¿Te Sometes? Me Someto…

1 Pedro Capítulo 2

(007) Hay una Piedra; Hay un Pueblo

(1 Pedro 2: 1)= Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, (2) desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, (3) si es que habéis gustado la benignidad del Señor.

(4) Acercándoos a é, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas par Dios escogida y preciosa, (5) vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

(6) Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí pongo en Sión la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado.

(7) Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; (8) y: piedra de tropiezo y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

(9) Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; (10) vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.

En el principio de este capítulo, vemos que Pedro nos exhorta ( A aquellos antiguos y a nosotros mismos, hoy también), a dejar de lado, esto es: desechar, cinco condicionamientos que impiden que el pueblo de Dios pueda relacionarse debidamente con Él y entre ellos.

Lo primero es toda malicia. La malicia es la intención solapada o mal intencionada, normalmente maligna, con que se dice o hace algo. Es desarrollar una vida hacia lo malo y contrapuesta a la virtud. Implica tener una interpretación siniestra y maliciosa con propensión a pensar en el mal.

Es la cualidad corriente mediante la cual se hace algo malo o mal intencionado. Incluye penetración, sutileza y sagacidad, a lo que deberíamos agregarle la sospecha y el recelo como actitud corriente de vida, usando siempre la palabra satírica y la sentencia ofensiva.

Créeme que no hubiera recalado en las definiciones de un diccionario de la lengua española si no hubiera sido porque estoy total y absolutamente convencido que esta exhortación que Pedro les efectúa a sus contemporáneos, es absolutamente vigente y necesaria de reiterar en este tiempo.

Luego nos habla de tres palabras que, por conocer muy bien a partir de otros estudios, no vamos a clarificar aquí: engaño, hipocresía, envidia. Me atrevo a asegurarte que, de no ser por la vigencia de estas tres debilidades, o dos, o simplemente una de ellas, la iglesia del Señor YA sería sin mancha y sin arruga. Pero están y por tanto aún no lo es. Al menos en lo que se refiere a quienes la componen.

La quinta y última de las actitudes que Pedro aconseja desterrar para siempre de nuestras vidas individuales y comunitarias, es la detracción, que es un vocablo que se origina en el verbo detraer, que significa algo así como restar, sustraer, apartar o desviar, agregándole también infamar, denigrar la honra ajena en la conversación o por escrito.

Parece bastante insólito que algo así pudiera suceder dentro de lo que se denomina el Reino de Dios y su justicia, ¿No crees? Sin embargo, convengamos dos cosas: si Pedro lo expresa, es porque en ese tiempo eso existía. Y si Dios lo dejó en el libro hasta hoy, es porque hoy también existe.

La historia eclesiástica de pequeñas y grandes congregaciones, está llena de sucesos en los cuales alguien ha sido calumniado, injuriado y difamado con el fin de expulsarlo de su sitial honorífico o rentado y, obviamente, reemplazarlo por alguien interesado en ello. Y a eso, todavía muchos insisten en seguir llamándole: iglesia.

(Efesios 4: 22)= En cuanto a la pasa manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos.

Aquí es Pablo quien amplía este asunto. Las cinco actitudes nocivas que el contexto anterior nos mostraba, tiene directamente que ver con la falta de despoje de nuestro viejo hombre, el antiguo inquilino de este cuerpo, aquel que venía viciado con las formas de vivir mundanas plenas en deseos engañosos, esto es: apetencias que parecen ser muy buenas y terminan siendo fatales.

Las expresiones de Viejo Hombre o Nuevo Hombre contrastan visiblemente las costumbres de los viejos estilos de vida, cuando estábamos dominados por el espíritu de desobediencia y la nueva capacidad del creyente para adoptar un nuevo estilo de vida, de obediencia a Dios, gracias al poder del Espíritu Santo.

¿Y que significa un hombre viejo enviciado? La palabra, como tal, no existe, pero si su originaria, que es vicio, la cual tiene varias acepciones que, en este caso, pueden caber perfectamente en lo que Pablo pretende decir.

Mala calidad, defecto o daño físico en las cosas– – Falta de rectitud o defecto moral en las acciones. – Falsedad, yerro o engaño en lo que se escribe o se propone. Vicios de obrepción y subrepción. – Hábito de obrar mal.

Defecto o exceso que como propiedad o costumbre tienen algunas personas, o que es común a una colectividad. – Gusto especial o demasiado apetito de algo, que incita a usarlo frecuentemente y con exceso. – Desviación, pandeo, alabeo que presenta una superficie apartándose de la forma que debe tener.

Lozanía y frondosidad excesivas, perjudiciales para el rendimiento de la planta. Los sembrados llevan mucho vicio. – Licencia o libertad excesiva en la crianza. – Mala costumbre que adquiere a veces un animal. – Cariño, condescendencia excesiva, mimo. – Sal. Estiércol, abono.

Lo único que te resta, ahora, es indagar en cada acepción que has leído, e introducirla en la vida de una persona. Muy probablemente hallarás muy rápidamente aspectos que podrás relacionar con gente que conoces. Las tuyas, naturalmente, te demorarán mucho más tiempo en verlas.

(Santiago 1: 21)= Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.

Aquí, Santiago le agrega a lo dicho, una palabra más, un aspecto más del hombre sin Cristo: inmundicia. Es como si hablamos de suciedad, o de una cosa que ensucia. Se relaciona directamente con la Impureza y la deshonestidad.

¿Es que hay cristianos así? Si han tenido un encuentro personal con Cristo, muy difícilmente. Pero si han adoptado a la religión cristiana como forma de vida ritual y eclesiástica, es más que seguro. Cualquiera de los que hoy están leyendo esto, han visto alguna demostración.

La salvación no viene de utilizar métodos humanos, sino la humilde y amable aceptación de la palabra implantada, que Dios ha hecho que arraigue en el corazón. ¿Está hablando del cielo? Está hablando de salvar tu alma, que es ni más ni menos que poder someterla al Espíritu Santo que mora en tu interior y producirá en ella fruto de gozo y paz.

Lo tengo que aclarar, porque no sería para nada raro que, llevados por este y algunos otros textos similares, salgan algunos “cráneos” teológicos a los que se les escapó la tortuga, a imaginarse y hacerte imaginar dos cielos. A uno de ellos iría supuestamente tu espíritu y al otro tu alma. Después me cuentas los enredos y confusiones a los que pueden llevar a miles con estas antojadizas “tesis”.

Luego concluye en que a esa palabra implantada en nuestros corazones, debemos recibirla pero con mansedumbre. Esto significa que no podemos ser ni orgullosos, ni fatuos ni pretenciosos con ella, sino benignos y suaves. Así fue Jesús. Y hombría no le faltaba. No cualquiera muere en una cruz sin pedir clemencia o llorar de dolor o miedo.

Hay unos cuanto, todavía, que siguen creyéndole al dios del machismo, y se comportan de un modo casi animal porque, esa “religión” les ha enseñado que los hombres tienen que ser violentos para ser hombres, y que si no lo son, hay que dudar de su masculinidad. Los crímenes, las violaciones y toda la violencia familiar existente, es el precio que Satanás ha recibido por la credulidad masiva de esa doctrina de demonios.

(Santiago 4: 11)= Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.

¿Esto significa que si yo sé que mi hermano es falso y finge y simula ser lo que no es para engañarme, yo debo quedarme callado? No es tan así. Lo que este texto te dice es que no debes convertirte en juez de alguien si no as sido ni llamado ni levantado para eso. Porque cuando juzgues, lo harás conforme a tus propios rudimentos. ¿Y quien te dijo a ti que tus rudimentos son exactos?

Por otra parte, de lo que aquí se trata, concretamente, es de murmuración, que es toda conversación que se realiza en perjuicio de alguien que se encuentra ausente. Es casi lo opuesto a confrontación, donde nos ponemos cara a cara con alguien para expresarle nuestro desacuerdo por algo que creemos, está haciendo indebidamente o mal.

En ambos casos podemos equivocarnos, de hecho que es así. Sin embargo, en la confrontación, el error se va a subsanar con las respuestas que se nos den y con la posibilidad de escuchar la defensa del otro y hasta la factibilidad de pedir disculpas si viene al caso. En la murmuración esto no es posible porque al estar ausente la otra persona, no le damos ni la menor ocasión de defensa, lo cual además de injusto, es perverso.

Esa es la gran equivocación que muchos de nosotros podemos haber padecido. Si tenemos en cuenta que lo que antes era la ley, ahora ha pasado a ser la palabra, nos encontramos con que una cosa es buscar la revelación del Espíritu para con ella y otra muy distinta pretender evaluarla según nuestra capacidad intelectual.

Lo primero, podrá ser considerado como estar haciendo a la palabra, ya que la suma de revelaciones que el espíritu Santo ha entregado ha posibilitado el crecimiento y la madurez del pueblo, pero otra muy distinta pretender que con una mente finita vamos a juzgar lo que ha sido creado por una mente infinita y eterna. La barbaridad total.

El segundo verso de nuestro texto base, nos sugiere desear como niños recién nacidos, esto es: sí o sí, la leche espiritual no adulterada. Esto nos está mostrando en primera medida, que puede existir leche espiritual adulterada.

¿Es que verdaderamente podrá ser falsificada la palabra de Dios? Porque indudablemente que es a esto que aquí se refiere Pedro. La respuesta es sí, puede ser falsificada la bendita palabra de Dios. ¿Y como es eso? Con una palabra que se le parece, pero que no emana de Dios y, por tanto, aunque suene muy cristiana y religiosa, ni bendice ni alimenta a nadie.

Este es un tiempo de muchísima leche espiritual adulterada. Las ovejas hambrientas deambulan de templo en templo, (Y dejaremos fuera de esta consideración a aquellas que tienen diferencias con sus líderes por diversos motivos), sin encontrar alimento genuino. ¿Por qué? Porque la palabra está adulterada, falsificada y pese a oír mensajes y más mensajes, cada día declinan más en su crecimiento.

La palabra adulterada informa, entretiene, por allí hasta impacta o emociona, pero no alimenta. Nadie será más maduro espiritualmente porque conozca al dedillo la geografía de los lugares que caminaron Pedro o Pablo. Tampoco porque sepa totalmente las leyes y fiestas judaicas. El creyente será maduro cuando reciba algo que viene de Dios vía Espíritu Santo, esto es: revelación.

Termina diciendo este verso 2 que mediante esa leche espiritual no adulterada, es que se crece para salvación. No me gustan las hipótesis y hasta las creo peligrosas, pero permítame invertir las cosas y preguntar: si la leche no adulterada ayuda a crecer para salvación, la que sí está adulterada y no produce madurez, ¿Hacia donde nos lleva?

Pero soy consciente que en muchas ocasiones esto no se produce por causa de la participación intelectual de la persona. Lo que viene de Dios le resulta tan simple que, infatuados con sus formaciones profesionales, muchos prefieren las complicaciones humanistas que suenan más distinguidas y aptas para gente seria.

(Marcos 10: 15)= De cierto de cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

Aquí está la base y la clave de la cosa. Dice que sólo los que sean como niños entrarán al reino de Dios. ¿Estamos hablando de inocencia, inconsciencia o inmadurez? No, en absoluto. Estamos hablando de franqueza, candidez, falta de malicia y esencialmente carencia de hipocresía.

¿Y adonde irá a entrar en ese reino? A ninguna parte. Toda la Biblia te dice que el reino de los cielos se ha acercado, y que tú lo único que debes hacer, es aceptarlo y recibirlo. Luego entenderás como son sus rudimentos y, finalmente, te podrás incorporar a él.

¿Puedes tú predicar del modo en que lo hacían Juan el Bautista o Jesús mismo? Ellos decían “arrepiéntanse; el reino de los cielos se ha acercado”. ¿Qué crees que ocurrirá si tú dices lo mismo en una esquina de tu ciudad?

Seguramente alguien se te acercará a preguntarte adonde está ese reino de los cielos que se ha acercado. ¿Qué vas a responderle? Piensa que hubieran respondido Juan y Jesús. Ellos hubieran dicho algo así como: “Yo soy parte de ese reino; yo lo represento”. Tú, ¿Estarás en condiciones de responder lo mismo?

Y una vez que con la mayor credulidad en la antigua palabra no adulterada por la ciencia humana haya sido aceptada por tu mente y tu corazón, ¿Qué harás para entrar a ese reino? Pues lo que estamos haciendo miles y miles en todo el planeta: anunciarle a nuestros hermanos que el evangelio de Jesucristo es algo más que ir a sentarse todos los domingos en el banco de un templo a cantar cinco canciones, oír dos anuncios, escuchar un sermón, darle la mano al pastor a la salida, dejar tus diezmos y ofrendas en la canasta y hasta el domingo que viene si Dios quiere a la misma hora…

(1 Corintios 3: 2)= Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía.

Hay congregaciones donde por años y años se ha estado distribuyendo leche y no viandas, que es comida sólida. Son creyentes sinceros, fieles y la mayoría genuinos, pero siempre han reaccionado como niños ante la revelación de algo diferente a lo aprendido en sus escuelitas dominicales.

Entonces sus líderes, quizás también llevados por una buena predisposición que les demanda no apresurarlos, no confundirlos, no fastidiarlos, han elegido seguir con la leche y no pasar a la papilla porque, – Dicen – así lo desean ellos.

Se olvidan de un elemento básico del crecimiento mamífero (Y el hombre también lo es). El bebé humano es incapaz de seleccionar su propia comida como suelen hacerlo algunos cachorros del reino animal. El bebé humano siempre comerá lo que le den.

Por eso es que Pablo, aquí, dice Os dí. No dice “me pedisteis” o “quisisteis”. Queda más que en evidencia que fue él quien decidió darles esa leche y no las viandas en razón de que su falta de crecimiento les imposibilitaba deglutir una comida más sustanciosa y sólida.

Hoy las iglesias, por una causa o la otra, andan todas en esta alternativa. Entonces están formando creyentes débiles, desnutridos e incapaces de sostenerse. Dependientes en grado sumo a sus pastores que les dan comida para recién nacidos cuando ya tienen edad de adultos.

Y allí es donde se manifiesta exactamente lo mismo que en la vida cotidiana y física. Un niño que toma leche, va a despertarse en mitad de la noche (Quizás hasta dos veces en una misma noche), para exigir con llanto un nuevo biberón. Un niño que come sólido, duerme toda la noche y no fastidia s sus padres con berridos de madrugada.

Observa nuestras congregaciones y reflexiona: ¿Qué es lo que puedes ver? ¿Estás viendo a cristianos que descansan todo el tiempo sin fastidiar a sus tutores porque están bien alimentados? ¿O quizás a personas que a cada momento buscan que alguien les ore, que alguien les hable, que alguien les ayude, que alguien les aconseje, en suma. Que alguien viva la vida en lugar de ellos? Solo piensa.

Y el verso 3 de 1 Pedro concluye la idea señalando que, todo esto es posible o probable, si es que hemos gustado de la benignidad del Señor. Con respecto a esta facultad del Señor, es mucho lo que se ha dicho y enseñado, y hay sectores que han llegado a suponer que Dios es una especie de osito de peluche al cual se puede acudir cuando necesitamos la ayuda de un fetiche o cábala.

No confundir los términos. Según cualquier buen diccionario secular, ser benigno es ser afable, benévolo, piadoso, templado, suave, apacible. Es apto todo este cúmulo de adjetivos para adjudicárselos a nuestro Dios, pero de ninguna manera alguno que sea sinónimo de ingenuo o tonto.

Hebreos 6:5, en alusión a este asunto de “gustar de Dios”, dice que se trata de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero. Una vez más, una propiedad de Dios está íntimamente relacionada con lo más valioso que el evangelio les otorga a sus hijos. La palabra genuina sin contaminaciones humanas, filosóficas ni científicas.

En los versos 4 y 5 podemos ver uno de los máximos fundamentos de nuestra fe, la roca viva, la piedra viva, la cabeza del ángulo y todas esas comparaciones que siempre hemos repetido de memoria y que muy pocas veces hemos escudriñado para saber de que se trata.

En una primera y muy somera lectura, podrían verse avalados aquí todos esos rituales sacrificiales que tantas religiones gustan de ejercer pretendiendo agradar a Dios con ello. Pero esto está ampliamente en sentido figurado y como tal debemos tomarlo.

Se nos dice que, acercándonos a Cristo, los creyentes nos convertimos en casas espirituales. A esto es importan te saberlo, para que en lo sucesivo, cuando la Biblia hable de “casas”, podamos entender que no siempre va a referirse a mampostería, concreto y edificación material.

Y agrega que, en condición de casas espirituales, accedemos de manera automática a la condición sacerdotal, aunque se nos demanda que ejerzamos un sacerdocio santo, esto es: consagrado, separado, dedicado a Él.

Y allí se añade, (Cuidado: jamás lo saques fuera del contexto o te equivocarás tanto como el catolicismo romano y también como muchos evangélicos legalistas) que en esa función de sacerdotes, estaremos habilitados para ofrecer, sacrificios espirituales.

Si partimos desde la base que un sacrificio es una ofrenda, ya deberemos descartar lo que en la antigüedad se consideraba como tal. Un sacrificio en el Antiguo Testamento, era equivalente a un holocausto de muerte, sangre y fuego. El sacerdote oficiaba en ellos.

Cuando a esto se lo lleva a lo espiritual, la ofrenda tendrá otra característica. Será propiciatorio a una consagración al reino de Dios y su excelencia. Será una donación efectuada sin esperar nada a cambio. Será una comunión con el Señor y una fuente de nueva gracia y fuerza.

Todo tiene que ver, ineludiblemente, con la lucha en contra del pecado. No habría necesidad de sacrificio si no existiera el pecado. Siempre se dice que el único sacrificio ya fue hecho, hablando de la cruz, pero se omite que morir a la carne para liberar el espíritu, también es ofrenda santa y, por ende, sacrificio espiritual.

(Hebreos 13: 15)= Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.

Este es uno de los sacrificios más bíblicos y vigentes. ¿Estás feliz? ¿Todas tus cosas funcionan correctamente? ¿Tienes un noviazgo o un matrimonio tranquilo, sereno y feliz? ¿Tienes un trabajo donde ganas un salario digno que te permite vivir como lo habías soñado? ¿Estás espiritualmente pleno?

Si has respondido mentalmente que sí a todas estas hipotéticas preguntas, eres una persona que indudablemente está pasando por un inmejorable momento. Si hoy mismo llegas a una iglesia, tu alabanza se colgará de los techos y caminará por las paredes, sin duda. Pero no es ningún sacrificio, te sientes bien, estás contento y eres feliz.

Pero si nada te está saliendo como deseas, si tu noviazgo o tu matrimonio están en crisis, si eres uno de los tantos desempleados que hay en el planeta y no ves ni la menor posibilidad de darle un trozo de pan a tus hijos, cuando llegas a ese templo, las ganas que tienes de alabar son las mismas que puedo tener yo de viajar a Júpiter.

Si a pesar de ello haces un enorme esfuerzo en tu propia voluntad, asesinas a tu carne que te exige que insultes y reniegues de “tu” Dios y, de todos modos, te pones a alabar al señor con la mayor de tus fuerzas, entonces mi amado hermano o hermana, estás haciendo un genuino sacrificio de alabanza.

Ese es el fundamento “doméstico”. El formal, el teológico, nos explica que la palabra sacrificio es, en griego, la palabra THUSIA. Viene de la raíz THUO, verbo que significa “matar con un propósito”. La alabanza con frecuencia requiere que nosotros “matemos” nuestro orgullo, temor, dejadez o cualquier cosa que amenace disminuir o interferir con nuestra adoración al Señor.

Descubrimos también aquí el fundamento de toda nuestra alabanza: el sacrificio de nuestro señor Jesucristo. Es por Él, en Él y para Él que ofrecemos nuestro sacrificio de alabanza a Dios. La alabanza nunca será estorbada con éxito, siempre que la dirijamos hacia Él, el Autor y Consumador de nuestra salvación.

¡Su cruz, su sangre, su amor, que nos ha dado el don de la vida y el perdón de nuestros pecados, hacen que la alabanza que le tributamos constituya un sacrificio vivo! ¿Estará de más que vuelva a recordarte que alabanza no es, necesariamente, sinónimo de canción con ritmo? Digo, por si los fenómenos musicales cristianos han llegado a diluir los significados verdaderos.

(Filipenses 4: 18)= Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios.

¡Que tremenda expresión tiene Pablo! Dice que todo lo ha recibido, y que tiene abundancia. ¿Has prestado debida atención, alguna vez, a estas palabras del apóstol? Porque Pablo está hablando, permanentemente, en términos espirituales, no terrenales. Y es en ese contexto en que dice que ha recibido todo.

Yo he aprendido que, cuando en la Biblia leemos las palabras todo-nada-siempre-nunca, debemos interpretar sin necesidad de regímenes o leyes hermenéuticas, que estamos hablando en términos de eternidad. Porque en la tierra natural y materialista, ninguna de estas cuatro palabras tiene una traducción o significación correcta.

Por tanto, si Pablo asegura que lo ha recibido todo, ponle la firma que se trata de absolutamente todo lo que se podría aspirar a recibir. De allí que él hable de abundancia. ¿Sabemos nosotros lo que es vivir en abundancia? Mira; salvo honrosas excepciones que también forman parte del cuerpo de cristo y que podrían haber ingresado hoy, aquí y ahora a leer este trabajo, la gran mayoría de nosotros no conoce este término aplicado a su vida.

En cuanto a lo de piedras vivas, hay que consignar que todos nosotros, creyentes en Cristo Jesús somos llamados “piedras vivas” según la palabra de la Escritura. Entonces, cuando se trata de piedras materiales, sabemos que se procura colocar en los cimientos las piedras más sólidas y más resistentes para poder colocar luego encima todo el peso del edificio.

Las piedras que siguen, de calidad un poco inferior, se colocan lo más cercano de los fundamentos. Y así en lo sucesivo, según la resistencia de las piedras…hasta el tejado. Hay que comprender que esto se aplica de la misma manera a las piedras vivas, entre las cuales las hay que están en los cimientos de nuestro edificio espiritual.

Tú que lees esto, para preparar más activamente la construcción de este edificio, para ser una de las piedras más cercanas de los cimientos, tienes que saber que es Cristo mismo el cimiento de este edificio que describimos. No vale de nada el activismo eclesiástico si no hay en tu corazón esta intimidad con Cristo que estamos mostrando.

Luego reitera un texto que ahora reproduciremos íntegro, y que alude a un elemento de arquitectura como ejemplo práctico de edificación. El edificio simbólico al que aquí se alude, es en este caso la iglesia en su conjunto, el cuerpo de Cristo.

(Isaías 28: 15)= Por cuanto habéis dicho: pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos; (16) por tanto, Jehová el Señor dice así: he aquí que yo he puesto en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure.

Pedro citó Isaías 28:16 para mostrar que la venida de Cristo a este mundo era el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Así que esta piedra angular es una persona. Los edificadores (los sacerdotes y maestros del judaísmo) rechazaron esta Piedra Por eso, ellos mismos fueron rechazados, con lo cual tuvo lugar la apertura del evangelio a los gentiles.

La piedra de esquina del amiento era una parte muy importante de los edificios antiguos. Jesús habló de la importancia de un fundamento firme. Cuando el albañil ponía la primera hilera de piedras buscaba cuatro piedras cuadradas y anchas, una para cada esquina donde se unían las paredes. También se ponía una piedra especial en cada esquina en la última fila de piedras de la pared. En ocasiones el albañil dejaba a un lado una piedra que después hallaba ideal para cerrar la fila.

La piedra angular era la primera que se ponía en una de las cuatro esquinas del edificio, en definición arquitectónica la piedra angular es la que hace esquina en un edificio, juntando y sosteniendo dos paredes) pero también es la última piedra que le da sentido y dirección definidas a la construcción. Así se le llamo a Jesús.

Visto desde nuestra perspectiva práctica, significa que como iglesia, como grupo, como cuerpo de Cristo o con el rótulo que sea, podemos hacer una y mil cosas citando a nuestro Señor Jesucristo, pero si concluida esa tarea, Él no encaja exactamente en lo hecho, la piedra del ángulo estará en el edificio equivocado. ¿Se entiende?

(Efesios 2: 19)= Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, (20) edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.

Aquí lo tienes muy claro. Los apóstoles y profetas que aquí se mencionan deben distinguirse de aquellos a que se hace referencia en el capítulo 4 y verso 11. Aquí se está hablando de los apóstoles fundadores, mientras la otra referencia indica la misión de aquellos que ministran en la iglesia de Cristo en un sentido más general.

Lo digo porque no va a faltar alguno que piense que, si el fundamento del evangelio les pertenece a los apóstoles y profetas, hoy, con la proliferación que existe de estos supuestos ministros, muy bien se podría llegar a modificar todo lo escrito en la Biblia.

En nuestra Producción Especial titulada “Características Básicas de la Iglesia”, que no es sino un estudio más o menos ajustado del Libro de los Hechos de los Apóstoles, hay un capítulo entero dedicado a este tema específico. Si lo lees podrás ampliar lo que aquí estamos diciendo.

Parecer mentira que, luego de lo que aquí se lee, alguien se pudiera permitir el lujo de rechazarlo. Sin embargo es así, porque no se trata de una mera decisión orientada por la sabiduría intelectual de la gente, sino un asunto de neto contenido espiritual, que pasa por poder ver o por estar ciego.

Esto implica una actitud que indiscutiblemente deberás adoptar si es que no deseas ser de piedra de tropiezo para nadie. A quien no te escuche, o bien, escuchándote no te entienda, ni lo critiques, ni lo juzgues, simplemente evítalo: es un ciego espiritual, no un enemigo que deba ser eliminado.

Esto nos lleva al verso 7, que es el que nos aclara que para los que creen en Jesucristo, Él es precioso, tal como jaspe, oro o esmeralda. Pero para aquellos que no creen en su nombre, (Que los hay y muchos), la justicia llegará por otra vía que no es la de nuestra actitud personal.

(Salmo 118: 22)= La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo.

Esto, entre otras cosas, te está diciendo que tu rechazo, lejos de eliminar al evangelio, lo acrecienta. Y que un día no muy lejano, ese evangelio tocará a la puerta de tu corazón, se revelará como la piedra angular que calza exactamente en la edificación de la iglesia, y que tu rechazo inicial lo único que consiguió fue demorar lo inexorable.

En suma: Jesucristo es la piedra del ángulo porque Él, y la doctrina de su divina intervención salvadora en la historia humana, es el fundamento de nuestra fe, y porque Él es asimismo piedra de tropiezo, desechada por los edificadores incrédulos.

Dios lo hizo ser piedra del ángulo por su obediencia; y los creyentes somos piedras vivas en virtud de nuestra unión con cristo mediante la fe. Solamente podemos edificar un cuerpo sumando piedra sobre piedra. Y guardándonos muy bien de no colocar alguna deteriorada o falsa, ya que en ese caso la edificación podría resentirse y hasta derrumbarse.

Jesús daría una respuesta muy clara, posteriormente, a esos mismos fariseos, respecto a su divinidad y a su calidad de piedra del ángulo. Podemos verlo en uno de los relatos del evangelio de Mateo, el de la parábola de los inquilinos malvados.

(Mateo 21: 42)= Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?

(43) Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.

El rechazo y la muerte de Jesús fueron ordenados de lo alto y conducirán al triunfo y a la exaltación, como está profetizado. Al rechazar Jesús, ellos rechazaron el reino de Dios, que será dado a gente; término que se refiere a un nuevo pueblo (Judíos y gentiles), que produzca los frutos que Dios espera. Todo el que cayere en incredulidad será quebrantado sobre esa piedra, y todo el que trate de arrastrarla será hecho pedazos.

De paso podemos ver que aquella legendaria figura de las escuelitas dominicales, donde veíamos a un señor de camisón largo hasta los pies, sentado sobre los algodones de una nube, tocando un instrumento muy similar a la lira, como ejemplo gráfico de alguien muerto que se en encontraba en el reino de Dios, es falsa.

Ya ha sido enseñado y explicado cientos de veces en nuestros trabajos, pero bien vale la pena reiterarlo una vez más: el reino de Dios no es un sitio geográfico al cual vayamos al morir. El reino de Dios es un estado espiritual, una jurisdicción en el espíritu al cual accedemos cuando hacemos la voluntad de Dios. No tiene nada que ver con la salvación, que es por gracia. La entrada al reino conlleva el pagar un precio, que en este caso, es obediencia y cumplimiento de la voluntad de Dios.

El incrédulo niega que lo hecho por Jesús en la cruz tenga que ver consigo, y por lo tanto ni cree ni quiere creer. El tibio sí cree en ese sacrificio global y redentor, pero no puede creer que eso le otorgue un poder y una capacidad extra para trabajar con victoria para el reino. El primero, pierde su eternidad. El segundo, pierde bendiciones y victorias aquí y ahora.

(Isaías 8: 14)= Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra par tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén.

¿Qué es una piedra de tropiezo? ¿Por qué la encontramos junto a la piedra angular de la edificación? Porque son la misma cosa. ¿La misma cosa’? ¿Cómo puede ser la misma cosa una piedra de bendición y otra de maldición?

Hay una constante en el evangelio. El agua que se llevó a todos los impíos, fue la misma agua que salvó a Noé que estaba adentro del arca con toda su familia. El fuego que destruyó a Sodoma y Gomorra, fue el mismo que salvó a Lot y sus hijos. La cruz que era un elemento de maldición, fue transformada por Jesús en bendición.

Una piedra de tropiezo es cualquier cosa que constituye un obstáculo para nuestra fidelidad al Señor y a su doctrina y por lo tanto nos hace tropezar o caer en el sentido espiritual. La ley prohibía poner tropiezo delante del ciego, y el amor al hermano nos impide ser tropiezo para otros.

La alianza con los pueblos idólatras sería tropiezo para el pueblo de Dios, el cual se vería tentado a servir a los dioses falsos. Cristo llamó a Pedro tropiezo por haberle insinuado éste al Señor que no muriera en la cruz. Los cristianos no debemos ser tropiezo para nadie.

(1 Corintios 1: 22)= Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura.

¡Y pensar que nosotros, llevados por nuestra mundana necesidad de caerle simpáticos a la sociedad en la cual nos movemos, hemos pretendido demostrarles a los incrédulos que creer en Jesucristo no es ninguna locura, sino un acto coherente y racional! ¿Nadie leyó esto?

¿Nadie ha entendido que ser un creyente genuino, no nominal o hipócrita, es tener en la evaluación de racionalidad, un concepto que está apenas un milímetro por encima de la locura? Aquí es donde se hace real aquello de no venir a este mundo a agradar al hombre, sino a Dios.

Y aquí es donde nos encontramos con el verso 9. El fructífero, variado y riquísimo verso 9. Porque si lo lees una y otra vez, vas a poder hallarle, en cada lectura, algo más para extraer, aceptar, asumir, poner por obra y aprovechar a favor del reino y tuyo.

Lo primero que Pedro nos dice en él, es que somos: linaje escogido. Obviamente, nuestra pregunta, entonces, será: ¿Qué es un linaje? Y nos encontramos en cualquier buen diccionario, con estas acepciones que nos ilustran la categoría que Pedro, de parte de Dios, nos otorga.

Linaje es la ascendencia o descendencia de cualquier familia. También la clase o condición de una cosa. Y, asimismo, todos los vecinos nobles reconocidos por tales e incorporados en el cuerpo de la nobleza. Es evidente, entonces, que tener linaje es ser parte de una familia real.

¿Tienen linaje los hijos de un rey? Naturalmente que lo tienen. Su categoría de príncipes se los otorga largamente. Todo lo que tenga que ver con un reino, a partir de su figura máxima, tendrá un linaje que lo distingue, lo rotula y lo incorpora como parte activa.

Escogido, en este texto, es la palabra griega EKLEKTOS. Podemos compararla con “ecléctico” y proviene de EK, que significa “fuera de” y LEGO, que se traduce como “recoger”, “juntar”. La palabra, entonces, designa a alguien que ha sido seleccionado para prestar un servicio o recibir un privilegio especial.

Describe a Cristo como el Mesías escogido Dios, a los ángeles como mensajeros del cielo, y a los creyentes como receptores del favor de Dios. El Nuevo Testamento identifica a la gracia de Dios como la fuente de la elección.

Esto nos muestra con total claridad que no se trata de que se nos haya escogido de una manera casual o circunstancial, tal como podríamos suponer si nos dejáramos llevar por la forma en que nosotros utilizamos a esta palabra.

Tampoco hemos sido escogidos por decantación, que es increíblemente la teoría de muchos autodenominados cristianos. No fuimos escogidos porque Israel lo rechazó, fuimos escogidos por poseer linaje. ¿Y cual podría ser nuestro único linaje? El ser hijos del Rey. ¿Es poco?

Luego Pedro nos dice que somos real sacerdocio. Real, significa en su traducción más llana, algo que tiene existencia verdadera y efectiva. También es algo perteneciente o relativo al rey o a la realeza.

Realeza, mientras tanto, implica dignidad o soberanía real. Magnificencia, grandiosidad propia de un rey. Conjunto de familias reales. Quiero que vayas sumando todas estas cosas y anotándolas en alguna agenda que luego puedas tener muy a mano.

Sacerdocio, en tanto, tiene que ver directamente con la dignidad y estado de sacerdote. Con el ejercicio y el ministerio propio del sacerdote. Y con la consagración activa y celosa al desempeño de una profesión o ministerio elevado y noble.

Deberemos recalar, entonces, en una extensa, prolija y puntillosa explicación de lo que era, es y puede ser un sacerdote. Porque estoy convencido que mayoritariamente, sólo se lo relaciona con las jerarquías dignatarias del catolicismo romano, y no es así. La historia sacerdotal merece ser conocida y estudiada, entre otras cosas, para saber que cosa significa que tú y yo seamos un real sacerdocio.

Las responsabilidades sacerdotales en todas las sociedades, son básicamente dos: la ejecución de los ritos religiosos y la comunión con la deidad. El sacerdote cuida del santuario y comunica las decisiones divinas. Representa al pueblo delante de Dios y a Dios delante de pueblo.

Esto no significa templo, rito, jerarquía y desigualdad. Eso es nicolaíta. Esto significa tener intimidad personal con nuestro Dios, ser mensajero de SUS palabras, (No las nuestras), y representar a Dios como miembro de su Reino en nuestra conducta y testimonio, así como también representar a ese pueblo, (Incluso incrédulo) delante de Dios a la hora de pedir, clamar o interceder por ellos, se lo merezcan o no. Eso es un sacerdote moderno.

Los estudiosos del Antiguo Testamento reconocen ahora que el sistema ritual de la religión de Israel comparte con los pueblos vecinos varias prácticas que antes se consideraban exclusivamente hebreas.

Hay semejanzas notables con otros pueblos en la forma exterior de los ritos, pero esto no solamente no destruye el aspecto singular de la fe hebrea, sino tampoco disminuye la importancia de esta fe como vehículo de la revelación divina.

El sacerdocio en sus inicios respondió a las necesidades más profundas del corazón humano y, posteriormente, en la misión de la iglesia, proveyó un punto de contacto con las religiones no bíblicas. Es considerable todo esto, pero no tiene absolutamente nada que ver con lo que dios le demanda a sus reales sacerdotes de este tiempo.

Primero veamos el desarrollo del sacerdocio en Israel, más concretamente, en el período patriarcal. Aunque el sacerdocio es el más antiguo de los oficios sagrados de Israel, el conocimiento de su historia es limitado.

En cuanto al aspecto ritual, el jefe del clan era el llamado a construir un altar, levantar un pilar o plantar un árbol para señalar el lugar de una manifestación sagrada, como también a efectuar el oficio del sacrificio.

Sin embargo, aún en tiempos patriarcales no se desconocía la necesidad de utilizar a una persona especialmente dotada para consultar a Dios. Rebeca debió haber recibido el oráculo en cuanto a sus hijos por métodos sacerdotales.

El cuadro bíblico de la vida religiosa de Israel durante este período nos revela un sistema muy desarrollado. Los altares, numerosos pero sencillos, reflejaban las exigencias de la vida nómada. Recuerda esto porque luego volveré sobre el tema muy puntualmente: el altar, era el lugar del sacrificio.

Quiero que tengas en mente, por un momento, algunas similitudes entre este antiquísimo sistema con el actual de ciertas iglesias nuestras. Un clan, esto es: una familia total y absolutamente “ungida”. Un jefe de ese clan, cuyas resoluciones son irrebatibles e irrevocables y un grupo de personas aguardando que este jefe reciba algo de parte de Dios para pasárselos a ellos. ¿Has visto, últimamente, algo así? Yo lo he visto. No muy lejos de mi casa.

Corresponde analizar ahora el período postpatriarcal. Desde Moisés el sacerdocio experimentó un gran desarrollo. Ya no era sólo el jefe patriarcal quien desempeñaba el papel sacerdotal, sino ciertas personas encargadas expresamente de un oficio hereditario, la familia levita de Aarón, y en vez de ofrecer sacrificios sobre varios altares se disponía de un santuario ambulante que por su santidad exigía un cuidado especial.

La jerarquía levítica abarcaba al sumo sacerdote (Aarón, Eleazar, etc.), distinguido por un ungimiento especial y vestimenta singular, a los sacerdotes encargados del culto y a los levitas encargados de los deberes del culto comunes.

Aunque al principio el sacerdocio no se limitaba a la tribu de Leví, el relato de Micaza sugiere que el sacerdocio levítico era preferido. Es posible que otras personas no levíticas se incorporaran al sacerdocio levítico, tal como se lo ve en el texto de Deuteronomio 33:8-9.

Las relaciones entre Dios y su pueblo dependían en gran parte del oficio sacerdotal. Era el sacerdote quien comunicaba la palabra de Dios y aseguraba la precisión ritual en los actos de adoración. Sólo el sacerdote podía manipular el Urim y Tumim, y dar dirección en momentos de crisis, sobre todo con relación a la guerra santa.

Como guardador de las revelaciones pasadas y las experiencias del pueblo, el sacerdote era capaz de enseñar al pueblo la ley, distinguir entre lo limpio y lo inmundo, pronunciar con precisión las fórmulas de bendición y maldición, y hacer las decisiones finales con respecto a ciertas enfermedades y problemas físicos.

Las responsabilidades sacerdotales aumentaron cuando menguó la participación del laico en las ceremonias. El sacerdote esparcía la sangre, quemaba el sacrificio y participaba en la comida sagrada. Fíjate que ellos ya echaban mano a una doctrina que luego Dios mismo iba a aborrecer.

El mantenimiento de los sacerdotes dependía de las ofrendas del pueblo (¡¡Igualito que ahora!!), las primicias del campo y los rebaños, de cierta parte de los sacrificios, del pan de la proposición, y de una porción de los diezmos. (¡¡Ohhh!!)

A pesar de la importancia del sacerdocio en Israel, durante el culto el sacerdote tenía ciertos límites desconocidos por otros pueblos. La prohibición de las imágenes no permitía la manipulación humana de la deidad (…), pues, según el concepto arcaico, una representación compartía la esencia de la realidad cósmica o terrenal que representara.

Moisés, en clara y absoluta oposición a los cultos de la fertilidad muy utilizados en aquellos tiempos, tampoco permitió la construcción de altares hechos de piedras labradas. No es nuevo que el hombre pretenda ir más allá de lo que dios mismo haya manifestado cuando se trata del culto a su honor.

Después nos encontramos con el sacerdocio en el período monárquico. Al terminar el período de los jueces, en Israel había dos familias sacerdotales de origen levita: la de Dan y la de Silo, más tarde de Nob.

Saúl, en un momento de locura, mandó matar a todos los sacerdotes de Nob menos a Abiatar, quien escapó y se refugió con los proscritos de David en el desierto. Al establecerse en Jerusalén la capital del imperio, Abiatar compartió con Sadoc el sumo sacerdocio de Israel.

Con la división del reino, Joroboam”hizo sacerdotes de entre el pueblo que no eran los hijos de Leví”. Había, sin embargo, muchos levitas en el Reino del Norte y la mayoría e los sacerdotes debían haber sido de ellos. Desde la conquista, los levitas habían habitado ciertas ciudades esparcidas por todo el territorio de las tribus hebreas.

Algunos de los reyes ejercían, (O por lo menos auspiciaban), funciones sacerdotales, aunque Saúl fue rechazado por haberlo hecho. Acaz ofreció sacrificios sobre el altar pagano que mandó construir en Jerusalén como gesto de sumisión al rey de Asiria.

El rey Uzías, no obstante, y como para clarificar de qué es de lo que se está hablando, se volvió leproso por haber tratado de ejecutar funciones sacerdotales, señal del poder creciente de los sacerdotes. ¡Que enorme cosa sería si hoy les ocurriera lo mismo a quienes todavía pretenden usurpar sitios para los cuales no han recibido llamado divino!

Bajo el rey Josías el sacerdocio rural de la familia de Abiatar, desterrada en el tiempo de Salomón, sufrió una crisis debida a la reforma. Ya no les era permitido sacrificar fuera de Jerusalén y, por la limitación impuesta por los sacerdotes de la familia de Sadoc, perdieron su fuente de ingresos.

La clausura de los santuarios locales, (También denominados como “los lugares altos”), en un esfuerzo por erradicar el sincretismo religioso, (Sincretismo es mezclar lo santo con lo pagano en un mismo nivel doctrinal) probablemente provocó la secularización de la vida hebrea e impulsó el desarrollo de la sinagoga.

El sacerdocio durante el cautiverio. A pesar de la destrucción del templo en el año 586 antes de Cristo, y el destierro de las personas más hábiles, el culto sacerdotal continuó en el sitio del santuario destruido, aunque no sin el peligro del sincretismo.

Con el surgimiento de la sinagoga, (Observa que no fue algo que dios inventara ni impusiera como muchos creen y proclaman); y sin rechazar al sacerdocio, el judaísmo desarrolló una expresión religiosa capaz de sobrevivir el destierro y la destrucción del templo.

También hubo un sacerdocio activo en la restauración. Una vez que Ciro les permitió volver a Palestina, los judíos que regresaron a Jerusalén establecieron el culto tradicional. Como no había rey en Jerusalén los sacerdotes asumieron funciones políticas, especialmente después del fracaso relacionad con la coronación de Zorobabel.

Los profetas atribuían la destrucción de Jerusalén y el sufrimiento de Israel a la rebelión contra la ley de Yahveh. En parte por esta interpretación la ley llegó a ser céntrica para el judaísmo. Los judíos dispersos, (A los cuales le escribe Pedro su carta), que rara vez llegarían al templo ya reedificado, podían estudiar la ley.

He aquí que entonces surge allí una nueva clase de maestros, los que fueron llamados “escribas” o “doctores de la ley”, y que no eran sacerdotes. El sacerdote se limitaba cada vez más a las tareas ceremoniales y se convertía en un funcionario eclesiástico del poder político.

El sacerdocio en el Nuevo Testamento tiene características muy diferentes. Para comprender la teología neotestamentaria del sacerdocio es necesario entender antes la relación del sacerdote hebreo con el pacto.

Como pueblo de Dios, Israel era idealmente un reino de sacerdotes. Para guardar el pacto, la conservación de la santidad era fundamental. El sacerdote velaba por la santidad de la nación. Representaba vicariamente a la nación delante de Dios, pues ella por sí misma era incapaz de ser santa.

Los levitas, se aceptaban como substitutos por los primogénitos pertenecientes a Yahveh. Los hijos de Aarón representaban a la nación delante del altar y el sumo sacerdote llevaba los nombres de las doce tribus cuando entraba en el santuario para hacer expiación en el lugar santísimo.

En el Nuevo Testamento Cristo se presenta como el cumplimiento del sistema sacerdotal del Antiguo Testamento y el mediador del nuevo pacto. Él efectúa un sacrificio eternamente eficaz que permite al creyente tener acceso directo a Dios.

Quiero que te detengas un momento en tu lectura de neta información y hagas la siguiente reflexión a la que luego regresaremos: ¿Por qué nuestros pastores siguen actuando como sacerdotes mediadores entre la membresía de sus iglesias y dios, siendo que éste dijo que TODO su pueblo sería un pueblo de reyes y sacerdotes, y TODOS ministros competentes?

Quiero que entiendas debidamente y sin ninguna clase de animosidades personales, grupales, sectoriales o sectarias, que en esta mentira, aceptada y enseñada como verdad bíblica casi absoluta, está la clave de la decadencia corrupta que hemos estado viendo y viviendo en los últimos veinte años.

Siguiendo con el detalle, digamos que los cristianos primitivos se opusieron, como los judíos, al sacerdocio pagano. La oposición al sacerdocio judío provocó la persecución de Jesús y sus discípulos por parte de los saduceos, el partido sacerdotal.

Jesús, sin embargo, nunca repudió la institución sacerdotal. Envió a los sanados a los sacerdotes para el cumplimiento de los ritos de la purificación. Algunos sacerdotes hebreos se convirtieron y fueron agregados a la iglesia primitiva.

En la teología cristiana, si es que con tanta frialdad podemos aceptar que se la llame así, Cristo es el cumplimiento del sistema sacerdotal por haber dado su vida “en rescate por muchos”. Su obra sacerdotal se subraya en todas partes del Nuevo Testamento.

Esto es documental. Extractado de algunos diccionarios bíblicos de reconocida validez. Análisis desprovistos de posiciones doctrinales, pero con la natural frialdad que implica hacerlo desde el plano intelectual y sistemático, no teniendo en cuenta lo que no puede tocarse o verse, tal como es el caso nada menos que del Espíritu Santo.

Lo cierto es que, pese a sus contradicciones más que manifiestas a la hora de poner en práctica todo lo que hemos mencionado, estos documentos también hacen alusión a lo que ellos denominan como el sacerdocio universal de los creyentes.

La doctrina del sacerdocio de los creyentes comprende la verdadera meta del sacerdocio bíblico, la responsabilidad de cada uno por los demás. El creyente se identifica con Cristo y con el pecador, siendo “un Cristo para el prójimo”.

Ya no es un solo hombre o una clase de hombres los llamados a mantener la santidad representativa delante de Dios por el pueblo pecador no santificado. El Nuevo Testamento exige que cada creyente sea santo y, a la vez, responsable por su hermano creyente o no creyente.

La iglesia como el cuerpo de Cristo comparte el sacerdocio con Jesucristo, y es responsable delante de Dios por el mundo. En algunos textos bíblicos específicos del Nuevo Testamento se señalan algunos “sacrificios” espirituales del sacerdocio neotestamentario.

Cabe notar que el Nuevo Testamento jamás usa el título de sacerdote para el ministro de la iglesia. Esta costumbre, aunque empezó temprano en la historia de la iglesia, carece de base, puesto que todo creyente es sacerdote.

Hasta aquí lo que dicen los diccionarios bíblicos al respecto. Descarto lo meramente informativo por considerarlo bueno para ampliar los panoramas del conocimiento, pero no puedo dejar pasar algunos pormenores que se deslizan de manera muy llamativa, esencialmente en este último bloque destinado al sacerdocio de los creyentes.

¿Te diste cuenta que todo el comentario está apuntado a cargarle responsabilidades a la gente del común, a la que se le habrá de exigir santidad y cuidado por sus hermanos, pero no se hace ninguna mención a los supuestos líderes que con menos base que el sacerdocio ejercen su potestad para con toda la congregación?

Después nos dirá que somos una nación santa. ¿Y que es una nación? En principio y en lo más literal que encontramos, es el conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno. Esto, naturalmente, incluye al territorio de ese país.

Sin embargo, en lo que nos concierne de modo directo, la acepción que más nos encaja es la que dice que se trata del conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.

Me he permitido enfatizar lo que a mi entender tiene total y absoluta validez hoy con relación a esta calificación de Pedro. ¿Tenemos un mismo origen? Indudablemente que, si realmente somos nacidos de nuevo, sí lo tenemos. Máxime cuando el término nacimiento deriva, precisamente, de la palabra madre: nación.

¿Hablamos un mismo idioma? Es más que obvio que no. Algunos me podrán decir que no importa, que las grandes naciones que son potencias indudables tampoco lo hacen, ya que están plagadas de dialectos o idiomas tribales regionales.

Puedo estar de acuerdo con este hallazgo de la excusa, pero tengo un solo problema para aceptarlo de pleno: estamos hablando de una nación que le pertenece a Dios, ni más ni menos. Entonces ya no se trata de una nación cualquiera, sino como Pedro mismo lo señala: una nación santa.

¿Recuerdas los conceptos sobre la santidad? Apartados, consagrados, dedicados, entregados, elegidos, levantados. Todo eso somos como nación santa. ¿Por qué? Lo dirá a continuación, cuando le agregue que somos un pueblo adquirido por Dios.

Quien suponga que Dios se presentó en una oficina, pidió precio, firmó un cheque y se llevó al hombre, no entendió nada. El diccionario secular nos dice que adquirir significa hacer propio un derecho o cosa que a nadie pertenece, o se transmite a título lucrativo u oneroso, o por prescripción.

Tú conoces la historia y no es necesario que yo la reitere. Dios compró a este pueblo en un valor incalculable. Lo pagó nada menos que con la sangre de su único hijo, Cristo, encarnado en la humanidad de Jesús, el nacido de María, quien lo concibió del Espíritu Santo siendo virgen.

¿Y para que Dios haría un negocio de estas características? ¿Para que, Dios compraría por semejante precio, a un hombre que en líneas generales y globales mayoritarias, no sólo no parece considerar eso, sino que incluso se permite no creerlo ni estimarlo?

Dice Pedro que fue para que ese pueblo se encargue de anunciar las virtudes de Él mismo. Esto es: hemos sido comprados y muy bien pagados, para cumplir con un solo trabajo. Nada de consejería pastoral, nada de sanidad interior, nada de teología abstracta. Sólo anunciar SU nombre.

Ahora borra de tus ojos el enojo para con ese mundo incrédulo, impío y pecador que, no sólo no le sirve a su dueño legítimo para lo que Él deseaba sino que incluso ni siquiera quiere saber nada con Él y vamos al que sería su verdadero pueblo: la iglesia.

¿Estamos haciendo la tarea para la cual hemos sido comprados y pagados nada menos que con la sangre del unigénito de Dios? No estoy metiéndote culpa, tampoco acusando a los líderes. Estoy haciendo una reflexión que nos incluye a todos.

(Deuteronomio 10: 15)= Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día.

Ya lo anticipó Moisés, como puedes verlo. Y no se trata de adivinanzas, desde luego, sino de declaraciones proféticas. Como toda declaración en fe, se cumplirían con el girar de los tiempos y las sazones, para la gloria de Dios el Padre en Cristo Jesús y su sacrificio en la cruz.

(Hechos 26: 16)= Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, par ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, (17) librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, (18) par que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.

Quiero que entiendas algo muy preciso: este texto que acabas de leer, forma parte del segundo relato de Pablo respecto a su conversión. Y lo más llamativo del caso, es que estas promesas que Dios le está haciendo, no aparecen en los otros relatos de su conversión.

Jesús le está prometiendo su protección personal a Pablo, nada menos. Eso es exactamente lo que le dice en el verso 17. Y eso va a cumplirse tal como ha sido dicho. El libro de los Hechos termina con un Pablo que sale indemne frente a los judíos y predicando libremente el evangelio en Roma.

¡Claro! Tú lees esto y te dices como para ti mismo: ¡Que gracia! ¡Mira lo que viene a decirme este tío! ¡¡Es Pablo el que está allí, no un cualquiera!! ¿Ah, sí, eh? ¿Entonces tú te crees que estas promesas han sido sólo para Pablo por la entidad jerárquica y espiritual que éste tenía?

Si de verdad creíste eso, no has leído la Biblia tal como debe ser leída: entendiéndola y no aceptando cualquier invento humano que se le adose sólo porque resulta más cómodo. Porque Dios dice, desde el principio de todos los principios, que Él no hace acepción de personas.

Acepción es lisa y llanamente la acción de favorecer o inclinarse a unas personas más que a otras por algún motivo o afecto particular, sin atender al mérito o a la razón. Oye: la Biblia dice en más de un sitio que Dios jamás hizo, hace ni hará eso.

¿Entonces? Entonces quedaremos en que esto que tú acabas de leer, fue escrito tomando palabras de Jesús para ti. ¿Pero, no era Pablo? Era Pablo, en efecto, en la historia literal. Pero como para dios no hay mejores, ni peores, ni distintos ni menos distintos, lo que fue dicho a Pablo es absolutamente válido para… (Y aquí, si has impreso este material, puedes colocarle tu nombre y apellido, aceptarlo por fe y declararlo como cumplido en el ámbito del espíritu con espera de verlo en lo natural a corto plazo.)

Estas son algunas de esas cosas donde un verdadero hijo de Dios, fiel, sincero, íntegro y genuino, no podrá menos que dar un brinco y gritar a todo pulmón ¡¡¡Amén!!! Al menos, una vez lo habrá hecho sin que nadie lo manipule y sabiendo lo que decía.

En conclusión: los redimidos que adoran son considerados un sacerdocio “real”. Este pasaje se apoya en el llamamiento de Dios al antiguo Israel, pero Pedro y Juan aplican esta verdad a los creyentes del Nuevo Testamento.

Así como sucedió con Israel, la liberación por medio de la Sangre del Cordero es sólo el comienzo. Según la promesa, su autoridad y destino se realizarán mientras cumplen con su deber sacerdotal.

La autoridad verdadera siempre se la relaciona con un andar por sendas de pureza y la perseverancia en la adoración. El espíritu de adoración es esencial para todo avance del reino. Exactamente igual a como el antiguo Israel sólo pudo tomar posesión de la tierra prometida combatiendo por establecer el legítimo culto del señor, así también sucederá con la iglesia contemporánea.

Experimentaremos el poder prometido para la obra evangelística, y las victorias espirituales, únicamente si damos prioridad a nuestra adoración del Dios viviente y crecemos en ella. De esta manera, el poder del reino se mantiene alabando humildemente delante del Rey, y testificando con gozo de sus prodigios.

Asimismo, también hay referencia en este pequeño pero riquísimo texto a lo que podríamos denominar como la senda de la alabanza. Porque este versículo no solamente habla de alabanza, sino que también representa una revelación básica de la Biblia: Dios quiere un pueblo que camine con Él en oración, marche con Él en alabanza, le dé gracias y le adore.

Nota la progresión en la descripción que Pedro hace del pueblo del Nuevo Pacto. Linaje escogido: un pueblo que empezó con la selección que hizo Jesús de los doce, quienes llegaron a ser ciento veinte, y a los que fueron añadidos miles en el Pentecostés. Somos parte de esta generación que crece constantemente, escogidos cuando recibimos a Cristo.

Somos real sacerdocio. Bajo el Antiguo Pacto, el sacerdocio y la realeza estaban separados. Nosotros somos ahora, en la persona de nuestro Señor, “reyes y sacerdotes para Dios”, una hueste que adora y un sacerdocio real, gente preparada para caminar con Él a plena luz, o para pelear junto a Él contra las huestes de las tinieblas.

Somos una nación santa, compuesta de judíos y gentiles, de toda nación bajo el cielo. Somos un pueblo adquirido por Dios, su gente escogida. La intención de Dios, desde el tiempo de Abraham, ha sido escoger a un pueblo para enviarlo con una misión especial; la de proclamar su alabanza y propagar su bendición a lo largo y ancho de la tierra.

(Oseas 1: 9)= Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.

(10) Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente.

Cuando les dice que le pongan por nombre Lo-ammi, les está diciendo prácticamente lo mismo que luego veremos, ya que ese nombre significa precisamente “no mi pueblo”, e indica el fin de la relación.

Una relación que, si lees con atención el resto cercano del libro de Oseas, verás que ya venía signada. En el verso 4, Dios habla de Jezreel, que significa Juicio. Luego en el verso 6, habla de Lo-ruhama, que se traduce como Tolerancia Pasiva, y termina en lo dicho: Lo-ammi, esto es: Ninguna Relación.

Pedro, ya has visto, lo consigna en este texto de su carta cuando aclara que en otro tiempo no eran pueblo pero que ahora sí lo son, para agregar que, necesariamente, así como cuando no eran pueblo no gozaban de la misericordia de Dios, ahora la han alcanzado.

(008) Viviendo Delante de la Palabra

(1 Pedro 2: 11)= Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, (12) manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.

Pedro dice que les ruega (Recuerda que les habla a los de la dispersión) como a extranjeros y peregrinos. La palabra extranjero, ra. (Del francés estrangier). Alude a alguien que es o viene de un país de otra soberanía. También al natural de una nación con respecto a los naturales de cualquier otra. Al habitante de toda nación que no es la propia.

Es indudable que, pese a estar habitando en una tierra natural y literal determinada (Mi caso es la República Argentina) no somos conciudadanos de sus habitantes más que en lo conceptual, documental y legal. En lo espiritual, somos extranjeros, porque pertenecemos a otra soberanía.

En cuanto a peregrino, na. (Del latín peregrīnus).Es lo dicho de una persona: Que anda por tierras extrañas. Que por devoción o por voto va a visitar un santuario. Que pasa de un lugar a otro. Que procede de un país extraño. Extraño, especial, raro o pocas veces visto. Adornado de singular hermosura, perfección o excelencia. Que está en esta vida mortal de paso para la eterna.

Es decir que queda absolutamente en claro que Pedro le está hablando a un pueblo especial, escogido, nación santa, linaje singular, extranjero en la tierra literal donde viva y peregrino, ya que está solamente de paso, apenas por espacio de ochenta o noventa años terrenales promedio, la nada comparada con la eternidad.

A ellos, o a nosotros, que somos extranjeros y peregrinos en esta tierra en la que habitamos donde quiera que documentalmente nos haya tocado nacer, se nos dice, (Y no como sugerencia opcional, sino con entidad de mandamiento), que nos abstengamos de los deseos carnales.

Quiero recordarte que abstenerse, no es dejar fluir alguna clase de poder sobrenatural frenando con su poder divino algo que deseábamos hacer. Abstenerse es tomar una firme decisión de no volver a hacer algo que hacíamos normalmente.

Por tanto, a todos aquellos que todavía oran pidiéndole a Dios que les saque de encima alguna clase de vicio, hábito, perversión o enamoramiento sentimental indebido, habrá que decirles que están perdiendo su tiempo. Es una decisión que cada uno debe tomar por su cuenta.

¿Pero Dios no hará nada al respecto? ¡Claro que lo hará! Pero después, seguidamente, a continuación de tu decisión. Va a respaldarla en contra de cualquier alternativa contraria que el enemigo pretenda infiltrar. Pero lo primero es tu decisión sincera, luego su potencia y su poder.

Pero se nos dice más: se nos aclara que esos deseos de los cuales se nos manda abstenernos, batallan contra nuestra alma. ¿Por qué? Porque nuestra alma desea someterse al espíritu, que en el caso de los creyentes, seguramente está lleno del Espíritu Santo de Dios, y estos deseos no se lo permiten con libertad y debe batallar.

Ahora bien: ¿Se está hablando de sexo? ¿Se está hablando de alcohol, de tabaco, de drogas? Si tú quieres agregarlo, hazlo porque no te equivocarás, pero en lo esencial no está hablando de eso. Hay deseos que no tienen barniz pecaminoso pero que sin embargo significan pecado.

Porque pecado, te recuerdo, es la traducción de una palabra que implica el concepto de “errar el blanco” un arquero con su dardo. Y todo creyente que de libre curso a un deseo que no proviene de Dios, está errando al blanco. Cree volar hacia el centro cuando en realidad ni siquiera acertará al cartón.

Si un ministro ungido, de buen mensaje, con dones del Espíritu capaces de dejar boquiabiertos a los más acostumbrados a los milagros, de pronto ve la posibilidad de enriquecerse percibiendo altísimos honorarios por cada presentación en iglesias, campañas o congresos, también está errando el blanco.

(Romanos 12: 1)= Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

Pablo comienza este capítulo diciendo “así que”. Y nosotros, que nos hemos acostumbrado a leer sin pensar o repetir consignas como papagayos santos, ni perdemos un segundo en indagar qué significa esto de “así que”, que es como decir “A consecuencia de”, o “por causa de”.

Muy bien: a la luz del gran plan de salvación que Pablo ha bosquejado irreprochablemente en los primeros once capítulos de esta carta a los Romanos, y particularmente de todas las misericordias o beneficios que esto trae al cristianismo, responderemos como corresponde. Esto quiere decir.

Por eso habla del sacrificio vivo. Como los cristianos, (Tanto judíos como gentiles), son el nuevo pueblo de Dios, el “Nuevo Israel”, ¿No debemos ofrecer sacrificios a Dios como lo hacían los judíos del Antiguo Testamento?

Deja de lado las supuestas religiones que se llaman cristianas a sí mismas que lo hacen y piensa que sí, que debemos hacerlos, pero no aquellos sacrificios de animales en el templo de Jerusalén, sino que el mayor sacrificio será el de ofrecer nuestros cuerpos (Esto es: todo lo que somos) como “sacrificio vivo”, cada día, a Dios.

En cuanto a la expresión que se utiliza a continuación, ha dado origen indudablemente a diversas interpretaciones, conforme a las necesidades y hasta conveniencias, si se quiere, de las distintas áreas de la religión cristiana que aspiran a representarse mediante rituales varios llamados “cultos”.

Lo cierto es que la palabra griega que se traduce como culto se usa para referirse a las ceremonias del templo judío, tanto en Romanos 9:4 como en Hebreos 9:1 y 6. Mientras tanto, la palabra traducida como racional puede significar “perteneciente a la razón”.

Como tal sugiere que una respuesta racional a las misericordias de Dios sería entregarnos en un acto de adoración. La palabra puede ser también entendida como “espiritual”, (En ese sentido es que se utiliza en nuestro texto de 1 Pedro 2: 2).

De esa manera, nuestro acto de consagración constituye una forma suprema de servicio religioso: física, porque nuestros cuerpos están presentes en el acto de adoración; racional, en la medida que nuestra mente es receptiva a su verdad; emocional, cuando sus misericordias son percibidas y despiertan nuestra sensibilidad a la amabilidad de su amor; y espiritual, al ser todo eso el fruto de su Espíritu, que nos revive y renueva.

Ahora ya tienes elementos para contarle a tus hermanos que prefieren oír lo que alguien les enseña en lugar de obedecer el mandato de escudriñar la Palabra, que ese culto al cual asisten cada domingo, en realidad no es tal, sino una reunión de personas conforme al respeto a las reglas y estatutos de la doctrina que ese grupo haya elegido profesar con respecto a Dios.

¿Verdad que dicho así suena muy poco espiritual? Sin embargo lo es, porque Dios armó al hombre y le colocó una mente para que él la usara razonando. Ese acto lo cataloga como un ser racional. Y adorar a dios es un acto racional.

¡¡Pero hermano!! Si usted me habla de razonar y luego leemos Hebreos 11:1 que es la síntesis de lo que significa la fe, me pregunto y le pregunto: ¿Cómo razonaremos la certeza de lo que esperamos y la convicción de lo que no vemos?

Dicho así, obviamente que no se puede tomar a lo espiritual como racional. Pero sucede que no le hace al plan de Dios la forma en que el hombre lo determine. Lo que es irracional es pretender evaluar lo que emana de la mente infinita de Dios, mediante el análisis de la mente finita de un hombre.

(Salmo 39: 12)= Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor. No calles ante mis lágrimas; porque forastero soy para ti, y advenedizo, como todos mis padres.

La palabra forastero, que el salmista utiliza aquí, viene del catalán foraster y quiere decir.: Que es o viene de fuera del lugar, es lo dicho de una persona que vive o está en un lugar de donde no es vecina y donde no ha nacido. En suma: un extraño o ajeno.

¿A qué le encuentras similitud? Así es. Con algunas diferencias mínimas, la palabra forastero está muy cercana y casi emparentada con extranjero. Es verdad que gramaticalmente significan cosas distintas, pero la esencia es casi la misma. Son personas ajenas al medio. Del mismo país o de otro, pero ajenas.

Entonces entendamos: el salmista le está diciendo a Dios que es alguien que proviene de otro lugar desconocido y opuesto, quizás, a Él. Y como para reafirmar lo expuesto, le agrega una palabra no demasiado usada en el idioma español: advenedizo.

Advenedizo, dice el diccionario, es un extranjero o forastero, que no es natural u originario del lugar. También se dice de una persona que, siendo de origen humilde y habiendo reunido cierta fortuna, pretende figurar entre gentes de más alta condición social.

Creo que ya no puede quedarte confuso en absoluto el dicho del salmista. Un dicho que, si te pones a pensar un poco, quizás logre identificarte en algún punto determinado. Porque, ¿Quién de nosotros no se ha sentido alguna vez tan inmerecedor de la gracia de Dios que ha terminado pensando que era un extranjero, un forastero o un advenedizo en el reino de Dios?

No obstante, en la interpretación casi literal de este texto, se nos enseña algo que no está tan apartado de la realidad. Se dice que ser un forastero o un advenedizo depende aquí totalmente de la hospitalidad y provisión que se reciba de Dios en la tierra que a Él le pertenece.

(Gálatas 5: 16)= Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.

Convengamos algo que es casi moneda corriente. La libertad puede degenerar en libertinaje, pero el Espíritu Santo nos capacita para vencer los deseos de la carne, cuando nos sometemos permanentemente a su poder y dominio.

Lo primero que Pablo le dice a los Gálatas, es lo primero que el apóstol le diría hoy a cualquiera de nosotros: Andad en el Espíritu. ¿Y que cosa significa andar en el Espíritu? Porque hay mucha gente que dice cumplirlo cuando, en realidad, lo único que hace es caminar como por sobre nubes, con los ojos entrecerrados, como en un permanente éxtasis y…¡¡Equivocándose a cada paso!!

Es más que evidente, aunque externamente se vea muy “santo”, que eso no es andar en el Espíritu. Yo creo, particularmente, que lo primero que deberíamos estudiar al respecto, es el dignificado del verbo andar, aunque creamos conocerlo sobradamente.

Es un término que se refiere a un ser animado y que comprende el ir de un lugar a otro dando pasos. Ahora veamos: salvo cuando lo necesitas para un fin muy específico, ¿Hacia donde das pasos tú? Exactamente: hacia delante. Jamás andarás hacia atrás largamente. Tenlo en cuenta.

También implica moverse una persona para ejecutar sus funciones. Esto también da para una pequeña profundización. No puedes andar, y mucho menos en el Espíritu, si no cumples determinadas funciones previstas.

Otra de las acepciones indica el tomar parte, ocuparse o entretenerse en algo. Por este motivo es que hay muchos, hoy, a lo largo y ancho del planeta, adentro de sendas iglesias, que creyendo andar en el Espíritu, lo que en realidad están haciendo es tomar parte, ocuparse o entretenerse en activismos que nada tienen que ver con el Espíritu Santo.

También tiene que ver con perseguir insistentemente algo. Como ejemplo, algo que habrás oído: ”Anda tras un premio literarioMuy bien; puedes tomar este concepto y hacerlo tuyo. Para andar en el Espíritu, es menester perseguirlo y desearlo insistentemente.

Ahora creo que lo tienes un poco más claro. No necesitas mucho más para abandonar cualquier postura pasiva, de gurú oriental meditando mudo e inmóvil, y comenzar a moverte en dirección al objetivo que dios ha trazado. Eso es andar en el Espíritu. Que, obviamente, es lo contrario a andar en la carne, satisfaciendo todos sus deseos.

Cuidado aquí: nadie puede andar alegremente enseñando que todos los deseos de la carne son pecaminosos. Tener sed, por ejemplo, es síntoma de necesitar hidratarnos. Y la necesidad de beber, es un deseo de la carne, que en este caso no es pecaminoso. Ahora; si lo que deseas bebe r e4s alcohol hasta emborracharte, entonces lo sano pasa a ser enfermo y lo puro, pecaminoso.

(Santiago 4: 1)= ¿De donde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?

En amplio y franco contraste con la sabiduría celestial que produce normalmente una atmósfera de infinita paz, en la cual crecerá la semilla de la justicia, la sabiduría terrenal da lugar permanentemente a una lucha interpersonal. La causa reside en una naturaleza conflictiva y egoísta.

Cuando en cualquier congregación que conozcas, entonces, observas que dos o más pequeños líderes se pelean duramente por ocupar un determinado espacio de poder que el líder principal ha puesto en juego, indiscutiblemente está actuando la carne. Dios jamás levantaría ministros bajo estas perspectivas.

El día que la iglesia, como institución orgánica estructurada, entienda que del mismo modo que resulta imposible frenar a alguien a quien Dios mismo ha levantado, también lo es el pretender imponerle a Dios a alguien para un sitio de conducción, ese día, la iglesia habrá entendido a Dios.

Mientras tanto, Dios queda a un lado para dejar lugar a las batallas dirimidas entre las distintas fracciones que la política religiosa prepara para tales fines. Esto finaliza, generalmente, con una persona ascendiendo a un cargo o posición de poder en la organización, aunque mayoritariamente, esa misma persona pueda no tener ninguna clase de ascendencia en el mundo del espíritu.

No hay ninguna otra razón, que no sea la de nuestra propia carnalidad almática, que nos pueda llevar a entrar en una verdadera guerra sin cuartel entre nosotros mismos. Dios jamás admitiría eso. Aunque muchas de sus iglesias lo toman como cosa corriente y normal dentro de sus actividades internas. Dios nos creó para complementarnos, no para competir.

El consejo de Pedro es que sepamos vivir bien entre los gentiles con los que a diario compartimos nuestra vida social. Y esto no es ocurrente, sino concurrente. No son pocos los hermanitos que, entre llevarse bien con todos los de su iglesia y horrible con la gente del mundo entre la que estudia, trabaja o simplemente habita, no vacilan en elegir lo primero.

¿Qué es lo que consiguen? En principio, no necesariamente un buen testimonio interno, ya que como el árbol se conoce por sus frutos, a coto o mediano plazo su verdadera condición saldrá a la luz y todo el mundo podrá verla.

Pero consiguen algo más: que el mundo, en su tan particular estilo práctico de ver las cosas, entienda que nuestros comportamientos n se compatibilizan con nuestras prédicas, por lo que no dudará en calificarnos de hipócritas religiosos, un rótulo que nos duele, nos molesta y nos indigna. Pero también un rótulo que en la mayoría de los casos, el pueblo evangélico se ha ganado con abundantes motivos.

Eso es lo mismo que cuando nos acusan de ser una “secta”. ¡Como nos enoja ese calificativo! Claro, si creemos que estamos siendo vistos y comparados con Jim Jones, el suicida de Guyana o el líder de los Niños de Dios, claro que nuestro enojo tendrá sobradas razones.

Sin embargo, la palabra secta es, en su traducción más completa, la palabra opinión. Y aquí es donde nos encontramos con un grave inconveniente. Porque si la iglesia evangélica en su conjunto, primero, y luego sus distintas denominaciones a continuación, se han formado a partir de la opinión que sobre determinada porción bíblica han tenido sus líderes o teólogos, entonces no será descabellado que todos los grupos y subgrupos cristianos levantados aquí y allá puedan tener sin que exista exageraciones

(Filipenses 2: 14)= Haced todo sin murmuraciones y contiendas, (15) para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;

Aquí tienes, si deseas conservarlo siempre delante de tu vista, una síntesis casi perfecta de lo que Dios desea sea su iglesia futura. A Dios no le impactan los bulliciosos cultos o reuniones, el oropel de la danza o los estandartes y ni siquiera la elocuencia de los grandes y prestigiosos predicadores.

Dios siempre tuvo en su mente que su iglesia, esto es: ese grupo disgregado por todo el planeta de hombres y mujeres que verdaderamente creen en Él y no juegan a la religión en el marco de distintos ritos, debería ser un modelo donde el mundo pudiera mirarse.

Al igual que los cuerpos celestiales brillan en la oscuridad de la noche y en la inmensidad del universo, así también las vidas de los verdaderos cristianos deben brillar en medio de las tinieblas morales de un mundo desesperado para que alguien le traiga soluciones prácticas.

Para el mundo incrédulo, – Recuerda esto – esa predicación que el domingo te impactó, te sacudió en tu banca y por poco te desploma frente a la plataforma, no significa absolutamente nada. A menos que el Espíritu Santo se mueva y produzca convicción de pecado, eso que tú oyes con arrobado deleite, para ellos es un mero discurso religioso.

Entonces es el tiempo donde la iglesia, como tal, (Esto es: cámara de representantes del reino de Dios en la tierra), deberá salir de sus moldes tradicionales facilistas, sistemáticos y costumbristas e ingresar definitivamente en aquello para lo cual fue creada: ser sal y luz para los insípidos y ciegos.

Aquí, Pablo les está dando a los Filipenses, algunas condiciones que esa iglesia deberá tener si es que desea ser lo que Dios quiere que sea. Y fíjate que lo que les dice no es, en absoluto, nada nuevo ni para ti ni para ningún cristiano del planeta.

Sin embargo, así como no es nuevo lo que Pablo dice, también hay que reconocer que muy pocas veces o ninguna ha sido cabalmente cumplimentado. Por una causa, por otra, con esta o aquella excusa, pero no ha sido cumplido. El mundo ha sido testigo de esto y, por esa razón, sigue dispuesto a creer en Dios, pero no quiere saber más nada con lo que se llama iglesia.

Entiende esto: hacer algo sin murmuraciones, no significa callarse ante la ignominia o el pecado. Tampoco implica establecer la defensa de un líder aunque todo nos indique que ese hombre se ha corrompido. Y mucho menos justificarlo y ocultar sus actos, ya que eso tiene un nombre: iniquidad.

Murmurar es el acto de hablar entre dientes, manifestando queja o disgusto por algo. Es decir: no decir lo que se tenga que decir abiertamente, sino solapadamente, en oculto. Es hacer lo posible para que los demás sepan algo sin correr el riesgo de que se sepa quien lo dice.

Concretamente, se trata de conversar con determinadas personas algo en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones, pero al mismo tiempo procurando no ser descubierto como aquel que ha comentado el asunto. ¿Recuerdas el viejo refrán de: “arrojar la piedra y esconder la mano”? Eso.

Pablo les dice a los hermanos de Filipos que Dios no quiere gente pasiva que se deje abusar por nadie, sino gente que llegado el caso, confronte cara a cara a quien esté extraviado, sin ingresar en la antigua práctica cobarde de hablar en lo oculto y luego callar en lo público.

Cuando Jesús decía que los fariseos eran unos sepulcros blanqueados y una generación de víboras, ¿Acaso estaba murmurando en contra de ellos? De ninguna manera. Jesús se los dijo mirándolos a los ojos. Y ellos no pudieron responderle nada ni defenderse porque sabían que lo que Él les decía era absoluta verdad.

Dentro de las organizaciones cristianas, está mejor mirado aquel que murmura a espaldas de sus líderes o hermanos, que quien se planta frente a ellos y les dice en el rostro lo que estima o considera que está mal. Lo primero se disimula dentro del marco de la política religiosa. Lo segundo recibe el rótulo de rebeldía.

Muy bien: Pablo les anticipa a los Filipenses lo que hoy ya estamos viendo a lo largo y ancho del planeta y que forma parte activa y dinámica de lo que será la genuina iglesia del Señor en los próximos diez años: gente transparente, hablando sin temores y dejando de lado toda murmuración o calumnia mal intencionada y traicionera.

Esto también deja muy en claro la figura del verdadero Jesús de Nazaret, ese hombre al que solamente a los demonios les encanta mostrarlo con su rostro sangriento y expresión de sufrimiento, determinando que la gente llegue a llamarlo “el pobre Jesusito”…

¿Pobre? Si hoy existieran en el planeta diez hombres de la integridad, la masculinidad y la rectitud de Jesús, las obras del diablo ya se habrían derrumbado definitivamente. Pero lamentablemente, lo que mayoritariamente sigue habiendo, son murmuradores, gente que habla cosas tremendas de personas ausentes, pero que cuando se encuentran cara a cara con ellas, no tienen ni la menor valentía como para reiterarlas. No parece haberse escrito en esa misma Biblia que todos hemos leído, aquellas palabras contundentes que dicen que el Reino de Dios no es para los cobardes…

(Mateo 5: 16)= Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

¿Dice aquí que debemos mostrar esas buenas obras para que los demás nos envidien y entiendan que espiritualmente somos mejores cristianos que ellos? No. No dice eso en modo alguno. Si lo dijera, Dios mismo se estaría contradiciendo en su palabra.

¿Dice aquí que esas buenas obras consisten en darle de comer a los pobres en comedores comunitarios o realizar donativos a entidades de bien público? No. No dice eso en absoluto. Quizás lo incluya, pero como parte de una conducta generosa y transparente.

Lo que la religión considera como buenas obras, son aquellas que hacen que la iglesia, como institución, resulte simpática y bienvenida a la opinión pública. Las buenas obras, según Dios, son las que brotan de un corazón íntegro, recto, honesto y sincero.

¡Está bien, hermano! ¡Es casi la misma cosa! ¿Cómo? ¿Qué es lo mismo? Quizás en alguna ocasión, pero créeme que no siempre. Si fuera como tú dices, la Cruz Roja estaría llena de gente salva. Y que yo sepa, aunque habrá salvos sin dudas entre ellos, no lo serán todos por causa del trabajo de bien público que realizan.

¿Cuál es la diferencia? En verdad, una sola, pero muy importante. Casi capital, te diría. Quienes hacen buenas obras conforme a la voluntad de Dios, sólo buscan agradarle a Él y no piensan en nada más que eso.

Quienes las hacen conforme a las rutinas humanas porque la iglesia tiene la obligación social de hacerlas, piensan demasiado en la sociedad que los rodea, en los hombres que lideran la institución y en su propio prestigio personal. Nada que ver una cosa con otra…

(009) ¿Debo Someterme a un Gobierno Secular?

Sobre el tema de la sumisión, hay mucho más entendido, reglamentado y enseñado, que en realidad escrito. En algunos casos, se ha soslayado a la palabra, y en otros, sencillamente, se ha elaborado una verdadera doctrina a partir no ya de un versículo, sino de una frase.

Una vez más valdrá la pena reiterar este concepto: no podemos fabricar doctrinas de un versículo bíblico porque, cuando esto fue escrito, eso no se llamaba versículo, sino que era una frase o una oración en medio del contexto de un escrito o una carta.

(1 Pedro 2: 13)= Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea del rey, como a superior, (14) ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.

(15) Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; (16) como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.

(17) Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.

Lo que primero deberemos considerar si es que deseamos entender lo que verdaderamente se dice aquí y no lo que nos puede parecer que dice, es el significado de la palabra sumisión. Presenta más de una acepción, y hay que tener mucho cuidado de adoptar la que corresponde y no otra paralela.

La sumisión es el sometimiento de alguien a otra u otras personas. Lo sabemos, pero: ¿Qué clase de sometimiento? El mismo diccionario lo amplía: sometimiento del juicio de alguien al de otra persona. Es decir que lo que tu gobernante dictamine, tú debes acatarlo, ya que de otro modo resultaría subversión o rebelión.

¿Esto quiere decir que si un gobierno dicta una ley que resulta pecaminosa y va en contra de la palabra de Dios, nosotros debemos acatarla? Ahora vamos a recorrer el texto base para que puedas ver que no es precisamente así, pese a que esto fue escrito durante el reinado de Nerón, que no fue precisamente alguien que amara a los cristianos.

Porque te está aclarando debidamente que esa sumisión se estará dando en un marco social y legal donde, ese gobierno estará dictaminando leyes que procuren castigar a los malhechores y alabar a los que hacen el bien.

Pero si lo que estamos viviendo, (Y no te quepan dudas que eso está sucediendo en muchos, quizás demasiados lugares del planeta donde habitan creyentes) es lo inverso, esto es: un gobierno que alaba y protege a los malhechores (O lo son ellos mismos) y castiga u oprime a los que hacen el bien, esto invierte lo que se dice y, como consecuencia. también invierte el mandamiento ordenado.

(Romanos 13: 1)= Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.

Pablo no está sugiriendo, – Obviamente -, que Dios pueda aprobar a un gobierno corrupto, a funcionarios que no le tienen en cuenta o a alguna clase de legislación injusta. Algunas veces, sin embargo, en castigo por los pecados de la gente, o por otras razones que sólo Dios conoce, el señor permite que gobernantes malvados detenten el poder por un tiempo, como los profetas de Israel testificaron frecuentemente.

En teoría, Dios concede autoridad para servir a fines elevados. Como se ejerce esa autoridad, le será requerido a quienes la hayan recibido. Con esto te estoy diciendo que Dios pone, por ejemplo, el sillón de mando de un presidente, pero al hombre que va a sentarse allí lo eliges tú o lo coloca Satanás si tú evades o no participas de esa responsabilidad.

Te lo he querido explicar bien, porque todavía hay mucha gente que se ha molestado sinceramente con Dios hasta el grado de apartarse de todo lugar donde se menciona su nombre, por el simple hecho de no entender por qué razón Dios permitió la existencia, el poder y la autoridad de un Hitler. Sería extenso de explicárselos, pero mucho me temo que no me entenderían. Cuando tenemos los ojos solamente enfocados en lo natural, nos cuesta horrores entender a un Dios sobrenatural.

Imagínate que no podríamos hacer encajar dentro de lo que es la infalible e inapelable justicia de Dios su sostén o protección para con la autoridad déspota de un tirano sanguinario, como los tantos que han existido en el mundo. Está bien: no encaja porque no corresponde. Está bien claro.

La pregunta que, entonces, siempre se descuelga aquí en este punto, es: ¿Debo aplicar la misma consideración de conceptos para con el gobierno eclesiástico? Si me hablas de la iglesia del señor, genuina y sin templos determinados, te digo que no. Si me hablas de la iglesia institucional cualquiera sea su denominación, te digo que sí. Es leve la diferencia, pero existe.

Bajo estos rudimentos, en más de una oportunidad alguien se ha preguntado, (Y seguramente le ha preguntado a alguien con jerarquía eclesiástica), si es factible que un cristiano se inscriba en las Fuerzas Armadas como soldado voluntario u oficial rentado o en la Policía.

Debo decirte que las respuestas habrán de ser variadas conforme a la sabiduría, interpretación y hasta línea doctrinaria denominacional de quien la responda. Lo cierto es que, dependiendo solamente de lo que dice la Biblia al respecto, podemos coincidir en algunos puntos.

Pablo nos muestra, con bastante claridad si vemos sus escritos desde un ángulo no humanístico sino espiritual, que si esas autoridades cumplen justicieramente con sus atribuciones, pasan a ser legítimos servidores de Dios, ya que contienen el mal.

El policía, como servidor de Dios, provee un bien esencial a la sociedad. Mientras haya pecadores harán falta policías. En tanto los hombres y mujeres no se sometan a la justicia de Dios, será necesario utilizar cierta fuerza para impedir los asesinatos, las violaciones, los secuestros y los robos que sufren casi siempre víctimas inocentes.

No será algo inapropiado, entonces, que un cristiano forme parte de los cuerpos armados, ya sean la policía o las fuerzas armadas. Hay que mantener la ley y el orden, porque nadie está a salvo en medio de una anarquía.

Hay quienes, por causa de creencias religiosas sinceras, sienten que nunca podrían matar a otro ser humano, aún en una guerra. La sociedad debe respetar los puntos de vista de estas personas, pero la Biblia no obliga a los cristianos a convertirse en objetores de conciencia.

Un alumno que tuve en un tiempo en la escuela bíblica de una congregación y que tenía una excelente relación con el Señor, ingresó a trabajar en la policía de mi ciudad. Tuvo que dejar su trabajo antes que le ocurriera algo peor, ya que se estaba granjeando grandes enemigos por causa de resistirse a formar parte de “negociados” con distintas áreas de la delincuencia que, esa área de la fuerza de seguridad evidenciaba.

Esto es algo que en cualquier parte del planeta se habla a la vuelta de cualquier esquina, pero jamás llega a hacerse público y mucho menos denunciarse legalmente, porque no hay pruebas. Y todos sabemos que la ley humana actúa por pruebas y no por expresiones externas.

¿Recuerdas aquellas primeras y antiguas películas sobre el narcotráfico, cuando el héroe investigaba prolija e inteligentemente, y cuando consideraba que tenía a todos los culpables, iba a denunciarlos al jefe de la policía y allí nos dábamos cuenta que él era el verdadero jefe? Muy bien; hoy es cada vez menos ficción y más realidad. Es mucho el dinero en juego, y el hombre sin Dios, es cautivo de cualquiera de estas tentaciones fuertes.

Eso por un lado, y por el otro, ¿Hasta que punto deberíamos, los cristianos, obedecer a un gobierno secular? Lo pregunto de otra manera: ¿Podemos los creyentes, llegado el caso puntual, y por alguna causa que lo justifique, desobedecer a un gobierno civil?

Mira; cuando un gobierno de cualquier nación del planeta, priva a la gente de su derecho a adorar y obedecer a Dios libremente, pierde el mandato o la autoridad recibida de Dios. Entonces la desobediencia de uno o más cristianos, delante del Señor, estaría totalmente justificada, aunque esa misma ley humana pueda llegar a castigarlo duramente.

Referentes notables del cristianismo han creído que, cuando un gobierno comenzaba a transformarse en una tiranía, los ciudadanos tenían no sólo el derecho, sino también el deber de rebelarse contra él.

Sin embargo, el cristiano está llamado a sufrir su gobierno secular todo lo posible. Jesús nunca llamó a la revolución contra Roma, aunque estos eran crueles conquistadores que oprimían a Israel. Por otro lado, los apóstoles rehusaron cumplir una orden de no predicar ni enseñar en el nombre de Jesús.

Siempre que un gobierno civil nos prohíba poner en práctica aquello que Dios nos ha mandado a hacer, o nos inste a hacer cosas que Dios nos ha prohibido, está justificada nuestra desobediencia. La obediencia ciega a un gobierno nunca es correcta. No obstante lo difícil o costoso que pueda ser, debemos reservarnos el derecho de decir no a las cosas que consideramos opresivas o inmorales.

Este pequeño análisis, creo que ha sido más que suficiente para que tomes conocimiento y claridad con respecto a las demás sumisiones que se proclaman, difunden y promocionan en la iglesia: la sumisión al pastor y la sumisión de la esposa al esposo. En todos los casos será sujeción a autoridad, sujeta a autoridad.

(Romanos 13: 3)= Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella.; (4) Porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.

Creo que está decididamente claro. Cuando los funcionarios gubernamentales utilizan la fuerza para reprimir o castigar al mal, no están actuando equivocadamente. Todo lo contrario, son servidores de Dios y están haciendo bien.

Algunos estudiosos piensan que el hecho de que Dios autorice al gobierno como su siervo a utilizar la fuerza, hasta el punto de privar a alguien de su vida, no contradice e mandamiento: “No matarás”.

La palabra usada en ese mandamiento se refiere al asesinato criminal y no incluye el procedimiento judicial por el cual alguien pierde la vida, ni se refiere a matar en la guerra, acciones que se expresan con otras palabras en el antiguo Testamento.

Indudablemente, para alguien poco avisado, lo que termino de decirte parecería ser una tesis o postura frente a la pena de muerte como castigo a ciertos delitos, pero no lo es. No estoy aquí para elaborar leyes basadas en la escritura ni para dictaminar juicios de valor sobre vida o muerte de otros. Estoy aquí para leer la Biblia y permitir que el Espíritu Santo de Dios revele la calidad de su contenido.

Cuando tú te limitas a leer la Biblia con la total y absoluta libertad que goza aquel que está en Cristo, tú no necesitas establecer posiciones con respecto al aborto, la pena de muerte, la clonación humana, la donación de órganos o el divorcio.

Tú tienes la posición de Dios limpia, sin contaminaciones supuestamente doctrinarias o tradicionales humanas Eso es libertad. ¡Pero es que yo estoy en Cristo y no experimento eso! Entonces tú no estás en Cristo, estás en la religión cristiana evangélica. ¿Es que no es lo mismo? En algunos lugares, lamentablemente, seguro que no.

Y Pedro va a decirte, luego, que debes tener muy presente que, la voluntad de Dios, en un amplio marco de vida de creyente auténtico, es que hagas el bien, para de ese modo hacer callar la ignorancia de los hombres insensatos.

Insensatez, conforme a los rudimentos gramaticales conocidos, es alguien con necedad, falta de sentido o de razón. También se rotula así a un dicho o un hecho insensato. Dentro del ámbito espiritual es pretender imponerle cosas a Dios o suponer que se sabe más que Él.

Ignorancia, aunque se la utilice así, no es una palabra peyorativa o apta para la agresión o el insulto. El verbo ignorar es, sencillamente, desconocer algo, no contar con determinada información sobre determinado asunto.

Esto deja más que en evidencia, entonces, que ignorar algo puede proporcionarnos algún inconveniente, como es obvio, pero de ninguna manera podrá ser un eje alrededor del cual pueda girar la conclusión de nuestra conducta o personalidad.

Tú eres un profesional, por ejemplo, en medicina. Vives en un país de Europa y allí posees un alto prestigio dentro de lo que es el círculo médico en general. Todos los días acuden a ti centenares de pacientes de todo el mundo, prestos a ser sanados por la eminencia médica que eres. Tú no eres un ignorante, sin dudas.

Sin embargo, un día me encuentras a mí, que apenas llegué a los grados secundarios de la escuela básica, bebiendo por una bombilla un líquido determinado de un cuenco vegetal. Te quedas mirándome y toda tu sabiduría médica no te alcanza para saber que, como buen argentino, estoy bebiendo el mate. Tú eres ignorante en este asunto.

Al día siguiente, tú concurres a un salón de pintura donde expondrá un amigo. Jamás has tenido tiempo ni deseos de plantarte frente a una pintura y apreciar o no lo que ella contenga. Entonces tú le preguntas a tu amigo el significado de cada cuadro, de cada obra. Porque en ese terreno, tú eres un ignorante. Y no has dejado de ser la eminencia médica internacional a la que nadie se atrevería llamar ignorante.

¿Entiendes lo que quiero significar? Si a eso le sumas la insensatez, obtendrás como resultado a un hombre que ignora todo lo relacionado con el mundo del espíritu y, encima, tiene connotaciones de su personalidad que lo llevan a despreciarlo, menoscabarlo o ridiculizarlo, aún sin conocerlo. Eso también es ignorancia.

¿Que debemos hacer los creyentes con esta gente? La iglesia institucional, organizada y estructural, seguramente te enviará con tratados e invitaciones a que procures que esa persona, algún día, venga y se siente en uno de nuestros bancos a oír el mensaje y, con fortuna, quizás acepte a Jesucristo y pase a ser uno de los nuestros.

¿Está bien? Está muy bien. Pero muy bien intencionado, no conforme a la escritura. Porque la Palabra, (Aquí a través de Pedro), te dice que para que ese hombre insensato deje de ser ignorante, será suficiente con que tú hagas el bien.

¿Y qué será hacer el bien, acaso donar ropa, medicamentos o comida a las naciones pobres? Esa es una parte que es consecuencia de la otra. No es la prioridad, sino la Cruz Roja Internacional sería la mejor evangelizadora del planeta.

Hacer el bien es, esencialmente, vivir tranquilamente, en tu casa, en tu trabajo, en tu escuela o donde sea, una vida sin espectacularidades, sin simulaciones ni hipocresías, donde quien quiera que se acerque pueda comprobar por sí mismo que no eres falso ni artista, sino buena persona.

Entonces, a medida que vaya observándote, más querrá parecerse a ti. Porque verá tu paz, tu tranquilidad ante las crisis, tu capacidad para amar a los demás, tu paciencia, tu gozo y tu certeza de que nada malo habrá de ocurrirte. Y querrá ser como tú. Y entonces, recién allí, tú le presentarás al autor de tu vida, para que él también pueda cambiar la suya. ¿Técnica evangelística? Espíritu Santo. Convicción. Arrepentimiento. Perdón. Milagro. Conversión.

¡Es que…hermano…la verdad, no se ve mucho de eso, todavía… – Es cierto, no se ve demasiado esto en el pueblo del Señor. Por eso mismo es que todavía no somos más que vencedores, sin mancha y sin arruga.

¿Pero es que realmente se puede vivir así? – ¡Sí que se puede! ¿Por qué no habría de poderse? – ¡Es que es tan difícil! ¡Somos tan imperfectos! – De acuerdo. Pero si tú sigues hablando del viejo hombre y yo del regenerado y renacido, no nos pondremos de acuerdo jamás.

El hombre renacido en Cristo Jesús sí que puede vivir así. Es más: no que “puede” DEBE vivir así. Porque eso es la iglesia, no un templo donde la gente va los domingos a cargar las pilas, a tranquilizar sus conciencias o a marcar la única diferencia que tiene con el mundo.

…A mí me enseñaron que yo no puedo cambiar ni un milímetro mi manera de ser… Es verdad. Tú no puedes cambiar un milímetro tu manera de ser. Pro eso no significa que aceptes esa manera de ser aunque te lleve de cabeza al pecado. Eso implica que se la debes entregar al Señor por completo. ¡Él sí la puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos!

(Tito 2: 7)= …presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, (8) palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.

Nos han enseñado que el Hades no prevalece contra la iglesia, y es bíblicamente cierto. Lo que no han terminado de enseñarnos bien, es a definir qué cosa es el Hades, que cosa es nuestra propia carnalidad y, esencialmente, qué cosa es la iglesia y qué cosa es Babilonia.

Porque sigue siendo exactamente veraz que el Hades, (Esto es: Satanás y todos sus espíritus inmundos prestos a servirle), no prevalece contra la iglesia. Pero habrá que consignar que, para que esto se vea reflejado en la realidad, esa iglesia, tal como se dice aquí, deberá enseñar con condiciones muy singulares.

Deberá mostrar integridad y seriedad, algo que no siempre hemos visto en nuestros ambientes, tan dados a utilizar el doble mensaje, el mensaje por elevación por temor a confrontar con los que están errados y no menos irresponsabilidad. Eso abre puertas al enemigo.

Pero por si pareciera poco esto, le agrega que deberemos enseñar palabra sana e irreprochable. ¿Se refiere a nuestro hablar? Quizás lo incluya, pero a lo que se refiere, es a la Palabra de Dios que se está enseñando.

¿Entonces tendremos que entender que si Pablo le habla a Tito de palabra sana como condición de enseñanza, es porque existe una palabra insana? Existe. Bien intencionada y quizás sincera a la hora de elaborarla, pero insana desde el punto de vista del propósito y la voluntad de Dios. Porque todo lo que el hombre diga fuera de lo que Dios haya dicho o dejado como principios, pertenecen a la sabiduría humana. Y la sabiduría humana es insana en su esencia. Seguimos abriendo puertas.

Porque el agregado a esta sanidad, es el término irreprochable, que es ausencia de motivacio0nes para el reproche. Y si el reproche es una reconvención o un llamado de atención para con algo que no está bien, allí completamos el cuadro.

El único modo en que alguien podría reprocharte la palabra que tú enseñes, es si esa palabra no concuerda con los postulados, principios o revelaciones que la Biblia tiene en su seno. Esto significa que, lo único que tú no puedes hacer con la palabra, es impostarla, modificarla o adaptarla a tus ideas, opiniones, necesidades o conveniencias sectoriales o personales.

Es con todos estos elementos que el enemigo se siente avergonzado, ya que la palabra auténtica lo confronta y lo expone. Entonces lo menos que puede hacer es retirarse incapaz de producir críticas o acusaciones contra los santos. ¿Se está viendo eso, hoy? Si no se está viendo, atención: podemos estar enseñando una palabra que no es sana y sí reprochable.

Seguidamente, en el verso 16, Pedro dice que a todas estas cosas las podemos hacer gozando de lo que es nuestra total y absoluta libertad. A mí me gusta, cuando recalamos en esta interesante palabra, hacer una pregunta masiva a todo aquel que en este momento lee este trabajo: ¿Eres libre? ¿Te sientes total y absolutamente libre? No me respondas ligeramente, sólo reflexiona.

Porque. Aunque te parezca insólito y hasta incoherente con lo que Dios mismo dice, hay muchos sectores de la iglesia que ven en la palabra o la actitud de libertad, un peligro inminente. ¡Es que la gente se descontrola!, aseguran.

Y no lo dicen por malas personas, lo dicen por ceguera. Porque están absolutamente convencidos que, si a la gente se la deja en total y absoluta libertad, a corto o mediano plazo hará alguna barbaridad mayúscula y luego costará mucho trabajo acomodarla. Entonces prefieren, en el mejor de los casos, un discreto control. En el peor de los casos, control estricto. Tú has visto, y estarás viendo todavía de ambas cosas, donde quiera que vivas y te congregues.

Pero el caso es que aquí, lo que Pedro aclara y nadie o muy pocos han visto o han deseado ver, es que esa libertad de la que él habla, no es para usarla como pretexto para hacer lo malo, sino para conducirse como siervos de Dios. ¿Y cual será la diferencia?

La diferencia está en algo muy sencillo y contundente: con control es represión, con libertad es santidad. Porque el siervo de Dios, (Esto es: el esclavo), lo es voluntariamente, así que no necesita que se le controle o se le vigile. Ni hará lo malo, ni escapará.

Libertad es No quiero, No lo Necesito, en cuando al pecado. La represión, mientras tanto, es una especie de autodisciplina de las cosas que nos hace decir No Puedo, No se me Permite, No debo o, como tantas veces hemos oído, la ridícula expresión de: “Mi religión no me lo permite”…

Si es por represión, ya hemos visto bastante de ella a favor de los rudimentos tradicionales del catolicismo romano en los pueblos de América donde siempre ha sido mayoría. En cuanto a libertad, todavía la estamos proponiendo. Nuestras iglesias adoptaron sistemas heredados de la religión oficial en lugar de jugarse por la solución de Dios.

(Gálatas 5: 1)= Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

¿Cómo podría repetirse esto que Pablo les dijera a los Gálatas en este tiempo, en este siglo veintiuno, ante personas de condiciones muy distintas en lo social y en lo intelectual a aquellas? Simple: Anda en la libertad que Cristo compró para ti. No sometas tu alma a reglamentaciones legalistas, independientemente de lo aconsejables que puedan parecer.

¡Pero que bien, hermano! ¡Está muy claro! – ¿Sí, eh? Ya lo creo que está muy claro. Pero mucho me temo que, si sigues al pie de la letra lo que Pedro sugiere y Pablo corrobora, vas a tener algunos problemas domésticos en tu congregación local. La libertad no siempre es bien vista por aquellos que desean controlarlo todo, hasta tu vida íntima con tu esposa.

Porque luego nos dice que no debemos regresar a estar sujetos al yugo de esclavitud. ¿Y que cosa es un yugo? Lo hemos leído, repetido, predicado y enseñado mil veces, pero quizás algunos de ustedes nunca prestaron demasiada atención en su significado o formas reales.

Un yugo era un madero que unía a dos animales, generalmente bueyes, para el desarrollo de trabajos o faenas especiales. En la Biblia, sin embargo, el yugo es símbolo de esclavitud y de sometimiento voluntario y permanente a una disciplina.

Moisés prohibió la unión bajo yugo de animales de diferentes especies. Es así que, pensando en él y como símbolo de la unión, Pablo aconseja a los creyentes evitar el yugo nupcial, y por consecuencia toda unión íntima, con incrédulos. Aunque como siempre decimos: la unión entre una o un ungido y una o un “dominguero”, también es yugo desigual.

Cristo ha establecido claramente que su yugo es suave en comparación con el yugo de la ley y el pecado, de los cuales Él nos hace libres. Pregúntate por qué razón será que Él está colocando en un plano de igualdad a la ley y al pecado, en ambos casos, como calidad de yugos.

(1 Corintios 7: Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es en el Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo.

¿No dice la misma escritura, en otro sitio, que debes quedarte tal cual Dios te ha encontrado? ¿Es que habremos hallado una incoherencia en la Biblia? Ni se te ocurra. No hay tal cosa. Son dos temas distintos, en lugares distintos, bajo contextos distintos y para elaborar principios distintos.

La conexión entre la esfera secular y la espiritual es evidente en este pasaje. A la luz de nuestro llamado y destino eternos, las distinciones políticas y sociales de la vida terrenal no son lo más importante.

Lo que importa es la obediencia a la voluntad de Dios. Aún una situación trágica desde el punto de vista social como es la esclavitud, no dicta ni puede dictar los términos de la vida en Cristo. Lo fundamental para un creyente es permanecer constante e intacto en un mundo cambiante no redimido.

El cambio que aquí se lleva a cabo en la vida de las personas, puedes notar que invade terrenos en donde la persona ya no tiene control ni dominio. Nadie puede hacerse libre a sí mismo si es esclavo y nadie puede ser libre por su propio mérito.

De eso se trata. En el otro texto que recién citábamos, las cosas son distintas porque se está hablando de todo aquello a lo que el hombre puede acceder o echar mano. Quedarse en un trabajo, con una esposa, con ciertos amigos, en fin: todo lo que el hombre sí puede hacer por sí mismo. Allí es donde no es conveniente realizar grandes cambios y mantenernos igual hasta que Él mueva el tablero.

Y Pedro finaliza esta parte estableciendo cuatro lineamientos, casi con calidad de mandamientos, neta y claramente posible y redituable. Dice que honremos a todos. ¿Qué significa honrar a alguien? Respetarlo sobradamente, muy por encima de lo formal, enaltecerlo o premiar sus méritos.

Ahora observa rápidamente a tu alrededor y reflexiona: ¿Todas las personas que conoces merecen de tu parte esta clase de honra? No. Seguramente que no. Es más: algunas de ellas, quizás merecerían todo lo contrario. Lo siento mucho. Dice que debes honrar a todos. Y cuando la Biblia, a través de cualquiera de sus hombres dice todo, eso significa que se trata exactamente de todo y no de cierta parte que nos parece.

Después nos sugiere amar a los hermanos. ¡Oh! ¡Vaya sugerencia! ¿No es lo lógico, natural y debido que amemos a los hermanos? Es síntoma de mala educación responder a una pregunta con otra pregunta, pero sopórtalo por una vez: ¿Se aman todos los hermanos que tú conoces entre sí?

¿Por qué Dios, entonces, nos mandaría hacer algo que no parece posible? Porque el amor de Dios pasa por una decisión espiritual y no por un sentimiento o emoción del alma. Dios nos ama porque ha decidido amarnos, no porque lo merezcamos. Con esa misma clase de amor debemos amar a todos los hermanos.

Pero…¿Y si nos agreden, nos traicionan, nos ofenden, nos hieren, nos lastiman, nos defraudan o, peor, nos matan espiritualmente? El amor no se lo puedes negar, pero no deberás hacer alianza con esa clase de gente. Aquí dice a los hermanos, y hermanos son los que son, como tú, hijos de Dios. Y quienes te hagan todo eso que mencionas, no son ni pueden ser hijos de Dios, por tanto, tampoco tus hermanos.

Acto seguido nos recuerda que debemos temer a Dios. ¿Eso significa tenerle miedo porque puede castigarnos feo y deshacernos de un manotazo? Ni por asomo. Cuando se habla de temor a Dios, se habla de reverencia, de tomar conciencia quien y qué es Él y quienes somos nosotros. De ninguna manera lo puedes asociar con el miedo. Dios es padre antes que juez y verdugo.

Y, finalmente, Pedro concluye este sector diciéndonos que debemos honrar al rey. ¿Por qué reitera un concepto que ya había sido delineado en lo global? Porque cuando dijo que deberíamos honrar a todos, eso, ¿No incluía al rey?

Sí que lo incluía, pero como Dios es el rey del cual se está hablando aquí, y mucha es la gente que no sabe ni puede asociarlo con nuestra vida común y cotidiana, él lo destaca para que tú entiendas que, cuando vas a honrar a alguien, como quiera que este sea, esa honra siempre deberá estar por debajo de la honra al rey. Es lo justo. Es lo debido. Es lo correcto.

(Romanos 12: 10)= Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.

Esto es coherente con todo el discurso de Pablo y con todo el contexto de la Biblia. El amor debe ser el principal mentor en las relaciones cristianas, no sólo entre los hermanos en la fe, sino también con los enemigos. Pablo menciona muchos deberes cristianos específicos, pero el amor constituye la nota dominante de sus exhortaciones.

Aquí se añade, de manera específica, que ese amor de los unos por los otros, sin distinciones de edades, clase social, cultura, formación intelectual o rangos jerárquicos eclesiásticos, debe se de carácter fraternal.

El amor fraternal es aquel que le es propio a los hermanos de sangre. La palabra es Fraterno y proviene del latín fraternus, que implica algo que es propio a los hermanos. Por tanto, lo que Pablo está ordenando aquí es que tú ames a esa persona que conoces de cada domingo, con la misma intensidad que la que puedes tener para amar a los hijos e hijas de tus mismos padres.

Yo recuerdo que en una época de mi vida trabajaba en una empresa junto a otro cristiano evangélico. Con él hablábamos mucho y nos buscábamos permanentemente. Sin embargo, este hombre era muy criticado por los demás por su inclinación a la estafa material, hecha con distintas excusas.

Yo veía exactamente lo mismo que veían los incrédulos que eran nuestros compañeros de trabajo, pero deseaba respaldarlo porque, él solía decirme siempre y citando este texto, los hermanos debíamos preferirnos por encima de cualquier amistad con la gente del mundo.

No estaba equivocado, sólo que había acomodado un poco la palabra de Dios a sus conveniencias personales. Él era más antiguo en la fe y por tanto un referente para mí, de manera que no me atrevía a cuestionarle esa tan particular forma de ver las cosas y, mucho menos, a exhortarle a que se comportara como un hijo de Dios.

Lo dicho, conlleva algo que es ineludible tener en cuenta: esto que Pablo aconseja con respecto a que debemos preferir a un hermano cuando está en conjunto con quienes no lo son, es correcto siempre y cuando esa persona sea, en efecto, un hermano. No basta con ser alguien que va a una iglesia evangélica, e incluso, ni siquiera a la misma que vamos nosotros.

Yo lo he dicho en casi todas las plataformas donde me ha tocado hablarle a mis hermanos. Lo he escrito en casi todos los trabajos al respecto y lo he reiterado en mis programas de radio con la regularidad de uno por medio: no todo lo que se mueve y respira dentro de un templo es hermano…

(Hebreos 13: 1)= Permanezca el amor fraternal.

Es muy curiosa y conocida la palabra griega que se traduce como amor fraternal. PHILADELPHIA. Es un compuesto de PHILEO, que significa “amar” y ADELPHOS, que se traduce como “hermano”. La palabra, tal como lo señalara en la acepción gramatical clásica, indica el amor de hermanos. En el Nuevo Testamento el vocablo describe el amor que los cristianos sienten por otros cristianos.

Ahora bien; ¿Por qué se supone que el autor de esta carta a los hebreos, haría especial hincapié en esta clase de amor, al punto de dedicarle esta frase específica y concreta? Por una simple razón que nos compete en estos tiempos: esa clase de amor había menguado y se estaba extinguiendo.

Una de las estrategias que mejor resultado le ha dado al enemigo, ha sido la de sembrar discordia entre hermanos. La diferencia entre los hermanos de sangre y los espirituales está, aunque no lo creas, en las motivaciones para sus distanciamientos.

Mientras los hermanos de sangre, mayoritariamente suelen enemistarse por causa de los celos que experimentan con respecto al amor de sus padres, los espirituales se pelean a partir de las ambiciones que poseen en cuanto a las posiciones eclesiásticas.

El caso es que, una vez más y exclusivamente para este siglo veintiuno, el mandato es y seguirá siendo: que permanezca el amor fraternal. Ese amor que no se interesa por las posiciones o preferencias pastorales, sino por las necesidades de cada hermano.

(010) ¿Debo Someterme a mis Jefes o Empleadores?

Resulta obvio que el idioma bíblico se relaciona con las costumbres de la época, de allí que en este contexto no existan jefes o patrones desde el ángulo laboral, sino directamente amos y señores que tenían vinculación con las situaciones imperantes de esclavitud.

(1 Pedro 2: 18)=Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar.

(19) Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente.

(20) Pues, ¿Qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.

(21) Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; (23) quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; (24) quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

(25) Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

La palabra criados que se utiliza en el verso 18, es la palabra griega OIKETAL, que tiene la probabilidad, según los eruditos en la lengua, de significar “esclavos”. Y dice que deben estar sujetos con todo respeto a sus amos. Esto implica reverencia.

La reverencia, recuerda, no tiene que ver con jerarquías o posiciones; tampoco tiene que ver con la identidad de la persona en sí, sino con la posición en el espíritu que posee conforme a como Dios ha planteado las cosas en nuestro mundo diario.

Sujetarse a un jefe o un patrón en nuestro trabajo, no implica esclavizarse a hombre, sino a cumplir diligentemente con todas sus directivas como si fuese Dios mismo quien las está dando. Y mucho más si se trata de personas desagradables, ya que con las agradables es demasiado sencillo coincidir.

Este sometimiento, que tiene que ver directamente con nuestro temor a Dios, tiene validez en el día presente cuando se establecen acuerdos contractuales según los cuales alguien se somete a la autoridad de otro. Esto es lo que normalmente llamamos: relación de dependencia.

Pongamos las cosas en claro y en su debido sitio: los cristianos, cuando están en relación de dependencia, están lejos de ser esclavos para ser abusados, pero también muy lejos de ser unos irresponsables que no cumplen con sus contratos con el argumento de tener que dedicarle tiempo al Señor.

Esto último ha producido muchos acontecimientos desagradables en empresas lideradas por gente incrédula, pero mucho más se ha notado en las que tienen como propietarios a cristianos, que a la hora de incorporar personal, le dan preferencia a no creyentes porque, aseguran, los cristianos les obedecen más a sus pastores que a sus jefes que les pagan el salario.

(Efesios 6: 5)= Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón como a Cristo.

Quiero dejar algo específicamente aclarado para que nadie tenga excusa de expresar que se comporta de este o aquel modo porque “el hermano dijo por Internet que…” El cristiano deberá cumplir sus obligaciones laborales como si fueran para el Señor y no para un hombre.

Sin embargo, esto no se hará solamente si el empleador, patrón o jefe son creyentes, sino que del mismo modo procederemos si quien nos paga el salario es incrédulo, impío, pecador o algo peor. Lo que no aceptaremos, es estar en esclavitud degradante o pecaminosa, pero el servicio que prestemos a cambio de lo que se convenga pagarnos, será siempre de primer nivel. Un cristiano jamás ofrecerá un producto de segunda categoría. Lo hará como lo que es: el hijo del rey.

Pedro nos dice más respecto a esto. Nos aclara que no se trata de servir quejándonos, como el hombre del mundo tiene por costumbre, sino que deberemos hacerlo en silencio, sin lamento alguno, aunque se pueda dar la particularidad que se cometa alguna injusticia en nuestra contra.

(Romanos 13: 5)= Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.

En este texto, Pablo aclara conceptos aunque, en este caso se relacione con el gobierno. Y nos da dos razones por las cuales, – Aclara – debemos ser obedientes. Por razón el castigo que un gobierno ejecuta con quien comete un delito y por causa de la conciencia.

En este segundo caso se trata de la limpieza que esa conciencia deberá mantener delante de Dios. Máxime si tenemos en cuenta que es Dios quien ha establecido ese gobierno o ese jefe o empleador. Esto último se debe dar aún cuando no exista amenaza de castigo de por medio.

Pedro consigna que hacer todas estas cosas cuando las condiciones son propicias no tiene valor ni mérito. Pero sí lo tiene cuando esas condiciones son adversas. No existe gloria alguna, – Señala -, si soportamos algo estando en pecado. El valor está presente cuando estamos limpios y, así y todo, somos abofeteados. Exactamente igual al principio que Jesús vivió en la cruz.

Y recuerda una vez más el principio. Para que no se te olvide ni se te mezcle y armes doctrinas masoquistas de auto flagelación innecesaria, inútil y pecaminosa. Él te dice que si sufres por su causa, haciendo lo bueno y lo soportas, eres aprobado delante de Dios, lo cual no significa que sea obligatorio sufrir como método de aprobación, ¿Está bien claro?

Porque, fíjate que entre otras muchas cosas, se nos ha llamado precisamente para eso: para que cuando nos toca sufrir, seamos testimonio y ejemplo para un mundo que huye a todo tipo de sufrimientos porque no tiene fundamentos básicos para soportarlo.

Dice que Jesús mismo nos dejó su propio ejemplo. La palabra que se usa en este texto, es HUPOGRAMMOS y de ella se traduce ejemplo. Viene de HUPO, que es “debajo” y de GRAPHO, que significa “escribir”.

Por tanto, esta palabra se refería, concretamente, a redactar cartas, a copiar los escritos de un maestro. Después llegó a significa un ejemplo a seguir. El ejemplo de Cristo nos hace capaces de resistir cuando sufrimos a causa de nuestra fe.

(Mateo 16: 24)= Entonces Jesús dijo a sus discípulos: si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

Aquí Jesús está explicando la paradoja del discipulado. Perder la vida, es encontrarla; morir es vivir. Negarse a sí mismo no es asumir alguna clase de ascetismo externo y falso, sino poner los intereses del reino primero y por encima de todo en la vida.

Tomar la cruz no significa soportar alguna carga irritante, sino renunciar a las ambiciones egoístas. Tal sacrificio trae consigo a vida eterna y la más plena experiencia de la vida del reino ahora. Es muy importante tener en claro este principio para no cometer errores desagradables.

Hay mujeres, por ejemplo, soportando a un marido golpeador o violento, que las hace objeto de malos tratos, y se excusan asegurando que esa es la cruz que les ha tocado en esta vida y que lo que deben hacer es soportarlo. Vaya mujer y denuncie en la policía a esa bestia, que lo que está viviendo no es ninguna cruz, sino un abuso por parte de un delincuente.

Porque entiende esto, por favor: Jesús tuvo su cruz, ¿Verdad? ¿Y decidió Él ir a colgarse allí? No. Él quiso evadirla, pero entendió que esa era su misión en la tierra. Muy bien: tu cruz, será lo que Dios estime que es tu misión en esta tierra, no un sufrimiento cualquiera.

Y en cuanto a ir en pos de Jesús, baste observar el significado de esta palabra en cualquier diccionario para entenderlo: Dice que pos, es “detrás de” o “después de”. ¿Tú puedes asegurarme a mí, en este tiempo, que todos los que dicen trabajar para el Señor, están yendo detrás de Él en plena obediencia, y no adelante con sus propias ideas?

(Hechos 14: 21)= Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, (22) confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.

Una vez más, dada su importancia y riesgosa posibilidad de confusiones, hay que aclarar el punto. Soportar sufrimientos, no nos gana en absoluto la entrada al reino de los cielos. Mas bien la entrada al reino viene siempre acompañada de persecuciones y otras alternativas que producen sufrimientos.

Porque, te recuerdo por si es necesario, no estamos hablando de salvación. La salvación es por gracia, no debes hacer absolutamente nada más que aceptarla y disfrutarla. Pero el trabajo para el Reino de Dios, que es el que te proporciona bendiciones aquí y ahora, ese sí viene acompañado, necesariamente, de un precio que siempre deberemos pagar para tener ese privilegio de servir.

No son pocos los que, arrastrados por conscientes o inconscientes manipulaciones emocionales elaboradas desde los púlpitos, saltan como resortes de sus bancas cuando el predicador pregunta casi con un alarido, cuántos están dispuestos a pagar el precio.

Hacer esa especie de pacto delante de toda la iglesia nos hace sentir bien esencialmente por dos motivos: el primero y quizás el más valioso, es que nos tranquiliza nuestra conciencia y nos hace pensar que al fin podremos “devolverle” a Dios lo mucho que Él ha hecho por nosotros.

Grave error. Dios no está esperando que tú le devuelvas algo más o menos interesante como si fuera un esfuerzo que haces para conformarlo. Dios simplemente está esperando que tú seas obediente para con su voluntad. Y cuando tú conoces la voluntad de Dios y la haces, comienzas a pagar un precio que, desgraciadamente, no puedes elaborar ni evaluar tú.

La segunda cosa que nos hace sentir bien en esa suerte de compromiso público, es que por un momento gozamos de “treinta segundos de fama”. Si es una congregación grande, no será ningún chiste para tu ego que, por cinco o diez minutos, trescientas, cuatrocientas o mil personas estén pendientes de ti. Sólo un problema: Dios se toma en serio tu pacto.

Entonces, cuando comienzas a ser medianamente útil para el reino, también comienzan tus tribulaciones. Que no es una palabra cualquiera elegida al azar por Pedro o Pablo. Significa experimentar Congoja, Pena, Tormento o Aflicción Moral, generalmente como producto de alguna clase de Persecución o adversidad que padece el hombre.

Yo no sé como será tu experiencia, pero la mía, te puedo asegurar que ha tenido cumplimiento de todas estas cosas cuando estaba adentro de la iglesia y sirviendo al Reino, muy por encima de lo que pude haber vivido cuando estaba dormido calentando bancas o, sencillamente, aún perdido en el mundo.

No hay ni habrá peor congoja, pena, tormento o aflicción moral que comprobar como, personas que hasta ayer se decían tus “hermanos”, hoy te agraden, calumnian, injurian y vituperan sólo porque te has atrevido a mostrarle a su líder (Que también era el tuyo) que en la mayor parte de sus actividades no está cumpliendo ni la palabra ni la voluntad de Dios, sino la suya propia.

Eso es una forma de tribulación. Y puedo asegurarte que duele muchísimo en nuestras almas. Sólo un espíritu firme y lleno del Espíritu Santo de Dios podrá sobrellevar esta clase de persecución o adversidad. Nunca en la historia cristiana hubo alguna clase de persecución feroz que no proviniera de la misma iglesia.

Porque todas estas cosas, deberé recordarte una vez más, le ocurren y van a sucederle a gente como nosotros, imperfectos y con pecado a cuestas. Pero tuvo su principio (Tanto de “inicio” como de “patrón”) en Jesús, que tal como ha sido dicho, fue sin pecado ni engaño.

(Isaías 53: 9)= Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

Eso de que “nunca hizo maldad”, proféticamente, Isaías alude a la inocencia de Cristo, pese a la cual fue víctima de tan grande injusticia. Sin embargo, la justicia vendría rápidamente en su final. Mientras todos pensaban en una sepultura indigna que sirviera de escarmiento a sus probables seguidores, Él fue a reposar a la tumba de José de Arimatea, uno de los hombres ricos del lugar. Y no fue Él quien pidió estar allí.

Todo esto porque Jesús, cuando lo maldecían no respondía palabra alguna. Cuando padecía no amenazaba a nadie, sino que prefería dejarle la justicia a aquel que juzga justamente: su Padre. ¿Es ese el modelo de la iglesia en este tiempo?

¿Te han maldecido alguna vez? No estoy hablando de tu militancia en el mundo secular. Allí es probable que te maldigan a cada momento porque ese es el espíritu del mundo. Sin embargo, yo me refiero a otras maldiciones mucho peores: las que se producen y expresan dentro de lo que llamamos “la iglesia”.

Baste con que alguien dentro de una congregación te diga que así como eres, jamás vas a servir para nada en el Reino de Dios para que eso, si tú no lo rechazas y lo cortas en el nombre de Jesús, se transforme en una atadura de maldición.

Quiero recordarte unja vez más que maldecir no es sinónimo de insulto, aunque lo incluya. Maldecir es lo que el propio término expresa: “decir algo mal de alguien”. Mira; yo no sé como te habrá ido a ti, pero yo te aseguro que he oído maldecir hasta del mismísimo púlpito del templo.

Y si te encuentras de buenas a primeras con un hecho de esas características que te tiene por protagonista, ¿Qué harás? ¿Cuál será tu reacción? ¿Te quedarás mudo como se quedaba Jesús o, por el contrario, reaccionarás con palabras de las más contundentes que encuentres?

Y el día que te toque padecer por algo, ¿Lo sumirás con paz y serenidad o, por el contrario, verás de intentar asustar a los que te agreden con alguna clase de amenaza de represalias fuertes? Cuando un pastor expulsa a alguien de la iglesia por una causa justa, ¿Esa persona se retira sin hacer problemas o se va en medio de amenazas varias? Modelo. Cristo.

Porque una gran mayoría de nosotros solemos proceder como los niños perturbados por uno más grande y fuerte que ellos. ¿Cómo se defienden? ¿Admiten su inferioridad? No. Amenazan con que van a contarles todo a sus padres que son más fuertes y que vendrán a darle su merecido.

Lo cierto es que el modelo cristiano, que no es otro que Jesucristo, hizo silencio cuando lo maldijeron, soportó todos los padecimientos dejando la justicia final para aquel que no podía equivocarse. Porque Jesús tuvo en cuenta que la justicia humana sí podía errar. Será tiempo que tengas presente que un error en nuestra justicia puede costarle el infierno a un justo.

La conclusión más que válida, entonces, y que debería servir como rutina de comportamiento, es que jamás deberás pensar en vengarte ante una afrenta o injusticia, y tampoco que amenazar a quienes puedan estar haciéndote padecer algo.

(Isaías 53: 7)= Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

Aquí lo tienes claramente profetizado. No abrió su boca. ¿Tenía razón? ¡¡Toda la razón!! ¿Tenía autoridad? ¡Toda la autoridad! ¿Tenía posibilidades de evadir lo que le esperaba? ¡Tenía todas las posibilidades de evadir lo que le esperaba! Pero no abrió su boca y no lo hizo.

¿Qué significado tiene hoy, en pleno siglo veintiuno, en el marco de una sociedad tan egoísta como la de este tiempo, esta actitud de Jesús? Es la proclamación de la completa sumisión del Siervo. ¿Y para que podría servir? Entre otras cosas, para que un duro etíope se convirtiera solamente leyendo este texto, en la anécdota que lo tiene a Felipe como protagonista.

(Hebreos 12: 3)= Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Considerar a alguien, es tenerlo en cuenta, en mente, en memoria permanente. Si la iglesia en su conjunto tuviera nada más que esta simple actitud con relación a Jesús y su trabajo redentor, muy otro sería su comportamiento, muy distintas sus conductas y, por ende, sus resultados.

Yo he conocido gente supuestamente al frente de distintas congregaciones que, tanto a la hora de predicar como de tomar actitudes pastorales o de liderazgo, lo hacen como si aquella figura de Jesús jamás hubiera existido y, en lugar de ir Él a aquella cruz, lo hubieran hecho ellos mismos.

Resulta más que obvio que no estoy criticando esa actitud porque estoy seguro que será el señor el encargado de pagarnos a todos las buenas y las malas que podamos hacer en su nombre en esta tierra. Simplemente lo menciono para que tú te sumes con los que hayas podido conocer con similares actitudes y compruebes que no se trata de simples hombres equivocados sino de un trabajo espiritual en gran escala en contra del Reino de Dios y su justicia.

(Lucas 23: 46)= Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.

¡Pobre Jesús! ¡Que muerte horrible! Los crucificados morían de asfixia, ya que al comprimirse sus omóplatos, estos apretaban los pulmones y le impedían fluir el oxígeno. El crucificado se iba quedando sin aire, sin aliento y, finalmente sin vida.

Ahora prepárate para enterarte de algo que no siempre debe haberte sido enseñado. Jesús no se murió sin aire y sin aliento como la mayoría de los crucificados. El Padre se apiadó de Él en lo humano y carnal y permitió que su muerte se produjera, seguramente por un paro cardíaco o cardio-respiratorio.

¿Por qué supones que saco estas conclusiones que más bien parecerían una expresión de deseos para no ser innecesariamente macabro? Porque este texto que describe ese momento final de su vida, nos dice que antes de morir, Jesús clamó a gran voz. Y alguien sin aliento y sin aire es imposible que pueda dar un alarido como el que Él tiene que haber soltado.

Además, alguien a quien se le está terminando el oxígeno, antes de morir se desmaya o se nubla en su razonamiento porque su cerebro deja de recibir oxígeno. Si eso le hubiera ocurrido a Jesús el hombre, jamás podría haber tenido la posibilidad de encomendar su espíritu al Padre, actitud que dejó en evidencia que su lucidez en ese momento final estaba intacta.

Pedro sigue consignando que Jesús se llevó todos nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero. (Fíjate que la Biblia casi no usa la palabra cruz, a la que todos nosotros somos tan afectos, sino la de madero, que era el elemento que se utilizaba en las crucifixiones).

(Hebreos 9: 27)= Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, (28) así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

En primer lugar, este texto nos confirma, más allá de quien haya sido el autor de esta carta que muchos creen que fue el mismo Pablo quien la escribiera, que hay una sola muerte física. ¿Y que es lo que prueba esto? Simple: prueba que la famosa y difundida teoría de la reencarnación no sólo es falsa sino que está desestimada por la propia Palabra de Dios.

¡Hermano! ¡Cualquiera sabe que eso es así! ¿Cualquiera? No lo creo, he visto demasiado debate supuestamente “religioso” relacionado con la reencarnación, y créeme que en muchos de ellos, la actuación testimonial de los hermanos no fue la mejor porque por momentos llegaron a dudar que no existiera tal cosa.

Lo cierto es que la muerte física no pone fin a la existencia consciente. Es más que notorio que hay algo más luego de ese paso. Jesucristo vino a la tierra a completar su obra redentora. Posteriormente “entró” al cielo, abriendo el camino de acceso a Dios; y un día regresará para salvar a los que esperan.

(Romanos 6: 2)= ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?

Las acotaciones de cualquier Biblia de estudio te dirá que este texto consigna que el bautismo en agua es un símbolo de la unión del creyente con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección. Y no está equivocado ese concepto, pero fíjate que no es necesariamente lo básico.

Por creer que lo era, se ha construido alrededor del bautismo en agua, una verdadera doctrina repleta de fundamentos, dogmas, reglamentos y estatutos que el creyente debería respetar si desea ser aceptado en la congregación y en el cielo. Hasta denominaciones han surgido a partir de esas doctrinas.

Sin embargo, ya ha quedado más que claro por parte de no pocos estudiosos muy respetados, que la palabra bautismo tiene que ver con el acto de sumergirse. Y si bien no es descabellado que se lo haya entendido como sumergirse en las aguas, lo cierto es que no es eso a lo que alude, sino a sumergirse en la presencia de Dios.

En este caso específico y concreto, entonces, lo que Pablo está señalando aquí es que, sólo si nos sumergimos en la presencia espiritual de Cristo a partir de su muerte redentora, es que podemos apropiarnos de todo ese caudal y reflejarlo en nuestra vida diaria. Nada que ver con una piscina y gente vestida de blanco, aunque nada hay de contraproducente que la incluya, pero sólo como un símbolo y no como un pasaporte.

(Isaías 53: 5)= Mas él herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

He tenido la oportunidad de escuchar, en la mayoría de las campañas denominadas como “de sanidad de enfermedades y liberación espiritual”, que a este texto se lo cita de memoria con una leve distorsión.

Suele decirse que, si creemos en Jesucristo, quedaremos inmediatamente libres de toda influencia satánica y sanos de cualquier dolencia, ya que Él mismo lo asegura cuando nos dice que por sus llagas fuimos nosotros sanados.

Es más que notorio que no dice SUS llagas, sino SU llaga. ¿Qué modifica un singular a un plural. No demasiado, pero sí el concepto básico. Que no anula la posibilidad de sanidad física, cosa en la cual creo firmemente porque he sido testigo de muchas de ellas, pero sí que cambia un poco sus rutinas clásicas y tradicionales.

Lo que se menciona en Isaías tiene que ver con un principio de mucha mayor profundidad que colocarle plomo a una muela que presentaba una carie o cosas parecidas. Reitero: no descreo ni menosprecio nada de esto, pero estoy convencido que Dios fue mucho más allá cuando habló de esa llaga a través del profeta.

Porque una serie de llagas, tienen que ver naturalmente con el resultado de una serie de heridas, flagelaciones o cuestiones ligadas a un tormento. Pero una llaga, una sola llaga, tiene que ver con una herida mucho más profunda que algo meramente físico.

Cristo es nuestro ejemplo; aquí es nuestro Redentor. La muerte expiatoria de Cristo hace posible nuestra decisión de morir a los pecados, (Esto es: arrepentimiento), y vivir para Dios, (Esto es: Justicia). Según el Nuevo Testamento esto equivale a la conversión en su más amplio sentido y que Pedro describe cuando dice: por cuya herida fuisteis sanados.

La intención de Pedro al citar a Isaías es la demostrar que la integridad personal, (Ya sea mental, psíquica, física y espiritual) fluyen en conjunto desde esta conversión. No es un mero discurso teológico, es concepto básico. La teología nació conjuntamente con la ausencia de presencia y poder de Dios. Y de eso, Pedro disfrutaba en buena cantidad.

Allí es donde nos dice que nosotros éramos como ovejas descarriadas. La oveja fue domesticada desde el principio. Los patriarcas hebreos tenían rebaños de ellas. Sus descendientes, primero en Egipto y después en Canaán, siguieron ocupándose de su cría, hasta el tiempo de Cristo.

El desierto de Judea, la región meridional y los campos de Moab ofrecían tierras de pastos, lo mismo que los alrededores de Harán, el país de Madián, el país de Uz y de los agarenos, y los países frecuentados por las tribus de Cedar y de Nebaiot.

A causa del calor y de lo seco del clima de estas regiones, las ovejas tenían que ser abrevadas cada día. La carne de estos animales, ceremonialmente puros, era consumida, como también su excelente leche.

Con sus pieles se hacían vestidos burdos y se usaban en ocasiones para cubrir las tiendas. La lana de la oveja, tejida, daba telas muy apreciadas. Los vencedores exigían como tributo cantidades de lana. La esquila daba lugar a festejos. Los cuernos de los cameros servían como trompas y recipientes.

La oveja, animal puro, era ofrecida en sacrificio por los hebreos y por otros pueblos. Los israelitas la inmolaban en holocausto. El común del pueblo ofrecía una cordera como sacrificio de expiación, y un carnero por el sacrificio de culpa y por el sacrificio de acción de gracias.

La oveja es: afectuosa, dócil, mansa, incapaz cuando es dejada a sí misma; no puede ir sin ser conducida. Las ovejas de Palestina y de las regiones vecinas son por lo general blancas; ocasionalmente pueden ser de color negro, pardo o blanco con manchas.

Hay dos razas de ovejas en la tierra de Israel: al norte, los carneros y las ovejas tienen cuernos. Pero la especie de cola larga («Ovis laticaudata») es la más común. Ya en la antigüedad se criaba esta especie en Arabia y en tierra de Canaán.

El peso de estas colas que se venden en los mercados, varía entre los 4,5 kg. y casi los 7 kg. Si la oveja ha sido bien cebada, la cola se vuelve enorme; cortada en piezas y frita constituye un delicado manjar de la cocina del Medio Oriente.

Sólo un detalle anexo: no se dice en la Biblia que somos ovejas. Siempre se asegura que en determinados casos, nos comportamos como ovejas. De esto es que se ha interpretado que debe haber una persona que nos cuide y conduzca, pero en realidad la Biblia nos asegura que el único capacitado para hacerlo, es Dios, ya que es muy contundente al expresar que Jehová es mi pastor.

Pero se agrega que nuestra semejanza con las ovejas, deriva de nuestro andar descarriado. Y si bien nuestra corta interpretación idiomática siempre nos ha llevado a suponer que eso significaba estar equivocados, errados o confundidos, si bien algo tiene que ver con ello, no es la definición que los diccionarios dan de esta palabra.

Descarriar significa concretamente: apartar a alguien del carril, echarlo fuera de él. Apartar del rebaño cierto número de reses. Dicho de una persona: Separarse, apartarse o perderse de las demás con quienes iba en compañía o de las que la cuidaban y amparaban. Apartarse de lo justo y razonable.

Es decir que no sería en absoluto descabellado entender que Pedro habla específicamente de este tiempo, donde cada uno de nosotros, tanto en lo conceptual como en lo literal, mayoritariamente estamos apartados, separados y hasta en muchos casos, también perdidos.

¿Y eso debemos entender que ocurre porque nos hemos retirado de los lugares donde había hombres encargados de cuidarnos? Eso es exactamente lo que se ha interpretado. Pero si partimos de la base específica del pastorado que ahora veremos, lo cierto es que todo esto nos ocurre porque nos hemos apartado de Dios para ingresar en otra clase de adoraciones, tanto humanas como filosóficas o científicas por encima de la auténtica. Esto es idolatría, no podemos darle otro nombre.

Dios mismo es nuestro único conductor. Amén. Cualquier hombre o mujer que hable hoy lo que Dios está hablando hoy, asume sin proponérselo y sin aprovecharse de ello, el rol de conductor alterno. Pero si no está hablando lo que Dios está hablando hoy, no puede conducir a nadie y a Dios no le quedará otro remedio que hacerlo Él mismo. Eso es exactamente lo que sucede en este tiempo.

Muy bien, dice que como ovejas descarriadas (separadas, distanciadas) que somos, ahora hemos vuelto al Pastor (Así, con mayúscula) y Obispo de nuestras almas. ¿De quien estará hablando? Para saberlo, será bueno reconsiderar ambas palabras.

Pastor es, en principio, alguien que cuida de un rebaño. Y nótese, por favor, porque no es una apreciación menor, que se está hablando de rebaño y no de redil. Un rebaño es un grupo libre que busca mejores pastos donde le parece y lo desea. Redil es una prisión donde se está obligado a comer lo que se le da, así sea hojarasca.

Abel tenía un rebaño de ganado menor. Desde Abraham a Jacob y sus hijos, los patriarcas fueron ganaderos y pastores. Jabal, Abraham y los recabitas fueron nómadas; moraban en tiendas y llevaban a sus rebaños y ganados de lugar a lugar para hallar pastos.

Otros ricos propietarios de ganaderías y rebaños residían en ciudades, en tanto que sus siervos iban de pasto a pasto con los animales. Había también el pastor sedentario, que salía por la mañana con su rebaño, y lo devolvía por la noche al redil.

Con frecuencia, el rebaño era confiado: al hijo, a la hija o a un asalariado. El propietario exigía del pastor el precio de todo animal desaparecido. La Ley de Moisés libraba al asalariado de esta obligación, si podía probar que la pérdida no había sido consecuencia de una negligencia.

El pastor iba temprano al redil, donde se hallaban varios rebaños, y llamaba a sus ovejas. Éstas reconocían su voz, y lo seguían. Esto último es una realidad en Oriente, así como que cada oveja tiene un nombre y que conoce la voz del pastor, y constituye un hermoso tipo de la relación de Jehová con Israel y de Cristo con la Iglesia. Las ovejas de otros pastores no prestaban atención a su voz.

El pastor conducía el rebaño a los pastos, quedándose allí todo el día, y en ocasiones incluso la noche; los defendía de las fieras y contra los merodeadores, recogía a la perdida. Se cuidaba de las ovejas recién paridas y de las esparcidas.

El pastor llevaba un zurrón y un arma defensiva. Si hacía mal tiempo, se envolvía en su manto. Su cayado, le permitía dirigir el rebaño, reunirlo y defenderlo. Era ayudado por los perros, que no eran demasiado dóciles ni fieles, pero que, al ir detrás del rebaño, señalaban el peligro con sus ladridos.

En las Escrituras, Jehová es presentado como pastor de Israel, especialmente de los fieles. Cristo es el «Buen Pastor». Él no ha entrado furtivamente en el redil, sino por la puerta. Sus ovejas responden con confianza al oír sus nombres y rehúsan seguir a otros. Al sacrificar Su vida por ellas, les ha demostrado Su amor.

Todos los que tenían una posición en la teocracia: profetas, sacerdotes, reyes, eran considerados por el pueblo como pastores subalternos; su infidelidad a Jehová es frecuentemente mencionada.

Esto confirma lo que en muchas ocasiones hemos dicho en contra de las modalidades de las organizaciones religiosas: el pastor no es un cargo ni un título, sino una función. Y no se habla jamás de pastor en singular, salvo para Dios mismo, y sí de pastores en plural, que son los que se acaba de mencionar.

Con respecto al Obispo, la palabra es Episkopos, y se traduce “supervisor”. En la LXX este término designa a un supervisor oficial, civil o religioso, como el sacerdote Eleazar y los oficiales del ejército.

En el NT, este término aparece por primera vez en la exhortación de Pablo a los ancianos o presbíteros de la iglesia en Éfeso: “Mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos” (o supervisores; Hechos 20:17, 28).

En este pasaje y en otros, Pablo emplea estas palabras «anciano» y «obispo» para designar a las mismas personas. El primer término designa la dignidad de la edad, en tanto que el segundo denota la dignidad de la función ejercida.

En cambio, se hace una clara distinción entre el obispo y el diácono. Empleando el término «episkopeõ», Pedro exhorta de la siguiente manera a los ancianos: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella…” (1 P. 5:2).

A Cristo se le aplica el nombre de obispo: Ya en vida de los apóstoles había numerosas tendencias, en el seno de la cristiandad, que se apartaban de la obediencia a las instrucciones dadas por el Señor por medio de ellos, tanto en doctrinas como en práctica.

Lo mismo sucedió después de la muerte de los apóstoles. Ya pronto se empezó a hacer una distinción, inexistente en las Escrituras, entre los ancianos o presbíteros y los obispos. En el siglo II se menciona esta diferencia en las epístolas de Ignacio, que murió en el año 107 (o 116).

Jerónimo amplifica en varios escritos el testimonio de que la elección de un obispo presidente entre los ancianos fue una disposición no sacada de las Escrituras, sino hecha por conveniencia, debido al clericalismo en que se había caído ya en aquel entonces, y que iría creciendo en el posterior desarrollo de la historia de la Iglesia, hasta culminar en el papado católico.

En el Concilio de Trento, en el siglo XVI, la iglesia romana proclamó que «los obispos, sucesores de los apóstoles, son establecidos por el Espíritu Santo para gobernar la Iglesia de Dios, y son superiores a sus presbíteros o sacerdotes».

La postura de la iglesia de Roma es que los ancianos, que habían sido establecidos en el ministerio, dirigían las asambleas regionales. También supone la iglesia de Roma que, al haber aumentado el número de comunidades, los apóstoles, necesitados de ayudantes, nombraron a supervisores de distritos, que quedaron designados como sus sucesores. Éste, según Roma, hubiera sido el caso de los ángeles de las siete iglesias.

Según la Iglesia Anglicana, Jacobo el hermano de Jesús, en Jerusalén, los ángeles de las siete iglesias, Timoteo y Tito, eran los que ejercían estas funciones. Sin embargo, se tiene que señalar que, cierto como es que los apóstoles enviaban a delegados personales con su autoridad, no hay indicación alguna en las Escrituras de que esta autoridad pudiera ser dada a sucesores. El motivo alegado del oficio episcopal es mantener el cuidado de la iglesia. No obstante, se tienen que hacer las siguientes observaciones:

(a) Los apóstoles establecían los ancianos y diáconos con su propia autoridad, bien directamente ejercida, bien delegada en personas que tenían este encargo de manera formal. Es evidente que las iglesias no tenían facultad para efectuar tales nombramientos, por el hecho mismo que Timoteo y Tito fueron encargados de tal misión en las iglesias a las que fueron enviados.

Es evidente que la desaparición de los apóstoles en su singular carácter dio también la desaparición de los ancianos y diáconos como cargos que habían sido establecidos en la naciente iglesia por la insustituible autoridad apostólica.

(b) La disposición del régimen episcopal no tuvo su origen en la obediencia de las Escrituras, sino en un intento humano de atajar tendencias cismáticas; surgió, por tanto, como consecuencia de las fuertes tendencias al clericalismo. En último término, y visto desde una perspectiva histórica, resultó peor el remedio que la enfermedad.

(c) Las Escrituras no encomiendan la iglesia a los obispos o ancianos como remedio para los males que habrían de sobrevenir, sino que los señala como futuras causas de aquellos males. En efecto, Pablo, en su conmovedora despedida de los ancianos de Éfeso, se los dice con claridad:

(Hechos 20:29-30, 32)= Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos… Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados.

Este es el recurso que Dios ha dado a los suyos, un recurso pleno y eficaz. Él mismo, y la Palabra de Su gracia. Los apóstoles, y todo lo que ellos comportaban, cumplieron su cometido histórico, estableciendo los cimientos de la Iglesia, y dando a los creyentes la Palabra de Dios y la esperanza viva del retorno de Jesucristo.

Esto nos deja la certeza de que muchos de los cargos y posiciones que hoy existen dentro de las iglesias cristianas más grandes (Catolicismo Romano y Protestantismo en general), fueron creados por esos hombres con fines directamente administrativos y financieros, nunca con el visto bueno de Dios que de ninguna manera pensó a su iglesia con esas características.

Estas dos conclusiones dejan muy en claro que aquellas ovejas descarriadas de las cuales habla Pedro, deberán reunirse con los auténticos pastores y obispos y no con los miles y miles que las organizaciones religiosas han nombrado a lo largo y ancho del planeta.

(Isaías 53: 6)= Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino, mas Jehová cargó con el pecado de todos nosotros.

Dice que todos nos descarriamos como ovejas y que por esa razón, muchos se han apartado incluso del camino, lo cual es estrictamente cierto. Pero asegura que en ese caso, Dios mismo se hará cargo de ese pecado para reestablecer su relación con ese hombre aparentemente perdido.

Una de las cosas más valiosas que hallamos aquí, es la que nos recomienda desear la leche espiritual no adulterada. Eso significa que debemos comenzar con leche espiritual, antes de pasar a alimento más sólido, y que debemos tener mucho cuidado porque la hay adulterada, esto es: mezclada con otros elementos que, no sólo no nutren, sino que intoxican. Esto, más la recomendación de abstenernos a los deseos de nuestra carne, complementa uno de los valores más importantes de nuestra vida de fe: el Dominio Propio. Que es un fruto del Espíritu Santo, y no una actitud auto represiva, que es la mejor imitación que el enemigo encontró para ello. Sin embargo, nadie valora las imitaciones. Mucho más cuando tenemos el original a disposición.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez