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¿Visitación o Avivamiento?

Muchos, en el ámbito eclesiástico, hablan de moveres de Dios y el nuevo mover y el avivamiento. Son palabras comunes que escuchamos en el ambiente cristiano. Varias palabras que usamos, que a mí me gustarían denominar como “palabras gravitacionales”. Es decir: palabras con fuerza de gravedad, que atraen hacia sí gente de todo caminar en Cristo.

Cuando Dios habló de santidad, de distintos grupos eclesiásticos salió gente que se reunió alrededor de esa nueva palabra: mover de santidad. Cuando vino el mover de la fe, salió gente de la Santidad, del Pentecostalismo, de los Prebisterianos, de los Bautistas y de los Católicos para reunirse en derredor de una nueva palabra llamada fe gravitacional. Lo mismo pasó con la palabra Prosperidad.

Cuando vino el mover profético, entonces todos los títulos cambiaron en la iglesia y aunque no eran profetas, todo el mundo era profeta. Los pastores se convirtieron en profetas, los evangelistas se convirtieron en profetas y “doña Rosa” también profetizaba.

Son palabras gravitacionales. Que Dios habla algo, deposita algo en el ámbito terrestre y aquel que tiene oídos sale de donde está y se reúne alrededor de esa nueva palabra.

Hay dos errores. Uno, que la gente al oír algo nuevo, se cierra en obstinación y no quiere saber nada nuevo y se queda donde está estacionado. Yo nací aquí, Dios mío, y aquí voy a morir porque mi papá y mi abuelo y mi mamá, todos fuimos así, ¡Y de aquí no me mueve nadie! Tiene razón; sólo el diablo lo va a llevar.

Está el otro extremo. Gente que aborta todo lo que había aprendido, desahucia todo lo que había aprendido previamente y se reúne alrededor de la nueva palabra y todo es lo nuevo y nada sirve más que eso. Son los extremos. Es lo que se puede llamar el péndulo del reloj. Cuando Dios trae una palabra, el péndulo se mece. El obstinado que no quiere nada porque el temor a lo desconocido aborta la verdad. Por temor a caminar en ámbitos desconocidos, prefieren quedarse en lo seguro.

Allí se opera por temor. Temor es la venida de Satanás, no de Dios. Así que se queda atrás. El temor es, para Satanás, lo mismo que la fe para Dios. Dios no nos ha dado espíritu de temor. Todo lo que opera en temor, no es de Dios. El legalismo opera en temor; es satánico. Es temor de que la gente se vaya. Entonces los controlo. Es temor de que si anda un predicador con palabra fuerte y yo los dejo ir a oírlo, esa palabra se vuelva en mi contra. Usted puede pensar lo que quiera, pero Biblia es Biblia.

El que opera en temor, opera en avenidas satánicas; es hechicería. ¿Quién los hipnotizó?, les decía Pablo a los Gálatas. “¿Qué habiendo empezado por el Espíritu van a terminar en la carne?” La palabra Fascinar, allí, es hipnotizar, hechizar. Pero entonces está el otro extremo, que son aquellos que oyen lo nuevo y los fundamentos que vienen trayendo de años, se pierden. Porque todo es aquello que Dios está diciendo; ambos son errores.

La verdad es que después de algunos años, el péndulo deja de hamacarse, de balancearse, y se produce un remanente. Un remanente que no arroja a la basura aquello que no pierde valor con el tiempo y sí arroja a la basura todo lo que los dogmas y las doctrinas de hombres han puesto en su vida y acepta lo nuevo.

Reforma es diferente a lo que es un avivamiento. Reforma es lo que si usted lee sobre historia de la iglesia, se va a dar cuenta que siempre hubo. Dios reforma a cada rato a la iglesia. Pero cuando hay una reforma, eso es algo que hace historia. No es algo que viene y pasa y sólo usted se entera. La reforma es algo que después de nosotros morir, alguien siempre va a leer.

En la reforma, siempre hay alguien que da la vida por establecer la verdad, sea física o espiritualmente. Siempre hay pioneros que Dios levanta, con una voz profética o apostólica, para establecer eso nuevo que Dios está haciendo. Pero hay un riesgo: usted no puede establecer una nueva verdad, aunque verdaderamente venga de Dios, sin exponerse a que lo rotulen como “herejía” lo que usted dice y, naturalmente, a usted como hereje.

Ahora: ser hereje, no necesariamente es estar en error. Ser herejes es poner un fundamento que no ha sido arrojado. Cristo fue herético, pero tenía razón. Martín Lutero fue hereje, pero tenía razón. Si entiende bien la palabra Herejía, entonces desearía ser uno para ser usado por Dios. Lo que pasa es que la religión le da a ciertas palabras connotaciones tan impactantes que nos asustamos. ¡¡Herejía!! ¡¡Ahhh!!! ¡No! ¡No! ¡Quizás sea algo nuevo y usted tenga razón!

A los pioneros que salieron hace muchos años a hablar del vivir por fe los mataron por eso. Pero hoy todos nosotros sabemos que tenemos que vivir por fe si queremos llegar a alguna parte. Pero alguien tuvo que morir para que la verdad entrara. Y no estaba en error, sólo que se animó a establecer diferencias.

Hoy está ocurriendo lo mismo. Están cayendo pedradas en contra de lo que Dios está haciendo. Mañana, esas mismas piedras van a ser el fundamento sobre el cual se van a parar. Pero mientras tanto, algunos, hoy, reciben algún piedrazo en sus cabezas.

Muchos jamás han salido de su templo, entonces dudan. Pero los que recorren prácticamente todo el planeta año tras año, saben muy bien que este es un mover global de Dios, no una locura de un pastorcito o un maestrito en un remoto lugar. Ha llegado la hora de conocer a los hombres por el Espíritu, no por credenciales. La objetividad de este mensaje es que usted entienda cómo y a través de quién Dios está haciendo lo que está haciendo. Para que usted entienda lo que está pasando.

(2 Crónicas 34: 1)= De ocho años era Josías cuando comenzó a reinar, y treinta y un años reinó en Jerusalén.

(2) Este hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en los caminos de David su padre, sin apartarse a la derecha ni a la izquierda.

<(3) A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de David su padre; y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los lugares altos, imágenes de Asera, esculturas, e imágenes fundidas.

(4) Y derribaron delante de él los altares de los baales, e hizo pedazos las imágenes del sol, que estaban puestas encima; despedazó también las imágenes de Asera, las esculturas y las estatuas fundidas, y las desmenuzó, y esparció el polvo sobre los sepulcros de los que les habían ofrecido sacrificios.

(5) Quemó además los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y limpió a Judá y a Jerusalén.

¿Se imaginan a un muchacho de veinte años, desenterrando y haciendo quemar los huesos de los predicadores que habían llenado la iglesia de dogmas y tradiciones humanas? Reforma. Hay mucho hueso que quemar por allí, todavía.

(6) Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta Neftalí, y en los lugares asolados alrededor.

(7) Y cuando hubo derribado los altares y las imágenes de Asera, y quebrado y desmenuzado las esculturas, y destruido todos los ídolos por toda la tierra de Israel, volvió a Jerusalén.

(8) A los dieciocho años de su reinado, después de haber limpiado la tierra y la casa, envió a Safán hijo de Azalía, a Maasías gobernador de la ciudad, y a Joa hijo de Joacaz, canciller, para que reparasen la casa de Jehová su Dios.

<(9) Vinieron estos al sumo sacerdote Hilcías, y dieron el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, que los levitas que guardaban la puerta habían recogido de mano de Manasés y de Efraín y de todo el remanente de Israel, de todo Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén.

(10) Y lo entregaron en mano de los que hacían la obra, que eran mayordomos en la casa de Jehová, los cuales lo daban a los que hacían la obra y trabajaban en la casa de Jehová, para reparar y restaurar el templo.

(11) Daban asimismo a los carpinteros y canteros para que comprasen piedra de cantería, y madera para los armazones y para la entabladura de los edificios que habían destruido los reyes de Judá.

(12) Y estos hombres procedían con fidelidad en la obra; y eran sus mayordomos Jahat y Abdías, levitas de los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulam de los hijos de Coat, para que activasen la obra; y de los levitas, todos los entendidos en instrumentos de música.

(13) También velaban sobre los cargadores, y eran mayordomos de los que se ocupaban en cualquier clase de obra; y de los levitas había escribas, gobernadores y porteros.

(14) Y al sacar el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, el sacerdote Hilcías halló el libro de la ley de Jehová dada por medio de Moisés.

(15) Y dando cuenta Hilcías, dijo al escriba Safán: yo he hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. Y dio Hilcías el libro a Safán.

(16) Y Safán lo llevó al rey, y le contó el asunto, diciendo: tus siervos han cumplido todo lo que les fue encomendado.

Antes de entrar en el proceso de reforma que nos describe 2 Crónicas 34, déjeme darle varias definiciones de palabras comunes en el día de hoy. Avivamiento: Hoy en día esto es lo que se entiende por avivamiento en la iglesia: un mover sin sustancia, que carece de Palabra de Dios y carece del poder transformador que era evidente en los avivamientos históricos de la iglesia. Algo más bien lleno de manifestaciones visibles en un marco de cierto desorden eclesiástico donde decimos que la gloria de Dios se movió por aquí y por eso nadie tuvo control. A eso se le llama Avivamiento. Manifestaciones externas, a veces extremistas y excesivas, que no son viables para el propósito de Dios. A eso le llamamos avivamiento.

Visitación:La hemos asociado con piel de gallina y manifestaciones desordenadas. Gente desparramada durante largo tiempo por el suelo. Dios me visitó, tuve mi visión. Y torcemos la cara para que se nos vea más espirituales. Las manifestaciones del Espíritu son reales y debemos operar en ellas. Aquí estamos hablando de los extremos. A la visitación siempre la asociamos con algo teórico y mistificado. “Dios me visitó” Dios lo visita hoy también a través de una palabra sencilla. Buscando lo espectacular, no se pierda lo divino.

La gran siega – Cosecha: A eso le llamamos un gran mover evangélico, donde todos los perdidos vienen a Dios. Este es el significado que la iglesia le ha dado a los términos. Yo le quiero hablar de la tecnología interna del mover de Dios. Cuando hablo de tecnología me refiero a las leyes o los principios del mundo del espíritu, que causan que el acercamiento de Dios sea productivo para su propósito. Todo propósito de Dios debe ser administrado por los hombres. El mover de Dios se administra. Es soberano en su llegada, pero la gracia es administrada por los hombres.

Dios se acerca a la tierra buscando a alguien que entienda para qué Él se acercó. Y el que entienda para que se acercó, ese es el que maneja su gracia adecuadamente. Los demás sólo reaccionan ante su venida. La reacción produce gozo, tiempo tendidos en el suelo, llantos, risas, temblores. Todo eso es una reacción ante la presencia de Dios; es de Dios y es Dios, pero no es la razón por la cual Dios vino.

Necesitamos poseer la habilidad de predecir y acercar el mover de Dios a la gente. Todo mover de Dios tiene que ser enseñable y transferible. Para eso hace falta sabiduría. Conocimiento es entender algo; sabiduría es aplicar lo entendido. Muchos tienen conocimiento, pero pocos tienen sabiduría.

La unción de sabiduría, en la Biblia, siempre viene a través de los carpinteros, o a través de los labradores, o a través de los apóstoles; de gente que como decía Pablo, son peritos arquitectos. Dice que la sabiduría labró las siete columnas y edificó la casa de Dios. La casa de Dios se edifica con sabiduría. Esto es: gente que sabe traer lo teórico al mundo práctico. El problema con la iglesia está en que siempre nos quedamos en lo teórico. Dios no es un académico, ni teórico; no usa corbata, ni habla español antiguo ni idioma Reina Valera. Dios es práctico.

Si hubiera que reducir a una sola oración todo esto que estamos diciendo, ese algo sería: este es el tiempo de hacer y terminar la obra de Dios. Este no es un mover especial. Es la guerra más grande de la historia de la iglesia: el establecimiento del reino de Dios. El tiempo presente en el cual estamos viviendo globalmente, no enfoca manifestaciones externas del Espíritu; aunque sea eso, mayoritariamente, lo que está ocurriendo en muchos lugares. No es lo que Dios está haciendo ahora. Falta que usted sepa discernir por el Espíritu, si yo le estoy diciendo o no la verdad.

Globalmente, si yo tuviera que decir qué está haciendo Dios, no incluiría manifestaciones externas. No es el epicentro de lo que Él está haciendo. Que ocasiones manifestaciones externas; que la gente reaccione con manifestaciones externas, sí, muchísimo, pero no es lo que Él está haciendo.

Cuando Martín Lutero trajo la reforma, él no fue sobrellevado por un espíritu soberano que lo volvió loco y clavó las tesis en la pared. No. Él llevaba años estudiando a ver los errores de la iglesia. Y convencido de sus hallazgos, viró el curso de la iglesia por medio de unas tesis que escribió. Y dijo: esto está mal y si continuamos en este rumbo no vamos a dar en el blanco. Hay que cambiar de carril, ahora: Reforma.

La reforma es un mover deliberado, estudiado. Es un ataque deliberado contra toda posición errada en Dios. Es soberano en el sentir de que el tiempo de la reforma lo trae Dios, pero el hombre que es usado para la reforma, lleva años estudiando el error de la iglesia que la sabiduría para corregirlo. Y cuando comienza a manifestarse no es cuando él comienza a escuchar que hay reforma.

Es, con las diferencias del caso, el mismo sentir que hubo en Lutero. Se siente que si seguimos así, jamás vamos a dar en el blanco. Entonces, lo que estamos haciendo, es empezar a cambiar de carril.

Claro; mucha gente se opone a eso porque prefiere un avivamiento, que es algo externo que le dice a la gente: “te traigo un refrigerio que te va a hacer olvidar, quizás, los problemas.” Por una semana, o dos, de acuerdo al tiempo que dure la campaña. Y después se vuelve a lo mismo. La reforma cambia el fundamento sobre el cual usted camina para que todo cambie en el mañana. Reforma no es avivamiento.

Ahora; si estudiamos claramente el significado de las mismas palabras que ya hemos interpretado, podemos encontrar entonces que el mover presente de Dios, aunque incluye todas estas manifestaciones externas, apunta a objetivos mucho más elevados que no pueden definirse ligeramente como: avivamiento, restauración, cosecha, siega o algo por el estilo.

Dios no le pone título a su mover; el título se lo pone el hombre. Yo, lo que quisiera, es que se le ponga un título adecuado, porque a veces, los títulos, desvían el propósito del mover.

Porque si el avivamiento, en su mente, es un desorden eclesiástico, y eso es lo que Dios está haciendo, usted, tratando de someterse a lo que Dios está haciendo, se va a entregar a algo que no es viable para el propósito de Dios. Simplemente por lo que entendemos que es un avivamiento.

Ahora, si entendemos bíblicamente lo que es un avivamiento; si entendemos a través del diccionario lo que es un avivamiento, entonces vamos a saber a qué nos estamos entregando. Una cosa es lo que Dios hace y otra la que el hombre cree que Dios está haciendo.

Vamos a ver estas palabras de acuerdo con la Biblia. Visitación: La visitación es un Kairos de Dios que trae un refrigerio que imparte ánimo, pero también carga un significado mucho más amplio. Hay un texto en Zacarías 2:3 que habla de eso. Ahí la palabra es PAQAD. Visitación significa: evaluar, escudriñar, dar instrucción. Es la llegada de una persona de rango superior, para dar corrección a una persona de rango inferior.

Es la intervención de Dios en los asuntos humanos, para corregir. Una visitación. Si fuéramos a dibujarlo en una fotografía alegórica, en el hebreo, tiene la figura de un médico visitando a un enfermo. Lo visita, le descubre cuál es su enfermedad o error, le diagnostica lo que necesita tener, le aconseja lo que necesita tomar si es que desea mejorar. Ahora, por favor, en el amor de Dios, la próxima vez que usted me diga que Dios lo visitó, no me mencione un trance ni un éxtasis. Porque si Dios lo visita usted se corrige y mejora. Si sigue exactamente igual luego de esa experiencia, no ha sido una visitación.

Este es, ampliamente, el significado del diccionario. Es que somos gente que ha sido criada por métodos teóricos y tan mistificados que todo lo que se dice, es Dios. ¡No! Sólo un porcentaje de lo que se dice es Dios; aprenda a discernir por el Espíritu. Visitación. Dios utiliza hombres o mujeres para visitarlo siempre que los encuentra aptos y obedientes. Él no tiene ninguna gana de venir a visitarlo a usted personalmente. Es más; no es usted, tampoco, tan importante como para obligarlo a venir a visitarlo en persona. Hay gente que dice: ¡No lo vas a creer! ¡El mismo Satanás estuvo en mi habitación! Es mentira, en tanto y en cuanto usted no está haciendo algo tan importante como para que Satanás lo venga a ver en persona.

Él anda metido en el sistema educativo, como para que en un futuro, la escuela sea un cementerio de creyentes. Allí anda metido. No en su casa reventándole las cubiertas de su auto, quemándole el motor de la heladera o arruinándole una instalación eléctrica. Hay gente que dice: “Tengo guerra espiritual; cada vez que quiero orar, el niño me llora y no me deja”. Lo que tiene usted es un malcriado, no guerra espiritual.

Estamos viviendo un tiempo que requiere, de nosotros, ciertas mentalidades inertes para poder prevalecer. Hay canciones, por ejemplo, que tienen las letras equivocadas para preparar una mentalidad equivocada. Pueden ser famosas en su momento, pero la palabra que traen no es la correcta. Y las canciones le pegan a usted más fuerte que el mensaje. A veces, yo milito con mentalidades que han sido desarrolladas por canciones, no por Biblia. Que hablan de calles de oro y lugares celestiales que no son bíblicos, pero que como vienen cantándose hace veinte o treinta años, no hay quien les tumbe el becerro.

¿Qué guerra tiene usted? Dios no le puede ministrar hasta que usted no sale adelante y en victoria, no importan las circunstancias de su batalla personal privada. La Palabra dice que en los últimos tiempos, el que busca salvar lo suyo, lo pierde.

PAQAD tiene que ver con un equipamiento. Viene a buscar las sustancias, las posturas espirituales, las mentalidades, el entendimiento, a ver si usted tiene la tecnología adecuada para el día. Esto es una visitación.

Avivamiento: Esto es infusión de nueva vida. Si el avivamiento lo arroja a usted al suelo, puede ser Dios si lo único que lo confirma es que al levantarse usted es diferente. El problema es que todos los domingos tenemos desparramada por el suelo a la misma gente y no cambian. ¿Cuándo nos vamos a dar cuenta que hay algo raro? ¿Siempre es la misma gente la que necesita oración?

Lo que está de más en la iglesia, es el “ismo”. Tenemos reglas y disposiciones que debemos respetar y está muy bien, pero LEGALISMO, es extremo. Tenemos emociones porque somos hijos de un Dios que tiene emociones, pero EMOCIONALISMO, es extremo. Hay materia y materiales en la iglesia; debe haberlos, pero MATERIALISMO, es extremo. Lo que pasa es que hay gente que no acepta ninguna regla, ninguna emoción, ni nada material por miedo al legalismo, al emocionalismo y al materialismo. Muy bien; esto, también es extremo. Entonces usted se muere rebelde, serio como una momia y encima pobre!

Avivamiento es un mover migrante que lo aleja de una posición descarriada a una que no lo es. Sólo se aviva lo que está muerto. ¿Cuántos quieren avivamiento, ahora? Tomamos como avivamiento estar en el suelo con cosquilleos en el cuerpo; a eso lo llaman bendición, como parte de una religión errática, egocéntrica y limitada al hemisferio occidental: no funciona en India, por ejemplo.

¿Cuántos irían a Egipto a predicar y a decirles que Dios los ama, cuando Egipto, en la Biblia, siempre es el mundo? ¿Cuántos nos atreveríamos a ir a Siria a decirle al sirio que Dios lo ama, cuando en la Biblia Siria representa a Satanás? Estamos hablando de portadores de un mensaje, no de expositores bíblicos.

Avivamiento es una agitación de creyentes apáticos; reforma es la alteración de su médula espiritual. Un corte consciente con todo lo que no es Dios. Avivamiento es un soplo soberano provocado por el arrepentimiento y un corazón contrito.

Reforma es la revisión del epicentro, del concepto que usted tiene de Dios Es cambiar en su mente lo que usted creía que Dios era. Es un esfuerzo consciente de romper con todo lo que es antibíblico y reintegrar la Escritura a su nivel de autoridad final de toda nuestra creencia y nuestra práctica.

Cambio. Nosotros llamamos cambio a tomar el viejo mueble y darle una mano de pintura. Queda muy bonito visto desde afuera, pero por dentro sigue lleno de polilla. Cambio es arrasar con la polilla y, si no puedo, arrancar ese pedazo de madera y colocar una nueva. Moisés, Elías, Juan el Bautista, llegaron hasta cierto punto.

El problema que tiene la iglesia es que siempre está creyendo que son los últimos. Entonces cuando se levanta alguien con algo físico, dice ¡No! ¡Yo llevo veinte años predicando que esto es lo último! Dios es un Dios multigeneracional. Como siempre pensamos que Cristo venía ya, pensamos que somos lo último. El tiempo en que uno se acostaba asustado pensando que la esposa se iba a ir antes que uno, ya pasó.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez