En el evangelio de Mateo, por allí por su cuarto capítulo y comenzando desde el verso 12, hay un relato. En el mismo cuenta que cuando Jesús oyó que Juan, su pariente, el bautista, estaba preso, resolvió volver a Galilea. Y que para que se cumpliera lo profetizado por Isaías, terminó habitando en la ciudad marítima de Capernaum. Y dice que fue allí donde Él comenzó a predicar nada menos que el evangelio del Reino, eso es lo que se da a entender con claridad y que por causa de esa Palabra, el pueblo vio gran luz en su entendimiento. Allí fue donde un día, a la orilla del mar, invitó a ser pescadores de hombres a los pescadores profesionales Simón Pedro y su hermano Andrés. Y no conforme con ellos dos, también incorporó allí a Jacobo y a Juan, hijos de Zebedeo. Y puso en marcha lo que sería su impresionante ministerio, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el evangelio del Reino al pueblo. Y fue seguido por mucha gente.
Jesús comenzó su ministerio cuando retornó del desierto de la gran prueba en victoria. Ese fue su entrenamiento final. Lo primero que hizo fue profetizar que los que estaban en tinieblas verían luz y que los que estaban presos serían liberados. Y quiero decirte que cuando dice esto, no sólo está hablando de la cárcel física, sino que también se refería a la cárcel espiritual., que es mucho peor que la cárcel física. Ustedes ven a Pablo cuando está preso y dice que, aunque su cuerpo está en cadenas, su espíritu está libre y puede moverse por todos lados.
Te digo más: Pablo podía salir en su espíritu de esa cárcel las veces que quisiera. Nosotros estuvimos mucho tiempo convencidos que solamente los brujos podían hacer eso, pero nadie se dio cuenta que a eso los brujos lo sacaron de la Biblia. Satanás es un imitador y tergiversa todo lo de Dios que imita. Es verdad que los brujos pueden salir del cuerpo, en trance, pero para hacer fechorías y maldades. Pueden entrar en las casas, pueden mover objetos, pueden destruir órganos humanos. Pero, los hijos de Dios tienen, bajo la unción del Espíritu Santo, la autoridad y la capacidad, en el nombre de Jesús, de destruir todo ese poder de las tinieblas.
Por eso es que Pablo podía salir de su cuerpo e ir en el espíritu a las reuniones que sus hermanos realizaban. Él se los dijo, pero tengo la sensación que ellos no entendieron de lo que estaba hablando. Y me parece que muchos de nosotros, aunque hayamos estudiado cada versículo meticulosamente, tampoco. No me gusta hacer responsable al diablo de todo lo que nos pasa, creo que eso es darle una prensa inmerecida y colaborar para que su nombre sea tan conocido como el de nuestro Dios, y no debe ser así.
Satanás es responsable de todo aquello que cada uno de nosotros le permita hacer en nuestras vidas. Si nos ponemos firmes, caminamos por donde debemos y no dejamos puertas abiertas, no nos podrá tocar un solo cabello. Yo creo fielmente que Cristo nunca nos llamó a nosotros para que calentáramos una banca en un templo. También entiendo que hemos hecho de la iglesia lo que no es. Nos convirtieron en verdaderos parásitos espirituales, que sólo podíamos avanzar colgados de la fe de otros. Y no es así, Dios nos dio una medida de fe a cada uno para que cada uno cumpla con la misión encomendada.
Y si el pensamiento infiltrado por el infierno de que no eres apto o apta, que lo tuyo no sirve para nada y cosas así hoy ronda en tu mente, quiero decirte que no es así, que a cada uno de nosotros nos fueron entregados distintos talentos que, cuando decidimos pasarlos por la cruz, se convirtieron en dones capaces de mover montes y cambiarlos de lugar. ¿Lo crees? Lo vives. ¿No lo crees? Te lo pierdes. Cuando Dios te da un talento es para que lo desarrolles y lo multipliques, no para que lo entierres bajo tierra.
Siervo inútil, te dirán si haces eso. El Reino no funciona como el tiempo visible. Si tú tienes un a moneda que quieres regalar, ¿A quien se la darás? ¿Al que ya tiene muchas o al que no tiene ninguna? Al que no tiene ninguna, esa es nuestra metodología social. Sin embargo, el Reino no funciona así. Ha sido dicho que al que tiene se le dará más y al que tiene poco, si no lo reproduce, lo poco que tiene se le quitará. Si lo entiendes, comienzas a avanzar como una tempestad desde este mismo momento. Si no lo entiendes, lo lamento mucho, tendrás que creerlo, aunque no lo entiendas, así es como funciona este ámbito.
No será la primera vez que alguien, buscando hacer un reconocimiento a mi trabajo, o queriendo halagarme, me dice que me admira y que quisiera ser como yo. ¿Sabes qué? No tiene ni la menor idea de donde está espiritualmente plantado. Tú debes buscar ser como Cristo, y como nadie más que como Él. Porque Él es el único que nunca te decepcionará, mientras que los hombres como tú y como yo, en cualquier momento. De todos modos, Dios está allí y nada lo moverá.
Él está en el asunto y tiene muy especial interés que la gente que dice amarlo y seguirlo entienda que está donde está para algo grande, no sólo para ir a golpear las manos y cantar coritos a un templo. Eso está bueno y nadie lo va a eliminar, pero si no tomamos conciencia que nuestro verdadero objetivo está mucho más allá, quedarnos acá será equivalente a derrota. La iglesia es, y lo voy a reiterar una vez más, el centro de operaciones donde el ejército de Jehová se reúne para tejer estrategias tendientes a extender el Reino en la tierra. Nada que ver con jubilarse sentado en un banco durante cincuenta años como si fuera un retrasado espiritual.
Es imperativo conocer a Cristo para poder saber cómo actuaba y cómo deberá actuar su cuerpo en la tierra, hoy. Jesús jamás soñó con predicar en la sinagoga. Tampoco con subirse arriba de la roca más alta y hablarles a treinta mil personas. Él fue casi uno por uno. A uno le dio una palabra, a otro le puso su mano y lo sanó de algo, a otro lo liberó de un feo demonio, o sea: el que piense armar su ministerio imitando al del ministro Fulano, está liquidado. Si no lo hace buscando vivir y ministrar tal como Cristo vivió y ministró, no llegará a ninguna parte.
Y no te vayas a creer que cuando Él regresó del desierto y comenzó a predicar, ya era famoso y tenía alto prestigio. ¡No! Los que lo conocían era porque sabían que era el hijo de María y de José el carpintero. Recién empezaron a darse cuenta que algo era diferente cuando Él recibió la máxima unción y poder de su Padre celestial. Y no comenzó con los centros más poblados, sino que eligió empezar yendo al mar. ¿Motivo? Sencillo: porque el pescador tiene más paciencia que cualquier otro hombre, y además confianza, perseverancia y serenidad. Recuerda estas condiciones si algún día decides ser ministro.
Y allí, junto al mar, fue donde Él comenzó a reclutar sus primeros discípulos. Suena muy romántico y bonito, claro, pero ahora detente a pensar por un momento en algo que no sé si percibiste: ¿Cómo logró que esos muchachos rústicos y firmes lo siguieran si no lo conocían? Imagínate que yo me voy al mar en alguna playa de mi país y le digo a alguno que está trabajando allí: ven y sígueme. ¿Qué crees? Que las carcajadas de burla se escucharían hasta en las montañas, que así están bien alejadas del mar.
¿Tú crees que si yo invito a gente que no me conoce a seguirme lo van a hacer sin dudarlo? ¿Quién te crees que eres? Esa sería la pregunta que más escucharían mis oídos. Bueno; yo no sé si Jesús conversó mucho o poco con esos muchachos de las barcas, tampoco sé cómo hizo para convencerlos que el Reino de los Cielos se había acercado y que podían relacionarse con Dios de un modo muy distinto al que proponían los fariseos, pero lo que sí sé es que el simple hecho de que ellos abandonaran todo para seguirlo a un lugar desconocido, fue un milagro.
Yo creo que los tiempos se repiten, los espíritus son los mismos. Cuando Cristo vino, el espíritu religioso, era terrible. Y hoy en día, el espíritu religioso sigue siendo terrible. Y eso se ve con mucha más claridad cuando personas como nosotros, se ponen a predicar y a enseñar cosas que muy pocos predican o enseñan, que, salvando las distancias obvias, fue lo mismo que Jesús hizo en su tiempo. La gente lo escuchaba y se preguntaba quién era ese, que traía es evangelio tan distinto y nuevo. Con muchos de nosotros, hoy, sucede algo parecido.
La pregunta que yo más he oído o leído respecto a lo que digo o enseño, es: ¿Quién te crees que eres? ¿Bajo la cobertura de quien dices eso? Cuando he respondido que solamente bajo la cobertura de Cristo, me han mirado con unos ojos en los que pude adivinar el deseo de traerme una cruz allí mismo. Y como se repetirán los tiempos que una de las expresiones que aquellos que oían a Jesús repetían a cada momento, era ¿Qué nueva doctrina trae este? Qué doctrina. El espíritu religioso no sólo está vivo y caminando como en aquellos tiempos en Jerusalén, sino que ahora es mucho peor, porque cuenta con una tecnología que confunde a los más débiles.
Nosotros, como hijos de Dios, tenemos que salirnos de la religión. A la religión, como se dice en los ambientes futboleros de mi país, hay que darle con un caño. Al fariseísmo no hay que contemplarlo, hay que tumbarlo como se pueda. Porque de allí salen los argumentos que no permiten que nos enamoremos de Cristo y que procuremos imitarlo en todo lo que nos sea posible. Y actuar como Él actuó, un ministerio lleno de compasión y de misericordia.
Fíjate lo que dice la palabra, que la gente comenzó a seguir a Jesús no porque él fuera muy atractivo o tuviera mucho dinero para regalarle a los pobres, sino porque vieron en Él un grado de autoridad y de poder divino y sobrenatural que hasta allí jamás habían visto en ninguno de sus líderes religiosos. Y con la liberación de todos los cautivos en las garras de esa religión esclavizante y sin frutos, comienza su ministerio de sanidad, liberación, salvación y victoria. Y para que quede claro, el ministerio de Jesús no empezó con clases de teología, empezó liberando endemoniados. ¿Cuántos endemoniados has visto liberarse en estos últimos tiempos en cualquiera que sea tu congregación? El evangelio del Reino es uno solo, quien ose modificarlo está pecando y feo.
Hay una preocupación por la conformación y fortalecimiento de la familia, y eso es muy bueno, porque si Satanás logra tocar y destruir una familia, está comenzando a destruir parte de una iglesia. Porque la iglesia se constituye de una suma de familias, y si estas se dispersan y entran en contiendas, la iglesia vivirá sus consecuencias. Pero hay que prestar atención a un detalle. Cada uno de nosotros tiene en su vida espacios vacíos que tienen que ser llenados para poder vivir una vida agradable y plena. Los padres pueden hacer eso en gran parte de las vidas de sus hijos, pero no en toda.
Los hijos pueden llenar los vacíos de afecto de sus padres, pero no todo. Los esposos pueden llenar el vacío de su esposa o esposo, pero no todo. Y lo mismo sucede con amigos y todo lo que los núcleos humanos puedan inventar. El vacío más grande que hay en la vida de una persona, no lo llenará otra persona, sino Cristo. Sin Cristo puedes tener la familia más hermosa y unida, pero mucho me temo que te faltará algo y habrá un vacío que nadie podrá llenar. El no creyente que ignora esto, suele apelar a las adicciones para sobrellevarlo, pero tampoco le sirve. El problema está cuando es un creyente el que lo ignora.
Jesús tuvo un ministerio maravilloso porque no andaba enfermo del alma. Él predicaba, sanaba, enseñaba y liberaba y en su corazón había gozo permanente. Hoy no sucede eso con una gran parte de los que dicen ser sus seguidores. ¿Has visto cuanta gente predica y se nota a kilómetros que sus corazones están llenos de heridas sin sanar y de golpes sin solucionar? En una de las redes sociales de mayor alcance, hay personas que dicen ser cristianas que atacan a otras que también dicen serlo, con sus nombres y apellidos.
Los califican de fraudulentos, mentiroso, corruptos y delincuentes. ¡Y dan sus nombres y el nombre de sus ministerios sin pudores! Yo no niego que muchas de las cosas que denuncian sean verdades que todos conocemos, pero con total honestidad creo que no es la manera. Nuestros enemigos mayores son la religión como estructura y el sistema religioso construido. Pero eso no me habilita a atacar ni a Anás, ni a Caifás ni a Nicodemo. Jesús no lo hizo jamás. Los trató de todo a los fariseos como estructura, como sistema, pero jamás hizo nombres ni lugares. Él dejó que su Padre juzgara, sentenciara y condenara. Pero criticar con un corazón lleno de amargura, resentimiento y rencor, no sólo no aporta nada, sino que obstruye lo bueno.
Cuando Jesús dijo que debíamos ser humildes de corazón, una de las cosas que quiso decir, fue que tranquilamente podíamos compartir todo esto con gente rica y con gente pobre por igual. Él lo hizo y la Biblia lo relata claramente. Alternó con todos los niveles. No sé si lo hizo con lo que llamamos clase media, porque esa franja social en su época era prácticamente inexistente, pero sí con las otras dos más definidas y sin problemas de adaptación. Jesús lo hizo, pero su cuerpo en la tierra parecería ser que no puede. O se inclina hacia los más poderosos y arma una iglesia clasista, elitista y selectiva, o se inclina hacia los más pobres y arma una iglesia clasista, elitista y selectiva, pero a la inversa.
¿Entiendes ahora por qué digo siempre que ningún extremo es positivo en nada? ¿Tú te crees que para Él fue fácil hacer eso? ¿Qué crees que pensaba de Él esa sociedad altamente patriarcal y machista, cuando se enteraba que a los treinta y tantos años todavía estaba soltero, no se le conocía ninguna novia y no tenía hijos? ¿Tú podrías asegurarme que no fue tratado de homosexual o simplemente de raro por la sociedad que lo albergaba? Un día dije desde un púlpito que había que ser muy macho para ser creyente. Se me fue la boca en un exabrupto desacostumbrado, pero no dije nada que fuera mentira. Jesús fue muy hombre, de otro modo no hubiera podido cumplir la misión que Su Padre le había encomendado. Los raros son algunos de sus seguidores que no terminaron de entender ni ver con claridad todo esto.
Tiene cierta gracia, si no fuera que no es nada gracioso por lo que significa, que tanta gente que lee su Biblia piensa y se cree que Jesús pasó por esa playa, les dijo a los muchachos esos que estaban preparando las barcas de sus empresas pesqueras para salir a ganarse el día que los siguieran, y que ellos, así como así abandonaron todo lo que estaban haciendo y se fueron con él. Escúchame. ¡Eran pescadores rústicos, pero no locos inconscientes! Pedro mismo tenía familia. Si tenía una suegra que fue liberada de un demonio que le ocasionaba fiebre, es porque tenía una esposa, y quizás también hijos, porque era muy raro el matrimonio que no los tenía.
¿Iba a abandonar su sustento y el de su familia simplemente porque un desconocido le dijo que lo siguiera que lo iba a convertir en pescador de hombres? Eso sucedió, sin dudas, pero la Biblia se guarda y no cuenta nada de lo que tienen que haber sido algunas charlas previas, donde Jesús seguramente les habló del Reino y les dio detalles que determinaron que ellos sintieran una enorme confianza por la misión de ese muchacho tan joven como ellos, pero distinto por donde se lo mirara. Las verdades del evangelio son irreductibles, pero conviene y mucho ahondar en cómo se dieron esas verdades. La Biblia solamente nos relata el hecho y su concreción, pero es indudable que no da los detalles.
Hoy hacen falta guerreros de verdad, no cristianos indescifrables. Hacen falta que desde niños aprendan como combatir al infierno y sus secuaces. Que no lleguen a adultos son la cobardía y la frialdad con la que llegaron sus padres y sus abuelos, si es que eran cristianos congregados en iglesias muertas. Un niño, mientras más pequeño es, más conoce a Cristo, porque hace menos tiempo que su espíritu vino desde el lugar donde Dios mismo habita. Porque lo que ya sabemos pero no siempre tenemos en cuenta es que si bien un niño nace de un hombre y una mujer, su espíritu viene de Dios, no del mundo en el que ha llegado. Ese espíritu le fue soplado en su nariz, como al primer hombre. Eso sigue vigente.
La pregunta, hoy, es: ¿Quién es Jesucristo? ¿Quién es el que camina entre las aguas? Aquel que es digno de abrir los sellos. Jesús, nuestro Cristo, que estableció una brecha notable y notoria entre los fariseos y su ministerio. Que predicó lo que nadie jamás había predicado antes y amó como nadie había amado antes. Que caminó por este mundo sanando a los enfermos y liberando a los cautivos, sin importarle si los sacerdotes estaban de acuerdo o no, si estaban enojados con Él, o no. Él hizo lo que tenía que hacer y punto. Ese fue su ministerio, ese es nuestro ministerio, porque para eso es que nos determinó como Su cuerpo en la tierra, no para que juguemos a la iglesia y coqueteemos con la religión organizada.
Él no vino aquí a decirnos que somos una basura mediocre que debemos mantenernos fuera de todo y dejar que los líderes levantados por otros líderes sean los que peleen en nuestro lugar. Él vino a decirnos a todos que somos sal de la tierra y luz del mundo, y ningún mediocre puede ser eso, ningún ciudadano de segunda clase es eso. Basta de cristianos temerosos, pusilánimes, cobardes y mediocres. Eso no es un creyente, eso no es u hijo de Dios. Porque si somos hijos de Dios, tenemos el mismo ADN espiritual que Jesús tuvo, y es nuestro deber y nuestra obligación hacerle honor a eso y dejarlo en evidencia en cada ocasión que se presente para combatir por lo que es nuestro.
¿Por qué es necesario repetir esto una y otra vez hasta que sea aceptado, creído y puesto por obra por todo el pueblo santo? Porque sabemos que muchos cristianos todavía están prisioneros de sus antiguas doctrinas del fariseísmo moderno. Doctrinas que aseguran que son los hombres los que deben hacerlo todo, porque Dios está en asuntos muy importantes como para ocuparse de cosas menores. Yo quiero decirles que no abandoné la religión estructural del catolicismo romano cuando tenía treinta años para caer en la religión evangélica. Salí de aquella religión para no volver a quedar cautivo de ninguna. No tengo nada contra los pastores ni los líderes de la iglesia evangélica, sólo tengo una batalla contra el sistema religioso imperante, que es la misma batalla que Jesús tuvo durante su ministerio. Él salió más que vencedor de ella, nosotros seguiremos sus pasos.
