Estudios » Crecimiento

Puerta a la Libertad

Es indudable que el hombre puede perder cualquiera de sus posesiones, tanto materiales como sentimentales o intelectuales, que no va a sentirlas del mismo modo que cuando le toca perder su libertad. De esto pueden dar fe tantos y tantos hermanos en Cristo que hoy están todavía en prisión, más allá de haber nacido de nuevo redimidos en el Señor dentro mismo de sus celdas. En más de una ocasión, dialogando desde la radio por teléfono con alguno de estos tan particulares creyentes, la mayoría de ellos suelen decirme que, pese a estar todavía cumpliendo las condenas que les corresponde por los delitos cometidos en su vieja vida, el peso de la libertad en Cristo es superior infinitamente, al peso de la pérdida de la libertad concreta. Nadie puede discutir que duele y es muy difícil, pero tampoco – ni siquiera la gente de los Servicios Penitenciarios – nadie duda que con Cristo en el corazón hay algo que se hace, al menos, un poco más llevadero.

(Juan 8: 31)= Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; (32) y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Hay un concepto demasiado simplista sobre este texto. He oído en muchas ocasiones enseñar que debemos estudiar en todas las universidades, seminarios e institutos teológicos que podamos, a fin de tener el suficiente conocimiento como para ser libres. También se ha enseñado que no podemos ser libres si mentimos, lo cual es cierto, y que por lo tanto diciendo siempre la verdad, somos libres. Bueno, pero incompleto. Porque lo que nos hace libres, aquí lo dice, es el conocimiento de la verdad. Y son ambas cosas, no solamente una y a medias. Usted puede estar toda su vida dando vueltas alrededor de la verdad y no llegar a conocerla nunca. De hecho que, en este caso, no será libre. ¿Y qué será conocer la verdad? Entre otras cosas, tener intimidad con ella, ya que esa es la traducción mayoritaria del verbo conocer en la Biblia.

De todos modos, habrá también que entender que en la Biblia hay verdades que, para conocerlas, hay que estudiarlas juntas y en común. De una manera separada no alcanza. Tengo un texto como ejemplo.

(Juan 1: 14)= Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Aquí tiene usted un modelo muy específico y singular. Tenemos la Gracia y tenemos la Verdad. Es necesario imperiosamente entender en Jesús, a las dos cosas, ya que con una sola no se entiende a Jesús. Y si usted no entiende a Jesús, usted dice que es cristiano, pero aún no lo es, sencillamente porque ignora las bases del modelo. ¿Sabe qué? Él es Santo y nosotros Pecadores. De allí que si tomamos solamente a la Verdad, la Verdad nos destruye. Y si tomamos a solamente la Gracia, la Gracia nos bendice pero no alcanza para vencer. Gracia y Verdad. Tengo otro texto-modelo. Un poco más extenso, pero por lo consiguiente, mucho más rico, mire:

(1 Corintios 1. 18)= Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden: (Cuando el mundo lo llame “loco” o “loco religioso”, usted ya sabe que lo primero ES así, pero lo segundo no) pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. (Tome nota de esto: Poder de Dios)

(19) Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, (También anote esto: Sabiduría) y desecharé el entendimiento de los entendidos. (Estos “entendidos” son aquellos que se nutren de sus propias sabidurías humanas desechando la que viene de Dios)

(20) ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? (Le pregunto a usted donde quiera que esté, como quiera que se encuentre y habite en la tierra que habite: ¿Nunca ha visto pruebas concretas, en un millón de cosas, de que Dios ha enloquecido a la sabiduría de los hombres? Yo lo he visto y he dado gloria a Dios por ello, ya que de otro modo no habría diferencias, y SI las hay. ¡Aleluya!)

(21) Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

Aquí quiero hacer un paréntesis algo más prolongado porque el Señor, el texto, usted y yo nos lo merecemos. Lo que aquí dice, si se lo quiere entender, es que usted se salva por la predicación. Entonces usted me dice: “¡Ah! ¿El mensajito del domingo?”, y yo le respondo: nadie está hablando de un mensaje humanístico pulpístico; aquí se está hablando de predicación y pre-dicar, es preanunciar la derrota de los ángeles caídos. Eso mueve al Espíritu Santo para que otorgue a los oyentes convicción de pecado y, como consecuencia, aceptación de la salvación por fe por medio de Jesucristo. Cuando vengan ahora a enseñarle alguna de las cientos o miles “técnicas de evangelización”, menciónele estas dos palabras bíblicas muy antiguas pero aún vigentes: Dios añadía a los que habrían de ser salvos. Eso dice, ¿No?

(22) Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; (23) pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; (Si usted quiere que a este texto se lo pase en limpio merced a una especie de Nueva Versión Simbólica de Tipologías, le digo que lo que está diciendo, es que el evangelio es “tropezadero” para los que dicen ser religiosos y, como ya quedó dicho, locura para el mundo incrédulo) (24) más para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios. (Aquí tiene usted las dos verdades paralelas que mencionamos al principio: Poder y Sabiduría. El evangelio es la revelación de la verdad, pero en última instancia es la obra del poder de Dios con su victoria sobre el pecado y la muerte. La salvación bíblica equivale nada menos que a una completa restauración del universo, con nuevo cielo y una nueva tierra.)

(25) Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. (Esto es para usted que se cree poco menos que una basura y admira a los “grandes siervos” que aparecen en la televisión o la radio. ¿Está usted en Cristo? Es más sabio que cualquier hombre. Esto, también, es para aquellos que creen todo lo contrario y se ven a sí mismos poco menos que una especie de Jesús contemporáneo. Estudian todas las corrientes de pensamiento filosófico, aspectos profundos de la psicología y le agregan los títulos teológicos que usted quiera. Suponen que eso es lo que los hace altos, inalcanzables y… sabios. Lo débil de Dios (Po0demos ser usted o yo) es más fuerte que ellos en el ámbito espiritual. No importa lo que se vea en el ámbito natural.)

(26) Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; (27) sino que lo necio del mundo escogió Dios (¡Presente! ¡Yo soy uno! ¡¡Gloria a Dios!!) para avergonzar a los sabios; (A esos, póngale nombres y apellidos usted) y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; (28) Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, (¿Entiende esto? No tengo nada en contra de la Sanidad Interior. ¡Bienvenida sea porque muchos hermanos necesitan hacerla! Pero innecesaria si entendiéramos algunas de estas verdades) y lo que no es, para deshacer lo que es, (29) a fin de que nadie se jacte en su presencia. (Escuche: ¿Dios está presente en el culto de su iglesia? Si me dice que no, ya mismo le digo que se vaya a otra, pero si me dice que sí, que es lo esperado, le pregunto: ¿Nunca oyó a alguien, en el púlpito, jactándose de algo realizado?  ¡Ohhhh!)

Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; (31) para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

Hay tres cosas aquí que deberíamos delinear brevemente para poder entender el resto: Dice que por medio de la Sabiduría, podemos ser hechos: 1) Justificación. 2) Santificación. 3) Redención. ¿Y qué significa esto? Veamos: La Justificación, es un término jurídico; representa en este caso la determinación divina de convertir todo mal en bien, su dádiva al culpable para remover toda condena, y justificarlo, incluyendo el retiro completo de los cargos en su contra. La Santificación, mientras tanto, es un símbolo tomado del templo y revela la necesidad de purificación. Supone ser renovados por el Espíritu Santo, el cual hace posible una vida aceptable ante Dios, y conduce hacia nuestro perfeccionamiento final en su presencia. Y la Redención, finalmente, mencionada en un contexto de esclavitud y endeudamiento, habla de libertad completa en todos los aspectos del pecado, incluyendo la resurrección del cuerpo. ¿Qué cuerpo? ¿Acaso el mío? ¡Sí señor! ¡El mío, el suyo y el de todo aquel que creyó en Cristo y lo hizo Señor de su vida! Y por consiguiente, el otro cuerpo: El global, ese que llamamos: LA IGLESIA.

Deberá usted aprender algo en este día: Satanás de ninguna manera puede cambiar o alterar lo que dice la Biblia, pero lo que sí puede hacer, (Y de hecho lo vive haciendo porque convengamos que le está saliendo redondo) es proporcionarle a ella énfasis erróneos. Y este texto que terminamos de examinar, es una especie de modelo muy claro al respecto: ¿No nos muestra la palabra que para estar enteros como creyentes, como auténticos hijos de Dios, debemos mancomunar de modo unánime y equilibrado a la sabiduría y el poder? Explíqueme, por favor, entonces, de donde salen esas enseñanzas que ponen especial énfasis en una cosa o la otra. ¿No forma parte usted de alguna denominación que enfatiza de sobremanera en la sabiduría y soslaya, posterga o directamente desecha el poder, por considerarlo “fantasioso” o fruto de una época que ya pasó? ¿No forma parte usted de una denominación que hace especial énfasis en el poder de Dios, dejando de lado la sabiduría y corriendo por ello el riesgo de aceptar poder hasta de los mismísimos demonios?

Y no es ese el único énfasis erróneo que Satanás ha logrado infiltrar en la iglesia. Si nos ponemos a buscar, existen infinidad de ellos. Y como lo hace generalmente apelando al carisma, no será raro que por allí, a la iglesia, le suela caer mucho más simpática ¡y aceptable la enseñanza falsa que el introduce que la verdadera que está escrita en la Biblia. Un viejo miembro de una de las iglesias más ortodoxas y tradicionales de mi ciudad, solía decir a quienes lo quisieran escuchar, que Después de todo el pecado no parece ser tan malo para Dios, ya que he leído en la Biblia que dice: “El que peque, peque nomás…”  Obviamente, llevó un buen tiempo al pastor y a otros hermanos tratar de que él pudiera ver con sus propios ojos y entender que, lo que realmente decía la escritura, era: “El que peque, no peque más”. ¿Ignorancia? ¿Solamente eso? ¿No podríamos llamarlo “bloqueo” mental si me lo permite? ¿Y a qué no se imagina de donde viene eso? Entre otras artimañas, de algo que se llama “científicamente”, Control Mental, o Mentalismo, o Meditación Trascendental. ¿La quiere más sencilla y clara? Ocultismo con barniz científico.

Pero no termina allí esta tarea satánica tendiente, principalmente, a coartar nuestra libertad en Cristo con el fin de que, al perder la paz del Señor, procuremos conseguirla por otros métodos, colocándonos como ratoncillos a su disposición. Desde las oficinas del infierno también se maneja muy bien el tema de los conceptos. Porque los cristianos, mayoritariamente, nos movemos en base a conceptos. No debería ser así, porque para eso se nos dejó la bendita Palabra, pero lamentablemente debo decirle que ES así. Y si no, mire el causal máximo de divisiones denominacionales. ¿No le ha enseñado a usted que cada denominación sostiene una teoría diferente con respecto a la salvación? ¿No le han dicho que unos sostienen que la salvación no se pierde, y los otros entienden que la salvación sí se puede perder? ¿Y qué cree usted que es esto? Un concepto. Y para colmo, equivocado por las dos partes.

Porque si usted un día aceptó a Cristo como Salvador personal y lo convirtió genuinamente en Señor de su vida, usted es salvo y nadie le sacará eso. Porque si bien podrá equivocarse y hasta incurrir en algún tipo de pecado, es de esa clase de pecados de la que se habla en Juan cuando se nos dice que allí es donde tenemos abogado, a Jesucristo el justo. Donde sí podría usted perder su salvación, en cambio, es si usted tomara la decisión de vivir en pecado, pero en ese caso no estaría morando el Espíritu Santo en su interior, ya que usted no habría pasado de ser alguien que un día levantó su mano en una campaña evangelística, fue a sentarse todos los domingos a un templo, y con eso se quedó muy convencido que era salvo. Quiero ser franco y honesto: Me duele la multitud incrédula, impía y pecadora que se va al infierno porque nadie le habló de Jesucristo. Pero mucho más me duele la cantidad de gente que se va al infierno con una Biblia bajo su brazo y un carnet que lo acredita como miembro de tal o cual congregación, sencillamente porque jamás conoció a Jesucristo y toda su confianza en la salvación está depositada en la iglesia a la cual asiste y en la actividad loable y bien intencionada que allí desarrolla. Lo lamento: El justo, por la fe vivirá”.

Uno de los conceptos erróneos (Estoy de acuerdo; no es mortal ni te llevará al infierno, pero es erróneo) es el que ha enseñado que la iglesia del Señor nació en el Aposento Alto. Se nos ha enseñado que, desde ese momento, a partir de ese lugar santo, la iglesia es la iglesia. Convengamos que en ese lugar, las bases fueron echadas, de acuerdo, pero la historia comenzó en verdad, al día siguiente, cuando la gente que había estado reunida en el Aposento Alto, compartió con muchos que no habían estado allí, la experiencia sobrenatural que habían vivido, el Espíritu Santo utilizó eso para dar a esas personas convicción de su estado pecador y de la necesidad de salvación y redención y, como consecuencia de eso, Dios añadió a toda esa gente a lo que comenzaba a ser su iglesia.

¿Entonces? Entonces algo muy claro que de alguna manera, se constituye en un principio básico del evangelio: la iglesia no comenzó en el Aposento Alto, comenzó al día siguiente en las calles. ¿Qué querrá decir esto? Que la iglesia no es iglesia cuando está entre las cuatro paredes de un templo, así sea el más coqueto y bello de tu ciudad; la iglesia es la iglesia cuando sale a la calle y le cuenta al mundo impío y pecador sus experiencias sobrenaturales con un Dios vivo, vigente, actual, dinámico y real, que va mucho más allá de las figuritas adoradas durante tanto tiempo. Hay un texto que está en 1 Timoteo 2: 8, que pese a que no es demasiado de mi gusto leer versículos aislados o sueltos, a éste lo rescato porque dice lo suficiente como para entender algo más. Dice: Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contiendas. ¿Leyó bien? Dice que eso debe hacerse en todo lugar. No dice que en un templo, una iglesia, una sinagoga o lo que sea: en todo lugar. Y todo lugar, mi amigo, es exactamente eso: todo lugar…

Otros de los conceptos erróneos esgrimidos durante mucho tiempo, ha sido el de considerar que el Espíritu Santo es dado como respuesta a la oración de la gente. No sólo esa ha sido una enseñanza clásica que incluso ha poblado innumerables aulas de seminarios e institutos bíblicos de alto nivel, sino que incluso ha llevado a mucha otra gente con escaso conocimiento, a suponer que con el simple hecho de que un determinado hombre ore por ellos y ponga sus manos sobre sus cabezas, ya mismo el Espíritu Santo habrá de descender y lo llenará, lo plenificará, orará en lenguas, profetizará, tendrá visiones y etc.etc. El no producirse ese acontecimiento, será interpretado muchas veces por el hipotético receptor como una respuesta de Dios en el sentido de que él o ella no son merecedores de esa bendición. Mientras, la persona de mayor jerarquía, quizás le agregue algo de su propia cosecha para disimular el fracaso de su oración “poderosa”, dejando entrever que quizás no ha sucedido nada porque esa persona tiene algún viejo pecado sin confesar o, directamente, lo está cometiendo en ese mismo instante. Esto ha matado espiritualmente a mucha más gente que la que Satanás ha podido frustrar con sus propias artimañas. – ¡Pero hermano! ¡A mí me mostraron en la Biblia que fue cuando estaban orando que el Espíritu Santo descendió sobre ellos! ¿Ah, sí? Mire:

(Hechos 2: 1)= Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.

(2) Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; (3) y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.

(4) Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Entonces usted me dice: ¡Bueno! ¡Pero si estaban allí, es lo más lógico suponer que estaban orando! ¿Qué otra cosa podrían estar haciendo? Claro; la conjetura parece, – efectivamente -, lógica. Pero es enfrenta con el mismo problema que otras enseñanzas hechas en base a lógica humana por encima de orden divina: no está escrita en la Biblia. Y yo he aprendido que, si Dios no ha escrito algo en su libro, es porque ese algo, o bien no tiene importancia suma, o bien es diferente a lo que parece. – Está bien hermano, no lo dice, pero eso no significa que no estuvieran orando. ¡Usted no puede probar eso! ¡Ah, no? Mire de nuevo el final del verso 2. ¿Qué lee? 2…el cual llenó toda la casa donde estaba sentados…” ¿Y con eso qué? Con eso nada. Nada más que comentarle que los judíos del siglo primero, jamás oraban sentados. Ahora reflexione: ¿Qué es más lógico?

Un tercer concepto erróneo que hemos sostenido, al punto de convertirlo en doctrina para muchísima gente que ignora la escritura o que jamás tuvo acceso directo a ella, es el que asegura que Jesús lo mandó a Pedro a ser el prior pastor de su iglesia cuando le dijo que fuera y apacentara sus corderos. El Catolicismo Romano fabricó un Papado a partir de esa interpretación, pero la iglesia evangélica, créame que no ha estado demasiado lejos de interpretarlo de manera muy parecida, eh? Aunque sin Papa, naturalmente. ¿Cómo es el texto fiel que da origen a esto? Veamos:

Juan 21: 15)= Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: simón, hijo de Jonás, ¿Me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.

(16) Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dijo: pastorea mis ovejas.

(17) Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

Entonces, ¿Hemos estado enseñando mal? No sé si decir “mal”, pero sí quizás pueda decir “incompleto”. En este caso específico, sin menosprecio de todo lo que a usted le enseñaron y le predicaron durante todos estos años, creo necesario puntualizar debidamente un aspecto que a lo mejor ninguno de sus maestros pudo aportarle. Sin pretender que tenga calidad y entidad doctrinal, en primer término debo preguntarle: ¿Por qué cree usted que Jesús le pregunta a Pedro si lo ama? Ya sé, a usted le enseñaron que se lo pregunta tres veces para de alguna manera, desagraviarlo con respecto a aquella negación que el rudo pescador protagonizara.

 Está bien, no voy a cuestionar esa enseñanza, voy a ir más allá de ella si usted me acompaña. No le pregunto por qué se lo pregunta tres veces, le estoy diciendo por qué cree usted que se lo pregunta. No creo que me responda que para saberlo, no? Jesús conocía por dentro y por fuera a cada uno de los suyos, así que no necesitaba preguntarle a nadie si lo amaba para saber que lo amaba. ¿Sabe por qué se lo pregunta? Para que en el momento mismo de dar la respuesta, Pedro entienda que Él, ahora, ya está en condiciones de recibir amor de un simple ser humano. No es Jesús el que pregunta, es el Cristo vivo que arde en su interior. El primero es el niño que nos fue nacido de María, el segundo es el hijo que nos fue dado por el Padre celestial. 

Seguramente usted está pensando: ¿Y con esto, qué? Con esto, todo, porque al demostrarle a Pedro con esa pregunta que emana de la divinidad que mueve a Jesús en su ministerio, que la raza humana toda, además de tener acceso a la salvación y la redención, también ya puede acceder a la capacidad de prodigarle su amor a su Dios, hace que lo inmediato por parte de Pedro, sea precisamente ir y contarle a todos los demás qué es posible amar a Jesucristo con un amor especial y alto. Eso es apacentar a los corderos, eso es apacentar a las ovejas. Porque apacentar no es mandar, dirigir, controlar o vigilar. Apacentar es alimentar, arrimar aliento, hierba verde y fresca. Una tarea que Jesús supo hacer muy bien, pero que ahora también deberá cumplimentar Pedro. Y no como un pastor “especial” y destinado a alguna región en especial (Roma, por ejemplo) sino como uno más de los millones que, con el correr de todos los tiempos, han comprendido desde la revelación misma de la gracia de Dios mediante el evangelio de la cruz, que amar a Dios es posible, y que eso debe ser conocido por todo el planeta.

Estas son algunas partículas erróneas que nos dificultan nuestro acceso a la verdad. Y hay muchas más. Y todas nacidas en la iglesia. ¿En la iglesia? ¿Cómo que en la iglesia? ¿Y Satanás? ¡Ah, no! Él anda haciendo de las suyas y la suya a partir de las puertas abiertas que mucha parte de la iglesia le deja, pero en este caso no tiene responsabilidad, ya que una falsa doctrina que sea creída por los hijos de Dios, jamás podrá venir desde el infierno. Al menos de una manera directa. ¿Entonces? ¿Qué podemos hacer? Decidirnos a conocer la verdad para, de una vez por todas, ser libres en Cristo Jesús. ¿Y como se hace para conocer la verdad? Mire: podría hablar otra hora más, pero bastará que le diga una sola cosa: La llave del conocimiento de la Verdad, es la intimidad con Cristo. Y es la misma llave que abrirá para usted y toda su vida, la puerta de la prisión y el acceso a la Libertad.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

enero 1, 2015 Néstor Martínez