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Con el Discernimiento y la Revelación

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     Para el mundo secular, que un hombre ingrese a un pequeño templo cristiano de un poblado menor del estado de Texas, en USA, y asesine a más de una veintena de personas, es sólo una noticia más. Una noticia que, en todo caso, va a ser seguramente asociada a todo lo que gira en derredor de esta clase de sucesos en los últimos tiempos.

     Habrá prensa que asegure que ISIS está detrás de esto, por odio a los cristianos como fanáticos musulmanes que son. Habrá otra prensa que elija evaluarlo desde el ángulo de los excesos que se cometen en el país del Norte por la exagerada  libertad en la venta de armas poderosas. Y habrá otra prensa, un tanto más conservadora, que no desea comprometerse en demasía, que lo enfocará por el lado de la irresponsable acción de un demente.

     Con la autoridad que me otorga el haber formado parte activa de esa prensa hasta no hace muchos años, déjenme que les diga lo que exactamente pienso hoy: no les creo. No porque piense que mienten, (Aunque muchos lo hacen) o porque suponga que tienen intereses al respecto, (Que seguramente otros los tengan). No les creo porque sólo manejan una pequeña parte de la información, pero no el conjunto. Y si me dejas arriesgar un punto más: creo que ese conjunto no lo llegaremos a conocer. No, al menos, oficialmente.

     Porque los cristianos, en torno a esta clase de sucesos, también suelen esgrimir sus propias hipótesis, en la mayor parte de los casos, llevados por posturas doctrinales sectoriales o por directos intereses ideológicos o políticos. Los que repiten historias antiguas saldrán a decir que si Dios no pudo salvarles la vida a esas inocentes víctimas, debe ser porque estarían en pecados que se lo impedían. Una verdadera falta de respeto, como cualquier opinión ligera e irresponsable que se vierte sin conocimiento absoluto de lo actual y de lo pasado.

     Otros eligen cargarles las culpas a los pastores de esa congregación, que váyase a saber en qué andarían; otros a los demonios que poseyeron a ese hombre que, -dice uno de los artículos que leí- supuestamente era maestro de escuela dominical de niños, y así. Una retahíla de argumentos de mayor o menor inconsciencia e irresponsabilidad y, esencialmente, total y absolutamente carentes de la menor cuota de conocimiento bíblico, y mucho menos de conciencia espiritual.

     Porque, ¿Qué diríamos hoy de un hombre que apareciera de pronto haciendo señales y maravillas por doquier, sanando enfermos y hasta resucitando muertos en el nombre de Dios, y de improviso y ante una acusación no demasiado fundamentada ni probada, es acusado, encarcelado, juzgado, sentenciado y ejecutado, conforme a las leyes de su país de residencia por supuesta subversión? Puede que dijéramos lo mismo que se ha dicho respecto a este triste suceso de Texas. ¿Y sabes qué? Estaríamos juzgando nada menos que a Jesús.

     Mi sugerencia, que parte de la misma base que tienes tú, seguramente, carencia mayoritaria de información clara, es que no busquemos ni causas ni motivos, sino señales. Cierto es que Dios ha permitido esto, porque así como puede permitir asuntos que pasan entre personas que ni lo conocen ni les importa, así también lo hará entre personas que sí lo conocen y a las que sí les importa. El dilema a buscar resolver en oración, es: ¿Cuál es el mensaje? ¿Qué deberemos tener en cuenta de aquí en más? ¿Para qué Dios ha permitido esta aparente nueva expresión de tragedia? Si alguien tiene al menos una respuesta para todas estas preguntas, será muy bueno que lo comparta. Eso será ministrarnos unos a otros.

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noviembre 11, 2017 Néstor Martínez