Hay algo que es inexcusable y que no podemos soslayar de ninguna manera nos encontremos donde nos encontremos: cuando leemos la Biblia, no podemos menos que reconocer que no tenemos en absoluto lo que el Libro dice que deberíamos tener.
Por tanto, será muy bueno estudiar las causas que determinan en nosotros ciertas conductas o comportamientos que nos inhiben de hacernos acreedores a todas las cosas que Dios mismo en su Palabra asegura y nos asegura que deberán ser nuestras.
Y que conste: no hablaremos de la cuestión de nuestra herencia en el cielo que tendremos en el futuro, ni sobre la Vida Eterna que ya poseemos en la regeneración, ni aún de la gloria del reino de que disfrutamos en el Milenio.
No. En lo que sí vamos a enfatizar en este trabajo que es específico y no abarcativo, es en la extensión de lo que Dios puede realmente hacer por nosotros, en cuanto a la salvación, hoy. NO mañana ni pasado; hoy.
Ahora bien: tú eres salvo, tu hermano de la iglesia es salvo, tu esposa, tu novia o tu amiga es salva, pero no se ve que ninguno de ustedes disfruten de esa salvación. ¿Por qué se supone que sucede algo así que resulta poco menos que incoherente?
Por unos cuantos motivos esenciales que obstaculizan ese sentir. Son muchísimos, pero yo voy a referirme sólo a once de ellos: 1) La Conciencia.- 2) El Corazón.- 3) Todo el Corazón.- 4) La mente.- 5) Nuestro Pensamiento.- 6) Corazón y Nuestro Pensamiento.- 7) La Mentalidad del Sufrimiento.- 8) La Lengua.- 9) Los Deseos Carnales.- 10) Nuestros Miembros Corporales y 11) El Yo.
La Conciencia
¿Qué es la conciencia? En principio, la propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta. Es el conocimiento interior del bien y del mal.
Es, asimismo, el conocimiento reflexivo de las cosas. Una suerte de actividad mental a la que solo puede tener acceso el propio sujeto. Y, finalmente, es un acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo. Eso es la conciencia según el humanismo intelectual.
Pero así como es importante para el hombre conocer el medio ambiente en el cual se mueve y las reglas de juego que rigen cualquier sociedad secular, así también le resultará indispensable conocer que dice el señor en su Palabra al respecto.
(Hebreos 9: 14)= ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Entiende esto, por favor: si la palabra dice que Cristo, mediante el Espíritu, limpiará nuestras conciencias de obras muertas, es porque en nuestras conciencias sin Cristo o anteriores a su presencia, hay obras muertas, que es como decir: corrompidas, putrefactas, malolientes, fétidas.
¿Cómo está tu conciencia? ¿Cuando menos te lo esperas, te acusa fuertemente de alguna o de todas esas obras muertas? Si es así, entiende por favor que aún no has recibido eso que Cristo ha hecho por ti. Porque una parte de la redención, es lo que Él hizo; pero el complemento para que se active, es que tú lo aceptes y lo recibas.
Si quieres realmente disfrutar de tu salvación y tener una conciencia totalmente limpia que jamás llegue a sentir acusación por obras muertas que ya han sido perdonadas y borradas, debes dejar que Cristo lo haga. Él tiene todo el poder para hacerlo, pero necesita que tú se lo permitas. Hazlo ya.
El Corazón
El corazón, literalmente, es el órgano de naturaleza muscular, común a todos los vertebrados y a muchos invertebrados, que actúa como impulsor de la sangre y que en el hombre está situado en la cavidad torácica.
¿De eso es de lo que estamos hablando como impedimento para disfrutar de nuestra salvación? No. No tiene coherencia alguna pensar así. Se trata de otra clase de corazón. Mucho más cerca del corazón hebreo, que en realidad era el alma con todos sus compartimentos.
(Marcos 7: 21-23)= Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
(Mateo 5: 8)= Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Si hay algo muy claro y preciso que nos están mostrando cualquiera de estos dos textos, ese algo es la condición natural contaminada de nuestros corazones. No hay manera humana de cambiar eso. La psicología es un arma excelente para combatir muchas cosas, pero no para dar esta clase de victoria.
La iglesia ha sabido tomar de la psicología determinadas herramientas que le han ayudado mucho a ver cuestiones que de otro modo habrían quedado sepultadas en el inconsciente de las personas. Sin embargo, ninguna ciencia humana trae victoria en este ámbito. Sólo Cristo puede salvar el corazón y cambiarlo de maldad a pureza.
