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Cuando Llega La Tentación…

(Mateo 26: 41) = Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 

¿Qué hombre o mujer cristiano no ha leído, oído o aprendido algo con relación a este pasaje? Quiero pensar que por lo menos, un noventa y nueve por ciento. ¿Y qué aprendieron de él? Que debemos velar y orar para no correr el riesgo de entrar en tentaciones de cualquier naturaleza. ¿Y por qué se nos dice que eso puede suceder? Porque el espíritu a la verdad está dispuesto a hacer la obra de Dios y mantenerse fiel y en santidad, pero la carne que acompaña a todo ser humano, es débil; tremenda e irresolutamente débil.

Me asombra de sobremanera, todavía, que existan ministros que se sienten más allá del bien y del mal y castigan duramente con palabras y pensamientos respaldados por la Palabra, a jóvenes más o menos inexpertos que andan a los tropezones en su caminar de fe por causa de la infinidad de tentaciones que les sobrevienen y que en muchos casos, les resulta poco menos que utópico o épico resistir. ¿Esos ministros, realmente, creen estar por encima de lo que Dios mismo nos ha advertido a todos que debemos cuidarnos? El resultado, déjame decirte, suelen ser ministros derrumbado y ministerios destruidos. ¿Falta de poder? No, falta de obediencia. Si hubieran velado y orado como se les advierte, no hubieran caído.

Tengo a diario en mi mesa de trabajo, correos de hermanos que han sido tentados muy fuertemente en las diversas cosas en las que todos sabemos que podemos ser tentados. Independientemente de situaciones muy especiales o singulares, creo que los niveles de tentación para los cristianos, siempre pasa por los mismos andariveles. Muy pocos me escriben gozosos glorificando a Dios y dejándome saber que han logrado vencer alguna dura tentación que les sobrevino, pero lamentablemente la gran mayoría me contacta para pedirme ayuda para ver cómo hacen ahora para restaurar sus vidas después de haber caído hasta lo más profundo por causa de alguna clase de tentación real.

Y uno de los temas que necesariamente salta en cada intercambio de correos, es el que de alguna forma representa una especie de lamento o queja, por parte de esos hermanos (De ambos sexos), que por haber caído, ahora casi se permiten fastidiarse con su Señor por no haberlos protegido. Me cuesta muchísimo hacerles entender que en un pecado de los usuales, no se cae por casualidad ni por la debilidad de una tentación. Ya Pablo supo escribírselos a los Corintios cuando les dijo:

(1 Corintios 10: 13) = No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 

Allí está la clave. Dios no te va a sacar de tu camino la tentación que te llega. No, porque forma parte activa de tu crecimiento, de tu consolidación como hijo en adopción suyo. Lo que sí hará, es lo que Pablo delinea muy bien aquí, darte conjuntamente con esa tentación, la salida. Si tú deseas fielmente servirle y sostener tu santidad, sabrás encontrar esa salida. Si por el contrario, eliges sumergirte en la oscuridad del pecado que ya sabes se te aproxima, también será tu decisión y Dios no podrá impedirla sin transgredir sus propias leyes. Hoy ya lo sabes, estás advertido. Fue muy fuerte la necesidad de escribir esto hoy. Seguramente alguien lo estaba necesitando. Así sea.

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mayo 7, 2019 Néstor Martínez