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Deja que tu Biblia Hable…

Te lo vengo diciendo hace bastante: espiritualmente, este es un tiempo distinto al anterior a la pandemia. Ya no llegan las predicaciones donde les contábamos con humor a nuestros sacrificados oyentes mil y una anécdotas personales. Este es tiempo de ejecución y, en la difusión de la Palabra de Dios es obligación ser concreto, sobrio, puntual y preciso. Y esencialmente, no salirnos de lo que nuestra Biblia dice para inventar formas de expresión más modernas y aptas para la moda. ¿Quieres hoy recibir palabra de dirección, bendición y dirección? Toma tu Biblia y sígueme. Aprenderás algo nuevo, reforzarás lo que ya sabías, tendrás que modificar alguna enseñanza antigua o, lo más complicado, tendrás que cambiarla por lo opuesto. Carta de Pablo a los cristianos de Roma, capítulo 8, completa.

(Romanos 8: 1) = Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Para poder entender esto que Pablo dice aquí, hay que saber que en el final del capítulo 7, él dice ni él mismo con su mente sirve a la ley de Dios, sino que sirve con su carne a la ley del pecado. Pablo. Lo que les está asegurando es que, los que viven UNIDOS a Jesucristo, no serán castigados. No dice a los que creen, hablan, predican, sirven o hacen culto de adoración, dice a los que están UNIDOS a Él. ¿Y cómo se hace para estar UNIDO a Cristo? (2)  Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Hay una ley del Espíritu que nos libra de la ley del pecado. La pregunta práctica, hoy, es: ¿Es posible eso? Sí, pero piénsalo así: tú, joven, cuando estás en la iglesia orando, cantando o adorando, Cristo está unido a ti y eso es fantástico. Pero cuando te vas con tus amigos no creyentes y lo sigues en algunas de sus “cosas”, Cristo sigue allí, unido a ti. Si no sientes vergüenza por eso, ¡Gloria a Dios! Si sientes vergüenza, entonces cambia ya, ahora mismo.

(3-4) Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Ficción para explicar esto: Alguien inventó unos bichitos y los llamó hormigas. Ellas empezaron a vivir y el creador se gozaba mirándolas. Un día, vio que todas iban en fila y caían a un pozo con fuego donde se quemaban. Puso su mano para pararlas, pero ellas se la rodeaban y seguían. Les hablaba, pero ellas no escuchaban. No las podía agarrar con sus enormes dedos porque las mataba. Entonces tuvo una idea: se convirtió en una hormiga como ellas y se paró frente al pozo y les dijo: ¡Vuelvan! ¡Si siguen por esta senda es camino de muerte!

(5) Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Esto es dos más dos, examínate ahora mismo. ¿Qué es lo que ocupa tu pensamiento la mayor parte del tiempo? Ya tienes tu respuesta. Ahora entiende lo que te espera: (6) Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Clarísimo. Si te ocupas y preocupas mayoritariamente en las cosas de la carne, espiritualmente vas a ir muriéndote de a poco. Y quedarás demasiado vulnerable. Si te ocupas de las cosas del Señor por encima de las de la carne, tendrás Vida Abundante y Eterna, y esencialmente Paz. ¿Será este un legalismo de Dios? No, te lo explica: (7-8) Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Tú puedes militar en la mejor ONG de ayuda a los pobres, pero si no estás en Cristo, todo lo que digas y hagas con eso, aunque a todo el planeta le parezca excelente, Dios te lo aborrecerá. Así está escrito. Él aborrece, siente rechazo, aversión, por las obras de la carne. TODAS. ¿Y qué de nosotros los que pensamos ser creyentes genuinos? (9) Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Detalle especial: tú puedes vivir según el Espíritu Santo y no tu carne, si es que ese Espíritu está morando en ti. Si crees en Dios y en Jesucristo, pero no terminas de aceptar al Espíritu Santo como guía a toda verdad, encajas en lo último que leemos: si alguno no tiene al Espíritu Santo morando en su interior, no es de Jesucristo, aunque se lo pase todo el día hablando de Él, contando sus maravillas y proclamándolo. El justo vive por su fe, no por sus palabras.

(10) Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. Esto ha sido y sigue siendo lo más complejo de entender para el creyente promedio. Si Cristo vive en mí, mi cuerpo está muerto. ¿Sigo bebiendo alcohol? ¿Consumo alguna clase de droga? ¿El sexo es un permanente tormento para mi vida? Me temo que, si me sucede algo de esto, mi cuerpo no está muerto y, por consecuencia, el Espíritu no puede reinar en mi vida. Si una copa, una hierba o un cuerpo de mujer me impide ser puro, tendré que pelear la buena batalla para vencer todo eso y, entonces sí, proclamarme más que vencedor en Cristo Jesús. De otro modo, sólo será un alarde de palabra.

