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¿Adónde está tu alfolí?

Sabido es que no hay cuerpo humano que pueda sobrevivir sin alimento. A esto lo podría desarrollar con mayor precisión, cualquier buen médico. Quien no come, se debilita primero y se muere irremediablemente después. Los que conocen de cerca los síntomas de una muerte por inanición, sostienen que primeramente sobrevienen intensos dolores, producto de que el organismo comienza a consumir sus propias reservas. Luego se pasa a un estado general de profunda debilidad, en el que la persona es incapaz de realizar movimiento alguno y, finalmente, ya con el paciente en un estado de inconsciencia o coma, se produce inevitablemente la muerte.

¿Qué se debe hacer, entre otras cosas, para evitar este tremendo flagelo en aquellos lugares donde el alimento no es abundante? Lo primero, salir a procurarlo, salir a buscarlo donde quiera que se encuentre. Ya no es factible quedarse esperando que llueva del cielo, tal como cayó el maná en el desierto. Dios no se repite, tiene creatividad suficiente para inventar algo nuevo cada día. Además nos ha dado una mente lúcida que debemos utilizar para tejer estrategias a favor del Reino, no para intentar analizarlo a Él. Cuando se encuentra buen alimento, se lo debe administrar correctamente. Lo que se necesita se consume y lo que resta, a diferencia de aquel viejo maná, se guarda en graneros, también llamados alfolíes. De la cantidad y la calidad de alimento que haya en su alfolí, mi estimado hermano o hermana, dependerá su vida y la de su familia.

¿Y qué es un alfolí? Un lugar, precisamente, empleado para guardar los cereales en grandes cantidades, algo así como hoy son los silos que encontramos en cada establecimiento rural. Sin embargo, no todo era campestre, ya que para este fin, también solían usarse grandes cántaros y habitaciones en los altos de las casas de familia. Había viviendas, incluso, que se dedicaban exclusivamente al almacenaje de granos. Los tesoros del rey eran enormes y abastecían a muchos de sus empleados, y constituían ciudades de aprovisionamiento como en el caso de Salomón. En tiempos “turbulentos” se usaban “depósitos” y hasta pozos para esconder los comestibles. Nuestros antepasados pensaban con gran esmero en la seguridad de su alimento. ¿Estará haciendo lo mismo en el plano espiritual la Iglesia del señor en estos tiempos? Miremos la Biblia y los antecedentes históricos que contiene al respecto.

(Génesis 41: 54)= Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan.

(55) Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan, y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere.

(56) Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto.

En lo estrictamente histórico, geográfico y literal, es notorio que debe haber ocurrido alguna catástrofe de grandes dimensiones, porque Egipto recibía casi toda el agua de la que disponía del río Nilo, de las lluvias propias de las estaciones que caen en lo profundo del este de África. No sólo escasearon las lluvias allí, sino que el río Nilo, que se desbordaba todos los años, aparentemente no se salió de su cauce durante varias temporadas, quizás en todo el transcurso de aquellos siete años. Sin la crecida de las aguas del Nilo, muy poco podía cosecharse en Egipto. En lo espiritual, podemos resumirlo en el hecho esencial: cuando escasea el alimento, es decir la Palabra fresca y revelada y por consiguiente hay hambre en el pueblo, la solución está en abrir los graneros, los alfolíes. En un salmo donde David habla de la prosperidad, vuelve a mencionarlo.

(Salmo 144: 12)= Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio; (13) nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de granos, nuestros ganados que se multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros campos.

Esto nos dice que una iglesia próspera es aquella que guarda en sus graneros, toda clase de granos, alta calidad en su alimento. ¿Quiere saber usted cómo está su congregación? Mire la calidad de lo que hay en su alfolí. ¿Quiere una receta para mantener su alfolí rebosante? Mire:

(Proverbios 3: 1)= Hijo mío, no te olvides de mi ley y tu corazón guarde mis mandamientos; (Lo primero, es guardar la pureza y la autenticidad de la Palabra) (2) porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán.

(3) Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; (4) y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres.

(5) Fíate (Esto quiere decir: apóyate) de Jehová de todo tu corazón, (Iglesia: ¡Confía en Dios!) Y no te apoyes en tu propia prudencia.

(6) Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.

(7) No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová y apártate del mal; (8) porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.

(9) Honra a Jehová con tus bienes (¡Esto se llama Ofrenda!) Y con las primicias de todos tus frutos, (¡Esto se llama Diezmo!) (10) y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.

Aquí está en juego el principio de la siembra y la cosecha. Ese principio fue, es y será válido, pero bajo ciertas condiciones: Sembrar lo debido en el lugar indicado. ¿Y por qué a veces no funciona? Hay dos causas básicas: O no estamos honrando a Dios con nuestros bienes ni con las primicias de nuestros frutos, o bien esto se está haciendo pero en un lugar que no es granero, que no es alfolí y que por lo tanto Dios no puede bendecir porque se pierde o se roba. Pero hay otro texto que es mucho más claro y concreto.

(Proverbios 14: 4)= Sin bueyes el granero está vacío; mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.

El buey es símbolo de poder y el pan del alimento. No es así? Lo que aquí le está diciendo es que, si no hay poder de Dios manifestado, el alfolí no guarda nada que sirva, es pura hojarasca. Pero que si le da vía libre al poder del Espíritu Santo, eso produce palabra, alimento en abundancia y no tendremos que ver ovejas flacas ni desnutridas. Sin embargo, la tipología espiritual más clara entre el granero, el alfolí y la Palabra, el alimento en el día de hoy, está en un texto que, con muy poca imaginación, podemos estar viendo como una muestra concreta de lo que estamos viviendo como iglesia, escuche:

(Joel 1: 15)= ¡Ay del día! (¿Qué día?) Porque cercano está el día de Jehová, (Ah, el día de Jehová. ¿Y habla de un día específico o de un tiempo global?) Y vendrá como destrucción por el Todopoderoso. (¿Estará hablando de lo que hemos aprendido como el Fin del Mundo? No parece que sea así, mira:)

(16) ¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros ojos? (Hermano: la iglesia, mayoritariamente, ¿No se ha quedado sin palabra de un momento para el otro, y casi delante de nuestras narices?) La alegría y el placer de la casa de nuestro Dios? (¿Te sientes igual en el templo, hoy, que hace diez años atrás?)

(17) El grano se pudrió (Eso significa que era grano bueno, palabra pura, pero se pudrió, es decir, se corrompió. Fue adulterada tanto que no lo resistió) debajo de los terrones, los graneros fueron asolados, (De un momento para el otro, alfolíes que siempre habían tenido alimento de ‘primer nivel, ahora contienen pasto seco, flaco, pobre o lo que es más grave: Tóxico.) Los alfolíes destruidos porque se secó el trigo (Dios dice que en un mismo lugar habrán de convivir el trigo y la cizaña; la semilla buena y nutritiva y el alimento falso, tóxico. Aquí dice que el trigo se secó. Entonces, ¿Qué es lo que nos queda? La cizaña, el falso alimento, la imitación humanista de la Palabra.)

Respecto a este día, en el que notoriamente el máximo padecimiento será la falta de Palabra, hay referencias muy claras en toda la Biblia. Jeremías 30:7 dice: ¡Ah, cuán grande es aquel día! Tanto que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado. Con relación al alimento, vemos en Isaías 3:6-7: Cuando alguno tomare de la mano a su hermano, de la familia de su padre, y le dijere: tú tienes vestido, tú serás nuestro príncipe, y toma en tus manos esta ruina: él jurará aquel día, diciendo: no tomaré ese cuidado; porque en mi casa ni hay pan, ni qué vestir; no me hagáis príncipe del pueblo. También hay alusión a la ausencia de evangelismo en Isaías 17:10-11: Porque te olvidaste del Dios de tu salvación; y no te acordaste de la roca de tu refugio; por tanto, sembrarás plantas hermosas, y plantarás sarmiento extraño. El día que las plantes, las harás crecer, y harás que su simiente brote de mañana; pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia y del dolor desesperado.

(Hageo 2: 19)= ¿No está aun la simiente en el granero? Ni la vid (El pueblo) ni la higuera (Que es el remanente) ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré.

Al pedirle al pueblo que mire hacia tras, Dios destaca lo que representa en bendiciones poner primero su propósito, por encima y por delante de cualquier necesidad personal. Dice, primero, “Desde este día en adelante”, y luego agrega: “Mas desde este día te bendeciré”. Estas son palabras de la segura, aunque inmerecida provisión de Dios. Esto nos tiene que llevar a decidirnos a creer y reconocer la verdad de que cuando renunciamos a las ambiciones egoístas y a la agenda personal para concentrarnos en hacer avanzar el reino de Dios, Él seguramente nos va a bendecir por y con ese fin.

(Mateo 3: 11)= Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

(12) Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.

Conviene señalar, en primera instancia, que el bautismo de Juan no es otra cosa que una tipología de la experiencia de la salvación y de ser bautizado en el Espíritu. De la misma manera que el bautismo de Juan coloca al individuo en medio del agua, así el bautismo de Jesús coloca al cristiano en medio del Espíritu, identificándolo como alguien unido por completo al Señor. El fuego purifica, pero también destruye. De allí que la salvación en Jesucristo purificaría a los verdaderos judíos que lo aceptaran como Mesías y destruirían a aquellos que lo rechazaran. Dice, asimismo, en principio, que a su trigo, es decir al alimento genuino que proviene de Él, lo guardará en el verdadero granero, en el verdadero alfolí, en tanto que la paja, que en suma es la cizaña, el alimento falso y sin nutrimento, conjuntamente con todos aquellos que lo difundan y sean portadores, se quemará. Ojo que no dice restaurar, dice quemar.

(Mateo 6: 26)= Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, no recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?

(Mateo 13: 30)= Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: recoged primero la cizaña, (¡Cuidado hermano con las escatologías costumbristas! No confundamos la cronología bíblica de los hechos. Aquí dicen que primero sale la cizaña, no la iglesia) y atadla en manojos para quemarla; Pero recoged el trigo en mi granero.

Toda palabra falsa, todo alimento nocivo o sin proteínas espirituales que hoy se ofrece como bueno, se va a derrumbar dejando paso al verdadero, al divino que, como corresponde, es el que deberá formar parte del auténtico alfolí.

(Lucas 12: 16)= También les refirió una parábola, diciendo: la heredad de un hombre rico había producido mucho.

(17) Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo donde guardar mis frutos?

(18) Y dijo: esto haré: Derribaré mis graneros, (¡Epa!) Y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes.

Aquí hay algo que le invito a que anote y recuerde: Él, en persona, (Figurativamente, porque no dice cómo lo hará) derrumbará todo falso o insuficiente granero, todo falso alfolí, que es el lugar donde se está almacenando alimento tóxico, alimento contaminado, y dice que construirá uno mayor. ¿Cuándo será esto? En el tiempo de la siega. Bien: este es ese tiempo, mi querido hermano.

Hasta aquí he leído algunos, al menos, de los muchos textos donde la palabra Granero, Alfolí, se encuentra presente. Unos más, otros menos, en mayor o menor medida, el sinónimo de granero y alfolí, salta a la vista y queda en evidencia. Que tanto el granero como el alfolí, son los lugares de la casa destinados a almacenar el alimento que, en épocas de baja cosecha, vamos a consumir. ¿Y cuando viene una época de baja cosecha? Ya lo vimos; cuando hay sequía, cuando falta la lluvia. ¿Cuántos saben que la lluvia, en términos bíblicos, es el equivalente a las bendiciones? Si el trigo es el alimento bueno y el alimento bueno es la Palabra ungida y pura, el alfolí será, entonces, aquel sector de la iglesia del Señor en donde se guarda el alimento espiritual para ser utilizado en aquellas épocas en que las bendiciones de Dios sean escasas y comience a verse el hambre en el pueblo. Allí es, entonces, donde podemos comprender la revelación que hay en el único verso que usa la palabra alfolí en Malaquías.

(Malaquías 3: 10)= Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré bendición hasta que sobreabunde.

Si hay un versículo usado, predicado y abanderado en nuestro pueblo, ese es este. ¿Y qué es lo que dice, linealmente? Dice que nuestra obligación legal es traer TODOS los diezmos al alfolí, al granero, al lugar donde tenemos almacenados nuestros alimentos. Como consecuencia de ese paso de obediencia, que no se nos pide porque Dios necesite nuestro dinero, sino para darnos una posibilidad de obedecer, Dios dice que prosperaremos, dando lugar a la ley de la siembra y la cosecha. Dios lanza un desafío aquí, teniendo muy en claro que lo último que se convierte en un hombre, es su billetera. Él dice que lo probemos en esto, que no nos quedemos con lo que nos parece. Que él admite esa prueba, que no hay problema, y que prestemos atención para ver si no es cierto que abrirá las ventanas de los cielos y derramará bendición hasta que sobreabunde. Claro: bajo la óptica de una obediencia por convicción y voluntad, y no un acto forzoso por leyes bíblicas, entiende?

La palabra SOBREABUNDE, en este verso, es la palabra DAY, y significa Suficiencia, Plenitud, Una cantidad lo suficientemente grande, Algo inconmensurable. Esta palabra, DAY, aparece cerca de cuarenta veces en el Antiguo testamento; por primera vez en el capítulo 36 del libro del Éxodo, donde se refiere a una ofrenda voluntaria de oro y otros objetos. El pueblo ofrendó de una manera tan dadivosa que las escrituras describen su ofrenda como “más que suficiente”. DAY se encuentra en el título de la famosa canción de agradecimiento de Pascua titulada DAYENU, que significa “sería suficiente para nosotros”. Cada verso relaciona algo que Dios hizo por Israel en el Éxodo y concluye diciendo que, si hubiera hecho solamente eso y nada más, habría sido “suficiente para nosotros”

¿Y qué es el diezmo? Según muchos hermanos, muy dolidos por las también muchas cosas feas que han visto dentro de las congregaciones, (el mundo no diezma, voluntariamente, claro, porque un porcentaje de los impuestos que paga al Estado, -cuando los paga-, en muchos países latinoamericanos, se derivan a una iglesia) dicen, estos hermanos, que “Es un mandamiento de la ley de Moisés utilizado, hoy, cuando estamos bajo la gracia, en beneficio de ciertas personas autoproclamadas líderes.” Por supuesto que no es tan así. Ya leímos que en Proverbios 3 dice que debemos honrar a Dios con nuestros bienes y con las primicias de todos nuestros frutos, y que sólo así nuestros graneros serán prosperados y rebosarán de mosto, que hoy es la revelación fresca.

También es real que mucha es la gente que indudablemente está incapacitada de cumplimentar esto a partir de su propia pobreza. Una pobreza que, en muchos casos, es producto de su desobediencia a la Palabra, pero que también tiene que ver con estructuras humanistas que hoy por hoy gobiernan al mundo y lo oprimen. Esta desobediencia se manifiesta de varias maneras. Una de ellas, dice la Biblia, es robarle a Dios. El texto de Malaquías 3:10 nos dice claramente que aquellos que retienen sus diezmos y ofrendas, le están robando a Dios. No a una congregación, no a un grupo de hombres, a Dios. Como consecuencia de esa decisión, se privan a sí mismos del cumplimiento de una promesa de bendiciones hasta que sobreabunden.

Cuando se cesa de diezmar, se está violando la ley y, si se viola la ley, entonces esa ley no puede obrar a favor de quien o quienes la violan. Nada hará que un creyente sabio y fiel deje de dar sus ofrendas y diezmos. Sus argumentos podrán ser muy lógicos y atendibles desde lo humano, pero no tienen consistencia alguna en el ámbito del Espíritu. ¡Pero estamos bajo la Gracia, no bajo la ley! Es verdad, pero recuerda que Jesús dijo que él no venía a abrogar la ley, sino a cumplirla. La ley ha sido reemplazada por la Gracia cuando se refiere a los aspectos rituales o externos, pero no a sus principios, porque Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Y además es inmutable, lo que significa que no cambia. Y en todo caso, estimemos que la ley dejó de ser, pero no así la promesa que la acompaña.

Un creyente fiel y sabio, por otra parte, jamás ofrendará o diezmará con el objetivo de obtener algo a cambio. Tampoco lo hará por obligación y a disgusto. En cualquiera de estos casos, no espere quien así se maneja, conseguir algo del cielo. Dios no necesita de su dinero, Dios le permite a usted crucificar la carne (En este caso representada en sus bolsillos) a los fines que usted se gane la recompensa simplemente a partir de su obediencia. ¡Dios siempre recompensa la obediencia! El salmo 78:23, dice: Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos, e hizo llover sobre ellos maná para que comiesen, y les dio trigo de los cielos. Y nos queda, posteriormente, el pasaje de 1 Crónicas 31:10 que relata: Y el Sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoc, le contestó: desde que comenzaron a traer las ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo; y ha quedado esta abundancia de provisiones.

Hasta aquí lo que es demanda y recompensa de Dios en este punto. Tiene razón cuando señala que son muchos los que le están robando, pero no son pocos, sin embargo, los que están en plena obediencia. Sin embargo, venimos viendo desde hace mucho tiempo, que de todos los que están en plena obediencia para con los diezmos y ofrendas, una gran mayoría no recibe lo que Dios ha prometido, y no ve en su vida esa ventana abierta y esas bendiciones sobreabundantes. Es por ese motivo que, desanimados, eligen adherir a la supuesta caducidad del diezmo. Como no ven resultados de prosperidad cumpliendo, estiman que eso debe ser porque la ley del diezmo ya ha quedado sin efecto, derogada. Para colmo de males, algunos manejos turbios que ciertos líderes han hecho, y hacen de esos diezmos, ha llevado a mucha gente a emparentar ambas cosas y decidir que, efectivamente, el diezmo tiene que ser algo que pertenecía a la ley y que, como tal, ha quedado sin efecto y, si se sigue predicando, es sólo porque a cierta gente oportunista e inescrupulosa le conviene.

Lo que sí está sucediendo y a muy poca gente se le ha ocurrido observarlo, es que hay una notoria falta de bendición a partir de la falsedad de los alfolíes. ¿Cómo se entiende esto? Simple: el texto de Malaquías 3:10 tiene una faceta muy clara que nadie te ha predicado, seguramente. Tiene dos mandamientos, no uno. El primero es el que conocemos, el que se ha difundido profusamente: Traed todos los diezmos al alfolí. Pero luego viene el segundo, del cual nadie dice nada, pero que es el que otorga calibre de alfolí al alfolí, o no se lo otorga: Y haya alimento en mi casa. Casa, aquí, puede tomarse en cualquiera de los dos conceptos: El destinado al hombre, casa de Dios, templo del Espíritu Santo, o el más amplio, que es el que tiene que ver con la iglesia. En cualquiera de los dos casos, la idea de Dios, es que tenga alimento. Que haya un alfolí, un granero, en el cual se acumule el alimento espiritual para nutrir al pueblo de Dios. A ese alfolí será, por lógica, al que ese hijo de Dios deberá traer todos sus diezmos y ofrendas. Lo que sucede con mucha repetitividad, es que hay decenas, centenares, millares de alfolíes que están, o bien vacíos o bien llenos de pasto seco, de hojarasca, de cizaña, una basura que no alimenta a nadie.

Aquí es donde la tradición impide la bendición. Porque se nos ha enseñado y con valor de ley inapelable, que los diezmos y ofrendas se traen a la congregación de la cual somos miembros. Claro, eso sería lo correcto, siempre y cuando nuestro alimento espiritual estuviera realmente en ese lugar. ¿Pero sabe usted la cantidad de gente que está diezmando y ofrendando en iglesias donde hace mucho tiempo que no hay ni mensaje, ni palabra, ni alimento? – ¿Pero y qué quiere que haga, hermano? ¡Yo me estoy congregando allí! – De acuerdo, ¿Pero se alimenta allí? – No, la verdad es que hace mucho tiempo que no recibo nada allí. – Entonces, se está muriendo… – ¡No! No me estoy muriendo porque me las rebusco en otras partes. Mire: yo hago… (Y ahí le cuentan cómo hacen para recibir alimento espiritual.

Es un abanico muy amplio de posibilidades que van desde: cumplir con todos los requerimientos en una iglesia, pero ir a alimentarse a otra; recurrir a libros, casetes o videos de diferentes siervos o de algunos en especial; Adherir a determinados espacios de Internet, la televisión cristiana o las radios cristianas. Y cientos de variantes más, algunas de ellas, lindando con lo pintoresco) Le diré algo: Si usted es uno de los que está haciendo cualquiera de estas cosas para alimentarse, plantéese muy seriamente que, si desea recibir la bendición prometida en Malaquías, va a tener que asumir que, la cosa que haga, el lugar a donde acuda a buscar alimento, ese y no otro es su alfolí.

Pero hermano… ¡Es que si de pronto dejo de diezmar en mi congregación y empiezo a hacerlo a otra iglesia, o a un determinado ministerio que realmente me alimenta, me voy a sentir culpable de que mi congregación no avance en la obra. Culpa: ese es el demonio que la manipulación emocional que a veces existe dentro de las iglesias ha permitido entrar. Un verdadero espíritu de hechicería que hoy por hoy camina incorporado a la vida de muchos hermanos. ¿Qué culpa? Usted no tendría culpa alguna si obedeces al Señor. Y además colaboraría para que se haga justicia. ¿Qué justicia? La de respaldar, sostener y extender ministerios legítimos, levantados por el Señor, ungidos en su trabajo, llenos del Espíritu Santo y, al mismo tiempo, ayudar a derrumbar definitivamente a Babilonia, iglesias falsas, lugares muertos o destinados a satisfacer las ambiciones de los hombres sin aportarle absolutamente nada al reino de Dios.

Y una final que responde a una consulta que muchos me han hecho: La iglesia trae sus diezmos y ofrendas al alfolí. Jamás la Biblia ha dicho que el alfolí sea el que tiene que salir a buscarlas. – Es que se hace para que yo no me tenga que molestar, y… – Basta. Llevar sus diezmos y ofrendas al alfolí no es molestia, es un privilegio más de adoración. – De acuerdo, pero ¿Y si la gente no lo trae? – Si alguien no los trae, no es iglesia, es visita. – ¿Pero si es iglesia y de todos modos no lo trae? – Entonces no es iglesia, es confusión, enojo o resentimiento. Porque el diezmo y la ofrenda constituyen un sublime acto de adoración y amor total y absolutamente voluntarios, a partir de una decisión íntima y personal por convicción y no la cuota social y mensual de un club llamado Iglesia.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez