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Estampas de la Carne

En el marco de la sociedad en la cual vivimos, hay un convencimiento casi unánime: creer que las personas que van a una iglesia, creen ser mejores que sus prójimos. Pero esto no sucede por alguna divagación extraña o por incidencia diabólica en el pensamiento humano. Sucede porque una gran proporción de hombres y mujeres que van a una iglesia, efectivamente piensan, están convencidos, que son mejores que los que están afuera. Y es más: el discurso que los grupos eclesiásticos pronuncian ante esa sociedad, apunta en esa dirección. Nosotros, que creemos en Dios y vamos a tal o cual iglesia, somos mejores y, si ustedes también quieren serlo, tendrán que venir a una iglesia como la nuestra, y si es posible, a la misma que vamos nosotros.

Esto y no otra cosa, ha sido el factor más gravitante para que la sociedad no sólo descrea de las iglesias y sus miembros, sino también para que muy pocos se decidan a prestarle atención a Dios y a sus seguidores. ¡Hay cada espécimen en esos lugares!, -dicen-, ¡Se ven cada cosa! ¿A quién se le ocurre que allí haya gente mejor que nosotros? Y nosotros nos enojamos y decimos que es el diablo el que está hablando. El diablo se mete donde le dan entrada y, atención, cada vez que inicia una enorme mentira, generalmente arranca desde un poquitín de verdad. Con todo el dolor del alma y dejando de lado como aprovecha el enemigo todo esto para seguir llevándose gente al infierno, tendremos que reconocer que les asiste a esas personas algo de razón. ¿Sabe por qué?

Porque así como no es oro todo lo que reluce, ni todo lo negro es petróleo, así tampoco no todo lo que se refugia en un templo es iglesia ni todo lo que se mueve y respira es hermano. De otro modo, Dios habría mentido cuando dijo que trigo y cizaña convivirían confundiéndose unos con otros, y también habría blasfemado el hereje de Pablo cuando puso en el mismo nivel sus padecimientos, (azotes, escarnios, prisiones, amenazas), con un peligro representado por los falsos hermanos.

Bueno; hay un punto clave en el cual deberemos prestar atención: los hijos de Dios, los que tienen esa potestad por su fe y su profunda convicción en Cristo son, efectivamente, mejores, aunque no por sus méritos, sino por el trabajo del Espíritu Santo en ellos, y no lo van proclamando por allí sino que, con humildad y santidad, se limitan a brindar silenciosamente testimonio de ello y, naturalmente, se congregan en iglesias. Pero si es verdad, (y lo es), que hay cizaña, lobos vestidos de ovejas y falsos hermanos, el punto clave está en que no todos los que se congregan en iglesias son auténticos hijos de Dios. Algunos, terminan siendo más hijos del malo que los que no van a ninguna parte, porque estos lo hacen en ignorancia en tanto que los otros, “perdónalos Padre, aunque sí saben lo que hacen”.

Porque es evidente que un garaje, una cochera, una playa de estacionamiento, no fabrica automóviles; sólo les da alojamiento. Pero para alojarse allí, hay que llegar como automóvil. Nadie guardaría un avión o un buque en una playa de estacionamiento. Y si una mujer diera a luz en una playa de estacionamiento, lo que nacería sería un bebé, no un automóvil. Y si la que pariera en esa misma playa fuera una perrita, lo que nacerían serían unos hermosos cachorritos, no autos. De la misma manera, no hay creyentes por el simple hecho de haber nacido adentro de un templo o bajo la cobertura de una iglesia; tiene que traer en sí la simiente divina que lo hace creyente. Todo lo demás, es apenas una obra de la carne, factor especial que hoy y aquí vamos a aprender a dominar. Porque el dominio propio es un fruto del Espíritu, no por afán controlador humano.

La Biblia, cuando pronuncia la palabra carne, que en griego es la palabra EL SARX, no se refiere siempre a una misma cosa. Entre otros objetivos puntuales, podemos rescatar tres o cuatro, si nos da el tiempo y el espacio, que serían los que aquí pretenderemos estudiar: Nº 1)= La carne física, material, palpable.- Nº 2)= La connotación moral negativa.- Nº 3)= Lo que tiene que ver con la simiente, con la semilla que, como en toda la Escritura, siempre es el punto de partida de todo lo que Dios va a hacer.-

(1 Corintios 15: 39)= No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves.

Pablo, aquí habla de carne física. Establece, -con intención o sin ella-, dos principios que se relacionan con la carne física. Nº 1)= El hombre, aun en lo físico, no puede compararse con ninguna de las demás criaturas vivas de la creación. De allí que quien los iguale y pretenda darle a eso un tinte espiritual, no sólo se equivoca, (lo que sería solamente un simple error), sino que desconoce o tergiversa la palabra, lo que sí sería más grave. Puede tenerse la mejor voluntad y la más y la más loable de las intenciones, pero eso no invalida la desobediencia y los costos de la desobediencia.

Nº 2)= Deja en claro que, si tomamos con total naturalidad el hecho de la existencia de una infinita variedad de cuerpos adaptados a la vida en diferentes medios ambientes como son la tierra, el mar y el aire o el cielo, ¿Por qué se deberían tener tantas reservas o incredulidades, a la vista de lo creado, de un cuerpo resucitado? ¿Cuál sería el impedimento para que Dios no pudiera hacer esto si es que sí puede hacer lo otro?

La otra referencia a la carne física, está en la carta a los Hebreos. Allí, cuando el autor detalla lo que son las cualidades del Sumo Sacerdote, y en referencia a Cristo, que lo fue luego de haber aprendido obediencia por causa de sus padecimientos y, en razón de esto, ser perfeccionado, alude concretamente al estado carnal y humano del Cristo de ese momento, rompiendo así con esa mitología popular no bíblica donde se acepta todo lo de Jesús bajo la excusa de: “¡Bueno! ¡Pero él era Dios!. Sí, pero encarnado en la carne de un hombre como usted o como yo, en lo genérico, y sujeto a todo lo que un hombre puede estar sujeto, porque de otro modo, Dios habría hecho trampas. Él debía efectuar esa redención desde un hombre como nosotros para que esa redención funcionara, ¿Entiende?

(Hebreos 5: 7)= Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

Yo creo, sin temor a equivocarme, que si este no es el versículo donde se nos muestra al Jesús más carnal, al menos es uno de ellos. Rogando como un hombre de carne y hueso, suplicando, clamando y llorando por causa de que no le gustaba en absoluto la idea de la muerte. ¿En qué se diferencia con lo que usted hubiera sentido en su lugar? La carne física, esa que usted y yo todavía amamos un poquito y defendemos tanto. Ojo; es templo del Espíritu Santo y no lo podemos maltratar. Lo que sí debemos hacer, es someterlo.

Después nos encontramos con la carne bíblica puesta en un sentido de moral negativa. Este, probablemente, (Y digo probablemente porque por más que el mundo camine hacia la globalización, el hombre es una entidad única y no puede ser globalizada por nadie, mucho menos por la iglesia), es el significado más conocido por el creyente. Aquí, la palabra carne, indudablemente no está relacionada con el área del cuerpo sino de la mente, que es donde ya sabemos, entre a tallar en el alma. Es mucho más que la carne física.

(Gálatas 5: 13)= Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servios por amor los unos a los otros.

(14) Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

(15) Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.

La libertad cristiana no consiste en eliminar todas las trabas morales, sino en la libertad de servirse los unos a los otros en humildad, no en arrogancia distintiva por cargos o posiciones. El evangelio cambia la opresiva sumisión al legalismo por la más alta sumisión al amor. Esa libertad ha sido entendida por no pocos para llevar una vida que de cristiana no tiene nada, que produce un testimonio que repele a la sociedad de todo lo que huela a Dios, que impide que los necesitados caigan quebrantados a los pies de Cristo y que se aparte de su real significación: poder amar al prójimo sin condicionamientos ni discriminaciones. Tal como Cristo lo hizo.

(16) Digo, pues; andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. (De la mente, de las emociones, de la voluntad humana, de los sentimientos)

(17) Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

La libertad muy bien puede degenerar en libertinaje, pero el Espíritu Santo nos capacita para vencer los deseos de la carne, cuando nos sometemos permanentemente a su control y dominio, con la libertad de hacerlo de una manera voluntaria. Eso es libertad. El Espíritu y la carne están diametralmente opuestos el uno al otro, tal como se evidencia en sus obras y frutos. El resultado es un fiero conflicto dentro de cada creyente, en el que ninguno podrá vencer confiando en sus propias fuerzas.

(18) Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

(19)= Y manifiestas son las obras de la carne, (De la mente, voluntad, emociones), que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, (20) idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas: acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Muchos son los siervos que han hecho hermosos estudios sobre estos puntos. Los han dividido, incluso, en varias facetas, así que no voy a ser yo quien le agregue algo porque no se justifica. No porque no haya más para decir, porque Dios siempre tiene más, sino porque no tengo mandato para detenerme en esto nada más que lo preciso. Sólo le voy a preguntar una cosa: ¿No están en una gran proporción, estas cosas, gozando de muy buena salud dentro mismo de la iglesia? Es más: hay sectores, por ejemplo, donde por una cuestión doctrinaria tradicional interna, se incentiva a disentir porque, -se señala-, los hermanos tienen derecho a no estar de acuerdo y discutir. Está bien; allá cada uno, pero: ¿No es este un modo de conducir a un grupo de personas a la conclusión de Pablo, que asegura que los que entren en disensiones no heredarán el reino de Dios? Si alguien entiende esto o cree tener una respuesta que tenga peso en el mundo del espíritu, por favor escríbame ya.

El tercer aspecto apuntado, es el que relaciona a la carne con la base de toda la creación: la semilla, la simiente. Todo lo que Dios hace, todo, siempre comienza desde una semilla, de una simiente. Mire:

(Gálatas 4: 21)= Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿No habéis oído la ley?

(21) Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre.

(23) Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.

(24) Lo cual es una alegoría (Una comparación, una metáfora, un símbolo, no es literal) pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; este es Agar.

(25) Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues esta, junto con sus hijos, está en esclavitud.

(26) Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.

(27) Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.

(28) Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.

(29) Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.

Este verso alude a lo que se detalla en el libro de Génesis capítulo 21 y versículo 9, donde vemos a Ismael se burlaba de Isaac. ¿No hay burla, todavía, entre los prácticos y los espirituales? Los verdaderos creyentes, sin buscarla, deben esperar algún tipo de persecución interna.

(30) Mas: ¿Qué dice la Escritura? Echa afuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.

(31) De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

Vemos aquí que Pablo defiende el evangelio que predica con una alegoría basada en la historia de Ismael e Isaac. Algunos teólogos, muy expertos, han criticado y acusado a Pablo de espiritualizar demasiado la historia. Sonría si quiere, aunque no causa gracia. Sin embargo Pablo, mucho más allá de establecer una doctrina con esto, lo que está haciendo es ilustrar algo que ya ha demostrado. La premisa de Pablo es que se entienda que la verdadera descendencia de Abraham es espiritual, no genética ni física. El real heredero de Abraham es el hijo de la mujer libre, no el de la esclava. Isaac representa a aquellos que confían en Cristo, en tanto que Ismael representa a aquellos que eligen estar bajo la ley. Por lo tanto, los creyentes, son los verdaderos hijos de Dios.

De todo este texto, y dejándonos ungir con la sabiduría, el discernimiento y la revelación de Pablo, podemos ver a continuación varios principios básicos, elementales, que siempre estuvieron allí, pero que nosotros en nuestra repetitiva costumbre de encararlo todo desde la lógica, el razonamiento o el intelecto, (Órganos del alma, si mal no se lo he explicado antes), pasamos de largo y jamás vimos.

Es más que evidente que tanto Sara como Abraham estaban intentando cumplir –según sus ideas personales-, con la promesa de Dios. Hay mucho cristiano, hoy, que anda por la vida haciendo lo mismo. De todo esto rescatamos algo muy notorio: es no sólo posible sino muy cierto que podemos estar obrando enteramente en la carne y fuera de la guía del Espíritu, con motivos muy bien intencionados y correctos en su esencia y estar, sin embargo, al mismo tiempo, desobedeciendo a Dios creyendo como alguna vez lo hizo Saulo de Tarso, que le estamos sirviendo. Es muy sutil.

Si repasamos el texto de esta historia a la luz de Gálatas 5, veremos que en la relación Abraham-Sara-Agar, existen varias obras de la carne, de la mente, del corazón, de la voluntad, de las emociones y los sentimientos:

Adulterio: Lo cometió Abraham, más allá de las usanzas, la voluntad y la decisión de Sara.-

Hechicería: Que es manipulación. La llevó a cabo Sara con Abraham. Manipuló sus sentimientos para impulsarlo a tener relaciones sexuales con Agar.-

Enemistades: Esto es notorio, después, entre Sara y Agar.-

Contiendas: Se produjeron ni bien nació Ismael.-

Herejías: Creer que todo eso estaba no sólo aprobado, sino ordenado por Dios.-

Envidias: La experimentó Sara en relación con el embarazo y el parto de Agar. Creo que no hay nada que agregar a esta contundente evidencia histórica y espiritual.
El nacimiento de Isaac por el Espíritu no habla de una concepción divina o virginal como fue la de Jesús en María, sino de la obediencia al cumplimiento de una promesa. El nacimiento de Ismael por la carne, no se refiere al contacto sexual específico, sino al desenlace motivado en ideas humanas sin participación divina.

Lo de Sara es un caso que merece ser visto aparte porque se asemeja a más de uno de los que suceden en nuestro tiempo. Ella estaba convencida que era Dios quien le había impedido tener hijos y que nunca los podría tener. Es más: estaba convencida que el propósito, la voluntad y la promesa de Dios solamente tenía como destinatario a Abraham y no para ella. Que el Señor, incluso, no la tenía en cuenta para nada, que no estaba interesado en ella. Y algo más: ella, en su intimidad, se consideraba algo menos que insignificante y totalmente periférico al propósito divino.

La conclusión vigente, es que así como Sara se apresuró, se dejó llevar por sus ideas y actuó conforme a su parecer, así también se equivocará todo aquel que no tenga la paciencia de esperar una señal del Señor, que como todos sabemos pero no siempre nos acordamos, tiene una naturaleza y un carácter donde predominan el amor y la fidelidad.

Hay un cuarto aspecto de la carne mencionado en el Nuevo Testamento y es el que tiene que ver con una ordenanza muy singular sobre la carne emparentada con el liderazgo. Fíjese que el texto que vamos a leer nos muestra algo que, ordenado por Dios, todavía es llamado “de la carne” y hasta considerado inadecuado. Este pasaje, quiero que observe, en el contexto inmediato, se refiere al sacerdocio de Aarón, pero que en un contexto más ancho y más amplio, esta aplicación de Hebreos va más allá: es un punto de inflexión que muestra una de las características de Dios menos predicadas: la del permanente cambio, la de la permanente renovación de lo anterior por lo nuevo, la de remover ciclos viejos y reemplazarlos por ciclos nuevos. El versículo que dice que Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, muy pocas veces se entendió con fidelidad. Se entremezclaron los conceptos y siempre se interpretó como que “las cosas que hace Dios fueron las mismas ayer, hoy y siempre”, cosa que es más que evidente que jamás ha sido dicho en la Biblia. Aunque por ahí sea doctrina respetada, guardada y cuidado conque diga otra cosa porque lo expulsamos.

(Hebreos 7: 11)= Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley) ¿Qué necesidad habría aun de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuere llamado según el orden de Aarón?

A propósito de esto, si se fija rápidamente en el capítulo siguiente, y ya refiriéndose al nuevo pacto, la palabra dice que “si aquel primer pacto no hubiera tenido defecto, no habría tenido razón de ser el segundo. Esto sienta un principio que quiero que tenga en cuenta para lo que resta de este estudio y para lo que resta de su vida de creyente. Cuando algo viejo, tradicional, acostumbrado, deja de tener efecto y resultado, aunque haya sido efectivamente ordenado por Dios en su tiempo, debe ser cambiado. Ayer, hoy y siempre.

(12) Porque cambiado el sacerdocio, necesario también es que haya cambio de ley; (13) y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.

(14) Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. (Es más que notorio de que el hecho de que Cristo haya nacido en la tribu de Judá y no en la de Leví, subraya la inauguración de un nuevo sacerdocio que llegaba para reemplazar al antiguo)

(15) Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdocio distinto.

Este es un versículo muy clave para entender el tiempo presente. Porque habrá que aclarar aquí que la palabra griega que se usa en este texto para DISTINTO, no es la corriente que encontramos en otros lugares, que es ALLOS, que significa “Otro de la misma clase”. La palabra utilizada aquí es la palabra HETEROS, que quiere decir globalmente “Otro de un orden completamente diferente”. Como se ve, la misma palabra en nuestra traducción, tienen un vocablo y por ende una significación totalmente opuesta en los originales. ¿Tendremos que aprender griego para ser salvos, entonces? No tan así porque en lo sustancial, las traducciones son fieles. El problema radica cuando se entra en caminos de revelación. Allí, en muchas ocasiones, se nota que los traductores han utilizado más la lógica del alma que el discernimiento del Espíritu. Por eso hay textos y pasajes que permanecen en total oscuridad cuando Dios decidió que sean abiertos. La Biblia, lo reitero, es un libro para ser leído, creído y practicado por gente llena del Espíritu Santo, sino apenas será Logos-más lógica-igual a-religiosidad intelectual.

El orden Levítico era el orden de la cultura, de la educación, de la preparación de hombres para ejercer el sacerdocio. Algo muy similar a lo que hoy serían seminarios o institutos que preparan para el liderazgo. Cosa que no está mal y que se debe hacer porque es necesaria para la obra, pero que no tiene nada que ver con “estudiar para pastores” como muchos gustan decir. El pastorado, antes que nada, es un llamado divino. Que luego, podrá ser fortalecido con estudio, pero que siempre tendrá su punto de partida en el mundo del Espíritu. De otro modo no será liderazgo de Dios, será gerencia humana.

El orden de Aarón, por su parte, era el del escalafón o línea familiar directa. Sacerdote el abuelo, el padre, el hijo, el nieto, etc. Siempre dentro de una familia, con un temor que parecería santo de darle mando o poder a alguien que no pertenezca a la familia. Es un orden antiguo, no un invento moderno. Es Aarón.

Y después el orden de Melquisedec, que era un orden divino, sin currículum, sin experiencia previa, sin genealogía, sin apellido ilustre o antecedentes familiares, sin títulos universitarios o de seminarios teológicos; sólo elevado por voluntad de Dios. Ese y no otro fue el orden que elevó a Cristo al Sumo Sacerdocio. ¿No será el tiempo de que la iglesia del Señor, si quiere terminar la obra, asuma ese sacerdocio y no los que ya fueron reemplazados?

(16) No constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia (Esto se lo confirma) sino según el poder de una vida indestructible.

En otro tiempo y bajo otras facetas, Dios estableció los dos órdenes sacerdotales anteriores, pero un día y a consecuencia del cambio de los tiempos, dijo: hay que cambiar, hay que eliminar toda carnalidad intelectual y estructurada y toda cuestión ligada a una línea de sangre humana, y darle a mi pueblo un sacerdocio levantado por mí, que haga mi voluntad, que cumpla mi propósito y que termine mi obra.

Hay hoy también una mentalidad religiosa, estructurada y casi profesional que debe ser reemplazada porque no tiene nada que ver con el carácter de Cristo. Negarse a ello, como está ocurriendo en muchos lugares, es obrar en la carne, en la mente, en los intereses sectoriales, denominacionales, eclesiásticos que, a similitud de aquellos, cada día se alejan más de Dios y, esencialmente de la base de su naturaleza, el amor. Mire como lo declara Pablo.

(Filipenses 3: 3)= Porque nosotros somos la circuncisión, los que en Espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.

Lo que Pablo decía en su tiempo y que es vigente para hoy si sabemos leer los símbolos es que la verdadera señal de una relación correcta con Dios no era la observancia de una ceremonia o rito formal, sino la manifestación de las tres características mencionadas. Cuando dice “Los que en Espíritu servimos a Dios”, no sólo se refiere a estar vivos en el Espíritu y por lo tanto calificados para adorarle, sino que también abarca las expresiones más profundas de nuestra adoración, inspiradas por el Espíritu Santo: los himnos espirituales, la oración, el cántico y la comunión con Dios.

(4) Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. (Yo he cumplido con las reglas formales de la religión, también) si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: (5) circuncidado al octavo día, (Me aprobé todos los cursillos obligatorios para ingresar como miembro) del linaje de Israel (Vengo de familia evangélica; mi abuelito era pastor y tres tíos diáconos) de la tribu de Benjamín (Soy pariente del pastor principal de…) hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; (Me sé de memoria la declaración de principios firmada por mi denominación en 1915) (6) en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; (Los que no estén de acuerdo con nuestra doctrina serán denominados como: herejes, rebeldes, insujetos, blasfemos) en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. (O sea que tengo una conducta eclesiástica intachable).

(Verso 12)= No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; Sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.

(13) Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago; olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, (14) prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez