipo de casa?

Y a continuación, también, de habernos explicado acerca de las leyes de la oración. Hay un hilo conductor entre todo esto. Realmente interesante poder verlo. Imagínate un árbol. Un árbol normal tiene partes visibles, (El tronco, la copa, las ramas, las flores) y partes invisibles (La raíz).

Claro, estamos acostumbrados que lo que podemos ver siempre es lo que nos parece más importante, o de mayor lucimiento. Sin embargo, en este árbol que has imaginado, las raíces invisibles que no podemos ver, son lo más importante y valioso, ya es de ellas que fluye la savia que alimenta y sostiene el resto del árbol.

La parte más visible de un árbol muchas veces puede ser el tronco. Pero en otros pueden ser las ramas, donde está todo el follaje. Los hay de todas las formas. Ni hablar de la parte más festiva y colorida de los árboles, que es donde están los frutos.

Ahora bien; a esa imagen de árbol que todos nosotros podemos tener, vamos a añadirle nuestra familia. Ya sabes que todos venimos de personas que vivieron antes, y algunos somos raíz, otros somos tronco, otros somos rama y otros somos fruto.

Y este es un ciclo paulatino, porque en algún momento nosotros somos los frutos, es decir: somos hijos. Pero luego seremos ramas, y luego troncos. Y cuando somos abuelos, ya hemos llegado a ser raíces, porque estaremos sosteniendo a otros.

Nos van pasando muchas cosas, pero también podemos ver que una familia es un árbol porque, asumamos que tiene gente que ha vivido atrás y ha tirado hacia adelante a la familia. Luego, en algún momento de toda esa historia, nosotros aparecimos. Precisamente por eso le han colocado el rótulo de árbol genealógico.

En este pasaje que estamos leyendo, y ahora voy a pedirte que busques Mateo capítulo 9. Sólo para añadir. Este relato de Lucas 11, se repite en Mateo 12, o sea que aparece en otra parte de los evangelios, también.

Pero te dije que íbamos a Mateo 9. ¿Por qué estoy mencionando esto? Porque hay algunas enseñanzas que sólo están en Mateo, otras que sólo están en Marcos, otras que sólo están en Lucas y algunas que sólo están en Juan. Pero hay algunas enseñanzas que están en dos de los evangelios. O algunas otras, inclusive, en tres. ¿Y eso que tiene que ver? Yo creo que denota ciertas características de importancia.

(Mateo 9: 6) = Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama (En algunas versiones dice catre) y vete a tu casa.

(7) Entonces él se levantó y se fue a su casa.

En el pasaje de Lucas que hemos leído antes, dice: volvió a su casa. La palabra casa, viene de la palabra griega oikos. En algunos casos, oikos, o casa, es un lugar donde la persona habita. Como en este caso en que le dice: vete a tu casa. En otros lugares, vete a Mateo 12, la palabra casa, oikos, se refiere al tabernáculo o al templo.

(Mateo 12: 3) = Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; (4) cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, si no solamente a los sacerdotes?

Aquí también se utiliza la misma palabra: oikos. Eso quiere decir que esa palabra se aplica a una residencia familiar, pero también se aplica al templo, al tabernáculo. Y su ustedes van a Mateo 21, versículo 13, Jesús está hablando del templo. Ustedes recuerdan cuando él entra y tira patas para arriba las mesas de los cambistas y todo eso.

(Mateo 21: 13) = Y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; más vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. (Aquí hay tres aplicaciones de la palabra casa. La primera, para lugar donde uno reside, residencia familiar; segundo, el tabernáculo; tercero, el templo.)

(Lucas 10: 5) = En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa.

Esto quiere decir que también la palabra oikos, casa, se emplea para referirse a los miembros de una familia. Tú y tu casa serán salvos; no quiere decir esto que mi edificio, como casa, va a ser salvo, sino los miembros que forman parte de la familia.

Entonces, te estoy explicando que casa puede ser un edificio físico, donde uno vive. Casa, también se llama el tabernáculo. Casa, se llamaba el templo, y casa, también se le llama a la familia, a los miembros que forman una familia.

Ahora, imagínate esto. Ese pasaje tan interesante con el que hemos empezado en Lucas, dice: saldré de esta casa y volveré. ¿Podrá referirse a la familia, también? Técnicamente, la palabra se aplica así. Se puede aplicar a una persona o a una familia entera.

En el pasaje anterior, en ese mismo texto de Lucas 11, habla de la familia dividida, ¿Recuerdas? ¿Será que él puede volver a la familia, (ya no hablo de persona) porque tiene la ventaja de la división a su favor? Probablemente.

¿Por qué le pasa eso constantemente a tu familia? ¿Por qué, si oras permanentemente por tu familia, igualmente tiene que pasar eso? Estamos conjeturando, simplemente pensando en voz alta. ¿Será que eso que estás tratando que salga, tiene derecho a volver, y a volver multiplicado, quizás porque hay cierto grado de división?

(Hechos 7: 9) = Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto, pero Dios estaba con él, (10) y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón rey de Egipto, el cual lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.

Aquí aparece la palabra oikos de nuevo. Y la interpretación que quiero utilizar para Lucas 11 dista un poco de la que siempre hemos utilizado, que es que un demonio sale y entra de nuevo. Pero en este trabajo vamos a cambiar esa interpretación más bien tradicional y clásica, por una aplicada al contexto de familia, ya no al contexto de persona.

Ya no vamos a ver que el espíritu que sale de una persona, luego vuelve a esa persona. Hemos visto que la palabra que se utiliza como casa, se usa tanto para personas, como para familias íntegras, como para los templos. Y lo haremos porque es necesario que todos sepamos cómo un espíritu de esa naturaleza puede operar, por algún determinado motivo, en una familia entera.

Y es aquí donde nos encontramos con lo que en guerra espiritual se ha dado en llamar como espíritus familiares. ¿Y qué son los espíritus familiares? Pues son demonios que se dedican a trabajar específica y puntualmente en algunos miembros de una familia.

Especialmente, haciendo énfasis en la edad que ellos tienen. Puede haber espíritus que trabajan sobre gente joven, sobre los padres, o sobre los abuelos, o sobre el matrimonio. Tienen un rango de especialidad para manifestarse en momentos determinados en los cuales, el miembro o los miembros de una familia han cambiado su posición.

Otra característica de esta clase de espíritus es que no es ni moderno ni antiguo, ni actual ni viejo; trabaja de generación en generación. Nosotros descendemos de algunas personas, y vamos también a dar descendencia.

Eso significa que este espíritu ha trabajado con tus abuelos, con tus padres, y ahora está trabajando con tu generación y trabajará asimismo con la que viene detrás de ti. Se especializa de conocer a tu familia de tal manera que puede afectar a más de una generación.

Eso quiere decir que él está familiarizado con tu casa. Y es por esta razón que la mayoría de los autores cristianos que versan sobre este asunto, los denominan espíritus familiares. Como que ellos conocen muy bien todos los antecedentes de tu familia.

En el pasaje de Lucas 11 que hemos leído, dice: volveré, y tomando siete espíritus, vuelve. Estos siete espíritus son la antítesis de los siete espíritus de Dios. ¿Recuerdan ustedes los siete espíritus de Dios por allá por Isaías 11?

Ahora, ¿Qué sucede cuando una persona viene a Cristo? El Espíritu Santo, para hacer una radiografía del proceso, opera en tu vida logrando y produciendo fe. Sin fe es imposible acercarse a Dios, ¿No es cierto? Sin fe, no hay salvación.

El Espíritu Santo es capaz de producir fe en todas las personas de este planeta. Cuando tú eres tocado por el Espíritu Santo, la fe se empieza a manifestar y vienes a Cristo. Lo ves cómo tú Salvador, le entregas tu vida, y se produce lo que normalmente se llama: el Nuevo Nacimiento. 

Lo que viene a continuación, esos viejos coros evangélicos que decían. “ven, lléname, desciende, dame más”, en realidad, si quisiéramos ser textuales con lo que la Biblia habla, lo que debe pasar en el tiempo posterior al nuevo nacimiento, es que los siete espíritus de Dios vayan tomando tu vida, tu familia, tu casa.

Entonces, que eso que empezó siendo fe,  termine siendo espíritu de consejo, de poder, de sabiduría o de inteligencia. Al principio, cuando vienes a Cristo, ni siquiera tienes la capacidad de explicar lo que te ha sucedido.

Pero al pasar los años, tú sí puedes explicarle a una persona que no conoce a Dios, cómo ser salvo. Muchas veces, escuchar a un anónimo y humilde hermanito hablarle a una persona no creyente resulta muy interesante, porque se nota cuánto ha cambiado su manera de pensar.

De cómo llegó esa persona, sin siquiera explicarse lo que era el nuevo nacimiento, a cómo está hoy día, hablándole a otra persona, tratando de acercarla a Cristo. ¿Qué pasó? Espíritu de inteligencia, espíritu de temor de Dios.

Es decir que nadie está igual que como ha llegado. Ha habido un notorio crecimiento. Y sin cursos ni clínicas especializadas. La idea es que, al pasar los años, tu vida llegue a madurar tanto que se pueda ver eso que la Biblia llama los siete espíritus de Dios, obrando.

Imagínate un anciano, abuelo, que conoció al Señor en su juventud, dando consejo a sus nietos. Un hombre de Dios, temeroso, dando consejo a sus hijos u orando por su familia. Imagínate el modelo. Abraham, Isaac, José, por su descendencia.

¿Qué ha pasado? Toda una vida en la que hubo un proceso. De ser jóvenes y alocados, que un día estábamos y al siguiente no estábamos, a terminar siendo personas sólidas que llegan a sostener a mucha gente.

Porque hay un ciclo de crecimiento en Dios. Este espíritu que se levanta y dice que tomando a siete espíritus peores que él son, precisamente, espíritus que van a buscar estorbar la obra del Espíritu Santo en la vida de esa familia.

Estos siete espíritus de Dios, lo que provocan es bendición en nosotros. Si uno tiene espíritu de sabiduría, por ejemplo, entonces sí podrá y sabrá tomar decisiones correctas. Si uno tiene espíritu de consejo, entonces sí podrá darlos a otras personas, porque tendrá la habilidad de ver las cosas de una forma tan clara, que ellos van a poder tomar decisiones correctas por haber aceptado ese consejo.

Revisando la Biblia, encontramos que existen siete clases de estos espíritus familiares. Los especialistas en liberación saben muy bien, y así se lo enseñan  a todos los que quieran saberlo, que no todo lo que le sucede de malo a una persona tiene que ver con demonios, sino que en muchos casos el factor principal lo constituye su propia carnalidad. 

Un hombre reacciona mal y en forma violenta por una tontera por una simple razón: hace desde toda su vida que tiene esa característica. Lo que sucede es que, cuando llega a una iglesia, siempre habrá alguien que quiera liberarlo suponiendo que tiene un demonio.

No podemos aceptar que alguien que le propina cuatro golpes a su jefe en un ataque de ira incontenible salga luego a defenderse jurando que lo ha atacado e influido un demonio. Como tampoco es sabio que por toda defensa ese hombre asegure que él es así, sólo eso.

Hay una mezcla de ambas cosas que es la que opera en la conducta de la gente. De toda esa investigación de años, se ha determinado que existen siete clases de espíritus que, si el padre los tuvo, el hijo también va a tenerlos. Y si el hijo lo tuvo, también lo va a tener el nieto.

No son todos, hay siete, que son los siguientes. Y no voy a enumerarlos por orden de importancia. No diré ni querré decir que el que mencione primero será porque es el más importante que el segundo. Simplemente los mencionaré por orden para no dar información confusa y mezclada.

De todos modos, cuando los mencione, aprovecha este momento donde quiera que te encuentres y examínate a ver con cuál de ellos te ves comprometido. Si así lo entiendes, verifica si tus padres lo han tenido. Pregunta a las tías, primos y demás parientes que tengan información. Y luego remóntate hasta tus abuelos. No sería extraño que uno de estos espíritus, además de estar fastidiándote a ti, haya estado operando en tu casa por casi toda su existencia como familia.

El primero habremos de llamarlo Espíritu de Ira. Voy a dar algunos versículos, todos son tomados del primer libro de Samuel. (1 Samuel 18:8) = Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: a David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.

¿Es normal que la ira sea una cuestión genética o de familia? Sí. Y de hecho, hasta psicológicamente se han hecho estudios, respecto a que los niños aprenden a expresar su enojo tal como sus padres lo hacen.

Pero lo interesante es esto, y es aquí donde la psicología ya no puede ayudarnos, así como tampoco puede hacerlo ninguna disciplina médica o de la conducta. Que se ven ese tipo de reacciones en niños tan pequeños, que no han tenido tiempo todavía de aprender las conductas de los padres.

Está el caso de un bebé de un par de años que arroja al suelo el biberón, muy enojado, simplemente porque lo hicieron llorar más de la cuenta. ¿Me vas a decir que con sólo dos años de edad, ya aprendió eso de la conducta de sus padres?

Obviamente que no, pero si él tiene esa conducta a los ocho años, y reacciona con violencia y el padre también, uno puede decir ciertamente, que está aprendiendo a reaccionar cómo ve reaccionar s su padre.

En ese segundo ejemplo, la psicología tiene mucho que decir. Las reacciones son aprendidas. Pero en el primer ejemplo la psicología se calla la boca porque, en un niño tan pequeño, no ha existido ni por asomo la oportunidad de procesar esa conducta para poder hacerla suya. Entonces es ahí donde decimos que eso es espiritual.

El segundo espíritu familiar, es el Espíritu de Temor. Hay gente que nunca se animó a hacer cosas nuevas, o a invertir, o a hacer cosas arriesgadas, porque había temor de por medio. Y desde los bisabuelos, pasando por los abuelos y los padres, fueron gente que terminaron sus días llenos de grandes ideas, pero sin nada.

¿Por qué? Por el temor. Por ahí pierdo, por ahí me engañan, por ahí me va mal, y que aquello, y que esto y que lo otro. Temor. ¿Es un espíritu heredado? Sí. (1 Samuel 18:12) = Más Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado de Saúl.

Tercero, Espíritu de Celos. (1 Samuel 18: 9) = Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David. Los celos son heredados y entran dentro de la categoría de espíritus familiares. Cuarto, Espíritu de Manipulación. 

(1 Samuel 18: 12) = Más Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado de Saúl; (13) por lo cual Saúl lo alejó de sí, y le hizo jefe de mil; y salía y entraba delante del pueblo.

(14) Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él.

(15) Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, tenía temor de él.

(16) Más todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos.

(17) Entonces dijo Saúl a David: he aquí, yo te daré Merab mi hija mayor por mujer, con tal que me seas hombre valiente, y pelees las batallas de Jehová. Más Saúl decía: no será mi mano contra él, sino que será contra él la mano de los filisteos.

(18) Pero David respondió a Saúl: ¿Quién soy yo, o qué es mi vida, o la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?

(19) Y llegado el tiempo en que Merab hija de Saúl se había de dar a David, fue dada por mujer a Adriel meholatita.

(20) Pero Mical la otra hija de Saúl amaba a David; y fue dicho a Saúl, y le pareció bien a sus ojos.

(21) Y Saúl dijo: yo se la daré, para que le sea por lazo, y para que la mano de los filisteos sea contra él. Dijo, pues, Saúl a David por segunda vez: tú serás mi yerno hoy.

(22) Y mandó Saúl a sus siervos; hablad en secreto a David, diciéndole: he aquí el rey te ama, y todos sus siervos te quieren bien; sé, pues, yerno del rey.

(23) Los criados de Saúl hablaron estas palabras a los oídos de David. Y David dijo: ¿Os parece a vosotros que es poco ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de ninguna estima?

(24) Y los criados de Saúl le dieron la respuesta, diciendo: tales palabras ha dicho David.

(25) Y Saúl dijo: decid así a David: el rey no desea la dote, sino cien prepucios de filisteos, para que sea tomada venganza de los enemigos del rey. Pero Saúl pensaba hacer caer a David en manos de los filisteos.

(26) Cuando sus siervos declararon a David estas palabras, pareció bien la cosa a los ojos de David, para ser yerno del rey. Y antes que el plazo se cumpliese, (27) se levantó David y se fue con su gente, y mató a doscientos hombres de los filisteos; y trajo David los prepucios de ellos  y los entregó todos al rey, a fin de hacerse yerno del rey. Y Saúl le dio su hija Mical por mujer.

(28) Pero Saúl viendo y considerando que Jehová estaba con David, y que su hija Mical lo amaba, (29) tuvo más temor de David; y fue Saúl enemigo de David todos los días.

(30) Y salieron a campaña los príncipes de los filisteos; y cada vez que salían, David tenía más éxito que todos los siervos de Saúl, por lo cual se hizo de mucha estima su nombre.

De este tema solemos hablar y enseñar cuando hablamos de Jezabel. Y así hemos visto cómo, una madre manipuladora va a formar una hija manipuladora, mientras que un hombre manipulador, va a formar un hijo manipulador.

Quinto, Espíritu de Muerte. De hecho, no estoy hablando de la muerte como cesación de la vida. (1 Samuel 18: 11)= Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: enclavaré a David a la pared. Pero David lo evadió dos veces. (Sexto, Espíritu de Brujería.)

(1 Samuel 28: 3) = Ya Samuel había muerto, y todo Israel lo había lamentado, y le habían sepultado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había arrojado de la tierra a los encantadores y adivinos.

(4) Se juntaron, pues, los filisteos, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo Israel, y acamparon en Gilboa.

(5) Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera.

86) Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.

(7) Entonces Saúl dijo a sus criados: buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: he aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación.

(8) Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere.

(9) Y la mujer le dijo: he aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos, ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir?

(10) Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto.

(11) La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: hazme venir a Samuel.

(12) Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: (13) ¿Por qué me has engañado? Pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: no temas, ¿qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: he visto dioses que suben de la tierra.

(14) Él le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando su rostro a tierra, hizo gran reverencia.

(15) Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer.

(16) Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo?

(17) Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David.

(18) Como tú no obedeciste la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy.

(19) Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo tú y tus hijos; y Jehová entregará también el ejército de Israel en mano de los filisteos.

(20) Entonces Saúl cayó en tierra cuán grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; y estaba sin fuerzas, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan.

(21) Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndolo turbado en gran manera, le dijo: he aquí que tu sierva ha obedecido tu voz, y he arriesgado mi vida, y he oído las palabras que tú me has dicho.

(22) Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan para que comas, a fin de que cobres fuerzas, y sigas tu camino.

(23) Y él rehusó diciendo: no comeré. Pero porfiaron con él sus siervos juntamente con la mujer, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama.

(24) Y aquella mujer tenía en su casa un ternero engordado, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura.

(25) Y lo trajo delante de Saúl y de sus siervos; y después de haber comido, se levantaron, y se fueron aquella noche.

Y por último, el séptimo espíritu familiar, Espíritu de Suicidio. (1 Samuel 31: 4) = Entonces dijo Saúl a su escudero: saca tu espada, y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Más su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella.

Te voy a dar un ejemplo. Los equipos de liberación de mayor experiencia y autoridad, suelen investigar en el pasado a alguien que ostente un espíritu de adivinación, ya que han comprobado fehacientemente que esos espíritus suelen transmitirse de generación en generación.

Eso quiere decir que, cuando hablamos de una persona, y empezamos a hacerle un análisis espiritual, nos encontramos con que hay algunas cosas que esta persona las aprendió. Por ejemplo, que un amigo lo haya introducido en la droga. Ese es un pecado adquirido, un demonio que entró por invitación personal.

Pero hay otro tipo de espíritus. Son aquellos que han estado trabajando en ciertas familias por generaciones y generaciones y, por lógica consecuencia, conocen muy bien a las personas en las cuales operan hoy. 

Si tú hablas, por ejemplo, con una persona que haya tenido un suicidio en su familia, te puedo asegurar que si investigamos con mayor precisión, nos vamos a encontrar con que en esa familia ha habido o hubo más de un suicidio.

A eso es lo que llamamos mayoritariamente espíritus familiares. Otros los presentan o enseñan cómo generacionales, no hace al punto la modificación. Ahora bien, si en tu árbol genealógico has tenido a un bisabuelo que se suicidó, y en momentos de angustia o depresión tú sientes que quisieras morirte, creo que ya te estás dando cuenta por dónde anda la cosa.

¿Por qué? Porque estos espíritus que te he presentado,  operan específicamente en la manera de pensar de toda esa familia. ¿Y qué es lo que operan los espíritus familiares en las casas? Puntualmente, tres cosas.

La primera cosa que ellos operan o producen, son patrones generacionales. Y te doy un ejemplo. Un espíritu de Ira en acción; un abuelo que nunca le perdonó algo a sus hijos, o a uno de ellos, y que se murió enojado con ese hijo.

Y toda la familia sufría, tremendamente angustiada, por ver cómo el hombre ya se estaba muriendo y seguía enojado con uno de sus hijos. Pasan los años y, uno de sus descendientes, tiene la misma historia con uno de sus propios hijos. Ese es un patrón generacional.

Y es muy llamativo, porque ese que hoy es padre cuando en ese entonces era hijo de ese viejito que andaba enojado, que en su momento decía: “¡Cómo mi padre no entiende que no puede comportarse así!, hoy día está actuando exactamente igual.

Ahora pregúntate y pregúntame: ¿Por qué si él sufrió tremendamente por ese comportamiento paterno e hizo lo indecible por modificarlo sin conseguirlo, hoy está repitiendo la misma conducta con el suyo? Porque es un patrón y está por encima de la voluntad; está dentro de las estructuras de comportamiento de la familia.

Hay personas que se quedan permanentemente dentro de sus casas, con todas las ventanas cerradas, no entra una gota de sol ni de luz de sol. Viven casi a oscuras y en permanente depresión. Eso es un espíritu de muerte.

Algunos años después, los hijos de esas personas, que en su momento habrán sufrido viendo a sus padres encerrarse y pasar días enteros sin comer ni salir, comienzan a padecer trastornos que indefectiblemente comienzan a arrastrarlos a crisis depresivas. El mismo espíritu que sigue operando en la misma familia.

Y existe una gran diferencia que resulta peligrosa. En los tiempos de los antepasados, convivían con ese problema hasta que un buen día se morían. No se internaban en sanatorios, ni en clínicas neuropsiquiátricas especializadas ni tomaban nada para su problema.

Hoy es diferente. Hay muchísima medicación bien fuerte para procurar sacar a la persona de ese estado. Hay clínicas exclusivas de alto costo donde se tratan esas patologías. Cualquier persona, hoy, puede terminar internado allí o, lo peor, adicto a las drogas. Espíritu de muerte.

Porque dicen los que saben del tema que, detrás de todo cuadro protagonizado por un droga dependiente, hay algún antepasado con serios y muy visibles problemas relacionados con el espíritu de muerte. ¿Qué es la fármaco-dependencia? Es un espíritu de muerte, gradual.

La persona no lo sabe y paulatinamente va incorporando más y más medicamento que al final lo está matando. La mejor prueba de eso la tienes (al menos en mi país) en las cajas de cigarrillos. Es obligatorio y se cumple, que cada paquete trae una leyenda bien grande que dice que el tabaco es nocivo para la salud y produce cáncer.

Y el fumador lo lee mientras inhala y expulsa el humo, como una especie de entretenimiento anexo al acto de fumar. ¿Están locos? ¡No! Y para nada es un acto involuntario o inconsciente. ¿Y entonces por qué sigue fumando? Porque es un patrón generacional. Un patrón establece una manera de actuar.

La segunda cosa que provocan los espíritus familiares, son las maldiciones familiares. No es el tema, pero es bien interesante. Hay rastros en la historia sobre estos temas que son realmente visibles. Sólo por aplicación práctica de lo que estamos viendo voy a explicarte brevemente cómo se da esto en los planos familiares.

Imagínate a un padre o a una madre que, por alguna causa en especial o particular, no está de acuerdo con el matrimonio de uno de sus hijos, entonces de manera inconsciente, le lanza una maldición. “Si te casas con esa o con ese, te va a ir mal”.

O sea que lo que quiero decirte es que maldición, no es decir: “¡Te maldigo!”. Basta con decirle a alguien algo que luego va a suceder. Y que lamentablemente, aunque la persona que lo digo desaparezca, el que queda ve con dolor cómo no puede impedir que ocurra lo que le anticiparon ocurriría.

Técnicamente, ¿Qué es una maldición? Es una atadura. Es una atadura que funciona en base a dos factores: una, mi palabra; y dos, un espíritu inmundo que usa mis palabras para atar a otra persona. El espíritu inmundo, dice: “¡Si su padre lo dijo, que lo ama!”. Entonces, aunque el papá se arrepienta, la atadura sigue.

¿Cómo se rompe una maldición? Con una bendición. Yo dije esto, pero ahora digo esto. Y diciendo esto nuevo, echo fuera al espíritu inmundo que estaba detrás de lo que se dijo antes. Los espíritus familiares se encargan de hacer que se cumplan las maldiciones generacionales.

Hay casos en donde las tinieblas tienen derecho de despojar a una persona por causa de lo que hicieron sus antepasados. Familias que hace setenta u ochenta años tenían riquezas de alto nivel y que, con el correr de los años, fueron perdiendo y perdiendo hasta quedar sin nada.

Muchas de esas alianzas se dieron por palabras. La masonería, por ejemplo, funciona en base a palabras. Juramentos, palabras que se dicen en ciertos y determinados momentos, oraciones que se repiten. Y a través de esas palabras, una persona puede maldecir a su familia.

La tercera cosa que operan los espíritus familiares, son las enfermedades generacionales. O sea que, muchos se van a morir de las mismas causas por las que se murieron sus abuelos. Esto puede tener una explicación lógica, biológica o médica: la genética. Puede ser.

Volvamos un momento a los patrones generacionales. Cuando hablo de patrones hablo de conductas aprendidas. Los hijos terminan aprendiendo las conductas llevadas adelante por sus padres. Las buenas y las malas.

De allí que, cuando los descendientes pasan por una crisis, sus respuestas van a estar condicionadas a las respuestas que tenían sus padres, en su momento, para lo mismo. Y ahí tenemos una combinación letal: un patrón aprendido con otro que es heredado. Más allá de las circunstancias, la tendencia de caer en esto, es espiritual.

Estos son modelos o hábitos negativos que pasan de generación en generación. Y la familia se familiariza tanto con esos modismos y comportamientos que cuando quieren darse cuenta ya los han incorporado como sistemas de vida cotidianos y normales.

Muchas veces, estos patrones se enquistan o se posicionan utilizando a algunas personas. Es bastante frecuente que en familias donde son varios hermanos, al morir el padre, que tenía un carácter controlador y muy fuerte, indefectiblemente uno de sus hijos recibe la carga espiritual más grande y potente relacionada con el padre fallecido.

Y ese, no sólo va a tomar el control emocional y espiritual de los demás, sino que se va a encargar, puntillosa y meticulosamente, de mantener vigente día tras día lo que se viviera en las épocas del padre ya ausente. Logra, aunque no se lo proponga, producir temor y excesivo respeto por parte de los demás.

Y ese hijo ahora devenido en jefe del clan, se encarga de retrotraer hechos y sucesos a la época en que el padre vivía, y de esta manera mantiene activo y sumamente vivo a todos los patrones heredados, esos que el resto pretendía desterrar y olvidar.

La conclusión es muy simple. Cuando hablamos de espíritus familiares, quiero que entiendas por si no te habías dado cuenta, que estamos hablando de demonios. Y un demonio, para actuar en un cierto y determinado lugar, necesita a una persona física para manifestarse.

Toma, por ejemplo, al espíritu de pobreza. Si ese espíritu anda dando vueltas por tu iglesia un domingo por la tarde, es muy probable que ni siquiera te des cuenta de su presencia. Pero si en un momento dado ingresa al templo un mendigo todo harapiento y sucio, entonces de inmediato tomas conciencia de la actividad de ese espíritu, porque lo estás viendo obrar.

Ahora bien: ¿Quiénes detectan a los espíritus sin las personas? Los profetas. Si hubiera alguno en tu iglesia, seguramente ese domingo, y mucho rato antes que ese mendigo ingresara a pedir algo, se hubiera puesto de pie y hubiera dicho: ¡reprendamos, hermanos; hay un espíritu de pobreza en este lugar!

Claro está que, cuando aparece el mendigo y el espíritu que lo influye se manifiesta claramente, entonces ya no necesitas al profeta. Esto tiene toda una estructura en el ámbito espiritual. Y es importante entender esto, porque un espíritu familiar, necesita definitivamente a un representante humano en cada generación.

Si se diera un caso así en una familia determinada, ese que guarda en sí mismo la presencia de ese espíritu es el encargado de desarticular todos los esfuerzos que los demás hacen para desprenderse de él. Y que no te quepan dudas que va a ser el único que no se convertirá a Jesucristo, aunque el resto sí lo haga.

Por eso quiero que entiendas bien toda esta información, porque no es solamente algo espiritual. Porque lo espiritual no sería tan determinante o tan importante si no se manifestara en lo natural. Es lógico, no afectaría a nadie.

El tema es que, cuando empiezas a darte cuenta, es como que se hizo un poco tarde. Algunos comienzan a meterse en líos, otros tienen conductas inexplicables conforme a sus personalidades. La gente cambia. Pero habrá uno en cada familia donde ese espíritu estará con las mismas características que el primer día.

Los hermanos que se han especializado en batallar contra estos espíritus aseguran que, cuando en una familia se produce una sólida unidad espiritual por parte de una mayoría para orar y batallar contra este demonio, lo que generalmente suele suceder es que se muera el miembro de la familia que lo poseía. ¿Me dices que la persona puede llegar a morirse? Sí, te lo estoy diciendo.

Porque, -dicen y aseguran aquellos que verdaderamente conocen muy bien de esto-, que está tan fuertemente agarrado ese demonio de esa persona que, intentar sacárselo, significa literalmente matarlo. Mucho cuidado con esto. Tal como se lo escuché a un siervo con alta experiencia en guerra espiritual, dije que “puede” morirse, no dije que “va” a morirse, ¿Está claro?

No obstante, hay gente que muy preocupada porque le ocurren estas cosas, decide un día irse de la casa donde está centralizado ese espíritu maligno. Dice para sus adentros: “¡Ah, sí! ¡Qué se maten entre ellos, si quieren! ¡Yo me voy de aquí! ¿Sabes qué? Si es un espíritu familiar, no te va a funcionar; te va a seguir donde quiera que te escondas.

Porque esa entidad no está alrededor tuyo, está en ti. Es un patrón generacional y va a manifestarse donde quiera que tú te encuentres. ¿Y cómo es que se vence eso? De eso es que vamos a hablar. Lo primero que debes saber es cómo funciona, cómo opera.

Debes investigar respecto a cómo se introdujo en tu familia. Reitero una vez más; este espíritu familiar siempre busca conectarse con por lo menos un miembro de una familia por cada generación, y de allí ataca a los restantes.

Ahora bien, ¿Sabes, entre las cosas que puede hacer este espíritu, qué cosas realmente provoca? Volvamos al tema de las maldiciones. Esas maldiciones, llamadas generacionales, se llaman así porque van revalidándose generación tras generación.

¿Cómo funciona este espíritu? Este espíritu provoca que, los pecados que se dieron y se confesaron de los padres, se vuelvan a dar y a confesar en esta generación. Ejemplo: volviendo al caso de la falta de perdón. Espíritu de ira.

Hay gente que suele decir muy a menudo: “Yo amo a las personas, ¿Pero cómo supones que le voy a perdonar esto o aquello? El que sentía todo eso se murió, ya está. Pero ahora tiene otra generación. Ya no están en el siglo 19 ni en el 20, ahora estamos viviendo en el siglo 21.

Pero resulta ser que las maldiciones que se libraron allá, quedaron ahí. Pero en esta generación aparece alguien que vuelve a utilizar y a revalidar lo que se dijo, y va y lo dice de nuevo. La maldición es un pecado. Dios nunca va a estar de acuerdo que de tu boca salga maldición para nadie.

Dice que nosotros debemos elegir decir bien. Un a le digas a nadie que en algo le va a ir mal. Dile que la va a ir bien. Dios lo bendiga. ¡Pero es que ha obrado mal! Que Dios se encargue. Que de tu boca salga bendición.

Pero el tema es más complicado que eso. Una maldición es, por ejemplo, decir: ¡Nunca nos va a ir bien! ¡Nunca vamos a salir de esto! ¡Nunca vamos a poder cambiar esta situación! La maldición es un pecado porque niega la acción y el poder de Dios.

¡Pero no, hermano! ¡Usted no sabe que esto ya sucedió antes con mis padres! Sí, pero tus padres no conocían a Jesucristo. Pero tú sí que lo conoces, y tú eres el único que puedes hacer que esa maldición se convierta en bendición con el tiempo.

