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3 – ¿Dónde Está Tu Tesoro?

En este examen que venimos desarrollando sobre el llamado Sermón del Monte, único de estas características que pronunció Jesús durante su ministerio terrenal, nos encontramos con puntos muy singulares que, todavía hoy, producen mucho “ruido” dentro del pueblo de Dios. Esto no se trata de conceptos teológicos ni de interpretaciones intencionadas. Esto se trata de revelación del Espíritu Santo, de modificaciones urgentes en muchos de nuestros sistemas de vida y de la inmediata conciencia de estar formando parte de un pueblo especial, con conducta especial, con comportamiento especial y con una vida apta para ser vista y ansiada por quienes nos rodean. Eso es testificar, no contar anécdotas de veinte años atrás.

Mateo 5: 38 = Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.

Esto tiene base auténtica en lo que fuera dicho en su tiempo y momento por Dios mismo, a través de sus primarios profetas. En el libro del Éxodo, capítulo 21, Dios le da a Moisés una serie de instrucciones. Comienza con leyes para con los esclavos, que los había y muchos, y luego continúa sobre los actos de violencia, esto es: cómo reaccionar ante determinados actos de violencia. Quiero reproducir completo el texto que va desde el verso 11 hasta el 24, para así entender lo que sucedía en ese momento y evaluar, partiendo de esta base, lo que luego habrá de modificar la Gracia traída por Jesús:

 Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero. El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá. Mas el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir. Pero si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi altar lo quitarás para que muera. El que hiriere a su padre o a su madre, morirá.

Asimismo, el que robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos, morirá. Igualmente, el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.  Además, si algunos riñeren, y uno hiriere a su prójimo con piedra o con el puño, y este no muriere, pero cayere en cama; si se levantare y anduviere fuera sobre su báculo, entonces será absuelto el que lo hirió; solamente le satisfará por lo que estuvo sin trabajar, y hará que le curen. Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado; más si sobreviviere por un día o dos, no será castigado, porque es de su propiedad. Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y esta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 

En el capítulo 24 del libro de Levítico, también están esas palabras, aunque con otro entorno como para ser mejor interpretadas. Dicen los versos 19 y 20: Y el que causare lesión en su prójimo, según hizo, así le sea hecho: rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, tal se hará a él. El capítulo 19 del libro de Deuteronomio te da otra visión, cuando en los versos 16 al 21, leemos lo siguiente:

Cuando se levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra él, entonces los dos litigantes se presentarán delante de Jehová, y delante de los sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días. Y los jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano, entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti. Y los que quedaren oirán y temerán, y no volverán a hacer más una maldad semejante en medio de ti. Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.

Paso a explicarte algo que seguramente ya conoces, pero que bien vale reiterarlo como información necesaria en una época como la actual, tan complicada respecto a estas mismas cosas. La llamada Ley del Talión, no pretendía alentar venganzas personales, sino proteger al ofensor de un castigo más severo que el que merecía su ofensa. Jesús, luego, como ahora veremos, va a prohibir toda venganza, al insistir sobre las actitudes positivas al enfrentar un mal que nos llegue en forma de insulto personal, una acusación legal, un trabajo forzado o peticiones de préstamos y ayudas.

Quiero ser justo y ecuánime en esto, sin irme ni para allá ni para acá, tú me entiendes.  Debo reconocer que aquella ley de talión (Del latín talio – onis), que determinaba que alguien sufriera igual castigo conforme al daño producido, prendió mucho en las mentes de aquellos hombres. Tanto que la fueron transmitiendo de generación en generación como base de justicia y todavía hoy, a siglos y siglos de todo aquello, en muchos lugares se sigue respetando por propias leyes. Y donde no opera así y aparentemente hay una justicia más…moderna, a la hora de juzgar, no se deja totalmente de lado. Esto que sigue es lo que Jesús añadió a lo anterior:

(39) Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; (40) y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; (41) y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.

A ver; vamos por partes. Jesús tenía mucho que decir sobre la humildad. Porque no fue extraño que fuese el pecado del orgullo el que causó la caída de la humanidad. Como el nuevo Adán, Jesús fue ejemplo en ese aspecto de una vida justa. La caída de la humanidad se debió a su presunción de que podía encumbrarse por encima de Dios. La restauración de su santidad exige lo contrario: que la gente se humille delante de la voluntad y el camino de Dios. Entonces el reconocimiento y la exaltación verdaderos que da Dios vendrán a aquellos que menos lo esperan y buscan.

Lo que Jesús les da a entender, aquí, es que deben renunciar sí o sí a toda forma de venganza, y dejar que esa venganza, por decirlo tal como fuera dicho por Él mismo, tiene que ser patrimonio de Dios. Mía es la venganza, dijo Jehová. Ahora bien; ¿Podremos poner en práctica todo esto que se demanda aquí hoy, en nuestros tiempos, en el lugar donde vivimos y en el marco social con el que compartimos? No me respondas nada, sé lo que piensas y quizás jamás te atreverías a decir. Sólo déjame decirte algo: si tuviéramos fe como un grano de mostaza…

Aquellos que duden que funcione, debemos comprenderlos. Es exactamente lo que piensa el 99 por ciento de los incrédulos que han leído esto alguna vez, (Y no dije el 100 porque siempre hay alguien que recibe luz). Pero, debemos reconocerlo, aunque nos duela, también es lo que sin decirlo para no quedar mal ni como hereje o blasfemo, hoy mismo está pensando por lo menos un 60 por ciento de lo que llamamos cristiano. ¿Dar la otra mejilla? ¡Me romperán las dos!

¿Al que nos reclame un dólar, no llevarlo a juicio y darle diez? ¡Seré pobre en dos meses! Hoy ya no existe aquella ley romana que les permitía obligar a alguien desconocido a llevar una carga durante una distancia, pero dudo mucho que, si existiera, hubiera demasiados que la llevaran el doble de camino. ¡Es que han cambiado los tiempos! Cierto, pero el evangelio sigue siendo el mismo, ese que lleva a Jesús a cerrar este bloque de su sermón diciendo:

(42) Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

Esto merece un comentario exclusivo. Si no lo hago, seguramente quedaré como un santo que no osa añadirle nada a lo dicho por el Señor, pero también en lo que tiene que ver con nuestro mundo actual, como un cobarde que no se atreve a decir las cosas como son hoy, pleno siglo veintiuno. A ver. En Deuteronomio 15:7-8, hay un texto que tiene que ver con esto. Dice: Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite.

 ¡Ah! ¡Así tiene otro color! Me está diciendo el Señor que cuando vea a alguno de mis “hermanos”, esto es, hijos de mí mismo Padre, no gente religiosa que va a una iglesia, ni mucho menos incrédulos, abra mi mano libremente y le preste o regale, tal sea la necesidad y situación, lo que se necesite. Esto si es absolutamente posible y además muy `positivo. Porque todos sabemos más que bien por experiencias propias, que, en todas las congregaciones, los días de reunión, asisten personas carenciadas en búsqueda de algo que les ayude su sustento. Pero estamos hablando de iglesia y mucha de esa gente ni siquiera es creyente. ¿Les darás calidad de “hermanos” en la fe? Hazlo si quieres, yo no.

Te cuento algo al respecto. Hace algunos años, en mi ciudad sucedió un hecho que llamó poderosamente la atención. Un día, cruzando una calle, pude ver a una mujer joven, con un niño pequeño en sus brazos, pidiendo ayuda en dinero. Su ropa y sus facciones, evidenciaban que no era nativa, sonaba a extranjera, aunque no se podía determinar su procedencia. No estoy hablando de piel negra, era blanca. Recuerdo que la ayudé con algo y me agradeció con un sonido que supuse era un gracias no sé en qué idioma. Al poco tiempo, empecé a ver en otros cruces de calles a otras mujeres tan jóvenes como esa y de similares características, también solicitando dinero a quienes por allí pasaban, todas con niños en sus brazos.

 Unos meses después, las autoridades descubrieron una red internacional que traía mujeres de un país europeo de los considerados muy pobres, para prostituirlas. Como si eso no fuera suficiente, en las horas donde no ejercían su “trabajo”, las ponían en las esquinas, les daban un niño que no era de ellas y las hacían pedir dinero. Una organización de mendicidad. ¿Entiendes cuando hablo de dar a mano abierta sólo al hermano genuino en necesidad? De eso hablaba el Señor, no de ser alimento fácil de embaucadores. El hijo de Dios tendrá discernimiento suficiente para no permitir que el diablo lo engañe en nada.

(43) Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

Lo que fue dicho tuvo sus condiciones. Por ejemplo, en el libro de Levítico 19, en el marco de varias llamadas leyes de santidad y justicia, en los versos 16 al 18, leemos: No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová. No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová. Queda claro: está hablando de amar al prójimo, pero condicionando claramente la condición de ese prójimo. En Deuteronomio 23 habla sobre los excluidos de la congregación, y allí sí es muy contundente cuando en los versos 5 y 6, dice:

Mas no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam; y Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba. No procurarás la paz de ellos ni su bien en todos los días para siempre. Salmo 51: 7-11 confirma esto: Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen; Contra mí piensan mal, diciendo de mí: Cosa pestilencial se ha apoderado de él; Y el que cayó en cama no volverá a levantarse. Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, Alzó contra mí el calcañar. Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar, Y les daré el pago. En esto conoceré que te he agradado, Que mi enemigo no se huelgue de mí.

(44) Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y persiguen…

La gran pregunta que nos auto formulamos ni bien leemos estas cosas, es: ¿Cómo llego a perdonar a mis enemigos? ¿Podré hacerlo? ¿Hay alguna fórmula que sea útil? Mira; el primer paso para perdonar es reconocer tu resentimiento contra un enemigo. Debes identificar a ese enemigo y a lo que ha hecho para herirte. Entonces, lo ideal sería decir: “Lo perdono por tales y tales ofensas”. Luego arrepiéntete de lo que sientes y pídele a Dios que te perdone, tal como Jesús lo dice en Lucas 11. Después de eso, haz un esfuerzo y ponte a orar por el bien de ese enemigo. ¿Fácil? ¡Qué va! De fácil, esto, no tiene nada, todo lo contrario. Pero sí es posible.

 Tan posible que conozco un caso donde el ofendido y lastimado decidió hacer eso, aunque no era un creyente de alto nivel, apenas podía creer y punto. Grande fue su sorpresa cuando, al cabo de un tiempo, aquel enemigo se presentó una mañana en su casa, le pidió perdón, le dio un abrazo y luego le dijo que “casualmente” alguien le había hablado de Jesucristo y él se había decidido a aceptarlo como Salvador y Señor de su vida. En ese momento, el ex ofendido, dice que se sintió más incrédulo que su ex enemigo recién convertido. Le creo.  Creo que vale la pena aclarar algo. Lo inmediato del perdón ante una ofensa, es la decisión de ejercitarlo. Porque el logro en el sentir íntimo, será cuestión de tiempo. Tú decides perdonar hoy y ahora, pero ese perdón se hará verdad en tu vida dentro de un tiempo.

(45) …para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

Tengo una pregunta: ¿A Dios le agrada que seamos como Él desea que seamos? Sí. Pero, si no lo somos, ¿Nos castiga sacándonos de esta tierra con un rayo que nos fulmine? No. Dios nos ama y siempre estará esperando hasta nuestro último suspiro terrenal que decidamos refugiarnos en Él y no en nosotros mismos. Entonces, no hay ninguna duda que, a la hora de enviar sus bendiciones, Dios no discrimina entre malos o buenos ni entre justos o injustos. Tanto el calor de vida del sol como la bendición húmeda y fresca de la lluvia cae sobre todos por igual. Los seis versos del capítulo 25 del libro de Job ya hablaban de esto, mira:  Respondió Bildad suhita, y dijo: El señorío y el temor están con él; Él hace paz en sus alturas.

 ¿Tienen sus ejércitos número? ¿Sobre quién no está su luz? ¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer? He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, Y el hijo de hombre, también gusano? En las palabras finales que dirige a Job, Bildad afirma que: el ser humano no puede discutir con Dios; ninguna persona puede decir delante de Dios que es pura. Es inconcebible que Dios le permita a Job una oportunidad para justificarse.

(46) Porque si amáis a los que os aman, ¿Qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? (47) Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿Qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?

Quiero suponer que te ha quedado más que claro el concepto de lo dicho por Jesús. Si Dios, que es nada menos que el Dios de todo el universo, hace llover y alumbrar el sol sobre malos y buenos, sobre justos e injustos, eso significa que quienes decimos ser discípulos de Jesús, debemos hacer exactamente lo mismo con amigos o enemigos. Esto es: el amor eterno que corre por nuestras venas espirituales, no se lo podemos negar a nadie. La conclusión es la que terminas de leer. Amar a todas esas personas maravillosas que nos aman, ya sea padre, madre, hermanos, esposos, novios, es más que sencillo y no cuesta ningún esfuerzo.

 De ninguna manera podríamos pretender tener una recompensa por sentir eso y así. ¿O no sienten exactamente de la misma manera todas aquellas personas no creyentes que conocemos, que, aunque tengan conductas reprochables o, incluso, hasta lleguen a cometer delitos y ser directamente delincuentes, salvo casos muy excepcionales de enfermedades, a la hora de amar a sus seres queridos lo hacen de la misma manera que los honestos, decentes e irreprochables?

Quiero aclarar que el correcto significado de la palabra enemigo, no se limita a cualquiera que no nos guste. No surge de una simple antipatía o diferencias de forma. El mandamiento a amar a nuestros enemigos significa mucho más que simplemente cambiar nuestros sentimientos acerca de la gente con la cual no nos llevamos bien. Más bien, enemigo, que es la palabra griega echthros, significa adversario, y se refiere a aquellos cuyas acciones y palabras manifiestan odio hacia ti.

Puede ser familia, compañeros de trabajo, de colegio o, sencillamente, como en más de un caso nos sucede a los ministros que procuramos llevar una palabra que lejos de convertirnos en cómplices religiosos de las malas conductas de las personas, expresamos puntualmente aquello que el Espíritu Santo nos ha ordenado decir. Eso, indefectiblemente nos acarrea fieros enemigos, del mismo talante que eran aquellos fariseos que terminaron llevando a Jesús a la cruz, usando a los romanos para el trabajo práctico, simplemente porque sabían que lo que Él predicaba era la verdad, mientras lo que ellos decían era lo conveniente. Esos son nuestros enemigos. O adversarios. ¿Recuerdas el significado de Satanás?

(48) Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

¿Qué significa ser perfecto? Según nuestro diccionario, perfecto es algo o alguien que tiene el mayor grado posible de bondad o calidad. ¿Te das cuenta? Lo que nos pide nuestro Dios desde tiempos inmemoriales no es algo imposible. De acuerdo, no es algo que nosotros podamos conseguir con nuestros esfuerzos personales o con fórmulas humanas, pero si algo más que factible viviendo y estando en Él, inmerso y fusionado con Su Espíritu. Perfecto no es sin errores, si lo examinas como corresponde, es maduro. Mira lo que dice Levítico 19:1-2:

Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios. Dios es santo porque está separado para dedicarnos toda su atención a cada uno de nosotros. Nosotros podemos ser santos sólo si somos capaces de dedicar toda nuestra atención a Él, por encima de lo que nos ofrezca el mundo. Pablo lo revela a los Colosenses en los versos 28 y 29 del primer capítulo de su carta, cuando hablando de Cristo, dice: a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.

La carta de Santiago, en su primer capítulo y en los versos 2 al 7, creo que resume en parte lo que estamos hablando. Dice: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.

 ¿Me está diciendo que sienta gozo cuando estoy pasando por una prueba que sólo parecería traerme lamento y llanto? Sí. ¿Me está diciendo que es la prueba de mi fe la que me trae paciencia? Sí. ¡Es que yo le estaba pidiendo a Dios paciencia! Bueno, aquí tienes la respuesta, no te quejes. En todo caso, lo que te está fastidiando es el envase en el que te envió la respuesta. Finalmente, ¿Me está diciendo que pidas las cosas con fe? Sí. ¿Es que eso me muestra que hay mucha gente que le pide cosas, pero sin la fe necesaria como para que esas cosas ocurran? Sí. Eso te dice. ¿Aprenderemos?

(Mateo 6: 1) = Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.

  ¡!Qué sabiduría celestial la de Jesús, para ver lo que ninguno de los que lo escuchaban habían visto, aun! ¡Que terrible es la carnalidad que nos lleva a querer lucirnos nosotros sin pensar en la gente que puede ser perjudicada por nuestro “lucimiento”! Luego, Jesús sería mucho más explícito sobre este punto, cuando en el capítulo 23 de Mateo, les dice lo que leemos en sus primeros doce versos: Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

 Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.  Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

De acuerdo; está hablando de los fariseos y la serie de cosas que ellos hacían para enaltecer su reputación delante de la gente que los sostenía, pero… ¿Hay demasiada diferencia entre esto y lo que hoy podemos ver en cualquier congregación o grupo auto denominado como cristiano? Comencemos por lo que, y disculpen mi crudeza, yo llamaría “la puesta en escena”. Porque lamentablemente sí, hay una puesta en escena en algunas plataformas de algunos templos. Decoración, iluminación, suspenso y todo ingrediente que sea útil para atrapar la atención de los presentes y llevarlos a estar pendientes de lo que sucede allí arriba. Y cuando digo arriba, quiero decir exactamente eso, arriba. Porque si en algo las predicaciones humanas se diferencian a las de Jesús, justamente es desde la altura física que se las expresa.

 Mientras Jesús se sentaba sobre una roca, por debajo del nivel visual de la gente, ya que a Él le interesaba que lo escucharan, mucho más a que lo vieran, nosotros lo hemos estado haciendo exactamente al revés. En lo personal y sin ser yo un fuera de serie ni mucho menos, Dios me libre de pensarlo, decidí que jamás me mostraría públicamente. Hice radio y ahora audios. No hago videos porque no estoy aquí para captar adeptos ni entretener a cristianos aburridos, estoy para proclamar el mensaje del Reino de los Cielos. Que lo haga bien, regular o mal, es una posibilidad. Pero siempre intentando hacerlo al modo Jesús, no al modo evangélico tradicional, mucho más parecido al fariseísmo que al del Hijo de Dios. ¿Locuras privadas? Llámalo así, si quieres, no me molesta. Pero así seguiré, a menos que mi Padre me diga otra cosa.

(2) Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.

¡Uf! ¡Otro tema para hablar un rato más que extenso! Lo haré con todo el cuidado del que sea capaz con la finalidad de no herir gratuitamente a nadie que no merezca ser herido. También con la tranquilidad de no tener ningún interés o preocupación personal en esto. Quienes me conocen y conocen nuestro trabajo, saben perfectamente que es así como lo digo. Cuando Jesús dice limosna, habla del término griego eleemosúne, que significa hacer una obra de bien o de alivio a los pobres, que puede ser en dinero o en otros elementos. Si bien la palabra no está en el Antiguo Testamento, el significado de ella sí lo está.

Y eso es lo que de alguna manera está enseñando Jesús. Ocuparnos de las personas con carencias materiales o económicas, es una obra que tiene directa vinculación con nuestra fe, pero de ninguna manera hacerlo ostentando públicamente una generosidad que casi siempre es falsa y que sólo se muestra para recibir adulación, alabanza, reconocimiento y, no nos engañemos, algo a cambio a corto o mediano plazo. A eso es a lo que el Señor llama hipocresía, que es lisa y llanamente simulación, hacer ver algo que de ninguna manera es verdadero.

Hupokrites, es la palabra que se traduce como hipócritas. En los días bíblicos, los actores se cubrían el rostro con una máscara, la cual incluía un dispositivo para amplificar la voz, una suerte de mini megáfono. Como los dramas se ejecutaban a través de preguntas y respuestas, la palabra que describe el diálogo era hupokrinomai, que significa replicar o contestar. Hupokrites, entonces, es el que desempeña un papel en el drama, lee el guion o libreto, o el que monta un acto teatral. El hipócrita esconde sus verdaderos motivos debajo del disfraz que oculta su verdadero rostro.

 Creo que Pablo lo interpretó cabalmente cuando al escribirles a los romanos, en el capítulo 12 de su carta, dice en los versos 6 al 8: De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

Está tan claro que me avergüenza no haberlo entendido ni bien comencé con esta tarea. Todos tus dones son un regalo del cielo para tu vida. No es porque hayas hecho méritos para recibirlos, es simplemente porque al Señor le ha placido dártelos y darte también la oportunidad de usarlos en beneficio del Reino y en gloria y honra a Su nombre. Dios no es culpable que algunos hombres se apropien de esos dones como si fueran suyos y hagan verdaderas fortunas explotándolos en esta tierra. No pueden percibir ni imaginar lo encontrarán al final del camino.

Por mi parte, mi vida hizo un giro de ciento ochenta grados en este tema cuando leí que dar de gracia lo que de gracia se ha recibido, es patrimonio de muchos, entre los que estamos los que recibimos el don de la enseñanza. Ahí es donde muchos me han argumentado: ¿Pero no dice Dios que el obrero es digno de su salario? Sí, pero el que decide como va a pagar ese salario, cuando lo va a pagar y a través de qué o de quién, es Él, no tú, ni yo. ¿Comprendido? Cuando llega ese salario, recíbelo con gozo porque te bendice a ti y a quien te lo haya hecho llegar. Pero mientras tanto eso no llega, te aguantas y ni se te ocurra procurártelo como si fueras un cuentapropista capitalista del evangelio. ¿Te imaginas a Jesús vendiendo aceite ungido a sus paisanos, a los fariseos y a los romanos? ¡Uf!

(3) Más cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, (4) para que sea tu limosna en secreto; y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará en público.

Jesús nos propone, puntualmente que, cuando damos algo a alguien que lo necesita, no andemos vociferándolo a diestra y siniestra para que todos se enteren que somos generosos como buenos cristianos. Es más; parecería que deberíamos mantenerlo en secreto hasta con nosotros mismos, con la finalidad de evitar algo llamado autocomplacencia, que es el paso previo a la soberbia. En mi modo de verlo, que es personal, obviamente, conque Dios lo sepa, alcanza y sobra. No necesitamos nada más. Lo interesante es que Jesús nos asegura que, si sabemos mantener en secreto esa obra, Dios nos recompensará en público. De hecho, esto nos dice que, si damos para nuestra propia vanagloria, no podemos esperar recompensa alguna.

Tenemos que tener presente que el ojo del Señor está siempre sobre nosotros, y que Él no solamente ve la acción que producimos, sino la intención o motivo que nos llevó a esa acción. Extremadamente fino, ¿Verdad? Gloria a Dios por eso. Pablo, en lo que para nosotros es el tercer capítulo de su carta a los Colosenses, lo ve de esta manera: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.

(5) Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. (6) Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

Cuando leía esto recordaba algo que en una ocasión le escuché relatar a un viejo pastor, que había transformado su vida y su ministerio, pasando de la religiosidad que había seguido y respetado de joven, a una verdadera fe en Cristo, por revelación del Espíritu. Dice que cuando todavía era ese pastor religioso, su hija menor, que en ese entonces apenas tenía ocho años de edad, lo escuchó orar en un encuentro de líderes y pastores, abriendo la conferencia. Como le habrá impactado esa actuación pública de su papá, que cuando quedó a solas frente a él, le preguntó:

“Papá… ¿Por qué nunca oras así en casa y con nosotros, mamá y mis hermanos?” Todavía enrojecía de vergüenza al recordar ese episodio. Lo que su hija de ocho años le dijo, a él le sonó como voz de Dios, llamándolo simulador e hipócrita. De hecho, ese momento ayudó a modificar para siempre su vida, la de su ministerio y, por consecuencia natural, la de su familia. Él era uno de los que amaba orar en pie en el templo y en las esquinas de las calles para ser visto por los hombres, aunque sin detenerse a pensar si Dios lo estaba escuchando o no.

Él dice: cuando ores. En primer lugar, no te está diciendo “si en una de esas se te ocurre orar”. Tampoco dice “si sientes orar”. Sencillamente te dice cuando ores. ¿Qué quiere decir esto? Que orar no es ni un rito religioso, ni una muletilla cristiana, ni mucho menos una opción. ¿Eres creyente? Debes orar. Punto. Si no hablas con el Dios en el que dices creer, ¿Con quién vas a hablar? Esta palabra ores, aquí, es la palabra proseuchomai. Es, notoriamente, un vocablo aglutinante. El sustantivo euche es una oración a Dios que también implica el hacer un voto.

Se añade el verbo euchomai, el cual denota una invocación, una petición o ruego. Al agregarle pros, que quiere decir “en la dirección de”, (En este caso, Dios), proseuchomai viene a ser el término que más frecuentemente se emplea para oración. Y ahora atención con el final, porque repite algo que generalmente se nos escapa. En tu cuarto, a solas, Él y tú. No necesitas de nadie más. Él ve en tu corazón, Él ve en lo secreto. ¿Y sabes qué? Cuando ores lo que Él espera que ores, te recompensará. Y no dejes que te agarre un ataque de religiosidad farisea. Si. mi Padre dice que me va recompensar, ¡Gloria a Su nombre! ¡Recompénsame, Padre!

(7) Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. (8) No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.

Cuando leemos vanas repeticiones, nuestra mínima memoria nos lleva a cultos de credos muy conocidos que realizan y enseñan esa forma de oración. Sin embargo, no deberíamos ser auto suficientes en esto y mirar hacia adentro, que es como decir hacia nosotros mismos. Pon tu mano en tu corazón, símbolo de honestidad pura, y dime: ¿Nunca oraste a Dios, pero con tu palabrerío armado de un modo que tú esperas impresione a quienes te oyen aquí? Yo sí lo he hecho. Gloria a Dios y a su misericordia que pude darme cuenta y salirme de eso. Hay algunos pasajes que quiero compartirte. Mateo 11:25:

En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Si esto no se traduce a una revelación sencilla por fuera de discursos teológicos, no sé de qué te estoy hablando. Lucas 18:10-14: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.

 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Yo me he sonreído al leer este pasaje. Supongo que tú también. ¡Es tan gracioso lo que hacen y dicen esos fariseos! Pero… A veces hago memoria y la vergüenza me pinta de bermellón el rostro, porque alguna vez, yo también pretendí pasarle por el rostro a otros más nuevos todas las “grandezas” de mi fe. Pobre ignorante…

2 Reyes 4:32-33: Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama. Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová. ¡Una resurrección! Pero sin público, no era un espectáculo. Salomón lo ve así en Eclesiastés 5:2: No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Dicho en argentino básico: si no tienes demasiado en claro lo que vas a decir, ¡Cierra el pico! 

(9) Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. (10) Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. (11) El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. (12) Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. (13) Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Si existe una oración que hasta el menos creyente de todos los hombres conoce, esa es esta, rotulada como El Padrenuestro. Me tocó aprenderla de memoria en mi etapa infantil, bajo la guía de mi abuela materna y, obviamente, del famoso catecismo del catolicismo romano. No era por allí, pero ellos no lo entendieron. Esta oración que Jesús les enseña es un modelo que encierra todas las aristas que normalmente deberíamos cubrir en nuestro diálogo con el Padre celestial, hoy lo sé y así lo enseño. Pero en esa etapa primaria, la obligación era la de recitarla varias veces en el día y esencialmente por la noche antes de dormir. Y si hacíamos alguna travesura, el sacerdote nos mandaba a repetirla una determinada cantidad de veces como expiación del mal comportamiento.

Lo cierto, -reitero-, es que Jesús la hizo para que todos los que lo escuchaban aprendieran los rudimentos básicos que deberían tener muy en cuenta a la hora de orar. No de rezar, que es de alguna manera una verdad, ya que rezar significa recitar, que es repetir un texto ya aprendido una determinada cantidad de veces, sin innovar ni improvisar nada. De hecho, si vamos a orar guiados por el Espíritu Santo tal como Jesús lo hizo aquí, podríamos decir cosas muy similares, aunque, con otras palabras. Este es un patrón, un modelo de oración en base a los siguientes términos:

Según un análisis bastante cercano, esta oración-base dada por Jesús, contiene siete puntos importantes. El primero, La necesidad de tener un padre. Es como que, al orar, todas tus necesidades van a ser atendidas por un padre lleno de amor. Nada menos. Por ausencias paternales, sean por la causa que sean, muchos niños se han descarriado. Hay países que, en lugar de buscar gobernantes, buscan un padre. Por eso Él dice Padre Nuestro. Porque Dios, antes que ninguna de sus otras condiciones que todos conocemos, es Padre. Y es Nuestro. Sólo así seremos hijos. Sólo así todos los hijos seremos hermanos. Si tú, por la razón que sea, has decidido que ese Dios no es tu Padre, entonces no puedes ser mi hermano. Lo lamento.

Segundo punto, La Presencia de Dios. Por eso es que Él dice Santificado sea Tu Nombre. Él lo que está haciendo es entrar a la presencia del Padre a través de la alabanza. Es, de alguna manera, reflotar lo dicho en el Salmo 100, cuando en sus cinco versos, leemos:  Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.

Tercer punto, Las Prioridades de Dios. ¿Es que Dios tiene prioridades? De hecho, si, las tiene y están muy claras en Su Palabra. Es por esta razón que Jesús dice Venga tu Reino. Es tu deber declarar que las prioridades del Reino de Dios serán establecidas en ti, en tus seres amados, en tu iglesia y en tu nación. Pablo les dice a los Romanos en el capítulo 14 y verso 17 de su carta: …porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Cuarto punto. El Dios Proveedor. De allí nace la expresión de Jesús respecto al pan de cada día cuando dice Dánoslo hoy.

Te aclaro que Jesús, el que suple todas nuestras necesidades, nos dijo que oráramos diariamente, pidiéndole que provea para todo lo que nos haga falta. Pregunto: ¿Tú has dudado alguna vez de una respuesta positiva? Yo he vivido ya muchos años. Los primeros treinta y uno, en el mundo y sin Dios, al menos como debe existir Dios en nuestras vidas. ¿Y sabes qué? Nunca me faltó nada. Tengo certeza que Él proveyó para mi vida muchísimo tiempo antes que mi vida pudiera serle útil para algo relacionado con Su Reino. Te lo cuento para que si un día te va bien, no te envanezcas. No habrá sido por tus méritos, sino por Su amor.

Quinto punto. La Necesidad del Perdón de Dios. Si el mismísimo Jesús, gestado y nacido sin pecado, factor que lo acompañó durante toda su vida terrenal, igualmente sintió decir Perdona nuestras Deudas, es porque, indudablemente, el perdón no es un lugar de arribo donde descansaremos de todas nuestras barbaridades, sino un punto de partida para poder lograr en el plano espiritual algo que sirva. Sexto punto. Poder Sobre Satanás. Esto no es menor. En esto radica la vida abundante del cristiano o no. El original no dice No nos metas en Tentación, dice que no permita que nuestras carnalidades nos lleven a ella.

Es más correcto decir No nos Dejes Caer en Tentación. Pide que ángeles con espadas de fuego protejan tu vida y la de los seres amados. Séptimo punto. Acceder a La Sociedad Divina. Esta es la razón por la que Jesús dice algo aparentemente muy sabido, Porque tuyo es el Reino. Debes glorificar a Dios por permitirte ser participante de Su Reino, de su poder y llegado el caso hasta de su gloria. El Amén final, va por cuenta de los traductores. En el original no está. De todos modos, bien por ellos. ¡¡¡Amén!!! O, si lo quieres más claro: Así Será.

(14) Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; (15) más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Claro; tú lees esto y te dices a ti mismo: ¡Pero es re-fácil! Le pido perdón a todos los que pueda haber ofendido y ya está, soy perdonado al instante. Sí, eso es verdad, pero… ¿Estás seguro o segura que podrás perdonar a ese o esa persona que te ha causado tanto daño y casi ha arruinado tu vida? No. Si fuera “re-fácil” como piensas, Jesús no lo hubiera dejado como predicación inmortal. Cuando Pablo aconseja a los Efesios, en el cuarto capítulo de su carta y versos 31 y 32, dice: Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Reflexiona: amargura, enojo, ira… ¿Son reacciones o actitudes que puedes manejar con seguridad y tranquilidad? Tal vez sí, en ese caso Gloria a Dios por ello, pero…si quieres que te diga lo que pienso y conozco, son pocos, demasiado pocos los que lo logran. Todos nosotros, hayamos pasado hace mucho tiempo, poco o todavía estemos dentro, sabemos perfectamente los desastres que en este terreno hemos visto dentro de muchos templos.

A los Colosenses, el Apóstol les dice algo muy parecido, cuando en el tercer capítulo de su carta y versos 12 y 13, les expresa: Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Si te dice que debes vestirte con todo eso que luego detalla, lo que te está enseñando es que cada mañana, cuando sales de tu lecho, lo primero que debes hacer es orar y vestirte con todas estas cosas, (Si quieres le sumas la armadura de Efesios 6) y recién allí sales a la calle.

 En la parábola de los dos deudores, Mateo 18 rescata algo que quiero reiterar porque tiene que ver estrictamente con esto. Dicen los versos 34 y 35:  Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas. Suena impropio de parte de ese Dios de amor que te presentaron, ¿Verdad? Lo lamento. Esa es una de las facetas de nuestro Señor. Pero hay otras, y entre ellas, una que se denomina Justicia. Tómalo o déjalo, no le hace, es la verdad.

(16) Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. (17) Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, (18) para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

En primer lugar y para que no se te olvide nunca, debo decirte que darle publicidad al ayuno es otro ejemplo de una espiritualidad meramente externa. Todas las formas de autonegación deben ser secretas y sin exhibicionismos. Hay un texto en el libro de Isaías, en el capítulo 58, que es contundente y apto para que hoy mismo sea enseñado como verdad excluyente. Dice: ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?

¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, ¿y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Ayuno. ¿Pasar un lapso sin comer nada, sólo bebiendo agua? Sí, pero no es lo único. Desatar ligaduras de impiedad, dice. ¿Sabes lo que son ligaduras? Algo que te ata, en este caso a algo malo, quizás sin que lo sepas, como producto de alguna forma de pacto hecho en contra de tu vida, ya sea por extraños, brujos, o hasta gente de tu misma familia.

Soltar las cargas de opresión. Otra vez guerra espiritual, no sé si lo estás viendo. Oprimir es la tarea esencial, básica y predilecta de los demonios enviados en tu contra. ¿Vas a seguir soportándolos estoicamente, pero sin pelear la buena batalla contra ellos? Si decides pelear, el ayuno es una de tus armas. Dejar libres a los quebrantados. ¿De qué me está hablando, aquí? No de prisiones humanas, obviamente, sino de cárceles espirituales. Jaulas, si lo quieres en idioma guerrero. Romper todo yugo. ¿Recuerdas lo que era un yugo?

Un palo que se ataba al cuello de dos animales de arrastre, (Bueyes, camellos, caballos), para que ninguno hiciera fuerza de modo desparejo. Pero, al mismo tiempo, no le permitía a ninguno ser libres, sino que dependía de lo que quisiera o no quisiera hacer el otro. Un yugo es, a todas luces, una sociedad. Matrimonio, negocios, empresas, una nación misma, son sociedades. ¿Entre creyentes y no creyentes? Sigue siendo yugo, pero desigual, ya que no harán su esfuerzo en la misma dirección. Dios te demanda que no los construyas, pero los hombres en nuestras desobediencias no sólo lo olvidamos, sino que, aun recordándolo, decidimos no respetarlo. ¿Hay derecho a quejarse? No. Está escrito

. Ayuno. El Antiguo Testamento ordenaba el ayuno en el día del pacto. Durante el exilio, el pueblo judío expandió esta práctica. Ayunar, que en griego es nesteúo, significa abstenerse de alimentos. Viene del vocablo néstis, que es lisa y llanamente: no comer. Vale consignar que abstenerse de la carne y vivir de pescado o vegetales, no es ayunar, sino más bien una estrategia para burlarlo. No hay ningún problema para que el que lo desee, sea vegetariano, pero eso es algo bueno para proteger el cuerpo, pero de ninguna manera reemplaza al ayuno. Al igual que en aquellos tiempos, hoy, nuestra naturaleza corrupta puede corromper algo bueno en algo malo. Un ejemplo moderno de algo bueno convertido en malo es la manera de vestirse bien los domingos.

Esto no tiene nada de malo en sí mismo, hasta puede ser bueno como expresión de reverencia; sin embargo, si se usa para competir con otros o para llamar atención a uno mismo, algo bueno se ha convertido en algo malo. Y, finalmente, algo que ya Jesús viene repitiendo con mucha insistencia en varios tópicos de su Sermón: si ayunas en secreto, tu Padre que ve en lo secreto, habrá de recompensarte en público. ¿Sugerencia? No te niegues a esa recompensa. No te olvides que Jesús fue a la cruz por la recompensa que Él sabía lo esperaba luego. Sé buen creyente, no mal religioso. Ah, y un detalle que no es menor. Dice: cuando ayunes. No es opcional, debes ayunar.

(19) No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; (20) sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. (21) Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Voy a decir algo que es clave para entender y ser bendecido por este texto y algunos posteriores en similar dirección. Jesús no está en contra de las posesiones. Jamás va a decir que no busques ganar dinero, o que sólo vivas de la caridad de los demás. Lo que Jesús enseña, es que lo malo es el amor al dinero, no el dinero en sí. ¿No dice su historia que el encargado de llevar la bolsa de las ofrendas recibidas por su ministerio era Judas, y que a pesar que Judas robaba algo de allí, nadie lo había descubierto? ¿Qué significa eso?

Había confianza en Judas como uno más de los doce, puede ser, pero la realidad es que no se enteraron que Judas robaba algo de esa bolsa porque en esa bolsa había mucho dinero. Si hubiera habido dos monedas y Judas se robaba una, se hubiera dado cuenta hasta el más torpe. La gran pregunta que surge cuando se comenta esto, es: ¿Jesús ignoraba que Judas le robaba? Yo creo fielmente que no, que Él lo sabía perfectamente, pero que siempre le fue dando una oportunidad más para arrepentirse, ser perdonado, restaurado y redimido. Mira como terminó la vida de Judas y te darás cuenta que decidió no ser de Cristo, sino de su Yo influenciado por los demonios.

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agosto 15, 2025 Néstor Martínez