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Navegando en Dos Barcas

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     (Lucas 5: 1-2) = Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. (Siempre hay dos barcas: Su camino y el nuestro. Estas dos barcas representan una de dos vidas: la que está sujeta al Señor, o aquella en la que nuestra propia vida está en control. Concluye el verso 3: Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.

     La “tierra” es el lugar donde nosotros estamos en control. El apartarse de tierra un poco, representa cómo cedemos el derecho de hacer lo que queremos, y entramos en el reino del Espíritu (agua) donde el Señor está en control y nos muestra Sus caminos. El Señor sólo entra en uno de estos dos caminos de la vida para prepararnos para Sus propósitos. A medida que progresamos, el “agua” se hace cada vez más profunda, al hacerse el Señor con todo el control. Sólo entonces puede decirnos lo que leemos en Cantares 7:11: Ven, oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas. 

     He aquí la importancia de las decisiones que tomamos. Estas decisiones son un factor que determina si hemos de ser victoriosos. Esta victoria no es el resultado de una recompensa por algo que yo haga. Más bien tiene que ver con los temas de mi corazón, los cuales determinan mis acciones. Por eso son tan importantes los compromisos y la consagración de corazón que realizo, que harán que Jesús entre en mi barca (o experiencias de mi vida).

     (Mateo 5: 3) = Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

     El que yo sea pobre en espíritu, significa que he llegado al fin de mi vida propia. Me he colocado a mí mismo y a todo lo que se relaciona conmigo, bajo la cabeza del Señor. Ahora estoy sometido al gobierno de Dios, y mientras camine en sujeción y obediencia, soy vencedor. No puedo obedecer al Señor a menos que haya algo que escoger. Por eso había dos barcas. Esto guarda relación con los árboles del Jardín de Edén, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Sólo le puedo obedecer si es posible desobedecerle. Por lo tanto, el Señor pondrá circunstancias en mi camino que me obliguen a tomar una decisión.

     (Génesis 2: 16-17) = Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.  (El Señor colocó al hombre en un ambiente probatorio para poder ponerlo a prueba. Puso ahí dos árboles (Que son dos opciones) en medio de sus actividades cotidianas como modo de realizar las pruebas del árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal).

     Estos dos árboles son muy distintos en cuanto a intención y propósito. Adán había recibido permiso para comer libremente de uno, pero se le había prohibido comer del otro. El árbol de la vida tenía que ver con la vida espiritual y celestial en que podía vivir Adán en unión dependiente del Señor. Podía vivir en el ámbito espiritual sólo si tomaba del árbol de la vida (Que es Jesucristo) a diario. Esto establecía su total dependencia de Su Creador. El árbol de la ciencia tenía que ver con la vida natural y terrenal que el Señor había soplado dentro de Adán, la cual le daba la oportunidad de independizarse de Dios. Isaías capítulo 53 describe el árbol, revelando que Jesús es el árbol de la vida:

     (Isaías 53: 2) = Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos. 

     La humanidad caída ve a Jesús como si no tuviera nada atractivo para que lo desearan. La belleza de Jesucristo es, en efecto, interior, y se reconoce sólo a través de la regeneración y la facultad que da el Espíritu Santo. El árbol de la ciencia del bien y el mal es, sin embargo, muy diferente. Es muy agradable a la vista, deseable como alimento, y realmente sabe bien. En otras palabras, el camino de la carne es atractivo a cada aspecto de la composición de la persona caída, mientras que la espiritual es (supuestamente) indeseable. Parecería ser que la espiritualidad debía haber sido hecha atractiva y el pecado repelente. Por eso, puede que preguntemos, “Señor, ¿Por qué no hiciste atractiva a la espiritualidad, en lugar de a nuestra vida egoísta? Hay una respuesta. Porque el sentarnos con nuestro Señor en Su trono es un llamado supremo, que se obtiene a través de las decisiones que tomamos, y el Señor no ha hecho que eso sea fácil.

     (Mateo 22: 14) = Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.

     Por designio divino, hay un “precio” a pagar (una cualidad probada y demostrada para la victoria). Por lo tanto, el Señor hizo una belleza interior. Sólo se puede ver a través de la percepción espiritual que se les da a aquellos que realmente le deseen a Él. El tabernáculo en el desierto tenía por fuera feas pieles de tejón. Pero por dentro tenía una hermosa cobertura azul real y Su presencia Shequina. Contenía una gloria maravillosa que no se puede describir, sólo experimentar. De acuerdo al plan divino, se requiere un esfuerzo decisivo para proseguir hasta contemplar la belleza del Señor. Pocos se esfuerzan en proseguir a pesar de los obstáculos para obtener este premio. Pablo dijo:

     (Filipenses 3: 14) = prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (El premio no es el cielo, que se incluye en nuestra redención. Más bien, es el que nos sentemos con el Señor sobre Su trono)

     (Apocalipsis 3: 21) = Al que venciere, le daré que se siente conmigo en Mi trono, así como Yo he vencido, y Me he sentado con Mi Padre en Su trono. (Que cada uno de nosotros continúe esforzándose hacia el premio, sobreponiéndose a todo lo que intente estorbar, o apartarnos de sentarnos con nuestro Señor como Su Esposa, vencedores.)

     (Mateo 11: 12) =  Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. (Ahora estamos tomando decisiones acerca de la barca en la que vamos a ser hallados en aquel día. Que elijamos bien, y estemos en aquella en la que entre el Señor para apartarse de la tierra.

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diciembre 28, 2018 Néstor Martínez