Creo que uno de los puntos más sensibles dentro del pueblo de Dios conocido como “la iglesia”, es el de dejar traslucir un desconocimiento muy importante para con el Dios en el que dice creer. Por más que se predique con mucha elocuencia y se transmitan mensajes con alto grado de profundidad y conocimiento, el mundo secular jamás se va a dejar impresionar por eso. Alguna cosquilla a sus almas, algún pequeño impacto emocional a lo sumo, pero nada más. El mundo incrédulo caerá a los pies de Jesucristo el día que en su interior sienta un sacudón tan fuerte que no podrá evadirlo, pero eso seguramente no vendrá de lo que diga o haga un hombre, sino de algo mucho más poderoso y contundente.
Quien deba vivir eso, tendrá más que claro que lo que lo derrumbó a los pies del Señor fue un poder mucho más omnipotente que el mayor poder que el mundo natural pueda mostrar. Por algo Él dijo lo que dijo cuándo todos esperaban que dijera otra cosa o directamente lo contrario. Jesús no mostró ni la menor intención de prolongar su estadía en la tierra más allá del tiempo que su Padre le había asignado. Y no dudó en decirlo en voz alta para todo aquel que tuviera oídos espirituales para oír.
(Juan 16: 7-11) = Pero yo os digo la verdad: (Si ya era necesario que Jesús les aclarara a sus propios discípulos que les estaba diciendo la verdad, indudablemente es porque ya en esa época, existían oportunistas de la misma talla y madera que muchos actuales que pretendían convencer a las personas de sus intenciones espirituales sin otra finalidad que la de usarlo en su provecho o beneficio material) Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. (Dios es uno reinando en tres personas, pero queda claro que Jesús el Cristo, el Hijo, es quien determina que el Espíritu Santo venga a la tierra) Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
Jesús acá está diciendo que nadie puede venir a conocer a Dios si no es porque el Espíritu Santo trabaja primero, convenciéndonos de pecado, de justicia y de juicio. Recuerda también que en este capítulo 16 de Juan, Jesucristo dice que ya ha juzgado al príncipe de este mundo. ¿Por qué? Porque si él no hacía eso, él no podía sacar a nadie de esta esfera. Haz memoria y entiende que todos estos que estaban bajo esa cúpula de gobierno maligno, le pertenecían. No porque él los haya creado, hasta donde yo sé, ningún diablo creó a nadie, sino porque todos fuimos a él vendidos por el pecado. ¿Y quién pecó? Pecó Adán, y en Adán pecamos todos. Esto suena muy simple cuando se dice y llama poderosamente la atención que no sea entendido con tanta facilidad.
Sin embargo, cuando tomamos conocimiento de lo que en el ámbito espiritual son las llamadas vendas mágicas, allí es donde comenzamos a comprender y entender la ceguera que muchos auto denominados como cristianos todavía padecen. Y que quede constancia que aclaro eso de que ningún diablo creó a nadie, porque es mucha la gente que se dice cristiana que está casi convencida que no puede vencer contra el inmenso poder de un Satanás al que coloca en el mismo nivel que Dios y, en algunos casos puntuales, aun por encima. ¿Por qué caen en ese tan fiero y grosso error? Por ignorancia, por falta de lectura de la Palabra, por falta de oración y, esencialmente, por no tomarse el tiempo, si es que en verdad acostumbra a orar, de quedarse en silencio un momento y darle lugar a que Dios le responda.
Y a todo esto, se le suma la profusa producción de literatura relacionada con la guerra espiritual, donde se le adjudica al enemigo un poder que no tiene, y se omite decir que cuando llega a tenerlo, es porque el hombre se lo otorga y se lo concede con sus conductas o simplemente pecando sin pudores ni frenos. Entonces Cristo confrontó al diablo, para poder tener el derecho y la autoridad de sacarlos de este sistema. Pero, la única manera en la que nosotros podemos ser tomados y sacados, es básicamente por la obra del Espíritu Santo. Esa cúpula de la que te hablaba, lograba que la gente que estaba adentro, no pudiera escuchar a Dios. Esa cúpula es tan cerrada que, aunque Dios está hablando, ellos no pueden escucharlo.
¡Que dilema es ese! ¿Cómo Dios podrá alcanzar a alguien que no lo escucha? Entonces, lo que hace es tomarlo, (Léase santificarlo), sacarlo de esa esfera, y dejarlo en algún lugar en el que sí pueda escuchar a Dios. ¿Y qué es lo primero que Dios hace cuando una persona sale? Lo convence de justicia, de pecado y de juicio. Eso no podía pasar estando en este sistema. Ahora está afuera. ¿Por qué? Porque ya ha sido elegido, ha sido santificado, en un aspecto. Él puede escuchar, siente dentro de él, por primera vez, el peso de lo que hizo. Por primera vez, se siente mal por los pecados que cometió. Por primera vez se dio cuenta que ofendió a Dios. Por primera vez empieza a reflexionar de todos los hechos malignos que ha cometido. ¿Qué está pasando? Que el Espíritu Santo está trabajando en esta persona.
Recuerda; no hemos hablado hasta este momento de arrepentimiento. Lo que te estoy diciendo, con total honestidad, espero que traiga luz a tu entendimiento. Si el Espíritu Santo no nos ayudara, ni siquiera podríamos arrepentirnos. ¡No hay forma! ¿Sabes por qué? Porque no tenemos conciencia de lo que agrada o desagrada a Dios. No sabemos qué es lo que Dios quiere o no quiere. Es el Espíritu Santo el que se encarga de todo eso. Pero, mi voluntad va a tener que dispararse, en cierto momento, para responder lo que Dios, en su Espíritu, está haciendo en mi alma y en mi corazón. Dios espera que nos volvamos en nosotros mismos. Una vez más, el gran secreto no está en hacer o no hacer, el enorme punto esencial está en Ser.
(Lucas 15: 17) = Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! (Nota que el que está hablando, es el hijo pródigo. Dice que él volvió en si. Y que nos arrepintamos y nos convirtamos a Dios. Y el modelo o ejemplo que le da, no es menor. No se compara con los reyes y su opulencia, se compara con los jornaleros de su padre, que es como hablar de la escala social menor)
(Hechos 26: 20) = sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.
Vamos por etapas. Etapa uno: Dios elige a alguien, lo santifica, lo saca de la atmósfera de gobierno del maligno. Etapa dos: su Espíritu Santo provoca que la persona pueda empezar a sentirlo. ¿Qué es? La justicia, el pecado y el juicio. Etapa tres: El creer o no creer, es determinante. ¿Por qué? Porque el pecado entró por medio de Adán. Por eso, cuando alguien te dice que aceptó a Cristo y que por esa razón ya es salvo, entiéndelo y acéptalo como bueno, como verdad, pero que no se te olvide que la realidad es que tanto esa persona como todos nosotros, estamos siendo salvos progresivamente. Es un proceso. El final feliz está garantizado, esa es la diferencia.
(Romanos 5: 12) = Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (El pecado entró por medio de Adán, por haber cedido a la tentación de Satanás. Si no entra el Señor en tu vida, ni tú ni nadie, por encumbrado que sea, puede evitar pecar. Está en sus genes. De allí que cuando alguien que vive sin Dios me habla de honestidad e integridad, simplemente me lo quedo mirando. Allí es donde él o ella se dan cuenta que yo sé, que sé, que sé, pero su realidad no es como me la están vendiendo)
(Génesis 3: 13-14) = Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. (La justicia de Dios, después que Adán peca, es Cristo crucificado y resucitado. Sobre tu pecho andarás, le dice a la serpiente. Así es hoy y seguirá siendo. ¿Polvo comerás? Las serpientes no comen tierra. Déjame decirte que entonces tiene que ser carne humana. Ya lo sabes. Si sigues andando en la carne, la serpiente te devora porque tiene derecho legal para hacerlo)
(Juan 16: 10) = de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más;
(1 Corintios 1: 30) Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, quien nos fue hecho por Dios sabiduría, justicia y también santificación y redención.
Cristo es el que es hecho justicia en esa primera etapa, no nosotros. No es importante que busquemos justicia en esa etapa en nosotros, sino en aquel que es nuestra justicia. Y el juicio que está destinado a Satanás. ¿Y por qué el juicio tiene que abarcar también a Satanás? Porque él es el autor y la fuente del pecado. Y si estás pensando en JUICIO como escarmiento, castigo, lapidación o ejecución letal, te recuerdo que si bien la palabra nos golpea, la realidad nos dice y nos muestra con claras evidencias que Juicio, siempre ha sido, es y será separar lo verdadero de lo falso. Quien vive apartado del pecado, es libre y verdadero. Quien vive sometido por el pecado, es esclavo y falso. Sucede que no siempre aclaramos algo que está implícito en la misma Biblia: así como Dios tiene hijos, también Satanás los tiene. Juan te lo muestra con suma claridad.
(Juan 8: 44) = Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. (En Adán, nacimos todos del pecado. La única manera de ser libre del pecado, es poder creer en Cristo, el Hijo de Dios, y ser regenerados por él.) (Romanos 5: 9) = Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. (Si creemos en Cristo, que es justicia de Dios para nosotros, y nosotros somos justificados en él,)
(Romanos 3: 24) = siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, (Este verso no dice nada, aparentemente, que no sepamos ya. Sin embargo, a mí me sigue haciendo mucho ruido, y espero que se lo haga a todos los ministros de todos los ministerios, cuando dice que hemos sido justificados GRATUITAMENTE. Esto, obviamente, impide cualquier forma de justificación por medio de ofrendas, diezmos u otras formas de pagos santos.)
(Romanos 4: 25) = el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. (Aquí lo tienes bien claro. Jesús fue entregado a Poncio Pilato y crucificado, por nuestras transgresiones, que son todos los pecados que hemos cometido, que cometemos en este mismo momento y los que podemos cometer mañana. Pero añade que hemos sido justificados de todo eso, por su resurrección. No es la muerte la que te redime, es la resurrección. La vida por sobre todas las cosas).
Cuando nosotros creemos en el que es justicia, y nosotros, al creer, entramos en él, nosotros somos justificados. En el lenguaje de Dios, ser justificado, es diferente a ser perdonado. Justificado quiere decir que Dios coloca una persona en una posición como si nunca hubiera cometido esa falta. Repito y aclaro: perdonar, es pasar por alto algo que una persona ha hecho. Justificar, es como decir: tú nunca hiciste eso. ¿Notas la diferencia? El Señor no sólo nos perdonó, sino que también nos justificó. La justificación, borra por completo lo que nosotros hicimos. Ya no queda un expediente, en ninguna parte, donde esté anotada nuestra falta. El Señor nos justificó.
Literalmente, él borró todo lo que estaba contra nosotros. De tal manera que si nosotros decidiéramos volver a pedirle perdón por aquello que hicimos, el Señor nos preguntará ¿Y cuándo hiciste eso? ¡No me acuerdo! Eso ya está totalmente justificado. No sólo perdonado, ¡Justificado!
Una de las palabras más poderosas en el Nuevo Testamento, en griego, precisamente es la palabra Justicia. De ahí viene justificación, justificado, justificar. El tema central de la carta a los Romanos, una obra maestra de Pablo, trata precisamente de la palabra Justicia. Más de setenta y cuatro veces es mencionada esa palabra en esos pocos capítulos. ¿Por qué Dios se esforzó tanto, a través de Pablo, para que nosotros entendiéramos lo que es la justicia? En principio, y por fuera de lo que es nuestra fe, la justicia es una voluminosa asignatura pendiente en casi todas las sociedades seculares. Y con relación a nuestra fe, porque aún con el tema del perdón, nosotros vamos a tener todavía el peso de la memoria. Pero cuando nosotros entramos al terreno de la justificación, nosotros entramos a un terreno legal.
Ya no es simplemente el perdón por misericordia, sino que ahora me justifica y me habilita a mí, como a una persona capaz y competente, en tanto que antes estaba descalificada por lo que hubiera hecho, para poder estar delante del Señor, sin que haya memoria alguna de lo que hicimos. Recuerda que lo que estamos examinando, es la primera frase de ese texto de Hebreos: Arrepentimiento de Obras Muertas. Entonces la duda en forma de pregunta casi masiva, será: ¿Qué significan las obras muertas? ¿Será que cada vez que nosotros traemos memoria de cosas que hicimos, pero que ya Dios las trabajó, nos justificó, nosotros estamos queriendo presentar otra vez arrepentimiento, por cosas que ya no existen y que están muertas?
Si no nos arrepentimos del pecado que está en Adán, y no creemos en Cristo y en su jerarquía de Hijo de Dios, vamos todavía a permanecer en pecado, y vamos a ser parte del juicio que Satanás recibió. Recuerda que Jesús no vino a juzgar al hombre, vino a juzgar al diablo, que en contra del uso tradicional de esta palabra, no es solamente Satanás, sino todo espíritu humano que es influido por él. Pero si nosotros resistimos y no queremos creer en él, el juicio que era para el diablo, también será un juicio para los que no creen. A mí me sigue asombrando primero y preocupando bastante después, que sea tan poca la gente que hoy por hoy está enseñando esto. Pregunto: ¿No es de alta gravitación para una vida de fe?
(Mateo 25: 41) = Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Este texto de Mateo se ha utilizado mucho políticamente, más puntualmente, ideológicamente. Porque anteriormente, en el verso 34 y sin tener que ver con esto que estamos viendo, dice: Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Y esto, interpretado por algunos sectores que no siempre conocen bien las escrituras, pero sí el modo de sacarles partido ideológico a ellas, ha determinado que se relacione al cristianismo con la derecha y se defenestre a la izquierda. Yo no tengo ninguna duda que una izquierda defensora de la legalización del aborto o del matrimonio homosexual no puede tener nada que ver con nuestra fe, pero tampoco una derecha abusiva en cuanto a cierto empresariado que explota obreros o empleados con salarios de hambre y enorme caudal de horas de trabajo.
Eso, lamentablemente, fue lo que dio origen al nacimiento de los sindicatos, que luego de un trabajo correcto y positivo durante muchos años, en un momento dado y por propia corrupción, en muchos sitios han terminado siendo amparos para la vagancia y la holgazanería. ¿Qué quiero decir con esto? Simple: que el cristianismo, como fe auténtica y no como religión estructural organizada, no tiene ideología visible y vivible. Es de Jesucristo y, como Él, siempre defenderá la vida y la moral conforme al diseño, pero también el derecho de los más pobres a tener su pan todos los días y no tener que convertirse en esclavos de los ricos para lograrlo. Ni a izquierda ni a derecha. Esa expresión bíblica me gusta mucho más que esta. Y es la que trato de vivir para no depender de hombres imperfectos o ideas humanistas y materialistas, sino del único que se que jamás me defraudará.
Ahora bien; estos temas que acabo de mencionar, con relación a como el pecado entra al mundo por Adán, o cómo la justicia de Dios se manifiesta en Cristo, y también cómo nosotros, a pesar de haber nacido en Adán, podemos llegar a ser libres del pecado por creer en la obra de Cristo y finalmente como recibimos su justificación a través del arrepentimiento, es el tema central de lo que se llama El Evangelio de Jesucristo. En pocas palabras: el evangelio de Jesucristo trata todos estos puntos cabal y perfectamente. Él no apareció en esta tierra simplemente a decirnos que debíamos ser más buenos, o mejores en nuestros trabajos o más responsables con nuestras familias. Tampoco vino a prohibir a las jovencitas usar ropa provocativa ni a los jóvenes tatuarse o dejarse crecer el cabello.
Todo eso estaría más que resuelto por cada uno de nosotros, se supone, si tuviéramos en claro que el evangelio que predicó Jesús era el evangelio del Reino, y no de la protección de la moral y las buenas costumbres, aunque obviamente lo incluya. Porque el Reino no tiene un estatuto o reglamento respecto a qué debemos comer, vestir y disfrutar. El Reino suple todas nuestras necesidades simplemente cuando le damos el primer lugar en nuestras vidas. Eso es un principio muy antiguo llamado Santidad, sin la cual, nadie verá al Señor, está escrito. Y recuerda que no estamos revisando el evangelio, sino los rudimentos de Cristo. Y el primero de ellos es el arrepentimiento.
Sobre esto seguramente hablaremos en algún próximo trabajo, pero déjame decirte que arrepentirse no es arrojarse de bruces al suelo delante de una plataforma a llorar como un elefante esperando ser consolados y hasta mimados por alguna buena gente que constituye una buena congregación. Arrepentirse es una palabra conformada por dos vocablos. Arre, que significa retroceder, regresar, volver a, y pentir, que tiene que ver con la sustancia de los lugares alto, un cenit en la vida de alguien. Con esa conformación gramatical, encontramos que arrepentirse es abandonar todo lo malo o mediocre que podamos estar viviendo o haciendo en este tiempo, y volver al punto espiritual más alto por el que alguna vez hayamos pasado o estado. Eso es arrepentirse, y eso es lo único que dará vía libre al perdón, a la limpieza, a la restauración y finalmente a la justificación y redención total. ¿Alguien puede suponer que esto es algo menor?
