Estudios » Blog

No es Oro Todo lo que Brilla

Siempre llamó mi atención todo lo que tiene que ver con la apariencia de las cosas. En una época, y por imposiciones de mi profesión, tuve algunos trabajos relacionados con la publicidad, y en este rubro, las apariencias externas, tienen un peso indudable y forman parte esencial de las campañas. ¿Qué cosa es la apariencia? ¿Qué significado tiene o puede tener en nuestras vidas? El diccionario de nuestra lengua dice simplemente eso que mencioné, que es el aspecto exterior de una persona o cosa, que también es una probabilidad o la verosimilitud de algo y, la que realmente más me ha preocupado desde que entré en el Camino del Señor, una cosa que parece y no es. Porque el mismo diccionario, por si nos quedara alguna duda, nos trae un añadido que tiene que ver con la conocida frase de cubrir, guardar o salvar las apariencias, que concretamente significa disimular, encubrir cierta situación para evitar los comentarios de los demás. ¿Te estás dando cuenta? Esto parecería haber sido escrito en cualquiera de nuestras iglesias en lugar de hacerlo la gente de la Real Academia Española…

Ahora bien; nosotros como creyentes en Jesucristo, debemos ajustarnos a una conducta que, sin ser fundamentalista o llena de símbolos o comportamientos extraños, deben estar sin embargo revestidas de principios básicos que lleven a erradicar a la apariencia de nuestros ambientes. Mira lo que Dios le dice a Samuel cuando lo envía a ungir un nuevo rey para reemplazar a Saúl: 1 Samuel 16:7: Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. Aquí lo tienes más que claro. Dice que Dios no mira lo mismo que miramos nosotros, Él mira el corazón de los hombres, cosa que a nosotros nos está vedada. Él sabe lo que hay en tu ambición, en tu idea futura, en tus intenciones reales detrás de cada paso. Nosotros solo vemos aquello que la persona nos vende para que veamos. Y en la mayor cantidad de las veces, decidimos y hasta juzgamos y sentenciamos con esa base.

Y no es el único ejemplo. Jesús lo puso blanco sobre negro a esto cuando encaró a los pomposos y producidos fariseos, verdaderos artistas en cuidar las apariencias, cuando les dijo en Mateo 23:27: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. ¿Qué les quiso decir sin decirlo frontalmente sin ser violento? Que eran simples simuladores. Que no vivían nada de lo que enseñaban e imponían a los otros. Y algo más fuerte, aún: que por fuera tenían bondadosas sonrisas y trataban de “amados hermanos” a todos, pero que en lo privado no vacilaban en hacer negocios sucios y corrupciones en general con las ofrendas. Y ni hablar a la hora de emitir juicios de valor sobre unos u otros. ¿A ti no te sucedió ver cómo alguien juzgaba a alguien simplemente por la manera de vestir? Juan 7:24 tiene la justa en eso; allí consigna lo que Jesús mismo dice al respecto: No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

En 2 Corintios 5:12, Pablo lo expresa así: No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. Acá está diciendo Pablo algo que no te sonará raro ni asombroso. Está asegurando que hay gente que en lugar de gloriarse en lo bueno y noble que haya en sus corazones, se glorían en lo que muestran sus apariencias externas. Por eso proliferan grandes luminarias, estrellatos, enormes edificios, escenarios magnificentes. Hojarasca. Y lo remata en 2 Corintios 10: 3-7 consignando: Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,  y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo.

Desde que comenzó este proceso que estamos viviendo, hemos estado inmersos en un mundo de apariencias. La prensa, (Y a esto lo digo con cierta autoridad de conocimiento del terreno), ha sido partícipe necesaria de eso. Conforme a como se desarrollaban las noticias y los hechos, de los cuales nosotros sólo tenemos relatos e imágenes, aunque no necesariamente verdades, el estado interior de las personas va mutando del terror a la indiferencia, de la sana preocupación al descreimiento. Todo conforme a los vaivenes de políticas locales o internacionales, en cada región, que demandan lo uno o lo otro. ¿Te has fijado que es la primera vez, si no falla mi memoria, que una pandemia, que es nada menos que una epidemia de algo importante a nivel mundial, tiene seguidores y detractores? Con la participación que tienen las redes sociales en nuestras vidas diarias, faltó muy poco para que se escribiera en algún lugar Covid19 y a su lado el consabido like: “Me Gusta” o “No me gusta”. Como si eso fuera una sentencia personal inapelable que nos hiciera pasibles o intocables a contraer un virus real o imaginario. Todo apariencia.

Donde quiera que tú vivas y como quiera que sea tu acceso a la información, encontrarás seguramente a personas que están muy atribuladas y preocupadas por el avance y las consecuencias de esta pandemia, y otras que viven allí, en una casa vecina, que están absolutamente descreídas de todo esto y piensan con total convicción que todo se trata de una campaña psicológica para producir miedo en la gente y así lograr ejecutar planes siniestros que tampoco están muy claros y definidos. Dominio de un orden mundial, reducción de la población global, eliminación de seres humanos con patologías que no les permiten ser útiles, etc. ¿Qué hay de verdad y qué de fantasía en todo esto? Nadie puede asegurarlo con total certeza. Cuanto más informados creemos estar por todos los avances que la tecnología ha logrado en las áreas de la Comunicación, más nos damos cuenta que no sabemos nada, que sólo nos llega información tendenciosa y que nada de lo que vemos u oímos tiene ciento por ciento de garantía. Esto es: estamos viviendo en un mundo de apariencias, tanto para lo bueno como para lo malo. Aquí es donde recuerdo a un enorme moreno que fuera mi mentor espiritual que siempre nos advertía que tuviéramos cuidado, “que no es oro todo lo que reluce” y, en alusión humorística a sí mismo, añadía: “Ni todo lo negro es petróleo”.

Me quedo para mi vida personal, con lo último que le he leído a Pablo escribiéndole a los Corintios, cuando les dice: Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo. Listo: que el Covid19 sea o no sea, que mate o no mate, que imponga vacunas o no las imponga, que sea verdad o solo apariencia. A nosotros, lo único que nos debe interesar es estar aferrados fuertemente a la mano de nuestro Padre celestial y en buscar las cosas de su Reino. Él dijo que todo lo demás, TODO lo demás, nos sería añadido. Y Él cumplirá su promesa, de esto yo no tengo dudas. Siempre lo ha hecho.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

noviembre 7, 2020 Néstor Martínez