Jesús siempre supo quién era. ¡A los doce años provocó una tremenda conmoción en el templo! Ese Jesús, con todo el poder y la unción, no pudo hacer todos los milagros que hubiera querido en ese lugar, porque la gente no creía en Él. ¿Qué hace Jesús, cuando encuentra a gente que no cree en Él? Se aparta de ellos. Porque esa actitud que tienen ellos para no creer en Él, aunque es el Hijo y lo sabemos, le afecta. Hay rasgos muy singulares en Jesús. Fíjate, cuando va a la casa de esa niña, para resucitarla, se toma el trabajo de sacar a toda la gente, simplemente porque, de acuerdo a lo que se lee en el texto, esa gente se estaba burlando de Él. Y después va y se encierra en la habitación con la niña muerta, acompañado de un par de sus discípulos y de los padres de la niña, nada más. Cero exposición. Cero show. Aprendamos.
Porque, indudablemente, lo que mueve todo en el ámbito espiritual, es la credibilidad. Yo creo en lo que enseño, y eso les da fe a mis palabras. Cualquiera de ustedes que está allí, del otro lado, reciben una palabra en la cual creen; la ponen por obra y eso les da resultados. Luego, como ustedes creen en esa palabra, van y la comparten con otras personas. Y de todas esas personas, los que aceptan y creen esa palabra, repiten la rutina. Y así sucesivamente. Todo lo que tiene que ver con el mundo espiritual, se mueve en base a la credibilidad. El gran problema del denominacionalismo, es que le pone a la gente más fe en la institución, que en las personas.
Y eso, además de ser duro, es opuesto al diseño de Dios. Porque Dios no les tiene ninguna fe a las instituciones, pero sí se las tiene a las personas. Y por allí pasa el respaldo. Dios no unge organizaciones religiosas, Dios unge organismos vivos; personas. Yo no podría respaldar ni siquiera en simple oración a alguien en el cual no creo, ni tampoco creo en lo que hace o cómo lo hace. Para poder ser yo un referente de alguien en el plano ministerial, lo primero que debo mostrar, es que creo en lo que hace y en cómo lo hace y que, al mismo tiempo, esa persona también cree lo mismo de mí y de mi trabajo. Y si no te convence esto, fíjate: ¿Por qué supones que los profetas tienen tantos problemas de aceptación en este tiempo? Simple: ¡Porque la iglesia, mayoritariamente, no cree en ellos! Apréndelo: la credibilidad es la fuerza que mueve la vida.
Lo cierto es que, a la hora de movernos, deberemos ajustar esos movimientos con todos los que se encuentran en nuestra misma plataforma, ya que, de otro modo, cualquier movimiento en falso o a destiempo, afectará al resto, aunque ninguno de estos tenga nada que ver con ese falso movimiento, ¿Se entiende? ¡Eso es andar conjuntamente con autoridad! Está más utilizada la expresión de decir que alguien está “bajo autoridad”. No es “bajo” autoridad porque no está por debajo de nadie, sino en un mismo nivel, en un mismo plano. ¡No existen jerarquías en esto! Es como una de esas embarcaciones de competencia a remo. El llamado timonel, es el que va sentado al revés, de espaldas a la meta y de frente a sus compañeros. Tiene un megáfono y ordena los movimientos de los remos en mayor o menor velocidad para lograr efectividad. Ese vendría a ser el apóstol, el que da la orden de movimiento para que todo el resto opere y funcione. Pero a la hora de recibir la medalla, recibe la misma que sus compañeros, no una más grande o bonita.
A mi modo de ver, yo me quedo con aquel que está escuchando la voz del Espíritu, aunque más no sea de a retazos y de un modo incompleto. No es lo mejor, de acuerdo, pero sí es muchísimo mejor que ponerte al lado de aquel que no tiene ni el menor interés en escuchar esa voz. Por eso es que, aunque suene humorístico y despierte una sonrisa, no hay nada para sonreírse cuando entendemos que la mayoría de los cristianos están muy de acuerdo en que exista la unidad, pero siempre y cuando todos los demás hagan lo que él está haciendo. Ocurre lo mismo con ciertos políticos y la democracia. Ellos dicen: ¡Viva la democracia, siempre y cuando todos piensen como yo!
Ahora bien; ¿Ese desajuste afecta cualquier ministerio? Sí, señor; cualquier ministerio. Yo no sé cuántas personas elijan vivir bajo una sombra de desconfianza, pero tampoco es bueno ni mucho menos sano, empezar a cuidarnos de la gente que tenemos más cerca. ¿Y qué tiene que ver esto con el famoso mandato de la cobertura? Mucho, porque cualquier clase de cualquier cosa parecida a un respeto por autoridad o cobertura, necesariamente, indispensablemente, indefectiblemente, comienza con la credibilidad. Y si no te parece cierto, esto, te pregunto: cuando tú descubres pecado en tus líderes o autoridades, ¿No pierden de inmediato un alto porcentaje de credibilidad de tu parte? Por más manso y obediente que seas, no dudo que sí, que la pierden.
Cuando profetas y apóstoles se unen, ellos tienen un vínculo muy particular. Son dos idiomas diferentes, son dos estrategias diferentes, son dos perspectivas diferentes. Entonces, la pregunta es: ¿Qué cosa es lo que los hace uno? Sí, de acuerdo; la sangre de Cristo, el evangelio, la Biblia, el Espíritu Santo, todo bien, pero; al margen de todo eso. Lo que los hace uno, es la fe que ellos tienen. Son distintas formas de fe la del apóstol o la del profeta, pero difieren en el énfasis que ellos le otorgan. Ejemplo: el profeta tiene una fe ciega e inamovible a lo que dice. Cree mucho en lo que él mismo habla. El apóstol, en cambio, cree mucho en quién es él. Es un comisionado, él sabe por qué está ahí.
El profeta, normalmente, tiene crisis de identidad. Sabe que tiene una palabra que viene de Dios, pero se decepciona cuando observa que nadie quiere escucharlo. El apóstol, en cambio, muestra un grado de seguridad muy superior al del profeta, pero no siempre tiene palabra. Sin embargo, de ninguna manera un ministerio excluye al otro. Hoy, tal como opera la iglesia, la autoridad está ejercida en exclusividad por el pastor. Entonces, ¿Puede un pastor tener bajo su autoridad a un apóstol? De ninguna manera. Sólo que todavía esté capacitándose. Pero si ya ha recibido el llamado para el envío, por eso será apostellos, ese pastor no puede retener a ese apóstol en su congregación. Si lo hiciera, le estaría cercenando el ministerio. Y no quisiera ni imaginarme el rostro de Dios ante ese supuesto pastor suyo.

Dios les bendiga, mis amados.
He leído varias veces está reflexión, y tengo que decir que desde las bases, de aquello que llamamos iglesia. Conforme a la cosmovisión imperante dentro de la misma, yo comprendo los esfuerzos que muchos de nosotros, por querer devolver ese esplendor, que en un principio se vislumbraba en aquel primer tiempo, hacemos. Pero si tengo que ser sincero, la maquinaria babilónica a calado muy hondo, en el alma de las personas que de uno u otra manera. Son el referéndum de las generaciones que hoy se están levantando, y lamentablemente hoy más que nunca, la iglesia se ha convertido en un estamento de manipulación y apostasía. Lo único que se vislumbra dentro del Reino es lo financiero, y las distintas formas de manipulación para alcanzar las metas. Qué son los supuestos métodos que Dios está usando para su Gloria.
Entonces partiendo desde esa base, veo como Él Padre llama a una persona, pone Su Espíritu en ella, lo capacita y lo envía. Pero con el correr del tiempo, dicha persona comienza a menguar conforme, a su formación cultural y a la identidad de tinieblas que moran en el. No todos, pero sí una gran mayoría. Y para desarrollar todo esto tomaré como referencia a nuestro Hermano Mayor. Puesto que es la única referencia viable, y como enseña la escritura; tenemos que ser. Si tenemos que ver la vida de nuestro Hermano Mayor, al igual que nosotros fue un Ser completo. Sometido a las mismas debilidades que nosotros, con una formación cultural y bajo un régimen de tinieblas, sin que esa identidad gobernará su vida. Háblese del pecado. Hace unos días le preguntaba al Padre, «¿Padre, porque el conocimiento del bien y del mal, nos daño tanto». Contestando Él, «nos es el conocimiento del bien y del mal lo que te daña, sino lo que decides hacer con el». Lo cual me abrió, para comprender la estructura del libre albedrío. Nuestro Hermano Mayor tenía este conocimiento y no estaba bajo maldición. Los ángeles fueron creados también con dicho conocimiento, y no fue sino hasta el intento de sublevación de Satanás, que se activó la maldición (pecado) con tal.
Ahora con esto en mente, sigamos viendo la vida de nuestro Hermano Mayor. En Él vemos la convergencia de todas las cosas visibles e invisibles, desde una posición natural (cuerpo). En su Alma se manifiesta, el cimiento del Reino que es La Luz. Mientras que en su Espíritu se manifiesta, el asiento de la manifestación del poder del Altísimo (Él Cristo). Con el sello distintivo del Espíritu Santo, entrelazando El Espíritu, El Alma y El Cuerpo. En Él no operó esa ambivalencia que es tan natural en nosotros, como seres humanos que somos. En Él a través de Cristo se manifestaron los Ministerios, los Dones Espirituales, las Operaciones, y todo el Dominio de la Creación. Para mostrarnos a nosotros que se puede caminar, en integridad delante del Padre. En Él ninguno de los ministerios estuvo por encima de los demás, sino que todos fluyeron en equilibrio. Entonces mirando lo expresado en Efesios 4, vemos ese equilibrio en la unidad del Espíritu, latente en el cuerpo de Cristo.
Lo que me lleva al motivo de escribir esto. Puedo entender que cada uno de nosotros, conforme a nuestra formación cultural, nuestra identidad de tinieblas, y las vivencias que de una u otra manera nos trajeron a estos caminos. Podemos expresar pasión, deseo, y voluntad. Pero según me enseña la Palabra, El Espíritu es el mismo, en Él todo lo puedo, y que la voluntad del Padre es que lo conozcamos. Entonces mirando la condición actual de aquello que llamamos iglesia.
¿Estamos operando en la carne, o en El Espíritu?.
Dios les bendiga, desde RD pa’l mundo.