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¿De Qué Justicia Estamos Hablando?

003 - De Que Justicia Estamos Hablando

     Que los tiempos cambian, no pueden quedarle dudas a nadie. Que las cosas que en otros tiempos eran inapelables e irrevocables, hoy se sujetan a cuestiones que en otra época ni siquiera eran tenidas en cuenta, mucho más. Que la ambición de poder por parte de la naturaleza humana obra en todo eso con diferentes estrategias oscuras, tampoco es un secreto.

     Una de las áreas de controversia en los últimos años, tiene que ver con la justicia terrenal. En diferentes latitudes del mundo, (Y mi país no es la excepción), la credibilidad y confianza en jueces y fiscales va decreciendo día a día. A las causas hay que buscarlas en las diferentes maniobras políticas domésticas, pero tienen rebote en hechos concretos, puntuales. Y de hecho, no estamos hablando de extinguidas ideologías, estamos hablando de intereses, específicamente de dinero y poder o la inversa.

     En otras épocas no tan lejanas, la consolidación del poder pasaba por la fuerza directa, sin simulaciones ni eufemismos. El que poseía el control de las armas, tomaba el control del poder. Pero a un mal notorio solía oponérsele otro no menos oscuro: las rebeliones. Nuestras historias están repletas de estos episodios y, supongo, cada uno habrá tomado en su tiempo y momento la postura más acorde a sus convicciones íntimas. Porque, hasta donde yo lo entiendo, el creyente no tiene una ideología política nacional por una simple razón: el creyente pertenece a un Reino monárquico que tiene un Rey indiscutido. El resto obedece.

     Hoy, los poderes procuran sostenerse no ya a partir de las armas o la fuerza, sino de lo que todavía denominan como justicia. Hay retazos de la historia bíblica que nos muestra la endeblez de esa supuesta justicia humana. En 2 Samuel 8:15, leemos: Y reinó David sobre todo Israel; y David administraba justicia y equidad a todo su pueblo. Listo. El rey era el juez y, su sentido de la equidad y la justicia, podía alegrar o amargar a todo un pueblo.

     Pero David tiene un hijo, Absalón, que terminará cometiendo alta traición, todos conocen la historia. Y fíjense en qué se afirmaba él para que sus paisanos le depositaran su confianza y le avalaran lo que pensaba hacer. En 2 Samuel 15:4, expresa: Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!  ¿Verdad? No, propaganda. Auto-promoción, si quieres un término más actualizado. Pero muy claro en el sentido de que tanto David por el lado positivo, como Absalón por el lado sedicioso, sabían perfectamente que ejecutar justicia era un anhelo de todo un pueblo. ¿Y sabes qué? Lo sigue siendo.

     La gente del común, esa que se levanta todas las mañanas, concurre a sus trabajos, cuida a su familia y aspira a vivir más o menos con dignidad, sin caer en los facilismos ideológicos o de la politiquería mediocre, sólo quiere ser tratado con justicia y equidad. No es de los corruptos que pretende privilegios o favoritismos, pero tampoco de los que aceptan mansamente ser esclavizados por otros hombres sin detenerse por un momento a pensar que, allá arriba, en el Trono de la Gracia, está el que no permitirá de ninguna manera que uno solo de sus justos, (Obedientes), vea corrupción ni padezca injusticias.

     Ya lo ha dicho el autor de Eclesiastés, cuando en el capítulo 5 y verso 8, consigna: Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. ¿Está más que claro, verdad? Debería estarlo, sobre todo para tantos y tantos cristianos que, a diario, son víctimas de las propagandas disfrazadas de los intereses mezquinos y se convierten en defensores o atacantes de causas que tienen mandos altos, sin detenerse a pensar ni por un instante, que ellos son hijos por adopción de uno que está mucho más alto que todos los demás.

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noviembre 21, 2017 Néstor Martínez