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15 – Escribiendo Cartas al Mundo…

Vamos a ver, hagamos un pequeño ejercicio de pensamiento. Tú seguramente todavía eres de los que piensan que como no eres pastor, ni apóstol, ni profeta, ni evangelista, ni ninguna otra cosa eclesiásticamente rimbombante, tú no eres nada. ¿De verdad piensas eso, que no eres nada? ¿Cómo que no eres nada? ¿Hasta cuándo seguirás creyéndole mentiras al enemigo?

Vamos a ver; es una conclusión repleta de lógica y hasta de sentido común espiritual, si es que existe algo así. Si tú estás adherido a la vid, tú eres uva, no eres manzana ni naranja, ¿Lo estás entendiendo? No interesa que el mundo se deje impresionar y manejar por los títulos y las posiciones de los hombres, tú eres un hijo de Dios y ya tienes suficiente ciudadanía real como para que alguien te acuse de ser un plebeyo espiritual.

Tú no puedes estar formando parte de una planta de uvas y decir que “no sientes” ser uva, que “sientes” ser mandarina. ¿Sabes qué? Tú puedes sentir con tu alma rebelde lo que se te ocurra, pero tú tienes imagen de uva, hueles a uva y tienes sabor a uva, te guste o no, estés de acuerdo o no. Dios no necesita tu aprobación porque si hay algo que no cultiva la democracia que inventaron los gnósticos griegos, ese algo es el Reino de los Cielos.

Aquí hay nada más que un rey, Él es quien ordena y todos nosotros sus súbditos obedecemos con alegría, paz y entendimiento esas maravillosas e inefables órdenes. Y lo hacemos voluntariamente, no por obligación. ¡Pero es que eso no coincide con mi doctrina! Perdón… ¿Puedo ser un mínimo momento, aunque más no sea, un poquito grosero? ¿Me lo permites? ¿Sí?

 Ahí va: ¿Y a mí que me importa que lo que digo no coincida con tu doctrina? Si en cuarenta años de periodismo no me pudieron comprar ni sobornar de ningún sector ideológico ni fuerza política, ¿Tú crees que podrán lograrlo de alguna denominación evangélica, por seria y prestigiosa que nos hayan hecho creer que es? ¿De verdad piensas que a esta altura de mi vida alguien me puede ofrecer algo que me lleve a cambiar una convicción de toda la vida?

El problema más grave que tenemos adentro, entre otros no menos graves que tenemos afuera, es que la religión nos ha quitado la autoridad. ¿Sabes por qué? Porque la religión es sectaria. La religión te impone reglas que jamás fueron ni serán bíblicas. La religión te prohíbe liberar endemoniados hasta tanto no pases por el examen de alguno de sus sanedrines modernos.

Y a esto que te dije es más que obvio que nadie me lo ha contado, lo he vivido y he visto con mis propios ojos y oídos. Sin embargo, hasta donde yo sé, Jesús dijo que las cosas que Él hizo nosotros haríamos, y aún mayores. ¿Quiénes son esos personajes supuestamente jerárquicos que nadie eligió, para oponerse a eso? Lo pueden hacer como autoridad humana de presidentes de clubes religiosos, pero no con autoridad divina.

Porque esa Palabra de origen divino dice lo que está escrito y que tú y yo sabemos de memoria. Sanad enfermos, resucitad muertos, echad fuera demonios. No hay otra cosa. Sin ir más lejos, en la política habitan los demonios en gran cantidad. Mientras, al pueblo de Dios lo guardaron entre cuatro paredes llamadas templos para que desde allí sea incapaz de cumplir su rol dentro de las naciones, que es gobernar la tierra, sacar la corrupción y establecer el Reino de Dios.

Pero no militando en esa política sucia y pervertida, sino desde sus rodillas en ayuno y guerra. Hay una enorme verdad que quizás no quisieras conocer porque te va a movilizar. En una nación gobiernan los malos, cuando los buenos no hacen nada. ¿Soy claro? Fíjate: hay países que nos hacen poner muy contentos cuando conocemos la cantidad de cristianos que tienen.

Pero ¿Sabes qué? Yo creo que en realidad deberíamos ponernos furiosos, no contentos, porque mientras más cristianos hay, más religiosos se vuelven y nadie quiere ser como ellos. Se enfrentan con alguien, le dicen que si quieren cambiar de vida tienen que venir a su iglesia y el otro lo mira y le responde: ¿Para parecerme a ti? No, gracias, paso.

Y por si eso no fuera suficiente, cuando sale alguien a presentar batalla en serio, se vuelven a la antigüedad y salen a decir que echa fuera los demonios por medio de los mismos demonios. Belcebú, ¿Recuerdas? Es increíble como la iglesia ha llegado al punto de otorgarle mayor poder a los brujos o satanistas que a los ungidos de Dios.

Y si no crees esto, pregunta a la gente del mundo a quienes respetan más y te lo van a decir con toda claridad. Y te voy a decir algo más que te hará pensar. ¿Sabes lo que significa el término iglesia? ¿Eklesía? Asamblea. Asamblea de gobierno. Es decir que cuando Dios inventó la iglesia, la inventó para que fuera lo que su nombre dice: asamblea de gobierno.

 Fíjate cómo funciona una asamblea de gobierno en el mundo secular. Una cámara de diputados o senadores, es una asamblea de gobierno, porque comparte la responsabilidad de gobernar con el otro poder, el ejecutivo, que es el que lidera el presidente o primer ministro. Ahí se construyen y se hacen las leyes. Allí en ese lugar se aprueban los créditos, se aprueba la plata de las subvenciones o las ayudas para los sectores más carenciados…

Se aprueba la construcción de viviendas comunitarias, se aprueba la construcción de nuevas rutas y carreteras y todo lo que tenga algo de bueno para la gente, o al menos en el peor de los casos, los discursos que se pronuncian apuntan a esa dirección. Cuando las personas en las elecciones votan a determinados candidatos legislativos, lo que hacen es poner en esas asambleas a las personas que luego, se supone, propondrán, debatirán, sancionarán y finalmente harán leyes en su beneficio y bienestar.

Al menos eso desde lo conceptual y lo correcto, fuera de toda corrupción o ineficiencia. Esa es la idea de una asamblea de gobierno. O sea que una asamblea está para decidir qué leyes son buenas y cuales no lo son para la mayoría de las personas. Ese es el trabajo de una asamblea. ¿Sabes lo que dice la Biblia? Que nosotros somos la asamblea de Dios en la tierra.

Ahora, con tu memoria en lo que has visto dentro de tu iglesia, cualquiera que ella sea o haya sido, y cualquiera sea el país donde te encuentras, te pregunto: ¿Van esos legisladores llamados diputados, senadores, representantes o como se les llame en tu país a esas asambleas a llorar y a quejarse para que los demás los comprendan, los contengan y los ayuden a solucionar sus problemas personales? ¿Eso es ser una asamblea? ¿Protestar porque el presidente de la asamblea no lo saludó o porque en ese grupo falta amor?

Iglesia: ¡Ponte los pantalones! Tú eres asamblea para establecer la ley de Dios en la tierra y para decretar lo que el Espíritu Santo te guíe a decretar. Esa es tu función, no la de ser un hospital, que es una mentira diabólica infiltrada por años en los púlpitos más prestigiosos y confiables. Tampoco eres un centro de recolección de quejas, donde cada uno viene a quejarse de algo que no le gusta y a pretender que tú pongas la cara para arreglarle sus desaguisados antiguos o actuales.

Tú eres una luz que alumbra en la noche y vienes nada menos que a desarmar y derrumbar el sistema establecido. ¿Qué sistema? Todos los que se han establecido en contraposición con los diseños de Dios. Dios creó todo esto para que funcionara con el sistema del Reino, y Satanás pervirtió una copia que consiguió ilegalmente y se la vendió al mundo y a una gran parte de la iglesia como válida, como genuina y original y en esa onda camina la gran mayoría hoy.

El fin del sistema es el objetivo de la iglesia, no de ciertas ideologías políticas como han pretendido hacerte creer y de eso habla Jesús cuando dice “fin del mundo”. Porque mundo allí es la palabra kosmon y en su traducción más amplia es justamente sistema. Sistema tiene un sinónimo mucho más conocido por todos porque tiene nombre propio: Babilonia. Economía, política y religión. Eso incluye. 

Y por ese mismo motivo, por toda esa ascendencia trascendente que traemos, tienen que pasar cosas tremendas en nuestras vidas. Lo que intento explicarte es que tiene que pasar algo sobrenatural en ti. No esperes que la gente lo haga en tu lugar. No esperes que venga alguien a imponerte una mano y te arregle todo. Todos sabemos más que bien que hoy nadie tiene demasiado tiempo para dedicarle a nadie.

 Creo que necesitamos decirle de una vez por todas al Señor que estamos cansados de esperar ser consolados por alguien, o de esperar a ser restaurados por un grupo de notables, de esperar ser amados y engancharnos definitivamente al único amor posible y válido: el de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sin embargo, y por causa de la enorme misericordia de Dios, estando así perdidos y sin esperanzas, fuimos capaces de encontrar como pudimos al Cristo de la Gloria.

Y no necesitarás que te liberen, porque el Espíritu Santo te guiará a toda verdad y hará que saques fuera, que rechaces y cortes con todo demonio que intente influir en tu vida. Escucha: esta no es una fanfarronada careta de alguien que quiere lucirse en un púlpito para que a la hora de la ofrenda sus oyentes sean generosos y justifiquen su viaje. Esto es algo que te dice alguien que lo leyó, lo creó y trató hasta donde pudo con su carne, ponerlo por obra en su vida. Cuando lo crees, ¡¡Funciona!!

Personalmente, tengo la convicción que estamos aquí para cambiar la mentalidad religiosa que tiene la iglesia, así sea la más prestigiosa y llevarla a la mentalidad de Reino que tuvo Jesús, que tuvieron sus mejores discípulos y que tenemos mandato de tener cada uno de nosotros. Pero nos cuesta cambiar una mentalidad que nos acompaña desde hace tanto tiempo. Todos los días lo mismo, oyendo o leyendo las mismas preguntas que inexorablemente nos conducen a las mismas respuestas.

Hasta tendríamos que cambiar nuestro lenguaje doméstico, de entre casa, matrimonial incluso. Tú lees y hasta escuchas a Jesús hablarle a la iglesia, su esposa, y decirle como dice en Cantares, amada mía, esposa mía. Yo me pregunto cuántos matrimonios de creyentes se tratan así. Y no hablo de lo que muestran en público o en el templo, hablo del resto de los días cuando nadie los ve. No le hace, Dios si los ve y toma nota. Como tomó nota en su tiempo y momento de un ministerio tan singular y muy poco ortodoxo como el de Pablo. 

(2 Timoteo 4: 6-7) = Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

He guardado la fe, dice Pablo. ¿Pensarías que exagero si te digo que con sólo estas cuatro palabras podemos estar hablando un rato muy largo? Pero no exagero, porque guardar la fe no es una tontería, a partir del momento en que sabemos que Satanás quiere, esencialmente y por sobre todo lo que haga para derrumbarte, para terminar su tarea con su intención primaria: robarte la fe.

Y si llegara un día en que él te robe la fe, ese mismo día te estará robando absolutamente todo. Porque sabemos que sin fe es imposible agradar a Dios. Y es por eso que suena bien bueno esto que dice Pablo, “he guardado la fe”, porque es como decir: ¡A mí no me la quitaron, la tengo conmigo! Y con ella como bandera puedo decir lo que digo, que he peleado la buena batalla.

Es decir que algo tiene que quedarte claro: si quieres ganar una batalla espiritual, cual quiera sea, deberás guardar la fe. Hace algunos meses, me escribió alguien que me contaba que estaba sufriendo una alta crisis de fe y de confianza por haber estado transitando, en su momento, el Covid19. Muy lejos de mi ánimo censurar a esa persona por ese aparente defecto en su conducta espiritual, porque sé perfectamente que cuando las balas pican cerca de verdad y oyes su silbo penetrante, hasta los más fuertes pueden flaquear. Cuando Jesús pidió al Padre que si le era posible le hiciera pasar de esa amarga copa a beber que era ir la cruz, no estaba precisamente diciendo que estaba súper fuerte. ¡Y estamos hablando de Jesús!

 (8) Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, (Será muy preciso que tengas en cuenta esto: el Señor es juez justo) en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.  (9) Procura venir pronto a verme, (¿A quién le está diciendo esto, Pablo? A Timoteo. ¡Que feo que suena! ¿Verdad?) (10) porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia. (11) Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio. (12) A Tíquico lo envié a Éfeso.

(13) Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos. (14) Alejandro el calderero me ha causado muchos males; (¿Qué dice que le ha causado Alejandro? Muchos males) el Señor le pague conforme a sus hechos. (15) Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras. (16) En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, (¿Cuántos dice que estuvieron a su lado? Ninguno.) sino que todos me desampararon; (¿Cuántos fueron los que lo desampararon? Todos.) no les sea tomado en cuenta. (17) Pero el Señor estuvo a mi lado, (¿Quién se mantuvo a su lado? El Señor) y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. (18) Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Los que han tenido la oportunidad de conocer el sitio en donde Pablo estuvo preso, saben muy bien que él tuvo sobradas razones para suicidarse, deprimirse o amargarse, pero la principal sin ninguna duda, es tener conciencia de la pérdida de la libertad. Pero es siempre y cuando Dios no te pida otra cosa. Si Él te lo pide, entonces todo será diferente, porque déjame decirte que es hermoso enamorarse de la voluntad de Dios.

Y eso que generalmente empezamos mal respecto a nuestro contacto con su voluntad porque no la entendemos, entonces nos ponemos porfiados y tercos y hacemos como Jonás cuando le dijo: ¡No quiero ir a Nínive! ¡No me importa que no se salven, yo me voy a otra parte! Y se fue, nomás, pero tuvo la mala fortuna que lo tiraran al agua, que se lo tragara un pez y… ¿Sabes dónde lo llevó el pez en su barriga? ¡¡A Nínive!!

 Es imposible burlar a Dios. Entonces la elección es muy simple: o llegas a Nínive en avión, en primera clase, con personas esperándote para acompañarte a dar conferencias de gran bendición para toda la gente, o llegas vomitado por un pez en una playa mugrienta y oliendo a podrido. Pero cuidado: si Dios quiere que llegues a tu Nínive, llegas.

Volvamos a Pablo. Él era un hombre de una enorme pasión. Pero la pasión que Pablo tenía, venía de parte de Dios. Ya había comenzado a sentir eso cuando todavía era Saulo de Tarso, pero en ese momento esa pasión, que verdaderamente venía de Dios, él la estaba usando de manera equivocada. Saulo conocía la Escritura como los mejores, porque se había criado con Gamaliel.

Y Gamaliel era uno de los grandes maestros de maestros de la época y él le había enseñado todo lo que era lo que hoy llamamos teología. Conocía el Pentateuco mejor que su mano, conocía absolutamente todo. Pero cuando aparece Cristo en su vida, el entonces todavía Saulo, piensa que ese Jesús es un loco que se hace llamar el Cristo, así que él los define como la secta de Jesús.

Y entonces lo que él hace, convencido de estar trabajando para Dios, es levantarse contra esa secta. Él estaba tomando posiciones en el nombre de ese Dios en contra de esa gente llena de herejía. Fíjate: la pasión era buena, el celo que tenía por ese Dios, era bueno. Lo que no era tan bueno, sino que directa y sencillamente era malo de toda maldad, era que por ignorancia estaba atacando lo que no entendía.

Esto no es casual ni te lo conté porque no tenía otro material. Lo que quiero que entiendas, es que en este mundo de hoy, hay muchos Saulos de Tarso, que son nada más que los ejecutores que vienen de parte de otras mentes más analíticas que se arrogan el derecho de decidir por ellos mismos qué cosa es de Dios y qué cosa no lo es. Pero la realidad es que tienen miedo. Están enamorados de sus status clericales y no quieren perderlos, así para conseguirlo deban pactar hasta con los demonios.

Sucede lo mismo con la guerra espiritual y la famosa liberación. ¿Sabes por qué hay tanta gente cristiana que rechaza eso y no quiere saber nada con la demonología y la liberación? Porque están en alguna forma de pecado y estar así los asusta y los saca de la pelea. Y entonces salen a enseñar que el ministerio de liberación sólo es para los levantados por Dios para eso, pero no para todos.

Mentiras. Echar fuera demonios es una autoridad dada por Cristo a todos los creyentes. Sólo es necesario creerlo, estar con las ropas blancas y activarlo. Funciona. De todos modos, hay muchas cosas que Dios hace que a nosotros nos cuesta muchísimo entender. Y es casi hasta lógico que así sea. ¿Cómo hará una mente finita, que nace, crece, se reproduce y muere, para entender a una mente infinita, que siempre ha sido, es y será?

 A Dios no se lo entiende, a Dios se le cree, es todo. Por eso, cuando estás pasando por una dura prueba y buscas respuesta entre los hombres más prominentes, no la encontrarás. Nadie tiene la respuesta aquí en la tierra sobre tu prueba. Lo cierto es que hay una premisa que es estrictamente genuina: cuando atacas al hijo, estás atacando al padre.

Por eso es que Jesús le dice a Saulo de Tarso cuando cae camino a Damasco: “¡Me estás atacando a mí!” Pero Saulo no atacaba a Dios…pero sí a muchos de sus hijos genuinos. Era lo mismo. Él atacaba a los discípulos, y ellos estaban haciendo exactamente lo que Cristo les había mandado hacer. Hoy sigue sucediendo.

¿Eres un hijo del Señor genuino y fiel, y sin embargo alguien en nombre de una iglesia te está atacando? No te preocupes; está atacando a Dios mismo, y Él sabrá como encaminarlo o sacarlo de la pelea. Dios es Amor, pero también es Justo y por ese motivo puede llegar a ser Fuego Consumidor. Todo lo que el hombre siembra, de eso mismo cosechará.

Saulo fue restaurado, lavado, limpiado y perdonado, pero tuvo que ser perseguido del mismo modo que él había perseguido a los hijos de Dios. Todo lo que se hace en esta vida, se paga. Por eso cuando tú haces el bien, no se lo haces a alguien, te lo haces a ti mismo. Porque todo lo que el hombre siembra, DE ESO MISMO cosechará. De eso mismo.

Sin ir más lejos, la gente ora para que Dios le de trabajo, y cuando Dios responde su oración y le da un trabajo, entonces se aboca a eso a full y no ora más, ni lee más la Palabra ni se junta con nadie a hablar de sus cosas. ¿Dios cumplió? Como decimos los argentinos: ¡Chau y hasta la vista! ¡Cuando necesite otra cosa vuelvo! La mujer ora meses o años para que Dios le dé un hijo. Un día queda embarazada y tiene ese hijo que tanto pidió.

Al tiempo lo pone a ver dibujos animados diabólicos porque dice que, si le habla de Jesús, el nene se aburre. La gente, y los cristianos de ninguna manera son la excepción, es desagradecida. Haces algo por alguien sin pedirle nada a cambio durante años, y te tendrá en el mejor de sus conceptos. Un día no puedes darle algo mínimo que te pide y adiós, eres un mal ministro porque no tienes en cuenta las necesidades de la gente. Sucede. Me ha sucedido tantas veces que ya no recuerdo cuantas.

A mí me produce mucha tristeza cuando escucho a creyentes repetir como en una letanía lo que el mundo secular tiene como emblema final: “Nada te vas a llevar de esta tierra cuando te mueras”. Parece una tremenda verdad, ¿No es cierto? Sin embargo no lo es. Si tú eres un hijo de Dios, el día que partas a su presencia, te vas a llevar el aroma del fruto que supiste derramar en Su nombre en tu paso por esta tierra. ¿Te parece poca cosa?

¿No entiendes que cada día tú tocas, aunque más no sea con tu presencia fugaz la vida de innumerable cantidad de personas que no conocen a Cristo y pueden ser conmovidas por el poder del Espíritu Santo? Mírame. Tú ya lo sabes. Jamás me inscribí ni asistí a ningún instituto bíblico, ni seminario, ni escuela. No tengo ninguna credencial que me habilite oficialmente a nada.

Nadie jamás me ordenó como nada, ni me otorgó credenciales para nada ni me distinguió como nada. Fuera de todo orden, me dirían. ¿Seré un desordenado, entonces, por causa de eso? No. mis credenciales, las únicas que tengo para mostrar si alguien me las pidiera, son ustedes, cartas abiertas al mundo que llegaron a mi vida para que yo cumpliera con mi mandato de ayudarlos a vencer. Yo, no necesito nada más, tú no sé.

Y Pablo, ese tremendo personaje del que estamos hablando, es el mismo que le escribe a uno de sus amados discípulos, el joven Timoteo, y entre otras consideraciones muy propias de la época y sus costumbres, se toma un momento para profetizarle. Yo no sé ni puedo saber qué habrá pensado Timoteo cuando leyó lo que ahora voy a transcribirte, pero sí sé lo que tú y yo podemos estar pensando hoy, tantos años después, y con el enorme fantasma invisible que hace tiempo dejamos atrás, de esta plaga llamada Pandemia.

Fue su Segunda carta a este muchacho voluntarioso y obediente. Y bien vale recoger este fragmento, al que nosotros por causa de la participación de ciertos monjes, hemos dado en ubicar en lo que llamamos como tercer capítulo y con sus frases divididas en pequeños versos que van del Uno al Diecisiete. Yo prefiero que lo leas en idioma Reina Valera, tal como él se lo escribió:

También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.

Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Mas no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquéllos.

Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; más los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.

Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

La primera vez que pisé una iglesia evangélica yo tenía 31 años y hacía nada que había entregado mi vida al Señor. Y lo hice sin conocerlo, sin saber nada, sin haber leído jamás una Biblia ni haber hablado con nadie de su poder y su realeza, apenas una mínima invitación de un par de jóvenes amigos. Pero llamativamente con la tremenda e inmensa fe de tener la certeza que, haciendo eso, estaba salvando mi vida de ese momento y la futura de eternidad.

Y ahí estaba, con los ojos abiertos y mirando todo, queriendo beberme todo, en medio de gente que, tal como yo los veía, sabían mucho, creían mucho y vivían de un modo que era el que yo quería vivir. O al menos eso era lo que yo pensaba en ese momento, inicial en mi recorrido en los templos. Y recuerdo que desde el púlpito alguien leyó este pasaje con mucha ceremoniosidad y a mí me impactó.

Y una mujer anciana que estaba sentada en el mismo banco que estaba yo, cuando oyó que decían que todo eso sucedería en los postreros tiempos, soltó muy tranquila y segura que sí, que muy bien, pero que eso recién vendría en los postreros tiempos, y que para que llegaran esos postreros tiempos, todavía faltaba mucho y no debíamos preocuparnos, que ahora sólo debíamos orar, leer nuestras Biblias y portarnos bien. Para mis tres décadas de vida vivida y ese par de semanas de haber nacido de nuevo, fue suficiente, yo le creí.

¿Cuánto tiempo haría que esa anciana asistía a esa congregación? ¿Treinta? ¿Cuarenta? ¿Cincuenta años? Tal vez, no lo sé, nunca más la volví a ver. Pero lo que sí sé, hoy, cuando el Espíritu Santo reina en mi vida, es que ella estaba equivocada. Muy sincera, muy honesta y muy fiel, pero sincera, honesta y fielmente equivocada. Y por mala enseñanza. En principio, porque lo que allí leemos como postreros días, en realidad tiene que ver con el postrer estado de la iglesia, que es la gente, no el edificio.

¿Por qué digo esto con tanta seguridad? Porque ya sabemos que la Biblia no fue escrita para las personas que viven sin Dios en el mundo secular, sino para todos nosotros, que vivimos con Dios en el ámbito espiritual de su Reino. Y que eso se confirma cuando leemos que dice que todo lo que va a profetizarle a Timoteo, Pablo lo está viendo para los postreros días. No dice postreros tiempos ni últimos tiempos. Dice postreros días.

Y cuando habla de días, está hablando lisa y llanamente de lo que caracteriza al día, que es la luz. De otro modo bien pudo haber dicho que todo eso vendría en las postreras noches, pero no; dijo día. Es decir que lo que sucederá, tendrá que ver con el estado de los hijos de luz, no de los que viven en el reino de las tinieblas. A Dios le importa y mucho rescatar y salvar a los que están morando en tinieblas, porque también son parte de Su Creación. Pero créeme que le interesa mucho más respaldar a los hijos de luz por una simple razón: son SUS hijos. Y no habla de Jesús, habla de ti y de mí. Nada menos.

Y es en ese hablar de ti y de mí como parte de Su cuerpo de representantes en la tierra, (Eso es eklesia, Iglesia), dice que llegará un tiempo peligroso. En realidad, en los originales dice que serán tiempos fieros, pero no de fealdad sino de fiereza, de ferocidad, de peligros circundantes. Y que al decir tiempos, no los está midiendo en base a Cronos, con tu reloj, sino en base a instancias, a momentos, a situaciones. Es como si nos dijera que, en este estado de la iglesia, habrá asuntos que no serán bonitos, precisamente.

Porque todo este capítulo, que teológicamente siempre se ha elegido tomar como un aviso al mundo en general, en realidad es un fragmento de una misiva, de una epístola, de una carta, como si fuera de un mail o un WhatsApp extenso que Pablo le envía a un muchacho que forma parte del grupo de creyentes de su tiempo. Es decir que, nos guste o no, lo creamos o no, lo aceptemos o no, esto va dirigido a la iglesia, no al mundo.

 Y cuando habla de esos hombres que habrán de aparecer, no habla de incrédulos, impíos, paganos y pecadores, porque todos esos ya son así. Aquí está hablando de pronto de gente que dice ser cristiana y asiste a una iglesia tradicional. Dice que en este momento de la iglesia, al que tranquilamente podríamos definir como HOY, cualquiera sea el día que tú lees esto, nuestra versión dice que habrá hombres, pero en realidad lo que el original dice es que esos hombres serán. No es lo mismo, porque lo primero podría hablarnos de humanidad, pero lo segundo nos muestra a cristianos, a gente religiosa, a militantes de grupos, ministerios, congregaciones.

Y la primera condición que Pablo profetiza para este tiempo de la iglesia, es respecto a que veremos hombres (Podemos tomarlo como genérico, pero la realidad es que los originales se refieren a varones puntualmente) amadores de sí mismos. Y decir esto, es directamente hablar de personas egoístas, que sólo piensan sí mismas, sin interesarse de verdad por lo que les sucede o no les sucede a otros, aunque esos otros sean cercanos, familiares incluso.

Egoísmo. Te ruego no confundirlo ni mimetizarlo con el Egocentrismo, que es otro punto que también observaremos aquí. El egoísmo es, según nuestro manual de las letras del idioma español, un exagerado amor a sí mismo, lo cual lleva a la persona a ocuparse solamente de lo que le produce un beneficio particular y, al mismo tiempo, despreocuparse totalmente de cualquier problema que tengan los demás. A partir de allí, todas las variables de conductas y comportamientos que presenta una persona egoísta, es inmenso y muy amplio.

Desde el niño que decide no prestarle su juguete ni siquiera al que dice que es su mejor amigo, pasando por toda la gama de actitudes similares, para concluir en el hombre mayor que decide arrojar al recipiente de residuos los restos de comida que le han sobrado de su almuerzo sin atender el pedido casi suplicante de alguien que vive en situación de calle y de la mendicidad para que se lo ceda porque quizás no ha comido nada en todo el día.

Son las mismas personas, que, si dicen haberse convertido y asisten a alguna de nuestras iglesias, harán lo que esté a su alcance para evitar que otro “hermano” ocupe su lugar de privilegio o simplemente realice alguna de las actividades que tenía él a su cargo. Allí es donde el simple rótulo de hombre amador de sí mismo da paso a su aliado más frecuente: la insidia y la maniobra permanente con la finalidad de perjudicar como sea al que considera su rival o competidor.

El original cita, seguidamente, a alguien encariñado a la plata, así es como lo expresa, y da origen a lo que todos nosotros conocemos con el rótulo de Avaro o Avaricia, que es el excesivo amor al dinero por encima del razonamiento claro y coherente para con sus mínimas necesidades. Ha sido muy frecuente ver a hombres que, argumentando ser celosos administradores, lo que en realidad muestran es una enorme capacidad de avaricia.

En contra de lo que muchos hemos estimado, el avaro no es alguien que desea poseer los bienes materiales que tiene alguien de mayor capacidad económica o material que él. Puede darse en alguna ocasión esto, pero no es el factor dominante. El avaro no se fija en quien lo rodea, si tiene más o menos que él. Él simplemente lo quiere todo y no le interesará la forma en que se conduzca para lograrlo.

Quien me diga que esto no se ha visto dentro de las cuatro paredes de un templo cristiano, o miente o directamente ha sido un privilegiado al cual se le concedió el milagro de no vivir de cerca las acciones de uno o más avaros. Es un pecado liso y llano y es condenado por la Palabra en todo su contexto. Quien luego pretenda darles a esos textos un significado abstracto para no sentirse en falta, allá ellos, pero lo cierto es que ningún hijo del Dios que es dueño de todo el oro y la plata del mundo está avalado si decide ser avaro.

El siguiente ítem que ocupa y preocupa a Pablo y por esa razón advierte a Timoteo, pero también a todos nosotros, hoy y ahora, es el de hombres vanagloriosos. Así se lo lee en la versión tradicional, aunque en los originales se habla de la jactancia y hasta de la fanfarronería. Tú los conoces, existen en todas las congregaciones sin tener en cuenta sus posiciones, cargos, o jerarquías. Son individuos que viven hablando de todo lo bueno que hacen y de todo lo importante que son para la iglesia.

Las palabras humildad y bajo perfil no existen en sus diccionarios personales. Ellos han hecho del marketing permanente de sus acciones casi un irrenunciable modo de vida. Me hace recordar y mucho a cuando algunos funcionarios de gobierno con ciertas aspiraciones a futuro emiten un sobre con una subvención para alguna buena obra. Por una vía despachan ese sobre con ese dinero y por otra vía, al unísono, una gacetilla de prensa digital informando a todos los medios de su “extraordinaria acción social”.

La gran pregunta que yo me he formulado alguna vez y que es muy probable que todos nos hayamos hecho, es: ¿Es posible que exista la vanagloria dentro del cuerpo de Cristo? No. Dentro del cuerpo de Cristo, compuesto por hijos genuinos de Dios, no. Dentro de los ambientes de la religión cristiana, ni lo dudes. No sólo existen, te podría asegurar que sobreabundan.

¿Quieres comprobarlo? Invierte tu tiempo en usar alguna de las redes sociales que bien conoces y pon alguna predicación de alguien muy conocido, poco conocido o desconocido. Es muy probable que te sorprendas al ver que hay un punto en el que todos ellos suelen coincidir: hablar de todas las cosas importantes y buenas que han hecho durante sus ministerios.

Que no es malo que lo hagan si es para que las personas lo sepan, pero que comienza a serlo cuando te das cuenta que se trata de auto promoción encubierta, que es la peor de las promociones. De la vanagloria ya habló mucho y bastante bien Salomón, que era un rey que teniendo la posibilidad de pedirle a Dios lo que se le antojara para mejorar su status, eligió pedir sabiduría. De hecho, esto sin mencionar como terminó su historia, que no es precisamente algo que te sirva de ejemplo como sus proverbios u otros textos clásicos.

La invitada que Pablo le presenta a Timoteo a continuación, es una que nunca dejó de estar presente en todos nuestros ambientes humanos, que constituye uno de los pecados importantes conforme al diseño de Dios y que no estuvo ni está ausente de lo que llamamos Iglesia. Su nombre es Soberbia. Quien la padece, en términos humanistas, está enfermo, psicológicamente enfermo. En términos espirituales, tú ya sabes; se lo llama de otro modo.

La soberbia tiene parentesco cercano con la arrogancia y la altivez o altanería. Es la conducta de gente que cree sinceramente que es superior a todos los que lo rodean y que, por ese motivo, tiene una especie de derecho implícito a subestimarlos y hasta despreciarlos. Es un pecado que persigue constantemente al liderazgo de nuestros grupos o ministerios.

Suele ser el resultado de toneladas y toneladas de adulaciones, felicitaciones y otros aspavientos que terminan por hacerle pensar a alguien que Dios debería pedirles permiso para obrar. Ya sé que suena casi fantástico o lo que digo, pero puedo asegurarte que he visto casos muy cercanos a todo esto. La diferencia con lo anterior radica en que, mientras el vanaglorioso es incómodo, pero llegado el momento puede razonar y ver sus errores, el soberbio está total y absolutamente ciego y obnubilado por su oropel personal.

 Hay un ejemplo muy práctico que te ayudará para detectar la soberbia en su esplendor más resplandeciente, aunque se disfrace con ropajes sociales, religiosos o políticos. Cuando un hombre de carne y hueso decreta por sí mismo que todo lo que diga o haga no tiene ni debe tener oposición porque sus decisiones son irrevocables e infalibles, de un cerebro repleto de soberbia ha salido ese decreto. Tú y yo, por poco o por mucho, algo de esto hemos visto, estoy seguro.

Salomón fue bastante contundente con esto, pero a mí siempre me llamó poderosamente la atención el orden en el que él nos muestra las cosas. Cuando todo haría presuponer que si eres soberbio a corto, mediano o largo plazo te podrá sobrevenir alguna forma de quebrantamiento, él te invierte el orden, y te dice concretamente en el Proverbio 16:18 que Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída, la altivez de espíritu.

Evidentemente, la sabiduría que despliega este texto, aunque provenga de un hombre que luego se equivocaría muy feo, es irreprochable e irrebatible. Es un camino inexorable el de la soberbia; te lleva al quebrantamiento si es que se trata de algo emocional, humano. Pero si es de orden espiritual esa soberbia, (Que es la peor de todas) esta te lleva a la caída.

¿Será por esa razón que lo que Jesús te profetiza es el fin de este sistema, que entre otros “valores”, parecería estar afirmado en la soberbia de sus protagonistas? No es casual, ya que Dios mismo, bajo la figura de Jehová en el Antiguo Testamento, le hace decir al profeta Jeremías que Él personalmente hará podrir la soberbia de Judá. Y Judá es tipología de pueblo de Dios, por si lo habías olvidado. Nada que añadir: Dios resiste a los soberbios y sigue dando gracia a los humildes.

La que sigue es una de las condiciones humanas que, dentro de lo que conocemos como la iglesia, a mí me impactó y hasta me chocó bastante. Porque dentro de un grupo de personas que conocen a Dios, pueden haber hombres a los que por una u otra razón, como se dice en mi país a algo que nos sorprende, se les haya “escapado la tortuga”, esto mismo no puede entrar dentro del terreno de la Blasfemia, algo sumamente delicado y grave.

Nos dicen los buenos diccionarios bíblicos que Blasfemia se refiere a cualquier dicho, acción o pensamiento que deshonra o difama la naturaleza o nombre de Dios. En el Nuevo Testamento está asociada con aquellos que denigran el nombre de Dios Padre, de Jesús o del Espíritu Santo. Cuando leí esto no me sentí mejor ni seguro. Por el contrario, me siguió chocando y hasta comencé a desconfiar que realmente ese fuera el término utilizado.

Porque un hombre que se dice a sí mismo creyente, por más defectos que posea, no puede deshonrar el nombre de Dios ni de Jesús ni del Espíritu Santo. Tiene que haber algo que no estoy viendo, pensé. Y lo había. Más abajo, hay otra acepción que me dice que Blasfemia es toda palabra o acto que le falte el respeto a la Majestad de Dios, o que injurie sus obras. Y aquí viene la clave, porque me dice que esto incluye tomar al nombre de Dios en vano.

Aquí el tema cambia radicalmente, porque no creo decir nada inapropiado o fantasioso si te aseguro que tanto tú como yo hemos visto de esto y bastante en cualquiera de los templos en los que nos haya tocado estar o asistir. Nunca te dijeron las autoridades eclesiásticas o alguien de ese mismo nivel, que Dios les había dicho que: ¿No ofrendabas lo suficiente, no obedecías ni te sujetabas, como es el mandamiento, o que debías hacer alguna cosa por la que no tenías ningún aprecio ni seguridad, porque era la que había sido elegida para ti conforme a Su voluntad?

 Eso, entre otras palabras “ungidas” por el estilo. ¿Fue así? Si lo fue, déjame decirte que quien lo hizo, blasfemó, porque tomó al nombre de Dios en vano, haciéndole decir a Dios cosas que Dios no dijo y, lo más grave, usándolo para su propio beneficio o el de alguien cercano. Cuando un ministro o líder se arroga palabra expresada por Dios sin serlo, está blasfemando, no interesa si lo hace por él supone que es un buen  motivo, por amor, por afecto o lo sea: es blasfemia porque el nombre de Dios ha sido tomado en vano.

El próximo parecería estar reservado para dominio y control del pastor de jóvenes, ¿No es así? Desobedientes a los padres, dice. De hecho, puede aplicarse tranquilamente a las diversas familias que hoy por hoy constituyen los cuerpos centrales de las congregaciones, que seguramente podrían estar padeciendo algunas de ellas problemas de esta índole. Sin embargo, sería muy inteligente y adecuado levantar nuestros ojos de lo natural y depositarlos en lo celestial.

Dios es Padre, pero no entra en esta advertencia porque aquí se habla de desobediencia a los padres, no al Padre, aunque pueda tener relación. Sin embargo, el Espíritu Santo jamás nos deja con medias tintas, sino que si contamos con la paciencia suficiente, siempre nos lleva a mejores pastos. Si partimos de la base natural, pero de alto contenido espiritual que padre no es necesariamente el que engendra, sino el que cría, alimenta y guía, la connotación de esta advertencia toma por un sendero mucho más concreto.

En lo personal, la vida me llevó por senderos diversos que me permitieron ser padre de tres hijos varones. Hice con ellos lo mejor que pude y supe hacer, lo que no significa que lo haya hecho brillante ni perfecto. Esos fueron mis hijos por gestación. Pero luego, ya trabajando para el Señor, me tocó estar en algunas situaciones complejas de personas que no habían tenido buenos padres carnales, y consejos, sugerencias y advertencias a modo de guía, brotaron de mí con una sabiduría que de ninguna manera me pertenece.

Nunca me puse en padre de nadie de quien no lo fuera, pero me tocó casi con unción pastoral participar o ser testigo de diversos sucesos que de alguna manera me encontraron ubicado en esa función. Si esas personas fueron obedientes a lo que el Espíritu Santo les recomendó por mi intermedio, seguramente habrán sido bendecidos, pero si decidieron ser desobedientes, tal vez por viejos rencores o resentimientos, entonces ellos mismos pagaron consecuencias que es de esperar no hayan sido todo lo grave que podrían haber sido. De eso se le advierte a Timoteo aquí, ya que él mismo debería jugar de ese rol en más de una ocasión futura.

Luego, le toca el turno a la Ingratitud. Dice que en este tiempo habrá dentro del llamado pueblo de Dios, hombres ingratos. No es demasiado complicado de definir de qué se trata. Ingratitud es básicamente desagradecimiento, no valorar ni reconocer los favores recibidos. No me extraña. En muchas ocasiones he sido guiado a tirar sobre la mesa una duda histórica dentro de los creyentes: ¿Cuánto tiempo utilizas en pedirle cosas a Dios y cuanto en agradecerle las que te ha dado?

Así somos. Y no dudo en decir “somos” `porque tuvo que correr mucha agua debajo de los puentes y diversas situaciones críticas para que al fin pudiera entender que el agradecimiento, especialmente a la Gracia divina, es imperativo si deseas vivir en paz, en victoria y en prosperidad. “Le pido a Dios” “Pídele a Dios” “Pidámosle a Dios”, son frases remanidas. “Le agradezco a Dios”, mucho menos difundida. Esta clase de hombres no agrada a Dios y está a la vista desde la propia advertencia.

Aquí es donde aparece la Impiedad. Si la biblia cita a la piedad como espiritualidad y no con el significado que nosotros le otorgamos, que suele estar más relacionado con la compasión, es porque lo opuesto es precisamente esto que aquí se consigna. Un impío, entonces, no es necesariamente un hombre malo o lindando con lo monstruoso. Un impío generalmente es un hombre que, en el fondo de su corazón, no cree en las cosas espirituales.

Si das una mirada rápida a tu alrededor, sea donde sea que vivas, trabajes o estudies, verás de eso en buena cantidad. Lo asombroso aquí es que Pablo nos advierte que esa condición estará presente, justa y llamativamente, dentro de un grupo de personas que se reúnen con la supuesta espiritualidad como epicentro o eje central. Todo un contrasentido del que no está ausente nuestra conocida de siempre: la hipocresía.

Descubrirás a hombres Sin Afecto Natural. Eso es lo que dice. ¿Y qué cosa es un hombre carente de afecto natural? El original lo traduce como Sin Cariño Natural, que es casi una copia, pero la traducción amplia de la palabra griega usada aquí, que es ástorgos, nos muestra que se trata de alguien que tiene su corazón endurecido específicamente para con sus parientes.

Fíjate y no es casual. Esto tiene que ver con el otro valor profético desplegado con anterioridad, que nos prevenía que en estas zonas de tránsito el amor de muchos se iba a enfriar. Esta parecería ser una prueba contundente de ello. Y no se trata de cualquier cosa, sino nada menos que de la inexistencia de lo básico y elemental para que una familia funcione, el afecto entre sus miembros. Nadie ignora que, si ese afecto familiar se resiente, la célula más importante con la que se constituye la iglesia que es justamente la familia, se disgrega y disuelve. No es demasiado difícil ver por dónde viene el ataque.

Seré claro y concreto. Si hay una palabra que se relaciona de manera directa con ese sector tan detestable entre los cristianos que es el legalismo religioso, esa palabra justamente es la que viene ahora: Implacable. Es ser inflexible y ultra rígido en cuestiones en las que Dios mismo suele conducirse de manera muy distinta. Claro está que Dios tiene un valor que al implacable le falta: Misericordia.

Definitivamente, no podemos de ninguna manera salir sueltamente a predicar un Evangelio que, como es el del Reino, está centrado y fundamentado en el amor sin una mínima dosis de misericordia, que es sinónimo de empatía, de comprensión por el error del otro. No hablo de justificación o de aprobación del pecado, porque eso no sería Dios; hablo de misericordia y acompañamiento a superar el dolor y lograr la tan ansiada restauración y redención.

Si estos valores no forman parte del andamiaje de los creyentes de este siglo veintiuno, será muy complicado llevar almas a Cristo. Nadie quiere entrar por una puerta que lleva a una cámara de ejecuciones. Nadie quiere ser evaluado, juzgado, sentenciado y ejecutado sin la menor posibilidad de defensa. Por eso el Implacable no tiene parte con la gente de Reino porque no se parece al Dios del Reino. Si Dios fuera implacable solamente por 24 horas, no quedaría nadie en pie, te lo aseguro.

Si te hablo de hombres Calumniadores, creo que no te estoy descubriendo nada que alguna vez no hayas visto en tus alrededores. Y no estoy hablando de murmuración, que es otra cosa también detestable, pero de menor cuantía. Porque la murmuración es parienta cercana del chisme, y lo único que persigue es hablar cosas aparentemente ocultas de alguien para descalificarlo en su validez o su importancia. Pero la calumnia es otra cosa. Calumniar es armar una historia falsa que directamente lleve a alguien a la condenación, aún a sabiendas que esa persona es inocente. Terrible.

Y cuando fui a los originales para saber con qué palabra se define o describe al calumniador, para mi sorpresa, me encontré con la palabra griega diabolos. Y cuando quise seguir escudriñando esa información, me encontré con que referirme a alguien que calumnia para destruir, es hablar de un oponente, de un adversario y de un enemigo de lo bueno. ¿Sabes cual es la palabra que lo define, y que lleva el número 7854 de la concordancia Strong? Satan. ¿Hace falta algo más?

La siguiente condición de algunos hombres de este tiempo, es la de Intemperante. ¿Qué es un intemperante? Según nuestra lengua española, alguien inmoderado, falto de moderación, sin templanza, que es como decir alguien al borde del descontrol. La palabra griega es akrátes y si bien su traducción es la que leemos en el texto, la realidad nos habla de una carencia total de dominio propio.

Si tú tienes buena formación bíblica y buena memoria, ya te habrás percibido que hablar de carencia de dominio propio es hablar de falta de presencia del Espíritu Santo en una vida. Que no sería extraño ni para asombrarse si se tratara de alguien que milita sin Dios en el mundo secular y conforme a sus rudimentos, pero que sí nos tiene que preocupar y mucho, si se refiere a alguien con quien nos encontramos cada vez que asistimos a nuestra congregación o, lo peor, si ese alguien forma parte del liderazgo del ministerio.

La intemperancia es carnalidad llevada a la enésima potencia. Tiene directa vinculación con hechos que en algunos casos han sido directamente delictivos, tales como violencia física, familiar o de género. Es lo que, en muchas situaciones judiciales, ha sido rotulado como emoción violenta y sirve para atenuar o justificar algún hecho violento como fruto, -aseguran- de un shock emocional. No discuto que esto exista, lo que sí rechazo absolutamente que exista en un creyente auténtico.

La que viene es peor todavía, porque nos habla de la aparición de hombres Crueles. Te confieso que a mí me cuesta imaginarme la existencia de crueldad en un ambiente que dice estar respaldado por un Dios que ES amor. Alguien que se deleite en hacer el mal o con el sufrimiento de otros, que es duro y excesivo en sus asuntos y que puede llegar a ser sangriento y violento, no me encaja ni me cierra con la figura de ninguna forma ni estilo de cristiano.

Sin embargo, si Pablo se lo advierte a Timoteo y al mundo futuro entero, es porque así será. Y me trajo a la memoria un episodio que me tocó vivir como testigo hace muchos años, cuando vino a verme una pareja que estaba en convivencia porque uno de ellos todavía no había obtenido el divorcio, y que me consultó porque en la congregación a la que asistían los “autorizaban” a vivir bajo el mismo techo, pero les “prohibían” tener relaciones sexuales hasta tanto no legitimaran su unión.

Tú puedes verlo, pensarlo y evaluarlo como quieras, pero a mí me sonó a un grado de crueldad mal intencionada ese mandato eclesiástico. Porque lo que importa en Dios, es el pacto. La documentación legal, también necesaria, es apenas la confirmación civil de un pacto espiritual ante Dios. En los originales la traducción más amplia de ese término Cruel, es peor todavía, porque lo rotula como Salvaje. Y hasta donde yo pude escudriñar, cualquier forma de salvajismo no tiene absolutamente nada que ver con un pueblo que tiene principios, valores y bases morales y espirituales que de ninguna manera lo pueden emparentar con un animal irracional e indomable.

Seguidamente, creo no exagero si digo que se nos puede erizar el cabello cuando leemos que habrá hombres (Cristianos), Aborrecedores de lo Bueno. ¿De verdad alguien que se sienta creyente puede pensar que eso puede ser verdad? Y si lo pensara, ¿Quién se atrevería a desmentir a Pablo? ¿Y con qué argumentos lo haría? Porque el original habla de un hombre que es hostil a la virtud.

Y si la virtud es la fe, entonces no resulta entendible ni por asomo pensar que un individuo de esa naturaleza pueda sentarse junto a ti en la banca de tu iglesia cada fin de semana, ¿No crees? Porque aborrecer algo es sentir aversión, rechazo, repulsión por una determinada cosa. ¿Y puede un hombre que se diga creyente sentir algo así por lo que es bueno? Parece un terrible contrasentido, si no fuera porque algunas experiencias propias y cercanas me dicen que no, que no lo es, y que muy lejos de ser inconcebible, que aparezcan en estos tiempos hombres así, no es para nada asombroso ni raro.

Es una de las calificaciones más feas la que sigue. O, al menos, una que a mí me molesta y me lastima bastante: hombres Traidores. ¿Sabes por qué? Porque cualquier guerrero que se precie de tal está preparado para cualquier forma de confrontación y no le teme a ninguna, con excepción de aquella que le llega sin previo aviso y por la espalda. Eso es muy rastrero y despreciable.

Por algún motivo la armadura romana, esa que la mayoría de ustedes seguramente conoce y que se constituía de un gran escudo de cuero que cubría toda la parte frontal del soldado, desde la barbilla donde terminaba el yelmo hasta los pies, en su parte posterior era hueco, solo con cuerdas de cuero que servían para anudarla a la armadura. Nadie esperaba que un ataque de guerra viniera por la espalda, ya que allí se ubicaban otros soldados del mismo ejército.

Los que han leído algo de historia del pueblo de Israel, saben que como ejército ellos nunca perdieron una batalla contra enemigos externos, que las ocasiones en que fueron derrotados, siempre sucedió con enemigos internos, que salían de ellos mismos. Creo que no es ninguna novedad si les digo que hoy, y conforme a esta palabra profética de Pablo, los peores enemigos del pueblo de Dios, son los religiosos, que como todos sabemos, forman parte y muy activa de lo que globalmente seguimos llamando “la iglesia”. Traidores.

La próxima condición preanunciada no parecería ser contraproducente, conforme a como nosotros seguimos interpretando esta palabra, hombres Impetuosos. Porque si para nuestra condición de gente de habla hispana, ser impetuoso es tener fuerza, vigor, enjundia y alta entrega a lo que se desee hacer o poner en marcha, tal cosa debería ser bienvenida en lugar de advertida como algo negativo.

Sin embargo, la realidad idiomática, por fuera de nuestras costumbres tradicionales, nos muestran que un impetuoso es alguien en primera medida, violento, y esto incluye todas las violencias imaginables, además de impulsivo, que se conduce por impulsos carnales y no por conclusiones racionales, lo que también lo convierte en irreflexivo y precipitado en todas las decisiones que tome. Esto, indudablemente, es algo que hemos observado en más de una ocasión en nuestros ambientes y siempre ha significado un claro retroceso, jamás un avance.

Infatuados. Esa es la calificación subsiguiente. Está hablando de hombres fatuos, que conforme a lo que se quiso decir desde la idea original, tiene que ver con un exceso de lo que anteriormente te anticipé que retornaría: Egocentrismo. Gente necia, poco inteligente, engreída y vanidosa. La palabra griega utilizada es tufóo, y muestra la connotación de algo o alguien lleno de humo.

¿Has escuchado por allí a alguien decir, (Aquí en Argentina se usa ese término, no sé si en tu país también) que cuando alguien se muestra pavoneándose por algún éxito o acierto, “se le subieron los humos”? Tal cual. No veo que Pablo se haya equivocado en nada ni tampoco que lo haya exagerado. Pavos reales mostrando envanecidos sus plumas religiosas multicolores, sobreabundan en el ambiente cristiano. Y forman parte de esta advertencia que todos los modernos Timoteos deberemos tener muy en cuenta.

Luego, cuando pensamos en hombres Amadores de los Deleites más que de Dios, también debemos detenernos y evaluarlo con mucho cuidado y precaución. Porque dejándonos llevar por la corriente general de estos tiempos sumamente lujuriosos que estamos viviendo como humanidad, donde todo lo que es carne parecería tener un precio y venderse al mejor postor, cuando hablamos de deleites de inmediato lo relacionamos con la sexualidad en todos sus niveles.

Creo fielmente que esto que dice Pablo no está fuera de ese contexto, porque la suya también era una sociedad que se destacaba bastante por su promiscuidad, pero referirse al hombre supuestamente creyente en estos términos definitivamente nos vuelve a chocar y a hacernos pensar que, cuando Pablo dice “deleites”, va más allá del sexo y que incluye todas las formas de obtener placer y en todos los estamentos donde este puede encontrarse.

 Hombres que cultiven eso son los que aquí se advierten, y observando la ostentación casi ofensiva que algunos ministerios hacen de sus éxitos, creo que no habrá que seguir esperando la aparición de esos hombres, creo que ya están con nosotros, aunque no hayan sido, no sean ni vayan a ser nunca parte de nosotros. La lujuria no solamente es un espíritu que lleva a la promiscuidad sexual, sino también a otra forma de ofensa a la moralidad externa con tantos hechos y conductas que todos hemos visto alguna vez, y tal vez mucho más cerca de lo que deberíamos haberlo visto.

Y aquí llegamos a lo que yo tengo certeza es el nudo central de todo este texto y al mismo tiempo lo que con más abundancia estamos viendo en la iglesia, sea donde sea que esta esté instalada: hombres (Genéricos, obviamente, incluye a mujeres) Que Tendrán Apariencia de Piedad, pero Negarán la Eficacia de ella. Ya te expliqué anteriormente lo que bíblicamente es la piedad, espiritualidad. Estamos hablando de cristianos que tendrán apariencia de ser muy espirituales, pero que llegado el momento negarán con sus actos la eficacia de la fe y la espiritualidad que parecen derramar.

El creyente que me diga que nunca ha luchado contra esto, si eso es verdad, me gustaría darle un abrazo y gritar un “Gloria a Dios” a dúo. Porque yo soy un hombre de operativo espiritual, quiero serlo y batallo contra mi carne y mi alma para serlo. Lo consigo en un porcentaje determinado y estoy en continua y permanente pelea en otro. De ninguna manera soy ese ministro que te cae como si fuera omnipotente, todopoderoso y perfecto.

 Es más: detesto que alguien se muestre así porque hasta el cristiano más minúsculo sabe que no es así la realidad de su vida. No niego la santidad de muchos, porque se puede ver y comprobar, pero que esos mismos están en muchas facetas de sus vidas, remedando a Pablo, “haciendo el mal que no quieren en lugar del bien que quieren”, también lo es. Nadie es modelo en la iglesia, sólo Jesucristo. A Él es a quien debemos seguir e imitar, no hay otra cosa.

Conforme a lo profético que rodeó la advertencia que Pablo le hace a Timoteo, estos diecinueve ítems, (A los que se podrían añadir varios más) es notorio que ya están presentes en las estructuras eclesiásticas tradicionales. No lo estoy inventando yo por resentimiento, maldad o rencor escondido, lo estás viendo tú si tienes los ojos bien abiertos a cada paso, en cada momento y en cualquier lugar geográfico.

¿Y cuál es el consejo del apóstol para su discípulo, que sería exactamente el mismo que hoy le haría llegar a cualquiera de nosotros? A estos evita. Dicho así, parece muy elegante y hasta gentil y no exento de cordialidad. Pero tú y yo sabemos que la Reina Valera tiene alrededor de 250 mil variaciones, que significan algo así como 250 mil errores de traducción. Leves, no en cuestiones de fondo, pero variaciones.

En los originales habla de evadir, que no viene a ser lo mismo que evitar. Evitar es desviarse antes de encontrarse con algo, evadir es encontrarse con algo, retroceder y alejarse. Yo creo mucho más en esto último. Y lo fundamento en lo que en este mismo texto dice la Biblia Textual, que es la que se ha traducido directamente de los originales al español, sin pasar por el inglés. Ahí se lee: Apártate de Ellos. Pero…pregunto… ¿Esto es lo que debería hacer un cristiano con ese caudal de pecadores? No, eso es lo que debe hacer un hijo de Dios con falsos hermanos.

Ahora bien; lo que sigue a continuación, que es el verso 5 completo, es como si hubiera sido escrito por alguien que nos odia y hasta es capaz de inventar historias increíbles con tal de descalificar a los malos cristianos. Está bien, en casos aislados y en algún lugar del planeta, pudo haber existido un cristiano varón que se metió en la casa de una mujercita cargada de pecados y se la llevó cautiva para su gusto y placer, pero convengamos que igualmente y dicho con valor casi doctrinal, resulta poco menos que raro, ¿No te parece?

A mí me pareció que sí, de tal manera que busqué encararlo con tipologías bíblicas muy simples y conocidas. Dice que esos hombres tan poco confiables que hay dentro del pueblo de Dios, se meten en las casas. Las casas son el cuerpo de Cristo en la tierra, la iglesia global, amplia, total. Y luego añade que se llevan cautivas a mujercillas cargadas de pecados.

Esas son pequeñas congregaciones que por diversas circunstancias permiten que en su seno exista la concupiscencia y el pecado. Y no es descabellado verlo así, porque añade que estas pequeñas congregaciones, están siempre aprendiendo, se anotan en cursos, entrenamientos, clínicas y seminarios de todos los colores, pero aún con todo ese bagaje intelectual, no llegan de ninguna manera al conocimiento de la Verdad, que es Cristo mismo.

Y luego a Pablo no se le ocurrirá mejor idea que comparar a estos hombres nefastos de estos últimos tiempos, con aquellos pseudo magos llamados Janés y Jambrés, que competían con Moisés para ver quien le ofrecía el mejor show de magia a Faraón. Obvio, Moisés los derrotó casi sin despeinarse por la sencilla razón que lo que él portaba no era magia ni trucos de prestidigitador, sino auténtico y monumental poder de Dios.

Pero la comparación nos sirve para rotular a esta gente como réproba y corrompida en cuanto a la fe. Nada menos. Y para coincidir con Pablo respecto a que ninguno de estos personajes irá mucho más allá de lo que la mezcla de comodidad e ignorancia que cierta parte del pueblo de Dios tiene, le posibilite. A poco que los creyentes entiendan algo de lo que se trata y se pongan a orar con poder y a estudiar la Palabra con entendimiento, todo lo falso quedará a un lado porque no tendrá cabida en lo genuino. Así está escrito. Así será.

Y aquí llega el momento en donde Pablo va a hablarle directamente al joven Timoteo, casi del mismo modo que cualquiera de nosotros, los que estamos trabajando para el Reino en lo que respecta a la enseñanza, lo haría con cualquiera de ustedes. Yo no soy Pablo, eso es obvio, pero ¿Quién me asegura a mí que entre todos ustedes no hay al menos uno con el mismo mandato del discípulo de Pablo? Dame una buena razón para mostrarte escéptico sobre ello. No la tienes, okey, puedes ser Timoteo. Entonces lee con atención porque lo que lees es para ti.

Pero tú has seguido mi doctrina. Así lo leemos en la versión tradicional. Sólo un problema. Esta versión, traduce como Doctrina lo que, según el original, didaskalía, es Enseñanza. Y así es como lo inscribe la versión Biblia Textual, en la que tengo mucha confianza por causa de ser traducida directamente del original al español, evitando cualquier error por pasar por el filtro del inglés, que es un hermoso idioma, pero con características muy distintas a nuestro español.

Una enseñanza es un manual de ruta, un alimento al conocimiento y el entendimiento. No dudo que de cualquier enseñanza a quien se le ocurra puede elaborar una doctrina, pero ese es un segundo paso que, para mi gusto, tiene que ver más con la religión que con la fe. ¿Pero, como? ¿No son sinónimos? Para el mundo secular y una gran parte de lo que llamamos iglesia, tal vez sí, pero para los que viven de acuerdo a los diseños divinos surgidos de la revelación del Espíritu Santo sobre la Palabra de Dios, no, de ninguna manera.

Y de allí hacia adelante, comienza lo que, a mi modesto entender, es el Pablo más maestro de todos los maestros. Porque no solo va a compartirle enseñanzas, que su conocimiento previo acicateado por la presencia del Espíritu de Dios en su espíritu podía brindarle, sino lo que él mismo le menciona a continuación. Porque le recuerda que del mismo modo que ese muchacho pudo seguir de muy cerca su enseñanza, también pudo ver y comprobar su manera de vivir y su conducta.

Y esto, créeme, no es ninguna tontería. Yo podría al igual que Pablo subirme al escenario del estrellato espiritual y vociferar que aquí estoy para que me veas vivir, pero si tú te lo tomas en serio y lo haces, eso para mí significaría una tremenda responsabilidad, no solo por algo que he declarado, sino porque mi Padre celestial se lo habrá tomado muy en serio y observará detenidamente que todo lo que digo concuerde con todo lo que hago. Y más vale que no pretenda engañarlo. Ya sabes que Dios no puede ser burlado. Jamás. Por nadie. Y cuando digo nadie, más te vale que quien quiera sea el nombre humano que ha venido a tu mente, recuerdes esta última palabra: por NADIE.

También le recuerda que ha conocido el propósito que llevó a Pablo a ponerse al hombro ese ministerio de fondo que Dios le permitió ejercer, luego de sacarlo del error y la ignorancia que hacía que estuviera combatiendo en contra de lo que creía defender. Déjame decirte en homenaje a Saulo de Tarso, que no fue el único. Ni en aquel tiempo ni todavía hoy en estos en los que la tecnología, dicen que ha producido un tremendo avance en la raza humana. ¿Será? Puede ser, pero el hombre sin Dios, sigue siendo exactamente lo mismo que antes del Laser, Internet y la telefonía celular, por mencionar lo más popular.

Después le reconoce su identificación para con su propia fe, lo cual viniendo de quien viene, de ninguna manera es poca cosa. La fe, te recuerdo, no es un elemento que podamos transferirnos los unos a los otros por simple decisión o voluntad. Hay todo un proceso espiritual íntimo y personal, para que una persona deje en evidencia clara y comprobable que acaba de recibir como transferencia invisible una calidad de fe similar a la de su maestro o referente. La imposición de manos puede ser una vía, pero no la única.

Luego Pablo le consigna a Timoteo que ha observado que él ha seguido fielmente su propia longanimidad. Y si bien este es un término bíblico por excelencia y todos los creyentes solemos repetirlo muy a menudo porque así lo leemos en diversos textos, no siempre tenemos claro de qué se trata. Longanimidad, te recuerdo, tiene que ver con la grandeza de alguien y con su constancia de ánimo especialmente en las adversidades. Es una palabra que sintetiza benignidad, clemencia y generosidad. Eso era Pablo, y según estas, sus propias palabras, también Timoteo.

Y añade que lo ve con su misma calidad de amor. ¿Sabes qué? Esto quizás es lo más importante de todo lo que aquí se le dice a Timoteo. A mí me haría muy feliz tener algunas de las particularidades que tiene Pablo o alguno de los otros grandes hombres del evangelio, pero… ¿Tener su misma intensidad y calidad de amor? eso no tendría precio ni valor contante. Esa gente amaba con una propiedad que no tiene absolutamente nada que ver con lo que hoy la gran mayoría de creyentes llaman amor.

Y ni hablar de la paciencia. Dime la verdad más honesta que puedas conforme a tu propia observación de la vida y el andamiaje cristiano que te ha rodeado o rodea tu vida. ¿Cuántas personas creyentes has conocido con una calidad y cantidad de paciencia que te haya llevado a admirarlos primero y a desear tener lo mismo que ellos después? Yo, te aseguro que muy pocas.

Y podría asegurarte que, en una gran cantidad, lo que he conocido mayoritariamente, se enrola en lo contrario. Eso me demuestra a mí y a ti, que la carnalidad todavía hace estragos en el pueblo santo, y que no es poca cosa cuando hablamos de hijos del Dios más pacientes que hayan existido en todo el universo eterno. La vida contemporánea puede traernos una serie de adelantos que estimaremos y valoraremos, pero que también nos trae el resultado de todos esos adelantos, y ese resultado es la inmediatez en todo. E inmediatez, hasta donde yo sé, es sinónimo de impaciencia.

En lo relativo a las persecuciones a las que Pablo alude aquí, su situación fue muy singular. Porque mientras Pablo se estaba gestando en la mente del Espíritu Santo, el que estaba activo y persiguiendo cristianos, era Saulo de Tarso, o sea: él mismo en su vida anterior. Luego, al convertirse en Pablo y empezar a ministrar para el verdadero Reino de los Cielos y no para el monopolio religioso que él había supuesto que lo representaba antes, en verdad al apóstol le tocó ser perseguido y con virulencia. ¿Habrá sido el único? No, tú y yo sabemos que no lo fue ni lo será.

Porque en el verso 12 es donde Pablo le decreta a Timoteo lo que indudablemente será una marca indeleble para todo ministerio genuino. Él le dice textualmente, que todos los que quieran vivir espiritualmente con Jesús el Cristo, el Mesías, padecerán persecución. No por desobedientes a las leyes ni por faltos de sujeción a la religión organizada, simplemente por ser y sentirse parte del Cuerpo de Cristo en la tierra.

Entonces es aquí donde con total seguridad tengo certeza que tú piensas: ¿Es que Néstor estará siendo perseguido? Porque si está diciendo que la persecución es un sello de todo ministerio genuino, y el suyo parece serlo, ¿Está diciendo que él también padece persecución? Si. la respuesta es si. Y no se trata de gobiernos, estructuras ni organizaciones.

Se trata de una persecución silenciosa que, en muchos casos, hasta utiliza a supuestos “hermanos” para procurar lo básico de toda persecución: hacer que tropieces, caigas y todo lo que estás haciendo se destruya. No diré absolutamente nada más, esta es mi guerra y nadie la peleará en mi lugar, sólo mi Padre que está en los cielos. Y es más que suficiente. Porque en el verso anterior, Pablo nos da la pista clara de cómo se resuelve esto. Allí dice que, de todas esas contingencias negativas, lo libró el Señor. Y punto, no hay otra cosa.

Y luego emite la suprema sentencia en contra de todos los hombres y mujeres que han elegido vivir sin Dios o fuera de su cobertura. Dice que todos ellos, aunque parezca que progresan y prosperan, irán de mal en peor y engañando y siendo engañados. Esto te enseña que cuando tú engañas, no superas al engañado, como siempre se nos ha hecho creer, sino que abres una enorme puerta espiritual que determinará que a corto o mediano plazo, recibas de tu misma medicina, y seas engañado con tanta facilidad como tú lo hiciste con otros.

Pero tú, mi moderno y actual Timoteo que me estás leyendo hoy, deberás persistir, que es insistir, perseverar, ir una y otra vez al choque, de acuerdo con lo que aprendiste y has sido persuadido con la Verdad, que es Cristo mismo. Porque lo más valioso de todo esto, es que podrás tener plena conciencia de quienes has aprendido todo lo que sabes y crees. Y no hablo de estructuras, seminarios, universidades ni estudios sistemáticos, hablo del o los hombres que Dios haya puesto en tu vida para acompañarte a este lugar en donde hoy te encuentras.

Es que tú, amigo mío, amiga mía, a la que quisiera llamar hermano o hermana, si supiera que estamos en la misma sangre espiritual, has leído la Escritura desde muy pequeño o muy niña, y por lo consiguiente no necesitas que nadie te enseñe que Jesús es el único canal posible de salvación y que tu decisión por santificar tu vida para servirlo, es el único camino que conduce al Reino.

También sabes que toda la Escritura es inspirada por Dios, aun esas interminables genealogías que no parecen decir nada pero que, si las escudriñas con la guía del Espíritu Santo, te dirán muchas cosas nuevas que tú aún no conoces. Y que, a pesar de las fallas humanas de sus autores, la Escritura completa sigue siendo lo más adecuado para la enseñanza, para la refutación del error, para establecer la corrección y para instruir en justicia a todo el que la necesite.

¿Con qué finalidad? Con la que cualquiera de ustedes, hombres o mujeres que hoy han sido convocados por el Espíritu Santo para tomar contacto con esto que a mí se me ha ordenado expresar, sepa que esta sigue siendo y será la única vía por la cual el hombre o la mujer que deseen militar y servir en el Reino de Dios, sean calificados para lo que la Biblia llama Toda buena obra, pero que en realidad significa vivir conforme al estilo del Reino que Jesús vino a predicar y que nosotros debemos seguir mostrando.

Con esta intención fue que Pablo le escribió esta segunda carta a su discípulo Timoteo. Y con esta misma intención es que a mí se me demandó que hoy yo la tomara y la utilizara para hacerte saber que Pablo sigue vivo y en funciones, y que Timoteo está esperando sus instrucciones. Que la única diferencia es formal, ya que se limita a cambiar el nombre de Pablo por otro, y el de Timoteo por el tuyo.

Si después de todo esto, insistes en que me calle y deje de decir todas estas cosas que te confrontan, te fastidian y hasta te enojan, allá tú. Yo ya estoy jugado por mi Vida Eterna y no me interesa demasiado lo que el hombre pueda pretender hacer con la mía actual. Lo que si espero y pongo en oración, es que todo esto haya servido para que tú me imites. ¿Por qué? Simple, porque yo estoy tratando de imitar a Cristo. Dios ponga todo su poder en mi vida y en la tuya para que lo logremos y podamos ser, ambos, Cartas Abiertas al Mundo…

Este trabajo que te he compartido durante mucho tiempo, tiene dos particularidades que lo hacen diferente a otros anteriores. La primera, es que fue recibido espiritualmente, durante la Pandemia del Covid19. Desde allí quedó hasta recibir la orden suprema de darlo a conocer. La segunda particularidad, es que no fue planificado, pensado, armado y equilibrado como los anteriores, sino que fue recibido en un torbellino de ideas y pensamientos y escrito con esa hermosa, pero al mismo tiempo intrincada espontaneidad de las cosas que te llegan vía cielo.

Nació como la necesidad de salir a gritarle al mundo cristiano, (No ya al secular e incrédulo, al que muy poco le importa lo que hagamos o digamos nosotros), que los tiempos de ese voluntarismo vociferante han terminado. Que ya no alcanza con levantar los puños y gritar casi en alaridos que el diablo está vencido. Que es el tiempo de darse cuenta de una vez por todas que, si queremos vencerlo, tendremos que salir a buscarlo y derrotarlo con todas las armas que Dios ha puesto en nuestras manos.

Pedro escribió su primera carta casi con las mismas inquietudes que hoy podríamos evidenciar nosotros. Él lo hizo para un auditorio que sufría alta discriminación por sólo pronunciar el nombre de Cristo. Para que ellos entendieran lo que él quería decirles, usó la figura de la construcción de una casa, algo que esa gente conocía más que bien. Les recordó que la piedra angular era clave para la integración de los cimientos, y que el resto de la construcción debería fundamentarse en la colocación precisa y la solidez estructural de esa piedra angular.

Pedro se esforzó por hacerles ver que si no se colocaba esa piedra angular en el sitio que le correspondía, todo el resto de la construcción podría colapsar. Fue una figura que ellos no podían desconocer de ninguna manera. Él les estaba describiendo a Jesús como esa piedra angular que es viva, que fue rechazada por la gente, pero que fue elegida por Dios. Eso significa que Jesús es la piedra angular viva más importante y fundamental de la construcción que Dios está levantando: Su Iglesia.

Yo creo fielmente que Jesús es el fundamento de la iglesia, de la misma manera que lo es para cada persona que lo acepta como Salvador y lo convierte en Señor de su vida. Y también entiendo que este es un mensaje sumamente alentador. Dado que Jesús es la piedra angular, si es que allí la hemos colocado, Él mismo es la garantía que nuestro edificio personal no colapsará por más que las tormentas sean fuertes e implacables.

La construcción sobre esa piedra angular es la Iglesia misma, pero ten en cuenta que ella está compuesta por piedras vivas: creyentes individuales. Cada creyente es separado de las otras piedras del campo, para ser preparado y colocado en una casa espiritual, que es la morada de Dios. Allí, junto a los otros creyentes formamos parte estructural de la construcción de ese templo espiritual y somos transformados para ser morada digna de Dios, tanto individualmente y como Iglesia.

Así, se empiezan a discernir las responsabilidades de cada una de las piedras vivas que han sido separadas y forman parte de la morada de Dios. La Iglesia está siendo construida casa de Dios con un propósito. No es simplemente una estructura ornamental o decorativa sin un propósito funcional. La Iglesia nunca fue diseñada para ser un lugar donde esconderse del mundo. La gente la ve. ¡La tiene que ver! El mundo debe ver a las persona creyentes como piedras vivas y a la Iglesia como una casa espiritual en la que Dios habita, construida sobre la piedra angular que es Cristo.

La gran pregunta que no solamente yo me formulo en este tiempo, es: ¿Cómo puede Cristo ser la piedra angular para las personas cristianas y sus comunidades? ¿Cómo pueden los cristianos ser piedras vivas en una casa espiritual? ¿Cómo la Iglesia, que es gente y no edificio, puede ser vista como genuina casa espiritual? Si estos no son verdaderos desafíos para TU vida de fe, mucho me temo que todavía no eres iglesia, y por lo tanto aún estás lejos del Reino.

A mí todos estos retos no se me ocurre otro modo de cumplimentarlos, que haciendo real lo que ya ha sido dicho, que somos: linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciemos las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. Hermosas palabras que todos conocemos, repetimos, leemos y hasta predicamos con gran entusiasmo, de acuerdo, pero; La gran pregunta que ahora sigue a todas las preguntas anteriores, es: ¿Estamos haciendo eso o seguimos hablando de rutinas y actividades, todo inmerso en un mar de muletillas y fraseologías religiosas?

Pedro explica con muchísima claridad, que nosotros somos ese sacerdocio real que no necesita más que a Cristo para mediar entre los hombres y el Padre. Puesto que todos los creyentes somos sacerdotes, entonces estará más que claro que ninguno tiene mayor acceso al Creador que otro, como en algún momento alguien pretendió que creyéramos. Eso era una mentira, y nadie –por mejores intenciones que tenga-, predica a Dios a partir de medias verdades, verdades escondidas o directamente mentiras.

Todos aquellos que confiamos solo en Jesús para la salvación tenemos libre acceso a Su presencia, y todos nuestros oficios y talentos están consagrados como un verdadero servicio que honra a Dios. El que barre las calles y hace su trabajo para el Señor no está en una posición espiritual más baja que el predicador más talentoso del planeta, ya que todos los creyentes genuinos hemos sido declarados hijos justos del Dios Creador. Y eso incluye, naturalmente, a los que escribimos enseñanzas y grabamos audios, te lo aseguro, pero también a ti, que eres quien los lee y los escuchas.

En lugar de ver nuestra identidad de creyentes e hijos del Dios Altísimo, como una cuestión de exclusividad o de orgullo, lo que realmente debemos hacer es abrazar nuestro llamado a proclamar el amor y la misericordia de Dios a un mundo incrédulo que es más que notorio y evidente que lo necesita desesperadamente. Es necesario entender y asumir que, cuando invertimos nuestro tiempo haciendo cosas que no son estas, lo que estamos haciendo es traer a un mundo religioso, más religión, aunque esté vestida con ropas más bonitas. Y a esta altura de nuestras vidas, ya sabemos largamente que ninguna religión salva al hombre. Cristo Salva.

Esto es esencial. La gente en las comunidades se pregunta por el significado de la vida. La Iglesia en su rol de sacerdocio real puede interceder por las comunidades en oración y ser instrumentos de la bendición de Dios para ellas. Yo no estoy enseñando aquí el modo ideal para que tú te plantes en el púlpito de tu congregación y prediques el gran mensaje de tu vida. Lo que estoy tratando que entiendas, es que el que necesita que tú le lleves la solución a su crisis, es el mundo que ha elegido vivir sin Dios.

Soy consciente que, pese a haberme propuesto hacerlo todo con enorme misericordia, con sumo cuidado y con alta preocupación por respetar aquello que hasta hoy mismo pudieron haber sido tus creencias más arraigadas, sólo porque hasta no hace mucho tiempo, también yo creía lo mismo, de igual manera soy consciente de algo que ya descubrió el propio Jesús cuando apareció en el planeta: decir las cosas espirituales como son, que es decirlas como Dios ha dicho que eran, y no seguir las fábulas y discursos que la religión estructurada y tradicional está enseñando, es ganarse fieros enemigos.

Y como todos esos enemigos de alguna manera no han dejado de ser cristianos, sus oraciones, aunque sean adversas a lo genuino, tienen ingreso al Trono de la Gracia y producen en todos los que tratan de hacer la voluntad de Dios, grandes obstáculos y tropiezos. A mí nadie me sacará de la cabeza que aquellos grandes fariseos oraban y le pedían al Dios en el que ellos creían, que a Jesús le fuera mal. No veo el motivo o la razón por la cual hoy debería ser distinto para todos los que tenemos convicción de conformar su Cuerpo en la tierra.

Mi oración no es para que tú no te enojes o no tomes a mal todo esto, o para que no pienses mal de mí o lo que sea parecido. Aunque te suene mal y casi petulante, te aseguro que eso no me quita el sueño. Mi oración es sólo para que tus ojos espirituales sean abiertos y puedas ver lo que hoy el Espíritu Santo le está diciendo a Su iglesia. Él es el único guía genuino a toda verdad. Y es el conocimiento de esa Verdad, que es Cristo mismo, lo que nos hace verdaderamente libres.

Si sientes que todo esto que has leído coincide con lo que hay firme y sólido en tu interior, daremos gracias y gloria a Dios a dúo por ello. Pero si eres de los que siente que todo esto te ha resultado demasiado confrontativo, fuerte, duro y hasta ofensivo, lo mejor que puedes hacer es clavar tus rodillas y clamar al Padre para que te enseñe donde está la verdad y donde el error en todo esto. Eso, créeme, siempre será mucho mejor que taparte tus oídos con ambas manos y gritarme que me calle, que me calle y que me calle, y que no hable más, como si ese acto fuera la solución capaz de llenar todos tus vacíos.

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julio 25, 2025 Néstor Martínez