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¿Qué es la Gloria de Dios?

Yo era muy nuevo en el evangelio y recuerdo que en la primera congregación a la que asistí, había un hábito que cultivaban casi todos los líderes que conducían las reuniones y también la mayoría de sus miembros. Esos hábitos tenían que ver con repetir una y otra vez, casi hasta el cansancio o la exageración, diversos slogans aprendidos por también repetición sistemática desde el púlpito. Uno de ellos, muy conocido y seguramente familiar a tus oídos donde quiera que vivas y donde quiera que te congregues o te hayas congregado, era decir varias veces durante un culto: ¡Y a Su Nombre! a lo que todos repetíamos a coro: ¡¡Gloria!! Una y otra vez, una y otra vez. La intención era notoriamente buena y de servicio fiel, pero el resultado era un tanto incierto, porque si tú nos agarrabas a uno por uno de los que repetíamos eso, y nos preguntabas con seriedad qué cosa era la gloria de Dios, la realidad era que podíamos responder una vaguedad para salir del paso o, en el mejor de los casos, decir la verdad: que no teníamos ni la más remota idea de lo que era la tan promocionada, proclamada y casi vociferada gloria de Dios.

Entonces cabe la pregunta sin que el pudor nos inhiba: ¿Qué es la gloria de Dios? ¿Cómo se estima? ¿Cómo se evalúa? ¿Quién tiene la autoridad para determinarla? Hay un sinfín de respuestas, pero comenzaré con lo obvio, con lo que cada hijo genuino del Dios viviente debería saber sin dudarlo. La gloria de Dios es la belleza de Su espíritu. No es una belleza estética o material, sino una belleza que emana de Su carácter, de todo lo que Él es. Santiago, en el capítulo 1 de su carta, nos da algunas pistas. Dice en el verso 9 y los dos que siguen: El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.

Es decir que Santiago hace un llamado al hombre rico para que se “gloríe en su humillación,” indicando una gloria que no tiene que ver con la riqueza, el poder o la belleza material. Él denomina como “gloria”, lo que en la tierra, en el mundo secular, en esta sociedad en la cual estamos insertados, considera lo opuesto, como degradación, como síntoma de debilidad, como licencia para quedar en ridículo y ser pasto de las burlas y las discriminaciones más crueles y soeces. Sin embargo, esta gloria puede coronar a un hombre o llenar la tierra. Es vista dentro de un hombre y en la tierra, pero no es de ellos; es de Dios. La gloria del hombre es la belleza del espíritu del hombre, la cual es falible y eventualmente pasajera, y por lo tanto es humillación – como lo dice el verso. Pero la gloria de Dios, la cual es manifiesta en el conjunto de todos Sus atributos, jamás se desvanece. Es eterna. Y no es casual que cuando alude a la caída de esa gloria terrenal efímera, mencione justamente al sol. Porque será el Sol de Justicia quien marchitará las riquezas materiales. Podríamos leer como lo dice la versión de Lenguaje Actual, ya que resume el pensamiento del hijo de Dios casi por excelencia: Si alguno de ustedes es pobre, debe sentirse orgulloso de lo mucho que vale ante Dios. Si alguno es rico, debe sentirse feliz cuando Dios lo humille, pues las riquezas duran muy poco; son como las flores del campo. Cuando hace mucho calor, las plantas se secan; entonces sus flores se marchitan y pierden su belleza. Lo mismo pasa con el rico: ni él ni sus riquezas durarán.

Otro texto que también alude a lo que estamos examinando. Isaías 43, en los versos del 6 al 8, dice que Dios nos creó para su gloria. Mira el contexto: Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice. Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos. Del norte y del sur, esto es: distintos, diferentes, hasta enfrentados, si quieres verlo así. Dios usa a quien quiere usar, para hacer todo lo que Él quiere hacer. Y todo lo que hace y con quien lo hace, es para Su gloria. Fíjate que en sintonía con otros versos, puede decirse que el hombre glorifica a Dios con el simple hecho de ser hombre, porque a través del hombre la gloria de Dios puede ser vista en cosas tales como el amor, la música, el heroísmo. Ser humano es lo que habita el planeta, pero Hombre, un vaso lleno de Dios. La versión Lenguaje Actual amplía mucho todo esto cuando expresa: A las naciones del norte y a las naciones del sur les diré: ‘Devuélvanme a mi pueblo; no se queden con ellos. Dejen que mis hijos y mis hijas, vuelvan de los lugares más lejanos. Yo los he creado para que me adoren y me canten alabanzas.’ Dios dijo: Mi pueblo tiene ojos, pero no ve; tiene oídos, pero no escucha. Pero ustedes, pueblos y naciones, júntense y díganme quién de ustedes ha anunciado lo que antes sucedió. Presenten a sus testigos y demuestren que dicen la verdad.

Pablo resume de manera excelente eso de ser vasos que contienen la gloria de Dios cuando les dice a los Corintios, en su segunda carta y en los versos del 7 al 10:  Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Todas las cosas que somos capaces de hacer y de ser, encuentran su fuente en Él. Al hombre le cuesta horrores desprenderse de su egocentrismo que le demanda quedarse para sí con esa gloria que no le pertenece, pero está visto, oído, probado y comprobado que Dios siempre protege su gloria. Contra todo lo que pretenda minimizarla, Dios se mueve vertiginosamente para evitar que Su gloria caiga en las manos equivocadas. Cuando Dios nos dio la buena noticia, puso, por así decirlo, un tesoro en una frágil vasija de barro. Así, cuando anunciamos la buena noticia, la gente sabe que el poder de ese mensaje viene de Dios y no de nosotros, que somos tan frágiles como el barro. Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos. Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma. La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona. Nos hacen caer, pero no nos destruyen. A dondequiera que vamos, todos pueden ver que sufrimos lo mismo que Cristo, y que por obedecerlo estamos siempre en peligro de muerte. Pero también pueden ver, por medio de nosotros, que Jesús tiene poder para dar vida a los muertos.

Dios interactúa con la naturaleza de la misma manera. La naturaleza exhibe Su gloria. Su gloria es revelada en la mente del hombre a través del mundo material en muchas formas, y con frecuencia de diferentes maneras para diferentes personas. Una persona puede quedar cautivada por la vista de las montañas, y otra persona puede amar la belleza del mar. Pero quién está detrás de ambos (la gloria de Dios) le habla a ambas personas y las conecta con Dios. De esta manera, Dios es capaz de revelarse a Sí mismo a todos los hombres, sin importar su raza, herencia o lugar. En esa dirección y no otra. Así lo dice el Salmo 19: 1-4: Al músico principal. Salmo de David. Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol; Suena bastante a poesía la forma en que la versión Actual lo resume: El cielo azul nos habla de la grandeza de Dios y de todo lo que ha hecho. Los días y las noches lo comentan entre sí. Aunque no hablan ni dicen nada, ni se oye un solo sonido, sus palabras recorren toda la tierra y llegan hasta el fin del mundo. En el cielo Dios ha puesto una casa para el sol.

El Salmo 73 en los versos del 22 al 24, se le llama Gloria al mismo cielo. Dice:  Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti. Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria. Solía ser bastante común escuchar a los cristianos hablar de la muerte como ser “recibido en la gloria,” la cual es una frase tomada de este Salmo. Cuando el cristiano muere, él será llevado a la presencia de Dios, y en Su presencia estará naturalmente rodeado por la gloria de Dios. En las zonas rurales de mi país, cuando fallecía alguien, sus vecinos que normalmente eran gente rústica, bien de campo, lo mencionaban por su nombre y le añadían: ¡Que Dios lo tenga en su santa gloria!. Esta sentencia, naturalmente extraída de este salmo pero mediante la participación de algun sacerdote del catolicismo romano. Es verdad que seremos llevados al lugar donde literalmente reside la belleza de Dios. Así es que la belleza de Su Espíritu estará allí, porque Él estará allí. Nuevamente, la belleza de Su Espíritu (o la esencia de Quien Es Él) es Su “gloria.” La versión LA dice: He sido muy testarudo; me he portado mal contigo: ¡me he portado como una bestia! A pesar de todo, siempre he estado contigo; tu poder me mantiene con vida, y tus consejos me dirigen; cuando este mundo llegue a su fin, me recibirás con grandes honores.

En ese lugar, Su gloria no necesitará venir a través del hombre o la naturaleza, en lugar de ello, será vista claramente, tal como lo dice Pablo en 1 Corintios 13:11-12: Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Hace algún tiempo, no demasiado, éramos niños espirituales y así hablábamos, como niños a los que les falta la natural maduración. Entonces hacíamos, cantábamos, enseñábamos y predicábamos cosas que solamente provenían de nuestra inmadurez. Bien intencionada quizás, pero inmadurez de todos modos. Cuando finalmente llegamos a ser maduros, empezamos a conducirnos así, a pensar así, a enseñar así y a predicar así. Y entonces es cuando nos dimos cuenta que habíamos estado mirando a nuestro mundo como por espejo. A esto puedes darle la interpretación que más te guste. Yo me quedo con la que a mi entender, mejor encaja. Ver como por espejo, es ver al revés, invertido. Por ese motivo a los vehículos de Policía, Bomberos y Ambulancias, les escriben sus títulos invertidos, para que al verlos por nuestro espejo retrovisor, sepamos lo que son y representan. Mira como lo dice la versión LA. Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo he dejado atrás. Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a mí.

En el estricto sentido terrenal y humano, la gloria es una especie de belleza o de vitalidad que descansa sobre bases materiales de la tierra. Es por ese motivo que hay que considerar que es absolutamente pasajera. Por mi antigua profesión secular, he estado muy cercano y hasta relacionado periodísticamente con el ambiente deportivo, concretamente en la disciplina que en mi país ejerce liderazgo total por sobre todas las demás: el fútbol. Y en lo profesional, mi país ha dado en los tiempos a jugadores que han sido verdaderas luminarias de orden internacional. El mejor ejemplo en la actualidad, es Lionel Messi, que justamente es oriundo de esta ciudad de Rosario, en la Provincia de Santa Fe, donde tengo residencia. Esa gloria terrenal y humana, hoy, le pertenece. Pero hasta no h ce tanto tiempo, esa misma gloria, dentro del mismo ambiente, era patrimonio de un hombre llamado Diego Armando Maradona, fallecido muy joven por distintas patologías que lo convirtieron caso en una víctima inesperada de esa misma gloria que el disfrutó a pleno, pero que hoy ya sin su presencia física, comienza a declinar para dejarle paso, seguramente, a la que proclamen las futuras generaciones. Duró muchos años terrestres, pero en el concepto divino de Eternidad, absolutamente efímera y pasajera.

El Salmo 37, en sus versos del 16 al 20, da cuenta de esta efímera expresión, aunque llevada a un extremo de conductas desechables. Mira como lo dice: Mejor es lo poco del justo, Que las riquezas de muchos pecadores. Porque los brazos de los impíos serán quebrados; Más el que sostiene a los justos es Jehová. Conoce Jehová los días de los perfectos, Y la heredad de ellos será para siempre. No serán avergonzados en el mal tiempo, Y en los días de hambre serán saciados. Mas los impíos perecerán, Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros Serán consumidos; se disiparán como el humo. La razón de su desvanecimiento es porque las cosas materiales no perduran. Éstas se marchitan y mueren, porque la gloria que se encuentra en ellas pertenece a Dios, y vuelve a Él cuando el deterioro o la muerte se adueñan de lo material. Piensa en el hombre rico que mencionamos antes. Los versos dicen, El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación, pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. ¿Qué significa esto? El verso está advirtiendo al hombre rico, que se dé cuenta que su riqueza, poder y belleza proceden de Dios, y que se humille al recapacitar en que es Dios quien hizo lo que él es, y le dio todo cuanto tiene. Y el estar consciente de que él perecerá como la hierba, lo traerá a la conclusión de que la gloria procede de Dios. Que Dios es la fuente, el manantial de donde emanan todas las pequeñas glorias. La versión LA lo dice con mayor claridad popular. Más vale un pobre honrado que muchos ricos malvados. Dios pondrá fin al poder de los malvados, pero apoyará a los que son honrados. Dios conoce la conducta de los que viven honradamente; la tierra prometida será de ellos para siempre. Cuando lleguen los días malos no pasarán vergüenzas; cuando otros no tengan comida, a ellos les sobrará. Los malvados serán destruidos; ¡se desvanecerán como humo! Los enemigos de Dios se marchitarán como si fueran flores silvestres.

El salmo 49 nos da otra visión de todo esto. Creo que vale la pena examinarlo y extraer de él las perlas que necesitamos para armar este hermoso collar de alta gama. 49:12-17: Mas el hombre no permanecerá en honra; Es semejante a las bestias que perecen. Este su camino es locura; Con todo, sus descendientes se complacen en el dicho de ellos. Selah. Como a rebaños que son conducidos al Seol, La muerte los pastoreará, Y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana; Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada. Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, Porque él me tomará consigo. Selah. No temas cuando se enriquece alguno, Cuando aumenta la gloria de su casa; Porque cuando muera no llevará nada, Ni descenderá tras él su gloria. Equipara al hombre sin Dios con un animal irracional, que lleva al hoyo a todos sus descendientes. Una actitud que los convierte en rebaños dóciles en manos de un pastor que no viene precisamente de Dios. Todos sabemos quien es el dueño del imperio del miedo y la muerte. Y en el final, asegura que cuando muera no se llevará nada, lo cual es tan cierto que impacta, y que ninguna gloria obtenida por esos medios en esta tierra podrá seguirlo en la dimensión que está fuera de ella, cualquiera de las dos sea esa dimensión. La otra versión que uso en este trabajo es tan clara al idioma de la calle que no necesita ningún comentario. Puede alguien ser muy rico, y no vivir para siempre; al fin le espera la muerte como a cualquier animal. Esto es lo que les espera a quienes confían en sí mismos; en esto acaban los orgullosos. Su destino final es el sepulcro; la muerte los va llevando como guía el pastor a sus ovejas. En cuanto bajen a la tumba, abandonarán sus antiguos dominios. El día de mañana los justos abrirán sus tumbas y esparcirán sus huesos. ¡Pero a mí, Dios me librará del poder de la muerte, y me llevará a vivir con él! Tú no te fijes en los que se hacen ricos y llenan su casa con lujos, pues cuando se mueran no van a llevarse nada.

Puesto que la gloria procede de Dios, Él no permitirá establecer la afirmación de que la gloria proviene del hombre, o de los ídolos del hombre, o de la naturaleza. En Isaías 42:8, vemos un ejemplo del celo de Dios por Su gloria. Allí dice: Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas. Si estamos hablando de una calidad y cualidad de gloria que solamente le pertenece a Dios, creo que valdrá la pena en este texto, acudir a otras versiones además de la de Lenguaje Actual que venimos aportando y que en este caso dice: Yo soy el Dios todopoderoso. Ese es mi nombre. No permito que otros dioses reciban la honra y la alabanza que sólo yo merezco recibir. Esta versión llamativamente denomina como “otros dioses” a esas esculturas. Biblia de Jerusalén: Yo, Yahveh, ese es mi nombre, mi gloria a otro no cedo, ni mi prez a los ídolos. Aquí se le llama “ídolos”. La Biblia de las Américas amplía el panorama: Yo soy el SEÑOR, ése es mi nombre; mi gloria a otro no daré, ni mi alabanza a imágenes talladas. Imágenes talladas. Más claro imposible. Finalmente, lo más importante de todos, la versión Biblia Católica Latinoamericana dice: ¡Yo soy Yavé! ¡Ese es mi Nombre!, no daré mi gloria a otros ni mi honor a los ídolos. Todo lo que esto te sugiera, lo dejo librado a tu entendimiento, sabiduría e interpretación.

Este celo por Su propia gloria es de lo que Pablo está hablando en Romanos 1:21 cuando habla sobre las maneras en las que la gente adora a la criatura en vez de al Creador. Allí dice: Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. En otras palabras, ellos miran al objeto a través del cual procede la gloria de Dios, y en vez de dar a Dios el crédito por ello, ellos adoran a ese animal, o árbol u hombre como si la belleza que poseyeran se hubiera originado dentro de ellos. Este es el corazón mismo de la idolatría y es un hecho muy común. Todo aquel que haya vivido, ha cometido este error en uno u otro momento. Todos nosotros hemos cambiado la gloria de Dios a favor de la “gloria del hombre. Me ha pasado y me he sentido horriblemente mal. Orar por alguien, ver un resultado asombroso y sentir que esa persona está pensando que yo soy su sanador y su salvador y olvidándose del Dios que hizo el milagro. Tremendo. La versión LA lo resume así: pues saben de Dios, pero no lo respetan ni le dan las gracias. No piensan más que en hacer lo malo y en puras tonterías.

Este es el error que mucha gente continúa haciendo: confiando en cosas terrenales, en relaciones terrenales, en sus propios poderes, talentos o belleza, o en la bondad que ven en otros. Pero cuando estas cosas se desvanecen y caen como lo harán inevitablemente (Siendo sólo contenedores temporales de la gloria mayor), esta gente cae en la desesperación. Lo que todos necesitamos considerar es que la gloria de Dios es constante, y que los que viajamos a través de la vida, la veremos manifestada aquí y allá, en esta persona, o ese bosque, o en una historia de amor o heroísmo, ficticia o no, o en nuestras propias vidas. Pero al final, todo eso regresa a Dios. Y el único camino a Dios es a través de Su Hijo, Jesucristo. Es en Él donde encontraremos la fuente misma de toda la belleza en el cielo, si estamos en Cristo. Nada será una pérdida para nosotros. Todas esas cosas que se desvanecieron en la vida, las encontraremos nuevamente en Él.

La gloria de Dios. ¿Cuántas veces has escuchado mensajes y predicaciones de prestigiosos y afamados hombres y mujeres de Dios que hablaban de la gloria de Dios? ¿Cuántas veces, también, y en medio de esos mensajes, no pudiste evitar pensar que, entre lo que decía ese predicador y lo que tú sentías en tu vida, había un verdadero abismo? Ánimo. No te culpes, ni te condenes, ni te sientas una basura. Una cosa es armar un hermoso e impactante mensaje sobre la gloria de Dios y otra, muy diferente, vivir una vida en medio del resplandor de la gloria de Dios. Una cosa es predicar sobre las maravillas de la unción del Espíritu Santo y otra muy distinta vivir en la plenitud de la unción del Espíritu Santo. Te lo puedo asegurar, palabra de un predicador que alguna vez he sido.

De hecho, queda una pregunta final: ¿Cómo hablarle de la realidad de la gloria de Dios a gente abrumada por necesidades, angustias, dramas, miedos, dolores y sufrimientos de todo calibre? ¿Cómo te podrá entender, o incluso creer, alguien que está sin trabajo, acorralado por las deudas, con su familia pasando hambre y sin la menor posibilidad en lo natural de salir a flote, que efectivamente, hay una gloria de Dios real, no meramente un versículo bíblico, que se puede experimentar y disfrutar? Cuando tú lo digas, te van a mirar con incredulidad primero, y te diría que con algo de enojo después. ¿Sabes por qué? Porque muy pocos, o casi nadie, ha aprendido a buscar el resplandor de esa gloria en medio de la tremenda oscuridad de las circunstancias. Nadie se atreve a buscar tesoros en la oscuridad, pero resulta ser que es allí donde precisamente están.

En una noche oscura, en un pequeño pueblo, un hombre bajo la luz del farol de la esquina, parecía buscar algo en el suelo. Pasó otro hombre a su lado y, al verlo, le preguntó: ¿Qué busca, amigo? – Una moneda de oro. – Si quiere le ayudo a buscarla, ¿Adónde la perdió? – La verdad, la perdí allá, en la media cuadra, pero está tan oscuro que no se ve nada, entonces me vine a buscarla acá, que hay luz. Jamás busques la gloria de Dios en la plena luz del día de una vida tranquila y feliz. Esa gloria, generalmente, se encuentra en la más tenebrosa oscuridad de tus tribulaciones. No me alcanza la unción para ayudarte a encontrarla, apenas para arrimarte una idea respecto a donde está y qué es.

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agosto 6, 2022 Néstor Martínez