Pese a todo lo que se ha vivido como iglesia desde antes de la pandemia de Covid y con posterioridad, todavía se sigue padeciendo algunas de las antiguas manías que mucha gente tenía y sigue teniendo. Esperando semanalmente recibir el consejo del pastor para ver como resuelve el problema que tiene o, en todo caso, aguardando la visita de ese profeta o ese apóstol para que ore y vea si por arte de magia divina el problema se resuelve solo y se puede salir a cantar aleluyas y dar gracias a Dios por el milagro. En suma, lo que esa gente está buscando es alguien que le ayude a resolver su destino, porque en definitiva lo que no tiene es una relación personal con ese Dios en el que asegura creer. A cada uno de ellos le aseguraron que cuando se convirtiera iba a tener una relación personal con Cristo, pero hasta hoy lo único que ha podido tener es una relación con el pastor de la iglesia.
O, en todo caso, tiene una relación con el profeta, que para muchos es el nuevo adivino del Reino, que seguramente le va a decir todo lo que le va a pasar, todo su destino. Porque como aparentemente Dios no se lo puede decir a él, entonces tiene que correr a donde está ese profeta para que le diga qué es lo que le va a pasar. Y así es como en muchos sitios tratan a los profetas como adivinos. Y van y le dicen: “Deme una palabra, hermano” Y allí es cuando alguno de estos atrevidos que andan por la vida le pone la mano en la cabeza y le dice ceremoniosamente: “¡Sea la luz! Y allí es donde queda la duda: ¿Se puede recibir la luz o no? Sí, pero hay un problema y no es menor. Una gran mayoría de cristianos están demasiado acostumbrados a las tinieblas de Babilonia. De allí que, cuando de pronto la luz resplandece, no agrada demasiado y hay oposición y hasta contienda por eso.
El tema radica en que a esta clase de cristianos no les gusta buscar la luz porque eso implica asumir su verdadera responsabilidad al respecto. Es que es muy fácil estar en la religión y que toda la responsabilidad la tenga ese hombre que está allá arriba de la plataforma. Es a ese hombre, o mujer, llegado el caso, al que los que están debajo le demandan todo. Ellos están demasiado cómodos allí. Hacen su pequeña oración, dan su diezmo, jamás vieron nada distinto, pero están tranquilos, nada los molesta. El que le tiene que dar todas las respuestas es el pastor, sino no le pagan. Y allí surge la otra duda: ¿Podrá Dios sacar a esa gente de Babilonia? ¿Les podrá dar un entendimiento de la luz? Porque todos sabemos que mientras más vida hay, más luz se demanda. De hecho, la santidad no depende de cuantas cosas haces para Jesús. Depende de qué tanto de la vida de Dios mora en tu interior. Cuanto de Jesús se ha edificado en ti es lo que te hace santo.
Mientras más creces en la vida y en el conocimiento de Dios, más luz tienes. Y mientras más luz tienes, más puedes ver. Y como empiezas a ver más, te empiezas a espantar de las cosas que ves. Y allí es donde el pueblo no sabe para donde correr. Porque viene uno y le tira semejante profecía y allá se van todos corriendo detrás de él porque es la figura del momento. Luego llega el otro que tiene una profecía diferente a la que dijo el primero, entonces deciden que el anterior estaba mal y se van todos en masa con este. Y ni te cuento si llega un tercero con buena prensa que predica algo distinto a los otros dos. Se hacen un batuke más que regular en la mente, pero deciden seguirlo porque les cae mejor y se lo adjudican al Espíritu Santo. Si oyeran la voz de Dios, ya sabrían que Él tiene mucho interés en escucharnos a todos explicarle por qué creemos lo que creemos.
¿De dónde viene todo lo que crees? Un día recibiste a Jesús. Viste a tu pastor y dijiste: ¡Huau! ¡Cuanta biblia sabe este hombre! Y entonces seguiste al pie de la letra todo lo que te decía ese amado hijo de Dios. Y jamás te lo cuestionaste si estaba bien o estaba mal, porque no tenías un parámetro como para poderle decir a ese pastor que se estaba equivocando en algo. Un día te toca a ti ser el ministro, y cuando las ovejitas se sientan a escucharte, les vas a repetir exactamente lo que te dijo el otro. Y los que te oyen van y repiten lo que les dices tú y así sucesivamente por generaciones. Nadie presta atención de donde salió todo eso que hemos estado repitiendo y que ha llevado a la iglesia a un estado de somnolencia y muerte. Allí es donde Dios te dice que tienes que hacer un alto y abandonar la antigua rutina eclesiástica de hacer, hacer y hacer. Lo que Dios te dice hoy es que te detengas, que hagas un alto y que te cuestiones todo lo que crees y por qué lo crees. Y que te encuentres en la intimidad con Él. Y que dejes a Su Espíritu Santo enseñarte, porque Él, dice, edificará Su iglesia sobre la revelación.
La revelación de Dios, cuando se la cree y se la espera, viene sobre el hombre y hacer realidad aquella palabra que dice que sobre esa roca edificará su iglesia y que las puertas del Hades no prevalecerán sobre ella. Y no tengo dudas, Dios quiere edificar su iglesia, pero ella está demasiado metida en la rueda de hacer, de buscar, de tener, de querer posesiones, riquezas, el éxito de este mundo, el poder político. No voy a cuestionar nada de esto, sólo voy a decir que el error es estar más enfocado en el hacer y el tener que en el ser. Y Dios está enfocado en el ser, no lo dudes, muy por encima del hacer. Lo importante es lo que somos, y en qué posición nos vamos colocando, y que nivel de vida y de luz es lo que mora en nosotros. Eso es lo que Dios mira, no cuanta gente hay en un templo o salón.
De hecho, Dios quiere ordenar muchas cosas, pero el problema va a ser la luz. La luz que confronta Babilonia. Porque sí o sí, el pueblo está tan metido en Babilonia y ella es tan sutil y se disfraza tan bien de súper espiritualidad, que una gran mayoría ni siquiera se ha dado cuenta que está tragado dentro de ella. Cuando la luz del cielo comienza a brillar y te das cuenta de esto, es como que medio mundo se te desmorona. Allí te das cuenta que Babilonia se ha tragado la mayoría de las iglesias cristianas, a las que les ha influido su pensamiento, y su sistema. No exagero nada si te digo que estoy convencido que todavía hoy, como iglesia global, estamos en la misma disyuntiva. ¿Cómo se sale de allí? Creo que la respuesta es Jesús, su vida y su ministerio. Con una salvedad: ten cuidado, porque no es fácil salirse de Babilonia. Que ahora vayas, saludes a tu ex pastor y le comuniques que te vas de la congregación, no significa que te salgas de Babilonia. Por ahora, lo único que has podido hacer es salir de un templo, de un grupo, de una denominación.
Salir verdaderamente de Babilonia requiere mucha confrontación. Lo primero que debes entender, es que a lo que nosotros conocemos como La Biblia, fuente de la Palabra escrita de Dios, fue acomodada en su estructura por unos exégetas que hicieron un trabajo al cual denominaron como el Canon de la Biblia. Esto sucedió en el siglo cuarto, y allí ellos fueron los que decidieron poner en nuestras biblias estos libros que hoy puedes ver. Y le llamaron Canon, porque lo que hicieron fue canonizarla. Eran católicos. Hicieron con la Biblia lo mismo que ya habían hecho con algunos hombres y mujeres convirtiéndolos en santos de adoración. Por eso ellos fueron quienes comenzaron a denominarla como Santa Biblia. Y le colocaron un sello, católico, que determina que nadie puede creer ni pensar más allá de esto que está allí, aprobado, canonizado y santo.
¿Alguien sabe cuantos libros había, en realidad? Mira, yo no soy nadie en el concierto cristiano y en pocos años he escrito ocho libros. ¿Tú crees que alguien como Pedro, escribió nada más que esas dos cartitas que tenemos? ¿O que alguien de la envergadura espiritual de Juan, sólo escribió un evangelio, tres cartitas y el Apocalipsis? ¿Cuántas cosas se habrán quedado por allí perdidas en las catacumbas simplemente porque estos hombres decidieron ignorarlas? Y como si eso fuera poco, antes del evangelio de Mateo, le añadieron una página que dice “El Nuevo Testamento”. Y cualquiera de nosotros, cuando éramos recién llegados al evangelio, nos sujetamos a esa decisión tomada por personas que me atrevo a decir que ni siquiera tenían al Espíritu Santo. Así que, linealmente, cuando alguien nuevo toma una Biblia y ve esa separación, entiende que desde esa página hacia atrás es el Antiguo Testamento, y que hacia el otro lado, como los judíos no creyeron en Jesús, Jesús es parte del Nuevo Testamento.
La realidad contundente nos muestra que el Nuevo Testamento, en realidad, comienza en el capítulo dos del libro de los hechos. Y eso también te deja en claro que Jesucristo, el Mesías de Israel, fue enviado a los judíos. Jesús venía a cumplir todo lo que se había escrito en el Antiguo Testamento. Jesucristo, aunque se le revuelvan los intestinos a los fariseos, es el Mesías de Israel, les guste o no les guste a los judíos, Jesucristo es el Mesías, y el Mesías venía a cumplir todo lo que había sido hablado acerca de Él. El decía: “Voy a hacer esto, para que se cumpla la Escritura”. Dijo “Tengo sed”, para que se cumpliese la Escritura. Pidió que le trajeran el pollino, para que se cumpliese la Escritura. Todo lo que Él hizo fue para que se cumpliese la Escritura, porque Jesús vino para que se cumpliese la Escritura. Porque Él venía a ser el Alfa y la Omega del pueblo de Israel. Jesús no fue enviado a los gentiles. Esta es otra historia que bien vale la pena contar, pero distinta a la que nos han enseñado.
Un día Jesús derramó el Espíritu Santo y dijo: “Yo me voy, pero vendré otra vez, me tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis. Así que no tengan pena, no os voy a dejar huérfanos. Vendré otra vez, y mi Padre y yo haremos morada en vosotros”. Juan 14. Esa es la promesa de Jesús en el Espíritu, viniendo al pueblo gentil. Cuando Jesús habló eso, Él no podía entrar en el corazón de los discípulos por una simple razón: todavía estaba en la carne. Lo que yo tengo que entender, es que Jesucristo es el cumplimiento de la ley. Jesús vino a cumplir la Escritura. Cuando Jesús vino, no había Nuevo Testamento. Pero Él dijo: “Escudriñad las escrituras, porque ellas hablan de mí”. ¿A qué escrituras se refería? ¡Al Antiguo Testamento! De hecho, debemos tener en mente que Jesús vino a los judíos. Cuando vino aquella mujer samaritana Él le dijo que no podía liberarla, porque el límite de su ministerio era el del pueblo judío. No puedo hacer mi obra entre los gentiles.
Tengo que entender esto, para entender lo que hizo Jesús, lo que vino a cumplir Jesús y cual es el fundamento de la piedra angular que es Jesús. Porque si paso la página hacia antes de Mateo, se me trastoca todo lo de la piedra angular. Porque pienso que Jesucristo, es neotestamentario. Y Jesucristo no es neotestamentario. Jesucristo es el cumplimiento de la justicia para Israel. 1 Pedro 1:10-11: Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, (¿Quién estaba en ellos cuando profetizaban? El Espíritu de Cristo) el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. Queda claro: el Espíritu de Cristo estaba en cada uno de los profetas del Antiguo Testamento.
Verso 12: A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles. Aquí encontramos algo que es básico: el evangelio de Jesucristo solamente se puede predicar a partir de lo que ordene el Espíritu Santo de Dios. Yo sé que hay infinidad de métodos en cada denominación. Programas, manuales, cursos y bases para debatir con los mormones, testigos de Jehová, musulmanes, budistas, etc. Todo muy bonito e inteligente, pero acá dice el evangelio sólo se predica a partir de lo que dice el Espíritu Santo.
Entonces imagínate a Cristo en la eternidad diciéndose a sí mismo que no hará nada sin comunicárselos antes a sus profetas. Y así comienza a profetizar sobre sí mismo. Entonces se le aparece y habla con Abel, después con Abraham, luego con Moisés. Y así va hablando a través de todos los profetas, anunciando qué cosa. ¡La venida del Mesías! La venida de un Reino que el pueblo de Israel tenía que esperar. Lo esperado, lo maravilloso, el niño que iba a nacer. Un niño nos es nacido, un hijo nos es dado. El principado sobre sus hombros, su Reino un Reino eterno. El pueblo de Israel esperaba un Mesías con un Reino. No esperaba un Mesías con un período de gracia de quien sabe cuándo, en un futuro, iba a traer un Reino. No hay una sola escritura en el Antiguo Testamento en la que el Espíritu de Cristo hable de una venida dividida de Él mismo.
Escudriñad las escrituras, ellas hablan de mí, dijo Jesús. ¡Es tu responsabilidad escudriñar las escrituras, no solamente la del pastor, ministro o predicador! Eso se necesita para conocer a Jesús y su obra terminada. Por eso dijo: “Hecho está, soy el Alfa y la Omega. Consumado es.” En toda la extensión del Antiguo Testamento no se ve una fragmentación de venidas del Mesías. El que va a venir, como que triunfó, pero no mucho, porque luego tiene que venir en una venida intermedia. Y que sí, que no, que vamos a ver, que quien sabe, que tal vez y por ahí sí, ¡Ahora sí va a venir el Reino! ¿De donde salió todo eso? ¡Es que así me lo enseñaron! A mí también. Lástima que ya no está el que me lo enseñó a mí y no le puedo preguntar de donde lo sacó. Esto me recuerda mucho a una anécdota llena de humor de mi Argentina.
Una pareja de recién casados, de retorno de su luna de miel, deciden hacer una carne al horno en su monumental y moderna cocina. Al colocar el cuadril (Así se le llama al corte vacuno) en la bandeja, la joven esposa le cortó los dos extremos. El marido, ansioso por participar, le preguntó por qué hacía eso y ella le respondió que era porque así se lo había enseñado su mamá. Al día siguiente le preguntaron a la suegra por qué cortaba los extremos de la carne antes de meterla en el horno y respondió que era porque así se lo había enseñado SU mamá. La abuela todavía vivía y, cuando le hicieron la misma pregunta, respondió que su cocina era muy antigua y vieja y tenía un horno tan pequeño que el trozo completo de carne no entraba, así que se veía obligada a cortarle los extremos.
Dice la palabra que la luz vino, pero que amaron más las tinieblas que la luz. ¿Por qué sucedió esto? Porque es más fácil amar lo que conocemos, aunque sea tiniebla, y no enfrentarnos a cambios sustanciales, que nos van a sumergir en la gloria de Dios. Si tú todavía crees en un Jesús viniendo en un caballo blanco después de un rapto quien sabe cuando, entonces no le llames rey de reyes y señor de señores porque todavía no lo es. ¿Qué está diciendo este hombre? Este hombre está diciendo que escudriñes las escrituras. Porque el Espíritu de Cristo se profetizó a sí mismo, y profetizó todo lo que iba a tener que hacer el Mesías. Entonces, cuando leemos sobre el Espíritu de Cristo a través de los profetas, puede verse un plan, en el cual Dios está preparando un pueblo, para que, a través de ese pueblo, nazca en carne el Hijo de Dios. Venga a la tierra quien va a ser conformado en el postrer Adán, para devolvernos a todo lo que era el edén.
El Hijo de Dios se iba a sentar en la gloria en las alturas, iba a tomar el Reino, el señorío, la autoridad, y al sentarse Jesús en su trono, todo iba a cambiar en los cielos y en la tierra. Porque no es lo mismo un cielo sin el Mesías, que un cielo con el Mesías. No es lo mismo una tierra en tiniebla y oscuridad, que una tierra que tiene un Mesías entronizado en los cielos. Y cuando Jesús se sienta en el trono de la majestad en las alturas, cielo nuevo y tierra nueva comienzan en la humanidad. Por tanto, esperamos cielos nuevos y tierra nueva, donde more la justicia. ¿Quién es la justicia que tenía que ser manifestada? Jesucristo es la justicia que tenía que ser manifestada. No tiene que venir cincuenta veces para hacerlo. De todo esto, solo pasan dos mil años. Y en ese lapso, se pierde el Espíritu Santo y el pueblo de Dios se hizo un bollo doctrinal del cual ya no le resulta sencillo salir. El Espíritu de Dios te dice: que si quieres Su luz y Su verdad, tienes que saber por qué crees lo que crees. Lo único que Dios va a respaldar, es lo que habló en su palabra.
Porque hoy tenemos una serie de cuentos. Están las palabras, están los versículos, pero la forma en que fueron puestos, le niegan a Jesús su Reino. Y algo peor pasa, es que te vas a quedar sin poder. Entonces te dicen, que cuando Jesús venga en las nubes, en un caballo blanco, entonces sonarán las trompetas porque empiezan las bodas del Cordero. De hecho, pregunto, si estás esperando las bodas del Cordero, ¿Qué cosa eres ahora? ¡La novia amada!, he oído gritar a coro. ¿Novia? Imagina la escena. El chico se enamora de la chica y un día le dice sin vueltas que quiere ser su esposo. Le ofrece una hermosa casa que va a comprar para que vivan allí, además de su protección y la promesa de ser el marido más precioso para ella. Y ahí entonces le pregunta si le gustaría a ella ser su esposa.
Ella le dice que sí, de inmediato. Pero le pone una condición. Le dice que tiene un amante ahí afuera, porque ella tiene sus amigos y sus amigos todavía no están listos, así que ella le dice que no va a dejar ni a sus amigos ni a su amante por él. Le asegura que se casará con él, pero le aclara que ella tiene su propio tiempo. Que a él le va a dar nada más que un día a la semana, y que los seis días restantes, ella saldrá con sus amigos y su amante. Respecto a la sujeción, ella le aclara que ni lo sueñe, que será únicamente ella la que dirá qué es y qué no es. Obviamente que hará uso de todas las riquezas del esposo, pero su aporte será solamente de un dólar cada semana. Le asegura que lo ama, pero nada más que para un dólar a la semana. Le dice una vez más que ella hará lo que quiera, aunque se compromete a cantarle más que hermoso una vez a la semana. Nada que salga de su corazón, sino de ese manual de cantos que se consigue en ciertos lugares.
A ver, pregunto: ¿Cuántos de ustedes se casarían con una mujer así? Ninguno, ¿Verdad? ¿Y por qué piensan que Jesucristo el Rey de reyes se casaría con alguien así? Todavía hay muchos que necesitan entender que, el que se ha unido a Jesús, UN espíritu es con Él. Y ese UN espíritu se da, en sublime matrimonio, en el que el Espíritu de Dios, se une al espíritu del hombre. Y para establecer una unidad con el espíritu del hombre, necesaria y obligatoriamente suceden las bodas del Cordero. En ese momento te es dado un nombre nuevo. Ya no eres quien quieras que seas, ahora eres la esposa de Jesús de Nazaret, el rey de reyes y Señor de señores. Y cuando caminas por las calles llenas de narcotráfico, brujos y hechiceros, el que camina no eres tú, sino la esposa del rey de reyes y Señor de señores.
Cuando Jesús oró dijo que seamos uno con Él como el Padre y Él eran uno. Uno. Matrimonio. Esa es la esposa de Jesucristo. Con la frente bien alta y sin nada que se le pueda reprochar. Nada que ver con el paso provocativo pero insípido de Babilonia, la ramera. Cuando pasa la esposa de Jesús de Nazaret, saludan militarmente los ángeles e inclinan sus rostros los demonios en señal de reconocimiento de autoridad.
