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Una Cuestión de Conducta…

En mis épocas de escolaridad, mis padres no tuvieron que sentirse humillados por causa de mi conducta. Sin ser una carmelita descalza, pude mezclar obediencia con respeto y las calificaciones en esas áreas, aunque no llegaron a una entidad digna de aplausos, al menos no significaron aplazos. En la adolescencia y una parte de mi primera madurez, la cosa se alteró un poco. Sin embargo, nadie se asombró demasiado porque, los devenires de esas conductas mías, a la luz de cómo la gente que compone nuestra sociedad evalúa comportamientos, resultaba medianamente normal, aunque como podrá imaginarse, la visión desde nuestro ángulo de cristianos, hoy, sea totalmente diferente y decididamente antagónica. Después vendría mi encuentro personal con Cristo y el comienzo de otra cuestión por encima de estas cuestiones históricas: mi conducta de cristiano, mi conducta de hijo de Dios, mi conducta de miembro del reino de los cielos y parte integrante del cuerpo de Cristo en la tierra y pueblo de Dios en el planeta.

Entonces, en este punto de la introducción, llegamos a la duda clave, a la que no siempre es ejercida o respondida de manera debida: ¿Cuál es la conducta correcta de un cristiano? O, mejor formulada la pregunta: ¿Cuál deberá ser?

Para ir hacia allí, lo primero que voy a revisar, es el significado concreto, específico y sustancial de la palabra que estamos investigando: CONDUCTA. El diccionario secular es bastante lacónico y concreto en su definición: “Manera – Forma de conducirse o comportarse una persona – Conducción – Recua o carros que transportaban moneda – Moneda transportada – Iguala – Comisión para reclutar y conducir gente de guerra.” El diccionario bíblico, mientras tanto, no vaya a creer que va mucho más allá de esto. Allí se lee con relación a esta palabra que: “En el Nuevo Testamento, conducta se deriva de un verbo que denota propiamente “ir y volver”. De aquí que figurativamente se refiere a la manera de actuar o conducirse, en el sentido de practicar ciertos principios. Esto encierra una identificación esencial entre principios y conducta. Sólo aprehendemos la verdad cristiana en la medida en que permitimos que ella rija nuestras vidas y nuestras relaciones con los demás.

En los originales, hay cuatro palabras que son traducidas en sus distintas expresiones, como CONDUCTA. En el libro de los Proverbios 20:11, encontramos la primera. Allí el texto dice: Aún el muchacho es conocido por sus hechos, si su CONDUCTA fuere limpia y recta. En este caso, la palabra hebrea utilizada es POAL, y significa “Acto u obra – Trabajo – Hacer – hecho – Labor y Amontonar.

La segunda expresión está en el libro de Oseas 4: 9 bajo este texto: Y será el pueblo como el sacerdote: le castigaré por su CONDUCTA, y le pagaré conforme a sus obras. Aquí, también desde el hebreo, la palabra es DEREK y tiene que ver con “Camino (Como pisado) – Curso de la vida – Modo de acción – Proceder – Rumbo – Senda – Vereda – Vía – Viaje.

La tercera es la que encontramos en la carta de Pablo a los Gálatas 1:13. Allí dice: Porque habéis oído acerca de mi CONDUCTA en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba. Aquí la expresión, en este caso griega, es ANASTROFÉ, que quiere decir: “Comportamiento – manera de vivir.

Y el cuarto eslabón se encuentra en la segunda carta de Pablo a Timoteo, 3:10 donde leemos: Pero tú has seguido mi doctrina, CONDUCTA, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, y la palabra que se encuentra originalmente aquí, es la griega AGOGÉ, que se traduce como “Obrar y Modo de vivir”.

Modo o manera de vivir, parecen ser las bases más utilizadas dentro de los significados que hemos hallado, entonces sería bueno recurrir a escrituras que contengan estas expresiones a los fines de tenerlas bien presentes para luego aprovechar lo que el Espíritu Santo haya de decirnos mediante ellas. En Efesios 4:22 está el primero: En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos.

¿Qué tenemos aquí? Que para esgrimir una conducta conforme a los postulados de la Palabra de Dios, debemos: 1) despojarnos del viejo hombre, que equivale a decir: crucificar el alma, quemar la carne. ¿Por qué dice que debemos hacerlo? Porque está viciado con deseos engañosos. Esto implica que, un deseo engañoso, un vicio, estorba, perjudica y ensucia una genuina conducta cristiana.

La primera carta de Pedro 1:15, señala: …sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; y en el verso 18 agrega: …sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, y esto se concluye en que la conducta del cristiano también se afirma en la santidad, simplemente porque Dios es santo y nosotros no podemos ser de otro modo y olvidar muchas de las enseñanzas paternas, a las cuales a veces tanto respetamos, porque en ellas no siempre hay principios divinos, sino simple sabiduría mundana, secular e incrédula.

La misma carta del mismo apóstol Pedro, pero en el capítulo 2:12, consigna que: …manteniendo vuestra buena manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. En este caso, el aporte para elaborar una conducta acorde con lo que decimos profesar y creer, radica en la forma en que nos conducimos delante de la gente que no va a una iglesia, que es donde debemos dar el verdadero testimonio.

Y, finalmente, en la segunda carta de Pedro 3:11, dice así: …Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡Como no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir! Aquí las cosas son lo suficientemente claras como para eximirnos de cualquier comentario. Santidad y espiritualidad deben ser nuestras cartas de presentación. No importan nuestras actividades ni nuestros cargos eclesiásticos, importan nuestros corazones y nuestras imágenes públicas.

(1Tesalonicenses 2: 1)= Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no resultó vana; (2) pues habiendo antes padecido y sido ultrajado en Filipos, como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición.

Esto, en la mayoría de las biblias clásicas, se encuentra debajo de un subtítulo que habla de la conducta de Pablo. Y nada mejor que tomar modelo específico de esa conducta, para establecer las pautas concretas de la nuestra. ¡Pero hermano! ¡No podemos compararnos a Pablo! ¿Ah, no? ¿Y se puede saber por qué? ¡El es un apóstol y nosotros hemos andado en cualquier cosa! ¿Ah, sí? ¿Ya se ha olvidado usted que el tremendo y amoroso apóstol Pablo, fue antes un personaje siniestro llamado Saulo?

Aproveche esto que leemos en los dos primeros versos de este capítulo: Predicar el evangelio con denuedo en el marco de una gran oposición forma parte de la conducta cristiana. ¿Usted tiene oposición para predicar el evangelio con denuedo? No…lo hago sin problemas, las autoridades sienten simpatía por nuestra iglesia. No estoy hablando de eso, estoy hablando de dos cosas puntuales: 1) Predicar el evangelio con denuedo es, entre otras acepciones, hacerlo sin adulteraciones, genuino, sin contaminaciones denominacionales. ¿Lo está haciendo así, usted? Y…yo quisiera, pero…en la iglesia me harían problemas…” ¡Allí está! ¿Ve? Eso es oposición. Esa es la oposición de la cual habla Pablo. La misma que hoy existe para la predicación del evangelio real, genuino y libre de impurezas pseudo-doctrinarias.

Históricamente, de lo que se habla en estos versos, tiene que ver con que, aunque fueron ultrajados en Filipos al ser golpeados y encarcelados, en violación en sus derechos como ciudadanos romanos. Pablo y Silas, que escriben esto juntos, también cantaron allí juntos, tal como se lo relata en el capítulo 16 y verso 25 del Libro de los Hechos de los Apóstoles, y conocieron juntos “El gozo del Espíritu Santo” que florece en medio de la adversidad.

(3) Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, (4) sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.

Preste mucha atención porque en este aspecto de lo que en suma es la conducta de un apóstol, hay algunos pormenores que quizás, tal vez, puedan tener que ver con algunos sucesos contemporáneos, actuales que, en una de esas, han ocurrido muy cerca suyo.

Es indiscutible que Pablo recibió un sin fin de acusaciones con relación a la calidad y la cualidad de su mensaje. ¿Por qué digo esto? Por la simple razón que él está aclarando que de ninguna manera ha exhortado cometiendo errores o entrando en determinadas impurezas; y que de ninguna manera dijo lo que dijo buscando engañar a alguien con algún fin determinado. Muy por el contrario, Pablo asegura que hizo lo que hizo y habló como habló porque, en primer término, tuvo la certeza de estar aprobado por Dios, (Certeza que no todos los ministros tienen) y, en segundo término, le fue confiado el evangelio para que lo administrara conforme a la fidelidad de su corazón.

¿Y cómo lo hizo? Como muchos lo estamos haciendo hoy: buscando agradar al Dios que confió su evangelio en nosotros que a los hombres que le dan un sitio para predicarlo. Y esto, ¿Es factible de felicitaciones o de aplausos? En absoluto. Aquel que espera que con la predicación de un evangelio genuino, sin melodramas ni vaselinas acariciantes a las pieles humanas, recibirá saludos, felicitaciones o aplausos de los destinatarios, se equivoca de medio a medio e, incluso, no ha terminado de leer o de entender los evangelios, donde se habla de la historia de un tal Jesús de Nazaret que pasó por todo esto mucho tiempo antes que cualquiera de nosotros.

Por otra parte Pablo ya lo dice en 1 Corintios 2:17 cuando expresa: Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo. Y también en Gálatas 1:10 cuando se pregunta: Pues, ¿Busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

(Verso 5)= Porque nunca usamos de palabra lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo;(6) ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.

Voy a decirle ahora lo que de alguna manera, es la expresión de la ortodoxia relacionada con lo que nosotros llamamos “el liderazgo”. Aunque los líderes espirituales exponen enérgicamente la verdad de Dios, deberían hacerlo asimismo con suma dulzura. Tiene que ser inconmovibles ante las lisonjas o alabanzas humanas. Sólo buscan la aprobación de Dios y se desentienden totalmente de lo que los hombres más o menos influyentes puedan opinar. Son trabajadores diligentes que nunca sacarían ventajas de aquellos a quienes están sirviendo.

Ya sé que, inmediatamente de tomar contacto con esto que he mencionado, usted ha pensado en la realidad de su ambiente eclesiástico habitual. Concretamente, cuando hablo de ambiente, hablo de congregación y cuando hablo de modelos, hablo de su propio pastor. Y quizás, asimismo, termine de descubrir que a la hora de traer palabra genuina, la dulzura en este buen hombre brilla por su ausencia y parecería gozar de golpear duro. Y que no sólo que no es inconmovible ante la lisonjería humana sino que, incluso, de alguna manera la exige en todos aquellos que aspiren a cubrir algún cargo, función o posición en la congregación. Y que, contrariamente a lo expresado, está mucho más pendiente de lo que dos o tres hermanos antiguos e influyentes de la iglesia puedan pensar de él a lo que Dios mismo pueda pensar de él. Y, finalmente, nadie pone en tela de juicio su capacidad de trabajadores diligentes, pero no sucede lo mismo con respecto a las ventajas, ya que en más de una ocasión hemos visto pastores que prácticamente viven en muchos terrenos a expensas de aquellos a quienes supuestamente debería servir.

(Verso 7)= Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.

El cuidado amoroso expresado con la palabra TERNURA, se ilumina con el uso que se hace del término en otro pasaje del evangelio, también referido al ámbito familiar, el amoroso cuidado que el esposo debe a su mujer. La palabra TERNURA significa, literalmente, “mantener caliente”.

(8) Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.

(9) Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; como trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios.

Históricamente, tengo que decirle que por lo menos en Tesalónica y Corinto, Pablo se sostuvo a sí mismo, probablemente trabajando como fabricante de tiendas. Pero ya en Tesalónica recibió la ayuda de la iglesia de Filipos, tal como se lo expresa en Filipenses 4:16, de la cual había salido varios meses antes. De cierta manera, la carta a los Filipenses, fue escrita como un extenso mensaje de gratitud por el continuo respaldo brindado por aquellos creyentes al ministerio de Pablo, aunque generalmente no imponía a las iglesias carga alguna.

Ahora haga la pequeña comparación que viene haciendo desde el principio. ¿Trabajo y fatiga? Sí, convengamos que eso sí se sigue viendo en el liderazgo y mucho. No son pocos los hombres y mujeres que realmente trabajan y se fatigan para con lo que ellos creen que es su trabajo por excelencia y el que Dios quiere que hagan. Pero en disociación con Pablo, cada uno de estos por bien intencionado que sea, resulta siendo gravoso para alguien, ya que el sustento de los líderes ha pasado a ser una especie de obligación, muy por encima de esa decisión legítima vía Espíritu Santo que Dios había planificado al respecto.

(10) Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuan santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; (11) así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, (12) y nos encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.

Pablo dice, en esta misma carta, que el evangelio que les trajo no fue en base a palabras humanas, sino en poder del Espíritu Santo, y a los Corintios que se ha conducido con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría secular, y que así se ha conducido tanto en el mundo como en la iglesia, y que no escribe estas cosas para avergonzar a nadie sino para amonestar, que es patrimonio apostólico. A los Efesios les agrega que deben andar conforme a la vocación con la que fueron llamados. Pedro, mientras tanto, y respecto a este mismo asunto, señala que Dios habrá de perfeccionarnos, después que hayamos padecido un poco de tiempo, – dice -, y además afirmarnos, fortalecernos y establecernos.

El encargo de andar como es digno de Dios, mientras tanto, es una de las claves de esta carta a los Tesalonicenses para descifrar el mensaje y las enseñanzas de Pablo en aquel lugar. En líneas generales, él les enseñó cómo agradar a Dios. Les habló de la fidelidad marital y explicó que los creyentes podían esperar el sufrimiento. En la segunda carta, en cambio, se enseña claramente – parece que los tesalonicenses necesitaban que se los recordara -, que la apostasía y la manifestación del hombre de pecado precederían al regreso del Señor. Todas estas enseñanzas fueron llamadas por Pablo “Tradiciones” e instó a su cuidadosa recolección y observancia.

(13) Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.

Esta palabra que aquí se traduce como ACTÚA, es en los originales la palabra ENERGEO, y es una de las cuatro grandes palabras para designar la energía. Las otras tres son: ENERGES, ENERGEIA y ENERGEMA. Todas ellas se derivan de EN, que es “en” y ERGON, que es “trabajo”, y tienen que ver con el obrar activamente o con la capacidad de trabajo y sus resultados. En el texto que señala que la palabra de Dios es viva y EFICAZ, esta palabra es la palabra ENERGEIA, y su implicancia no es precisamente “energía” de donde Nueva Era ha extraído sus falsas enseñanzas, sino ENERGICA, que tiene que ver con la connotación descripta para ENERGEO, es decir ACTÚA.

La persona de fe, ora para que Dios demuestre su poder en la iglesia de hoy. L fe es capaz de recibir la Palabra de Dios a través de los labios humanos, creyendo en la capacidad de Dios para utilizar esos instrumentos. Y la fe mira hacia delante en dirección a la promesa de que el Señor vendrá por segunda vez a consumar la obra de la salvación. Es indispensable, entonces, que los cristianos recibamos el mensaje y las enseñazas como palabra de Dios y no como una mera opinión humana, tal la línea que se enseña incluso en algunos seminarios de prestigio. De allí que también resulte indispensable evitar negar la autoridad de esa Palabra o anular su eficacia para el crecimiento espiritual de nuestras vidas, según el currículum de los hombres que la difundan.

Esto es apenas un pantallazo rescatado de esta carta, apenas una, con relación a la conducta de Pablo, que de alguna manera habrá de servirnos como punto de referencia para establecer los principios inconmovibles e inmutables de lo que deberá ser la conducta de un creyente. No es una cuestión de opiniones ni una cuestión de tradiciones, es una cuestión de conducta, de comportamiento, de modo o manera de vivir. Vivir en el marco de una sociedad que no estará dispuesta a dejarnos pasar una o del mismo pueblo de Dios, delante del cual debemos testificar la presencia de Dios en nuestras vidas mediante el poder del Espíritu Santo y no por vana palabrería.

Lo primero que Pablo consigna, es que su visita no ha sido vana. Eso significa que nosotros no podemos de ninguna manera, movernos conforme a las costumbres, las tradiciones o lo que “queda bien” desde el punto de vista social. No somos personas llamadas a resultar simpáticos, somos personas llamadas a extender un reino.

Forma parte indispensable de nuestra conducta, el Denuedo, que como ha quedado dicho, va mucho más allá de la fuerza, la pujanza y la valentía esforzada de su primaria traducción, sino también la falta de adulteraciones para con lo que proclamemos. El Libro de los hechos, en los impactos espirituales del Pentecostés, da dos precisiones claras: cuando el Espíritu Santo llega y golpea, una de las manifestaciones, es hablar lenguas angelicales o extrañas, pero la otra, de la que nadie predica ni enfatiza demasiado, es predicar la palabra con Denuedo. Nadie puede pretender no adulterar el precioso evangelio del Señor si no cuenta con la guía, la unción y el poder del Espíritu Santo. Muy importante, porque le muestra a usted el por qué de tanta falsedad y contaminación en nuestras doctrinas.

Deberemos ser aprobados por Dios, mucho antes que usados. Es importante que Dios le use a usted, pero mucho más que Dios le apruebe. Con esa aprobación, inmediatamente se comenzará a ejercer nuestra autoridad desde la única óptica posible: agradando a Dios, más allá de si esa actitud agrada o no a los hombres más cercanos.

No utilizar la adulación ni la lisonjería es capital. El hombre de Dios no está aquí para resultarle carismático a otros, sino a difundir aquello que Dios ha ordenado difundir. Cualquier otra actitud, por mejor intencionada que sea, de mal procederá porque vendrá a cubrir necesidades humanas y sociales y no las divinas y espirituales. Esto conlleva, necesariamente, un rechazo de plano a toda expresión de avaricia. Usted sabe lo que es la avaricia y no tengo que enseñárselo aquí. Pero ahora le pregunto: ¿No es ese, precisamente, uno de los dramas cotidianos que sacuden internamente a la iglesia del Señor? ¿No se ha confundido buena administración con avaricia? ¿No hay que practicarle una intervención quirúrgica a más de un hermano para sacarle un centavo?

Detalle esencial de la conducta cristiana: no buscar la gloria por parte de los hombres, no irnos detrás de homenajes y honores por encima del cumplimiento de la volunta de Dios. ¿Dijo amén? Cuidado. No sea alguien de “amén” fácil ni diga “amén” a cualquier cosa que oye. Esto es declaración y pacto, y Dios no le exige a usted que haga pacto alguno, pero si usted desea hacerlo, Él lo admite pero se lo toma muy en serio.

Tener ternura, que ya sabemos que es mantener calidez en lo que decimos y hacemos, tener dulzura aún para proclamar las cosas más fuertes, guardar sano afecto verdadero y genuino por cada uno de nuestros hermanos reales y no resultarle gravoso a nadie. La iglesia está llena de gente que se abusa de otra gente, ya sea por sus cargos o posiciones o sencillamente bajo el barniz de un falso amor. Gente que con el viejo cuento de “un servicio para el Señor”, se apropia indebidamente de un servicio de concreto valor material para sí mismo y totalmente al margen de cualquier connotación espiritual.

No es difícil, no es complejo, no es complicado ni pleno de vericuetos entremezclados. Es muy claro. Un cristiano – tomando como punto de partida la conducta del apóstol Pablo -, es alguien que ha tomado la decisión de conjugar el verbo SER mucho antes y por encima del verbo HACER. Y eso, por rara paradoja, va a traerle inconvenientes precisamente dentro de la casa de oración y no afuera, porque generalmente y actualmente se está otorgando mucha mayor validez y prioridad a lo que alguien hace que a lo que ese mismo alguien es. Lo lamento: Dios sigue estando mucho más atento al corazón del hombre que a sus manos. Porque las manos se mueven correctamente, cuando obedecen la orden que viene de la cabeza; de otro modo, pueden producir desastres.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez