George Davis, Michael Clark y Douglas Weaver
Hace algunos años publiqué con mucha repercusión en esta ventana de Palabra Confirmada, un trabajo titulado “Los Cinco Montes”, cuya autoría pertenece a dos de los tres que firman este trabajo. George Davis y Michael Clark. Ya allí, ellos esbozaban estar trabajando en función de una profunda reforma encaminada a convertir a la antigua y casi anquilosada iglesia tradicional y convencional, en un compendio de personas que pudieran verse y llamarse a sí mismas, Gente de Reino.
Este trabajo que vamos a compartir y comentar, tiene una especie de consenso con aquel y se mete en honduras que el otro no incursionó. Por eso entiendo que es de lectura indispensable, examen espiritual y en oración obligatorio y definición inmediata en el terreno práctico. De otro modo, seguiremos siendo oidores, aunque no hacedores de la bendita palabra de Dios.
El llamado a la movilidad
Desde la rebelión de Adán, la orden recurrente al pueblo de Dios en cada cambio de estación, se resume en una palabra — ¡VE! Dios no se agrada de esa tendencia inherente en el hombre de permanecer y de edificar, porque produce una generación letárgica y satisfecha, y finalmente, extraviada.
Dios está hablando una palabra fresca de movilización en la tierra hoy. Es una palabra de liberación y de éxodo, como lo fue en los tiempos de Moisés. Dios está diciendo a los faraones de nuestros días que “¡Dejen marchar a mi pueblo!”
Y no es ninguna exageración esa expresión de: “¡Dejen marchar a mi pueblo!”. Todos sabemos que cuando algunos hermanos han intentado retirarse de las congregaciones a las que asistían, fuera por las causas que fuera, su actitud fue tomada por los líderes como rebelión, insujeción y blasfemia, con la consecuente marginación por los demás miembros y la proverbial humillación pública.
El Mensaje a Sus escogidos es el mismo que el de antaño, “Salid de vuestros amos y adoradme solo a Mí”. Jóvenes y viejos, hombres y mujeres, judíos y gentiles, esclavos o libres, todos ellos son llamados a abandonar las estructuras religiosas tradicionales, impotentes y rituales y a levantarse en Dios.
Tenemos que levantarnos más allá de las manifestaciones de avivamiento para llegar a una forma de pensar enteramente nueva. Dios nos está desafiando a reconsiderar nuestra teología y a re-alinear nuestras creencias. Dios está llamando de nuevo a la iglesia a un status migratorio.
Alto aquí. ¿Qué cosa es un status migratorio? Es andar en un continuo movimiento, en este caso ascendente, en búsqueda del mejor acercamiento al Padre. ¿Eso es lo que vemos hoy en la iglesia tradicional y estructural? No. Vemos absolutamente lo opuesto. Vemos un adormecimiento espiritual y una actitud de estupor hacia cualquier intención de movimiento superlativo.
Desde los tiempos de la rebelión de Abel, el hombre ha sido inmigrante, viajando con Dios y hacia Dios o alejándose de Él y en contra de Él. La naturaleza caída del hombre continuamente intenta frenar su viaje hacia Dios, para establecerse y construir sobre la tierra.
El Espíritu de Dios siempre nos llama a ser parias y extranjeros—peregrinos con Dios como revela Levítico 25:23. “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo” (Levítico 25:23).
Tenemos que estar preparados para movernos cuando Dios nos llama. Ahora mismo el Espíritu de Dios está llamando al cuerpo de Cristo a una posición más profunda en Dios. Tenemos que abrazar nuevos niveles de verdad. Cada nueva verdad que Dios traiga ampliará a la anterior hacia una luz mayor.
De la misma forma que se mueve la nube de Su Testimonio, nosotros también tenemos que movernos. Tenemos que migrar de un nivel de gloria a otro. Dios está hablando y está liberando el ímpetu para migrar, para llevarnos otra vez al viaje de asir aquello para lo cual fuimos asidos.
A la gente religiosa le gusta pensar que su sistema de creencia está completo, de forma que son amenazados por lo desconocido. El hombre religioso se siente inseguro cuando no puede codificar todo en su teología de forma que le es difícil aceptar la idea de que aún hay más por venir.
Listo. Creo que los autores han dicho una verdad tan visible, tan palpable en el día a día, que procurar cuestionarla sería, sencillamente, esgrimir argumentos religiosos motivados, precisamente, en las razones que aquí mismo has terminado de leer.
La Restauración de TODAS las Cosas
En Hechos capítulo 3, Pedro y Juan sanaron a un cojo que se sentaba mendigando junto a la puerta de la Hermosa, en el templo en Jerusalén. Los que fueron testigos de este milagro quedaron asombrados. Pedro, hablando de Jesús, les dijo: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. (Hechos 3:19-21)
Dios pretende rectificar todos los desórdenes de la caída. La palabra restauración implica igualmente una partida y un regreso a la intención original de Dios para la humanidad. Cristo ha comprado nuestra completa redención, pero la creación gime, esperando la manifestación completa y el cumplimiento del propósito para el que fue creada.
Aunque todas las cosas permanecen sujetas bajo los pies de Cristo, el autor de Hebreos afirma: “pero todavía no vemos que todas las cosas le estén sujetas”. (Hebreos 2:8). ¿Una contradicción aparente? ¡En absoluto! Él es el Señor, pero todas las cosas todavía no se han postrado ante Su Señorío.
A mí siempre me llamó poderosamente la atención este pasaje, que seguramente y al igual que a ti, me predicaron decenas de ocasiones, aunque sin mencionar su similitud a este tiempo presente y al lugar en el que nos encontrábamos. Y me preguntaba: ¿Creemos en la Biblia pero no en TODO lo que la Biblia nos dice?
Los cielos Le han recibido hasta que todas las cosas sean puestas delante de Sus pies—hasta que todas las cosas sean restauradas. Al pueblo de Dios aún le espera una restauración completa. Debemos permanecer separados y listos para salir de todo aquello que fracase en expresar Su pensamiento y Su gloria completos, y avanzar con Él hacia esa restauración.
Para poder comprender el impacto completo y el significado de la restauración de todas las cosas, debemos primero entender que la humanidad ha caído y que todo lo que vemos a nuestro alrededor se queda escaso de la gloria de Dios. Con ese pensamiento firmemente puesto en nuestra mente, también tenemos que entender que somos peregrinos en un viaje de recuperación, regresando hacia esa gloria.
Este mundo, la carne y el diablo resisten este peregrinaje en cada ocasión, ejerciendo todas sus energías para apartar al peregrino, tentándolos a asentarse y a construir. Por esta razón, es imperativo que veamos nuestro status migratorio y lo que las Escrituras tienen que decir al respecto desde el principio. Comenzaremos con Génesis.
Caín y Abel
La palabra génesis significa origen o comienzo. El libro de Génesis comienza con oscuridad y caos sobre la faz del abismo. Esto era una oscuridad espiritual. El sol, la luna y las estrellas no fueron creados hasta el cuarto día. El primer acto de Dios el primer día de la creación fue separar la luz de la oscuridad. Esto establece el patrón de todos los actos futuros de Dios en Su creación.
Sin dudas. Tanto que cuando los hombres, aún los más fieles y sinceros creyentes del Señor, cometen algún error que los hace ingresar dentro de la perversidad del sistema del mundo, (Cohechos, sobornos, fraudes, etc.), automáticamente se introducen voluntariamente en la oscuridad y, de ese modo, le otorgan autoridad a Satanás sobre sus vidas.
Por causa de la caída de Adán y Eva en la oscuridad espiritual, perdieron el estado primario del hombre, fueron expulsados del Huerto del Edén y apartados del árbol de la Vida. Cuando fueron expulsados, Dios les dio una promesa de redención—una promesa de restauración.
Dios dijo a la serpiente astuta, Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar (Génesis 3:15). Inicialmente Adán y Eva tuvieron dos hijos, Caín y Abel. Estos dos hombres son prototipos de la humanidad.
Surgen dos tipos completamente distintos. La simiente de la serpiente y la simiente de la mujer, lo piadoso y lo impío, lo justo y lo maligno, Cristo y el anti-cristo, el Hijo de Dios y el hijo de perdición, el trigo y la paja, las ovejas y las cabras, las vírgenes necias y las sabias, el hijo de la esclava y el hijo de la libre.
En Abel y Caín vemos al peregrino y al fundador de ciudades. Vemos la tendencia piadosa del servicio en Abel; se convirtió en un cuidador de rebaños. En Caín vemos la tendencia carnal de dominar la tierra con su propia fuerza e ingenuidad.
Uno era nómada, siguiendo a sus rebaños en armonía con la tierra. El otro estaba asentado y era territorial, un arador y plantador de la tierra maldita que insistía en producir espinos y abrojos. Se cree ampliamente que Eva consideraba a su primogénito, Caín, como la simiente prometida de que hablaba Génesis 3:15.
Alfred Edersheim explica: “De los dos hijos de Adán y Eva, Caín, era el mayor, y de hecho, el primogénito de todos sus hijos. Por toda la antigüedad, y en el Oriente hasta este día, se considera a los nombres propios como portadores de un significado más profundo.
Cuando Eva llamó a su primogénito Caín (‘obtenido’ o ‘comprado’) dijo, “He adquirido varón de Yahvé”.
Aparentemente, ella conectó el nacimiento de su hijo con el cumplimiento inmediato de la promesa de la Simiente, que había de herir la cabeza de la serpiente.
Si se nos permite esta comparación, la expectativa de ella era tan natural como la creencia de algunos primeros cristianos de la inminencia de la nueva venida de nuestro Señor. Esto muestra igualmente lo profundo que había calado esta esperanza en el corazón de ella, lo viva que era su fe en el cumplimiento de la promesa, y lo ardiente que era su expectativa.
Pero si esos eran sus pensamientos, que pronto quedarían incumplidos. Quizás por esta misma razón, o quizás por haber sido informada más ampliamente, o por otras causas con las que no estamos tan familiarizados, el otro hijo de Adán y Eva mencionado en la Escritura, fue llamado Abel, es decir, ‘aliento’ o ‘extinción’.”
Conozcamos la historia.
Caín era un hombre religioso. Como el justo Abel, vino a adorar a Dios. Dios mostró favor sobre la ofrenda de Abel. La diferencia obvia entre su ofrenda y la de Caín era el derramamiento de sangre en el sacrificio del animal. Una diferencia menos obvia era la incapacidad de Caín de escuchar y de seguir a Dios por causa de la condición de su corazón.
Caín trajo sus dones y su ofrenda a Jehová pero su sacrificio fue inaceptable porque su corazón no estaba puesto en ello. No fue tanto la naturaleza de la ofrenda de Abel lo que Dios vio como aceptable, sino el corazón con el que la hizo. Fíjate que Dios no reprendió a Caín por el tipo de la ofrenda, sino por el estado de su corazón (Génesis 4:6,7).
Esto podría servir para un buen sermón de domingo en una congregación cualquiera de un país cualquiera. Claro está que no favorecería demasiado los planes personales de sus líderes, pero al menos diría una verdad indiscutible: que no interesa lo que tú traigas a la iglesia, lo que interesa es lo que tú eres como iglesia.
Que Dios mostrara favor sobre el corazón y el sacrificio de Abel llenó de tal ira a Caín que mató a su hermano. La historia está saturada de la sangre de los que son guiados por el Espíritu, cuyas vidas han sido tomadas por otros que moran en el espíritu religioso del anticristo.
Dios juzgo a Caín como sigue: “Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.
Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará.
Y le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara. Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc.” (Génesis 4:11-17).
Cuando Adán y Eva cayeron, la tierra fue maldita. Ahora esa maldición había sido puesta sobre el hombre en un grado mayor. Caín no solo era maldito sino que lo era en extremo más allá de la maldición que había sobre la tierra. Por causa del acto violento de Caín, hubo un gran cambio, una aceleración del pecado que se desconocía en la creación de Dios antes de este tiempo.
Irónicamente, Caín escogió establecerse en la tierra de Nod, que se traduce del hebreo como deambular. No importa el estado espiritual del hombre, sigue siendo vagabundo sobre la tierra, en busca de un lugar de reposo. En lugar de regresar a la casa de su padre, Caín halló reposo en edificar un imperio conforme a su propio patrón.
Construyó las primeras ciudades en la tierra para refugio. Pensó que había escapado del castigo de Dios, pero no importaba la apariencia externa, seguía estando bajo la maldición de ser fugitivo y vagabundo en la tierra. Mostraba una forma de piedad pero la negaba y se alejaba del poder de la misma.
El hombre fugitivo siempre intenta establecerse y construir con la esperanza de encontrar una insaciable necesidad de reposo. Para su desmayo, lo único que consigue todo su esfuerzo es frustrarle aún más. El hombre justo que está al día con Dios, se encuentra en un viaje con una cierta recompensa y conclusión.
Está muy bien pintada la diferencia entre el hombre sin Dios al hombre que sí conoce a Dios. Mientras que el primero casi deambula por la vida tratando de ganar dinero, comprarse elementos de placer y confort, el segundo va detrás de un objetivo que no le es propio, sino corporal: extender el Reino de su Padre. Sería muy interesante examinar el final de cada historia.
Ha cesado de sus propias obras y ha entrado en el reposo del Padre (lee Hebreos 4). No está empujado por la necesidad de construir su propio imperio porque ha encontrado su lugar en un reino eterno. Ahora está libre para explorar las profundidades extremas de su Creador.
En lugar de llevar sobre sí la carga de edificar o de ejercer tiranía, ahora construye junto con otras piedras vivas una morada para Dios en el Espíritu. Grande es la paz y el reposo del hombre que abandona el camino de Caín para entrar en el reposo del Padre.
El historiador judío Flavio Josefo explica los cambios que ocurrieron en la tierra como resultado directo de que Caín liberara el pecado que estaba llamando a la puerta. “Y cuando Caín hubo viajado por muchos países, junto con su esposa construyó una ciudad llamada Nod, que es un lugar llamado así, donde él estableció su morada; donde también tuvo a sus hijos.
Sin embargo, no aceptó su castigo para enmendarlo, sino que aumentó su maldad; porque solo aspiraba a procurar para su propio placer corporal, aunque eso le obligara a ser injurioso a sus vecinos. Aumentó sus bienes con muchas riquezas mediante la rapiña (saqueo o robo) y violencia; animó a sus familiares a obtener placeres y despojos mediante el robo y se convirtió en un gran líder de hombres de caminos perversos.
También introdujo un cambio en la forma de vida sencilla de los hombres de entonces; y fue el autor de las medidas y los pesos: Y viviendo en inocencia y generosidad sin saber nada de esas artimañas, llevó al mundo a una astucia maligna. Primero puso límites a las tierras: fundó una ciudad y la fortificó con muros, y llevó a su familia a vivir allí.
Llamó a esa ciudad Enoc, conforme al nombre de su hijo mayor, Enoc. Pared fue hijo de Enoc, cuyo hijo fue Malaliel, cuyo hijo fue Matusela, cuyo hijo fue Lamec, que tuvo setenta y siete hijos con dos esposas, Sila y Ada. De los hijos de Ada, uno fue Jabal, que levantó tiendas y amó la vida de pastor.
Pero Jubal, que nació de la misma madre, se ejercitó en la música; e inventó el salterio y el arpa. Pero Tubal, uno de los hijos de Lamec con la otra esposa, superó a todos los hombres en fuerza y fue experto y famoso en artes marciales. Buscaba lo que pertenecía a los placeres del cuerpo por ese método.
E inventó el arte de hacer latón. Lamec fue también padre de una hija, cuyo nombre fue Namá. Y por su gran habilidad en asuntos de revelación divina, supo que tenía que ser castigado por el pecado del asesinato de Abel por parte de su hermano, lo que dio a conocer a sus esposas.
Pero incluso estando aún vivo Adán, sucedió que la posteridad de Caín se volvió perversa en extremo, cada generación peor que la anterior. Intolerables en la guerra y vehementes en sus robos; si alguien era lento en el asesinato de personas, era entonces rápido en el comportamiento despilfarrador, en actuar injustamente y en dañar a cambio de obtener ganancia.”
En Caín vemos el nacimiento de una nueva marca de perversidad, una ambición de conseguir todo para el propio placer corporal, incluso a expensas de sus vecinos. Vemos codicia en el sentido de amasar una gran fortuna, reunida mediante el saqueo, el robo y la violencia. La codicia de Caín halló expresión en la invención de las medidas y los pesos, que se usaban con frecuencia para facilitar y legitimar el robo abierto.
El establecimiento de los pesos y las medidas también indica una actitud de ambición, la antítesis de la generosidad. La ambición no solo alimenta el comercio sino que engendra robo y opresión. El camino de la sencillez, el vivir inocente y generosamente con los demás, se transformó en un mundo de astucia mañosa.
En la ciudad de Caín tenías que mirar a tus espaldas. En estas mismas líneas escribía Alfred Edersheim: “Por otro lado, el que abrazaba las promesas se consideraba a sí mismo peregrino, extranjero en la tierra. Y tanto en el corazón como en la conducta externa, mostraría aquello en lo creía y lo que esperaba, el cumplimiento de la promesa.
No necesitamos decir que uno es descrito por la historia de Caín y su raza. El otro, por la de Abel y las postrimerías de Set y de sus descendientes. Porque alrededor de estos dos, Caín y Set, como sus representantes, todos los hijos de Adán se agruparían conforme a sus tendencias espirituales… Abel escogería la vida del peregrino. Caín, la de la posesión establecida y el disfrute de la tierra.”
Por un lado vemos pastores nómadas, peregrinos y extranjeros esperando la Simiente prometida y la restauración de todas las cosas. También vemos lo opuesto, vagabundos como Caín, que buscan hallar el reposo mediante el arado de la tierra y la fundación de ciudades seguras.
Edersheim continúa: “El lugar de Abel no podía permanecer vacío, si es que el propósito de la misericordia había de ser desarrollado. Consecuentemente, Él dio otro hijo a Adán y Eva, a quien su madre llamó de forma significativa ‘Set’, que significa “escogido” o mejor dicho aún, “compensado”, porque ella dijo, “Dios me ha escogido (compensado) con otra semilla en lugar de la de Abel, a quién mató Caín”. Sin embargo, antes de detallar la historia de Set y de sus descendientes, las Escrituras trazan hasta la quinta y sexta generación de Caín.
Como ya sabemos, Caín había entrado en la tierra de “Nod”—“deambular”, “andar sin reposo”, para edificar ahí una ciudad que ha sido descrita correctamente como el establecimiento de los primeros fundamentos de ese reino en el que prevalece el “espíritu de la bestia” (lee Apocalipsis capítulos 17-19). [Énfasis añadido]
Caín fue el primer hijo de perdición, el prototipo. Las ciudades corruptas y los gobiernos de los hombres son nuestra herencia de parte suya. El camino de Caín es el sistema de la bestia. ¿Qué tiene que ver con nosotros hoy día el camino de Caín, después de tantos años muerto?
¡Caín está muerto pero no sus caminos! La división entre los descendientes ha proseguido a lo largo de la historia. Las naturalezas de estos dos hermanos nos dan una visión de las relaciones de los hombres hasta el día de hoy. Esto se hace evidente al avanzar la historia.
Así es que, en vista de todas estas alternativas tan bien descriptas, sería más que interesante y absolutamente necesario en este día que el Señor eligió par que seas advertido, te formules la siguiente pregunta: ¿Qué camino elegí para vivir mi vida de fe; el de Caín o el de Abel? No necesitas respuesta divina; tú ya la tienes. Y en función de esa respuesta que ya tienes, deberás moverte a continuación. Lo hagas bien o lo hagas mal, ya no es responsabilidad de Dios, sino tuya. Ahora lo sabes.
Los Hijos de Dios y las Hijas de los Hombres
Con Abel muerto y Caín lejos de la presencia de Dios para establecerse y edificar sus propias ciudades, llegamos al nacimiento de Set. El nombre de Set significa escogido. Eva le dio ese nombre porque “Dios ha escogido otra simiente para mí en lugar de Abel, a quién Caín mató.” Set también tuvo un hijo, y le llamó Enós (Griego Enos.)
“Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre del SEÑOR”. (Génesis 4:25-26) La lectura marginal del versículo dice, “Entonces comenzaron los hombres a llamarse con el nombre del Señor”. Pensamos que ésta es la traducción correcta.
En los tiempos de Enós, los verdaderos seguidores de Dios comenzaron a llamarse a sí mismos “los hijos de Dios”. La otra rama de la familia de Adán, los hedonistas descendientes de Caín, fueron los hijos de los hombres. Dios más tarde se referiría a ellos como carne.
“Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.” (Génesis 6:3)
Como indica Adam Clark: ¡Qué carácter tan horrible da Dios a los habitantes del mundo antediluviano! Eran carne (v. 3), completamente sensuales, los deseos de la mente inundados y perdidos en los deseos de la carne, sus almas sin discernir ya más su alto destino, siempre preocupados con cosas terrenales, sensuales, brutales y convertidos en carne; encarnados para no retener a Dios en su conocimiento, y viviendo solo en busca de la obtención de su parte en esta vida.”
Claro está que esos eran los hombres del mundo antediluviano. Claro está que luego del diluvio las cosas cambiaron mucho. Claro está que si tú sales a la calle y al mundo actual, será poco probable que encuentres hombres con esa naturaleza… ¿O sí los encuentras?
La corrupción final de la raza pre-diluviana ocurrió cuando el linaje de Set (los hijos de Dios) comenzó a casarse con las hijas de los hombres (el linaje de Caín). Edersheim amplía esta corrupción abierta del hombre cuando escribió: “La corrupción de la humanidad alcanzó su punto álgido cuando incluso la diferencia entre los setitas y los cainitas fue eliminada por los casamientos entre ambas partes, y eso, por motivos sensuales.
Leemos que los hijos de Dios vieron a las hijas de los hombres, que eran buenas; y tomaron esposas de entre ellas, según su elección”. En ese momento, la tierra debía estar muy poblada, y su estado es descrito de la siguiente manera, “Y vio Dios que la maldad del hombre era grande en la tierra y que toda la imaginación del pensamiento de su corazón era continuamente el mal.”
Génesis capítulo seis nos describe como esta mezcolanza produjo un conflicto y una violencia aún mayores entre las razas. Tan profunda era la corrupción que Dios se lamentó de haber creado al hombre. Como resultado, Dios se propuso comenzar de nuevo.
Trajo juicio a la tierra en forma de un gran diluvio, salvando al único justo y a su familia. El nombre de esta persona era Noé. Su nombre habla de su llamamiento y destino; porque significa reposo. Casi todos los niños conocen la historia de cómo Dios juzgó al mundo por agua.
El arco iris representa la promesa de Dios de nunca volver a juzgar la tierra por agua. Dios comenzó a preservar la pureza mediante la separación. Llamando a un pueblo hacia Sí mismo, preservó a un remanente. El llamado fuera o éxodo de un remanente de la influencia corrupta del mundo es la forma que Dios tiene para avanzar Sus propósitos redentores. (Espero que hayas entendido y aceptado este último concepto, ya que será la llave de ingreso a este tiempo que hoy estamos viviendo.)
El Avivamiento post-diluviano y la continuación del “Camino de Caín”
Después de que la humanidad fuera destruida por el diluvio, el remanente fue sacado del seguro refugio del arca. Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. Génesis 9:1 La generación purificada que salió de los lomos de Noé viviría no mucho tiempo, porque enseguida leemos de otra rebelión.
Esta vez por parte de uno de los hijos de Noé, que se rebeló en contra de él como el representante justo de Dios para esa generación (Gén. 7:1) “Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera.
Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre. Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven, y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos.
Dijo más: Bendito por Jehová mi Dios sea Sem, Y sea Canaán su siervo. Engrandezca Dios a Jafet, Y habite en las tiendas de Sem, Y sea Canaán su siervo.” (Génesis 9:22-27). Cientos de años más tarde Dios juzgaría al pueblo de Canaán, descendientes de Cam, por mano de siervos justos, porque Canaán se había vuelto totalmente corrupto con sus prácticas hedonistas.
“Nos Sublevaremos”
La siguiente parada en nuestro paseo por nuestra común heredad, es el nieto de Cam, Nimrod, un poderoso cazador delante del Señor. Su nombre significa “nos sublevaremos”. Fue el fundador de un imperio. La ciudad que fundó—Babilonia—es un símbolo de la oposición a Dios.
En Babel los hombres rehusaron obedecer la orden de Dios de salir y llenar la tierra. Por primera vez, en este lugar los hombres toman el camino de Caín convirtiéndolo en una rebelión colectiva, fundando el primer reino. El Tárgum de Jerusalén dice de Nimrod: “Y Cus engendró a Nimrod: comenzó a ser fuerte en pecado y en rebelión delante del Señor de la tierra.
Primer punto a tener en cuenta: Babilonia implica pecado y rebelión delante del Señor. ¿Qué se pretende decir cuando se dice que muchas iglesias evangélicas cristianas tradicionales se han convertido en babilonias dormidas? Eso: que hay en ella pecado y rebelión.
Fue un poderoso rebelde delante del Señor. Porque dice, ‘desde el día en que el mundo fue creado no había habido nadie como Nimrod, poderoso en la caza y rebelde delante del Señor. Y el comienzo de su reino fue Babel la grande”. Nimrod estaba lleno de la misma ambición y violencia hallada primeramente en Caín.
El es la más pura expresión de la tendencia del hombre caído a establecerse y a edificar su propio reino fuera de Dios. Desde un punto de vista mundano, Nimrod tuvo un gran éxito, fue un gran héroe y alcanzó una gran popularidad.
De hecho, “poderoso” es el mismo término usado en Génesis 6:4 para describir a los Nephalin, la descendencia de la mezcla profana de los hijos de Dios y las hijas de los hombres. Describe a alguien que
Intencionadamente se hace famoso cometiendo actos valientes y atrevidos.
Aunque el diluvio libró a la tierra de la toda la carne corrupta, las fuerzas espirituales que había detrás de esa corrupción volvieron a salir a la superficie (Lee Génesis 6:4; Números 13:33). Babilonia es un modelo del continuo deseo que tiene el hombre de establecerse y de construir.
“Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.” Génesis 11:4 “Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad.” (Génesis 11:8).
Fíjate en la pseudo-unidad existente en el hecho de que todos hablaran la misma lengua. Viajaron hasta que llegaron a las llanuras de Sinar, donde decidieron establecerse. Edificaron una ciudad con ladrillos, no con piedras. Lo que es significativo en sí.
Pero por ahora centrémonos en la mentalidad que revela el versículo cuatro de arriba. Los primeros esfuerzos se inclinaron hacia la construcción de una ciudad y seguidamente, a la construcción de una torre. Su propósito declarado era establecer un legado que los mantuviera intactos tanto a nivel generacional como geográfico.
Estaban volviéndose hacia el camino de Caín, construyendo ciudades y poniéndoles nombre conforme a ellos mismos. ¿Por qué repitieron los errores que finalmente llevaron a una destrucción global? Dios confundió sus lenguas y los esparció sobre la faz de la tierra como una medida provisional, antes de que la rebelión alcanzara su clímax.
La misma idea de reyes y de reinos surgió del corazón de Nimrod. Dios nunca quiso que el hombre edificara ciudades estado y nombrara reyes para gobernar sobre ellos. Esto fue una afrenta directa contra Él y contra Su propio Rey justo. La parábola que sigue a continuación es una sátira que expresa la vanidad de buscar un rey.
“Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Más el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros.
Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros. Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?
Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros. Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.” (Jueces 9:8-15)
Todos los árboles de fruto y la vid, que daban aceite, buenos frutos y nuevo vino para honrar a Dios y a los hombres, rehusaron gobernar sobre los árboles. Para ellos, gobernar era algo inútil y degradante. Pero la zarza, que no sirve a ningún propósito, acordó gobernar sobre los árboles, estableciendo una sola condición.
“Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra…” La zarza tiene muchos espinos pero muy poca sombra del sol abrasador. Si tratas de hallar refugio bajo su cubierta, cuidado con los espinos. Años más tarde Israel quiso someterse al gobierno de la zarza.
Cuando el profeta Samuel era viejo, Israel se presentó buscando un rey. Confiar en Dios como rey era algo temible, por lo que escogieron el camino predecible de los reyes de los gentiles. Al hacerlo, rechazaron el gobierno y la soberanía de Dios. Rechazaron a Dios como rey.
Prefirieron el reinado de la zarza, Saúl, pastor de asnos. Israel prefirió el estilo de gobierno de Caín y de Nimrod. “Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.
Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.
Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo.” (1ª Samuel 8:4-8). Fíjate que cuando Israel escogió tener a un mero hombre para que les gobernara y para ser como las naciones idólatras a su alrededor, Dios se disgustó grandemente y comparó su deseo de otro rey como servir a otros dioses. El deseo de tener un rey equivale a la idolatría porque ambos sustituyen el gobierno o el señorío del verdadero rey.
Una vuelta a la teocracia, el Gobierno directo de Dios
La declaración del tentador, “seréis como Dios…” revela el verdadero problema. Tratar de ser auto-gobernados como Dios, es en sí mismo rechazar el reino de Dios y no lleva a otra cosa que a la corrupción. Cuando los hombres caídos se unen, multiplican su rebelión y el poder de su alma, lo que lleva a una decadencia aún mayor.
Cuando el hombre consolida su poder carnal, su gobierno se inclina hacia la degeneración y la esclavitud y se halla en enemistad con el gobierno de Dios. El gobierno del hombre y el gobierno de Dios se oponen uno al otro (lee Salmos 2:2-3). En la ciudad del hombre, cada nueva ley constituye un aumento del control del hombre y de la tiranía, suplantando la soberanía de Dios.
Creo que esto tiene que llevarte una respuesta más que sólida con relación a todo lo que estás viendo en el mundo secular, a tu alrededor, quizás en tu mismo y propio país de residencia. No podemos meternos en pequeñeces políticas sectoriales o ideológicas inexistentes, cuando la realidad camina por otros andariveles. El hombre sin Dios, jamás será justo; apréndelo.
Puede que los hombres no se lancen a esto intencionadamente, pero esa es la naturaleza de su gobierno, que se originó en el camino de Caín. Para que el reino de Dios avance completamente, Dios tiene que llamar primero a un remanente para atraerlo hacia sí—un pueblo gobernado por Su Espíritu (Romanos 8:14 y 19) y llamados según Su nombre—un pueblo de otro camino. Desafortunadamente este remanente solo quiere avanzar un tanto, para después edificar una torre. Este es el caso de Israel. En Hechos 7, Esteban reprende a los líderes judíos por esta misma cosa.
Hoy está sucediendo exacta y puntualmente lo mismo. ¿Ha llamado Dios a un Remanente Santo para seguirlo conforme a la guía de su Espíritu Santo? Por Argentina de los años 90, me consta que sí. ¿Lo ha hecho así el pueblo? No. Mayoritariamente, el pueblo tomó ese llamado y el poder y los dones que lo acompañaban, pero con el correr de los días, empezó a usarlo en beneficio propio y, como consecuencia de ello, Dios lo retiró y sólo quedaron tibias y hasta grotescas expresiones carnales.
El Discurso de Esteban
Esteban fue acusado de hablar contra el Templo y contra la ley de Moisés, y también se le acusó de decir que Jesús de Nazaret destruiría el Templo y cambiaría las costumbres que Moisés había legado. (Lee Hechos 6:11-14). Por causa de esto fue arrestado y traído delante del consejo.
Allí, Esteban hizo un llamado final a los ancianos de su pueblo a salir, a abandonar las tradiciones que con tanto celo defendían, y que abrazaran a Cristo, a quién habían crucificado. En cierto sentido, los acusadores de Esteban estaban en lo cierto, porque Cristo había venido para acabar con el orden del viejo templo, y sí, incluso a dejar obsoletas las costumbres y las leyes que Moisés les había legado.
La respuesta de Esteban a sus acusaciones es una historia breve pero intensa del peregrinaje de Israel y como Dios siguió llamándoles a salir de las tribus del hombre caído hacia Él mismo. Ver el discurso de Esteban como una mera sinopsis de su historia es perder el sentido del mismo completamente.
¿Pretendía Esteban enseñar a los ancianos de Israel algo que ellos ya sabían muy bien? Casi podemos escuchar los bostezos en las bocas de esta casta elitista de académicos y ancianos sentada delante de un don nadie que ahora osaba enseñarles a ellos mismos.
¡Oh! ¿Sabes qué? Ni por asomo se me ocurriría compararme con un grande como Esteban, pero sí puedo dar fe de lo sustancial, que es la puesta en marcha de los principios divinos. Eso que se relata aquí, me sucedió en más de una conferencia importante. Ver cómo todos eran de oídos atentos para con discursos humanistas y hasta esotéricos y presenciar esos bostezos cuando lo que se les daba era palabra genuina.
Las últimas palabras de Esteban esconden el misterio de la Iglesia, no como una institución, sino como una asamblea extranjera de peregrinos llamados fuera, un pueblo que avanza hacia un destino predeterminado, sin ciudad alguna a continuación.
Esteban reprendió al consejo por fallar en asumir esta postura nómada para seguir a su Mesías, Jesucristo, en el nuevo éxodo. Las últimas palabras de Esteban nos dan una clara visión de lo que Jesús quiso decir cuando dijo, “Yo edificaré Mi Iglesia”. Te animamos a leer el llamado de Esteban (Hechos 7:2-52) por completo, prestando una gran atención a palabras como salir, abandonar, enviar, sacar, entrar, etc. Dios siempre está llamando a Su pueblo a salir y a avanzar hacia la restauración de todas las cosas (Hechos 3:21).
El Éxodo y el Fiel Abraham
Esteban comienza su exhortación de esta manera: Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré.
Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora.” (Hechos 7:2-4) Esta es la primera vez en la que Dios llama a un pueblo a salir en lugar de dispersarlos.
Dios llamó a un hombre de nombre Abraham a salir de su tierra idólatra para peregrinar con Él en tierra extraña. Lo que Dios quería era hacer un pacto con Abraham que bendijera al mundo, algo que no podía hacer mientras Abraham siguiera viviendo en la tierra de los Caldeos.
Los propósitos de Dios nunca podían cumplirse en Babilonia. La canción del Señor no puede cantarse en tierra extraña (Salmos 137:4). “Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo.
Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años. Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar.” (Hechos 7:5-7).
Aquí hay otro éxodo. Dios reveló a Abraham que su simiente también sería extranjera en tierra ajena y que sería esclava durante 400 años. En el crisol de Egipto la simiente de Abraham se convertiría en una nación. En la consumación del tiempo, ¡oirían un nuevo llamado a salir! Por la poderosa mano de Dios, la simiente prometida regresaría para servir a Dios en la tierra prometida.
Hacia el fin de los 400 años, un libertador nacería entre ellos. Su nombre sería Moisés. Después de ser rescatado del río Nilo de niño, Moisés fue criado por la hija del faraón y educado en la sabiduría de los egipcios. De hombre, se encontró en su propio éxodo. Como su antecesor Abraham, peregrinó en tierra ajena.
Moisés vio los abusos de los señores de Egipto y trató de librar a su pueblo del látigo de la opresión, pero su ministerio de liberación se equivocó absolutamente. Golpear a un señor hasta la muerte de una sola vez para liberar a la gente era algo cansino e inefectivo. Por temor a las consecuencias de sus actos, Moisés huyó de Egipto y se convirtió en un extranjero en tierra de Madián.
Después de cuarenta años de cuidar ovejas junto a su padre político, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se apareció a Moisés en forma de una zarza ardiente, diciéndole; “Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.” (Hechos 7:34).
Por medio de Moisés, Dios hizo poderosos milagros, derrotando a los magos y dioses de Egipto, y llegando al clímax en ese gran evento que precedió a la liberación completa de Israel, y que fue conocido a todas las generaciones que siguieron después como la Pascua.
La Pascua—Un llamado al Éxodo
En Éxodo 12:1-51, encontramos el registro de la última noche de esclavitud de Israel. Cada casa escogió un cordero sin defecto. Tal y como Yahvé había instruido, mataron al cordero y aplicaron su sangre a los dinteles de las puertas de sus casas particulares.
Después pasó el ángel esa misma noche y solo las casas que estaban marcadas con la sangre del cordero fueron pasadas de largo. Todos los demás sufrieron la pérdida de su primogénito. Después de preparar el cordero, cada familia recibió instrucciones de comerlo sin dejar nada.
Quiero recordarte que en el símbolo, en la tipología, la sangre de aquel cordero literal y físico, es hoy la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. ¿Llegará el ángel de Dios a cumplimentar un juicio de este tiempo? Procura estar limpiado y purificado, además de redimido de esa sangre, y nada te sucederá. ¿Lo puedes creer?
También recibieron instrucciones para comerlo deprisa, completamente vestidos, con sus callados en mano y con el calzado puesto. “Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.” (Éxodo 12:11)
La cena de la Pascua en sí es un llamado al éxodo—un llamado a salir y adorar. Cuando una persona nace de nuevo y se convierte en participante del cordero de Dios, tiene que estar preparada para viajar (Juan 3:8). Tenemos que comer ceñidos los lomos, el calzado puesto en nuestros pies, y nuestra vara en la mano, preparados a partir y dispuestos a seguir ese viento santo donde quiera que Él nos lleve.
Aunque pueda parecer impensable, la gente halla seguridad en la esclavitud. Considera digno de temor todo este concepto completo de éxodo. Durante cientos de años, Israel vivió en esclavitud, siendo golpeada por los señores de Egipto. Vivieron como esclavos y sus hijos fueron asesinados por sus opresores, pero no hay evidencia alguna hasta Moisés de que alguien tratara de escapar. (Hoy vemos exactamente lo mismo, aunque no precisamente en una nación, sino en un sistema).
Se necesita una fe como la de Abraham para abandonar la tiranía de lo familiar, con todo lo opresiva que ésta pueda ser, y ponerse a viajar hacia lo desconocido. Un sonido de gran lamento se oyó en Egipto la noche que pasó el ángel, pero hubo paz en las moradas con sangre en los dinteles de las puertas.
Dios llamó a un remanente de todo el pueblo de toda la tierra y ahora tenían que salir como distintivamente— real sacerdocio, nación santa. “Este los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto por cuarenta años.” (Hechos 7:36)
En este punto Esteban comienza revelar las razones que había detrás de su lección de historia. Hace una comparación sorprendente que no solo reveló el alcance del ministerio de Cristo, sino que definió la naturaleza de la iglesia. “Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis” (Hechos 7:37)
“Yo edificaré mi iglesia” (Una comunidad en éxodo)
Aquí Esteban describe a la nación peregrina de Israel, peregrinando en el desierto, como la ekklesia en el desierto. Ekklesia es una palabra griega compuesta que consiste en ek “fuera de”, y klesis, “un llamado”, una asamblea llamada hacia fuera.
Moisés dijo, “El Señor os levantará un profeta… como yo”, haciendo referencia a Jesús. ¿Se parecía Jesús a Moisés en apariencia o en función? Cristo fue como Moisés en que Él también dirigió un éxodo. Cristo dirigió a un pueblo, a un sacerdocio santo, a una nación santa, fuera de la esclavitud de este mundo y de la religión.
Si Jesús es como Moisés, dirigiendo un gran éxodo, entonces la iglesia es como Israel, viajando hacia un país prometido—buscando una ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. En ese sentido, la verdadera iglesia sigue siendo la ekklesia en el desierto.
Jesús dirigió el gran éxodo de la religión (los odres viejos). Él dijo a Pedro, “… Yo edificaré Mi iglesia (ekklesia) y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”: Estas palabras fueron escogidas cuidadosamente para comunicar ese mismo pensamiento de éxodo. “Yo edificaré a mis llamados fuera…”.
Ekklesia implica un reunirse—una congregación—pero en su uso clásico no tenía connotaciones religiosas (lee Mateo 16:18). Una vez más Dios cumplió Sus propósitos mayores llamando a un pueblo a salir por causa de Su nombre. Dio a luz a una generación escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo escogido para mostrar las virtudes de Aquel que los llamó de la oscuridad a Su luz admirable. (Lee 1ª Pedro 2:9).
Los autores han deseado no confrontar con las estructuras actuales evangélicas, por eso mencionan a la iglesia como parte de una congregación. Me parece atendible. Sin embargo, eso se contradice con la propia palabra, que determina que somos “los llamados a salir fuera”. ¿Fuera de dónde? Del mundo incrédulo, correcto; pero también fuera de la religión organizada.
Las Sinagogas de los Hombres
En los tiempos de la primera iglesia, la sinagoga (griego sunagoge) era la representación más cercana a lo que hoy conocemos como iglesia. Sin embargo, solo se usa una vez en las Escrituras para la ekklesia. Este uso fue de Santiago, que escribió a los creyentes judíos que aún se congregaban en sinagogas o en reuniones parecidas a las de las sinagogas (lee Santiago 2:2).
En cualquier caso, aún no habían salido del orden antiguo. Aparentemente, los lectores a quienes iba dirigida la epístola eran judíos exclusivamente, puesto que es dirigida “a las doce tribus dispersas en el extranjero”. (Santiago 1:1). Santiago abordó el asunto de los juramentos (Santiago 5:12), que era parte de la tradición rabínica, indicando que estas congregaciones estaban aún intentado guardar las tradiciones de sus padres.
La tradición de la sinagoga surgió del cautiverio babilónico, y cuando Jesús habló a los judíos sobre estos lugares de reunión, los llamó “vuestras sinagogas”, implicando que no eran de Su Padre. De hecho, Jesús advirtió a Sus discípulos que serían probados y golpeados en estos edificios. (Lee Mateo 23:34).
Como podemos ver en la historia del éxodo judío, una cosa era sacar al pueblo de Egipto y otra enteramente distinta, sacar a Egipto del pueblo de Dios. Las tradiciones son muy difíciles de erradicar. Jesús no tenía intención de incorporar el orden antiguo a este nuevo llamar fuera.
No había venido a poner Su nuevo vino en los odres viejos, ni tampoco vino diciendo que el viejo vino fuera mejor (Lucas 5:39). La ekklesia que Cristo edifica nunca puede ser contenida en los viejos odres del Judaísmo. Jacques Ellul escribió: “No hay en la iglesia asociación según la fórmula corriente por la que una institución sociológica pueda ser también el cuerpo de Cristo, ni que el cuerpo de Cristo pueda ser sujeto por la fuerza a formas sociológicas.
Una vez que la iglesia se organiza y se clericaliza, es intrínsecamente una trasgresión del orden de Dios.” Los traductores de la Septuaginta, el Antiguo Testamento griego, usaron la palabra ekklesia como el equivalente del hebreo qahal.
Qahal se usaba en el Antiguo Testamento para referirse a la congregación o comunidad de Israel. Ekklesia o iglesia nunca deberían verse como una entidad institucional, sino como una comunidad peregrina creciente, una comunidad de peregrinos.
La palabra griega sunagoge denota un acercamiento, y en el contexto del siglo primero, se habría percibido como un llamado hacia un edificio consagrado. En ninguna parte en las Escrituras podemos hallar evidencias de que Dios estableciera a la sinagoga como tal. Las sinagogas fueron fundadas primeramente en Babilonia durante el exilio.
Fueron la creación de hombres religiosos, y los líderes de la sinagoga se enseñoreaban sobre el pueblo que ahí se congregaba. No es sorprendente que la característica dominante de la sinagoga fuera precisamente lo mismo que Jesús prohíbe en la ekklesía, jerarquía opresiva de arriba hacia abajo (Mateo 20:25-28, Lucas 22:25-26, Mateo 23:10-12). (Perdón; ¿No te suena conocido esto?)
Dos veces se usa la palabra griega para sinagoga en el libro de Apocalipsis en conexión con Satanás, “… la sinagoga de Satanás”. (lee Apocalipsis 2:9; 3:9). Cristo no vino a edificar una institución parecida a una sinagoga, que consagraba edificios, tronos y Jefes supremos, sino a sacar a un pueblo de esa vieja mentalidad religiosa hacia un cuerpo vivo que se relaciona con Él mismo como la única Cabeza.
De la misma manera que Moisés fue ungido para sacar a un pueblo de la esclavitud, así mismo el Espíritu del Señor estuvo sobre Jesús sin medida. Porque Dios le ungió para “predicar el evangelio a los pobres, a sanar a los quebrantados de corazón, a predicar libertad a los cautivos, vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos…” (Lucas 4:18).
¿Vino Jesús a liberar a Israel de la ocupación romana? Tuvo muchas oportunidades de enfrentarlos al hablar con centuriones romanos y otros tantos. Y sin embargo, no podemos encontrar ni una sola ocasión en la que Cristo criticara al Imperio Romano. ¿Quiénes eran los captores del pueblo a quien Jesús vino a liberar?
Los únicos agentes humanos que encajan en esa descripción eran los gobernadores religiosos de ese tiempo. Jesús si criticó a los líderes religiosos en cada ocasión, llamándoles serpientes, generación de víboras, sepulcros blanqueados, etc. Los gobernadores religiosos fueron los verdaderos captores de pueblo de Dios. Fueron los señores de su día, no Roma.
Eran los que ponían “cargas pesadas y difíciles de llevar,…sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo querían moverlas.”(Mateo 23:4). Habían esclavizado al pueblo por sus tradiciones y cerrado el reino de los cielos a los hombres (Mateo 23:13). Jesús fue ungido para liberar a Israel de la tiranía de sus líderes religiosos y sigue haciendo lo mismo hoy día. (¿Has leído lo que los autores dicen aquí? ¿Entiendes ahora que no se trata de la ocurrencia de cuatro expulsados de iglesias o enojados con el pastor porque no les permitieron cantar y tocar su guitarra en la plataforma?)
Esteban continúa: “… al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto, cuando dijeron a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. ” (Hechos 7:39-40)
Sin duda, la religión es la forma más sutil de idolatría. Sus templos y santuarios, sus ritos y rituales, sus decoraciones y las vestiduras sacerdotales—que se dice que existen solo para la gloria de Dios—se convierten en objetos venerados que ocupan su lugar en los corazones de los hombres.
Cierto, pero también lo son las tradiciones de las distintas organizaciones, que a la hora de la censura o la reprensión, pesan tanto o más que la propia palabra. ¿O no te han advertido, en algún determinado lugar, que hacer o no hacer algo que ese grupo entiende como obligatorio, aunque no esté en la Palabra, es motivo de sanción y hasta de expulsión? Si eso no es también una forma de idolatría…
Estos son los ídolos de hoy, las obras de las manos de los hombres, que tientan al peregrino a poner al viaje en una situación comprometida y a mirar atrás. Esto debería darte un mejor entendimiento de la advertencia de Jesús, “recordad a la esposa de Lot”.
Esteban continúa: Entonces hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus manos se regocijaron. Y Dios se apartó, y los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israel? Antes bien llevasteis el tabernáculo de Moloc, Y la estrella de vuestro dios Renfán, figuras que os hicisteis para adorarlas. Os transportaré, pues, más allá de Babilonia. (Hechos 7:41-43)
La adoración de Moloc era la adoración del sol. En el mundo antiguo, los objetos de adoración se escogían mediante un criterio simple. Adoraban lo que veían como fuente de vida y el sol era su principal objeto de adoración. Durante 430 años Israel vivió en medio de una nación idólatra.
Nunca había visto otra cosa. Ahora, en medio de un tiempo de prueba, se volvieron a los caminos de Egipto. Nada había cambiado realmente excepto su localización. Hasta ese tiempo, Israel solo había conocido las obras de Dios. Vieron sus poderosas obras en Egipto, pero poco sabían de su naturaleza y propósitos. Se necesitaba otro testigo para mostrarles la diferencia entre lo profano y lo santo, y para enseñarle fidelidad al ÚNICO Dios verdadero.
La luz que necesitaban estaba al otro lado de la gruesa nube de oscuridad, donde Dios declaró Su nombre a Moisés. A pesar de todo lo oculto que pudiera haber estado, el Tabernáculo del Testimonio servía de lugar para que Dios morara entre Su pueblo, porque originalmente Él los había llamado a TODOS a ser sus sacerdotes.
Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. (Éxodo 19:4-6)
Por causa de la rebelión del pueblo, el arca de Su presencia fue velada al pueblo dentro del tabernáculo o tienda de reunión. El patrón de esa tienda hablaba de un día en el que a rostro descubierto, veríamos Su gloria—un día en el que Dios moraría abiertamente entre Su pueblo como siempre había sido Su deseo.
Cada detalle del tabernáculo hablaba de Cristo, que más tarde vendría como Emanuel, Dios con nosotros. Su cuerpo fue tratado como el templo de su cuerpo (Juan 2:21), y su carne, como el velo. por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne. (Hebreos 10:20).
Esteban continúa: Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto. El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David.
Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob. Mas Salomón le edificó casa; si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: El cielo es mi trono, Y la tierra el estrado de mis pies.
¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas? (Hechos 7:44-50). En este punto casi puede verse al alto consejo judío fuera de sí. Dios había abandonado lo que antaño había santificado por Su presencia.
Su presencia ya no está en medio de hombres rebeldes en templos hechos de manos, sino que se encuentra en las piedras vivas de un nuevo tabernáculo duradero, el cuerpo de Cristo. Aunque antaño moró en una tienda terrenal y luego en el templo, ya no.
La obra consumada de Cristo lo cambió todo. Lo perfecto desplazó a lo imperfecto, como dice 1ª Corintios 13:10, más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Hasta el mismo Salomón sabía que el hombre no podía edificar una casa a Dios cuando dijo, Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? (1ª Reyes 8:27).
Sabía que sus mejores intentos eran imperfectos. El autor de Hebreos escribía sobre el Nuevo Pacto, Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. (Hebreos 8:13)
Vemos un hilo común de éxodo en estas escrituras—un llamado a dejar lo viejo e imperfecto que se está desvaneciendo, y a abrazar lo nuevo. George Fox explica el efecto transformador de esta revelación en él mismo: “En un tiempo, tenía claro que Dios, que hizo el mundo, no moraba en templos hechos de manos.
Esto, en un principio, parecía una palabra extraña porque tanto los sacerdotes como la gente solían llamar a sus templos o iglesias, lugares aterradores, y tierra santa, templos de Dios. Pero el Señor me mostró de forma que vi con total claridad, que Él no moraba en estos templos que los hombres habían ordenado y levantado, sino en los corazones de los hombres; porque tanto Esteban como el apóstol Pablo dieron testimonio de que Él no moraba en templos hechos de manos, que ni siquiera Él mismo había mandado construir, puesto que les había puesto un fin; sino que Su pueblo era Su templo, y que Él moraba en ellos.”
Si el sacrificio de una vez para siempre de Jesús dejaba obsoleto todo el sistema del Antiguo Testamento con su templo, sacerdocio, altares, mobiliario, vestimentas y sacrificios, ¿por qué el residuo de todo ello sigue siendo evidente en la cristiandad hoy día?
El hombre ha hecho todo lo que ha podido para preservar este pedazo de antigüedad clásica, preservándolo como si fuera un preciado recuerdo de familia. Algunos incluso están dispuestos a matar para preservarlo. Como Pedro sobre el Monte de la transfiguración, quieren encerrar el momento comenzando un programa de construcción.
Maestro, bueno es que estemos aquí; hagamos tres tabernáculos, uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías. Las palabras de Pedro no fueron meditadas. No sabía lo que decía. Al Padre no le impresionaba nada inmortalizar el momento. Él siempre ha tenido un deseo y un modelo para nosotros.
Este es mi Hijo amado, ¡A Él oíd! (Lucas 9:32-36). Las estructuras que se construyen para albergar las obras de Dios, se construyen sobre un fundamento distinto del de Jesucristo (1 Cor. 3:11). Construir es todo lo contrario a seguir a Dios en obediencia.
Jesús intentó que Nicodemo comprendiera esto cuando le dijo: el viento sopla de donde quiere y oyes su sonido pero no sabes ni de donde viene ni a donde va. Así es todo aquel que es nacido del Espíritu. (Juan 3:8). Era el espíritu de la antítesis o del anticristo (en lugar de Cristo) al que Esteban iba a mencionar ahora:
¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores. (Hechos 7:51-52)
Aquí Esteban confronta la causa raíz que hay detrás del rechazo del hombre a seguir avanzando con Dios. En Cristo había un éxodo del templo completo, del edificio del santuario, de la mentalidad de jerarquía. Los que verdaderamente siguen al Señor, no deberían preocuparse con estas cosas. Como Abraham, son peregrinos, no edificadores de reinos ni levantadores de torres religiosas.
El rasgar del velo de arriba abajo estando Jesús colgado de la cruz, marcaría el fin de tales lugares santos. Este fue el comienzo de una nueva era, en la que los creyentes mismos son el lugar de la morada de Dios, el templo del Espíritu Santo. Consecuentemente, Él ya no mora ni es adorado en templos hechos de manos, ni lo ha sido durante los últimos 2000 años.
Totalmente de acuerdo. Y no precisamente con los autores, que de por sí también lo estoy, sino con que esto ha sido escrito en la Biblia como parte de la palabra de Dios para todos nosotros. Ahora; ¿Me quieres decir por qué razón la iglesia estructural se ha tomado el atrevimiento de ignorarlo y continuar adorando mamposterías y construcciones de cristal?
¿Habrá alguna muy buena razón para casi obligar a la gente presente en un culto a cantarle a un recién llegado “Bienvenido a la casa de Dios”, dándole a entender que no se trata de las personas que están allí sino del lugar, que es santo, único, inmaculado y morada de un Dios que ya ha dicho que no morará en casa hecha por mano de hombre?
Isaías profetizó de un tiempo en el que Dios no sería confinado a Jerusalén ni al Monte Gerizim, sino de un tiempo en el que Su presencia gloriosa santificaría todos los lugares. Un tiempo en el que la tierra “sería llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.” (Isaías 11:9).
Donde Jesús reina en los corazones de los verdaderos creyentes, ahí existe el reino de Dios, pero todavía esperamos el día de la restauración de todas las cosas. “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15).
Llegando a la ciudad de Samaria, el lugar del pozo de Jacob, Jesús se sentó en el pozo para descansar. Una mujer de Samaria se acercó para sacar agua. Durante su conversación la mujer percibió que Jesús era un profeta. Parecía el momento ideal para zanjar un asunto que había estado mucho tiempo en el corazón de ella.
“Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” (Juan 4:20). Jesús contestó: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren (Juan 4:21-24)
El plan de Dios desde el principio era que Su conocimiento y Su gloria llenaran toda la tierra, No algún lugar santísimo en lo alto de un monte o en alguna ciudad santa. Su conocimiento y su gloria ya no están más confinados a lugares santos específicos.
La salvación viene de los judíos y Jerusalén fue el lugar de la gloria de Dios durante un tiempo, pero Jesús vio un tiempo en el que todo eso cambiaría. Vio que Dios estaba dejando el Lugar Santísimo en el santuario terrenal e invitó al hombre a venir a Su presencia en el santuario celestial en espíritu y en verdad. El templo que anteriormente había contenido la gloria de Dios estaba obsoleto.
El arca de Su presencia nunca había visto el interior del templo de Herodes. Se había perdido durante cientos de años. El Lugar Santísimo estaba vacío. Jesús sabía que el Padre ya no sería más adorado en templos hechos de manos de hombres, sino que sería adorado en consecuencia con Su propio ser. Su templo está hecho de piedras vivas por su Espíritu.
La adoración del templo ha sido desechada por Dios. No debemos ser como los ancianos de Israel, que encontraron su medio de vida en el sistema que Dios había abandonado. ¿Tenemos pasión por Su gloria, o ambición por la nuestra propia—promocionando mi ministerio, mis dones, mi iglesia? En realidad es un asunto del corazón.
De la misma manera que el pueblo del antiguo Babel intentó hacer un nombre para sí mismo en sus ambiciosos programas de construcción, igualmente hoy día los hombres ponen nombre a sus ministerios según el nombre de ellos mismos.
¿Dónde están nuestros tesoros? Si tratamos de mantener nuestros intereses cuando el Espíritu nos llama la atención, nos endureceremos y Le resistiremos como hicieron los escribas y fariseos. No estaban dispuestos a dejar que Jesús, Esteban o Pablo o incluso un ángel, les cortaran su control.
Habían invertido demasiado en el templo. Era su base de poder. SI la gloria de Dios es lo que nos motiva, cuando Él diga salid, nosotros avanzaremos. El objetivo de Esteban era revelar un fracaso ancestral. Israel resistió al Espíritu Santo a cada paso del viaje.
El nuevo ídolo ahora adorado no era Moloc ni un becerro de oro, sino un templo construido por un rey traicionero. Era una orgullosa tradición familiar; sus padres en el desierto también se habían gloriado en las obras de sus manos. Esteban colocó la devoción del consejo al templo al mismo nivel que la adoración a Moloc.
No conocieron el tiempo de su visitación. Dejaron de seguir a la nube. Tenían que vivir como habían vivido sus ancestros, como peregrinos—buscando esa perfecta ciudad cuyo Arquitecto y Creador es Dios. Muchos creyentes hoy día también fracasan en ver que la ekklesia de Cristo, igual que la ekklesia en el desierto, siempre está en éxodo—siempre avanzando hacia una restauración completa.
Hoy día la iglesia solo es peregrina de nombre. Yo (George), me crucé con un artículo en Internet titulado “Iglesia peregrina se prepara para avanzar otra vez”. Por curiosidad, leí un poco más para descubrir que el mover consistía en la venta de un edificio y la mudanza a otro a 18 millas al este.
Este es el alcance del peregrinaje del cristiano medio hoy día. Habiendo abandonado el viejo orden, simplemente lo mueven de un monte a otro. ¿Dónde están los peregrinos? Volvamos a la Epístola a los Hebreos y observemos el ejemplo de la gran nube de testigos. Junto con Abel, estos testigos caminaron por fe como peregrinos y extranjeros. Su ejemplo es usado para definir la misma fe.
Quiero repetir algo que hace ya muchos años, casi en el inicio de mi trabajo ministerial no alineado con las iglesias convencionales, me dijo un hombre de Dios que sufría por la iglesia en su conjunto. Él me dijo: “Lamentablemente, la iglesia ya no crece, sólo se desplaza”. Tan cierto como se lo dice aquí.
La Nube de Testigos
En esta carta a los Hebreos, nuestros ancestros espirituales reciben elogios por una fe demostrada por su actitud común hacia el status terrenal. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. 13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. (Hebreos 11:7-16)
Estos grandes santos descubrieron y aceptaron su verdadero status en la tierra. Eran peregrinos, extranjeros, exiliados que no consideraron la tierra su hogar. En lugar de eso, buscaron diligentemente un país mejor, un país celestial, un país que no era de este mundo. Incluso los pensamientos o memorias del país de donde venían fueron quitados de su mente para no ser tentados a volver.
La actitud sería muy similar a la que muchos hermanos en la fe han tenido cuando en sus países de origen las cosas no andan bien, sus prosperidades económicas van en vertiginosa caía y nada parecería poder mejorar, y entonces buscan emigrar a otro país donde puedan cumplir sus sueños. Ellos nunca se sentirán parte de esos países a los que emigran, pero tratarán en todo lo que puedan cumplir con ellos hasta el tiempo en que decidan retornar al propio.
En lugar de eso, volvieron sus espaldas a los muchos placeres y trampas de este mundo para permanecer en el más noble viaje de aprehender a Dios y manifestar Sus propósitos en la tierra. Proseguían para asir aquello para lo que habían sido asidos por Cristo Jesús (Filipenses 3:12).
Estos santos permanecieron fieles al curso aunque la promesa se escapaba de su alcance. Por favor, fíjate que caminar en fe es salir y caminar sobre la tierra como lo hizo Abraham. Es una vida de búsqueda de la ciudad celestial que Dios ha preparado, una ciudad que tiene fundamentos, Jesucristo mismo. (Lee Isaías 28:16, 1ª Cor. 3:11).
¡Ahora hemos entrado en la misma carrera y el propósito de esta carrera es acabarla! Hemos sido movilizados. Todos los creyentes deberían estar movilizados—migrando de gloria en gloria en una búsqueda diligente del cumplimiento del propósito global de Dios.
Somos llamados a vivir una vez más como extranjeros en la tierra. Dios usó la muerte de Esteban para empujar a la iglesia en su caminar hacia fuera. Hasta entonces todo había sido muy cómodo en Jerusalén. Hasta los sacerdotes del templo estaban empezando a creer en la fe (Hechos 6:7).
No había muestra de que los apóstoles se estuvieran tomando en serio el mandato de Jesús de llevar Su evangelio a los extremos de la tierra. Esteban hablaba de un continuo éxodo de los fieles de Dios y su muerte produjo precisamente este éxodo en esta iglesia infante.
No somos llamados a ser constructores de ciudades, de denominaciones o de iglesias. Somos llamados a ser peregrinos en esta tierra al seguir este llamado ascendente. La iglesia primera sabía esto. No construyeron ni un solo edificio de iglesia durante casi 300 años.
Se congregaban en hogares y continuaron moviéndose hacia fuera con las buenas noticias. Constantemente hacían referencia a sí mismos como peregrinos y extranjeros en la tierra. Las palabras que abren la primera epístola de Clemente a los Corintios, supuestamente escrita durante la vida de Juan, nos da una indicación del ambiente de las iglesias al cierre del primer siglo.
Clemente comienza diciendo, “la iglesia de Dios que está en Roma, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que son llamados y santificados por la voluntad de Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. La carta de Policarpo a los Filipenses era dirigida a “la Iglesia de Dios que está en Filipo.”
Con esto vemos el ambiente de los creyentes de fines del primer siglo y principios del segundo. Se veían a si mismos como peregrinos y extranjeros en una tierra extraña (Lee 1ª Ped. 2:11). Se veían a ellos mismos como moradores de tiendas, no constructores de ciudades. La ambición de quedarse y de edificar ciudades para Dios vino más tarde con la completa apostasía de la Iglesia, hasta llegar al presente desorden.
La iglesia abunda en denominaciones fundadas por y sobre visiones de meros hombres, cada uno reclamando la obra de sus manos como la verdadera ciudad a la que debiéramos dar nuestro dinero y devoción. En lugar de contestar a ese llamado hacia arriba, terminaron fornicando con el mundo y dando a luz a mutaciones espirituales que deben ser cuidadas como a cualquier niño deformado y minusválido.
Esto que terminas de leer, dejaría sin habla a cualquier líder de cualquier movimiento medianamente importante de cualquier parte del mundo. Es tan descarnado que no puede evitar dejar en evidencia que es estrictamente cierto.
De allí que, cuando en tu iglesia te digan que hay que orar para que Dios frene la hecatombe mundial que en economía parece aproximarse, tú ya sabes en qué anda Dios y porque pueden suceder las cosas que pueden suceder. Sólo te advierto que no ores en contra de los planes de Dios sólo para quedar bien con los que no los han discernido, sería gravísimo.
Esta descendencia no tiene una movilidad innata y carece de la capacidad de madurar a conciencia sin la liberación de un poder milagroso para reactivar sus miembros muertos. ¡El clamor del Espíritu de Dios es que la Iglesia una vez más se levante y camine!
Somos llamados a participar como miembros de UNA ciudad celestial y dejar que nuestros corazones por completo se anclen ahí y solo ahí. Esto hace que no busquemos Su bendición en NUESTRA ciudad o movimiento, sino que nos atrae más y más hacia la Suya. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.
24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. 29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados (Hebreos 11:23-29)
Los que caminan por la fe se apartan a sí mismos del éxito que el mundo y sus sistemas de iglesia ofrecen. Son de un solo enfoque, como Moisés, no contentos hasta que han visto al Dios vivo cara a cara (Éxodo 33:11). Algunas veces esto incluye dejar a un lado bendiciones legítimas. (¿Leíste bien? Sí, leíste bien: incluye dejar a un lado bendiciones legítimas).
Dios con toda certeza te va a demandar que pongas un cuchillo a lo que se ha interpuesto entre ti y la ciudad celestial, por causa de ti mismo. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; más otros
fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.
36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. 37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; 38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; 40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. 1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 11:35:12:2)
Si vamos a caminar por fe, debemos esperar ser rechazados por los moradores de este mundo y sus sistemas, religiosos o de otra naturaleza. En las iglesias modernas hoy día, se da toda la atención y el tiempo a hacer que la iglesia sea aceptable al mundo. Tratan de quitar la ofensa de la cruz. (Exacto de toda exactitud)
Tenemos que estar preparados para el largo plazo y mantenernos centrados en Jesús. No solo nos ha llamado a una vida separada del mundo, sino a una vida de sufrimientos y de rechazo también. Desde un punto de vista mundano, esto no es atractivo para el comprador.
Jesús vino a los suyos y los suyos no le recibieron, y nosotros debemos esperar tener comunión con Cristo en sus sufrimientos. Jesús no solo nos llamó a salir del mundo, sino que nos prometió que se encargaría de que los que soportaran hasta el fin, tuvieran su recompensa celestial.
Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, 19 al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, 20 porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; 21 y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; 22 sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, 24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.
25 Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. 26 La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.
27 Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. 28 Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; 29 porque nuestro Dios es fuego consumidor (Hebreos 12:18-29).
El escritor de Hebreos atrae nuestra atención a la Jerusalén celestial sobre la que se sienta Jesús como mediador de este presente nuevo pacto. Como Pablo escribió a los creyentes colosenses, Si pues habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3:1-2).
Somos llamados a escuchar SU voz para escapar de la ira de nuestro Dios, que es fuego consumidor. Él nos advierte que todas estas cosas creadas que tan fácilmente nos distraen en esta vida, serán quitadas y todo lo que quede será el Reino de Dios, que no puede ser conmovido.
No necesitamos otro seminario sobre crecimiento de iglesia. Necesitamos emigrar al lugar donde Dios está ahora. Necesitamos ser fieles en avanzar hacia la meta final y traer a su consumación el propósito de Dios para esta era. Debemos regresar al viaje, a aprehender a Dios y a manifestar Su propósito como organismo viviente.
Somos llamados a seguir a Jesús fuera del campamento de la religión establecida, llevando su reproche. Pablo tuvo una visión que le fue infundida por el Señor como a ningún otro apóstol. Esta visión fue más allá de cualquier institución terrenal. Su visión era “en lugares celestiales en Cristo Jesús”, entre toda esa nube de testigos.
Él escribía a la iglesia de Éfeso: 3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado (Efesios 1:3-6)
Aquí vemos que Pablo tenía algo más en mente cuando habló de nosotros estando en Cristo. Primero indica que TODA bendición espiritual está en los lugares celestiales en Cristo. ¿Qué? ¿Es que Dios no quiere bendecirnos aquí en la tierra?
¿Es que no quiere que vivamos como los hijos del rey con todas las riquezas que el mundo nos pueda ofrecer? No, yo creo que Pablo tenía riquezas y bendiciones mayores en mente que las cosas de este mundo que perecen (Mateo 6:25).
Pablo continúa, “Nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él”. ¡Aquí nos revela que estábamos EN EL antes de la fundación del mundo! ¡Qué pasada! Pablo, ¿eso es lo que quieres decir realmente?
¿Podría ser que Dios hiciera un cuerpo de células espirituales, un cuerpo que precede al universo tal y como lo conocemos? ¿Fueron esas mismas células en ese cuerpo preparadas previamente para ser manifiestas sobre esta tierra como SU cuerpo, el cuerpo que le muestra a un mundo perdido y moribundo? ¿Estás todavía con nosotros? Porque incluso se pone mucho mejor.
Pablo enseñó: Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí (Gálatas 2:20). Aquí vemos que estábamos en el cuerpo físico de Jesús sobre esa cruz, fuera de las puertas de Jerusalén. También vemos que caminamos nuestras vidas espirituales por Su fe, no la nuestra.
Encuentro eso muy liberador. ¡TODO es JESÚS! Es Su fe, Su muerte, Su vida y Su amor en nosotros. Pablo también nos enseña que fuimos resucitados con Cristo. Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección (Romanos 6:4-5). Sí, nuestros cuerpos serán resucitados como el Suyo, pero en un sentido espiritual, estamos ya ahí, a la diestra del Padre, morando en Su poder de resurrección.
“Tenemos un Altar”
El libro de los Hebreos es un llamado a los creyentes judíos a abandonar el antiguo orden. Su autor da un poderoso testimonio del hecho de que el antiguo orden ha quedado obsoleto por un nuevo y mejor pacto. En la economía de Dios, el viejo sistema de la adoración del templo se ha desvanecido.
En el capítulo final de Hebreos hay una exhortación que jamás podrá tener sentido a los que se aferran al antiguo orden, los que han dejado el peregrinaje y han acampado en el camino, los que ponen el énfasis en los tabernáculos humanos.
Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo. 11 Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento.
12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. 13 Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; 14 porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir. 15 Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. (Hebreos 13:10-15)
Alegóricamente, hay dos altares hoy día. Un altar es del santuario terrenal o del viejo orden en el que la adoración está ligada principalmente a eventos y lugares de observación. El otro es el tabernáculo celestial, que el Señor levantó y no el hombre (Hebreos 8:2), en el que la adoración es en espíritu y en verdad.
Los que se aferran al antiguo orden no tienen derecho a comer del altar celestial. Solo los que salen a Él, dejando atrás las antiguas formas religiosas, pueden verdaderamente comer de ello. Solo los que sufren el reproche de Aquel que llevó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias, del que fue herido por nuestras transgresiones y golpeado por nuestras iniquidades, pueden comer del mismo.
Los que salen fuera del campamento a Jesús pueden esperar sufrir el mismo rechazo y reproche que sufrió Él de manos de los líderes religiosos, porque este altar con frecuencia se encuentra en la presencia de nuestros enemigos (Salmos 23:5).
Intentando contener vino nuevo en odres viejos, el cristianismo hoy día se ha convertido exactamente en aquello contra lo que Cristo nos advirtió—una mezcla impotente de lo viejo y de lo nuevo, incapaz de contener o sostener la gloria de Dios.
Te confieso que me gustaría tener algo para añadir a lo que has leído y leerás en todo este bloque pero no lo tengo. Sencillamente no lo tengo, porque a mi modo de ver, los autores han realizado una apretada pero muy contundente síntesis de lo que tantos y tantos estudios, sermones, predicaciones, enseñanzas y palabrerío han pretendido decir y no siempre lo han logrado.
En Lucas 5:36-39, Jesús explica las consecuencias extremas de esta mezcla. Les dijo también una parábola: Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo.
37 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. 38 Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. 39 Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor.
¿Cuántas veces el Padre ha derramado el Nuevo vino de Su Espíritu sobre Sus hijos, pero los odres viejos, no pudiendo contenerlo, hicieron que la gloria fuera efímera? ¿Cuántas veces hemos escuchado historias de grandes avivamientos en los que Dios derramó Su Espíritu sobre ciertos grupos de gentes, pero al final, las cosas empeoraron aún más que al principio? ¿Por qué es todo esto?
Es simple. Los odres viejos no pueden contener el vino nuevo. El vino nuevo siempre reventará los odres viejos y el vino se perderá. Creo que por esto el avivamiento duradero es tan raro. El antiguo sistema religioso obsoleto es demasiado inflexible y frágil para contener la gloria del Nuevo Pacto.
En directa oposición al consejo de Cristo, el hombre religioso se ha propuesto mezclar ambos. Dios está llamando a un nuevo éxodo de esta mezcla débil e indigna. Los que abrazan el sacrificio de Cristo son llamados a llevar Su oprobio saliendo a Él fuera del campamento.
La palabra “campamento” indica acampada, una congregación de masas, y en este contexto hace referencia a la ciudad de Jerusalén, que un día fue lugar de morada de Dios. Esta ciudad fue conocida antaño como la ciudad del gran Rey, pero fue empapada en las tradiciones que anularon los mandamientos de Dios y dejó de vivir para Su gloria.
Dejaron de progresar en Él. Cuando descubrieron que Jesús no iba a fortificar las instituciones ya existentes, los habitantes de la ciudad gritaron, “¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Es lo mismo hoy día. Los que se aferran al viejo odre, crucifican “de nuevo a Cristo exponiéndole a vituperio”.
Anulan el consejo del Espíritu Santo aferrándose a Sus tradiciones. En un intento de evitar Su oprobio, mucho han vuelto sus corazones a las tradiciones del pasado. Niegan que el sacrificio de Jesús tuviera por propósito cumplir un éxodo continuo de las cosas de este mundo y producir un amor cada vez mayor hacia lo que es celestial.
Jesús no vino a promocionar el orden del viejo templo. En lugar de eso, profetizó su fin. (lee Mateo 24:1-2). En el año 70 DC, Tito, el conquistador romano, lo dejó en ruinas. Ya había sobrevivido a su utilidad unos 35 años. Tal y como Jesús había dicho, no quedó piedra sobre piedra—claro testimonio de su utilidad temporal.
En aquel momento sobre la colina del Calvario, cuando Jesús exclamó las palabras, “CONSUMADO ES”, un gran cambio tuvo lugar en el cielo y en la tierra. El TIEMPO del que había hablado Jesús cuando los verdaderos adoradores adorarían a Dios en Espíritu y en verdad había llegado. El Padre ya no puede más ser adorado en esta montaña ni en Jerusalén.
Desde ese momento, hay un nuevo altar del que los que sirven al tabernáculo terrenal no tienen derecho a comer. Los que adoran en Espíritu y en verdad son los que siguen al Cordero dondequiera que vaya. (Apocalipsis 14:4). Son la verdadera iglesia peregrina. No tienen una ciudad que continúa aquí, sino una aún por llegar.
La Plenitud de la Iniquidad y el Hijo de Perdición
En Génesis 15 encontramos el corte del pacto entre Dios y Abram. Israel estuvo tanto tiempo en Egipto porque la iniquidad de un pueblo concreto no había llegado a su colmo. La iniquidad de los amorreos no había llegado a su plenitud.
Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. 14 Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. 15 Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.
16 Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí (Génesis 15:13-16)
Había muchos otros pueblos en la TIERRA que no son mencionados aquí. Los cananeos, los gergeseos, los jebuseos, los hititas, los ferezeos y los heveos, y otros muchos “itas” vivían también en la tierra de la promesa. Todos ellos menos los amorreos habían alcanzado la plenitud de la iniquidad.
Dios y la simiente prometida esperaron que los amorreos alcanzaran el clímax de la decadencia extrema que precede al juicio. Dios, en su misericordia, no quería pasar juicio ni un instante antes. Como sucedió con la raza antediluviana, Su Espíritu no contendería con ellos todo el tiempo.
El tiempo de Dios con frecuencia depende de la consumación de la iniquidad. El enfrentamiento definitivo y final entre Cristo—el Hijo de Dios—y el hijo de perdición al final de la era de la Iglesia, también está esperando la expresión plena de la iniquidad.
Si no entendemos este principio, nunca podremos entender los propósitos de Dios para los tiempos finales. Al final de esta era, la iniquidad volverá a alcanzar su plenitud, personificada en una persona llamada el hijo de perdición. Esto establecerá el escenario en el que el remanente de Dios vendrá a su plenitud. Consideremos el misterio que rodea a este hijo de perdición.
Ahora reflexiona: ¿Todavía vas a seguir esperando que el mundo encuentre soluciones a todos sus males endémicos, tales como el hambre, la droga, la violencia y tantas expresiones similares? ¿Olvidas que el juicio llega en el momento en que todos dicen paz, paz, y no hay paz, y que previamente al juicio llega la decadencia total?
El Hijo de Perdición
La primera mención del hijo de perdición la encontramos en la oración de Cristo en Juan 17:12. “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.”
De los doce, el único que se perdió fue el hijo de perdición, Judas. Judas es un tipo y una señal del hijo de perdición, que será revelado al cierre de la era. Esto es un misterio, el misterio de la iniquidad. ¿A qué pasaje de las Escrituras hace referencia Jesús cuando dijo, “y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese”?
Es una referencia al pasaje hallado en Zacarías. Fue proclamado en un momento en el que la iniquidad de Judá estaba en su máximo apogeo. Siguieron en su idolatría y violencia por el camino de Caín. El tiempo de juicio había llegado. Dios envió a Zacarías para declarar Su juicio.
3 Voz de aullido de pastores, porque su magnificencia es asolada; estruendo de rugidos de cachorros de leones, porque la gloria del Jordán es destruida. 4 Así ha dicho Jehová mi Dios: Apacienta las ovejas de la matanza, 5 a las cuales matan sus compradores, y no se tienen por culpables; y el que las vende, dice: Bendito sea Jehová, porque he enriquecido; ni sus pastores tienen piedad de ellas.
6 Por tanto, no tendré ya más piedad de los moradores de la tierra, dice Jehová; porque he aquí, yo entregaré los hombres cada cual en mano de su compañero y en mano de su rey; y asolarán la tierra, y yo no los libraré de sus manos.
7 Apacenté, pues, las ovejas de la matanza, esto es, a los pobres del rebaño. Y tomé para mí dos cayados: al uno puse por nombre Gracia, y al otro Ataduras; y apacenté las ovejas. 8 Y destruí a tres pastores en un mes; pues mi alma se impacientó contra ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí.
9 Y dije: No os apacentaré; la que muriere, que muera; y la que se perdiere, que se pierda; y las que quedaren, que cada una coma la carne de su compañera. 10 Tomé luego mi cayado Gracia, y lo quebré, para romper mi pacto que concerté con todos los pueblos.
11 Y fue deshecho en ese día, y así conocieron los pobres del rebaño que miraban a mí, que era palabra de Jehová. 12 Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata.
13 Y me dijo Jehová: Échalo al tesoro; ¡Hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro. 14 Quebré luego el otro cayado, Ataduras, para romper la hermandad entre Judá e Israel.
15 Y me dijo Jehová: Toma aún los aperos de un pastor insensato; 16 porque he aquí, yo levanto en la tierra a un pastor que no visitará las perdidas, ni buscará la pequeña, ni curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a cuestas, sino que comerá la carne de la gorda, y romperá sus pezuñas. 17 ¡Ay del pastor inútil que abandona el ganado! Hiera la espada su brazo, y su ojo derecho; del todo se secará su brazo, y su ojo derecho será enteramente oscurecido. (Zacarías 11:3-17)
Es de una importancia extrema apreciar el contexto de esta profecía para comprender completamente todo lo que Jesús estaba diciendo. Dios envió a Zacarías a pronunciar una palabra de juicio sobre Judá, y particularmente sobre los pastores de Judá. El rebaño había sido tratado tan mal que lo llama el rebaño de la matanza.
Fue comprado, vendido y matado. Los compradores los mataron y se excusaron a si mismos de toda culpa. Los vendedores tuvieron la audacia de ver su ganancia deshonesta como la bendición de Dios, diciendo, “Bendito sea Jehová, porque me he enriquecido”.
Al final del primer siglo Judas escribió de la continua corrupción del CAMINO de Caín. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo (Judas 1:4)
¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. (Judas 1:11). Caín, Balaam y Coré tenían todos una cosa en común—rehusaron ser gobernados por Dios. Estos hombres que menciona Judas hicieron por la primera Iglesia lo que Caín había hecho al mundo antediluviano.
Fueron influencias corruptas, manchas en sus ágapes. Judas explica aún más, Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; (Judas 1:12)
Fue durante un ágape en el aposento alto cuando Judas Iscariote salió de la presencia de Dios, exactamente igual que Caín. Judas era religioso, como lo había sido Caín. Como Caín, Judas era ladrón y buscaba lo suyo. Incluso robaba de la bolsa común.
Como Caín, Judas era un constructor de un imperio, un zelote militante que buscaba reconstruir el reino de Israel y restaurarlo a su gloria antigua. Como Caín, Judas también hizo un complot para matar a su hermano (Jesús) por ganancia personal, treinta piezas de plata.
Luego trató de arrepentirse devolviendo la plata a los gobernadores del templo, pero no la aceptaron. Para ellos era dinero de sangre, precio de sangre. Es mucho más que una coincidencia el hecho de que la sangre de Abel clamara desde el CAMPO donde Caín le había matado y escondido su cuerpo, y aquí, las treinta piezas de plata se usaran para comprar un CAMPO que sería llamado “el campo de sangre” (Mateo 27:8).
Así, Zacarías sigue diciendo esencialmente lo mismo que Judas. “porque he aquí, yo levanto en la tierra a un pastor que no visitará las perdidas, ni buscará la pequeña, ni curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a cuestas, sino que comerá la carne de la gorda, y romperá sus pezuñas” Vemos aquí el juicio sobre los que caminaron en la idolatría y violencia de Caín.
Recogieron lo que sembraron. La misma violencia sería usada por pastores que mostrarían fuertemente la misma iniquidad, alimentándose del rebaño en adoración de si mismos. Judas tenía un objetivo enteramente distinto al de Cristo. Judas quería construir un reino terrenal.
Sus ambiciones eran contrarias a las de Jesús, que quería establecer el Reino de Dios. Estas dos pasiones son completamente diferentes. La característica principal común de Caín y Judas es una atracción por un objetivo contrario a los propósitos de Dios. Caín intentó promocionarse a sí mismo matando a su hermano.
No solo contendió con Abel sino que desaprobó la voluntad de Dios. No acepto la elección de Dios. Lo mismo sucedió con Judas, que traicionó a Cristo para su propio provecho. El humilde siervo Cristo fracasó en cumplir las grandes expectativas de Judas.
Ni Caín ni Judas quisieron ni aceptaron la voluntad de Dios. Los dos querían establecer reinos terrenales mediante la traición. Las mayores ramificaciones de esto se harán más evidentes conforme avancemos.
Pablo escribió a los Filipenses: y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto de Dios. 29 Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él. (Filipenses 1:28-29)
Este sufrimiento estará en manos de hombres como Caín y Judas, hombres religiosos que ofrecen sacrificios con su propia ganancia a la vista. Esta es una clara manifestación de lo que son realmente mientras luchan en contra de vosotros, los que creéis realmente.
Históricamente, la iglesia institucional ha expuesto completamente el espíritu del hijo de perdición y es responsable de una violencia y derramamiento de sangre horribles. Los perpetradores de esta violencia son gente religiosa que pensaban estar rindiendo un servicio a Dios.
Como Caín, ofrecen sacrificios, pero traicionan y asesinan a los verdaderos creyentes en masa. Aunque las cosas son más civiles ahora puesto que el asesinato es ilegal, la traición y la perfidia persisten. Antes del fin de la era, cuando este misterio alcance su plenitud, habrá un resurgimiento de derramamiento de sangre también.
El hijo de perdición será manifiesto en su plenitud. Los gobiernos impuestos por los hombres no pueden ser más perfectos que los hombres que gobiernan. Por esta razón Dios está llamando a los hombres a salir de la ciudades corruptas hacia esa ciudad cuyo Arquitecto y constructor es Dios.
Esto es algo más que figurativo. Es un peregrinaje espiritual muy real, yendo Jesús delante como Pastor, dirigiendo el camino (Lee Isaías 40:10,11). De la misma forma que Israel no podía salir de Egipto un instante antes de que la iniquidad de los Amorreos llegara a su clímax, también tiene que llegar la plenitud de este misterio, el misterio de iniquidad, antes de la manifestación de los Hijos de Dios.
Todas las obras de Dios son hechas en contraste. En Su carta a los Romanos, Pablo hizo una pregunta que apunta profundamente a este asunto. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. (Romanos 9:17)
No estamos de acuerdo con el fatalismo de Calvino ni pretendemos entender completamente los caminos de Dios. No tenemos intención de entrar en el debate tradicional de la predestinación. Pero si queremos mostrar que Dios contrasta Su poder y gloria en el telón de fondo de la iniquidad, como un diamante puesto sobre terciopelo negro. Para que el misterio de Cristo alcance su manifestación plena, primero DEBE llegar la manifestación plena del misterio de la iniquidad.
Al igual que los autores, yo tampoco deseo entrar en las antiguas y estériles polémicas en las que por años hemos estado inmersos los cristianos. Sin embargo, mucho de lo que aquí se dice, es algo que cualquiera de nosotros, con poca o mucha observación, puede contemplar sin esfuerzo cualquier día, en cualquier congregación, de cualquier ciudad, de cualquier país del planeta.
La Apostasía—El Misterio de la Iniquidad
Pablo habló de esta apostasía final o caída en 2ª Tesalonicenses 2:1-12. En el versículo tres leemos estas palabras: … Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición. (2ª Tes.2:3).
La apostasía ya ha tenido lugar en gran parte, pero como la iniquidad de los amorreos, no ha llegado a su plenitud. Dios y Sus hijos esperan la manifestación plena del misterio, para que Él pueda mostrar Su poder y declarar Su nombre por toda la tierra.
Pablo sigue explicando cómo será revelado este misterio, El cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. (2ª Tes. 2:4)
Este pasaje revela varias cosas sobre el hijo de perdición. La palabra “se sienta” en la frase “se sienta en el templo de Dios como Dios” es la palabra griega kathizo. Aunque es traducida “haciéndose pasar” en muchos casos, implica el significado de continuidad.
“Establecerse, nombrar, conferir un reino a alguien”. Las palabras “haciéndose pasar por Dios” revelan el esfuerzo y el objetivo del hijo de perdición. Se sienta adoptando la postura como si fuera Dios, pero también trata de consolidar esa posición.
Tenemos palabras para esto en nuestro vocabulario inglés como por ejemplo impostor, falsificador y fraude. El propósito del hijo de perdición es desplazar al Hijo de Dios. Es el mesías falsificado de Satanás. Creemos que este misterio se manifestará como una expresión de iniquidad a nivel tanto individual como colectivo en los últimos días.
De la misma manera que Cristo el verdadero Mesías tiene un cuerpo de muchos miembros llamado el Cuerpo de Cristo, el hijo de perdición también tendrá una expresión colectiva, muchos anticristos. Juan escribió: Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. (1ª Juan 2:18)
Ambos esperan llegan a su plenitud. La apostasía tenía que suceder primero para que la plena manifestación del hijo de perdición fuera expuesta. Los hijos de Dios serán expuestos sobre este telón de fondo de ébano.
Quiero añadir algo que creo ya haberlo dicho en muchas ocasiones, pero que entiendo que siempre es conveniente repetirlo. No somos demasiado veloces en darnos cuenta de muchas de las cosas que nos pasan. Cuando se habla de hijo de perdición, está más que implícito que se manifestará dentro de lo que nosotros hoy llamamos “la iglesia”. Por fuera de ella le resultaría imposible engañar a alguien.
Pablo no hablaba solamente del cumplimiento inmediato de las palabras de Cristo, Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán (Mateo 24:5). Él estaba más preocupado con el cumplimiento a largo plazo de esta iniquidad—la plenitud del misterio de iniquidad.
Jesús era humilde despojándose a sí mismo, tomando forma de siervo. Anticristo, lo opuesto a Cristo, se exalta a sí mismo. Esta es la diferencia entre el Espíritu de Cristo y el espíritu del anticristo. Al matar a Abel, Caín se prefirió a si mismo más que a su hermano. Se levantó, exaltándose brutalmente.
Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. (1ª Juan 3:11-12)
Los que se exaltan a si mismos por encima de sus hermanos son del espíritu del anticristo y han creído la mentira (lee 2ª Tesalonicenses 2:11). El artículo el en el griego implica que hay una sola mentira y que todas las demás brotan de esa.
Es la mentira que Satanás usó para tentar y engañar a Eva. “Seréis como Dios, conociendo el bien y el mal”. Fue la mentira que primero brotó en el corazón de Lucifer, la que dijo en su corazón, “Me levantaré sobre las alturas de las nubes, seré como el Altísimo.” (Isaías 14:14).
Si no amamos la verdad, solo queda una sola opción, LA MENTIRA. Podemos abrazar la humildad de Cristo, despojarnos nosotros mismos como hizo Él y andar por el camino de la Cruz como siervos. O podemos tomar el camino de al auto-exaltación.
El gran engaño de 2ª de Tesalonicenses 2:11 es creer la mentira y buscar ascender por las alturas de la deidad. Cualquier hombre que vaya por el mal camino pensando que está en el bueno, está engañado. El camino a la vida es mediante el descenso al sepulcro, teniendo la mente de Cristo, que no consideró que fuera un robo ser igual a Dios, y al mismo tiempo despojándose para tomar la forma de un siervo.
Los que escogen el camino erróneo, subiendo a las alturas o edificando torres hacia el cielo, se identifican plenamente con Satanás, que fue el primero en establecer su trono sobre las estrellas de los cielos y en exaltarse a si mismo por encima de todo lo que es llamado Dios.
La ambición de subir es el gran engaño, la antítesis del humilde y bajo siervo, Cristo. La serpiente que engañó a Eva ha seducido a toda esta gente engañada, por un camino de manera que sus pensamientos se han corrompido de la pureza de Cristo.
Supongo que has leído los evangelios. ¿Recuerdas qué era lo primero que hacía Jesús cuando se disponía a hablarles a las multitudes que lo seguían? Se sentaba en una roca. Y desde allí, tranquilamente, empezaba a predicarles el evangelio del Reino. Otra cosa Él jamás predicó.
He sido hombre de radio y locutor de festivales al aire libre. He trabajado con excelentes micrófonos conectados a tremendos amplificadores, única manera de lograr que la voz de un solo hombre pueda llegar a una masa humana.
¿Cómo hacía Jesús, sentado en una roca, para hablar y decir cosas que cinco mil personas podían oír? Él no hacía nada más que obedecer al Padre, y éste entonces le movía de manera sobrenatural las ondas de su voz para que todos lo oyeran.
No puedo evitar comparar a ese Jesús, sentado sobre una piedra, hablando pausadamente sin gritar y siendo escuchado por miles, con esos hombrecillos envanecidos, gesticulando en altísimas plataformas, rodeados de haces de luz de distintos colores y utilizando sonidos estereofónicos sin decir nada que llene, alimente o nutra. Aquello era el Reino, esto es Babilonia.
Han abrazado a otro Jesús, a otro espíritu, a otro evangelio (Lee 2ª Corintios 11:3-4). Este engañador no conoce límites. Incluso tentó a Jesús a subir y gobernar (Mateo 4:8-9). El MISTERIO es como esta oscuridad es percibida como luz.
El ateismo no es el mayor engaño de Satanás. Su gran engaño es la religión. Recuerda el sacrificio de Caín. El misterio de la iniquidad será completamente manifiesto en el contexto de una iglesia falsificada, atraída por otro espíritu, y manifestando una atracción opuesta al Espíritu de Cristo.
En 2ª Tesalonicenses 2:7, Pablo ve salir a este misterio, Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Este misterio fue y será aún manifiesto desde en medio de la verdadera iglesia.
En sus epístolas Pablo nos da un cuadro muy real de lo que será esta apostasía. Él dijo a los ancianos de Éfeso que después de su marcha se levantarían lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. (Hechos 20:29-30).
Fíjate en el objetivo, apartar a los discípulos. Lobos que se levantarían para hacer algo que nadie se había atrevido a hacer antes. Intentar apartar a los discípulos tras si mismos para establecer congregaciones en su propio nombre, siendo ellos el centro de todo ello.
Consecuentemente, casi cada denominación tiene algún hombre/mujer por fundador y causante. Igual que Ismael, esta expresión global apóstata del hijo falso, el hijo de perdición, trata de perpetuarse como el verdadero heredero.
A comienzos del fin del primer siglo, Juan ya advertía: Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. (1ª Juan 2:18-19).
Juan luego advertiría de alguien que se levantaría de en medio de los creyentes y los gobernaría. Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia. (3ª Juan 9- 10)
Éstos salen de la iglesia exaltándose por encima de sus compañeros creyentes o dejando que otros los exalten. Los que aman la preeminencia no solo desplazan a hombres piadosos como Juan, sino que incluso desplazan a Jesús.
Esta es el verdadero significado de la palabra anticristo, porque no solo significa contra Cristo, sino en lugar de Cristo. Aquí el peligro estriba no tanto en que un hombre se levante en contra de los santos, sino en que engañe al resto del cuerpo por su ejemplo. Un poco de su levadura leuda toda la masa.
Pablo continúa advirtiendo: Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias. (2ª Timoteo 4:1-3) Como muchos protestantes testificarían, Pablo miró al futuro y vio el sacerdocio célibe del papado, que también prohibiría ciertos alimentos en ciertos días.
Pero, ¿Era éste el peligro más grande para la iglesia? Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. (1ª Tim. 4:1-3)
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. (2ª Tim. 3:1-5)
Fíjate que serán hombres que se amontonarán para enseñar conforme a sus propias concupiscencias, no conforme a la voluntad o el deseo de Dios. Se contentan con tener una apariencia de piedad, pero en realidad, le niegan el acceso a sus vidas y terminan por quedar completamente carentes de fe en su fe. Estos pasajes nos dan un sentido de la apostasía que sucedió y que está de hecho sucediendo en los últimos tiempos.
2000 Años de los Postreros Días
Algunos pueden decir, “Estas cosas son profetizadas para los días postreros, y todavía han de suceder en el futuro”. Pero fíjate que los creyentes del primer siglo comprendieron que estaban viviendo en los últimos días. (Lee 1ª Juan 2:18 y Hebreos 1:1-2).
De acuerdo con Joel, el Espíritu Santo sería derramado en los días postreros. Los que testificaron del derramamiento del Espíritu el día de Pentecostés, estaban viviendo en los últimos días. Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne… (Hechos 2:17).
La gran caída ya ha tenido lugar. Sucedió en los últimos días, tal y como Pablo y Juan habían visto de antemano. La iglesia ha caído del poder hacia una forma de piedad. Tenemos mucho de formas y muy poco de Espíritu. Al cierre del primer siglo, una iglesia había caído ya en extremo. El resto seguiría tras ella muy pronto.
La iglesia de Laodicea estaba a punto de perder su candelero. Apocalipsis 3:20 describe su condición como una asamblea que descaradamente había dejado a Cristo fuera, junto a la puerta, llamando y pidiendo entrar. Había caído tan bajo que aunque Él estuviera llamando a la puerta y pidiendo entrar, pocos escuchaban. (Me pregunto qué pasaría hoy, en el mismo contexto)
Había sido claramente excluido. Al cierre del primer siglo, la gran caída estaba en su máximo esplendor. Juan vio este misterio de antemano después de alcanzar su clímax. Las cosas empeoraron dramáticamente porque al cierre de esa era, la Iglesia apóstata es descrita como una ramera asesina.
Sobre su frente lleva escrito un nombre, MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE TODAS LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA (Lee Apocalipsis 17:5). Los reyes de la tierra habían cometido fornicación con ella y los habitantes de la tierra se habían emborrachado con el vino de su fornicación (Apocalipsis 17:2). (Cuando veas que los gobernantes de la tierra hacen negocios turbios con cierta parte de la iglesia, entiende que si continúas en ella, terminarás emborrachándote con el vino de su fornicación).
Es culpable de la sangre de los Santos y en su mano hay una copa llena de esa sangre (lee Apocalipsis 17:6). Pasaron solo unos 24 años desde que Pablo escribiera “Porque el misterio de iniquidad ya está en marcha…” (2ª Tes. 2:7) hasta que Juan recibiera después las cartas a las siete iglesias.
En ese breve espacio de tiempo, la iglesia en Laodicea había caído completamente, de manera que Dios los describió como “desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos” (Apocalipsis 3:17). Las cosas estaban sucediendo bastante rápido.
Solo 200 años más tarde, el Cristianismo quedaría completamente paganizado con la ayuda de un déspota emperador romano. En una breve revisión de la historia de la iglesia puede verse lo bajo que ésta ha caído. Bajo la dirección de los emperadores romanos, la iglesia abrazó numerosas vacaciones paganas.
Adaptaron su sacerdocio conforme al sacerdocio pagano. Erigieron edificios ahora llamados iglesias, se acomodaron al orden de los templos paganos y de los centros cívicos romanos. Tomaron las vestiduras de los sacerdotes paganos y las deidades femeninas de los templos paganos, Isis o Artemis, la Gran Virgen, la Madre de Dios, o la Reina del Cielo, también conocida como María.
Guardando la costumbre pagana de deificar a los hombres, veneraron a los santos poniendo sus nombres a muchos de sus templos. El mosaico romano incluido más abajo muestra lo bajo que cayó la iglesia.
Describe a Cristo como al dios sol ascendiendo al cielo en su carro.
La adoración del sol no fue ilegalizada en la iglesia romana hasta el quinto siglo. Constantino, el supuesto emperador cristiano, mantuvo el título de Pontífice Máximo, el dios sobre todos los dioses romanos. Luego tomaría para sí el título de décimo tercer apóstol. El cristianismo había caído junto en el regazo del paganismo. La adoración al Hijo había sido confundida con la adoración al sol. ¡Hemos hablado suficiente de la caída! ¡Ahora e el momento de la recuperación!
Es más que obvio que este trabajo apunta a desenmascarar la falsedad espiritual de lo que hoy llamamos Iglesia Católica Apostólica Romana. Sin embargo, no deberíamos celebrar gozosamente que la iglesia evangélica no haya sido contaminada por el mismo espíritu maligno, porque mucho me temo, a la luz de los frutos, que sí lo ha sido; y demasiado.
La Reforma
“Recuerda de dónde has caído” La palabra reforma dice mucho. Para que algo sea reformado, tiene que haber caído de su primer estado normal. La palabra implica degeneración y malformación. La iglesia tal y como la conocemos está de hecho deformada, solo teniendo una FORMA de piedad.
El clamor del Señor a Su pueblo es, Recuerda, pues, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las primeras obras… (Apocalipsis 2:5). La cristiandad cayó abrazando el paganismo y el orden de las viejas religiones del Judaísmo legalista. En la medida en que estos elementos extraños permanezcan en la iglesia, habrá aún necesidad de reforma, una necesidad de recordar de dónde hemos caído y arrepentirnos. (Este es el mensaje básico de este tiempo: Reforma ya mismo, recordando de dónde hemos caído como iglesia.)
El Clamor de la Reforma —“Salid de en medio de ella, pueblo Mío”
Todo comenzó con otro llamado al éxodo—un llamado escuchado por todos los verdaderos reformadores, escrito en el libro que predecía esas cosas que luego se cumplirían. …Salid de ella, (el Misterio Babilonia) pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas (Apocalipsis 18:4)
Los primeros reformadores trataron de cambiar a la iglesia apóstata desde dentro. Un ejemplo de reformador es John Wycliffe de Inglaterra (1329-1384).Wycliffe atacó valientemente al papado, golpeando la venta de indulgencias y otros ritos de origen pagano como la veneración o adoración de los santos.
Pagó con su vida por esto. John Huss de Bohemia (1374-1415) fue otro que también oyó el llamado. Por causa de su devoción a Cristo, fue quemado en la hoguera. Sobre su cabeza le colocaron una corona de papel con los detalles escritos de su supuesta herejía.
La llevó con alegría hasta su muerte, proclamando que era lo mínimo que podía hacer por Aquel que llevó una corona de espinas. En su momento, los reformadores llegaron a definir la apostasía como “la cautividad Babilónica de los papas”, o como lo expuso Lutero, “La cautividad babilónica de la iglesia”.
Esta postura cambió la imagen partiendo de una reforma interna para llegar a un éxodo. Los reformadores comenzaron a ver que la iglesia no podía ser reformada— que era una miserable ramera entregada a la destrucción del pueblo de Dios.
Comenzaron a salir, pero se alejaron muy poco. Como los hijos de Israel, se volvieron en sus corazones y adoraron las obras de sus propias manos. Construyeron instituciones estáticas y a pesar de todos los esfuerzos por lo opuesto, en breve estas instituciones tendrían un pronunciado parecido a los sistemas apóstatas de los que habían escapado.
Salieron pero solo para abrazar de nuevo las caídas del sistema antiguo. Esta tendencia parecida a la de Caín de enredarnos en sistemas y mentalidades que estorban y finalmente ponen en peligro nuestro avance se evidencia por la gran cantidad de afiliaciones denominacionales.
La mayoría de estas denominaciones están ahogadas por las mismas limitaciones que instalaron para proteger su antaño poderoso movimiento. Habiendo salido de entre la leña seca de su día, sucumbieron ante lo mismo que había provocado su putrefacción.
Como todos los movimientos que tuvieron lugar antes de ellos, se endurecieron rehusando avanzar con crecimiento fresco. Definiendo credos y haciendo borradores de ordenanzas, se endurecieron y resistieron cualquier clase de cambio.
Es raro que la segunda generación tenga la visión de la generación fundadora. En breve, algún alma valiente escuchaba de nuevo el llamado, salía y comenzaba un nuevo éxodo. Cuando esto sucedía, el grupo de la primera parte se establecía para matar al grupo de la segunda, de la misma forma que los escribas y los fariseos resistían a cualquiera que intentara salir de sus flancos.
Tristemente, los que salían solo peregrinaban un tiempo corto antes de repetir los mismos errores. En cada caso, lo que comenzaba con el Espíritu degeneraba finalmente en un movimiento que se deterioraría aún más hasta convertirse en una institución.
Y en breve, la institución se convertiría en un monumento inamovible o mausoleo, protegido por endurecidos eclesiarcas. Este círculo se ha repetido una y otra vez hasta el momento presente. ¡No ha parado nunca! El factor revelador común en la desaparición de los movimientos de Dios es que los líderes cometen el mismo error de Caín.
Cuando su sacrificio es rechazado, se apartan de la presencia del Señor y edifican ciudades en torno a su revelación, a las que dan sus propios nombres. Esta es la condición de mucho de la iglesia hoy día, especialmente en los Estados Unidos.
Hemos construido grandes ciudades alrededor de muchas de nuestras revelaciones—la ciudad de los metodistas, los bautistas, los pentecostales, los carismáticos, y otros. Generalmente, esas ciudades se han convertido en cárceles y campos de muerte para los santos de Dios que se han atrevido a seguir al Espíritu.
Los movimientos vienen y van, pero parece que las denominaciones duran indefinidamente. Cuando las cosas se vuelven más estructuradas y complejas, Jesús es de nuevo dejado fuera de la puerta, llamando. En ese punto Dios llama a un remanente para comenzar de nuevo.
¿Te conmueve re-evaluar tu diligencia y entrega en la carrera que hay por delante de ti? ¡Esperamos que así sea! Deja que Dios comience a hablarte respecto de las ciudades que has construido, o que estás ayudando a construir.
Hay mucha construcción hoy día, la mayor parte de ella carnal. La iglesia americana parece especialmente atraída por conquistar y construir, pensando que Dios se agrada de la mera expansión numérica y física. Se da una gran importancia al tamaño de una congregación o edificio.
Incluso nuestro vocabulario está repleto de imprecisiones mientras seguimos neciamente llamando Casa de Dios o Iglesia a nuestros edificios. A pesar de todas sus buenas intenciones y reformas, la iglesia occidental continúa con el marco y las formas del mundo, que constituyen una transgresión fundamental del orden de Dios.
En la reforma, somos testigos de una serie de pasos progresivos hacia la restauración de todas las cosas. También vemos un principio. Lo que no avanza moviéndose con la nube de Su presencia, vuelve al camino de Caín y sale de la presencia del Señor para edificar ciudades.
El espíritu de Caín y de Nimrod es muy característico en su manifestación externa, porque siempre se mueve hacia la construcción de imperios, mediante hombres de renombre que fracasan en comprender la movilidad flexible de la ekklesia.
Comprende que estos son líderes fuertes, dotados, con gran talento, que aparentan tener una visión y un propósito. Son fundadores de civilizaciones y dan lugar a hombres de negocio, artesanos, artistas y guerreros. Algunos de los descendientes de Caín fueron Jabel, padre de los que moran en tiendas y tienen ganado; Jubal, padre de todos los que tocan la lira y la flauta; y Tubal-Caín, el falsificador de todos los aperos de bronce y hierro.
Nimrod estableció ocho ciudades incluyendo metrópolis tan grandes como Nínive y Babilonia. Levantar imperios y dar a luz una descendencia llena de talentos y dotes no es lo mismo que una heredad piadosa. Hoy, si un hombre emplea la correcta amalgama de prácticas de negocio sanas, técnicas de marketing y objetivos, sermones bien articulados, y por supuesto, los talentos de un equipo de alabanza bien a tono, puede amasar una gran cantidad de seguidores que estarán dispuestos a fundar su imperio.
Con mucha frecuencia se ofrecen buenos salarios y ventajas para cazar hombres en la edificación del imperio, además de la posibilidad de exposición a una audiencia aún mayor para el avance del ministerio. Dios siempre llama a sus hijos a salir de todo lo que siendo apóstata y fijo, rehúse avanzar hacia delante. Dios no está buscando constructores de imperio sino peregrinos como Abraham.
¿Cómo viviremos entonces? ¿Cómo forja esta verdad nuestra postura hacia el futuro? Hasta ahora nos hemos centrado en lo que Dios ha hecho y en lo que ya ha ocurrido en medio de Su pueblo. Ahora nos centraremos en cómo esas cosas afectan al presente y como tomarán forma al acercarnos al fin de la era. Dios establece tipos, sombras y señales que prefiguran sus propósitos futuros. Ocuparemos nuestros pensamientos en una de estas señales fundacionales en los próximos momentos.
No quise interrumpir en este pasaje lo que a mi entender es la mejor síntesis de lo que hoy es la iglesia estructural, religiosa, rutinaria y babilónica. No tienes más que tomar algunos de estos símbolos y llevarlos al nombre y el apellido que corresponda.
La Señal del Señor
Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (Isaías 7:14) Una señal apunta hacia un destino específico y es de valor solo en relación al destino. Por ejemplo, una señal de tráfico predice e indica el camino pero nunca viajamos simplemente para llegar a la siguiente señal.
¡En este caso, la señal del Señor indica el camino hacia el cumplimiento completo de Su propósito eterno en Cristo Jesús! No estamos sugiriendo que Jesús fuera enviado meramente como una señal. ¡Él es el redentor, el Salvador del mundo! Aun así es cierto que los detalles de Su nacimiento y el nombre de Emmanuel nos dan señales proféticas que predicen eventos del fin de los tiempos.
De la misma manera que Él cumplió toda la Escritura en Su primera venida, Su cuerpo también está destinado a cumplir profecías, y aunque a veces parecen solo aplicables a Él, también se cumplen en Su cuerpo, la ekklesia. Con esto en mente, consideremos cuidadosamente la señal del Señor tal y como la profetiza Isaías en el pasaje de arriba.
Considera las palabras, la virgen. En 2ª Reyes 19:21 leemos sobre “La Virgen, la hija de Sión…” El profeta Jeremías también profetizó sobre esta misma mujer, Porque oí una voz como de mujer que está de parto, angustia como de primeriza; voz de la hija de Sion que lamenta y extiende sus manos, diciendo: ¡Ay ahora de mí! que mi alma desmaya a causa de los asesinos. (Jeremías 4:31).
También Isaías profetizó sobre Sion: Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová (Isaías 54:1).
Leyendo un poco más, hallamos una referencia a Dios como esposo en el versículo 5, y a Israel/Sion como la esposa en el versículo 6. Sion era la virgen desposada con Dios. Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová. (Óseas 2:19-20).
Este es el mismo lenguaje que Pablo usó para explicar el misterio respecto de la Iglesia y Cristo. Del mismo modo que Israel era la desposada de Dios, la Iglesia es la novia desposada de Cristo. La palabra hebrea traducida como virgen en el pasaje de arriba tendría una traducción más correcta si fuera traducida como novia o alguien que está a punto de convertirse en esposa, una novia desposada.
Ese es exactamente el caso de María, la sierva del Señor. Era una virgen, la desposada de José. María concibió milagrosamente y dio a luz a un Hijo que fue la plenitud de Dios en la tierra, Emmanuel—Dios con nosotros. Esta señal también apunta hacia un cumplimiento espiritual futuro. Otra novia dará a luz a un hijo, que vivirá en la plenitud de todo lo que implica el nombre Emmanuel. (Excelente símbolo; coincido totalmente).
En el capítulo doce de Apocalipsis, Dios reafirma la señal. Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.
También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de
devorar a su hijo tan pronto como naciese.
Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. (Apocalipsis 12:1-5). Leemos a cerca de dos señales en este pasaje. La primera señal es la señal de Isaías siete catorce, de la que se habla aquí en un cumplimiento futuro.
Antes Juan había escuchado una voz como una trompeta, diciendo, Sube acá y te mostraré las cosas que han de suceder después de esto. (Apocalipsis 4:1). Sabemos que las señales de Apocalipsis confirman la señal de Isaías y que apuntan proféticamente hacia eventos futuros.
Los detalles de esta señal vista por Juan corresponden tan exactamente al nacimiento y a la vida de Cristo que muchos teólogos creen que la señal debe referirse al nacimiento físico de Cristo. Pero estas señales son una referencia a cosas que deben suceder después de esto, después del tiempo en que Juan escribió sobre ellas.
La mujer y el hijo varón son una referencia clara a la esposa de Cristo al final de los tiempos y al nacimiento y la madurez del Cuerpo de Cristo en los últimos tiempos. Haremos una declaración en este instante que puede ser malinterpretada al principio.
¡Tened un poco de paciencia! Del mismo modo que Jesús fue Emmanuel, Dios con nosotros, así es también el Cuerpo de Cristo. Pablo escribió de un misterio respecto del Cuerpo, Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. (1ª Corintios 12:12).
Hemos usado la versión Derby en inglés porque en este ejemplo, es el más cercano al griego original. Fíjate en las palabras, “así también Cristo”. El Cristo de quien habla Pablo era el Cristo completo, Cabeza más cuerpo. Cristo es la Cabeza. Nosotros somos Su Cuerpo. Juntos hacemos al Cristo.
El artículo determinado el, que no es incluido por la mayoría de las traducciones, es muy significativo. Una cosa es muy distinta de la cosa. La palabra el implica el artículo genuino, lo real, lo exclusivo y lo único en su especie. Del mismo modo que Cristo en Su cuerpo físico era Emmanuel, el mismo templo o morada de Dios, así también el Cuerpo de Cristo (Cabeza más cuerpo) es la continuación de este misterio, el templo en el que Dios mora sobre la tierra. ¡Emmanuel—Dios con nosotros!
Sabemos que el Cuerpo de Cristo hace también referencia al templo de Dios. Afeo profetizó, “Y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.
La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.” (Afeo 2:7-9). Habrá una manifestación del Cuerpo que excederá con creces a todo lo que haya ocurrido sobre la tierra anteriormente.
Este Cuerpo de los últimos días mostrará la plenitud de la estatura de Cristo como un nuevo hombre que habrá alcanzado la madurez. Reinarán y gobernarán con Cristo. Serán tomados para Dios y para Su trono. Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. (Efesios 1:22-23).
Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. (Efesios 4:13) Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud (Colosenses 1:19)
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9) Estas escrituras muestran la intención de Dios de llenar todas las cosas con Su Hijo por medio del Cuerpo de Cristo. Satanás conoce esto y como cualquier otro adversario, se ha propuesto oponerse al avance de Su Reino.
Habrá un re-nacimiento del Cuerpo de Cristo en los últimos tiempos. El objetivo principal de Satanás, el dragón escarlata, es el Cuerpo de Cristo, la expresión de Cristo en la tierra. Al crear el cuerpo falsificado, su objetivo era desplazar totalmente y dispersar al verdadero Cuerpo de Cristo.
Ya sabes; cuando recibas un ataque, eso no sucede porque tú eres una persona muy importante, sucede simplemente porque eres una parte del cuerpo. Y Satanás buscará arruinar a cualquier parte del cuerpo con la intención que el cuerpo no funcione.
Ha habido verdaderos creyentes a lo largo de los años, pero la expresión completa en la que Cristo es visto en Su plenitud, fue desplazada bien temprano. Ha habido individuos que brillaron con la gloria de Dios, como los hay hoy todavía, pero un miembro no hace a todo un cuerpo. A lo largo de la historia, siempre que una expresión completa de Cristo ha comenzado a emerger, en breve el dragón escarlata aparece para devorarla. (Está claro, ¿Verdad?)
Tolerará cualquier forma de religión pero no puede soportar el pensamiento de un cuerpo hecho de muchos miembros alcanzado su plenitud y expresando completamente la gloria del Hijo de Dios. Esta plenitud no puede ser expresada por medio de miembros individuales, no importa cuánto brillen, porque solo poseen una medida del don de Cristo.
El foco de todas las energías de Satanás en el siglo primero era devorar al Cuerpo completo. Ese esfuerzo continúa hoy día. De la misma manera que Herodes intentó matar a Jesús de niño, así mismo el dragón quiere devorar al hijo varón desde Su comienzo, antes de alcanzar la plenitud de la estatura de Cristo.
El medio más efectivo y probado de Satanás para compensar al cuerpo de Cristo es su sustituta, la religión. Igual que Jesús es Emmanuel, Dios con nosotros, porque Dios reside en El, así también el Cuerpo de Cristo en el que Cristo mora ahora, y en el que será completamente manifiesto, es Emmanuel en la tierra.
Este es el misterio del Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que llena todas las cosas. La existencia en el hombre de este Dios con nosotros es la gloria de Dios. Pablo enseñó ampliamente sobre esta gloria venidera que sería restaurada a los que moran en Cristo…
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. (Romanos 8:29,30)
Los que somos miembros de Su Cuerpo estamos predestinados a estar ahí. Fuimos predestinados a ser hechos perfectos en Su imagen como parte de Su cuerpo espiritual. Dios ha puesto en marcha un proceso desde la fundación del mundo, un proceso en el que somos predestinados, llamados, justificados y finalmente glorificados.
Si Cristo ha de ser completamente glorificado, el Cuerpo en el que Él vive también debe ser completamente glorificado. Entonces, ¿Cómo hemos de ser glorificados en Su cuerpo? Pablo continúa en el siguiente capítulo de Romanos, ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? (Romanos 9:22-24).
Nosotros existíamos de antemano como miembros espirituales en Su cuerpo celestial y conocíamos un cierto nivel de Su gloria, pero también estamos siendo preparados para una gloria mayor, gloria en su plenitud. De la misma forma que Cristo vino a esta tierra a aprender la obediencia por medio de los sufrimientos por los que pasó, nosotros también somos perfeccionados durante nuestro peregrinaje terrenal hacia una mayor gloria. Cristo fue glorificado en el cielo antes de que viniera, y el Padre tenía una gloria mayor esperándole por Su acto de obediencia.
Considera este intercambio con Su Padre sobre Su inminente crucifixión. Está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. (Juan 12:27,28).
Glorificar al Padre por medio de Su obediencia perfecta fue también glorificar al Hijo. Lo mismo es cierto de Sus santos, los miembros de Su cuerpo. Poner nuestras vidas en obediencia es glorificar a Cristo. Glorificar a Cristo por nuestra obediencia hasta la muerte es compartir de la Gloria del Hijo Crucificado. Muchos que hoy día se llaman a sí mismos cristianos quieren el poder y la gloria sin tomar el sendero de la cruz que trae su plenitud a nuestras vidas.
Consideremos la oración de Pablo en su carta a los Filipenses y hagámosla nuestra: … a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte. (Filipenses 3:10).
Incluso aquellos que luchan por un premio terrenal saben que “sin dolor no hay ganancia”. La ciudad de Dios, la nueva Jerusalén, el Monte Sion, aún ha de ser adornado con Su gloria en Su venida. “(Pablo y Bernabé) confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.” (Hechos 14:22).
Y yo Juan vi. la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. (Apocalipsis 21:2) Cosas gloriosas se han dicho de ti, Ciudad de Dios. (Salmos 87:3)
Dios sabía de antemano que no podíamos ser perfeccionados sin un tiempo de prueba. Estamos aquí en esta tierra entre vasos de ira para aprender la paciencia de Dios mientras sufrimos en las manos de ellos. Compartimos los padecimientos de Cristo, nuestra Cabeza.
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. (Romanos 8:16-19).
Pablo escribió a la iglesia en Tesalónica, Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. (2ª Tesalonicenses 2:13-14)
Pablo habla aquí de ser escogidos “desde el principio para salvación por medio de la santificación por el Espíritu y fe en la verdad”: Este es el camino que tenemos que tomar para alcanzar la gloria de Cristo. Primero Dios nos escoge siendo aún pecadores para ser Sus hijos e hijas.
Nos hace santos envolviéndonos en Cristo y dándonos el don del Espíritu de SU justicia. Nos da la fe del Cristo que nos habita para creer en Él. Finalmente, pone Su verdad que cambia la vida dentro de nosotros, conformándonos a la misma imagen de Su Hijo.
Este es el proceso de Su gracia que obra en nosotros para que podamos alcanzar la gloria de Su Hijo como coherederos en el Amado. Es a por su novia gloriosa, la que no tiene ni mancha ni arruga, a por quien El viene, no a por una novia que no ha sido probada ni examinada.
“Vuestro padre el diablo”
La simiente de Satanás surgió en el huerto como resultado de su exitoso engaño a la humanidad. Su simiente fue sembrada en sus corazones para que tomaran su propia búsqueda e intento de ser como Dios. Este fue el nacimiento de la religión tal y como la conocemos hoy, que busca determinar lo bueno y lo malo aparte del Espíritu de Dios.
Un ejemplo perfecto de esto lo encontramos en la oración del Fariseo, “Dios, te doy las gracias que no soy como los otros hombres—extorsionadores, injustos, adúlteros, o incluso como este recaudador de impuestos. Ayuno dos veces en semana; diezmo todo lo que poseo.
” Porque tiene conocimiento del bien y del mal, se juzga a si mismo como justo por sus obras muertas, y condena al humilde recaudador de impuestos que Jesús dijo que sería justificado (lee Lucas 18:11-12). Eva pudo pensar que Caín era la simiente prometida, pero resulto que fue la simiente de la serpiente, el maligno (Lee 1ª Juan 3:12).
Cuando Pablo escribió, pero lejos esté de mi gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mi, y yo al mundo (Gálatas 6:14), se refería al mundo de la religión. Esto queda claro cuando miran al versículo anterior, que dice, Porque ni aún los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne. (Gálatas 6:13).
Pablo se refirió a la religión como al mismo mundo y sus principios como a los rudimentos o elementos del mundo (Colosenses 2:8), expresando en el cumplimiento de las ordenanzas semejantes a no manejes, no pruebes, no toques… conforme a los preceptos y doctrinas de hombres. (Colosenses 2:20-22).Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne. (Colosenses 2:23)
La simiente de la serpiente, que heriría el calcañar del Mesías, constituye la progenie de esta antigua religión que data del Edén y el engaño. Fue a esos hombres religiosos a quienes Jesús dijo, Sois de vuestro Padre el diablo y las obras de vuestro padre queréis hacer.
El ha sido homicida desde el principio, y no permanece en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla de mentira, de lo suyo habla porque es mentiroso y padre de mentira. (Juan 8:44). Hebreos 11:4 revela que Abel habla aun estando muerto. Su propia vida fue una profecía que continúa hablándonos y revelándonos cosas hoy día.
El espíritu de Caín es evidente en la mayoría de los hombres religiosos y matan la voz profética de Dios, actual y relevante. Sabemos que Caín mató a Abel, pero según Jesús, los fariseos fueron sus asesinos. Por tanto, Jesús vio la posición farisaica aliada con Caín.
Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar.
De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor. (Mateo 23:34-39)
Aquí Jesús traza el rastro sanguíneo desde Abel hasta Zacarías—un trazo de traiciones y asesinato—hasta el mismo portón frontal de Israel, Jerusalén. La nación de Israel una vez más se había apartado por el camino de Caín y su iniquidad había alcanzado el clímax.
Había llegado el tiempo de su juicio, un juicio tan severo que ya había sido predicho por las palabras de Jesús, “He aquí, vuestra casa os es dejada desierta.” Los fariseos y los saduceos son una representación clásica del hombre religioso. Jesús los llama serpientes conforme a su propio padre.
La religión en general tiene la naturaleza de la serpiente, la naturaleza de Caín. La inquisición es una prueba adecuada de esto. La víbora es una criatura interesante. Le gusta disfrazarse como algo que no es. Los fariseos que vieron a Jesús expulsar un demonio de un hombre dijeron que lo hacía por el poder de Belcebú, príncipe de los demonios.
Jesús igualó esta blasfemia contra el Espíritu Santo con el pecado imperdonable. Después apunta hacia el discurso de ellos al decir, O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol.
¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. (Mateo 12:33-35)
Estos hipócritas amaban exhibirse a sí mismos como justos aunque condenaban a los hombres desde sus altos puestos en el Judaísmo, pero Jesús les dijo que eran menos que el vientre de una serpiente a los ojos de Dios. Porque eran de un árbol malo, el árbol del conocimiento del bien y del mal, solo podían producir fruto malo desde sus corazones perversos.
Hay una historia en la que Pablo se enfrenta a un naufragio en la isla de Malta en Hechos capítulo veintiocho. Mientras recogía palos para hacer un fuego y protegerse de la hipotermia, inconscientemente tomó una víbora con la mano. La criatura siguió actuando como un palo hasta fue a arrojarla al fuego.
En ese instante se aferró sobre la mano tratando de matarlo. Pablo arrojó la víbora al fuego y Dios le protegió de su veneno. Como la víbora, los hipócritas religiosos posan como algo inofensivo para ganarte y conseguir que te abras a ellos.
Pero cuando te vuelves hacia ellos en busca de sanidad y de calor en un momento vulnerable, luchan por pegarse a ti, rehusando soltarte hasta que estés tan muerto como ellos mismos. Ni Jesús ni Juan el Bautista fueron engañados.
Los llamaron como lo que eran, víboras espirituales, y nunca les dejaron acercarse ni tampoco pusieron en ellos su confianza. Esta es una lección que muchos de nosotros hemos tenido que aprender por la vía difícil.
Ahora pregúntate: ¿Cómo le llama el mundo a la gente que nosotros llamamos creyentes, o cristianos, o familiarmente hermanos? Los llama religiosos. ¿Por qué? Porque el mundo no puede entender la fe, porque para entender la fe, debería conocer a Dios, que es el único dador de la fe.
El mundo apenas puede entender creencias, que son el fruto de sus mentes carnales. Y eso es en suma una religión, cualquiera que elijas: respeto obligado y obediencia sin discusiones a una serie de creencias prescriptas por hombres supuestamente iluminados.
Trigo y cizaña
Jesús contó una parábola sobre los dos tipos de semillas plantadas en el campo de Su padre. Uno plantó trigo, un tipo de los hijos de Abel. El otro era una falsificación cercana llamada abrojos, plantada por un enemigo bajo la cubierta de la oscuridad. La historia es como sigue:
Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero. (Mateo 13:24-30)
La frase “mientras dormían los hombres” nos llamó la atención. Los apóstoles fundadores y los padres de la Iglesia velaban por los lobos rapaces que surgirían en la nueva Iglesia que se estaba formando (lee Mateo 7:15 y Colosenses 2:8). Satanás mató a los apóstoles al principio menos a Juan, que se encontraba exiliado en una isla remota.
En este sentido estos hombres dormían (lee Mateo 9:24). La ausencia de los apóstoles dio cabida para que Satanás viniera y sembrara la cizaña, cuyas enseñanzas están mezcladas con las verdaderas doctrinas de los primeros apóstoles hasta este día.
“Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña”. Las semillas de lo falso habían sido sembradas en un principio. Yo, Michael, hice un estudio sobre la cizaña hace unos años. En el país del trigo en el noroeste, donde yo crecí, se le llama avena silvestre, pero su verdadero nombre es cizaña barbuda.
Esta cizaña en sí no es venenosa. Puede comerse y no hace daño. El problema es que aloja un hongo llamado Ergot Smut, que es mortal tanto para el hombre como para los animales. También hay un problema con los hipócritas que se encuentran un refugio seguro en el campo de Dios.
Un poco de levadura lo estropeará todo. Dios prohíbe a Sus siervos arrancarlos antes de la cosecha, no sea que el trigo se eche a perder en el proceso. El agricultor trata con la avena silvestre pasándola por un trillo que primero quita la paja del trigo y luego lo repasa con un tamiz que permite a su vez que la cizaña pequeña caiga y sea desechada junto a la paja.
El hongo mortal que alberga es apartado con la cizaña. Las pruebas en nuestras vidas quitan la paja, exponen y rechazan las influencias venenosas del enemigo, y dejan solo al trigo purificado para ser recolectado en la cosecha del Señor.
Una vez que el trigo es recolectado, está listo para ser molido y hecho harina fina. Los granos individuales del trigo pierden su propia identidad y toman la identidad del Señor, porque es entonces cuando nos convertimos en un pan con Él, el Pan de Vida.
Estos dos misterios se van desplegando simultáneamente. A la par que el hijo de perdición es manifiesto en su expresión conjunta, el misterio glorioso de Su cuerpo es comprendido y plenamente manifiesto. Entonces, la cizaña y el trigo serán conocidos por lo que cada uno es realmente.
En algunas ocasiones he solido predicar en iglesias respecto al tema del trigo y la cizaña. Me miraron con recelo y no poca incredulidad cuando di a entender que tanto el trigo como la cizaña estaban dentro de la iglesia y no afuera, como les habían enseñado. Sin embargo, y aquí lo comprobamos, la Biblia es clara y concreta al respecto.
Como en los días de Noé y de Lot
Al ser preguntado sobre la venida de Su Reino, Jesús dijo a Sus discípulos como sería: Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.
Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste. En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. (Lucas 17:26.32)
Al acercarnos al cierre de la era, la condición que prevalece sobre la tierra es idéntica a la que existía antes del juicio del diluvio y también del juicio de Sodoma. La iniquidad alcanzará su plenitud. Antes de que venga el juicio, habrá negocio, como siempre.
El hombre se corromperá completamente. Los hombres estarán comiendo, bebiendo, casándose y dándose en casamiento, comprando y vendiendo, plantando y edificando, hasta el mismo fin. ¿Qué dice Jesús en medio de todo esto? ¿Qué hay de malo en comer y beber? ¿Qué hay de malo en casarse y darse en casamiento? ¿Qué hay de malo en comprar y vender?
Cristo se refirió al hedonismo de Caín, que llevó a la plenitud de la iniquidad antes del juicio del diluvio. El casamiento aquí se refiere a la mezcla simbólica de los hijos de Dios y las hijas de los hombres, lo que implica apostasía, además del fracaso del pueblo de Dios en mantener su integridad.
¿Es posible que el sembrado y el edificado del que Jesús habló, haga referencia a la labranza de la tierra y a la edificación de ciudades conforme al orden de Caín? ¿Es posible que el comprar y el vender tenga que ver con “las medidas” o los pesos injustos de Caín, que constituían fraude o robo tal y como tiene lugar hoy día en la América de los negocios hoy?
Antes del fin, la simiente de la serpiente estará manifestando lo peor, habiendo alcanzado su clímax para el juicio. Del mismo modo que la cizaña se ataba en manojos para ser quemada, así también habrá una recolección conjunta de la simiente maligna de Caín en la tierra, mientras traman el derrocamiento de Dios y de Su Reino.
David profetizó de esta trama atroz cuando escribió: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira. (Salmos 2:1-5)
Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden. Por lo cual se enlutará la tierra, y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán. (Oseas 4:1-3)
En Salmos dos, vemos a los reyes de la tierra tomando consejo en contra del Señor y de Su Cristo para desechar sus cuerdas de influencia. En Oseas vemos el mismo corazón de rebeldía en los hijos de Israel, que rechazan (desechan) toda restricción.
El fruto de esta rebelión está a nuestro alrededor por todas partes. Los del espíritu de Caín rechazan la
verdad, no tienen misericordia en sus corazones, hablan cosas profanas, mienten, matan, roban y cometen adulterio y la tierra gime y se echa a perder.
Vemos por todas partes a la creación de Dios gimiendo con dolores de parto como una mujer a la que le ha llegado su hora. Cuanto más tratan los hijos de Caín de ponerse a arreglar con sus manos la destrucción que trajeron sobre la tierra como resultado de su rebelión contra Dios, peor se ponen las cosas.
Es semejante a la forma de tratar el cáncer. Si no te mata el cáncer, te matará el tratamiento. El hombre no puede esperar recrear lo que el Ungido del Señor ha creado, cuando sus propios actos hacen que la tierra gima con la sangre del justo Abel.
La única cosa que podía salvar a la tierra del caos que ahora vemos es llegar a la unidad y a un acuerdo con el Ungido del Señor, el mismo que ellos tratan de desechar. ¿Cómo reconoceremos el tipo de Sodoma que será destruida en los últimos días?
Puede que no sea lo que tú piensas. Ezequiel vio la decadencia de Sodoma en Jerusalén pero aún más en su día de profetizar delante del Señor. He aquí, todo el que usa de refranes te aplicará a ti el refrán que dice: Cual la madre, tal la hija.
Hija eres tú de tu madre, que desechó a su marido y a sus hijos; y hermana eres tú de tus hermanas, que desecharon a sus maridos y a sus hijos; vuestra madre fue hetea, y vuestro padre amorreo. Y tu hermana mayor es Samaria, ella y sus hijas, que habitan al norte de ti; y tu hermana menor es Sodoma con sus hijas, la cual habita al sur de ti.
Ni aun anduviste en sus caminos, ni hiciste según sus abominaciones; antes, como si esto fuera poco y muy poco, te corrompiste más que ellas en todos tus caminos. Vivo yo, dice Jehová el Señor, que Sodoma tu hermana y sus hijas no han hecho como hiciste tú y tus hijas.
He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi. las quité. (Ezequiel 16:44-50)
El mundo de Caín está lleno de arrogancia, abundancia, prosperidad y frialdad hacia las necesidades de los pobres. Un mundo en el que la media religiosa aborrece la influencia de su Marido, el Padre. Un mundo en el que aborrecen a Sus hijos, los verdaderos santos de Dios. Suena a negocio, tal y como sucede en América y en sus iglesias mundanas.
Soy bastante cuidadoso de mis palabras porque conozco lo que las palabras implican, pero hablar de iglesias mundanas en mi caso particular, nunca se me hubiera ocurrido. Y no porque no lo sean, sino por simple respeto a los muchos hijos genuinos que todavía se encuentran dentro de ellas.
Claro está que, si no toman alguna decisión en los próximos tiempos, toda su respetabilidad podría no llegar a servirles de nada. Porque así como cuando Dios desató su ira sobre Sodoma y demandó que Lot y su familia salieran de ella, así también hoy todavía suenen sus palabras referidas a Babilonia, la Gran Ramera, cuando dice: “¡Huid de ella, pueblo mío!”
Sodoma
¿Cómo eran los días de Lot? ¿Qué dijo Jesús de nosotros, que estamos en los últimos tiempos? La maldad de Sodoma es proverbial. Junto con su hermana Gomorra, Sodoma tomó el camino y la corrupción de Caín. Su iniquidad alcanzó el clímax—el clamor por ello alcanzó al trono de Dios.
Se cree que Sodoma estaba localizada en llano sur del Mar Muerto, ahora cubierto de agua. Fue el lugar preferido de Lot, el sobrino de Abraham. ¿Dónde estaba Abraham mientras Lot vivía en esta ciudad maligna? Estaba en su tienda, lamentando— morando como extranjero en la tierra de la promesa, en la que incluso había llegado a alojar ángeles.
Abraham rechazó las riquezas de Sodoma y también su forma de vida (lee Génesis 14:13-23). Dios envió mensajeros para testificar de primera mano la corrupción de Sodoma. Los hombres de Sodoma eran tan malvados que los jóvenes y los ancianos igualmente se juntaron frente a la puerta de Lot para tener relaciones sexuales antinaturales con ellos.
Los mensajeros de Dios cegaron a los hombres de Sodoma, pero estaban tan corrompidos que aún estando ciegos, continuaron en su búsqueda lasciva. Los mensajeros del Señor ordenaron a Lot que dejara la ciudad y que fuera a las montañas para escapar del juicio de Dios, pero Lot se había convertido en ciudadano de corazón.
Amaba las ciudades amuralladas y temía los peligros aparentes de las montañas. Confiaba en muros como protección. El camino de Abraham asustaba a Lot. Así que Lot clamó al Señor, “He aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá, la cual es pequeña; dejadme escapar ahora allá (¿no es ella pequeña?), y salvaré mi vida.”
Los lamentos de Lot no terminaron ahí. En contra de la instrucción del Señor, la esposa de Lot miró atrás y se convirtió en una estatua de sal. Es interesante que la palabra hebrea traducida como pilar signifique “tomar un postura”. Es como si la esposa de Lot se hubiera cerrado en banda y hubiera dicho: “No me muevo de aquí”.
Después de haberse retirado a una ciudad pequeña sin ella, sus hijas emborracharon a su padre y cometieron incesto con él. Aunque Sodoma estaba destruida, Lot y su familia estaban aún impactados por su perversión. Dios quería que Lot tomara el paso radical de fe y fuera a las montañas pero Lot pidió poder ir a una ciudad pequeña no tan corrupta.
“¡Es pequeñita, Señor!” Dios sabía que puesto que como un poco de levadura leuda toda la masa, igualmente un poquito de corrupción continuaría corrompiendo a Lot y a sus hijas. Al caer el fuego del cielo, consumiendo a Sodoma, Abraham permaneció arriba en las colinas y “miró hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la tierra del llano, y miró y vio que subía humo de la tierra, como el humo de un horno”.
Abraham estaba a salvo en las montañas. El lugar que Lot temía era un lugar de seguridad para Abraham. Una vez más vemos la fe del peregrino comparada con la corrupción del constructor de ciudades. Así va a ser al cierre de la era. Confiamos que el Espíritu Santo hará cualquier aplicación necesaria en vuestros corazones.
Concreto. Lo que una gran mayoría de personas considere como sitio seguro, en el espíritu, no lo será. Aquellos lugares que nadie deseará habitar por estimarlos totalmente inseguros, serán bastiones de un nuevo mundo que de ninguna manera deberemos confundir con nuevo orden. Lo primero se llamará tierra de Reino, en tanto que lo segundo, tierra de impíos.
El Alarido de los Mercaderes
Hemos apuntado al Misterio Babilonia en lo que concierne a la religión como un todo. Hay un aspecto que con frecuencia se descuida y que ocupará nuestros pensamientos en los momentos siguientes. Su aspecto es la economía global y nacional de nuestro día. Si, esto es Babilonia.
En el capítulo 18 de Apocalipsis, el ángel del Señor clamó en voz alta, Babilonia la grande ha caído, ha caído…” El otro clamor se oye desde los mercaderes de la tierra, llorando y lamentando por la pérdida de sus beneficios. “Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías (Apocalipsis 18:11)
Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás. Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando (Apocalipsis 18:14-15)
El sistema económico del mundo, tal y como lo conocemos hoy, surgió inicialmente de la rebelión de Caín. Antes de que los habitantes del mundo vivieran en inocencia y generosidad, la forma de vida de Caín corrompió completamente a la raza pre-diluviana.
Después del diluvio, la economía de Caín revivió de nuevo por Nimrod. Como veremos en breve, esto es muy indicativo. A lo largo de toda la historia de la humanidad, vemos los repetidos esfuerzos del hombre por desechar el gobierno o el reino de Dios.
Un ejemplo de esto es el punto en el que Israel escoge a Saúl como rey, lo que implicaba un rechazo a la soberanía de Dios. En la venida de Cristo, el hombre recibe una nueva oportunidad de escoger. Cristo vino predicando el reino o el gobierno de Dios. Como David, Jesús tuvo un corazón por el reino de Dios.
Estando ante Pilatos, Jesús dijo: Mi Reino no es de este mundo. SI mi reino fuera de este mundo, mil siervos lucharían para que no fuera entregado a los judíos. Pero Mi Reino no es de aquí. (Juan 18:36). El Reino de Dios no es como los reinos de Caín y Nimrod.
Por qué no es de (griego ek) ni procede de este mundo. No halla su origen en la rebelión del hombre. El Reino del que habló Cristo es de otro ámbito—atraído por otros valores y objetivos. Su economía es motivada y sostenida enteramente por otros medios y principios.
No podemos enfatizar esto suficientemente. Los que son nativos de un país, no tienen dificultad en detectar a los extranjeros entre ellos. Su lenguaje, sus maneras, su ropa, incluso la forma en que se comportan entre sí traiciona su status de extranjeros.
Los cristianos no son de este mundo y por esa razón el mundo los aborrece. Moran como peregrinos y viajeros—una colonia del cielo, marcada por un estilo de vida de simpleza, carente de codicia. Tienen una economía enteramente distinta.
Esto quiere decir que si tú logras vivir en el marco de este sistema, ya sea en tu trabajo, escuela o simplemente el barrio donde vives, sin que nadie se entere ni sepa que eres miembro del Reino de Dios, tú no estás viviendo como Dios ha dicho que debías vivir.
Jesús habló de esta economía celestial en Lucas capítulo doce. No te confundas con esto. Cristo visto como un extranjero entre asalariados, hablando con un vocabulario celestial sobre un reino celestial. Los pesos y las medidas o la toma de medidas es una de las expresiones del camino de Caín.
De esa mentalidad vino el sistema de comercio que conocemos hoy día—un sistema de exactitud, que llega hasta el último céntimo. ¡Pero no es así el Reino de Dios! En lugar de ojo por ojo, Jesús dijo, “Pon la otra mejilla… da a los que te pidan… camina la segunda milla.”
Lucas da un registro mucho más detallado en su evangelio e incluye el episodio que sirvió de trampolín para el Sermón del Monte de Cristo. Comenzó cuando un hombre se acercó a Jesús con esta petición. Maestro, habla a mi hermano para que divida la herencia conmigo (Lucas 12:13).
Esta fue la pregunta que trajo el completo discurso de Cristo respecto de las necesidades de esta vida. La respuesta de Jesús a la pregunta de este hombre fue, “Hombre, ¿Quién Me ha puesto por juez sobre ti?” Jesús no vino a arbitrar los asuntos de esta vida en lo que concierne a mamón, sino a traer y a modelar la vida y el sistema de valores de otro reino.
Si se mide con valores mundanos, este sistema de valores debe ser juzgado irresponsable y extravagante porque es una economía basada en un principio completamente distinto, no en los pesos y en las medidas sino en la generosidad.
Cristo dio a este hombre la siguiente advertencia, Guardaos de la codicia: porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de las cosas que posee (Lucas 12:14). ¡Espera un minuto! ¿Es que no debía este hombre recibir su herencia? ¿Es que no debía Jesús apuntar a la codicia del hermano por quedarse con la porción de éste? ¿Es que no es esto una ofensa totalmente legal?
Jesús no apuntó al mal sino que advirtió de la codicia, porque ése era el verdadero peligro. Habló una parábola para ilustrarlo aún más. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis
bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. (Lucas 12:16-21).
El valor de las cosas es determinado por una escala eterna. Jesús no fue movido por el sistema de valores de este mundo. Habría despachado rápidamente a los consejeros financieros cristianos de hoy día. Las riquezas, el prestigio o cualquiera de las otras galas de esta vida no pudieron moverle.
¡Él era rico para Dios! Después de haber exhortado a sus discípulos a no preocuparse por sus vidas, lo que comerían, ni por el cuerpo, lo que vestirían, Jesús dijo algo que bien podría sonar ridículo a los necesitados que había alrededor.
Porque la vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido (Lucas 12:23). Cristo está poniendo los valores del reino. Hoy, esos valores serían repudiados como una mayordomía pobre. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta.
¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.
Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. (Lucas 12:24-32)
Jesús está contrastando dos ambiciones. Las naciones del mundo buscan las cosas temporales de esta vida y no buscan el Reino de Dios. Estas dos búsquedas de la vida son diametralmente opuestas. El intento de armonizar ambas ha producido el estado de tibieza actual de la Iglesia.
Jesús pidió a esta gente pobre que hiciera algo impensable desde una perspectiva mundana. En lugar de buscar adquirir posesiones, Jesús les pidió que tomaran lo que tuvieran, lo vendieran, y lo dieran a los pobres. Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. (Lucas 12:24-33).
Cuando se trata de la economía de Caín y de Ham, Jesús es brutal. Él sabe que es necesaria una alianza radical de los corazones de los hombres antes de que puedan ser ciudadanos efectivos del Reino de Su Padre. O bien nos aliamos con las naciones del mundo, buscando primero las cosas de la tierra, o nos aliamos con Su Padre, buscando Su Reino.
Jesús estaba pidiendo a los pobres que entraran en la generosidad del Padre. ¿Qué clase de estilo de vida hippie es ésta? ¿A qué nos llama el Señor aquí? Él no llama a regresar al camino de Su generosidad, que precedió al pecado de Caín. Consideremos como se forjó esto en la primera Iglesia.
La Economía del Reino
Cuando llegó el día de Pentecostés en toda su magnitud, el Espíritu de Dios vino como un viento recio trayendo el Reino de Dios a los corazones de los hombres. Se añadieron tres mil a la iglesia ese mismo día. En un sentido real, nació una nación en un día.
Error moderno de concepto: la historia dice que se añadieron tres mil, no que los salieron a buscar o a evangelizar. Y eso nos lleva a otra duda: ¿Existe en la mente de Dios una idea tal como la de evangelizar o simplemente Él imaginó a un pueblo que con su conducta, su moral intachable y su honestidad a toda prueba, fuera un testimonio más que suficiente para que la gente se añada?
La comunidad de creyentes del primer siglo vivía por el Espíritu de Dios, los valores del reino, y permanecía en la palabras de Jesús, Vended lo que poseéis…” “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.
Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. (Hechos 2:42-47)
Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. (Hechos 4:32) Los que creían eran de un corazón y alma y por causa de esa unidad, ninguno se aferraba a sus posesiones, sino que las veían como propiedad del cuerpo completo de creyentes.
Cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio, desde ese momento tienen todas las cosas en común. SI la mujer ha adquirido una gran deuda, su deuda se convierte en la de él porque ahora son uno. El cuerpo de creyentes estaba tan unido en el amor de Cristo que no podían imaginarse acumulando para ellos mismos o ignorando la situación de los que estaban en necesidad en medio de ellos.
Vivían por la economía del Reino. Era necesaria una vigilancia constante para preservar esta economía celestial, protegiéndola de la codicia de Caín. Pablo escribió sobre esta lucha, Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.
Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis. (2ª Cor. 11:2-4)
¿Cuál era ese evangelio diferente? Pablo hablaba del mismo cuando escribió a Timoteo. Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. (1ª Tim. 6:3-5)
Fue el evangelio de GANANCIA o de CAIN el que procedía de otro espíritu y reflejaba a un Jesús diferente. Mira el contexto de los versículos siguientes: Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.
Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. (2ª Tesalonicenses 3:6-9)
Pablo estaba trazando la línea entre el ejemplo de ellos de no desear mamón y el camino de los falsos maestros que habían llegado a ellos. Fue este deseo del pan de ellos y de los bienes de ellos lo que Pablo calificó de desordenado en estos falsos maestros. Su esfuerzo personal para suplirse a si mismo trabajando en medio de ellos día y noche era el buen ejemplo. “Si alguno no trabaja, que no coma”.
¿Qué es Mamón?
El Señor ha estado hablándonos acerca del profundo enamoramiento en que ha caído la iglesia occidental con mamón, y de su profundo alejamiento de Cristo. El engaño de las riquezas ha minado nuestra perspectiva total del evangelio de Cristo.
¡Qué lejos hemos caído de las enseñanzas de Jesús! En Lucas 16:11-13, Jesús diferenció aún más la economía del cielo y la del mundo. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?
Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. (Lucas 16:11-13) ¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo, “No podéis servir a Dios y las riquezas?”
Es curioso que de todas las palabras griegas traducidas por riqueza y dinero Jesús escogiera ésta. Mamón es una palabra babilónica que significa riquezas, y se cree que era uno de los dioses de Babilonia. Jesús está indicando algo más que el dinero en todo esto.
Está diciendo que no puedes servir al Dios del cielo y al dios babilónico de la riqueza al mismo tiempo. Cristo está apuntando al origen del sistema del comercio, tal y como lo conocemos hoy día, y lo señala como un ídolo. La adoración de mamón toma los valores de la Babilonia mundana—buscando la cuña de oro y la finas vestiduras babilónicas, adaptando los pesos y las medidas para que los hombres puedan ser medidos, oprimidos y llevados cautivos.
Jesús vino declarando un Jubileo, Y esta es la manera de la remisión: perdonará a su deudor todo aquel que hizo empréstito de su mano, con el cual obligó a su prójimo; no lo demandará más a su prójimo, o a su hermano, porque es pregonada la remisión de Jehová. (Deuteronomio 15:2). La primera iglesia vivía en un continuo Jubileo.
La palabra medida (Hebreo nagas—presionar, atraer, oprimir, medir, ejercer una presión demandante) usada en el pasaje de arriba también aparece en Éxodo 5:6 en la que se traduce por capataces, refiriéndose a los que oprimían a los hijos de Israel durante la esclavitud en Egipto.
Nagas también es traducida como capataz (opresor en inglés) (Job 3:18), arriero (Job 39:7), y cobrador de tributos (Daniel 11:20). De la rebelión de Caín surgió un sistema de pesos y medidas que dio lugar al opresor, al cobrador de tributos y al capataz que mide y perturba a los pueblos de la tierra. En 1ª Samuel 22:2 leemos sobre un pueblo oprimido. “…
Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos (David); y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.” David fue el verdadero ungido de Dios y tenía un corazón dispuesto a hacer a Dios rey y no hacer una réplica del reino de Saúl.
Dios advirtió a los hijos de Israel que por haberle rechazado como su rey y por escoger un rey conforme al orden de las naciones paganas, muchos lamentos seguirían después. Dios los advirtió de la opresión que Saúl pondría sobre el pueblo. Sucedió tal y como Dios había advertido.
En breve los habitantes de la tierra estarían sufriendo el aguijón de los impuestos de su nuevo rey. Israel así lo había pedido. Dios quería que supieran que el rey que había pedido como los reyes de las naciones alrededor, sería movido por las mismas pasiones que animan a los reyes paganos, reyes como Caín y Nimrod. El subproducto social de tal ambición es nagas, opresión.
Bajo la dirección de Dios, Samuel los advirtió de las consecuencias opresivas de su elección: Dijo, pues: Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.
Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos.
Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos. Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día. (1ª Samuel 8:11-19)
Seis veces advierte Dios en el pasaje de arriba, “[Saúl] TOMARÁ”. A pesar de esta advertencia, el pueblo rehusó escuchar la voz de Samuel e insistió, “No, tendremos un rey sobre nosotros… ”Así, vinieron muchos de ellos oprimidos, a la cueva de Adulam a David, un pastor del modelo de Abel, el verdadero ungido de Dios.
David se escondía de Saúl, que como Caín, estaba furioso de que Dios hubiera favorecido a un hombre más que a él. Dios había favorecido y ungido a David y Saúl estaba amenazado por esa unción, por lo que se levantó para matarlo.
Isaías profetizó de la división terrible que traería el camino de Caín o la adoración de mamón, y de cómo corrompería y oprimiría al pueblo de Dios. Y el pueblo se hará violencia (nagas) unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el noble. (Isaías 3:5)
Esta adoración a mamón también se ve en la iglesia de Laodicea, que dijo, “Soy rico y no tengo necesidad de nada…” Estaban tan engañados que no podían ver que su verdadera necesidad, Jesús, estaba en pie fuera de la puerta, queriendo entrar. Se había desviado por el camino de Balaam. (Me pregunto si no habrá hombres, hoy, que estén por lo menos pensando lo mismo)
Los que sirven a mamón son como Saúl, toman y toman y toman, almacenan y almacenan, edifican y edifican, acumulan tesoros para sí y confían en sus graneros para el día de desastre. Dicen, “Soy rico, y no tengo necesidad de nada…”
Dicen a sus almas, “Alma, muchos bienes tienes para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate”. Pero, ¿Qué palabras tan aterradoras son estas? “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma y lo que has provisto ¿Para quién será? Así es el que hace para si tesoro, y no es rico para con Dios.”
Es interesante fijarse en que la iglesia Laodicea se veía a si misma rica, aumentada en bienes y sin necesidad de nada. Pero mira la descripción de Babilonia la Grande y lo que hay detrás de la puerta cerrada: …mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. (Apocalipsis 18:12-13)
Vemos una acumulación de riqueza constantemente creciente en la iglesia occidental. A los ojos de Occidente, lo más grande siempre es lo mejor. Del mismo modo que América ha seguido acumulando riquezas, así lo ha hecho la iglesia también.
Hoy, América tiene alrededor de un cinco por ciento de toda la población mundial, pero tiene también alrededor de un ochenta y cinco por ciento de la riqueza mundial. Al aumentar la riqueza en ella, su benevolencia y su entrega hacia las naciones pobres ha ido cada vez a menos.
Lo mismo es cierto de la iglesia americana. Cualquiera que haya servido en un diaconado, sabe que un mínimo porcentaje de los ingresos de la iglesia se da a los pobres y necesitados de la comunidad y a las misiones en el extranjero.
Yo, Michael, pasé algún tiempo en Guatemala trabajando en un orfanato cristiano. Estos niños precisos tocaron de veras mi corazón, aunque la pobreza de estos queridos pequeñitos santos de Dios no era ni mucho menos tan grande como la de los que viven en las calles de la ciudad de Guatemala.
Después, regresando de otro viaje a América Central, el hermano que me llevaba por Los Ángeles, quiso llevarme a una excursión corta para ver la famosa ciudad cristiana de cristal, edificada alrededor de un famoso predicador de la televisión. El contraste entre esa pobre nación del tercer mundo y lo que se había edificado en el nombre de Jesús, me enfermó el estómago.
La puerta de este sistema de iglesia Laodicea no está solo cerrada a Jesús, guardando sus riquezas en su interior, sino en contra del “más pequeñito de éstos”. Acumulamos bendición tras bendición sobre nosotros e ignoramos la situación de nuestros hermanos y hermanas en el tercer mundo.
Esto es una afrenta al evangelio de Jesucristo. Jesús contó a muchos una parábola de Su Padre teniendo problemas con los siervos y el control del dinero. La tacañería y el control exhaustivo de esa riqueza parecían ser un mal común entre ellos. Lo mismo sucede en la iglesia de estos últimos días. Damos una moneda de ofrenda a los pobres para que ofrezcamos un mal aspecto.
Pero, ¿Quiénes son los que viven en casas preciosas, conducen coches muy caros, las viudas y huérfanos o los así llamados benefactores que querrían ser reyes? Si nunca has dedicado un tiempo corto a una misión entre los pobres del tercer mundo, deberías. Si tienes el corazón de Cristo, te cambiará la vida para siempre.
Jesús dijo, : De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. (Mateo 25:43-45) Fíjate en la respuesta de las cabras al contestar al Señor. “¿Cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel y no te servimos?”
Fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
Ofrendaban e incluso ponían un par de dólares en la ofrenda especial para las misiones, pero NO eran buenos administradores de lo que Dios les había dado. Pensaban que el dinero que daban ciegamente a los cofres de la iglesia iba todo a una buena causa.
Pero esto no es buena mayordomía. Somos responsables de cómo se gasta el dinero que damos. Está claro en el Nuevo Testamento que el corazón de Dios no es dar grandes salarios a los que gobiernan las iglesias ni tampoco castillos desde los que estos reyes puedan reinar. (Adscribo totalmente a esto que has leído: “Somos responsables de cómo se gasta el dinero que damos”. Guste o no guste, así es).
El corazón de Dios es cuidar de las viudas y huérfanos, los más bajos, no los mayores (Santiago 1:27). Creemos que la obra engañosa de este dios falso llamado Mamón es minar el evangelio de Cristo en Occidente y ha dado lugar para todas las otras perversiones que están barriendo la iglesia y los líderes en este tiempo. La razón de esto es bien simple. “Donde esté tu tesoro, ahí estará también tu corazón” (Lucas 12:34).
Fuera de la Casa
Últimamente el Señor nos ha estado diciendo que salgamos y nos unamos a Él entre la gente sin iglesia del mundo. Fuimos a Casper, Wyoming, el mes pasado y ministramos a la gente de la calle y los pobres de esa ciudad.
Recientemente fuimos a Missoula, Montana, y nos encontramos con un amado hermano en Cristo que trabaja entre los jóvenes americanos nativos en prisión de ese estado. Se llama Bud Heringer. Esa visita ha cambiado nuestras vidas.
Bud nos estaba compartiendo como ha encontrado la presencia del Señor entre los ochlas, las multitudes marginadas. Cuando sirve a estas personas rechazadas de nuestra sociedad, siente la presencia del Señor y conoce la provisión del Señor cuando Le obedece y es una voz y manos para Jesús… el mismo que dijo, “Cuando estaba hambriento, me distéis de comer, cuando tuve sed, me distéis de beber, cuando estaba enfermo o en la cárcel, me visitasteis, cuando estaba desnudo, me vestisteis… lo que hicisteis al menor de estos pequeñitos, a Mí lo hicisteis.” ¡Jesús estaba entre los ochlas hace dos mil años y sigue ahí hoy!
Hay muchos pasajes sobre Jesús y las multitudes en los evangelios, pero éste es el pasaje al que me guio el Señor cuando regresamos de nuestro viaje a Montana: Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. (Mateo 13:1-2) Los que tienen el corazón de Cristo van a ser hallados fuera de la casa, entre las multitudes. La palabra traducida por multitudes en Mateo 13:2 es: Oclov ochlos {okh´los}
Una muchedumbre.- 1 a) Una agrupación fortuita de personas.- 1 a 1) Una multitud de hombres que se han agrupado en algún lugar.- 1 a 2) Una multitud.- 1 b) Una muchedumbre.- 1 b 1) La gente corriente, en contraste con los gobernadores y los líderes.- 1 b 2) con desprecio: la multitud ignorante, el populacho.- 1 b 2) una muchedumbre.- 1 c 1) Las multitudes, parece denotar tropas congregadas sin ninguna clase de orden.
¿Quieres sentir la presencia de Jesús? Ahí es donde lo vas a encontrar, no en el monte santo ni en los templos del sistema caído de la iglesia de hoy día. ¡Él está TODAVÍA entre la gente corriente! La Iglesia todavía está sujeta junto a la playa, en los parques o en las tabernas (¡Dios no lo quiera!).
Lo encontrarás donde esté esa oveja perdida, no con las noventa y nueve, guardadas con toda seguridad en el albergue de algún pastor. Él está con la gente corriente que sabe que es pecadora y que tienen necesidad de Él. Jesús nunca atacó a las rameras, pecadores, cobradores de impuestos o las masas.
Pero si tuvo palabras muy duras para la élite religiosa que deseaba gobernar sobre ellos. Hace unos días, salimos de nuevo de la casa y nos sentamos junto al mar de los sin iglesia. Nos llevó a dos cafeterías, nos sentamos, y esperamos que Él nos diera las citas divinas, cosa que Él hizo.
Estaba Craig, de Indiana, que se encontraba en sirviendo a su madre moribunda. Nosotros éramos sus amigos. También estaba Tyler, que fue todo oídos cuando el Señor puso a George a contarle que el Reino de Dios no era una religión, sino una familia en la que Dios era el Padre, Jesús el Hijo, y los demás, hermanos y hermanas en Cristo.
Fue tocado con la sencillez del evangelio real. Dios dijo que Él era padre para los huérfanos y Marido para las viudas. Hay mucha gente “sin padre” en las calles de este mundo, y, ¿sabes qué? ¡AHÍ es dónde Jesús está AÚN! Él está con las “multitudes”, los ochlas.
Si, estando en una de estas cafeterías, pasamos media hora con una joven mormona cuya compañera estaba en el templo en Salt Lake, escuchando a su gran profeta. Compartimos la verdad con ella que los que Le adoran, ya no lo hacen en el templo ni en la montaña, sino en espíritu y en verdad.
Y también que ese mismo Espíritu le daría la unción para que no necesitara que ningún hombre siguiera enseñándola, sino que Él la guiaría a toda la verdad. Creo que George y yo regresaremos y nos encontraremos fuera de la casa cada vez con más frecuencia de ahora en adelante, mezclándonos con “la gente corriente, en contraste con los gobernantes y los líderes”. (mira la definición de multitudes). Estamos cansados de palabras insolentes con gente religiosa. Por favor, orad que escuchemos Su voz al derramar nuestras almas hacia las multitudes hambrientas fuera del campamento (lee Isaías 58).
Después del gran avivamiento, la iglesia comenzó de nuevo a salir de la casa llevando el evangelio a los perdidos de este mundo. El siglo dieciocho se caracterizó por la fundación de muchas organizaciones misioneras encabezadas por hombres y mujeres que tenían visión por las multitudes perdidas y moribundas de la tierra.
Muchos hombres y mujeres desde 1600 hasta 1800 dejaron su marca sobre la tierra alcanzando a los pobres y necesitados. Pero la mayor parte de los últimos 1700 años la iglesia institucional se ha escondido detrás de su puertas de roble y Jesús ha quedado fuera pidiendo la entrada.
(Apocalipsis 3:17-20). Este último siglo ha marcado un gran declive en el trabajo misionero de las iglesias y de sus líderes por salir más allá de sus puertas y de los refugios seguros que han edificado en el mundo libre.
El siglo XX culminó con iglesias que se alimentaban a si mismas y que almacenaban riquezas para si en un énfasis continuo por “derribar los graneros y edificarlos mayores” con el fin de poder almacenar más (lee Lucas 12:13-21).
Lo triste es que tal y como dice Apocalipsis capítulo 3, ¡SON ricos, aumentados en bienes, y DE HECHO SE VEN a si mismos sin necesidad de nada! Han acumulado riquezas para sí ignorando la situación de los pobres no solo en América sino en el tercer mundo.
Creemos que Jesús sigue en pie ahora, fuera de las puertas de la cristiandad, mendigando con un sombrero en la mano para que Le dejemos entrar en nuestra iglesia. Muchos hemos salido a Él y creedme, ¡Es un mundo completamente distinto ahí fuera!
Pero cuidemos no sea que cambiemos nuestros grandes edificios de iglesia por otros más pequeños, al empezar a congregarnos por las casas. Cuando nos escondemos detrás de puertas cerradas de cualquier tamaño, dejemos fuera a Jesús. Su corazón está ahí fuera, con los ochlas.
De hecho, personalmente estoy convencido que esto va mucho más allá de lo que vemos, oímos o sabemos. Esto es de nea índole espiritual. El que recibe luz divina y lo ve, se mueve y sale del campamento. El que no recibe esa luz, se mantiene en el campamento y quiere saber por qué hay que salir. Y aunque se lo expliques con lujo de detalles, jamás lo entenderá.
¡Sube Acá!
Después de que Juan viera el estado despreciable de las siete iglesias caídas en los capítulos dos y tres del Apocalipsis, vio a Jesús en un nuevo lugar. Ya no estaba caminando entre los siete candeleros de las siete iglesias fuera de la puerta de la iglesia de Laodicea.
Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas. (Apocalipsis 4:1) Es sorprendente como la verdad de Dios entra en perspectiva completamente una vez que te bajas de tu banco y comienzas a caminar en fe.
Era la voz de Jesús (lee Apocalipsis 1:10 y 11) llamando por una puerta abierta en el cielo como una trompeta convocando a un ejército a la acción. También llamaba a Juan, “Sube acá…” Si REALMENTE quieres conocer lo que el Espíritu está haciendo en el mundo hoy, tienes que salir fuera del campamento con Él y llevar su vituperio como despojo de entre tu propio pueblo y sistema de iglesia que rehúsa seguir como ÉL lo hizo (lee Hebreos 13:12-16). Donde estaba Jesús siempre se encontraban las multitudes de los privados del derecho a voto. ¡Y dónde están los privados del derecho a voto, es donde Jesús sigue estando!
¡Elvis ha abandonado el Edificio!
Hay una historia que cuenta que en un concierto de Elvis Presley, la multitud estaba sentada esperando que Elvis volviera para cantar otra. Vitoreaban, hacían palmas y gritaban, “¡Otra!, ¡Otra!” pero Elvis no aparecía. Finalmente saló el presentador al escenario y dijo las palabras hoy día famosas y frecuentes, “¡Elvis ha abandonado el edificio!” ¡
Jesús ha abandonado la casa! Los que permanecen dentro de la casa discuten sobre la Biblia, y hacen doctrinas que puedan usar para atar unos a otros, intentando pisarse unos a otros mientras discuten quién debe ser el primero. Y mientras tanto, alaban a Jesús y dicen, “¡Otra!, ¡Otra!,
¡Envía un avivamiento a nuestra iglesia!”. Son como Caín. Con una mano hacen sacrificios a Dios y con la otra se levantan matándose abiertamente la vida espiritual unos a otros a través del control. Hoy día, Los hombres y mujeres de la iglesia claman por títulos y reconocimiento en lugar de buscar el título y la posición que Jesús ha permitido… el título de… ¡doulos!
“Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo (doulos); como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” ¡La palabra traducida por “siervo” en el versículo de arriba significa eso exactamente! Mira de cerca su significado: Doulov doulos {doo’-los}
Esclavo, siervo, hombre de condición servil 1 a) esclavo, siervo, hombre de condición servil 1 b) metaph, el que se entrega a la voluntad de otro. Aquellos cuyo servicio es usado por Cristo para extender y avanzar su causa entre los hombres. 1 c) entregado a otro ignorando sus propios intereses ¿Puedes encontrar títulos de estima aquí? ¿Y vestiduras de los “hombres santos”? ¿Púlpitos y plataformas elevadas? ¿Casas bonitas, coches buenos? ¡Con toda certeza deben estar dentro de esta definición! Hmmm.
En una ocasión escuché este relato: “Un hombre pordiosero entró a una moderna y lujosa iglesia cuando todavía no había nadie, sólo los ayudantes preparando todo y los músicos afinando sus instrumentos. El mendigo fue y se sentó en la primera fila, en una cómoda butaca.
En un momento dado comenzó a ingresar gente, y allí el mendigo fue invitado “gentilmente” a correrse hacia atrás, ya que esas butacas, -le dijeron- estaban reservadas para las autoridades de la iglesia. El hombre fue pasando de fila en fila, a medida que llegaban los propietarios de los lugares, hasta concluir de pie, al final, junto a la puerta.
Amargado salió del templo, cruzó la calle y se sentó en un banco de un parque que había enfrente. De pronto vino el Señor, se sentó a su lado, le pasó una mano por sobre el hombro y le preguntó: ¿Por qué estás triste? ¡Porque no tengo lugar en esa iglesia!, fue la respuesta del pordiosero. A lo que el señor lo miró con una sonrisa comprensiva y le dijo: “No te preocupes, ¡Yo tampoco!”
“¡Someteos, Someteos!, claman ellos”
Los que quieren ser conocidos como los líderes dentro de la casa quieren que te sometas a ellos y a su liderazgo. Como Jesús dijo de los fariseos, “Bien hacéis en hacer como os dicen, pero no hagáis lo que ellos hacen. Porque dicen una cosa y hacen otra”.
Si los “líderes” que quieren que los sigáis y os sometáis a ellos son realmente esclavos junto con vosotros, si están verdaderamente entregados a la iglesia ignorando sus propios intereses, si se entregan a vosotros en vuestras necesidades y al mismo nivel, en lo espiritual y en lo temporal (por cierto, eso fue lo que hizo exactamente el famoso apóstol Pablo), cabe la posibilidad de que Cristo more en ellos y entonces podréis seguir su ejemplo y hacer como ellos hacen.
Pero si esa persona es exigente y controladora y su actitud es la de “debes reconocer quien soy yo en esta iglesia” o “yo soy quien manda aquí, tienes que hacer como yo diga porque yo soy uno de los cinco ministerios”, puedes estar seguro de que no hay un doulos y que éste no tiene lugar en el verdadero liderazgo de iglesia. ¡Lo que necesitan es arrepentirse!
¡Mira lo que precedía a las palabras de Jesús en el pasaje de arriba de Mateo! Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís.
¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre.
Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. (Mateo 20:20-24) La búsqueda de la posición… es tan de iglesia, pero beber su copa no. Fíjate que ella pidió a Jesús que ordenara que sus dos hijos recibieran posiciones elevadas.
¡No lo hizo entonces ni ahora tampoco ordena Jesús que nos sometamos a los que les gustaría ser como los reyes de los gentiles en la iglesia hoy día! Si vas a sacar algún pasaje del Nuevo Testamento que diga que el laicado debe someterse al clero, entonces deberías sacar tu concordancia y buscarlo.
Nosotros ya lo hemos buscado y muchos de estos pasajes han sido traducidos incorrectamente para dar poder al rey de forma que las masas pudieran ser controladas y gobernadas por medio de los obispos de las iglesias. Incluso muchas de las nuevas traducciones prosiguen con las tradiciones de la Biblia King James.
Amigos, esa clase de autoridad vertical no se encuentra aquí, y ni tampoco pertenece a la ekklesia de Jesús, el siervo de todos. Mira el versículo veinticuatro. Cuando te encuentres con esa clase de supuestos líderes que exigen personas para someterlas a ellos y posiciones y títulos para poder gobernar la ekklesia de Dios, lo que queda es conflicto e indignación.
¿Quieres que la gente te siga? Entonces arrepiéntete de tu mentalidad de enseñoramiento, sal de la casa, mézclate con las masas de ovejas perdidas y simplemente, sé una más entre ellas. Así es como Hudson Taylor comenzó en China.
¡Así es como David Wilkerson comenzó en la ciudad de Nueva York y mira lo que sucedió! Así es como una muchacha inglesa de dieciocho años llamada Jackie Pullinger Tu comenzó en Hong Kong hace veinte años sirviendo a los drogadictos y prostitutas en la vieja ciudad amurallada.
De lo que hemos podido aprender, la Madre Teresa tenía el Espíritu de Cristo y estaba caminando entre las multitudes desheredadas de Calcuta. Nunca fue lo suficientemente buena para vendar las heridas de un leproso o para cambiar pañales. Quería estar donde estaba Jesús.
Así es como comenzó Jesús y también acabó la carrera en Israel, caminando entre las masas sin reconocimiento en el sistema de iglesia de hace 2000 años. Fue crucificado entre dos ladrones. No necesitaba un título. Murió con una placa que decía, “Rey de los Judíos”. “¡Bendito sea el Hijo de David!”, clamaban.
“¿Es él el profeta?” ¡La gente LE decía quién era! ¡Haz tu labor! ¡Al infierno todos los sistemas jerárquicos de los hombres! De ahí es de dónde salió todo esto, ¡Que vuelva ahí mismo! ¡No te aferres a ello… o descubrirás que vas camino de su mismo destino!
Quiero compartir una nota pequeña que me dio una hermana con la visión por los ochlas que todo verdadero doulos de Dios debe tener y que es salir de la casa para hacerlo: “¡Amén, hermano! Tenemos que ir donde está la gente. Estoy tan cansada de calentar un banco.
Bueno, no puedo hacerlo más. Sería pecado. Mientras estaba en las Filipinas, caminaba por el mercado, inundado de gente. Toda clase de gente y yo pensé, “Así es como era en los días de Jesús. Gente sucia y pobre, ciegos y cojos, junto a las prostitutas y los homosexuales pasando a tu lado. Y yo podía sentir a Jesús. Y pensé cómo Él pudo alcanzar a todos ellos y sanarlos.
Por favor, orad por mi cuando venga a este lugar y trate de hacer las obras de Cristo”. Puedes creer que mis oraciones están con alguien así. ¡Así que salid ahí fuera y mezclaos, amigos! Jesús todavía está en esta tierra y quiere usarte para amar a los perdidos, a los enfermos y a los desheredados heridos que temen oscurecer las puertas de una iglesia en la que pueden volver a ser heridos.
Lo que hagáis a uno de estos pequeñitos, a Él lo hacéis. Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODAS TUS FUERZAS, Y CON TODA TU MENTE; Y A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO.
Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. (Lucas 10:25-37)
En Resumen
¿En qué punto terminó la Reforma? ¿Cuál es la fecha de su final oficial? ¿Cuándo alcanzamos la restauración de todas las cosas? ¿Es que no hay necesidad de más cambio? Aunque muchos grupos sectarios consideran que la reforma terminó con su movimiento denominacional en concreto, lo cierto es que la Reforma no ha terminado aún. ¡Continúa!
Avanza en un progreso que comenzó de hecho inmediatamente después de la caída de Adán y Eva. La cuestión es, ¿seguiremos el ejemplo de los santos que nos han precedido? ¿Haremos como ha hecho Dios y abandonaremos el viejo orden del templo?
¿Saldremos a encontrarnos con Él en fe como hicieron Abraham y Melquisedec? ¿O haremos como hicieron los ancianos de Israel, aferrándonos al viejo orden de adoración, inclinando nuestro cuello y resistiendo a Aquel que viene a guiarnos a Su Luz admirable? ¿Iremos a Él?
¿Sufriremos Su vituperio fuera del campamento? ¿Escucharemos, como Abraham, el llamado de Dios? ¿Abandonaremos todo lo que rehúse expresar Su gloria para buscar esa ciudad que sólo Él puede edificar? ¿Creeremos las palabras de Jesús y buscaremos solo la economía del Reino de Dios, rechazando al dios mamón?
¿Dejaremos que el Espíritu Santo nos guíe a través de esta mezcla profana que ha llevado a la iglesia a su condición actual de impotencia? ¿Estamos llamándote a seguirnos en un Nuevo Éxodo? ¡No definitivamente! ¡Nosotros no somos los libertadores de nadie!
Como Juan en el desierto rehusó tomar un título para si mismo, sino que cuando fue presionado por los líderes Judíos, dijo, “Soy la voz de uno que clama en el desierto, diciendo, enderezad los caminos del Señor”, ése es nuestro llamado y exhortamos a los fieles de Dios a moverse otra vez libremente y a obedecer el llamado de Su Espíritu. Jesús—el profeta como Moisés, sigue hoy llamando.
Sigue liberando a los cautivos. Él sigue diciendo, “Seguidme”. Él está dirigiendo el gran éxodo final y los que salgan a Él, una vez más se encontrarán fuera del campamento. Dios siempre está llamando al hombre hacia una relación más alta con Él mismo en Cristo.
Para que esto suceda, debemos estar dispuestos a dejar atrás todo lo que una vez amamos. Incluso las cosas buenas que Dios ordenó un día pueden estorbarnos si dejamos que adquieran más significado para nosotros que seguir al llamado de Su Espíritu.
La naturaleza del alma del hombre en su necesidad de tener una ciudad permanente o incluso edificios para la adoración aquí en la tierra, ha resistido la dirección del Espíritu de Dios a lo largo de los tiempos. Dios dejó claro desde el principio que Su única casa espiritual era la hecha con piedras vivas, los que de verdad Le aman y Le siguen sólo a Él.
Os desafiamos a cada uno de vosotros a escuchar la voz del Espíritu de Dios en vuestro interior y a obedecerle a Él y no a las tradiciones de los hombres que mantienen cautiva a tanta gente. Haced solo aquellas cosas que Él os pida. Si Él dice que os quedéis, quedaos, pero si Él dice que salgáis a Él, entonces salid solo a Él.
Hay un llamado continúo hacia arriba para los santos de Dios. A todos los que oigáis Su llamado, ¡Bienvenidos al nuevo éxodo! Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra. (Oseas 6:3).
He tratado de no participar más allá de lo aconsejable, aún preservando lo que es el estilo que tú ya conoces de esta ventana. Sin embargo, no he podido evitar sacudirme lo mismo que tú por leer cosas que, si bien tanto tú cómo yo las pensamos, y aún hasta con cierta elegancia y algún que otro eufemismo comentamos, aquí encontramos con todas las letras y llamándolas por su nombre auténtico, sin fraseología de ocasión.
No conozco en su totalidad la obra de sus autores, y no soy quien para determinar si están caminando por donde deben o no, (Demasiado trabajo tengo en evaluar mi propio caminar) No obstante, en este trabajo puntual, no puedo menos que estar en total y absoluto acuerdo, independientemente de algunas cuestiones de formula que no inciden en la apreciación general.