Saludaos con Ósculo de Amor…

1 Pedro Capítulo 5

(019) Dale Buen Pasto al Rebaño

(1 Pedro 5: 1)= Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: (2) apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; (3) no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.

(4) Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.

¡Que iglesia sería hoy la del Señor, si los que presiden esas congregaciones hubieran leído con atención, aceptado con humildad y creído con devoción estas palabras! No hay en la Biblia otro texto que lo detalle con más claridad y lo explique con mejor perspectiva.

Mi dilema de creyente nuevo, siempre fue el de no poder apreciar como se vivía, en la que era mi primera iglesia (Y luego la posterior), la Palabra de Dios escrita en la Biblia que yo leía, aceptaba y creía firmemente. Obviamente, el dilema se daba porque NO lo veía.

Centenares de correos recibidos mensualmente, hoy, me están diciendo a mí que en cualquier parte del planeta, ese dilema sigue siendo el principal y prioritario de todos los creyentes nuevos que comienzan una vida de fe basada en el Dios de las escrituras.

Algunos preguntan, otros se callan y aceptan mansamente la realidad distorsionada. Los que preguntan, rápidamente son advertidos que no se puede ir en contra de lo que “el siervo que tiene la visión” ha dispuesto. Los que callan son integrados, bien conceptuados y promovidos.

Me pregunto cual será la diferencia entre estas prácticas a las que a diario podemos ver en cualquier empresa que opera bajo el principio de la obsecuencia. Allí también los que no son obsecuentes son advertidos respecto a mantener obediencia ciega y los que callan y aceptan son felicitados y promovidos a cargos con mejor remuneración.

Y también no puedo dejar de preguntarme si eso es un principio básico y elemental de la vida humana o es, como me lo supongo, una actitud que toma la iglesia en clara y franca imitación del mundo incrédulo porque no tiene autoridad ni poder para modificar nada…

Voy a ser puntilloso y extremadamente prolijo con este pasaje. Porque si en el inicio de este trabajo te dije que creía que las cartas de Pedro eran, hoy por hoy, una base real de lo que debe ser la genuina iglesia del Señor, este texto sobresale notable y notoriamente en ese contexto.

En principio, Pedro les formula un ruego a los ancianos. Cuidado con esto: rogar no es ordenar, mandar o dar una directiva. Rogar es pedir algo por gracia. ¿Recuerdas lo que era la gracia? Exactamente: favor, Por tanto, rogar es pedir algo por favor.

Por tanto, la respuesta de aquel o aquellos a los que le pedimos algo por favor, estará condicionada a su propia voluntad. No están obligados a acatar ni aceptar lo que se les pide. Es por gracia, es por favor, y eso significa una sola cosa: sea lo que sea la decisión, esa decisión es voluntaria.

Te ruego yo, ahora, que tomes nota de esto que termino de decirte, porque más adelante vas a poder comprobar algunas cosas que van a sorprenderte y mucho, si es que todavía no has agotado tu capacidad de sorpresa y asombro en tu militancia evangélica.

Rogar, también es instar con súplicas. Instar es insistir, buscar algo con anhelo. Suplicar, como podrás imaginarte, es sinónimo de rogar y también es pedir algo con humildad y sumisión. Quiero concluir este pequeño análisis semántico recordándote que quien realiza esto es el apóstol Pedro…

Muy bien; aclarado este punto, ahora veamos: ¿A quien es que Pedro le ruega? Dice que a los ancianos que están entre los destinatarios de su primera carta. ¿Y quienes eran los ancianos? Es más: ¿Qué cosa era un anciano?

Nosotros tenemos la definición de ancianidad como relacionada directa y únicamente con la edad. De hecho, un diccionario cualquiera de la lengua española, te dirá que anciano significa alguien con mucha edad cronológica. Sin embargo, hay una explicación histórica que convendrá repasar con el fin de no entender equivocadamente.

En el Antiguo Testamento, el anciano era un magistrado, a la vez civil y religioso, que, hasta allí donde podemos saber, era nombrado en virtud de su derecho de edad, a la cabeza de una casa patriarcal, de una familia de la tribu, o de la misma tribu.

Al tener la posición de jefe de una tribu o de las familias más grandes, el anciano tenía la autoridad de príncipe. Ordinariamente, sólo los hombres de edad madura accedían a estas funciones. Otros pueblos, como los madianitas y moabitas, organizados en tribus, tenían ancianos.

Este título designa generalmente a altos funcionarios que: Gobernaban al pueblo, que representaban a la nación en las transacciones que la concernían; cuando se tenía que honrar a un huésped; celebrar una alianza, o celebrar actos religiosos.

Un cuerpo de 70 ancianos ayudaba a Moisés a gobernar a los israelitas. Cada ciudad tenía sus ancianos, que eran probablemente los cabezas de las familias de la localidad, y que ejercían la autoridad civil y religiosa.

Los ancianos seguían ejerciendo estas funciones en Judea durante la ocupación romana. Queda más que claramente a la vista que, en el Antiguo Testamento, el anciano era una especie de posición jerárquica emparentada prioritariamente con la religión.

En el Nuevo Testamento los términos anciano y epíscopos (que significa supervisor u obispo) eran intercambiables, pero no eran totalmente sinónimos. El término de anciano, (presbítero), denota la dignidad de su función, en tanto que episcope denota aquellos deberes que ejercía.

La distinción que establece dos categorías de ministerio (la de anciano y la de obispo) data del siglo II. En el año 44 d.C. encontramos ya ancianos en la iglesia en Jerusalén. Durante su primer viaje misionero, Pablo nombró ancianos en cada iglesia.

De hecho, los ancianos en las iglesias de la gentilidad, hasta allí donde nos lo muestra el NT, fueron siempre nombrados por la irremplazable autoridad apostólica, ya ejercida personalmente, o bien delegada expresamente en unas personas determinadas.

Las instrucciones para su establecimiento oficial nos vienen dadas en epístolas dirigidas a colaboradores apostólicos, en las llamadas Epístolas Pastorales. También cumplían sus funciones en las comunidades de cristianos de origen judío.

Es evidente que la dignidad de anciano en la iglesia cristiana se correspondía con la de anciano entre los judíos. Ambos cargos estaban revestidos de la misma autoridad. Los ancianos estaban asociados con los apóstoles en el gobierno de la Iglesia.

Eran los obispos o supervisores de las iglesias locales, y su función era ocuparse del estado espiritual de la congregación, ejerciendo la disciplina y enseñando. Había en la iglesia local varios obispos o supervisores, llamados también ancianos.

No se hace alusión alguna a una distinción de funciones entre ellos. Dentro de la iglesia cristiana de los tiempos apostólicos, como en la sinagoga, la predicación no era una función esencial de los ancianos; no les estaba reservada de una manera exclusiva.

Como pastores del rebaño, los ancianos debían instruir bien y ser aptos para enseñar. Pero toda persona que poseyera el don de profecía o de enseñanza tenía derecho a dar exhortaciones. En relación con esto es importante señalar la distinción entre “don” y “cargo”.

El primero proviene directamente del Señor; el segundo, por el ejercicio de la autoridad humana. El don no precisaba por ello de autoridad humana para ser ejercitado, y se ejercía en sujeción inmediata a la Cabeza.

La autoridad de los ancianos, como cargos, derivaba de su establecimiento oficial por los apóstoles, y tenía su esfera en el seno de la asamblea local indivisa. Nada se dice en las Escrituras acerca de una sucesión.

Los veinticuatro ancianos vistos por Juan en el cielo son mencionados frecuentemente en Apocalipsis. Son vistos alrededor del trono, sentados en tronos, vestidos de blanco y con coronas de oro, adorando a Dios.

En el Antiguo Testamento, cuando todo estaba en orden había veinticuatro grupos sacerdotales, teniendo cada uno de estos grupos a un anciano como cabeza o jefe; puede que el número veinticuatro para los ancianos en Apocalipsis sea una alusión a estas veinticuatro suertes de sacerdocio.

Los ancianos en el cielo tienen arpas de oro llenas de perfume “que son las oraciones de los santos”, evidenciando que actúan como sacerdotes, celebrando la redención en un cántico. Se trata indudablemente de la Iglesia vista ya en el cielo en su carácter de “real sacerdocio”.

Ya has leído todo esto que es un informe histórico y sin contaminaciones supuestamente espirituales. Ahora dime: ¿Qué piensas? ¿Por donde anda tu pensamiento en este momento? ¿Quizás en la enorme cantidad de veces que has visto proceder conforme a rudimentos que no tienen nada que ver con lo que has leído? No te preocupes, yo lo pensé primero.

¿Qué tiene que ver ese anciano supervisor y obispo con este pastor moderno y casi “cacique” de una tribu muy singular denominada “iglesia”? Nada. O casi nada. Aquel era un hombre probo, levantado por Dios mismo para guardar, vigilar y de alguna manera, cimentar y mejorar su obra. Éste, alguien con ideas propias, personales, particulares, privadas y ambiciosas que lucha por tener…éxito.

Pedro se titula a sí mismo…anciano. Y si anciano es supervisor, es epískopos, es obispo, anciano no es apóstol. Sin embargo nosotros le decimos “el apóstol Pedro”. ¿Quién le otorgó ese apostolado? Indudablemente, la historia. La misma que ya está borrando de todos los libros a los actuales ancianos. ¿El por qué? Esta misma carta te da la respuesta.

(Lucas 24: 48)= Y vosotros sois testigos de estas cosas.

El énfasis de Lucas sobre la Gran Comisión está en consonancia con su tema: Cristo, el Hijo del Hombre, lo cual muestra el equilibrio entre la humanidad y la divinidad de Jesús. La belleza y la singularidad de su carácter, tanto divino como humano, se revela en el hecho de que éste, quien es divino, trae al hombre pecador al Dios santo.

En su vida de perfección y santidad, Jesús refleja compasión por la humanidad sufriente y manchada con el pecado, quebrantada, enferma, maltratada y dolorida. Nuestro cumplimiento de la Gran Comisión requiere de compasión y de profundo interés humano en una amplitud mundial.

El estilo de Jesús, que a todas luces se presenta como sensitivo y accesible, constituye indudablemente un llamado a sus seguidores (Los que dicen llamarse a sí mismos: “cristianos”), a responder con prontitud a su mandamiento y a hacerlo con su compasión.

La clave de la iglesia en este verso está en la palabra testigos. Porque un testigo es alguien que da testimonio de algo o lo atestigua. Esto es: es una persona que presencia o adquiere conocimiento directo de algo.

¿Qué significa esto para nosotros? Que nosotros estamos llamados a ser testigos de lo que Cristo es, de lo que hizo por todos y, esencialmente de lo que hizo con y por nosotros. Claro está: si no tenemos nada para mostrar en relación con esto, no podremos ser testigos.

Y yo creo que hoy, el problema más grave que tiene la iglesia, es que hay mucha gente que se ha capacitado técnica y académicamente para hablar de las cosas de Dios, pero muy pocos que tengan calidad de auténticos testigos de Jesucristo.

Y al mundo, mi querido amigo, no se lo ganará con discursos de teología. Eso sirve para el templo, donde hay un montón de gente dispuesta y predispuesta a oír lo que sea y decir “amén” por lo que sea. Pero el mundo incrédulo, no. Al mundo incrédulo sólo se lo conmueve con el poder de Dios manifestado.

(Apocalipsis 1: 9)= Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.

Fíjate que notable. El seguimiento y respeto por la auténtica Palabra de Dios, más el ser testimonio viviente de Jesucristo, no llevaron a Juan a lo más alto de la plataforma a recibir el aplauso y el homenaje de sus hermanos, sino que lo llevaron a Patmos, la isla donde fue confinado par que se muriera.

Los que supongan que a Juan lo enviaron allí los romanos, está equivocado. Juan no les molestaba a los romanos ni perturbaba su poder terreno. Juan les molestaba a los líderes de la iglesia, porque lo que decía y predicaba tenía la vida que tiene la genuina Palabra de Dios y el poder revitalizador que tiene el testimonio de Jesucristo.

¿Y entonces que? Echemos a Juan de entre nosotros, nos sea cosa que la gente se de cuenta que lo que nosotros estamos dando como Palabra es puro humanismo, filosofía, psicología y ministración del alma y comience a abandonar nuestros templos.

Hay mucha gente con el espíritu de Juan en este tiempo. ¿Adonde están? En los distintos Patmos adonde han sido confinados. Todos fuera de los templos, soportando la marginación de sus antes “amorosos hermanos” y, encima, recibiendo la acusación de estar casi fuera del cielo por no congregarse.

Muy bien: Juan no se congregó con nadie en Patmos por una sencilla razón: no había nadie con quien congregarse. No asistió a ningún culto, reunión o servicio por otra simple razón: no había templos, ni pastores, ni hermanos. Juan se quedó solo y lo único que le quedó por hacer fue aferrarse de la mano del Señor.

Y allí fue, “casualmente”, donde el Señor lo levantó por sobre todos los religiosos del planeta y lo llevó a poner en marcha el mayor ministerio a tiempo completo del que se haya tenido memoria e historia. Y escribió un libro por mandato divino que no es un compendio de profecías del futuro, sino la revelación de la persona de Jesucristo, esa misma de la cual él daba testimonio permanente.

¿Y qué es lo que les ruega Pedro a esos ancianos? Que apacienten la grey. ¿Y qué significa esto de apacentar la grey? Busquemos por separado y luego unamos ambas expresiones, ambas palabras, y tendremos su significado.

Apacentar es, en lo literal, lisa y llanamente dar pasto al ganado. Pero también hay una acepción de tipo espiritual que nos dice que ese acto es dar pasto espiritual, instruir, enseñar. Obviamente, se está hablando de esto último.

Grey, mientras tanto, se trata de un rebaño de ganado menor. También dícese de un conjunto de individuos que tiene algún carácter común, como los de una misma raza, región o nación. En este caso específico, se habla de gente creyente.

¿Cuál es entonces el ruego, en concreto? Que los ancianos les brinden a los componentes del rebaño, alimento espiritual fresco, nutritivo y genuino. No vana palabrería ni discurso humanista, científico o filosófico, sino Palabra auténtica de Dios.

Y que se lo den a…la grey de Dios. Es decir que ese rebaño al que Pedro se refiere, pero es válido para todos los rebaños del planeta, es de Dios. De ninguna manera es de un hombre y mucho menos de una denominación, credo o línea religiosa organizada.

Y, finalmente, el hecho de catalogarlo como grey, le da carácter de rebaño y no de redil. ¿Cuál es la diferencia? La hemos enseñado muchas veces en otros estudios, pero siempre es válido reiterarlo. Un rebaño es un grupo que se mueve con libertad buscando los mejores pastos. Un redil es un corral, un encierro, donde la grey come lo que se le da, aunque sea hojarasca.

¿Cuál es el máximo problema de nuestra grey contemporánea? Que es mayoritariamente redil y no rebaño. Que está encerrada entre cuatro paredes de una congregación local o una denominación determinada, alimentándose de lo que allí se cree que es alimento, aunque en la suma mayoritaria, normalmente no lo es.

Pero fíjate que esto no concluye aquí. Es notorio que Pedro ya entendía lo que podía ocurrir con ese grado de poder que algunos hombres iban a tener sobre otros. Que cuando el poder, – Cualquiera sea -, no es usado en el Señor, corrompe.

Porque seguidamente a ese ruego de apacentarla, les dice a los ancianos, supervisores, que la cuiden. Y quiero aquí darte las definiciones de dos palabras que pueden sonar muy parecidas, pero que en verdad no lo son.

Cuidar: Poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo. Asistir, guardar, conservar. La otra que se le parece pero no es igual, es: Controlar: ejercer el control. Control: comprobación, inspección, fiscalización, intervención, dominio, mando, preponderancia.

Ahora examina la situación y, si eres un ministro del Señor, (Quizás anciano de este tiempo), examínate interiormente en tu tarea. ¿Estás ejerciendo cuidado sobre el rebaño del Señor que atiendes o estás ejerciendo control?

Porque hay una leve diferencia en la acepción gramatical de ambas palabras, tal como lo has visto. Pero en el ámbito espiritual, la diferencia no sólo es enorme sino de alta gravitación. Cuidar es mandato de Dios. Controlar es darle curso a un espíritu inmundo que tiene ese nombre. ¿Adonde estás tú?

Pro dice más. Dice como debe ser ese cuidado. Voluntariamente, eso dice. Y con anterioridad, le coloca una expresión que de ninguna manera suena desencajada de las realidades contemporáneas. Dice que no es por fuerza.

¿Será que estoy queriendo decir que hay miles o millones de ovejas prisioneras en diferentes rediles, en los que deben quedarse aún en contra de sus voluntades? Eso es exactamente lo que está ocurriendo si es que cada uno de los cristianos se atreve a romper su miedo y decirlo en voz alta.

Convengamos en algo que siempre sirve como excusa y que, en parte, sólo en parte, tiene visos de verdad. Hay cientos de ovejas díscolas, rebeldes y conflictivas, y a esas no está par nada mal que se las discipline y se ejerza autoridad contundente con ellas.

Pero no son todas, aunque la excusa sirva para todas. Hay mucha gente espiritualmente abusada que no se atreve a irse de sus congregaciones porque alguien las ha amenazado con sus Biblias en las manos.

Yo mismo he oído por una emisora de radio de mi ciudad, de mi país, como un pastor de una congregación bastante voluminosa de mi ciudad, ha dicho con relación a gente que decidió irse de su iglesia, que ya van a ver lo que les sucede, que cuando estén ahogados y asfixiados por la venganza del Señor, van a querer regresar…

Hermanos…yo no conozco esos casos puntualmente, es verdad. Es más: estoy dispuesto a aceptar que en la mayor parte de los casos pueda tratarse, efectivamente, de gente desagradecida, orgullosa y todo lo demás que se ha ido porque no están dispuestos a aceptar la voluntad y la autoridad de Dios sobre sus vidas, de acuerdo.

Pero debe haber un pequeño remanente, así fueran cinco personas, que se han retirado de allí por motivos más que justificados (Y créeme que los hay). En esos casos, lo que el pastor dijo radialmente. Equivale lisa y llanamente a una maldición.

¡Hermano! ¿Usted me está queriendo decir que pueden existir pastores que, enojados por una circunstancia, no vacilan en maldecir a los que hasta ayer han sido sus ovejas amadas? No te lo estoy queriendo decir, ¡Te lo estoy diciendo porque yo mismo lo he oído!

Me he cansado de enseñar lo único que la Biblia dice con claridad respecto a la sujeción: que es mutua, y que es voluntaria. Ambas cosas pueden leerse en más de un texto. Sin embargo, no estoy viendo (Ni lo estás viendo tú tampoco, seguramente), que esto se esté cumpliendo así.

Porque una cosa es que un predicador, por más fragoroso que sea, exprese desde un púlpito a quien quiera oírlo, que convendría sujetarse a nuestros pastores porque esa es la voluntad de Dios, y otra muy distinta es lo que mayoritariamente oímos: que debemos sujetarnos. Lo primero es voluntario, lo segundo obligatorio. Lo primero es bíblico, lo segundo sólo es evangélico.

¿Y que le agrega a esto Pedro? Le agrega un aditamento que, a la luz de lo que es el evangelio de Jesucristo, su esencia y la deidad de su protagonista, parecería total y absolutamente innecesario. Sin embargo, Pedro ha considerado que no lo es.

Porque a continuación de se mandato de cuidar las ovejas no por fuerza sino voluntariamente, les dice a los ancianos, supervisores, líderes, pastores modernos, que deben hacerlo también con ánimo pronto y no por ganancia deshonesta.

¿Y qué sería gobernar o liderar a un rebaño de ovejas por ganancia deshonesta? Creo que no necesitamos ser demasiado inteligentes: significa que lo hacen porque de alguna manera, algo les van a sacar a esas ovejas que justifique su trabajo.

¿Has visto tú, últimamente, en algún lugar remoto de la tierra, algún sitio supuestamente religioso, supuestamente cristiano, donde su líder se aproveche material y económicamente de sus liderados para sustentar su vida personal? Muy bien: eso, es ganancia deshonesta.

¡No, hermano! ¡No siempre! ¡No se olvide que el obrero es digno de su salario y el que sirve debe ser sostenido. Sí, debe ser sostenido, pero por el Señor y como el Señor lo disponga, no por medio de manipulaciones, amenazas u otras estratagemas tendientes a sacarle el dinero a la gente.

Cuando decimos esto en ambientes de comando, ¿Qué respuesta recibimos? Clásica: ¡Pero no, hermano! ¡Eso es quimérico! ¡Si no salimos a buscar las ofrendas y los diezmos, nadie nos trae nada y nos quebramos con seguridad! ¿Ah, sí?

Mira: si es verdad eso que los ministros dicen, es porque la gente no ha entendido nada. Y si la gente no ha entendido nada, es porque no ha madurado. Y si la gente no ha madurado, la responsabilidad es de los ministerios que están puestos allí para madurarlos. Y la última: si un ministro no puede creer que Dios va a sustentar su trabajo como Él quiera, ese ministro es incrédulo.

(Juan 21: 16)= Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dijo: pastorea mis ovejas.

Pastorea mis ovejas. ¿Y que quiere decir “pastorear” a unas ovejas? La palabra pastorear significa llevar los ganados al campo y cuidar de ellos mientras pacen. Esto es: llevar a las ovejas a un ámbito espiritual de alimento y cuidar (No controlar) de ellas mientras se nutren.

Ahora bien: ¿Quién es el encargado de pastorear? Un pastor, sin dudas. Y coincide aquí con uno de los cinco ministerios que, según Efesios 4:11, el señor le ha entregado a la iglesia para perfección (Que es maduración) de los santos, que somos tú y yo.

Que la iglesia con sus organizaciones humanas y personalizadas por ambiciones particulares, haya inventado una categoría superior para el ministerio del pastor, es un problema de personas, no de Dios. Dios lo pensó de otro modo.

El diccionario bíblico brinda un gráfico del pastor que – Con mayores o menores diferencias -, no tiene absolutamente nada que ver con lo que conocemos al respecto. Dice, entre otras cosas, que un pastor es el que se cuida de un rebaño.

Abel tenía un rebaño de ganado menor. Desde Abraham a Jacob y sus hijos, los patriarcas fueron ganaderos y pastores. Jabal, Abraham y los recabitas fueron nómadas; moraban en tiendas y llevaban a sus rebaños y ganados de lugar a lugar para hallar pastos.

Otros ricos propietarios de ganaderías y rebaños residían en ciudades, en tanto que sus siervos iban de pasto a pasto con los animales. Había también el pastor sedentario, que salía por la mañana con su rebaño, y lo devolvía por la noche al redil.

Con frecuencia, el rebaño era confiado: al hijo, a la hija o a un asalariado. El propietario exigía del pastor el precio de todo animal desaparecido. La Ley de Moisés libraba al asalariado de esta obligación, si podía probar que la pérdida no había sido consecuencia de una negligencia.

El pastor iba temprano al redil, donde se hallaban varios rebaños, y llamaba a sus ovejas. Éstas reconocían su voz, y lo seguían. Esto último es una realidad en Oriente, así como que cada oveja tiene un nombre y que conoce la voz del pastor, y constituye un hermoso tipo de la relación de Jehová con Israel y de Cristo con la Iglesia.

Las ovejas de otros pastores no prestaban atención a su voz. El pastor conducía el rebaño a los pastos, quedándose allí todo el día, y en ocasiones incluso la noche; los defendía de las fieras y contra los merodeadores, recogía a la perdida.

Se cuidaba de las ovejas recién paridas y de las esparcidas. El pastor llevaba un zurrón y un arma defensiva. Si hacía mal tiempo, se envolvía en su manto. Su cayado, le permitía dirigir el rebaño, reunirlo y defenderlo.

Era ayudado por los perros, que no eran demasiado dóciles ni fieles, pero que, al ir detrás del rebaño, señalaban el peligro con sus ladridos. En las Escrituras, Jehová es presentado como pastor de Israel, especialmente de los fieles.

Cristo es el «Buen Pastor». Él no ha entrado furtivamente en el redil, sino por la puerta. Sus ovejas responden con confianza al oír sus nombres y rehúsan seguir a otros. Al sacrificar Su vida por ellas, les ha demostrado Su amor.

Todos los que tenían una posición en la teocracia: profetas, sacerdotes, reyes, eran considerados por el pueblo como pastores subalternos; su infidelidad a Jehová es frecuentemente mencionada.

En el NT hay el don de los pastores para la iglesia, para alimentar y pastorear las ovejas; los ancianos u obispos son asimismo exhortados a tener cuidado de la grey del Señor, siguiendo el ejemplo de Cristo, el Gran Pastor de las Ovejas, y Señor del rebaño y de los encargados de cuidarlo.

¿Has leído bien, verdad? ¿Has tenido especial cuidado en buscar similitudes entre lo que aquí se menciona y lo que tú ves en cualquier congregación de este tiempo? ¿Y has hallado esa similitud? ¿No? No te preocupes, yo tampoco. ¿Y por que crees que ocurre eso?

Es simple. Porque el pastor, tal como nosotros lo ubicamos, (Un señor vestido con ropa solemne, que habla de manera impostada como si fuera una biblia grabada, que predica rigurosamente un mensaje (O más) por semana y que sólo le permite a sus ovejas decir “amén” de vez en cuando) no existe. ¿Y de donde lo sacamos?

Sería muy extenso explicártelo porque significa todo un estudio más histórico que bíblico. Pero si quieres y tienes tiempo, busca en la Web a Gene Edwards y, especialmente,. Su trabajo “Más Allá de lo Radical”, y allí lo tendrás bastante claro.

(1 Corintios 9: 17)= Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada.

Fíjate que Pablo predicaba por compulsión divina y confiaba en recibir una recompensa. Aún si no hubiese querido predicar, sentía la obligación moral de hacerlo. Debido a que se dispuso a depender completamente de Cristo por amor, voluntariamente decidió no reivindicar sus derechos. Su recompensa era la satisfacción de predicar gratuitamente.

¡Que bueno sería que, al menos, un diez por ciento ministerial de la iglesia pudiera vivir ministrando conforme al espíritu de Pablo! Experimentando la satisfacción de predicar gratuitamente. ¡Que diferencia con aquellos predicadores cinco estrellas que exhiben un cachet fijo, en dólares, con hoteles de primer nivel, sauna y servicio de bar incluidos!

Y todo bajo el inexplicable razonamiento de que el obrero es digno de su salario. A nadie le caben dudas que el obrero es digno de su salario, pero de ese supuesto obrero a la petulancia exhibicionista casi ofensiva de la que hacen gala algunos de estos mini-astros, hay una distancia.

(1 Timoteo 3: 2)= Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; (3) no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro.

(Verso 8)= Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas.

Globalmente, este texto nos dice que antes que el obispo asuma la tarea de vigilar el rebaño para corregir y enseñar, debe ser irreprensible; alguien a quien no se le puede acusar de nada. Marido de una sola mujer, lo que equivale a señalar que debe ser un esposo ejemplar.

La frase, ciertamente, excluye la poligamia; sin embargo, no es todo lo que afirma. Lo principal es el concepto de la fidelidad conyugal, esto es: el obispo debe ser un esposo fiel. Se h usado este párrafo para hacer hincapié en un segundo matrimonio tras un divorcio, pero eso forma parte de las crueldades legalistas con las que la iglesia ha asesinado espiritualmente a miles de hermanos fieles.

La principal preocupación de Pablo, notoriamente, es la calidad y la cualidad de la conducta del obispo en el momento preciso y exacto en que se presenta en función de candidato par el cargo. La advertencia tiene que ver con un testimonio irreprochable, pero de ninguna manera hachón un juicio a perpetuidad para una condición de la cual puede no ser ni culpable ni responsable.

De otra manera, fíjate que, mientras no se permite que los divorciados y vueltos a casar ejerzan el pastorado, el ancianato o el diaconado por esta dudosa interpretación sobre este texto, nada se dice de tantos y tantos que lo hacen siendo amadores de las ganancias deshonestas, dados al mucho vino, faltos de sobriedad, imprudentes y cosas por el estilo.

La iglesia sigue castigando con sus legalismos malditos a personas que han cometido alguna clase de error en sus vidas anteriores a Cristo, por los cuales ya han pedido perdón y ya han sido perdonados, y sigue aceptando y palmeando la espalda de los religiosos, que son los auténticos representantes de Babilonia infiltrados adentro de las congregaciones para conducirlas al error.

¿Cuántos líderes auténticamente amables conoces? Esta palabra, en este texto, es la palabra EPIEIKES. Proviene de EPI, que significa “hacia adentro” y EIKOS, que quiere decir “gustosamente”. La palabra sugiere un carácter equitativo, razonable, paciente, moderado, justo y considerado.

Es lo opuesto al carácter áspero, hiriente, mordaz, irónico, sarcástico, cruel y contencioso. La persona con un carácter EPIEIKES, no insiste en la letra de la ley. Una vez más te lo pregunto aunque ya conozco tu respuesta: ¿Cuántos líderes conoces con estas características? Dios quiera que sean más de cinco…

(Tito 1: 7)= Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codiciosos de ganancias deshonestas.

Un ministro del Señor, dice Pedro, lo corrobora Pablo, tiene que ser, entre otras cosas, irreprensible. ¿Y que es ser irreprensible? Es ser alguien que no merece reprensión. Reprensión es la acción y acto de reprender.

¿Y que es reprender? Ya sé, no me digas nada; en lo primero que has pensado, seguramente, es en los demonios. Porque la Biblia dice que Jesús los reprendió y ellos se fueron, entonces nosotros hemos tomado ese acto como una especie de ritual y, en el nombre de Jesús, intentamos hacer lo mismo.

¿Sabes que? Los demonios, en muchos casos, se van por la misericordia y el poder de Dios, no por nuestras “habilidades” de liberadores, ya que en un principio, lo primero que no hemos alcanzado a conocer, es que cosa significa reprender.

Reprender es corregir, amonestar a alguien, vituperando o desaprobando lo que ha dicho o hecho. ¿No es cierto que creías que se trataba de otra cosa? ¿No es verdad que ante estas acepciones te cuesta un poco anexarlo al acto de echar fuera demonios?

Volvamos atrás: un ministro del Señor tiene que ser irreprensible, esto es: nadie tiene que tener absolutamente nada de que amonestarle, corregirle o desaprobarle por algo que no haya hecho como corresponde. Y además, tampoco tiene que tener absolutamente nada que determine que haya que tratarlo como si estuviera influido por demonios. Ese es nuestro ministro. ¿Conoces a muchos así?

Tampoco debe ser soberbio. La soberbia, te recuerdo, es la altivez y el apetito desordenado de pretender ser preferido a otros. Es la satisfacción y el envanecimiento por la contemplación de las propias prendas y virtudes con menosprecio para con las de los demás.

¿Necesitaremos mucho más para darnos cuenta que el ochenta por ciento bien largo de nuestros ministros, han caído en este pecado? ¿Son mayoría las congregaciones donde la gente no siente que su pastor está más cercano a Dios que ellos? No te preocupes ni te aflijas, vivas donde vivas. No lo son en ninguna parte del planeta. Porque hay soberbia.

El ministro no tiene que ser iracundo. La iracundia es una notoria propensión a la ira, a la cólera o al enojo sin necesitar demasiados argumentos para ello. El hombre de Dios, auténtico, tiene la contrapartida exacta a esto: amor, paciencia, benignidad, templanza, misericordia, paz. Tú sabrás que cosas son las que más has visto en tu congregación. Allí tienes tu respuesta.

Dic que también tiene que ser alguien no dado al vino. ¿Significa esto que tendrá prohibido beber vino? No, ese es un invento de los misioneros estadounidenses que fundaron cientos de iglesias en nuestras tierras sudamericanas y centroamericanas.

Pero no se trata del respeto a la letra bíblica, sino a una aborrecimiento cultural que esos misioneros, por su propia idiosincrasia cultural, tenían particularmente de esa bebida. Nota que no dijeron nunca nada con relación al Wisky ni tampoco a la cerveza, brebajes que les eran más afines y agradables.

En la declaración de principios, (con pacto incluido), de una muy importante y numerosa denominación evangélica, figura una prohibición de beber vino para ser, – Aseguran -, un cristiano completo y obediente.

No sé qué hubiera sido de la vida de Timoteo en esa denominación. ¿Hubiera obedecido el pacto y la declaración de principios doctrinales de ella, con el fin de no ser expulsado, o hubiera atendido el consejo de Pablo que le aconsejaba beberlo a veces por motivos de salud?

Durante muchos años se ha dicho, (A veces exagerando y hasta de manera ofensiva) que en esa denominación sobra letra pero falta vida. Muchos piensan si no será porque, por causa de este paco, han prohibido a Jesús formar parte de ella por causa de haber bebido vino…

Es clave, en este texto, y se confirma y corrobora con otros en la Biblia, el adjetivo calificativo de mucho que se utiliza. Eso te está aclarando que el ministro no debe ser cosumidor de mucho vino, ya que ello inevitablemente le ocasionará una mini, regular o maxi borrachera, y con ello ingreso al pecado. Pero no habla de prohibir que se lo beba.

Y, finalmente, dice que un ministro del señor no debe ser pendenciero. Si tenemos en cuenta que ser un pendenciero es ser propenso a entrar rápidamente en riñas y pendencias, que son sencillamente contiendas o peleas, nos encontramos con que sugerir esto sería, a la vista de lo que el evangelio del Reino nos propone, simplemente innecesario.

Sin embargo, y en igual medida a la sugerencia final de no ser afecto a las ganancias deshonestas (A esto lo repite muchas veces); es notorio que estas cosas se daban ya en el tiempo de Pedro y por ello debía advertirse a la gente.

Yo tuve en una sola ocasión la posibilidad de ser testigo muy casual de una reyerta entre el que era el pastor de mi congregación de ese momento y otro pastor que se congregaba en ella. Las cosas que se dijeron y el modo en que e lo dijeron me hicieron temer, por un momento, que llegaran a tomarse a golpes.

Me impactó porque a ambos los tenía pintados con una dulce sonrisa e amor y una forma de ser paciente, serena. Es evidente que todas estas cosas eran solamente una máscara con la cual adornaban sus ministerios. La realidad de la pendencia me mostró el verdadero rostro de cada uno.

Todas estas recomendaciones que Pedro realiza y que ha dado lugar a estos análisis y evaluaciones comparativas con las realidades de nuestro tiempo, no concluyen en estas advertencias, ya que finaliza acotando, por si hiciera falta, que los ministros deberán atender, cuidar y proteger el rebaño, no como teniendo señorío sobre los que están a su cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.

Entonces, la pregunta que inmediatamente debemos formularnos, es: ¿Se está tratando con las ovejas del Señor, por parte de los ministros, dando ejemplo de vida, actitud, honestidad, rectitud e integridad o como si se tuviera señorío sobre ellas?

Si tener señorío es tener dominio o mando sobre algo, debo decirte que sí, que aquí también la mayor parte de los ministros están en clara, franca y abierta desobediencia. La mayoría de ellos se conducen con la gente como si esa gente les perteneciera o, lo peor, como si esa gente estuviera a su servicio y no al servicio del Reino de Dios.

En cierta ocasión mantuve un diálogo por espacio de un par de horas con un hermano que estaba muy mal anímicamente. Terminaba de retirarse de la congregación a la cual había asistido por espacio de treinta años y en la que, incluso, ostentaba la función de diacono.

Como normalmente suelo hacer en estos casos, traté por todos los medios de encontrar fallas propias con la finalidad de minimizar las ajenas y posibilitar el apaciguamiento del enojo, la posibilidad de diálogo y el consecuente perdón mutuo y activamiento de nuevas oportunidades.

Me frenó bruscamente con una pregunta a boca de jarro. “¿Usted sabe por qué decidí irme después de tanto tiempo?”, – Me preguntó -. Le respondí que no, que no lo sabía. Entonces oí algo que no me dejó ni la menor posibilidad de solución o arreglo al problema.

“Decidí abandonar la iglesia el día que me di cuenta que por espacio de estos últimos diez o quince años de diaconado, no había estado sirviendo al Señor sino sirviendo al pastor. Y lo peor del caso, es que por servir al pastor, en muchas ocasiones tuve que dejar de servir e incluso mentirle al Señor…”

He realizado algunas pequeñas y muy discretas investigaciones con la misma gente integrante de diferentes congregaciones que conozco. No se diferencian demasiado. La estricta mayoría de ellos acepta el señorío pastoral por una simple razón: le tienen miedo.

¡¡Pero no, hermano!! ¡Está equivocado! ¡No es miedo, es respeto por la autoridad del siervo! – Podría ser verdad esto si no fuera que ante cada consulta específica, la respuesta que más veces oí fue algo así como: “¡¡No!! ¡¡No puedo hacer eso!! ¡¡El pastor me echa de la iglesia!!”

Si eso es respeto por la autoridad del siervo y no terror por lo que ese hombre pueda hacer como represalia, no sé ni como me llamo ni qué estoy haciendo en el planeta. Eso se llama miedo. Y el dueño del imperio del miedo no es Dios, es Satanás. Por tanto, ese hermano esta sometido por una estratagema diabólica, no santa.

(Ezequiel 34: 4)= No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendaste la perniquebrada, no volviste al redil a la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia.

No sé como figura en tu Biblia el subtítulo de este pasaje del libro de Ezequiel. En la que estoy tomando para realizar este trabajo, que es una versión clásica, dice textualmente: “Los Pastores Negligentes”. Es muy duro este texto.

Tanto que yo, al menos, jamás pude oír a nadie predicar sobre este texto. Pienso que quizás no tenían nada para decir como no fuera hacer autocrítica. Y tú sabes muy bien que por un falso entendimiento, hay un gran sector de la iglesia que no simpatiza con la autocrítica.

El caso es que negligencia no es otra cosa que falta de cuidado y aplicación con respecto a algo. ¿Recuerdas que le dice Pedro a los ancianos? Que cuide a las ovejas del Señor ¿Recuerdas de que hablamos allí? Establecimos la diferencia que hay entre cuidar y controlar.

Por tanto, un pastor negligente es aquel que, en su afán de hacer las cosas bien conforme a los requerimientos de su denominación, de su propia organización o de las ambiciones o proyectos personales, descuida a esas ovejas que no son suyas y las trata con dureza y violencia.

¿Qué tendrá que ver, entonces, este texto de Ezequiel con un hoy tan distinto y diametralmente opuesto a aquella época en que todo esto fuera escrito? Mucho. Más de lo que una gran mayoría se imagina. Y no se trata de ser malintencionado y relacionarlo, se trata de leer y entender.

¿Qué es fortalecer a una oveja débil? Suministrarle alimento nutritivo. Por tanto, si esto no se está haciendo, es porque lo que está bajando desde los púlpitos no es alimento nutritivo sino hojarasca seca que ni llena ni alimenta. Humanismo, psicología, ciencia, filosofía, autoayuda, “contención” afectiva. Miles de mensajes sobre estos temas. ¿Palabra genuina de Dios? Escasa o nula.

¿Qué es una oveja enferma? Es una que por alguna causa no del todo clara, ha sido infectada por alguna clase de bacteria extraña y ha contraído una dolencia. ¿Cómo podríamos ejemplificar esto? Con las que creen que la iglesia es Sanidad Interior y luego cualquier otra cosa de relleno.

Con las que suponen que, si la gente está contenida por amistades, reuniones alegres y mucho bullicio, no se sentirá sola y encontrará en la iglesia la felicidad que estaba buscando. Súmale a esto aquellas que se conducen con rudimentos esotéricos, híper-místicos y supuestamente proféticos.

¿Qué se supone que debería hacer un pastor ante esta alternativa? Tomar a esa oveja, sentarla horas y horas frente suyo y, con el simple ejemplo práctico de su propia vida y su propia fe, hacerle entender que por buscar lo espectacular se ha perdido lo divino.

Luego dice que los pastores no han vendado a las perniquebradas? ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que hay muchas, pero muchas ovejas que no caminan correctamente porque, los miembros de traslación se le han atrofiado por falta de circulación sanguínea correcta.

Tú ya sabes que la sangre es el símbolo clave y clásico de la vida. Entonces, de lo que estamos hablando, es de ovejas que por seguir los rudimentos tradicionales de la religión costumbrista, han dejado de recibir vida y, por tanto, ya no caminan o caminan dificultosamente. Perniquebradas.

¿Qué debe hacer el pastor con ellas? Una vez más, sentarlas frente suyo todo el tiempo necesario para que ellas, al ver su propio andar y el de su familia, puedan entender que las cosas de Dios funcionan solamente cuando se las cree y se las pone por obra, no por teoría sistemática.

Y la única “venda” que conozco para que una pierna quebrada comience a solidificarse y retorne en cualquier momento a la normalidad, es la Palabra de Dios. Quien toca la Palabra de Dios, no se equivoca más…

¡¡Pero no, hermano!! ¡Usted se equivoca! ¡Yo conozco a muchos teólogos que saben la Biblia de memoria y así y todo se equivocan en muchas cosas! – ¿Ah, sí? ¿Y a ti quien te dijo que un teólogo ha tocado la Palabra de Dios? Saben toda la letra, pero…¿Conocen algo de la Rema..?

Luego nos encontramos con la descarriada. Es, quizás, la que más tienen en mente los pastores de las congregaciones. ¿Por qué? Porque es el recurso más simple para contrarrestar la confrontación o el fastidio de toda oveja que se le oponga.

¿No estás de acuerdo con lo que el pastor decide u ordena? Eres una oveja descarriada. Pero…¿Lo eres de verdad? En muchos casos, sí. Estás equivocado y te crees que las cosas deben hacerse como a ti te parece y no piensas que ese hombre puede haber recibido una directiva del Señor.

Ahora bien; ¿Siempre es así? No, de hecho que no. En muchas ocasiones, la oveja descarriada no es más que una que ha recibido clara revelación del Señor, (Quizás porque es la única en ese grupo que está en obediencia y fidelidad) y, al confrontarla con la falsa visión pastoral, se gana un enemigo que, para sacarla de en medio, no vacilará en rotularla de descarriada.

Sin embargo, Ezequiel no hace alusión de esto, sino de la que en verdad se ha descarriado. ¿Y qué es lo que él aconseja o demanda hacer a los pastores? Retornarlas al redil. Es decir: perder todo el tiempo que haya que perder par conseguir que la oveja retome su vida de fe y crecimiento.

Porque esto tiene que ver con el punto que sigue, que es que cada uno de ellos salga a buscar la perdida. Tengo mi propia experiencia al respecto y la he relatado en mi primer libro. Cuando el señor nos sacó, como familia, de la última congregación a la que asistíamos, pude vivir esta realidad.

Estuvimos a punto de hacer “lo que corresponde”, que es como decir “lo que se usa”, o “lo acostumbrado” en estos casos. Pedir una entrevista con el pastor y comunicarle nuestra decisión de abandonar la congregación.

Pero fue ponernos a orar para que el Señor nos diera las palabras y fundamentos que le íbamos a exponer en esa entrevista, y Él nos respondió de un modo muy sorprendente. Nos mostró que, si bien hay usos, costumbres y tradiciones que dicen que hay que informar al pastor de nuestra decisión, la Palabra dice otra cosa diametralmente opuesta. Dice que es el pastor el que tiene que preocuparse por salir a buscar la que se fue.

¿Conoces muchos casos donde el pastor haya hecho esto? Y te lo pregunto en función de la globalidad, no del caso puntual de la ida de alguna familia importante con diezmos importantes. Yo conozco pocos. ¿Negligencia? Según Ezequiel, sí. Según el Señor, también. Que Él juzgue y decida.

Ellos, – Dice aquí -, demuestran su negligencia enseñoreándose de ovejas que no son propias sino prestadas por un tiempo, con dureza y con violencia. Sé que esto te produce el mismo asombro e incredulidad que a mí.

¿Podrá ser que adentro de la iglesia del Señor, haya hombres o mujeres que traten a las ovejas fieles (Ni hablar de las descarriadas) con dureza? Sí lo es. He sido testigo (Felizmente no víctima), de crueldades inimaginables cumplimentadas “en el nombre del Señor” y, obviamente, con una Biblia como argumento.

¿Se puede ser, asimismo, violento con esas ovejas desde un sitial donde se nos ha enseñado, predicado y formado para ser amorosos? Sí, se puede. He visto pastores tratar con más violencia verbal y psicológica, (Que es peor que la física) a personas sencillas que a los mismos demonios.

(Filipenses 3: 17)= Hermanos, sed imitadores de mí y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.

¿Quién de nosotros, por sincero que sea, por fiel que sea, por seguro que se encuentre d estar haciendo la voluntad de Dios, se atrevería a decirle a alguien que nos imite? En primer lugar, no nos atreveríamos. En segundo lugar, si lo hiciéramos, nos lloverían las críticas por soberbia y vanidad.

El caso es que Pablo se los dice a los Filipenses y se compromete profundamente con ello. Hace que ellos lo tengan en la mira y, al primer error, a la primera equivocación que Pablo tuviera, tenían el total y legítimo derecho de destrozarlo.

Ese es el evangelio de Jesucristo. Cualquier otra cosa que suene parecida pero no tenga esta capacidad de compromiso, no es el evangelio de la cruz. Porque lo que aquí se nos advierte es que aparecerá gente negligente en la conducción máxima de la iglesia.

¿Y qué deberemos hacer cuando los descubramos? ¿Tal vez confrontarlos, discutir con ellos fuertemente y obligarlos a abandonar la iglesia? En absoluto. Según lo señala Pablo aquí, lo que tenemos que hacer es convertirnos en modelos y ejemplos para que los demás nos miren y nos imiten. Quien no desee hacerlo y siga en lo suyo, se expondrá delante del señor y Él hará con cada uno lo que corresponda.

Es mucha la gente que en estos tiempos me escribe quejándose de que su pastor, quien según ellos debería ser modelo de honestidad, integridad y alta moral, un verdadero ejemplo para todos, resulta ser todo lo contrario.

Entonces lanzan todo tipo de denuestos en contra de ese hombre que, sin ninguna duda, no está haciendo lo que debe. Yo generalmente les respondo que el juicio para con ese falso ministro es del señor, no nuestro.

Les digo, eso sí, que de ninguna manera deberán sujetarse a esa clase de personas porque la Biblia es clara: nos sujetaremos a nuestros pastores, no a nuestros asalariados. Y es mucho mejor no quejarse porque no son modelos ni ejemplos. Lo que debemos hacer es convertirnos nosotros en modelos y ejemplos.

¡No, hermano! ¡Usted está equivocado! ¡Yo no tengo por qué ser ejemplo o modelo! ¡Esa es responsabilidad de los líderes! Eso no existe, hermano. A eso lo inventaron los hombres. Los hijos de Dios, (Y somos todos los que aceptamos a Cristo y creímos), estamos llamados a ser modelos a imitar y ejemplos vivientes. No evadas tus obligaciones si aspiras a tus derechos.

Concluye Pedro este párrafo dedicado a los asentadores de la grey, señalando que, cuando aparezca el príncipe de los pastores, nosotros habremos de recibir la corona incorruptible de gloria. ¿De que instancia habla Pedro? ¿Quién es el príncipe de los pastores?

Pedro está refiriéndose al día en que el Señor retorne. A buscar a su iglesia genuina y verdadera y a pagar a los hombres conforme a sus obras. Allí, el señor Jesucristo, el buen pastor, el llamado príncipe de los pastores, otorgará la corona incorruptible de gloria.

Está muy bien, pero…¿A quien o a quienes les otorgará esa corona? A aquellos que encuentre haciendo lo que Él ha ordenado hacer a los que ostentan algunos de los cinco ministerios encargados de pastorear la iglesia.

Hemos venido detallando prolija y ordenadamente lo que Él desea que esos hombres llamados a servir a los intereses del Reino, hagan. Y hemos dicho que una gran mayoría de ellos, tal como lo dice en Ezequiel, han optado por apacentarse a sí mismos y han descuidado a las ovejas del Padre.

Jesucristo no es príncipe de esta gente. Porque esta gente son asalariados o infiltrados satánicos en la iglesia. Jesucristo es príncipe de los pastores genuinos, aquellos que fueron llamados a cumplir con ese ministerio que, como todos sabemos, tiene olor a oveja y corazón de amor. Nada que ver con gerencia de una empresa llamada iglesia.

¡Pero hermano! ¡Usted dice eso porque no entiende! ¡Si los pastores no cumplen esas funciones de administración y dirección humana, las iglesias se vendrían abajo! – ¿Ah, sí, eh? ¿Y qué rol le adjudicamos a aquel que tiene el don de presidir?

Dios ha preparado a estos hermanos para que presidan, para que controlen los gastos, las inversiones y los costos de la iglesia como cuerpo administrativo. Pero el pastor no, ¡Por favor! Dios jamás pensó en caciques impunes sobre una obediente tribu de “amenes”.

Está bien, hermano, lo acepto. Pero con una condición. ¡¡Yo soy un humilde siervo de Dios!! ¡¡Toda la gloria es suya!! ¡¡Yo no quiero absolutamente nada de esa gloria!! – Está bien, de acuerdo. Entonces no tienes el llamado, porque aquí dice que Dios ha dicho que aquellos que tienen el llamado y lo han cumplido bien, tendrán sí o sí esa corona, no es opcional. Es mandamiento.

(Hebreos 13: 20)= Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, (21) os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Habiendo ya solicitado la oración de sus lectores, el autor de esta carta, ahora ora por ellos. La bendición resume todo lo que se ha dicho. Dios ha provisto todo lo necesario par nuestro bienestar espiritual por medio de la obra redentora de Cristo. El pacto que el Señor inauguró es eterno.

Pero fíjate en el calificativo. Para Pedro, Jesucristo es el príncipe de los pastores. Para el autor de esta carta a los hebreos (Muchos sostienen que fue Pablo), es el gran pastor de las ovejas. Calificativos distintos con similar significado.

Esto sirve, de paso, para confirmar y corroborar que cuando la Biblia habla de tarea pastoral, siempre lo hace en plural, ya que considera a cada uno de los cinco ministerios de Efesios 4:11 como aptos para apacentar y pastorear. Pero cuando habla de pastor en singular, siempre se refiere a Cristo.

Esto, lo que nos indica con total y meridiana claridad, es que el ministerio del pastor, tal como hoy lo conocemos, ha sido nada más que un invento humano con la finalidad de ejercer un control administrativo y disciplinario sobre la institución humana llamada iglesia. Pero no es bíblico.

No encontrarás en toda la escritura a un hombre al cual no se le pueda desobedecer ni discutir nada de lo que dice, que se encarga de predicar permanentemente, que es el que decide vida y obra de la gente, (En algunas congregaciones, hasta el matrimonio de sus miembros), y que está puesto en ese sitial de por vida.

(2 Timoteo 4: 8)= Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

Esta palabra que aquí es traducida como justicia, es la palabra griega DIKAIOSUNE, y significa Justo, la cualidad de actuar correctamente. La palabra sugiere conformidad con la voluntad revelada de Dios en todos los aspectos.

DIKAIOSUNE posee ambos sentidos: judicial y benévolo. Dios declara justo al creyente, en el sentido de absolverlo, y le dispensa justicia. Por otra parte, por ser solamente por revelación, no hay modo en que puedan recibir esta corona los religiosos, activistas, ritualistas o tradicionalistas.

La pregunta que convendría que te formules en este momento, luego de leer este pasaje que te deja evidencia y constancia que esta corona no es solamente para los líderes, sino para todo el que ama la venida del Señor, es: ¿Amas tú esa venida?

Con más claridad: ¿Estás aguardando que el Señor venga cuando Él quiera y haga justicia o, por el contrario, no sólo no tienes ninguna prisa sino que, incluso, desearías que demorara su retorno con el fin de poder disfrutar un poco de tu vida terrenal? Sólo reflexiónalo.

(020) Si no te Sometes, no Resistes.

(1 Pedro 5: 5)= Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.

(6) Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; (7) echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

(8) Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; (9) al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

(10) Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.

(11) A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Jóvenes, sujétense a los ancianos. Curioso es el diccionario. Cuando leemos el significado de la palabra sujeción, nos encontramos que dice: “unión con que algo está sujeto de modo que no puede separarse, dividirse o inclinarse”. Da la imagen de algo que está en monolítica unidad.

Sin embargo, si buscamos el verbo sujetar, la acepción principal parece haber sido escrita por un líder despótico de esos que tú y yo hemos visto alguna vez. Porque allí se lee: “someter al dominio, señorío o disposición de alguien.”

La pregunta del millón de dólares, es: ¿Fue escrita en la Biblia, esta palabra, bajo estas características? Es toda una incógnita, ya que si así fuera, el siguiente principio, resultaría incoherente u opositor al primero. Porque allí se nos dice que debemos estar todos sumisos unos a otros.

La sujeción, tal como tú y yo la conocemos y nos la han enseñado, se parece mucho más a la primera parte de este texto que a la segunda. He visto a mucha gente sometida y sujeta al dominio, señorío y disposición de un pastor, pero jamás he visto a éste con la misma sumisión que su pastoreado.

El principio de la sujeción tiene un elemento que es básico y debemos hallarlo en el cuerpo humano, ya que la iglesia es un cuerpo en su funcionamiento. Todos los miembros de un cuerpo deben estar sujetos entre sí y, al mismo tiempo y al unísono, todos a la cabeza que es quien dispone.

Así es que no se ve ninguna imposibilidad de que nos sujetemos unos a otros, pero las cosas comienzan a perturbarse cuando en lugar de unos a otros, esa sujeción solamente se exige e implementa por parte de unos cuantos a algunos. Y no es lo mismo.

Y mucho menos lo es, en virtud del elemento principal. Porque en la mayor parte de las ocasiones, esa sujeción se efectúa para con un miembro que está bastante lejos de estar sujeto a la cabeza, que es Cristo.

Siempre he dicho y puedo asegurarlo aún, que cuando encuentras a alguien que está sujeto a Cristo, sujetarte a lo que dice o expresa, no es un esfuerzo ni un trabajo, es un privilegio. El caso es cuando sí se convierte esa sujeción en un esfuerzo o un sacrificio. Las respuestas pueden ser dos: o tú eres un rebelde y conflictivo o aquel a quien debes sujetarte es un falso asalariado.

La iglesia se resiste a hablar de esto y enseñarlo a sus miembros porque, asegura, eso les quitaría autoridad a los líderes ya que la gente comenzaría a hacer lo que s le da la gana. Si hablamos de carnalidades, de acuerdo. Pro si andamos conforme al Espíritu Santo de Dios, no veo la forma de evadir a lo que realmente viene de Dios.

Todos nosotros tenemos puntos de referencia obligados en lo espiritual. Y no estoy hablando de liderazgos domésticos, donde un hombrecillo de vestir y hablar muy raro se convierte en el dueño de tu vida y la de tu familia, disponiendo sobre cosas puntuales en tu lugar, sino en un verdadero hombre de Dios que te lo brinda todo sin pedirte absolutamente nada.

Porque el auténtico hombre de Dios se conduce a partir del amor de Dios. Y el amor de Dios es el que se da a conocer en 1 Corintios 13, no el amor humano. Por tanto es ese amor el que nada pide, todo lo soporta y nunca deja de ser. ¿El otro? Bien gracias. Ya lo sabes…

Y la última parte del verso 5 que ha sido tan utilizada por cientos de predicadores para hablar del mal que significa la soberbia, es concreta y clara. Resulta muy simple y académico sostener que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes, pero… ¿Qué significado práctico tiene eso?

Quizás si te digo lo mismo pero en un español más popular, puedas entenderlo mejor e incorporarlo a tus vivencias de vida. Lo que aquí te dice, es que Dios le pone obstáculo tras obstáculo a todo lo que hagan los soberbios, mientras que, – Por el contrario -, a los humildes les hace el favor de sostener lo que hagan así lo hayan hecho mal.

Esto, creo, te da un panorama totalmente distinto a todo lo que puedas haber visto hasta ahora en el marco de nuestro ambiente cristiano. Por ejemplo, dejar de cargarle la culpa al diablo cuando algo no sale como uno lo deseaba, porque quizás el diablo en esto no tiene nada que ver, sino que es Dios.

Suponte que un líder carismático, de tremendo arrastre de muchedumbres, envanecido por toda la adulación que le prodigan propios y extraños, monta un proyecto tendiente a aumentar esa afluencia y, obviamente, a fortalecer económicamente su ministerio.

Y cuando se lanza el proyecto que de partida parecía ser sumamente sencillo y posible, comienzan a padecerse tropiezos sobre tropiezos. ¿Qué hará este buen hombre? Vociferará desde su púlpito que Satanás se opone a su proyecto porque éste está destinado a derrotarlo.

Entonces pedirá a toda la iglesia que realice cadenas de ayuno, oración y batalla espiritual con el fin de expulsar a todos los demonios que están impidiendo que el ministerio haga lo que tenía previsto. ¿Quién no se sumaría a una campaña de esa naturaleza y por un fin como ese?

Entonces ¿Con que te encuentras? Con que una congregación íntegra, (Suponte que, al menos, quinientos miembros) oran, ayunan, reprenden y se desesperan tratando de eliminar los tropiezos para que “la visión del siervo” se pueda cumplir. ¿Con qué resultado? Cero.

Eso, créeme, hace desmoronar la fe del más pintado. ¿Pero como puede ser, – Se preguntan -, que una idea tan bien intencionada esté sufriendo tantos contratiempos? ¿Y como puede ser que toda la guerra que se está efectuando no tenga resultados positivos?

¿Es que se ha vuelto sordo el diablo y no oye las órdenes de los santos? ¿También estará sordo Dios que no oye los pedidos de sus hijos? Ni lo uno, ni lo otro. Satanás no está sordo, pero no se mueve porque él no está haciendo nada allí. Y Dios tampoco está sordo y oye todas las oraciones.

Pero hete aquí que no puede responderlas como la gente quisiera por una sencilla razón: Dios conoce a ese líder y sabe de su soberbia. Entonces ha decidido resistirle. ¿Y como lo resistirá? No permitiendo que haga nada de lo que se ha propuesto hacer en beneficio de su propio prestigio y no del Reino. Cuando no hay discernimiento y sí hay sujeción ciega…

(Santiago 4: 6)= Pero él da mayor gracia, por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.

Aunque no puedas entenderlo ni creerlo, este pasaje ha sido utilizado por los defensores de la llamada “teología de la pobreza”, esa que asegura que, mientras más miseria material y de dinero hay en tu vida, más cerca estás de Dios. Una falacia total.

¿Por qué? Porque se ha puesto muy en uso en varios países de habla hispana (Gracias a Dios no en todos, pero sí en el mío, Argentina); usar el término humilde para denominar a la gente con escasos recursos económicos.

Acepto que sea una expresión simbólica, pero no puedo aceptar que se incorpore como sinónimo porque de ninguna manera lo es. ¿O no has conocido, tú, a gente que no tiene nada, absolutamente nada, que vive en la indigencia total y, sin embargo, mantienen un orgullo que, en casos, hasta no les permite agradecer lo que alguien les obsequia?

El soberbio no es necesariamente aquel que tiene dinero. Y tampoco es humilde aquel que no lo tiene. Puede ser soberbio quien quiera que se deje llevar por su yo por encima de lo que el Espíritu Santo le muestre. Y puede ser humilde quien quiera que haya aceptado a Cristo y haya tomado la decisión de convertirlo en Señor de su vida.

Por tanto, este pasaje está mostrando con total y meridiana claridad que Dios, en su sentido más estricto de la justicia, se opone tenazmente a quienes utilicen su nombre para enriquecerse o crecer en prestigios personales, mientras que favorece aún con los errores que existan a aquellos que son sinceros, le aman, le siguen y no aspiran a otra cosa que no sea extender Su Reino y no el propio.

(Isaías 57:15)= Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

Creo que este texto de Isaías es lo suficientemente claro como para que no queden dudas. Si la soberbia te invade, seguramente crecerás en la consideración de la gente, que siempre se siente atraída por personajes carismáticos y dueños de personalidades avasallantes.

Eso, dentro del ambiente evangélico, es muy probable que te otorgue un concepto de guerrero espiritual de alto calibre y no serán pocas las personas que se te acercarán suponiendo que te pasas las horas peleando a espada con Satanás en persona.

Sólo un problema: la resistencia que Dios tiene para con los soberbios produce un vacío de presencia que los deja a los soberbios expuestos a lo que se les venga encima. Y no tardan en derrumbarse y mostrarse tal cual son y no como se habían disfrazado.

Esto certifica lo que siempre hemos dicho respecto a la mejor “técnica” de evangelización: se necesitan hombres y mujeres con corazones quebrantados para poder levar a otros al quebrantamiento previo a tener un encuentro genuino con Cristo.

Es decir que, en un espíritu humano humilde, el Espíritu Santo es bien recibido, puede ingresar y tomar control, dominio y autoridad de esa persona, voluntariamente entregada, y llevarlo por caminos sobrenaturales llenos del poder de Dios y en victoria tras victoria.

Un espíritu humano lleno de soberbia y autosuficiencia, no tiene espacio alguno para que habite el Espíritu Santo. No aceptará dependencia alguna con el señor aunque, si le conviene a sus fines, podrá asumir una dependencia a otro hombre supuestamente con mayor “jerarquía” que él.

Luego Pedro nos sugiere humillarnos bajo lo que él estima como la poderosa mano de Dios. Ya te hablé de esa mano con sus cinco dedos, uno por cada ministerio. O que faltaba añadirle a esa concepción, es que cuando los cinco actúan en conjunto, como actúa una mano, eso resulta poderoso.

El dedo pulgar, dijimos, representa al apóstol, ya que es el único que puede relacionarse, vincularse y tocarse con todos los demás dedos. Cada uno de los restantes cuatro ministerios de Efesios 4:11, necesitan adherirse al del apóstol, ya que es el único que está ungido para la búsqueda de objetivos.

El dedo índice, que es el que nosotros generalmente usamos para señalar o par apuntar a alguien, es el que simboliza al profeta. ¿Por qué? Porque es este ministerio el que Dios ha levantado par confrontar, para señalar y para apuntar todo aquello que no esté funcionando como Él lo desea.

El dedo mayor, es el que tiene la representación del evangelista, porque como es el más largo, también es el que llega más lejos. Ese ministerio es el encargado de proyectarse a distancia máxima y alcanzar a todos aquellos que habrán de ser salvos.

El anular, es el llamado “dedo gentil”. ¿Por qué? Porque en él es donde se colocan la mayor parte de los anillos, pero esencialmente el llamado “alianza” que es de oro y actúa como certificado y símbolo del matrimonio. Por tener que ver con el amor, es el dedo que representa al ministerio del pastor.

Y, finalmente, el dedo meñique, que es el más pequeño y en apariencia inservible e inútil, representa al ministerio del maestro. ¿Por qué? Porque por su tamaño, fíjate que puede introducirse con cualquier fin en lugares como la nariz, la oreja u similares donde no caben ninguno de los otros cuatro.

Esto significa que el ministerio magisterial, por sus connotaciones, es el único que puede ahondar en las personas en determinadas zonas donde los demás no llegan. Esto ocurre porque vive sobre la palabra y es la palabra, precisamente, la única que puede liberar a todas las personas de la esclavitud del error, que es la peor de todas las esclavitudes.

Y señala que debemos humillarnos bajo esa poderosa mano para permitir que sea Él mismo quien nos exalte cuando sea el tiempo adecuado. El problema más grave del hombre al servicio de Dios, (Aún los mejores intencionados); ha sido no esperar ese tiempo y exaltarse a sí mismos.

No soy un retrógrada ni mucho menos un agrio legalista que desayuna una mezcla de vinagre y limón cada mañana. Pero de todos modos, me causa algo muy parecido al rechazo y hasta cierta repugnancia esas iglesias estilo teatro donde se pueden ver los afiches casi de tamaño natural de las fotografías del pastor y su esposa. Sólo falta que bailen…

Y no creas que son resentimientos oscuros de hombres oscuros que no han podido trascender. Es, simplemente, cuidado por lo que Dios mismo dice con respecto a la vanidad y la soberbia y temor por lo que pueda sucederle a mucha gente que queda convencida que lo más importante en ese lugar es, indudablemente, la pareja matrimonial del pastor y su esposa…

¿Tanto nos cuesta esperar el tiempo que haya que esperar, y permitir que sea Dios mismo quien se encargue de exaltarnos, si es que Él lo considera necesario? Esto no está dicho una vez ni dos, son muchas. Mira como lo trata Santiago.

(Santiago 4: 10)= Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.

¿Esto significa que debemos andar por la vida como tantos hermanitos que hemos visto, casi sin atreverse a hablar, pidiendo permiso para cada cosa que van a hacer y comportándose como si fuera una casualidad que se les permita vivir en el planeta?

No. Esa ha sido la gran confusión de enseñanza que ha determinado que decir cristianos, en muchos marcos sociales, sea algo así como decir tontos, torpes o temerosos. ¡Pero hermano! ¡Dios dice que debemos ser humildes! Sí, pero ante Su presencia, no ante la de la gente. Allí somos hijos de Dios y nadie debería negociar por menos que eso.

Dice que si nos humillamos delante de Él, Él en persona nos exaltará. ¿Y qué significa esa palabra que se ha utilizado aquí como exaltará? Es la palabra griega HUPSOO, y se relaciona con el sustantivo HUPSOS, que se traduce como “altura”, y el verbo significa alzar o levantar.

Se le usa tanto en el sentido literal como en el figurado, cuando se habla de los privilegios espirituales dados a una ciudad y también en sentido metafórico, cuando indica exaltar o poner en alto. La Biblia nos advierte que si nos exaltamos a nosotros mismos, ello dará lugar a una desafortunada caída; pero si nos humillamos a nosotros mismos, esto nos exaltará en este mundo y en el venidero.

Y continúa Pedro consignando que debemos hacer estas cosas con el fin de echar toda nuestra ansiedad sobre el Señor, simplemente por el sencillo motivo de que él tiene cuidado de nosotros. Y no me pidas que te explique lo que significa tener cuidado, ya lo sabes; no es control. Eso es de hombres…y de hombres falsos, temerosos y no de Dios precisamente.

Ahora bien: aquí nos encontramos con otra pregunta equivalente al millón de dólares, porque es la que normalmente harán todos aquellos atribulados que llegan hasta las oficinas de los consejeros en medio de alguna crisis muy fuerte. ¿Cómo hago para echar mi ansiedad sobre Él?

En principio, veamos que cosa es la ansiedad o, por lo menos, en qué sentido se la usa en este texto. La palabra del original es MERIMNA, Y viene de MEIRO, que es “dividir” y de NOOS, que es “la mente”. ¿Te queda claro, no es así?

La palabra indica distracciones, cargas y preocupaciones. MERIMNA significa estar preocupado por anticipado acerca de cosas de la vida diaria. Semejante preocupación es innecesaria, porque el amor del Padre provee para nuestras necesidades diarias igual que para nuestras necesidades especiales.

De todo esto, podemos extraer una enorme verdad que, si se conoce en su profundidad y se admite y asume, hace innecesaria la visita a los consejeros y las largas sesiones de lo que hoy se llama “sanidad interior”. Porque la ansiedad es, lisa y llanamente: incredulidad.

Es no terminar de creer que existe un Dios que se ocupa de nuestras cosas cotidianas. Es seguir pensando y creyendo en ese Dios tótem, que está ubicado geográficamente en un muy remoto lugar y al que solamente se lo puede molestar para cosas muy importantes.

Entiendo este razonamiento por una sencilla razón: he creído durante mucho tiempo en él. Porque las religiones oficiales cargadas de ritualismos y obras humanas se encargaron de difundirlo así. Temían demasiado a la idea de que Dios podía dialogar tranquilamente con cada uno de sus hijos. Preferían, – Por distintas y varias razones – mantener la imagen del “intermediario” especial.

Cuando entendemos que el Señor vive en el interior de cada uno de nosotros en la forma de un Espíritu Santo que mora indefinidamente en nuestro espíritu humano, allí entendemos que no vale la pena afanarse por el día de mañana.

Primero, porque como ya ha sido dicho, “cada día traerá su propio afán”. Y en segundo término, porque como también ha sido dicho y en más de un lugar, el Señor tiene especial cuidado de cada uno de nosotros. En lugar de correr a contarle al pastor que estamos sufriendo por algo, lo que debemos hacer es arrodillarnos y contárselo a nuestro Padre celestial que es el único que nos podrá ayudar.

(Salmo 37: 5)= Encomienda Jehová tu camino, y confía en él: y él hará.

Con el viejo sistema aristotélico incorporado al cristianismo por Juan Crisóstomo (Juan “boca de oro”), este versículo contiene tres puntos básicos en la lucha en contra de ese cáncer de la fe llamado Ansiedad.

Primer paso: encomienda a Dios tu camino. Veamos: encomendar es encargar a alguien que haga algo o que cuide de alguien. Ponerse en manos de alguien. Por tanto, el primer paso, es poner en las manos del Señor nuestro camino, la senda física o espiritual por la que transitaremos en el futuro.

El segundo paso, es confiar en Él. Si se nos pregunta si creemos en Dios, automáticamente diremos que sí, que por supuesto, que como no. Ya si se nos pregunta si LE creemos a Dios todo lo que dice, allí aparecerán algunos reparos como los que he oído en más de un teólogo.

“Lo que sucede es que la Biblia es un libro muy antiguo…” “Fue escrito para su tiempo y su lugar geográfico…hoy las cosas son un poco diferentes…” ¿Nunca oíste razonamientos profesionales de este tenor? Son muestras de incredulidad, de una fe intelectual que, al primer viento fuerte, se desmorona.

Si partimos de esta base, ni quieras saber qué vamos a responder cuando se nos pregunte si confiamos en Dios. Hay dichos populares que son mundanos, es cierto, pero que han sido adoptados por la iglesia en muchas ocasiones. El más ofensivo que conozco para el señor, es: “A Dios rezando, pero con el mazo dando”.

Esto, y decir que está muy bien orar y creer, pero que a la hora de las papas calientes hay que moverse porque nadie sabe si en realidad Dios está allí o no, es la misma cosa. Un pastor, director de una de las emisoras de radio más importantes de mi ciudad (De la que fui despedido, obviamente), me dijo en más de una ocasión lo que notoriamente era su filosofía de fe.

Él sostenía que había una fe virtual y una fe visible, real y práctica. La virtual se sostenía con todo lo que veíamos hacer en la iglesia: oración, ayuno, guerra, etc. Pero la real, con las obras concretas y materiales que el hombre pudiera hacer. Decir eso y decir que creía en Dios hasta que había algo muy importante y allí mismo pasaba a creer en sus propias fuerzas, es decir la misma cosa. ¿Pastor??

Como consecuencia de estos dos pasos, llegará inexorablemente el tercero, que ya no es tuyo sino de Él. Porque eso es lo que precisamente dice: Él hará. ¿Y que cosa es la que hará? ¿Tal vez todas las que le hayamos pedido? No. Sólo las que estén ajustadas y alineadas con su voluntad y su palabra. Porque, no lo olvides, más allá de todas las técnicas de oración, ayuno y demás, Dios sigue siendo Soberano.

¡Pero hermano! ¡No era necesario decirme esto! ¡Yo ya sé que Dios es soberano! ¿Sí, eh? Sin embargo, una gran parte no parece saberlo o, al menos, recordarlo. Viven haciendo cosas y tejiendo técnicas y estrategias tendientes a conseguir que dios haga sus voluntades. Funciona a la inversa.

(Mateo 6: 25)= Por tanto os digo: no os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

Si tú quieres tomar a esto que dijo Jesús como un principio básico en contra de la ansiedad, tómalo. Él lo dijo porque es más que evidente que la gente de su tiempo ya lo necesitaba. Por tanto, entiende de una vez por todas que la ansiedad no es una enfermedad de este tiempo, como gustan declarar nuestros hermanos psicólogos; es un asunto espiritual.

Cuando Jesús dice afanéis, está diciendo MERIMNAO. Y este es un vocablo que deriva de MERIZO, que es “dividir en partes”. La palabra está sugiriendo una distracción, una preocupación con cosas que causan ansiedad, tensión y presión.

Jesús habla contra el afán y la ansiedad dada la vigilante mirada de un Padre celestial que siempre está al tanto de nuestras necesidades diarias. Si retrocedes un poco en lo que has leído, verás que la palabra original que se traduce como ansiedad, es casi la misma que traducimos como afanéis.

Por tanto, cuando en tu congregación se organice algún congreso, clínica o seminario en búsqueda de enseñar las formas de combatir la ansiedad, deja que los hermanos psicólogos se saquen el gusto y hablen cinco días y sus noches de las mil y una técnicas positivas para lograrlo.

Pero tú, en tu intimidad, ten bien en claro que, no porque un día se lo leíste a Néstor o se lo escuchaste a algún otro predicador, sino porque ya está escrito en la Biblia desde hace miles de años y, esencialmente, porque lo dijo el propio Jesús: la ansiedad es simplemente una evidencia de incredulidad que debe ser tratada y sanada como tal.

Y si quieres agregarle combustible a ese fuego nefasto, hazlo con el consumismo. Porque, ¿Qué otra cosa que un rotundo no al consumismo es lo que Jesús esboza aquí cuando habla de la comida, la bebida y la ropa? ¿No son esos, hoy, en pleno siglo veintiuno, todavía baluartes del consumismo secular?

Pero lo peor del caso, lo que realmente preocupa y alerta: ¿No es también el consumismo, uno de los males que más se han infiltrado en la iglesia? ¿No son los cultos del domingo, en muchos sitios, verdaderas competencias del vestir? Ansiedad. Afán. Incredulidad. Pecado. Juicio. Seguimos hablando de lo mismo.

(Hebreos 13: 5)= Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: no te desampararé, ni te dejaré.

La avaricia y los temores financieros son superados por la seguridad fundada en la constante presencia de Dios y en las promesas que el señor nos ha hecho sobre la satisfacción de nuestras necesidades diarias. Debido a la palabra de consuelo que Dios ha pronunciado, podemos decir confiadamente: el Señor es mi ayudador, no temeré.

Ahora veamos: ¿Qué cosa es la avaricia? En una resolución simple, es el afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas. ¿Para atesorarlas, nada más? Sí, sólo para guardarlas. Si se las gastara, ya no sería avaricia, tendría otro calificativo. Pero el avaro consigue y guarda, consigue y guarda, y nunca le es suficiente.

Es mucha la gente que ha confundido este término con el de ser buen administrador. Esto es voluntad de Dios, sin dudas, porque así lo ha expresado en muchos sectores de la Biblia. Pero administrar bien es no dilapidar, invertir bien y saber qué se compra cuando y como. Nunca guardar y nada más que guardar.

He conocido congregaciones (Esencialmente de las ortodoxas y conservadoras, que se conducen con Ministerios de Finanzas), que tenían en sus cuentas bancarias miles de dólares ahorrados, pero las paredes del templo se descascaraban de humedad y falta de higiene y pintura, por decir algunas de las anomalías práctica que se hubieran solucionado con una ínfima parte de ese dinero. Eso es avaricia, no administración.

¡Pero hermano! ¡Si es un ministro de finanzas, está haciendo lo que cree que es mejor par los intereses de la iglesia! Sí, pero guiado por un espíritu de avaricia que no es de Dios. Y con esa actitud, corre y hace correr a la iglesia determinados riesgos que, si invirtiera bien, no correría.

En el año 2000 a 2001, en mi país, se produjo una hecatombe inexplicable y tremenda desde lo económico. Los bancos sellaron sus puertas y toda la gente que tenía depósitos en moneda extranjera (dólares) vio clausurada su cuenta y le fue imposible recuperar sus ahorros.

A esa estafa oficial se la llamó “el corralito” (Equivalente a redil, fíjate), y todavía hoy, a muchos años de aquello, todavía hay gente que está intentando recuperar lo perdido. Algunos consiguieron hacerlo en parte, ya que convirtieron aquellos dólares en moneda argentina y su desvalorización fue notoria.

Ninguna cabeza bien ordenada pudo entender como en un país medianamente normal (Si es que mi pobre argentina lo es); podía permitirse algo así. Se permitió y ocurrió. Pero… ¿Sabes que fue lo más triste? Entre los damnificados por esa estafa y esas enormes pérdidas, hubo que contabilizar a varias iglesias evangélicas. ¿Juicio? ¿Castigo? ¿Justicia? No lo sé, no soy yo el juez. Pregúntale al Espíritu Santo.

¡Pero no, hermano! ¿Para que se lo voy a preguntar si Él ya lo ha dejado escrito en la Biblia cuando nos ordena no ser avaros porque la avaricia es pecado? – Claro…¿Pero no corremos el riesgo de murmurar en contra de lo que, en suma, podría haber sido un ahorro bien intencionado?

En la minoría de los casos sí, hermano; pero en su gran mayoría, simple avaricia de líderes que calculaban amasar una pequeña fortuna eclesiástica (Que en casos es también personal) y con ella satisfacer algún capricho de ostentación. Y Dios no suple los caprichos ni los deseos de nadie; Dios suple solamente necesidades. Eso dice la Palabra.

Más adelante, Pedro nos recomienda mantener nuestra sobriedad y velar. Y aclara que eso debemos hacerlo por causa de la actividad de nuestro adversario el diablo. Y dice algo que no siempre se ha interpretado bien.

Dice que nuestro adversario, anda como león rugiente. Entonces, a partir de allí, a muchos se les ha ocurrido la idea de pintar simbólicamente al diablo como un león rugiente. Y se equivocan, porque el león es el rey y el único rey es Dios, que de paso, también es el único león, el de Judá.

Una cosa es ser león, (Y Dios lo es) y otra muy distinta es andar como león. Porque esto último implica una imitación y, lo peor que podría pasarnos con una imitación, es creer que es legítima. El adversario ruge y desea que tú creas que es un león. ¿Para que? Simple. Para asustarte. La respuesta de si lo ha conseguido o no, es tuya. Pero no es un león, sólo pretende rugir como un león.

Y dice algo más, seguidamente. Dice que anda rugiendo como si fuera un tremendo y peligroso león, alrededor tuyo, buscando devorarte. Un león verdadero, mi hermano, no te ruge por los alrededores; te ruge en la cara porque para eso es león y merece respeto.

Cuando alguien anda por los alrededores imitando cosas, es porque su intención es provocar miedo y que los demás lleguen a creer que realmente se trata de un bravo y peligroso león. ¿Será por eso que tanta gente sobrestima el poder del diablo hasta el punto de hablar más de él que del Señor?

Lo digo siempre y lo repetiré una vez más: En las librerías cristianas hay dos clases de libros: los auténticamente cristianos, escritos por verdaderos creyentes por mandato del Espíritu Santo, y los que han sido escritos por personas que solamente persiguen vender ejemplares y vivir de ello.

En la sección “guerra espiritual”, puedes agregarle, a esto, la influencia que el mismo enemigo produce en aquellos que están enamorados de su pequeño poder y – Sin proponérselo en el mejor de los casos – lo enaltecen desde las páginas de libros supuestamente esclarecedores.

Uno de los ministerios que he visto, que con mayor claridad ha expuesto al enemigo y lo ha desarmado, es el de Carlos Anacondia. Es normal en sus campañas ver personas manifestadas y luego liberadas en la carpa especial de tratamientos intensivos.

Sin embargo, salvo el momento en que él se dedica a reprender determinadas influencias con el fin de ayudar a los cautivos, Carlos se pasa todo el tiempo hablando de Jesucristo y su maravilloso poder. El diablo es un enemigo vencido y solamente se lo debe expulsar de donde está usurpando.

Hay otros ministerios, supuestamente “especializados” en el tema, que hacen tanta alharaca de los poderes satánicos y de lo que cuesta poder vencerlos, que el mensaje final que te dejan, es que si no tienes un poder tremendo mejor deja que el diablo haga lo que quiera. Obvio, ya puedes imaginar quien escribe esos libretos supuestamente ministradores.

(Lucas 21: 34)= Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.

Es notorio que la advertencia que Jesús hace aquí, es en contra de lo que muy bien podríamos llamar como “letargo espiritual”. ¿Nunca te ha sucedido? Glorifica a Dios si no lo has sufrido. Son épocas en las que no puedes ni tienes ganas de mover un dedo en contra de nada.

¿Y cuando es que puede ocurrir eso? Cuando nuestros corazones se cargan de glotonería. La glotonería es la acción de comer con exceso y con ansia. No es casual ni inventado. Está comprobado por todos los nutricionistas del planeta que, una de las causas más claras y concretas de la obesidad, es la ansiedad.

Es lo que la ciencia que estudia la psiquis denomina como “angustia oral”. Comienza de pequeño con el uso del chupete (Así se le llama en Argentina. Desconozco el nombre en otros países) y luego se va desarrollando hasta finalizar en la glotonería o el otro elemento que aquí se menciona: la embriaguez, esto es: el alcoholismo. En medio de todo esto quedaría el tabaco, que también forma parte de la misma angustia y ansiedad.

La finalidad de esta advertencia de estar alertas tiene que ver con lo que la Biblia llama permanentemente “aquel día”. Es el día del señor, sin dudas, y el Señor desea que estemos velando y aguardando ese día sin distraernos en nada extraño. Y todo lo que aquí se menciona, (Incluida la ansiedad) es extraño al evangelio y a la fe.

(Job 1: 7)= Y dijo Jehová a Satanás: ¿De donde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: de rodear la tierra y de andar por ella.

La entrevista de Satanás con Dios nos enseña varias cosas a tener muy en cuenta durante toda nuestra vida de fe. 1) Satanás debe rendirle cuentas a Dios de todo lo que hace. 2) La mente de Satanás es como un libro abierto para Dios, ya que le obligó a confesar sus intenciones.

3) Satanás está detrás de los males que sufre el mundo. 4) No es omnipotente ni omnisciente. 5) Nada puede hacer sin permiso divino. 6) Cuando Dios le permite hacer algo, le pone límites a su accionar.

Con esto que puedes corroborar tranquilamente en las escrituras, te queda claro que más de la mitad de la propaganda que tiene Satanás en la iglesia, la tiene por causa de sus personeros que lo publicitan (Consciente o inconscientemente) desde los propios púlpitos.

Sin embargo, debemos poner las cosas en su justo lugar a partir de un principio básico que aquí también se reitera. Porque Satanás mismo es quien dice que viene de rodear la tierra. ¿Qué significa esto? Lo mismo que andar como león rugiente alrededor buscando a quien devorar.

¿Y qué es lo que tenemos que entender de este principio? Algo que es elemental y clave. Satanás y sus demonios siempre andarán rodeando nuestras vidas, y girando alrededor nuestro buscando devorarnos.

Lo que nosotros no podemos ni debemos hacer, es darle lugar a que deje de rodearnos y se introduzca en nuestras vidas. Para que ello no se produzca, debemos mantenernos alejados de cualquier clase de pecado, ya que el pecado es la puerta más rápida de ingreso de demonios en la vida de las personas.

Y si hablamos de pecado, el mayor y que es el que con más velocidad le brinda espacios de ingreso a Satanás en nuestras vidas, es el de incredulidad. De allí que en aquellos lugares supuestamente cristianos donde no se cree en la existencia de Satanás ni de sus demonios, cuando la Palabra así lo asegura, es donde más cómodo se siente él y puede llegar a reinar si lo dejan.

¡Hermano! ¿Usted me está queriendo decir que hay congregaciones supuestamente cristianas donde, en realidad, el que reina allí es Satanás? No te lo estoy queriendo decir, ¡Te lo estoy diciendo! Y lamentablemente, por esa misma incredulidad, sucede a lo largo y ancho del planeta en lo que hoy llamamos “Babilonia”, que es la iglesia falsa y paralela, imitación de la verdadera.

Y aquí Pedro llega a lo que de alguna manera es la base más sólida con la cual podemos encarar cualquier clase de guerra espiritual. Porque no se trata de estudiar Demonología 1, 2 y 3, ni de leernos todos los libros del tema. Se trata de resistir firmes en la fe.

Aquí es donde nos enfrentamos a un problema gramatical, a un problema idiomático, a un problema de semántica. Porque hemos tomado la primera acepción que sobre la palabra resistir encontramos en un diccionario común.

Allí se nos dice que ese término quiere decir: tolerar, aguantar o sufrir. También significa combatir las pasiones, deseos, etc. Eso es correcto, pero relacionado con nuestra vida común y cotidiana de personas sociales.

Sin embargo, el término está escrito en la Biblia, y la Biblia contiene la Palabra de Dios. Y la Palabra de Dios es el máximo manual de guerra conocido y por conocerse, ya que todo lo que allí Él le recomienda a su pueblo, tiene idioma bélico, ya que quien habla es nada menos que Jehová de los Ejércitos.

Por tanto, este término resistir, en este texto, está escrito en idioma militar, castrense, bélico. Y allí nos encontramos con que el mismo diccionario que antes consultamos, nos está diciendo algo muy diferente a lo que hemos mencionado.

Allí leemos una acepción que viene como anillo al dedo para la iglesia. La reproduzco textual: “Dicho de un cuerpo o una fuerza: Oponerse a la acción o violencia de otra.” Por tanto, este resistir firmes en la fe, no es aguantar o soportar lo que nos venga, sino combatir duramente con la oposición que tengamos.

¿Y a quien es que debemos combatir firmes en la fe? A Satanás, porque es de él que se viene hablando. Se acaba de decir que anda como león rugiente, a nuestro alrededor, buscando a quien devorar. Por favor: lleva tu Biblia con este texto a cualquier iglesia conservadora y ortodoxa y diles que si no hacen lo que aquí dice Pedro, no van a llegar adonde creen que van a llegar.

Ahora bien, ¿Por qué será que hace especial hincapié en la firmeza de nuestra fe y no en el conocimiento de las diferentes clases de demonios, potestades, gobernadores, principados y las formas más positivas para liberar a las personas y las regiones de esos inmundos espíritus?

Porque Satanás trabaja, desde que es quien es, sobre el pecado. Y si hay un pecado que es madre y padre, que está por encima de los demás sencillamente porque es el que los origina, ese pecado es el de incredulidad. Por eso Dios lo aborrece.

(Santiago 4: 7)= Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.

Y aquí está el versículo que generalmente hemos leído parcialmente, hemos enseñado parcialmente y, lo peor de todo, también hemos puesto por obra parcialmente. Porque no debe haber clase de guerra espiritual donde no se haya enseñado a resistir al diablo.

Y se lo ha enseñado desde la óptica que antes te mostraba y que aquí se confirma. Combatiendo, con idioma bélico. Si resistir fuera solamente soportar o aguantar lo que venga, como muchos entienden, no veo el modo de que el diablo se vaya de tu vida por eso, al contrario.

Pero cuando tú lo combates, con el nombre que está por sobre todo nombre en tu boca, con las armas que la firmeza de tu fe avala y con tus vestiduras espirituales blancas, sin contaminación de pecado o pactos con el ocultismo o el pecado, a él no le queda otra salida que huir.

¿Luego regresa? Sí, generalmente luego regresará, una y otra vez. Porque él no abandonará la lucha hasta el último segundo antes de ser lanzado al lago de fuego. Ya lo hizo antes con el propio Jesús y lo seguirá haciendo ahora contigo. Deberás perseverar y resistir siempre.

Pero cuidado; para que todo esto tenga éxito, no bastará con resistirlo en el nombre de Jesús y todo lo que he expuesto. Este verso te está diciendo que, antes que todo ello suceda, deberás someterte a Dios. Y someterte a Dios es obedecerle en todo lo que Él te demande.

¡Ah, hermano! ¿Eso significa que no puedo negarme a nada de lo que el pastor de mi iglesia me ordene realizar? – Aquí no dice eso; aquí dice que debes someterte a Dios. – ¿Y como sé si es Dios o no el que me pide algo? – Por la Palabra. Dios jamás te pedirá algo que la Palabra no avale. Algunos hombres, sí. Tú obedecerás sólo lo que la Palabra avale.

¡Pero hermano! ¡Es que yo no conozco tanto de la Palabra como para saber eso! – ¿Ah, no? ¿Y se puede saber por qué razón? – Bueno…mucho no leo…y siempre me dijeron que no importa, que con que haga lo que se me ordena en la iglesia, todo está bien…

Sí, todo está bien siempre y cuando sea algo que Dios respalda, porque si Dios no respalda lo que se hace, eso que se hace no representa ni glorifica a Dios. Y te enseñaron mal. Dios dice que debes escudriñar las escrituras porque ellas hablan de Él. ¿Serás tan cómodo o cómoda, que desobedecerás este mandato por causa de lo que te ha dicho un hombre que dice representarle?

Primero debes someterte a Dios y cumplir su voluntad y su propósito. Luego, con ese aval, debes pelear la buena batalla para mantenerte firme en la fe venga lo que venga y vivas la crisis que vivas. Solamente después de haber cumplido estos dos pasos, podrás resistir combatiendo al diablo y él huirá de ti.

(Colosenses 2: 5)= Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo.

En estos versículos que concluyen con este que hemos leído, Pablo viene expresando las emociones de angustia y gozo que experimenta. Preocupado por su bienestar espiritual, agoniza en oración por los creyentes de Colosas y Laodicea, amenazado por los falsos maestros.

El énfasis de su oración descansa en que mantengan la unidad en la batalla contra la herejía y en el pleno reconocimiento de su suficiencia en Cristo. Por otro lado, se muestra visiblemente gozoso porque los colosenses se mantienen firmes en sus posiciones, con su atención puesta exclusivamente en Cristo.

Pablo también sabía lo suficiente de guerra como para no conocer los rudimentos básicos. Era un hombre que se había sometido a Dios y solamente se movía cuando el Espíritu Santo así se lo ordenaba. De allí que saber que los colosenses estaban firmes en su fe, le hacía presuponer que tenían todas las posibilidades de vencer en sus batallas diarias y personales contra el diablo.

¡Hermano…! Esto que usted está diciendo aquí, ¿Significa que muchos de nosotros que no están venciendo en sus batallas diarias, es porque no estamos firmes en nuestra fe? – Si no están en pecado y se han sometido a la voluntad de Dios con sinceridad, es probable que así sea.

El contenido, el calibre, la dimensión y la profanidad de la fe de las personas, son elementos que nadie está en condiciones “técnicas” de evaluar y mucho menos de juzgar. Sólo podemos seguir el antiguo consejo de Jesús: ver los frutos para estimar el árbol.

Y recuerda bien que, cuando digo frutos, me estoy refiriendo a integridad de conducta, a sinceridad, honestidad, testimonio de vida intachable y un carácter acorde al carácter de Dios. De ninguna manera estamos hablando de las personas que llevaste a la iglesia.

(Hechos 14: 21)= Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, (22) confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.

¡¡A esto sí que no lo he podido entender jamás, hermano!! ¡¡Mucho me temo que aquí la Biblia se contradice!! ¿Cómo me va a decir que para ser salvos tenemos que pasar por muchas tribulaciones, si en otros textos me asegura que esa salvación es por gracia y no debo pagar ningún precio por ella?

Este es el razonamiento de una buena parte de los cristianos que jamás han sido formados en la verdadera doctrina del Señor, sino en alguna muy singular que algún credo supuestamente cristiano ha matizado con ideas propias, u otra con ciertos condimentos denominacionales que deben guardarse por encima de lo esencial.

Sin embargo, a todas luces, es un razonamiento equivocado por una simple razón. El versículo no se refiere a tu salvación, sino a tu entrada al reino. – ¡Pero hermano! ¿Y no es lo mismo? – No, no es lo mismo.

¡¡Es que a mí me enseñaron que si me portaba bien y hacía lo que Dios manda, cuando muriera me iba a ir a su Reino!! – Sí…eso es lo que también me enseñaron a mí. Un cura alemán que hablaba dificultosamente el español fue. No había entendido nada, pobre…

Pero cuidado: muchos de los nuestros no enseñan algo muy distinto, ¿Eh? Dices “reino” y salen mil a dibujarte al hombrecito de camisón largo, sentado en una nube, tocando la lira con una aureola en su cabeza. Se murió y se fue allí, eso es el reino…

El Reino – Y lo debo haber enseñado mil veces, ya – no es un lugar geográfico, es una jurisdicción espiritual donde rige un rey. Cristo es el rey. Para que tú entres al reino debes formar parte de él. Y para formar parte de él debes pagar el precio. – ¡Pero hermano! ¿No era por gracia?

Tú eres salvo por aceptar a Cristo como Salvador y proclamarlo Señor de tu vida. No te cuesta nada, es por gracia y no debes pagar ningún precio por ello, cierto y real. Pero es recién allí, cuando accedes a tu salvación, que puedes tener la posibilidad de trabajar para el Reino de Dios.

Si aceptas las condiciones y trabajas para el Reino, deberás inexorablemente de pagar un precio por ello. Ese precio, en este tiempo, es directamente el de la pérdida de tu reputación religiosa, tal como Jesús perdió la suya en su tiempo. A esas tribulaciones se refiere este texto.

Pero también se refiere a tribulaciones que tienen que ver con lo que hemos explicado respecto a la resistencia al diablo. Es una guerra permanente, dura y cruel como toda guerra. Verás a derecha y a izquierda caer soldados heridos y hasta muertos. Pero si tu fe es firme, podrás mantenerte hasta el final y en el final disfrutarás de la gloria de la victoria.

Y finaliza globalmente este párrafo, Pedro, señalando a manera de declaración profética, que el Dios de toda gracia va a tocar poderosamente nuestras vidas y nos va a proporcionar, luego de los padecimientos que nos corresponda vivir, cuatro elementos básicos de madurez y crecimiento: perfeccionados, afirmados, fortalecidos y establecidos.

¡Que tremendo es Pedro! ¡Que riqueza literaria para encontrar palabras tan elocuentes para graficar algo que Dios pueda hacer! Basta. Esto es todo Dios. Pedro era un bruto, rústico y duro de entendederas e incapaz, por sí mismo, ni siquiera de escribir su propio nombre. Y cuando Dios escribe, no pone ninguna palabra por azar, ni por poesía, ni para rellenar espacios.

Perfeccionar: Acabar enteramente una obra, dándole el mayor grado posible de bondad o excelencia. Mejorar algo o hacerlo más perfecto. En sentido bíblico, se utiliza esta palabra como sinónimo de Madurar, tal el caso de los ministerios que fueron dados para “perfeccionar” (Que es madurar) a los santos.

Afirmar: Poner firme, dar firmeza. Asegurar o dar por cierto algo. Esto tiene que ver con aquello de estar firmes en la fe de lo cual hablábamos algunas líneas atrás. Alguien afirmado es alguien que muy difícilmente pueda ser conmovido por crisis u otras estratagemas diabólicas.

Fortalecer: Hacer más fuerte o vigoroso. Confirmar, corroborar. El fortalecimiento, desde lo espiritual es una especie de garantía. Algo invisible que le otorga a una persona lo necesario para vivir su fe, esto es: certeza de lo que espera y convicción de lo que no ve.

Establecer: Fundar, instituir. Ordenar, mandar, decretar. Dejar demostrado y firme un principio, una teoría, una idea, etc. Cuando un creyente está establecido como tal, no hay demonio, diablo o hueste que lo mueva de su base.

¿Has entendido bien? Todo esto es lo que dios nos otorga cuando logramos pasar esas tribulaciones que Él ha permitido para beneficio de nuestro crecimiento y maduración. ¿Hay hermanos así? Los hay, sólo que muy difícilmente los ves en las plataformas pavoneándose o luciéndose.

(Hebreos 13: 20)= Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, (21) os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo, al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Dice el autor de esta carta que Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, nos hará aptos para toda obra buena. ¿Para toda obra buena? Sí, pero cuidado: para toda obra buena que haga la voluntad de Dios, no el lucimiento o la conveniencia de un hombre, sector o grupo.

¿Y que cosa es ser aptos? La palabra aptitud significa, entre otras acepciones, tener una capacidad evidente para operar competentemente en una determinada actividad. Cualidad para que un objeto o persona sean aptos, adecuados o acomodados para cierto fin.

También, tener aptitud o ser aptos quiere decir: capacidad y disposición para el buen desempeño o ejercicio de un negocio, de una industria, de un arte, etc. Suficiencia e idoneidad para obtener y ejercer un empleo o cargo.

Lo que aquí se nos está diciendo, entonces, no es que debamos abrir comedores comunitarios para alimentar a los más pobres, (Aunque nada lo impide como gestión social valorable), esperando con eso cumplir con esto de las buenas obras.

Porque la buena obra que aquí se menciona, es aquella que tiene que ver con algo adherido al propósito y la voluntad de Dios. Es decir: una buena obra es aquella donde alguno de nosotros, mínimamente, lo más importante que hace, es obedecer a la voz del Espíritu Santo de Dios. Para eso es que hemos sido hecho aptos.

(2 Tesalonicenses 2: 16)= Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, (17) conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.

Aquí, Pablo, le añade dos elementos más a los ya observados. Dice que hemos sido consolados. Consolar es aliviar la pena o la aflicción de alguien. Dice que hemos sido confortados, esto es: nos dio vigor, espíritu y fuerza, además de aliento para continuar.

Pero añade algo más. Algo que en una primera instancia pasa casi desapercibido. Porque cuando hablábamos de las buenas obras para las cuales se nos había hecho aptos, dijimos que no se trataba de hechos de corte social, sino conforme a la voluntad de Dios.

Y aquí Pablo lo corrobora porque dice, que conjuntamente con esas mismas buenas obras ya mencionadas, también debemos ser aptos para llevar buena palabra. ¿Significa esto que si no somos confirmados por Dios, podemos correr el riesgo de no llevar buena palabra?

De hecho, hay decenas, cientos, miles de predicadores y demás disertantes cristianos que no están llevándole buena palabra al rebaño, sino palabra gastada, seca, sin vida, humanista, filosófica, científica, psicológica y emocionalista.

¿Están equivocados estos hombres? Que más quisieran que solamente fuera eso, un error, un equívoco. Porque de cualquiera de estas cosas, se puede salir ilesos, pero de lo que realmente sucede, no. Porque no están equivocados, sino fuera de aptitud para esa tarea.

¿Pero, y entonces? ¿Cómo puede ser que Dios se haya equivocado tan feo poniéndolos allí para hacer algo para lo cual no están aptos? – ¡Aquí sí que está el grave error! ¡Nunca fueron levantados ni puestos allí por Dios; se colocaron y levantaron a sí mismos. Inventaron juntas, consejos, prebisterios que nominaron y nombraron a personas que de ninguna manera contaban con aval de Dios.

¡Pero hermano! ¿Es que puede hacerse eso? ¡Claro que no puede hacerse! No te imaginas la cantidad de cosas que hacemos en la iglesia no pueden hacerse según la óptica y la visión de Dios. -¿Y entonces por que se hacen? En el mejor de lo casos, por error del líder que cree haber recibido orden de Dios. – ¿Y en el peor de los casos? – No lo sé; imagina lo que te parezca, porque hay de todo.

El problema más grave que hoy por hoy afronta el cristianismo, es que sus hombres han equivocado diametralmente los conceptos. Declaman, aúllan y vociferan estar donde están para servir al Señor, cuando en realidad, lo que procuran infructuosamente, claro está, es que el señor los sirva a ellos.

¿O no es frecuente y hasta corriente que, en cualquier congregación, grande, mediana o pequeña, un día el pastor decida hacer tal o cual cosa, reúna a sus colaboradores, les de a cada uno instrucciones precisas sobre lo que quiere hacer y, cuando cada uno ha hecho lo ordenado, convoca a una reunión de tono “espiritual” para orar al Señor pidiéndole que bendiga y fructifique? …¡Lo que ellos hicieron por propia decisión y sin consultarle! ¿Están equivocados o no?

(021) Cerrando la Primera Puerta

(1Pedro 5: 12)= Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis.

(13) La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan.

(14) Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo.

Silvano también aparece como colaborador de Pablo en otros textos que podemos encontrar en 2 Corintios 1:19, 1 Tesalonicenses 1:1 y 2 Tesalonicenses 1:1. Es, probablemente, el Silas (Forma griega del nombre latino Silvano), que acompañó a Pablo en su segundo viaje misionero. Silvano parecería haber tenido una participación importante en la redacción de esta carta.

Silas es la forma griega, del arameo Sh’ila (Saúl); se cree que este hermano tomó, al igual que Pablo, un sobrenombre romano, Silvano, que se asemejaba fonéticamente a su nombre de origen semítico.

Miembro distinguido de la iglesia en Jerusalén, fue encargado de transmitir a los cristianos de Antioquía las decisiones tomadas en el concilio de Jerusalén. Durante el segundo viaje misionero, Silas acompañó a Pablo, tomando el lugar de Juan Marcos y de Bernabé, Pablo y Silas fueron encarcelados en Filipos.

La asonada popular de Tesalónica obligó a Pablo y a Silas a dirigirse hacia Berea, donde Silas permaneció con Timoteo después de la partida de Pablo. Los dos recibieron pronto la orden de reunirse con el apóstol en Atenas, pero parece que no pudieron encontrarse con él hasta llegar a Corinto.

Pablo mostró un gran aprecio hacia la labor de Silas. El mismo que en Hechos se llama Silas lleva en las epístolas el nombre de Silvano. Se une a Pablo y Timoteo para saludar a los creyentes de Tesalónica en las dos cartas.

Pero ahora veamos en este texto del que nadie o muy pocos se ocupan porque solamente se trata de un saludo aparentemente formal de despedida y cierre de la primera carta de Pedro que es algo así como la primera puerta de ingreso a las revelaciones para este tiempo, algunos pequeños pero muy interesantes detalles.

Fíjate que Pablo, dice de Silvano que es alguien a quien él tiene por hermano fiel. ¿No te ha llamado la atención esta calificación? A mí sí, porque me está dando a entender muy claramente, que ya en los tiempos de Pablo había supuestos hermanos que no eran fieles, y no precisamente porque no concurrieran al culto en los días de reunión o a las comisiones ejecutivas de la iglesia.

Una persona fiel, es una persona que expresa con su conducta, un alto grado de fidelidad. Y fidelidad es, a grandes rasgos, lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona. También representa puntualidad y exactitud en la ejecución de algo. Todo eso era Silvano o Silas. Todo eso, también, no eran muchos que quizás vivían adentro de los templos y hasta parecían ser personas de confianza de los líderes.

Luego Pedro dice que les ha escrito amonestándolos (Reconviniéndoles, advirtiéndoles, exhortándoles), sobre asuntos muy puntuales y, termina aclarando al testificar, que esta es la verdadera gracia de Dios.

Aquí es donde tú me puedes decir: “¡Vaya descubrimiento! ¡Todos sabemos que esta es la verdadera gracia de Dios! – Sí, porque a diferencia de ellos, tú tienes toda la Biblia completa en tus manos. Pero ellos solamente tenían fragmentos, ya que esa Biblia se estaba escribiendo.

¿Y entonces? Entonces algo muy simple. Si Pedro se ve en la obligación conceptual de aclararles a manera de testimonio, a esa gente, que adonde están es en la verdadera gracia de Dios, es porque indudablemente andaba por allí dando vueltas e infiltrándose en la iglesia, una gracia falsa.

(2 Corintios 1: 19)= Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; (20) porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.

Cristo es la positiva y totalmente consistente Palabra viva que procede de Dios; de igual manera, el ministerio de Pablo ha sido consistente. Sus planes de viaje deben cambiar, pero ello se ha debido a su dedicación constante al invariable evangelio de Cristo, quien es el que cumple y a la vez la consumación de todas las promesas de Dios, porque Él es la suma y sustancia de ellas. Por medio de Jesús, los creyentes dicen Amén, que es como decir: sí, así sea, en respuesta a Dios.

¿Qué es lo que entiendes tú por predicar a Cristo? Según lo ha interpretado mayoritariamente la iglesia, enseñado y puesto en marcha, sería algo así como hablar de Él, relatar su calvario por nosotros, etc. Todo esto es cierto y está muy bien, pero predicar es declarar la derrota final de los ángeles caídos, por lo que predicar a Cristo es proclamar su victoria en la cruz sobre las potestades.

Es mucha la gente (Y no hablo de “calienta-bancas”, hablo de líderes) que suele decir muy tranquila: ¡Ah, no! Yo predico todo lo que quieras, pero del diablo no hablo porque no voy a hacerle publicidad. Mira; tú haz lo que quieras, pero si no hablas del enemigo, no estás predicando…

(Hebreos 13: 22)= Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación, pues os he escrito brevemente.

Esto te deja caro algo muy preciso y específico: a una palabra de exhortación se la debe soportar, porque ese el único modo de que ella cause el efecto para al cual ha sido lanzada: bendición para el oyente, si es que la toma, la acepta y la pone por obra.

Luego Pedro habla de la iglesia que está en Babilonia. ¿En Babilonia? Sí, pero la mayoría de los especialistas, piensan que esta Babilonia constituye una referencia simbólica a la Roma imperial, con la cual la tradición temprana de la iglesia asocia a Pedro y a Juan Marcos.

Menos probable, naturalmente, es que se esté refiriendo a una congregación hermana que pueda estar localizada en Babilonia. Marcos se debe haber convertido por medio del ministerio de Pedro en Jerusalén.

Babilonia, históricamente, era la capital del imperio babilonio; los textos del AT la mencionan por vez primera con tres otras localidades que marcan juntamente el principio del reino de Nimrod. Es en Babilonia que tuvo lugar la empresa de la torre de Babel, y, asimismo, la confusión de las lenguas.

Bajo el rey Hammurabi, la ciudad pasó a ser la capital de Babilonia, de la que fue a la vez el centro político y religioso. Alcanzó el apogeo de su gloria en el siglo VI a.C. bajo Nabucodonosor, que la desarrolló en gran manera, e hizo de ella la más grande y hermosa capital de su tiempo.

El antiguo palacio se levantaba sobre la ribera oriental del Éufrates. Nabucodonosor dobló sus dimensiones primitivas al prolongarlo hacia el norte; el edificio tenía entonces el río al oeste, y un canal al norte y al sur; su fachada oriental y una magnífica puerta monumental daban sobre el camino de la gran procesión que procedía del templo de Marduk, que estaba situado a casi 1 Km. al sur.

Nabucodonosor construyó otro palacio, a unos dos kilómetros y medio al norte del antiguo, sobre una colina artificial cuyas faldas descendían en terrazas, y que estaban probablemente recubiertas por los famosos jardines colgantes.

Herodoto (alrededor del año 443 a.C.) afirmaba que Babilonia, que indudablemente visitó, era un cuadrado, que medía 120 estadios de lado (el estadio tenía alrededor de 200 m., lo que hacía que midiera algo más de 23 Km. de lado).

Estas medidas darían una superficie de alrededor de 529 km2, incluyéndose Borsippa. Ctésias, que fue también testigo ocular y famoso escriba del siglo V a.C., dice que el cuadrado de la ciudad tenía 90 estadios de lado; según él, el contorno era de 360 estadios (o casi 68 Km.); en este caso, la superficie no hubiera sido más que algo más de la mitad de la indicada por Herodoto.

Las dimensiones indicadas por Diodoro de Sicilia y por Estrabo son próximas a las de Ctésias. Una muralla o más bien una doble fortificación, rodeaba la ciudad. En el exterior se extendía un foso ancho y profundo.

Estaba prohibido construir casas entre las dos murallas alrededor del cuadro. Por el contorno de la ciudad, a lo largo de su muralla interior, había gran cantidad de huertos y de jardines, y de campos, contados dentro de la superficie de la ciudad, pero poco habitados.

Herodoto dice que los muros de la ciudad tenían 50 codos de espesor (alrededor de 23 m.) y 200 codos de altura (92 m.). Quinto Curcio, en el 40 d.C., indica algo más de 10 metros de espesor. En todo caso, se puede concluir en base a todos estos relatos que las dimensiones de la ciudad eran formidables.

Tenía un centenar de puertas de bronce, veinticinco por lado. De estas puertas nacían las grandes calles perpendiculares a la muralla, que se cortaban en ángulo recto, dividiendo a la ciudad en cuadros uniformes.

El Éufrates pasaba por en medio de la ciudad, dividiéndola en dos. Grandes muelles flanqueaban las dos riberas del río. La ciudad se hallaba separada de los muelles por un muro en el que había veinticinco puertas que se abrían cada una de ellas sobre un camino que descendía hasta la orilla.

Había transbordadores, un puente, e incluso un túnel. Las murallas, los muelles, los palacios, los templos, las casas privadas, estaban construidas de ladrillos; como mortero o cemento se usaba bitumen.

La palmera daba la madera de construcción de las casas, con alturas de 2, 3 o 4 pisos, y otra vez en el año 514, Babilonia se rebeló contra Darío Histaspes, que la venció ambas veces y, finalmente, la destruyó.

Seleuco Nicátor, que conquistó la ciudad en el año 312 a.C., aceleró su decadencia. Hizo gran uso de los materiales de construcción que halló en Babilonia para construir Seleucia, su nueva capital, a orillas del Tigris.

Las profecías de la Biblia sobre Babilonia se han cumplido de una manera precisa ya que se afirmó que Babilonia vendría a ser unos montones de ruinas, y esto es literalmente lo que ha venido a ser. Aún falta cumplirse lo espiritual, pero ya está comenzando.

Las ruinas empiezan a más de 5 1/2 Km. antes del pueblo de Hillah, se extienden hacia el norte por casi 5 Km.; de este a oeste ocupan más de 3 Km., a lo largo de la ribera oriental del Éufrates. Los tres montones más notables son llamados por los árabes los montículos de Babil, de Kasr, y de Amrán.

Se hallan al este del río, en una parte muy antigua de la ciudad que, en una cierta época, se había hallado en un triángulo limitado por el Éufrates y por dos murallas. Estas murallas eran rectilíneas; al este se encontraban casi en un ángulo recto; uno medía más de 3 Km., y el otro casi 5 Km.

Amrán, el montículo meridional, marca la localidad del templo de Marduk. El cerro central, Kasr, cubre las viejas ruinas del palacio viejo y de un templo dedicado a la diosa Balit; este santuario, que se elevaba más al este, estaba separado del palacio por la ruta de la procesión.

Babil, el montículo del norte, está en el lugar donde se levantaba el palacio de Nabucodonosor del sur. El legado arqueológico de Babilonia es importante. Se han descubierto grandes cantidades de tabletas de barro cocido que arrojan mucha luz acerca de la vida social y del carácter de los babilonios.

Eran una nación muy instruida. Hay tabletas de geología y de geografía, de matemáticas; muchas otras son registros de contratos, préstamos, matrimonios, dotes, compras de esclavos, etc. La astronomía de ellos estaba totalmente unida a la astrología.

Muchas de las tabletas muestran su fe en las predicciones de los astros, lo que concuerda con lo dicho en la Biblia en el Antiguo Testamento. Muchas tabletas mágicas y de encantamientos evidencian que tenían mucho temor a los malos espíritus: invocaban al “espíritu del cielo” y al “espíritu de la tierra” para que les libraran.

Su religión ha sido descrita como la peor clase posible de “idolatría” y sus dioses parecen haber sido legión. Todas estas tabletas dan evidencia del carácter satánico de la esclavitud espiritual a la que estaban sometidos los súbditos de Babilonia.

Esto es lo eminentemente histórico y literal. Nos brinda las bases y los fundamentos para lo que luego será una catalogación simbólica y espiritual. Aquí terminamos de ver que Babilonia es Roma y su imperio falso. Hoy Babilonia es la iglesia falsa y paralela. El símbolo continúa, el concepto de los fundamentos básicos, también.

En la despedida y cierre de esta carta, Pedro recomienda a los creyentes del lugar que se saluden con ósculo de amor. El ósculo, no era un beso común y corriente. Así se le llamaba a los besos que encerraban profundo respeto y afecto.

Pablo, en su carta a los Romanos, también lo menciona, pero le da carácter de santo. Porque si no se entiende e interpreta correctamente, el beso es un contacto físico que, cuando interesa a hombres y mujeres, puede ser distorsionado.

Esto va casi gratis para que lo tomen aquellos que tienen que luchar día tras día con hermanos mayores (Mayores que ellos, no que yo. Yo soy tan mayor como ellos), llenos de resentimientos cronológicos por una edad perdida que eligen encerrarse en legalismos incomprensibles y no justifican, en el nombre del Señor, ni siquiera aquello que dios mismo ha justificado.

Si Pedro lo dice, si Pablo lo dice, si ambos lo sugieren y hasta lo demandan, es porque el beso respetuoso y afectivo, como saludo, es aconsejable para la iglesia del Señor. Ahora vayan y díganselo a esos viejos pastores que se escandalizan porque los jóvenes de su congregación se saludan así.

Me pregunto, porque siempre me lo he preguntado: ¿Están protegiendo la salud mental de esos jóvenes o están dando a luz sus propios pensamientos recónditos y quizás hasta mal intencionados? Es verdad, hay besos y besos, pero cada uno sabe como los da y como los recibe.

La iglesia, en su conjunto y de una vez por todas, tiene que recuperar su integridad, su transparencia, su limpieza y su pureza. Y dejar de lado definitivamente toda clase de hipocresías, simulaciones e impostaciones que a lo único que han conducido, es a más falsedad y corrupción.

Creo que en este capítulo está la clave de lo que hasta hoy ha sido un funcionamiento deficiente y viciado de la iglesia: el abuso de poder por parte de los que suponen ser sus líderes, sus conductores, sus supervisores, esto es: sus ancianos, que no parecerían haber leído jamás esta parte del legado de Pedro. Apacentar a la gente voluntariamente, no con imposiciones, prohibiciones, manipulaciones o amenazas. Hacerlo por amor a Dios y no por conveniencias personales. Someterse los unos a los otros, que siempre será total y absolutamente distinto a lo clásico y tradicional, que es “los unos a los algunos”. Y todos, someterse a Dios, que es el único modo de encontrar la potencia para resistir al diablo.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez