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Viendo el Mundo Espiritual

El tema que vamos a estudiar es bastante complejo y delicado. Es delicado por el hecho de que no es fácil expresarlo exponerlo. Y realmente confiamos en que el Espíritu Santo esté allí guiando a toda verdad a quienes lo están escuchando, única manera de que se les enseñe lo que Él desee mostrarnos.

Vamos a ir a la segunda carta de Pablo a los Corintios capítulo tres. Este pasaje es muy interesante porque revela una parte muy singular del ministerio de Cristo. Vamos a leerlo desde el verso seis en adelante.

(2 Corintios 3: 6) = El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica.

(7) Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, (8) ¿Cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?

Aquí se está comparando el ministerio del Antiguo Pacto con el ministerio del Nuevo Pacto. Concretamente, aquí se está hablando del ministerio del Espíritu. Te pido que tomes fuertemente ese concepto: ministerio del Espíritu.

(Verso 12) = Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; (13) y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido.

(Verso 15) = Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.

Es evidente que algo pasó en el Antiguo Pacto, que provocó que no se cumpliera todo el propósito de Dios. La explicación de eso, está en el verso 14: pero el entendimiento de ellos se embotó. Ese término es muy interesante. Hay una versión bíblica que aquí dice: pero se embotaron sus inteligencias.

Otra versión dice que el entendimiento de ellos, se endureció. Algunas traducciones mencionan la palabra griega poró, que se traduce en algo así como piedras, o petrificó. Se endureció. Se blindó. Dice la versión Reina Valera actualizada que sus mentes fueron endurecidas.

Es tremendo, pero ellos no entendieron lo que Dios quería hacer porque su entendimiento se endureció. Leo de nuevo y ahora completo el verso 14: Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado.

Una de las cosas que la religión hace, es embotar la mente. Por una sencilla razón: porque pretende exponer o explicar elementos que son del espíritu. Miren esta presunción: decir Teología. Teología significa: estudio de Dios.

Esto es como decir que podríamos colocar a Dios en un tubo de ensayo, analizarlo y ver cómo es Él. Toda religión que parte de lo natural para explicar lo espiritual, está en un problema. Lo espiritual, se explica espiritualmente.

Es interesante el uso de las parábolas que Jesús hace. Él utiliza elementos cotidianos, de la vida diaria, para exponer principios del Reino de Dios. A eso se le llama parábolas. Pero muchas cosas que tienen que ver con el diseño arquitectónico del Reino de Dios, Jesús no las expone.

La religión trata de utilizar los elementos naturales para exponer los elementos espirituales. Lo que ocurre es que la gente termina con un velo. Puedes darte cuenta que eso pasa aún en la iglesia cristiana de hoy día. La gente habla de cosas que nunca ha experimentado.

Habla de los lugares a los que nunca ha ido. Y el problema es que, a la larga, eso provoca que nuestro corazón y nuestra mente se endurezcan. Te doy un ejemplo. Cuando tú le predicas el evangelio a gente budista, para ellos es muy tremendo entender que alguien hizo algo tan grande a cambio de nada.

Porque la gente oriental está formada para aceptar que no recibe nada gratis. Ellos han sido formados para aceptar que todo tiene un precio. Entonces, para que el evangelio penetre en su mente, tiene que romperse su paradigma cultural, primero.

Lo segundo que pasa es que, tratar de exponer algunos puntos como la encarnación, para ellos es muy difícil. Hoy día nosotros, con tanta tecnología, hay muchísimas cosas básicas que todavía ignoramos. Veamos qué pasó con la ley.

Dios le habló a Israel en términos comprensibles. Les habló de cosas que ellos podían entender porque las veían. Sin embargo, sólo eran una figura de lo que habría de venir. Eso pasó con respecto al cordero del sacrificio, por ejemplo.

Todos estamos de acuerdo que el cordero de la Pascua era una tipología de Cristo. Pero a la larga, hubo más atención en el cordero como animal, que cuando vino el cordero real. La religión pone un velo. Pero el segundo recurso que también pone un velo, es el espíritu de Grecia.

El pueblo griego era un pueblo muy religioso. Ellos no eran paganos. Tenían un sistema religioso tan elaborado que, incluso, tenían un culto a un dios que no conocían. Ellos no querían ofender a ningún dios. Pero cuando tú lees la filosofía de Platón, o los axiomas de Aristóteles, te das cuenta que en el proceso, ellos negaban todo lo que era sobrenatural.

Entonces enfatizaban que el todo del hombre, era el cuerpo. El concepto del alma, nunca terminó de estar plenamente desarrollado por ellos. Y aunque hablaron de eso, nunca llegaron a tener luz al respecto. Una de las cosas más tremendas que ellos hicieron, fue la dicotomía.

Esto significaba que era imposible que estos dos elementos, el natural y el espiritual, puedan vivir juntos. Ahora bien; por el otro lado, ellos desarrollaron sistemas elaborados de enseñanza. La didáctica nació en Grecia. Está ligada a su origen.

La catarsis como método de enseñanza, también tiene un evidente origen griego. Las discusiones, y el concepto de la transmisión de enseñanza por el discipulado, también lo usaron ellos. Se van a dar cuenta ustedes, de que el aporte de Grecia al mundo de hoy, fue una serie de sistemas que han sido aceptados como algo normal.

Por ejemplo, la parte del culto al deporte. Es todo un sistema. Y aquí puedo hablar desde una doble autoridad. La de ser un ministro del Señor hoy, pero haber sido un periodista deportivo ayer. Sin embargo, para los griegos, el deporte era una religión. Ellos hacían todo eso para un Dios.

Después tenemos el sistema homeopático, que hoy día está tan de moda, también es parte de todo modelo. El sistema geométrico. La geometría tenía que ver con el uso mágico de los números. Los maestros de la cábala, utilizarían mucho de la geometría platónica para luego hacer sus estudios.

Ellos sembraron diseños. Aún hoy en día, en los sistemas educativos de una innumerable cantidad de pueblos y naciones, se utilizan activamente diseños griegos. Una de las cosas que hace el sistema griego, es poner un velo sobre el entendimiento de la gente.

Pone un velo entre el cuerpo y el alma. Y pone un velo entre el alma y el espíritu. Y aquí quiero decir algo: Cristo vino a quitar los velos. La demostración de eso está en el verso 16. Dice: Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.

La única forma en que el velo salga, es que la gente se convierta. Pregunto: ¿El pueblo de Israel era un pueblo pagano? No. Ellos conocían al Dios verdadero, pero tenían un velo. Del mismo modo, hay miles de millones de cristianos que conocen a Jesús, pero tienen un velo.

Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Y nosotros hemos utilizado este pasaje para fundamentar que donde está el Espíritu del Señor podemos saltar, gritar o correr. Sin embargo, no se está hablando de eso aquí.

No tiene nada que ver con la alabanza. La explicación de este verso está en el verso 18, que dice: por tanto, nosotros todos, a consecuencia de estar en libertad, a consecuencia de estar delante del espíritu de libertad, por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta, y está comparando a Moisés que tenía la cara cubierta, como en un espejo, la gloria del Señor, somos transformados, de gloria en gloria, en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

Te leo algunos versos acá. Por eso todos nosotros, ya sin el velo que nos cubría la cara, somos como un espejo que refleja la gloria del Señor, y vamos transformándonos en su imagen misma, porque cada vez tenemos más de su gloria. Y esto por la acción del Señor, que es el Espíritu.

Este tremendo capítulo que Pablo escribe, está comparando el culto de Moisés; eso quiere decir: el sistema religioso que vino con la ley, con el sistema que vino con el Espíritu. Y nos empieza a mostrar por qué causa uno falló y el otro es mejor.

El principal punto débil del sistema antiguo, es que depende de la mente del hombre. Entonces, los hebreos se hicieron sabios con su enseñanza. Te puedes dar cuenta que los fariseos discutían con Jesús. ¡Mira que presunción más vergonzosa!

Estaban discutiendo con el autor de la ley. Le discutían acerca de los ángeles. Le discutían acerca de la vida eterna, al autor de la vida eterna. Y a pesar de lo que Jesús les dijo, ellos no lo aceptaron. Porque el punto débil del Antiguo Pacto, es la mente.

Por eso es que Jesús va a buscar gente en la cual no haya esa estructura mental. Ninguno de los que él llamó era religioso. Ninguno tenía una herencia religiosa en su familia, más allá de la que podría tener un judío ordinario.

De tal forma que, cuando Jesús les decía algo, ellos lo aceptaban fácilmente. Aun cuando no lo entendían. Anota esto: una verdad es una verdad aunque yo no la entienda. Grábatelo en tu mente, deja que fluya hacia tu corazón, incorpóralo como lema constante.

Porque el hecho de que tú no puedas entender una verdad, eso no significa que sea falsa. Isaac Newton descubre la ley de la gravedad, pero esta existía desde siempre. No es que desde ese día empezó a existir la ley de la gravedad. ¿Se entiende, verdad?

Nota, entonces, que el punto débil muy manifiesto en el Antiguo Pacto, era el entendimiento. Eso está representado en un velo sobre el rostro de ellos. Pero Jesús al morir, rompe el velo. Y fíjate que Jesús tuvo una manera de enseñar muy diferente a los clásicos maestros de la ley de su tiempo.

Esto está expresado en una sentencia que Jesús dice. Hagan lo que ellos dicen, pero no hagan lo que ellos hacen. Ellos hacían muchas cosas que no estaban de acuerdo con lo que ellos creían. Te doy un ejemplo.

Tú tienes la Torá. Esos son los cinco libros básicos de la ley. Pero también está la Mishná, que son una serie de comentarios de la ley. Cuando por ejemplo en un lugar decía de que no se debería hacer un trabajo el día de reposo, ellos se pusieron a discutir por décadas, qué significaba hacer un trabajo.

Por ejemplo: sacar una oveja de un pozo donde se ha caído en un día de reposo, ¿Era un trabajo o no era un trabajo? Otra: ¿Qué distancia podían ellos caminar en un día de reposo? Otra más: ¿Qué cosa era cocinar como trabajo y qué cosa era cocinar sin que se estimara cómo trabajo?

Entonces, aunque la ley son cinco libros, la Mishná es mucho más que eso, que tratan de explicar la ley. Y la gente quedó atada a una serie de conceptos, ya nadie sabía qué pasaba. Un ejemplo: se armaron tres grupos diferentes de judíos.

En este lugar estaban los más ortodoxos; en el otro extremo estaban los más liberales. Un ejemplo: a los ortodoxos, ni siquiera se les permitía peinarse el cabello a las mujeres en el día de reposo. Jesús hace referencia a la tradición, cuando dice: ustedes han invalidado mis palabras por sus tradiciones.

Esa palabra, tradiciones, está ligada a la Mishná. Y para los judíos, la Mishná tenía casi el mismo nivel de autoridad que la ley. Este velo les embotó la mente. Jesús murió, y el velo se quebró; pero no para ellos. Porque es necesario que para que ese velo se rompa en ti, tú te conviertas.

Eso, también debe pasar en nosotros. ¡Es que yo ya me convertí, hermano! No estoy hablando de que seas creyente o no seas creyente, estoy hablando de que tú cambies tu forma de entender la vida de Dios. Entonces, nosotros no practicamos la Mishná, pero tampoco hemos entrado al ministerio del Espíritu.

Que es aquel que Pablo nos describe en 2 Corintios. ¿Cuál es la diferencia grande entre ese antiguo diseño, el de la ley y el de la mente, y el nuevo diseño del Espíritu? Veamos: tú sigues teniendo una mente y un espíritu. Cada parte que tú tienes es vital porque Dios te creó así.

La diferencia está en qué parte es la que tú usas para moverte con Dios. Uno puede, -por ejemplo- entender mucho de Dios leyendo la Biblia, pero hay cosas que uno puede entender de Dios, sencilla y simplemente adorando a Dios.

Yo te puedo asegurar que jamás nos enseñaron que en la adoración uno puede estar aprendiendo. El punto es: ¿Cuál es el lugar que ocupa tu espíritu en tu culto a Dios? Esto es vital, porque tú tienes un diseño con el que Dios te creó, y cada parte que Él ha puesto en nosotros, tiene una función. Cualquier miembro del cuerpo que tenga problemas, afecta al resto; como sucede en lo natural y físico.

Cuando nosotros venimos a Cristo, nuestro cuerpo tiene la vida biológica normal. Tenemos una vida a través de nuestra psiquis. Esto es lo que se denomina como nuestra capacidad cognitiva, donde está involucrado todo nuestro ser como persona.

Y nuestro espíritu está en una situación, digamos, de stand by. Si tú cierras tu ordenador portátil, de inmediato ese equipo entrará a operar en un modo stand by. Se acciona un interruptor y se apaga, pero no totalmente. Queda en estado latente, o stand by.

Eso es diferente a pulsar el botón de apagado. Cuando un equipo está en stand by, está funcionando, aunque no está activo. Escucha bien lo que te estoy diciendo: está funcionando, aunque no está activo.

Entonces, por ejemplo, si lo dejamos dos días en stand by, vamos a revisar la batería y encontraremos que está a la mitad, ya se desgastó bastante. Entonces tú dices: ¿Por qué está así si no he usado el equipo? Porque al estar en stand by, hay procesos que están ejecutándose, pero de modo invisible.

La única señal es una pequeña luz que va a parpadear y va a dar a entender que el equipo está en stand by. Cuando una persona sin Dios viene a Dios, la única parte activa de su espíritu es su conciencia. Esa es la única parte que está activa. El resto de su espíritu, está en stand by, en espera.

Es como aquel viejo y muy conocido cuento infantil de la Bella Durmiente. Esa hermosa doncella no está muerta. Pero tampoco está viva. No está corriendo, no está comiendo. Está como dormida. En el cuento tiene que venir el amado y darle un beso para que ella despierte.

Tú abres tu computadora, aprietas cualquier tecla y listo, se activa. Es como si la Bella Durmiente que hay en ti, es tu espíritu. Entonces, cuando uno viene a Dios, se da cuenta que percibía a Dios. No conocía la Biblia, no tenía un entrenamiento religioso, no vino de un hogar cristiano, pero algo de él tenía hambre de algo que no conocía.

Y algo en él le decía lo que era recto y lo que no era recto; lo que le era permitido y lo que no le era permitido. Esa es la conciencia del hombre. Que está en una parte del espíritu que se une al alma de una manera muy interesante.

Una de las cosas que vamos a ver en los próximos años, es una generación de personas a quienes ya no les funciona la conciencia. Y eso se llama impiedad. La palabra piedad significa “amor y respeto por las cosas de Dios”. Imagínate a un indígena de una selva perdida que jamás ha ido a un colegio. Mata un animal para comérselo, pero le da gracias al sol por haber hecho esto.

Le pide permiso a la naturaleza para hacer eso, y luego le pide perdón al animal muerto porque se lo está comiendo. Hay un temor lleno de ignorancia pero pleno en reverencia, hacia algo que él sabe que es mucho más grande que él.

La impiedad, en cambio, nos habla de que ni siquiera hay ese nivel de entendimiento del mundo espiritual. Esa generación de gente, ya está caminando entre nosotros. Y nuestros hijos van a confrontar con esa generación.

Hace cuarenta años atrás, una mala palabra salía de una persona, y no faltaba quien decía “¡Ay, Dios mío!” y conforme a las costumbres culturales se persignaba o se hacía la señal de la cruz. Con todo el velo de la religión había, sin embargo, cierto grado de respeto o reverencia a Dios.