La manera en que podemos tener un corazón salvo no es suprimiendo los males de adentro, de modo que no puedan salir; mas bien es limpiándolo desde adentro hacia fuera, en una tarea que tiene directamente que ver con decisiones profundas y de fondo.
Por ese motivo es que debemos pedir a Dios que nos muestre cuantos malos pensamientos, cuantos actos de astucia y actitudes de orgullo tenemos aun en nuestro corazón. Nuestra falta de testimonio, hoy, es debido a que nuestros corazones no son puros. Dios, si se lo pedimos y se lo permitimos, no va a dejar ninguna impureza en nuestro corazón.
Todo el Corazón
(Marcos 12: 30-31)= Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos.
Este versículo nos dice que Dios puede salvarnos hasta el punto en que podamos amarle con todas nuestras facultades y amar al prójimo con una ausencia total de egoísmo. Créeme que no es fácil en absoluto amar de este modo a alguien invisible cuando no lo podemos lograr con alguien visible.
Si hoy somos incapaces de amar a Dios hasta ese grado, (Pues tenemos a las personas, o cosas, o asuntos como el foco de nuestro amor), y amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos, no hemos conocido y gustado la plena salvación.
La Mente
La mente, dice la sabiduría secular, es la potencia intelectual del alma. Es el designio, pensamiento, propósito o voluntad. La Psicología, algo más compleja, consigna que es un conjunto de actividades y procesos psíquicos conscientes e inconscientes, especialmente de carácter cognitivo.
(2 Corintios 11: 3)= Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.
Con frecuencia encontramos muchos inconvenientes o nos resulta muy complicado el someternos al Señor y amarle con exclusividad de nuestra mente. Nos falta el poder porque es algo que está más allá de nuestras posibilidades.
Deseamos amar a Dios, eso es muy cierto, pero lo deseamos hacer con pureza y sin ninguna clase de subterfugios. No hay un hijo de Dios, tan siquiera, que pueda sentirse feliz o tranquilo por simular que ama a quien por alguna razón no puede llegar a amar como desearía.
Y no debemos temer el amar a Cristo en exceso, si es que puede haber un exceso de amor. Deberíamos amarle de modo espontáneo, por encima de todas las cosas y sin tener que auto convencernos dudosamente de ello.
(Roanos 12: 2)= No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Fíjate con que llamativa frecuencia podemos tomar una cosa por otra. Pero una mente renovada no va a cometer ninguna equivocación respecto a la voluntad de Dios. A menos que nuestra mente sea renovada, no podremos mostrar cual sea la voluntad de Dios. Apenas mostraremos la nuestra, fea y falible.
Nuestro Pensamiento
El pensamiento es una potencia o facultad de pensar; la acción y efecto de pensar, una idea inicial o capital de una obra cualquiera. También es cada una de las ideas o sentencias notables de un escrito Y el conjunto de ideas propias de una persona o colectividad.
(2 Corintios 10: 5-6)= Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.
Sería muy útil y oportuno que cada uno se haga esta pregunta: ¿Puedo controlar mis propios pensamientos? ¿Hasta que punto sé que puede haber fallado en el control de muchos de mis pensamientos?
Sin embargo, Dios nos manda que no tengamos nuestras ideas confusas. Él va a llevar todos estos pensamientos a la cautividad, para la obediencia de Cristo. Podemos encomendar todos nuestros pensamientos e imaginaciones a Cristo, para que sean sometidos a Él.
(1 Pedro 1: 13)= Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.
Esta palabra nos informa que Dios puede salvar nuestros pensamientos esparcidos y llevarlos a un punto en que están concentrados. Nuestros pensamientos esparcidos, son como el vestido que no ha sido ceñido.
El Corazón y Nuestro Pensamiento
(Filipenses 4: 6-7)= Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
La Palabra Guardar, aquí es un término militar especial. La mejor palabra para traducirla sería “Guarnición”, es decir: “guardado con soldados”, que da al versículo el siguiente significado: “La paz de Dios va a guardar nuestros corazones y nuestros pensamientos, tal como bajo la ley militar, cuando se declara el estado de guerra, los soldados vigilan un área de modo tan efectivo que permanece a salvo de todo incidente inesperado.
Raramente se ven cristianos libres de toda ansiedad. La inmensa mayoría están abrumados por sus muchas preocupaciones. Si no está ansioso acerca de su familia o preocupado por algo que lo rodea, ¿Cómo puede la paz de Dios estar guardando su corazón y su mente? Esta persona no puede testificar que su Señor lleva sus cargas diariamente.
La Mentalidad del Sufrimiento
(1 Pedro4: 1-2)= Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.
Estos dos versículos nos dicen que Dios puede salvar nuestra mente, de modo que estemos dispuestos a sufrir como Cristo. ¿Tenemos miedo a sufrir? ¿No estamos ni preparados ni dispuestos a sufrir cuando nos toque? Esto no significa buscar el sufrimiento a la manera estoica, sino asumirlo si llega.
Decían aquellos hombres que el sufrimiento era algo que tenían entre manos y lo abrazaban de buena gana. Armados con esas armas, puedes derrotarlo todo. No teniendo miedo a sufrir, sino al contrario, dando la bienvenida al sufrimiento si es que llega. No te retraes frente al sufrimiento, sino que le dejas que te encuentre.
La Lengua
(Santiago 1: 26-27)= Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.
(Santiago 3: 8-10)= Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
Estos dos pasajes bastan y sobran para mostrarnos con toda claridad y precisión que un hombre, por inteligente que sea, por sabio que sea, no puede refrenar su lengua, y que ella, finalmente, si se la deja obrara a voluntad, será factor de su mal.
Deseos Carnales
(Romanos 8: 12)= Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne.
Este verso nos dice que Dios puede salvarnos de las exigencias naturales de la carne y vencer todo deseo carnal. La Nutrición, que tiene que ver con la comida y la bebida, la Reproducción, que se trata del sexo o la promiscuidad y la Preservación, que tiene que ver con el mal carácter, la ira y la contienda.
Nuestros Miembros Corporales
(Romanos 6: 13)= Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
(Romanos 6: 19)= Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros par servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
Estos dos pasajes nos muestran que Dios puede salvar nuestros miembros corporales para la santificación. Antiguamente nuestros miembros servían como instrumentos al pecado, puesto que estaban entregados a la impureza e iniquidad.
El Yo
(Gálatas 2: 20)= Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Este es un versículo de la Escritura que es muy familiar y que muchos pueden recitar de memoria. Esta palabra declara que Dios nos salva hasta el extremo de que nosotros no sólo estamos crucificados con Cristo sino que ahora Cristo vive en nosotros.
No se trata de seguir, estudiar o imitar a Cristo, sino, sencillamente, en permitir que Él more en nosotros ocupando el espacio que hoy quizás todavía tiene nuestro yo.
La Vida Victoriosa
1 – Que Clase de Vida vivió Cristo en la Tierra.-
Cristo, en la tierra, vivió una vida ejemplar para que tú y yo tomemos modelo. Obedecía enteramente a Dios, no amaba en absoluto al mundo, no permitía bajo ningún concepto que la tentación lo venciera y, como si todo esto no fuera suficiente, jamás pecó.
Hay un standard de vida que Dios ha puesto para que todo cristiano viva según el mismo. Que nosotros, – A pesar de ello -, somos incapaces de mantenerlo y que durante los siglos sólo ha habido uno que ha vivido conforme a ese Standard, y ese es Cristo.
2 – Lo que dice la Biblia sobre la Vida del Cristiano.-
(Filipenses 1: 21)= Para mí el vivir es Cristo…
Escucha y entiende: ¿Te está diciendo que debes vivir COMO Cristo? No. Entonces, ¿Dice que tomemos a Cristo como modelo y lo sigamos? Tampoco. Lo que dice es que para mí, el vivir ES Cristo. Es absolutamente imposible imitarlo, y es completamente inútil intentar “ser buenos”.
Incluso, si leemos la Biblia y oramos y vivimos una vida buena, si nuestra vida es falsa, nuestro vivir será igualmente falso. No hay nada falso en aspirar llorar y arrepentirse delante de Dios y decir: “Dios mío, realmente quiero obedecerte”. No. Lo que es falso, es simplemente que nuestra vida es falsa.
Dios no hace que seas un cristiano en la forma en que una persona enseña a un mono a vestirse, comer o moverse. Eso, sería una carga para el mono que, obviamente, preferiría seguir siendo como era.
Leemos la Biblia y no nos produce nada, leemos otros libros y nos movilizan, nos estimulan. Oramos y no obtenemos nada, pero si no oramos, nos acusa nuestra conciencia. Amamos al mundo pero, al mismo tiempo, vemos que amar al mundo no nos permite tener paz. No temas sentirte desgraciado por no vivir como tienes que vivir. Mientras sientas eso, todavía estás en el camino correcto.
La severidad que observamos en las tentaciones que nos sacuden nos permiten no acusar ligeramente a otros cuando son tentados. Si empezáramos a creer que no podemos, sería mucho mejor para nosotros. Dios quiere que ni siquiera lo intentemos.
(1 Corintios 15: 17)= Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.
Los que hemos pecado, somos como personas que están en deuda. Cristo es un amigo rico, y en su muerte, como amigo nuestro, Él paga nuestras deudas. Sin embargo seguimos contrayendo deudas después.
Sin embargo, eso sucede porque no alcanzamos a entender ni interpretar la dimensión de su trabajo redentor. El no sólo ha pagado nuestras deudas, sino que desea vivir en nosotros profundamente, de modo que ya no tengamos que volver a contraerlas.
(Filipenses 2: 12-13)= Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en nosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Hay que consignar un punto sumamente importante para interpretar esto. QUERER es una decisión, mientras que OBRAR es, apenas, un acto exterior. Cuando Dios obra en nosotros nos capacita para querer y hacer.
El creyente más difícil de aceptar, es aquel cuyos ojos no ven a Cristo. Lo que ve es su propio bien o su propio mal. Está repleto de esta categoría. Un niño compra hoy una manzana, mañana peras. Un día descubre que su padre es el dueño de una verdulería. Nosotros actuamos del mismo modo con el poder de Dios.
3 – Cuando es que Cristo Vive en Mí.-
(1 Juan 5: 12)= El que tiene al Hijo, tiene la vida, el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.
Alguien me escribió con mucho enojo preguntándome ácidamente como podía decir y que no estaba seguro con respecto a quienes eran realmente salvos. Él me decía en su correo que no pensaba en absoluto igual que yo, que para él, todos los que estaban en su iglesia cada domingo, eran salvos.
Está bien, entiendo a este hermano y acepto lo que me dice. Pero de ninguna manera lo puedo compartir porque, precisamente, esta palabra, nos dice totalmente otra cosa. ¿O tienes alguna manera humana no divina de saber quien tiene al Hijo de Dios en su corazón y quien está simulando un cristianismo que no siente? Yo te garantizo que no lo puedo saber, salvo las excepciones que el Señor, por su soberana voluntad desee mostrarme con claridad.
4 – Como dejar a Cristo vivir su Vida en Mí.-
¿Qué es entregarse a Jesucristo? Mil veces lo hemos oído decir y otras tantas lo hemos dicho nosotros mismos, pero ¿Qué es en verdad ese acto? En honor a la verdad y para matar algunas “vacas sagradas” evangélicas, puedo decirte primeramente que NO ES entregarse.
No es prometer a Dios que haremos su voluntad, ni es hacer un pacto con Dios para hacer las cosas que de ninguna manera podemos hacer. Es sacar de nuestras propias manos a nuestra propia vida. Es entregarla a las manos del Señor. Todo. Lo que es bueno y lo que es malo en mí, mis puntos fuertes y mis puntos débiles, mi pasado y mi futuro, mi misma vida y mi yo, de modo que solamente Dios obra en mí.
Implica dos aspectos: (a) Ofrecerse para ser usado por Dios. (b) Ofrecer a Dios que Él haga su obra. Cuantos hay que piensan en el entregarse sólo en términos de ofrecerse para ser usados por Dios, pero descuidan el otro aspecto. En realidad, Dios te pide que hagas sólo una cosa entregarte a Él TOTALMENTE.
Lo que Dios requiere hoy no es cuanto debes hacer. Él sólo te pide que te entregues totalmente a Él. Al margen de las personas, el mundo o el pecado o lo que sea, si te das cuenta que no puedes soltarlo, comprende que puedes vencer si estás dispuesto a decirle a Dios: “Dios mío, te entrego todo lo que no puedo soltar. Por favor, obra en mí hasta que esté dispuesto a hacerlo.”
El entregarte no requiere que hagas lo que no puedes. Requiere que le pongas en las manos de Dios y lo ejes obrar hasta que estés dispuesto a obedecerle y estás dispuesto a decir todas las cosas: a soltarlas.
Luego viene lo especial, lo singular, lo esencial: CREER.
(Salmo 37: 5)= Encomienda tu camino a Jehová: confía en él, y él hará.
Encomendarse es ENTREGARSE y confiar es CREER. Si nosotros tenemos fe, Él va a empezar la obra, porque está anhelante de poder concluirla.
(Romanos 8: 1-2)= Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús; los que no andan conforme a la carne, sino conforme al espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Comprendamos entonces, que como el señor ha mandado que todos vayamos al otro lado, como sucedió en el pasaje del lago de Galilea de Marcos 4, y así como Jesús y sus discípulos llegaron al otro lado, así también nosotros.
El viento puede soplar recio y las olas levantarse muy alto, pero no hay nada que nos pueda impedir llegar al otro lado, a la otra orilla, porque el Señor ha dicho que sería así. En consecuencia, lo que es de suma importancia es que creas la Palabra de Dios. Si Dios lo dice, entonces ya basta; y lo demás no importa.