Dicen las estadísticas, (Y yo en algunas cosas, creo en el valor de las estadísticas), que después de más o menos cinco años de ser cristianos, una gran mayoría deja de tener amigos no cristianos. Porque nos enseñan que no debemos juntarnos con los mundanos, que no pueden tener comunión la luz con la tiniebla, lo cual es verdad y no deja de ser bueno cuando estás creciendo, pero en algún momento deberás acercarte a esa gente, porque es esa gente la que necesita a Jesús, y de otro modo estaríamos perdiendo la misión que tenemos mientras dure nuestro paso por esta tierra. Ocurre que, si juntas los granos de sal en los saleros, que es como decir en los templos, todo el resto de la comida lo sufre. Jesús nunca dijo que seríamos la mayoría en la tierra; dijo que seríamos la sal de la tierra. Jesús nunca dijo que la guerra la perdería el ejército con menos soldados; dijo que se perdería si esos soldados pierden el sentido de su misión.
El punto, aquí, es que hay mucha gente que no conoce a ese Jesús. ¿Es que hay dos? No, hay uno solo, pero sin querer, cuando lo sagrado se nos empieza a volver común, nos vamos olvidando la misión de ese Dios. Pero, el objetivo siempre es y será que ellos se conviertan a lo que tú eres, y no que tú lo hagas en lo que ellos son, sólo para que no te marginen. Eso no funciona, y además no agrada a Dios, te lo aseguro. Fíjate que Pablo les dice a los griegos que ellos adoran a un dios que todavía no conocen. Y creo con total sinceridad, que hoy mismo hay mucha gente, muchos de ustedes, quizás, que están adorando a un Dios al que todavía no conocen. O, mejor dicho, adoran a un Dios que es el genuino, mientras al que conocen es un Dios que la religión fue construyendo para cumplimentar con sus intereses. ¿Qué es ser espiritual? Para una gran mayoría, la espiritualidad suena como algo de otro mundo.
Para muchos cristianos, es sinónimo de leer mucho la Biblia, ir a la iglesia a todos los cultos sin faltar a ninguno, orar a cada momento y por cualquier cosa, hablar con un idioma Reina Valera, decir aleluya y gloria a Dios cada tres palabras, orar en lenguas, no enojarse nunca, estar permanentemente con una sonrisa que muestra dos hileras de dientes blancos e inmaculados, o si no a esos que buscando ser santos se recluyeron en monasterios en las montañas, y que solo consiguieron acceder al alcoholismo, a la homosexualidad y ahora en estos últimos tiempos, descubrimos que también a la pedofilia. ¿Eso es ser espiritual? ¿No se nos enredó algo en el camino? ¿Qué clase de espiritualidad busca Jesús en nosotros, hoy? Esa es la pregunta. Eso es lo que te estaría presentando y mostrando a un Dios que todavía no conoces. Y si no lo has conocido, si no has tenido intimidad con Él, muy difícilmente lo estarás adorando, y mucho menos en espíritu y en verdad, como Él nos demanda hacer.
Lo que hizo que Jesús terminara en la cruz, fue la idea disparatada de que la gente común, que la gente quebrada y arruinada, pudiera acceder a la santidad y ser santa. ¡Eso fue lo que enloqueció a sus enemigos! Eso fue lo que desató las más ácidas críticas en su contra. Lo criticaban porque veían que Él hacía que la gente religiosa, la gente perfecta se sintiera expuesta por toda esa gente real, genuina y verdadera que lo seguía y se nutría de su alimento. Y ellos lo criticaban porque pensaban que era imposible que si era quien decía ser, estuviera con toda esa gente considerada imperfecta, impura. La implicación chocante del ministerio de Jesús, era que cualquiera podía ser espiritual. Y su mayor problema era que si tenía que sanar a alguien, lo haría, aunque fuera en sábado y se echara encima a todo el imperio fariseo. Ellos pensaban que no importaba si un ciego veía, si lo habían sanado en sábado, era escandaloso y merecía ser juzgado con todo el rigor.
De hecho, siempre resulta escandaloso a quien Dios decide usar, porque siempre pensamos que hay mejores que esa persona. De hecho, es lo que durante mucho tiempo yo sentí conmigo mismo. O, mejor dicho, -ahora me doy cuenta- me lo hicieron pensar. La persona que, desde un púlpito, en los años noventa, desarrolló un ministerio profético que marcó y cambió mi vida, no era muy querido por el liderazgo de mi ciudad porque era moreno, de piel negra, había sido drogadicto y además, estaba casado con una mujer divorciada. Un escándalo de persona. ¿Cómo podría Dios usar a alguien así? ¿Cómo iba a levantar para un ministerio de tamaño impacto a alguien que no era blanco? Bueno; creo que el texto que nos dice que Lo vil y lo necio levanta Dios para avergonzar a lo sabio, debe haber estado borrado en las Biblias de esos muchachos…No se preocupen; además de verlo en aquel moreno, después lo pude ver en mí mismo. Y no me avergüenzo, doy gloria a Dios por eso. Por sobre todas las cosas, por no verme en la obligación de ser hipócrita, o de simular ser lo que no soy. Reglas Claras: CONOCIMIENTO ES INTIMIDAD