Estudios » Blog

No Molestar; Gente Descansando…

DSC6593

     Más allá de las imposiciones legalistas que se han llevado a cabo después, hay algo que yo jamás dejé de tener en cuenta respecto al trabajo de Dios en la Creación: se tomó descanso. ¿Es que Dios necesitaba descansar? Seguramente que no; pero a Él le interesó vivamente que, si ese detalle inicial iba a quedar registrado para la posteridad, y fundamentalmente para que una de sus máximas creaciones, el hombre, lo conociera, Él tenía que dejar un principio básico mediante el cual los seres humanos pudieran no sólo reponer energías gastadas, sino también renovarse mental y espiritualmente. Eso es el equivalente a descansar. 

     Obviamente, como cualquier persona que trabaja, y a partir que muchos ya no somos jovencitos veinteañeros, el descanso también forma parte de nuestro día de trabajo. Así es que allí comienza la segunda parte de este elemento introducido en un marco de actividad en nuestro beneficio: ¿Cómo ejecuto ese descanso? Es decir: ¿Qué hago para realmente descansar y renovar mi mente y mi espíritu? Allí es donde aparece una enorme variedad a la que hombres y mujeres activos de todo el planeta adhieren con mayor o menor entusiasmo. En mi caso, salgo a caminar.

     Me agrada mucho caminar y, cuando el clima me lo permite, (Ahora aquí es verano, y nuestros veranos son veranos-veranos, con temperaturas que a veces tocan los 40 grados centígrados), suelo desandar dos o tres kilómetros a buen ritmo. Si tengo el tiempo, plazas, parques o lugares abiertos, de ser posible cercanos a nuestro Río Paraná, lo cual añade más oxígeno y frescura al ejercicio. De no tenerlo, calles aledañas dedicándome a otra de mis pasiones: observar a la gente, sus rostros, sus actitudes. Conocer a nuestro prójimo, un día, nos ayudará muchísimo a ayudarlo, si lo necesita. Ecuación simple.

     Y es en el proceso de esas caminatas que, de tarde en tarde, suelo pasar frente a una casa que generalmente tiene una ventana del tipo postigo, (Está en la puerta), que por motivos climáticos en este tiempo siempre está abierta. De ese modo, desde afuera se ve el interior. ¿Y qué llamó mi atención en cada paso por allí? Que siempre veo a un hombre, adulto mayor, sentado, en la penumbra, con sus ojos fijos en un televisor. Todos los días, a cualquier hora que pase, está este buen hombre allí, sentado y abstraído con lo que el aparato tenga para mostrarle. No es un señor discapacitado, lo aclaro, porque en alguna ocasión lo he visto en la calle paseando su perro y con normalidad, sólo es un adicto más a la televisión.

     Y eso nos trae a una etapa que fue muy puntual en la iglesia argentina. La de la demonización tecnológica. Primero, la radio. Para muchos hermanos, la radio era un invento satánico que desviaba la atención y se la robaba a la oración y a la lectura. Después, con mayor volumen, fue la televisión, con el mismo argumento, con el añadido de la tendencia erótica que incitaba al pecado. Y, finalmente, Internet en todas sus facetas, telefonía celular incluida. Así como hubo congregaciones enteras que tenían estrictamente prohibido por sus pastores utilizar estos servicios, en los diferentes tiempos que se conocieron, así también había otras, de denominaciones más modernizadas, que los utilizaban a full y casi con exageración. Hoy, lo sabemos, los cristianos usan aquellas tres expresiones mediáticas.

     Mi duda de entonces que se convierte en pregunta hoy, es: ¿Cuál es el límite? ¿Qué tanto debes dejarte atrapar por la televisión o con toda la oferta que posees en tu teléfono móvil? Dominio Propio, creo que sería la respuesta ideal, ¿Verdad? Sin embargo, estoy en certeza que esto va mucho más allá de una simple distracción, formas de supuesto descanso o entretenimiento. Esto tiene que ver con vidas huecas, vacías, sin contenido ni propósito, que es como decir: sin objetivos ni proyectos. Porque son esas vidas las que necesitan desesperadamente ver, todos los días, como viven los demás las suyas. Algo así, como: Si mi vida no tiene ningún ingrediente interesante, veamos qué tiene la vida de los otros que me pueda interesar.

     Allí nacen los programas de contenido farandulesco, (Así llamamos aquí a los que se ocupan de los vaivenes del ambiente “artístico” (El encomillado se debe a que en la mayoría de los casos, de artístico esa gente no tiene nada), los de carácter deportivo, y obviamente, como no podía ser de otro modo, los que se relacionan con la política.

     En lo artístico y deportivo no tengo nada para decir, sólo que cada uno es dueño de atormentarse con lo que supone que lo entretiene, algo así como si ves a alguien drogándose en una esquina, cruzas la calle y lo dejas que se drogue cuanto y como quiera, (Y perdón por la comparación). En lo político las cosas se modifican un tanto porque, a partir de este consumo, luego los países tendrán, como dice el viejo refrán popular: “los gobiernos que se merecen”.

     Si te atrapan los noticieros, primeramente te sugiero que chequees debidamente las noticias que supuestamente “te informan”, no sea cosa que alguien haya resuelto por algún motivo que no tiene nada que ver con tus intereses, mentirte; a veces, hasta descaradamente. (Padre de mentira, ¿Recuerdas?) Si ves programas de contenido político, (Entrevistas, debates, etc.), también presta mucha atención al sedimento final que te deja. Muy probablemente estés siendo víctima de una operación de prensa destinada a que creas, pienses y decidas lo que a cierta y determinada gente le interesa que tú creas, pienses y decidas, que no siempre es lo que te conviene a ti.

     Y si, finalmente, tu adicción es a la simple e inofensiva ficción, recuerda que hay una vida que Dios te dio a ti, y que merece ser vivida a pleno, y que no es seguramente gastando tu tiempo en la vida de los otros como lo cumplirás. Y, como broche de oro a todo esto, si algo te agrada pero sabes ponerle límites, estás a salvo. Pero si tienes una sutil dependencia, ya sea a un aparato de televisión o a un teléfono móvil, lisa y sencillamente estás cayendo en un grueso pecado de idolatría. Así como suena, aunque parezca exagerado. Por lo menos, prométeme pensarlo. Sé de lo que te estoy hablando.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

febrero 12, 2019 Néstor Martínez