La pregunta, entonces, es: ¿Por qué eliges unirte con las palabras de tus padres, que eran incrédulos? Estas maldiciones pueden pasar hasta la cuarta generación. El efecto máximo, es hasta la cuarta generación.

(Isaías 11: 1) = Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.

Aquí estamos viendo las cuatro generaciones. Dice que saldrá una vara, (en otras versiones se lee, retoño), una, del tronco, (dos) de Isaí, (tres). Y un vástago, (cuatro) retoñará de sus raíces. ¿Fui claro? ¿Se me entendió? Lo voy a explicar mejor.

(Romanos 11: 16) = Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.

Haz un pequeño ejercicio, vete a lo opuesto a esto. Si la primera parte o porción, que son las primicias, son contaminadas, también la masa. Y si la raíz es inmunda, también lo son las ramas. Hay un texto muy interesante en Joel 2, donde se ha hablado de lo que el Espíritu Santo iba a hacer, muy por encima de lo que sucedió en Pentecostés. Joel es un profeta menor que escribe después que el templo se destruyó. Es un hombre muy valiente, él se levanta para declarar una palabra de arrepentimiento y juicio a la nación.

(Joel 2: 25) = Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.

Cuando satanás quiere destruir una familia, va a utilizar cuatro procesos. Que te puedo clarificar mejor como cuatro tipos de ataques. Se habla de la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta. Lo aprendí hace mucho tiempo: no son cuatro insectos diferentes.

Es el proceso progresivo de uno solo, en sus cuatro fases de crecimiento. Es como cuando vemos una mariposa. Una mariposa es la etapa final de una oruga. El mosquito, inclusive, antes de ser ese bicho fastidioso por sus picaduras, era una oruga que vivía en el agua.

No son muchos, es uno solo en sus distintas etapas. En este caso es lo mismo, es un proceso de cuatro fases que concluye en una langosta. Vamos a verlos con detenimiento. ¿Cuál es el primero? La oruga. La palabra oruga, en el hebreo, es la palabra gazam.

Esta es la fase en la que el gusano ha salido del huevo, y no tiene alas. El gazam, se especializa en comerse la raíz. No tiene alas, se arrastra. Si has visto arbustos sabes que algunos tienen sus raíces bien enterradas y escondidas, pero otros las tienen casi sobresaliendo a la superficie. Gazam, u oruga, se come las raíces.

El siguiente es el saltón. La palabra en hebreo para saltón, es arbeh. Es la segunda etapa de la formación de este insecto. Sigue siendo pequeño, tiene como una piel, es un insecto sin patas y sin alas, que se especializa en destruir el tronco.

Ya puede trepar por la corteza del árbol. ¿Cuál es el tercero? Revoltón. No deriva de revoltoso como algunos suponen. En hebreo la palabra es yekeq. El revoltón es la langosta joven, temprana del desarrollo. Tiene alas muy pequeñas, pero a pesar de tenerlas, no puede volar.

Sin embargo, tiene unas pequeñas patas muy ágiles que le permiten destruir las ramas. Por último, la langosta. En hebreo la palabra es hasil. ¿Y qué se come la langosta? Los frutos. Destruyen todo el follaje. Ahí el insecto ya está maduro, tiene patas, alas largas y una mandíbula que tritura todo.

Si te has dado cuenta, estas cuatro fases del desarrollo de este insecto, tiene un rasgo muy interesante. Cada uno de ellos se caracteriza porque destruye una parte del árbol familiar. Se especializan en eso. Hasta que queda totalmente devastado, se destruyó la raíz, el tronco, las ramas y los frutos.

(Joel 1: 2) = Oíd esto, ancianos, (Raíz) y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres? (Tronco)

(3) De esto contaréis a vuestros hijos, (Ramas) y vuestros hijos a sus hijos, (Frutos) y sus hijos a la otra generación.

Joel está denunciando el ataque contra las generaciones de la casa de Israel. Raíz, tronco, ramas y frutos. Veamos: la raíz es la primera generación; son los abuelos. El tronco, es la segunda generación, son los padres. Tercero, las hojas; los hijos. Cuarto, los frutos, los nietos.

Noten algo interesante en todo este proceso. La raíz, determina lo que será la herencia. Porque de acuerdo con el tipo de raíz, será el árbol. ¿Sabías eso? Si el árbol va a crecer mucho, las raíces van a ser muy extensas, largas. Se conocen raíces que tienen cientos de metros, hasta llegar a las fuentes de aguas.

Es imposible que un árbol grande tenga raíces pequeñas. Por eso decimos, (Y no lo decimos solamente nosotros), que los abuelos tienen un rol muy importante. Ese rol es dejar herencia. Y resulta más que obvio que no estoy hablando de cuestiones materiales, de hecho.

Un abuelo les habla a los hijos, que ya son adultos, y les habla a los nietos, que son pequeños. Y créeme que tiene influencia en todos ellos. Eso es herencia. Ninguno de ustedes seguramente, recuerda haber tenido bisabuelos, pero sí abuelos. A ellos los recuerdan bien.

Analizando muchas cosas, te vas a dar cuenta que puedes tomar cosas buenas o malas de tus abuelos. Es como si Dios les hubiera dado el privilegio a los abuelos, de poder modelar caracteres en sus nietos que luego le permitirán defenderse en la vida. Incluso, en muchos casos que hemos visto, sobreviviendo a malos padres.

Porque una cosa es tener malos padres, les sucede a muchos. Pero qué terrible es cuando toca tener malos abuelos. Porque la idea del abuelo es la del amor, la de personas agradables, cariñosas, dulces. El padre es el que disciplina, pero el abuelo no. El abuelo es el que malcría, es el que te debería dejar mejores imágenes en tu mente.

Por eso es que en la historia judía tiene dirección de Dios. El abuelo judío era el encargado de tres cosas. 1) Era el que les enseñaba el idioma hebreo. 2) Eran los encargados de transmitirles su legado espiritual. 3) Era el encargado de la bendición sacerdotal.

El tronco, estoy hablando de los padres, de los adultos mayores, es la parte que normalmente es más vistosa del árbol. Es el que trabaja y sostiene todo el árbol. El tronco es el que hace el trabajo más duro. De él salen todas las ramas. Las ramas, los hijos. Largos, sueños largos, planes, ideas. Y llegarán los nietos que son los frutos.

(Éxodo 20: 5) = No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, (6) y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Pregunta: ¿Por qué alguien que está en Cristo, sin importar la edad que tenga, puede tener problemas como: carácter, vicios, problemas sexuales o depresión? ¿Por qué puede darse esto? Hay algunas teorías, veámoslas.

Teoría biológica o genética, o sea: la influencia de los padres o los abuelos. Eso quiere decir que va a pasar cosas a los hijos, buenas y malas. Si lo que estás heredando es bueno, bueno. Si lo que estás heredando es malo, malo.

Te pregunto: ¿tú crees que lo espiritual puede, en algún momento, representarse materialmente? ¿Será posible, por ejemplo, que una iniquidad pueda presentarse materialmente como un gen negativo? Si no tienes respuesta no te preocupes, hay un millar de personas buscándola todavía. La iglesia incluida.

La segunda teoría tiene que ver con lo que se llama “conducta aprendida”. Es posible que si una persona ha crecido con padres separados, o en un hogar violento, o en un lugar donde había un lenguaje vulgar de manera constante, desarrolle comportamientos muy similares al que tenía cuando era niño.

Esto se llama teoría social. Y nos enseña que conforme al ambiente social donde un niño crece, así será su probable formación por influencia. Puedes imaginarte lo que podría llegar a suceder dentro de algunos años a partir de los derechos para el matrimonio homosexual, que algunos países, (Entre ellos el mío), han autorizado por ley.

Hoy no hay más problemas que los clásicos de discriminación, segregación, machismo y agresiones injustificadas. Pero dentro de veinte años, cuando ya estemos viviendo con una generación que en muchos casos habrá sido educada y formada por matrimonios gay, entonces resultará más que interesante observar que clase de consecuencias tenga eso.

Tercera teoría, la psicológica. Esa persona que tiene problemas con las drogas, o con el sexo o con algo así, ¿Puede ser a consecuencia de su inseguridad personal? ¿Puede ser a consecuencia de que se siente muy poco valioso, tiene muy baja auto estima, y eso hace que se abra fácilmente a cualquier cosa?

Sí, es posible. Cualquiera de mis hermanos que haya incursionado en ministraciones de sanidad interior, sabe que eso es muy posible. Ahora bien; sin importar qué teoría es la correcta, nosotros no podemos usarlas como excusa para un comportamiento inadecuado.

¿Por qué? Cualquiera de estas teorías pueden ser ciertas y válidas, o todas incluso. Pero la respuesta que Dios nos da a nuestra condición, al árbol, es que nazcamos de nuevo. Así como creemos que algo negativo como la iniquidad puede manifestarse por medio de un gen, también podemos creer y aceptar que una bendición puede modificar a genes defectuosos.

De hecho, dicen que ya existen algunas pruebas pioneras que muestran como el cuadro genético de un convertido de años, presenta muchos cambios respecto al cuadro genético que tenía mucho antes. Eso puede determinar que un descendiente de una familia donde había problemas cardíacos, o diabetes u otras que se consideran hereditarias sí o sí, no se hayan presentado en él o en ella. No es relevante, es alguien que nació de nuevo.

Yo creo que lo complicado de esto es la segunda teoría, no la genética, sino la social. ¿Por qué? Porque el nuevo nacimiento, no te cambia tu manera de pensar. Nuestro entorno social siempre nos predispone respecto a de qué manera reaccionamos.

¿Ustedes creen que de un padre golpeador, violento y abusador, puede salir un excelente papá, cariñoso, amoroso y protector? Si Dios interviene en el asunto, no te quepan dudas que sí. Pero sin intervención de Dios es imposible que se produzca una metamorfosis entre algo malo hacia algo bueno.

¿Por qué? Por la ciencia, por la biología, por la sociología, te demuestra sencillamente este axioma. Setenta y cinco por ciento de quienes están hoy en una cárcel, han tenido a un padre o a una madre en la cárcel.

Setenta y cinco por ciento. Y ese porcentaje varía muy poco en los distintos lugares del mundo, parece una constante inflexible. ¿Y qué te demuestra eso? Que hay algo que se llama “conducta aprendida”, entorno social.

Cuidado: jamás diría que esto es absoluto, nada en lo humano y social lo es. Puede haber excepciones y de hecho las hay. Pero el común denominador da lugar a lo que ya hemos aprendido: toda semilla se reproduce según su género.

Si tu padre fue un mal padre, tú terminarás siendo un mal padre, también. A menos que Dios intervenga en tu vida. ¿Es Dios el único que puede cambiar eso?  Es indudable que no. Todos conocemos a personas que crecieron en hogares malos y han llegado a ser muy buenas personas.

Escucha bien para que no te confundas. Lo que quiero decirte es que no podemos pretender que Dios sea el que deba resolverlo todo. Lo que en realidad resuelve todo, es que haya un cambio en tu manera de pensar. Porque hay mucha gente que conoce a Dios pero que no ha cambiado su manera de pensar, y siguen metidos en los mismos problemas que tenían antes de conocer a Dios.

Lo que estoy tratando de decir es que, conocer a Dios, no es como si fuera una aspirina que va a calmarte todos tus dolores en un abrir y cerrar de ojos. Sólo es la llave, la puerta de entrada que te permitirá ingresar a un ámbito donde tu mente sufrirá cambios que luego serán apreciados por tus hijos y los hijos de tus hijos.

Y ahí llegamos a nuestro punto de estudio. Si no cambias tu manera de pensar, aunque te la pases en la iglesia, es probable que tu familia siga por los tiempos de los tiempos arrastrando cosas que son las mismas que padecían tus abuelos.

Por un lado sí que creemos que Dios es el que puede cambiar las cosas, pero eso me mete en un problema. Porque si yo salgo a decir y enseñar que Dios puede cambiar todas las cosas, ¿Cómo explico que haya tantos creyentes que están viviendo vidas miserables?

¿Cómo explico que haya creyentes que tienen problemas con las drogas, con el sexo o con lo que se te ocurra? ¿No estoy enseñando que Dios puede cambiar todo? Tiene que producirse una alianza, una sociedad. ¿En qué? En lo que Dios quiere hacer y en la voluntad del hombre.

Entonces, si alguien no conoce a Dios, ¿Puede cambiar su futuro? ¡Claro que puede! De hecho lo estamos viendo permanentemente en mucha gente que conocemos y que no es creyente ni por asomo. Si Dios se remitiera sólo a un cierto éxito social, ¿No crees que sería un Dios muy pobre?

Yo he conocido a gente de mi pueblo natal que vivían en la penúltima miseria, (Algunos rozábamos la última), y hoy día son empresarios y han hecho fortunas. ¿Y cómo lo lograron? A los golpes, cayéndose, equivocándose y volviendo a empezar.

Ahora, mucho cuidado con esto: no te estoy diciendo que sean felices, te estoy diciendo que han sido y son exitosos en sus negocios. Ya no son pobres y difícilmente terminen sus vidas en la calle. Con el Señor sería otra cosa, pero allá ellos si decidieron que no.

¿Y a dónde va todo esto? A Lucas 11, a lo que estuvimos hablando en el principio. ¿Qué es lo que pasa cuando ese espíritu sale de la casa y busca volver? ¿Cómo es que opera esto? Yo creo que la casa limpia, es una casa donde la salvación actuó, pero que no cambió la mente de la gente, porque la casa está vacía.

Si tú te das cuenta, una casa vacía, no cumple con la función para la cual ha sido construida. Las casas no han sido hechas para estar vacías. Las casas han sido hechas para estar llenas de gente. Tú entras a una casa vacía y, por más hermosa que sea, esa casa no tiene alma.

Imagínate una casa hermosísima pero sin un solo mueble. Nadie la va a poder apreciar. Por el contrario, puede haber una pequeña y muy humilde vivienda, pero si está habitada por gente que tiene buen gusto para decorarla con detalles simples, baratos pero originales, esa casa va a lucir distinto.

Tú puedes rascar el frente de tu vivienda y hacerlo de nuevo con lo último de lo último. Va a lucir tremenda esa fachada nueva, pero no dirá gran cosa. Eso es una conversión inicial, una simple fachada nueva. Pero, escucha: si la conversión no conlleva un cambio de mentalidad, siete peores vienen.

Y lo que no hicieron con este ciudadano cuando era mundano, ahora quedará expuesto. Porque esa casa es muy cierto que se ha barrido y limpiado de manera prolija y casi perfecta, pero si no se llena con las cosas de Dios, no te va a alcanzar.

Nosotros definitivamente no podemos argumentar nuestras falencias cargándoles las culpas a otras personas. Tú no puedes justificar que no eres un buen padre sólo porque no has tenido un buen padre. Eso sería simple y llana cobardía.

Tú no puedes ser un ser humano que inevitablemente depende de otros para sus reacciones propias. ¿Sabes qué fue lo primero que recibió Adán? Dominio. Si le aceptas al diablo implementar la ley de la excusa, siempre tendrás una excelente excusa para justificar tus barbaridades.

Sin embargo, todos llegamos a un punto sistemático: un día, Dios nos encontró. Y lo que Dios hace, básicamente es esto: darte un manojo de llaves. Y si Dios te da un manojo de no menos de veinte llaves, ¿No crees que el criterio de la curiosidad por saber qué es lo que abren esas llaves tendrá que ejercitarse en tu vida?

Una llave, por ejemplo, hay que reconocerlo más allá de lo que permanentemente puntualizamos, es la vida de la iglesia. Gente nueva, actividades nuevas, rutinas viejas cortadas y reemplazadas quizás por otras rutinas que, quieras o no, te hacen sentir mejor.

No niego eso, jamás lo he negado. Por eso no recomiendo salirse de los templos salvo orden expresa del Señor; sí recomiendo huir de la mentalidad de Babilonia, pero eso ya sabes que es otra cosa. No son pocos los que se fueron de los templos pero siguen en Babilonia. No funciona.

Claro, pero esa es apenas una llave. ¿Y las otras? El diablo escondió las llaves allá, en lo último del infierno. Y fue Jesús el que descendió hasta lo último del infierno para recuperarlas. Si hubieran sido las llaves las de la salvación, yo tengo un problema.

En Juan 17, Jesús, antes de ir a la cruz, esa noche lo van a apresar y está en el huerto de Getsemaní, y ¿Sabes qué dice Jesús? Dice: he acabado la obra que me distes que hiciese. O sea que Él, antes de ir a la cruz, ya terminó la obra.

Entonces tú dices: ¡Oh, Señor! ¿Qué hay en esas llaves? Otra de las llaves puede ser la posibilidad en Dios de cambiar la historia de tu familia. ¿Podrá esa ser otra de las llaves? Otra posibilidad será cerrar las puertas del pasado y decidir no usar esa llave para volver a abrir esa puerta?

Cuando Jesús habla con Pedro, le dice: a ti te daré las llaves. Y vuelvo al punto, yo no creo que sea solamente una cuestión de autoridad espiritual. Yo creo que Dios nos ha dado llaves a cada uno de nosotros el día que lo conocimos y lo aceptamos.

Y esas son llaves que pueden abrir y cerrar. Luego, más adelante, Pablo dice: él es el que abre y nadie cierra, y el que cierra y nadie abre. El único que puede hurgar tu pasado para destruirte, eres tú mismo. Y el único que puede abrirse puertas para que tu futuro sea distinto, eres tú mismo.

¿Te gustaría terminar tus días como tu papá o tu mamá? ¡Es que yo conozco a Dios y ellos no! No le hace, no alcanza. ¿Cómo sabes que no terminarás tus días con las mismas peripecias, vicios o tentaciones pecaminosas que tu papá o tu mamá? En realidad no lo sé.

Muy bien; ahí tienes una llave que Dios te ha dado para deshacer esto. El problema es que todavía no la has utilizado. Con esa llave tú podrás separar qué cosas que tenían tus padres quiere seguir teniendo tú, y qué cosas que ellos tenían tú no quieres por nada del mundo.

Lo que estoy tratando de decirte es que en Dios tenemos el arma de poder podar el árbol genético y sacar de él lo que no es bueno y dejar que crezca y florezca lo que sí es bueno. Una persona puede vivir muchos cambios, pero normalmente esos cambios, aunque sean tremendos, son a nivel personal. No puede afectar a otras personas.

Pero en Dios sí puedes cambiar a tu familia, puedes incluso cambiar a una sociedad y, si me dejas ir un poco más lejos, hasta te digo que puedes cambiar a toda una generación. Y te voy a dar un ejemplo bíblico. Génesis 12, y te vas a sorprender con esto.

Todos se acuerdan de los patriarcas, ¿Verdad? ¿A quiénes se les llama patriarcas? En la Biblia, ¿Quiénes son los patriarcas? Abraham, Isaac, Jacob, pero ¿Por qué se les llama patriarcas? Porque son los padres de la nación de Israel, por eso se los llama patriarcas.

Los patriarcas de Israel tuvieron un problema muy frecuente. En el capítulo 12 de Génesis, si ustedes buscan del versículo 10 al versículo 20, Abraham, le miente a una persona respecto de su esposa Sara. ¿Sabes cuál era el pecado más frecuente de los patriarcas? La mentira.

¡Quién lo hubiera dicho! Cualquiera hubiese pensado que se trataba de alguna cosa más seria, ¿No es cierto? Bueno; la mentira es algo muy serio, no te creas. Aquí Abraham dice que Sara no es su mujer, dice que es su hermana. ¿No les parece serio?

Imagínate los problemas de auto estima de Sara, porque aunque efectivamente pudiera considerarse su hermana desde el punto de vista de las enormes parentelas de la época, y de hecho lo era, ellos no vivían como hermanitos; vivían como matrimonio.

Ahora bien; en el capítulo 26 del mismo libro de Génesis, y desde los versículos 6 al 11, el hijo de Abraham, Isaac, miente acerca de su esposa. ¡Qué interesante que sea el mismo problema! Abraham mintió respecto a su esposa e Isaac, su hijo, también.

Si van a Génesis 27, los primeros veinticinco versículos, Jacob, hijo de Isaac, nieto de Abraham, le miente a su padre diciéndole que era Esaú. La raíz mintió, el tronco mintió, la rama también mintió. ¿Alguna vez has plantado algo?

Tomemos como ejemplo el maíz. ¿Cuál es la semilla del maíz? Un pequeño diente. Es muy divertido poder apreciar cómo, de un pequeño diente luego saldrá una tremenda espiga llena de dientes. Una característica del fruto es que puede llegar a ser la misma semilla, pero multiplicada.

Con las personas sucede lo mismo. Una parejita de abuelos que se ven felices en una foto de los años antiguos, han desarrollado un núcleo familiar que hoy, con hijos, yernos, nueras, nietos, nietas y hasta esposos de estos con sus respectivos biznietos, conforman un gran grupo nacido de ellos dos.

Así es que tenemos que Abraham mintió, Isaac mintió y Jacob mintió. Y si lees con cuidado Génesis capítulo 37, vas a ver que los once hijos de Jacob le mienten a su padre por espacio de diecisiete años con respecto a José.

¡Once hijos mintiéndole casi organizadamente a su padre respecto a uno de sus hermanos! José murió, una fiera lo destrozó. ¿Cuánto tiempo duró esa mentira? ¡Diecisiete años! ¿Cuántos? Once de sus hijos. Los frutos salen multiplicados. Estaba en sus genes.

Vamos a ver algo más: ¿En quién pensaba Abraham cuando le decía al rey que Sara era su hermana por si él la deseaba y para poder tenerla lo mataba si sabía que era su marido? Pensaba en él, no en ella; lo que demuestra que la mentira tiene alto porcentaje de egoísmo.

Toda mentira nace de un desmesurado amor a sí mismo y un menosprecio a los demás. Llegamos a los once hijos de Jacob y tengo a once personas poniéndose de acuerdo en una mentira por espacio de diecisiete años. 

Si el diablo quisiera tocarte, ¿Cuáles serían los patrones familiares que él utilizaría para hacerlo? ¿Recuerdas la lista que vimos de los siete más temidos? Fíjate si algunos de esos están presentes en tu familia. ¿Cómo reaccionas tú a esos?

Cuando hablo de un patrón, estoy diciendo que eso en algún momento va a volver. A veces te ataca una vez al año, o una vez al mes, o a la semana, o cada día, no lo sé. Es un patrón. ¿Qué pasa cuando ves a tus padres hacer lo malo?

La respuesta, tercera de Juan 1:11: Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo no ha visto a Dios.

¿Qué te puedo decir, entonces, cuando ves hacer cosas malas a tus padres? Eso: no imites lo malo. La Biblia te invita a no imitar eso. ¿Y entonces qué debo imitar? 1 Corintios 11: 1: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.

La palabra imitadores, en el griego, es mimetes. De ahí viene mimo, como referencia a una clase de arte, no a expresiones de cariño o afecto. ¿Qué hace un mimo? Imita un comportamiento. ¿Y qué significa mimetes específicamente? Escucha esto.

Seguir una norma o modelo. Cuando Pablo dice que lo imiten a él, está diciendo que sigan su modelo, que sigan la norma que él está estableciendo. ¡Difícil! ¿Cómo puedes tú vaciar ese patrón que tienes dentro de ti y reprogramarte?

Efesios 4: 22, ese es el remedio. ¿El primero cuál era? No imites lo malo, sino imita lo bueno: en cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, (23) y renovaos en el espíritu de vuestra mente, (24) y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

Si lees con mucha atención Efesios 4, vas a darte cuenta que los verbos están en imperativo. ¡Vístanse! ¡¡Despójense! ¡Revístanse! O sea, no dicen que oremos para que sea cambiado. ¡Oh, Señor, te entrego esto! No, no lo entregue.

No se lo pidas a Dios, vístete del nuevo hombre. ¿Y cómo me visto del nuevo hombre? Cambiando nuestra manera de pensar. ¿Y cómo cambio mi manera de pensar? Aquello a lo que tú le dedicas tiempo, va  a modelar tu pensamiento.

La lectura de la palabra, por ejemplo, es algo que cambia nuestra manera de pensar. Jesús dice: oísteis que fue dicho; más yo os digo. Muchas de las cosas que nosotros vamos a hacer, van a nacer de lo que hemos leído.

Muchas veces se grafica la mente como un animalito, que va a crecer de acuerdo al alimento que tú le das. Entonces la pregunta obligada, es: ¿De qué te estás alimentando? ¿Qué estás leyendo tú? Si no lees algo distinto, no podrás cambiar tú manera de pensar a algo distinto.

¿Es que entonces debo suponer que la lectura influye mucho? Más de lo que tú crees. Y ese es uno de los grandes problemas de esta generación: no lee. Es la generación de la televisión y del cine, por no citar la de internet y los celulares.

Y en el cine, por ejemplo, hay muy poco que podamos apreciar cómo edificante. En cuanto a transmisión de valores o principios de vida, nada. Entonces esta es una generación que no tiene herramientas para cambiar su mente.

Algunos mitos que debemos eliminar. “Estoy orando para cambiar mi mente”. La oración no cambia la mente. Ese es un mito. “Debo entrar en un ayuno para cambiar esto”. No, el ayuno no cambia la mente. Nuestra mente se forma en años.

No es algo que uno haga en dos o tres días. Tarda años tu mente en formarse. Por eso esto te va a llevar tiempo. No menos de tres o cuatro años para formarse. Ir a un templo todos los domingos no te cambia la mente. Tercer mito.

“Estoy orando para que mi marido venga a la iglesia, necesito que él cambie. Amén por ese deseo, pero déjame decirte que la congregación no cambia a nadie. Eso es falso. Es Dios quien cambia a la gente. Es el Espíritu Santo el que hace eso. Y sólo necesita que ese alguien quiera cambiar de verdad.

Cuando la persona da el primer paso de salvación es importante, porque acomoda su vida en una dirección generalmente opuesta a la que traía, pero no es todo. Necesita ir puliendo y limpiando cada día las mugres que traía desde siempre.

Por eso la palabra te dice que el que mentía, no mienta más. No dice que ores para que el espíritu de mentira se vaya, dice que no mientas más, es una decisión tuya y eres tú quien debe hacerse cargo y tomarla.

¿Y cómo se consigue? Simple. Tienes un problema y, lo primero que viene a tu mente para evadirlo y salir airoso, es mentir. Entonces te dices a ti mismo: “No, no mentiré esta vez”. Y dices la verdad. Y así una, dos, tres o más veces. En muy poco tiempo descubrirás que has dejado de mentir.

Y así opera en todo lo demás. ¿Era tu padre un adúltero a ultranza? Confiesa a Dios ese pecado y limpia con oración esa iniquidad de tu vida. ¿Ya está? Ya está eliminado de tus genes, pero aún quedará en tu mente. ¿Y a eso como lo cambio? Pensando solamente en las cosas de Dios.

Y vuelvo sobre lo mismo que ya te dije: la palabra. ¿Tienes idea por casualidad, respecto a cuantas clases de Biblias se venden hoy día? No las he contado, pero las hay para niños, jóvenes, adolescentes, matrimonios, mujeres solas, formato grande, formato pequeño, de bolsillo, letra grande, letra pequeña y por lo menos cien ofertas más.

No le hace; la gente cristiana, hoy, casi no lee la Biblia. Consume algo de estas cosas como las que yo te estoy entregando y punto, con eso cree que ya está hecho. No está hecho nada, hermano. Si no te alimentas directamente, un día te morirás de hambre.

Vístanse del nuevo hombre, el cual en la semejanza de Dios ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad. ¿Quién es el nuevo hombre? ¡Es Cristo! Cristo ya está dentro de ti. Cuando lo invitaste a morar en tu corazón, Él se lo tomó bien en serio y vino y entró. Pero ahora necesitas revestirte de Él, por fuera. Ese proceso se llama santidad.

Nuestra mente, y la palabra en griego para mente, es nous. La mente es un enigma para la mayoría de las personas. Dentro de la mente está la razón. Lo que Dios me está diciendo es “cambia tu nous, tu mente”.

Si cambias tu mente, vas a cambiar también tu manera de razonar. Antes, cuando algo no te salía bien, decías “¡Uy, que mala suerte!”. Dios cambió tu mente y ahora, cuando ocurre una cosa similar, dices y te dices a ti mismo: Creo que dios me ha librado de algo no bueno.

Antes, quizás, tu razonamiento te llevaba a comprar billetes de lotería porque entendían que así era cómo iban a mejorar sus economías domésticas. Jamás sacaron mucho más que para salvar ocasionalmente el valor del billete, pero ahí estaban, en una forma de pensar que no podían y casi que ni siquiera deseaban cambiar.

 Porque estaban programados para eso y como nos gusta que algo nos dé confianza, ahí se prenden con los números y los convierten en amos y señores de sus vidas. Si deben comprarse un auto lo harán con uno suyo número de chapa tenga el número que consideran como propio.

Pero no solamente está la razón en mi mente, también está la capacidad para juzgar a otros. 1 Corintios 2: 16 – Porque ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién te instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo.

Cuidado, no dice que tenemos la mente de Jesús, dice de Cristo. ¿Y qué diferencia hay, no es la misma persona? No. Jesús es el niño que nos es nacido, Cristo el Hijo que nos es dado. Además Jesús es un hombre, y Cristo es un título para ese hombre.

Porque cuando se habla de Jesús, se habla de su persona. Pero cuando se habla de Cristo, se habla de su título. ¿Y qué significa Cristo, entonces? Ungido. Nosotros tenemos una mente ungida. Porque si leen más adelante, dice: ¿Quién puede tener la mente de Dios? ¿Quién puede pensar lo que Él está pensando?

Nadie, ¿No es cierto? Más nosotros tenemos una unción sobre la mente, y si eso funciona como debe funcionar, podemos a llegar a compartir sus pensamientos. ¿Qué es lo que requiere, entonces? Volvemos a un viejo tema: el cambio de nuestra manera de pensar.

Creo que ya hemos visto la mayor parte de las cosas que debíamos ver, pero nos falta esclarecer una. ¿Por qué dice, en Joel, este es mi ejército que envié contra vosotros. ¿Es que acaso esto vino de parte de Dios?

No lo sé, pero lo que sí sé es que la langosta, en sus cuatro facetas, vino a Israel por causa de la desobediencia del pueblo de Israel. Vamos a ponerlo en lenguaje de Nuevo Testamento. Romanos 1: 28: Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen.

Quiero poner algo blanco sobre negro. Si tú quieres ignorar a Dios, estás en tu derecho. Claro está que luego no puedes quejarte si Él te ignora a ti. Lo que tus padres hayan hecho en el pasado, ¿Puede afectarte a ti hoy día? Sí, puede.

¿Y qué es lo que debo hacer? No caminar en ignorancia. No ignores aquellas cosas que Dios está poniendo delante de ti. La casa se limpió y eso está muy bueno. Le suelen llamar sanidad interior, ministración de iniquidad, liberación de cautiverios espirituales.

Esa, convengamos, es una gran parte de la solución, pero sólo la mitad de ella. ¿Y cuál será la otra mitad? Llenar la casa. Llenarla de cosas que antes no tenías. Nuevas maneras de pensar, nuevas actitudes, nuevas amistades, nuevas tareas.

¿Por qué? Porque sólo la casa llena puede evitar que siete peores entren. Orar está bueno, pero no te llena la casa. Ayunar está más que bueno, pero no te llena la casa. Ir a un templo, si así lo quieres, está correcto, pero no te llena la casa. ¿Cómo, entonces, se puede llenar mi casa? Cambiando mi manera de pensar.

Ahora, examínate. ¿Qué cosa crees que ha golpeado a tu familia una y otra vez, una y otra vez? Si ya lo has identificado, pregunto: ¿Qué has hecho para remediarlas? Si no las has identificado aún, pídele ayuda al Señor en oración para que te permita verlo.

Dice en Cantares que cacemos las zorras pequeñas, que son las que se comen las viñas. Las termitas, siendo uno de los insectos de categoría más pequeños, son sin embargo los que más gastos ocasionan en las zonas donde habitan, muy por encima de otros desastres naturales considerados como tremendos, tales como terremotos, huracanes o tsunamis.

Cuando en una zona, o barrio como los llamamos aquí, encuentran una sola casa con existencia de termitas, se deberá hacer un trabajo amplio y global si se quiere derrotarlas. Porque las termitas atacan y pueden destruir a todo un conglomerado de viviendas.

Muy bien; así es nuestra vida con relación a nuestros antepasados. Si eso tan feo y tan malo le sucedió a tu abuelo, ¿Qué garantías tienes que no te ocurra a ti? ¿Qué hago, entonces? Llama a los exterminadores de plagas y revisa tú casa.

Si no hay ninguna plaga, ¡Gloria a Dios! Pero no te olvides que sólo puedes darte cuenta de la existencia de una plaga cuando el daño que produjo ya es irreparable. Así es el problema del que te estoy hablando: crea patrones, y a la larga se te gasta la vida entera.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez