Estudios » Crecimiento

Visión de una Generación

En este estudio, hay un mensaje, una Palabra, que seguramente podrá ser aplicada a su vida personal como esclarecimiento de una visión. Una visión que habrá de aportar, no me cabe ninguna duda, de forma subsiguiente, un empuje singular a su iglesia local.

Es indudable que esto está, dentro de la significación tan particular que encontramos en el cuerpo de Cristo, en clara redundancia positivamente en su aporte a la prosecución del propósito, la voluntad y el plan de Dios para la implantación de su Reino.

(1 Samuel 1: 1-5)= Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroboam, hijo de Eliú, hijo de Tolú, hijo de Zuf, efrateo.

Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.

Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finées, sacerdotes de Jehová.

Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.

Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.

Yo quiero, en este trabajo, comparar este pasaje bíblico con la iglesia de hoy. Toda su teología que no pueda ser práctica, no sirve. Toda palabra de Dios debe poder ser aplicable a su vida en el día de hoy.

Hay mucha gente que se pone muy mal cuando hacemos estas cosas porque les han enseñado que la Biblia dice exacta y puntualmente lo que dice y ninguna cosa más, pero lamentándolo mucho, cuando se nos dice que el Espíritu Santo revela toda verdad, no se trata precisamente de verdades legibles.

Yo quiero descubrir a través de este pasaje bíblico, como la iglesia está atravesando la misma transición que ocurría en el tiempo de Samuel. Que pueden cambiar hechos y circunstancias, pero no principios espirituales encerrados en estos relatos literales.

Vemos en el primer capítulo a Elí, que representa a la religión de aquel día, que está cansado porque ha fallado en su hogar, como juez y como sacerdote de la casa de Dios, y vemos que ese sistema religioso comienza a caer, dejándonos atrás un fruto llamado Ovnis y Finées.

Estos son los hijos de Elí, que son hijos de Belial, un espíritu que corrompe aquello que Dios intenta para bien y a través de la corrupción desgasta, decae o mata al pueblo de Cristo. El sistema religioso imperante en la década del dos mil está siendo echado. ¿Cuántos saben que Cristo no era religioso?

Sin embargo, en la medida que ese sistema está decayendo, lo que va dejando atrás son hombres que están corrompiendo lo que Dios intentó fuera para bien, y a través de lo mismo que Dios ha dado, amenaza con destruir al cuerpo de Cristo. Pero Dios tiene operando su misericordia en la transición.

Después de treinta años de sacerdote, Elí, al igual que después de treinta años del sistema religioso, vamos que empieza a caer dejando atrás un fruto que no es la voluntad de Dios. Esta es la situación en que se encuentra hoy la iglesia corporal en escala mundial. Usted puede identificarse donde quepa.

Mas, en medio de esta estructura, vemos a una mujer que se llama Ana, y que yo aquí quiero comparar con una generación. Dentro de un período donde hay un sistema en decadencia que batalla por mantenerse vivo, hay un remanente con el espíritu de Ana que paga un precio para convertirse en una matriz donde habrá de gestarse una visión, una visión que pertenece y corresponde a una nueva generación.

Ana, significa “la gracia de Dios” o “la misericordia de Dios” y según dice en el capítulo 3 se levanta en un tiempo donde escaseaba la palabra de Dios y no había visión abierta. Hombres y mujeres levantados por el Espíritu Santo con una visión clara para revelar un propósito donde no había propósito.

Personas que año tras año, domingo tras domingo, van a la iglesia, vienen de la iglesia, sin propósito alguno, como si estuvieran programados. En medio de toda esa ausencia de visión, propósito, unción y convicción, Dios levanta a una generación que se llama Ana.

(Isaías 26: 17)= (Comparando a la iglesia con una mujer, el profeta dice:) …como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da gritos en sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh Jehová.

Concebimos, tuvimos dolores de parto, dimos a luz viento; ninguna liberación hicimos en la tierra, ni cayeron los moradores del mundo.

La iglesia ha intentado vez tras vez dar a luz algo que afecta positivamente la tierra, que sea impactante en la sociedad que nos rodea, que refleje la gloria de Dios. Él, ahora, dice: …ya no darás a luz viento; la gloria de Dios cubrirá la tierra a través tuyo…

Dios necesita un vientre en la tierra. Adán se convirtió en un vientre, y trajo como simiente el dominio de Dios. Abraham fue otro vientre, y trajo como simiente pacto con Dios. Moisés fue otro vientre y trajo como simiente la liberación del pueblo de Dios.

María fue un vientre y trajo como simiente la manifestación del Verbo de Dios. Dios siempre ha buscado un hombre o una mujer que sea fiel. Dios no habla con juntas, comisiones, asociaciones ni convenciones; Dios habla con organismos vivientes, esto es: hombres o mujeres.

Dios busca una generación que tenga pasión por su propósito. Un parto es el fruto de una gestación. La iglesia quedará embarazada si tiene intimidad con su Esposo. Pero tendrá intimidad con su Esposo si antes siente pasión por Él. De otro modo, simulación, ramera…

Ana era estéril. Pero Ana era estéril, dice el verso 5, …porque Jehová no le había concedido tener hijos. No era culpa de Ana. Un remanente en medio de una situación caótica, que no tiene frutos, no porque es parte de la situación, sino porque el Señor cerró el fruto.

Una generación donde los cielos están cerrados para la voluntad de Dios. Yo quiero expresar, aquí y ahora, en este exacto momento en que usted está leyendo este trabajo, principios que nos explican por qué Dios puede cerrar su vientre.

Tenemos que tener una visión. Si nuestra visión es solamente la gran boda, el juicio del Hijo del Hombre o el arrebatamiento, podemos sentirnos muy frustrados el día que tenemos que partir porque no llegamos a verlo.

Pero si entendemos que aparte de esa promesa, de ese clímax global, hay una visión corporal que tiene que ver directamente con su vida, la sensación será otra y podrá usted decir como dijo Pablo: …He peleado la buena batalla, he guardado la fe.

1)= Dios cierra su vientre cuando una generación produce Ovnis y Finées. Si en su vida su motivación está corrupta en la operación en el reino de Dios, Dios cierra su vientre. Aquello que funcionaba, deja de funcionar.

Cuando usted produce Ovnis y Finées, los hijos de Elí, aquellos dos que eran corruptos con las finanzas, eran corruptos con las finanzas, eran corruptos con las doncellas del templo, eran corruptos en todo su estilo dentro de la iglesia de Dios. Cuando los ministerios comienzan a mercantilizar la unción, Dios cierra el vientre.

2)= Dios cierra el vientre cuando hay transgresión corporal. Siempre hay transgresión; siempre hay pecado en el campamento. El avivamiento no viene porque somos santos; el avivamiento viene porque hay pecado.

(Jeremías 3: 2)= Alza tus ojos a las alturas, y ve en que lugar no te hayas prostituido. Junto a los caminos te sentabas para ellos como árabe en el desierto, y con tus fornicaciones y con tu maldad has contaminado la tierra.

Por esta causa las aguas han sido detenidas, y faltó la lluvia tardía; y has tenido frente de ramera, y no quisiste tener vergüenza.

3)= Dios detiene la lluvia cuando hay prostitución o transgresión. La palabra TRANSGRESIÓN significa “Entender el propósito y hacer caso omiso”. Saber que este es el camino y decir: “No quiero pagar ese precio”. Muy bien; cuando en su vida, en su iglesia o en su ministerio, ocurre eso; Dios cierra el vientre.

4)= Dios cierra el vientre de una generación, de una nación, una iglesia, un ministerio, o su vida, para probar lealtad. Cuando Dios prueba al creyente, no lo tienta para que caiga en pecado. La Palabra dice que cuando usted cae en pecado, no diga que fue porque Dios lo tentó, porque Dios no tienta con pecado a nadie.

Cuando Dios le prueba, es para que usted se de cuenta y se convenza definitivamente, que es muy capaz de hacer lo que Dios ya sabía que usted podía hacer. Toda prueba de Dios termina en victoria. Jamás una prueba de Dios termina en derrota.

Por allí usted escucha hermanitos que le dicen muy sueltos de cuerpo: “¡Ah, sí! ¡Tuve ese accidente, seguro, porque Dios quería decirme algo a través de él!” Basta por favor. El maestro de la iglesia es el Espíritu Santo, no los accidentes…

Una prueba es una oportunidad. Usted empieza a trabajar y ¡Pum! Se le enferma un hijo. Deja lo que estaba haciendo y protege a su hijo; más que súper lógico, visto desde el ángulo paterno, filial, humano, natural y hasta coherente con lo que se nos dice que debemos hacer en los planos familiares.

Superado el problema comienza de nuevo y ¡Paf!, le chocaron el automóvil. Tiene que suspender la tarea para tratar de conseguir fondos para reparar el vehículo. Cuando está listo, terminado, desabollado, pintado y lustrado, arriba otra vez y ¡Pám! Misteriosamente se le cae el presupuesto y se queda sin dinero. Otra vez detenerse para estabilizar su presupuesto. Básico; elemental; hay que vivir, ¿No es así?

Un día Dios le pregunta: ¿Cómo andas tú? Y usted le responde: “¡¡Bien, Señor!!” – ¿Cómo que bien si yo veo que no avanzas? – Bueno… es que estoy protegiendo a mi familia, ¿Has visto Señor? – Sí, es cierto, la estás protegiendo; pero allá abajo, en el fondo!!

No detenerse. No volverse atrás. No tratar de salvar su vida porque la va a perder, dijo Jesús. ¿Y qué es su vida? Su dinero, su mujer, sus hijos, su trabajo, su negocio, su automóvil, eso es su vida, lo que lo representa a usted. Mientras usted proteja todo eso, Satanás lo tiene a usted en el exacto lugar en el que quería tenerlo.

Ahora bien; si usted no le lleva el apunte, un día él se da cuenta que así no puede detenerle. Entonces va a tener que decidirse a tratar directamente con usted. Ese día se va a dejar de jorobar a su familia y va a golpear a su puerta. Prepárese para que sea Jesús el que vaya a atenderlo. Dios prueba al hombre.

(Génesis 22: 1)= Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: heme aquí.

Y dijo: toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, (¡Un momento! ¿Cómo que su único, si Abraham tenía dos? ¿No había tenido a Ismael con Agar la sierva?) …a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.

Dios solo reconoce el espíritu, nunca reconoce la carne; en el archivo celestial sólo había registrado un hijo: Isaac. Todo lo que usted haga en la carne para su ministerio, no le da ninguna gloria a Dios y no le produce ningún avance a usted.

Cuando Abraham tuvo su primer hijo, él no se estaba llamando Abraham, se llamaba Abram, sin la “hache”. Todo lo que haya acontecido antes que usted nazca de nuevo, tampoco tiene archivo determinado en el cielo, no existe.

Dios le pide a Abraham que sacrifique lo que ama. ¿Qué es lo que ama? Su vida. Y que lo ofrezca en holocausto. Hay cinco tipos de holocaustos; algunos son voluntarios y otros obligatorios. El ministerio de Adoración, por ejemplo, es voluntario.

No tiene que hacerlo; lo hace si quiere. Pero si lo hace, tiene que ser con lo mejor, sin mancha y sin arruga. La alabanza y la adoración es una ofrenda voluntaria. Abraham le dijo a Isaac: “Vamos a adorar”. No le dijo “Vamos a sacrificar”.

(Verso 14)= Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: en el monte de Jehová será provisto.

Jehová proveerá. JEHOVÁ JIREH. Jehová Jireh no es el nombre de Dios. Jehová Jireh es un lugar en un monte llamado Moriah; un lugar en su vida donde usted entra a un nivel de adoración máxima. Un lugar donde usted sacrifica lo que más le duele.

Un lugar en el espíritu donde usted da todo lo que significa algo para usted. Isaac, para Abraham, era todo; era su ministerio, su esperanza, su visión, su vida, su amor, su esfuerzo, era todo. Y él lo da. Ahí, en esa altura de la adoración es donde se manifiesta el Espíritu de Dios y su provisión.

Un principio muy importante: cuando Dios le llama para hacer algo muy grande, lo primero que se necesita es que usted esté dispuesto a entregarlo, sólo así Dios se podrá manifestar abierta y fielmente y la podrá ver. Ahora; ¿Cómo es que Ana ofreció a Samuel y finalmente se quedó con él? ¿Cómo es que Abraham ofreció a Isaac y finalmente se quedó con él?

(Hebreos 11: 17)= Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: en Isaac te será llamada descendencia.

Un estudio de la palabra DICHO, aquí, revela que lo que percibió Abraham no fue una palabra audible, una estridente trompeta del cielo, sino casi una idea intuitiva que cobró forma en su interior. Eso era todo lo que tenía Abraham.

No tenía Timoteo, ni Filipenses, ni Romanos; no tenía los evangelios ni ninguna de las epístolas para acrecentar la fe en su vida. Sólo tenía una palabra que él percibió en su espíritu. No interesa como Dios le hace saber a usted su voluntad, ¿Tiene convicción? ¿Lo avala la Palabra? ¿Bendice y edifica al Cuerpo? Obedezca y cúmplala.

(Isaías 55: 11)= Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

Voy a enseñarle algo porque no siempre entendemos bien el significado de esa expresión: …Mi palabra no volverá a mí vacía. La palabra PALABRA, en este versículo, es la palabra DIGOMAI, y significa: un pensamiento, una imagen, una revelación, una declaración profética, mental u oral, no importa como Dios decrete su palabra para su vida, su iglesia, su ministerio; No regresa vacía.

La palabra REGRESA, tiene dos raíces gramaticales: RE, de “volver a ser” y GRESAR, que significa “atrás”. Si usted quiere una definición clara de lo que está diciendo Dios, es: Todo pensamiento, toda revelación, toda imagen que tú formules, que haya salido de mi boca, no se retracta, no se descarrila, no se arrepiente, no permanece quieta, no se detiene, no puede echarse atrás, no puede regresar, nunca vuelve a mí hasta que se cumpla. Cuando Dios le da una palabra, no importa si se muere usted sin ver la manifestación de esa palabra. La palabra no regresa a Dios hasta que alguien la cumpla.

Dios le dio a Adán palabra de autoridad sobre el planeta. Adán cayó y no pudo cumplirla. Pasó a Cristo y Cristo fue obediente y la obedeció. La Palabra se cumplió, el hombre en Cristo tiene aquella autoridad decretada para Adán y la palabra, recién entonces, volvió a Dios.

(Hebreos 11: 19)= Pensando que Dios es poderoso para levantar aún de entre los muertos, de donde, con sentido figurado, también le volvió a recibir.

La palabra PENSANDO, aquí, es la palabra LOGUIZOMAI, y significa casi un sinónimo de IMAGINANDO. ¿Y por qué Abraham debería imaginarse el poder de Dios? Porque hasta allí no se había visto resurrección, por tanto Abraham razonó:

Si Dios dijo que en Isaac levantará una nación, es porque él lo hará. Si ahora me pide que lo sacrifique, sus razones tendrá. Después no sé, lo pegará con engrudo o no sé que es lo que va a hacer Dios, pero lo que sí sé es que él le va a devolver la vida si es que ahora la va a perder.

Dios le dará a usted la Palabra de lo que Él quiere para su vida. De allí en más, usted tiene que comenzar a moverse, por fe, en la dirección en la que Él quiere que usted se mueva. Usted no puede esperar que venga “el gran siervo de Dios ungido” a traerle esa Palabra. Usted depende de Dios, no de hombre alguno.

(Éxodo 6: 6)= (Dios habla con Moisés) Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy Jehová; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que Yo Soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto.

Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y os la daré por heredad, Yo Jehová.

Moisés quedó embarazado, preñado de esta palabra. Cerraba sus ojos y se veía en la tierra de la promesa. Algunos días después, en el capítulo 32 de Éxodo, vemos que Dios cambia su manera de pensar.

(Éxodo 32: 7)= Entonces Jehová dijo a Moisés: anda, desciende, porque TU pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.

¿Cómo que TU pueblo, Señor? Si hace unos días me dijiste que este era TU pueblo y que le ibas a dar no sé qué y no sé cuanto, y ahora me dices que es MI pueblo? ¿No era tuyo? – Moisés… TU pueblo, que TU sacaste, no es MI pueblo; es TU pueblo y lo has sacado tú…!!

(Verso 10)= Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande.

Moisés tenía derecho legal para abortar la anterior visión, por eso Dios le dice: déjame. Moisés no transó, no negoció, no aflojó; se mantuvo firme. Dios, en su tiempo, cumplió. Dios quita y establece. Cuando lo ve a usted muy cómodo donde está, empieza a estremecerle para que se olvide de lo que le produce comodidad y vuelva a fijar sus ojos en Él.

(1 Samuel 1: 6)= Y su rival se irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos..

Así es la consecuencia de la visión. Escucha la voz de Dios; toma usted la voluntad de su propósito y obedientemente lo comparte. ¿Y qué cosecha? En lo inmediato, irritación, enojo y tristeza; ese es el mecanismo de defensa de la religión; con esa metodología se han abortado mensajes, palabra profética y ministerios de avanzada.

Batallas que se ganan, batallas que se pierden. Batallas al fin… ¡No se olvide de Moisés, el pueblo y Jehová! TU pueblo, MI pueblo. Usted es el único con poder para abortar la visión. Dios puede estar diciéndole “déjame”, pero si usted no lo deja, Él no lo hace.

(Verso 8)= Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?

Cuando Satanás no puede abortar una visión de Dios, instrumenta un paralelo. Satanás siempre le va a ofrecer a usted un sustituto; no lo tome. El sustituto se parece mucho a la visión, pero no es la visión. El sustituto para Cristo, fue el monte de la tentación. El final era el mismo: terminaba muerto. Pero muerto según la voluntad de Satanás, no de Dios.

Elí pensó que Ana estaba borracha. Elí, el sistema religioso, siempre entenderá que usted está loco, borracho o algo peor si empieza a difundir la visión de Dios. ¡Doctrina de demonios!, grita. Mientras tanto el humanismo, el liberalismo, el cientifismo y hasta el ocultismo bien disfrazado, ocupa plataformas y púlpitos porque con algo hay que reemplazar un poder de Dios que no aparece y ni cuenta nos damos. Eso sí; aparece algo que altera un poco nuestras costumbres y tradiciones y: ¡Doctrina de demonios!

(Lucas 13: 6-9)= Dijo también esta parábola: tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.

Y dijo al viñador: he aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿Para que inutiliza también la tierra?

Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone.

Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.

¿Cuántos han sentido que sus vidas están siendo escarbadas? Entonces le echan un poquito de abono y el abono quema a la raíz. Así está el abono del Espíritu Santo en la iglesia en este día.

Se puede comparar a esta higuera con la misma generación. Dios va a cortar la higuera; todo aquel que no esté dando fruto, que no madure, es exceso de peso en la iglesia. Muchos venimos a la iglesia, – decimos -, a buscar de Dios. Dios le está diciendo a usted, – mientras -, que Él está viniendo a la iglesia a buscar de usted. ¿Quién encontrará a quien?

¿Qué hace una higuera en una viña? Es el remanente. ¿Pero por qué pedirle fruto, precisamente, a esa higuera y no a las dos mil viñas? Por la visión. La viña está enredada, luchando consigo misma. La viña es la iglesia; la higuera es el remanente. Una uva tiene una o dos semillas. Un higo es todo semilla.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

enero 1, 2015 Néstor Martínez