(11) Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. ¿Quién levantó a Jesús de entre los muertos? El Espíritu Santo de Dios, ¿Verdad? El mismo Espíritu que hoy debería estar morando en ti y en mí. ¿Por qué no vivificaría nuestros cuerpos mortales como lo hizo con el de Él? (12) Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; (13) porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Eso nos quiere decir, entre otras cosas, que si bien debemos honrar a nuestros padres carnales, no somos deudores de ellos por nuestras vidas, sino del Dios que sopló en nuestra nariz aliento de vida cuando todavía ni siquiera éramos un minúsculo feto. Esto te deja en evidencia que, andar en el Espíritu, es mucho más coherente y lógico que andar en la carne.

(14) Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Cuidado con esto, deberás leerlo con cuidado y entendiendo. No te está diciendo que todos los seres humanos que habitan el planeta son hijos de Dios. Tampoco que todos los que digan o aseguren haber recibido la llenura o bautismo del Espíritu Santo. Los primeros son creación de Dios, pero no muy distinta a la creación del reino animal. Sin Dios, el hombre es un ser humano. Con Dios es un hijo de Dios, pero sólo puede acceder a tamaño honor y calidad, si se deja guiar por su Espíritu Santo, y no por los deseos de su carne o la voluntad de su mente. (15)  Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! No fuimos gestados por el Espíritu Santo, por eso debemos recibir Su Espíritu y convertirnos en sus hijos por adopción. Eso va a eliminar en nosotros, entre otras cosas, al peligroso espíritu de miedo como producto de sabernos pecadores perdidos.

(16) El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Entiende; el Espíritu Santo de Dios, cuando mora en ti con tu aprobación, da testimonio a todos los demonios que tú eres un hijo de Dios y, por lo tanto, intocable para todos ellos. Al mismo tiempo, le hace saber a tu espíritu humano, que eres lo que eres, un hijo de Dios y que no puedes hacer ningún negocio por menos que eso. (17) Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Dime con toda sinceridad, ¿Te consideras hijo de Dios? ¿Sí? ¡Aleluya! ¿Y heredero de todo lo que es patrimonio de Dios Padre? No me digas nada, sabes que también, pero es un poco más complicado imaginarlo, ¿Verdad? Y ni hablar si pensamos que somos coherederos con Cristo, que es como decir en nivel similar al de Él, sólo rebajado por su calidad de primogénito. Como seré de religioso todavía, que cuando oigo o leo a alguien que habla de Cristo como “nuestro hermano” mayor, me choca. ¿Y sabes qué? ¡Es verdad!

(18) Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Aquellos que se creyeron esa promoción barata e irresponsable que muchos evangelistas han desparramado en sus campañas, y que decía que los cristianos no tenían por qué sufrir porque ya Cristo había sufrido por todos, deberían leer esto con todo cuidado. Dice que “las aflicciones del tiempo presente” no son comparables con la gloria futura. Todo verdad, pero con la salvedad no menor que no es ni descabellado, ni producto de pecado, ni castigo de Dios que en este tiempo los creyentes estén pasando por alguna clase de aflicción. No somos del mundo, pero vivimos en él. (19) Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Atención con esto; no te dice que a la creación en su conjunto “le agradaría”, o “vería con interés”, o “ se sentiría feliz” de poder ver con sus propios ojos la manifestación a full de los llamados hijos de Dios. Dice que es un Anhelo ardiente.

Un anhelo es un deseo ferviente de conseguir alguna cosa, algo que por su potencia mental, te quita el sueño y no te deja concentrar ni razonar. Si a eso le añadimos que el deseo es ardiente, entonces vemos que el fervor da paso consigo a la vehemencia y la pasión. Eso, así como lo lees, es lo que el mundo secular, incrédulo, impío y pecador, espera de todos nosotros. Nada menos. ¿Motivos? (20) Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; (21) porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. ¿Por quien o quienes piensas que la creación h a sido sujetada a vanidad? En gran parte, por su propia carnalidad. Desde la ciencia misma, dueña de enorme respeto social, con sus implementaciones psicológicas para fortalecimiento del Yo y en contra de la baja autoestima, han contribuido bastante para ello.

Pero obviamente que no es eso solamente. La vanidad también tiene un alto contenido de libreto satánico. Y aquí es donde coincide con esa expresión que dice: no por su propia voluntad. Veamos: ¿Quién o qué puede adueñarse de la voluntad del prójimo? La hechicería. Desde el ocultismo, con sus prácticas añejas de brujos y curanderos, y desde la ciencia de la oratoria, con la manipulación emocional de masas, algo que nos guste o no, también hizo pie y con fuerza dentro de la iglesia. Todo esto por causa de pertenecer a Cristo, pero con la esperanza fiel y fundamentada de que en algún momento toda forma de esclavitud a cualquier forma de corrupción, no sólo será descubierta, sino además batallada, vencida y convertida en libertad gloriosa para todos los hijos de Dios, porque con ellos se está hablando aquí. Con los hijos del Rey, no con gente religiosa que ni siquiera lo conoce de verdad a ese Rey.

(22-23) Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Que la creación gime, no es novedad, lo vemos a diario donde quiera que sea nuestra residencia y cualquiera sean las causas. Ahora bien; cuando dice que esa creación está con dolores de parto, eso significa que son dolores que no puede evitar, pero que preanuncian algo bueno, como es el nacimiento de un ser. Cuando añade que nosotros mismos, los hijos de Dios, también sufrimos esos dolores, entonces estamos siendo testigos del inminente nacimiento de algo que hasta aquí no estaba con nosotros. Primero fue Moisés, luego fue David, más tarde Jesús y finalmente todos nosotros, Su Cuerpo. ¿Y ahora? ¿Qué es lo que está naciendo? Tengo una sola certeza: una iglesia genuina y ni parecida a la que conocemos.

(24) Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿A qué esperarlo? Si estás enfermo y tienes esperanza que el médico te sane, dale el nombre que quieras a ese sentimiento, pero no Esperanza. Porque la esperanza es una reiteración de Hebreos 11:1, certeza de lo que esperamos, convicción de lo que no vemos. Porque ya fue escrito que no andamos por vista, sino por fe. A lo que aquí y ahora estamos añadiendo que tampoco andamos en la carne, la mente o la voluntad, sino en espíritu y Verdad. (25) Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Me pregunto cuántos de nosotros hemos demostrado contar con la paciencia necesaria e indicada para aguardar algo que necesitamos pero que todavía no vemos materializarse. Los que creen no estar a la altura, les recuerdo que la paciencia es un fruto del Espíritu Santo que se nos entrega como resultado de nuestro amor al Padre, al Hijo y al Espíritu. El verso siguiente lo confirma.

(26) Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Una pregunta impostergable porque según lo que te hayan enseñado, será tu respuesta. ¿Qué entiendes por interceder con gemidos indecibles por parte del Espíritu Santo para con nosotros? Tengo una respuesta, el mismo Espíritu te dirá si es o no correcta. ¿Tienes don de lenguas? ¿Sabes para usarlo en qué y cuándo? Cuando no sabes qué pedir que se alinee con la voluntad de Dios. Suelta tus lenguas y el Espíritu dirá lo que deba decir y no lo que tu carnalidad suponga que debe decir. (27) Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. ¿Quién es el que escudriña los corazones? Dios. Por lo tanto, Él sabe perfectamente lo que necesitas, que seguramente coincidirá con lo que el Espíritu dice a través de tus lenguas.

(28) Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. ¿Puedo confesarte algo? Este versículo y su deficiente utilización fue el detonante que me llevó a examinar este capítulo de Romanos. Porque, veamos: ¿Cuántas veces escuchaste a distintos cristianos que vivían alguna crisis negativa, decir que no interesa, total a nosotros todas las cosas nos ayudan a bien? ¿Acaso eso es falso? No, no es falso, pero como otras cosas que vienen de Dios, tiene condiciones. Ya lo vinimos desarrollando, eso se llama Contexto. Primero: dice que eso sucede con los que aman a Dios, no con todos los que van a un templo. Quedó claro también que es para los que al menos pelean la buena batalla para andar en el espíritu y no en la carne. Y en tercer término, también es para los que llegado el momento y la necesidad, apelan al Espíritu Santo como genuino guía a toda verdad, ya sea por revelación, por poder sobrenatural o por utilización del don de lenguas. Para esta clase de creyentes es válido eso de que todas las cosas que les suceden, les ayudan a bien, sea lo que sea. Y ahora súmale todo lo que sigue.

(29) Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. (30) Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Me crees si te digo que estos dos versículos, interpretados de un modo muy particular, dieron origen a una doctrina muy difundida y hasta puntuales denominaciones evangélicas? Simple. La Biblia no fue escrita ni para el mundo incrédulo ni para un hombre o una mujer, fue escrita para la iglesia genuina de Cristo en la tierra. Por lo tanto, la que está predestinada es la iglesia, no el hombre. El hombre, en todo caso, podrá recibir todos estos privilegios, beneficios y bendiciones que aquí se detallan, si forma parte de esa iglesia. Que como podrás suponer, no es cualquiera que dice serlo, sino la única que Dios conoce, respalda, bendice, fructifica y multiplica. Aquí es donde entra en movimiento el versículo siguiente que también es todo un clásico, pero también en muchos casos interpretado livianamente.

(31) ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? A ver; asistimos a una iglesia cristiana hace veinte años y a este versículo lo hemos oído predicar, lo hemos leído nosotros y hemos recibido enseñanza al respecto, no menos de diez veces, por ser escaso. La pregunta, conforme al contexto que venimos viendo, es: ¿Puede cualquier persona que se reúne en esa iglesia, como quiera que sea su vida espiritual, decir esto que leímos y esperar que se cumpla? Es muy cierto que por fe todo es posible, pero sería muy importante que a eso le agreguemos: amor a Dios, no andar en la carne y confiar en la guía del Espíritu Santo. Así siempre va a ser mucho más probable que esto se cumpla. Porque a partir de aquí, fíjate, y a los que conforman ese grupo que venimos viendo como apto, se le escribe todo lo que resta:

(32-35) El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Está claro: Si te conduces como venimos explicando, con total y absoluta tranquilidad y seguridad puedes decir todo esto que leemos aquí. Si por el contrario, sólo eres un cristiano nominal, de los comúnmente denominados “domingueros”, sin el menor compromiso ni apego a las cosas genuinas de Dios, entonces podrás repetir esto como un papa gayo, pero en tu, vida será muy complicado que se haga realidad.

(36-37) Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. ¿Cómo entiendo esto? Dice que por causa de Cristo somos muertos todo el tiempo, pero resulta ser que todavía muchos están lo suficientemente vivos como para que todo lo que sigue no pueda producirse. Esto de alguna manera es una reafirmación a aquella palabra que nos asegura que Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, la cual repetimos día y noche y nos imaginamos que por alguna magia especial de pronto se nos hará real. De hecho, ni se nos cruza por la cabeza que la clave de esta última expresión está en esas pequeñas dos letras que siguen a la palabra “puedo”, y es EN. No habla de creer en Cristo, ni hablar de Cristo, ni pensar en Cristo ni siquiera predicar o enseñar respecto a Cristo, nos dice que debemos estar EN Cristo para que podamos hacer todo lo que se nos ocurra con victoria, y así ser más que vencedores. Definitivamente, este capítulo de Romanos es para confirmar de una vez y para siempre que no existe un evangelio mágico, aunque todavía sea eso lo que se esté predicando en tantos púlpitos.

(38-39) Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Aprendí algo clave en todos estos años de lectura bíblica: cuando alguien como Pablo dice Estoy seguro, es porque indefectiblemente, está seguro de lo que va a decir, sea como sea lo que diga y tenga la reacción que tenga por parte de la clase religiosa. Y esa seguridad radica en que nada ni nadie podrá separarlo del amor de Dios que es en Cristo Jesús. Pero, resulta ser que a todos nosotros Dios también nos ama a través de la sangre de su Hijo inmolado por nosotros, así que lo que Pablo dice, lo podemos hacer nuestro sin dudarlo. Aprende algo importante: todo lo que estás viendo a tu alrededor, incluido tú mismo, es creación de Dios. Por lo tanto, la promesa básica es que ninguna cosa creada nos podrá separar de Su Amor. Y créeme que no es poca cosa.

Ahora ya lo sabes. Puedes decir con soltura que para tu vida todas las cosas te ayudan a bien, pero eso es posible porque amas a Dios y sigues su diseño. Y también puedes asegurar que, si Dios está contigo, nadie podrá estar en tu contra. Imbatible e Inmune, pero en Cristo, no en tu carne ni en tu sabiduría. Pablo lo dijo y lo declaró por fe, ahora es tu tiempo y tu momento. Hazlo y, entonces sí, serás parte inamovible e indestructible del Reino de los Cielos.

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agosto 28, 2024 Néstor Martínez