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Sigo Queriendo Más de Ti

Quiero, en el inicio de este trabajo, establecer un decreto de oración profética dirigida al campo público de la congregación invisible, para pedirle al Señor que a cada uno de los que hoy, cualquiera sea el hoy, visiten esta página y escuchan este trabajo, lo hagan con un espíritu de entendimiento que les posibilite recibir las revelaciones y verdades que el Señor tiene preparado para ellos.

Hemos venido hablando en estos últimos tiempos del espíritu apostólico, y de cómo ese mover apostólico, esa unción que no es otra cosa que una manifestación de Cristo trayendo los diseños de Dios a la tierra. Todos sabemos, pero siempre conviene recordarlo que lo apostólico es lo que trae los diseños de Dios a la tierra.

Y una de las cosas que hace la unción apostólica, es traer nuevos niveles de luz, nuevos niveles de entendimiento, para restaurar todas las cosas. Hay muchas cosas que tenemos en la iglesia, que venimos heredando de generación en generación, que no necesariamente tienen la luz del diseño de Dios en su totalidad.

Si tuviésemos ya toda la luz y todo lo que ya sabemos ya, entones estaríamos experimentando una iglesia llena de la gloria de Dios, con los creyentes alrededor del mundo, investidos de esa gloria de Dios de manera tal que el evangelio, habría cubierto ya toda la faz de la tierra. ¿Cuántos de ustedes desean ver una iglesia gloriosa, poderosa y más que vencedora en Cristo Jesús?

Porque hasta ahora hemos visto a grandes hombres, a grandes mujeres, pero resulta ser que Dios quiere ver a todos los hombres, a todas las mujeres que componen su iglesia, moviéndose en el poder y en la gloria de Jesucristo. El mismo Señor dijo: Padre, yo te ruego que la gloria que yo tuve contigo, tú se las des a ellos, para que sean uno.

Entonces, la misma gloria que tuvo Jesucristo cuando estaba con el Padre, es lo que pide el Señor que tengamos nosotros. Él quiere que su gloria venga sobre nosotros. En suma: Él quiere llenarte con su gloria. Sin embargo, resulta más que necesaria una reforma apostólica, para verdades que tenemos a medias, sean traídas en una luz profética y apostólica, y podamos encontrar cimientos, fundamentos de una iglesia gloriosa.

Hoy solamente tenemos fundamentos para tener en pie a una iglesia, pero ahora el Padre quiere que hablemos de otros fundamentos, de nuevos fundamentos que son más poderosos para traer esa gloria. Y una de las cosas que Dios está restaurando sobre la faz de la tierra. Y esto es lo que hemos denominado como el bautismo en el Espíritu Santo. Y cuando hablamos de este tan controvertido bautismo, (Controvertido en esa puja inter doctrinal que todavía sigue intacta), son muchos los que dicen: ¿Y qué me va a decir sobre eso si yo ya lo sé todo? Lo que te voy a decir es que prestes mucha atención, porque a lo mejor todavía no lo sabes todo como creías.

(Hechos 2: 17) =  Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones,  Y vuestros ancianos soñarán sueños; (18)   Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. (19)   Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo;

La verdad es que, lo que tenemos hoy del Espíritu Santo, está muy lejos de ser lo que la Biblia dice que es el Bautismo en el Espíritu Santo. Ahí es donde entra el famoso y controvertido tema de las lenguas. Cuando recibimos el Bautismo en el Espíritu Santo, hablamos lenguas raras, que llamamos lenguas angélicas, o lenguaje específico, y ese ha sido el único testimonio fehaciente que hace decir a los demás que sin ninguna duda, esa persona ha recibido el bautismo en el Espíritu Santo.

Así se ha enseñado en muchísimos lugares, (Y algunos de cierto nivel no menor, precisamente) hasta que viene realmente el Bautismo en el Espíritu Santo y ahí es donde nos damos cuenta que no teníamos ni el diez por ciento de lo que debíamos tener. De allí que hoy, lo que la voz profética de Dios está haciendo, es abrir nuestro corazón para que busque esa grandeza de ese bautismo, que es de lo que hoy desearía hablarte.

Entonces, primeramente vemos aquí que el bautismo en el Espíritu Santo, cuando este derramamiento viene, todos tienen algo en común, y esto que todos tienen en común, es que todos profetizan. ¿Y qué es profetizar? No es leer un versículo y decir: Bueno, este versículo me parece muy lindo y creo que hoy lo voy a leer en la iglesia porque estoy profetizando la palabra de Dios. No. Tú estás leyendo la palabra, no profetizando.

Profetizar, tiene que ver necesariamente, con lo que el cielo está hablando, en ese momento, sobre ese lugar, sobre esas personas. Si yo no estoy recibiendo del cielo la voz directa de Dios, estoy leyendo la palabra de Dios, pero no estoy profetizando. El Espíritu Santo de Dios es, por excelencia, profético. Donde está el Espíritu Santo, necesariamente, los siervos y las siervas profetizarán y los jóvenes verán visiones y los ancianos soñarán sueños. Hay una ola maravillosa de palabra que está cayendo del cielo que nos instruye, que nos dirige y que nos da una orientación general de muchas cosas, de cómo tenemos que saberlas y resolverlas conforme a los diseños de Dios.

Necesitamos un derramamiento del Espíritu Santo, que nos de esta llenura, de la cual habla aquí la Escritura. Eso nos lleva a una conclusión que, te agrade o no, coincida con tu doctrina denominacional o no, lo creas o no, es genuina: el Espíritu Santo es, necesariamente, profético. Vente conmigo ahora a Apocalipsis capítulo 19. Este es Juan, que está siendo arrebatado a los cielos, que está viendo todo lo que está sucediendo en los cielos.

Donde se le han mostrado ya las bodas del Cordero, y está en un nivel de éxtasis en todo su ser, y tiene que caer postrado, porque mientras mayor es la presencia del cielo en nosotros, más nos sentimos compelidos a un nivel superlativo de adoración. Y Juan está tan compelido con el cielo que tiene la tremenda necesidad de adorar. Entonces, como ya no sabe qué hacer, cae postrado delante del ángel que le está mostrando todas las cosas, mira lo que dice.

(Apocalipsis 19: 10) =  Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía. En otras palabras, lo que le está diciendo el ángel a Juan, es que está en los cielos, por si no se dio cuenta todavía. ¿Cuántos saben que si a Dios le da la gana tú puedes estar de pronto en los cielos sin necesidad de morirte? Y le hace ver que todo lo que está viendo, es el testimonio de Jesús. Que está allí por causa del espíritu de la profecía, por eso está viendo lo que está viendo.

Que puedes ver y experimentar los cielos en esta magnitud. El Espíritu Santo, entonces, es necesariamente profético y tiene como misión esencial manifestar el testimonio de Jesús. Él estaba viendo las bodas del Cordero, él estaba viendo la glorificación de Dios, él estaba en un punto tan maravilloso de toda la expresión de lo que es el testimonio de Jesucristo, que el ángel le dice: esto es el espíritu de la profecía.

Es la manifestación, es la interrelación entre Dios y el hombre, a través del cual todo lo que Jesús es y se manifiesta en la tierra, eso es el espíritu profético. La esencia del espíritu profético no es simplemente que unas cuantas personas digan: ¡Así dice el Señor! Y entonces dan una palabra profética, o se hace un presbiterio profético. El espíritu de la profecía abarca una gama poderosa y muy amplia de todo lo que es Jesucristo, hasta el punto mismo de ser arrebatado a los cielos, y experimentar la gloria de Dios a cielo descubierto, en la presencia del Altísimo. Esta es parte de la misión del Espíritu Santo de Dios.

El Espíritu Santo es profético. Donde está el Espíritu Santo, necesariamente, va a haber un fluir de lo profético. Hoy encontramos una gran cantidad de gente que asegura que ya hoy Dios no le habla al hombre. Y no estoy refiriéndome a incrédulos, estoy hablando de miembros de congregaciones de ciertas y determinadas denominaciones. Aseguran que ya tenemos la palabra, que ya vino lo perfecto, y que por lo tanto ya Dios no tiene que hablarnos más. Allá cada uno. Yo no creo eso, no puedo. Mi Biblia dice otra cosa.

¡Es que, hermano! ¡a mí me resulta muy difícil escuchar la voz de Dios! ¿Ah, sí, eh? ¡Pero me parece que a la voz del diablo no te resulta tan difícil escucharla! ¡O la voz de la enfermedad! ¡O la voz del enojo! ¿Cómo haces para escuchar todas esas voces que provienen del mundo espiritual y no escuchas la voz de Dios que también viene del mismo ámbito?

Te voy a hacer una pregunta: ¿Será un diseño de Dios, que todos escuchemos tan nítidamente la voz del diablo y muy pocas personas escuchen la voz de Dios? ¿Será el diseño del Altísimo, como dicen muchos teólogos llenos de títulos, que el pueblo puede escuchar la voz del diablo, pero que Dios ya no habla? Lo apostólico trae diseños, trae reformas. Si tú escuchas la voz del diablo, el diseño de Dios será que tú escuchas con mucha mayor nitidez la voz de Dios, y que cada vez más lo que abunde en tu vida sea el Espíritu Santo hablándote?

Dice la Palabra que los que son nacidos de Dios, son guiados por el Espíritu Santo. Hay diferencias entre creer en Dios a haber nacido de nuevo en Cristo. Entre tener una cultura cristiana y ser un hijo de Dios: Los que son nacidos de Dios, son guiados por el Espíritu Santo de Dios. Porque es un diseño de Dios el que todos seamos guiados. ¿Y qué significa ser guiados por el Espíritu Santo?

Significa lo que Dios le habló de manera tan sencilla a aquel discípulo llamado Ananías, cuando le dijo que se levantara y fuera a la calle que se llama Derecha, y que ahí se iba a encontrar con un hombre de tal y tal forma, al cual le tendría que decir esto, aquello y lo otro. Ananías se asustó. Conocía a ese hombre y sabía que andaba como loco matando o haciendo matar a cristianos. ¿Cómo pretendería Dios que él fuera a poner la cabeza para que se la cortaran?

Y ahí es donde Dios le dice que vaya, porque ese hombre es instrumento escogido. Hay un diálogo entre ellos. ¡Es un diálogo! Y estamos hablando de un sencillo hermanito al que sólo se lo mencionará una vez en la escritura, aquí. Y luego nadie sabrá más nada de él. Instrumento de Dios, nada menos. Bueno; eso es lo mismo que Dios quiere hoy, para simples hermanitos como nosotros.

Es una prueba necesaria, para saber si soy nacido de Dios, el ser guiado por el Espíritu Santo. Hoy en día, por causa de las tinieblas, aprendemos un lenguaje, aprendemos a establecer pequeñas fórmulas, aprendemos a llevar adelante algunas mecánicas para que la iglesia se vea bonita, para que parezca que hay un avivamiento, para que parezca que muchos están viniendo al Reino. Pero Dios no es un Dios de apariencias; Dios es un Dios de realidades.

Aprendemos a decir muchas cosas, y hemos aprendido a llamar inmaduros a los que son sencillamente pecadores. Y la Biblia hace especial diferencia entre un pecador y un inmaduro. Hay una diferencia muy grande, porque hoy le llamamos carnales inmaduros a adúlteros, fornicarios, ladrones, mentirosos, hipócritas, gente de doble ánimo. Hoy le llamamos nacidos de nuevo, llenos del Espíritu Santo. Es un pecador, eso.

En la Biblia podemos desafiar a cualquiera que nos diga dónde dice que cualquiera de los apóstoles o evangelistas, llamó cristianos a algún pecador. Hay una diferencia muy grande entre ser inmaduro y decir luego que pertenecemos a Fulano o Mengano que nos haya predicado y empujado a convertirnos. ¿Gente madura? ¡Era una carnalidad, eso!

¿Cuántos saben que hay una diferencia muy grande entre decir que somos de Apolos o somos de Pablo, y ser un adúltero, un fornicario o alguien que se deleita mirando pornografía por internet? El mismo apóstol que dijo que con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación, es el apóstol a quien le escriben estos hermanitos de Corinto y le dicen: ¡Hermano! ¡No sabemos qué hacer! ¡Tenemos un terrible problema! ¿Y cuál es ese problema? ¡Que hay un pecador en medio nuestro! Hay uno que cometió un pecado inmoral y estamos todos contristados, no sabemos qué hacer. Observa, la primera carta de Pablo está escrita por causa de UN pecador.

Entonces, el mismo que dijo que con el corazón se cree para justicia, dijo: Si alguno llamándose cristiano fuese un fornicario, un adúltero, un mentiroso, un ladrón, el tal no entrará en el Reino de los Cielos, ni con el tal, ni aún comáis. 2002. Segunda carta de Pablo, por causa del mismo pecador. Les escribo esta carta para que no os consumáis en demasiada tristeza. Toda la iglesia estaba consumida en tristeza, por causa de un pecador. ¡De un solo pecador!

Hoy, fíjate, ni siquiera es causa de tristeza. Y no sólo eso, sino que los seguimos llamando cristianos y llenos del Espíritu Santo. No hay una sola vez que esta palabra del cielo llame a un pecador, cristiano. Ese es un invento del siglo veinte. Un evangelio creado por el hombre. Creemos en cosechas hechas por el hombre. Porque lo importante no es cuantos se anoten como cristianos, sino cuantos van a entrar al cielo.

La gente apostólica, gente profética, tiene sus ojos puestos en las cosas de arriba. Tiene sus ojos puestos en trabajar su salvación con temor y temblor. Entonces, el Espíritu Santo es una de esas verdades, que hemos hecho a la usanza del siglo veinte, y lo hemos convertido otra vez en una de esas pequeñas fórmulas que tanto nos gustan.

Hoy puede venir una persona en pecado, y con tal que diga tres o cuatro palabras intelegibles pero muy conocidas dentro del ambiente de las lenguas, ya se la considera llena del Espíritu Santo. La evidencia primera de que alguien es cristiano y nacido de Dios, es que es guiado por el Espíritu Santo de Dios. Jesucristo dijo: Yo me voy, más os enviaré el Espíritu de Verdad. El Espíritu Santo, el Consolador, con tres funciones: 1.- Para convencer al mundo de pecado, por cuanto no creen en mí.

Lo primero que hace la presencia del Espíritu Santo, es convencernos de pecado, por cuanto no creemos en él. El que está en pecado, no ha creído en Jesucristo. Jesucristo vino a libertar al hombre de pecado. La primera obra que el Espíritu Santo va a hacer, es no dejarte en paz, hasta haber tratado con todo tu ser interior. Él o será enviado para convenceros de pecado, por cuanto no creen en mí, de Justicia por cuanto yo voy al Padre,

Y esa es toda la revelación de Cristo como suprema autoridad, como aquel que ha tomado el trono, como aquel a quien nos tenemos que someter. Cuando está presente el Espíritu Santo, hay temor de Dios. Cuando está presente el Espíritu Santo, hay un señorío claro en la vida de esa persona. Tercero: de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido juzgado.

La gente nacida de Dios, guiada por el Espíritu Santo, llena del Espíritu Santo, no le tiene temor al diablo. Hoy tenemos un cristianismo débil que se sobresalta porque en el mismo edificio vive una mujer que es bruja y capaz que le tira un trabajo, un sortilegio o un daño. Y ahí andan todos asustados. Porque no conocen el poder del Espíritu Santo, que viene a dar testimonio de una sangre que es mayor que cualquier sangre utilizada para trabar un sortilegio o un encantamiento.

Hoy hay gene que escribe libros en contra de la guerra espiritual y una gran cantidad de inscriben entre sus adherentes. ¡Esa es la doctrina que a mí me gusta! ¿Qué es esa tontería fantasiosa de andar peleando con el diablo? ¿Somos indígenas ignorantes, acaso? Pablo dijo: Fortaleceos con todo el poder de su fuerza, para que podáis estar firmes en contra de las asechanzas del diablo, porque no tenemos lucha contra carne y sangre. Y lo habló a toda la iglesia.

Los nacidos de Dios, no le tenemos miedo al diablo, sabemos quien es el diablo y lo ponemos en su lugar, porque sabemos que él no tiene parte en nuestras vidas. El Espíritu Santo en nosotros, nos lleva de victoria en victoria. El diablo no tiene por qué dirigir nuestras vidas, ni las obras ni los diseños del diablo tienen por qué dirigir nuestras vidas. El que es nacido de Dios y lleno del Espíritu Santo, aplasta las obras del diablo.

¿Cómo fue dado el Espíritu Santo? Cuando Jesús envió a los doce discípulos, y luego más tarde envió a los setenta, (No sé si recuerdas este pasaje), les dijo: Id y predicad el Reino de Dios se ha acercado. ¡Justamente, si hay algo que todavía hoy me sorprende es que ningún plan de evangelismo conocido está predicando que el Reino de Dios se ha acercado! ¿Te has fijado que no hay ningún plan de evangelismo que empiece por el Reino de Dios?

Es como si hubiéramos dicho: ¡Que importa lo que dijo Jesús, nosotros tenemos mejores ideas! Él dijo: Id por todo el mundo, y predicad el evangelio. Y abriendo la boca decía: el Reino de los Cielos se ha acercado. Sanad a los enfermos, limpiad a los leprosos, echad fuera los demonios, resucitad los muertos. Esto es la Gran Comisión.

Pero, como nosotros al parecer tenemos mejores fórmulas, nos quitamos todo eso. ¿Echar fuera demonios? ¡Ah, no, eso no es para mí, hermano, yo no tengo ese llamado! Sin embargo, este es el llamado esencial de la Gran Comisión. Pero, mejor sepultemos lo que dijo Jesús y saquemos nosotros nuestras propias fórmulas, que son mucho más serias y tranquilas. Pasa que parecería que Jesús no entiende que hoy se viven otros tiempos…

Entonces, en lugar de decir que el Reino de Dios se ha acercado, mejor vamos a decir que Jesús te ama, eso cae mucho mejor en la gente. Y después de algunas alternativas más parecidas a una lotería que a un mensaje de fe, decimos con todo desparpajo que todo te va a salir más bonito cuando vengas a Jesusito. Y oras por el que está ahí sin saber de que se trata y, ni bien terminas de orar le aseguras que ya nació de nuevo. ¿Sabes qué? ¡En ninguna parte dice eso la Escritura! Dime una sola Escritura en la cual se predique que alguien puede venir a hacer una oración de salvación, antes de ser bautizado. Y que por esa acción sea considerado salvo.

¿Y el ladrón que estaba junto a Jesús en la cruz y se arrepintió pero no se pudo bautizar? Nunca ningún apóstol, ningún discípulo predicó sin bautizarlos en ese momento. La predicación de la Biblia, era predicar el evangelio del Reino y bautizarlos. ¿Escuchas, no? No hay una sola escritura que hable de llamados al altar y ese repita conmigo y todo el lío que nosotros inventamos y hacemos hoy. Muy lindo nuestros evangelios, pero aquí hay un evangelio que cambia vidas y trastorna naciones.

Entonces, envió a los discípulos y les dijo: El reino de Dios se ha acercado, resucitad los muertos, sanad los enfermos. La pregunta, es: ¿En qué poder salieron esos doce o esos setenta para hacer semejante obra, si no les impartió en ese momento, el Espíritu Santo? ¿Podrá un hombre de buena voluntad, simplemente, echar fuera un demonio? ¡No, de ninguna manera! Necesitaban una porción del Espíritu Santo. Ellos salieron con una porción del Espíritu Santo.

Cuando Dios llama a alguien a nacer de nuevo, le es impartida una porción del Espíritu Santo, que le permite anunciar el evangelio, sanar a los enfermos, echar fuera demonios y resucitar los muertos. Esa es la porción primera con la que Jesús los envía. Él ya les impartió una parte del Espíritu Santo. Vente conmigo al capítulo 14 del evangelio de Juan.

La idea es llevarte a un nivel mayor, que es el nivel al cual Dios nos está llevando en este tiempo. Pero para eso es necesario entender cosas que no nos están funcionando. Si algo no te funciona, ¡Cámbialo! Si no está funcionando, es porque algo se está haciendo mal en eso y tendremos que buscar en el rostro de Dios, qué es lo que sí funciona. Y por eso estamos aquí, porque hemos descubierto algo que sí funciona, y es la idea compartírtelo, para que tengas una vida llena de la gloria de Dios.

Y si sientes que al oír esto se te sacude todo, dale gloria a Dios, la unción profética siempre sacude todo nuestro ser interior. Para eso mandaba Dios a los profetas, y por eso ellos los mataban, los quemaban, los apedreaban. De todos modos, no los callaron, ellos igualmente dijeron todo lo que Dios estaba diciendo.

(Juan 14: 15) =  Si me amáis, guardad mis mandamientos. 

(16) Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 

Fíjate en qué condiciones nos dará el Consolador; si lo amamos y guardamos sus mandamientos. Allí será cuando Él rogará al Padre que nos lo envíe. O sea que el antecede a darnos el Consolador, a si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. El espíritu de verdad. El te hablará. ¿Cuántos saben que el espíritu de Verdad ha estado hablando?

Es un espíritu de verdad, y la verdad no tiene muchas formas, la verdad es la verdad. El espíritu de verdad habla y nos da luz para que podamos ver y podamos encaminarnos. La verdad y la misericordia se besaron. No solamente Dios nos da la verdad, sino que con misericordia te dice: ahora esto es el bocado maravilloso que quiero darte.

(17) el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. 

(18) =  No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. 

Fíjate que ya tenían una medida del Espíritu Santo, y ahora dice: si me amáis guardad mis mandamientos, y yo os daré otro Consolador que ya mora con ustedes. Puedes decirlo ya mismo: ¡Ya mora en mí! Ya mora en mí, pero me lo va a dar. Rogaré al Padre y os dará otro Consolador, el cual y mora con vosotros. Y ahora vendrá en vosotros. Ya tenían una medida. O sea: Él mora en mí, pero voy a recibir más de Él. Porque el Espíritu Santo, es dado por medida, y esa es la verdad apostólica.

Ellos tenían una medida para predicar el evangelio, para hacer señales, para hacer milagros. Necesitaban otra medida. Y dice: Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: y ya está con vosotros. Y luego dice, en el evangelio de Juan capítulo 20. Ellos ya tenían una medida, hacían los milagros, les promete otra medida. Les dice: ya lo tienen, pero vendrá a vosotros, y dice:

(Juan 20: 21) =  Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.

(22) =  Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 

(23) A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.

Fíjate en esto. Ya empezamos a ver que el Espíritu Santo, es esencialmente profético. O sea: cualquiera que tiene al Espíritu Santo, va a moverse en profecía. Es profético. Tienen ya una medida, pueden hacer milagros, pueden sanar, echar fuera demonios, resucitar muertos; tiene ya una medida. Ahora los envía de la misma manera, en que el Padre lo envió. Va a aumentar la medida, y esta medida es una medida sumamente especial y es una medida para remitir pecados.

¡Ah, no, hermano! ¡Eso no está en las doctrinas evangélicas del siglo veintiuno! ¿Cómo vamos a remitir pecados, hermano? ¡Eso es  católico! ¡Momentito! ¿Acaso te estoy leyendo un misal, yo? ¡No! ¡Estoy leyendo la Biblia! Y la Biblia, la mía al menos, dice que sopló el Espíritu Santo, y les dio autoridad para remitir los pecados.

Una de las obras esenciales del Espíritu Santo, es la autoridad para remitir pecados. Por causa de nuestro celo divino y el querernos alienar de todo lo que suene Católico e idólatra. Queremos separarnos tanto de esa clase de doctrina que tanto daño le ha hecho al evangelio, que decidimos quitar de la Biblia algunas cosas que la Biblia dice, para no dar a entender que estamos de acuerdo con prácticas del catolicismo. Eso no ha sido maduro de nuestra parte. Y además motivo de confusión que Dios detesta.

Y el Señor dice: Yo envío el Espíritu Santo, y él restaurará todas las cosas. De cierto, él está siendo retenido hasta la restauración de todas las cosas. El Espíritu Santo es yo os envío y aquí está lo apostólico. Yo los apostellos, para que vayan y remitan el pecado. En la mayor parte de la tierra, los pecados de la iglesia cristiana jamás han sido remitidos.

En su misericordia y su gracia, Dios nos ha perdonado es un hecho irreversible, yo creo que sí lo ha hecho. Y que es necesario que los pecados se remitan, yo creo que lo es. Porque Jesús lo habló, porque Jesús sopló en sus apóstoles, en sus discípulos el espíritu. Y Les dijo: como yo fui enviado, yo los envío a ustedes, y es necesario que remitan el pecado.

Una de las cosas que perdimos en la iglesia cristiana, fue la confesión del pecado. La Biblia habla, y dice: el que confesare su pecado, el Señor es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Esa misma palabra que usamos para el que confesare sus pecados, es la misma palabra que usamos para decir que con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa.

Creemos de todo corazón, que el abrir nuestros labios y decir Jesús es mi Señor, nos hace salvos. Yo creo que es un poco más complicado que esto, pero basándonos en nuestras tradicionales teologías, eso es lo que hemos creído. Estoy hablando de la palabra Confesar. Si creemos de todo corazón, que confesar es hablar públicamente, ¿Por qué creeremos que esa misma palabra es hablar en secreto a Dios nuestros pecados? La misma palabra.

La palabra de Dios dice en Santiago capítulo 5, Confesaos vuestros pecados los unos a los otros. La confesión es una de las armas de liberación más poderosa. Por eso la gente que ha pasado por liberación, es gente libre. Gente que vive como perdonada. Tú no ves a nadie que haya pasado por liberación, andar condenándose por causa de sus pecados. ¡Está libre!

Mientras, la gente que jamás ha ido a una liberación y jamás le ha confesado a nadie sus pecados, no pueden caminar a veces por causa de las tremendas cargas que se han echado sobre los hombros. Jesucristo diseñó que confesáramos nuestros pecados, porque confesar los pecados es venir a la luz. Cuando yo confieso mis pecados, estoy exponiendo mis pecados a la luz, que es exactamente lo que hizo Jesucristo en la cruz del Calvario, cuando fue despojado de sus vestiduras.

Cada parte de la cruz del calvario tiene un poder y un por qué. Y Jesús fue despojado de sus vestiduras para exponer el pecado, En cada llaga suya están inscriptos todos nuestros pecados. Jesús no murió, no lo asesinaron en ese huerto, él tuvo que morir públicamente. Es públicamente como se vence el poder del pecado. Jesús lo venció públicamente, y dice que de la misma manera en que él lo hizo, tendremos que andar nosotros. el que quiera seguir a Jesús, tiene que andar como él anduvo. Él es el pionero, es el que abre camino. Él expuso los pecados y dijo: vengo a la luz.

Por eso dice Jesús: confesaos; hay tremendo poder en confesar los pecados. Te quita una carga de encima, y Dios le dio el Espíritu Santo a la iglesia, para remitir los pecados. ¡Qué poder tan grande se desata cuando alguien entiende que todo lo que está escrito en tu Biblia es verdadero, es poderoso, tiene un por qué, y lo tenemos que hacer porque él dijo y yo hago!

Y si él dice que tengo que confesar mis pecados, yo confieso mis pecados. ¿Y a quién? A alguien que sea lleno del Espíritu Santo, ¡Nunca a cualquiera porque te muestre una credencial! ¡No es así como funciona el Reino! Porque es necesario. Tendría que formar parte del mecanismo diario de funcionamiento de cualquier grupo de intercesión, la confesión de pecados permanente y casi cotidiana por parte de sus miembros, los unos con los otros. Sólo así pueden ser remitidos conforme a lo que está escrito.

Hoy queremos vivir con todo el poder, con toda la gloria, pero vivimos escondidos de tal manera que solamente el Padre sabe lo que hiciste, que nadie se entere nada de tu vida. ¡Allí es donde el diablo tiene poder! Todo lo que está escondido, todo lo que está encubierto, es el terreno donde el diablo se mueve. Allí es donde te oprime, donde te roba, donde te llena de culpabilidad y donde te lanza ataque tras ataque. ¡Saca todo a la luz y eso terminará ahí mismo!

Saca tus pecados a la luz y vas a ver cómo le quitas todo su poder al diablo y no te podrá atacar nunca más. ¡No puedes imaginarte la cantidad de fortalezas sólidas que puedes derrumbar con este principio! Tenemos un concepto tan oscuro de las cosas. Este no era el pensamiento apostólico. ¿Tú crees que hubo un gran conflicto cuando pedro negó al Señor, y los evangelistas escribieron de la negación de Pedro? Y que después se encontraron con él, que estaba enfurecido y les dijo: ¿Cómo se les ocurre haber escrito sobre mi pecado? ¡Ahora todas las generaciones sabrán lo que yo hice!

Yo creo que no, que el mismo Pedro fue y les dijo que por favor escribieran eso, para que nunca nadie más cometiera ese mismo pecado, la negación. Pedro no quería que nadie más sufriera el tremendo dolor que él sufrió por haber negado a Jesús. Es otro concepto de la luz que el que tenemos nosotros. La iglesia vive escondida, y ¡Que nadie se entere que hay problemas!

¿Tú viste algún conflicto grave entre David y Samuel? Samuel escribiendo cómo cayó en pecado, y cómo mató a Urías y toda la historia que tú conoces con  Betsabé? ¿Tú ves a David destituyendo a Samuel de su posición por haber escrito eso? Gracias, Samuel, por haber escrito eso. Yo mismo voy a escribir sobre esto en los salmos. En iniquidad he sido formado, mi pecado está todo el día delante de mí. Quiero que el mundo sepa que yo estoy en la luz y que vengo a la luz.

Que las tinieblas que están en mí las saco a la luz, porque un principio apostólico profético es que, todo lo que viene a la luz, en la luz las tinieblas pierden su sustancia. Cuando tú vienes a la luz, el diablo no tiene poder en la luz. El poder de Satanás se desmorona en la luz. ¿Tú quieres vivir en la tiniebla de la mascarita cristiana y que nadie se entere? Ahí es donde el diablo te tiene hecho pedazos. Y no estoy hablando de confesión, estoy hablando del Espíritu Santo.

Los pecados tienen que ser remitidos, y es muy precioso cuando la iglesia empieza a ser limpiada. Que la gente llena del Espíritu Santo te pueda decir: ve en paz, hijo. Hoy, por el poder del Espíritu Santo, tu pecado te es remitido. Y desato sobre ti la gracia, el favor de Dios, para que tengas una vida nueva y todo esto se quede sepultado por el poder del Espíritu Santo. ¡Qué iglesia tan diferente! ¿Verdad?

Entonces, sopla el Espíritu Santo y les dice que permanezcan unánimes. Ya les dio una parte del Espíritu Santo. Y ahora les dice, cuando está ascendiendo a los cielos: ahora permaneced unánimes, porque va a venir sobre vosotros, la promesa del Espíritu Santo. Y recibiréis poder, y me seréis testigos en toda Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra.

Ya tenían el Espíritu Santo, ya lo tenían. Moraba con ellos, pero iba a venir sobre ellos. Fue soplado sobre ellos, pero necesitaban esperarlo otra vez. A lo que quiero llevarte, es a que hay diferentes niveles de la presencia y de la manifestación del Espíritu Santo en nuestras vidas.

Cuando alguien, de una manera genuina, porque hay manifestaciones genuinas y otras que no son genuinas. Sin embargo, cuando decidimos caminar en la verdad, es cuando vamos a ver cosas maravillosas. Es mejor decir que no lo tienes y pedirle al Señor que te lo envíe, a simular que está todo bien cuando en realidad está todo mal.

Tenían una medida del Espíritu Santo. Fue soplado en ellos el Espíritu Santo. Les dijo: esperad la promesa, porque me seréis testigos. Testigo quiere decir: alguien que ha testificado el cielo. Un testigo es alguien que vio y alguien que oyó. Nadie puede ser testigo en una corte si no oyó o vio algo de lo que se está juzgando. «¡Ah, no, es que a mí me dijeron!” Me dijeron, nada; si no viste algo con tus ojos, o lo oíste con tus propios oídos, no puedes ser testigo de nada.

Jesús decía: todo lo que veo hacer al Padre, eso hago. Todo lo que oigo decir al Padre, eso digo. Para ser testigo, necesariamente tengo que ver al Padre lo que está haciendo. Tengo que oír al Padre lo que está haciendo, entonces tengo que decirlo y hacerlo tal como él lo hace. Tenían una medida, sanaban enfermos, echaban fuera demonios, remitían los pecados. Y les dijo: esperad la promesa del Espíritu Santo.

Y, cuando vino la promesa, recibieron el poder para afectar la tierra. No tenían una medida, sino que tenían una desmedida del Espíritu Santo, para llevar y afectar a todo tu alrededor con su tremendo poder. Ahora bien; esto, es tan solo la llenura del Espíritu Santo. ¿Cuántos saben que hay una diferencia entre esto y que el Señor te tome y te sumerja, ya lleno, en el Espíritu? Todo lo que te rodea, todo lo que oyes, todo lo que ves, está impregnado del Espíritu Santo de Dios. ¿Cuántos saben que una persona inmersa se puede mover en él y ser lo que él es. ¿Cuántos saben que una persona así, es imposible que se conecte a uno de esos pecados que tanto abundan dentro del pueblo? ¿Cuántos saben que una persona así, jamás podrá odiar a su hermano?

¿Cuántos saben que esa persona no podrá despreciar a un hijo de Dios? ¿Cuántos saben que esa persona, inmersa en el Espíritu Santo, no puede mentir? Soy de la luz, estoy inmerso en él. Todo en él soy yo, no puedo mentir. No puedo pecar. Y esto no quiere decir que no cometa errores, el que dice que no peca, miente. Cometemos pequeños errores, inmadureces, cada vez menos. Pero es imposible que alguien me convenza y me diga: ve y comete este pecado. Es imposible. Porque he sido inmerso en el Espíritu Santo de Dios.

Por eso dice la Escritura, en otro pasaje que preferimos no predicar de él: Porque aquel que habiendo recibido el don del Espíritu Santo y los dones del siglo venidero pecare voluntariamente, para el tal, Jesucristo no puede volverse a crucificar. Porque en el fondo, no puede pecar. Nadie en esa inmersión, va a ser tentado a pecar en un pecado de muerte. ¿Hay pecado de muerte? Sí, hay pecado de muerte. Juan  habla de pecados de muerte. ¡Pero es que eso dice la iglesia católica! No, eso lo dice el evangelio de Juan.

¡Pero no, hermano! El pecado de muerte, según nuestra teología, solamente es la blasfemia contra el Espíritu Santo. Sin embargo, curiosamente, si tú lees todo el contexto de la carta de Juan, verás que en ningún momento Juan menciona la blasfemia al Espíritu Santo. ¡Ni habla, siquiera, del Espíritu Santo! Pero desde el principio hasta el fin, ahí sí, está hablando de vivir una vida fuera del pecado. Y cuando habla de pecados de muerte, es porque hay pecados de muerte.

¿Y cuál sería el pecado de muerte? Todo lo que tú y yo sabemos que es pecado, hermano. Adulterar es pecado de muerte. Robar, es pecado de muerte. Mentir, es pecado de muerte. Deshonrar a los padres, es pecado de muerte. Fornicar es pecado de muerte. Todo lo que se ha incluido en los diez mandamientos, es pecado de muerte. Sumergidos en el Espíritu Santo.

Ahora bien; ¿Qué es faltaba? Ya podían resucitar hasta los muertos, podían perdonar pecados. ¿Qué les faltaba? ¿Por qué era necesario ser sumergidos en el Espíritu Santo, y cómo se manifestó el Pentecostés? Dice: y todos profetizando, en el idioma de las naciones que estaban reunidas. Vinieron lenguas extranjeras sobre ellos. se sorprendieron y dijeron: ¿Cómo es que estos hablan nuestro idioma? Porque era necesario que hablaran otros idiomas. Porque necesitaban ser testigos hasta lo último de la tierra.

¿Cómo podías salir y ser un evangelista en la India, si solo hablabas hebreo? Necesitabas hablar indio. Si ibas a conquistar Arabia, necesitabas hablar árabe. Si necesitabas, como Pablo, ir a predicar hasta Tarso, en España, necesitó Pablo hablar español, y lo pudo hacer por el Espíritu Santo de Dios. Era necesaria una estatura de poder. ¿Estás viendo como hay diferentes niveles? Y Dios todavía sigue dando idiomas por la llenura de su Espíritu Santo.

Los idiomas son espirituales, y son impartidos por revelación. Todo bebé aprende el idioma por revelación. ¿Habías pensado en eso? ¡Mira un bebé y háblale algo en el idioma que se te ocurra, y vas a ver que el bebé te entiende! ¿Cómo te entiende lo que estás diciendo? ¿Cómo entiende lo que es un verbo? ¿Cómo entiende lo que es un adjetivo? ¿Cómo saben los niños casi sin formación educativa lo que les pedimos o decimos? Porque no todo lo puedes hacer mímico. Cuando pregunta por su papá y tú le dices que está demorado porque tiene una reunión en su trabajo y eso lo va a demorar, ¿Cómo sabe el niño lo que es eso?

¿Sabes cómo lo sabe? ¡Lo recibe por revelación! ¡Todos los idiomas fueron impartidos por revelación! Quiero que ahora abras tu entendimiento, porque Dios estará derramando su Espíritu Santo, y en la medida en que puedas creer las cosas, lo vas a recibir. Todos los idiomas fueron dados por Dios, en un abrir y cerrar de ojos, cuando fueron confundidas las lenguas en Babilonia. O sea: en el Pentecostés, todos recibieron los idiomas en un abrir y cerrar de ojos. Hoy, Dios está impartiendo llenura del Espíritu Santo.

Conozco dos casos fehacientes, por lo menos, en donde el Señor por necesidad de su Reino, les dio a dos personas distintas, en dos lugares distintos del mundo, la habilidad de hablar en sus respectivos idiomas nativos sin que esas personas los hubieran estudiado nunca, antes. Poder de Dios. Aunque lo cierto es que desesperadamente necesitamos los idiomas para ser testigos hasta lo último de la tierra.

Necesitamos cambiar nuestra mentalidad. Y saber que si tenemos unas lenguas, por parte del Espíritu Santo, eso son apenas unas minúsculas migajas que Dios nos ha dado para sobrevivir. En muchos casos, el problema de las lenguas y de los idiomas, es que nos aprendemos los idiomas. Y los idiomas pasan del mundo espiritual al mundo natural. y nos aprendemos las palabras.

Y hay tantas personas que a lo mejor recibieron genuinamente lenguas del Espíritu Santo, pero no vivieron una vida adorando a Dios, ni amando al Espíritu Santo. Y hoy siguen hablando las palabras repetidas que su mente aprendió. Eso es címbalo que retiñe, porque ya el Espíritu Santo ya no está allí. Las lenguas son valiosas si el Espíritu Santo las avala, de otro modo, sonidos que no le dicen nada a nadie y que, en casos, hasta pueden llegar a ofender a Dios. O sea: nos estamos conformando con esas migajas cuando en realidad, Dios tiene hoy un enorme pan para todos nosotros.

Debemos entender la relación que existe para poder ser llegados a bautizar en el Espíritu Santo. Y todavía debemos anhelar cosas mucho mayores que esa. Porque, aunque en muchos de nuestros ambientes todavía no se lo entienda, hay cosas mucho más importantes y valiosas que hablar en lenguas. Parecería ser como que nos conformamos con migajas. Apenas baja una leve presencia, hermosa, del Espíritu Santo y ya no sabemos dónde meternos.

¡Qué hermoso estuvo el culto! ¿Ah, sí, eh? ¿Y qué seguiste haciendo por causa de ese culto glorioso? ¿Cómo valoraste y aprovechaste la hermosa bendición de que el Espíritu Santo viniera y los llenara? Pregunto: ¿Alguna vez te has plantado de rodillas en tu cuarto y le has pedido al Señor que te muestre cuantas veces has contristado al Espíritu Santo? ¿Tienes una vaga idea sobre cuantas veces lo has contristado?

Queremos que el Espíritu Santo nos bautice como a Jesús, pero nos olvidamos que Jesús tenía una relación muy especial con el Espíritu Santo, que muchos de nosotros no tenemos, hoy. ¿Cómo vamos a reclamar lo que no estamos buscando con sinceridad? Jesús se apartaba a orar, todas las noches, porque necesitaba todo su ser humano el permanente contacto con el Espíritu Santo.

Era el Espíritu Santo el que lo vinculaba con el Padre, el que lo hacía una realidad que él pudiera, como ser humano como tú y como yo, hablar con el Padre a cara descubierta. Él amaba al Espíritu Santo. Definitivamente, no podemos tener todo lo que el Espíritu Santo quiere que tengamos, si no tenemos una relación sólida y efectiva con él. Si no entendemos su función primaria y nos doblegamos ante ella.

Si no anhelamos su presencia, todos los días. Sin el Espíritu Santo, nada podemos hacer, nada. Vivimos en una sociedad tan materialista, tan estructurada, tan religiosa, porque lamentablemente, de lo que era la verdad hemos erigido tremendas estructuras religiosas, que nos conformamos viviendo naturalmente. Te lo pasas diciendo que quizás un día Dios te usará. ¡Llevas veinte años en el evangelio y todavía sigues pensando que algún día Dios te usará! ¡Reacciona, hermano!

Algo no anda del todo bien en tu vida si tienes que esperar veinte años para ver si por una de esas grandes casualidades, Dios decide usarte. “¡Es que mi pastor todavía no me ha dicho para qué sirvo! Es que tu pastor nunca te va a poder decir para qué sirves, es tu relación con el Espíritu Santo la que te lo va a decir. Los que son nacidos de Dios, son guiados por el Espíritu Santo de Dios. Dios quiere transformar la tierra.

Él dijo: Yo derramaré de mi Espíritu, sobre toda carne. Y tus hijos y tus hijas profetizarán. Habrá jóvenes que serán llevados a visiones celestiales como ninguna otra generación. Tenemos que entender de una vez por todas quienes somos, y por qué a Dios le ha placido darnos de ese mismo Espíritu que en algún momento se movía sobre la faz de las aguas. ¿Tú crees que habrá sido para te luzcas delante de los hermanos hablando lenguas? ¿Y tu vida? ¿Qué de tu vida diaria? ¿Dónde está el Espíritu Santo en tu vida diaria?

El que ama mis mandamientos, dice, yo y el Padre vendremos y haremos morada en él. A ver aquellos que han tenido alguna experiencia sólida con el Espíritu Santo, los llevo a recordar: una cosa es un toque, otra cosa es un pacto, otra cosa es entrar en la morada, ¿No es verdad? Y aquí, lo que te dice, es que si le amas, él y el padre vendrán y harán morada en ti. No toque, no pacto, ¡Morada!

¡Oh, Señor! ¡Tú has dicho que derramarás de tu Espíritu! Y cuando lo hagas, ¿Cómo me vas a encontrar? Él nos dijo: permanezcan unánimes, hasta que venga sobre vosotros la promesa. ¿Cuándo lo dijo? En el momento en que, en carne, iba ascendiendo hacia los cielos abiertos. ¿Y a quienes se los dijo? A unas quinientas personas que se encontraban allí, viéndolo.

¿Y qué pasó con ellos? ¿Sabes qué? Les importó un comino lo que Jesús dijo mientras ascendía a los cielos. Hoy pregunto: ¿Cómo estamos esperando? ¿Estamos juntos y unánimes? Me pregunto cuántos podrán estar creyendo, ahora, que el Espíritu Santo ha hablado hoy y aquí. Necesitamos ser bautizados en el Espíritu Santo. Y no te estoy diciendo que te pelees con el pastor por cuestiones doctrinarias, te estoy diciendo que la Biblia dice que debes ser bautizado con el Espíritu Santo para poder acceder al poder de Dios, y te pido que lo hagas. Después, congrégate donde quieras y cree en la doctrina que quieras creer. Pero, por un momento, créele a Dios y Dios hará.

Algo necesita que le pase a tu vida para que tu espíritu pueda ir a recalar en la morada del Padre y del Hijo. Algo tiene que ocurrir. Y que todo el mundo pueda percibir que, por donde quiera que tú pases, el Espíritu Santo que ha llenado tu vida, esté tocando y cambiando todo lo que toca. Porque tu vida vale, y lo que tu vida vale, es que otras vidas sean transformadas a partir de la tuya. Tú vales para mi, por ejemplo, lo suficiente, como para que yo me meta todos los días en la presencia de Dios por causa tuya.

Porque esa sería la única manera de poder darte algo a ti que te convertirá en transformador de naciones. Tenemos de una vez por toda que dejar de ser ese hermanito que viene a barrer el templo, o esa hermanita que viene a servirle la taza de té al pastor cuando predica. Más allá de la dignidad que tienen delante de Dios esas dos tareas, tú tienes otra tarea mucho mayor que la de barrer un templo o servir una taza de te. Tu tienes la posibilidad de cambiar vidas, ciudades, naciones.

Yo derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán. Y oirán mi voz con toda claridad. Y cuando oigan mi voz con claridad, hablarán a los montes, hablarán a los cielos, hablarán a los gobiernos, hablarán a las vidas que están muertas y vivirán. Los montes temblarán, los cielos se sacudirán, porque derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y ellos profetizarán, porque en el Espíritu del Dios viviente, los cielos y la tierra se hicieron uno en Jesucristo, y hoy están esos cielos y esa tierra, uniéndose otra vez.

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enero 2, 2020 Néstor Martínez