Estudios » Crecimiento

Casa de Oración

Cuando me piden una opinión, como simple referente, sobre el estado de la iglesia en la actualidad, tiemblo. Primero, porque si hay algo que jamás debemos hacer en el reino de Dios, es opinar. Dios ya opinó, lo dejó escrito en la Biblia y todo lo que usted y yo tenemos que hacer es creerlo y ponerlo por obra. Segundo, porque la realidad nos muestra, aunque nos duela, muy especialmente en nuestro pequeño orgullo evangélico y denominacional, que el estado general de la iglesia es pobre y decadente.

En primer término, y a partir de una demasiada visible pérdida de la integridad, la iglesia como institución, como organización religiosa, también ha ido perdiendo cr4edibilidad. Con la bíblica excusa de que “no debemos criticar ni decir nada del siervo de Dios”, se han logrado mantener ministerios falsos que en realidad son delincuencias mercantilistas de la religión. Es urgente desenmascarar toda situación de este calibre antes que el juicio de Dios llegue. Es demasiado fácil llamar “tolerancia” a lo que en realidad es cobardía y posibilitar con ello que las congregaciones se llenen de pecado.

(Mateo 21: 12)= Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas, (13) y les dijo: escrito está: mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

Que las congregaciones puedan llenarse de pecado, tal como decíamos anteriormente, sin embargo, no es todo. Conjuntamente con todo esto, se desmorona lenta pero inexorablemente aquel baluarte de la verdad, que es la iglesia, a favor de la superabundancia de mentira que hoy por hoy camina dentro de los templos. Mentiras utilizadas por algunos para escalar posiciones jerárquicas internas. Mentiras proclamadas como verdades con el fin de agregarle al evangelio una cuota de fantasía para así captar la mayor cantidad de adeptos posibles. No es casual ni por nada que ya el apóstol Pedro escribiera lo que escribió en su primera carta.

(1 Pedro 4: 17)= Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿Cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?

Una enseñanza clásica sumamente difundida consigna que el sufrimiento de los cristianos se explica en parte, como el comienzo del tiempo señalado por Dios para el juicio. Tal sufrimiento tiene un efecto purificador de la casa de Dios, que es la iglesia. El juicio divino culminará con el terrible derramamiento de la ira divina sobre aquellos que hayan decidido rechazar el evangelio.

(Isaías 56: 1)= Así dijo Jehová: guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse.

(2) Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el día de reposo para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal.

(3) Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: me apartará totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: he aquí yo soy árbol seco.

(4) Porque así dijo Jehová: a los eunucos que guarden mis días de reposo, y escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto, (5) yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá.

(6) Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, (7) yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.

Dios termina de decir que los recreará en su casa de oración y, como para que no queden dudas al respecto, a lo que Él quiere, concluye diciendo a la manera de un mandamiento, que su casa será llamada “Casa de oración”. Está hablando, naturalmente, de un lugar físico, de un sitio concreto, de un lugar especialmente dispuesto para congregar a su pueblo. Casa de Oración, si usted quiere, es aquello a lo que normalmente hoy conocemos y llamamos templo, pero que la voz popular desconocedora de los significados y traducciones, denomina “iglesia”. Entonces, muy oportuno será en un principio, preguntar y preguntarnos ¿Qué será, para Dios, nuestro padre celestial, una Casa de Oración?

(2 Crónicas 29: 31)= Y respondiendo Ezequías, dijo: Vosotros os habéis consagrado ahora a Jehová; acercaos, pues, y presentad sacrificios y alabanzas en la casa de Jehová. Y la multitud presentó sacrificios y alabanzas, y todos los generosos de corazón trajeron holocaustos.

Es más que visible que dos de los aspectos esenciales para los que una casa de oración, (Llamada aquí “casa de Jehová”) son en primer término, la Alabanza, es decir: un lugar donde podemos ir a alabar en conjunto a nuestro Dios. Y en segundo lugar, Consagración. Esto es: el sitio en el que los cristianos se consagran a su Señor. Entonces será bueno preguntarnos una vez más: ¿Estamos viendo eso? Si tomamos como excelente alabanza al profesionalismo y exquisitez de las bandas existentes en nuestras congregaciones, habría que decir indudablemente que sí, que hay efectivamente muy buena alabanza. Pero si dejamos de lado el armado musical, las inspiradas letras, el ritmo y el color que por allí se suman en un cuerpo de danzas y otras coreografías, nos encontraremos con otra realidad, que es la que nos muestra a un pueblo que es mucho más lo que se queja, que lo que alaba. Porque la alabanza es como el gozo, en todo tiempo y no sólo cuando todas las cosas marchan bien.

En cuanto a la consagración, que es un abandonar nuestros intereses por todas las cosas del mundo y de la vida para dedicarnos a servirle a Él por encima de todo, también tiene dos ópticas muy disímiles: la religiosa, conceptual y eclesiástica y la real, genuina e interna. En el primer caso, tenemos lo que se entiende como consagración: alguien que se lo pasa todo el tiempo en el templo, o en la casa particular del pastor, para toda clase de mandados, o que lleva adelante toda tarea, liviana o pesada, sin quejarse. Nadie se preocupa por saber si esa persona ora, ayuna, lee la Biblia o sencillamente busca tener intimidad con Dios. No interesa; basta que todos los días esté firme allí, en su puesto de trabajo, ese es un consagrado. Error. Es un empleado eficiente de la institución y ad-honorem. Consagración es otra cosa. Es simplemente: ya no vivo yo, Cristo vive en mí.

Una casa de oración es el lugar en donde se recibe instrucción divina. ¿Qué significa esto? Que en ese lugar no hablan hombres por sí mismos, sino Dios a través de cada uno de sus hijos, que el único mérito que pondrían en el asunto, es ser sensibles y obedientes a la voz del Espíritu. Yo no estoy en contra de todos aquellos siervos que, deseando realizar un aporte valedero para sus ambientes sociales, apelan a discursos morales irreprochables, concepciones filosóficas muy atendibles o razonamientos psicológicos valederos. Está muy bien y es altamente positivo y de gran información. Pero no es palabra de Dios. Y si no es palabra de Dios, no tiene ni puede tener instrucción divina alguna. Ahora gire su rostro y observe lo que ve. ¿Está su congregación bien instruida con relación al testimonio, la guerra espiritual y el andar en el Espíritu? Si lo está, hay palabra. Si le falta o la desconoce, hay discurso.

Es el sitio, también, donde mora la luz que alumbra a los perdidos, el lugar en donde las almas perdidas encuentran salvación. ¿Esto significa que para un no creyente ser salvo es indispensable que concurra a una iglesia? Yo sé que más o menos esto es lo que se ha enseñado de manera indirecta. Pero de hecho no es así. Y cuidado que no estoy hablando de no congregarse, porque eso sí que es mandato bíblico y se debe cumplimentar. Estoy hablando de templos, y ningún templo será el elemento de salvación de alguien, sino que quienes están dentro de esas paredes y bajo ese techo, son los que tienen que comunicar la realidad de lo que tienen en su interior. Si lo traen, es testimonio; si no lo tienen, sólo es fraseología religiosa.

Y finalmente, una casa de oración es, por sobre todo, el lugar en donde el pueblo de Dios se alimenta espiritualmente, para cumplir con la Gran Comisión. ¿Pero qué sucede, en cambio, cuando ese pueblo no se alimenta, cuando esa casa de oración es cambiada por un lugar en el que se hace política, se piensa más en las cosas materiales que las espirituales y donde, en suma, no se recibe bendición? Pueden ocurrir muchas cosas, pero una de las más frecuentes que ya fue anticipada, es que esa casa de oración se haya convertido en una cueva de ladrones. Aquí es donde, y deseando que el texto de Mateo jamás hubiera sido escrito, muchos religiosos ponen rostros solemnes y dicen: ¿La casa de Dios puede ser llamada cueva de ladrones? Ah, no se; pregúntele a Jesús; Él lo dijo en su momento, yo apenas lo repito si hay motivaciones para hacerlo.

Y además no hicimos más que repetir lo que ya había anticipado Jeremías. Hay una idea de “templo santo”, púlpito santo”, “banco santo”. La santidad está en el hombre, no en los objetos inanimados. UN templo es santo si alberga santos; de otro modo puede ser un garito. Un púlpito es santo si quien lo ocupa par predicar está en santidad, de otro modo la madera de ese púlpito es tan santa como la de la puerta de los sanitarios. Y un banco es santo si es ocupado por santos, de otro modo no difiere al de una terminal de trenes donde periódicamente duermen los vagabundos.

(Jeremías 7: 3)= Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel. Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar.

(4) No fiéis en palabras de mentira, diciendo: templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este.

(Verso 8)= He aquí, vosotros confiáis en palabras de mentira, que no aprovechan.

(Verso 11)= ¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová.

(Verso 18)= Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira.

Entonces aquí y ahora deberemos formularnos una pregunta similar a la anterior: ¿Qué se supone que es una cueva de ladrones? Porque lo decimos con simpleza y sencillez, pero no siempre lo tenemos claro.

En primer término, y de allí su nombre, es el lugar en donde se refugian los malhechores después de haber consentido sus delitos. ¡Hermano! ¿Cómo se supone que una congregación va a cobijar a delincuentes? A sabiendas, es cierto, por allí no. Pero sin saberlo, no va a ser la primera vez que alguien que se finge un fiel cristiano, se refugia en las excelentes obras humanas o sociales desde el seno de una iglesia, y esto no es otra cosa que una pantalla que le posibilita operar delictivamente sin ser sospechado. – ¿Usted cree, hermano? No. No se trata de que yo lo crea, se trata que Jesús lo vivió y lo dejó escrito. Entienda que estamos hablando de delitos que no necesariamente tienen que ver con asaltantes de bancos. Librar cheques sin fondos, evadir impuestos o quedarse con ofrendas para uso particular, ante la ley, también son delitos.

Una cueva de ladrones, también es el lugar en el que se regocijan los perversos de sus obras malvadas. ¡Hermano! ¡Usted es incorregible! ¿Ahora me dice que hay perversos y malvados en la iglesia? No lo digo yo, está escrito. Pero de todos modos debo preguntarle: ¿Qué entiende usted por perverso? La palabra original que la traduce, es ESKORIOS, e implica a un hueso de la columna vertebral que está desviado, torcido. De allí viene nuestro término médico ESCORIOSIS. Habla, entonces, de gente torcida, equivocada de rumbo, que cree andar muy derecha y no es así. Y de eso hay mucho en las congregaciones. Gente que para acceder a un cargo importante en la iglesia o en la denominación, por ejemplo, no vacila en calumniar a quien aparezca como rival. Torcido, perverso. Y luego se regocijarán de su éxito, y es probable incluso que hasta den testimonio desde el púlpito sobre eso. ¿Es mentira esto?

Otra significación de una cueva de ladrones, es que se trata de un antro de vicio, de una sede del crimen, de injusticia y de maldad. Mire que cuatro cosas, dice la palabra, que puede haber dentro de una congregación. Suena casi como una irreverencia pensar siquiera en ello, no es así? Sin embargo, aquí está, bien claro, como para que a nadie le quepan dudas. Vicio. ¿Qué es un vicio? Un hábito perjudicial, rutinario del cual no podemos salir porque nos gobierna. Encuentre usted el sinónimo religioso que corresponda. Búsquelo por el lado de esas tantas y tantas cosas que hacemos cada semana cada domingo, cada día, sin saber por qué las hacemos y sin ver resultado alguno por hacerlas.

Crimen. ¡No! ¡No me venga con que dentro de una iglesia alguien puede matar a alguien y nadie se va a dar cuenta o no va a decir nada! ¡Eso es demasiado para creerlo! Claro; si usted piensa en el asesinato literal, físico, humano, naturalmente que esto sería una inconcebible barbaridad. Pero fíjese que a esto, de alguna manera, lo está diciendo Dios. Y para Dios hay una sola muerte que le interesa; un solo crimen: el espiritual. ¡Pero es que la iglesia está para alumbrar la vida espiritual, no para asesinarla! Es cierto, pero si por allí esa vida espiritual no coincide con lo que piensa determinado ministro o autoridad, se elimina y a otra cosa. ¡Pero esa es una ley del hampa, hermano! Y sí, pero no se olvide que el hampa, de última, es una exacerbación social de un sector, no interesa cual.

En una cueva de ladrones, asimismo, es donde cierta gente se reúne con intenciones perversas, (Recuerde: torcidas) y diabólicas. (Esto es: influenciadas) para salir y dar paso a sus planes. Ya no interesa demasiado si esos planes son coherentes con los que tiene Aquel que supuestamente los ha reunido; son los planes propios los que interesan de sobremanera. Es como si en cada acción, en cada gesto, en cada actitud, se estuviera efectuando una alabanza al diablo. ¡Ah, no, hermano! ¡No hay un lugar nuestro adonde eso sea posible! ¿Ah, no? ¿Y qué supone usted que ocurre cuando en lugar de alabar al Señor se alaba la labor de un hombre de carne y hueso como quiera que se llame y tenga el prestigio que tenga? Ocurre que hemos caído en un engaño. Entonces, lo que habrá que saber a continuación, es de qué se trata, qué es concretamente un engaño.

(Efesios 5: 5)= Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo o de Dios.

Está hablando de la fornicación, la inmundicia y la avaricia literales, sin dudas, pero también y en mayor medida de la espiritual. En 1 Corintios, Pablo va más allá en esto, ya que a lo dicho aquí, les agrega los adulterios, los afeminados y los que se echan con varones, sentando una posición con respecto a la homosexualidad que es demasiado clara y contundente como para que la iglesia, luego, pretenda iniciar nuevas posturas más “conciliadoras” y “abiertas”, según las formas de mirar las conductas sexuales que se tienen hoy día. Y en Colosenses, a los mismos términos generales, les agrega las pasiones desordenadas y los malos deseos. Es decir que aquí no hay errores, de momento que Pablo entiende perfectamente que las cosas tienen que ver con la pasión y con los deseos naturales, pero ni los acepta y, mucho menos, los aprueba. En todo caso, lo máximo que hace, es comprenderlos.

(6) Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.

Es curioso que luego de hablar de fornicación, inmundicia, avaricia e idolatría, Pablo agregue palabras vanas como método de engaño. Es como si estuviera hablando hoy del hoy. ¿Qué palabras vanas podrían engañar a un creyente, sino las que provengan de uno de los púlpitos de sus propias congregaciones? Ya Jeremías advertía a los creyentes de su época que tuvieran cuidado con todo lo que le decían los profetas, ya que no todos ellos eran auténticos. En su carta a los Romanos, Pablo es bastante más explícito con relación a esto, cuando dice que la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen, con injusticia, la verdad.

(1 Corintios 6: 9)= ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, (10) ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

La Palabra dice que el justo, por la fe vivirá. Aquí se nos dan algunos ejemplos de lo que es un injusto. Es importante prestar atención a algunos de estos puntos que, pese a lo que la Biblia consigna con tanta claridad, en muchas congregaciones se lo minimiza y hasta se lo justifica. Por ejemplo: la estafa. Hay estafas materiales y estafas espirituales dentro del pueblo. Engaño.

(Gálatas 5: 19)= Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, (20) idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas, no heredarán el reino de Dios.

Las obras de la carne, en este clásico y legendario texto, están visiblemente categorizadas y bien delineadas en: 1) Pecados sexuales.- 2) Pecados relacionados con las religiones paganas.- 3) Pecados del temperamento o el carácter.- 4) Pecados de ebriedad. Generalmente la sola y simple mención de estas cosas, nos deja un saldo ácido, el de nuestra manifiesta debilidad. Pero es allí, antes de deprimirnos o desmoralizarnos en la culpa, que debemos recordar con precisión lo dicho por Pablo, con respecto a gloriarnos en nuestras debilidades, porque ellas son las que introducen en una dependencia al Señor altamente conveniente. ¿Por qué? Por un montón de razones, pero esencialmente porque la iglesia es santa. Y usted y yo somos precisa y exactamente eso: la iglesia del Dios viviente.

(1 Pedro 1: 15)= Sino como Aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.

La santidad, que es el punto de partida para la vida del creyente y de ningún modo un lugar al que hay que llegar como corolario de un esfuerzo humano, ha sido maltratada desde el punto de vista de su significación. La santidad es separarse de nuestros gustos, de nuestros caprichos, de nuestros deseos, para consagrarse a Dios. No a una congregación, no a un pastor, no a una serie de actividades: a Dios, por Dios mismo. ¿Y cuál es la motivación que tenemos para eso? Pues lo que dice en este texto: la propia santidad de Dios. ¿Qué nos cabe aconsejar, entonces, como forma de escapar a todas las obras de la carne? Dedíquele su vida completamente a Dios, y sea santo tal cual Dios demanda.

(1 Juan 3: 8)= El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

Primero convengamos en que la práctica continuada y voluntaria del pecado en la vida, contradice una conversión genuina. Se ha hecho de la conversión un producto demasiado frágil y previsible. ¿Levantó su mano en una campaña, pasó al frente, hizo con el evangelista la oración del pecador, lloró un buen rato y se anotó en una congregación? Está convertido. En la mayoría de las ocasiones, gracias a Dios, es así. Pero hay un porcentaje disimulado entre estos, que de ninguna manera han hecho una verdadera y genuina decisión de fe, sino una reacción emocional o de otro calibre similar ante un determinado evento.

Juan no enseña perfeccionismo; de otra manera sería contradictorio consigo mismo, tal como puede verse en el capítulo 1, versos 8 y 9. Aunque las interpretaciones de este texto varían, parece que el argumento de Juan tiene un respaldo gramatical. Al usar el tiempo presente en el griego, Juan no dice que los cristianos sean incapaces de cometer un acto pecaminoso ocasional, sino que no se caracterizan por una actitud de desprecio a la ley, la debilidad que conduce a una práctica pecaminosa habitual. El pecado es algo natural para los hijos del diablo, porque él peca desde el principio, pero ello no es natural a todo aquel que es nacido de Dios, quien no puede pecar porque el Espíritu siempre lo detendrá un segundo antes. Una indulgencia constante ante el pecado contradice el reclamo de tener un conocimiento personal de Cristo. No podemos olvidar ni desconocer que la justicia, se manifiesta esencialmente en la conducta.

(Hebreos 2: 14)= Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

Este es el único recurso posible para impedir que la naturaleza humana le juegue una mala pasada a fieles y sinceros hijos de Dios y los lleve a transformar una verdadera casa de oración en una cueva de ladrones. A mí me gustaría que esta enseñanza tuviera solamente un aprovechamiento teórico. Que sirviera únicamente para que otros maestros la tomaran y a su vez se las enseñaran a sus alumnos como, también, parte de una teoría de comportamiento cristiano. Sin embargo, deberé decirle que la he incluido por una simple razón que tanto usted como yo, quizás hayamos comprobado varias veces: hay refugios nuestros destinados a ser Casas de oración que, efectivamente, han sido convertidos en Cuevas de Ladrones.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

enero 1, 2015 Néstor Martínez