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El Valor de lo que No Tienes

Hace muchos años un hombre escucha un relato con características de fábula, con su respectiva moraleja. Decía que: «érase un hombre rico que tenía cinco rozagantes y jugosas manzanas, pero no era feliz. En una vivienda vecina, había otro hombre que era pobre y tenía solamente una manzana, pero era feliz. Un día, el dueño de las cinco manzanas, envidioso de la paz y la felicidad de su vecino, resolvió robarle su única manzana, para deleitarse viéndolo sufrir como sufría él. Grande fue su sorpresa cuando descubrió que, pese a tener ahora seis manzanas, él no se sentía feliz para nada, sino todo lo contrario, mientras que su vecino, que se había quedado sin nada, seguía siendo tan feliz como lo era antes de perder su manzana.» Ese, fue su primer contacto con un sentimiento que, como a una gran mayoría de seres humanos, le iba a producir mucho daño: la envidia.

Dice un buen diccionario de la lengua española, que La Envidia es una tristeza airada o disgusto por el bien ajeno o por el cariño o la estimación que otros disfrutan, y también un deseo de emular alguna cualidad o algún bien que otro posee. Un buen diccionario bíblico, en tanto, sostiene que La Envidia es el pesar o el padecimiento causado por la razón de las pertenencias, prosperidad, ventajas, posición o reputación ajenas. Las personas envidiosas desean lo que tienen los demás, y suelen pensar que los que poseen el objeto de su deseo no se lo merecen. La palabra hebrea qin’ah puede referirse según el contexto, a celo, ardor, insistencia en la devoción exclusiva, o bien a los celos y la envidia. A diferencia del término griego fthó nos, que siempre tiene una connotación negativa y significa envidia.

Pensadores de todas las épocas y sitios geográficos del planeta han plasmado sus ideas referidas a la envidia, redondeando conceptos que, en muchos casos, son muy aptos para incorporar a nuestra formación social, moral y espiritual. Una de las más logradas que leí, fue la que dice que La Envidia es el Homenaje que la Mediocridad le rinde al Talento. Una más ingeniosa, expresa que El Envidioso no sabe lo que Quiere hasta que no te lo ve a Ti. Algo más poético y filosófico consigna: Nunca Grites tu Felicidad tan Alto. La Envidia tiene Sueño muy Liviano. Otro, un tanto más defensivo, señala: No te Preocupes por mis Logros, Mejor te Enseño mis Sacrificios. Algo de contenido más espiritual nos dice que Quien Tiene Luz Propia, Incomoda al que está en Oscuridad, o que El Sabio se Inspira con el Éxito de los Demás, el Envidioso se hace más Pequeño. Y se remata con una especie de solución humana cuando asegura que: Cuando la Ignorancia Envidia y Critica, la Inteligencia Observa, Escucha y se Ríe.

Un día, este hombre mediocre y cargado de envidias, encuentra a Jesucristo. Su vida se conmueve con un shock que el Espíritu Santo impacta en su espíritu, y allí comienza a experimentar un dramático cambio que, para tomar conciencia que el Dios en el que ha creído nunca se apartó de su lado, es consciente que le envía a su Espíritu a guiarlo a toda verdad, incluso, contra los que eran sus mayores defectos y consiguientes pecados. Y entonces conoce la historia de José y sus hermanos, y lee en Génesis 37:11 Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto. Allí entiende que la envidia no es algo nuevo y que incluso en este nuevo ambiente todavía tiene su peso, así que se refugia en el Proverbio 14:10 que le asegura que: El corazón apacible es vida de la carne; Mas la envidia es carcoma de los huesos. Aprende a conocerla más a partir de lo que lee en el Proverbios 27:4: Cruel es la ira, e impetuoso el furor; Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia? Y tiene un remate de lujo para su madurez cuando se encuentra con Eclesiastés 4:4 que le dice: He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

Con todo este arsenal de Palabra, el hombre se vuelve un enemigo acérrimo de la envidia y de la hipocresía, y por esa causa, aunque en lo humano y terrenal no consigue ningún logro, en lo espiritual comienza a recibir bendición tras bendición, que es el resultado visible e inequívoco de una conducta intachable, que pone al mismo Dios deseando mostrarlo, a la manera de Job, como modelo a seguir si es que se desea militar en la divina jurisdicción del Reino de los Cielos. Eso despierta la admiración de todos los hermanos que tienen bien claro cuál es su objetivo en este planeta, pero al mismo tiempo, despierta la envidia casi feroz de otros tantos auto denominados hermanos, que desean tener esa unción y esa paz que él tiene, mientras ellos navegan en las oscuras aguas de la mediocridad y la incredulidad. Un día, sus enemigos descubren que la envidia es un espíritu maligno, y comienzan a conspirar para que ese espíritu tome a este hombre y le robe eso que lo hace feliz. No lo logran, porque cada vez que el espíritu pretende entrar en la mente de ese hombre, su santidad y unción ofician de alta armadura que no permite infiltración alguna. En este episodio, los envidiosos acaban de descubrir que aunque le robaran todos los días su única manzana, ese hombre seguiría siendo feliz, ya que ese sentir no se sustenta tanto en lo que tiene, sino en lo que no tiene: envidia.

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agosto 8, 2020 Néstor Martínez