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La Existencia de una Cultura Cristiana

(Hechos 4: 33) = Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.

(34) Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, (35) y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.

Ahora bien; ¿Cuál sería el fruto de todo esto? Que había contentamiento en la iglesia, es lo que dice. El gozo era constante. ¿Sabes el valor que tiene eso en estos tiempos de angustias diversas? Aunque ellos sabían que podían morir por causa de su fe, ellos vivían gozosos. Y, tú que como yo y muchos más, nos hemos criado espiritualmente en iglesias conservadoras, aprende: El gozo de Dios, es un síntoma de salud.  Además, por si no lo sabías, te cuento que el gozo es, también, una tremenda muestra de guerra espiritual. ¿Tienes una idea lo que le provocas al infierno cuando te le ríes en su cara? Imagínate a una legión de demonios fieros, gelatinosos, babeantes y asquerosos viniéndote encima para aplastarte en su inmundicia, y tú riéndote a carcajadas en sus narices.  ¡Te aseguro que no necesitas reprender nada!

Además, dice que la gente amaba a los cristianos. Dice que la ciudad hablaba bien de ellos. En el griego, la palabra favor es el vocablo charis, que significa divina influencia sobre el corazón. El resultado en el final del Libro de los Hechos, es el gran crecimiento que experimentó la iglesia, ya que dice que el Señor añadía a los que iban a ser salvos. Dios los añadía, no los evangelistas estrategas y avispados. ¿Por qué hemos comprado cualquier receta hueca? Ahora bien; para ser una iglesia conforme al corazón de Dios, se deben romper algunos paradigmas. Uno: que las canciones lentas, son más espirituales que las movidas o rítmicas. Escucha: lo que hace espiritual o no a una canción, no es su ritmo, es la razón e inspiración de su nacimiento. Dos: la sonrisa es buena, no sinónimo de irrespetuosidad. ¿Quién dijo eso?

Tres: es buena cualquier clase de organización, pero el pueblo de Dios puede gozarse en lo espontáneo, que por no ser ni calculado ni previsto, pasa a ser más genuino. Ahora bien, esto que hemos estado viendo, describe más o menos los primeros ochenta años de la iglesia, que es, también aproximadamente, lo que abarca el Libro de los Hechos de los apóstoles. Muy bueno, pero: ¿Qué fue lo que pasó después? En principio, pasó algo que a todos los que no nos conformamos con un grisáceo culto semanal, nos agrada mucho mostrar: el cambio cultural que la iglesia produjo en su marco social. Y cuando digo marco social, en esa época, me estoy refiriendo nada menos que al imperio más tremendo que hubo por esos tiempos: Roma.

¿Qué quiero decir? Que la cultura cristiana, cambió la cultura pagana. Y además, la venció. ¿Y cómo lo consiguió? Para allí vamos. Hay una investigación histórica y documental respecto a qué fue lo que ganó al imperio romano. ¿Por qué razón o causa, la iglesia tuvo gran influencia en la transformación social del Imperio Romano, cuando sólo aproximadamente un diez por ciento seguía a Cristo? ¿Cómo pudo ser posible que apenas un diez por ciento de la población pudiera cambiar a todo un imperio? ¿Cómo lo hicieron? Hay algunas premisas. Primero: el mundo está seriamente herido y la sabiduría humana y los recursos naturales, no pueden sanarlo. ¿Has entendido lo que termino de decir? ¡El mundo está herido!

Y toda la sabiduría humana y todos los recursos que el hombre tiene hoy día, no pueden sanarlo. Mientras más ayuda levantamos para la gente pobre, más pobreza hay. Mientras más tratamos de frenar la violencia, más violencia hay. Mientras más naciones entran en acuerdos mutuos, más problemas internos padecen. O sea: todo lo que el hombre pueda hacer, en el fondo, no puede resolver este problema. En segundo lugar: la sanidad para una nación o sociedad llega en la medida que Dios interviene sobrenaturalmente en la historia, y su pueblo responde en obediencia, viviendo como Él indica. Son dos puntos vitales. El hombre no puede solucionar su problema. Y, en segundo término, sólo Dios trae sanidad.

Sólo Dios puede cambiar la historia de tu país, pero su pueblo, en tu país, tiene que responder en obediencia, viviendo como Él indica. La perspectiva bíblica, sin embargo sostiene que una nación o sociedad no es sanada por la sabiduría o la creatividad humana, o clamando a los espíritus, sino por medio de la intervención de Dios y la obediencia del hombre. Dios se lo reveló a Salomón: Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

Tercero: La Biblia, es la revelación de Dios para nuestra sanidad. Cuarto: La iglesia es la principal entidad de Dios para lograr su propósito de sanar todo lo que se dañó en la caída. Dios no tiene otro plan. ¿Quién va a resolver la situación de tu país, de tu economía, de tu familia, de tu vida? La iglesia genuina plantada en ese lugar. No la imitación, no un paralelo. ¡Su iglesia! Dios no tiene otro plan. Ahora, después de haberte relatado todas estas cosas, la pregunta es: ¿Cómo cambio la iglesia a la antigua Roma? ¿Cómo lo hizo? Una iglesia de gente perseguida, de una minoría. Después de muchas investigaciones diversas, también diversos historiadores, pudieron sacar, coherentemente, diversas conclusiones. Ellos, en el conjunto, parten de un hecho que no es menor: que la iglesia cristiana ganó a Roma.

Lo primero que consignan es que los cristianos tienen a un Dios que ama los que le aman a Él. Esa era la lectura que los romanos tenían de los cristianos. Tengan en cuenta a Júpiter o al dios Marte, el dios de la guerra. ¿Qué amor podían tener esos dioses por la gente? Ninguno. La gente adoraba, respetaba y servía a esos dioses, ¡Por miedo! De hecho, los romanos tenían una religión. Quien diga lo contrario no ha investigado nada. El asunto es saber qué era lo que regía esa religión romana: el miedo. Si no ofrendas a Minerva, ella no te dará hijos. Si no ofrendas a Apolos, él no te dará buena cosecha. Amenazas, inhibiciones. Nosotros creemos y adoramos a un Dios de Amor, a un Dios que ES Amor. La gran pregunta de este tiempo y este día, es: Nosotros, que decimos ser sus hijos, ¿Amamos y SOMOS Amor de la misma manera que Él? Tú tienes la respuesta, yo ya hace mucho tiempo encontré la mía…

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octubre 22, 2022 Néstor Martínez