Redimiendo los Tiempos

Dice la Palabra que todas las cosas han sido puestas bajo los pies de Cristo, no es así? Luego dice que nosotros, la iglesia global, la amplia, la que no tiene ningún calificativo nominal, doctrinal o grupal, somos SU cuerpo, ¿Estamos de acuerdo?

Por lo tanto, lo que la Palabra nos está diciendo, es que TODAS las cosas han sido puestas bajo tus pies y los míos. A esto lo sabemos muy bien, pero resulta ser que todavía no las vemos en esas condiciones.

Pero sí lo vemos a Él. ¿Fácil? ¡Para nada! ¡Qué va a ser fácil! Si alguien, alguna vez, te predicó un evangelio donde las cosas eran fáciles, no te predicó en absoluto el evangelio de la cruz. Créeme que el genuino no tiene nada de “diet” ni de fácil.

(Hebreos 2: 5)= Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; (6) pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites?

(7) Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos.

(8) Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.

(9) Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

(10) Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.

También hemos visto los sellos, el atrio, el sacrificio. Donde hubo una crucifixión, una muerte, un entierro. Después vimos las trompetas, donde está el lugar de la iglesia, donde está el candelero, la luz allí es artificial.

Cuando la gente está acostumbrada a un mover carismático, todo esto está bajo luz artificial. Cuando algunos empiezan a penetrar más allá del velo, a lo que parece ser oscuridad, muchos de los que están cómodos donde está la luz artificial, creen que nos hemos caído de la gracia.

En la ley, en los atrios, crucifixión que es nueva salvación, es atrio, es la cruz, están las multitudes. Allí todo el mundo era permitido. En el Lugar Santo, sólo la tribu. Pero más allá del velo, sólo uno.

Es decir que según vamos progresando en Dios, la compañía del primogénito que va adelante, se hace menos. Y sigue siendo nacimiento. Recuerda: el tabernáculo es nuestro patrón. La Fiesta de los Tabernáculos, nuestro punto de partida hacia la libertad.

Eso no quiere decir que los demás no son salvos. Por eso los atributos de Dios en Apocalipsis que rodean el trono; los querubines, que también ya lo he dicho, que son los atributos de Dios, los cuales sólo pueden ser reflejados a través del hombre.

Y que la Biblia dice que los querubines cantaron: “Nos has redimido para Dios y nos has hecho un pueblo de todo linaje y de toda lengua”. Fíjate que los únicos que pueden cantar eso son los hombres, pero la Biblia les llama querubines. Tienen ojos detrás. Es decir que: a pesar de que tan al frente vayas tú, todavía tienes entendimiento para el que viene por allí atrás. Entendemos todos los niveles, entendemos el plan de Dios.

Entiende esto: aún cuando nosotros podamos estar terminando, siempre hay gente empezando. Cuando la tribu llegó al Jordán, eran tres millones. Los que pasaron allá adelante, pasaron mucho tiempo antes que los que pasaron atrás.

Pero los que pasaron adelante se tuvieron que quedar en el medio del Jordán, hasta que todo el mundo cruzara. Si estamos identificados con esto, es porque hay algo en nuestro espíritu que nos apela, que nos llama. Lo profundo llama a lo profundo y Dios te ha marcado a ti para ese propósito, entonces sería pecado para ti no estar. Pero si estamos marcados es porque estamos marcados.

¿A qué tribu perteneces tú? Fíjate que Israel era una sola nación, pero tenía doce banderas. Lo que pasa es que hemos predicado la unidad del cuerpo de Cristo como algo que, en verdad, en la escritura no dice ser. El hombre de Dios, es: ¿Amarillo? ¿Blanco? ¿Negro? Es hombre y punto. No importa el color de tu piel y tu cultura; el Espíritu Santo sigue siendo uno solo.

La unidad de la cual habla Juan 17, es la del hombre y Dios, no la de tú y tu hermano. Claro; tú no puedes ser uno con tu hermano si antes no eres uno con Dios. Dicen que cuando Él y tú sean uno, entonces el mundo creerá que tú fuiste enviado por Él. Entonces tú podrás amar con el amor de Él.

Tú lo llevas adentro, pero para expresarlo tienes que derribar los conceptos adámicos creados en nuestro falso evangelio. Luego vienen las copas, la plenitud de la sangre, esto es: del entendimiento de la obra de Dios.

Las copas estaban llenas de sangre. La sangre habla, por eso la de Abel todavía declara. La sangre es la vida. Estamos hablando de la vida de Jesucristo. La vida trae juicio. Cuando tú reflejas la vida de Cristo, el que tiene la falsa imagen es juzgado.

Pero recuerda que el agua que eliminó a todos los perversos en el día de Noé, también salvó a Noé: La misma agua. Recuerda que las plagas que derribaron a Faraón, salvaron a Israel. Las mismas plagas.

Es decir que el juicio de Dios produce el destino. Pero el juicio de Él no está en el juicio de bien y mal. Él no come del árbol del conocimiento, la iglesia es quien está comiendo de allí. Nosotros queremos comer del árbol de vida.

Entonces preguntaremos una y otra vez: ¿Quién es ese? Y la misma escritura nos responderá: El que está en medio del candelero. Mientras más lo vemos a Él, más somos transformados en su imagen y semejanza.

Todo el libro del Apocalipsis está escrito así. Podemos verlo de otra manera. Por ejemplo, el libro de Ezequiel, que es un calco, una copia al carbónico, una fotocopia del libro de Apocalipsis. Comienza con la gloria de Dios y un trono y el libro del Apocalipsis también.

Ezequiel termina con una ciudad, o el marco de algo que parece ser una ciudad, y el nombre del Señor en la ciudad. Apocalipsis termina con Dios haciendo tabernáculo con los hombres en medio de la ciudad. Es una copia.

Toda la Biblia tiene que ser relativa. Había tres fiestas del Señor. La Pascua, el Pentecostés y el Tabernáculo. Apocalipsis del 1 al 5, es la Pascua. El Pentecostés, capítulos 6 y 7. Ten en cuenta, ahora, conmigo, que el resto del libro se desarrolla en la Fiesta de los Tabernáculos.

Es decir que, la mayoría del libro, se desarrolla detrás del velo. Y atención con esto: No dice que es futuro, dice que es un mensaje desatado desde el trono. Hay una gente que está declarando un mensaje que viene desde el trono, no desde la teología del segundo día.

Recuerda: estamos dividiendo la Pascua con el Pentecostés y Tabernáculo, con el Atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Todo el libro del Apocalipsis del capítulo 7 en adelante, se desata de un mensaje que sale del centro del trono. El trono de Dios es el centro del hombre.

Está rodeado de sus atributos. Dios es un Dios invisible, su cuerpo somos nosotros, la plenitud de Aquel que todo lo llena. Eso significa que, sin nosotros, Él no es visto. Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. Recuerda que no estamos interpretando el Apocalipsis, estamos sencillamente leyendo la Biblia.

La mayor parte del libro muestra y habla de un pueblo en madurez. La fiesta de los tabernáculos comienza en el capítulo 8; comienza con las trompetas. En el Antiguo Testamento, también las trompetas eran lo primero. Después de las trompetas, venía la aflicción del alma.

Esa es la reforma; algunos andan afligidos. Su alma no resiste la entrada de luz que estremece las tinieblas. Entonces si hay orgullo, no hay arrepentimiento. La raíz de esa división, es el orgullo. Es el mismo de Adán. “Yo voy a hacer las cosas según mi juicio del bien y del mal”…

El problema con las buenas obras es que, si ese es nuestro juicio sobre el bien y el mal, entonces es egocéntrico. YO juzgo si esto es bueno. Si sale bien, YO me llevo la gloria, porque fue MI decisión, a partir de MI juicio, no del de Dios. Si sale mal, no fui YO, fue Eva.

Es el mismo principio. La iglesia anda comiendo del árbol del conocimiento. Tenemos un verdadero dualismo mental. Creemos que hay dos dioses. Creemos que Satanás es enemigo de Dios.

No te confundas. Satanás es Creación de Dios y ningún muñeco puede ser enemigo de aquel que lo fabricó. Creemos en un montón de cosas que nos ponen en una posición un tanto inadecuada para cumplir nuestro destino.

Me parece imprudente hablar de otro tema cuando la Biblia termina diciendo que Dios vino a hacer tabernáculo con el hombre. La última página del libro dice que Dios descendió e hizo morada eterna en los hombres.

Toda la Biblia habla del mismo patrón. Cristo es revelado en todos los libros de la Biblia. Tú puedes predicar Génesis, ponerte a crear doctrinas y teorías de anti diluvio o de pre adámicas. Todos conceptos que pueden ser correctos o incorrectos, pero que no consuman en absoluto mi destino.

Sin embargo yo puedo ver en Génesis 1, en el primer verso, que Dios creó. La misma palabra que dice que somos nueva creación. Es decir que de la nada hizo algo nuevo. Es decir: no somos un triste pecador salvado o emparchado porque fuimos perdonados.

El mundo está perdonado; nosotros estamos salvos. El mundo ya está perdonado, porque: si yo fuese levantado, ¿Atraigo a cuantos hombres? A todos. Potencialmente tienen salvación, sólo tienen que reconocerla. Cuando ellos lo reconocen, Dios los salva. Ellos fueron salvos en la cruz. Sólo que lo tienen que reconocerlo cuando se dan cuenta. Ahora es el juicio.

(Juan 12: 31)= Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. ¿Cuándo dice que es echado fuera el príncipe de este mundo? Ahora. Entonces tú, ¿Con quién estás peleando? Estás peleando con tu incredulidad. Hace dos mil años.

En Génesis yo veo la creación de mi nuevo nacimiento. Hubo un tiempo en que yo estaba vacío y sin forma. La forma de Cristo no se reflejaba en mí. Andaba en tinieblas. Hasta que el Espíritu Santo vino sobre mí y trajo esa convicción y allí Dios dijo a mi vida: Hágase la luz. Allí tienes tú ese mensaje de salvación en el primer versículo de la Biblia. Toda la Biblia habla de Cristo, no de doctrinas.

Él es la roca en medio del desierto. Él es el arca que cruzó el Jordán. En el libro del Éxodo, hubo un tiempo en el que Israel tenía que salir. Y Dios le dijo: bueno, quiero que mates un cordero. ¿Quién es el Cordero? Cristo.

Pon esa sangre en tu puerta. Luego, Dios mismo pasa por el pueblo. Él mismo se denomina como “El ángel de la muerte”. ¿Y por qué se crees tú que no hubo muerte en las casas de los israelitas? ¿Acaso porque Dios los amaba como su pueblo personal? ¿Tal vez porque ellos eran sumamente obedientes?

No. Para nada. Fue porque el primogénito ya había muerto en la casa de cada uno de ellos. Dios había inmolado el Cordero desde la fundación del mundo. Entonces, cuando el ángel de la muerte ve la sangre, la sangre le dice: “Aquí ya hubo muerte; no mates más”.

Es el mismo principio de José de Arimatea, que va y mete a Jesús en su tumba, mete la piedra y se va. De modo que él ya no se preocupa con su propia muerte, porque su tumba ya está ocupada con la muerte de otro.

(Lucas 23: 50)= Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo.

(51) Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, (52) fue a Pilato, y le pidió el cuerpo de Jesús.

(53) Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.

(54) Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo.

(55) Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo.

(56) Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.

Cuando tú te ves en la realidad que ya has pasado, tú comienzas a manifestar las realidades que Él tiene hoy. Pero mientras tú estás tratando de morir diariamente, entonces sueles clamar: “¡Ay Señor! ¡Si tuviera más de ti!”

Escucha: Entiende: ¡Si ya tienes a Cristo completo! ¿Qué más necesitas? Es necesario que yo me vaya, – dijo -, porque si no me voy no puedo volver. No lo dice exactamente así, es cierto, pero eso es medianamente lo que dice. Toda la Biblia lo dice.

El arca de Noé, es Cristo, es el Verbo, es la Palabra. Allí es donde nos metemos y tenemos salvación. Treinta codos de estatura, es la plenitud del varón perfecto. Cincuenta codos de anchura es la plenitud del Espíritu. Cincuenta es Pentecostés. ¡Oh, Gloria!

Tiene tres dimensiones, es la plenitud del tabernáculo. Trescientos codos de largo es el poder de Dios en un vaso de salvación. Son los salvadores que salen del monte de Sión que vemos en Abdías 21: Y subirán salvadores al monte de Sión para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová. Toda la Biblia habla de Cristo.

El libro nos revela el espejo que nos transforma. El libro no fue creado para adoctrinar, sino para que la gente pudiera vivir una vida práctica, reflejando a su Padre. Cristo, el Padre, la deidad, quiere encarnarse. El verbo todavía se está encarnando. Toda la Biblia está escrita así.

(Apocalipsis 1: 2)= Que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

Nota que Juan está escribiendo algo que tiene que ver con el testimonio de Jesús. El testimonio de Jesús, fue su crucifixión. Allí, una vez más, podemos confirmar que no está escribiendo cosas del futuro, sino del pasado.

Es decir: el área futura del libro del Apocalipsis, no es que no haya sucedido, sino que no ha sido apropiado, posesionado. Son verdades que ya son ciertas en el espíritu, pero que no hemos experimentado en el mundo natural. Porque vamos creciendo en ese entendimiento de lo que ya aconteció.

El primer entendimiento que tuvimos, es que fuimos perdonados. Por eso no funciona. ¿Por qué? Porque es como si tuviéramos a un delincuente, un asesino, a un violador que atacó, violó y asesinó a cincuenta personas.

Y tú, que eres un buen samaritano, vas y mueres en su lugar. Resulta incomprensible desde lo literal y lo natural, verdad? El problema es muy bueno para ti. Tú eres un buen profeta. Hay mucha doctrina que dice que Jesús fue un buen profeta. Pero hay un problema: todavía tenemos a un asesino y violador libre.

Va a seguir matando y violando. Porque si tú te ves perdonado sigues pecando, porque no alcanzas a ver o entender cómo es que has dejado de tener naturaleza pecaminosa. Una cosa, – recuerda -, es tener mil faltas y un día arrepentirse y pedir perdón a Dios para ser justificado y salvado.

Eso – si es genuino -, se va a producir en ese mismo instante, de un modo casi automático. Pero otra cosa muy diferente y no tan sencilla, es que tú entiendas ese perdón y dejes de una vez por todas de comportarte como un asesino y violador simplemente porque no te has perdonado a tí mismo.

Mientras tú no te veas muerto en Jesús y nacido de nuevo, algo no funciona. ¿Cómo es que a eso de nacer de nuevo, nadie lo literaliza? ¡A eso sí le encuentran símbolo y tipología! Incoherencia total. Han adaptado la concepción de una mente eterna a una humana y finita. ¿Nadie lo vio?

Y sin embargo, – mira tú qué cosa -, eso sí fue literal. Somos nacidos de nuevo. Lo que sucede es que lo decimos como papagayos. Nuevas criaturas somos en Cristo Jesús. Todas las cosas viejas pasaron, dejaron de ser y he aquí todas son hechas nuevas.

Adán ya murió. No existe Adán. En la Biblia, sólo hay dos hombres: el primer Adán y el segundo Adán. El primer hombre, el segundo hombre. No el último hombre. Es el primer Adán y el último Adán, porque no hay otra oportunidad.

Pero el primer Adán era el primer hombre. Y el último Adán era el segundo hombre. Es decir que: Dios tiene dos hombres en la tierra; o tú estás en Adán o tú estás en Cristo, no hay término medio, lugares neutros ni colores grises. Se recoge o se desparrama.

No puedes tú estar en Cristo y decir que tienes naturaleza adámica. Es un disparate total. No te lo dicen claramente, pero es, sin embargo, lo que nuestra doctrina generalmente enseña en líneas generales. ¿Sabes cuánta gente anda perdida, con un eslabón que le falta cerrar, a partir de esa enseñanza errónea?

Eso es, precisamente, lo que estamos reformando. Porque nos hemos dado cuenta que, luchando con un hombre muerto, nos vamos a cansar y no vamos a tener resultados. De ese modo, tampoco vamos a poder terminar nunca. Porque el fin no es un tiempo cronológico, sino la manifestación de alguien que anda en medio del candelero que tiene que ser revelado.

Dice que se predique el evangelio como testimonio, no como decreto. Como testimonio ante las naciones. ¿Cuál es el testimonio del evangelio y su iglesia, hoy ante las naciones? Reflexiona por favor. Que cuando vean nuestra unidad con Él, van a creer que fuimos enviados. Traje y corbata usan hasta los delincuentes.

Es decir: cuando verte a ti es igual que verlo a Él. ¿Comprendes ahora tu responsabilidad? ¿Entiendes ahora cuál es tu posición ante la vida y ante el mundo? ¿Interpretas debidamente quién eres en Cristo Jesús?

Entonces dicen: ¡Es que no puede ser! ¡Él es Dios! Estás equivocado. No. Tenemos naturaleza divina. Mira; lo que es verdad de la vid, es verdad de los pámpanos. Lo que le da vida al pámpano, es la vida de la vid. ¡Pertenecemos a la misma planta!

La sustancia que mantiene a la vid, es la sustancia que le da verdor a la rama. La luz de la rama del candelero proviene del aceite de la caña. Esto significa nada más y nada menos que: lo que fluye a través de Cristo, fluye a través tuyo, varón.

El que se une con Dios, ¿Cuántos espíritus dice que es con Él? UNO. No dos, uno. Es una realidad. ¿Dónde? En el mundo del espíritu. ¿Dónde? En tu ser interior. Tu cuerpo será redimido cuando tu alma lo entienda.

(9) Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos.

La palabra PATMOS significa “El lugar de mi muerte”. Eso es muy importante. Porque si tú no te ves identificado en Su muerte, tampoco ves Su revelación. ¿Quién abre los sellos en Apocalipsis, el león o el cordero?

Es el entendimiento de la muerte lo que le quita los sellos a lo que está oculto, no la gritería del león de Judá. Es entender su muerte. ¿Por qué? Porque quienes hemos muerto allí, somos nosotros. Porque Él se convirtió en nosotros para que nosotros seamos redimidos convirtiéndonos a Él.

¿Quién es culpable de pecado, Cristo o nosotros? Nosotros. ¿Él, tenía pecado alguno? No. La copa de pecado que se le echó a Él encima y que lo convirtió en hombre de pecado a Él, ¿De quién era? ¿De quién era ese pecado?

Y al recibir Él ese pecado, ¿En qué se convierte? En el hombre de pecado en lugar nuestro. El hombre de pecado, es Adán. Porque por un hombre entró el pecado. No hay forma de darle nombre de hombre de pecado a otro que no sea el que lo inició.

Tú se lo puedes dar a quien se te ocurra, pero fue Adán. Romanos 5:12 dice que el pecado entró al mundo por un hombre. No hay más que dos, ya te lo dije. Este hombre es el primer Adán. Porque el otro es Cristo.

Y si el hombre de pecado no es Cristo, ¡Entonces tiene que ser el otro! Recuerda que el que escribió el hombre de pecado, es el mismo que escribió el otro. Es el mismo. Su terminología, la forma en que Él habla, no se va a contradecir a sí mismo.

En el lugar de mi muerte. En el lugar donde yo he sido muerto. Dice en el verso 3 que estas cosas están cerca. Esto significa no solamente cerca en lo repentino de lo cual ya hemos hablado, sino de que se trata de una especie de bomba inyectora, una suerte de gatillo. Entonces tú tienes ese gatillo en tu mano.

Por eso decían: el reino de los cielos está cerca. El evangelio está cerca. Literalmente lo que está diciendo es: está a tu disposición; tú tienes las llaves. Si el reino no comienza, tú entras. El reino tiene principio; no tiene fin; tú entras cuando haces.

Está en tu mano, la decisión de entrar la tienes tú. Dios no obliga a nadie a entrar. Él siempre respeta tu voluntad. Eso era lo que decía Juan el Bautista. Y es lo mismo que está diciendo aquí: el tiempo está cerca, está en tu mano.

Por eso Pedro nos exhorta a redimir los tiempos. Si el tiempo de su venida fuera cronológico, ¿Cómo, entonces, podríamos nosotros redimir el tiempo? Pedro dice: Apresurando el tiempo. ¿Cómo lo vamos a apresurar, si de todas maneras hay un reloj?

No. Estamos equivocados. No hay un reloj. Al reloj lo creó la doctrina, pero todos saben que Dios no conoce la palabra “reloj”. No lo usa. Y el tiempo depende de los administradores de la gracia de Dios, los cuales somos nosotros.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez