No es inteligente rotular ni definir a los seres humanos. Dios ha construido una variedad tan grande en todos los estamentos de sus vidas que, calificarlos de una u otra manera y colocarlos en una especie de estantería de exhibición para moraleja de otros, es casi una barbaridad, tanto en lo profesional y secular, como también en lo espiritual. Hay personas no creyentes incapaces de cometer un delito de ninguna naturaleza. Es imposible imaginarlos falsificando algo o defraudando a alguien. Hay buenos y hay malos. Hay confiables y no confiables. Esa es la sociedad secular. No es ninguna novedad, ya que sin que ellos lo sepan en su gran mayoría, están operando y funcionando en Adán. Y Adán fue el hombre que comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, así que no les queda otro camino que funcionar en esa dimensión que transita entre lo bueno y lo malo. Pero eso no termina allí. Hay gente que dice ser creyente que, sin embargo, pueden entrar en cualquiera de estas trapisondas mencionadas sin que se les mueva un músculo del rostro. Para ambos, existe un punto central del carácter de Dios. Uno de sus atributos más notables después del amor que es su esencia: La Gracia.
Efesios 2: 1-3 = Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. El, (Y está hablando de Jesús el Cristo, obviamente), nos dio vida cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. ¿Quién podrá decir en este día que no estaba en esa situación, en mayor o menor dimensión, cuando fue redimido, (Que significa rescatado) por la sangre de Jesús? Gloria a Dios si hubiera alguien que no salió de esa oscuridad espiritual. No he sido yo, precisamente. Yo andaba, en ese otro tiempo del que se habla aquí, por esos caminos que se detallan. ¿Causa? Seguir la corriente de este mundo. ¿Cuántos saben que si no la seguías eras mal visto, criticado, marginado y. finalmente, agredido y expulsado? Durísima cosa es vivir en el mundo incrédulo sin Cristo.
Conforme, o de acuerdo con, el príncipe de la potestad del aire. ¿De quién está hablando? De Satanás, obviamente. Potestad es autoridad, lo sabes, ¿Y el aire? ¿De qué aire nos habla Pablo? Se refiere al llamado reino de las tinieblas, donde Satanás y sus demonios se mueven libremente. Un espíritu. Pero como un espíritu siempre necesita un cuerpo para manifestarse aquí en la tierra, se nos dice que ese espíritu, hoy, está operando, trabajando, manipulando y hasta gobernando en los hijos de desobediencia, o sea en todos aquellos que no obedecen a Dios, a su Hijo el Cristo ni a su Espíritu Santo. Nada menos. Y era justamente en esa situación, entre los cuales, dice, todos nosotros estuvimos esclavos en otro tiempo. ¿Esclavos de quien o de qué? De nuestra propia carne. O carnalidad, como quieras llamarla. Porque eso nos llevaba inexorablemente a hacer la voluntad de esa carne corrupta nuestra, y también esclavos de pensamientos que no eran nuestros, pero lo parecían, hasta el punto de llevarnos a tremendos estados de ira que podían, incluso, hacer peligrar nuestra vida y la de los demás. Eso éramos nosotros, al menos, una enorme mayoría a le indudablemente y sin nada para sentirme orgullos, me encontraba yo mismo.
Versos 4-7 = Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Lo concreto es que Dios nos amó y nos dio vida juntamente con Cristo, por Gracia. Claro; nosotros decimos Gracia y de inmediato la asociamos con lo que hemos aprendido es su sinónimo: favor. Sin embargo, allí nomás nos quedamos y tal vez nos perdemos una serie de puntos importantes más. Cuando conocemos a una persona, al mismo tiempo conocemos sus atributos, ¿Verdad? La Gracia forma parte de los atributos de nuestro Dios, lo que equivale a pensar, tal como seguramente se lo habrás escuchado a otros hombres y mujeres de Dios, que la Gracia en realidad es una persona. Lo que se nos ha dado es una persona. Lo puedo comparar con la luz y hasta con la oscuridad, porque la gracia tampoco es algo, sino que e alguien. Porque, en definitiva, lo que Dios nos concedió fue a su Hijo. Haz un ejercicio simple. Le preguntas a alguien que fue lo que recibió el día que aceptó a Cristo, y seguramente te dirá que recibió amor, paz, misericordia. Y está bien, pero eso es algo, y lo que Dios nos dio es a alguien. Nos dio a su Hijo, que es donde están la salvación, la redención, el perdón, el amor, la misericordia, el todo. El es Aquel que en la plenitud de todo lo llena en todo.
Y yo creo que nos fueron concedidas en Él todas las cosas, absolutamente todas las cosas. Eso explica con total y meridiana claridad, el problema que tenemos a veces como iglesia. De que hay una diferencia abismal en vivir para Cristo a que Cristo viva su vida en nosotros. La gracia, entonces, indudablemente que sí, que es una persona. Es el gran peligro de confundir lo bueno con la voluntad de Dios. Hay un abismo de distancia entre las dos cosas. Es otro árbol. La salvación ES Cristo. La redención es Cristo. La vida es Cristo. Dios no nos dio algo. No nos dio vida, no nos dio perdón. Decir que Dios nos dio vida, escritural y bíblicamente, es incorrecto. Aunque decirlo tal vez no esté mal, pero es incorrecto desde la percepción, porque Dios nos dio a su Hijo, y en el Hijo está la vida, porque está escrito que el que tiene al Hijo, tiene la vida.
Hay un concepto que es fundamental y te ayuda a comprenderlo mejor. Cuando hablamos de Gracia, de lo concedido, lo que dice Pablo, es que a los que están En Cristo, Dios les da Su Espíritu para que les revele lo concedido. Y lo concedido es Cristo, y en Él todas las cosas. Jesús dijo, respecto al Espíritu Santo, que Él lo glorificaría, porque tomaría de lo Suyo y lo haría saber. Además, dijo que Él no podía hacer nada por sí mismo, sino que lo que el Espíritu haría, sería hablarles de Él. Una vez más se reitera: el Espíritu revela al Hijo y el Hijo revela al Padre. Y también revela lo concedido, de lo cual también hablamos, dijo. Una vez que lo concedido, que es el Hijo, que es el regalo de Dios para nosotros, inmerecido, desde luego, el Espíritu nos lo tiene que revelar. ¿Para qué? Para que, entre otras cosas, los hombres no tengamos que dedicarnos a solucionar problemas matrimoniales, de familia, laborales o económicos.
Sería una pérdida de tiempo, porque no se puede poner la vida en el marco de la redención. Cualquier inconveniente en estos ítems que te mencioné, no se solucionan hablando con otra persona, se soluciona EN Cristo, porque se supone que todos nosotros estamos o deberíamos estar EN Cristo. El buen matrimonio está En Cristo, el buen padre o madre está EN Cristo, el buen empleado está EN Cristo, el buen jefe también, y hasta el buen administrador de sus ingresos está EN Cristo. Todo nos fue concedido en Él. Así es que, si deseamos entender la Gracia, no lo podemos hacer de manera segmentada, creyendo que la gracia es un precio imposible de pagar del Hijo que nos consiguió una salvación que es un evento. ¡No! La salvación es una persona que abarca absolutamente todo. En el área de la redención, en tu vida. Dicen los que más saben que, cuando tú tienes un problema con tu esposa, la pregunta que debes hacerte no es como haces para cambiarla. La pregunta que tienes que hacerte, es en qué momento de tu vida dejaste de sentir gozo por hace la voluntad de Dios.
O sea: en qué momento se pierde el gozo por amar a quien no merece ser amado o por perdonar a quien no merece ser perdonado. Y ni hablar de poner la otra mejilla con gozo, no obligado y protestando. Y la frutilla del postre, sería, sentir gozo por bendecir a quien te maldice. En suma: cuando entendemos EN Cristo la obra completa y su persona en nosotros, entendemos que no hay nada en nuestras vida que esté fuera de la redención o de la salvación que nos fue otorgada en Él. O sea que la Gracia es infinitamente superior a todo lo que nosotros podamos imaginarnos. Y para aquellos que por no haber entendido todo esto y se pasan de largo y se sientan a esperar que todo lo haga Cristo por ellos, hay que recordarles que el Espíritu Santo es quien les revelara todo respecto a lo concedido. No es casual que las llamadas cartas apostólicas, en su mayoría suma, hagan especial hincapié en el conocimiento, que no habla de estudio, aunque lo incluye, sino de intimidad. Hay gente que puede llegar a leer mil veces el Nuevo Testamento y jamás llegar a conocer el Nuevo pacto.
El conocimiento es producto de la intimidad con el Señor. Y ese conocimiento trae revelación. Y revelación es ver. Todos los hombres nacemos con un muro delante del infinito, que nos impide ver lo que hay del otro lado. Sólo a los que el Espíritu Santo les disuelve el muro, pueden verlo. Los demás, aunque estén parados en el mismo lugar, no pueden ver nada. Escuché hace pocos días a alguien decir una enorme verdad que no siempre entendemos, vemos o, incluso, nos atrevemos a decir: el evangelio no es saber, es ver. ¿Por qué? Porque recién cuando ves algo es que empiezas a conocerlo. Puedes hablar como se te ocurra de tu día de conversión, pero nunca digas que ese día fue cuando conociste a Cristo. Eso no sería verdad. Nadie conoce a alguien que recién ve por primera vez. Eso siempre viene con el tiempo. Y, en algunos casos, nunca. Si Pablo llegó a decir que lo tuvo todo en este mundo por basura sólo para conocerlo y ser hallado en Él, imagínate que nos queda a nosotros. Todavía hay gente que en un culto te dice que están entrando en la presencia de Dios. Ni idea de lo que dice. Si está EN Cristo, ni entra ni sale de la presencia, está de manera permanente.
Creo que está claro. Por gracia y sentados en lugares celestiales. Hace muchos años, cuando yo escuchaba eso, me quedaba pensando qué haríamos todos sentaditos allí durante toda una eternidad. Claro, yo lo veía a futuro, pero esto está dicho o escrito para el hoy, no para el mañana. Ya estamos sentados allí, y es desde allí que tenemos que mostrar, a través de todas las generaciones que vengan, las abundantes riquezas de esa gracia recibida, a través de todos los siglos venideros. ¿Te imaginas? Durante siglos haciendo eso por mandato. Ya sean siglos de tiempo o de sistemas, es lo mismo. Esa es nuestra tarea espiritual y por eso estamos sentados en ese lugar de privilegio conjuntamente con Cristo. La iglesia, -recuerda esto- es netamente espiritual sólo después de Cristo. Anteriormente, se movían con fe, pero siempre en el ámbito de Adán, conceptuando y legislando entre lo bueno y lo malo, tal el árbol digerido. Cristo ES el bien, por tanto el mal en Él no existe. Y a todos los que están EN Cristo, les ocurre lo mismo. Porque un cuerpo vive todo la misma cosa que vive su cabeza, ¿Verdad?
Versos 8 y 9 = Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque por la Gracia, que es Cristo, somos salvos, que es Cristo, porque por medio de la fe, EN Cristo, y no de nosotros, sino de Él, porque el don es de Dios, lo que equivale a decir que es Suyo, ¿Está claro? ¿Puede gloriarse algún hombre de todo esto? No. No existe un ser humano que pueda gloriarse de todas estas cosas, así está escrito, así lo creemos y así lo ponemos por obra. Ahora te pregunto: En la iglesia falsa, la paralela e imitadora que de manera corriente llamamos Babilonia, ¿Nunca has visto a hombres gloriándose a sí mismos, promocionándose a sí mismos en todas estas cosas que sus propias biblias tienen escrito que no deben hacer? ¿Qué crees que pueda o deba hacer Dios con ellos? Puede matarlos, si así lo decide. ¡No! Me dices. Eso hacía la ley, pero no Dios. Perdón, cuando la ley decidía sacar de este mundo a alguien, venía un hombre y lo ejecutaba. Hoy, si alguien tiene que salirse de esta tierra por estar no sólo desobedeciendo a Dios, sino, además, siendo personero del diablo, el que lo saca si así lo decide es Dios mismo. Y que no te suene a cruel ni a déspota; lo hemos visto. Dios sigue siendo justo.
Versos 10 y 11 = Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. Hechura suya. ¿Puedes tomar una mínima dimensión de lo que significa esto? Ya Ezequiel, cuando recibe respuesta de Jehová a su pregunta sobre lo que iba a hacer con el remanente de Israel, escucha esto: Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne. Un corazón y un espíritu nuevo. El que dude que es una nueva hechura, no sé qué ha entendido. Y una vez más, retornamos a la frase preferida de Pablo, que cuando les escribe a los Corintios su segunda carta, les dice algo que hoy es un legítimo clásico de la Palabra: De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Todavía hay gente que convence a otra gente que, por recitar una oración que otro le va dictando y pasar al frente en un determinado lugar a que alguien le ponga su mano en la cabeza, ya está en Cristo. Creo que la más alta responsabilidad de que haya tantos cristianos semi perdidos por causa de creer que están salvados hagan lo que hagan y vivan como vivan, la tiene el ministerio en todo su conjunto y me incluyo, porque yo en algún tiempo inicial de mi trabajo magisterial, repetía la misma muletilla. Acá Pablo te lo está diciendo más que claro y verídico: Si alguno está EN Cristo, es nueva criatura. Y si aparece una nueva criatura, aparece una nueva historia y un nuevo estilo de vida. Porque añade que las cosas viejas pasaron. Pasaron, ¿Entiendes? Si lo que nace es una nueva criatura y todas sus cosas viejas pasaron, que quiere decir que quedaron a un lado y no tienen absolutamente nada que ver con esta nueva criatura, ¿Me quieres decir por qué en casi todas las congregaciones hay tanta gente amontonada formando fila y aguardando turno, a veces durante meses, para recibir sanidad interior? Cuidado, no estoy atacando a quienes la necesitan, lo comprendo y los comprendo, pero la sanidad interior, por mejor y más brillante que se realice, lo único que logra es mejorar un poco el viejo hombre. Y aquí, la Palabra, nos habla de un hombre nuevo, no de uno viejo emparchado.
Y en dura censura para el pueblo judío practicante, Pablo dice que los nuevos creyentes, eran llamados incircuncisos, por los circuncidados. ¿Quieres saber algo? Todavía algunos en ciertas partes del planeta nos siguen llamando así. Pablo se los dejó más que claro a los Gálatas cuando les dijo: Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Punto y aparte. No se trata de una restauración ni de una modificación, ni de una re-creación, se trata, tal como lo dice, de una nueva creación. Es mucha la gente, todavía, que cuando tú les hablas de una nueva criatura, te mira con sus ojos llenos de desconfianza. Y si le preguntas el motivo de esa duda, te responden que tienen temor que algo de lo que llaman nuevo sea nada más que una estrategia falsa de Satanás y sus demonios. Lo siento, pero vuelven a pecar de no leer la escritura como deberían. Porque si lo hubieran hecho, sabrían que si aparece algo nuevo que jamás antes se había visto, es Dios quien lo trae, ya que es el único creador de todos los universos. Satanás necesita indefectiblemente de un original legítimo, para él poder sacar una mediocre fotocopia y con eso engañar fácilmente a miles de supuestos cristianos que no están EN Cristo y por esa razón no alcanzan a ver el engaño.
En el octavo capítulo de su carta a los Romanos, Pablo escribe esto: Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. El deficiente entendimiento y la errónea interpretación que se le ha dado a este verso y otros más similares, es lo que llevó durante muchísimo tiempo a pensar, a cada creyente, que Cristo había entrado dentro suyo y por eso moraba Su Espíritu en él. Antes que caer en confusión, es preferible que sigan creyendo eso, pero te aviso que el tema es exactamente a la inversa: nosotros, al matar nuestra carne colocándola en la cruz con Cristo, entramos dentro de su dimensión. Y al estar allí, el Espíritu de Dios, que también es Cristo, empieza a morar en todas nuestras decisiones. Pero quiero reiterarte una frase que, si la lees con atención y cuidado, te sacude hasta los huesos, y es la que dice: Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Me pregunto qué sucede con las decenas de denominaciones y congregaciones que de ese Espíritu no hablan.
Con los Colosenses, Pablo tiene una mirada similar, aunque desde otra profundidad. Les expresa: Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Hemos dicho no menos de cien veces que estamos conjuntamente crucificados con Cristo, pero no mucho más de diez, que también hemos resucitado en Él. Y es importante, porque el gran efecto de la crucifixión y muerte de tu Adán, está en tu resurrección EN Cristo. Eso no lleva inexorablemente a buscar las cosas “de arriba”, que por supuesto, no tiene nada que ver con alturas geográficas, sino con un concepto de ámbito superior, de un trono invisible al ojo humano terrenal, pero más que válido para quienes lo buscan con los ojos de su espíritu. Ya sabemos que no debemos fijarnos en las cosas terrenales, sino en las celestiales. Pero lo que a mí realmente me impactó cuando lo leí por primera vez, es el cierre de este texto, donde Pablo nos está asegurando que nuestras vidas están escondidas con Cristo en Dios. El único modo de estar escondidos con Cristo en algún lugar, es estar dentro de su dimensión, dentro de Él mismo.
Pablo le otorga enorme importancia a ese nuevo hombre nacido EN Cristo, al menos es lo que se vislumbra a través de lo que les escribe a los Corintios en su segunda carta cuando les dice: Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Atención con esto que no es algo menor. Pablo, en contra de lo que muchos interpretaron, no está refiriéndose a su “hombre viejo” en mala sintonía con el hombre nuevo EN Cristo. Es bastante claro como para que nadie se hubiera confundido, pero a ciertos demonios minúsculos pero fastidiosos les encanta torturar cristianos en sus mentes haciéndolos olvidarse de las cosas, escuchar mal las cosas y, entender mal las cosas. Lo que Pablo dice, y es casi una redundancia repetirlo, es que mientras su hombre nuevo, renacido EN Cristo se va renovando, que significa que va creciendo, incorporando revelaciones, entendimientos, sabidurías, el hombre exterior se va desgastando.
¿Alguien va a decir que ese hombre exterior es Saulo de Tarso? No. El hombre exterior de Pablo es exactamente eso que está diciendo, su parte externa, lo que se ve de él, esto es: su cuerpo físico. Y aunque Pablo no era todavía un hombre viejo, su cuerpo, a partir de todas las vicisitudes transitadas, se había desgastado notoriamente. A ver, ¿Tienen la misma posibilidad de desgaste físico un empresario que se alimenta bien, que lleva una vida desahogada, que asiste a un gimnasio y cuida su estado físico, que otro hombre que trabaja en la construcción, soportando calor, frío y lluvia, a lo que deberá sumarse los esfuerzos físicos obligatorios para levantar elementos del trabajo de enorme volumen y peso? Nadie tiene el secreto ni el manual perfecto de la longevidad, pero comer sano, hacer ejercicio, ocupar su mente y descansar lo conveniente, son elementos básicos.
Sin gracia es desgracia, titulé. ¿Exageré? Puede ser que algo, pero también puede ser que no tanto. Partamos de una base. Des, es una preposición que, cuando se utiliza, normalmente es para expresar lo contrario a lo que es la palabra sin ella. Ejemplos. Des-pegar, quitarle el pegamento a algo adherido, lo opuesto a pegar. Des-hacer, lo contrario a hacer, destruir algo que estaba hecho. Des-quitar, hacer lo que se pueda para recuperar algo que te han quitado. Y hay muchos más, pero me quedaré con el nuestro: Des-gracia. Conforme a como venimos entendiendo los demás, haber perdido la gracia, haberse quedado sin ella. ¿Y para que usamos esa palabra normalmente? Para rotular algún hecho negativo, tenebroso, feo o simplemente tétrico. ¿Conoces algún hombre al que se lo tenga por desgraciado, que tenga paz, vida y serenidad? Ya tienes tu solución para dejar de vivir mal como te habías acostumbrado. Hay una gracia que va más allá de la simple e inicial salvación para vida eterna. Es la gracia inigualable de estar EN Cristo, ser un Espíritu con Él y salir más que vencedor en cuanta batalla se te presente. Tal vez lo ignorabas. Desde hoy lo sabes. Ahora el balón está en tu campo. Tu juegas.