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No se Turbe Vuestro Corazón…

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     En estos días mi país está conmovido por un hecho de esos que no se dan muy a menudo, salvo en tiempos de conflictos bélicos, cosa que no es, -gracias a Dios-, lo que sucede ahora. Se ha perdido un submarino de la Armada Argentina, con cuarenta y cuatro tripulantes. Hasta donde sabemos, la tripulación habitual del ARA San Juan, (Así se llama), es de treinta y nueve, pero por razones operativas que no conocemos, viajaron en conjunto cinco buzos tácticos.

     Independientemente del dolor, la angustia y la casi desolada vigilia que realizan los familiares de los embarcados, por el costado de ellos van y vienen declaraciones de funcionarios de todos los colores, que en algunos casos parecerían ponerse de acuerdo para faltarle el respeto a los marinos y a sus familias. A eso habrá que añadir una prensa cada día más amarilla que parecería regodearse con el drama ajeno. Hoy en mi patria todo se toma como político y se introduce en lo que suele denominarse como “la grieta”, y que no es otra cosa que una profunda división entre la gente que los lleva, en muchos casos, a convertirse en necios, obcecados, irracionales y débiles a la hora de las diferentes manipulaciones. Nada nuevo, espiritualmente hablando.

     Les aseguro que este tema no hubiera ocupado este sector de mi Blog, mucho más allá de un formal pedido de oración, sino fuera que por intercomunicación celular con hermanos, me han hecho saber que uno de esos tripulantes hasta hoy desaparecidos, es miembro de una iglesia evangélica de la provincia argentina de Santiago del Estero. No he hallado manera de chequear si eso es correcto o no, pero tampoco voy a perder demasiado tiempo en hacerlo. No se trata de una investigación, se trata de orar por lo que, a simple vista y deducción implícita, parecería ser un hermano en problemas. Si puedo añadir opinión, en graves problemas.

     Una vez leí un libro cuyo título era: “Cuando lo que Dios Hace no Tiene Sentido”. El autor daba pistas y modelos de las diferentes operaciones de Dios y procuraba hallarles explicación a algunas que nosotros, sus hijos, no siempre terminamos de entender. No interesa evaluar ese libro, hoy; lo que interesa y mucho, es tener muy en cuenta su título. Y máxime, a la hora de preguntarnos por qué ocurren estas cosas y, más aún, por qué razón, en ciertos casos, incluyen a creyentes. No tengo respuesta a ningún por qué, jamás la tuve. Por el contrario, sí he tenido algunas respuestas a un “para qué”, pero llegaron mucho tiempo después de sucedido los hechos.

     En el marco de la oración personal y pidiendo revelación para saber cómo orar, presté atención a dos detalles casi mínimos del caso. El submarino desapareció el pasado 14 de Noviembre. Y su nombre era San Juan. No me preguntes la razón, pero casi de modo automático busqué ese evangelio, el de Juan, y leí su capítulo 14. Y decidí quedarme con algunos textos que allí encontré. El verso 1, que dice: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. El verso 14, que añade: Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. Y el verso 27, que concluye con: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

     ¿Querrá decir eso que debemos orar y ellos aparecerán con vida? No lo sé. Lo que sí sé, es que para Dios, la vida física del hombre carece de mayor significación. Para Dios la única vida que vale, es la espiritual. Así que oremos y decidamos creer que, sucedan las cosas que sucedan y como sucedan, esto, jamás se apartó de los ojos de Dios, ya que uno de sus hijos estaba sumergido con los otros cuarenta y tres. Y Dios siempre hace lo que debe hacer y lo que es más conveniente para Su Reino y para cada uno de los que en Él creen. Que eso no coincida con algunas visiones humanas, no le hace. Porque no son visiones espirituales, son humanas.

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noviembre 30, 2017 Néstor Martínez