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No Son Detalles Menores

Recuerdo que en una ocasión se publicó un libro que fue muy comentado, hasta con cierto humor y jocosidad en los ambientes cristianos, pero que de gracioso no tenía nada: “Igle-Burger”. Era una descarnada crítica para con la forma en que la iglesia en ese tiempo, (Que no es tan lejano a este) predicaba el evangelio. Un evangelio selectivo, donde la persona tiene la posibilidad de elegir lo que quiere.

Yo no estoy hablando de esto, yo creo que la iglesia en su conjunto, tiene que recuperar el corazón del evangelio. ¿Y cuál es el corazón del evangelio? El Reino. Sin embargo, yo quiero mostrarles un proceso que es coherente con casi todo lo que hemos venido hablando desde este púlpito cibernético. Sabemos que la iglesia debe dar a conocer el nombre de Dios.

Sabemos que la iglesia debe ocuparse en que la gente recupere la imagen que el pecado dañó. ¿Y cómo lo hacemos? Entonces, aquí hay algunos proyectos. Son de diferentes procedencias, pero todos tras un mismo objetivo. Van a darse cuenta que aquí aparece la palabra Ministerio, ya como algo práctico, no como algo teórico.

De lo que estoy hablando, no es de cómo ganar a la gente, sino de cómo recuperar la imagen perdida de un cristianismo respetable. De hecho, pasaríamos de ser una iglesia meramente evangelística, a ser una iglesia ciento por ciento transformadora. Sigue haciendo evangelismo y con el mismo énfasis. Pero que la visión no nos lleve una vez más a celebrar el número de gente convertida, sino de gente transformada.

Es un tema de apreciación. Porque a medida que cualquiera de nosotros va hablando algo de lo que la mayoría conocemos, la gente que nos rodea, en cada caso, va tomando una cultura. Si seguimos presionando a la gente a ganar almas sin prestar atención a lo que suceda luego con ellas, lo que estamos formando con nuestro discurso, con nuestra prédica, es una mentalidad numérica. Que podrá tener sus beneficios, pero que presenta un claro problema: esa mentalidad no va a cumplir con el propósito de Dios.

De allí que no se trata tanto que esté técnicamente mal. Pero no es el corazón de la tarea evangelística, no es el corazón de lo que Dios nos delegó. Y no estoy diciendo que la iglesia tenga que dejar de evangelizar, ni lo sueñes; no estoy hablando de eso, entiéndeme. No debes cambiar las formas, debes seguir evangelizando a full. Eso no es lo que debe cambiar. Lo que sí debe cambiar es el objetivo del evangelismo.

De allí que, si nuestro objetivo es transformar vidas, las personas que deben estar en la primera línea de trabajo no son, como otrora, los que son más hábiles en ganar almas. Los que ahora deberán entrar en el terreno de juego, son los que ya tienen vidas transformadas que pueden mostrar como testimonio viviente.

Porque debemos partir de una premisa indiscutible; cada uno da de lo que es. Yo vengo aquí y doy de lo que soy. Te bendice, no te bendice, te entretiene, no te entretiene, te alimenta, te desnutre, te interesa, te aburre. Es lo que yo soy llevado al trabajo ministerial. Ningún hombre tiene un buen o mal mensaje. Cada hombre es un mensaje viviente.

La cultura del evangelismo, por años, ha llenado las iglesias evangélicas de todo el planeta, pero no ha llegado a cambiar a ninguna de las ciudades donde esas iglesias están funcionando. Aunque un día utópico los cristianos lleguen a ser una mayoría en población, todavía seguirán –si no se cambia- siendo una minoría en influencia.

Algo debe estar mal, ¿No crees? De hecho, lo que está mal es el énfasis. Lo primero que deberemos saber en los comienzos de este trabajo, es que esto forma parte de un proceso, y esta es la fase inicial. El problema radica en el enorme esfuerzo que se hace en la acción, en el evento. Hay que ganar almas, hay que abrir una obra.

Sin embargo, si tienes una mentalidad de proceso, el trabajo no ha terminado. Veamos: hagamos un poco de teología natural. Teología natural es una percepción del mundo espiritual y de Dios, a partir de las cosas naturales. Cuando ustedes tienen un hijo, el nacimiento de un hijo es un acontecimiento. No se puede decir que es un evento porque evento deriva de eventual y un hijo es algo que se sabe y se espera.

Es un acontecimiento. La crianza de ese hijo, posteriormente, será un proceso. Entonces aquí cabe y viene la pregunta: ¿En qué momento termina la crianza de un hijo? La mayoría de los padres te va a decir que nunca. Porque uno podría pensar que termina cuando se casan y se van, pero cuando les nace un bebé, que viene a ser tu nieto, van a venir a preguntar cómo hacen esto o aquello con el niño.

Y no concluye allí, porque cuando ese niño ha crecido y llega el momento de comenzar sus estudios, seguramente van a  venir consultas respecto a qué colegio ir o cuál conviene más. En suma: la crianza de los hijos parece no terminar nunca. Es un proceso. Todo en la vida natural, es un proceso.

También el crecimiento en Dios es un proceso. ¿Cómo llegan las personas a las iglesias? Llegan, indefectiblemente, con cargas. Y hay cargas que son buenas y hay cargas que son malas. Vamos primero a lo bueno. ¿Qué puede traer de bueno alguien a un grupo? Habilidades, sueños, talentos, propósitos.

Pero, también acercan algunas otras cosas que no son precisamente agradables ni buenas. Iniquidad, heridas, amargura, ataduras. Y traen un carácter. De ahí la ventaja que en muchas congregaciones estiman en ganar niños para el Señor. Ellos no van a traer un carácter terminado, desarrollado.

Eso se da casi en todas partes, y es habilidad a cargo de los que ya están, saber o discernir qué hacer con todo eso que los nuevos traen. Si lo hicieran con cierta precisión, se evitarían problemas que, seguramente, van a presentarse más adelante. Y te los anticipo conforme a la experiencia vivida: pedofilia, adulterio, homosexualidad, fornicación, pornografía, adicciones.

Y todo esto, cuando se produce y se magnifica, nos hace perder de vista el epicentro, la causa esencial, la base de lanzamiento. Y todo eso, es no saber con claridad la calidad o cualidad de las cargas que la gente nueva trae. Falta discernimiento o sobra entretenimiento y las consecuencias están a la vista.

Entonces sale a la luz de que no existe ningún mecanismo de contención, te diría, a la manera de los antiguos pescadores. No tenemos hermanos capacitados para decidir qué pez dejamos en nuestros canastos y cuales devolvemos al mar. Y después, cuando salta el problema, que era obvio que iba a saltar, los responsables se caen moralmente y la depresión se hace un festín aún con los más ungidos.

Porque, veamos; hay lugares en donde se conoce muchísimo respecto al espíritu de Jezabel o al de Pitón, y se preparan en cursos extensísimos para combatirlos y derrotarlos, pero ¿Sabes qué? No disciernen ni por asomo cuando esos espíritus llegan al lugar y en quienes se depositan para operar.

Y te digo algo más: si eso sucede en una pequeña iglesia de cincuenta miembros, las posibilidades de que estos espíritus aparezcan y se hagan la gran fiesta, es muchísimo menor que en las llamadas mega-iglesias. Y no se puede evitar rememorar lo ocurrido a Pablo con la iglesia de Corinto.

Pablo se altera mucho con lo que sucede en Corinto y les escribe tres cartas, de las cuales nosotros conocemos dos, ya que sabemos que una se perdió. De todos modos, en las que hemos leído, hemos visto que toca temas muy fuertes para con ellos. Y haciendo constar que esa era una iglesia que tenía todos los dones, no eran improvisados religiosos templistas conservadores teólogos intelectuales.

Corinto era una iglesia muy avivada en el Espíritu, era una iglesia que profetizaba, cosa que no es común encontrar, ni en aquella época y mucho menos en esta, donde hay todavía mucha gente seria y honesta, aunque ignorante, que entiende y enseña que la profecía ya concluyó su tarea. Corinto tenía todas esas virtudes, pero un enorme defecto: no veía.

Y esto se asemeja mucho a la derrota de Josué por causa de un hombre que decidió tomar un manto babilónico, un siclo de plata, un lingote de oro. Y le dijo el Señor: Israel no podrá hacer frente a sus enemigos. Entonces, cuando pasa un tiempo y se genera un problema en una iglesia, lo primero que se debe tener en cuenta es si por casualidad, alguien del liderazgo no ha abierto una puerta.

Porque, si lo examinas con cuidado, si ves que en un lugar comienzan a pasar cosas negativas de todos los colores, y algunas mucho más fuertes que lo lógico, tu primer pensamiento no puede ser respecto a qué cosa pueda estar haciendo Satanás. Tu primer pensamiento tiene que ser: ¿Dónde está Judas?

¿Por qué digo esto? Porque sabemos, la Misma Palabra te lo asegura, que el diablo jamás podrá entrar a ningún lugar en el que los que están en eminencia, estén firmes en el Señor. Al que está en Cristo, el maligno no le toca, ¿Recuerdas? Pero cuidado; es al que está EN Cristo, no al que creen Cristo, habla de Él o, incluso, predica todos los domingos sobre su vida y obra. Eso es símil de un funeral: llenarnos la boca hablando de las cosas buenas que hacía el muerto cuando estaba vivo. Sólo un problema: ¡Cristo vive!

A esto que te voy a decir, se lo he dicho a más de un pastor: no se necesita que alguien se plante en la puerta de un templo para ver quién entra, como viene vestido y que rostro trae. Lo que se necesita es conocer si alguien de adentro y con poder, está tolerando el pecado. O está involucrado con el pecado, que es peor. ¿Por qué? Porque el diablo sólo hará lo que los genuinos hombres de Dios le permitan.

Hay algo que es inexcusable y que parecería darse de narices con cosas que yo mismo he dicho, aparentemente en contrario, pero no es así. A las ovejas, la única responsabilidad que se les ha dado, es la de juntarse para el bien y en unidad, presentar batalla. A los que se encargan de guiarlas por mandato del Espíritu Santo, la responsabilidad es la de protegerlas y alimentarlas. El problema se presenta cuando alguna de las partes deja de hacer lo que se le ha demandado.

Por eso es muy atinado e inteligente, cuando alguien te pide consejo u oración por un determinado lugar cristiano que no conoces, es pedirle al Señor que saque a luz todas las cosas que hay allí, y que si anda un Judas haciendo de las suyas, que sea expuesto para referencia de guerra. Si conoces algo al enemigo, ya sabes que él sólo puede tocar un ministerio, cuando encuentra una puerta abierta.

Y cuando eso ocurre, porque lamentablemente ha ocurrido y, hasta donde conozco, sé que sigue ocurriendo, no queda absolutamente nada por hacer. Cuando un ministro importante se mete en un terreno que no debería meterse, ya no hay nada más que hablar. ¿Qué se le va a decir, que se arrepienta? ¿Qué escuche la voz del Espíritu Santo? Está inmunizado para con todo eso.

Dice la palabra que los demonios saben y tiemblan. ¡Hay gente que peca horriblemente y sin temblar! ¿Qué le vamos a decir? ¿Vamos a ofrecerle restauración? ¡Si no está arrepentido, lo está disfrutando! Si esa persona no tiene temor de Dios para hacer lo que está haciendo, ¿Qué se supone que podríamos hacer los hombres, por mejor intencionados que seamos?

Hay una onda muy equivocada en cuanto a que en casos así los cristianos debemos ser buenitos y aguantarnos lo que sea. ¡Hay que poner la otra mejilla, hermano! ¿Ah, sí, eh? ¡Pues entonces ve, encuéntrate con ese pecador no arrepentido, hazte cómplice de sus pecados y luego, si quieres, sé buenito con él! Yo prefiero pasar por malo en esta…

Dios no tolera el pecado, es así de simple. Dios no tiene una mentalidad de tolerancia. Él nos ama, nos entiende y está ahí para ayudarnos, y en la medida que tú vayas ganando autoridad, mientras más autoridad tienes, menos posibilidad tienes de equivocarte. En ciertos niveles espirituales, hay cosas que antes hacías sin problemas, pero que ahora me temo que ya no te son permitidas.

No te puedes dar el lujo de equivocarte en la posición que Dios te ha dado, ¡No puedes!  Si tú toleras o crees que es natural pecar, entonces tengo que sugerirte que dejes el ministerio. Porque va a ver gente que va a sufrir por eso, después. Recuerda lo dicho tantas veces: Dios ama al pecador, pero no ama al pecado.

Si alguien sabe que tiene un problema y es consciente que no puede controlarlo ni manejarlo, lo honesto, lo sincero, su temor de Dios tiene que hacer que se haga a un lado. Sería más que interesante, que de manera voluntaria como debería hacerse en todos los casos con una declaración jurada de bienes, el liderazgo en general también abriera sus sitios de redes sociales para demostrar que no andan en nada raro.

Y no hay que sentirse demasiado mal si en medio de un grupo determinado, salta que uno o dos son falsos. En nuestro afán de pescar almas, entre tantos peces necesitados corremos el riesgo de meter algún tiburón asesino. No es nuevo, ya en el grupo de Jesús había uno que no era. Con la diferencia que Jesús jamás se durmió. Él sabía perfectamente quién era.

Para que no hiciera más desastre que el permitido, lo mantuvo más que ocupado todo el tiempo. E incluso, como lo testifican algunos textos, intentó ayudarlo a arrepentirse. Es más: ¡Le lavó los pies como símbolo de sometimiento y humildad! Escucha bien lo que digo: ¡Jesús le lavó los pies a Judas! Pero no le importó. Él lo entregó a Jesús después de eso.

Necesitamos entender lo que trae la gente que conocemos como nueva. De hecho, las personas que llegan nuevas a un grupo, son de tres tipos: 1- Son recién convertidos. Son los más regios, con ellos se puede intentar lo que sea que no se van a amilanar, ni a cansar, ni a pretender glorias u honores.

2- Estos son los que vienen salidos de alguna otra iglesia o grupo. Esto es más complicado, porque tiene una parte buena, se da cuenta que necesita algo. Y estoy hablando del que eligió salirse de donde estaba y venir con nosotros. No hablo de alguien que haya sido expulsado. Pero tiene una parte mala. Seguramente ha juzgado, criticado y hasta insultado con vocabulario santo.

3- Son personas no acostumbradas a reunirse en lugares organizados, que por alguna razón, te han elegido a ti para reunirse. Eso parece ser muy bueno, porque nos recuerda al hijo pródigo que vuelve a casa. Pero también puede ser malo, porque recuerda que cuando vuelve el hijo pródigo a la casa, el que se pone malo es el otro.

Cuando encontramos a alguien que está en condiciones que aparentemente son políticamente incorrectas, lo primero que deberemos hacer, antes de abrir ni el más mínimo juicio, es averiguar las causas. No te olvides que si bien sabemos que el diablo le produce mucho daño a la gente, créeme que la religión está ahí, casi de la mano del diablo en cuanto al mismo resultado.

Porque es una estructura que se lo pasa hablando de Dios, pero que por sus frutos te das cuenta que ni lo conoce ni lo tiene consigo. Y todas esas estructuras que no tienen a Dios pero simulan tenerlo, son tremendamente dañinas. Tenemos que tener en cuenta que hay un proceso de cuatro etapas en la vida de una persona con buenas intenciones espirituales.

La primera etapa se llama conversión. Ahora bien; esta palabra, en realidad, es una palabra que dice mucho y, al mismo tiempo, no dice nada. Y si no lo crees, te invito a que hagas un ejercicio muy simple. Cuando te encuentres con hermanos, pregúntales qué cosa significa convertirse. Y no te espantes de la calidad y cantidad de respuestas que tendrás.

Algunas de ellas, directamente insólitas. Hay hermanos que tienen una mentalidad de transformers. Se convierten en un auto, se convierten en un robot. Es decir, se convierten en su anterior forma, y en su anterior forma. Pregunto: ¿El objetivo de la conversión, cuál es?

Es simple, porque cuando Jesús vino no les dijo que debían convertirse, les dijo que debían arrepentirse, que el Reino de los Cielos se había acercado. Es decir que, arrepentirse, era de alguna manera, empezar a cambiar una mentalidad. Él dice algo muy práctico: no puedes entrar al Reino de los Cielos con la mente que tienes ahora.

Entonces, para los que vienen de una herencia católica, por ejemplo, la palabra arrepentimiento, está ligada a remordimiento. Está ligada a tirarse en el piso y llorar frente a la estatua de un santo que te caiga más simpático. El más buscado ha sido San Antonio, para poder conseguirse un marido. Nadie sabe muy bien qué clase de marido brinda ese buen santo, pero que se lo piden, se lo piden. San Expedito, otro que está muy de moda, ahora. Sobre todo con la necesidad de que lleguen los pedidos que vienen de China…

Y la gente está allí, se pone de rodillas, pone velas, hace rogativas, va de rodillas donde está la imagen de la Difunta Correa, el Gauchito Gil, entidades muy populares en algunas zonas de Sudamérica. Les adjudican milagros, sanidades. Parece terrible, no? Sin embargo, déjame decirte que todavía esa mentalidad está en la iglesia que llamamos cristiana.

Entonces, tú les dices que se arrepientan, y ahí pasan todos al frente, vienen, lloran, gritan, se tiran de los pelos, se lamentan, se tiran al suelo, patalean. Pero cuando concluye el culto, se van a sus casas exactamente iguales a cómo llegaron. Porque no ha habido un proceso genuino de arrepentimiento, sino de simple remordimiento.

La gente se lamenta y dice: ¡Oh! ¡He pecado! ¡Soy malo, estoy sucio! Pero se va y, dentro de una semana, retorna exactamente igual, con todas sus porquerías antiguas y modernas a cuestas. ¡No ha cambiado nada! Lágrimas por aquí, lágrimas por allá. ¡Todo fue un show!

¿Por qué? Porque tú mismo eres el primero en no ayudar a la gente a que entienda cómo entrar al proceso. Entonces la gente, cuando no ve condiciones, pone las suyas. Entonces claro; yo fluyo con unción evangelística y les digo: si ustedes quieren aceptar al Señor en este día, tendrán que obedecerle luego en todo lo que Él les mande. Y no piensan hacerlo, será mejor que no acepten nada, esperen.

La pregunta, es: ¿Jesús hizo eso? ¡Claro que lo hizo! ¡Él ganó a sus discípulos de esa forma! Ven y sígueme. Punto. Nada más. Y al instante, dejando las redes, lo siguieron. ¿Dónde nos perdimos en este tiempo? ¡No hay más que eso!

El objetivo de la conversión, es que la gente pueda entrar al Reino. Cuando la gente de verdad se ha convertido, todo es mucho más sencillo. No hay peor engaño que la gente piense que es salva, y trate de actuar como salvo, y no lo sea. La palabra nos manda a entrar por la puerta correcta.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Yo creo que no hay forma de diluir esto. Primero te dice si quieres seguirle, eso significa que Jesús está en movimiento, Él no está parado.

Eso significa que este es un camino constante. Segundo, dice: niéguese a sí mismo. En el original, dice “niegue su psiche”, esto es: niegue su alma. Niega tus sentimientos, niega tu voluntad. Luego dice: tome su cruz. ¿Cuál cruz? La cruz que vas a recibir por seguir al Señor. ¡Ah! ¿Cuándo la trompeta suene en el día final? ¡No! ¡En este momento!

¡Pero es que ya tengo una cruz! Claro, ahora tienes la cruz de tus pecados; las vas a dejar aquí. Pero el Señor te va a dar la cruz de su obediencia. La cruz de tus pecados, es pesada. La cruz de su obediencia, es muy ligera en su carga. Pero sigue siendo cruz.

Te va a obligar a hacer cosas que no quieres hacer. Te va a poner en situaciones que no quieres estar. ¿Realmente estás dispuesto a esto? ¿Realmente quieres salvarte? ¿De verdad? Si crees que debes tomarte unos minutos para pensarlo, hazlo. Tómate unos minutos, unas horas, unos días, unos meses, unos años, para pensarlo. Si en ese lapso te toca partir o el Señor viene, te encontrará pensando. Claro, será tarde.

Se pretende que el gran cambio moral tenga punto de partida desde la iglesia, pero no estamos viendo precisamente a una generación de cristianos jóvenes capaces de traer eso. Sabemos que en cualquier instancia del mundo secular, la falta de control de las autoridades, puede posibilitar actos delictivos. Me pregunto qué sucedería si esa falta de control se manifiesta en la iglesia para con los jóvenes, ¿Acaso se comportarán todos santamente?

Ocurre que todavía existe una visión sumamente romántica de la iglesia. Sólo deberías preguntarte qué pasaría con todos esos maravillosos jóvenes que ves por ahí, si llegaras a mezclarlos con otros jóvenes, y los expones a un mensaje diferente. No te extrañes que, en casos, descubrirás que ni siquiera son convertidos.

¡Es que yo lo vi cuando hizo la oración aceptando a Cristo! Sí, pero el creyente sigue haciendo verdad aquello de que el árbol se conoce por sus frutos. No podemos creernos lo estético y externo, debemos observar las huellas que va dejando en su andar. Yo no puedo aceptar que con solo levantar una manito en una campaña evangelística alguien ya es cristiano.

Ni quieras saber la cantidad de gente que anda por allí con una presunción de salvación, y que todavía no ha pasado por un acto real de salvación. Esa persona nunca entró, nunca se arrepintió. Nunca, de verdad, sintió peso alguno por sus pecados. Nunca, en el fondo, nació de lo alto. Nunca nació del agua y el espíritu.

Estoy hablando del primer punto, la conversión. Estoy hablando que la conversión tiene que partir de un arrepentimiento. Metanoeo. Como sabemos que la gente no puede cambiar su mente en dos minutos y va a tener que vivir en un proceso, lo que se le debe pedir en la conversión es una decisión.

Una decisión de total rechazo para con su antigua manera de vivir, eso estoy diciendo. Ese es el arrepentimiento que predicó Pedro en su primer mensaje, es lo que el Señor está hablando, o sea: deja atrás todas esas cosas y ahora comienza a vivir de esta otra manera, en otra dirección.

Si antes ibas hacia el norte, ahora deberás ir hacia el sur. Si antes ibas hacia el este, ahora deberás ir hacia el oeste. Y no me importa nada lo que tu alma quiera, deberás hacer lo que Dios quiere. Aprende: tu opinión no vale nada. Lo que aquí simplemente importa es lo que Dios quiere para ti. ¿Entiendes eso?

Te estoy diciendo que ya no eres dueño de nada, no te pertenece nada, ni siquiera tus hijos, ni tu trabajo, ni tu dinero; todo eso le pertenece al Señor, porque Él te lo dio. Y entiende que todo lo que Él te dio, te lo puede quitar de un solo golpe. ¿Entiendes, verdad? Ahora pregunto: ¿Es ese el camino por el que quieres entrar?

No estamos esperando que tengas un cambio de mente instantáneo, porque sabemos que no es así. Si estamos esperando una decisión instantánea de tu parte. Lo otro es un proceso que vendrá después, como consecuencia de tu decisión. Es una decisión de fe. Sin dudas.

Le estás prometiendo al Señor sobre cosas que no gobiernas. Sí, Señor, te prometo que nunca voy a volver a hacer eso. Escucha: ¡Tú no gobiernas eso! No importa, porque al menos, sabes dónde y con quién te estás metiendo. Y para Dios es sumamente importante que quien llega a sus pies entienda lo que Él es.

La gente, cuando llega con sus cargas, llega totalmente desalineada. Es como un vehículo que tiene sus ruedas de distinta medida. Y aquí vamos a lo que Jesús dijo. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Ese es el alineamiento básico, el alineamiento que Dios pide.

¿Y cuál vendría a ser ese alineamiento? Corazón, alma, mente. Él le dice que tiene que amar a Dios con el corazón, con el alma y con la mente. ¿Entre tú yo? ¡Con todo lo que eres! En otra versión añade con todas tus fuerzas. Ahí incluye al cuerpo, también.

El alineamiento que Dios espera no siempre es que de pronto tú empieces a deshacerte de tu música pirata o arrojes a la basura tus estatuas de santos. Lo que Dios quiere es que tu alma se alinee en amor con Su soberana voluntad. Lo que me pidas, haré; donde me mandes, iré; lo que tú quieras, yo recibiré.

Es eso. ¿Por qué? Porque te amo, Señor. Ama al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Y Jesús dice: este es el primero y grande mandamiento. Ahora; eso apareció por primera vez para Israel con la ley, ¿Recuerdan eso? Era el gran mandamiento.

El primero, era: Oye Israel, el Señor uno es. El segundo era este: ama al Señor con todo tu corazón. Es interesante que Jesús nunca eliminó ese mandamiento. De hecho, Él no eliminó la ley. Eliminó sólo una parte muy pequeña, que era la parte ritual. Esta parte, entonces, sigue vigente hasta el día de hoy.

¡Y Jesús la valida, ese día! Le dice que ese es el primero y grande mandamiento. Entonces aquí tengo que retornar con esa clase de líderes que anteriormente te mostraba. ¿Realmente aman al Señor con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente? Creo que no, que están desalineados.

¿Qué pasa cuando una persona alineada, peca? ¿Es que puede pecar una persona alineada? Sí. ¿Y qué pasa cuando él peca? Le pasa lo que a Pedro, llora amargamente. Se siente mal, se llena de vergüenza, de culpa; se le rompe el interior, se le rompe su alma, ofendió a su Señor, se siente dolido.

¿Nunca te ha pasado que pactas una reunión con alguien que te la solicita supuestamente para hablar de algo que le ocurre a un familiar, pero que tú sabes que esa persona está en adulterio? ¿No has visto que cuando se sienta frente a ti, es una persona seca, gris, casi sin vida evidente? Es una persona dura, como si estuviera permanentemente diciendo: ¿Qué hice?

Cuando una persona que estuvo alineada en algún momento, peca y no se arrepiente, esa persona se llena de orgullo. Se vuelve soberbia. Y ni se te ocurra confrontarlo, porque seguramente te saldrá con que tú no tienes ningún derecho y que él seguirá haciendo lo que le dé la gana.

¿Qué hacer con una persona así? Dios no la quiere, ¿Tú la quieres? Porque dice que Él resiste a los soberbios. Y créeme que “resiste”, es una forma muy suave y hasta elegante de decirlo. Para poder entrar al Reino, una persona debe nacer de nuevo. Juan 3:6: Lo que es nacido de la carne, carne es. Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Ahora voy a hacerte una pregunta, a ti que eres un acompañante dilecto de nuestros trabajos y que, por consecuencia, seguramente estás muy lejos de ser un tibio cristiano nominal. Piensa bien la respuesta. Hermano: ¿Qué es nacer de nuevo?

Jesús le responde a Nicodemo, algo que a Nicodemo no le responde nada. Porque Jesús no tenía ninguna intención de que él entienda. Nicodemo va a Jesús por curiosidad, no va por convicción. Él sabía quién era Jesús. Y de hecho, él lo dice: Sabemos que vienes de Dios, porque nadie puede hacer las cosas que tú haces si no viene de Dios.

Pero Jesús no le hace fácil el trabajo, no le aclara nada. Si yo te pido que me hagas un resumen o me digas en pocas palabras lo que es nacer de nuevo, ¿Qué dirías? ¿Porque no hablamos mucho de esto, no? Explícame qué es nacer de nuevo, de una forma que lo pueda entender cualquier persona.

Ahora bien; a diferencia del cambio de la mente, que es un proceso, el nuevo nacimiento, es un evento. Es un acontecimiento único. Uno no nace de nuevo en tres meses, ¡Nace en un instante! Por eso es que Jesús utiliza la palabra justa, nuevo nacimiento. Podría haber dio nueva gestación. Pero la gestación dura nueve meses, pero el nacimiento dura unos minutos.

¿Cómo definirías, entonces, nuevo nacimiento? Es un trabajo muy interesante y apasionante que puedes realizar. ¿Es un evento? Sí. ¿Pasa una vez? Sí. Empieza y termina. Pablo explica eso. Tómalo como tarea de investigación. No pienses que todo se te va a dar en la boca y casi masticado para que no te ahogues. Deberás aprender a cocinarte tu propia cena, de una vez por todas.

 Estudia qué cosa es el nuevo nacimiento. Y no me lo digas, porque yo estaré haciendo lo mismo y cada uno seguramente encontraremos más y más. Así es como funciona esto. Pensar otra cosa es suponer que hay maravillosos y vulgares. No es así, hay hijos de Dios y marginados por voluntad propia de su familia divina.

¿De dónde me saqué esta idea? De que nosotros los cristianos manejamos un vocabulario muy singular, pero me temo que no siempre lo entendemos. Y si no fíjate en la última expresión favorita de los predicadores famosos: ¡Debemos nacer del agua y del espíritu! Y todos gritan: ¡Amén! ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya! Y si los recorres uno por uno, ninguno de ellos, (Y suma al predicador, si quieres), no tiene ni la menor idea de lo que es nacer del agua y el espíritu. Y los que lo saben, tienen enormes dificultades para explicarlo.

Y con el nacer de nuevo ocurre exactamente lo mismo. ¿Cuánto saben los miembros de una congregación respecto a eso? ¿Cuánto saben sobre ello aquellos que han llegado trasladados de otra congregación? ¿Cuánto saben de esto los que jamás oyeron hablar de Dios?

Las cosas más básicas, los fundamentos de la vida cristiana: el nuevo nacimiento, el bautismo del Espíritu Santo, el nacimiento del agua y el espíritu, la gente en su enorme mayoría, no los entiende. Dice que los cree, y nadie duda eso, peo la pregunta, es: ¿Cómo puedes creer lo que no entiendes?

Jesús dijo que lo que es nacido de carne, carne es y que lo que es nacido del Espíritu, espíritu es y listo, se acabó. Quiero repasar. Punto uno, conversión. Se entiende por conversión al proceso donde una persona entra al Reino por la puerta correcta, se alinea, es decir que se predispone para amar a Dios con todo su corazón, con toda su alma y su mente, y nace de nuevo.

Aquí hay un proceso regenerativo. Nacer de nuevo. Regeneración. La persona cambia su genética en el nuevo nacimiento. Es una acción instantánea en la que su naturaleza anterior queda destruida por completo. Por eso Pablo dice que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo.

Por eso dice que el cuerpo del pecado fue destruido. ¿Qué es el nuevo nacimiento? Es el proceso del Espíritu en el que alguien nace de nuevo de tal manera, que su genética completa, cambia. Vuelve a tener una genética en donde el pecado ya no está presente. El gen del pecado, es extraído.

¡Pero hermano! Si eso que usted dice es verdad, ¿Entonces por qué sigue pecando una persona que nació de nuevo? Por costumbre. Porque en su mente no acepta que pueda vivir sin pecar. Porque ha adoptado un patrón de pensamiento. El nuevo nacimiento, no cambia la mentalidad, cambia la naturaleza.

¡No cambia tus pensamientos! Cambia en esencia lo que tú eres. Por eso es que puede entrar de inmediato al segundo punto. Y no puede entrar al segundo punto sin haber pasado el primer punto, esto es: tú no puedes hacerle sanidad interior a una persona que no fue salva.

Y cuando hablamos de sanidad interior, no estamos hablando de liberación. Sí podemos incluirla, pero no es el centro de todo esto. Básicamente, lo que nosotros llamamos sanidad interior, está llamado a quitar de tu mente las señales de derrota, los puntos de quiebre, los puntos falsos de apoyo, aquello que el nuevo nacimiento no trabaja.

Porque el nuevo nacimiento, no procesa esto, es una acción de fe. Es una acción en la cual la persona cambia su genética, pero sigue pensando igual, le siguen doliendo las mismas cosas, se acuerda de las mismas cosas, ¡No le viene amnesia! Se acuerda de la gente que lo ha herido, se acuerda de lo que ha hecho, de lo que no le han hecho, se acuerda de todo.

Entonces, esa persona que nació de nuevo, la exponemos a un proceso paulatino, lento, en el cual puede examinarse a sí mismo, y empieza a quitar, usando su propia voluntad y el poder de la nueva naturaleza que está dentro de él, para retirar aquello que era un motivo de quiebre.

Cada vez que te acordabas de tal o cual cosa, llorabas. Muy bien, ya no vas a llorar, vamos a sacarlo. Cada vez que recuerdas aquello, vuelves atrás. Y no es que ya no vas a recordar, ¡Claro que lo vas a recordar! Pero ya eso no te va a hacer volver atrás.

Ahora bien; todo este proceso no se puede hacer si la gente no nace de nuevo. ¡No se puede hacer! Por esa razón es que hay gente que ha pasado meses por sanidad interior y están igual que antes de ir. ¿Estuvo mal hecho el trabajo de sanidad? ¡No! Esa persona todavía no se convirtió, ese es el problema.

Aclaremos bien: un trabajo de sanidad interior es para ayudar a alguien nacido de nuevo a salir de un antiguo problema que todavía lo tiene atado emocional o sentimentalmente. Pero una o varias sesiones de sanidad interior, no hacen de nacer de nuevo a nadie.

Fíjate; cuando el Espíritu Santo desciende, en Hechos 2, empieza un proceso en los discípulos, donde ellos son sanados de muchas cosas. Eso se ve, se lee, se puede entender. Es la reacción que tiene Pablo con Juan Marcos, al principio, ¿Recuerdas? Y que luego, al pasar el tiempo, dice que le traigan a Juan Marcos. ¡Algo pasó! Lo resolvió, lo trabajó.

¿Cómo podemos predicar un evangelio perfecto, siendo imperfectos? ¡Qué desafío! Hay un texto que nos trae luz en todo esto. Decía: Dos males ha hecho mi pueblo. ¿Cuál es el primero? Me dejaron a mí, fuentes de aguas vivas. Y el segundo, cavaron para sí, cisternas. Cisternas rotas, que no retienen agua.

Ahora: tú sabes que eres una cisterna de agua. ¿Y cómo lo sabes? Por lo que Jesús les dijo: si tú creyeres, de tu interior correrán ríos de aguas vivas. Esa conversación de Juan 4, con la samaritana. Jesús en el templo. Entiendo que Él es agua. Entiendo que yo soy el que recibo el agua, pero aquí dice que ¿Qué pasa si la cisterna está rota?

Significa que no puede retener el agua. Un ejemplo: yo enseño, enseño y enseño. Todas las semanas, todos temas nuevos. Y dentro de un mes, muchos no se acuerdan ni una letra de lo que aprendieron. Es como que he vaciado agua en un gran recipiente y, misteriosamente, el agua se ha escurrido, se ha evaporado, no está. ¿Por qué? Porque hay una grieta en la cisterna.

Pregunta inmediata: ¿La conversión, reparó esa grieta? Parece que no. ¿Y dónde están? No sé. Ahí es donde se empieza a desarrollar el tema del rechazo, ahí comenzó todo. En Isaías 55:8 dice: Porque mis pensamientos, (Dice el Señor) no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos, mis caminos.

¿Por qué dice eso? Ahí lo tienes, gente que ha nacido de nuevo, pero que no piensa como Dios. Dios le está hablando a su pueblo, no le está hablando a los asirios. Mis pensamientos no son vuestros pensamientos. ¡Se lo está diciendo a su pueblo1 ¡Al que tenía la ley!

¿Y qué era la ley? ¡El resumen de los pensamientos de Dios! ¿Por qué no vivían eso? En el versículo anterior, dice: Dos males ha hecho mi pueblo. ¡MI pueblo! No gente ajena, mi pueblo. El pueblo de Dios no se abre a sus problemas. Dice el salmo: Mientras callé, envejecieron mis huesos; en mi gemir, todo el día.

Conclusión: he visto a mucha gente solucionar sus problemas simplemente atreviéndose a hablar de ellos. Y cuidado, no estamos descubriendo nada nuevo. A ese proceso de catarsis ya lo usaban los griegos muchísimo tiempo antes. La rueda discursiva que se forma en los grupos de auto-ayuda no son un invento de los psicólogos, ya lo usaban los filósofos griegos y un montón de disciplinas afines.

Claro que nosotros tenemos la obligación de arribar a un lugar nuevo en todo esto. Porque cuando el hombre natural tiene una entrevista de esta naturaleza, todo lo que puede conseguir, es información que la persona le permite filtrar. En otras palabras: va a decir sólo lo que quiere decir. Y si el entrevistador sabe de lo que habla, se dará cuenta cuando le estén mintiendo.

Porque si el que entrevista es un profeta, no sólo se dará cuenta si le están mintiendo, sino que además descubrirá quién es el que le estaba hablando. Y ese es un lugar al que la ciencia no podía llegar. Ni la Psicología, ni la Psiquiatría, ni los que hacen Meditación Trascendental; ninguno podía llegar a ese simple ejercicio de catarsis, no podían.

Porque lo que es revelado por el Espíritu, es para el espíritu. Y con esto suelen descubrirse algunas cosas. La primera, es que la mayoría de la gente necesita poder hablar con alguien de sus problemas. La segunda, es que también la mayor parte de ellos sabía lo que le pasaba, pero lo que no sabía era por qué razón le pasaba.

Mucho de lo que tiene que ver con la sanidad de una persona, está relacionado con el proceso que Dios sigue con una vida. Porque la base para una positiva sanidad interior es la misma base que tenemos para todo lo demás, la fe. Y te vas a dar cuenta de algo extraordinario: la fe puede crecer o puede menguar.

De acuerdo, se puede hacer de la sanidad interior, un evento, y van a sonar mal; porque no es un evento. Sin embargo, deberemos retrotraernos al principal objetivo de todo esto, que es el de recuperar la imagen. ¿Te das cuenta, entonces, que esto no es algo que solamente pueda llevar adelante un solo ministro, por importante y encumbrado que crea ser?

¿Te das cuenta que la iglesia toda debe crecer? A mí todavía me asombra y me impacta ver cómo, el indiscutible y enorme crecimiento de muchos ministerios importantes, no va acompañado del crecimiento de la gente que lo acompaña o sirve en él. En todo caso, crece la fama del ministro titular, pero no crece la eficacia de su equipo, y en muchos casos tampoco crece su equipo.

Además, y como el árbol se sigue conociendo por el fruto, lo que vemos en el día a día, nos da el resultado de un proceso que no siempre resulta positivo. ¿No has prestado atención que, de cien iglesias que existen en un lugar cualquiera, noventa y nueve están predicando más o menos lo mismo?

Y no estoy hablando de unidad en el Espíritu, ni mucho menos; estoy hablando que por lo menos una se decida y se atreva a hablar de todas las cosas de las que nadie habla. Te puedo asegurar que de existir una sola que lo haga, va a marcar una enorme diferencia en toda la ciudad, por dura que esta ciudad sea.

Además, debemos recuperar la verdadera visión ministerial, que es la de capacitar a la gente para que ellos sean capaces de hacer la obra, no que el ministro solo desee realizarla para recibir honras y honres en soledad. ¡No es así! ¡No funciona así! ¿O no dice la Escritura que los ministerios son para perfeccionar, (Que es madurar) a los santos?

Sin embargo, todos sabemos que lo que llamamos la iglesia sigue caminando por causa de que un pequeño grupo la sostiene. Quita de las iglesias a los líderes y sus amigos y vas a ver cómo esa iglesia, por imponente o poderosa que parezca, se paraliza.

¿Y sabes por qué pasa eso? Porque la gente en lo global, no sabe edificar el cuerpo? ¿Por qué Jesús no tocó todos estos temas con los discípulos? ¿Por qué nadie en ese tiempo habló de sanidad interior? Entre otras cosas, porque todo el ministerio de Jesús giro en torno a un solo punto: desarrollar la fe en los discípulos.

La fe es necesaria para que, cuando venga el Espíritu Santo, sea el Espíritu Santo quien haga todo lo demás. Por eso es que no les da diseños de edificación. No les dice cómo levantar una iglesia, como elegir líderes. ¡No les dice eso! Les habla de tres elementos básicos: el amor a Dios y a la gente, la justicia y la fe.

Y esas tres cosas, necesariamente, nacen del corazón. Y Jesús les cambió el corazón. Pero no tocó su mente. Por eso es que ellos no entendieron que Él iba a morir, o que iba a resucitar. ¡No entendieron nada! ¿Y sabes qué? A Jesús no le afectó que no le entendieran. Él sabía que no lo iban a entender.

Él mismo, cuando explicaba las cosas, decía: yo sé que me escuchan y no me entienden, lo sé. ¡Él lo sabía! Ah, pero cuando venga el Espíritu…Claro, pero el Espíritu no podía venir si no había una plataforma de fe. Cuando el Espíritu viene, se mete hasta las coyunturas, y es el que empieza a manifestar los cambios.

Por esa razón y antes que alguien me lo pregunte, es que yo soy tan reticente y hasta contrario de los modelos. No porque los modelos sean malos, herejes o blasfemos, para nada, al contrario. Sólo que en un momento dado, la gente opta por abandonar al Espíritu Santo y seguir ciegamente al modelo. Y eso es mortal.

Sin embargo, acepto que exista una especie de croquis, patrón, concepto básico o modelo para saber para dónde vamos. Y por eso es que hablo de esto, aun cuando muchos hermanos me sugieren que no pierda mi tiempo con lo que, -según piensan ellos-, ya está perdido. Respeto su opinión, pero elijo pensar con la mente de Dios: nadie está perdido hasta que no está absolutamente perdido.

Y, atención con esto: si eres un profeta de Dios y aceptas algo de la fuente equivocada, has pactado con esa persona. Por eso trato con tanto cuidado el asunto de diezmos y ofrendas, que mayoritariamente, los ministerios tratan casi con desparpajo e indiferencia. Ignoran que no existe mayor extinguidor del Espíritu en un ministerio que aceptar dinero mal habido, a sabiendas.

Lo mismo ocurre con el llamado discipulado. Jesús no discipuló a todas las personas con las que se encontró. Él les predicó a la mayoría. Sólo discipuló a un grupo muy reducido. Se dolía por las multitudes que andaban como ovejas sin pastor, pero no eran ellos su objetivo primario.

No quiero modificar la palabra de Dios que dice que tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo. Él vino a salvar a ese mundo, pero eso no quita la verdad clara que muestra que Él se dedicó específicamente a los discípulos. Sólo discipuló a aquellos sobre los que tenía un nivel de responsabilidad.

A veces muchos preguntan qué cosa es una visión apostólica. ¿Sabes qué? Una visión apostólica es procurar formar una imagen de Dios en la gente. Hacer que esa gente se conecte con lo que para Dios es importante. ¿O todavía eres de los que piensan que mientras más iglesias evangélicas se abren, más feliz está Dios? ¡No! ¡No funciona así!

Eso podrá hacer feliz a los que llevan las estadísticas estructurales. A Dios lo que le interesa es la gente que se conecta con su destino. Todo esto, va generando una cultura. Porque eso es, en líneas generales, lo que todavía le falta a la iglesia del Señor: una cultura que identifique a ese Reino que, -asegura- vino a traer y nos dice que se ha acercado.

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noviembre 14, 2018 Néstor Martínez