Cuidando nuestra Palabra

Se dice a menudo que una de las características más notorias del cristiano carnal, es la de tener tanta curiosidad que vive consultando profetas y hasta adivinos para conocer su futuro. El tema de la Gran Tribulación ha sido, eminentemente para esta gente, motivo de estudio permanente.

Ha tenido innumerables interpretaciones, conforme a las diversas doctrinas denominacionales que, curiosamente, dicen haberla recibido de un solo y mismo Espíritu Santo. No obstante, lo último indicado sería agregarle una interpretación más, diferente a las demás. Lo adecuado es dejar que como siempre, la Biblia nos hable y se revela a sí misma.

(Mateo 24: 15)= Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (El que lee entienda), (16) entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.

La abominación desoladora profetizada en Daniel 9:27, 11:31 y 12:11, fue relacionada por el autor del apócrifo libro de 1 Macabeos con la profanación del templo en el año 168 antes de Cristo por el gobernante sirio Antíoco Epifanes.

Sin embargo, Jesús consideraba que la profecía se refería a otra profanación: el arribo del ejército romano, que sitió a Jerusalén y destruyó el templo en el año 70 d.C. Ese acontecimiento presagia las condiciones asociadas al retorno de Cristo, de manera que la profecía espera su consumación última de forma no especificada en las Escrituras.

(17) El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; (18) y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.

(19) Mas ¡Ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!

(20) orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; (21) porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.

Jesús da el sano consejo de salir de la ciudad antes que sea demasiado tarde. Los cristianos escucharon la advertencia y escaparon al pequeño pueblo de pela, cerca del mar de Galilea.

(22) Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

El historiador judío Josefo, quien presenció la destrucción de Jerusalén, ofrece una vívida descripción de aquellos acontecimientos. De acuerdo con su relato, más de un millón de judíos perecieron en un día.

(23) Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis.

(24) Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aún a los escogidos.

(25) Ya os lo he dicho antes.

(26) Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.

(27) Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente así será también la venida del Hijo del Hombre.

Los verdaderos seguidores de Cristo no serán confundidos por falsas señales, sino que esperarán el regreso del Señor desde el cielo. Las falsas señales siempre están comandadas por Satanás para sacar del camino a los creyentes si estos dudan.

(28) Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.

Jesús habla aquí de aves de presa (Aguilas), que revolotean sobre un cuerpo muerto para describir la destrucción que rodeará la caída de Jerusalén y los acontecimientos asociados al juicio final. Puede también que la frase se apoye en un antiguo proverbio. Mandamiento Nº 78: En mi muerte se glorificará la de ustedes.

(Mateo 24: 29)= E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.

Esta es una visión enteramente apocalíptica que ha determinado incontables variedades de interpretaciones. Comenzando por la estrictamente literal, que preanuncia hecatombes nucleares hasta las más simbolizadas, todas tienen origen en tres escrituras que voy a detallar.

(Isaías 13: 10)= Por lo cual, (Viene hablando del oráculo contra Babilonia), las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. (El juicio contra Babilonia no es sino una parte del juicio de Dios contra el mal. Tales juicios proféticos hallan su consumación en numerosos episodios de la historia, especialmente en las anticipaciones del gobierno de Dios a través de la iglesia. Todo ello terminará con la consumación del Reino de Cristo al final de los tiempos.)

(Ezequiel 32: 7)= Y cuando te hayas extinguido, (Viene hablándose del lamento sobre Faraón y Egipto), cubriré los cielos, y haré entenebrecer sus estrellas; el sol cubriré con nublado, y la luna no hará resplandecer su luz.

(Joel 2: 10)= Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor.

(Apocalipsis 8: 12)= El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.

(30) Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

(31) Y enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

(32) De la higuera aprended la parábola: cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.

(33) Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.

(34) De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

(35) El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

De la misma manera que la aparición de las hojas en los árboles anuncia la llegada del verano, las señales descriptas por Jesús serían un aviso de su venida. Ciertamente, aquella generación presenciaría la destrucción de Jerusalén, o de lo que hoy llamamos “la iglesia” visible…

Aquí nos encontramos con el Mandamiento Nº 79: El Cielo y la Tierra pasarán, pero mi Palabra no pasará.

(Mateo 24: 36)= Pero del día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.

En lo lineal, algo salta a la vista con claridad: si el Jesús encarnado no conocía el momento de su Segunda Venida, es inútil totalmente que los demás especulen, o que se vistan de blanco y se vayan a la cima de una montaña a esperarlo, o que vayan corriendo las fechas del fin a medida que pasan y no sucede nada.

A propósito: ¿A nadie se le ocurrió pensar en alguna variante para la interpretación de este texto? Pregunto: ¿En base a qué días y horas nos manejamos los humanos? En base a los días dictados por un calendario que data del 1500 y que fuera creado por un Papa católico romano. Y en base a un huso horario dictaminado también desde un tiempo posterior determinado.

Entonces, ¿Es descabellado suponer que, cuando dice que “del día y la hora nadie sabe”, pueda tener que ver con un día que aún no se conoce pero que Dios sí sabe, (Un día octavo en la semana, por ejemplo) y una hora que no se  mide con nuestros relojes, como ser una hora veinticinco o veintiséis?

Suena descabellado, ¿Verdad? Pero atención mi querido hermano y  hermana: todo en el evangelio, desde el ángulo intelectual, parecería sonar bastante descabellado, por lo que no sería inapropiado, al menos, tenerlo allí, no ya como doctrina instituía e inapelable (A los hombres les agrada catalogar así) sino como interrogante a ser develado en aquel día final.

(37) Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.

Esto significa que la única pista que tenemos para tratar de saber como y cuando será la venida del Hijo del Hombre, es que las condiciones ambientales estarán dadas de manera similar a las que se tenían en los días de Noé.

Pero, a diferencia de lo que es la enseñanza clásica y tradicional, mucho me temo que este texto no tiene absolutamente nada que ver con la instancia del arrebatamiento de la iglesia, del que se habla en 1 Tesalonicenses 4. Está hablando de otro evento, tal como lo veremos ahora.

(38) Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca…

Nos dice que hasta el día en que Noé entró en el arca, previo al diluvio, estaban comiendo, bebiendo y casándose, pero ¿Quiénes? La familia de Noé no era, ya que ellos trabajaban en la construcción del arca. ¿Entonces? Los demás, los de afuera. No los justos, representados por Noé y su familia, sino los impíos, ¿No es así?

(39) …y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, (¡Un momento! Dice que no entendieron hasta que el diluvio se los llevó a todos. ¿Quiénes no entendieron? ¿Noé y los suyos o los impíos incrédulos de afuera? Noé y su familia entendieron y se salvaron, pero aquellos impíos no. Entonces habla de que el diluvio se llevó a los impíos, verdad? Mire lo que dice luego: así será también la venida del Hijo del Hombre.

Si la pista para la venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noe, y en esa venida, por lo que vemos, ocurre algo parecido a cuando el diluvio se llevó a los impíos, lo que debemos entender es que no se trata del arrebatamiento de la iglesia, como nos enseñaron, sino de un evento anterior donde, al igual que en los días de Noé, la venida del Hijo del Hombre arrasará con todos los impíos.

(4) Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.

¿Cuál será tomado y cuál será dejado? De acuerdo con la enseñanza tradicional que toma este suceso como parte del arrebatamiento de la iglesia, siempre se nos dijo que el que era tomado era el bueno y el que se quedaba era el malo. Pero lo que hemos terminado de ver nos cambia total y radicalmente la visión. Lo mismo reza para el verso siguiente.

(41) Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.

(42) Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.

(43) Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no dejaría minar su casa.

(44) Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

En tiempos de indiferencia y descuido aparecerá súbitamente el Señor, esto es más o menos lo que se nos dice aquí. Siempre pensamos que se trataba del arrebatamiento de la iglesia, pero hay un texto muy chiquito que nos muestra que esta otra interpretación que hemos compartido, tiene alguna base fundamental.

Hay un pasaje en la Primera Carta de Pablo a los Tesalonicenses que habla de un acontecimiento muy caro a la iglesia: el arrebatamiento, ese evento donde muy pocos sabrán qué es lo que ocurre y los muchos se espantarán y asombrarán. Sin embargo, dentro de ese texto, me permitiré enfatizar con negritas algo que tiene que ver con lo visto.

(1 Tesalonicenses 4: 13-18)= Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.

Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

Por lo cual, decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

Porque el señor mismo, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

Por favor; dejemos algo en claro y sin dudas. Es arrebatamiento. No es ningún rapto. No Son sinónimos. Un arrebatamiento es un evento que se produce con una iglesia gloriosa, más que vencedora, sin mancha y sin arruga, mientras que un rapto es una huida apresurada y temerosa de un mundo bajo el dominio satánico.

Eso en primer término; en segundo lugar, lo que acaba usted de leer, es la base fundamental de la doctrina cristiana. Este es el arrebatamiento donde los creyentes genuinos (No necesariamente gente con alguna clase de credenciales otorgada por ciertas organizaciones evangélicas), irán con su Señor tal cual Él lo promete aquí.

Pero ese “los que hayamos quedado”, más allá de todas las divagaciones hermenéuticas que usted y yo podamos conocer, deja al menos la posibilidad de que lo anterior tenga coherencia. Porque muy bien podría ser: los que hayan quedado luego de la siega de la cizaña que tendrá lugar aquí, cuando venga el Hijo del Hombre y lo haga, y cuya única pista es que habrá de ser “como en los días de Noé…”

Por lo tanto, este es el Mandamiento Nº 80: Estén preparados. Nadie sabe cuando vengo.

(Mateo 24: 45)= ¿Quien es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les de el alimento a tiempo?

Fíjese un detalle enorme disimulado en un pequeño texto. Jesús está llamando, aquí, apenas siervo fiel y prudente, a lo mismo que nosotros llamamos “Gran Siervo”, o “Prestigioso Predicador” y etc. en referencia a los que por uno u otro motivo están visiblemente por sobre el resto en la casa del Señor global que es la iglesia y no un templo congregacional.

Pero le agrega algo que también pasa casi desapercibido pero que, a favor de experiencias personales que no deben ser las únicas, seguramente, es un común denominador de hoy y muestra un alto grado de desobediencia y desamor: la falta de alimento espiritual genuino.

(46) Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.

En cada oportunidad que leo este versículo, no puedo menos que invertirlo en su significado global. ¿Qué va a suceder con todos aquellos autodenominados “siervos” a los que el Señor, cuando venga, no los encuentre dando a sus ovejas alimento verdadero?

(47) De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.

(48) Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; (49) y comenzara a golpear a sus consiervos, y aún a comer y a beber con los borrachos, (50) vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe, (51) y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Ya tengo la respuesta que pedía más arriba. Ya sé que mientras esperamos el regreso del Señor, nosotros sus seguidores, debemos servirle de manera leal y responsable. ¿Y si no lo caemos? Ese es el Mandamiento Nº 81: A los que no lo hagan así, pondré su parte con los hipócritas.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez