Con Amor no Fingido…

1 Pedro Capítulo 1

(003) ¿Pero Entonces Hay Elegidos?

(1 Pedro 1: 1)= Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, (2) elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicados.

Aunque la frase los expatriados de la dispersión tiene como trasfondo el exilio de la diáspora judía en el Antiguo Testamento, los destinatarios de esta carta eran, predominantemente, cristianos gentiles.

Hagamos un poco de historia para ubicarnos: la dispersión o diáspora es el nombre que se le da al grupo de judíos que por diversas razones, y especialmente a partir del cautiverio, vivían fuera de Palestina.

Algunos de estos judíos habían sido llevados como prisioneros a tierras lejanas, como Babilonia. Pero muchos otros se habían dispersado por razones del comercio, de modo que no puede decirse que la dispersión fuese un fenómeno completamente involuntario.

En todo caso, al comenzar la era cristiana, había más judíos fuera de Palestina que en ella. Naturalmente, al ser destruida la ciudad de Jerusalén en el año 70 después de Cristo, esta situación se hizo aún más marcada.

Uno de los principales centros de la dispersión, era la región de Babilonia. Allí había aproximadamente un millón de judíos. Entre ellos se produjeron varias traducciones del Antiguo Testamento en arameo, que recibieron el nombre de Targumín. Además, allí se creó el Talmud babilónico, uno de los documentos más importantes en la historia del judaísmo.

El otro lugar en que se concentraban los judíos de la dispersión era Egipto, especialmente la ciudad de Alejandría. Se dice que allí también el número de judíos en Egipto es antiquísima, pues el profeta Jeremías se refiere a ellos.

Tras la fundación de Alejandría, ciudad en que el comercio era muy activo y próspero, el número de judíos en Egipto aumentó grandemente. Los judíos de la dispersión alejandrina contribuyeron a la historia del judaísmo, y aúna la del cristianismo, mediante su versión del antiguo Testamento al griego, comúnmente conocida como Septuaginta.

También en Alejandría floreció el filósofo judío Filón, quien trató de armonizar el pensamiento de Platón con la doctrina del Antiguo Testamento, especialmente mediante la interpretación alegórica de éste. Además, entre los judíos de Alejandría se produjeron varios libros que por largo tiempo estuvieron rondando el canon del Antiguo Testamento.

Además de Babilonia y Egipto, los judíos se encontraban dispersos por todo el imperio romano, con un fuerte contingente en Siria y Asia Menor y otros núcleos importantes, aunque menores, en el Norte de África y Roma.

La importancia de los judíos dispersos en Siria, Asia Menor y Roma fue inmensa para la historia del cristianismo. El libro de los Hechos muestra claramente como los judíos de la sinagoga eran el primer punto de contacto que Pablo tenía al llegar a cada nueva ciudad.

Mediante la lectura y el estudio del Antiguo Testamento, estos judíos estaban preparados para recibir el evangelio. Aún cuando Pablo era el apóstol de los gentiles, siempre encontró, en medio de la tierra de los gentiles, un grupo de personas que al menos compartían con él una tradición religiosa común.

La dispersión fue importante para el desarrollo del judaísmo, porque a ella se debió en gran medida el auge de las sinagogas. Distantes del templo, y no pudiendo participar por tanto en la adoración que en él se celebraba, los judíos, de la dispersión, se reunían en sinagogas para orar y estudiar las Escrituras.

Esto no quiere decir en modo alguno que perdieran el contacto con el templo y el judaísmo palestinense. Al contrario, la mayoría de los judíos enviaba una suma anual para sostener el templo. En ocasión de las grandes fiestas religiosas, muchos judíos de la dispersión visitaban a Jerusalén, tal como puede verse en el libro de los Hechos.

Tanto en la carta de Santiago como en este texto que es nuestra base principal, se aplica el concepto de la dispersión a los cristianos, ya que estos también son advenedizos en donde residen, gozan de una solidaridad desconocida entre los paganos, y deben lealtad a la Jerusalén celestial.

La Nueva Versión Internacional va directamente al grano y obvia la referencia a los expatriados para aludir concretamente a los elegidos. Al igual que Dios escogió a Israel,- asegura -, también escogió a la iglesia desde la eternidad como su propio pueblo.

Sin embargo, nadie debe confundirse por el término que he utilizado. Sigue siendo irrestricta verdad que Dios eligió a su iglesia, pero también que la elegida no tiene absolutamente nada que ver con una institución nominal, sino con la genuina y verdadera que hoy llamamos: Remanente Santo.

Todo lo expuesto está destinado a que comprendamos definitivamente que, a partir de su Soberana Voluntad, Dios nos ha escogido en Él mismo, y nos ha separado por el Espíritu Santo a fin de vivir obedeciendo a Jesucristo. Nada que ver con sentirte bonito en un templo lleno de algarabía humana y luces de colores.

(2 Pedro 2: 1)= Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aún negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.

He incluido este pasaje porque confirma, al decir que Dios rescata, la idea central de que Dios elige, selecciona, escoge. O como se dice en otro sector con relación al evangelismo: añade a los que van a ser salvos. ¿Predestinación, acaso?

No, sabiduría de anticipación. Si tú te vas al infierno, no es porque Dios te predestinó para que allí te fueras o no te eligió. Simplemente, Él sabía que no ibas a aceptar su plan de salvación y te ibas a perder.

Y Dios siempre respeta la voluntad del hombre. Obligarlo a salvarse si no desea hacerlo, sería manipulación, que es hechicería. Dios jamás haría eso. Algún sector de lo que llamamos iglesia, sí lo ha hecho y lo sigue haciendo.

Pero también me pareció atinado introducirlo, porque habla de falsos profetas y falsos maestros. Y dice que van a introducir encubiertamente ciertas herejías. Quiero recordarte que, encubiertamente, significa “sin que tú te percates de ello”.

Ejemplo: aquí no trabajamos de manera encubierta. Decimos quienes somos, que deseamos y que no deseamos. Exponemos una palabra fundamentada en la Biblia y no en ninguna clase de sabiduría humana, ciencia o pseudo-ciencia, y todo está allí, a la vista, se puede tomar o dejar.

Algo encubierto es algo que se introduce como bueno e inapelable. Si existiera alguna clase de herejía dentro del contexto doctrinal de alguna denominación, eso sí sería algo encubierto, porque se estaría diciendo una cosa por otra y, además, se obligaría a los miembros de esa denominación, a respetar lo enseñado sin siquiera atreverse a escudriñarlo en la escritura. Lo he visto.

En cuanto a negar al Señor, un acto que parecería pasible a que cualquiera se diera cuenta y abandonara rápidamente el sitio, también lo he visto, cuando en muchos lugares se le adjudica a una determinada doctrina, ritual, forma de culto, ministro o ciencias de “ayuda” un poder que – se busque o no – hará quedar al Señor en un segundo plano que no es el que le pertenece.

(Hechos 2: 5)= Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

(Verso 9)= Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia.

Esta que se detalla aquí como presentes en el impacto espiritual del Pentecostés, era la misma gente a la que luego, en su carta, Pedro aludiría como receptores de ella. Una forma concreta y precisa del apóstol de dar a entender que, las cosas que emanan del Espíritu Santo, sólo pueden ser entendidas por quienes están llenos del Espíritu Santo.

Esa, quizás, ha sido la mayor problemática de la iglesia de nuestro tiempo: predicarle un mensaje netamente espiritual a un pueblo educado por conceptos humanistas que sólo entenderá lo que pueda tocar y palpar. Es imposible explicarle a un ciego de nacimiento como es un determinado color…

Después nos dice que han (hemos) sido elegidos según la presciencia de Dios. Este es un término que hemos oído y leído a menudo como parte de la persona de nuestro Dios, pero ¿Cuántos de nosotros nos hemos abocado un momento a estudiar que cosa significa presciencia?

Presciencia es un término que describe la omnisciencia de Dios, y en especial el hecho de que él sabe todas las cosas de antemano. Todo es un eterno “ahora” para Dios, pues el tiempo es una propiedad de la creación finita y Dios no está sujeto a ella.

La Biblia enseña que Dios es soberano, que actúa según un plan perfecto y que por su presciencia predestina lo que va a pasar según su voluntad. Esto provee la base de la profecía; pero, a la vez, suscita un difícil problema: ¿Cómo armonizar el libre albedrío y la responsabilidad moral del hombre con la presciencia de Dios?

La Biblia no trata de resolver este problema, sólo reconoce la responsabilidad humana y registra las palabras de Dios: “Anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho.”

Sin embargo, habrá que dejar bien en claro que, cuando se habla de presciencia y predestinación, se habla de algo que tiene que ver con un todo global. Dios no predestina que vas a hacer tú o que no vas a hacer. La predestinación es para la iglesia. Tú, luego, decides si formarás parte de ella o no…

Si decides formar parte de esa iglesia, un día te encontrarás con la disyuntiva de preguntarte a ti mismo o a alguien con capacidad y conocimiento: ¿Para que he sido elegido? Ya la Palabra misma te lo está diciendo aquí, pero hay otros textos que así también lo corroboran.

(2 Tesalonicenses 2: 13)= Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.

Has sido elegido o elegida para Salvación, y no es poco. Pero no has sido elegido de cualquier manera, sino mediante la labor del Espíritu Santo. Él fue quien puso en tu corazón la convicción de pecado en primer lugar, que fue lo que dio origen a tu arrepentimiento y logro de perdón.

Pero todo no termina allí. El ser cristiano no es la mera actitud de aceptar un día a Jesucristo como Salvador personal, pedirle que sea Señor de tu vida y luego sentarte cómodamente a aguardar el día en que Él te llame a su lado para toda la eternidad.

Tienes una muy valiosa tarea por hacer para el Reino de Dios. Pero esa tarea no podrá ser jamás realizada por ser humano alguno si no se mueve por la vida en Santidad. Y es a través del Espíritu que eres santificado. Por eso su nombre de Espíritu Santo.

Este verso dice, además, que has sido escogido por Dios desde el principio. Entonces allí será donde tú te preguntas: ¿Desde que principio? Porque entiendes, como la gran mayoría, que cuando dice principio está hablando de inicio, de comienzo. Pero no es así.

El principio al cual se alude aquí, es el mismo que leemos en el primer verso del Génesis. Y habla de modelo, de patrón, de diseño, de plan a cumplimentar. Esto cambia las cosas, porque ahora entiendes que lo que el verso mencionado dice, es que Dios te ha escogido de acuerdo con su patrón de creación y plan de porvenir. Si esto no te da a entender cuanto vales y que vales para nuestro Dios…

(Hebreos 10: 19)= Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, (20) por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, (21) y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, (22) acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

La confianza en entrar a la presencia de Dios se basa en la sangre de Jesucristo y en su ministerio como Sumo Sacerdote. Por esa razón es que el texto base de Pedro, dice que debemos ser rociados con esa sangre redentora.

La palabra rociado, en este texto, tiene que ver con la aspersión, que era el salpicado ritual que se hacía con la sangre del cordero en los templos como forma de redimir de pecados al portador del animal del sacrificio. Hoy es la sangre de Cristo la que cumple ese rol en cada hombre o mujer del planeta.

Lo que deberemos tener en cuenta de aquí y hasta el final de esta y la segunda carta del apóstol Pedro, es que ellas no han sido escritas para el mundo incrédulo, impío y pecador, sino – Como aquí lo dice -, para los elegidos de Dios. Y esos, si no me equivoco, somos tú y yo, mi hermano, hermana.

Y a esto deberás tenerlo muy en cuenta, porque en cualquier momento, tanto en esta epístola como en la segunda, hallarás palabras que jamás han sido enseñadas como para la iglesia, sino que se dice que son para el mundo. Basta de hipocresías. Estas cartas son para los creyentes.

¿Por qué razón puedo afirmar esto con tanta certeza? Porque solamente a creyentes se les puede mencionar la palabra santidad. Para el mundo incrédulo esta palabra no tiene significación alguna más allá de algún que otro ritual sin contenido que pueda haber vivido o visto en cualquiera de las religiones existentes.

Déjame recalar por un momento en su significado, su historia o comentario global y general. Para ello, nada mejor que la ayuda de un buen diccionario bíblico. Por supuesto, no voy a darle la derecha total. Cuando entienda que debo acotar algo, pues lo haré con la máxima y total libertad. La libertad de ser hijo del Dios altísimo que todo lo sabe y conoce, soberbia de teólogos incluida.

bviamente, no le voy a dar la dercha totalPorLa santidad es básica en casi todas las religiones, destacándose dos cualidades comunes: la de separación o distinción (Lo que es reservado o separado para los dioses) y la de poder. Por lógica consecuencia, lo santo despierta reverencia y temor a la vez que acatamiento y dependencia.”

El Catolicismo Romano eligió para manifestarla, la creación de monasterios donde los futuros santos se alojarían apartados y separados de las tentaciones del pecado y del mundo. Lo único que lograron fue incrementar el alcoholismo y la homosexualidad.

A la primaria iglesia evangélica no le fue mucho mejor. Ellos descartaron de plano a los sitios geográficos apartados, pero implementaron todo un sistema de reglas internas a ser estrictamente respetadas: (No te pintes, no te pongas, no hagas). El resultado tampoco fue el previsto: sobreabundó la hipocresía, la fornicación oculta y el adulterio.

“El Antiguo Testamento relaciona el concepto con el Dios verdadero y utiliza la palabra hebrea QADASH, cuya etimología es incierta (Según algunos, relacionada con separar, según otros, con brillo.) De los varios términos griegos, se ha preferido uno poco usado en el griego clásico (HAGIOS), aunque a veces se emplean otros como HOSIOS y HIEROS.”

Me inclino por considerar, respetar, adoptar e implementar las dos, ya que ambas ofrecen un testimonial claro del hombre o mujer cristianos. Separados del mundo social para servir a un Dios invisible y brillando en sus vidas privadas sin que exista ninguna clase de control humano que se los demande.

“Encontramos la idea de santidad en todo el Antiguo Testamento, pero no hay duda que los profetas la profundizaron, dándole un carácter más personal y ético. En el Nuevo Testamento este aspecto predomina, ya que en el Dios santo se manifiesta en la persona de Jesucristo, quien personifica en sí mismo el significado de la santidad.

En el Antiguo Testamento Dios es santo o santo es su nombre. La santidad de todas las demás cosas o personas que puedan ser llamadas santas deriva de Él y dependen de su voluntad. La santidad de Dios significa que Él es distinto y trascendente con relación a todo lo creado, incomprensible e inaccesible al hombre.

Al mismo tiempo, su santidad se expresa manifestándose, dándose a conocer, llamando al hombre a participar en lo que Él hace. La santidad de Dios no es simplemente lo misterioso, sino su perfección moral, que se manifiesta plenamente en su misericordia.”

Aquí hay una clave que los aspirantes a la santidad deberán tener muy en claro: el concepto básico de la santidad no es un rostro demudado o mustio de sacrificios corporales, sino una madurez moral que conlleva un grado de admiración e imitación por parte del impío.

“Isaías destaca su soberanía y su oposición al pecado. Aunque el Nuevo Testamento no se ocupa tanto de la santidad de Dios, no hay duda alguna que mantiene la afirmación del Antiguo Testamento en todas sus ramificaciones.

Las cosas no son santas en sí mismas, ni primordialmente por su uso en el culto, sino por estar colocadas al servicio de Dios o en relación con Él. Así lo son el lugar donde Dios se da a conocer, el día de reposo, el arca del pacto, las vestimentas y utensilios relacionados con el culto de Dios, las fiestas consagradas a Él y, por supuesto, el templo”

Es más que obvio que esto tiene que ver con la vieja historia hebrea. Hoy, directamente, no hay elementos santos dentro de los templos cristianos. Lo santo es o no el hombre, quien asiste a esos sitios, y no sus elementos materiales.

No existe tal cosa, por ejemplo, como el santo púlpito. Ese sitio desde el cual se predica el evangelio todos los domingos es, en efecto, santo, si quien lo ocupa está en santidad. De otro modo, ese trozo de madera es tan santo como la madera de la puerta de los sanitarios.

Tampoco existe (aunque así esté escrito en millones de ellas), una santa Biblia. La Biblia es la palabra de Dios escrita para alimento de los hombres de su pueblo. Dios es santo y su palabra también lo es. Pero la Biblia es un trozo de tinta y papel puesto como tecnología y vehículo transportador de esa palabra, pero Dios es mucho más grande que ella.

“Tanto los profetas como el Señor Jesús enseñan que estas cosas son profanadas cuando se las considera aparte del propósito y la voluntad de Dios. Dios congrega un pueblo que, por ser separado para Él, es santo.

Por serlo, debe santificar a Dios en el culto, la observancia de la ley y el ejercicio de la justicia y la misericordia. La santidad requerida del pueblo tiene así un contenido religioso y ético, individual y social.”

Te ruego que no confundas la palabra culto aquí utilizada con alguna clase de expresión ritual que tal vez has visto o conoces. Ni siquiera con lo que la iglesia evangélica tradicional produce como tal. El culto a Dios es el respeto a su voluntad, la obediencia a su mandato y la esperanza en sus promesas. Esto, independientemente de las maneras externas de manifestarlo o simularlo.

“El Nuevo Testamento ve en el nuevo pueblo de Dios la continuidad del pueblo santo. Los miembros de este pueblo deben consagrar la totalidad de sus vidas en ofrenda a Dios. La santidad no es privilegio de algunos ya que todos los creyentes son llamados a vivir en santidad según el modelo de Cristo, hasta la plena realización de esa santidad en el Reino.”

Si santidad se entiende, por ejemplo, como el no tocar mujer o no casarse, ya que así es como vivió Jesús, el concepto de santidad se ha tergiversado y confundido. Jesús fue un hombre separado y apartado para Dios, y es un modelo a seguir, pero en un todo existencial. Se puede estar casado y tener una hermosa familia y, al mismo tiempo, brillar separado para el Señor con nuestro servicio o adoración.

(2 Pedro 1: 2)= Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.

Es simple. Pero al mismo tiempo parecería ser que también muy complicado. Porque la iglesia no sobreabunda, precisamente, en gracia y en paz, y ello, conforme a lo que aquí se escribe, sucede porque no hay conocimiento de Dios ni del Señor Jesús.

¿Y de que se trata ese conocimiento? ¿Acaso de un estudio sistemático, como materia, de ciertos aspectos de una teología destinada a conocer más y mejor de Dios? En absoluto. La palabra conocer, en la Biblia, y salvo raras excepciones, está usada como sinónimo de máxima intimidad.

“Conoció” Adán a Eva y Eva concibió. Obvio, no se está habando de que Adán “estudió” a Eva, sino que tuvo máxima intimidad con ella. Lo mismo para el caso de José que no ”conoció” a María hasta que ella no dio a luz a Jesús.

Conclusión: conocimiento de Dios significa tener acceso a un grado alto de intimidad con Él. Cristo es el esposo, la iglesia la esposa. Si no hay intimidad entre esposo y esposa, no hay frutos, hijos. Pero para que haya intimidad, previamente es indispensable que haya pasión.

Y eso es lo que está ausente en la llamada iglesia de hoy: pasión. Tanto la antigua pasión por las almas que se pierden, que es la clásica carga del evangelista, como pasión por anunciar el evangelio a todas las naciones, que es el patrimonio de todo hijo de Dios bien renacido.

(004) Una Herencia que nos Llega desde el Cielo

(1 Pedro 1: 3)= Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, (4) para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, (5) que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

(6) En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, (7) para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, (8) a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; (9) obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.

(10) Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, (11) escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.

(12) A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.

¡Cuanta riqueza, edificación y alimento hay en estas palabras! ¡Cuánto es lo que Pedro deja aquí con el simple acto de obedecer lo que está viendo, sin prestar atención a lo que se está haciendo por tradición y costumbre! Hay pistas para una base sólida que la iglesia o no vio, o no supo tomar, o lo peor: no quiso hacerlo…

Observa el verso 3 y reflexiona: ¿Qué significa renacer? ¿Existe ese acto dentro de los parámetros naturales, humanos y materiales? Imposible. Ya significó, en su momento, la enorme duda de aquel anciano dispuesto a cambiar y salir de su Babilonia persona que era Nicodemo. ¿Cómo haría para regresar al vientre de su mamá y volver a nacer? Él no entendió. ¿Tú, sí?

Renacer es una palabra compuesta por un prefijo, (“Re”) que indica retorno, volver, regresión, vuelta al principio y una palabra, (“Nacer”) que determina un acto concreto. La unión de ambas da como resultado inequívoco volver a nacer o, tal como se lo usa en nuestros ambientes: nacer de nuevo.

La palabra utilizada en los dos únicos sitios de la Biblia en que se habla de este renacimiento, es la palabra griega ANAGENNÁO, que se compone de dos vocablos específicos: ANÁ, que significa entre otras acepciones, Repetición, Intensidad, Inversión, y GENNÁO, que habla de Procrear, Regenerar, Engendrar.

Ambas asimetrías componen, entonces, el término Renacer que estamos utilizando, sin que por ello deje de pensarse que también implica una especie de Regeneración, expresión que será usada en otros textos también para aludir a este acto de entrega de nuestras vidas al Señor.

Ahora bien; ya sabemos que hemos renacido. Tenemos claro eso y nadie más nos podrá confundir con teorías o doctrinas falsificadas por el humanismo. Sólo un problema: ¿Para que hemos sido renacidos por el Señor? ¿Cuál es el motivo esencial por el que Él habrá hecho tal cosa?

Basta, no pienses más. Terminas de leerlo en la Palabra. Dice que hemos sido renacidos para una esperanza viva. ¿Qué significa esto? Si tenemos en cuenta que Esperanza es la espera con certeza de algo probable, lo que rescatamos es que hemos sido renacidos para esperar en Jesucristo con vida activa y no en doliente lamento de muerte.

(2 Corintios 1: 3)= Bendito sea el Dios y Padre de nuestro señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación.

Este texto tiene mucho parentesco con el 3 de nuestro texto base de 1 Pedro, pero con un agregado sumamente valioso e importante: Dice que Dios es Padre de misericordias y de toda consolación.

Consolación tiene que ver, obviamente, con un trabajo arduo de consuelo para con el hombre. ¿Y cuando este hombre necesita consuelo? Cuando se encuentra en determinadas y feroces crisis, lo que en idioma bíblico deberíamos denominar como: Tribulación.

Por lo tanto, si en otros textos de la escritura leemos que Dios llega a permitir que vivamos ciertas y específicas tribulaciones, entre otras cosas, y además de la prueba de nuestra fe que ello implica, hay una posibilidad para que Dios muestre una de sus facetas más valiosas, el consuelo.

(Santiago 1: 18)= Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

Entiende esto: el más grande de los dones que Dios nos concede es la regeneración. Él, de su voluntad, nos hizo nacer a una nueva vida. Su instrumento, – Dice aquí -, fue la palabra de verdad, que Pablo identifica como “el evangelio de salvación”.

El propósito de Dios era presentar a los creyentes como primicias de sus criaturas. Los primeros frutos constituían un anticipo de la próxima cosecha, y eso era a lo que se le llamaba “primicias”. Como tales, tanto Santiago como los demás cristianos de su generación, eran el anticipo de la gran legión de creyentes que vendría después.

La frase de sus criaturas, podría estar indicando que los creyentes son los representantes de la primera etapa de la redención final de todo lo creado, que se halla ahora bajo la maldición divina por causa del pecado.

Será muy prudente que entiendas de una vez por todas, entonces, tú que tienes cierta resistencia a escudriñar la palabra tal como te han mandado, porque sigues considerando ese acto como el de un mero recurso intelectual, que te estás equivocando.

Aunque reconozcamos que ese error se produce a favor de las actitudes denominacionales de ciertos sectores que, en efecto, enseñaron (Y enseñan, todavía), que el evangelio es un tema para los que están intelectualmente mejor preparados.

De ese modo terminan desconociendo y omitiendo todo lo que emana del Espíritu Santo de Dios, (revelaciones incluidas), por considerarlas demasiado “fantasiosas” y sin sustentos analíticos suficientes. Pobre es el hombre de por sí, imagínate si ese hombre pretende evaluar las cosas según su propia sabiduría y aún contrariando la que Dios ha legado…

(1 Corintios 15: 20)= Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.

Termino de consignar que primicias son los primeros frutos que maduran en una cosecha; anuncian la inminente siega. De acuerdo con o que se puede leer en el capítulo 23 del libro de Levíticos, los primeros frutos de la Pascua se usaban par consagrar la próxima cosecha. Jesús murió en la Pascua, y su resurrección es una promesa (Y por lo tanto primicia), de nuestra propia resurrección.

Luego se nos habla de una herencia que nos llega desde el mismísimo cielo. Y se nos presenta con tres elementos concretos y claros. Es: incorruptible, incontaminada e inmarcesible. Tres palabras que sintetizan la calidad y la cualidad de esa herencia que no es una herencia cualquiera, es la herencia de Dios para sus hijos, para su pueblo.

Incorruptible: Es algo no corruptible. Es algo que no se puede pervertir, esto es: no se puede modificar su esencia básica. Y una tercera acepción señala que es algo difícil de pervertir.

Incontaminada: No contaminado. No mezclado con elementos nocivos.

Inmarcesible: Que no se puede marchitar. Esto es: algo que siempre mantiene vida y savia interna. Siempre verde.

Y agrega que esa herencia está reservada para nosotros, en los cielos. No en EL cielo, tal como normal y vulgarmente denominamos al sitio donde suponemos, habita Dios. No se habla del lugar donde siempre se nos dice que iremos cuando partamos de esta tierra y de esta vida. Dice de LOS cielos.

¿Es que acaso hay más de un cielo? Si seguimos con atención algunos relatos bíblicos, quizás descubramos que sí. Por ejemplo, Pablo habla en una de sus cartas, cuando relata una experiencia tremenda que acaba de vivir, que fue arrebatado al tercer cielo.

Entonces, es muy dable pensar con un alto porcentaje de lógica de razonamiento, que si existe ese Tercer Cielo al que Pablo ha sido llevado por motivos muy singulares, existen por lógica deducción un primero y un segundo cielo. Pero ese es otro estudio…

(Colosenses 3: 23)= Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; (24) sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

(25) Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.

Primero, veamos que es la acepción de personas. La palabra utilizada para este término es PROSOPOLEPSIA, que se traduce como: Favoritismo, Parcialidad, Distinción, Predisposición, Preferencia condicional.

La palabra denota un juicio parcializado que presta atención al rango, la posición o a las circunstancias, en lugar de considerar las condiciones intrínsecas. Dios no muestra parcialidad en su justicia ni en su juicio, cuando se relaciona con los seres humanos, y espera que nosotros sigamos su ejemplo.

¿Lo seguimos? No lo seguimos un pepinillo. Fíjate donde quieras que vayas, y aún con los hombres mejores y más probos al frente, la tremenda e inocultable acepción de personas que existe dentro de nuestras congregaciones.

Las hay raciales, clasistas y, esencialmente, materialistas y económicas. No es lo mismo de ninguna manera en muchas de nuestras iglesias, a la hora de elegir a alguien para algún cargo influyente, optar entre aquel que diezma bien fuerte porque es un rico empresario, que a aquel que lo hace austeramente porque es un obrero con trabajo alternado.

Se cuenta en un relato, a propósito de este tema, que en una congregación de alto nivel ubicada en una zona residencial de nuestra ciudad de Buenos Aires, un hombre muy mal vestido acertó a ingresar en ella media hora antes del inicio del culto.

Todavía había muy poca gente, así que este buen hombre fue y se sentó en la tercera fila, ya que las primeras dos tenían tarjetas identificatorias que rezaban la palabra “reservado”. No obstante, a medida que comenzó a llegar la gente que habitualmente ocupaba esos bancos, los ujieres se encargaron de hacerlo poner de pie y retirarlo hacia más atrás.

Finalmente, y con el templo ya completo, quedó de pie junto a la puerta de salida. Como tenía graves problemas auditivos por una enfermedad, desde allí no oía nada de lo que se decía, así que con profunda tristeza y amargura salió del templo a la calle.

Frente a la iglesia había una pequeña plaza con bancos. El andrajoso hombre cruzó la calle, fue y se sentó en uno de esos bancos. Se puso a pensar en lo que había sucedido allí, precisamente donde unos jóvenes que repartían tratados le habían dicho que encontraría a Jesucristo, y con profundo congoja se puso a llorar.

Fue en ese momento en que de la nada apareció el Señor mismo, en persona. Se sentó a su lado, le puso una mano sobre los hombros y le preguntó: “¿Por qué lloras?” – El hombre, sin mirarlo, le respondió: “Lloro porque en la iglesia de Dios, parece que yo no tengo lugar…” Entonces el señor lo miró y le dijo: “No te preocupes, yo tampoco lo tengo…”

Pero no es lo único que dice este texto. Dice, en primera instancia, que todo lo hagamos, tiene que ser hecho de corazón. ¿Qué significa hacer algo “de corazón”? Significa hacerlo con un sentimiento, una emoción y una voluntad alineados en una misma dirección.

Porque en muchas ocasiones, hacemos algo que una parte nuestra no tiene ni la menor gana de hacer. Quizás lo hacemos por obligación, porque debemos quedar bien o por alguna otra clase de compromiso, pero no tenemos la intención genuina de hacerlo. Eso se llama hipocresía, y Dios nos dice a través de toda la Biblia que debemos descartarla de nuestro común culto diario a Su nombre.

Si la iglesia del Señor actuara en cada momento, en cada caso y en cada actitud respetando esta palabra: “como para el Señor y no como para los hombres”, la iglesia YA sería sin mancha, sin arruga, victoriosa y más que vencedora. ¿Por qué? Simple: porque Dios estaría con ella y no tendría nada de que avergonzarse.

Hoy – Todos lo sabemos, aunque no siempre lo digamos -, no es así. Cuando alguien nuevo llega a una congregación, siempre aparecerá un “veterano” que le “aconsejará” proceder teniendo en cuenta el viejo precepto de las Relaciones Públicas empresarias: “La mujer del César no sólo debe ser buena, sino también parecerlo.”

Que si se tomar tal como está escrito, después de todo, tan malo no sería, ya que la gente sería buena y también lo parecería. Pero no; de esta buena frase, se han quedado (El mundo secular desde siempre y ahora también la iglesia), con una sola expresión: parecer bueno. Serlo ya no interesa demasiado.

El problema, tal como están organizadas nuestras agrupaciones, es que a este precepto lo tienen muy en cuenta los pastores que lideran esos grupos. Ellos ya se acostumbraron a quedarse con lo que ven en lo externo, sin importarles demasiado la verdad de lo interno. Consecuencia: los más altos cargos de las iglesias están ocupados por los mejores actores y actrices.

Sólo un problema que nadie ha visto o que nadie quiere ver. Cuando se presenta un problema de contenido espiritual, (Intercesión, liberación, guerra, evangelismo), los actores y actrices no prevalecen porque ellos sólo conocen la letra del libreto.

Y así es como nuestras congregaciones se convierten una por una en centros religiosos y sociales preocupados enormemente por la figuración y la politiquería religiosa, mientras que decenas y centenas de hermanos necesitados se mueren espiritualmente porque no hay nadie ungido para darles una mano genuina.

¿Y todo esto para qué?, podrás preguntarte. El mismo texto te da la respuesta, la quieras ver o prefieras adaptarte a las normativas religiosas limitantes. Dice que es por la recompensa de la herencia. Esto significa una sola cosa: hay una recompensa.

¿Recompensa? ¿De que recompensa me habla, hermano? ¡¡Yo soy un siervo fiel, humilde y no interesado, y no pienso de ninguna manera reclamar ninguna recompensa! ¿Ah, no, eh? Pues entonces mucho me temo que Dios habrá de dejarte afuera por desobediente. Porque si Él dice que hay recompensa, tú y yo la única libertad que tenemos es para decirle: ¡Amén Señor! ¡Venga esa recompensa!

El verso 5 nos asegura que Dios nos guarda. ¿Qué quiere decir esto? Que Dios nos protege, nos pone a buen recaudo de las seguras inclemencias que la vida cotidiana podría traernos. Pero atención: Él hace eso si nosotros tenemos la fe necesaria, ya que dice que Él nos guarda mediante la fe.

¿Y para qué? Para alcanzar la salvación. Con lo que aquí nos encontramos con un pequeño detalle que por allí les hace trizas la teología a más de un cabezón diplomado: la salvación se alcanza. Y cualquiera sabe que, para alcanzar cualquier cosa que deseemos, minimamente tenemos que hacer un esfuerzo.

Pequeño, mediano, grande, pero esfuerzo al fin. – ¡Pero no, hermano! ¡La salvación es por gracia! ¡Nosotros no hacemos mérito alguno para lograrla ni debemos hacer ningún esfuerzo para obtenerla! Dios la da o no la da…

¿Ah, sí? Ve y cuéntaselo a Pedro, entonces. Parece ser que él lo veía, – Al menos en una pequeña proporción – de un modo algo diferente a como lo estás viendo tú. De otro modo no hubiera dicho lo que dijo o lo hubiera dicho de otro modo.

Es verdad total que yo no puedo pretender hacer ningún mérito para ser salvo. También es verdad que, por más que me esmere, si no acepto a Jesucristo como único Salvador y mediador en mi vida, jamás lo seré. Pero no menos cierto resulta que, una vez que se determine mi estado de “salvo”, deberé hacer alguna clase d esfuerzo para completar esa decisión y alcanzar definitivamente ese regalo del cielo.

(Juan 10: 27)= Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, (28) y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás ni nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

A mí se me ocurre hacerte una pregunta en esta altura del estudio: ¿Tú estás oyendo o no la voz de Cristo? Porque aquí el que está hablando es Jesús y está diciendo que Él (Y yo agregaría: sólo Él) es “El Buen Pastor”. Entonces resultará muy importante que puedas oír su voz para seguirle.

Es que…hermano…¿Cómo se oirá esa voz? ¿Será de manera audible? – Quizás. – ¿O tal vez por medio de su palabra? – Tal vez. – ¿O no será mediante sueños o visiones? – Puede ser. – ¿O quizás por pensamientos, ideas u otras maneras desconocidas? – También es posible.

Hermano…a todo me dijo que sí, que es posible, que quizás, que tal vez, pero en definitiva no me dijo cual es el modo. – Es que no hay UN modo. Dios es soberano y se mueve como quiere, cuando quiere y de la manera que se le ocurre.

¿Entonces? ¿Cómo hago para oír su voz y conocerle? – Oye a sus instrumentos, a sus mensajeros. Pero cuidado: óyelos e inmediatamente comprueba con la escritura en tus manos, si lo que te están diciendo es así. Si lo es, puedes conocer a Cristo a través de esa palabra. Si no lo es, mejor búscate otro predicador porque ese, mucho me temo que es falso.

El caso es que Jesús brinda en este pequeño párrafo, una lección completa y acabada, aunque sintética, de la tarea real y genuina de un pastor real y genuino. No hablo de imitaciones humanistas más vinculadas a la gerencia principal de una empresa llamada iglesia, que a un protector de ovejas.

Y dice que ellas oyen su voz. ¿Recuerdas la cantidad de veces que Jesús dice a quien quiera oírlo, que “aquel que tenga oídos, oiga”? ¿Es que acaso esto significaba que en esos tiempos abundaban los enfermos de sordera? No. Lo que abundaba, igualito que ahora, era la sordera espiritual.

Él agrega que las conoce. A esto, si quieres. Vamos a tomarlo desde los dos ángulos más visibles: el literal, humano y el espiritual. Bíblico y simbólico. Si dice que las conoce, es porque las conoce. No tiene a cinco mil anotadas en un registro y atendidas (Cuando son atendidas) por ayudantes, co-pastores o como se llamen en tu iglesia.

¿A quien se le podría ocurrir llamar “pastor” a un hombre que viaja permanentemente durante la mayor parte del año por todos los países donde sus amigos y consiervos lo invitan a predicar y jamás ha pasado siquiera cinco minutos con la mayoría de quienes lo consideran como SU pastor?

¡Pero no, hermano! ¡Si no nos organizamos de este modo, jamás podremos crecer! – Es verdad. En número de miembros, si no se organizan de esa manera, jamás podrán crecer. El problema es que, aunque crezcan en número y de un modo hasta impactante y asombroso, jamás tendrán un pueblo maduro.

Porque el discipulado, esa realidad altamente necesaria en la vida de un recién convertido, se habrá transformado en una rutina pedagógica que nadie valorará. Ni los supuestos discipuladores ni mucho menos los supuestos discipulados. Él las conoce. Tú pastor, no del todo. Esa es la diferencia.

La otra forma de ver ese conocimiento, es desde lo espiritual. Ya te he dicho cien veces que, cuando la Biblia usa el término conocer, en realidad de lo que siempre está hablando, es de intimidad. Interprétese bien. El pastor que no tenga intimidad con su pastoreado, jamás llegará a conocerlo, jamás se dará a conocer y jamás podrá ser canal de bendición.

Llegado a este punto, hay que evaluar con una especie de filtro o zaranda, donde sólo quedará lo excelente, si la gran mayoría de pastores tienen verdaderamente interés de pastorear a sus ovejas o sólo les importa mantenerlas dentro del redil para que sigan aportando sus diezmos y ofendas y así mantener la iglesia, la organización y mantenerse a sí mismo.

Finalmente, dice que no perecerán jamás. ¿Inmortalidad? Desde lo espiritual y eterno, obviamente que sí. La vida eterna está asegurada y garantizada por todo el evangelio. El dilema para ti es decidir en que lugar de los que conoces habrás de vivirla.

Y concluye expresando que nadie puede arrebatar esas ovejas de la mano del Padre. ¿Esto es una confirmación a doctrinas que hablan de la salvación imborrable e inalterable pase lo que pase? No. Esto, lo único que asegura, es que mientras tú andes en Cristo, la mano de Dios no te suelta. Pero si decides irte…Dios no va a impedirlo porque jamás impone su voluntad por sobre la de su Creación.

En el verso 6. he hallado algo que a primera lectura siempre me resultó curioso. Porque se nos dice que, pese a sentir una enorme alegría y también gozo por todo lo bueno que se nos presenta, tendremos que ser afligidos.

Dime la pura y más sincera y santa de las verdades: dicho así, de este modo, ¿No es como que te suena algo raro? Seamos más claros: ¿No suena como una especie de crueldad innecesaria? Si se considera a la aflicción como un mal a combatir, de hecho que sí.

Veamos que es lo que nos dice un diccionario secular sobre la palabra Aflicción: Acción y efecto de afligir. Muy bien: Afligir: Del latín Affligere.- Causar molestia o sufrimiento físico.- Causar tristeza o angustia moral.- Preocupar, inquietar.- Sentir sufrimiento físico o pesadumbre moral.-

Es decir que, más allá del júbilo y la algarabía que en nuestro ser puede determinar el hallar a Cristo, la salvación y esta vida abundante prometida, vamos a tener que pasar por estas cosas. El por qué, la misma palabra te lo explica aunque hoy muchos de nosotros podamos no entenderlo.

Pero no lo entendemos porque en nuestro español de dudosa validez, tomamos a ciertas terminologías con una entidad que conforme a los originales bíblicos, no es la correcta. Esto sucede, en este caso, con esa expresión de: tengáis que pasar por aflicciones…etc.

Porque lo cierto es que la palabra utilizada en este texto y que luego será traducida como tengáis, es la palabra EJO, que incluye una forma de altitud que derivará en SJEO, que tiene varias traducciones a saber: Sostener, Posesión, Capacidad, Contigüidad, Relación o Condición.

Pese a lo complicado que resulta adaptar el griego a cuestiones tan específicas y puntuales como conlleva el evangelio, a todas luces queda en evidencia que este tengáis no tiene nada que ver con algo ineludible u obligatorio como interpretamos en nuestra ligera lectura.

Este término se emparienta mucho más con que sostendremos aflicciones, o las poseeremos aún en contra de nuestra predilección o viviremos esa condición mal que nos pese porque así está dispuesto en su globalidad para que se produzca lo que se dice a continuación.

(Romanos 5: 1)= Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro señor Jesucristo; (2) por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Toda la vida cristiana es el fruto de la gracia de Dios, en la cual estamos firmes: su favor y provisión en Cristo que no merecemos. La gloria de Dios es una manifestación externa de su esencia interior. Al regreso del señor se revelará esa gloria en toda su plenitud, y los creyentes se regocijan por la perspectiva de contemplarlo tal cual es y compartir su gloria.

(1 Pedro 5: 10)= Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.

La palabra padecido, aquí, reemplaza a la de “afligidos” que figura en el texto base. Y tiene que ver con sentir física y corporalmente un daño, dolor, enfermedad, pena o castigo.- Soportar agravios, injurias, pesares, etc.- Sufrir algo nocivo, desventajoso.-

Fíjate, entonces, que ninguna de estas acepciones tiene que ver con una obligación dispuesta por alguien, sino con consecuencias casi lógicas de una vida cotidiana en un marco imperfecto. Los agravios, las injurias y los pesares, generalmente pueden llegar a experimentarse dentro mismo de nuestras congregaciones. Y en mucho mayor medida si se confronta con las corrupciones o fraudes de la estructura tradicional.

(Santiago 1: 2)= Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas. (3) sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.

Vamos por partes: convertirse en cristiano no libera automáticamente a nadie de las dificultades. La actitud correcta al enfrentar la adversidad es tener sumo gozo, lo cual no es una reacción emocional, sino una deliberada e inteligente evaluación de las circunstancias desde la perspectiva de Dios, al ver las pruebas como un medio para el crecimiento moral y espiritual.

No nos gozamos de las pruebas en sí mismas, sino de sus posibles frutos. Someter a prueba, equivale a comprobar lo genuino de algo. Sirve como una disciplina para purgar la fe de sus impurezas, extirpando lo que es falso. La paciencia no es mera resignación pasiva ante circunstancias adversas, sino firmeza y valor que nos ayudan a resistir con valentía.

De eso, en términos generales, es de lo que está hablando Pedro en el verso 7. Se ha confundido y mucho esta expresión y, esa confusión, ha llegado al extremo de implementar nuevas doctrinas basadas, específicamente, en el sufrimiento.

Algo así, como: “si sufres, pasas por la prueba necesaria para que Dios te acepte.” Ni por asomo Pedro hablaba de esto. Esto es algo muy similar al estoicismo y el pueblo de Dios está llamado a ser un pueblo fuerte, pero de ninguna manera estoico.

Es caminar por la cornisa. El estoicismo, que deriva de la vieja escuela de Zenón que se reunía en el pórtico de Atenas, fundamentaba su fortaleza en una especie de dominio mental por sobre la adversidad. Pero lo nuestro no emana de nuestra mente ni de nuestra alma. Nuestra fortaleza emana de Dios y de su Espíritu. Absolutamente nada que ver.

Tú te preguntas, a esta altura, en qué puede tener deficiencias o impurezas tu fe. Quieres saber, quizás, que diferencia hay entre alguien con una fe genuina a otro con una fe impura. Simple: la fe genuina solamente espera en Dios. La fe impura, en ritos, métodos, gestos, actitudes, rituales y demás “servicios anexos” que, en más de un caso, han sido publicitados desde las que se dicen nuestras “iglesias”.

Sin embargo, cuando lega una auténtica crisis que puede ser física, emocional o sentimental, esa crisis actúa como un filtro. Allí se van a la basura todos los rudimentos falsos porque su propia inutilidad da cuenta muy claramente de su falsedad. Esto es: de una crisis de alta graduación, la fe que sale indemne, es la fe auténtica. Cualquiera de los otros modelos “for export”, quedan en el camino.

(Salmo 66: 10)= Porque tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata.

Dios nos va a probar como a la plata, Si nos mantenemos firmes teniendo los ojos puestos en Jesús, la aflicción, la presión o las circunstancias adversas no nos podrán desanimar, ni hacer perder la fe, ni la visión. Eso sí, debemos tener mucho cuidado de no culpar a alguna persona por ello.

¿Qué es lo primero que un recluso hace cuando sale de la prisión? Mirar hacia arriba y ver la belleza del cielo, la libertad con que las nubes se mueven por el viento. Es una forma sencilla y práctica de disfrutar de una libertad por mucho tiempo negada.

Cuando pasamos por situaciones difíciles, es como estar en la cárcel, pero cuando pasamos la prueba, salimos a una nueva libertad; dejamos el lugar de confinamiento y pasamos a un ensanchamiento, a una nueva etapa, a un lugar de abundancia en donde hay libertad, aire fresco, a un nuevo nivel de unción. En este tiempo el Espíritu del Señor nos está empujando a otro nivel.

Salir de las babilonias falsas y religiosas, es como salir de una cárcel. Miles de hermanos fieles que por años dedicaron todas sus horas al servicio activo eclesiástico, más que al señor, sienten esa bocanada de aire fresco el primer fin de semana de libertad auténtica en Cristo.

Muchas hermanas que leen esto, han estado en un embarazo, y el tiempo más difícil es cuando se acerca el momento del alumbramiento. Porque por lo general hay un lapso largo de labor. Es difícil para la mujer cuando el bebé está cruzando el canal uterino y se sueltan químicos en su cuerpo para producir la dilatación; también el Espíritu Santo suelta químicos en el Cuerpo de Cristo. ¿Puedes entenderlo?

Esos “químicos” son palabras y declaraciones proféticas que cambiarán la atmósfera espiritual para que, en definitiva, se manifieste la vida. No lo olvides: tiene la misma expectativa, el mismo temor y la misma ansiedad que un “pre-parto”. Pero luego, también, tiene su mismo gozo por la vida nueva que ha visto la luz.

(Romanos 2: 5)= Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, (6) el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: (7) vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,

La palabra clave, aquí es Perseverancia, que es una especie de constancia en la virtud y en mantener la gracia hasta la muerte. Es la acción de perseverar, que es mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión.

Y se nos dice que esa perseverancia tiene que ser para hacer el bien. ¡Cualquier religión propone eso! Me podrán decir y no se equivocan. Todas las religiones del planeta fundamentan sus doctrinas básicas precisamente en eso: hacer el bien.

Sin embargo, algo está sucediendo con la espiritualidad de la gente. Si insistimos en verla desde la óptica de las religiones, algo está ocurriendo y no es bueno. Porque pese a esto que mencionamos, no hay abundancia del bien y escasez del mal en la tierra, sino todo lo contrario.

¿Qué es lo que pasa, entonces? ¿Las religiones no están cumpliendo con sus objetivos primarios? No, pero no t3e sorprendas; jamás lo hicieron. ¡¡Pero si hay muchos creyentes que hacen el bien!! Sí, pero no son religiosos, son creyentes.

¿Y no es la misma cosa? No lo es. Porque la religión se fundamenta en un fundador, ya muerto que ha dejado una doctrina escrita en un libro que debe respetarse a rajatabla. Sucede con Mahoma, con Buda, con José Smith y tantos más.

Pero el cristianismo, ¿También es una religión? El mundo dice que sí porque hay un fundador, Jesús, que murió y dejó un libro, La Biblia, que encierra una doctrina que será respetada. Sólo un pequeño problema: ¡¡¡Cristo vive!! Y allí es donde se termina la religión y comienza el evangelio dinámico que predicó Pablo, Pedro y que la iglesia, (Nosotros) debemos seguir en perseverancia.

¿Perseverancia con qué o contra que? Pueden ser muchas cosas, agresiones o persecuciones incluidas, pero fundamentalmente, nuestra perseverancia es en contra de los postulados de la religión. ¿Qué religión, la Católica Romana, quizás? Sí, pero también la Evangélica y todas las demás anexadas que, lo único que han conseguido con el tiempo, ha sido espantar a la gente del camino al Dios genuino.

Un pensador de mi país, secular y ateo, creo, fabricante de aforismos que suele reunir en libros que vende muy bien, y que se llama José Narosky, dijo una vez esto, que para mí, pese a su condición personal, pasó a ser un resumen sintético de lo que hoy tratamos de enseñar los hombres que dependemos del Señor más allá de las estructuras religiosas de cualquier color:

“…Cuando las religiones separan a los hombres, se apartan de Dios…”

El verso 9 tiene un elemento notorio y hasta notable, si quieres. Porque allí dice que podemos amar a Dios, sin haberle visto. Escucha: no es ninguna tontería esta, eh? ¿Tú crees que es sencillo amar a alguien que no vemos, cuando nos cuesta tanto trabajo hacerlo con aquellos que sí vemos?

Esposo: ¿Amas a tu esposa, verdaderamente, o apenas soportas la convivencia con ella porque es buena persona, cocina bien, etc.? Parece grosero decir esto, ¿No es así? No le hace: Miles de matrimonios siguen unidos por estas cosas. Jamás se divorciarán. Jamás se podrán amar. Aunque todos los domingos estén sentaditos juntos en un templo. Aunque alguno de esos domingos les toque dar testimonio de su amor de familia “para modelo de los más jóvenes”.

De esto podemos hablar en todos los niveles, pero no es mi intención hacer algo que te obligue a dejar la lectura de este trabajo y salir corriendo adonde haya un consejero porque has descubierto tu falta y carencia de amor verdadero. Sólo te haré una pregunta: ¿Amas a Dios?

Creo que puedo oír tu alarido de respuesta afirmativa aunque te encuentres a miles de kilómetros de mi Argentina. Sin embargo, y a la manera de Jesús con Pedro, debo repetirte la pregunta una vez más para que la respondas pensando: ¿Amas a Dios?

¿Y como es ese amor? Porque he oído a personas, (en este caso, mayoritariamente mujeres y mujeres solas, ya sea solteras mayores, viudas, separadas, divorciadas o casadas infelices) asegurar que aman a Jesús. Pero resulta ser que, luego, en la consulta personalizada que los pastores suelen hacer con esas personas, se descubre que ese “amor” a Jesús es un sentimiento de reemplazo por el hombre ausente en sus vidas. ¿Pecado, acaso? ¡No! ¿Por qué habría de serlo? No hablamos de pecado, hablamos de amor. Y pecado, eso, no es. Pero amor real y verdadero, tampoco.

¿Quieres que te diga la verdad? No me atrevo a escribir ni dos letras relacionadas con el amor a Dios. Ni siquiera tengo la capacidad para explicar el amor de Dios para con nosotros. Puedo hablar teológicamente, sentimentalmente, emocionalmente y hasta científicamente si quieres, pero jamás podría decir, (al menos hasta hoy) algo con la autoridad suficiente como para que los dos estuviéramos seguros de haber hablado de lo que realmente debería ser nuestro amor a Dios.

(1 Juan 4: 20)= Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

Este versículo resume sintéticamente, y desde la misma Palabra, lo que hemos compartido más arriba. No obstante, habrá que aclarar algo muy importante que no siempre se aclara, con el fin de no sentirse culpables de algo cuando en realidad no lo seas.

Imagínate que si tú te peleas por ver quien ocupa la plataforma, junto al pastor, el próximo domingo, con un hermano con el cual siempre has tenido buena relación y, de allí en más, pasas a aborrecerlo, es indudable que formas parte de lo que aquí se dice: será imposible que puedas asegurar amar a Dios y aborrezcas a ESE hermano y por ESA causa.

Porque es indudable, (Y así se desprende de este relato de ficción que he hecho), que ese hermano es tan genuino, fiel, sincero, íntegro y verdadero como tú y que, en todo caso, ambos han entrado por ignorancia en el juego de los demonios de soberbia y orgullo que llevan a ciertos creyentes a suponer que lo más importante del evangelio es la figuración ante los demás.

Pero hay otro caso que no tiene absolutamente nada que ver con tu amor a Dios y con hermanos verdaderos. Porque si tú aborreces a alguien que concurre a la misma congregación que tú, ocupa cargos importantes, predica, es líder y convoca a mucha gente, pero tú sabes muy bien que es falso, hipócrita y su servicio es solamente un medio para aumentar sus ingresos personales, entonces ese aborrecimiento tuyo tendrá que ver con tu amor a Dios porque Dios también lo aborrece.

Y con respecto al ver o no ver, los seres humanos sin Dios necesitan imágenes para sentir amor, respeto, veneración o adoración por alguien. Por eso los llamados “ídolos” humanos, ya sean deportivos, actorales, músicos u otros, son honrados con sus fotografías y afiches en los lugres públicos.

Por esa misma razón, toda clase de ídolo (Incluidos los religiosos) necesitan de un ícono, de una imagen, de “algo que se vea” para poder invitar a otros a su adoración o pleitesía. No importa su sentido. En cualquiera de sus aspectos, sigue siendo idolatría y, como tal, aborrecida por Dios. Los verdaderos hombres y mujeres de Dios, (Comenzando por el mismísimo Jesús) no hicieron hincapié en sus imágenes personales.

¿Imaginas una iglesia promocionando una predicación de Jesús con su fotografía tamaño natural en la puerta? ¿O una página de Internet publicitando Su ministerio de Salvación, Sanidad y Liberación, con la foto en la página principal de Jesús junto a María y José su familia, con el “inocente” pretexto de que “todos le conozcan”?

¡Por favor! ¡Entiéndeme y ten paciencia! ¡No me tomes por irónico, hiriente o mal intencionado! ¡¡Es que no tengo otra manera que esta para dejar en evidencia que hay cosas que son de Dios y otras que no lo son, aunque nos encontremos con todas juntas y en un mismo lugar!

Muchos de los que pudieran aborrecerme por no coincidir con sus doctrinas, dicen amar a Dios. ¿Podría yo aborrecerlos, sin conocerlos, y luego predicar sobre el amor a Dios? Sólo sé que si Dios nos juzgara, sentenciara y ejecutara de la misma manera con que nosotros lo hacemos con muchos conocidos, el cielo estaría vacío. Ni siquiera llegarían a esos 144 mil que difunden y creen los Testigos de Jehová…

UN día dialogué con dos de ellos que hacían trabajo “evangelístico” en mi calle. Les pregunté cuantos eran en mi ciudad. Me dijeron una cantidad muy importante. Entonces le dije, simulando admiración, que eso garantizaba un número muy alto en el país…

Allí, con indisimulado orgullo sectorial, (El mismo que muchos de nosotros demostramos para con nuestra iglesia local o nuestra denominación), me dijeron que calculaban que eran cerca de un millón.

Allí fue donde con rostro de infinita inocencia le pregunté que pasaría con los 856 mil que se perdían, ya que si sólo se salvaban 144 mil… ¡¡Hubieras visto esas caritas!! ¿Será posible que nadie se los hubiera dicho antes? Y eso que nos quedó el resto del mundo sin comentar…

(Juan 20: 29)= Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.

¡Que historia la de Tomás! ¿Te diste cuenta que de Tomás sólo has escuchado alguna que otra predicación, tomándolo como modelo de incredulidad? Resulta injusto, porque salvo Pedro y Juan, y con algunas excepciones, el resto del grupo de discípulos dejaron en evidencia ser lo suficientemente incrédulos como para, incluso, no tener en claro para nada quien era Jesús y a qué había venido.

Sin embargo, cuando hay que hablar de un incrédulo de marca mayor, allí está Tomás. “Si no lo veo no lo creo”, o “Si no lo toco no lo creo”, han pasado a ser en algunos lugares, verdaderos íconos de la incredulidad más manifiesta y ofensiva para Dios. No te lo creas; hay otras incredulidades mucho peores, porque no están afrontadas abiertamente como la de Tomás, sino escondidas en actitudes hipócritas y de simulación permanente. Dios conoce todas las cosas y no le tiembla la mano a la hora de hacer juicio. Ah, y Dios es justo…

De todas formas, también nos la hemos agarrado con el pobre Pedro a la hora de predicar sobre cobardía y temor al hombre. Leemos el pasaje de la negación y decimos: ¿Ves, hermano? ¡Esto es cobardía, esto es miedo a lo que el hombre pueda hacerte! ¡¡Nunca cometas el mismo error!!

Y la gente se desgañita aullando “¡¡Amén!!”, y se olvida que cuando llega a su barrio, a su calle, a su casa, si algún vecino le saluda y le pregunta de donde viene, le da vergüenza o temor decir que viene de la iglesia y dice que viene del parque de diversiones o de bailar chá-chá-chá… ¿Pedro?

Y además, si prestas atención bien prolija a ese relato, podrás comprobar que, cuando Pedro le dice a Jesús que dará su vida por Él, mereciendo como respuesta lo que todos conocemos, allí mismo podemos leer que: …todos los demás dijeron lo mismo…

Es decir que la promesa de dar la vida por Jesús si era necesario, fue hecha en voz alta por Pedro porque quizás era el más “bocón” del grupo, pero fue respaldada y corroborada por todos los demás. Pero a la hora de la crisis sólo Pedro se atrevió, por lo menos, a asomarse por el lugar a ver qué estaba pasando, en tanto que los demás ni siquiera aparecieron…¿Un solo cobarde?

El beneficio de creer sin ver, que es el básico fundamento de la fe genuina, es ser feliz. ¿Cuánto cuesta ser feliz en esta vida? No te lo puedo decir yo, no soy quien, pregúntale a toda la gente que conoces, creyentes o incrédulos y podrás hacer una estadística más o menos aproximada.

Porque ser bienaventurado significa precisa y específicamente eso: ser feliz. ¿Será por ese motivo que es mucha más la gente que no puede, no sabe, no quiere o ni siquiera intenta ser feliz que la que sí parece serlo?

Digo más: ¿Hay gente que demuestra ser feliz? ¿Conoces más de diez? Los hay, eso es notorio, pero no abundan. El por qué, quizás lo debas buscar en este mismo principio encerrado en este verso: si necesitas ver para creer, quizás te incorpores a alguna religión organizada, pero no podrás ser feliz. Porque Dios mismo en su inspirada Palabra nos dice que eres feliz si puedes creer sin ver.

¡Pero hermano! ¿Entonces está mal desear milagros para ver? No, no está mal. Es hermoso asistir a cualquier clase de milagros de Dios porque nos sobrecoge, nos empequeñece y nos refuerza la fe. Pero una cosa es desear ser testigos de milagros y otra muy distinta vivir toda una vida persiguiéndolos. No te olvides que dedicarte a buscar los milagros de Dios puede llevarte a olvidar y dejar de lado al Dios de los milagros…

Y nos encontramos con el verso 9, y allí con una expresión que muy pocos han estimado conveniente estudiar más a fondo, pero que no parecería ser lo que a primera vista la mayoría lee y entiende. Porque dice que así obtendremos el fin de nuestra fe, que es la salvación…de nuestras almas.

No voy a profundizar en esto porque no he recibido ni palabra ni revelación para hacerlo, y si evalúo conforme a mi propia sabiduría, seguramente llegaré a una tesis más que no hará sino agregar un punto más de confusión en el que se camina en este asunto.

Watchman Nee, ese chino naturalizado americano que tanto le ha aportado al evangelio con sus profundos estudios sobre las diferencias entre el alma, el espíritu humano y el cuerpo (“El Hombre Espiritual” quizás, haya sido su obra cumbre) tiene su propia visión de esto: él asegura que hay dos salvaciones: una del espíritu humano y la otra del alma.

No es descabellada su teoría. Si partimos de la base que Pablo nos dice que somos alma, cuerpo y espíritu, y luego leemos que cuando morimos, nuestro cuerpo vuelve al polvo de donde era y el espíritu vuelve a Dios que fue quien lo dio, nos está quedando el alma sin mencionar.

Allí es donde mucha gente se fabrica un enorme paquete enredado del cual no sabe como salir y decide olvidarlo y pasar a otra cosa, que es lo que la mayoría de los cristianos hemos hecho históricamente cuando no entendíamos algo. Por eso ignoramos tantas cosas. Lo que teníamos que hacer era obedecer el mandato del Señor de escudriñar, que es investigar, buscarle cinco patas a un gato que a la vista parece tener solo cuatro…

Yo, te confieso, no he llegado mucho más allá de lo que ha llegado el común denominador. Prefiero no adherir sin evaluaciones personales la teoría de W. Nee por una razón: Dios me manda a comprobar por mí mismo si estas cosas son así, las diga quien las diga.

¡¡Pero hermano!! ¡Es que es un siervo que ha demostrado estar acertado en la mayoría de sus estudios! Así es, sin dudas. Pero sigue estando bajo maldición el hombre que confía en el hombre sin pasar sus dichos por la palabra, y eso es válido para todos por igual: anónimos y “famosos”.

De allí que, viendo lo escrito, se puede entender que, mientras la salvación del espíritu llega en el momento final cuando el señor nos llama a abandonar este mundo, la salvación del alma tiene que ver con su liberación del yugo de esclavitud que impone el enemigo y que hace, ente otras cosas, que envíe mandatos autodestructivos al cuerpo. Sólo apoyarnos en nuestra fe, que es lo único que posibilita este suceso.

(Romanos 6: 22)= Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hecho siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

Digamos que este texto confirma bastante lo que hemos expuesto más arriba. Pablo utiliza la analogía humana de la esclavitud en su apelación a la santidad de los creyentes. Al hacerlo recuerda a sus lectores el contraste entre la vieja vida aún no regenerada (Que sería un alma no libertada aún) y la nueva vida en Cristo, que sería lo que en el otro texto se denomina como salvación del alma.

Los esclavos del pecado no reconocen la necesidad de la justicia, sino que se abandonan al proceso de deterioro moral que culmina con la muerte. Los siervos de Dios, al contrario, se consagran a la santidad, un camino que conduce a la vida eterna.

De paso, conviene puntualizar que la santidad, no es el punto máximo, cumbre y final en la vida de un cristiano, tal como lo enseñan en muchos lugares. La santidad, en todo caso, es el punto de partida desde el cual todo creyente puede ministrar al Señor con unción y poder. El fin, como aquí se señala, es la vida eterna.

Ahora bien; sobre esta salvación, sobre la cual todavía se estudia en los buenos seminarios e institutos teológicos, también se habló en la antigüedad y con amplitud. Dice el verso 10 que los profetas, además de profetizar sobre la Gracia, también inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación.

Veamos: ¿Qué significado tiene la palabra Inquirir? Dice el diccionario que es indagar, averiguar o examinar cuidadosamente algo. Ha utilizado sinónimos, entonces, en este verso el apóstol Pedro. Porque buscando el significado de Indagar, nos encontramos con que quiere decir intentar averiguar, inquirir algo con preguntas o discurriendo.

Esto nos está diciendo que los profetas antiguos, muy lejos de encerrarse en una burbuja espiritualoide o híper-mística, averiguaron, preguntaron, quisieron saber de cualquier manera con respecto a esa salvación de la que luego, con información de primer nivel, hablaron a la gente.

(Mateo 13: 17)= Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.

¿Qué quiere decir con que los antiguos profetas y justos en general, desearon ver y oír lo que nosotros estamos viendo y oyendo en este tiempo? En principio, que había otra información, otra revelación y otro tiempo espiritual.

La palabra que se utiliza aquí para DESEARON, es la palabra griega EPITHUMEO, y se traduce como. “fijar uno su corazón en algo, anhelar, codiciar, desear grandemente, apasionarse por algo. La palabra recalca la intensidad del deseo más bien que el objeto deseado. Describe las dos cosas: los buenos y los malos deseos.”

¿Qué entendemos aquí? Que cuando se trata de las cosas de Dios, nuestro anhelo, nuestro deseo, no puede ser mediocre, mediano ni mínimo. Es grande, es apasionante o no es auténtico deseo por algo divino. Lo dicho: para tener intimidad con nuestro Dios, es necesario previamente, tener pasión.

(Mateo 26: 24)= A la verdad, el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, más ¡Ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.

Yo no sé lo que tú piensas sobre la traición. A mí no me gusta en absoluto y es algo que aborrezco hasta el grado de la angustia. Deploro a alguien que traiciona y me inspira un profundo sentimiento de apoyo aquel que ha sido traicionado. Sin embargo, convengamos que esta palabra nos asegura que la traición era necesaria para que se cumpliera el propósito de Dios.

¿Te das cuenta por qué siempre estoy repitiendo, (Por allí hasta el cansancio), que los caminos de Dios no sólo son distintos a los caminos del hombre, tal como lo dice la Biblia, sino que incluso son diametralmente opuestos?

Todos pretendemos que Dios nos entienda, nos comprenda y, en base a ello, nos justifique. Está bien, así somos y no seré yo quien pretenda cambiar algo en el ser humano. Pero alguien, alguna vez, ¿Se ha planteado comprender o entender a Dios y sus actos diarios? Ni lo intentes. No es un consejo sano o sabio, es un principio de vida abundante.

El traidor fue Judas, todos lo saben. ¿Dios sabía que Judas iba a traicionar a Jesús? Lo sabía, Dios todo lo sabe. ¿Y por que no lo impidió? Porque eso hubiera sido imponer su voluntad por sobre la de un hombre que creía hacer un buen negocio personal entregando a Jesús.

Y además, había una palabra que tenía que cumplirse. Y para que ello ocurriera, Judas debía hacer exactamente lo que hizo, no otra cosa. Pregunta: ¿Jesús no adivinó eso? Y si lo vio de antemano, ¿Por qué no lo impidió y se salvó de ir a la cruz?

Este es un pensamiento ciento por ciento humanista y egocéntrico. Jesús salvándose del oprobio de la cruz y Judas derrotado en la tierra. El pecado del mundo, mientras tanto, sin ninguna clase de redención porque el enemigo tiene autoridad sobre lo que no se baña con sangre. Por favor, ya basta; no pretendas inventar un evangelio nuevo sin sacrificio, no funcionará.

Allí es donde se nos recuerda que aquellos profetas, dentro de los cuales, – Dice -, moraba el Espíritu de Cristo, (Que es uno de los modos con que se denomina al Espíritu Santo), habían preanunciado en sus oráculos, no sólo la existencia del Cristo, sino el modo en que iba a morir.

Hay un capítulo entero, el número 53, del libro del profeta Isaías, que no vale la pena reproducir aquí porque cualquiera puede tomar su Biblia ahora mismo y leerlo completo, que anticipa, casi con rigurosidad cronológica, paso por paso, los sufrimientos por los que iba a pasar Jesús.

(2 Pedro 1: 19)= Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; (20) entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, (21) porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Este texto ha sido bastardeado por Babilonia. Se le ha dado la interpretación de que habla de aquellos que interpretan, ya de una profecía, ya de un texto cualquiera, algo que no coincide con lo que la denominación respectiva ha dictaminado.

Entonces, se recita en voz alta este versículo: ¡Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada!, a lo que debería agregarse: “¡Entonces no vamos a admitir algo revelado a alguien que no está sujeto a la sana doctrina de la denominación!

Es terrible, pro este texto no habla en absoluto de eso. Lo que sí nos dice, es que cualquier profecía que se oiga, no tiene ni puede tener una interpretación relacionada con un hombre, sino que siempre que hay profecía, la iglesia es la destinataria prioritaria y eminente.

No me interesa si todavía andan por esas calles de Dios, (Mejor debería decir: por esos púlpitos de Dios); hombres que ponen en fila a la gente que asiste a un culto y les profetizan cosas sobre sus vidas privadas y personales.

No me importa si esos hombres, hoy, todavía, tienen un nombre de prestigio dentro del pueblo evangélico y reciben ofrendas u honorarios sumamente altos por su participación en determinados sitios. Eso, así como ellos lo están “vendiendo”, no es de Dios.

¡¡Pero hermano!! ¡¡Es que han acertado casi todas las profecías que les dieron a los hermanos!! Por supuesto, los espíritus de adivinación tienen excelente información por parte de demonios ayudantes, que les permite anticipar hechos que luego los hombres, deseosos de hacer efectivas esas “profecías”, se encargan de cumplir.

En el verso 12 se nos explicita algo que no siempre y no todos han o hemos entendido. Se nos dice que no para nosotros mismos, sino para los demás, para los otros es que estamos administrando las cosas que ahora nos son anunciadas.

Lo curioso, llamativo y que debería haber roto totalmente esas viejas y estériles discusiones y debates en torno a las formas de interpretación bíblica, es que dice que eso se nos ha revelado. ¿Qué quiere decir con esto? Que el evangelio real, siempre es por revelación, no por entendimiento humano como hemos preferido tomarlo nosotros porque es la única forma de controlarlo.

Si te quedan dudas, observa que al final del verso, Pedro dice que los que han predicado el evangelio anteriormente, lo han hecho por el Espíritu Santo enviado del cielo, lo que equivale a fundamentar a la predicación como un hecho espiritual y no humano como a tantos les gusta creer.

De otro modo, fíjate, jamás se le habría agregado que a eso les encantaría conocerlo a los ángeles. ¿Tú puedes creer, realmente, que los ángeles de Dios aspirarían a conocer algo que proviene de la sabiduría de un hombre que, antes de su redención y glorificación, ha sido creado un poco menor que ellos?

Lo que los ángeles desean conocer, hoy mismo, es lo que Dios está revelando, por su Espíritu Santo, a su pueblo en este tiempo. Si tú estás recibiendo revelación, imagínate a miles de ángeles tratando de leer por sobre tu hombro tus apuntes para conocer algo que a ellos les está vedado por sí mismos, pese a ser lo que son y significar lo que significan.

Una vez más, habrá que reiterar el concepto principal de este párrafo. Todo esto es para los demás, para quienes nos oyen, nos leen o nos ven. Esto no es para nuestro lucimiento personal. A Dios no le interesa en lo más mínimo que tú te luzcas, a Dios le interesa que tú obedezcas y digas lo que Él te ha enviado a decir. Quiere Ministros, no “mini-astros”.

(Daniel 9: 24)= Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al santo de los santos.

Las setenta semanas, (O setenta veces siete años), eran un plazo profético asociado con el pueblo de Daniel, los judíos y la ciudad santa de Jerusalén. Hoy tendría su correlato para con el pueblo de Dios, sus hijos genuinos y la iglesia misma. No despreciamos la historia, pero la Biblia nunca dijo que Dios es histórico, mientras sí ha dicho que Dios es Espíritu. De allí nuestra interpretación, aunque a algunos les parezca fantasiosa. Lo lamento. A un ciego es imposible explicarle como es un determinado color.

¿Qué es lo que dice que va a terminar? La Prevaricación. ¿Cuántas veces has oído esta palabra? ¿Cuántas veces la has visto escrita en textos bíblicos? ¿Te has preocupado por conocer su significado? ¡Es el pecado, hermano! Es algo más que el pecado, mira…

Un diccionario secular de español, dice concretamente que, Prevaricación, es: “Delito consistente en dictar a sabiendas una resolución injusta, una autoridad, un juez o un funcionario.” Como puedes ver, se trata de una terminología de corte jurídico, pero si la Biblia la utiliza es porque la iglesia tiene que ver con ella.

En efecto, la prevaricación nos cabe desde el ángulo de “funcionarios del Reino de Dios en la tierra”. Y, como tales, podemos caer en este pecado mucho más fuerte que el pecado a secas, en sí mismo. Porque se trata de algo que, sabiendo que está mal, decidimos hacerlo de todos modos porque nos conviene.

Tal como puedes observar con muy poco esfuerzo, la prevaricación es mucho más complicada que el pecado. Porque un pecado puede cometerse hasta por omisión o ignorancia, pero una prevaricación siempre conlleva un plan previo que posibilita un beneficio determinado. La Biblia habla de la restauración del pecado, pero jamás dice lo mismo en cuanto a la prevaricación.

¿Existe eso en nuestra llamada iglesia, hoy? Existe. Donde quiera que tú vayas, hay personas que dicen ser “representantes” de Dios (Y no me refiero solamente al sacerdote del catolicismo romano, aunque lo incluya), que están prevaricando.

¿Cómo? Ejecutando o haciendo ejecutar obligatoriamente determinados reglamentos que no sólo no son bíblicos, sino que incluso hasta pueden llegar a ser opuestos, sólo porque esos reglamentos los benefician en algún área de sus “ministerios”.

La figura del pastor, tal como la conocemos hoy, es una enorme distorsión a lo que Pablo escribe en Efesios 4:11 con respecto a los ministerios que Dios ha puesto para bendición de la iglesia. Jamás se pensó en un hombre con autoridad casi despótica sobre otros, haciéndoles hacer su voluntad en la suposición de que todo lo que ella reclame indudablemente proviene de Dios porque se trata de “un siervo…”

Muy bien; eso no es así. La Biblia jamás avalará eso. Porque cuando dice que debemos sujetarnos a nuestros pastores, no habla de ese hombrecillo que se viste y habla raro y que es el dueño de la iglesia donde tú concurres. Habla de la autoridad espiritual de cualquiera de los cinco ministerios básicos que tú ya conoces: Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Pastores y Maestros.

Entonces, ¿Con qué nos encontramos? Con que la mayoría de estos dignatarios evangélicos, que han concurrido a institutos o seminarios para “estudiar para pastor”, conocen perfectamente esto que estamos diciendo, pero como para sus status personales no les conviene ponerlo en práctica, deciden hacer lo que saben que está mal, y seguir con la rutina religiosa. Prevaricación.

El texto que estamos viendo dice que, como consecuencia de la eliminación de la prevaricación, también se podrá concluir con el pecado. ¿Con cual pecado, entonces? Con el de la prevaricación, que jamás es predicado desde los púlpitos con el mismo énfasis que se lo hace con el de adulterio o fornicación.

Que, en efecto, también son pecados y aborrecibles, pero que tienen una contemplación muy determinada, ya que son pecados en la carne, mientras que la prevaricación forma parte de un grueso pecado en el alma, en la mente de la persona. Será porque aquellos son practicados mayoritariamente por los hermanitos, y este último por sus líderes?

Luego dice que todo esto hará expiar a la Iniquidad. Otra palabrita, esta, que hallamos muy a menudo en la Biblia y la emparentamos con el pecado. No hemos podido tomarnos el trabajo de observar que, en la suma total de los textos que hablan de ella, se nos dice que es pecado de iniquidad.

Esto implica que la palabra determina algo que va más allá del pecado común, pero la gran mayoría ha preferido quedarse con lo que conoce o le han enseñado, no ir más allá porque, total, – Piensan -, eso no tiene que ver conmigo sino con los que están en esa clase de pecado.

Piensan así porque creen, (No sé de donde lo sacaron), que la iniquidad es un tipo de pecado solamente reservado a ciertos niveles espirituales, y como ellos se sienten en una medianía, no creen formar parte de esos inicuos.

Sin embargo, en este día el Señor ha puesto este trabajo en tus manos, entre otras cosas, para que ya no andes en ignorancia y seas víctima ingenua de algún mal que pueda sobrevenir en los ambientes donde tú te mueves.

Porque si alguien (No diré el pastor, para no parecer mal intencionado) en tu congregación está en alguna clase de pecado (Tampoco diré fornicación o adulterio, que son muy gruesos), y tú por alguna causa has elegido callarte y no decirle nada al responsable ni tampoco al resto de la iglesia, mucho me temo que, lamentablemente, tú estás cometiendo pecado de iniquidad.

Porque la iniquidad tiene que ver con el conocimiento de algo que ofende a Dios y que, por cualquier motivo o razón no se hace público. Ese motivo o esa razón, esencialmente, tienen que ver con beneficios personales, sobre todo cuando el que se oculta es el pecado de un líder con poder, mando e influencia en la iglesia.

Luego dice que sellará la visión. ¿De qué se está hablando? De hacer alguna clase de declaración profética delante del Señor, colocando, con ella, un sello indeleble en la visión mecanizada, para que se cumpla en el corto, mediano o largo plazo.

Como podrás imaginarte, ya, a esta altura, el sellar una visión no tiene que ver absolutamente en nada con poner dinero. Lo digo porque no han sido ni uno ni dos los que me han consultado desde distintos puntos del mundo, que me cuentan que en sus iglesias, ciertos pastores incentivan y hasta presionan a sus pastoreados a colocar ofrendas “especiales” para sellar una visión también especial.

Cada uno es dueño de sus palabras, esclavo de ellas y, en el terreno espiritual, hasta futura víctima. Allá cada hombre que haya inventado un negocio fructífero con estas prácticas que no figuran en ninguna página de la Biblia. Si quieren hacer mercadería en la iglesia, pues que la hagan. Pero después no digan que no sabían o que nadie les avisó…

(Efesios 3: 8)= A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, (9) y de aclarar a todos cual sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; (10) para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales.

Observa este pequeño detalle. Pablo se llama a sí mismo, pequeño santo. Y no es un detalle menor, ya que en el mismo renglón, se esboza su humildad al considerarse muy pequeño, pero no por ello deja de lado su condición por promesa espiritual de ser santo en Cristo.

Lo otro que se deja ver, es que nadie podría anunciar el evangelio de Jesucristo si no ha recibido la Gracia para hacerlo. Es sencillamente tragicómico como, en la mayor parte de nuestros seminarios bíblicos, se enseña que el estudio sistemático de la teología es lo que capacita para ser un buen ministro, “serio y responsable”.

En el lugar en donde se estudian las verdades de Dios, se está diciendo una mentira con el único fin de promocionar ese seminario por encima de lo que Dios mismo ha dicho a través de sus mensajeros: q ue el buen ministro o predicador, es aquel que ha recibido la gracia de Dios para serlo.

Y dice que esa gracia es lo que le permite dar a conocer el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo. ¿Y que será algo inescrutable? Simple: es algo que no se puede saber ni averiguar mediante los métodos o sistemas conocidos.

¿Esto que significa? Significa que, cuando alguien en la iglesia habla de revelación, por favor, hermano, hermana, no lo mires más como si fuera un “bicho” raro. El evangelio es revelación o no es el evangelio de Jesucristo, sino un tratado de religión intelectual y previsible.

Por eso es que se habla de un misterio escondido. Revisa con cuidado tu Biblia y verás que, en cada texto que se encuentra escrita la palabra misterio, en el mismo verso, o acaso uno, dos o tres más abajo, no mucho más, se encuentra la palabra revelación.

Con todo esto, ¿Que es lo que dice que deberemos hacer? Dar a conocer la multiforme sabiduría de Dios. Multiforme, parecería querer significar a algo con distintas y disímiles formas, pero será mejor que lo veamos desde el ángulo de los originales.

La palabra multiforme, es la palabra griega POLUPOIKILOS, un vocablo que proviene de POLUS, que es “Mucho”, y POIKILOS, que significa “Variado”, “De muchos colores”. La palabra pinta la sabiduría de Dios como muy variada, con muchos aspectos, matices, tintes y expresiones coloridas.

Está hablando notoriamente de un Dios multifacético que todavía interviene sin ningún prejuicio en la arena humana, y que despliega en su pueblo y a través de su pueblo, una rica sabiduría multicolor y plena de matices.

Este es calibre de predicación que todos quienes alguna vez ocupamos un púlpito, deberemos tener. No podemos predicar el evangelio de Jesucristo con una tesis doctrinaria, teológica, académica y fría porque de ese modo de ninguna manera estamos predicando al Dios de la Biblia. Y mucho más si, tal como se dice aquí, esa predicación debemos llevársela a los principados y potestades.

“Hermano… ¿Usted me está diciendo que deberemos predicarle a los demonios?” ¡¡No!! ¿Quién te dijo eso? – “Y…estoy leyendo que dice principados, potestades…y a mí me enseñaron que esos son demonios de mayor o menor rango”.

Perdona hermano amado, pero si te enseñaron eso, te enseñaron horrible. Porque si bien es cierto que Pablo les dice a los Efesios que la lucha no es contra carne y sangre sino contra principados y potestades, allá Pablo agrega algo que aquí no está: de las tinieblas.

Aquí te está diciendo algo totalmente diferente. Te está diciendo que esto es para darlo a conocer por medio de la iglesia a los principados y las potestades en los lugares celestiales, lo que te está diciendo a ti que, principados (Un diseño, un método, un patrón) y Potestades (Un brazo ejecutor), hay en los dos reinos. En este caso, esta información será para los que militan en el Reino de Dios.

De este modo es que Pablo describe aquí su ardiente deseo de ayudar a todo creyente (A TODO creyente, no sólo a líderes o jerarquías eclesiásticas), a descubrir su papel en dispensar, que es propagar, distribuir, administrar, la gran verdad del propósito de Dios en la iglesia.

(005) – Como Hijos Obedientes

(1 Pedro 1: 13)= Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; (14) como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; (15) sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; (16) porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

(17) Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; (18) sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, (19) sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, (20) ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor a vosotros, (21) y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

La expresión ceñid los lomos, tiene que ver con una costumbre oriental relacionada con sus largos vestidos. Para poder entrar en cualquier clase de acción, debían levantarse esas faldas a la altura de la cintura y allí ceñirlas con un cinturón de modo de contar con libertad para los movimientos.

Aquí, en este primer verso, esto se relaciona con el entendimiento, mientras que se recomienda a los creyentes ser sobrios. En ambos casos se habla de una preparación especial para un algo también especial. No se puede encarar las cosas de Dios sin tomar precauciones para entenderlas bien ni tampoco hacerlo con irresponsabilidad.

Esto último es a lo que debemos llamar sobriedad. Porque este verbo implica una cualidad de sobrio, y ser sobrio es, conforme a la Real Academia española: templado, moderado – Que carece de adornos superfluos – Dicho de una persona que no está borracha. Tres acepciones para una sola palabra que, indudablemente, tiene connotación de seriedad.

De ninguna manera hay que confundir a esto con acartonamientos o estiramientos religiosos rituales. Una persona sobria no es una persona que no ríe nunca. Una persona sobria es aquella que, en medio de una sonrisa o una carcajada, no deja de obedecer la voluntad de Dios sin condicionamientos.

(Efesios 6: 14)= Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,

Aquí se lo que se habla en esencia, es de la armadura con que Dios ha dotado a cada creyente para que pueda pelear con posibilidades ciertas de victoria, la buena batalla. Y lo que va a ceñirse aquí no es sólo el entendimiento de las cosas como en el texto base, sino la Verdad. El cinturón de la verdad es uno de los elementos claves de esa armadura.

Es una metáfora la que aquí se utiliza y está basada en la indumentaria del soldado romano del siglo primero. La imagen, que se apoya en la terminología militar, transmite claramente al lector el mensaje de que estamos activamente involucrados en una batalla sin tregua.

Aunque algunos sugieren que hacer énfasis en una continua y agresiva lucha minimiza la victoria alcanzada en la cruz, ello es lo que mejor la confirma. Toda batalla espiritual que se libre hoy en día alcanza la victoria sólo si puede apropiarse de lo que la cruz y la sangre de Cristo han provisto.

Hay denominaciones enteras que por una cuestión de interpretación bíblica cristalizada en una doctrina inamovible, no prestan atención a ninguna clase de batalla e ignoran las maquinaciones de Satanás desoyendo, de ese modo, una de las claves que la Palabra de Dios que ellos dicen estudiar con tanto apego, ordena al pueblo de Dios.

La sobriedad de la que hablábamos en el principio, tiene que ver precisamente con estas cosas. Ser sobrios implica, preponderantemente, tomar lo que la palabra dice en todo su aspecto, y no ignorar textos importantes sólo porque así lo han dispuesto cuatro ancianos vetustos creadores de la denominación tal o cual.

(1 Tesalonicenses 5: 6)= Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

El contexto en el cual está inserto este texto, viene hablando del Día del Señor. Y cuando alude a que no debemos dormir como los demás, esta expresión se refiere a los incrédulos, paganos, impíos y pecadores que desconocen la realidad de este día final y por ello no se preocupan de su estado.

Es bastante amplia en el diccionario de la lengua española, la definición de este verbo: velar. Hacer centinela o guardia por la noche. – Asistir por la noche a un enfermo. – Pasar la noche acompañando a un difunto. – Observar atentamente algo. – Estar sin dormir el tiempo destinado, ordinariamente, para el sueño. – Continuar trabajando después de la jornada ordinaria. – Cuidar solícitamente de algo. –

¿Con cual nos quedamos? Creo que no sería desatinado tomar a más de una para incorporarla a nuestra vida de fe. Porque debemos ser centinelas o guardias por la noche (Que es nuestra propia etapa de oscuridad) con el fin de que nada ni nadie nos sorprenda. Está comprobado que más de la mitad de los ataques del diablo que tienen efecto negativo en las personas, ocurren por tomarlas de sorpresa.

Cuidar a un enfermo, acompañar a un muerto. A ambas cosas se les denomina: velar. ¿Se parecen? En lo literal es obvio que no, que son cosas muy distintas. Pero en lo espiritual todo se iguala. Porque el enfermo es ese viejo hombre con su espíritu deteriorado, mientras que el muerto es ese mismo viejo hombre con una sentencia ejecutada por falta de decisiones a tiempo.

Observar con atención algo específico. Esto se parece mucho a investigar detalladamente una cosa que para todos los demás se toma superficialmente. Es una palabra que de alguna manera reemplaza la que Dios nos manda tener en cuenta: escudriñar.

¿Y hasta cuando deberemos cumplimentar esto? El texto base de Pedro nos lo dice: hasta que llegue la gracia que se nos traerá cuando Jesucristo sea manifestado. ¿Qué significa esto? ¿Acaso se está hablando de su Segunda Venida, como normalmente se enseña? No en este caso.

¿Pro no es en su segunda venida cuando Jesucristo se manifestará visiblemente? Sí, pero en este caso habla de una manifestación que no tiene que ver directamente con Él, sino de modo indirecto. Quien deberá manifestarse es el cuerpo de Cristo. Y ese, mi querido amigo o hermano, eres tú, soy yo.

Seguidamente viene un mandamiento que de alguna manera es básico para que la iglesia cambie radicalmente y se transforme en eso que Dios mismo dice que es sin mancha, sin arruga, victoriosa y más que vencedora: que olvide sus deseos carnales y se consagre a los deseos divinos de la cabeza.

Se nos dice que no tenemos que conformarnos a esa clase de deseos que teníamos antes de convertirnos a Jesucristo. Eso y decirnos que debemos regenerar nuestras mentes y cambiar diametralmente nuestra manera de pensar en ciertas, específicas y determinadas cosas, es un solo acto.

Porque, veamos: ¿Cuál es, – A tu juicio -, el mayor problema público que hoy por hoy afronta la iglesia? Más allá de los fraudes con los dineros de las ofrendas y los diezmos, o la conducta prostibularia de alguno de sus líderes, el mayor problema que la iglesia, como cuerpo y conjunto evidencia, es el testimonial.

A los cristianos les cuesta enormidades vivir en el planeta de un modo que tenga que ver con lo que Dios dice y no con lo que el mundo secular sugiere. Por donde quiera que andemos, vemos a diferentes hermanos procurando servir al Señor desde perspectivas, métodos y rutinas ciento por ciento paganas y seculares. Y eso no funciona, créeme, no funciona.

Porque el mundo será pecador, será impío, será incrédulo y será pagano, pero no es idiota ni retardado. Al contrario, mayormente el hombre mundano cuenta con un cociente intelectual que le posibilita no ser engañado con facilidad.

Como el sistema secular está armado preponderantemente en base a trampas, estratagemas y triquiñuelas, el hombre incrédulo está altamente capacitado y preparado para verlas de antemano. Y un sector de la iglesia ha pretendido engatusarlo con mentirillas inocuas, que quizás siguen dando resultado en e ambiente evangélico, pero que jamás podrán embaucar a gente acostumbrada a esta clase de comportamientos.

¿Y entonces? Entonces habrá que pensar muy seriamente en la regeneración de nuestras mentes. Un hecho que no es en modo alguno conceptual o declamatorio, sino un asunto que se torna de vida o muerte. Porque, aunque esté sinceramente entregado a Cristo y convertido en su fe, según el hombre piensa, el hombre es.

(Romanos 12: 2 )= No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Lo primero que deberemos estudiar si deseamos cumplimentar con esto que resulta un claro mandamiento de parte del Señor a través del apóstol Pablo, es el significado concreto de esta palabra usada en el texto base de la carta de Pedro y en este: conforméis, conformar, conformarse.

