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¡Nunca Abandones Tus Armas!

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(1 Corintios 2: 16) =  Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo.

Es muy cierto, esto. Tenemos la mente de Cristo y, por consiguiente, recibimos impulsos del Espíritu Santo, pero podemos equivocarnos en esto. Por eso hay que examinar cualquier impulso a luz de las Sagradas Escrituras y estar abiertos a la corrección de nuestros más cercanos. Es muy difícil aconsejar a alguien que se aferra a la expresión: «El Señor me ha guiado». Porque, efectivamente, puedes estar recibiendo una guía, pero no del Señor, sino de un señor…

 El Señor (Así con la “S” mayúscula), ha prometido darnos lo que pedimos conforme a su voluntad. Por eso es necesario profundizar en la voluntad de Dios y estar de acuerdo entre nosotros, también. En 1990, durante una conferencia en Escocia, los representantes de Senegal advirtieron que, al año siguiente, los países islámicos iban a realizar una conferencia mundial en su capital para planear el fin de toda obra cristiana y la eliminación de las minorías cristianas en sus respectivos países. Acordaron orar para que se anulara tal conferencia, y recibieron la convicción de que Dios los había oído, de modo que terminaron la reunión con una alabanza gloriosa. Unos meses después, la Guerra del Golfo polarizo el mundo islámico de tal manera que se pospuso la conferencia. Cuando por fin la reunión se realizó, las divisiones eran todavía tan marcadas que muchos delegados salieron antes de terminar y poco se decidió.

De allí que aprendemos hoy y a la distancia, que es imperativo para todos nosotros saber y decidir usar las armas que Dios ha puesto en nuestras manos. Separados de Dios quedamos casi indefensos delante de Satanás, pero unidos a Dios no hay razón para temerle al diablo. En Efesios 6;10-18, Pablo nos indica no solo la armadura que debemos ponernos sino las armas ofensivas, o sea, la espada del Espíritu que es la palabra de Dios y la oración en el Espíritu que debemos empuñar. Demasiados siervos de Dios se han metido tanto en la guerra espiritual, que han descuidado la armadura divina y han engrosado la lista de bajas en la lucha.

El capítulo doce de Apocalipsis revela mucho acerca de Satanás y sus tácticas. Pero lo mas importante es que indica claramente como los hermanos pueden salir triunfantes en la lucha contra el. Dicen los versos 10 y 11: Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. 

Veamos: Primero, por la sangre del Cordero. Por medio de su sacrificio en la cruz, Cristo ha eliminado de una vez y para siempre nuestra culpa ante la presencia de Dios, a tal grado que Satanás ya ni siquiera puede acercarse a Dios para acusarnos. Con tal de que le confesemos a Dios cualquier pecado que pueda surgir en nuestra vida, estamos completamente seguros en los brazos de Cristo.

Segundo, por nuestro testimonio. Contra la mentira del diablo podemos, usar nuestro testimonio acerca del Señor Jesús, nuestra posición en el Amado, y Quien va a vencer. Es el Espíritu quien nos da poder para testificar y quien nos avisa, al retirar su paz del corazón, cuando algo necesita arreglarse en nuestra vida.

Tercero, por nuestro compromiso hasta la muerte. Frente a las amenazas y los arreglos que propone el diablo, debemos abandonar la voluntad de Dios, sea para vida o para muerte. Tal actitud deja a Satanás impotente. No vencido, aclaremos bien. Porque incluso cuando lo tentó a Jesús en el desierto, él lo derrotó con la Palabra, pero así y todo, dice la escritura que sólo se apartó por un tiempo. Aprende a pelear tu batalla. No abandones tus armas. Ningún soldado valiente y vencedor lo hace.

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abril 23, 2019 Néstor Martínez