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Procurando no ser Excluidos

Quisiera hablar de la identidad sacerdotal. Y para ello vamos a ir a la Primera Carta de Pablo a los Corintios, precisamente en el capítulo 3, donde el apóstol está hablando que él es un perito arquitecto. Él también decía que hablábamos en parte y profetizábamos en parte. Por eso, cuando en el capítulo 12 corrige algunas de las exageraciones en el pueblo de Corinto, donde se manifestaba el Señor por medio de todo lo que nosotros llamamos los dones, él ajustaba algunas de esas manifestaciones en aquel lugar, dijo que le mostraría a la iglesia de Corinto, un camino más excelente para obtener el objetivo.

 

Es muy interesante entender, entonces, que más allá de los dones, hay una forma más excelente de obtener el objetivo. Más allá de los dones todavía hay iglesia, más allá de los dones todavía resta Dios, más allá de los dones todavía hay poder, porque el poder de Dios no termina en sus manifestaciones.    Pablo dijo: te voy a mostrar un camino aún más excelente, para lograr lo deseado. Sabemos que lo deseado es un varón perfecto, es el Hijo de Dios, es un varón encarnado en la tierra, es un hombre. Dios está creando un hombre a su imagen.

 

Y cuando comienza a decir que hay un camino más excelente, dice: porque en parte profetizamos, y en parte revelamos las cosas, o en parte podemos discernir, en parte podemos interpretar. ¿Por qué? Porque tenemos una medida del Espíritu; estamos trabajando desde las arras del Espíritu.  Estamos trabajando con el sello del Espíritu, no por la plenitud. Pero Efesios 1:13 nos promete que la herencia es la plenitud del Espíritu. O sea que va a llegar el tiempo que el Espíritu que había sobre de él, habitaría sobre de la iglesia o el remanente, que es la iglesia dentro de la iglesia. +

 

Habría una plenitud de Espíritu depositado sobre un remanente en la iglesia, corporativamente, como lo había en Jesús. Estamos buscando la plenitud de Dios en la tierra. Tabernáculos. Pablo dice que conocíamos en parte porque veíamos como a través de un vidrio. Como de un espejo. Se veía medio empañado, no se veía claro. Pero que a medida que el día se acerca, y lo perfecto, (Lo perfecto allí es lo que él hablaba y llamaba ágape, y el ágape es el carácter, es el mérito aprobado), se manifiesta, eso ya no se necesitará porque ya no seremos más niños.

 

Por eso Pablo dice: Yo profetizaba en parte, pero cuando dejé de ser niño…Y le llamaba a toda la manifestación de los dones, parte de la niñez del creyente. Es impresionante ver que lo que la iglesia cree que es lo más grande de Dios, Pablo lo consideraba el crecimiento, la etapa de niñez. Había una forma más excelente de terminar. Y esa forma más excelente, es madurez. Es carácter. Claro, la iglesia prefiere que le impongan las manos a que le hablen de carácter. Y dije todo esto para decir que, cuando Pablo dice: cuando venga lo perfecto, podremos conocerle cara a cara, podremos hablarle cara a cara, como lo hablaba Moisés.

 

Te pregunto: ¿Cómo hablaba Moisés con Dios, si la Biblia dice que nadie puede verle cara a cara y vivir? Le hablaba sin enigmas, le hablaba sin parábolas, le hablaba cara a cara, como los amigos, dice el verso. Sin  rodeos, sin parábolas, sin enigmas, directo. Moisés tenía carácter, y Dios le hablaba claro, eso es cara a cara, no estamos hablando de visiones físicas. Y nosotros también anhelamos que Dios nos hable cara a cara, con esa misma claridad, ¿Verdad? Bien; requisito principal: carácter.

 

Y eso va a venir cuando la iglesia esté en la plenitud del Espíritu, es decir: otra onda respecto a lo que es hoy. Con nada que tenga que ver con niñez inmadura. Esa es la reforma que estamos experimentando. Gente que ya no depende de un pastor, ni de una imposición de manos, ni de un examen del don de lenguas. Cara a cara. Y allí juegan su rol los apóstoles. La palabra apóstol, tú lo sabes, es la palabra apostello, y significa enviado. Y en ese sentido, todos los ministros somos enviados. Es más: la iglesia es enviada, porque según Dios envió a Cristo, Cristo envió a la iglesia.

 

Entonces, todos tenemos algo que se llama apostello. Y no estamos hablando de título, sino de función. Los primeros apóstoles, fueron enviados por Dios. Claro, fueron los primeros ministros enviados del Nuevo Testamento, no tenemos problemas con sus títulos. Y no los tenemos, por todo lo que esa gente hizo. Pero si observamos su función, cómo trabajaron los primeros doce apóstoles, tendríamos que decir que son evangelistas. Porque, ¿Qué hicieron? Proclamaron el evangelio, y en segundo término, testificaron.

Además, también trajeron señales y prodigios. Y esas, hasta dónde yo conozco, son las tres funciones del evangelista. Si hacemos un estudio prolijo y meticuloso de los cinco ministerios, nos vamos a encontrar con que los apóstoles hacen otras cosas, como establecer iglesias. No que las fundan, las establecen. Pablo le hablaba a Roma, una iglesia que tenía una fe mundial, y le decía que estaba pidiendo a Dios que le permitiera ir a ella para restablecerla. Y estaba escribiéndole a una iglesia que ya era mundialmente famosa.

 

Pablo orando para que lo dejaran entrar a Roma, para poder establecer la iglesia. O sea: es posible estar dentro de una iglesia muy famosa, y sin embargo no estar bien establecido. Establecer una iglesia requiere discipulado, requiere espíritu paterno, requiere un hombre con sabiduría para decodificar la Biblia para los tiempos presentes. Pablo es el único que explica lo que acontece en la cruz. Los demás, sólo proclamaron la cruz.  Pero Pablo la explica a la cruz. Pablo es el primero, en el orden de apóstol, del Nuevo Testamento. Viene con un mensaje diferente.

 

(1 Corintios 3: 10) = Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.

 

Dice que otro edifica, y esa palabra “otro”, existen dos en el Nuevo Testamento. Otro de otra especie, tal como decir un maletín y una cartera, son dos cosas diferentes. Pero decir un vaso y luego otro vaso, vendría a ser otro de la misma especie. Es decir que otro puede venir a poner el fundamento, pero siempre y cuando tenga la misma gracia. O sea que la iglesia ese edifica deliberadamente, no porque alguien llame por teléfono y diga que ya que está pasando por aquí viene para restablecer una iglesia.

 

Esto es como la construcción de un gran edificio. No pueden venir los plomeros ni los pintores antes que los constructores terminen de levantar las paredes y los tabiques. Se edifica deliberadamente. Estamos construyendo gente, mentalidades, una cultura corporativa. Un vocabulario, una tribu, una identidad. Estamos diseñando un dominio en el mundo del espíritu, un acceso para Dios, para que Dios pueda tener acceso a la sociedad, por medio de los recursos humanos entregados al dominio de la autoridad de la gracia del hombre clave en la casa.

 

Hay que edificar deliberadamente. La palabra dice que la iglesia es el candelero y que se edifica a martillo, de una sola pieza, y que no se ora por eso, sólo hay que hacerlo. Y es bajo el principio de Labán. Si quieres que tenga listas, ponle listas, pero si quiere que tenga pecas, entonces ponle pecas. Otro pone el fundamento, el cual ¿Es qué? Cristo. Y ahí está la razón de la pregunta, porque estamos de reforma, estamos reformando, hay que cambiar la forma de operar, tenemos cambio de leyes, no hay atrio, en suma: venimos hablando de reforma hace varios años, ya. ¿Y después? Algo nuevo. ¿Cómo qué? ¡Ah, no sé! Es nuevo, sólo Dios lo sabe. Todavía ni siquiera se lo ha dicho a sus profetas.

 

¿Qué fundamento trae el apóstol, entonces? El único que existe: Cristo. ¿Y por qué otra vez? Cristo fue proclamado, pero nadie explicó qué pasó en la cruz. ¡Oye! ¿Cómo somos salvos? ¡¡Por fe!! ¡Bueno, pero explícamelo! Mira, yo hice una oración de arrepentimiento y entrega y ahora sé que soy salvo, pero verás: yo soy un profesional, me apasiona el conocimiento y no puedo entender cómo es que la muerte y la sangre de un hombre, hace más de dos mil años, puede afectar mi vida hoy. ¡Explícame! ¿Qué vas a hacer?

 

Es un asunto de identidad. Si la perdemos o no sabemos encontrarla, no vamos a poder funcionar. Somos sacerdotes, cierto es, pero sólo si sabemos cómo serlo. De otra manera, apenas seremos creyentes tratando de ser sacerdotes. Por eso digo siempre que la reforma no es simplemente modificar los órdenes y metodologías de un culto evangélico tradicional. Eso sería volar demasiado bajo, mientras Dios viene volando muy alto. Entiendo que tenemos que revitalizar la palabra, y ver quién es Cristo.

 

Escucha esto: interactuar con Dios, no tiene nada que ver con ritos eclesiásticos ni ejercicios religiosos. ¿Entiendes tú la ley de los cielos? ¿Sabes cómo opera el mundo invisible? Porque ese es el GAN de Dios en el cual nosotros debemos operar. Y eso, aun estando en el mundo físico, porque ambos ocupan el mismo lugar geográfico. ¿Conoces tú la diferencia entre una restricción espiritual y un control legalista? ¿Sabes cuál es la diferencia entre estar restringido internamente a estar controlado externamente?

 

Estas cosas se tienen que definir para llegar al final. El final es una iglesia libre, restringida por voluntad propia. El Reino de Dios por dentro. Según va aumentando el Reino de Dios por dentro, se van soltando los grilletes de afuera. Y eso se construye por una mentalidad, por un estilo de vida espiritual, por una condición mental en el creyente. Eso es lo que me gustaría tremendamente dejarte en todos estos trabajos que alguna vez recibí como tú, asombrado; que luego acepté, creí y puse por obra, y hoy vengo a compartirlo casi textual porque su único autor es el Espíritu Santo de Dios, que para bendecirte, utilizó vaya uno a saber cuántos hombres y mujeres.

 

Nadie puede poner otro fundamento, entonces, que el que está puesto, que es Jesucristo. Y es muy importante que sepamos que todo lo que venimos hablando y lo que seguiremos viendo, es puntual y definitivamente cristo céntrico. Digo esto porque no es poca la gente que sostiene y cree fielmente que el mensaje del Reino suena mucho a Nueva Era, porque se habla mucho de que el hombre está hecho en semejanza a Dios. Pero no se entiende que lo que estamos diciendo es que debemos reducirnos, para que Dios sea visto en nosotros, y no que nosotros seamos Dios. Ojo: hay gente muy importante que hoy está dando un mensaje sobre esto que no está totalmente claro y está confundiendo a muchos.

 

En ese sentido, vamos a ver lo que hay en el Libro de Esdras, en el capítulo 1. Es todo lo contrario a la Nueva Era; es todo Dios, y nada de nosotros. Porque el que se une con Dios, es un solo Espíritu con Él. Tú mueres, y Él vive en ti. No es que tú eres Dios; es que tú mueres, y Él vive en ti. Juan lo dijo muy bien, aunque luego él no llega a cumplir fehacientemente con lo que había dicho, cuando dijo que era menester que él menguara para que Cristo creciera. Lo dijo, pero no lo hizo; y eso le costó la cabeza.

 

Cristo fue predicado, tanto en el mover de santidad como en el mover pentecostal. No sé si se predicó tanto en el mover carismático, porque aquí el énfasis estaba más puesto en el potencial del creyente. Casi se llegó a exagerar con esto.  Lo que sí tuvo de bueno es que se abrió el canal de libertad para comenzar a alabar con las manos levantadas. Que fue bueno sin dudas, pero que también tuvo exageraciones, cuando en algunos lugares se alababan más a los músicos que a Dios.

 

Pero Cristo tiene tres unciones, la primera está en Hechos 10:38, donde él fue ungido para hacer bien a todos. Esa es la unción más leve. Esa es la primera unción. El cruza su Jordán, Lucas 4; pasa por todas sus tentaciones, sale y comienza a sanar a todos los que son traídos a él. Muchos acamparon en este mover. Muchos acamparon en esta unción. A muchos les gusta este nivel de unción. Pero este es un fragmento, es una parte de la verdad; no es toda la verdad. Ese ministerio fluye a través de los dones, los cuales son las arras del Espíritu.

 

Hay muchos más. Después de las arras, hay uno que se llama la plenitud. No queremos cambiar la plenitud por las maravillas. Las maravillas son espectáculo, y nos atraen. Pero la plenitud, que es más sobria y no trae espectáculo, es más fuerte. La segunda unción, en cambio, es algo diferente. Esta se encuentra en Marcos 14.

 

(Marcos 14: 3) = Pero estando él en Betania, en casa de simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer (Recuerda que mujer, en la Biblia, siempre es iglesia)  con vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.

 

(4) Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?

 

(5) Porque podría haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella. (Contra la forma de proceder de esa iglesia)

 

Aquí vemos alguna información que nos es dada en este verso, donde dice: se pudo haber vendido por trescientos denarios, y hacer bien con eso. Esta gente pertenece a la primera unción, donde el poder de Dios siempre se usaba para hacer el bien. Trescientos es el número que se usa en la Biblia para definir al poder sobrenatural de Dios. Habla de la unción, del poder sobrenatural. Trescientos también es el número de victoria en medio de caos en todas las escrituras.

 

Trescientos codos de longitud es el arca de salvación, el cual no es un barco sino una gente que Dios está edificando hoy para salvar a los ignorantes que ni cuenta se han dado que Dios se movió. El arca, es una gente con el poder sobrenatural de Dios, con la plenitud del Espíritu. Cincuenta codos de anchura, y con treinta codos de altura, que es la estatura del varón perfecto. Es una gente, no es un barco. La Biblia no habla de barquitos para niños, enseña a los niños la verdad, que Dios está levantando a gente.

 

Y a ese barco, es muy poca la gente que ayuda a construirlo, porque normalmente se lo construye mucho tiempo antes de que se necesite. La gente no entiende, y está ahí, usando el poder de Dios sin orar por nadie. ¿Por qué desperdician el alabastro? ¿Por qué desperdician ese perfume tan precioso del Señor, que cuesta trescientos denarios, si podíamos haber tenido una campaña y sanábamos a mil? Pero lo estaban ungiendo para el entierro, que es la segunda unción. El entendimiento de ese entierro.

 

Es la gente que entiende su entierro la que es capaz de caminar en un camino de resurrección. Gedeón también trabajó con trescientos hombres, nada más; ¿Recuerdas? El tabernáculo, cinco por diez, diez por diez, cinco por veinte, diez por diez y diez por diez, trescientos codos. La casa de Dios, el tabernáculo. El arca. Todo esto tiene que ver con el poder sobrenatural de Dios. Hay gente indignada porque hay ciertas iglesias que están usando bastante unción, se dan cuenta que esos ministros sí tienen unción, sí están ungidos, sí tienen revelación, sí hay un tremendo poder en sus reuniones, pero sin embargo se usa de manera diferente.

 

Y no entienden por qué, porque están encajados en la primera unción, donde cada vez que hay algo que se llama unción, hay que hacer el bien. Cristo dijo: yo sólo hago lo que veo que Él hace. Y muchas veces dejó al enfermo allí, al pobre aquí y el leproso allá.  En una ocasión, entró y sanó a uno, pero dejó a los demás en el estanque. En otra ocasión, levantó la cabeza, vio que venía una multitud, entonces se metió en un barco y se fue para el otro lado. Ese era Jesús el amoroso.

 

Luego hay una tercera unción, que es la unción del gozo. Como todo lo carnal, siempre llega primero. Esta unción del gozo, no es una unción del gozo en esperanza. No es un gozo que ahoga una realidad. No es una risa que viene para que tú te sientas bien en medio de una crisis. Ojo: está muy bueno que de pronto te invada una risa que permita que todos tus problemas se olviden por un buen rato y te permita caminar entre nubes de esperanza. Es algo así como el gozo que siente el jubilado cada vez que en el mes le llega su salario.

 

Todo eso está muy bueno y nadie va a desacreditarlo, pero el gozo del cual te estoy hablando no es un gozo que te determine que olvides lo que estás viviendo. Porque lo que está allí fastidiándote la vida por causa de alguna negligencia, no va a desaparecer con risa. Porque te puedes reír hasta que se te desarme la mandíbula, pero al igual que el alcohólico, tu problema está en el fondo del vaso. Este es ese mismo gozo del cual se dice que por el gozo que había delante, él camino hacia la cruz.

 

Este es el gozo de completamiento, o sea: este es el gozo del sí, el gozo de: “me río porque lo hice, no porque lo quisiera hacer”. Es una última unción, y esa no viene si no entiendes el entierro. Tres unciones. Hebreos 1:8 está para eso, allí. Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. Y el Salmo 133 también contiene esas revelaciones. ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.

 

Son tres niveles diferentes. Entonces, el Cristo que estamos conociendo hoy, es el de Marcos 14. Lo que estamos estudiando es esa unción que nos revela qué fue lo que se consumó en la cruz.  Recuerda que el hombre, según piensa, así es él.  Todos nosotros tenemos diez millones de verdades en el banco. Tú te levantas mañana y te das cuenta que tienes diez millones, punto, diez dólares en el banco. Es decir: los diez dólares que tú tenías, más los diez millones que llegaron.

 

Pero somos buenos creyentes, entonces no nos atrevemos a gastar ese dinero, porque no sabemos cómo llegó allí. Estoy hablando de los buenos creyentes, claro está. Imagínate que tú empiezas a gastártelos y por ahí aparece la mafia buscándote para reclamártelos. No lo toques hasta que no sepas de dónde viene. Tenemos que hacer una conciliación de cuentas allí, para saber cómo es que eso que está allí, es mío. Si no, aunque esté allí, yo no voy a poder vivir a ese nivel. Lo tengo ahí, pero como no sé cómo llegó ahí, no lo puedo gastar.

 

Entonces, lo que debemos hacer es una investigación. Por eso sería altamente interesante poder ver, en la Biblia, cómo los sacerdotes fueron excluidos del ministerio, porque no supieron cómo reconciliar lo que habían recibido. Y en función de su experiencia, cuando terminemos de examinar sus vidas y operaciones, podremos ver cómo hacemos nosotros para reconciliar lo recibido con el fin de no ser excluidos. Porque una cosa es que yo, tomando toda la autoridad que como ministro Suyo mi Padre me delega, salga a sentar doctrinas que no tienen nada que ver con su propósito, y otra muy distinta que sepa cerrar mi boca y abrir mis oídos, esperando que realmente sea Él quien diga lo que haya que decir, mientras yo hago silencio y sólo le presto mis cuerdas vocales, mi entendimiento y mi voz. Esto sería, a grandes rasgos, un ministro de Dios. Lo otro, apenas un aspirante a mini-astro de iglesia.

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septiembre 24, 2021 Néstor Martínez