En primera instancia eso no resulta sencillo, porque en el intrincado español que se habla en mi patria, este término se ha utilizado muy mayormente en similitud a lo que sería adaptarse, asimilar, asumir algo. No está muy lejano, pero no es exactamente ese el contenido en este contexto que estamos viendo.

La palabra original para CONFORMEIS, es la palabra griega SUSCHEMATIZO, y cuando la pronuncies como se debe, no podrás evitar establecer la comparación con dos palabras nuestras más conocidas: ESQUEMA y ESQUEMÁTICO.

Se refiere a conformarse uno a la moda exterior o a la apariencia, acomodándose a un modelo o diseño. SUSCHEMATIZO aparece otra vez en el Nuevo Testamento únicamente en nuestro texto base de 1 Pedro, donde describe a aquellos que se conforman, (O adaptan) a los deseos mundanos.

Aún la conformidad aparente o superficial al sistema de este mundo, o cualquier acomodo a sus maneras, sería fatal para la vida cristiana. Y cuando nos habla de SISTEMA, no habla porque sí. Ese es el significado correcto de la palabra SIGLO que podemos leer en este texto de Romanos. Es la original KOSMOS y tiene implicancia con un sistema que bien puede ser político, como económico como religioso. Es válido para cualquiera de las tres acepciones.

(Efesios 4: 17)= Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, (18) teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón.

Dime: cuando oíste por primera vez, (Supongo que desde un púlpito) la expresión dureza de corazón, ¿No pensaste inmediatamente en alguien de rostro feroz, muy malo, tremendamente incrédulo, ateo y blasfemo para con las cosas de Dios?

¿Sí, verdad? Y no debes haber quedado demasiado descolocado con esa figura de tu imaginación, ya que en muchos sitios de buen prestigio es exactamente eso lo que se enseña con respecto a esta expresión muy reiterada en la Biblia.

Sin embargo, y como ocurre con muchas otras cosas, aquí también se ha incurrido en un error. En un serio error, podría decir, ya que lleva no sólo a la confusión sino además a un exceso de confianza que en definitiva resulta perjudicial para el creyente. Porque esto no se refiere al mundo, sino a la iglesia.

Entiende: Suponte que tú comienzas a frotar con un dedo una determinada superficie. Una, dos, diez, cien veces. Todos los días y a toda hora. ¿Cuánto tiempo crees que pasará sin que se te irrite ese dedo, en primer lugar, y luego comience a formar una callosidad cada vez más dura?

Con el correr del tiempo, el ardor que experimentabas en tu dedo al frotarlo contra esa superficie, comienza a decrecer. A medida que se va formando el grueso callo, cada vez sientes menos el roce de la superficie y cada vez te fastidia menos. Un día, al fin, lo frotas todo el tiempo y ya no sientes nada. Tienes un dedo endurecido por causa de haberlo frotado mil veces contra la misma superficie.

Bien; lo mismo pasa con tu corazón y los mensajes, sermones o predicaciones. En un principio, cada uno de ellos te producía alguna clase de dolor en alguna área de tu vida. Pero luego, con el correr del tiempo, ese corazón se va acostumbrando a esa palabra y comienza a formar una callosidad. Llega el día en que oigas lo que oigas, leas lo que leas, no te produce absolutamente nada. Eso es un corazón endurecido, ¿Estás entendiendo?

Eso jamás le va a suceder al mundo incrédulo, ateo, impío y pecador. Eso siempre le va a ocurrir al hermanito o a la hermanita que va a sentarse en un banco de un templo, cada domingo, a veces en dos ocasiones por domingo, a escuchar una misma palabra, un mismo mensaje, una misma exhortación.

Allí es donde tu entendimiento, pasa a estar – Como dice este texto -, entenebrecido. ¿Sabes lo que quiere decir esta palabra? Significa, literalmente, Oscurecido, Lleno de Tinieblas. Y no estamos hablando de algo material, físico, climático. Estamos hablando de algo espiritual. Explicarte lo que significa “tinieblas” en el ámbito espiritual, está de más. Tú lo sabes muy bien…

¿Y como dice que se llega a estar en esta condición? Andando como los gentiles (Que en este caso son los que no conocen a Jesucristo), en la vanidad de sus mentes. Escucha: ¿Tú crees que solamente esos gentiles andan por la vida guiándose por la vanidad de sus mentes? De eso es que estamos hablando. Si tienes oídos para oír…

El verso 15 nos habla directa y concretamente de nuestra obligatoria necesidad de ser santos en toda nuestra manera de vivir, por una sencilla y prioritaria razón: Él es santo. Ya hemos hablado de ello y no creo necesario reiterarme en conceptos gastados.

Sólo una cosa para no equivocarnos más: Cuando nos dice que tenemos que ser santos en toda nuestra manera de vivir, está hablando exactamente de TODA nuestra vida, no de algunos aspectos de ella. Iglesia, Familia, Matrimonio, Trabajo, Estudio, Noviazgo, Amistades, etc. Todo deberá tener un sello de santidad o no será conforme a la voluntad de Dios.

(2 Corintios 7: 1)= Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

Estas tales promesas de las que se habla aquí, son las que nos aseguran que Dios morará entre nosotros, que nos recibirá y que será nuestro Padre. Eso es lo que deberá motivarnos para buscar la santidad, como debe ser, en el temor de Dios, que no es el miedo a que nos castigue si no lo hacemos, sino el respeto reverencial a su Presencia.

Tú hoy estás leyendo esto y sientes en tu interior la voz suave pero firme del Espíritu Santo que te está diciendo: “hijito…toma estos consejos para tu vida…los necesitas…” Entonces te rascas la cabeza y te preguntas: ¿Y como hago para ser santo?

El mismo texto que hemos leído te lo está respondiendo. ¿Trabajas? ¿Estudias? Eso significa que estás permanentemente compartiendo tiempos y lugares geográficos con personas no creyentes que viven por, para y en la carne. Quieras o no, de tanto estar de continuo participando de sus cosas y compartiendo sus vidas, puedes haberte contaminado.

Tu trabajo, de aquí en más, será el de pasar por la palabra una y cada una de las cosas que les veas hacer a tus compañeros o amigos no creyentes. Examinarte tú mismo si no los estás imitando y, si descubrieras alguna actitud similar a la de ellos, quitártela de encima lo más pronto posible. Tú estás en el mundo, pero no eres parte de él…

Dios no tiene medias palabras ni medias tintas. Dios jamás va a decirte: “Mira…yo deseo que tú seas santo, pero si no puedes o te cuesta mucho trabajo…en fin…yo te comprendo…” No. Dios, desde las antigüedades hasta hoy mismo, ahora mismo, te ha demandado ser santo porque Él es santo. Y tú no puedes ser hijo de alguien a quien no deseas parecerte en nada…

(Levítico 11: 44)= Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra.

Tiempos lejanos, leyes permitidas, conceptos intactos. El pueblo, entonces, reconoció la enorme diferencia existente entre lo santo y lo profano. Y decidió imitar a Dios viviendo de acuerdo con el código de santidad. ¿Está bueno imitar a Dios? ¡Claro que está bueno! Lo que no lo está, es querer ser igual a Él o superior. Eso, ya viene desde otro lugar…

Esta es, se nos asegura en el verso 17, la única manera de poder invocar a Dios con la tranquilidad de estar agradables a su vista. Porque Él tiene conocimiento de nuestra reverencia y nuestro temor santo. Y por esa conjunción habrá de juzgarnos, no por lo que podamos hacer.

Y cuando lo haga, no tendrá en cuenta ni por asomo un detalle que nosotros, los seres humanos, sí tenemos en cuenta aún en contra de su voluntad: la clase social, económica o racial a la cual pertenecemos. Has oído que Dios no hace acepción de persona. Es así de cierto. Ni se te ocurra hacerla a ti. Te echarás todo el ejército del cielo en tu contra. Porque Dios siempre protege a su ungido.

¡Hermano! ¡No se confunda! ¡Cuando dice que Dios protege a su ungido, está hablando de Jesús! ¿Ah, sí, eh? ¿Y nosotros, la iglesia, no somos el cuerpo de Cristo en la tierra? – Sí, lo somos…- Entonces algo no está claro: si en el cielo no se necesita unción y Jesús está allí ahora, ¿A que ungido protegerá Dios, ahora?

(Deuteronomio 10: 17)= Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores. Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho.

Si en aquella época se necesitaba, por alguna muy buena razón, una afirmación de monoteísmo, esta catarata de adjetivos desplegados en este texto con referencia a Dios, vaya que lo es. Dios de dioses, por encima de cualquier deidad fabricada por la religión de los hombres. Señor de señores, dueño de todo el poder. Además grande, poderoso y temible.

Y en el final, por si esto no fuera suficiente, dice que este Dios de dioses y Señor de señores, (Podríamos agregarle también Rey de reyes), no hace acepción de personas, conforme a lo que te mencionaba anteriormente, y que no toma cohecho.

¿Y qué es el cohecho? Por cohecho se tiene al delito que comete un juez o un funcionario, que dictamina de cierta manera a cambio de sobornos. Es decir que, lo que se nos dice es que este Dios al cual se hace referencia aquí, no puede ser sobornado para conseguir una buena ubicación en el ámbito del espíritu.

¡¡Hermano!! ¡¡No necesita decirme eso!! ¡¡Cualquiera lo sabe!! ¿A quien se le podría ocurrir que Dios acepte un soborno de alguien con e compromiso de otorgarle la salvación si no es apto por la fe o el arrepentimiento para ella?

Es verdad, no se le podría ocurrir a nadie que estuviera racionalmente sano, ¿Verdad? Sin embargo, ¿Te sorprenderás demasiado si te aseguro que dentro de lo que llamamos “la iglesia” del señor, hay soborno o cohecho para con sus líderes, a cambio de alguna prebenda o favor interno?

Puede ser…pero esto no tiene nada que ver, de todos modos, con el Dios de todo poder del cual estamos hablando. Es cierto, pero lo complica. ¿Tanto? Y, no lo sé, prueba ver quienes ocupan cargos importantes en las distintas congregaciones. Si hallas que en la mayoría de ellas son aquellos que “casualmente” entregan los diezmos y las ofrendas más importantes no te preocupes, es pura casualidad…

Hummm, hermano…no creo que sea para tanto… ¿No? Olvida por un instante la palabra Cohecho, que aquí en Argentina es más conocida por Coima y repasa sus sinónimos y ve si por casualidad no hay algo similar cerca de ti.

¿Sinónimos de Cohecho? Tal como fue dicho: Soborno, Dádiva, que es, junto con Regalo, otro sinónimo, un reemplazo muy religioso de la palabra “ofrenda”, que en estas acepciones no figura. Corrupción, Coacción son otras. ¿Seguro que no has visto nada de esto por allí?

(Hebreos 12: 28)= Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia.

Tengamos en claro esto: Dios dice que en los últimos tiempos, cuando algunos de sus propios estamentos internos se hayan corrompido (Lo estamos viendo y viviendo en muchos lugares, ya), Él vendrá a conmover y remover lo que esté pasible de ello.

Sin embargo, aquí se nos advierte que el Reino que estamos recibiendo ya mismo, en este tiempo, es un reino inconmovible. Eso significa que todo lo que Dios conmueva y remueva en este tiempo, será todo aquello que, aunque se parezca a su reino, en realidad no lo sea.

Créeme que por más que le demos vueltas y vueltas, lo que más se parece a la iglesia sin serlo, es Babilonia. De allí es de donde Dios hoy está sacando a su pueblo. ¿Por qué? Porque el día llevará en que Él removerá y conmoverá todo lo que no sea su Reino, y allí será cuando Babilonia caiga. Porque dice la palabra que ella va a caer. Y con ella, todo lo que tenga negocios en común.

El verso siguiente de nuestro texto base, el 18, dice entre otras cosas que …fuimos rescatados de nuestra vana manera de vivir. Esto tiene que ver con la esclavitud, indudablemente, ya que en el mundo antiguo los esclavos podían ser rescatados (Esto es: liberados), pagando el precio correspondiente.

Todos nosotros estábamos esclavos del pecado y sus consecuencias terrenas y eternas, pero Jesús fue a la cruz precisamente par pagar ese precio y comprar nuestra redención, que en palabras bíblicas, es la equivalente a rescate o liberación.

Fíjate hasta donde llegará la soberbia del hombre que se permite el lujo de rechazar es actitud de Dios de comprarlo a buen precio. Es como si le dijera al Señor que no necesita eso y que puede no hacerlo, cuando en realidad está condenado y si no se lo libera se pierde irremediablemente.

(1 Corintios 6: 20)= Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Aquí, lo que en primera instancia se nos está diciendo es que, como hemos sido comprados por l sangre de Cristo, nuestra respuesta tiene que ser la de honrar a aquel q quien pertenecemos. Sí tú crees que no perteneces a nadie o que nadie es dueño de tu cuerpo y tu vida, recuerda esto, por favor, y deja que el orgullo te siga quitando destino de eternidad con Cristo.

¿Qué es glorificar a Dios en nuestro cuerpo? En lo físico y literal, honrarle, hacerle quedar muy bien con nuestras conductas y comportamientos. En lo espiritual y general, se refiere al cuerpo que le representa. Y aquí es donde cabe nuestra pregunta: ¿Está, hoy, el cuerpo de Cristo en la tierra, que es la iglesia, glorificando a Dios con su comportamiento?

La duda que surge en el no creyente, y que también se transmite a muchos creyentes, es: ¿Por qué se me dice que lo que tengo no es mío si me lo he ganado legítimamente? Por una simple razón: tú te ganas “legítimamente” lo que crees que es tuyo, porque gozas de total libertad par hacerlo.

Y a esa libertad la tienes porque alguien pagó por ti con su propia sangre. ¿Lo reconocerás al fin? Sólo eso necesita dios para hacerte salvo. ¿Tanto te cuesta? ¿Tanto espacio le has dado al diablo? ¡Ah, no, amigo! ¡El diablo no!

Yo reconozco – Dicen muchos – que no quiero saber demasiado con Dios, pero le puedo asegurar que tampoco quiero tener que ver con el diablo. Así que, quédese tranquilo, ni lo uno ni lo otro…¿Ah, sí? ¿Y que hago con la palabra que dice que quien con Él no recoge, desparrama?

Ese ha sido uno de los errores que más gente se ha llevado al infierno, lamentablemente. Pensar que si uno no se mete ni con Dios ni con el diablo, queda al margen del problema. No es así. En el terreno espiritual no hay lugares neutros. Estás de un lado o del otro, sin concesiones. Lo creas tú o no lo creas, da lo mismo, se cumple.

(Ezequiel 20: 17)= Con todo, los perdonó mi ojo, pues no los maté, ni los exterminé en el desierto; (18) antes dije en el desierto a sus hijos: no andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos.

Está claro; hoy todavía rige esta orden para todos los convertidos hace mil años, los que se convirtieron ayer y los que van a aceptar a Cristo hoy mismo: dejar de andar en los estatutos de nuestros padres. Porque aunque jamás hayan pisado una iglesia, nuestros padres tenían sus estatutos, que son los que nos inculcaron, enseñaron e introdujeron en nosotros.

Un estatuto es, entre otras cosas, un establecimiento o regla que tiene fuerza de ley para el gobierno de un cuerpo. Esto rige par el tuyo, físico y personal, y par el otro, espiritual y global que llamamos “La iglesia”.

También es un ordenamiento eficaz para obligar, por ejemplo, en un contrato, un testamento u otro documento similar. Es una ley básica para el régimen autónomo de una región, dictada por el estado del que forma parte. Y, finalmente, es un régimen jurídico a cual están sometidas las personas o las cosas en relación con la nacionalidad o territorio.

Entonces tú te enteras de esto y te preguntas: ¿Y que puede tener que ver toda esta suma de cuestiones con mi vida espiritual? Debo decirte que sí, que tiene que ver y mucho, mucho más de lo que nosotros mismos suponíamos.

Porque conforme a estas reglas y estatutos, nuestros padres que debían respetarlos por una razón de terreno o nacionalidad, se acostumbraron a vivir conforme a ellos, y cuando nacimos y comenzamos a andar por la vida, nos enseñaron a hacer lo mismo.

Y no hubiese sido nada malo, si no fuera que el reino de Dios tiene sus propios estatutos y reglas, que con las que tú y yo podemos encontrar, a cada momento y en cada página, en nuestras biblias. Y créeme que los estatutos de Dios son muy distintos a los de tus padres. Incluso, podría asegurarte, has opuestos, en muchos casos.

Te daré un solo ejemplo y con ese bastará. Hermano varón: el día que el Espíritu Santo tocó tu vida, sacudió tu alma y con ella todas sus emociones, te quebrantó y no pudiste impedir ponerte a llorar como un niño desprotegido y temeroso, ¿No sentiste vergüenza de que te observaran así?

Eso que sentiste, y que es exactamente lo mismo que he experimentado yo y el noventa por ciento de los hombres creyentes del planeta, es producto de los estatutos de nuestros padres, que entre otras cosas, habían implementado la regla estricta de que los hombres, por ser hombres, no podían llorar para no mostrarse débiles.

Un estatuto muy respetado en la vida. Una basura para el reino de los cielos. Tú eres libre en Cristo y harás lo que el señor ponga en tu corazón. Si Jesús lloró, yo puedo llorar tranquilo cuando así deba hacerlo. ¿O alguien pondrá en duda la hombría de Jesús?

A eso es que se refiere cuando nos dice que no debemos respetar sus leyes. Si alguien había creído que se trataba de cometer todos los delitos que en los tiempos de nuestros padres estaban penados por la ley, lo lamento, entendió muy mal. Dios jamás alentaría a sus hijos a ser delincuentes, que es la palabra que define a los que transgreden la ley.

Y el mandamiento final de no contaminarnos con sus ídolos, es verdad, tiene que ver con las religiones culturales, oficiales, estatales y rituales, pero también con otra clase de ídolos que no tienen nada de religiosos. No te olvides que un ídolo es cualquier cosa que tú colocas por delante de Dios. Y eso sigue sucediendo, por consejo paterno o materno, con el trabajo, los negocios, el dinero, el consumo y los placeres. Y no son estatuas, pero reciben más adoración humana que ellas…

El verso 19, previo final del 18, resultan claves para cualquier creyente en búsqueda de verdades ocultas. Porque allí se habla de una manera de vivir heredada de nuestros padres espirituales, que no tiene nada que ver con herencias en dinero, oro o plata, sino con valores que no pueden corromperse.

Porque, mucho cuidado: cuando decimos que una gran parte de las organizaciones religiosas que conocemos, aún la evangélica, presentan corrupción notorio en sus administraciones internas, estas, siempre están referidas a lo material, al oro o la plata que allí pueda manejarse, nunca a lo espiritual, que no es elemento corruptible.

Y se le asegura al creyente que su herencia es la sangre preciosa de Cristo. Reitero una vez más, porque tiene que ver directamente con esto, que el término “redimidos” tiene que ver con “rescatados”. El redentor paga un precio digno para reclamar algo que previamente le había pertenecido.

La humanidad, cuando fue creada, pertenecía a Dios, pero por el pecado se perdió. La sangre de Cristo es el precio por nuestro rescate, o redención. Dios nos ofrece la sangre de Cristo como el sacrificio de sustitución y lo acepta cuando nosotros se lo ofrecemos a Él.

Nuestra transacción con dios no es, por lo consiguiente, una cuestión de oro y plata, sino que se trata de vida y muerte. Cristo dio su sangre para rescatarnos del pecado y de la muerte. Su sangre es un precio digno y provee un lazo de unión indestructible entre Dios y el hombre.

(Éxodo 12: 5)= El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras.

La Pascua fue originalmente una fiesta celebrada por aquellos que estaban próximos a ser liberados por su obediencia al Dios del pacto; sirvió como dramática prueba final de la presencia y protección de Dios.

Su continua celebración por toda la congregación de Israel serviría como un recordatorio a aquellos que fueron liberados y sus descendientes. Se celebra en el mes de Nisán (También llamado Abib, marzo-abril), y marca el inicio del nuevo año porque representa el comienzo de una nueva vida para Israel como pueblo.

Se caracteriza por la selección de un cordero que es sacrificado cuatro días más tarde y comido como parte de una cena conmemorativa mayor. Como fiesta de la esperanza y la vida, la Pascua representa liberación y un nuevo comienzo; en muchos de sus elementos constituye una anticipación de Cristo, el cordero de Dios, como nuestro Redentor.

Luego viene un texto más que impactante a nuestras mentes finitas, a las que resultará imposible por las suyas, entender la eternidad. Nos dice que todas estas cosas relacionadas con la sangre de Cristo para redención, fueron destinadas antes de l fundación del mundo.

Quiero, en primer término, esclarecer gramaticalmente el significado, o LOS significados de la palabra fundación. Según uno de los mejores diccionarios de la lengua española, es en primera instancia, la acción y efecto de fundar.

Luego dice que es el principio, la erección, el establecimiento y el origen de algo. Dicese también de la Persona jurídica dedicada a la beneficencia, ciencia, enseñanza, o piedad, que continúa y cumple la voluntad de quien la erige. Y, finalmente, se relaciona con el documento en que constan las cláusulas de una institución de mayorazgo, de una obra pía, etc.

Fundar, el verbo que origina la palabra, mientras tanto, significa entre otras acepciones: Edificar materialmente una ciudad, un colegio, un hospital, etc. También es estribar, apoyar, armar alguna cosa material sobre otra.

Es, asimismo, erigir, instituir un mayorazgo, una universidad o una obra pía, dándoles rentas y estatutos para que subsistan y se conserven. Establecer, crear. Fundar un imperio, una asociación. Apoyar algo con motivos y razones eficaces o con discursos. Fundar una sentencia, un dictamen.

En la concordancia Strong, la palabra FUNDACIÓN es la palabra griega KATABOLÉ. Significa en sí misma, concepción, principio. Deriva de la palabra DEPOSICIÓN, que es KATABALLO y tiene que ver con echar abajo, lanzar hacia abajo.

Ambas, están relacionadas con FUNDAR, que es el verbo y que se traduce de DSEMELIÓ, que implica colocar una base par, erigir, consolidar y cimentar. Resulta más que obvio que no se está hablando de algo material, físico o natural, sino de un principio, un fundamento.

Esto significa que cuando Dios planificó lo que hoy conocemos como “el mundo”, y que tal como lo hemos enseñado en muchos estudios, se traduce de un vocablo que significa sistema, y no planeta, Cristo ya estaba destinado. Lo que se vivió después fue sólo la manifestación visible de ese plan.

Claro; eso fue posible porque Él fue obediente hasta la cruz. Porque era hombre de carne y hueso, y como tal, tenía libre albedrío y capacidad para tomar decisiones, coincidieran o no con el plan, con el proyecto, con el fundamento, con la fundación de Dios.

¿Significa esto que si Jesús no hubiera sido obediente hasta la muerte de cruz, el plan de redención no habría podido consumarse. No se puede hacer futurismo, es obvio, pero resulta notorio que no se hubiera producido del modo que hoy lo tenemos.

¿Y que tiene que ver esto contigo? Todo. Porque también para ti, para mí y para cada hombre y mujer del planeta hay un plan de Dios perfecto y fructífero para su vida. Pero para que ese plan se consume tal como ha sido ideado, deberán ocurrir dos cosas básicas.

En primer término, tú deberás aceptar a Jesucristo como Salvador y Señor de tu vida y pasar a ser por ese acto, un hijo de Dios en Cristo. Y luego, ser obediente a lo que el Espíritu Santo te guíe a realizar en beneficio del Reino de Dios y su justicia.

Hay mucha gente que dice ser cristiana o que dice ser creyente, que espera que Dios lo haga todo y se quedan sentados esperando. Destrozarán la silla, pero Dios no se moverá. Porque cada pajarillo tiene, diariamente, algo para alimentarse, pero salvo cuando es muy pequeño, nadie se lo trae a su nido, debe salir a buscarlo. Es un principio, un proyecto, un patrón, una fundación.

(Efesios 1: 3)= Bendito sea el Dios y Padre de nuestro señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, (4) según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.

Tal cual te lo termino de decir. Muchos andan por la vida esperando que una mañana, al despertarse, la santidad haya descendido sobre sus vidas como por arte de magia y puedan ser agradables delante de Dios. No funciona así, de ninguna manera.

El proyecto, el plan, el principio espiritual, dice que tú eres santo delante de Dios, pero para que ellos sea posible, deberás pagar todos los precios que la santidad tiene consigo, tal como lo pagó Jesús, que pese a ser Dios mismo encarnado, no tuvo ninguna clase de privilegios.

Comienza hoy mismo a quemar tu carne y a sujetar tu alma al espíritu. Ese es el único camino conocido y posible a la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Pero al mismo tiempo, es el punto de partida para un trabajo ungido y bendito para el Reino de los Cielos. La santidad no es un lugar al cual debemos llegar, sino un sitio desde el cual debemos partir.

(Hebreos 9: 26)= De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

Está claro. Dedicado a todos los humanistas literalistas (Incluidos algunos cristianos intelectualoides). El sacrificio de Jesús fue para quitar de en medio el pecado. Cualquier otra interpretación más politizada (He oído decenas), es sólo fantasía incrédula.

(006) La Eternidad de la Palabra

(1 Pedro 1: 22)= Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; (23) siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

(24) Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; (25) mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.

Hay algo que es indudable, y todo aquel que lo haya experimentado, no podrá desautorizar lo que aquí digamos. El nuevo nacimiento trae una enorme pureza interior. Rápidamente se manifiesta en amor hacia los hermanos en la fe con los que se comparte el templo, la reunión o grupo de trabajo.

Más adelante, el alma comienza a recuperarse del shock al que ha sido sometida y pretende hacerse oír en sus demandas carnales, sentimentales y emocionales. Eso, sumado a que el recién renacido comienza a ver las actitudes, gestos, acciones y diversos fraudes que ciertos “hijos de Dios” cometen, y la decepción se enreda con la frustración y el diablo, en muchos casos, logra salirse con la suya sacando a alguien del Camino.

Los motivos y causales de esa primaria pureza, hay que buscarlos en el mismo texto que hemos leído. Allí descubriremos, no quizás con nivel de revelación, pero sí como auténtica novedad para muchos que seguramente han leído mil veces estos versos y no vieron lo que ahora mostraremos: la pureza interior es producto de la obediencia.

¡Ah, hermano! ¿Eso significa que me ordene lo que me ordene, yo debo obedecer al pastor sin chistar? Si yo estuviera dentro de una congregación por amor o a sueldo, seguramente que te respondería que sí, que así es y que eso es lo que dice este texto.

Sin embargo el verso 22, cuando habla de que la purificación del alma se produce por causa de la obediencia, agrega como para que nadie se confunda ni se haga el distraído, que se trata de la obediencia a la verdad. Y no será la primera vez que, esta clase de obediencia, lleva inexorablemente a una desobediencia en la cadena jerárquica de la organización o denominación a la cual perteneces.

Es aquí donde, normalmente, propios y extraños, (Esto es: cristianos e incrédulos que giran a nuestro alrededor), suelen preguntarnos: ¿Y como sabremos cual es la verdad, para obedecerla, si cada uno de los líderes de cualquier sector asegura, jura y re-jura tenerla?

Es muy simple la respuesta. Tanto que quizás por esa razón no la hayas visto. Deberás manejarte en base a discernimiento espiritual. – ¡¡Pero hermano!! ¡¡Eso es algo un tanto fantasioso!! – ¿Ah, sí? ¿Y qué hago, entonces, con esta palabra que nos dice que la obediencia a la verdad tendrá que ser, sí o sí, mediante el Espíritu?

Luego vendrá la razón, el motivo, la causa y fundamento por el cual deberemos hacer todas estas cosas. Dice que es para fortalecer nuestro amor los unos por los otros, Amor entrañable, amor no fingido, amor fraternal.

Antes de pasar a otras consideraciones al respecto, me gustaría que entiendas algo que está demasiado visible como para omitirlo. Si aquí se dice que nuestro amor entre hermanos debe ser entrañable, no fingido y fraternal, es porque Pedro pudo ver que existía otra clase de “amor” que no era entrañable, no era fraternal y sí fingido.

Porque si hablamos de amor fraternal, no estamos hablando de Ágape, sino de Píelo, que es en suma el amor que deben prodigarse entre hermanos, tanto de sangre como espirituales. Y si nos referimos a amor entrañable, estamos aludiendo a una intimidad de alto contenido también reservada para la hermandad. El amor Ágape, ya ha quedado dicho en otros estudios, es otra cosa.

Finalmente, nos habla de un corazón puro. Si partimos desde la base de que el corazón, para el pueblo hebreo antiguo, era el sinónimo o reemplazo del alma, sabremos que estamos refiriéndonos a ese sector de nuestro cuerpo.

Un alma pura, tiene muchísimas connotaciones, pero voy a quedarme con algunas que quizás van a abrirte un panorama claro de lo que se te está queriendo decir. Una alma pura deberá tener, por ejemplo, sentimientos puros, ya que los sentimientos son patrimonio del alma.

También tendrá que tener una voluntad pura, esto es: un alma que tenga incentivos puros para moverse en dirección al futuro. Nada que ver con la contaminación secular y mundana donde sobreabundan almas deseosas de un futuro exitoso a cualquier costo.

Y también tendrá que contar, esa alma, con emociones puras. Esto es altamente importante, ya que si algo tiene directa vinculación con la intimidad de la iglesia del Señor, ese algo es la parte emocional. Hoy se ministra mucho más a las emociones que al espíritu. El asunto es, como se los ministra. Si es de manera pura, igualmente Dios será glorificado. Si es de modo impuro, la gloria será para Satanás. Así de sencillo.

En cuanto a que todo esto no debe ser fingido, hay que recalar un momento en este término, que es traducción del vocablo griego ANUPOKRISIS. Proviene de “A”, algo negativo y HUPOKRISIS, que es nuestra más conocida HIPOCRESÍA.

Es decir que, lo que aquí se te está diciendo, es que ese amor tiene que ser sin hipocresías para que sea agradable a Dios. En vista de que Hipocresía, originalmente, se refería a la actuación en un drama, ANUPOKRITOS significa una sinceridad libre de pretensiones.

(Santiago 4: 8)= Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.

Como agregado y ampliación a lo que hemos estado viendo, en este paralelo se nos dice que los que deben purificar su alma, además de los que buscan la verdad por el Espíritu Santo, son los que aquí se denominan como de doble ánimo.

Si buscas en un diccionario este término, no lo hallarás. Pero sí encontrarás a la palabra ánimo. Tiene varias acepciones, pero creo que sólo algunas de ellas tienen que ver directamente con lo que aquí se nos está señalando.

Animo significa: Alma o espíritu en cuanto es principio de la actividad humana. – Valor, esfuerzo, energía. – Intención, voluntad. – Atención o pensamiento. Si tomamos en cuenta que desánimo es la ausencia de estas cosas, (Intenciones, voluntades, atenciones y pensamientos) doble ánimo sería tener dos visiones distintas sobre una misma cosa.

En principio y de manera lineal, una persona de doble ánimo va a pretender aferrarse a Dios para ganar de parte de Él lo que pueda necesitar para su vida, al mismo tiempo que también se aferra al sistema y las cosas del mundo con el mismo objetivo. Dualidad.

¿Cómo podemos reconocer a esta clase de personas? En el verso 8 del capítulo primero de esta misma carta de Santiago, se nos enseña que el hombre de doble ánimo es inconstante. ¿Qué significa esto? Que comienza mil cosas y no termina ninguna, que no le duran los trabajos, que nada lo atrapa lo suficiente como para que permanezca más tiempo. Falta de constancia, de perseverancia.

Ahora dime que no conoces a nadie de estas características que ostente algún cargo o posición de importancia en tu congregación. Sólo dímelo, asegúramelo y glorificaré a Dios por haberte evitado esa frustración. Una frustración que hiere y lastima porque se trata de la iglesia del Señor, no de una organización religiosa.

(Hebreos 13: 1)= Permanezca el amor fraternal.

Muy breve y escueto este verso, sin embargo contiene un depósito que no podemos dejar pasar sin analizar y evaluar. Porque la palabra griega que da origen a esta expresión de amor fraternal, es la palabra PHILADELPHIA, como la ciudad, como la denominación, como una de las siete del Apocalipsis.

Está compuesta por dos vocablos. Uno es PHILEO, que significa “amar” y la otra ADELPHOS, que se traduce como “hermano”, La palabra entera, entonces, indica “amor de hermanos”, eso es afecto fraternal. En el Nuevo Testamento el vocablo describe el amor que los cristianos sienten ( O al menos deberían sentir) por otros cristianos.

Y se agrega que todo esto tiene que ser entrañable, que tiene que ver con el muy adentro, con nuestras mismas entrañas, y no fingido. Ya te dije lo que creo: que Pablo sabía ya en su tiempo que en el marco interno de las iglesias, andaba gente simulando amar a otra gente.

Hoy también está ocurriendo. La de una enorme mayoría de cristianos del planeta, su hermandad, es apenas una hermandad de días domingos, o mejor dicho: de días domingos entre tal y tal hora, cuando hay reunión en el templo. Porque en el resto del tiempo, a nadie le interesa si su hermano come, sufre, llora o se ríe. ¿Hermanos? Conocidos de bancos…

Así es lo que Dios pretende de un grupo de gente re-nacida. Y no he separado porque sí a la palabra. Si bien no se escribe de ese modo, de ese modo se interpreta en toda su dimensión espiritual y profética. Re-nacer es exactamente eso que estamos leyendo: nacer nuevamente, o volver a nacer, o como normalmente lo conocemos: nacer de nuevo.

(Juan 3: 3)= Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

La palabra griega traducida aquí como de nuevo, puede también entenderse como de arriba. Nicodemo, protagonista principal de este relato con una pregunta que quizás cualquiera de nosotros podríamos estar haciendo hoy mismo, la entendió literalmente.

No estaba mal en lo completo, ya que esa era en efecto una de las acepciones, pero resulta ser que Jesús tenía en mente ambos significados: el literal y el espiritual. Esto último es lo que se necesita, no ya para entrar al Reino de Dios como dirá en otro texto, sino para verlo.

Hoy hay muchos cristianos, quizás muy fieles, quizás muy trabajadores, quizás hasta muy honestos, que por no haber nacido espiritualmente de nuevo, no están viendo al Reino de Dios y su justicia actuando en la tierra.

Por eso es que todos aquellos que han recibido de parte de Dios la orden de salir (O mejor dicho: Huir) de Babilonia, es porque han nacido de nuevo, (Es decir: de arriba) y han podido ver el Reino de Dios y decidir formar parte de Él aunque ello los saque de la iglesia nominal.

(Juan 1: 12)= Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Quiero aclarar que recibir es tener aptitud y actitud de desear algo para sí. En boxeo se utiliza a menudo la expresión de: “el boxeador recibió un golpe tremendo y…” Perdona: el boxeador no recibió ese golpe, se lo propinaron en contra de su voluntad. Recibir a Cristo es tomar una decisión de algo que deseamos y necesitamos.

Pero atención con esto: es normal y frecuente que, en el marco de una campaña evangelística llevada a cabo en cualquier lugar del planeta, el evangelista haga al final de su predicación un llamado al arrepentimiento, a pasar al frente y aceptar a Cristo como Señor y Salvador. Correcto.

Generalmente, hay una reacción en cadena y es mucha la gente que, efectivamente, pasa al frente dispuesta a entregar su vida a Jesucristo. Se les toma esa confesión pública, se le hace repetir en voz alta la oración del pecador y se los considera convertidos. Sigue siendo correcto.

Luego, con el correr de los meses, los hechos y las acciones se encargan de poner en claro si eso que ocurrió en esa campaña con la mayor parte de esa gente fue realmente conversión o simplemente convencimiento por emoción. Ya no es tan correcto.

Si ha sido lo primero, el cielo tendrá un nuevo habitante en la eternidad futura. Si ha sido lo segundo, algún templo tendrá un miembro más, un activista más, un ofrendador y un diezmero más, y hasta quizás un líder o un pastor más. Esto es mucho menos correcto.

Porque si sucedió lo primero, esa persona realmente recibió a Cristo, creyó en su nombre y adquirió la potestad de ser llamado hijo de Dios, aunque a algunos esto les moleste. Pero si sucedió lo último, lo único que habrá recibido es la autorización de alguien para congregarse en un determinado lugar. Y no es la misma cosa.

Porque lo dice con claridad en el final del texto y se encaja perfectamente con nuestro texto base: no somos engendrados por sangre o voluntad humana sino por Dios. Por lo tanto no traemos simiente corruptible sino incorruptible.

Y esto es muy importante, básico podría decirse, elemental en la vida cristiana. Sólo los que son nacidos de arriba y, por consiguiente, provienen de una simiente incorruptible son los que prevalecen. Los demás, a corto, mediano o largo plazo se caen, pues el mundo carnal al cual todavía pertenecen los derrota. Es EN Cristo o no es nada.

Nos cuesta horrores entender esto. No podemos ni siquiera plantearnos un nacimiento de arriba, es decir: superior, no geográficamente altura. Estamos tan adheridos a la tierra que, cualquier cosa que tenga que ver con lo eminentemente espiritual, es rechazada por nuestra anatomía secular no del todo convertida.

(Hebreos 4: 12)= Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Antes de seguir escudriñando este texto, te sugiero que no pierdas de vista que lo que estamos viendo en este momento, es el modo o las maneras en que los hombres pueden adoptar con el fin de purificar sus almas, que es a lo que en la Biblia se le llama “corazón”.

Dice aquí que la palabra es uno de los más firmes baluartes para conseguir ese objetivo. No estoy hablando de leer un “devocional” diario, (Jamás pude saber quien inventó esto del “devocional”, un término que la Biblia jamás pronunció) ni tampoco el aprenderse varios versículos de memoria, cosa que no es mala y puede ser útil, pero no significa refugiarse en la palabra.

La palabra de Dios no debe ni puede ser confundida con la letra escrita en un libro. Porque esto último es expresión gráfica humana, mientras que lo primero es material de origen divino. No es casual que aquí diga que la palabra ES viva.

Porque una enorme mayoría ha entendido esta expresión como que la palabra de Dios ESTÁ viva, y no es eso exactamente lo que dice. ¡Pero hermano! ¿No es lo mismo? No, no es lo mismo, porque todo lo que ESTÁ vivo, algún día deja de estarlo y se muere, mientras lo que ES vivo, es eterno y jamás perece. ¿Lo entiendes, ahora?

Porque luego dice que es eficaz. Y a nadie de habla española esto le llama demasiado la atención, porque cualquier buen diccionario le dirá que esa palabra significa algo o alguien que practica eficacia, y esta, en tanto, es la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera.

Obviamente, relacionar esto con la palabra de Dios no es ni desatinado ni incoherente. Tiene validez y así se lo ha hecho conocer, se lo ha enseñado y puesto como materia obligada a todos quienes deseen estudiar para ser futuros líderes.

Sin embargo, fíjate que lo que se te está diciendo en este texto no es, precisamente, esto que hemos entendido. Y no era tan complicado saberlo. Con revisar el texto original y comprobar que palabra griega es usada cuando se traduce eficaz, era más que suficiente.

Porque el vocablo griego que allí encontramos, es ENERGES, al que podemos comparar en su significado a nuestra más conocida palabra ENÉRGICO, que dicho sea de paso, es una derivación de este vocablo.

ENERGES, que solamente es utilizada en tres ocasiones; aquí, en la primera carta de Pablo a los Corintios en 16:9 y en Filemón 6, y se refiere a algo en acción, activo y efectivo. Es lo opuesto a ARGOS, que significa Ocioso, Inactivo e Ineficaz.

Cabe aclarar de paso, para información y conocimiento de aquellos que suelen meterse en estériles debates, que de aquí se toma la Nueva Era cuando estima que Dios es una energía, cosa que jamás fue dicha, ya que de lo que se haba es de la palabra y se señala que es enérgica, lo cual, de paso, destruye el viejo concepto del Dios tímido, sólo dulce y sólo amoroso, para mostrar a un Dios completo, en el que también existe firmeza y autoridad.

Luego se compara a esa palabra eterna y enérgica, a una espada de dos filos. Convengamos que, por lo que se sabe conforme a los repasos históricos y contemporáneos, una espada era una hoja de metal, generalmente de hierro, aunque en casos también podía ser de bronce.

Tenía una empuñadura donde solía recargarse el trabajo artístico. Era la principal arma ofensiva del soldado antiguo, con la cual cortaba o atravesaba al enemigo. Se llevaba en una vaina colgada del cinto. Era recta o curva, con uno o dos filos, y de tamaño variado.

Simbólicamente, la espada representa el juicio de Dios, aunque también se utiliza y mucho como figura de la Palabra de Dios. Es decir que es aquí donde encontramos la unión entre lo que literalmente era una espada y la Palabra.

¿Con qué nos encontramos, entonces? Con que tanto el hierro como el bronce, son símbolos del padecimiento de la carne, por lo que es más que evidente que, tanto acceder como incursionar en la palabra auténtica de Dios y no esa imitación barata que ha plasmado Babilonia, conlleva padecimiento en nuestra carne. Es la que según se nos ordena, debemos crucificar para poder servir adecuadamente.

El trabajo artístico de la empuñadura, nos está mostrando que en el momento de darla a conocer, podemos adornarla con poesía, con historia, con geografía, con aspectos sociales y todo lo que externamente sirva para embellecerla, pero así como a nadie se le ocurriría plantar una empuñadura y olvidar la espada, así también todo el adorno externo no puede ocultar ni minimizar a la palabra.

La palabra no puede servir para debatir ideas, conceptos o doctrinas, ni tampoco para corroborar o descalificar tesis teológicas. Mucho menos para defendernos de la burla o la marginación secular, incrédula y mundana. Dice aquí que la palabra es un arma de ataque, y por lo tanto está destinada a ser presentada a las potestades de las tinieblas.

Fíjate que no es casual que a la hora de mantener guardada. Quieta e inactiva a esa palabra, se lo haga en una vaina que está adherida al cinto. ¿Recuerdas lo que Pablo dice en Efesios con relación a la armadura y el rol del cinturón. La verdad.

¿Qué significa esto? Que cualquier palabra que podamos dar, que no provenga de la Verdad, esto es: de Cristo mismo, no es palabra de Dios sino discurso humano. Y como tal, jamás servirá para convertir pecado en limpieza y redención, apenas convencerá para producir religiosidad, templo y ritual.

A la horade llevarle la palabra al incrédulo o al hermano confundido, pueden utilizarse las dos maneras. Se puede ir rectamente al punto, tal como Jesús hizo con algunos fariseos, por ejemplo, o utilizar una línea parabólica que luego de describir un arco descienda sobre el mismo punto. Jesús también utilizó este sistema que normalmente llamamos parábolas, para que sean entendidas solamente por aquellos que tienen oídos para oír.

La espada de un solo filo, era utilizada para pelear al golpe. Esto significa que una simple palabra nacida del Espíritu puede dejar sin cabeza al demonio más porfiado. La de dos filos era la que se usaba para clavar al enemigo, ya que destruía de tal modo sus tejidos que resultaba imposible sobrevivir a una estocada. Es lo que debemos hacer en guerra espiritual. Demonio que es perdonado, demonio que regresará al ataque con más vigor y crueldad que antes.

El símbolo de juicio por parte de la espada (Y también de la palabra) no significa que se utilice para ejecutar a todos los incrédulos o falsos hermanos, sino para lo que la palabra juicio significa en su traducción original y ajustada: separación de lo verdadero de lo falso. Sólo la palabra genuina que Dios habla HOY puede lograr eso.

Todo eso es la espada. Todo eso es la palabra. ¿Te das cuenta ahora por qué digo siempre que el único modo de discernir entre lo que es del Espíritu y lo que es de la carne, es mediante la palabra? Esto, y no otra cosa, es partir, abrir y separar el alma del espíritu.

Que la palabra llegue hasta las coyunturas del cuerpo, implica que activa los sitios de movimiento, de dinámica. Una coyuntura atrofiada no le permitirá a ese cuerpo moverse con libertad. Y en cuanto a los tuétanos, allí es ni más ni menos donde se produce la sangre, que es como decir que se produce la vida. Con esto se cierra el círculo y se confirma que la palabra es viva.

Solamente quien tenga conocimiento genuino de la palabra (Y no estoy hablando, obviamente, de profesores de biblia ni teólogos con decenas de títulos) será capaz de discernir las intenciones del corazón (Alma) tanto de la propia como de la ajena. Ni quieras imaginarte el valor que esto tiene en tu militancia para el Reino de Dios.

Nos dirá luego el texto base que la carne es como la hierba, mientras que la gloria del hombre, esa que tanto nos puede cautivar o incentivar, incluso adentro de las organizaciones cristianas, es como la flor de esa hierba. Concluye diciéndonos que la hierba se seca y la flor se cae.

No obstante, buscando información, encontramos que hierba es la traducción de varios términos hebreos que significan plantas verdes. Alude especialmente a aquellas plantas que sirven de alimento para personas, y con más frecuencia para animales.

Sin embargo, ninguno de estos términos utilizados se refiere a una variedad específica de hierbas. El salmista le canta en el salmo 23 a los delicados pastos que vendrían a ser una forma de hierba tierna.

Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, la hierba simboliza lo transitorio de la vida humana y la providencia divina, de allí que en nuestro texto esté usada para ese ejemplo clásico y clave en la vida de un creyente.

¡Cuantos dramas y desesperanzas se podrían ahorrar los hombres si entendieran que la vida es – en efecto – altamente transitoria, como hierba destinada a secarse, y mucho más esa pretendida gloria tan perseguida que se caerá de un día para el otro como se cae la flor de la hierba.

(Isaías 40: 6)= Voz que decía: da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor de campo.

(7) La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo.

(8) Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.

(9) Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sión; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!

Aquí nos encontramos con un elemento que resulta precioso al entendimiento. Cuando aquí se dice toda carne, la referencia y alusión directa es a Babilonia, la cual también caerá, permitiéndole regresar al remanente. ¿Te das cuenta por qué dije en el principio que las cartas de Pedro son lo que Dios está usando hoy para llevarle más luz a los que están saliendo de esa Babilonia espiritual?

Pero hay otra no menos importante. Está a la vista, siempre estuvo allí y muchos jamás pudieron verlo. La hierba es la carne y la flor es la gloria humana, ¿No es así? Muy bien. Se nos dice que la hierba se seca y la flor se marchita y se cae. ¿Te has fijado por qué causa sucede esto?

Porque, dice, Jehová sopló en ella. ¿Recuerdas a qué se refiere cuando habla del “soplo” de Jehová? Exactamente, del Espíritu Santo. ¿Qué nos deja, entonces, esto? Que toda obra de la carne y toda vanagloria de los hombres serán destruidas por el poder y la acción del Espíritu Santo.

¿Es posible que el Espíritu Santo tenga gran actividad en el seno del mundo incrédulo, impío, secular y pecador? Es posible porque para Dios no hay imposibles, pero si dejamos de lado la palabra de Joel que nos dice que en los últimos tiempos Dios derramará de su Espíritu sobre toda carne, en este texto, parece estar hablando de la iglesia, no del mundo.

¿Y como se supone que se moverá el Espíritu Santo? ¿Acaso con señales, prodigios y maravillas que harán caer a la carnalidad y la gloria humanista? Podría ser, reitero que para dios no hay imposibles, pero aquí con mucha claridad se nos dice que será por la palabra de Dios, que permanece para siempre mientras todo lo demás es efímero.

Por tanto, esta es la orden. Salid de ella, pueblo mío, y anunciad a vuestro Dios verdadero. ¿Cómo lo harás? Con su palabra genuina, fresca y sin contaminaciones doctrinales denominacionales. Esto es lo único que derrotará la carnalidad religiosa y las vanidades eclesiásticas.

¿En que tiempo será que ocurrirán estas cosas? No hagamos futurismo. Echa una mirada a tu alrededor. ¿Qué estás viendo? Gente desconforme y hambrienta adentro de las iglesias, gente saliendo de las organizaciones para refugiarse en una relación directa y personal con Cristo.

¿Y con que poderes se mueven? Con el único que les garantiza seguridad, certeza y victoria: la palabra. Pero la palabra genuina y verdadera, la que jamás debió haberse dejado de lado. Esa es la que hoy mismo está destruyendo toda obra de la carne y haciendo trizas a las supuestas “estrellas” del evangelio internacional.

(Santiago 1: 9)= El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación: (10) pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba.

(11) Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, la flor se cae, y perece su hermosa apariencia: así también se marchitará el rico en todas sus empresas.

Tanto la pobreza como la prosperidad, son ejemplos concretos de situaciones que ponen a prueba nuestra fe. Por eso es que jamás podré entender como bien intencionada la mal llamada “teología de la prosperidad”. Para mí no es más que una estratagema ejercitada por supuestos ministros inescrupulosos, destinada a mejorar sus ingresos por diezmos y ofrendas.

Fíjate que cualquiera de estas dos alternativas muy válidas y vigentes en la vida, pueden con toda tranquilidad, terminar en un verdadero desastre. El cristiano que es materialmente pobre puede regocijarse en su elevada posición espiritual como hijo de Dios.

Mientras tanto el que es rico, puede regocijarse en nuevos valores, comprendiendo la naturaleza temporal de los bienes terrenales en oposición a los eternos beneficios de las posesiones espirituales. Estos son los que según este texto habrán de marchitarse si sólo ponen todo su corazón en la cosas materiales que poseen.

Aquí es donde aparece la duda que casi siempre se convierte en pregunta obligada: ¿Qué es lo mejor para un creyente, entonces? ¿Ser muy rico o muy pobre? La Biblia dice que Dios suplirá tus necesidades, que son precisamente eso: necesidades y no deseos ni caprichos egocéntricos.

Por lo tanto, Dios sabe muy bien cuanto dinero te mantiene en la pelea espiritual y cuanto te saca de ella. Y si tú eres fiel a la hora de pedir y confiar y a la hora de dar generosamente de gracia lo que de gracia has recibido, Él habrá de prosperarte exactamente hasta ese sitial.

Finalmente, cuando habla del secarse de la hierba y el caerse de la flor de esa hierba, expresa directamente que se trata solamente de hermosa apariencia. Fíjate hoy mismo, ahora mismo, cual es tu andar diario en el Camino del señor: ¿Lo haces para que Él te mire y te evalúe o lo haces para que sean tus hermanos de la iglesia los que lo hagan? En tu respuesta, va implícito tu grado de apariencia.

Este primer capítulo de esta primera carta, concluye con una expresión que todos los cristianos del mundo deberíamos grabarnos a fuego en nuestras mentes para utilizarla cuando las diferentes crisis atribulen nuestras vidas: La palabra de Dios permanece para siempre.

(Juan 1: 1)= En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Cuando se refiere al principio, linealmente alude a Génesis 1:1. Pero ya fue dicho que no habla de inicio ni comienzo, sino de principio como patrón, modelo, croquis. Y allí vincula a Jesús, que es el Verbo, la Palabra viva y activa, con el Dios de la creación.

La encarnación de Jesús es, entonces, un acontecimiento de importancia universal. El Verbo es Jesucristo, la suprema y eterna expresión de Dios. En el Antiguo Testamento Dios aparece como creador del mundo.

En el Nuevo Testamento, Dios pronunció su palabra definitiva a través de la Palabra viviente que es su Hijo. La frase de el Verbo era Dios, atribuye divinidad al Verbo, sin definir toda la divinidad como El Verbo. Esto significa que la Palabra de Dios va mucho más allá de simple letra escrita en papiros o libros. Tiene divinidad suficiente como para obrar sobrenaturalmente por sí misma.

Es por ese motivo que tenemos que aceptar y entender que es algo de identidad eterna. No interesa si teólogos infatuados deciden alterar interpretaciones y acomodarlas según sus gustos, predilecciones o intereses. Ellos un día perecerán, pero la palabra no porque es eterna y permanece para siempre…

¿La salvación se gana, se merece o se alcanza? Según Pedro y otros textos similares, es algo que alcanzamos. ¿Cómo? Mediante nuestra fe. El fin de nuestra fe es precisamente ese: la salvación de nuestras almas. Antes, nuestras almas serán purificadas. ¿De que manera? Por la obediencia a la verdad. ¿Sin esa obediencia no habrá purificación? Todo indica que no. Además, esa también es la única vía para ejercer amor no fingido. Entonces, ¿Sin fe no hay salvación? Suena demasiado contundente, pero todo parecería indicar que no. ¿Y como hago para tener fe? Es un don de Dios y debemos pedirla a Él. Mientras, gozaremos, nos alegraremos y también pasaremos por diversas pruebas. Está escrito, nadie podrá evitar eso.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez