Remontándonos a épocas de inicio de nuestra historia espiritual evidenciada en lo natural, nos encontramos con que al final de un largo viaje a través del desierto, Israel ha llegado al término de la primera fase de su viaje, la entrada a la tierra de Canaán. Todo lo que paso antes carecería de sentido, si Israel no hubiera tenido éxito en su proceso. Dios mismo reconoció esto cuando en el libro de Números 14:11 Él dice: y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? De hecho, las señales supuestamente eran para fortalecer la fe en la gente, para que pudieran conquistar en el momento de la verdad, en la entrada.
La situación daba para ver si la gente tenía la habilidad, en este punto del viaje, para entrar. Fue Dios el que le ordeno a Moisés que enviara espías, En Números 13:2 se lo dice: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos. Esto era un mandato divino, no simplemente una buena idea administrativa de Moisés. Dios quería un “reporte del corazón” de la gente, Él quería una expresión de su capacidad interna hecha por sus labios abiertamente delante de Él. Tendría un impacto en su poder de poseer, en el futuro estado de la vida corporal de la gente, sobre el tiempo de Dios para el cumplimiento de los propósitos de Él en medio de ellos. Y juicio o bendición continuaría fluyendo dentro del campamento de Israel. Su propia palabra y actitud sería el factor determinante de todo esto.
Era cierto que la tarea no sería fácil, la gente que vivía en la tierra era fuerte, las ciudades grandes y fortificadas. Demonios gigantes trataron de prevenir el camino, pero Caleb dijo: “Subamos porque somos capaces”, tenemos el poder y la capacidad para tener éxito. El verso 28 completo lo dice así: Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. Esto es parte de la tecnología del viaje, aunque hemos prevalecido en el desierto y hemos peleado nuestro avance a través de muchos obstáculos y artimañas del enemigo, externas e internas, la forma de nuestra entrada al objetivo deseado determinará la calidad de toda la victoria.
La historia de la iglesia en la tierra ha sido una gran milicia prevaleciente con las huestes de Satanás, las artimañas de destrucción han sido muchas, pero hemos prevalecido hasta este punto. Ha habido muchos hombres que trajeron esa arrobadora unción que ha sido derramada en la iglesia como fuerza, claridad y sabiduría, para forzar el camino en contra de las objeciones de nuestros enemigos, pero somos conscientes que la batalla más grande aún nos espera. Este tiempo en la historia de la iglesia es el tiempo en que empezamos a entrar a los objetivos finales del Espíritu, trabajando en y a través de nosotros. El fin de todas las cosas está a la mano y la gran batalla final por la posesión de todas las posiciones en el Espíritu nos llaman.
Ahora, más que nunca, Dios esta llamando espías para ser enviados para ÉL poder oír de sus labios, en decretos poderosos apostólicos y declaraciones proféticas, que somos capaces de poseer lo que El prometió a nosotros. Tiene que ser vocal y fuerte declarándolo con claridad a las huestes corporales de la iglesia. Esta habilidad fue hallada en el espíritu diferente de Caleb y Josué. Más que cualquier otra cosa, nuestra oración gubernamental, nuestra arma nuclear de destrucción demoniaca, ha producido en nosotros este poder y habilidad. Tenemos la capacidad de pelear y prevalecer. Tenemos la capacidad de creerle a Dios y de ver su mano moverse por nosotros. Tenemos la capacidad profética de hacer poderosas proclamaciones de una victoria asegurada. Poseemos un espíritu diferente.
(Josué 10:8-19) = Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti. Y Josué vino a ellos de repente, habiendo subido toda la noche desde Gilgal. Y Jehová los llenó de consternación delante de Israel, y los hirió con gran mortandad en Gabaón; y los siguió por el camino que sube a Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda. Y mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de Bet-horón, Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel mataron a espada. Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos.
¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel. Y Josué, y todo Israel con él, volvieron al campamento en Gilgal. Y los cinco reyes huyeron, y se escondieron en una cueva en Maceda. Y fue dado aviso a Josué que los cinco reyes habían sido hallados escondidos en una cueva en Maceda. Entonces Josué dijo: Rodad grandes piedras a la entrada de la cueva, y poned hombres junto a ella para que los guarden; y vosotros no os detengáis, sino seguid a vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano.
En oración gubernamental como en cualquier actividad espiritual de avance, el principio de ompulso, al que muchos gustan llamar momentum, es importante. Porque el impulso es el poder de seguir avanzando imparablemente, la actividad espiritual que aplasta toda oposición es su camino. El impulso puede destruir desanimo e incredulidad, nunca mira para atrás por mucho tiempo, siempre está anticipando el siguiente encuentro en el camino y sintiendo la siguiente victoria. El impulso afecta la calidad de nuestro pensamiento. Ese momentum espiritual prospera en un ambiente mental de éxito. Porque no es un mero impulso brotado de nuestras necesidades, ansiedades, deseos o caprichos, sino de un mandato claro del Espíritu Santo que llega munido de un poder que no es terrenal.
Josué recibió palabra del Señor – los cinco reyes Amonitas son dados en tu mano, a la iglesia ha sido dada la seguridad de victoria total por el Señor…Las puertas del infierno no prevalecerán… en contra de la iglesia Mateo 16:18 lo refleja con relación a Pedro y todo ese texto que tantas controversias trajo respecto a doctrinas privadas. Esta palabra profética constituyen las ordenes de marcha para Josué, él actúa instantáneamente marchando toda la noche en contra del enemigo. Desde el punto de vista militar esta es una mala estrategia, entrar a la batalla drenado y cansado, pero Josué ha tenido acceso a un tipo diferente de poder, el usa el poder de ese impulso que hay en la palabra rhema del Señor.
La palabra más usada en la biblia traducida “la palabra del Señor” es la palabra hebrea dabar, teniendo un significado doble: Indica la palabra hablada y también representa la acción que es producida directamente de la palabra hablada. Así la palabra profética, o, la palabra del Señor contienen dentro de ella misma todos los recursos necesarios para impulsar al recipiente hacia las acciones requeridas para cumplir la palabra hablada. El corazón del impulso espiritual es energía divina que fluye hacia la actividad de la tierra, que esta acertadamente en línea con los deseos y los propósitos ordenados del Señor. La fuerza de la oración gubernamental que llama las operaciones de la tierra y actividad espiritual es acorde a los propósitos de Dios, el recibir de esta energía divina produce estos logros de impacto e impulso imparable de Dios.
El verso 10 dice que él los “derroto”, él los “persiguió” y los “destruyo”. El impulso espiritual causa que Dios se envuelva activamente. Dios lanzó piedras de granizo sobre los enemigos, muriendo más por las piedras que por los soldados de Israel. Esta es una batalla de poder y fuerza explosiva. Es en este contexto que entendemos el milagro que detiene al sol y luna. No ha habido otro día como este antes o después, el deseo de Josué de actuar dentro del impulso produjo una explosión de poder divino, en la acción humana dentro del impacto de un evento preciso espiritual, Josué se conecta con una fe que lo lleva más allá de los límites de lo natural. Él ordena operaciones físicas del universo entero y el sol y la luna se detienen hasta que la gente obtiene venganza sobre sus enemigos. El milagro fue motivado por el deseo de Josué de traer el trabajo del día a término. Dios oyó la voz del hombre, porque dentro de su corazón estaba el deseo apostólico de terminar el trabajo. Juan 4:34 dice: Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. Nuestra actitud de oración es como la de Josué “seguid a vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano”.
(Hebreos 11:1) = Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Es imposible que la fe funcione en dimensiones poderosas sin la efectiva operación de la esperanza en nuestras vidas, toda oración gubernamental debe funcionar con gran fe, entonces el corazón de la oración poderosa es esperanza viva. Además, este texto siempre llamó poderosamente mi atención porque a mi juicio es, creo, el versículo bíblico más opuesto al raciocinio humano. ¿Cómo hará una mente analítica y apegada a lo visible y palpable, para entender y más que entender aceptar que la famosa fe que tanto cuestiona, es la certeza, (O sea: estar seguro de) de lo que se espera y la convicción (Esto es la más absoluta seguridad de) lo que no se ve?. ¿De lo que no se ve? ¿Y cómo hago para creer en algo que no veo? Eso es Fe, don divino. Creer en algo que es visible, no es ningún esfuerzo ni necesita ninguna ayuda sobrenatural, lo hace cualquiera. Creer sin ver, es solamente patrimonio de los hijos de Dios, que no son necesariamente todos los que están sentados en un banco en un templo escuchando sermones.
Romanos 4:13-18 analiza la naturaleza de la fe de Abraham: Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.
Para Abraham, la fe era una necesidad absoluta, porque era la única forma para acceder a la futura impartición de Dios, viviendo en un tiempo cuando la gracia no había sido dada al hombre. La fe de Abraham causo que su actividad espiritual avanzara al futuro, para que la promesa estuviera “segura” para toda su simiente, y eso nos incluye, los hijos de Abraham por fe. Se nos dice que la fe de Abraham se fundamentaba contrariamente a toda expectación razonable de esperanza, él creía en esperanza y así vino a ser el padre de muchas naciones de acuerdo a lo hablado. Su fe activó la palabra profética en su vida y le dio acceso a una realidad futura, a través del activo poder de esperanza él pudo edificar y directamente afectar lo que sería manifestado en un tiempo más allá de los parámetros de su vida. Esto lo expandió más allá de su potencial natural para hacerlo el padre universal de la fe. Y no era hebreo, era caldeo.
Lo cierto es que la Esperanza no decepciona Romanos 5:4-5, dice: y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Este es el medio por el cual seguramente llegaremos al final esperado de Dios. La Esperanza le da entusiasmo a nuestra constancia, y anhelo a nuestra espera de las realidades invisibles por las cuales oramos en el Espíritu. Romanos 8:24-25 lo explica así: Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. O sea que la Esperanza existe felizmente en ese período de tiempo entre la petición y la realización, convirtiendo una espera ansiosa en gozo.
La Esperanza es el ancla de alma, una fuerza establecedora de nuestra vida interna en medio de las circunstancias terrenales que hablan de desorden Hebreos 6:17-20 lo relata así: Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. La Esperanza toma nuestros esfuerzos espirituales y los envía directamente al lugar Santísimo, detrás del velo, llenando nuestra oración gubernamental con poder que afecta el futuro profético.
(Efesios 6:18) = orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
(Colosenses 4:2) = Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias;
La iglesia en Éfeso era una iglesia que había nacido en los fuegos de la milicia espiritual, desde el principio esta asamblea estuvo entretejida en controversia y conflicto. Hubo un asalto de enseñanza de los espíritus religiosos lanzado en la escuela de Tirano. Hubo milagros inusuales liberados por Dios para abrir el territorio y la quema de libros de maldad a un valor de cincuenta mil piezas de plata. Hubo un motín dirigido por Demetrio el platero para proteger el trono de Diana y amenazas físicas a Pablo y sus acompañantes.
Es a esta iglesia que Pablo escribe su manual de guerra más detallado y todas esas ricas instrucciones para la milicia de oración. No peleamos en contra de lo visible, eso es más que notorio, con enemigos de carne, sino contra rangos invisibles de demonios, así que necesitamos armarnos propiamente para la batalla Efesios 6:10-17, pasaje muy conocido y clásico en la guerra espiritual, detalla toda la armadura que nos permitirá resistir al enemigo y redimirnos con honor. Lo importante y valioso de esto, es que todos los componentes son importantes: coraza, zapatos de la paz, escudo de la fe, casco de salvación y la espada del espíritu.
En el ámbito de oración, es en oración que entramos en lucha con el enemigo, Pablo también identifica el área de nuestra actividad que puede proveer lugar para lo que podría ser el más peligroso contraataque de los enemigos espirituales – falta de vigilancia. La Nueva Versión Internacional dice: “Con esto en mente esta alerta, siempre en oración…” ¿Qué es lo que debemos mantener en mente? Debemos mantener en mente que, para permanecer, pelear y ganar necesitamos orar “todo tipo de oración”, indicando que debemos ser flexibles, ajustables y variados en nuestras respuestas de oración a las tácticas del enemigo, nuestra respuesta debe ser cuidadosa y profética. No podremos contestar a apropiadamente, al menos que estemos alertas y vigilantes en la pelea.
Esta flexibilidad profética era una de las cualidades del rey guerrero David. Después que David somete la fortaleza de Zion y establece la base de su gobierno allí, el se encara con el ejército Filisteo quién lo “busca” para destruir el avance de su reino. Así lo podemos leer en 2 Samuel 5:17-25. David tiene un profundo entendimiento de la tecnología de la milicia espiritual, el nunca asume que una estrategia exitosa en una batalla proveerá el mismo éxito en otro encuentro. El constantemente va al Señor por una estrategia fresca, siendo el increíblemente flexible en sus respuestas y actividad. Por eso a mí en lo personal me llama tanto y poderosamente la atención como, en muchos sectores cristianos, todavía se sigue enseñando a partir de un manual confeccionado por hombres, tal vez bien intencionados pero absolutamente ignorantes de lo esencial, que Dios siempre se mueve de la misma manera y que tiene metodologías repetitivas para cada caso, por lo cual se nos enseña a memorizarlas como carta de triunfo. Es evidente, no conocen al Señor, no lo conocen.
El espíritu profético en la milicia de oración gubernamental nos provee con una característica espiritual valiosa – la habilidad de ser movido por la palabra del Señor hacia unas estrategias variadas y diversas para la destrucción de enemigos espirituales y conseguir una victoria perdurable. Aquí ya no se trata de sentarte cómodamente a escuchar lo que dice ese hermano más crecido o más ungido, para luego salir diciendo que fue un mensaje hermoso y lleno de enseñanzas, pero no abandonando tu zona de confort para decidirte a poner por obra al menos un cincuenta por ciento de lo que esa persona pueda haber enseñado. Definitivamente, el pueblo de Dios no está huérfano de revelación, el Espíritu Santo está permanente guiándolo a toda verdad. El problema mayor radica en que nosotros somos los que no nos decidimos a poner en práctica todo lo que el Espíritu nos incentiva a decir y hacer.
Pablo en Colosenses nos dice que “continúes” en oración. La palabra significa ser fuerte hacía, perseverar, continuar diligentemente en. Él apóstol nos exhorta a ser “vigilantes” en nuestro continuar. Ese es el nivel de alerta: mantener vigilancia, frescura, flexibilidad, habilidad de responder instantáneamente al enemigo. Entusiasmo y perseverancia en la batalla de oración es de máxima importancia para el éxito final. Definitivamente, no podemos ser creyentes dormidos, porque más allá de todo lo religioso y romántico que nos hayan enseñado, somos hijos de Jehová de los ejércitos, y como soldados suyos que somos, no podemos dormirnos en este campo de batalla que es el planeta que habitamos