Hoy día estamos llegando a vivir lo que dice Judas: gente que blasfema contra las potestades superiores en ignorancia. Esta parte del espíritu que se llama conciencia, está muy ligada a la mente que está en el alma. Eso quiere decir que después de mucho tiempo, la mente puede afectar la conciencia.

La mente puede convencer a la conciencia de que eso que está pensando, es correcto. Eso se da, por ejemplo, a través del embotamiento de los sentidos. Pero hay otras formas en que la conciencia es alterada. Por ejemplo, volvamos al ejemplo de una computadora.

Hay una parte de tu computadora que viene programada de fábrica. Y por una de esas grandes casualidades del destino, se llama “bíos”. Es una sigla en inglés que significa Sistema Básico de Entradas y Salidas. Ese es un programa que está físicamente grabado.

O sea que es un chip que tiene sellado la programación física. Por eso, cuando tú enciendes tu máquina enseguida te salen mensajitos, cifras, números. Ese es el “bíos”. Un virus no puede afectar un “bíos”. ¿Por qué? Porque es una grabación física.

Mientras que por su parte, el virus, es sofwart, es un programa. Tú puedes apagar tu computadora y todo se te va a borrar, pero no el bíos. Pero yo puedo abrir la máquina, tomar un imán y acercarlo al bíos. De ese modo empiezo a afectar físicamente lo que está grabado físicamente. Y puedo dañar el bíos.

La conciencia puede ser afectada. A través de la mente, a través de los traumas. En algunas guerras de etnias se utilizaba un mecanismo atroz. Los vencedores obligaban a sus vencidos a asesinar a sus familiares. Y estos debían hacerlo para no ser asesinados ellos mismos, pero después salían y mataban a cualquier cosa que se les cruzaba en su camino, ya que se les había afectado tremendamente la conciencia.

La conciencia es como un dique, que va soltando el agua de un modo controlado. Por ejemplo: una jovencita que no sabe nada de Dios, sin embargo sabe perfectamente que no puede tener relaciones sexuales con cualquier persona.

No es cristiana, pero lo sabe. El trauma pone un explosivo en el dique. Se quiebra todo, y el agua sale en cantidad. El trauma puede afectar la conciencia de una persona. Entonces el cristiano está ya caminando con Dios, pero tiene un velo delante de él. Porque tu espíritu no se despierta completamente en todas sus funciones.

Vuelvo al ejemplo de la computadora. Tú tienes en la tuya cualquiera sea, un dispositivo para utilizar CD. Tú tomas un CD y, pese a que no sabes en qué lugar específico está el programa que le permite operar, tú buscas el dispositivo que cada máquina tiene para ello.

Cuando tu computadora detecta un CD, automáticamente comienza a girar y empieza a leer la información que ese CD trae. Si el dispositivo está vacío, esto no está funcionando. Está dentro, es parte del equipo. Pero no está funcionando, hasta que sea necesario.

Entonces tu espíritu tiene partes que no están funcionando, hasta que algo se introduce en él. Hay áreas de nuestro espíritu que se despiertan con la adoración. Cuando la adoración simplemente es mental, no funciona tu espíritu, funciona tu alma.

Por eso es que Jesús dice que Dios busca adoradores EN espíritu. Y la palabra EN, en griego, es “dentro”. O sea que uno tiene que entrar en el espíritu, para que Dios reciba esa alabanza. Es muy importante esa palabra “en”. Nos habla de sumergirnos en un recipiente mayor, y perdernos dentro.

La adoración, cuando es EN el espíritu, empieza a despertar áreas dormidas en nuestro espíritu. Eso empieza a provocar, por ejemplo, que tú empieces a percibir que hay cosas que están ocurriendo a tu alrededor que nunca antes las habías visto. La adoración.

La segunda cosa que produce el despertar del espíritu es la impartición por comunión. Supongamos que estás en un avión y te toca sentarte al lado de un tremendo profeta de Dios que tú no conocías ni sabías que lo era.

Ni siquiera habías hablando con él. En un momento dado y en pleno vuelo, tú estás dormido y él también está dormido. Pero el espíritu de él que tiene el carácter de Dios es un dador incontenible. Dios es un dador de misericordia, de amor y de dones constantemente.

Y nuestro espíritu tiene su carácter. La parte más linda de nosotros es nuestro espíritu. El problema es que tenemos la otra parte, como en aquella vieja película del hombre y la bestia. Y te puedo decir que es la bestia la que más se hace ver.

Resulta ser que el espíritu de ese profeta mira tu espíritu y tu espíritu está dormido en esa área. Es allí, entonces, cuando su espíritu todo comedido, comienza a soplar vida en tu espíritu. Conscientemente, tú estás dormido, pero empiezas a tener un sueño.

Realmente, el sueño es el idioma del alma. Y allí empiezas a soñar cosas que son un reflejo de lo que tu espíritu está pasando en ese momento. Eso es lo que muchos denominan como la compañía de profetas. Fíjate que aún alguien tan duro como Saúl puede terminar profetizando entre profetas.

Porque hay algo que automáticamente hacen nuestros espíritus. ¿Saben qué hacen? Se compactan, se funden en uno, se unen. Porque el espíritu del hombre no ha sido diseñado para estar solo. Entonces se une. Automáticamente.

Por eso es que cuando pedimos al Señor que nos una en un mismo espíritu, oramos mal, ¡Ya lo estamos! Sin embargo, esto tiene un claro peligro, y es unirse a la persona equivocada. Así como la cercanía a las bacterias nos puede contagiar una enfermedad, así también nuestro espíritu puede ser afectado por el espíritu de otro.

Cuando alguien está entrenado en esto, es cuando aprender a gobernar sobre su espíritu para que, aunque estemos juntos, él se quede dónde está. Ponemos una barrera. Por eso digo que la impartición sí es poderosa. Entonces Saúl cae con la compañía de los profetas, y el pobre piensa que él es el profeta, y empieza a profetizar como loco, pero sólo era un efecto de inercia, de estar junto a otros profetas de Dios.

Su espíritu empezó a hacer algo porque lo vio. Te doy un ejemplo: trae un niño a la iglesia. Un niño que jamás pisó a una iglesia. Él llega, se sienta y, ni bien ve que la gente empieza a cantar y a levantar las manos, él va y hace lo mismo de inmediato, sin pensarlo ni un segundo.

¿Por qué? Porque un niño normal, como rasgo absolutamente normal, tiene el de la imitación. Él hace lo que ve hacer, es normal. Cuando tú te juntas con gente de intercesión, que tiene la capacidad de escuchar a Dios claramente, automáticamente tu espíritu aprende cómo se escucha a Dios.

Porque tu espíritu anda todo el tiempo en acción de aprendizaje. Yo te aseguro que no vas a levantarte de donde ahora estás de la misma manera que te sentaste antes de escuchar esto. Aunque entiendas apenas la mitad de lo que estamos hablando, tu espíritu estará agarrando el todo.

Por eso es que siempre he dicho que los tiempos de adoración de ninguna manera pueden ser tomados como rellenos de programa. Es un tiempo en donde tu espíritu estará siendo entrenado. Porque hay un velo que justamente ha sido colocado entre nuestra alma y nuestro espíritu.

Y es ahí la importancia de que este velo sea quebrado conforme a cómo está en 2 Corintios 3. Debes orar para que ese velo sea roto. Vamos a ir al capítulo 1 del libro de Ezequiel. Vamos a revisar varios pasajes de este libro. Empecemos con el capítulo primero. Ezequiel era hijo de un sacerdote. Se lo llama hijo de Buzi. Sabemos que era parte del cuerpo sacerdotal de Israel.

(Ezequiel 1: 1) = Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron y vi visiones de Dios.

El concepto de profeta, en el hebreo, significa vidente, el que ve.  Y quiero que entiendas esto porque es muy importante. La capacidad de ver el mundo espiritual, es una capacidad que todos nosotros tenemos. Claro que el problema que tenemos aquí es definir qué es lo que significa ver.

Te lo explico así: si tú no hubieras visto nunca el mundo espiritual, tú nunca hubieras sido salvo. Pablo habla de que nos hemos acercado a la cruz. Ahora yo te pregunto a ti: ¿Cuándo es que tú te acercaste a la cruz?

¿En qué momento nos hemos acercado al reino de su amado Hijo? El punto es que todos nosotros podemos tener acceso al mundo espiritual, pero la definición de ver es la que nos complica la cuestión y nos hace un nudo confusional en la cabeza.

Voy a ir a un ejemplo de la naturaleza para explicarte esto. Hay un fenómeno en los cardúmenes de peces. Puedes observar que los más pequeños se mueven en grandes grupos. Un ejemplo, las sardinas. Cuando los depredadores quieren atacar ese grupo, todas ellas se mueven en un orden absolutamente coordinado.

Es algo tan extraordinario, porque aunque los peces grandes pueden ser bastante veloces, no pueden casi agarrar presa. Los biólogos han denominado a eso, inteligencia grupal. Porque es como si todos ellos tuvieran una sola mente. Se mueven totalmente coordinados.

Lo hacen como si ya estuviera escrito en cada una de sus mentes lo que tienen que hacer. Lo mismo pasa con algunas aves pequeñas. Y contra ellas, aves enormes como los halcones, no tienen éxito alguno. Porque aunque sea tremendamente grande la nube de aves, puedo asegurarte que de veinte intentos, quizás pueda agarrar una de esas aves, no más.

Porque es como si se movieran con una especie de coreografía ya programada en ellos. Entonces, para explicar eso, la biología ha determinado que los animales tienen más de cinco sentidos. Ellos perciben, por ejemplo, que alguien los va a tomar por atrás, antes de ni siquiera alguien se esté acercando.

De alguna manera, es como si tuvieran ojos en la nuca. En la parte lateral de los tiburones, por ejemplo, existen sensores de movimiento. Un tiburón puede “ver” a un pez agonizando que está a kilómetros de distancia. Y puede saber si está enfermo o si está simplemente moribundo por causa de alguna pelea.

Y todo es por causa de las vibraciones que produce en el agua. Es decir que lo puede ver, pero no con sus ojos. Es más; los ojos del tiburón no con lo que podríamos decir gran cosa. Pero sí son tremendamente eficaces otros sentidos que posee.

Si el mundo natural responde a sentidos tan elaborados, ¿Qué sentidos tendrá nuestro espíritu? La parte difícil de esto, es como cuando hay palabras difíciles para ejecutar una traducción de un idioma a otro. Eso no quiere decir que el traductor no conozca el idioma, o que no exista la palabra.

Se requiere hasta un diccionario si es necesario para encontrar la palabra precisa. Así es nuestro espíritu, que ya viene equipado con todo lo necesario. Mir; en el capítulo 1 que hemos leído, dice que Ezequiel está junto al río.

Es interesante que muchas de las visiones de los profetas tengan lugar junto a los ríos. También le pasó a Daniel. Los ríos, en el mundo espiritual, tienen una gran connotación. El agua es un portal con el mundo espiritual. Pero cuidado, que también usan el agua los satanistas para sus contactos demoníacos.

El agua tiene elementos bien particulares. Los ríos, los lagos, las fuentes de agua, tienen elementos que pueden ser usados como portales espirituales. Dice el verso 1 que los cielos se abrieron. Sí tú lo lees literal te quedas preguntándote si acaso ese día estaba nublado.

Tranquilo, no quiere decir eso. Significa que, de alguna forma, el cielo visible fue descorrido y dejó ver al cielo invisible. Son palabras que tratan de describir hechos espirituales. Ahora vete a Ezequiel 7. Ya tú sabes lo que él vio en el capítulo 1, algo tremendo.

Te lo hago breve: Ezequiel vio cómo se movía el Espíritu de Dios. Y las ruedas, básicamente, son las ruedas del Espíritu. Las mismas de las que también habla Eclesiastés. Si tú te vieras a ti mismo, verías una rueda a tu alrededor. Ese es el entorno de tu espíritu.

Si tú observas a una persona que tiene mucho entrenamiento de Dios, tiene una rueda enorme. Y algunos pueden tener una rueda tan grande que pueden, incluso, llegar a abrazar con ella a toda una ciudad. Obvio, hay otros que tienen una ruedita muy pequeñita, pero que le vamos a hacer, ¡Al menos la tienen!

(Ezequiel 7: 1) = Vino a mí palabra de Jehová.

Esta era una de las formas más comunes de recibir un mensaje. Vino a mí, palabra de Jehová. ¿Estamos en claro hasta aquí? Vamos ahora al capítulo 8. Vamos a introducirnos al inframundo un momento.

(Ezequiel 8: 1) = En el sexto año (Me interesa el número), en el mes sexto, (Me sigue interesando el número), a los cinco días del mes, (También me interesa mucho el número, porque si él entraba en el día sexto, ya no salía del inframundo. Ahí tienes un seis, seis, cinco), aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor. (Probablemente, de todos los relatos maravillosos del Antiguo Testamento que vamos a leer, este es uno de los más tremendos que hay).

(2) Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente.

(3) Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos.

Literalmente, le tomó de los cabellos. La Biblia de Jerusalén dice: Me agarró por un mechón de mi cabeza. La otra versión, dice: Me agarró por el pelo. Escucha: piensa lo que quieras y ponte muy religioso, pero no es para nada agradable que te agarren del pelo.

Mira lo que dice esta versión: Me tomó de los cabellos, un viento me sostuvo entre el cielo y la tierra. En otra versión, dice: el poder de Dios me levantó por los aires. Este viento al que se hace referencia es el Espíritu. Es el Espíritu el que me levantó entre el cielo y la tierra.

Ahora quiero que imagines la situación; él está con los ancianos de Jerusalén en su casa. ¡Hasta ahí llegó la reunión, hermano! Porque en cierto momento aparece un enviado celestial. ¿Será el Hijo de Dios? ¿Será un ángel? Sólo Dios lo sabe.

Lo que sí te puedo asegurar es que era bastante grande, porque toma la cabeza de nuestro amigo, lo agarra del pelo y se lo lleva. Voy a decirte algo: ese es el mejor lugar del que él puede tomarte, porque está ligado a los pensamientos.

Cada parte de nuestro cuerpo está ligada a cierta relación espiritual. Por ejemplo: hay pasajes donde dice “y le sostuve su brazo”. Eso no significa que se le estaba cayendo el brazo, sino que lo estaba apoyando. En otra parte dice “lo ceñimos”, que equivale a ponerle un cinturón en la cintura. No significa que se le estaba cayendo la túnica, sino que se está afirmando algo sobre él.

Entonces, cuando dice que algo le tomó del cabello, de la cabeza, de lo que está hablando es de esa parte del cuerpo y se relaciona con  cómo funciona. Y dice: me alzó entre el cielo y la tierra. Es interesante, porque él no está hablando de estar en la tierra, pero tampoco dice que esté entrando a la morada de Dios.

En la época de Ezequiel, había un templo. Era una réplica del tabernáculo, pero un poco más grande. Si tú, ese mismo día y a la misma hora ibas al templo, hubieras visto a los sacerdotes ofreciendo los corderos como lo hacían habitualmente, podías entrar al pequeño patio, luego al Lugar Santo y al Lugar Santísimo.

Escuchar a los salmistas y todo eso. Es decir que todo estaba como siempre estaba. Dios va a llevar a Ezequiel al templo, pero va a llevarlo a otro templo. Para ustedes, esto ya no es un misterio. Hemos explicado que había dos tabernáculos, lo hemos visto en la palabra.

Y vimos cómo Jesús se sentó en tres lugares diferentes cuando él murió y cuando resucitó. Entonces, así como había un tabernáculo celestial, lo más seguro es que también haya una réplica del templo allá arriba, en el ámbito celestial.

Que básicamente, es el mismo diseño del tabernáculo. Pero al templo al que lo va a llevar el Señor, aquí, no es a ese templo celestial. Lo va a llevar a una región celestial que se llama: inframundo, donde están los diseños demoníacos.

Hoy día, Dios está peleando porque los diseños celestiales se apliquen en la tierra. El diablo está peleando porque los diseños del inframundo se apliquen en la tierra. Y estos dos, ya han hecho un modelo, pero ninguno de ellos puede hacer a este modelo, real, físico.

Ni siquiera Dios. Ahí es donde el hombre interviene. De acuerdo con quién él hace alianza, puede traer ese diseño espiritual a la tierra. Vamos a ver  ahora, entonces, cómo es ese templo al que Dios lleva a Ezequiel.

En el verso 3 dice que lo lleva a una habitación donde está la imagen del celo que provoca celos. La palabra exacta, allí, nos habla de un ídolo. Concretamente, se está hablando de Astarte. Se está hablando de una presencia espiritual, porque si tú ibas allí físicamente, no ibas a encontrar ninguna imagen de Astarte en el templo.

Pero espiritualmente, sí había una. Esta versión dice que ese lugar era donde se encontraba el ídolo que provocaba la ira del Señor. Hay otra que dice: allí donde se alzaba, el ídolo de los celos. Y en otra añade: la imagen de los celos.

Es decir que había algo, allí, que en el mundo natural no estaba, pero que espiritualmente sí estaba. Había una imagen de la reina del cielo en el templo de Ezequiel. No te asombres; se ha encontrado en templos evangélicos a la reina del cielo. Porque una cosa es lo que ves con tus ojos naturales, pero otra cosa es cuando ves el mundo espiritual, cómo realmente es ese lugar.

(Verso 4) = Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo.

(5) Y me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcé mis ojos hacia el norte, y he aquí al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada.

(6) Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿No ves lo que estos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores.

(7) Y me llevó a la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero. (El agujero estaba hecho. Según Eclesiastés, es por ahí por donde entra la serpiente).

(8) Y me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared y he aquí una puerta.

¿Puedes ver tú cómo si tú le quitas la parte del verso 3 a este pasaje, tú no tendrías ni la menor pisa o idea de que Ezequiel aquí está en el espíritu? Está pasando por el patrio, camina y atraviesa la puerta, puede cavar el hueco. Lo que intento decir es que si tú le quitas el verso 3, lo vuelves a leer todo y te queda la idea de que él estaba paseando por el templo de Jerusalén.

Y entonces vas a notar los sentidos que actúan ahí. En la descripción de Ezequiel está actuando el tacto, va a actuar el olfato, va a actuar la vista, va a actuar el oído. Todos los sentidos naturales están actuando en la esfera del espíritu de Ezequiel.

(9) Me dijo luego: entra y ve las malvadas abominaciones que estos hacen allí.

(10) Entré, pues, y miré; y he aquí toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor.

¿Puedes coincidir conmigo que aquí está hablando de demonios, no es así? Cuando Jesús die que podemos pisar serpientes y escorpiones, es más que obvio que no está hablando de esos animales específicos, físicos y naturales.

(11) Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso.

(12) Y me dijo: Hijo de hombre, ¿Has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, (¡Si una persona iba corriendo, entraba al templo e iba a ese lugar, no veía a los ancianos hacer eso! Pero este era el diseño que se estaba aplicando). Cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: no nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.

(Verso 14) = Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; (Está hablando ya del Lugar Santísimo, de la parte principal) y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando (lamentándose) a Tamuz. (Tamuz era el hijo de Nimrod. Es uno de los lugares donde se menciona a este personaje muy interesante, y aquí están llorando por el dios Tamuz).

(15) Luego me dijo: ¿No ves hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas.

16) Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente.

Esta era la forma más primitiva de culto. Si te das cuenta, cada pueblo pagano adoró al sol. Es la forma más primitiva de culto. Luego está la idolatría, muy ligado está el animismo, y luego está todo lo que es la astrología y el mundo de las estrellas.

Si ustedes se dan cuenta, en cada visión o en cada paso que ellos tienen, van descendiendo un nivel, hasta llegar al nivel primitivo en el que esta gente se movía. Nota que no lo llevó a Ezequiel a lo profundo de la tierra; lo llevó a un lugar entre el cielo y la tierra.

Considerando cómo pensaba un judío, el cielo es la morada de Dios. Ese no es el lugar al que lo lleva este personaje, este ser espiritual. Más adelante, terminando casi el libro de Ezequiel, Dios sí lo lleva a su trono, a su casa. Y le muestra el templo.

Y no sólo eso, le concede el privilegio de medir el templo. Él mira y ve cómo el agua de vida fluía debajo del templo. Este lugar al que Ezequiel va, no es el cielo de Dios. Es un lugar que está entre el cielo de Dios y la tierra.

Lo llamamos “segundo cielo”, por darle un nombre. Para evitarte problemas, debates y polémicas religiosas y fariseas, evita el nombre, si quieres. Y podemos ser bien bíblicos y decir: estábamos en un lugar entre el cielo y la tierra.

Que son las dos esferas donde tiene gobierno Satanás. Tiene un lugar entre el cielo y la tierra, que es el lugar al que Pablo se refiere cuando dice que es un lugar donde se mueven las potestades, y un lugar debajo de la tierra.

Que a veces, Dios lo usa también. Por ejemplo, él utiliza esos lugares como cárceles. Hay lugares que están a punto de ser abiertos junto al Éufrates. ¿Has leído Apocalipsis, verdad? Hay unos ángeles, atados, esperando que se abra la puerta.

Dios los puso en esos lugares, allí. Hay lugares infernales en el cielo y debajo de la tierra. Oíste bien, tranquilo. Respira hondo con la boca abierta. Es tan preciso el idioma en que la Biblia fue escrita, porque tiene la capacidad de ser muy expresivo.

En griego, hay palabras para describir casi cada cosa. Y en hebreo, mucho más todavía. Esto permite que tengamos una terminología bastante precisa. No lo puedo separar a estos temas, están ligados. Uno se llama diseños del inframundo, junto con otro que se llama intercesión en el espíritu. Por eso es más fácil explicarlos juntos que separados. Eso, si es que como a mí, te gusta mantener un poco de orden.

(Apocalipsis 4: 1) = Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.

Me gusta la forma en que Juan lo describe. Dice que había una puerta abierta y él dice: se abrió el cielo. Trata de comparar, por un momento, la experiencia de Ezequiel con la de Juan. En ambos casos ellos están con los pies sobre la tierra.

Juan, en la isla de Patmos, mientras que Ezequiel, por su parte, estaba en su casa con los ancianos de Israel. Y e digo algo que se me pasó por alto respecto a Ezequiel. Imagínate, Ezequiel estaba conversando con ellos. De repente, aparece este personaje y se lo lleva. Le muestra todo lo que le mostró y lo trae de regreso.

Tal vez, a los ojos de los ancianos, todo esto no fue mucho más de un par de segundos en que él se quedó así, y luego siguió. Al principio él decía: ¡Huau! ¡Los ancianos de Israel están conmigo! Pero después de haber visto lo que ellos hacen, ¿Sabes cómo estaba él? ¡Manga de hipócritas! ¡Salgan de mi casa!

Fue algo así, no sabemos cuánto le duró esto. Porque cuando tú entras al mundo espiritual, el tiempo ya no es relevante. Te voy a dar ejemplos. Una persona está en un río y de repente se está ahogando. La gente la mira, va a tratar de ayudarla, se mete en el agua y la saca.

Cuando la persona supera el shock y recupera la tranquilidad, empieza a hablar. Dice: “Vi toda mi vida pasar en un segundo delante de mis ojos”. ¿Nunca escuchaste decir esto a alguien que parecía iba a morirse? Realmente esa persona no estuvo más de un minuto o minuto y medio luchando por no ahogarse, porque si hubiese sido más tiempo ya estaría muerto.

Sin embargo, dice que tuvo tiempo para pensar, para ver, para recordar, y aún para orar y despedirse de su familia. ¿Por qué? Se asegura que es porque cuando alguien está cruzando ya al otro lado, a la otra dimensión, a la dimensión del espíritu, el tiempo ya no cuenta.

Y todas las personas que han relatado experiencias cercanas a la muerte, dicen lo mismo. Un accidente o cosas que les pasaron, que la gente vio como que fueron largas, cuando en la realidad natural sólo fueron instantes.

¿Por qué? Porque en ese momento, esa persona metió la cabeza a la ventana del mundo espiritual. Y no por propia decisión, podría decirse que por la fuerza, ¿no es cierto? Estaba abandonando su naturaleza material y de repente podía ver todo diferente.

Y muchos hasta han llegado a acordarse nítidamente de cosas de la primera infancia, cosas que aparentemente había dejado de recordar. ¡Qué tremendo! Entonces, ¿Cuánto tiempo estuvo Ezequiel con los ancianos en esta experiencia? No lo sabemos.

Lo más probable es que los ancianos lo hayan visto por unos instantes y luego siguió, ¿Entiendes? Lo segundo, es que ven una puerta abierta. En el caso de Ezequiel, dice que el cielo se abrió. Estoy hablando de Ezequiel capítulo 1.

En el caso de Ezequiel 8, viene la presencia de una persona. En cualquiera de las situaciones, yo quiero recalcar algo que es importante: existe la invitación de Dios para dar este paso. Este punto es muy importante.

Cuando una persona que no tiene invitación se mete a una casa, es considerado ladrón. Voy a decirte algo que espero me entiendas claramente. Cuando una persona, aún cristiana, se mete en este mundo sin invitación, puede ser herida.

Porque tú no entras al mundo espiritual de curioso. Tú no cruzas la frontera de un país sin tener un pasaporte. Tú necesitas tener respaldo. La Biblia dice, en Cantar de los Cantares: atráeme, y en pos de ti correremos. Eso es lo que dice: atráeme y yo iré.

Cuando ella trata de buscarlo por sus propias fuerzas, la guardia de la ciudad la encuentra. Y le caen con tal dureza, que queda como muerta. Hay guardianes espirituales de parte de Dios, que no van a permitir que una persona no invitada, penetre al Reino del Padre.

Por eso es que este punto es importante escucharlo y entenderlo. ¡Ya! ¡Me gusto esto! ¡Ahora mismo voy y me meto en el espíritu! Dale, vas a terminar hablando con Buda o Satán en persona. Se requiere la invitación de Dios, de otro modo que ni se te ocurra.

(Verso 4) = Y al instante, yo estaba en el Espíritu; (Estaba dentro del Espíritu). y he aquí un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.

Noten ustedes que se produce algo que se llama transición. En el capítulo 1 de Ezequiel, la transición es cuando el cielo se abre. En el capítulo 8, es cuando este ser maravilloso lo toma y lo lleva a un lugar entre el cielo y la tierra.

Un rato está aquí, al instante está allá. En el caso de Apocalipsis, está en la isla, pero al instante está en otro lugar. En todos los casos, los sentidos están funcionando perfectamente. Sólo que entran a otro modo de trabajo.

Imagínate a un vehículo que está en una carretera, en una ruta, en una autopista, y de repente salta y se mete al mar. Y en el momento en que se mete al mar, le sucede como a esos autos de las películas de James Bond: le sale el timón, las turbinas, las llantas ya no le sirven, y acaba de convertirse en otro vehículo.

Las cubiertas, los neumáticos, ya no le sirven en ese ambiente. Ahí necesita turbinas. Las turbinas aparecen y empieza a navegar. Cuando alguien entra al Espíritu, otros sentidos se activan al instante, y otros quedan a modo pasivo.

Para aquellos hermanos, hombres o mujeres de Dios que tienen esa capacidad de entrar en el Espíritu, les resulta tremendamente complicado enseñarlo o predicarlo sin antes tener que dar una explicación como esta.

Porque de otro modo tú te pones a hablar de esto y te das cuenta que la mayoría te mira como diciendo: ¿De qué estás hablando, hermano? ¡Sé un poco más serio! ¡Es que soy serio! El problema es que no me puedo callar lo que conozco, aunque eso no coincida para nada con lo que te enseñaron.

Es bastante normal, aunque está muy lejos de parecerlo a las mentes lógicas y racionales, que entre grupos de gente de avanzada se comenten experiencias y la consabida aclaración: ¿Eso fue en lo natural o en el Espíritu? Es la mente griega la que ha quedado prisionera de la dicotomía.

Eso tiene que ir desapareciendo lentamente. Te doy un ejemplo para que no te confundas ni veas películas de ciencia ficción o de terror. Tú estás sentado o sentada allí, escuchándome. Pregunto: ¿Estás en el Espíritu o estás en tu racionalidad carnal? Porque si no estás en el Espíritu, si tu espíritu no está activo, nada, pero absolutamente nada de lo que yo pueda decirte aquí va a servirte para nada.

Pero tu alma también está activa. Está pensando, está registrando, procurando memorizar cosas. Lo cierto es que Dios no nos creó para estar divididos. Somos seres integrales. Donde tú estás, también están tu alma y tu espíritu. Todo el tiempo.

Pero sin embargo no lo vemos así. Nos falta percepción espiritual tremendamente. Por un lado, gracias a Dios por ello. ¿Te imaginas si tuviéramos visión abierta al mundo espiritual todo el tiempo? Nos encontraríamos con el hombre que nos vende la comida y le podríamos ver los demonios que lo acompañan. ¿Feo, verdad?

Dicen los que andan en gran altura en estos temas que uno de los demonios más desagradables a la vista humana cuando ello se da, es el demonio de lujuria. Y aunque no podamos entenderlo, siempre anda pegadito a gente joven muy simpática, guapa y de mucha belleza física.

Ahora, cuando tú te encuentres con ese hermoso y varonil príncipe azul de tus sueños, o con esa muchacha de hermosura sin igual y cuerpo arrollador, y veas al asqueroso demonio que los abraza y los lame viscosamente, no vas a pasar de una mirada rápida y un huir más que ligero.

Dicen los que saben que todos los espíritus malignos son horribles, pero el de lujuria coinciden en que es más que feo. Lo más triste y desgarrador es que esas personas no son como lucen en lo natural, sino como caminan en lo espiritual. Sólo falta poder verlos.

Nosotros debemos aprender a ver no las cosas que se ven, sino las que no se ven; porque son eternas. Y no procures ver permanentemente todo esto, no es recomendable. En esto sí que es válido aquel viejo pensamiento filosófico de los años treinta, que aseguraba que los ignorantes eran más felices.

Verdaderamente, la dimensión del Espíritu está disponible. Pero requiere cruzar el velo para poder ingresar allí. Tú debes aprender a correr el velo. Entonces por allí aparece uno de esos que siempre aparece y te dice: ¡Hermano! ¡Usted es tremendo! ¡Entréneme!

Porque, ¿Sabe?, Dios me habla por sueños. Me visitan ángeles. Así que quiero que me entrene porque yo quiero entrar al trono de Dios. ¡Ojala fuera tan sencillo! Para poder lograr eso, hay algunos principios.

Si tú vas a pedir una visa para entrar en algún país, seguramente van a exigirle algunos requisitos para otorgársela. En principio, tú necesitas una invitación para entrar en ese país. Ya te hablé de eso, ¿Verdad? Además, tú necesitas contar con fondos, debes justificar que tú tienes dinero para ir allí.

Tienes que demostrar que no estás inmigrando, que no te estás escapando de tu país para meterte clandestino a ese. Que un día te vas a volver. Si vas a ir a un lugar así y no tienes recursos, vas a necesitar de un milagro para que te den la visa.

Te van a pedir un pasaje, un boleto, un ticket. Además, van a querer saber por cuanto tiempo tú vas a estar ahí. Algunos indicadores de una persona que es candidata a poder ser enseñada en esto, en esta área, son por ejemplo los siguientes:

Nº 1: Tiene que ser una persona adoradora. Tú observas al hermanito que quiere subir al ercer cielo y tiene un rostro inmutable, monolítico, que no se conmueve por nada, así se aparezcan cantando millones y millones de ángeles.

Independientemente de tradiciones o costumbres, es gente que no levanta las manos ni para pedir permiso para ir al baño. El espíritu se pesa todo el tiempo. Esto es muy importante. Debes ser una persona que verdaderamente ama las cosas de Dios.

¿Sabes cuál es el punto más débil del hombre? Su carácter. El carácter es la parte más penosamente perdida de cada persona. Y qué terrible es tratar de enseñarle el mundo espiritual a una persona sin carácter.

Se requiere un carácter probado, para que lo que va a ver no lo cambie. Porque el hombre tiende al orgullo, tiende a creerse algo o alguien, es rebelde por naturaleza. Nadie puede entrar con una persona con un corazón torcido a la esfera espiritual.

Esa persona tiene que tener un corazón rendido a Dios. Porque lo que tú le vas a enseñar, va a provocar que esta persona se extravíe. Enseñarle el mundo espiritual a una persona que no ama la santidad, es como darles granadas de mano a un grupo de chimpancés.

Corre, sal de allí, porque vas a volar en mil pedazos con ellos. Ese es el problema. No es el diablo. Ni siquiera es su estructura mental. ¿Sabes qué? Orando se te quebranta en un momento el velo. El problema es el carácter.

Dios, trabajando veinticuatro horas al día contigo, todavía no logra lo que él quiere de ti. De eso se trata. El carácter es vital. Hay grupos de intercesores que en estos últimos años han descubierto que en un segundo algunos de ellos pueden ser engañados.

¿Por qué? Porque han abierto su espíritu a la dimensión del Espíritu? Una persona que sólo funciona con la esfera de su mente, cuando quiere que entre la gente de afuera a su casa, es como si abriera una puerta pequeña.

Les guste o no les guste, los que quieran entrar tendrán que ordenarse, tener paciencia y formar una fila. Porque todos al mismo tiempo no pasan. Moverse en el Espíritu, es como abrir una puerta de atrás, del fondo. Lo que una persona habitualmente aprende lentamente, en el Espíritu lo aprende rápido.

Claro; tan cierto es que así como se puede salir más rápidamente hacia afuera, así también los que están afuera pueden entrar. Ese es el punto. Cuando una persona abre su espíritu, puede entrarle de todo. Entonces, tú necesitas tener algunos niveles para contrarrestar. Especies de aduanas, de centros de control que permitan saber que lo que está entrando, efectivamente es de Dios.

¿Por qué? Porque tu mente ya no está trabajando como hace un rato atrás. Por ejemplo: si yo te digo que Jesús siempre se presenta vestido de color verde, tú me miras y te crees que me he vuelto loco. Porque me has escuchado y de inmediato has pensado.

Pero cuando tú entras a la esfera del Espíritu, y se te aparece un ángel verde, y le dice a tu espíritu: soy Cristo, y tu espíritu no tiene la capacidad de discernimiento entrenada, se sujeta a esa persona. Y allí es donde lo agarra.

Entonces, el problema no es cuanto sabes. El problema es que tu espíritu tiene que desarrollarse para saber reconocer el mundo espiritual. Al igual que un niño dando sus primeros pasos sin evaluar consecuencias, corres el peligro de ser herido simplemente por falta de experiencia e inmadurez.

Por eso es que van a ver que es Dios el que manda siempre un ángel o alguien para que te tome de la mano y te conduzca como a un niño, lentamente, para que no te extravíes. Esa es la importancia de tener o no tutores o maestros con el espíritu más desarrollado, que nos ayuden a reconocer lo que es de Dios o lo que no lo es.

Cuando tú empiezas a entrar en la dimensión de los cielos, hay lugares que se abren a tus ojos. ¡Te deleitas! Pero tú no puedes tocar, no puedes abrir la puerta, no puedes hablar sin estar supervisado por la mano de Dios. No estoy refiriéndome al pastor de tu iglesia, eso bíblicamente no existe; estoy refiriéndome a la cabeza de la iglesia, Jesucristo.

Te voy a dar dos datos. Uno de ellos, puedes confirmarlo con profesionales específicos en tu lugar de residencia. El setenta por ciento de los que están alojados en pabellones neuropsiquiátricos como locos, han sido cristianos.

Repito: en un psiquiátrico, en un manicomio, en una clínica de salud mental, el setenta por ciento de los que están locos, tienen bases bíblicas. Cristianismo. Y ese es el argumento principal por el cual ahora no siempre está permitido ingresar a predicar el evangelio a esos lugares.

Porque se ve que les hace mucho mal que se les hable de la Biblia. La mayor parte de los creyentes sanos quisieran que alguien les explique por qué puede suceder eso. Hay estudios muy serios que lamentablemente terminan diciendo algo muy cierto.

Hay lugares en el mundo espiritual, que si tú entras, una parte tuya queda cautiva y nunca más vuelves a salir. Es como un laberinto, tú necesitas en ese nivel la guía de alguien mayor. No es un juego. No es una aventura para combatir el aburrimiento.

Se necesita entrenar a mucha gente que verdaderamente sepa hacer esto. Pero la gente que va a ser entrenada, tiene que tener un corazón dócil a Dios. ¡Entréneme, hermano! No sirve. Lo que Dios quiere mostrar es a la iglesia genuina que se lo quiere mostrar. Y si tú no estás en una, es inútil verlo.

Una persona no capacitada, pone en peligro a todos los demás. Si te parece que esto es irrelevante, te aconsejo leer Josué 7 y ver qué pasó en Israel por un hombre llamado Acán. Un hombre que cometió un pecado muy simple, pero que provocó que todo el campamento caiga en derrota. Él no hizo idolatría, no consultó con las estrellas, no entregó su hijo a Moloc, no; simplemente mintió. Y tomó lo que no debería tomar. Eso provocó que todo Israel caiga en oprobio.

Último punto. Nadie está pretendiendo que gente perfecta entre en esta esfera. Porque si ese llegara a ser el requisito, nadie entra. Dios no nos pide perfección, nos pide honestidad. Nos pide que seamos transparentes a la luz de su Espíritu.

Debemos aprender a ser dóciles. Todos los seres humanos estamos programados, de manera natural, para excusarnos. Y tú vas a ver que Jesús no hizo eso. “Te acusan de haber hecho esto, ¿Lo hiciste?” Silencio.

Entonces, en el proceso, uno se da cuenta que hay cosas en nuestra vida que deben cambiar. Y no te estoy hablando de pecados terribles, te hablo, apenas, de nuestras reacciones, más que de nuestras acciones.

Nuestras acciones las pensamos, pero a nuestras reacciones no. Y es allí donde se pesa el carácter de Cristo en nosotros. Ahí es donde una gran mayoría ha fallado. Nadie va anotarse como intercesor de un ministerio sabiendo que ha robado, por ejemplo; o que esté en adulterio. No hablo de eso.

Hablo de la falta de carácter para mantener una actitud de santidad con Dios. El problema más frecuente de los intercesores, es su lengua. Lo que es su arma de guerra, también es su lazo de perdición. Hablan demasiado. Y en las muchas palabras, no falta el pecado.

Ligado a la capacidad de ver, está el juicio. Ejemplo: ¿Cómo supones que vio Jesús a Judas durante esos tres años de trabajo ministerial conjunto? No sé, pero en una sola ocasión Jesús habla de él, dando a entender cómo lo vio; y no lo hace utilizando su nombre.

Sólo dice que él fue diablo desde el principio. Pero eso pasa en la última semana en la vida de Jesús. ¿Tú crees que Jesús sabía que Judas iba a hacer eso? La mayoría cree que sí, desde el principio. Sin embargo podrás ver que él jamás lo trató diferente al resto.

Seguro que lo abrazaba y lo amaba como a los demás discípulos. ¿Qué pasaría si tú tienes una visión y ves a uno de los que trabajan codo a codo contigo con un espíritu de lujuria, por ejemplo? Yo creo que la mitad de una congregación ni siquiera querría darle la mano.

Y la otra mitad estaría murmurando en las sombras respecto a no acercarse a él. El haber tenido una visión hace que en lugar de tirarnos al piso y llorar por esa alma, la juzguemos y la enviemos al patíbulo para ser ejecutada al amanecer.

Esa parte del carácter del intercesor, debe ser cambiada. Y te digo más; todos tenemos tendencia a hacer eso. ¡Todos! Jesús sabía que él era diablo desde el principio, pero estoy seguro que aún en la cruz, él lo buscaba con la vista.

Él lo amó siempre. Y sé que si Judas se hubiera arrepentido, él hubiera sido salvo. Yo estoy seguro de eso. Por eso es tan importante el poder de la reconciliación. Los profetas no han sido llamados para juzgar al mundo. El Hijo del hombre no vino a juzgar al mundo.

Nosotros tenemos que ser las voces que ayuden a que la gente vuelva a Dios. Y Pablo dice: les rogamos, reconcíliense con Dios. ¿Qué pasa, -por ejemplo- cuando tú sabes que un pastor es masón? Y justo estás compartiendo con él la Santa Cena ese día.

¿Serás capaz de acercarte y decirle: hermano, quiero partir este pan contigo, sabiendo que técnicamente él está fuera del cuerpo? Pero el punto está en que Dios lo ama. Y Él está gimiendo porque él vuelva a la verdad. Para actuar con juicios, mejor no ver nada.

Es preferible saludar a todos como son. Es igual que ese ciego que recibió la vista. Y Jesús le preguntó: ¿Qué ves? Y él dijo: “Veo a los hombres como árboles. No los distingo”. Es mejor quedarse así, que mirar el pecado de la gente.

A no ser que nuestro corazón ya esté transformado. El poder ver debería hacernos clamar, no juzgar. Allí es donde los intercesores suelen fallar. Necesitamos aprender a hablar lo suficiente. Nosotros tenemos mucho temor de hablar de las cosas del Espíritu.

Porque la gente no nos puede entender. Porque los mismos jóvenes que un día vieron los cielos abiertos, después aborrecieron muchas de las cosas que vieron. Volvieron a su iglesia con la visión abierta. Y empezaron a ver cómo era su iglesia, realmente. Ya no encajaron. Terminaron al medio, en un limbo espiritual.

¿Cómo crees que entró Ezequiel el día después al templo? Imagínate, ponte en lugar de Ezequiel. ¿Cómo recorrió las paredes y los patios de ese lugar? ¿Cómo sacarse esas imágenes de la cabeza? Ya no era lo mismo ir a hacer un sacrificio ahí.

Por eso es que se necesita gente con carácter para tomar las naciones. No es cuestión de que alguien quiera ir. No es cuestión de ir a echar un poco de aceite a una montaña o arrojar sal o agua rara desde un helicóptero o un avión. A lo mejor me convencen que suma, pero no es lo vital.

Eso, en todo caso, va a demandar un precio. Y esa es la parte que nos cuesta pagar. Cruzar esa línea es decirle adiós a un montón de cosas. Es saber que el resto de tu vida tú vas a ver las cosas diferentes. Y eso va a provocar consecuencias en ti.

Y si no tienes el carácter para decir “no me importa, yo voy a seguir a pesar de todo”, no hay peor cosa que una persona vuelva atrás con los ojos abiertos. Porque no hay esperanza para esa persona. Ya no puede decir que fue engañado. Lo vio, y lo sabe. Es muy difícil que un profeta de Dios que cae en pecado vuelva al Señor.

Quiero hacer especial énfasis en el trabajo en equipo. Ciertamente, yendo solos iríamos más rápido. Pero el Señor nos va a pedir que vayamos con otros, aunque vayamos más despacio. Y esto es muy difícil. Pero si uno camina solo y cae, ¿Quién lo levantará?

Es bien complejo. Estoy acostumbrado, tanto desde este ministerio informático o cibernético como en los tiempos donde lo hacía de manera personal, que siempre hay dos clases de oyentes dispuestos a oír lo que tengas para decir.

Están los humildes que tratan de encontrar en cada palabra una semilla con qué alimentarse y si lo aceptan y creen corren presurosos a poner por obra lo que oyeron. Y están los otros, los que se sientan allí o vienen aquí dispuestos a encontrar errores en lo que se va a decir.

Por esa razón, uno tiene que tener bien en claro con quién o con quiénes están tratando. Muchas veces me he sentido frustrado y me he dicho para qué me esfuerzo si no vale la pena. Pero luego, casi de modo automático, aparece un correo, un simple correo de alguien perdido en el extremo opuesto del planeta que me cuenta de su tremendo despertar a partir de algo que oyó. Y ahí mi semblante cambia y digo y me digo: ¡Valió la pena, después de todo!

Por eso, una de las oraciones más importantes que podemos hacer en este tiempo, es: “Señor, muéstrame en el mundo a las personas que debo conocer”. Eso se llama contactos divinos. Dios está esperando que, de alguna manera, tú pases por ahí.

No somos pocos, somos muchos. Dios está levantando los espíritus de mucha gente. Hay un indicador más que interesante. En la medida que un joven se rinde a sí mismo y se consagra a Dios, el mundo espiritual se le empieza a abrir más.

Hay una relación directa entre el nivel de santidad y el nivel de apertura espiritual. Tú lees los doce capítulos de Daniel y puedes comprobar que once de ellos son relatos espirituales. El noventa por ciento del Libro de Daniel tiene que ver con el Espíritu.

Sabemos muy poco de él. No sabemos de sus padres, tampoco tenemos datos básicos de él, pero sabemos todo lo que vio, o al menos una gran parte de lo que vio. ¿Cómo pudo ver tanto este hombre? La explicación está en los primeros capítulos.

Cuando ellos decidieron en su corazón no contaminarse comiendo la comida del rey. En la medida de la santidad, está la medida de la revelación. Nosotros seguimos pensando que el que más grita, o el que ora en muchas lenguas diferentes, es el más ungido.

Ese es un error. El más ungido es el más santo. La santidad es compañera de la unción. Lo demás, es show. Dios visita muchos templos que globalmente no tienen nada que ver con Él, por causa de una sola persona que está gimiendo por allá atrás.

Aunque los ilusos y soberbios de la alabanza piensan que es por cómo cantan ellos. Repito: los intercesores deben ser gente santa. Gente con sus vidas en orden. Gente que no tiene deudas pendientes con el mundo. Gente con cobertura espiritual. Gente que maneja su casa en orden.

Esa es la gente que se necesita. Es gente que tiene vidas que son oro. Y que tendrán a corto o mediano plazo una visión clara al mundo espiritual. Y son personas que casi nunca hablan. No cuentan de sus experiencias, casi parecen tímidos.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez