Hay tanta ignorancia en la iglesia del Señor y del Espíritu, de la voluntad de Dios para su pueblo, porque la iglesia ha producido siervos, y los siervos nada saben de su señor. Dios nos llamó a ser hijos, no siervos. Los hijos lo conocen todo. Todo lo que es de su padre, es de ellos.
Todo lo que ellos ven hacer al padre, lo hacen. Los siervos no pueden llegar a las alturas del Espíritu, no pueden entender la profundidad del amor de Dios, ni las riquezas de su gloria, porque Jesús mismo dijo que los siervos, nada saben; sólo cumplen órdenes.
Más los hijos son aquellos que han encontrado al Padre, y dependen de él. Dios nunca esconde su voluntad a sus hijos. Yo no sé cuántos de los que están allí, del otro lado, son siervos y cuántos son hijos. Sólo te recuerdo que la creación entera, aguarda la manifestación de los hijos.
Los siervos poco pueden ofrecer. Los siervos poco pueden entender. Son los hijos el recurso de Dios para establecer su Reino. Y son más de uno los profetas genuinos del Señor que han coincidido que este es el tiempo donde esa consumación se pone en marcha.
Quien lea la Biblia y preste algo de atención a lo que una gran mayoría omite, como lo es la mención de las genealogías, habrá observado que las generaciones se cuentan siempre de catorce en catorce, precisamente porque eso está asociado a las generaciones.
Y digo que este es el tiempo, porque es el tiempo en donde Dios está viendo a ver si nosotros somos capaces de vivir en la libertad que creemos, o no. Y esa libertad que Dios nos ofrece, todos lo sabemos, es una libertad relativa.
En realidad, hay que decirlo, no es una libertad en el sentido humano de libertad. Porque humanamente, la libertad es hacer lo que a uno le da la regalada gana. Pero resulta ser que una persona libre en Dios, nunca podrá hacer lo que le dé su propia y personal regalada gana. Sólo puede hacer lo que Dios le permite hacer.
Entonces, no es una libertad como humanamente se entiende la libertad. Es una libertad condicionada a. En el tiempo antiguo, te lo digo como ejemplo, allá en Egipto, era pasar del yugo del Faraón a la obediencia plena a Dios.
Y aquello, en ese momento, para Israel parecía un buen negocio. Dejar mañana mismo de levantarse de madrugada para hacer ladrillos para Faraón. Sonaba muy interesante y atractivo. Pero tuvieron un problema: no leyeron la letra chica del contrato.
Porque esa letra decía que ellos pasaban a ser posesión de Dios. Y hoy sucede lo mismo. Al día siguiente de nuestra decisión cumbre de toda nuestra vida, es cuando dios nos comunica que, como ahora le pertenecemos legalmente, deberemos salir del lugar en el que estamos.
Y de ese lugar no nos podemos llevar nada más que lo que nos está permitido llevar. ¿Y hacia dónde nos lleva Dios? Él nos dice que nos lleva a las aguas. Porque son las aguas las que van a probar si es cierto que tú me crees, o no.
Entonces, cuando ellos ya están llegando al famoso cruce del mar, aparece el ejército de Faraón detrás de ellos, tú conoces bien la historia. Y muchos de los que habían salido con ellos, empezaron a decir que les parecía que habían cometido un error al haber venido.
Porque resultó ser que la noche anterior a su salida, se habían comido el cordero junto con los otros, pero sin saber lo que eso significaba. Sin entender el compromiso que habían adquirido con Dios. Y entonces querían regresar.
Y ahí fue donde empezaron a protestar contra Moisés. Lo acusaban de que los había sacado de la tranquilidad esclava de Egipto para llevarlos a morir en el desierto. Claro, ellos no fueron llevados en una nube maravillosa desde Egipto hasta Canaán. Ellos tuvieron que caminar y cargar sus cosas.
Porque los ángeles no les cargaban las cosas, sólo les daban sombra, pero el resto del trabajo lo tenían que hacer ellos. Por esa razón no fue ningún mérito ni trabajo para el ejército de Faraón seguirlos. Ellos iban dejando por el camino cosas tiradas que ya no podían llevar más.
Claro, al principio cargaron todo lo que pudieron, pero cincuenta kilómetros después, empezaron a deshacerse de lo que no les resultaba de utilidad. Tesoros, recuerdos, memoria del pasado. Y créeme que esto no es simplemente historia, es algo básico.
Cuando ellos llegan al mar, la primera sensación que la gran mayoría tiene, es que están muertos. Cuando ellos cruzan, cuando las aguas regresan, nadie los perseguía ya. No era necesario, porque a quienes había que vencer, ahora, estaban adelante.
Este es un tiempo en el que aquellos ministerios que no puedan volver a los diseños de Dios correctos, tendrán que resignarse a quedarse a vivir en una estructura de esclavitud. Es muy bonito ir a la iglesia el domingo a escuchar un profeta, pero nadie sabe que es terrible vivir como profeta la vida entera.
Es muy bueno encontrar la libertad en Cristo, pero también es bueno encontrar la esclavitud en Cristo. Somos esclavos suyos. Con la oreja horadada con la señal inequívoca de que le pertenecemos. En aquellos tiempos, cada día quince del mes, había una rotación de los sacerdotes para entrar en el funcionamiento del templo.
Y de eso se trata este tiempo. De poner nuestros ministerios delante del Señor. Entiende bien: no nuestras vidas, nuestros ministerios. Y eso obedece a una razón: a que hemos diseñados nuestros ministerios conforme nos pareció. Con la mejor de las intenciones, pero en base a nuestras ideas personales.
Pero en este tiempo va a llegar una revelación tan clara respecto a cuál es el diseño de Dios, que cada uno de nosotros va a estar obligado a elegir dos cosas: o migramos, o cambiamos al diseño que Él nos pide, o nos quedamos jugando a la iglesita hasta el día final.
No tenemos que tener demasiada imaginación ni ser periodistas avezados para darnos cuenta que en estos tiempos están pasando en el mundo entero una serie de cosas muy fuertes, ¿Sabes por qué? Porque Dios lo está permitiendo para que sus hijos puedan ingresar a otra plataforma.
Vamos a ver. Tú eres el pastor de la iglesia y viene uno de tus pastoreados de mejor nivel, fiel, servicial, obediente, sujeto, buena gente por donde se lo mire y te hace una consulta. Te dice que está por comprarse un auto y no ve otra solución que pedir una importante suma de dinero prestado a interés.
Y te hace la consulta como pastor, porque quiere estar bien seguro si delante de Dios está bien o no que pida dinero para eso. Entonces tú le haces todas las averiguaciones necesarias: monto a pedir, nombre de la entidad prestamista, interés a pagar, condiciones, etc.
Al final de la entrevista, tú le aconsejas lo mejor que se te ocurre después de lo que oíste: que no se compre el auto por ahora. Te da las gracias por el consejo, te da un abrazo con afecto y se va. A la semana lo ves llegar a la iglesia en un auto nuevo.
Cuando le preguntas cómo fue el negocio, te dice que finalmente decidió pedir el préstamo y así se lo compró. Y te añade que luego de hablar contigo, él se puso a orar y le preguntó al Señor qué debía hacer. Y dice que el Señor le dijo que hiciera el negocio.
No te asombres, la iglesia ha hecho lo mismo por años con Dios. Oran para ver qué deben hacer, Dios se los revela, lo entienden y, así y todo, después deciden hacerlo como les da la gana o les conviene más. Escucha: no se trata de aquello de la sujeción ni nada por el estilo, ya sabes cómo pienso al respecto. Sólo es un asunto de sentido común.
Yo no puedo ir a pedirle consejo para algo a alguien que respeto y tengo muy en cuenta por sus valores o madurez, y luego hacer lo que me da la gana y, mayormente, lo contrario a lo que esa persona me sugirió que hiciera. ¿Para qué fui a verlo? ¡Si tenía toda la libertad para hacerlo como yo quisiera sin molestar a nadie!
Esta es una de las cosas que en estos tiempos va a comenzar a modificarse. Dios va a marcar una línea muy clara que determinará los que están con los que no están. Y tú no hagas lo que habitualmente se hace en estos casos, ocuparse de los demás: tú ocúpate en tener claro que tú estás.
Porque después vendrá la revalidación ministerial. Un examen para comprobar si todo lo que estás haciendo, supuestamente con la aprobación de Dios, verdaderamente la tiene. Y comenzando desde algo mucho más concreto y sencillo: ¿Cómo sabes que lo que estás creyendo es lo correcto?
¿Pero respecto a qué? ¡A todo! Y una mucho más grave, todavía: ¿Cómo sabes que eres salvo? “Bueno…es que a mí me parece…” ¿Sabes que eres salvo o sólo te parece? Te doy una pista: el salvo no practica el pecado. ¿A ti quién te dijo que eres salvo, cómo se dio?
Vas a creer que te estoy haciendo una broma, pero lamentablemente no es ninguna broma; hay gente que cree que es salva porque llenó una tarjeta. Y a partir de esa endeble base, ¿Cómo sabes que lo que sabes es lo correcto?
Todo lo que viene de Dios es pasible de ser revisado. ¡Pero hermano! ¿Por qué debo revisar lo que viene de Dios? ¡Me suena a desconfianza! Mira; hay algo que conocemos con el nombre de comunicación. Sé algo más que el común de las personas sobre el tema.
En la comunicación hay tres elementos: El emisor, el receptor y el medio donde está el mensaje, y el medio por el cual se transmite el mensaje. Estoy absolutamente convencido que del lado del emisor, que es nada menos que nuestro Dios, no hay ningún error.
¿Dónde podría haber error, entonces? En el punto en el que falló aquel que decidió pedir el préstamo a usura y comprarse un auto que le quedaba enorme a su presupuesto familiar. Pregunto: ¿Era o no era de Dios que él se comprara el auto?
Si tiene problemas y mañana no puede pagar las cuotas de devolución del préstamo y vienen a embargarle el auto, ¿Podrá pedirle ayuda a Dios? ¿Podrá protestar y quejarse si Dios no lo ayuda y pierde el auto y algo más por los intereses altísimos?
Aprende esto: aquello en lo que Dios no está, no tiene ninguna obligación de cuidarlo, de protegerlo. ¡Néstor, aconséjeme! ¡Tengo una iglesia de veinte miembros hace diez años y no puedo aumentar ni siquiera uno! ¿Qué hago? No lo sé, pero tengo una pregunta: ¿No será que Dios no te llamó a tener una iglesia?
¡Es que yo he dejado mi vida por esta iglesia! ¡He privado de muchísimas cosas a toda mi familia para poder sostener esta obra! – Yo no te estoy hablando de tu esfuerzo, de tu tremendo trabajo, ni siquiera de tu fidelidad y honestidad. Yo simplemente pregunté si estabas bien seguro que Dios te había enviado a abrir un templo, sólo eso.
Yo creo que en este tiempo Dios nos está dando la oportunidad de cambiarnos la túnica. Y no estoy diciendo que los que no puedan hacerlo, mañana van a desaparecer. Estoy diciendo que a partir de este tiempo, Dios va a prosperar de una manera muy diferente a los que pudieron cambiar de línea sacerdotal, de túnica, de orden.
Nos va a llevar en otra dimensión de proyección dinámica, muy diferente a los que no van a llegar a eso. Es mucha la gente, lamentablemente, que va a seguir dando vueltas y vueltas en el mismo lugar en donde están hace muchos años. Si están tranquilos y felices con eso, allá ellos.
Nosotros no somos quienes para juzgar lo que ellos están haciendo o no haciendo. Nosotros debemos juzgar lo que cada uno de nosotros está haciendo. Nadie tiene que pensar en su pastor por mucho que lo ame y respete, tiene que pensar en su propia vida.
Y a los que son líderes, con el mayor de los respeto les pido que dejen ya mismo de pensar en los consejos pastorales o las asociaciones denominacionales y por una vez piensen en la gente que conforma sus congregaciones. Con llamado o sin llamado, empiecen a hacer algo conforme al deseo de Dios.
No es fácil ni pequeño lo que Dios está habilitando para este tiempo. Es una cosa muy difícil de asimilar. No es sencillo en absoluto ponerse en la evaluación del Espíritu, envanecidos como venimos, muchas veces, por las favorables evaluaciones de otros hombres.
Hay una enorme cantidad de cosas que se hacen en las congregación es evangélicas simplemente porque las han heredado, pero que jamás el Señor les dijo que las hicieran. Es tal todo esto que debo decirte con suma tristeza que en muchas ocasiones, ni siquiera estamos presentando el evangelio de manera correcta.
Es un tiempo donde está imperando la necesidad espiritual de poner absolutamente todo en cuestionamiento, incluso aquello que durante años y años nadie se atrevió a revisar. ¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Debemos hacer esto de esta manera?
(Amós 7: 7) = Me enseñó así: he aquí el Señor estaba sobre un muro hecho a plomo, y en su mano una plomada de albañil.
(8) Jehová entonces me dijo: ¿Qué ves, Amós? Y dije: una plomada de albañil. (Esa es, exactamente, la herramienta que Dios nos quiere entregar en este tiempo, una plomada. Pese a que no todos somos constructores. No todos somos albañiles.
La plomada es una herramienta de construcción. ¿Y cuál es su función? Determinar si lo que se está edificando, está derecho. Si es recto. Seguramente, la mayoría de ustedes alguna vez colocó un cuadro en una pared.
Según tú lo ves, está perfecto, pero seguro que llega alguien a tu lado y te dice que está torcido. Eso ha pasado con nuestros ministerios. Al estar tú tan cerca del cuadro, has perdido la capacidad de ver la rectitud del cuadro.
Pero la persona que está más atrás, la que no está metida dentro de, te dice que está torcido y qué es lo que tienes que mover para que se ponga recto. Eso nos enseña que, para ver si algo está en rectitud o no, se necesita tomar distancia.
¿Y cómo lo hago? Simple. Dejas tu ministerio, ese que amas, ese que te desvela, ese que te lleva todo tu tiempo, a los pies del Señor y tomas distancia. Es probable que hasta puedas darte cuenta que tu propio ministerio no está convertido al Señor.
A tus ojos, porque tú lo has sostenido durante mucho tiempo, te parece derecho. Y tu corazón ha sido bueno, sacrificado, entregado. Eso está fuera de toda discusión. Ahora bien: ¿De qué se trata? ¿De que tú digas que no te importa nada que alguien te diga que tu ministerio está torcido?
¿O vas a tener la honestidad de moverlo hacia el lado que sea necesario para enderezarlo? Por eso, la única manera en que tú puedes darte cuenta si algo está torcido, es tomando distancia. Es un buen día, hoy, para que dejes tu ministerio delante del Señor para que Él lo pese.
¿Y si me dice que todo está mal? Entonces lo dejas, ¿Para qué lo quieres si no está conforme a la voluntad del Dios de parte del cual dices ministrar? ¿Para qué quieres mantener algo muerto? ¿Y si me dice que toque aquello y cambie esto? Eso significa que Dios lo puede usar, pero necesita esos pequeños ajustes.
Deja que Dios juzgue lo que deba juzgar y no te preocupes; el juicio de Dios, siempre es para vida. Pero Él no puede obligarte a que sueltes a tu Isaac, es voluntario. ¡Es que fue Dios quien me dio el ministerio! ¿Ah, sí, eh? Entonces, ¿Qué problema hay en ponerlo a sus pies?)
(8) Jehová entonces me dijo: ¿Qué ves, Amós? Y dije: una plomada de albañil. Y el Señor dijo: he aquí, yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel; no lo toleraré más.
(9) Los lugares altos de Isaac serán destruidos, y los santuarios de Israel serán asolados, y me levantaré con espada sobre la casa de Jeroboam.
Esa fue la palabra profética, una de las que recibe. Porque él recibe varias. Este hombre comparte la palabra que acaba de recibir del Señor. Mira ahora la respuesta.
(10) Entonces el sacerdote Amasías de Bet-el envió a decir a Jeroboam rey de Israel: Amós se ha levantado contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede sufrir todas sus palabras.
Amasías era el sumo sacerdote del reino del norte. Era el sumo sacerdote de Bet-el. ¿Recuerdas lo que significa Bet-el, verdad? El sumo sacerdote dijo que lo que Amós recibió, no es de Dios. Él está conspirando.
¿Por qué el hombre le puede tener miedo a la plomada? ¿Por qué crees tú? Porque hay algo en su interior que le está diciendo que esto no está tan derecho como creía o promocionaba.
(11) Porque así ha dicho Amós: Jeroboam morirá a espada, e Israel será llevado de su tierra en cautiverio.
(12) Y Amasías dijo a Amós: Vidente, vete, huye a tierra de Judá, y come allá tu pan, y profetiza allá.
Le dijo eso porque Amós era de Judá. ¿Qué hace el sumo sacerdote de Bet-el? ¡Lo echa! Considera esto antes de la plomada que Dios va a entregarte en este tiempo. Considera si debes aceptarla o no. Obviamente, es para que empieces utilizándola en tu propio edificio.
Cuando somos ovejas, cualquier monería que pase en la congregación, nos alegra. Saltamos de alegría con un poema, una danza o un corito. Pero cuando un día, nuestros ojos se abren como intercesores, empezamos a mirar distinto y a preguntarnos por qué permiten esas cosas.
Allí es donde dejamos de pensar como ovejas. Cuando en un día Dios te consolida como profeta, tú ya dejas de hacer fiesta por cualquier cosa menor que pasa. Y es allí donde Amasias se levanta. ¿No te parece que estamos haciendo lo correcto? – Y..sí… ¿Y por qué no te vas, entonces?
Búscate otra congregación, ve y sé feliz allí. – ¡Pero se supone que esto es Bet-el! ¡Se supone que tú eres el sumo sacerdote y que todos aquí deberíamos estar juntos y unánimes buscando los mejores resultados!
(13) Y no profetices más en Bet-el, porque es santuario del rey, y capital del reino.
(14) Entones respondió Amós, y dijo a Amasias: no soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero (Esto es: ganadero), y recojo higos silvestres.
¿Está claro lo que hago? Arreo ganado, y cosecho higos. Yo no soy profeta.
(15) Y Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo: ve y profetiza a mi pueblo Israel.
(16) Ahora, pues, oye palabra de Jehová. Tú dices: no profetices contra Israel, ni hables contra la casa de Isaac.
(17) Por tanto, así ha dicho Jehová: tu mujer será ramera en medio de la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será repartida por suertes; y tú morirás en tierra inmunda, e Israel será llevado cautivo lejos de su tierra.
Sólo por fines didácticos, lo que él dijo, se cumplió. Esa es la palabra puntual para este tiempo y estos trabajos. Así que, Amasias va a hablar y nos va a echar de Bet-el. Pero ese no es el tema. El tema es que tú seas fiel con el encargo.
En algún momento, Dios va a poner un cordel delante de ti. Cuando él lo sujeta, significa que te está midiendo. Cuando el cordel esté enrollado y en una mesa, significa que te lo está entregando. Pero cuando está estirado y te está midiendo, lo mejor que puedes hacer es decirle:
Señor, pruébame y conóceme. Examíname y límpiame de mi maldad. Hazme ver lo que para mí todavía está escondido. Abre mis ojos a lo que no veo. Líbrame de mis errores ocultos, no me entregues a la ignorancia, no endurezcas tu corazón.
Deja que su plomada toque tu corazón y van a venir, sin que tú los busques, pensamientos, lugares, cosas que harán que en tu espíritu, puedas hasta llegar a sentir náuseas. El Espíritu se va a encargar de ministrar y de cortar lo que debe cortar.
Pero entiende algo: Él jamás lo hará por encima de nuestra voluntad. Por eso es importante que abandones el sentir de que sólo estás escuchando una prédica, un estudio, un trabajo más. Has entrado en un lugar de examen y juicio. ¿Y cómo sentirte ante eso? Nervioso, en principio, y con una carga de ansiedad impresionante.
Estamos funcionando desde hace mucho tiempo por inercia. Un evento lleva al otro y lleva al otro. Es como cuando evangelizas a alguien y conoce tu casa. Esa persona seguramente va a volver a tu casa. Es básico. Jesús no quería que vuelvan a él, por eso ni siquiera les decía quién era.
Si alguien encontró alivio en ti, te va a volver a buscar, es lógico. Si tú no quieres tomar responsabilidad por esa persona, entones no la ministres. Una cosa lleva a la otra. Espera. Nadie gana puntos por ser profeta. Dios no tiene profetas, tiene hijos.
Dios no tiene pastores ni apóstoles, tiene hijos. Y lo que él quiere, es como lo que tú como padre o madre, quieres. Quieres que tus hijos te obedezcan. No pretendes que sean perfectos ni que sean luminarias; sólo quieres que lo que les digas, ellos lo hagan.
Nuestro Padre celestial, también. Este es un buen tiempo, entonces, para dejar fuera todos nuestros títulos. ¿Pastor Néstor? ¡Ni se te ocurra! Néstor, solo Néstor. Es la música más agradable para mis oídos y es la que mejor le encaja al Señor.
Yo creo que en estos tiempos, todas aquellas cosas por las cuales has venido orando por largo tiempo, van a acelerarse. O se van a apartar. ¿Y entonces qué cree usted que debo hacer, hermano? Escuchar. ¿Y qué escucho? Escucha lo que el Espíritu va a hacer y va a decir.
¿Alguna vez algún niño de los que has conocido te preguntó a dónde está la casa de Dios? ¿Dónde vive Dios? Los maestros de niños saben muy bien que trabajar con ellos no es para nada sencillo, porque cuando ellos hacen preguntas, debes aferrarte fuerte a lo que tengas a mano.
Así que, cuando un niño te pregunte dónde vive Dios, o cuál es su casa, ¿Cuál crees tú que sería la respuesta típica? ¡En el cielo! Entones el niño sale al patio y mira para arriba. La mente de un niño, es muy sencilla. Es una mente muy literal.
Ellos no hacen una abstracción, no piensan en lo que quisiste decir, ellos piensan en lo que dijiste. Entonces, cuando tú les dices que Dios vive en el cielo, él va a pensar que cuando vengan las vacaciones y su papá lo lleve de paseo y se suba a un avión, puede llegar a ver la casa de Dios y hasta saludarlo con la manito desde la ventanilla.
Pero resulta ser que no es del todo cierto eso de que Dios habita en el cielo. Es un poco una tradición y otro poco un engaño, una figura que se ha expresado de manera inapropiada. Así que lo quiero hacer en principio, entonces, es tratar de explicarte dónde es que Dios realmente habita.
Dónde en verdad está su casa. Y es importante, créeme que es importante. Porque es importante saber a dónde vas a llegar tú. ¿Cuántos piensan que el momento de intercesión está en el cielo y resulta que está en el segundo cielo. Y hay una pequeña gran diferencia entre el cielo y el segundo cielo.
Porque allí van a salir a recibirte gente que no es muy amistosa. En ese sentido es que me acompañes en esta ocasión con la Biblia en tu mano, y vengas conmigo a comenzar desde el Salmo 43. Vamos a ver: si yo te pregunto a ti dónde vives, ¿Qué me respondes?
Hermano 1: “En Argentina”. Hermano 2: “En México”. Hermano 3: “En Colombia”. Ahora bien: si yo tomo un sobre y pongo dentro de ese sobre un material que quiero que recibas, escribo tu nombre en él y debajo le pongo simplemente Argentina, México o Colombia? ¿Te llegará si lo hago así?
Entonces voy a volver a preguntarte: ¿Dónde vives? Ahora, seguramente, en cada una de las tres respuestas de estos hipotéticos hermanos, estará con claridad el nombre de la calle, número, zona, ciudad, edificio y departamento donde cada hermano vive. Y allí sí es donde vives.
Ahora bien; cuando tú dices que Dios habita o vive en los cielos, estás respondiendo que vives en Argentina, México o Colombia. Porque es verdad que Dios habita en los cielos. Pero eso es correcto, aunque no es preciso. Así que vamos a ver si podemos encontrar la dirección precisa y particular del Señor.
(Salmo 43: 3) = Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas.
(Salmo 48: 1) = Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
(2) Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, es el monte de Sion, a los lados del norte, la ciudad del gran Rey. (En la parte norte de Sion está la ciudad donde él habita).
(Salmo 74: 2) = Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, la que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; este monte de Sion, donde has habitado.
(Salmo 132: 13) = Porque Jehová ha elegido a Sion; lo quiso por habitación para sí.
Ahora bien; ningún judío, en el Antiguo Testamento, si tú le preguntabas donde habitaba Dios, te hubiera respondido que en los cielos. La respuesta correcta que él hubiera dado, era: Él habita en el monte de Sion.
En ese monte, en la parte norte, está la ciudad del gran Rey, ¿Y dónde está el monte de Sion? En los cielos. Entiende: le estamos dando un lugar con nombre, al lugar donde Dios habita. Esto es básico. Estoy hablando de que un niño de siete años puede decirte dónde vive Dios.
Yo personalmente he escuchado muchas respuestas alrededor de donde habita Dios. Algunos dicen que en sus corazones, otros que en los cielos, otros tantos que en el tercer cielo. Pero la respuesta correcta es que Él habita en Sion.
Podríamos estar todo un día leyendo pasajes que hacen referencia directa o indirecta a que Dios habita en el monte de Sion. Hay puntualmente ciento setenta y cuatro versículos que hablan de eso. Y resulta que este monte es muy famoso.
Ven conmigo al libro del profeta Ezequiel, en el capítulo 28. Debes saber que este monte existe desde antes que existiera el hombre. Es muy antiguo, pero es un monte que se renueva cada día. Ezequiel 28 dice en el versículo 14. Le está hablando el profeta a un ángel caído, le está hablando a Lucero, a Luzbel:
(Ezequiel 28: 14) = Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. (¿Dónde estaba Lucero? En el santo monte de Dios. ¿Y eso quiere decir que estaba dónde? ¡En Sion! Dios, cuando crea a Lucero, lo pone en Sion).
No podemos hablar de reforma sin entender desde dónde Dios nos va a hablar. De otra manera, vamos a tener la tentación de hacer teología, y hacer doctrina. Por eso es tan importante que subamos, (No que bajemos, que subamos), a la morada del Rey, para ver qué es lo que Él nos quiere decir.
Quiero que entiendas bien lo que digo: es muy diferente escuchar algo aquí abajo que escucharlo en Sion. Y es diferente porque aquí tú te esfuerzas por oír, mientras que allá literalmente escuchas con siete pares de oídos.
Porque los siete espíritus de Dios te hablan al mismo tiempo, y tu espíritu se abre como el arco iris, con siete colores, con siete habilidades, y tú puedes escuchar a esos siete espíritus, al mismo tiempo, diciendo siete cosas distintas.
Entonces, ¿Quién querría este medio de comunicación cuando existe ese medio de comunicación? Entiende, esto de lo que estamos hablando, de ninguna manera es teología. Esto es algo que debemos vivir cada día. Es ahí donde vamos, este es el diseño.
(Isaías 14: 13) = (Este es el pasaje paralelo a Ezequiel 28). Tú que decías en tu corazón: subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;
Voy a leerlo nuevamente, pero de otra versión bíblica: Decías en tu corazón: subiré hasta los cielos, levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios; gobernaré desde el extremo norte. ¿Y qué había en el extremo norte? ¡La ciudad del gran rey! …En el monte de los dioses…
Viendo esta versión nos preguntamos: ¿Por qué lo llamaría monte de los dioses? ¿De qué está hablando? Allá sólo habita un Dios, pero sólo llegan los que son su imagen. Y si Él es Dios, los que llegan son dioses. Pero fíjate lo que dice Lucero, mira la precisión.
Él te dice que el monte de Dios, está por encima de las estrellas. Escucha: ¿Tú sabías que hasta este momento no se conoce el tamaño del universo? De hecho, nosotros vivimos en una de las constelaciones más pequeñas.
Otra: ¿Sabías que todo el universo se está moviendo en una dirección? La pregunta inmediata, entonces, ¿No sería hacia dónde estamos yendo? Hay algo que es una fuerza, que todavía no se logra entender con la física astronómica, pero que hace que todo el universo se esté moviendo en una dirección.
Las estrellas están siendo atraídas por el monte de Sion. Veamos: cielo visible, atmósfera, vacío, cosmos. Termina el cosmos, monte de Sion. Monte de Sion, lado norte, la ciudad del gran Rey. Las estrellas están yendo atraídas por Jesús.
Eso está en la palabra. Este es un universo inteligente. Y eso también explica la razón por la que ninguno de las naves del programa Apolos se chocaron con ningún ángel. Fueron aquellas incursiones primeras fuera de nuestro planeta. ¡Salimos de la atmósfera y no vimos a la Nueva Jerusalén por ninguna parte! Dijo socarronamente un astronauta ateo.
¡Un momento, hermano! ¿Usted me está queriendo decir que ese lugar verdaderamente existe? ¡Claro que existe! Todo el universo está siendo atraído hacia allí. ¡Lucero lo sabía! Tú que decías: levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios.
¿Cuántos ángeles existen? El mismo número que estrellas. No todo lo que se ve como estrellas son estrellas. Los planetas no tienen luz propia, por ejemplo. ¿Y cómo podemos saber si hay planetas, si no tienen luz? Por la sombra que proyectan en las estrellas. Y también ellos se están yendo hacia un lugar. Sólo que los científicos no saben hacia dónde va el universo. Pero los hijos de Dios, sí.
(Ezequiel 20: 40) = Pero en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice Jehová el Señor, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra; allí los aceptaré, y allí demandaré vuestras ofrendas, y las primicias de vuestros dones, con todas vuestras cosas consagradas.
Vamos a hacer una cosa. Vamos a empezar a pensar como Dios. Cuando Dios creó al hombre, el monte de Sion estaba unido a la tierra. Eran uno solo. Todo estaba unido a través de Adán. Adán era el vínculo de unidad entre lo que era invisible y lo que era visible.
Si ustedes leen Colosenses, si ustedes leen los primeros versículos, o si ustedes leen Efesios, se van a dar cuenta de que hay realidades visibles y hay realidades invisibles. Lo visible y lo invisible estaba unido en el Huerto del Edén, a través de Adán.
Cuando Adán peca, todo el monte de Sion y todo lo invisible, se separa de esta creación visible, la Tierra. Se separa. A partir de ese momento, puedes darte cuenta que Dios empieza a discipular a su pueblo. ¿Cómo discípula a Israel?
Llámese Isaac, llámese Abraham, llámese Moisés, llámese David, llámese Ezequiel. ¿Cómo los discípula? Haciéndole subir montes. Cada vez que tenían que encontrarse con Dios, ¿Qué tenían que hacer ellos? Tenían que subir a un monte.
Abraham, uno de los primeros, ¿Cuántas veces subió y bajó? ¡Qué esfuerzo físico! ¡Y tenía cien años, nada más! Y subiendo y bajando. ¿Tú crees que Abraham hacía una ofrenda una vez al año para el señor, nada más? Ellos hacían ofrendas en cada Sabbat.
Moisés, Josué, todos los que tú imagines. Los profetas tenían su escuela profética en los tiempos de Samuel, en un monte. Y descendían desde ese monte, profetizando. Es ahí donde se encuentran con Saúl y él termina profetizando con ellos.
En la mente del pueblo de Israel estaba esto: Dios habita en los lugares altos, en los montes. Entonces, cuando se levanta David, se da cuenta que ellos habían conquistado gran parte de la tierra, pero aún quedaban las alturas que estaban con los jebuseos.
Es muy interesante que, tanto la raza de Anac como los jebuseos, que era gente muy fiera, se acomodaron en lugares altos. ¿Se acuerdan ustedes de Josué, bastante anciano, ya, cuando dice que lo dejen por su cuenta el encargarse de esos individuos?
Y él sale y va a pelear por un territorio que era elevado. Nadie quería tocar los lugares altos, porque siempre estaban habitados por gente poderosa. Entonces, en el proceso de discipular Dios a Israel les hace entender que Dios es un Dios que, más allá de habitar en las colinas, dejó una señal profética del monte de Sion.
Una señal que es invisible para ellos, pero que al subir a los montes, ellos, de alguna forma, y a esto que voy a decirte lo entiende la Nueva Era, lo entienden los brujos, los chamanes, los indígenas, menos nosotros. De alguna manera, cuando ellos subían a los montes y adoraban allí, de alguna manera ellos se conectaban de una forma más directa con el monte Sion.
Si tú te enganchas en algunos de esos tantos tours santos que en su gran mayoría son armados por pastores evangélicos y aprovechados por musulmanes, y viejas a Israel y pides visitar el monte Sion, nadie va a poder llevarte, porque geográficamente ese monte no existe.
Te pueden llevar al monte Sinaí, al monte Horeb, pero al monte Sion, no. Si alguno dice que sí te lleva, o te está tomando el pelo o estafando, como sucede en algunos casos con falsos sepulcros de Jesús u otros lugares en los que Él supuestamente estuvo.
El caso es que este monte no es un monte estático. Es un monte que está creciendo. De hecho, hoy día, este monte tiene un tamaño mucho más grande que el que estaba en el huerto del Edén. Ha crecido tremendamente. ¿Y por qué crece ese monte? Por la actividad que hay en él.
Hay mucha más actividad en ese monte, hoy, que la que había en la época de Adán. Ese monte no está estático. Y debe ser la oración global de la iglesia global, hoy, que ese monte vuelva a conectarse con ella. Que es como decir con nosotros.
Necesitamos imperativamente que se rompan todas nuestras limitaciones mentales. A veces encontramos más fe en las tinieblas que en los hijos de luz. A esto que sucede con Amasías, lo hemos visto muchas veces. Vas a un brujo y le dices que tiene que hacer un trabajo, pero que para hacerlo tiene que subirse a un cerro y, ¿qué crees que te dice? ¡Vamos ya mismo, y al más alto!
Pero tú le dices a un ministro importante que debe subir a un monte a adorar y te responde que para qué, que si orar en el templo el domingo es exactamente lo mismo. ¡No tiene idea que él gobierna allá y no acá! Por eso, cuando tú vas a las alturas de los pueblos, y todas están tomadas por los brujos.
Y allí se cumple una palabra profética muy interesante de la época de los jueces, cuando decían que el Dios de ellos gobierna en las alturas, pero aquí abajo es otra cosa. ¿Recuerdas tú al hermano de Moisés subiendo a lo alto sólo para sostenerle los brazos?
¿Por qué no lo levanta en el tabernáculo? ¿Por qué no le levanta allí en el campamento? ¿Por qué tenía que subir al monte y levantarlo? Porque es desde las alturas que se ejerce gobierno. Ahora bien; ¿Qué es lo primero que aprende un profeta? Un profeta aprende lo que es una acción profética.
Entonces, ¿Qué significa esto? Que sin ahondar demasiado en el tema porque sé perfectamente que por un montón de razones muy legítimas es muy controvertido, cuando ofrendamos tal como Dios manda y no como los ministros manipulan, estamos ejerciendo una acción profética.
En esto también hay que decir que la mente natural jamás entiende las cosas del Espíritu. Porque han de discernirse espiritualmente. Lo primero que se aprende como profeta, es que las acciones no son inocentes. Lo que se hace o se deja de hacer, tiene un sentido.
A medida que Dios nos activa cuando nos enseña, por ejemplo, a leer. ¡Cuántas cosas se abren! Cuando te enseña a profetizar, ¡Cuántas cosas se abren! La revelación trae unción, y esa unción te posiciona en otro lugar.
Entonces, cuando un judío salía del campamento y decía: voy a llevar esta ofrenda, y empezaba a irse hacia el monte, todos entendían que estaba yendo a encontrarse con el Señor. Cuando aparece el tabernáculo, es entregado en diseño en lo alto de un monte a Moisés.
Se lo entrega, después de estar allí cuarenta días en ese proceso, y lo que le entrega, es parte del diseño de la ciudad del gran Rey. Es muy interesante. No le da el diseño de Sion, ¿Por qué? Porque ellos ya lo tenían. Sólo basta que tú leas todo lo que ellos escribieron.
Ellos entendían lo que era Sion. Lo que Moisés recibe no es el diseño de Sion, que ya lo conocían, sino el diseño de la ciudad del gran Rey. Y la réplica en pequeño de todo eso, es lo que llamamos el tabernáculo. El tabernáculo no es el diseño de la casa de Dios, es el diseño de su ciudad.
(Daniel 2: 34) = (Daniel está interpretando el sueño del rey Nabucodonosor) Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
Un momento, paremos aquí un minuto. Estuviste mirando hasta que una piedra fue cortada, dice. Sin ayuda de manos, y golpeó la estatua. Esta piedra, entendemos que es ¿Quién? Es Cristo mismo. Eso es lo que entendemos. Pero veremos que dice a continuación.
(35) Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Más la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.
¿Hasta ahí estamos viendo con claridad, verdad? Vamos al verso 44. Y ten en cuenta que hasta este momento, Daniel lo único que ha hecho es describir el sueño. Pero ahora lo va a interpretar. Verso 44: Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.
(45) De la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.
Preguntaré nuevamente: ¿Es la piedra Cristo o es la piedra el Reino? ¿O es la piedra la iglesia? Fíjate; lo que destruye a todos estos reinos, vino de un monte. ¿De cuál monte? Ya lo sabes. De ese monte, Sion, de allí fue tomada la piedra que destruyó la imagen.
¿Imagen? ¿Qué es en verdad lo que destruye? Los sistemas de gobierno de estos reyes. ¿Habías leído alguna vez esta parte del libro de Daniel? Cualquiera sea tu respuesta ahora, te haré una pregunta con total honestidad: ¿Tú crees que esto se tiene que cumplir o ya se cumplió?
¿Se va a cumplir, verdad? Entiendo. Yo también crecí en una iglesia donde se enseñaba que esto se iba a cumplir. Pero dice: en los días de estos reyes. Es el momento de cumplimentar lo que dijimos anteriormente. Pongamos delante del Señor todo lo que creemos, para qué Él nos diga si es correcto.
Sólo por un momento ponte a pensar en que quizás no está hablando de lo que va a pasar, sino de lo que ya pasó. ¿Cómo cambiaría nuestra posición de iglesia, si entendemos que esto ya pasó? Porque empieza diciendo el verso 44: Y en los días de estos reyes.
Léelo así: mientras ellos todavía estaban vigentes, un Reino vino, desmenuzó a todos, y se volvió un monte que cubrió toda la tierra. Hoy día, podemos reconocer que lo que suponíamos respecto a esto, estaba equivocado. Esto ya pasó.
Te hago otra pregunta: ¿Habrá algún país del mundo que no tiene presencia cristiana, hoy? No. Hace diez años había solamente dos países que no tenían ni un solo creyente. Hoy día, aún en esos dos, también hay presencia cristiana. Escasa, pero la hay. Débil, pero alguien ora, clama e intercede. No es poco.
Sólo haciendo estadística fría, sin tener en cuenta la calidad o profundidad de esas presencias, si la iglesia fuese ese monte, estaría en todo el mundo. Los pies de la estatua de Nabucodonosor eran muy raros respecto a sus otras partes. ¿Recuerdas cómo eran?
Eran de una mezcla que no se puede mezclar. Hierro y barro cocido. Y le dice Daniel: “Ese es un Reino que vendrá, pero estará unido de manera inapropiada”. Ese hecho se interpreta en las otras visiones de Daniel. Tú eres la cabeza, le dice; tú eres el rey de reyes, hoy.
La cabeza de oro, eres tú. Pero detrás de ti viene un reino que no es tan poderoso. Venían los persas. Pero luego vendrá otro, y eran los griegos. Y luego vendrá uno muy extraño, que era una mezcla de hierro y barro, y eran los romanos.
Literalmente, hoy día, ya no existe el imperio romano. Desaparece por allá por el año quinientos, como tal. Cae el imperio romano de occidente y de oriente, caen los dos, uno después del otro. Pero el punto es este: la iglesia florece en la decadencia de Roma.
El puñadito de setenta creyentes y ciento veinte convertidos, unos pocos años después, eran miles. Quizás estamos pensando en este momento, siglo veintiuno: ¿Y qué? ¿Van a decirme que debemos volver a subir con un corderito a un cerro?
Nada que ver con eso. Por favor, busca en la carta a los Hebreos, capítulo 12. El diseño, (Y aquí está la palabra clave) el diseño para la iglesia, es que esté conectada con Sion. O sea: la iglesia no es un producto ni es un invento humano, es algo que salió del corazón del Padre.
Entonces, si hoy te pregunto cómo podrías saber tú si una congregación es buena, si está bien o está mal, ¿Qué me responderías? En principio, no podrías decirme como se ha oído por allí, que una congregación está diseñada para producir utilidad.
¡La iglesia no es una empresa! Porque si lo fuera, necesitaría que una vez por año se contratara a un auditor profesional e imparcial para que determine si los negocios se están haciendo de manera legal y correcta, o no. ¿Te imaginas?
Claro, eso se puede hacer en una empresa, pero cuando te reúnes en una plenaria o en una convención con cien líderes, ministros de congregaciones, y les preguntas cómo están sus ministerios, ¿Qué parámetros vas a utilizar para decirme que están bien?
¿Cómo puedes saber, por ejemplo, que tu trabajo ministerial es bueno? ¡Es que tengo testimonios! Escucha: los testimonios van y vienen. Yo te digo hoy algo que encaja con tu idea y te gusta, soy tu héroe. Mañana te digo algo que es la piedra de tu zapato y te fastidia y, como decimos por aquí: ¡chau! Pasas de ser el Mesías a ser el Anticristo.
Entonces viene otro y dice que su congregación anda brillante porque hay liberaciones todo el tiempo. Escucha y entiende: las liberaciones son el ABC, son el pre-escolar de la fe. No es tan importante saber sacar demonios. Es mucho más importante saber por qué habitan tanto en esas congregaciones. ¡
¡Es que nosotros crecemos! ¡Cada semana tenemos doscientos convertidos! Puedes tener un excelente programa de marketing. Puede ser pura industria publicitaria. O sea: quiero decirlo con todo respeto: ¿Qué parámetros serios podríamos utilizar para saber si nuestros ministerios están bien o están mal?
Veamos: ¿Cuáles son las respuestas más abundantes cuando se le pregunta a alguien como anda su obra? ¡Bien! ¡Creciendo! ¡Ya tenemos local propio! Escucha: eso no es relevante. La única forma en que tú puedas saber si algo está bien o mal, es que tú veas el diseño original.
(Hebreos 12: 18) = Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, (19) al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, (20) porque no podían soportar lo que se ordenaba; si aún una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; (21) y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: estoy espantado y temblando; (22) sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles.
Son dos lugares distintos. La Jerusalén celestial, los millares de ángeles, Sion. Ahora dime si no es importante saber cómo se llega allí. ¿Qué quiero decir? Mira; puedes tener doscientas iglesias en la ciudad, y la iglesia estar ocupada por malandrines, sinvergüenzas o por violentos de todo tipo.
Pero tienes doscientas iglesias. Mientras el diablo se sienta con la libertad de hacer lo que le da la gana en la ciudad, eso significa que ninguna iglesia todavía ha subido a Sion. Porque de momento que una de ellas se pare en Sion, desde allí propagará una luz que dejará al descubierto a todos los que operan en maldad.
Porque una sola persona, si es profeta, bien puede subir a Sion y estar a solas con el Señor, pero eso de nada aprovecha a los que quedaron abajo. Pero si logra hacer que Sion se una, a través de Cristo, otra vez con la iglesia, eso indefectiblemente producirá un tremendo cambio en la región que sea.
Porque desde Sion todo puede hacerse. Desde Sion vemos todo pequeño, vemos como Dios está viendo. ¿Por qué? Porque no hay nada más alto que Sion, el resto todo es pequeño. Ahí se acabaron los gigantes, porque aunque salgan, se ven pequeñitos como ratones.
Por eso, cuando vas a tu pastor y le dices que tienes un problema muy grande, él debería preguntarte desde dónde lo estás mirando. ¿Lo estás mirando desde el llano, desde el aire o desde Sion? Porque si lo estás mirando desde Sion, ya mismo te digo que desde allí, nada es grande.
Dice la palabra que hemos leído: Nos hemos acercado al monte Sion, a la ciudad del Dios vivo. La Jerusalén celestial. Muchos de ustedes seguramente crecieron cantando “Jerusalén, Jerusalén”. Y por ahí viene uno y te pregunta: ¿La viste? – ¡No! Buenas noticias; ahora sí la podemos ver. Sion.
(Apocalipsis 14: 1) = Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.
Desde Génesis hasta Apocalipsis, el monte de Sion es la morada de Dios. No representa, eso dice la teología. “Representa la morada de Dios”. No. Aquí no hay nada que representar. Es la morada de Dios. Y nosotros tenemos acceso a ella.
¿Dónde está el diseño de la iglesia? En Sion. Cuando hablas de reforma, ¿Cuál es el parámetro, la plomada? La que está en Sion. Ese es el lugar de donde nace el espíritu de la reforma. Ven y volvamos al monte de Sion. Sus caminos nos enseñará y andaremos en él.
¿Te acuerdas de esa antigua canción? Era para este tiempo, no para aquel en donde se cantaba en todas las iglesias. Porque en aquellos tiempos en que esto se cantaba, te pregunto: ¿Qué entendíamos respecto al monte de Sion?
Pero resulta ser que esa canción era simplemente una profecía para lo que hoy estamos empezando a vivir. Ven y subamos al monte de Sion.