Estudios » Blog

Los Verdaderos Hermanos

Portrait of Three happy young siblings: a young child, his little brother and their baby girl sister are laying outside in the grass on a summer day.

     En estos tiempos, toda precaución es poca. Y cuando hablo de precaución, no estoy hablando de temores ni miedos. Los hijos de Dios genuinos no deben, ni pueden conocer y muchos menos experimentar miedo alguno por una sencilla razón: saben en quién han creído y quiénes son en esta tierra. Sin embargo, estos son tiempos complejos y hasta peligrosos, como Pablo le profetiza a Timoteo. Cada creyente, en cada nación que habite, tiene la obligación de no dejarse llevar por ningún canto de sirena y solamente confiar en quienes deban confiar y no en cualquiera que se presente como confiable. Es tiempo de alto discernimiento o de alto error.

     (Juan 1: 12) = Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 

     Esto ha sido enseñado tantas veces y en tantos lugares, que reiterarlo hasta nos parece una falta de respeto para con el entendimiento mínimo de nuestros lectores. Sin embargo, la experiencia ministerial y la propia palabra escrita, nos muestra que no siempre es así. Conforme a este texto, ¿Quiénes son los auténticos y genuinos hijos de Dios? Los que han recibido a Jesucristo como Salvador de sus vidas, lo han erigido Señor de su existencia y han creído que Su Nombre está por encima de todo nombre. Esos tienen, dice, la potestad, (que es autoridad), de ser hechos hijos de Dios.

     (Mateo 23: 8) = Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. 

     Este versículo, en referencia a otros asuntos nos entrega, sin embargo, lo que podríamos determinar cómo nuestro documento de identidad del Reino de Dios y Su Justicia. Se nos enseña que Dios es el Padre, nuestro Padre, eterno, misericordioso, celestial y amoroso. Y que Cristo es Su hijo primogénito, el Maestro, el que nos ha llevado al conocimiento pleno de la Verdad, que es Él mismo. Y que aceptar, creer y poner por obra todas esas variables, nos lleva a ser considerados y llamados en el Cielo y en la Tierra, hermanos. ¿Por qué? Porque somos todos hijos de un mismo Padre, El Padre.

     (2 Corintios 11: 26) = en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;

     Aquí es Pablo, mientras viene detallando todas las vicisitudes que pueden experimentarse por la simple causa de ser un hijo del Dios viviente en acción, nos entrega una extensa lista de esos peligros. Y los iguala de nivel casi sin distinción entre unos y otros. Y coloca la potencia de un río desbordado de aguas imparables, conjuntamente con la peligrosidad de los delincuentes, ladrones, que aguardan a sus víctimas a la orilla del camino. Los compara con los riesgos de una gran ciudad, con los que pueden vivirse o sufrirse en un árido desierto o, incluso, en un mar embravecido por vientos tormentosos. ¿Y sabes con qué los iguala en el final de este texto? Con el peligro que significan los falsos hermanos. 

     (Gálatas 2: 4) = y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, 

     ¿Quiénes eran esos falsos hermanos que Pablo menciona aquí? Es evidente que gente que imitaba todos los rituales, los gestos, los modismos y las tradiciones de los hermanos genuinos, sin otra intención que la de infiltrarse y producir daños irreparables en el Cuerpo de Cristo, que es la iglesia, sea cual fuere y se encuentre donde se encuentre. Un falso hermano es un hijo de un padre diferente a nuestro Padre, esto en sentido espiritual. Y si sabemos que quien con Dios no recoge, desparrama, eso significa que no hay ni términos medios ni grises. Es blanco (Dios) o negro (Satanás).

     Sabiendo, entonces, que la categoría de hermandad es el fruto de haber sido concebido por un mismo Padre, es que debemos pesar los espíritus y –una vez más- reconocer al árbol por sus frutos. En este tiempo, en muchísimas latitudes de habla hispana, que es la que podemos conocer en cuanto a la información que poseemos, hay infinidad de personas que se nos presentan como hermanos. ¿Lo son? Deberemos observar sus frutos, (El fruto no es el evangelismo, sino la réplica del carácter de Cristo), y luego discernir si son nacidos de nuestro mismo Padre. Porque si no lo son, no nos están llevando a libertad, sino a esclavitud. El que tenga oídos para oír, oiga lo que el Espíritu habla a la iglesia.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

octubre 30, 2018 Néstor Martínez