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Mirando Lo Que Hay Que Ver

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     Yo creo que desde el plano espiritual y aun en contra de todo lo que a diario reflejamos como censura, sigue siendo un privilegio vivir en este tiempo. La iglesia del Señor, aún con todos sus dilemas que, reitero, jamás callamos ni disimulamos, de todos modos, nunca ha crecido tanto. No obstante, habrá que decir que en todo nivel, en el mundo, se libra una batalla espiritual y su majestad infernal no está cediendo su terreno en modo alguno. Los baluartes, aparentemente no impugnables, solo caerán si usamos las armas que Dios nos ha dado. Por lo pronto, quiero consignar que hay dos actitudes que pueden frenar la evangelización mundial, el desarrollo espiritual de los cristianos y su victoria final sobre las huestes del infierno:

     En primer lugar, una ostensible y profunda subestimación del conflicto con los poderes espirituales. Por demasiado tiempo, el cristiano occidental ha sido absolutamente culpable de esto. El resultado es que muchos misioneros y líderes no estaban bien preparados para la oposición espiritual que iban a encontrar. Se experimentó esto en África y se les debe mucho a hombres africanos que enseñaron cómo operan los poderes espirituales. Ellos mostraron también como el Señor concede una libertad a los arrepentidos que renuncian a las obras de la oscuridad y confían en él.

     En segundo término, lo opuesto: hay, en muchos ambientes, una preocupación excesiva por el enemigo. Una creciente fascinación por el ocultismo y la influencia hindú de la llamada Nueva Era, ha cambiado radicalmente la cosmovisión de muchos occidentales. Muchos se ocupan demasiado de Satanás, y pierden de vista que el Rey verdadero es Jesús. A medida que conozcamos mejor a Dios, su palabra y su poder, estaremos en mejores condiciones para resistir al enemigo. En no pocos ambientes existe una llamativa fascinación por el diablo. A propósito de esto, no son pocos los que han pedido que no se base una teología de Satanás en sus descripciones gráficas, pero parece que estas advertencias no se han estado escuchando.

     Es decir que, por un lado, y como reza la Palabra, no debemos ignorar las maquinaciones de Satanás, pero, por el otro, no necesitamos saber detalles milimétricos y casi exquisitos acerca de las huestes que se nos oponen. Un misionero destacado en Africa Oriental, testificaba como los cristianos tocados verdaderamente por el avivamiento que hubo en esa región, en su deseo ardiente de saber más acerca de Jesús, dejaron a un lado la información detallada buscada por sus compatriotas acerca de los demonios. Que quede claro: jamás se olvidaron de Satanás, sólo lo ubicaron el lugar que le corresponde, después del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de cada ungido que sale en Su nombre. Lo que sí cambiara el mundo es nuestra intercesión. En la primera parte del capítulo ocho Apocalipsis vemos el impacto de las oraciones de los santos sobre el destino del mundo.

     (Apocalipsis 8: 1) = Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. 

     (2) Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. 

     (3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 

    (4) Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. 

  (5) Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.

    (6) Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas. 

  (7) El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde. 

  (8) El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. 

  (9) Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida. 

  (10) El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. 

   (11) Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas. 

  (12) El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche. 

  (13) Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!

     Mencionare tres momentos en la historia, entre tantos otros, recogidos en un artículo al respecto, que ilustran el impacto que la oración puede tener: En 1727 hubo un avivamiento en Herrnhurt, Alemania, que dio lugar a una cadena de oración que duro más de 100 años, orando día y noche. Durante ese periodo, los moravos fueron los primeros protestantes en dedicarse, como grupo, a la evangelización mundial. Uno de los frutos fue la conversión de los Wesley y el avivamiento evangélico tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. En los siguientes 100 años, casi todas las denominaciones protestantes se integraron a la tarea misionera con resultados visiblemente positivos.

     Hudson Taylor, el fundador de la «China Island Mision», enfatizó la necesidad de la oración para alcanzar a los millones de chinos no evangelizados. A pesar de la gran obra misionera, cuando los comunistas tomaron control del inmenso país en 1949, había allí solo 3 millones de católicos y millón y medio de protestantes. Pero Dios no se olvidó de las muchas oraciones que seguían haciéndose por el pueblo chino, y en tiempos subsiguientes, se recibieron informes de que miles y miles se convertían, a pesar del aislamiento de la iglesia china y la mucha persecución. Ahora, muy estimativamente, claro, se calcula que la comunidad protestante asciende a unos setenta millones, y la católica a quince millones. Jamás se ha visto un fruto así de la intercesión.

     En enero de 1984, el hermano Andrés retó al mundo cristiano a orar por siete años para que se derrumbara la cortina de hierro y se diera libertad para predicar el evangelio en los países comunistas. Lo que no lograron las armas, si lo efectúo la intercesión. Así como lo expreso Pablo en 2 Corintios 10:4: porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.

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marzo 8, 2019 Néstor Martínez