Condiciones Para ver la Gloria

Sería bueno que puedas notar que, cuando hay tercos, porfiados, cabezones y desobedientes entre tu grupo, Dios no anda ni puede andar contigo. A esto no alcanzan a entenderlo ni la mitad de los cristianos bien intencionados del planeta; imagínate los religiosos.

Porque es así; veamos: ¿Qué dice Dios al respecto? Dice mucho más de lo que quizás hayas visto, pero ahora vamos a verlo en la Palabra para que no te queden dudas. De todos modos y como síntesis, lo que dice es algo así como: ¡Oye! ¡Yo no voy contigo porque tienes un montón de porfiados y desobedientes allí!

 (Éxodo 33: 1)= Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: a tu descendencia la daré; y yo enviaré delante de ti al ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.

Observa que Dios le había ofrecido entrar a la tierra y destruir toda la oposición, ¿No es así? A todas las naciones que estuvieran en contra, sencillamente ellos iban a poder, – Como se dice deportivamente – “caminarlos por arriba.

Pero ahora dice: “No estoy de acuerdo con tu pueblo, Moisés, pero te voy a dar la capacidad y la potencia de penetración nacional, de todos modos. Vas a tener prosperidad: leche, miel y fuerza para arrollar todo lo que se te oponga, pero quiero que sepas una cosa: ¡Yo no voy contigo!”

DILEMAS DE LA TIERRA

Aquí se ha hablado de la tierra, y será importante conocer algo más respecto a ella. Son varios los términos hebreos que se traducen como “tierra”, pero no se emplean para distinguir la tierra como esfera de la superficie de la tierra, o suelo; tampoco para discriminar entre la superficie general de la tierra y cualquier parte de ella, o territorio, o el material que la constituye.

 Así, ADAMAH se refiere generalmente a la tierra como material o suelo: la lluvia cae sobre “la tierra”; “un altar de tierra”; el hombre “vuelve a la tierra”; sin embargo, se refiere con frecuencia a “la tierra” de Israel: “no prolongaréis vuestros días sobre la tierra”; “a fin de que habites sobre la tierra”; “los días que viviereis sobre la tierra”; “la tierra que juré a sus padres”.

Otro término, ERETS, tiene un significado más amplio: en algunas ocasiones la tierra como esfera, el globo terrestre, en particular, afirma: “Cuelga la tierra sobre nada”; también en Isaías 40:15, 25-26 se afirma la pequeñez de la tierra en comparación con el ejército de los cielos). En otros lugares, este mismo término se usa de distritos.

En el Nuevo Testamento, el término GE se emplea para todos los anteriores significados. Se usa simbólicamente como una característica del hombre en su estado natural. “El que es de la tierra es terreno, y cosas terrenales habla”. En cada caso, debido a lo amplio de cada término utilizado, la verdadera extensión deberá ser determinada por el contexto.

“Oíd esto, pueblos todos, escuchad, habitantes todos del mundo”. El evangelio será predicado “en todo el mundo… a todas las naciones”. Por lo general se ha supuesto que el conocimiento que se tenía del mundo en los tiempos antiguos era muy limitado.

Esto parece ser cierto en cuanto al conocimiento que la población en general tenía de su mundo, pero hay evidencias de que había círculos que preservaban y explotaban comercialmente un conocimiento mucho mayor que el tenido por el común de la gente, e incluso de los mismos comerciantes.

La tierra comúnmente conocida en tiempos de los patriarcas y de Moisés parecía extenderse del golfo Pérsico hasta Libia, y desde el mar Caspio hasta el Alto Egipto. Es posible que se conocieran las tierras de Italia e incluso de España (Tarsis).

También se llega hasta el sur de Arabia, aunque se ha argumentado que en realidad las flotas de Salomón llegaban hasta la India por una parte, y hasta las Canarias por otra. Así, el marco y eje de la historia del mundo antiguo estuvo en el Oriente Medio.

En el curso del desarrollo de la historia del Antiguo Testamento, los límites de este mundo no cambiaron demasiado, a pesar del ligero agrandamiento del horizonte geográfico. Antes del final de esta época, Media y Persia ascendieron a naciones de primera importancia.

El Indo vino a ser el límite de la tierra conocida. Se conocía la existencia de Sinim. Al oeste, y bajo el reinado del faraón Necao, hubo navegantes que dieron la vuelta a África, sin por ello darse cuenta de la importancia de su expedición, que duró dos años.

Lo que les pareció muy extraño fue ver que el sol se levantaba a su derecha. En Italia y en África del norte iba aumentando la población y se iba desarrollando lentamente la organización de la sociedad. Los mercaderes eran los que iban dando alguna noticia de los diversos pueblos. Ya hacia el final del período del Antiguo Testamento, Grecia, resistiendo a los persas, emergió a la luz de la historia.

Alejandro Magno contribuyó enormemente a incrementar los conocimientos geográficos de sus contemporáneos. Al este, sus ejércitos cruzaron el río Oxus (en nuestros tiempos el Amu Daria), llegando a Afganistán y al sur de la India septentrional.

 Los romanos siguieron sus huellas. En la época de Cristo, el mundo conocido se extendía desde las Islas Británicas y España hasta el Irán y el Indo; de las Canarias y el Sahara hasta los bosques de Alemania y las estepas rusas y Siberia.

Se sabía que más allá de estos límites había regiones habitadas, pero no había demasiado interés, por la falta de medios de comunicación. Cuando César Augusto ordenó el censo “de todo el mundo”, quería decir con esto todo el imperio romano.

No obstante, a pesar de la ignorancia humana, la Biblia nunca ha dejado de considerar todo el conjunto de la tierra. Dios la ha dado entera, en don, a la humanidad; asegura al Mesías “los confines de la tierra”, de la misma manera que promete al creyente “la herencia del mundo”. De la misma manera los discípulos de Cristo son llamados a ir “por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura”.

Esto vino a colación de aquello que la primaria iglesia conducida por Moisés comenzó a vivir. Fíjate que es posible tener una congregación con  todo ese éxito y, sin embargo, Dios no estar presente en ella.

Es mucha, quizás podría decirte que hasta demasiada, la gente que llega a confundir el éxito notorio y notable de una determinada congregación con estar bien con Dios. Es una confusión que data de antiguos tiempos, pero que está total y absolutamente vigente en nuestros días.

Y no es así en absoluto, porque tú puedes tener potencia suma en lo que haces, una congregación de tu denominación levantada en cada nación, penetración en todas las restantes naciones y comer, tal como aquellos antiguos, toda la leche y la miel aptas para dividir la herencia. Pero ¿Sabes que? Él no va contigo. ¡Imposible! ¿Imposible? ¡Lo estamos viviendo!

SU PRESENCIA ¿VA CONTIGO?

 (Verso 12)= Y dijo Moisés a Jehová: mira, tú me dices a mí: saca este pueblo; y tú no has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.

(13) Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, (De acuerdo con la traducción fiel al original, la palabra CAMINO, no implica sendero o vía, sino forma, procedimiento. Es decir que lo que Moisés le está diciendo a Dios, es: muéstrame cómo operas aquí. Déjame conocerte, quiero entenderte) para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.

(14) Y él dijo: mi presencia irá contigo, y te daré descanso.

(15) Y Moisés respondió: si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.

(16) ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros?

Nota que lo que identifica a la iglesia como iglesia, no es que tú tengas tres mil miembros en una congregación. Lo que te identifica a ti como iglesia, no es necesariamente que la gente caiga bajo el poder del Espíritu, aunque no lo anula.

Lo que te identifica como iglesia no es, tampoco, que tú tengas un penetrante poder en las naciones y que las recorras de ida y vuelva diez veces al año. Lo único que sí te identifica a ti como iglesia, es que lo que aquella antigua caja del pacto representa, esté contigo.

Vamos a ver brevemente el significado del arca del pacto, pero lo que estamos tratando de hacerte entender es que, esa caja antigua, hoy se sintetiza con lo  mismo que se emparentó antes: que la presencia de Dios esté contigo. Poder, dominio, gobierno y la gloria.

El Arca del Pacto recibe también el nombre de Arca de Dios, Arca del Testimonio, Arca de Jehová. Era el cofre sagrado del Tabernáculo y del Templo. Estaba hecha de madera de acacia, recubierta por dentro y por fuera de oro puro.

Tenía dos codos y medio de longitud y un codo y medio de anchura y de altura, con una corona o cornisa de oro a su alrededor. Tenía a cada lado anillas de oro donde se insertaban las barras con las que era transportada.

Su cubierta, sobre la que había dos querubines totalmente de oro, recibía el nombre de PROPICIATORIO. El arca era una tipología de Cristo en que era figura de la manifestación de la justicia divina (oro) en el hombre; el propiciatorio era el trono de Jehová, el lugar de Su morada en la tierra.

En el arca se colocaron las dos tablas de piedra (la justicia que Dios demandaba del hombre) y después el vaso de oro conteniendo maná, y la vara de Aarón que reverdeció. Con respecto al lugar del arca y de cómo era desplazada.

Durante el primer viaje de los hijos de Israel desde el monte Sinaí el arca del pacto fue delante de ellos, “buscándoles lugar de descanso”, ejemplificando el bondadoso cuidado de Dios hacia ellos. Cuando llegaron al Jordán, el arca era llevada por los sacerdotes dos mil codos por delante de las huestes, para que supieran por dónde debían ir, y el arca permaneció sobre los hombros de los sacerdotes en el lecho del río, hasta que todos hubieron pasado. Esto es una tipología de la asociación en la muerte y resurrección de Cristo.

El arca les acompañó en su primera victoria en Jericó. Es sólo por el poder de Cristo en resurrección que el creyente puede tener la victoria. El tabernáculo fue plantado en Silo, e indudablemente el arca quedó allí.

En los días de Elí, al verse derrotado por los filisteos, los israelitas fueron a buscar el arca a Silo, para que ella los salvara. Se vieron de nuevo derrotados, y el arca, sobre la que habían depositado su confianza, en lugar de en Jehová, fue tomada por los filisteos.

Pero el arca les provocó tales desgracias que decidieron devolverla a los israelitas y la dispusieron a bordo de un carro nuevo. Éste, tirado por dos vacas que criaban, sin conducción alguna, se alejó de sus terneros, milagrosamente, y se dirigieron a Bet – semes. Allí, Dios hirió a los hombres de aquel lugar por haber mirado dentro del arca. Quedó después en casa de Abinadab, en Quiriat – jearim.

Años después David quiso llevar el arca a Jerusalén, imitando la manera en que lo habían hecho los filisteos, que ignoraban las instrucciones precisas de Dios en la ley acerca de cómo ésta debía ser llevada.

 De ello sobrevino una desgracia, pues David debía conocer la Ley, y fue culpable de descuido en las cosas sagradas, juntamente con aquellos que le rodeaban. Llevada a casa de Obed – edom, Dios bendijo esta casa. Entonces David hizo llevar el arca de nuevo, esta vez siguiendo el orden divino, a hombros de los levitas.

Cuando Salomón hubo construido el templo, el arca fue llevada allí, y fueron quitadas las varas con que era llevada: el arca había hallado ahora su lugar de reposo en el reino de Salomón, que tipifica el reino milenial. Había allí solamente las dos tablas de piedra de la ley.

El maná había cesado cuando comieron del fruto de la tierra, que tipifica al Cristo celestial; y no se precisaba del testimonio de la vara de Aarón ahora que estaban en el reino teocrático. Las circunstancias del desierto, en las que eran tan precisos el maná y el sacerdocio de Cristo, habían ahora pasado. Esto se menciona en Hebreos porque allí lo que se considera es el tabernáculo y no el templo; la peregrinación y no el reposo.

No se hace más mención del arca; se supone que fue llevada con las vasijas sagradas a Babilonia y que nunca volvió. Si es así, no hubo arca en el segundo templo ni en el templo erigido por Herodes.

Tampoco leemos de ningún arca en relación con el templo descrito por Ezequiel. En Apocalipsis se ve el arca del pacto de Dios en el templo de Dios en el cielo. Se trata de un símbolo de la reanudación de los tratos de Dios con su pueblo terreno de Israel.

Entonces, con toda esta información a la vista, pregunto: ¿Cómo vamos a ser identificados por el mundo como iglesia de Dios, si ese mismo mundo ve con sus propios ojos que Dios no anda con ella? ¿Cómo va a saber el mundo que es SU iglesia, si Él no está con nosotros?

IMPORTA ÉL, NO SUS MANOS

Vamos a poner algo negro sobre blanco y bien en claro: la presencia de Dios no es la manifestación de los dones, es el poder de Dios. Lo que estoy intentando decirte te lo adelanté en el subtítulo: lo que interesa es que esté Su presencia y no Sus manos manifestadas en los dones.

Lo que ocurre es que la gente se ha acostumbrado a ver sus manos, pero no siempre su rostro. Hay una enorme diferencia entre la bendita presencia de Dios, que es como estar viendo su rostro, y el mover de sus manos, que es su poder.

Fíjate que dicen los salmos y los proverbios algo que no siempre recordamos: Él le da dones hasta los rebeldes. Y son simplemente irrevocables. Que tú tengas dones, no significa ni es sinónimo de que Dios esté contento contigo.

Si fuera así la historia misma hubiera sido distinta. Israel trajo los frutos de los bienes venideros al desierto. Y en razón de ello, bien que se gozaron con las uvas de Canaán, pero atención: no estaban ni estuvieron en Canaán.

En cuanto a los dones, bien vale consignar que su nombre clásico y más conocido, es el de “carismas”, que es una transliteración de la palabra griega CHARIS, que significa “don, regalo, gracia, favor, poder, oficio, misión”.

Son dones que, procedentes de Cristo ascendido, Cabeza de la iglesia, son distribuidos por el Espíritu Santo. Todos los creyentes, habiendo recibido la unción del Espíritu, son receptores de el / los don / es del Espíritu (o dones espirituales), que son capacidades sobrenaturales concedidas a cada creyente, en vista del servicio y función que tienen dentro del cuerpo de Cristo.

Pablo da relación de un cierto número de estos dones: sabiduría, conocimiento, fe, sanidades, milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas e interpretación. En otro sentido, las personas son los dones a la iglesia, y la palabra usada para denotarlos es “doma”; se trata entonces de apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.

Estos dones relacionados en Efesios tienen como propósito “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios…”.

Lo que sí podemos tener por cierto es que, sean cuales fueren las tareas dadas, Dios dará la capacidad de cumplirlas. Tenemos en las Escrituras cuatro listas de carismas o dones del Espíritu. Aunque muchos deducen de estos cuatro catálogos que no tenemos aquí la lista completa de carismas, es bueno recordar lo que dice el apóstol Pablo, y lo expresado en el párrafo anterior.

Primeramente debemos señalar que todos y cada uno de los dones dados por el Espíritu son milagrosos, y no sólo los de manifestación externa espectacular como los de milagros, sanidades y lenguas.

Dios es soberano en cuanto a en qué épocas da unos o no de una manera concreta. Los dones externos y espectaculares fueron dados en profusión en la época en que el Evangelio y el Nuevo Pacto debían ser acreditados, y lo fueron con señales externas jamás renovadas.

En la actualidad puede, ciertamente, manifestar Su poder, siempre según Su voluntad; de hecho, la mayor parte de los dones (sabiduría, ciencia o conocimiento, fe, evangelistas, ayudas, liberalidad) nunca han dejado de ser otorgados.

La iglesia de Corinto había recibido todos los dones, y 1 Corintios es la única epístola en la que se mencionan los dones externo-espectaculares; todo ello no impidió que los corintios fueran carnales ni su tendencia a formar partidos sectarios. Lo esencial es estar totalmente sometidos al Señor y a toda Su Palabra, poder discernir el don otorgado a cada uno, y permitir que el Señor nos use para el bien de la iglesia en su totalidad.

Es decir que comieron uvas por un tiempo. Tuvieron bendiciones por un tiempo, tuvieron dirección por un tiempo, prosperidad por un tiempo. Además, tuvieron milagros, sanidades, salud divina, agua de la roca, mares abiertos, lluvia de carne, lluvia de maná, todo por un tiempo.

¿Por qué decimos todo esto? Porque es necesario que lo puedas ver con tus propios ojos, sin necesidad que “alguien” lo haga en tu lugar y luego te lo cuente. Dios los protegió por un tiempo, pero nunca estuvieron en el propósito de Dios. Y lo peor. Se murieron fuera del propósito de Dios.

Dios se desentendió de ellos durante cuarenta años, aunque hay que decir que los bendijo. Es decir que estamos hablando de una gente que anduvo durante cuarenta años con la bendición de Dios, pero sabiendo que Dios no quería saber nada con ellos.

Sin embargo, durante esos cuarenta años Dios los bendijo porque Dios es amor. Lo bendice, pero eso no quiere decir que esté contento contigo. Tú, por ejemplo, te puedes enojar con tu hijo porque trajo una nota baja de la escuela, pero no por eso lo vas a dejar sin comer o lo vas a condenar a dormir en el patio, sin ropas, en el frío de la noche y sin colchón.

Así existen algunas congregaciones hoy: tienen la danza profética de Miriam, tienen el agua brotando de las rocas, tienen el maná que cae del cielo, tienen la prosperidad, tienen la penetración, tienen todo eso y hace cuarenta años que Dios no dice nada en medio de ellos. Y juran que andan bendecidos.

Nuestra identidad, eso que tanto tiene que ver con las profundidades de nuestras vidas, está íntimamente relacionada con aquello que nos gobierna. No tiene relación con la emoción que hace que se te ponga la piel de gallina en un culto.

Tampoco tiene relación con ese sentimiento que de improviso cambia tu voz en el púlpito si es que predicas. Eso no es de lo que estamos hablando. Porque muy bien puedes tener todas esas cosas que quizás no sean malas en sí mismas, y no tener a Dios morando contigo. ¿Lo entiendes?

Lo que a nosotros verdadera y realmente nos identifica, es precisamente lo que el arca simbólica representa: la gloria, la manifestación, el dominio, el gobierno, la presencia y todo ese cúmulo de ingredientes de los que podríamos pasarnos meses hablando. Esto es lo que nos identifica como iglesia. Sin eso, apenas ritos sin valor.

Aquí estamos viendo cinco principios muy importantes: 1) El arca es la evidencia de que Dios está en nuestro medio.- 2) El arca nos da un propósito para congregarnos como cuerpo.- 3) Nos da la dirección en nuestra jornada. Sin arca, no hay dirección.- 4) Nos da el clima que neutraliza las condiciones hostiles del desierto.

De día, nos da una nube para protegernos del calor y, de noche, fuego para protegernos del frío. 5) Nos da la victoria en medio de la batalla. Esto era lo que el arca representaba entonces y sigue representando hoy lo mismo para nosotros.

CONDICIONES PARA LA PARTIDA

Vino un tiempo, en la historia real de Israel, donde la presencia de Dios se perdió. La historia y sus escritores han culpado de esto a los filisteos, a los que se acusa de haberse llevado la caja, sin pensar en un detalle por demás importante.

Si los filisteos `pudieron llevarse la caja, fue porque la presencia de Dios ya no estaba en la caja, porque de otro modo, el filisteo se moría con sólo tocarla. ¿Cómo explicas tú, sino,  que los filisteos tocaron la caja y no se murieron, cuando el mismísimo sacerdote no podía tocarla? Simple: porque en ese momento, era solamente una caja.

Ese es un problema muy grande en la iglesia. Porque mientras tengamos la caja, que es como decir que mientras tengamos el ritualismo, mientras sepamos cantar las mejores canciones o predicar los más encendidos mensajes, todo irá bien.

Mientras tengamos asistencia de gente a los templos, mientras sepamos abrir un culto, mientras haya buena ofrenda y buenos diezmos, ya tenemos iglesia. ¿Quieres que te diga algo? ¡Eso no es iglesia! ¿Por qué? Porque si Dios no está hablando, no hay iglesia.

Aquí, básicamente, quiero hablar de dos cosas: Primero: las condiciones que rodean la partida de la gloria de Dios. Segundo: como conseguir la presencia si es que la hemos perdido. Estos dos, son principios de reforma. La gente no se está introduciendo en la reforma, porque no ha entendido, en serio, lo que la reforma es.

Antes, veamos brevemente que cosa es lo que nosotros, simples mortales imperfectos, podemos entender que cosa es la gloria. La palabra hebrea que la traduce es KABOD, que significa “peso”, lo mismo que su variante en griego DOXA.

 El primer sentido es el de ornamento: Salomón, en toda su gloria, va revestido de ropajes regios, el cabello es la gloria de la mujer, la fuerza es la gloria de los jóvenes, los padres son la gloria de los hijos. También se menciona la gloria del Líbano  y la gloria de las naciones.

La gloria de Dios es el resplandor que emana de su persona, el aura cegadora de todas sus perfecciones. Esta gloria, comparable a un fuego devorador, anonada, abate e inspira temor, respeto y adoración; el hombre no puede ver la gloria real de Dios y seguir vivo. Así, todos aquellos que han tenido un encuentro con el Señor reciben algo de ella:

Israel y Moisés ante el tabernáculo. Salomón en la dedicación del Templo. Isaías en el momento de su llamamiento, Ezequiel en su visión, los pastores de Belén, Esteban ante la muerte, etc.

La gloria divina se revela en la creación, y de manera particular en el hombre hecho a imagen de Dios; se manifiesta en medio de juicios, se muestra en medio de las naciones; sobre todo, aparece en la redención ofrecida al mundo entero.

La gloria manifestada en Jesucristo. La gloria inaccesible del Dios de Israel se ha acercado a nosotros: en Cristo la hemos podido contemplar y amar sin ser consumidos por ella. Jesús ha mostrado esta gloria: por sus milagros, por su santidad perfecta, en su transfiguración, en su resurrección, en su ascensión. Y el Señor de la gloria ha de volver pronto, con todo el resplandor de su majestad, para juzgar y reinar.

En principio, Él ya nos ha dado su gloria; contemplándola como a través de un espejo, somos transformados a su imagen de gloria en gloria por el Espíritu. Está próximo el momento en el que recibiremos la gloria eterna, cuando apareceremos con Cristo en gloria, teniendo nuestro mismo cuerpo su parte en esta glorificación. Entonces, y para siempre, seremos iluminados por la gloria de Dios, la única lumbrera de la santa ciudad. Él es verdaderamente el rey de la gloria, y todo en su palacio proclama: ¡Gloria!

Dar gloria a Dios es alabarle, darle honra, exaltarle y celebrar sus perfecciones. De aquí viene el término “doxología” (del griego “doxa”, renombrado, honor), que es una fórmula de oración en la que se rinde gloria a Dios. Glorificar a Dios es también rendirle homenaje, reconocerlo como el único soberano, y la fuente de todo bien.

Jesús, por su vida santa y perfecta obediencia, glorificó a Dios sobre la tierra. Pedro debía glorificar a Dios al sufrir el martirio. El creyente se gloría en Dios y en Cristo el Salvador. El que se glorifica a sí mismo comete el grave pecado de robarle a Dios el honor que le es debido; el Señor da su salvación gratuitamente a los humildes, “a fin de que nadie se jacte en su presencia”. Será al fin glorificado por sus juicios, por cuanto éstos restablecerán su autoridad y su reino, rechazado todo ello por los impíos.

 (1 Samuel 2: 12)= Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.

(13) Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes, y lo temía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo.

(Verso 15)= Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda.

(16) Y si el hombre le respondía: quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: no, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza.

(17) Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecadote los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová.

A ver si lo entendemos: Elí era juez y era sacerdote, ¿No es así? Estaba viviendo en el tiempo de una reforma espiritual, donde la iglesia estaba transicionando desde un gobierno de jueces, a un mover profético tras el orden de Samuel.

La administración del tabernáculo era llevada a cabo por los hijos de Elí, Ofni y Fineés. Hay un orden profético que se estaba levantando en la tierra; Samuel era el comienzo. Un comienzo que en ese momento no sólo no se podía prever, sino que incluso hasta podía desestimarse como tal. ¿Y ahora?

 (Verso 22)= Pero Elí era muy viejo; (La palabra VIEJO, aquí, tiene una implicancia que, traducida, sería más o menos así: “No hábil para dirigir gente”. No tenía que ver con viejo de edad, tenía que ver con viejo por falta de dirección. En el hebreo, la palabra VIEJO, quiere decir que no era sabio. Viejo, en el Espíritu, es rehusar a moverse con Dios. Tú puedes tener veinte años y ser un viejo) y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y como dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. (Lo que vemos aquí, salta a la vista, es un sacerdocio pervertido).

(23) Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. (¿Cuántos pueden ver que Elí era un hombre sin carácter?)

(24) No, hijos míos, porque no es buena fama lo que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.

(25) Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán más si alguno pecare contra Jehová, ¿Quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir. (Para Dios no hay mal. Todo bien. Para Dios, aunque muchos no lo puedan entender, era un bien eliminarlos. Dos o tres deben saber de lo que estoy hablando).

(26) Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres.

(27) Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón?

(28) Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mí altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel.

(29) ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos (Le está diciendo que ha honrado más a los hombres que están en eminencia o autoridad institucional en la iglesia) más que a mí; engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?

Te estoy entregando, en este trabajo y por si se te ha olvidado tanto leer, las condiciones por las cuales Dios se ha ido. Tú has honrado a tus hijos, pero recuerda que tus hijos, en este caso, son la administración de la casa de Dios.

 (30) Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.

(31) He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa.

Esta palabra que vemos aquí traducida como ANCIANO, significa que nadie en su casa va a tener más de treinta años. ¿Te imaginas, entonces, y a la luz de lo que está viendo, lo importante que es la genealogía?

HAY UN AMBIENTE ESPECIAL

Por ejemplo: si alguien viene a querer casarse con tu hija, tú le preguntarás: “¿Y tú quien eres?” – Me llamo Pedro… – Ah, ¿Y cuantos años tienes? – Veintisiete. – ¿Y de donde vienes? – Soy hijo de Fulano, hijo de Zutano, hijo de Mengano, hijo de Elí…”

¿¿Eh?? ¿Hijo de Elí, has dicho? ¿Eso es lo que he oído bien con mis oídos? – Sí señor, eso he dicho. – ¡Ah, no! Porque tú te mueres dentro de tres años, así está marcado en la historia. ¡No! ¡Fuera! ¡Yo no quiero tener una hija viuda!

 (32) Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa.

(33) El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor, y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril.

(34) Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Fineés; ambos morirán en un día.

(35) Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andarás delante de mí ungido todos los días.

(36) Y el que hubiere quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él, (Nota lo que pasa en una reforma: se remueven los conductores y los que quedan, se vienen a postrar delante de los nuevos conductores) Por una moneda de plata y un bocado de pan, diciéndole: te ruego que me agregues a alguno de los ministerios, para que pueda comer un bocado de pan.

Es decir: ¡Dame un puesto, un cargo, algo, aunque sea para barrer el templo! Dice el verso 25 que no tenían la habilidad de dirigir al pueblo. Te estoy tratando de mostrar las condiciones que revelan el ambiente que existe cuando Dios decide irse.

También en este texto que hemos repasado, hay una clara referencia a los hijos. Que es como decir que hay una clara referencia a los ministros, porque los hijos de Elí representan, en todo este contexto, a los ministros de la iglesia.

A esos mismos ministros, (Que en algunos casos llegan a ser “mini-astros”), que en su momento de máximo esplendor, los oíamos decir: “¡Yo hago lo que me da la gana!” Cuidado: ya no estamos hablando de los tiempos de Elí; eso es sólo el modelo.

Elí era descendiente de Itamar y sumo sacerdote de Israel. El primer libro de Samuel comienza con Elí como sacerdote. Samuel fue consagrado al servicio del Señor por su piadosa madre, y estuvo al servicio del tabernáculo bajo Elí.

Los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, eran “hijos de Belial”. Ayudaban a su padre, pero interferían en las ofrendas de la gente del pueblo, y pecaban en gran manera ante el pueblo. Elí habló con sus hijos acerca de las malas acciones que estaban cometiendo, pero no con la necesaria energía para impedir que deshonraran al Señor.

La responsabilidad de mantener al pueblo de Dios ante Él residía en la casa sacerdotal. De ahí lo enorme del pecado de los jóvenes, y la gran responsabilidad de Elí por su negligencia. Un hombre de Dios fue a Elí, y le dijo claramente que estaba honrando a sus hijos antes que a Dios, detallándole algunos de los juicios que iban a abatirse sobre su casa, y que sus dos hijos morirían en un mismo día.

Como Elí permitió que sus hijos siguieran en sus pecados, Dios le envió un mensaje por medio de Samuel, recordándole los juicios de los que le había advertido el hombre de Dios, y repitiendo que era debido a que “sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado”.

Elí se sometió piadosamente a Dios, diciendo: “Jehová es; haga lo que bien le pareciere. “ Pero siguió sin corregir el mal, para lo cual ya posiblemente fuera impotente. Éste fue el gran fracaso de Elí, aunque es evidente que por otra parte buscaba mantener el honor de Dios.

Temblaba de temor cuando el arca fue llevada al campo de batalla, lo que terminó con el desastre de la captura del arca por parte de los filisteos y la muerte de sus dos hijos. “Icabod” es el nombre que marca el estado de Israel debido al pecado de Elí: “traspasada es la gloria”.

Al oír estas tristes noticias, Elí cayó hacia atrás de la silla en que estaba sentado y murió desnucado. Había juzgado a Israel durante cuarenta años y tenía 98. Su descendiente Abiatar fue echado del sacerdocio por Salomón en cumplimiento de la palabra del Señor con respecto a la casa de Elí en Silo.

El caso, y retornando al texto, es que el verso dice que ellos no oyeron la voz de su padre. Entiende: su padre les terminaba de decir todas las razones por las cuales se consideraba que lo que estaban haciendo estaba mal, y ellos dijeron: ¡A mí, eso me importa un rábano!

Entonces, es allí cuando llega la profecía de que no habrá más un hombre que tenga más de treinta años de edad en su casa, y que el enemigo entrará en la casa de Elí. Esa es la profecía. Recuerda: todo vacío siempre es llenado por el espíritu religioso.

Cuando hay un vacío de conducción, la casa se llena de espíritu religioso. Cuando yo hablo de vacío de conducción, no me estoy refiriendo a puestos, cargos o posiciones. Eso abunda siempre. Pero cuando la posición manda en la función, esta se llena de espíritu religioso.

También vamos a encontrarnos con que puede haber, en efecto, pastores que no están pastoreando. Puede haber conductores que no están conduciendo nada. Muy bien; si así fuera, todo ha sido llenado por el espíritu de la religión.

PUNTOS A TENER EN CUENTA

Y lo más triste de todo esto que aconteció en esta profecía, es que Él dice: me voy a ir. No voy a estar en tu medio. Es decir que, básicamente, le está diciendo a Elí: Oye: has estado trabajando fuera de lo que mi corazón desea que hagas hoy. Estas son las condiciones que se revelan cuando se va el arca.

Numero Uno: Es un  tiempo cuando los ministros no tienen visión. Dice que Elí era viejo. No tenía la habilidad de conducirlos hacia donde tenían que ir. No podían ver la próxima fase del mover de Dios. No tenían la capacidad de llevarlos hasta el próximo nivel.

No hay nada que hacerle ni modo de cambiar todas estas cosas: cuando los ministros, en su propia casa, no tienen la habilidad y mucho menos la unción para llevarlos hacia el próximo nivel, entonces es cuando Dios decide irse de la casa.

Numero Dos: Cuando hay un sistema inundado de error sin arrepentimiento. Todos lo vemos, todos lo comentan, nadie lo confronta por miedo. Hay error en el ministerio y ningún deseo de arrepentirse. Hago lo que me da la gana y no me importa lo que me digan.

Ya escuché ese mensaje, pero para mí no significa nada y hago caso omiso. Sí, te oí, pero aquí lo hacemos así. Este es el barrio Mostachos, aquí lo hacemos diferente al otro barrio. En mi denominación se hace así. Nosotros somos “barristas”, nosotros “anti-barristas” Es diferente.

Si no has entendido lo de “·barristas” porque no escuchaste o leíste el estudio donde hablo de eso, te lo sintetizo. Jesús sanó a dos ciegos. Al primero, escupió en el suelo, hizo barro y se lo puso en los ojos. Al segundo, simplemente dio la orden para que vea.

Cuando los legalistas vieron esto último, vociferaron con cierto furor: “¡Ah, no! ¡Esto no puede ser ¡ ¡Si no hace barro no puede sanarlo de su ceguera! ¡Nosotros lo vimos antes hacer eso! Otro grupo se opuso y dijo que no, que así también era válido. “Barristas” y “anti-barristas”. Divisiones satánicas.

Ahora bien; cualquiera sea la excusa que se pueda esgrimir para tomar la decisión de no arrepentirse del horror que es señalado por la Palabra, produce un ambiente en el que Dios decide irse de en medio del pueblo.

Número Tres: Cuando no hay ningún interés ni una opinión abierta en deshonrar las cosas sagradas de Dios, Mira nuevamente el verso 29: ¿Por qué has hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo, y has honrado a tus hijos más que a mí?

Lo que se puede ver nítidamente aquí, es que se honraba más al ministerio, es decir; a la gente, que a lo que Dios estaba diciendo. Dios, entonces, se fue. Cien años. Por cien años no hubo Dios en Israel. Pasó lo mismo en el tiempo de Malaquías. ¡Me habéis robado!, dijo: no hablaba sólo de dinero, hablaba de reputación.

Hablamos de gente que deshonra las cosas sagradas de Dios. Se convierten en barreras para que tú no escuches. Responden al espíritu del mundo. En Malaquías, dice: ¿Adónde está el honor que me debes rendir?

Seamos sinceros, por favor, y dejemos de lado de una vez por toda esa hipocresía que mayoritariamente ha estado acompañando a la iglesia. Ya no reconocemos la voz de Dios cuando nos habla. Si no viene con mitras, bartolas, títulos y posiciones, ya no es Dios. Error.

Número Cuatro: Cuando Dios se convierte en secundario, cuando se lo coloca e instala en segundo lugar, dice: ¿Por qué honras más a los hombres que a mí? Si, claro, yo entiendo lo que Dios está pidiendo, pero…la iglesia todavía no está preparada, y… ¡Basta!

Ustedes lo recuerdan demasiado bien, creo yo. La guerra fue en Eben-Ezer, a eso lo podemos ver en el libro de Samuel. En contra de los filisteos. Ellos tomaron el arca y se la llevaron. ¿Cómo explicas tú que el filisteo incircunciso pudo tocar el arca y no morir.

Simple. Ya fue dicho. Dios no estaba allí. Esa arca era un cajón cualquiera, un pedazo de madera sin más valor que la que puede tener la de la puerta de los sanitarios de tu iglesia. Ya el arca no tenía nada que ver con Dios, estaba vacía.

La segunda vez que tomaron el arca, la perdieron. Los filisteos, escucha, tenían la costumbre de añadir dioses a sus dioses. Fíjate como trabaja Dios. Ellos pusieron el arca al lado de otros dos dioses. Al otro día toda gente estaba adorando al Dios verdadero, incluyendo a los demonios que habitaban en los otros dioses. Les vinieron tumores. ¿Sabes tú que clase de tumores eran esos? Te lo puedo decir ya mismo: ¡¡Eran hemorroides!! ¡Huauuu! ¡Saquen  esa arca de aquí!!!

Prefiero una iglesia sin arca, donde no tengo que morir. Donde el precio no es demanda. Donde no tengo que sacrificarme. Llévese el arca, no la quiero, ya me acostumbré al rito, no necesito la presencia. Si hay presencia, por allí no puedo cantar esa cancioncilla que tanto me gusta o predicar ese mensaje que a todos les encanta porque no confronta.

Estas son iglesias que no están dispuestas a pagar el precio. Es más: te diría que no quieren pagar el precio. Cuando entraron en la cuarta ciudad, abrieron el arca y miraron adentro. ¿Recuerdas lo que pasó Murieron cincuenta mil, mira:

 (1 Samuel 6: 19)= entonces Dios hizo morir a los hombres de Bet – Semes, porque habían mirado dentro del arca de Jehová; hizo morir del pueblo a cincuenta mil setenta hombres. Y lloró el pueblo porque Jehová lo había herido con gran mortandad.

La tapa del arca no e suna simple madera de cubierta. Es la imagen y símbolo de la misericordia que tiene que ver con la Gracia. Dentro del arca estaban las tablas, el maná y la vara de Aarón, ¿Recuerdas?

Muy bien; esas son las tres piezas que traen a la memoria la rebelión del pueblo. Ahí hay un principio: nunca quites la Gracia para tratar asuntos de rebelión. Que no se te olvide porque es de capital importancia. Nunca.

Si tratas algo relacionado con la rebelión sin la Gracia de la misericordia, se produce muerte. La rebelión siempre trata a través de la Gracia y la misericordia. Eso destruye toda la iglesia legalista que pueda haber en la República Argentina, en Sur América y en el resto del planeta.

 (20) Y dijeron los de Bet-Semes: ¿Quién podrá estar delante de Jehová el Dios Santo? ¿A quién subirá desde nosotros?

(21) Y enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat-Jearim, diciendo: los filisteos han devuelto el arca de Jehová; descended, pues, y llevadla a vosotros.

(7: 1)= Y vinieron los de Quiriat-Jearim y llevaron el arca de Jehová, y la pusieron en casa de Abinadab, situada en el collado; y santificaron a Eleazar su hijo para que guardase el arca de Jehová.

(2) Desde el día que llegó el arca de Quiriat-Jearim pasaron muchos días, veinte años; y toda la casa de Israel lamentaba en pos de Jehová.

MULTITUD NO ES VICTORIA

Si Dios se va, la iglesia va a quedar reducida a una serie de ritos huecos y vacíos sin gobierno ni autoridad. Cuando la iglesia opera sin autoridad divina, una reforma es más que conveniente: es necesaria.

Cuando lo único que podemos hacer es armar lo mejor que podamos una reunión de domingo, escuchar un mensaje de introducción, tres puntos y conclusión, recoger una ofrenda, cantar cuatro canciones y volver a casa hasta el próximo domingo o hasta la reunión casera de mitad de semana, no caben dudas que hace falta una reforma.

Cuando todo, irremediablemente todo lo que hacemos está repleto de pesada monotonía y oímos una palabra que no podemos o no deseamos encarnar ni activar, hace falta una reforma. Que es mucho más, créeme, que cambiar el viejo órgano a pedales por un teclado electrónico.

Si tú te llegas a ir de tu congregación porque ves que allí no sucede nada, y visitas a otras analizando si lo que se hace concuerda o no con lo que tú crees o supones que debe hacerse, es mi deber decirte que tú andas caminando estrictamente en lo carnal y natural.

¿Por qué digo esto? Porque si buscamos cosas perfectas dentro de las cosas naturales, te aviso que jamás las vamos a encontrar. La reforma, mi amado hermano y hermana, tiene que ver con el mundo espiritual, y por eso ni es previsible, ni se analiza con nuestra mente finita o nuestra sabiduría, costumbre o tradición carnal. ¿Lo estás viendo o aún estás ciego?

Lo que sucede, es que venimos con la idea de estar buscando una congregación donde se nos atienda, donde se nos ministre, donde podamos tener algo así como un fresco refugio en verano y un cálido espacio en invierno.

Un lugar, asimismo y por sobre todo, donde tengamos la certeza de que estamos vivos, de que existimos y que realmente le importamos a los demás. No puedo negar esta necesidad humana y no le resto validez, pero si me dejas decirte algo, te digo que no es este el propósito de la iglesia del Señor.

Porque a lo que nosotros llamamos iglesia, que en suma y definitiva es un lugar, un sitio, un espacio habilitado, se viene a dar, no a recibir. ¿¿Eh?? ¿Cómo dijo, hermano? ¡Si a mí durante toda m i vida me dijeron los mismísimos pastores en persona que veníamos aquí a recibir de Dios!

No le hace. Allá ellos y sus metodologías manipuladoras de “contención” y retención de gente. Dice la Palabra que la iglesia aumenta según lo que cada uno aporta. Pero mientras tú seas un miembro que solamente viene con la idea de recibir y crees tener derecho a ello porque abonas una entrada, un boleto, un ticket llamado ofrenda, la iglesia no crece nada.

Quizás, esto es cierto y hay que decirlo, podrá crecer en número, sin dudas, pero eso no significa absolutamente nada. El crecimiento de Dios, mi hermano y hermana, no es necesariamente en número, aunque naturalmente lo puede incluir.

El crecimiento de Dios, que es algo difícilmente comprobable porque no es ni visible ni palpable, es en base a sustancia, a entendimiento. Dios jamás trabajó con multitudes. Cristo jamás trabajó con multitudes. Pablo jamás trabajó con multitudes.

¡Pero no, hermano! ¡Si las multitudes los seguían! Sí, pero los seguían buscando las manos de Dios, sus milagros, sus maravillas, sus sanidades, sus liberaciones, pero no su rostro, que es su esencia. Dios eligió a uno, Cristo a doce, Pablo a doce, y así sucesivamente. Multitud no es victoria.

Creemos fiel y sinceramente que la siega es evangelística. El impacto evangelístico, en el tiempo de la siega, es cierto y lo queremos. Queremos que todo el mundo sea salvo y tenemos la convicción de que mucha gente va a ser salva. Amén. Pero esa es sólo una mínima parte de lo que es la siega del Señor.

La siega es la cosecha de todo. Todo lo que se ha sembrado, se cosecha. Se cosecha con entendimiento, se cosecha la plenitud, se cosecha la imagen de Cristo, se cosecha el conocimiento de las Escrituras, se cosecha la plenitud de la verdad, la plenitud del Espíritu, se cosecha la herencia de la tierra, se cosecha todo.

Al mismo tiempo, déjame decirte que también madura la iniquidad, madura el pecado, madura el cuerpo del anticristo. Todo lo que está en la tierra llega a un tiempo de madurez y se cosecha, tanto bueno como malo. No es solamente evangelismo, entiende por favor.

Entonces es cuando comenzamos a ver a iglesias entreteniéndose en pequeñas campañas que, – Es verdad -, producen decisiones de fe, pero que después esas decisiones no se ven reflejadas en absoluto con la presencia de toda esa gente nueva en la congregación.

Esto es algo tan habitual, tan corriente, tan conocido y comprobado, que alarma hasta el espanto ver como los líderes se hacen los desentendidos y continúan felicitándose entre sí por los miles de “convertidos” en sus campañas. Una mano levantada con lágrimas en los ojos y una tremenda emoción en el corazón, no significa conversión.

Ellos dice: “¡Ah, si! ¡Tenemos que aprender a discipular a las almas nuevas!”. Y se conforman con ese pensamiento, y plantan decenas de centros de capacitación y formación de discipuladores que, cuando logran entender de que se les estaba hablando, (Quizás porque ellos mismos todavía no estaban discipulados), se encuentran con que ya son demasiado viejos para esos esfuerzos. Entonces envían  a capacitarse a sus hijos y la historia vuelve a comenzar con visos de similar final.

¡Pero hermano! Es que… Esto es para pastores y líderes… ¡Basta! ¡Que pastores y líderes ni que pastores y líderes! Yo quiero y creo en un pueblo de reyes y sacerdotes, de todos ministros competentes.

La iglesia aprende lo que se le da, siempre. Hay que estirarle la mente, no estrechársela. Lo que sí hay que estrecharle, es el espíritu, no hay que subestimarla. Tú lees esta palabra, tu espíritu se expande y después, naturalmente, no puedes estar satisfecho de ninguna manera con algo menos.

Te digo algo clave para el vinal de este capítulo: cuando los valores del Reino son dislocados, entonces no hay dominio alguno en la iglesia. Y cuando la iglesia del tiempo presente se asemeja al Icabob de Israel, entonces indudablemente hace falta una reforma conforme al orden de Melquisedec.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez