Yo no sé cuántas veces habrá oído usted hablar de ella, pero sí puedo decirle cuántas lo he oído yo en cualquiera de los templos de cualquiera de las congregaciones de cualquiera de las denominaciones que haya visitado en mi vida de creyente. La Sana Doctrina ha parecido y parecería ser el lema principal debajo del cual, posteriormente, se archivará cualquier clase de interpretación bíblica que sustente los postulados denominacionales, sectoriales y hasta particulares. Me propongo en este artículo, hablar de la genuina.
(Hechos 13: 1)= Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia, profetas y maestros; Bernabé, Simón el que se llamaba Níger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
Antioquia era una ciudad de Pisidia, en el corazón del Asia Menor, a unos doscientos cuarenta kilómetros al este de Filadelfia. Dominaba las rutas comerciales entre Efeso y el oriente. Con respecto a este Simón que aparece aquí y quizás en virtud de estar acompañado por Lucio de Cirene, ha determinado que muchos comentaristas coincidan en creer que pudo haberse tratado de Simón de Cirene, el hombre que llevó la cruz de Jesús. En realidad la Biblia no vuelve a hablar de él. Manaén, mientras tanto, se supone que puede haber sido amigo de la niñez de Herodes el tetrarca. Esto sugiere que probablemente fuera un hombre distinguido. Todos habían sido enviados allí por la Iglesia de Jerusalén.
(Verso 2)= Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
Primero habrá que puntualizar qué es lo que implica el término MINISTRANDO que aparece aquí. La palabra original, en este caso, es la palabra LEITOURGEO, y significa “Realización de actos religiosos o de caridad, desempeño de un oficio, cumplimiento de una función, oficiar como sacerdote, servir a Dios con oraciones y ayunos.” De allí deriva, obviamente, la palabra LITURGIA y su variante: LITÚRGICO. En Romanos 15, a esta palabra se la usa con relación a la satisfacción de las necesidades materiales de los cristianos. En suma, MINISTRAR, es un verbo utilizado en el servicio oficial de los sacerdotes. Aquí se refiere a su ministerio en el culto público.
En cuanto al ayuno, es como se sabe, un ejercicio espiritual, una restricción voluntaria de ingerir alimentos u otras variantes con el propósito de buscar a Dios. En las enseñanzas de Jesús se recomienda expresamente esta práctica en varias oportunidades. En esta ocasión, específicamente, la intención era buscar dirección y guía por parte del Señor para encarar una tarea.
Y finalmente, llama la atención esta expresión de: “Dijo el Espíritu Santo”, ya que es un concepto que determina sin ninguna duda la calidad de Persona que tiene el Espíritu Santo y que anula cualquier otro tipo de interpretación con respecto a que sea “una cosa” intangible, etérea, volátil. No se especifica cómo habló el Espíritu Santo. Ciertos comentaristas piensan que pudo haber sido a través de algunos de los profetas, pero ya sabemos que sobreabundan los comentaristas que han tratado por años de quitarle entidad sobrenatural a las cosas de Dios, inclinándose más por las palpables, visibles o más…”creíbles”. Allá cada uno con su fe. Lo cierto es que no se puso en duda porque la Palabra confirmaba lo que el Señor le dice a Ananías, en Damasco, en el sentido de que Pablo le es instrumento escogido para llevar su nombre a los gentiles y a los reyes, y la propia visión de Pablo donde el Señor le dice que lo enviará …lejos, a los gentiles…
(Verso 3)= Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
El hecho de imponer las manos es un acto de consagración, en este caso, al poner en marcha una misión. Lo vemos como ejemplo en Hechos 6, cuando se eligen los siete diáconos: Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás.
(Verso 4)= Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.
Cuando dice “ellos”, naturalmente, se refiere a los antes mencionados entre los cuales estaba Bernabé, que en realidad era un apodo que significaba “Hijo de Consolación” y que era el que los apóstoles le habían puesto a José. José o Bernabé, era un levita natural de Chipre, que teniendo una herencia, la vendió y todo lo percibido por eso, lo puso a los pies de los apóstoles para la obra que ellos emprenderían. Nótese, asimismo, que no se ponen de acuerdo entre ellos sobre el lugar donde deben ir, sino que, como producto de la continua oración y ayuno, es el Espíritu Santo quien los envía allí, casi del mismo modo en que envió a Jesús al desierto a librar su primera batalla personal y privada contra Satanás.
(Versos 5 y 6)= Y llegados a Salamina, anunciaban la Palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante. / Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús.
Salamina era una ciudad mayor de la isla de Chipre, situada en la llanura costera oriental. Era rival de Pafos, capital romana de la isla. Primera pregunta: ¿Qué gracia se supone que pueda haberles causado a los religiosos de la sinagoga el hecho de que se predicara el evangelio del reino en ese lugar? Con respecto al mago, (Generalmente se les denominaba de este modo a los profetas, pero aclarando en este caso que se trataba de un falso profeta) es obvio que ese mago era alguien vinculado con el ocultismo. El nombre “Barjesús”, (También se lo llama “Elimas”), significa “Hijo de Jesús”m y si bien resulta claro que no tiene nada que ver con el Señor y literalmente de acuerdo con las razones sociales de la época, podría atribuirse a lo corriente que el nombre Jesús, o Josué, o Yeshúa, era entre los judíos, algunos han creído ver en esa autodenominación una especie de sutil burla.
(Verso 7)= Falso profeta, judío, llamado Barjesús… // que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la Palabra de Dios.
Primero nótese algo que ya era lo común y corriente en esa época y lugar y que aún lo sigue siendo en muchos lugares: Barjesús, mago, junto a Sergio Paulo, procónsul, es decir: el gobernador de la isla de Chipre, una provincia romana que en el año 22 antes de Cristo, había pasado de la órbita del emperador a la del senado. Esto significa lisa y llanamente: ocultismo junto al poder político. ¿Nuevo, verdad? Vieja fórmula. Lo importante, en este caso, es que Sergio Paulo no es “atacado” en fe por Saulo y Bernabé dispuestos a predicar el reino ante los importantes, sino que es él mismo quien los manda a llamar para oírlos. Habría que agregar que Procónsul era un título que tenía el gobernador de una provincia romana subordinada, como en este caso, al senado romano, no así con las que estaban en el área del emperador que se titulaban Procuradores. El cargo duraba un año, pero incluía toda autoridad civil y militar.
(Verso 8)= Pero les resistía Elimas, el mago, (Pues así se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul.
Es evidente que una batalla comienza a librarse. En cierta medida en el lugar físico, pero mucho más en las regiones celestes. Sergio Paulo manifiesta una necesidad de escuchar lo que Saulo y Bernabé tienen para decirle, pero Elimas (Que es Barjesús, le recuerdo), con sus estratagemas, trata de impedirlo. ¿Quién enviaba a Barjesús? ¿Qué es en la tipología, Barjesús, hoy? Religiones tradicionales, muertas espiritualmente. Obviamente, sectas satánicas o sincretistas, esto es: las que mezclan lo divino con lo pagano. Filosofías humanistas que creen que no necesitan demasiado a Dios para hacer las cosas; ni siquiera las cosas que se hacen en el nombre de Dios. Nueva Era. Iglesias altamente verborrágicas que conducen más hacia una idea socio-política del evangelio que la espiritual con que ese evangelio fue predicado en sus orígenes.
(Verso 9-11)= Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano.
El pasaje señala muy particularmente, antes de dar detalle de lo que luego haría, que Pablo estaba lleno del Espíritu Santo, siendo implícito, por ende, que sin esa llenura, ese hecho hubiera resultado muy complejo, sino imposible. Un paralelo que corrobora esto lo encontramos en hechos 4:8, cuando pedro y Juan fueron detenidos y metidos presos en Jerusalén. En un momento dado fueron llevados ante los gobernantes, los ancianos y los escribas a los fines de interrogarlos con qué autoridad predicaban y enseñaban lo que predicaban y enseñaban. ¿Se imaginan a un pescador tosco, bruto, analfabeto, sin el menor atisbo de cultura, sin más compañía que un casi niño, Juan, con todo el derecho carnal de estar asustados de pararse frente a la natural y nominal autoridad representada nada menos que por Anás, Caifás, Alejandro y toda la familia de los sacerdotes, una casta altamente intelectual, poderosa e intocable? Pedro habló, – dice la Escritura -, lleno del Espíritu Santo y el resultado quedó a la vista: tuvieron que ponerlos en libertad. No fueron Pedro y Juan: ¡¡¡FUE DIOS!!!
Con respecto a lo que Pablo le dice al mago, de que es usado para trastornar los caminos rectos del Señor, no hace sino poner sobre el tapete la figura tipológica que vemos en Mateo 13:38, donde hay un campo, que es el mundo; una buena semilla, que son los hijos del reino y la cizaña que son los hijos del malo. En Juan 8:44 Jesús establece una medida muy parecida cuando no vacila en decirle a ciertos religiosos que son hijos del diablo, padre de mentira. Por lo demás, Oseas ya lo había adelantado cuando dijo que “Los justos andarían por los rectos caminos de Jehová y que los rebeldes caerían en ellos”. Cuando Pablo le dice al mago que la mano del Señor está contra él, no hace sino repetir la misma fórmula que utilizó Moisés, en Egipto, ante Faraón.
Cuando hablamos del profeta, no estamos hablando del hombre, estamos hablando del espíritu del profeta, del Espíritu Santo, de la Palabra de Dios activada. Él es el profeta. Él es la palabra de Dios. Él es el soplo de Dios. Pero su voz no puede ser manifestada o ejecutada excepto a través de tu propio aliento. Pablo ya no era Pablo, estaba lleno del Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios era el profeta, era quien declaraba, era un vaso cargando la plenitud de Dios, igual que puede hacerlo usted si obedece y abre su boca. Viene del Espíritu, es Dios contra Satanás. Estar lleno del Espíritu significa que usted es inspirado, igual que la cámara de la rueda de un automóvil. Por sí mismo es totalmente inútil, un pedazo de goma sin valor; inflado con aire y protegido con la armadura que implica la cubierta de caucho, le permite andar y desarrollar velocidades increíbles. Estar lleno no significa estar inmóvil disfrutando. Significa manejarse como las velas de un velero. Andar. Es un viento tempestuoso que lo lleva. Es el soplo de Dios en su vida. De ninguna manera es una débil paloma asentada en su hombro. La palabra le llama “Ríos de agua viva” corriendo en tu interior. No es una laguna quieta o estancada ni un tranquilo remanso; es río tempestuoso que, cuando embate, arrasa con todo lo que se opone. No hay nada que lo detenga; destroza por sí mismo cualquier dique de oposición; eso es estar lleno.
Ellos, estaban viendo allí como se pervertía la obra de Dios, como se esmeraban por mantener a toda una sociedad en la oscuridad. Estaban siendo pervertidos por un don falso, por un paralelo satánico. Pero Dios, a través de Pablo, muestra la verdad y el don mayor. Todo el mundo le teme al falso profeta, al falso maestro, a la adivinación, a la hechicería, a la manipulación humanista; pero tenemos algo que es mayor y que nos permite desafiarlos para que ellos puedan ver que hay una demostración que Dios puede hacer a través de su profeta.
(Verso 12)= Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó maravillado de la doctrina del Señor.
Primer punto: en algunos casos, (Y hay varios en la Escritura), es notorio que existe una necesidad (Luego satisfecha), de ver. El procónsul cree porque lo que ve le abre sus ojos a, lo que señala al final del pasaje, es La doctrina del Señor: La Sana Doctrina.
Ahora dice que creyó la doctrina del Señor. Pero resulta que Pablo nunca predicó un versículo ni un capítulo. ¿Cuál fue la doctrina que predicó Pablo, entonces, frente al procónsul? El Poder. ¿Cuál fue la enseñanza ese día? El puntapié que le dio al diablo, fue la enseñanza. Estaban maravillados de la doctrina de Dios. No con palabras. El reino no es con palabras, es con demostración de poder del Espíritu Santo. Todos tenemos la capacidad de tenerlo. Lo que hoy prolifera demasiado abundantemente, son palabras. Decimos: “Satanás, te vamos a hacer lo siguiente: te vamos a destruir, te vamos a resistir, te vamos a atar…” y todo es hablar, hablar y hablar. Pero no hay acción y mucho menos su demostración. Muchos que hablan, pero poca demostración. ¿Sabe usted lo que andan haciendo los demonios en la calle? Buscando a alguien que los desafíe. Cuando el procónsul vio los dones del Dios verdadero, creyó. Y conoció ahí mismo La Sana Doctrina.
¿Usted alguna vez vio un rey? Mírese a un espejo. Después lea la Palabra que dice que el reino de Dios está compuesto por reyes y sacerdotes. ¿Usted, forma parte del reino de Dios? Mírese otra vez al espejo. Usted es un rey.
Una leona, que recién había parido a su cachorro, salió a buscar comida y fue muerta por un cazador. El cachorro, abandonado, cuando tuvo alguna fuerza que le permitió andar terminó compartiendo calor, cuidado y protección con una manada de ovejas, Se crió convencido que él era uno más de la manada. Un día, un león asustó terriblemente a la manada y él huyó con ella. Creció y otro día, al ver reflejada su imagen en el agua, se asustó terriblemente. Quiso balar como sus hermanas, pero le salió un enorme rugido. Recién allí se dio cuenta que durante mucho tiempo había estado convencido que era alguien indefenso y sin valor alguno en la comarca. Ahora resulta que había entendido, al fin, que era nada menos que el rey de la selva. Un Rey.
